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UNIVERSIDAD NACIONAL DE LOMAS DE AMORA

Facultad de Ciencias Sociales


Teoría Social
Teorías Sociológicas Contemporáneas
1º Clase – Breve Presentación Temática
El Capitalismo como Sistema Social Histórico y “Economía-Mundo”.
Instituciones Básicas: Mercados, Compañías (Empresas), Estados.
La Evolución del Capitalismo en la Argentina.

Esta Breve Presentación Temática tiene como objetivo realizar una revisión
sintética de las tópicas en que focaliza esta Primera Clase y de su articulación con los
textos seleccionados como Bibliografía Obligatoria.
Como señalamos en el documento “Breve Presentación de las Asignaturas”, la
Primera Parte de la materia se detiene en la caracterización y consolidación de los
elementos básicos que componen un conjunto de conceptos fundamentales en la
Ciencias Sociales. Es el caso del concepto Capitalismo. Para ello efectuamos la
presentación de esa figura recurriendo a dos textos clásicos de Immanuel Wallerstein,
El Capitalismo Histórico y Análisis de Sistemas-Mundo: una Introducción.
¿El fragmento de lectura obligatoria de El Capitalismo Histórico qué nos
permite?
En primer lugar, proponer un perspectiva que priorizará por sobre el conjunto
de teorías con larga tradición en la Ciencias Sociales, una aproximación al objeto
desde en un enfoque histórico-social. ¿Qué ventajas tiene esto? En principio, facilitar
el reconocimiento y descripción de algunos de los elementos que distinguen al
Capitalismo, partiendo de las modulaciones concretas de su desarrollo. En este
sentido, dichos elementos constitutivos emergerán más como producto de un
acercamiento empírico que de un procedimiento deductivo a partir de hipótesis
más o menos complejas. Desde ya, ese enfoque “empírico” no procede sin una densa
red de presupuestos discursivos y teóricos. Sin embargo, creemos, nos permite
construir una primera “imagen” del Capitalismo, útil y más ajustada a los objetivos
pedagógicos de la Asignatura.
¿Qué elementos resultan importantes para delinear esta primera “imagen”?
En primer lugar, la noción de que estamos refiriéndonos a un “Sistema Social
Histórico”. Esto sería a un conjunto denso de relaciones sociales (esto incluye todas
las dimensiones, económica, política, social, etc.), históricamente conjugadas (que
específicamente han emergido y relacionado en un momento de la historia, en
determinados espacios geográficos y que continúan transformándose en su despliegue)
y que pueden concebirse articuladas como un Sistema, es decir, como conjunto de
elementos vinculados entre sí en su totalidad que producen y padecen dinámicas
distintivas y cambiantes de funcionamiento. Esta última idea es fundamental porque
subraya el carácter dependiente, activo y dinámico de todas las relaciones sociales
que singularizan al Capitalismo y que lo califica como Sistema.
En segundo lugar, si bien hablamos de Sistema, no todas las relaciones sociales
y los procesos que componen al Capitalismo tienen el mismo “peso relativo” en su
capacidad de imprimir unidad e identidad histórica al mismo. Esto nos lleva a precisar
aquello que constituye su “núcleo” dinámico. Para ello Wallerstein nos enfoca en la
idea que asocia en general al Capital con los procesos y relaciones de acumulación
fijando una distinción central: si bien históricamente pueden observarse relaciones
y procesos de acumulación en las más variadas sociedades, estos siempre
estuvieron subordinados a objetivos o fines sociales diferenciados de la misma. Lo
que distingue al Capitalismo es que sólo en este Sistema Social Histórico “…el
Capital [la acumulación](…) pasó a ser usado con el objetivo o intento primordial
de su autoexpansión”. Aquí tenemos entonces, un primer elemento diferenciador del
Capitalismo de otros sistemas sociales históricos: la acumulación de excedentes
sociales materiales (en principio) no sólo se legitima por sí misma, sin necesidad
de “justificarse” en otras esferas de la vida social, sino que además se convierte en
el “núcleo” que da sentido a todo el Sistema. Esto constituye la “paradoja” sobre la
cual se asienta y distingue al Capitalismo: por una parte, su capacidad para multiplicar
los vínculos sociales a través de potentes incentivos individuales sólo asequibles
mediante la “regla social” del Mercado que, por otra parte, una vez logrado el objetivo
–la constitución del Capital- tiende a subsumir los intereses de todos a su mera
reproducción, más allá de los deseos de cada individuo. De allí que Wallerstein
califique a ese objetivo Sistémico de “asocial”. No avanzaremos en este momento
sobre dicha tensión constitutiva del Capitalismo, simplemente la dejaremos planteada
como interrogante que iremos analizando en el transcurso de las siguientes clases y
que provisoriamente podríamos formular de esta manera: ¿Qué mediaciones sociales
suturan dicha tensión de forma que sea garantizada la reproducción del Sistema?
Todo lo dicho nos conduce a una Tercera Cuestión: la de las transforma-
ciones sociales necesarias para que el Capitalismo surgiera y se consolidara como
Sistema Social “Histórico”. Aquí se hace clave otra idea de Wallerstein: “…la
tendencia a la mercantilización de todas las cosas”. Y esto es así, en la medida que
describe un proceso histórico básico que finalmente resultó en la configuración de
un Sistema. En este sentido, resulta muy importante entender que esa
“mercantilización de todos la cosas” históricamente no se desplegó a partir de
unos programas políticos y económicos diáfanos -los cuales podríamos sostener no
estuvieron disponibles hasta finales del Siglo XVIII, como mínimo. Por el contrario,
“la mercantilización de todas las cosas” hace referencia a la larga, compleja y pocas
veces completamente visibles transformaciones sociales que tuvieron lugar
exclusivamente en Europa Occidental y que puede decirse, cristaliza sus contornos a
partir del Siglo XVI -para poner un parámetro “grueso” aunque otros autores y el
mismo Wallerstein reconozcan antecedentes muy anteriores. En síntesis, dicha
tendencia sólo se convierte en un rasgo esencial para la emergencia y continuidad del
Capitalismo en la medida que entendamos que su consolidación histórica fue
producto de un derrotero muy largo de prácticas sociales que fueron
modificándose de manera fragmentaria y obedeciendo a los dilemas y fisuras,
bien puntuales y diversas, de un Sistema Social Histórico totalmente diferente al
Capitalismo. Solamente, al cabo de más de tres siglos esto pudo expresarse en
programas amplios y consistentes de cambio social.
La “mercantilización de todas las cosas” introduce un Cuarto Elemento que
será distintivo del Capitalismo: el Mercado. Hablar de “mercantilización” alude, en
principio, a un proceso de conversión/adaptación de un conjunto de acciones y objetos
a las condiciones requeridas para integrar/participar de eso que denominamos el
Mercado. ¿Y qué entendemos por Mercado? Para responder a esto deberemos
efectuar algunas consideraciones previas.
Si partimos de nuestro sentido común constituido bajo el Capitalismo, de
forma inmediata asociaremos la palabra Mercado con el quehacer económico de
nuestra sociedad, más precisamente, con la regla socialmente vigente con la que
resolvemos las cuestiones referentes al sostenimiento material de nuestras
colectividades, lo que comprende desde su continuidad biológica hasta todos los
demás elementos materiales -por muy sofisticados o banales que parezcan- que hacen
factible su reproducción social global (esto incluye todo tipo de objetos y acciones que
sólo encuentran su sentido, su “utilidad” y por ende, su “necesidad” social en el marco
de dispositivos simbólicos y discursivos más extensos pero fundamentales).
Ahora bien, al calificar como “vigente” a esa “regla social” que denominamos
Mercado, estamos indicando la posibilidad de otras “reglas sociales” tanto pasadas
como futuras, para resolver la cuestión del sostenimiento y continuidad material de
cualquier sociedad. ¿Y qué observamos? Que efectivamente, en su desarrollo histórico
las sociedades recurrieron a la implementación de muy diferentes “reglas sociales”
para solucionar estas cuestiones. Primera conclusión: el mercado no es la única regla
social que las sociedades utilizaron para garantizar su reproducción material.
Por otro lado, hablamos de “regla social” lo que haría referencia a una única
norma. Pero no, todo lo contrario. Por cuestiones de economía discursiva al
referirnos a “regla social” hacemos referencia a un conjunto muy amplio de
componentes: normas, procedimientos, actores, entro otros. Conjugamos entonces,
todos aquellos elementos que integrarían el quiénes, el cómo y el cuándo y bajo
qué procedimientos una sociedad organiza su sistema de reproducción material.
Esto como complejo histórico empíricamente distinguible. Segunda conclusión: al
hablar de Mercado pensamos en un conjunto singular de arreglos complejos
históricamente constituidos para organizar socialmente todos los componentes
involucrados que garanticen la reproducción material de un conjunto social.
En síntesis, el Mercado como “regla social” que distingue al Capitalismo de
otros Sistemas Sociales Históricos, constituye la forma que ha permitido organizar
la producción, distribución e intercambio de todo el trabajo humano y sus
productos, para que “la autoexpansión del Capital” pueda garantizarse. Pero vaya
una advertencia: el Mercado no constituye la única “regla social” que garantiza
dicho objetivo sistémico. Veremos en las próximas clases que son necesarias y
fundamentales -incluso para el funcionamiento del propio Mercado- otro conjunto de
“reglas sociales” articuladas, por ejemplo, el Estado.
Por último, enumeremos rápidamente algunos de los componentes que
caracterizan al Mercado en el Capitalismo, que se acoplan a los descriptos en la
selección de Lectura Obligatoria Análisis de Sistemas-Mundo: una Introducción.
De forma somera, el Mercado consiste en un “Juego Social” que en primer
lugar, basa todas las decisiones productivas y de consumo en el intercambio. Nos
alejamos de la concepción de una sociedad donde la producción y consumo de lo
necesario para su reproducción material está fijada en la autosatisfacción personal o
grupal de todos o gran parte de dichos elementos (por ejemplo, economías arcaicas,
economías domésticas, etc.). El Mercado implica que produciremos bienes o
servicios bien específicos que excedan nuestras necesidades con la expectativa que
mediante su intercambio podremos adquirir todo aquello que dejamos de
producir (que en nuestros días son la inmensa mayoría de los bienes y servicios que
necesitamos). En segundo lugar, dichas decisiones productivas y de consumo, en
principio, están libradas al interés y voluntad de los individuos. Esto como regla
dominante es bien excepcional en la historia ya que la mayoría de las sociedades
implementaron diferentes sistemas de organización que en grado diverso delimitaban
esa autonomía del individuo (desde los grandes imperios hasta los Estados Mercantiles
Europeos). En síntesis, el quiénes, qué cosas, el cómo y el cuándo se producían o
consumían bienes o servicios era delimitado por diferentes tipos de autoridad social o
política, sea de forma centralizada o no. En tercer lugar, para que pueda ejercerse
ese interés individual deben garantizarse como mínimo diversos grados de
“igualdad de condición” y “libertad de acción”. Es decir, estrechar los obstáculos
extraeconómicos que impidan el intercambio de bienes o servicios entre personas sea
por su “condición social” –esto comprende lo político, lo religioso, lo cultural, etc. y
como caso extremo de lo contrario piénsese en las sociedades de castas o de apartheid
cualquiera sea su criterio), sea por regulaciones no económicas que impidan el acceso
a cualquier de los elementos necesarios para producir o consumir. En cuarto lugar, y
por último, la garantía respecto a derechos de propiedad individual respecto a los
bienes y servicios que produzcamos o consumamos. Este aspecto hace referencia a
una condición central para que las anteriores características funcionen dado que como
venimos señalando, el incentivo clave del Sistema es la posibilidad de la acumulación
individual de bienes y servicios y su “libre” disponibilidad.
Desde ya, esta descripción “primaria” de las características del Mercado irá
complejizándose en las próximas clases. Pero, por el momento, puede sernos útil para
comprender a qué se hace referencia cuando se habla de “mercantilización de todas
las cosas”. Ni más ni menos que a la reconversión directa o indirecta de todas las
relaciones sociales a las condiciones que exige la “Regla del Mercado” para su
funcionamiento. A ello hace referencia Wallerstein cuando trata todos los aspectos
que deben transformase para que se realice el Ciclo del Capital, esa “cadena” que
comprende el trabajo, el intercambio, la acumulación, la inversión, entre otros
elementos. Por lo demás, la selección de Análisis de Sistemas-Mundo: una
Introducción, como dijimos, agregará más detalle a lo dicho a través de los rasgos que
emergen del análisis de “Los Mercados” históricamente existentes, como asimismo,
perfilará su actor principal, “Las Compañías”, para finalmente presentar la otra “regla
social” –institución- fundamental para la constitución y viabilidad de los mismos y
más importante aún, del Capitalismo como Sistema Social Histórico: “Los
Estados”.
Por último, una breve consideración sobre el Texto Obligatorio del economista
argentino Mario Rapoport, Mitos, etapas y crisis en la Economía Argentina. Este
artículo está dirigido a realizar una primera aproximación, a través de nuestro caso
nacional, de las alternativas que históricamente afrontaron las sociedades en función
de instalar y consolidar su acoplamiento al Capitalismo como Sistema Social
Histórico. Por supuesto que, para completar esta primera “imagen”, deberíamos
retroceder mucho más atrás -como mínimo, un siglo-, revisando el conjunto de
transformaciones sociales que fueron gestando las condiciones para que hacia los años
80 del siglo XIX, la Argentina estabilizara su primer proyecto de desarrollo capitalista.
Por varias razones que sería extenso explicar, esto no será posible en este curso. Ello
no impide que, aunque sea de manera parcial, observemos no sólo qué otros varios
componentes integran el funcionamiento del sistema sino más importante aún, cómo
esos elementos se plasman y evolucionan en la dinámica histórica concreta. ¿Qué
formas adopta, cómo se decantan y modifican, qué condiciones potencian u
obstaculizan, las diversas modalidades en que finalmente el Capitalismo se construye
históricamente? Estas son las preguntas que intentaremos trabajar con el caso
Argentino.

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