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Primer párrafo: ​este párrafo narra cómo Eumolpo, quien es descrito como alguien que defiende y promueve la

paz entre las personas, decide intervenir en una conversación para evitar que la alegría del grupo decaiga por la
falta de sus entretenidas historias. Para mantener el ánimo, empieza a hablar sobre la ligereza de las mujeres en
el amor, comentando lo fácil que es para ellas enamorarse y olvidarse rápidamente de sus compromisos, incluso
de sus propios hijos. También insinúa que ninguna mujer es tan virtuosa como para resistirse a la tentación de
un nuevo amante. Además, Eumolpo menciona que no se está basando en tragedias antiguas ni en nombres
famosos del pasado, sino que está hablando de un incidente reciente que está dispuesto a contar si el grupo
está interesado. En resumen, Eumolpo critica la falta de fidelidad y el comportamiento inconstante de las
mujeres en el amor, y ofrece compartir una historia contemporánea para respaldar sus afirmaciones.

Segundo: Este párrafo dice que hay una mujer en Éfeso que era muy famosa por su virtud y castidad. Era tan
respetada que incluso mujeres de otras ciudades venían a verla. Cuando su esposo murió, ella no se conformó
con las costumbres comunes de llorar en público con el cabello suelto o mostrar su pecho desnudo. En cambio,
siguió el cuerpo hasta el sepulcro y comenzó a llorar y a ayunar día y noche, guardando su cuerpo como se
hace según la costumbre griega. Ni siquiera sus padres, familiares o las autoridades pudieron hacerla cambiar
de parecer. La única cosa que la gente de la ciudad reconocía era su increíble amor y pureza. Sin embargo,
mientras tanto, el gobernador de la provincia ordenó que unos ladrones fueran crucificados cerca del lugar
donde la mujer lloraba por su esposo, como una lección para aquellos que transgredían la ley.

Tercero: El párrafo dice que la siguiente noche, cuando el soldado encargado de vigilar las cruces para evitar
que alguien retirara los cuerpos para sepultarlos notó una luz brillante entre las tumbas y escuchó el llanto de
una mujer afligida, sintió curiosidad por saber quién era y qué hacía allí. Bajó entonces al sepulcro y al ver a la
mujer más hermosa, al principio se asustó como si hubiera visto algún monstruo infernal; pero luego, al observar
el cuerpo y las lágrimas de la mujer, así como su rostro desgarrado por las uñas, comprendió que la mujer no
podía soportar la pérdida de su amado. Entonces, llevó su cena al sepulcro y comenzó a animar a la mujer
afligida para que no continuara sufrimiento en vano, diciéndole que todos enfrentan la misma suerte y terminan
en el mismo lugar, y otras palabras que ayudan a sanar las mentes afligidas.

Cuarto: EL párrafo dice que la matrona, con una consolación desconocida, se vio aún más afectada y se hirió el
pecho con más fuerza, dejando que sus cabellos rotos cayeran sobre el cuerpo del difunto. A pesar de esto, el
soldado no se retiró, sino que intentó convencer a la mujer de que comiera, hasta que la sirvienta, seducida por
el olor del vino, extendió su mano vencida por la humanidad que le ofrecía. Luego, revelando la comida y la
bebida, comenzó a desafiar la obstinación de la mujer, preguntándole qué beneficio le traería dejar de comer,
enterrarse viva y dejar este mundo sin cumplir su destino. Le recordó que ni las cenizas ni los espíritus sentirían
nada y le instó a revivir y abandonar su error. Finalmente, la mujer cedió ante la persuasión y permitió
quebrantarse su determinación después de varios días de ayuno, y se llenó de comida tan ávidamente como la
sirvienta, quien había sido vencida primero.

Quinto: El párrafo dice que el soldado, después de haber logrado persuadir a la mujer para que aceptara la vida,
ahora intenta seducirla sexualmente. Aunque el joven no era feo ni falto de palabras, parecía atractivo para la
mujer gracias a los elogios de la sirvienta, quien sugiere sutilmente que podría luchar también por el amor. Por lo
tanto, pasaron no solo la noche en que se casaron, sino también los días siguientes, con las puertas del
sepulcro cerradas para que cualquiera que viniera, conocido o desconocido, pensara que la mujer más casta
había muerto junto al cuerpo de su marido.

Sexto: El soldado utilizó el ingenio de la mujer más prudente, y al día siguiente la gente se sorprendió al ver
cómo el difunto había sido llevado a la cruz y crucificado.
Séptimo: El párrafo dice que los marineros recibieron la historia con risas, mientras Tryphaena sonrojada y
cariñosamente apoyaba su rostro en el cuello de Gitón. Sin embargo, Lichas no se rió, sino que movió la cabeza
con ira, diciendo que si el emperador hubiera sido justo, debería haber devuelto el cuerpo del padre de familia al
sepulcro y crucificado a la mujer

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