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LA REVOLUCION DEL COCO SANTIAGO FIGUEROA

Bougainville es una isla situada en el océano pacífico, al noroeste de Australia. Es la isla


más grande del archipiélago de las Islas Salomón y actualmente aún pertenece al estado
de Papúa Nueva Guinea.
Todo empezó en 1967, cuando la isla aún estaba bajo jurisdicción australiana. Fue
entonces cuando un gigante minero mundial, la empresa británica Rio Tinto Zinc, a través
de una subsidiaria australiana,Bougainville Copper Limited , abrió una enorme mina de
cobre al aire libre, llamada mina Panguna.
Durante su excavación se arrasaron colinas, selvas y territorios de caza indispensables
para la supervivencia de los habitantes del lugar, que vieron, consternados, como el
entorno del que dependían y en el que vivían plenamente integrados desde hacía siglos,
quedaba destruido para siempre.

De los 3000 millones de dólares en beneficios que obtuvieron los propietarios de la mina,
tan solo unos pocos miles fueron destinados a indemnizar a los habitantes locales.

Y no solo eso. La población desplazada por la mina fue reubicada en tierras yermas
donde se construyeron pueblos con casas prefabricadas y en los que, ni el gobierno ni la
compañía minera, les ofrecieron ningún tipo de ayuda.
Llama la atención el caso de unos de esos poblados, donde ni tan solo tuvieron la
generosidad de construirles una escuela para los niños, por lo que los habitantes tuvieron
que construirla pagándola de sus propios bolsillos, a pesar de que, para la compañía
minera, que estaba ganando cantidades astronómicas de dólares con la explotación,
construir la escuela habría representado un dispendio ridículo.
Pero esa inmensa mina no solo dejó una imperecedera cicatriz en el corazón de la isla.
Provocó además una auténtica catástrofe ecológica por culpa de los vertidos
contaminantes procedentes de la explotación.
Miles de toneladas de desperdicios terminaron en el río Jah, contaminando sus aguas y
las tierras circundantes con cobre, mercurio, plomo y arsénico. Eso acabó con la vida
salvaje en sus alrededores y destruyó los bosques cercanos al río, convirtiéndolos
prácticamente en un paisaje lunar.
Pasadas las décadas, el agua del río sigue sin poder beberse y siguen sin aparecer
peces. Según los habitantes del lugar, ni tan solo se puede nadar en él: el sistema
ecológico del río Jah está dañado por completo.

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