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CONSAGRACIÓN A

SAN MIGUEL ARCANGEL


Principe nobilísimo de la
jerarquía angélica, Valiente
guerrero del Altísimo, celoso
amador de la gloria del Señor,
terror de los ángeles
rebeldes, amor y delicia de
todos los ángeles buenos,
Arcángel San Miguel deseando
ser incluido entre tus
numerosos devotos, entrego me
y me ofrezco hoy completamente
a ti.
Pongo mi mismo, mi
trabajo, mi familia, mis
amigos y todo lo que me
pertenece bajo tu vigilante
protección.
Muy poco es lo que te
ofrezco siendo yo un miserable
pecador; no obstante, aceptas
generosamente el ofrecimiento
de mi corazón. Recuerda que si
desde hoy estoy bajo tu
protección, debes ayudarme en
toda mi vida.
Procúrame el perdón de
mis muchos y graves pecados,
la gracia de amar a Dios con
todo mi corazón y a mi muy
querido Salvador Jesús, como
también a mi dulce Madre María
y a todos mis hermanos que el
Padre ama y Jesús ha redimido.
Dame toda la ayuda
necesaria para recibir la
corona de la gloria.
Defiéndeme siempre del enemigo
de mi alma, especialmente en
el último instante de mi vida.
Ven, oh, Glorioso
Arcángen en aquel momento,
ayúdame en la última lucha y
arroja lejos de mí, en el
abismo del infierno, aquel
ángel mentiroso y soberbio el
que venciste en la batalla del
cielo.
Preséntame entonces al
trono de Dios para cantar
contigo, Oh, Árcángel San
Miguel, y con todos los
Ángeles canciones de alabanza,
honor y gloria a Quien reina
por los siglos de los siglos.
Amén.
SANTUARIO S. MICHELE
ARCANGELO. 71037 Monte Sant´Angelo
(Foggia)Tel 0884 561150 – C.C.P. n.
00995712

Padre Pío de
Pietrelcina y el Arcángel
San Miguel

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PADRE PÍO Y
SAN MIGUEL ARCÁNGEL

En el mes de julio de 1917


Padre Pío peregrinó a Monte
Sant’Angelo para venerar a San
Miguel Arcángel, del que era
muy devoto, en su gruta del
Gárgano, en la que ya había
estado anteriormente su
seráfico padre San Francisco.
Padre Pío sentía el deseo
de visitar la gruta de San
Miguel Arcángel y así se lo
expuso a su superior, el padre
Paulino de Casacalenda. Éste
organizó entonces el viaje a
Monte Sant´Angelo, en parte
para premiar a los
seminaristas que acababan de
finalizar sus exámenes y en
parte también, para complacer
el deseo de Padre Pío.
Fue entonces cuando un
grupo formado por Padre Pío,
Nicolás Perrotti, Vicente
Gisolfi, Rachelina Russo y 14
seminaristas, se dirigió desde
San Giovanni Rotondo hacia el
Monte Sant’Angelo, saliendo de
madrugada.
El Padre Pío hizo un buen
trecho del recorrido a pie,
pero después lo obligaron a
subir a una carreta, porque
vieron que no aguantaría mucho
tiempo más caminando. Al
amanecer, Padre Pío se bajó
del carro y caminó de nuevo
entonando el Santo Rosario,
intercalado con cantos a la
Virgen y a San Miguel.
Padre Guglielmo Alimonti,
que fue hermano de fraternidad
de Padre Pío, contaba la
siguiente anécdota:
“Desde niño, me atraía la
figura de San Miguel Arcángel.
Ese aire de guerrero de Dios
me fascinaba […] Un día,
estando en San Giovanni
Rotondo, sentí un fuerte deseo
en mi corazón de hacer una
peregrinación a pie, ida y
vuelta, hasta la gruta de San
Miguel. Una mañana, después de
la Misa, me dirigí hasta la
celda del Padre Pío, me
arrodillé ante él y le dije:
– Padre, yo deseo ir y
volver a pie a la Gruta de San
Miguel. ¿Me da su bendición?
– Sí, te bendigo, hijo
mío. Yo también fui a pie
hasta esa gruta. -Dijo el
Padre-
Años después, mis
hermanos de fraternidad me
confirmaron la peregrinación
de Padre Pío hasta la Gruta de
San Miguel, y entonces pensé
en la fatiga que debió
costarle al Padre y en el
dolor indescriptible que le
habría provocado en las llagas
de los pies su caminata hasta
este lugar santo”.
Cuando San Francisco de
Asís llegó a la Gruta de San
Miguel Arcángel, juzgándose
indigno de entrar en ella, se
detuvo a la puerta y pasó allí
la noche entera ensimismado en
oración. A este acceso a la
gruta se le conoce como
“Puerta del Paraíso”.

El historiador Gherardo
Leone documentó: “El Padre Pío
se detuvo mucho tiempo ante la
“Puerta del Paraíso” antes de
la celebración de la Misa. Se
recogió en oración durante
tres cuartos de hora, luego
comenzó el rito religioso ante
el Altar del Arcángel. Al
ofrecer el sacrificio en el
lugar consagrado a San Miguel,
se conmovió profundamente.
Después de la celebración, se
detuvo todavía otros tres
cuartos de hora. Estaba
palidísimo y temblaba de frío:
llevaba tres horas en esa
gruta húmeda y gélida. (…) En
la Gruta de San Miguel, en ese
momento de gran intensidad
espiritual, en la penumbra de
la gruta arcangélica, Padre
Pío tomó plena consciencia de
su misión religiosa y tuvo,
también, el presentimiento de
lo que el Señor le reservaba”.
Contó el propio Padre
Pío, en un escrito
autobiográfico, la visión que
tuvo de San Miguel Arcángel a
la edad de 15 años, antes de
entrar en el convento de
Morcone: “Un hombre, de una
belleza especial, me condujo a
un paraje abierto. Allí había
una gran multitud de hombres,
divididos en dos grupos. A un
lado, hombres con rostros
bellísimos, cubiertos con
vestidos blancos, cándidos
como la nieve; al otro lado,
un segundo grupo, hombres con
un aspecto horroroso, vestidos
con ropas negras, con sombras
oscuras. De repente, en el
espacio que dividía a los dos
grupos, avanzó un hombre de
altura extraordinaria, tanto
que tocaba las nubes con la
frente; su rostro era como el
de un etíope, de horroroso que
era. Entonces, el hombre
bellísimo me dijo: `tienes que
entrar en combate con éste´(…)
Yo estaré siempre junto a ti
(…) te ayudaré y no dejaré que
te venza”.
Padre Pío entró en
combate, durante toda su vida,
con este hombre de aspecto
horroroso, identificable con
Satanás, pero contó siempre
con la ayuda del hombre de
“extraordinaria belleza”,
identificado como el Arcángel
San Miguel.
A sus hijos espirituales,
Padre Pío, les recomendaba la
visita a la Gruta de San
Miguel, los invitaba a rezar
allí y a hacer penitencia en
este lugar. Así mismo, a los
peregrinos que visitaban San
Giovanni Rotondo, los animaba
a continuar su peregrinación
hasta Monte Sant’Angelo, para
venerar a San Miguel en su
santuario. Algunos lo oyeron
decir, en más de una ocasión:
“Yo siempre voy a la Santa
Gruta de Monte Sant’Angelo”,
dando por hecho que se refería
a sus visitas en bilocación,
puesto que físicamente solo
estuvo allí en julio de 1917.
Afirman, los que lo
conocieron, que cuando se
construyó la iglesia de Santa
María de las Gracias, en San
Giovanni Rotondo, Padre Pío
insistió en que se utilizara
un bloque de piedra de la
sagrada gruta de Monte
Sant’Angelo, y también que se
hiciera un altar en honor a
San Miguel Arcángel. Pidió,
además, que hubiera una imagen
de San Miguel hiriendo con su
espada la boca de lucifer.
Escrito por: MCI

Fuente:
https://www.sanpadrepio.es/pa
dre-pio-y-san-miguel-arcangel

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