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Un pacto con el Amazonas

Vivía una vez, en la inmensa selva peruana una comunidad llamada Jíbaro,
cuyo destino estaba entrelazado con el fluir del agua. Desde tiempos remotos,
el río de aguas transparentes como un espejo que atravesaba sus tierras había
sido tanto abastecedor como confidente. Este alimentaba los campos de cultivo
y daban vida a las criaturas que habitaban en sus orillas. Cada uno de los
habitantes, generación tras generación, habían construido una conexión
trascendente con el Amazonas debido a su pacto de esperanza donde ambas
partes acordaron una convivencia armoniosa, respeto y cuidado mutuo.

En las mañanas soleadas, los habitantes de la comunidad se congregaban


junto al majestuoso río; para que este les comente las noticias del día.
Asimismo, Los más jóvenes daban inicio al ritual de agradecimiento, y cada
miembro sabía la importancia de esta ceremonia. Con las manos extendidas
hacia el agua, cerraban los ojos y dejaban que el murmullo blando del río
Amazonas envolviera sus sentidos y es así como expresaban su más sincero
amor y respeto.

Sin embargo, un día nublado, mientras algunos de los habitantes caminaban


por la orilla del río, encontraron rastros de oro y restos de excavación, signos
de la minería informal y es así como la paz de esta comunidad y el pacto con el
Amazonas se vería interrumpido por la llegada de una empresa informal
minera, la cual fue participe de varias consecuencias devastadoras.

El río enfadado conto a los habitantes de Jíbaro, de lo que la minería


informal le estaba causando, todos se alarmaron ya que el Amazonas había
enfermado debido a los productos químicos tóxicos que habían liberado en sus
aguas donde una vez fue cristalina comenzaba a adquirir un tono turbio y
oscuro, la situación se puso peor cuando el Amazonas molesto decidió romper
el pacto con los miembros de la comunidad ya que se sentía amenazado y
traicionado por los humanos. Así es como empezó a haber sequías, los cultivos
y ganado morían cada día, los habitantes preocupados, tristes y un conjunto de
emociones de pesadumbre empezaron a buscar soluciones y a idear de como
volver a tener la confianza del Río Amazonas.
Ya, por último, Después de largas conversaciones, llegaron a una decisión.
Decidieron que, se unirían como guardianes de su fiel amigo y dieron marcha a
su plan realizando una campaña de concientización en la comunidad para
educar sobre los peligros de la minería informal y la contaminación del agua.
Los miembros más jóvenes, inspirados por las historias de su conexión con la
naturaleza, lideraron la iniciativa.

La comunidad se movilizó para limpiar el río, recoger desechos mineros y


buscar soluciones alternativas a la minería. Para ello fueron a la ciudad y
pidieron ayuda de expertos en sostenibilidad, exploraron prácticas de
agricultura y energía más amigables con el medio ambiente. El esfuerzo
colectivo dio resultados y su confidente empezó a recuperarse, los niveles de
contaminación disminuyeron y la comunidad encontró formas innovadoras de
subsistencia.

Aunque los desafíos persistieron, la comunidad finalmente entendió que su


relación con el río era un constante aviso de la importancia de la convivencia
armoniosa con la naturaleza. Habían demostrado que, a través del trabajo en
equipo y el respeto mutuo, podían enfrentar incluso los desafíos más
abrumadores. Y mientras las aguas del río fluían con vitalidad, su pacto con el
Amazonas se restauró volviendo la felicidad de todos.

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