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“El Refugio de los Ecos”

Don Cabrera, un anciano de cabellos plateados y


arrugas profundas, se aferraba a los recuerdos de su
vida en la casa que había sido su hogar durante
décadas. Pero cuando sus nietos, Emiliano y Santino,
decidieron vender la propiedad tras la muerte de su
madre, el vínculo familiar se desgarró. Desplazado,
Don Cabrera se encontró durmiendo en bancos de
parques y después comenzó a contar historias con
otras personas indigentes como Doña Francisca que a
pesar de su situación se mantenía hermosa. La ayuda
de una iglesia local y el padre Maximiliano le brindó
un refugio temporal. La reconciliación llegó cuando
Emiliano, con lágrimas en los ojos, comprendió el
valor de la casa y la familia. De vuelta en su antiguo
hogar, vacío pero lleno de amor, Don Cabrera
encontró consuelo en los ecos de risas pasadas y en la
lección aprendida: que el verdadero hogar reside en
los lazos familiares y el amor compartido. En forma de
disculpa los nietos de Don Cabrera lo llevaron junto a
Doña Francisca a conocer a su cantante favorito “El
Rucio”.

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