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CURSO

4. Los homicidios

Pastor Luis Búcaro


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ECE PRESENCIA Trece pasos de sanidad del corazón
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13 PASOS DE SANIDAD DE NUESTRO CORAZÓN ESPIRITUAL


El Señor Jesús nos revela la condición de nuestro corazón, con el propósito que busquemos ser
liberados y sanados, para que seamos de los bienaventurados de limpio corazón que verán a Dios
nuestro Padre eterno.
Marcos 7:21-23
“Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las
fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia,
la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al
hombre”
La cuarta maldad que Jesús menciona y que debemos sanar en nuestro corazón, son los
homicidios. Habla en plural, lo que indica que hay varios tipos de homicidios.
La palabra homicidio significa: aplastar, matar, malicia premeditada, abusar o violar.
Normalmente tildamos de homicida al que mata físicamente a otra persona. Es por eso
que pensamos que nosotros no tenemos problemas con Dios, en cuanto al pecado de
homicidio. Sin embargo, la Palabra de Dios nos revela otros tipos de homicidio que
constantemente cometemos y que, por falta de conocimiento, al no estar conscientes de
ellos, no nos arrepentimos y sufrimos las consecuencias de los mismos. Dentro de esta
maldad de homicidios están comprendidos todos los pensamientos y sentimientos de
enojo, cólera, ira, odio, deseos de venganza y amargura.
En la Biblia encontramos por lo menos tres formas de homicidio:
1. Homicidio del corazón.
2. Homicidio de la lengua.
3. Homicidio físico.
Estos tres tipos de homicidio están relacionados y uno conlleva al otro. Cuando
aborrecemos u odiamos a una persona, Dios lo cataloga como homicidio, porque con ese
odio matamos a esa persona en nuestro corazón, con nuestros sentimientos y
pensamientos. Y si dejamos que este odio siga su curso, cometemos homicidio con nuestra
lengua, matando la dignidad o reputación de la persona, al hablar mal de ella, denigrándola
y en algunos casos insultando o maldiciendo. Luego, en algunos casos ese odio puede llevar
a las personas a cometer homicidio físico. Todos los tipos de homicidios traen
consecuencias nefastas a nuestras vidas y familias en lo espiritual, emocional y en lo físico.
 Homicidio del corazón y homicidio de la lengua.
Analizaremos de manera conjunta estos dos tipos de homicidio, porque lo que abunda
en nuestro corazón espiritual sale con palabras, como está escrito: “El hombre bueno, del
buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón
saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca” Lucas 6:45
Juan el bautista lo expresó de esta manera: “¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar
lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca” Mateo 12:34
El odio o aborrecimiento en nuestro corazón hacia una persona, nos impulsa a hablar
mal de ella, a denigrarla y a maldecirla con nuestras palabras.

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Dios cataloga como homicidio cuando aborrecemos u odiamos a nuestros hermanos, en


la familia natural y en la familia espiritual. Veamos lo que dice la Palabra de Dios al respecto:
1 Juan 3:15 “Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún
homicida tiene vida eterna permanente en él”
La palabra “aborrece” en griego significa odiar, detestar, perseguir, amar menos.
El significado de la palabra aborrecer tiene dos lados:
Por un lado, aborrecer implica amar menos, sin estar relacionado con el odio. Es por eso
que el Señor Jesús dijo que, para ser sus discípulos tenemos que tomar la decisión de
aborrecer a padres, esposa, hijos, etc., es decir, debemos tomar la decisión de amarlo a Él
más que a nuestros padres y demás. No nos pide que los odiemos, sino que, Él sea lo más
importante o lo primero de lo primero en nuestra vida, por encima de cualquier otra
persona. (Lucas 14:26)
Por otro lado, la palabra aborrecer, se relaciona con el hecho de odiar o detestar a alguna
persona. Y es a esto a lo que se refiere cuando dice: “Todo aquel que aborrece a su hermano
es homicida”.
Cuando aborrecemos a nuestros hermanos y nos rehusamos a perdonarles sus ofensas
o agravios, Dios lo cataloga como homicidio, porque matamos a nuestros hermanos en
nuestro corazón. En algunos casos, este tipo de homicidio puede llevar también a las
personas a cometer homicidio físico.
Debemos saber y entender que, con tan solo que detestemos a nuestros hermanos y
hablemos mal de ellos, estamos cometiendo homicidio en nuestro corazón y con nuestra
lengua. Recordemos también lo que aprendimos de la maldad de los malos pensamientos,
que con solo pensar mal de nuestro prójimo estamos pecando contra Dios.
Los homicidios del corazón y de la lengua, los vemos por todas partes y aún dentro de la
iglesia, sin percatarnos de las consecuencias presentes y eternas que tiene en nuestra vida,
sino trabajamos en ser liberados y sanados de esta maldad en nuestro corazón.
Alguien podrá pensar y decir, en relación a alguna persona: <No la odio, solo me cae
mal...>, <Ya lo perdoné, pero no lo puedo ni ver...>. Con este tipo de pensamientos y
actitudes, solo nos engañamos a nosotros mismos, porque delante de Dios no hay grises, o
es blanco o es negro, o amamos o aborrecemos, no hay término medio en este asunto en
la Palabra de Dios. Es por eso que la honestidad para con nosotros mismos y para con Dios,
es la llave para la liberación y sanidad de nuestro corazón espiritual.
Veamos algunas de las terribles consecuencias de estos tipos de homicidio:
1º Los homicidios nos cierran la puerta a la presencia de Dios.
En Isaías 59:1-2 dice:
“He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído
para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y
vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír. Porque vuestras
manos están contaminadas de sangre, y vuestros dedos de iniquidad; vuestros labios
pronuncian mentira, habla maldad vuestra lengua”

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Vale la pena analizar detenidamente estos versículos.


Observemos que dice que la mano de Jehová está extendida para salvarnos, es decir,
para rescatarnos, ayudarnos y levantarnos en cualquier situación. Y su oído esta presto para
oír nuestras oraciones, lo cual concuerda con lo que dice en 1 Juan 5:14-15 “Y esta es la
confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos
oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las
peticiones que le hayamos hecho”.
Si Dios nos oye, tenemos asegurada la respuesta a nuestra oración. Pero el secreto para
que Dios nos escuche, es pedir conforme a su voluntad. (Si desea saber más de este secreto, le
recomiendo leer mi libro: “Qué hacer para que Dios me escuche y ayude”)

Sin embargo, aunque la mano y el oído de Dios están prestos para nosotros, nuestras
iniquidades o maldades y nuestros pecados hacen una división, o levantan un muro de
separación entre el rostro de Dios y nosotros, con lo cual ya no tenemos acceso a su mano
y a su oído.
Si analizamos bien, vemos que la primera cosa que hace esta división entre Dios y
nosotros, es la maldad de homicidios, porque dice: “vuestras manos están contaminadas
de sangre y vuestros dedos de iniquidad; vuestros labios pronuncian mentira, habla maldad
vuestra lengua”
¿Cómo y cuándo se contaminan nuestras manos de sangre? Cuando cometemos homicidio
en nuestro corazón, aborreciendo, detestando u odiando a nuestros hermanos y cuando
con nuestra lengua matamos su dignidad, hablando mal de ellos o insultándolos.
Es por eso que en 1 Timoteo 2:8 se nos manda: “Quiero, pues, que los hombres oren en
todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda”
Por falta de conocimiento, tenemos la osadía de tratar de entrar a la presencia de Dios y
orar, con nuestro corazón lleno de odio, de aborrecimiento y malos sentimientos, sin
arrepentirnos y sin pedirle perdón a Dios por toda esta maldad y pecado. Por lo tanto,
cuando levantamos nuestras manos al Señor, Él ve la sangre de nuestros hermanos a
quienes aborrecemos u odiamos, matándolos en nuestro corazón y con nuestra lengua.
Esto causa que Dios aparte su rostro de nosotros y lo hace por misericordia, para no
consumirnos por todos estos homicidios.
En las reuniones en la iglesia, al estar orando o cantando, si Dios nos abriera los ojos
espirituales, nos asombraríamos de ver cuantas manos están contaminadas con ira, con
contienda, con sangre por estos homicidios…
Es por eso que con frecuencia nos preguntamos ¿Por qué no siento la presencia de Dios?
¿Por qué Dios no me oye? ¿Por qué no veo respuestas a mis oraciones? ¿Por qué no me
alcanza la bendición? Bueno, creo que ahora entendemos algunas de las razones por la cual
muchas veces no experimentamos la presencia de Dios y sentimos que nuestras oraciones
no pasan del techo. Oramos y oramos y no recibimos respuestas, sin percatarnos de la
condición de nuestro corazón.

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2º Los homicidios nos ponen en riesgo de perder la vida eterna.


Esta es una consecuencia bastante terrible. Leamos nuevamente 1 Juan 3:15
“Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene
vida eterna permanente en él”
Claramente dice que los homicidas no tienen vida eterna permanente.
¿Qué implica esto? Recordemos que en el evangelio de Juan 17:3, el Señor Jesús dijo que
vida eterna es conocer o hacernos uno con Él y con El Padre. Es decir, obtener su naturaleza
o carácter divino para ser uno en corazón, en espíritu, en mente, en voluntad, etc.
Por lo tanto, cuando odiamos, aborrecemos o detestamos a alguno de nuestros
hermanos y nos rehusamos a perdonar y aun damos lugar a la amargura, nos trae como
consecuencia el perder lo que hemos ganado en Dios de su naturaleza divina, perdemos lo
que hemos ido obteniendo de la vida del reino de Dios, perdemos la unidad que hemos ido
adquiriendo con Cristo y con el Padre. Esto es más serio de lo que nos imaginamos. Si nos
descuidamos podemos sufrir esta pérdida que trasciende a la eternidad, porque nos
descalifica para ser esposa del Cordero y reinar con Él y nos descalifica para ser de los
bienaventurados de limpio corazón que verán a Dios el Padre.
Es por eso que la Palabra de Dios nos aconseja: “Mirad bien, no sea que alguno deje de
alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe y por ella
muchos sean contaminados” Hebreos 12:15 Y nos dice también: “Así que, el que piensa
estar firme, mire que no caiga” 1 Corintios 10:12

3º Los homicidios nos exponen a los juicios de Dios.


El aborrecer a nuestros hermanos o que nos caigan mal y el resistirnos a perdonarlos y a
no confrontar esta maldad y pecado delante de Dios, nos pone en una situación muy
peligrosa ante los juicios de Dios. Veamos lo que dice la Escritura en Mateo 5:21-22:
“Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de
juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de
juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera
que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego”
En la versión NTV dice: “Han oído que a nuestros antepasados se les dijo: “No asesines. Si
cometes asesinato quedarás sujeto a juicio. Pero yo digo: aun si te enojas con alguien,
¡quedarás sujeto a juicio! Si llamas a alguien idiota, corres peligro de que te lleven ante el
tribunal; y si maldices a alguien, corres peligro de caer en los fuegos del infierno”
Observemos bien que se refiere a sentimientos y emociones de enojo u odio y a palabras
de insulto o maldicientes. Es decir, a cometer homicidios en el corazón y con la lengua.
Por lo tanto, debemos tomar con seriedad y meditar en estas palabras de advertencia de
nuestro Señor Jesús. Debemos despertar y ser honestos con nosotros mismos y con Dios,
porque está en juego nuestro presente y nuestra condición eterna. Recordemos que lo que
se siembra se cosecha.
El que siembra fuego de odio, de ira y enojo en su corazón y en el corazón de otros, eso
mismo va a cosechar… En este tiempo y con riesgo que sea por la eternidad.

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Debemos saber, entender y estar conscientes que nuestros sentimientos y nuestras


palabras son registradas delante de Dios. Es por eso que el Señor Jesús dijo:
“de toda palabra ociosa (insultante o maldiciente) que hablen los hombres, de ella darán
cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado y por tus palabras serás
condenado” Mateo 12:36-37

4º Los homicidios causan ceguera espiritual y nos apartan del Camino.


Los homicidios que salen de dentro de nuestro corazón, nos causan ceguera espiritual
progresiva, con el riesgo de apartarnos o desviarnos del camino de la vida, o dejarnos
estancados junto al camino, sin poder seguir al Señor Jesús (Marcos 11:46-52).
Veamos lo que dice en 1 Juan 2:9-11
“El que dice que está en la luz y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas. El que
ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo. Pero el que aborrece a su
hermano está en tinieblas y anda en tinieblas y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le
han cegado los ojos”.
Esta es una consecuencia desastrosa, porque un corazón lleno de odio, de ira o
aborrecimiento en contra de nuestros hermanos, nos ciega espiritualmente con tinieblas,
lo cual nos impide entrar a la dimensión de vida del reino de Dios, nos impide poder
experimentar una vida llena de bendición, en este tiempo y por la eternidad.
Estas son tinieblas de error, por la cuales la mayor parte de los cristianos no tienen
revelación de la Palabra de Dios, porque en lugar de tener iluminado su entendimiento, lo
tienen y lo siguen llenando de tinieblas de error.
Son terribles las consecuencias de los homicidios en nuestro corazón y de los homicidios
que cometemos con nuestra lengua. Y por supuesto, también el homicidio físico. Veamos
algunas de las manifestaciones o síntomas, que evidencian que tenemos problemas de
homicidio del corazón y de la lengua:
o Cuando aborrecemos a alguien, siempre estamos buscando encontrarle defectos, para
criticarlos y destruirlos con nuestras palabras delante de los demás. Como cristianos a
veces aparentamos ser piadosos, pidiendo oración por esa persona, pero el motivo
oculto es divulgar sus defectos o problemas. El odio siempre nos impulsa a hablar mal,
insultar o maldecir.
o Cuando aborrecemos u odiamos a alguien, tenemos la tendencia de alegramos cuando
le sucede algún problema o alguna desgracia, o deseamos que Dios los castigue y a veces
hasta se lo pedimos indirectamente en nuestras oraciones. Manda fuego Señor!!!
Esto porque ignoramos que la misericordia está por encima del juicio, como está escrito:
“Justicia y juicio son el cimiento de tu trono; Misericordia y verdad van delante de tu
rostro” Salmo 89:14

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 HOMICIDIOS FÍSICOS.
Este tipo de homicidios son los que la mayoría tienen conocimiento y conciencia. Es cuando
se asesina físicamente a una persona. Un corazón con esta maldad de homicidios, es
vulnerable a estallar en ira, cólera y odio en alguna situación y llevar a cometer un homicidio
físico, al ser cegados con ese odio. Aunque después no se explican cómo pudieron haber
reaccionado de esa manera y haber cometido ese homicidio. También la Palabra de Dios
nos da instrucciones respecto a los casos de homicidio que se cometen por accidente, sin
intención alguna. Números 35:11, Deuteronomio 4:41-42
Hay personas con un corazón lleno de odio y amargura, que abren la puerta para ser
influenciados y aun poseídos por espíritus diabólicos de homicidio y cometen asesinatos sin
sentir ningún tipo de remordimiento, al ser gobernados por Satanás.
Todos los tipos de homicidio traen grandes consecuencias y maldiciones a nuestra vida,
familia y descendencia, sino nos arrepentimos y buscamos el perdón de Dios y la liberación
y sanidad de nuestro corazón.

CONCLUSIÓN:
Aunque no todos cometen homicidio físico, todos cometemos constantemente
homicidios en nuestro corazón y con nuestra lengua. Todos traemos esta iniquidad de
homicidio en nuestro corazón, en nuestra genética espiritual que heredamos desde Adán y
Eva. En algunos esta iniquidad viene más activada que en otros, dependiendo cuánto
pecado de homicidio cometieron nuestros padres y antepasados en nuestra línea
genealógica. Pero debemos tener entendimiento que todos tenemos en nuestro corazón
esta maldad. Por lo tanto, para ser de los bienaventurados de limpio corazón que verán a
Dios nuestro Padre celestial y poder llegar a ser primicias para Dios y para el Cordero
(Apocalipsis 14:4), debemos trabajar diligentemente en comunión con el Espíritu Santo,
para recibir liberación y sanidad en nuestro corazón de toda iniquidad de homicidio, con el
poder y la virtud de la sangre de Cristo y de su Palabra y fuego santo. Además, debemos
hacer nuestra la redención o liberación de toda maldición por quebrantar la ley de Dios, que
Cristo Jesús compró para nosotros en la cruz del calvario. → Gálatas 3:13
Debemos reconocer delante de Dios que tenemos esta maldad en nuestro corazón y que
hemos pecado cometiendo estos homicidios consciente o inconscientemente. No debemos
ocultarle al Señor el odio, aborrecimiento o deseo de venganza o de mal que sentimos… De
igual manera, de acuerdo a Levítico 26:40, confesar toda esta iniquidad y pecado que
cometieron nuestros padres y antepasados. Pedirle perdón a Dios confiadamente y suplicar
sanidad divina, con acción de gracias. Esto es poderoso!!
Es urgente que obtengamos una santificación plena de nuestro ser, como está escrito:
“Y el mismo Dios de paz los santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma
y cuerpo sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”
1 Tesalonicenses 5:23
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Hacia una nueva dimensión espiritual

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ORACIÓN
Padre nuestro que estas en los cielos, gracias por mostrarme la condición de mi
corazón. Reconozco que soy culpable de cometer homicidios en mi corazón y con mi
lengua, soy culpable de tener sentimientos de odio, de aborrecimiento en contra de
otras personas… Reconozco que soy culpable de hablar mal de mis hermanos y de las
personas que me caen mal y no tengo idea de cuánto he pecado de esta manera.
Señor nuestros, Te suplico misericordia, te suplico gracia y te suplico perdón por todos
los homicidios que he cometido. Te ruego que me salves de todo el odio que hay en mi
corazón, te suplico que me salves de toda esta maldad. Te suplico Señor Jesucristo, que
tu sangre limpie, purifique y santifique mi corazón. Yo por mi parte, decido perdonar a
todos los que me han ofendido o causado daño. Renuncio y desecho todo odio que hay
en mi corazón en contra de cualquier persona, principalmente en contra de:____
Padre nuestro, mediante nuestro Señor Jesucristo te doy gracias por tu bondad y por la
oportunidad que me das de llegar a ser de los bienaventurados de limpio corazón que te
verán. Amén.

CONSEJO PASTORAL:
Haga ésta oración constantemente. Además, todos los días, por el tiempo que Dios
le ponga en su corazón, manténganse declarando a cada rato lo siguiente: “La sangre de
Cristo Jesús limpia, purifica y santifica mi mente” o “Gracias Cristo porque tu sangre
limpia, purifica y santifica mi mente”. Esto es poderoso!! Después de un par de semanas
de estar haciéndolo, aunado a la oración y al estudio y meditación de la Palabra de Dios,
usted empezará a experimentar una renovación en su mente y en su forma de ser y de
actuar. Empezará a sentir la presencia de Dios en su vida como nunca antes, que le
introducirá en una vida llena de bendición. Pastor Luis Búcaro

TAREA:
1. Comente brevemente tres cosas, que avivó el Espíritu Santo en su corazón, con esta lección de
sanidad de los homicidios.
2. Lea, escudriñe y medite las siguientes citas y explique cómo se relacionan con los homicidios
que hemos estudiado y con nuestra efectividad en la liberación y en la batalla espiritual.
Marcos 16:17-18, Lucas 10:19, Salmo 91:13, Génesis 3:14, Números 21:5-6, Mateo 10:14,
Efesios 6:15
3. Realice nuevamente el ejercicio espiritual que aprendió en el DTCE, de aprender a perdonar
para ser libres de la amargura.
4. Comente brevemente su experiencia de volver a realizar este ejercicio de perdonar.

Debemos ser honestos con nosotros mismos, para ser honestos con Dios.

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