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Con sesgo

Con un poco de fiebre escuché la primera mesa Antirracista. Finalmente, entre las luces que
cada mujer de la mesa tiene, Úrsula Santa Cruz me ha dejado inquieta. Ha hablado
pausadamente y con profundidad acercándonos a esa relación que va construyendo con las
mujeres en Barcelona, mujeres racializadas y discriminadas. Es esa cercanía que le permite
criticar con aguda inteligencia el modo de intervenir que tienen los servicios de atención a la
salud mental y los organismos que dan apoyo a las mujeres en este país. Con sencilla claridad
ha señalado la manera fallida de acercarse, de estar y de interpretar las situaciones de las
mujeres, que al basarse en manuales sólo logran homogenizar a las mujeres y a sus
situaciones. Siento que este planteamiento bien lo podemos asumir las que especialmente
creemos que estamos haciendo bien nuestros trabajos. Por eso, me resulta interesante la
atención que ella pone en los relatos de los que hacen la toma “de muestra social” en
escenarios de conflicto, y hace falta deseos de hacer de la experiencia una posibilidad de
construcción de nuevos lenguajes. En esto nos dio un claro ejemplo, con la distancia de
entender lo que significaría "aguantar" para una latinoamericana, que es distinto a lo que se
entiende en España. Úrsula se refirió al “aguantar” como un estado que podríamos llamar de
tránsito, que las mujeres viven mientras van encontrando una salida, y esa salida es la
oportunidad laboral que el estado debe ofrecer, sin salida no hay decisión posible. Me parece
interesante su enfoque, porque nos permite reflexionar sobre la radical critica al sistema. Por
último, creo que otra clave para entender lo expuesto por ella está en la palabra “acompañar”,
y que esta no usa Úrsula como algo que se restringe a la práctica psicológica, sino, a una
manera de hacer práctica, servicio, relación que haga posible el empoderamiento de las
mujeres. Entonces, he oído crítica a la manera de hacer conocimiento, a la falta de capacidad
por crear lenguajes interculturales, y en todo esto reforzar que la situación de la mujer cambia
sólo cambiando también el sistema. En fin, tengo un grado más de fiebre y debo dejarlo por
aquí. En estos tiempos es saludable recibir una voz así porque no habla de grupos, o de
colectivos u colectivas, sino que recupera al ser que es singular y semejante. Me gustaría
hablar con ella más, pero ahora debo tomarme un paracetamol.

HQ. 21.03.22

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