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El número de nacidos vivos por cada 1000 habitantes en un año. Las comparaciones
internacionales en la tasa pueden generar distorsiones debido a los distintos niveles de
distribución por edad y sexo entre poblaciones.
Es un indicador cuyo valor está condicionado por la estructura de edad (mayor en sociedades
envejecidas, aunque tenga buenas condiciones sanitarias y económicas).
Esperanza de vida: es la estimación del número promedio de años adicionales que una persona
podría esperar vivir si las tasas de mortalidad por edad específica para un año permanecerían
durante el esto de su vida. En las comparaciones internacionales se utiliza la esperanza de vida
al nacer.
Indica cuanto tiempo costaría a una población en duplicarse dada la actual tasa de crecimiento
- El régimen maltusiano explica las primeras etapas del desarrollo de las economías en
las que, ante un progreso técnico nulo, todo crecimiento del producto se traduce en
una expansión equivalente de la población. Como consecuencia de ello la renta per
cápita fluctúa en torno a un nivel estable y se mantienen el producto y la población en
una relación básicamente invariable a largo plazo.
- El régimen postmaltusiano caracteriza a aquellas economías que han conseguido
superar la pobreza y en las que un factor productivo clave, el avance tecnológico,
comienza a hacerse más presente. El progreso tecnológico promueve un incremento
en el output superior al de la población, dando lugar a un crecimiento de la renta per
cápita. Aunque con particularidades se considera que este régimen está vigente en la
totalidad de los países en desarrollo.
- El régimen de crecimiento moderno rige las fases más avanzadas de las economías
capitalistas. En él se que mantiene la aceleración del progreso técnico y el incremento
de la renta per cápita propio del régimen anterior. Otra variable explicativa del
crecimiento es el capital humano, que incentiva a los padres a tener menos hijos e
invertir más en cada uno de ellos. Por ello en las sociedades desarrolladas y a
diferencia de las postmaltusianas, los mayores niveles de renta per cápita vienen
asociados a menores tasas de crecimiento de su población.
Durante la mayor parte del tiempo la población ha sido relativamente estable creciendo
sólo en una etapa intermedia y relativamente breve. La estabilidad demográfica que
caracteriza a los regímenes maltusiano y moderno viene acompañada de parámetros
demográficos diferentes. En el mundo occidental, a mediados del siglo XIX, la esperanza de
vida al nacer era de 35 años, la mortandad era elevada y las mujeres tenían por término
medio 5 hijos. Actualmente la esperanza de vida se aproxima a los 80 años, la mortalidad
ha retrocedido y las mujeres tienen, en promedio, 1,6 hijos.
Los factores demográficos que explican este cambio son los que forman la llamada
transición demográfica, responsable del período de más crecimiento de la población. Esta
transición se desarrolló en Europa y EEUU durante los siglos XIX y XX. En los países en
desarrollo, esa transición se produjo en la segunda mitad del siglo XX, incluso en algunos
países están todavía en ese tránsito. La transición demográfica común se concreta en las
siguientes etapas:
1) Se observan altas tasa de natalidad y altas tasas de mortalidad que producen un bajo o
nulo crecimiento demográfico (este es el modelo demográfico tradicional).
2) Caen las tasas de mortalidad a largo plazo y aumenta la esperanza de vida sin que se
altere la natalidad, lo que provoca un crecimiento demográfico intenso.
3) La natalidad comienza su progresivo descenso hasta alcanzar niveles cercanos a los de
la mortalidad.
4) La combinación de bajas tasas de mortalidad y natalidad, deriva un crecimiento
demográfico lento, modelo demográfico moderno.
LA TRANSICIÓN DE LA MORTALIDAD
La caída en las tasas de mortalidad que tiene lugar en el tercer cuarto siglo XIX en los
países desarrollados y desde la II Guerra Mundial en los países en desarrollo. Debido a esto
a comienzos del siglo XXI hay una tasa de mortalidad en los países desarrollados un 10‰ y
en los países en desarrollo un 7‰. La razón de esta diferencia es la distribución por
edades, con una población muy envejecida en los países más desarrollados. Las diferencias
son más evidentes en el indicador esperanza de vida, donde tienen un indicador en la
esperanza de vida bastante mayor frente a los no desarrollados ,77 frente a 69 años en
hombres, 82 frente a 73 en mujeres y en la mortalidad infantil con un 4‰ frente a 34‰.
Los países menos desarrollados tienen unas tasas de mortalidad que acaba de iniciar su
descenso, pero todavía se mantienen altas las tasas de mortalidad infantil (49‰), la
natalidad (33‰) y el crecimiento demográfico (2,6%). La gran caída de las tasas de
mortalidad debido a la transición demográfica se relaciona con razones que tienen que ver
con la mayor salud de las personas como puede ser las reformas en la sanidad pública, los
avances en el conocimiento médico, las mejoras en la higiene personal y los aumentos en
la renta que reducen o eliminan la escasez de alimentos e incrementan su calidad.
Son leves las diferencias entre las tasas de mortalidad del mundo en desarrollo y el
desarrollado (mayor el primero), en cambio con la esperanza de vida hay más diferencia y
es mayor en el mundo en desarrollo. Los desiguales niveles de renta per cápita entre los
países desarrollados apenas se reflejan en la esperanza de vida deduciendo que a partir de
cierto umbral de bienestar una mayor riqueza no tiene efectos inmediatos sobre la
supervivencia.
Las causas más relevantes de la mortalidad en los países desarrollados son las
enfermedades degenerativas como pueden ser las cardiovasculares, cerebrovasculares o el
cáncer. Además de los accidentes de tráfico o el abuso del tabaco, el alcohol o las drogas.
En los países en desarrollo, a estas enfermedades se suman como causas más relevantes
de muerte las enfermedades digestivas y respiratorias, ambas vinculadas con la pobreza.
LA TRANSICIÓN DE LA FECUNDIDAD
Dos factores que ayudan a explicar este incremento en costes: Por un lado, la
incorporación de la mujer al trabajo y el aumento de su salario relativo, que eleva la renta
familiar e incrementa el coste de oportunidad que supone dedicarse a tener y cuidar hijos.
Por otra parte, la aparición de un mercado laboral exigente reclama un incremento
considerable de la formación y cualificación necesarias para aquellos que quieren acceder
a un puesto de trabajo bueno. Esto incentiva a los padres a invertir en la formación del
capital humano de sus hijos, lo que en se traduce en una reducción del número de hijos
para poder invertir en su formación. En los países desarrollados la tasa de actividad de las
mujeres como las exigencias formativas de los jóvenes son mayores que en los países en
desarrollo, lo que explica que el coste que comporta tener hijos sea más elevado.
A su vez, los hijos generan beneficios para la familia, algunos son puramente afectivos y
otros son económicos. En los países en desarrollo abundan las explotaciones de tipo
familiar, por lo que los hijos se convierten en un factor de ayuda en la generación de renta
familiar. A su vez, los hijos son un mecanismo de aseguramiento para la protección de los
padres cuando estos no se encuentran ya en condiciones de trabajar. Una familia grande
en un país pobre es una forma de ampliar las rentas familiares y un mecanismo para
asegurar la vejez. En el caso de los países desarrollados este tipo de beneficios son
menores porque domina el trabajo asalariado y porque el Estado provee servicios de
aseguramiento de protección frente a la enfermedad o la vejez.
En definitiva, este conjunto de factores ha elevado el coste y precio de los hijos y reducido
el beneficio que compensa el efecto positivo que la elevación de la renta puede tener
sobre la fecundidad, por lo que determina el comportamiento de la tasa de natalidad de
los países desarrollados y en desarrollo. Entre esos factores destaca el protagonismo
creciente de las necesidades de inversión en capital humano.
La distribución por sexo y edad presenta también un perfil muy diferente en el mundo
desarrollado y el mundo en desarrollo. Dicho perfil se registra en las Pirámides de
Población, donde el porcentaje de individuos que pertenecen a cada grupo de edad y sexo
se representa por un rectángulo horizontal, que se escalona de acuerdo a la sucesión de
años de cada segmento. Los países en desarrollo, presenta una base amplia, que se
corresponde con una población muy joven y con tasas elevadas de crecimiento al mismo
tiempo que la pirámide se estrecha en los tramos superiores. Los países desarrollados
tienen una base más estrecha que el centro de la pirámide (reflejo de la reducción en la
fecundidad) y presenta una cúspide más ancha, consecuencia del envejecimiento de la
población y del alargamiento de su esperanza de vida. Aquellos países en desarrollo que
han avanzado más en su transición demográfica (Latinoamérica) tienen pirámides más
abombadas, siendo los países más pobres (África Subsahariana) los que mejor presentan
los rasgos antes señalados.
La pirámide de población de los países ricos expresa una estrecha base debido a una baja
natalidad (suponiendo que las tasas de fecundidad actuales se mantengan) y los abultado
de sus tramos centrales es el anuncio de una población crecientemente envejecida en el
futuro. La estructura piramidal de los países en desarrollo asegura la continuidad del
crecimiento demográfico, incluso aunque la tasa de fecundidad caiga debido al gran
número de mujeres que entrarán en la edad de poder ser madres en las próximas décadas.
También en estos países, sobre todo los de mayor desarrollo, se aprecia una progresiva
caída de las tasas de crecimiento y un progresivo envejecimiento de su población. De
hecho, el envejecimiento de la población es una de las tendencias que dominarán el
comportamiento de la demografía mundial en el futuro.
TENDENCIAS RECIENTES
Las causas de las migraciones internacionales pueden ser muy diversas: pretender acceder
a una formación que no existe en su país de origen, para salvaguardar su vida cuando en
su país de nacimiento existe un conflicto o una amenaza de persecución, derivada de
causas ambientales, el reagrupamiento familiar cuando algunos de sus familiares residen
ya en el exterior o buscar en suelo ajeno las posibilidades de renta y progreso que en su
país de origen se les ofrecen.
La migración es tan antigua como el ser humano. Observamos que hay etapas de mayor
apertura internacional en la que el flujo migratorio tiende a intensificarse, como sucedió
en la segunda mitad del siglo XIX y hasta la primera década del XX, período en el que más
de 55 millones de europeos abandonaron ese continente para desplazarse hacia América y
Oceanía, otro flujo de dimensiones parecidas se desplazó desde Asia meridional y oriental
hacia América, el Caribe y África. Es la primera gran oleada migratoria, que acompaña la
globalizadora del período. Entonces los flujos migratorios tomaron como destino
preferente países de baja densidad demográfica, que mantenían políticas activas de
poblamiento que favorecían la inmigración.
En el año 2020, la población migrante 40% era población del mundo en desarrollo que
busca en otro país en desarrollo mayor nivel de renta que su destino, en torno a un 35% se
desplaza países en desarrollo hacia países desarrollados, una cuota menor 21% procede
del mundo desarrollado y se dirige a otro país desarrollado y un 4% de la población que
procedente de un país desarrollado se dirige hacia un país en desarrollo.
Asia es la región del mundo con un mayor volumen de inmigrantes acogiendo al 31% del
total mundial. Si se distingue entre mundo desarrollado y en desarrollo, el mundo
desarrollado es el destino preferente de los migrantes, acogiendo al 56% del total de
inmigrantes internacionales. En términos relativos del lugar de acogida sobresale Oceanía,
donde los migrantes suponen el 20% de la población.
El país con mayor stock inmigrante es Estados Unidos (un quinto del total mundial),
seguido por Alemania y Arabia Saudita. También hay países en desarrollo que figuran entre
los principales receptores de inmigración como India. Algunos países como India, Reino
Unido o Kazajistán son países emisores, receptores y de tránsito de corrientes migratorias.
España se encuentra en la décima posición por el volumen de población recibida.
Un 41% eran originarios de Asia y un 22% de Europa. Las otras dos regiones con un
volumen importante de población emigrante son Latinoamérica y África. Por países, India,
México, Rusia, Reino Unido y China. Los países receptores son bastantes diversos, aunque
la mayoría de los países son desarrollados también hay países en desarrollo entre los
principales receptores de inmigración como India. Por otro lado, cuando hablamos del
panorama de los países emisores no encontramos con mayor presencia países en
desarrollo, aunque también nos podemos encontrar países desarrollados como Reino
Unido.
Al contrario que en la oleada migratoria precedente ahora son muchos los países
receptores que mantienen restricciones importantes a la inmigración, a pesar de que
requieran de mano de obra foránea para nutrir sus mercados laborales y compensar el
bajo crecimiento y progresivo envejecimiento de su población nativa. Este hecho ha
conducido a la presencia en los países receptores de importantes contingentes de
población en situación irregular, con coste para los afectados, se estima que en torno al
10/15% de la población migrante se encuentra en situación irregular en Estados Unidos y
en Europa. Este hecho dificulta la integración de los migrantes y alimenta las reacciones
xenófobas de algunos sectores sociales en los países desarrollados.
LA TEORÍA DE LA MIGRACIÓN
- Permitir que la mano de obra se desplace desde donde es menos hacia donde es más
productiva, se generará un incremento en la eficiencia agregada a escala internacional.
- Los salarios medios tenderán a subir en el país emisor (que es el más pobre donde
abunda la mano de obra) y a bajar en el país receptor (que es el más rico donde
escasea la mano de obra), con lo que la migración tenderá a promover una
convergencia en la retribución de los factores y por tanto en la renta per cápita entre
los países implicados.
- Si se considera que las rentas del capital son propias de los sectores sociales ricos y las
rentas laborales nutren los ingresos de los sectores más pobres, la emigración
generará un incremento en la desigualdad del país receptor, en el que bajan los
salarios y un aumento en la equidad del emisor donde suben.
1. Fuga de cerebros. La migración del trabajo cualificado, aunque ventajosa para los
países receptores, genera preocupación en los países en desarrollo dado que produce
una pérdida inmediata de ingresos tributarios y de capital humano, que es un bien
valioso y escaso en los países más pobres. Este fenómeno ha afectado a algunas
actividades de forma más acusada (médica o la informática) y supone para algunos
países pequeños de bajo ingreso, una sangría de capital humano muy importante. La
salida de profesionales y personal cualificado conlleva una pérdida de la inversión
pública efectuada en la formación de esas personas y daña el desarrollo institucional y
las perspectivas de crecimiento en el país emisor. El hecho de poder migrar estimula la
inversión educativa de una parte de la población del país emisor pero ese efecto es
difícil que compense la pérdida de recursos humanos valiosos en los países de mayor
intensidad de este tipo de emigración. La salida de profesionales ha estado
acompañada de una política de retorno por parte del país emisor, para atraer a sus
expatriados una vez adquieren formación y experiencia en un país ajeno más
desarrollado. La migración circular al que estas políticas aluden es como un
componente central de la futura política migratoria con objeto de lograr que la
movilidad internacional del trabajo convierta a ambas economías (receptora y
emisora) en más eficientes.
2. Remesas. Los ahorros que los emigrantes envían a sus familias en su país de origen. Las
remesas constituyen, tras la inversión extranjera directa, el segundo gran flujo de
capital internacional que reciben los países en desarrollo. La tendencia seguida por las
remesas ha sido creciente y más expansiva y cuantiosa que la ayuda internacional. Si
se tiene en cuenta que las cifras de la ayuda neta recibida por los países en desarrollo
sumaban 168 millardos de dólares, las remesas multiplican por tres la ayuda
internacional. En 2020 la pérdida de empleo e ingresos de los inmigrantes ocasionada
por la crisis sanitaria y económica provocó el colapso de las remesas, con una caída
estimada de 110 millardos de dólares en este flujo de capital. Aunque los principales
receptores de remesas son países de renta media como India, China o México, el peso
relativo de estos recursos es más elevado en el caso de los países más pobres y
pequeños que tienen menos fuentes alternativas de financiación suponiendo más del
30% del PIB en Tayikistán. Los efectos de las remesas en las familias son diversos: por
una parte, elevan la capacidad económica y las posibilidades de inversión de la familia,
mejorando sus niveles nutricionales, de salud o de educación de sus miembros más
jóvenes; por otra, pueden fomentar el consumo suntuario de los perceptores. Un
efecto neto positivo de las remesas que se expresan muy especialmente en la
reducción de los niveles de pobreza y vulnerabilidad de las comunidades de origen.
El movimiento migratorio puede tener otros efectos positivos que pueden favorecer la
creación de redes sociales internacionales a través de las cuales se fomenta el transporte,
el turismo, la transferencia de tecnología, las telecomunicaciones y el comercio entre el
país receptor y el de origen. Además, en ocasiones las asociaciones de inmigrantes envían
remesas colectivas para financiar inversión social e infraestructuras en las comunidades
locales. Los inmigrantes son portadores de nuevos valores y habilidades que transfieren a
sus comunidades de origen en sus contactos permanentes, visitas y eventual retorno.
En los países en desarrollo, aún mayor importancia la inversión en capital humano por
constituir un motor de transición demográfica y económica. Hace falta cierto umbral de
capital humano para crear tecnología y absorber la foránea, para acercarse al crecimiento
de los desarrollados. Con frecuencia, se mide por la tasa de alfabetización, que ha
mejorado mucho en la última década (76 al 85%), y con la tasa de matriculación escolar
(primaria, secundaria, terciaria). También es importante estimar la calidad del capital
humano (PISA).