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Relatos sobre el Fenómeno de El Niño en el desierto de Sechura y La

Laguna La Niña.

Es necesario iniciar estos relatos dando una breve introducción de lo que es el Fenómeno del Niño en el norte de
Perú. Una masa superficial de aguas cálidas ingresa al mar desde el norte del Perú y genera anomalías climáticas
como el incremento de la temperatura del mar, lluvias en la costa y en zonas altoandinas. En consecuencia, se
desbordan los ríos inundando centros poblados y afectando actividades económicas como la pesca, la agricultura, en
transporte, comercio, etc.

Este fenómeno ha ocurrido en nuestro país a lo largo de los años afectando sobre todo a las poblaciones de la costa
norte. Durante nuestras entrevistas, hemos podido conversar con varios pobladores de Sechura quienes manifestaron
que los episodios más fuertes se dieron en los años 1982/83, 1997/98 y 2016/2017. Las lluvias fueron tan fuertes que
inundaron además de sus campos de cultivo, las zonas urbanas llegando a sus casas. Situación en donde prácticamente
llegaron a perderlo todo, lamentablemente estas consecuencias muestran que la población norteña no estaba
preparada.

Es así que durante todos los Fenómenos El Niño, el desborde de los ríos “Piura” y “La Leche”, hacen que se forme
una laguna temporal en el desierto Sechurano, llamada “La Niña”. Algunos pobladores creen que el nombre se debe a
la visita del presidente de turno “Alberto Fujimori” después del Niño del 97/98. Que al ver tanta agua y hacer un
recorrido por la laguna, la llamó “La Niña”. Incluso muchos pobladores creen que su gobierno a través de un plan de
siembra de alevines de Lisa, permitió que desarrollen la pesca de esta especie. Así como esta, se han generado muchas
historias y mitos en relación a la formación de esta laguna y la presencia de peces, pues los pescadores o pobladores
muchas veces no pueden explicar cómo es que se forma y la abundan tantas especies como la Lisa, Tilapia, Mojarra,
Camarones, Langostino, etc.

Vista satelital de la laguna de La Niña con fecha 30/12/2016 (Tomado de: Google
Earth)
Diario La República, título “Gran lago en pleno desierto”, de 24/02/1988.

Algunos pobladores aledaños a la laguna La Niña y Ñapique, consideran que la formación de este gran cuerpo de agua
podría convertirse en una buena oportunidad económica y alimenticia sostenible en el tiempo para sus comunidades.
El exceso de agua por lo general se va al mar, impactando en comunidades ribereñas, así como en la pesca y
acuicultura marina. Se cree que un adecuado desplazamiento del agua de los ríos hacia La Niña y la construcción de
infraestructura hidráulica adecuada, permitiría que el agua sea almacenada en el desierto, siendo una gran represa
natural. Esta sería aprovechada por comunidades campesinas para la agricultura, pesca y ganadería; incluso para el
consumo de agua en la zona urbana. Estudios del IMARPE estiman que en el año 2017 La Niña alcanzó un espejo de
agua máximo de 2172 km2, albergando un volumen máximo de agua de 6 km3 (Escudero y Xu, 2019), se cree que el
tiempo de secado de la laguna es de 2 años.

En relación a la pesca, los pobladores con la ayuda de balsillas de madera y redes de pesca del tipo “enmalle”
(llamadas por ellos “Tamila”) pescan en grupos de familias en jornadas de una o dos semanas. Para ello, se internan
en el desierto y forman campamentos alrededor de la Laguna o en pequeñas Islas formadas por las dunas. En algunas
entrevistas nos han comentado que algunas mujeres (esposas) apoyan en los campamentos, especialmente en las
labores de cocina mientras los hombres están pescando y en casos poco comunes, las esposas también apoyan en las
labores de pesca, inclusive retirando los peces de la red.

Fig 3. Pescador de Sechura capturando lisa (Mugil cephalus) en laguna La Niña (Foto de Dionisio
Chapilliquen Pingo)

La comercialización y preservación de la pesca ha ido cambiando a lo largo de los años, los pobladores
más viejos cuentan que en el Niño del 1982/83, el pescado era eviscerado, lavado y cubierto en sal. Luego
este era transportado a principales mercados de la ciudad (Sechura, Piura, Chiclayo) para su
comercialización, incluso algunos comerciantes exportaban el pescado al Ecuador. Por otro lado, parte de
las capturas servían como fuente de proteína para las familias de los pescadores. Actualmente esto ha
cambiado, en el último fenómeno del 2016/2017 muchos comercializadores de pescado tuvieron la
oportunidad de ingresar sus camiones con cámaras frigoríficas cerca de la laguna “La Niña”, de esta
manera se compraba directamente a los pescadores y se abastecía los mercados locales y nacionales con
pescado fresco y bien preservado. Pocos pobladores tienen capacidad económica para comercializar su
producto, debido a que no cuentan con movilidad o cámaras de refrigeración para poder ingresar al
desierto y trasladar sus capturas a los mercados con una adecuada refrigeración.

Además de la pesca, pobladores de las zonas altas del desierto como Chutuque, Mala Vida, Los Jardines,
Nuevo Pozo Oscuro, etc. (donde no llega agua en épocas normales) nos comentan que luego del
Fenómeno El Niño, el suelo queda húmedo y apto para ser sembrado, se cree que el desborde de los ríos
trae consigo sedimentos de otras zonas altoandinas y la fertiliza naturalmente. Se aprovecha mucho la
humedad del suelo para cultivos estacionales tales como: camote, variedades de frijoles, zapallo, maíz,
algodón , menestras, etc. Asimismo, alternan la agricultura con la pesca y la ganadería. Generalmente los
esposos van a la pesca y el resto de la familia se encarga de mantener los cultivos agrícolas y el cuidado
de los animales. El dinero obtenido de la pesca es invertido en la compra de semillas, compra de animales
e insumos para el hogar.

Cultivo de frijol en los campos agrícolas de Chutuque.


Fig 5. Cultivo de algodón en campos agrícolas en Chutuque.

Fig 6. Cría de cabras en el desierto.

Por otro lado, existen centros poblados agrícolas como San Cristo, Santo Domingo, Chepito, Onza de
Oro, etc. que están ubicados en las zonas más bajas y cuentan con sistema de riego e infraestructura
urbana. Los principales cultivos son el arroz, maíz, menestras, camote y frutales. Sin embargo, para ellos
El Niño no es sinónimo de bendición, ya que mencionan que sus parcelas quedan totalmente inundadas
por varios meses y durante este tiempo no pueden sembrar. Muchos indican que sus tierras de cultivo son
inundadas antes de la cosecha, generando grandes pérdidas económicas. Además, la humedad de las
lluvias incrementa la mortalidad de su ganado porcino y caprino, enfermándolos y obligándolos a
sacrificarlos.
Fig 7. Corrales para ganadería en el caserío de Mala Vida (Cristo Nos Valga).
Es por ello que venimos tomando información cuantitativa de la producción agrícola, pesquera y ganadera
en años Niño y en épocas normales, que permitirán conocer el impacto del Niño tanto en las comunidades
del desierto como en algunos centros poblados de la zona baja.

Este blog fue escrito por: Evelyn Inguil (1) , Ivan Gomez (1) Gabriel Bonnamy (2) and Maya Gomez-Coultas (2)
(1) Universidad Agraria La Molina – Perú, Lima / (2) Universidad de St. Andrews- -Reino Unido, Escocia.

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