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Los testigos que son blancos, verdes o azules no indican ningún tipo de avería, sino que
muestran información general del vehículo. De todas formas, es importante tener controlados
estos símbolos.
- Ruidos extraños
Al circular, los coches emiten inevitablemente ruidos, sobre todo si son de motor
térmico. Pero el conductor sabrá perfectamente a lo que nos referimos cuando
hablamos de sonidos extraños (chirridos, traqueteos...), no relacionados para nada con
la circulación y puesta en marcha del motor.
Identificar en qué momento de la conducción se produce el ruido también será
importante para intentar encontrar el posible origen de la avería. Por ejemplo, si el
ruido se emite al cambiar de marcha, puede ser que los engranajes tengan demasiada
holgura o que los cojinetes estén desgastados; mientras que si el ruido sólo se escucha
cuando se frena y deja de oírse cuando se suelta el pedal del freno, puede deberse a
un desgaste de las pastillas de freno.
- Humo de colores
Los colores del humo que salga por nuestro escape (en los coches de combustión,
obvio), también tienen su significado. Cuando el humo es muy espeso y blanco, puede
deberse a problemas en el sistema de inyección de los diésel, al mal estado de algún
precalentador o un atasco en el tubo de escape del aceite.
Si el humo es azul o gris, puede deberse a varias averías como desgaste de los retenes
de las guías de válvulas o del turbo, o al mal estado de la junta de culata; mientras que,
si pasa al negro, puede deberse a una mala combustión del gasóleo. Sea como sea, el
humo de colores no es buena señal.
Motor desgastado:
Como ya hemos mencionado anteriormente, un motor viejo consume más aceite de
motor que uno recién salido de la fábrica. La fricción y el calor dañan las piezas a lo
largo del tiempo y por este motivo, necesita más lubricación. Si el motor es muy viejo,
es probable que necesites cambiar el aceite o rellenarlo con más frecuencia, aunque
hagas los mismos trayectos de siempre. Dependiendo de su estado, puede que
necesites reemplazarlo.
Cambios en la viscosidad:
La viscosidad del aceite es importante porque garantiza un nivel de resistencia del
aceite idóneo para el funcionamiento del motor. Una viscosidad más alta significa una
mayor resistencia al aceite bombeado, produciendo una escasez de lubricación y, en
consecuencia, baja presión del aceite de motor. En cambio, una viscosidad más baja
reduce demasiado la resistencia al bombeo, por lo que el sensor lo registra como
menor presión.
Los platinos, nombre que se da usualmente al ruptor, son un elemento del sistema de
encendido ya en desuso, pues su función ha sido asumida por dispositivos electrónicos.
Para llevar a cabo el reglaje de este componente suele ser necesario extraer el
ventilador y retirar la cubierta de goma que habitualmente protege los platinos. Una
junta del mismo material se encarga de garantizar la estanqueidad, por lo que se debe
cambiar si está en mal estado.
Suspensión: sin duda se puede deber a que los amortiguadores están en un mal
estado. Cabe la posibilidad de que, en un principio, pensemos que la vibración es cosa
de los neumáticos pero el problema puede ir más allá y estar relacionado con la
suspensión del coche, que puede hacer que éstos fallen. Ante este infortunio, lo idóneo
será cambiar los cuatro amortiguadores del automóvil.
Frenos: junto con las ruedas, los frenos son los principales motivos por los que vibra
el coche a cierta velocidad. Esto tiene que ver porque los discos de freno de la parte
delantera de nuestro vehículo están deformados y no completamente planos, como
debería de ser.
Motor: si han revisado todo lo demás y el problema persiste, toca mirar el propulsor.
Porque el motor puede ser el culpable, ya sea por un problema de bujías o una falta de
aire. Lo ideal es que si esto sucede, lleves el coche a tu InterTaller especializado para
que te haga una revisión del coche y analice qué es lo que sucede y la ubicación del
problema.
-Comprobación de fusibles.
La comprobación de los fusibles es sencilla. Buscamos en el manual del vehículo cuál es
el fusible para cada elemento y su ubicación. Lo extraemos y comprobamos su estado,
tanto de las conexiones del propio fusible como el aspecto del portafusibles.
Si el fusible reemplazado se quema en poco tiempo, es posible que la avería de los
faros sea algún cortocircuito en el sistema, para lo cual debemos analizar
minuciosamente el estado de los cables, la conexión hacia los faros y el switch del
circuito. Un síntoma frecuente es que las luces parpadeen.
En el caso de tener que aislar los cables, lo recomendable siempre es trabajar con
herramientas aisladas y protegidas, o bien, desconectar la batería. De esta forma, no
solo estaremos previniendo daños a nuestra salud, sino que también protegeremos la
integridad de los componentes eléctricos del coche. En el siguiente vídeo te contamos
como cambiar la batería, pero te valdrá para saber cómo desconectarla con seguridad y
sin perder las memorias del coche.
Si los fusibles no presentan signos de corrosión, roturas o desgastes, entonces
debemos comprobar que la conexión al portafusibles sea adecuada y no esté floja. Si el
fusible no conecta firmemente, puede ocasionar un cortocircuito que dañe no solo los
faros sino otros componentes eléctricos. En caso de sustituirlo siempre hay que colocar
un fusible nuevo idéntico (mismo tamaño y amperios).
Esto, obviamente, es aplicable cuando dejan de funcionar solamente uno o varios
faros, mientras que el resto tiene una normal utilización, y generalmente no es
aplicable cuando no funciona ninguno. Si hemos realizado las anteriores operaciones
(sustitución de bombilla y cambio de fusible) y seguimos sin tener iluminación, el
siguiente paso es realizar una comprobación visual de las conexiones. Hay que fijarse
en el estado que presentan las conexiones de la bombilla y los cables más accesibles
que llegan hasta el faro. Puede haber algún cable cortado o que los conectores se
hayan oxidado, entre otras cosas.