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La salud: concepto vulgar y cuestión filosófica

G. Ganguilhem
Clase 3 Prof. Gabriela Manitta

Ética y Deontología Profesional

30/04/2020 (Pandemia)
Bibliografía obligatoria:

Canghilhem, G. (2004). Escritos sobre la medicina. Buenos Aires: Amorrortu. Capítulo: “La salud:
concepto vulgar y cuestión filosófica” (pp. 49- 67)

Bibliografía complementaria:

Caponi, Sandra. (1997) Georges Canguilhem y el estatuto epistemológico del concepto de salud.
História, Ciências, Saúde-Manguinhos, 4 (2), 287-307. https://dx.doi.org/10.1590/S0104-
59701997000200006

René Leriche: “La salud es la vida en el silencio de los órganos”

Paul Valery: “La salud es el estado en el cual las funciones necesarias se realizan
insensiblemente o con placer”

Diderot: “Cuando se está sano, ninguna parte del cuerpo nos instruye de su existencia; si
alguna de ellas nos avisa de esta por medio del dolor, es (…) porque estamos enfermos (…)”

Kant: “[…] La ausencia de la sensación (de estar enfermo) no permite al hombre expresar que
está sano de otro modo que diciendo estar bien en apariencia”

Estas observaciones hacen de la salud un objeto ajeno al campo del saber: NO HAY CIENCIA DE
LA SALUD (p. 52)

La salud no es un concepto científico, es un concepto vulgar (común, al alcance de todos). (.52)

Las funciones del organismo son objetos de la ciencia, pero no lo que C. Bernard denominaba
“Relaciones armónicas de las funciones de economía” (p. 55)

No podemos homologar la salud a un efecto necesario de relaciones de tipo mecánico (p.56)

¿La salud no constituye la verdad del cuerpo? (p. 53)

La salud, verdad del cuerpo, no puede ser explicada con teoremas.

No hay salud de un mecanismo. (p. 56)

Para una máquina el estado de marcha no es la salud y el desajuste no es una enfermedad.

Que no haya enfermedad de la máquina es el equivalente de que no hay muerte de la


máquina (p. 57)
Elcuerpo vivo es ese existente singular cuya salud expresa la cualidad de los poderes
que lo constituyen en tanto debe vivir con tareas impuestas, expuesto a un entorno cuya
elección en primer lugar no tiene:

“El cuerpo humano vivo es el conjunto de poderes de un existente que posee capacidad de
evaluar y de representarse a sí mismo tales poderes, su ejercicio y sus límites” (p. 58)

Cuerpo dado/ genotipo/ patrimonio genético

Cuerpo producto/ fenotipo/ singular: su actividad de inserción en un medio característico, su


modo de vida elegido o impuesto contribuyen a modificar su estructura morfológica y por

ende a singularizar sus capacidades… AQUÍ es donde el discurso de la Higiene encuentra


oportunidad y justificación (p. 58)

Discurso de la higiene, como disciplina médica tradicional hoy recuperada y travestida por una
ambición socio-político-médica de ajuste de la vida de los individuos (p.59)

Salud comienza a perder su significación de verdad para recibir una significación de


facticidad. Se hace objeto de cálculo y conocemos después el balance de la salud.

La ampliación histórica del espacio en que se ejerce el control administrativo de la salud de los
individuos desembocó en una Organización Mundial de la Salud que no podía delimitar su
ámbito de intervención sin publicar ella misma su propia definición de salud (p. 59)

"La salud es un estado de perfecto


(completo) bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia
de enfermedad".

La cita bibliográfica correcta para la definición es: Preámbulo


de la Constitución de la Asamblea Mundial de la Salud,
adoptada por la Conferencia Sanitaria Internacional, Nueva
York, 19-22 de junio de 1946; firmada el 22 de julio de 1946 por
los representantes de 61 Estados (Actas oficiales de la
Organización Mundial de la Salud, No. 2, p. 100) y que entró en
vigor el 7 de abril de 1948.

La definición no ha sido enmendada desde 1948.


La salud delcuerpo dado : son los márgenes de seguridad orgánica (poder de tolerancia
y compensación de las agresiones del entorno)

La salud como expresión del cuerpo producido : es un seguro vivido en el doble


sentido de seguro contra el riesgo y de audacia para asumirlo (p. 60) …

La salud como un permiso para vivir y actuar por el beneplácito del cuerpo (64)

“Estoy sano en la medida en que me siento capaz de portar la responsabilidad de mis


actos, de llevar cosas a la existencia y de crear entre las cosas relaciones que no las
alcanzarían sin mí pero que no serían lo que son sin ellas. Y por lo tanto me es
necesario aprender a conocer lo que ellas son, para cambiarlas” (67)

Estamos lejos de la salud medida con aparatos. Llamamos a esta salud: libre, no
condicionada, no contabilizada. No es un objeto para quien se cree o se
dice especialista en salud. El higienista se dedica a dictar normas para una población. No
trabaja sobre individuos…

Lo público es la enfermedad, no la salud… “El hombre sano que se adapta silenciosamente a


sus tareas, que vive su verdad de existencia en la libertad relativa de sus elecciones está
presente en la sociedad que lo ignora” (61)

“La salud no es solamente la vida en el silencio de los órganos, es también la vida en la


discreción de las relaciones sociales”

La difusión de una ideaología médica de especialistas hace que, a menudo, el cuerpo sea vivido
como una batería de órganos… (65)

Este cientificismo es el que encontramos cada vez que aparece


un titular como “Descubierto el gen del autismo” o
“Descubierta la causa genética de la esquizofrenia”, o bien
“Neurocientíficos leen en el cerebro las causas de la duda
compulsiva y del sentimiento religioso”, o también “la Biología
cada vez más cerca de hacer posible la inmortalidad del ser
humano”. No estoy inventando, son titulares de periódicos, o
de libros de divulgación actuales, sacados de citas de algunos
científicos que se embarcan, sabiéndolo o no, en el barco del
autoritarismo científico sin la más mínima reflexión de lo que
es la experiencia científica y de sus falsas evidencias. Porque si
vamos a estudiar las referencias precisas, - es lo que estamos
haciendo desde hace un tiempo en un Laboratorio de la
Universidad Jacques Lacan – si estudiamos las más serias y
fundamentadas en las que se sostendrían tales afirmaciones,
vemos de inmediato su absurdidad.

El problema es que este cientificismo es el que propone hoy


reducir cada sujeto singular – tanto en su ser como en el
tratamiento de sus sufrimientos – a un amasijo de genes y
neuronas, suponiendo tratar así el sentido de ese ser y de ese
sufrimiento. El error es de un calibre parecido al de querer
interpretar el sentido de un cuadro, el de “Las señoritas de
Avinyó” por ejemplo, con un análisis molecular del lienzo y de
la pintura depositada en él. Podemos resumir con esta simple
comparación el profundo error del cientificismo de nuestro
tiempo, pero no podemos calcular así todavía las enormes
consecuencias éticas de tal error1.

La verdad de mi cuerpo no es una idea susceptible de representación. En cambio, hay una idea

del cuerpo en general , expuesta en los conocimientos biológicos y médicos


progresivamente verificados. (p. 62)

La definición de la salud que incluye la referencia de la vida orgánica al placer y al dolor

experimentados como tales, introduce subrepticiamente el concepto de cuerpo


subjetivo en la definición de un estado que el discurso médico cree poder describir en
tercera persona. (p. 63)

Lo cierto es que, los infortunios así como las enfermedades,


sean procurados o no deseados, forman parte de nuestra
existencia y no pueden ser pensados en términos de crímenes y
de castigos. Y es algo de eso lo que hacemos cuando pensamos
las infracciones en términos de enfermedad, cuando asistimos
medicamente a los “indeseables”, cuando consideramos como
objeto de medicalización a aquellos sujetos que no desean, o
simplemente no procuran conquistar ese amplio y equívoco
valor al que llamamos de “bienestar”. Y esta ambigüedad
parece ser aún más difícil de aceptar cuando hablamos de
bienestar social o mental. Dejours (1986) afirmará que no sólo
es difícil precisar lo que debemos entender por “bienestar
mental”, sino que yendo más lejos, puede resultar “muy
peligroso intentar precisarlo”. Para explicar esto recurrirá a dos
ejemplos: el alcoholismo y la angustia. El estado de bienestar
parece suponer una existencia sin angustias, sin considerar que
forman parte de la propia historia de cada ser humano
pudiendo resultar mucho más estimulante que la absoluta
carencia de desafíos, algo así como la calma que precede a la
nada. Pero al hablar de bienestar social y mental, sin
problematizar esos conceptos, el discurso médico acaba
ocupando el lugar del discurso jurídico y todo aquello que
consideramos peligroso se torna objeto de una intervención
que ya no estará fundada en la pretensión de proteger a la
sociedad de esos sujetos indeseables, sino que por el contrario,

1 http://miquelbassols.blogspot.com/2011/03/presentacion-de-el-autoritarismo.html
se sustentará en la certeza de que esa intervención persigue un
objetivo altruista: la recuperación de esos sujetos. Es
preciso
negarse a aceptar cualquier tentativa de
caracterizar a los infortunios como patologías
que deben ser medicamente asistidas, así como
es preciso negarse a admitir un concepto de salud
fundado en una asociación con todo aquello que
consideramos como moral o existencialmente
valorable. Por el contrario, es preciso pensar en
un concepto de salud capaz de contemplar y de
integrar la capacidad de administrar en forma
autónoma ese margen de riesgo, de tensión, de
infidelidad, y por qué no decirlo, de “malestar”
con el que inevitablemente todos debemos
convivir2

2 https://www.scielo.br/pdf/hcsm/v4n2/v4n2a05.pdf

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