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Título: Modernidad, razón e identidad en América Latina.

Autor: Jorge Larraín


Editorial: Andrés Bello
Año: 1996
Lugar de Edición: Santiago de Chile
Palabras clave: identidad cultural- modernidad-América Latina

El libro discute el concepto de modernidad desde el debate progresivo entre distintas


posiciones. En este sentido se define la identidad a través de su uso por distintas
corrientes y teorías intelectuales y la modernidad como un proceso complejo y
multidimensional de tendencia globalizante que no puede reducirse a factores puramente
económicos, o políticos, o culturales (Pág.13).El progreso de la modernidad ha sido
disparejo y las ideas modernas no siempre lograron su implementación inmediata en la
práctica social. Esta distancia entre teoría y práctica ha permitido el desarrollo de fuertes
críticas a la modernidad y, por lo menos, de dos crisis importantes. De la última de estas
crisis, comenzada a fines de los sesenta, la modernidad todavía no se recupera (Larraín en
desacuerdo con las posturas posmodernistas que señalarían el final de la modernidad)
(Página 13). Larraín desarrolla una argumento contra las teorías esencialistas y
simplificadoras que suponen la existencia de una esencia o matriz cultural única y
definitiva. Otro punto a destacar en Larraín, es que las controversias acerca de la identidad
latinoamericana y los procesos de modernización son parte del mismo proceso histórico de
construcción de identidad. Para ello es necesario entenderlo con una concepción histórico-
estructural de identidad. Esta concepción debe mostrar cómo los diversos factores contribuyen a
la formación de identidad latinoamericana van construyéndose históricamente, y como cada
síntesis se va modificando; debe mostrar que la constitución y reconstitución de la identidad
ocurre tanto en el nivel discursivo de la cultura erudita como en los significados sedimentados
en las prácticas cotidianas de la gente común en un proceso circular de retroalimentación. La
producción de una variedad de discursos públicos de identidad se realiza seleccionando y
excluyendo rasgos a partir de los modos de vida concretos de la gente, pero esas misma versiones
públicas condicionan las concepciones que la gente tiene de sí misma, en un proceso que no es de
imposición mecánica sino de negociación y adaptación crítica. Este proceso no se detiene nunca y
la identidad no puede fijarse de una vez para siempre con contornos definitivos (Páginas 14-
15).Considerar que en América Latina ha existido siempre una conciencia de identidad
latinoamericana articulada con identidades nacionales. Es muy frecuente que se pase de lo
nacional a lo latinoamericano y viceversa con mucha facilidad. (Página 15).América Latina está
profundamente afectada por la modernidad y los procesos de globalización. No se trata de que
nuestra modernidad sea una mera copia de Europa y Estados Unidos. Tiene sus problemas
específicos y sus contradicciones propias, es una modernidad precaria y periférica. Pero no debe
olvidarse que también los países más modernos y desarrollados tienen problemas serios y están
lejos de constituir utopías en relación a América Latina. Los problemas y contradicciones que
experimentan nuestra región nos son necesariamente una expresión del fracaso de la
modernidad, sino una expresión de nuestra modernidad periférica, son nuestra manera específica
de estar en la modernidad (Páginas15-16)

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La modernidad es un fenómeno complejo y multidimensional que requiere ser abordado desde
varios ángulos. De allí además de industrialismo, capitalismo y racionalización, sea necesario
agregar otras dimensiones. (Página19).
Se puede decir que la modernidad es inherentemente globalizante en cuanto sus procesos
sociales típicos operan más y más a escala internacional, integrando y conectando las
comunidades locales y organizaciones en nuevas combinaciones de tiempo y espacio. (Página
27). El proceso de globalización se refiere a la intensificación de las relaciones sociales universales
que unen distintas localidades de tal manera que lo que sucede en una localidad está afectado por
sucesos que ocurren muy lejos y viceversa. (27)Continúa existiendo una dialéctica entre lo global
y lo local. Hay una tendencia a la homogeneización pero también una fascinación con lo
diferente. Lo global no reemplaza a lo local, sino que lo local opera dentro de la lógica de lo
global. (Página 31)

Por otra parte en relación con el tema de la identidad Larraín señala que la formación de
identidades culturales supone la noción del “otro”; la definición del sí mismo cultural siempre
implica una distinción con los valores, características y modos de vida de otros...Así surge la idea
del “nosotros” en cuanto opuesto a “ellos” o a los “otros”. Para definir lo que se considera propio
se exageran las diferencias con los que están afuera. Siempre que hay un encuentro conflictivo y
asimétrico entre diferentes culturas, sea por invasión, colonización o extensas formas de
comunicación, surge la pregunta por identidad cultural; esta no suele plantearse en situaciones
de relativo aislamiento, prósperas y estables. Para que la identidad se convierta en un
problema, se requiere de un proceso de inestabilidad y crisis, una amenaza a los modos
establecidos de vida. (Página 93)

El “otro” se puede definir en tres dimensiones:


1_ Dimensión temporal: sociedad moderna v/s sociedad tradicional
lo obsoleto, lo primitivo y lo atrasado en el tiempo (“pre”)
2_ Dimensión racionalidad y civilización: categorías subordinadas a la modernidad: clases
trabajadoras, las mujeres y los locos
3_Dimensión espacial: el “otro” es el que vive fuera, el bárbaro o el primitivo que o ha sido
civilizado todavía. (Páginas 91-92)

Las ideas principales asociadas con la identidad: permanencia, cohesión y reconocimiento


(continuidad, unidad y autoconciencia) (Página 93) El tema de la identidad cultural está
íntimamente relacionado con el tema de la identidad personal, en el sentido que la cultura define
una serie de categorías_ como nación, sexualidad, género, religión, etnia, etc._ que son los
determinantes principales de la identidad personal (Página93-94).La cultura debe entenderse en
un doble nivel. Por una parte, expresa un discurso elaborado, articulado y riguroso, pero por
otra también expresa los significados enraizados, muchas veces implícitamente y sin
elaboración, en la gran diversidad de modos de vida cotidianos de la gente (94)

La mayoría de las sociedades latinoamericanas no está culturalmente unificada y que, a pesar de


algunas formas centrales de integración y síntesis que indudablemente existen, las diferencias
culturales son todavía muy importantes. Las diferencias culturales existen, aunque en menor
grado, en países más homogéneos como Chile, Argentina y Uruguay. Desde la Independencia las
nuevas repúblicas latinoamericanas y sus clases dominantes intentaron con mucho esfuerzo no
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sólo construir un estado nacional y una economía viable sino también un sentido de identidad
nacional.

La identidad nacional existe en dos polos distintos de la realidad sociocultural:


1_Existe en la esfera pública como un discurso articulado altamente selectivo, construido desde
arriba por una variedad de instituciones y agentes culturales
La dimensión pública de la identidad nacional tiende a ser una construcción coherente,
lógicamente articulada y con pretensiones de generalidad, producida en universidades, centros de
estudio y medios de comunicación
Los discursos públicos de identidad frecuentemente quieren hacer creer que existe una sola
identidad
Las versiones públicas de identidad se construyen normalmente sobre la base de los intereses y
visiones del mundo de algunas clases o grupos dominantes de la sociedad, a través de una
variedad de instituciones culturales, como los medios de comunicación, instituciones
educacionales, religiosas y militares, aparatos del Estado, etc. La diversidad es cuidadosamente
escondida detrás de una supuesta uniformidad (Página 210) (en las versiones privadas es vista
como un medio de resistencia)

La identidad cultural se define por oposición a otros grupos. De allí la idea del “nosotros” como
opuesta a “ellos”o a los “otros”. Las diferencias con los otros se exageran, y así se consigue
acentuar el perfil de la identidad propia.
O naturalizar ciertos rasgos culturales como si estuvieran dados en el carácter nacional (Páginas
210-211)Larraín destaca que concentrarse solo en estas instituciones, “oculta el enraizamiento
material de la identidad nacional en prácticas cotidianas que, en sí mismas, pueden carecer de
significados intrínsicamente “nacionales” No hay nada en las empanadas, los porotos y el vino
tinto , en sí mismos, que los haga particularmente representativos de la identidad chilena. Sin
embargo han sido nacionalizados en un proceso cultural que los hace representar el modo
chileno de vida” (Página 209)La construcción de la identidad cultural no es un proceso
monolítico y autónomo de la esfera pública que ocurre con total independencia de la pluralidad
de modos de vida, diversidad de prácticas sociales y múltiples divisiones que existen en la
sociedad (209)

2_Existe en la base social como una forma de subjetividad individual y de diversos grupos, que
expresa sentimientos muy variados, a veces no bien representados en las versiones públicas.
Las versiones privadas desarrollan espacios más restringidos y locales en las múltiples
conversaciones e intercambios de la vida diaria. Tienen por eso, un carácter más concreto,
contradictorio, implícito y de sentido común.
Los estudios de identidad nacionales tienden a privilegiar las versiones públicas y a descuidar las
versiones privadas.
Larraín reconoce que su este texto está basado más en materiales discursivos académicos y
públicos y lo argumenta a partir de que la esfera pública es de más fácil acceso y dice que es
más difícil encontrar fuentes de estudio en la esfera privada

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Las versiones públicas constituyen expresiones altamente articuladas y elaboradas de
conciencia; las formas privadas, en cambio, tienen un carácter implícito y son menos articuladas
que los discursos públicos. (208)

Larraín destaca que la distinción entre las dimensiones públicas y privadas de la identidad nacional
no significa que éstas sean dos mundos separados y sin relación.
Las versiones públicas de identidad se construyen a partir de los modos de vida de la gente en la
vida diaria, pero, a su vez, influyen sobre la manera como la gente se ve a sí misma y como
actúa. Esta influencia no es mecánica o automática: muchos individuos, grupos étnicos,
subculturas o regiones o sectores de la sociedad no se sienten bien representados por las
versiones públicas y no comparten algunos rasgos de identidad o negocian una manera
particular de entenderlos, o, simplemente tienen una visión distinta. (Página 211)

El proceso discursivo de construcción de la identidad cultural es siempre un proceso de carácter


altamente selectivo y excluyente, en el sentido que elige algunos rasgos considerados
fundamentales y deja afuera a muchos otros. De allí que es posible construir varias versiones
sobre la identidad nacional que representan intereses, valores y grupos sociales distintos. Estas
versiones se construyen siempre con vistas al futuro, con una intencionalidad política que trata
de mostrar por qué debemos aceptar o rechazar lo que hemos hecho y seguir o cambiar el
camino que se abre delante nuestro

El proceso discursivo de construcción de una identidad cultural fácilmente puede resultar


ideológico si oculta diversidades y antagonismos reales de la sociedad.Larraín señala que el
pretender haber descubierto una “verdadera” identidad de un pueblo puede ser ideológico en el
sentido que ciertos grupos y clases lo utilizan en beneficio propio. (Página 213)

Existen tres concepciones alternativas de la identidad cultural nacional:


1_ Constructivista (posiciones postestructuralistas, contra el esencialismo): de carácter plural y
totalmente abierta a cualquier cambio. Ciertos discursos “construyen” la nación, para interpelar a
los individuos y constituirlos como “sujetos nacionales”. En términos de identidad cultural,
sobreestima el poder del discurso para construir a la nación (para los esencialistas es dado)
Concibe la identidad nacional construida “desde arriba”, en la esfera pública (al margen de la
esfera privada) La concepción constructivista es unilateral y limitada.

Considera que todo discurso público puede construir una identidad pero no concibe el discurso
de la esfera privada.

2_Esencialista: estrecha y cerrada a todo cambio: la identidad cultural como un hecho acabado,
como una esencia de una vez para siempre. Cada pueblo o nación posee un. conjunto estable de
significados, códigos y marcos de referencia. La concepción de la identidad es selectiva,
evaluadora y oposicional (Se define en contra de algunos valores, modos de vida e ideas que se
presentan ajenos a la comunidad nacional, se fijan para siempre, una mirada estática)
El esencialismo procede de dos maneras: o acentúa la importancia de cierto factor étnico o
cultural (lo español, lo indígena o lo racional), rechazando todo hibridismo o acepta la mezcla pero
niega su evolución histórica. En ambos casos el esencialismo fija la identidad cultural, en un cierto

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período histórico fundante o en ciertas categorías trascendentales, y se niega a aceptar la
contribución de otras épocas o categorías (capitulo 5, 14)

3_Histórico-estructural (intermedia): incluyente y abierta a ciertos cambios materialmente


condicionados. La identidad como algo que está en permanente construcción y reconstrucción
dentro de nuevos contextos y situaciones históricas. Considera tanto el discurso público como
privado. Concibe la identidad como una interrelación dinámica del polo público y del polo privado
La identidad cultural está en permanente construcción y reconstrucción; pero no ocurre al azar,
sino dentro de las relaciones y prácticas disponibles y de los símbolos e ideas existentes. El
hecho que haya ideas y símbolos recurrentes no asegura que sus significados hayan sido
siempre los mismos ni que no hayan cambiado en el contexto de prácticas nuevas. (Página 219)

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