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el caso dreyfus: el

complot antisemita
que dividió francia
El capitán judío fue acusado falsamente de alta traición. El caso
hizo aflorar el antisemitismo de la III República y dividió
profundamente al país durante décadas.
Curiosidades de la historia
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El 5 de enero de 1895, Alfred Dreyfus fue degradado en una humillante ceremonia pública
en la que fue desprovisto de todas sus insignias militares y se rompió su sable de oficial.
Acusado de espiar para Alemania, el alto mando francés no dudó en manipular las
pruebas para que fuera condenado.
FOTO: Leemage / Prisma Archivo
Ainhoa Campos Posada

Actualizado a 04 de mayo de 2020 · 11:49 · Lectura: 7 min


el caso Dreyfus fue el proceso de acusación y condena con pruebas
falsificadas del capitán del ejército francés Alfred Dreyfus por espiar
para Alemania. Una vez se fueron conociendo los entresijos de la
conspiración, que implicaba a altos mandos del ejército y el
contraespionaje franceses, la justicia militar se negó a rectificar y a
declarar la inocencia del acusado. La sociedad y la política se polarizaron
en un debate entre defensores y acusadores del capitán con tintes
antisemitas y antialemanes, que equiparaban la exoneración de Dreyfus
a una humillación para Francia.
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La pesadilla de este capitán de artillería comenzó el 15 de octubre de


1894, cuando acudió con normalidad a la reunión a la que fue
convocado en el Ministerio de la Guerra de Francia. El general Du Paty
de Clam, con la mano derecha vendada, le pidió que redactara una nota
y, tras leerla, acusó a Dreyfus de traicionar a Francia y lo arrestó.
Atónito, el capitán negó rotundamente su culpabilidad y rechazó el
revólver con una sola bala que Du Paty pretendía entregarle para
empujarlo al suicidio.

UNA DÉBIL PRUEBA DE CARGO


Alfred Dreyfus no sabía que la única prueba en su contra era la vaga
similitud de su letra con la de un bordereau –una breve anotación en una
hoja– anónimo recuperado de una papelera de la embajada de Alemania
en París. El autor del documento se ofrecía a enviar informes sobre
la artillería francesa a la embajada germana, lo que confirmó al
servicio de contraespionaje francés sus viejas sospechas de la existencia
de un traidor dentro de su ejército.

Dreyfus encajaba como un guante en el perfil que se elaboró: un oficial


de artillería de origen alsaciano, provincia francesa de habla alemana,
que los dos países se disputaban durante siglos. El origen judío del
capitán fue también un factor determinante, puesto que el
antisemitismo estaba muy arraigado en el país.

JUICIO Y DEGRADACIÓN
Dreyfus permaneció encerrado e incomunicado mientras se registraba
su casa. El interrogatorio lo llevó a cabo personalmente Du Paty pero el
capitán, seguro de su inocencia, se negó a confesar. A pesar del
secretismo, la noticia se filtró al diario antisemita La Libre Parole, que
hizo especial hincapié en el origen judío de Dreyfus. Durante el juicio,
que comenzó el 22 de diciembre, el alto mando militar apuntaló la débil
prueba del bordereau presentando documentos manipulados o
directamente falsificados y falsos testimonios que aseguraran el caso de
quien habían elegido como culpable. El resultado fue una condena
unánime del tribunal por alta traición.
Su condición de judío hizo que Dreyfus fuera
acusado sin pruebas de transmitir secretos
militares al espionaje alemán
Alfred Dreyfus fue degradado en una ceremonia pública y
humillante: tras arrebatarle sus insignias militares y quebrar su sable,
fue conducido a la cárcel en medio de los insultos de miles de asistentes.
Después partió a su destierro perpetuo en la isla del Diablo, un islote
de la Guyana francesa. En ese momento todo el país estaba en su
contra. Sólo la familia de Dreyfus mantenía la inocencia del condenado.
Pero un año más tarde, la Sección de Estadística interceptó un
manuscrito del embajador alemán dirigido al comandante de
infantería francés Ferdinand Esterházy. El jefe del contraespionaje
francés, Georges Picquart, lo puso bajo vigilancia y descubrió que
mantenía frecuentes contactos con la embajada alemana en París.
Picquart pensó en un principio que había localizado a un segundo espía,
pero cuando cotejó varias notas del comandante con el bordereau que
había condenado a Dreyfus se dio cuenta de que el autor de todos los
documentos era el mismo, Esterházy.
Picquart comenzó a hacer indagaciones sobre el caso contra Dreyfus,
pero el ejército no podía permitir que la verdad saliera a la luz. Entonces
salió a la luz una carta falsificada una carta del agregado militar italiano a
la embajada francesa que incriminaba a Dreyfus y se destinó a Picquart
a Túnez para detener la investigación.

Picquart, jefe de los servicios secretos, puso


bajo vigilancia a Esterházy y descubrió que
tenía frecuentes contactos con los alemanes
Pero antes de partir a su nuevo destino, Picquart comentó sus
averiguaciones con un abogado que acudió al vicepresidente del
Senado, Auguste Scheurer-Kestner. A su vez, el hermano de Alfred
Dreyfus, Mathieu, halló nuevas pruebas de la culpabilidad de
Esterházy. En diciembre de 1897, Scheurer-Kestner pidió la revisión del
caso.
Las pruebas contra Esterházy eran cada vez más evidentes pero el
Ejército continuó su huida hacia delante. Esterházy fue absuelto en el
consejo de guerra contra él que se celebró al mes siguiente, Picquart
fe arrestado por revelación de secretos y Scheurer-Kestner perdió las
elecciones para renovar su vicepresidencia. La situación no era, por
tanto, favorable a los apoyos de Dreyfus.

ZOLA ACUSA
Pero entonces tuvo lugar un hecho que cambió el rumbo de los
acontecimientos. El 13 de enero de 1898 apareció en la primera
página del periódico L’Aurore el célebre artículo "Yo acuso". Estaba
firmado por el escritor Émile Zola, entonces en la cumbre de su carrera,
y en el que, en forma de una carta abierta al presidente de la República
exponía todas las irregularidades del caso. Francia se dividió
entre dreyfusards, convencidos de la necesidad de reabrir el caso,
y antidreyfusards, determinados a defender la honorabilidad del Ejército
por encima de los derechos individuales.
En los meses siguientes se produjeron decenas de disturbios
antisemitas, Zola fue condenado a un año de cárcel por difamación,
pena que evitó huyendo a Gran Bretaña, y Picquart fue expulsado del
ejército.
Las mentiras y falsificaciones acumuladas sobre el caso Dreyfus eran
insostenibles. El ministro de la Guerra, Cavaignac, un convencido de su
culpabilidad, descubrió que la carta al agregado italiano era una
falsificación y se llegó a la conclusión que tanto ésta como otros
documentos falsificados eran obra de un alto mando del
contraespionaje francés, Hubert-Joseph Henry, que fue detenido y se
suicidó al cabo de una semana. Un intento de golpe de Estado por
parte del derechista Paul Deroulède y una agresión al nuevo
presidente de la República, Émile Loubet, convencieron al gobierno de
la necesidad de acabar con el caso para cerrar la brecha que éste había
generado. En junio de 1899, el Tribunal de Casación anuló el
veredicto de 1894 y decidió que Dreyfus compareciese ante un
nuevo consejo de guerra.

LA VERDAD EN MARCHA
El nuevo juicio tuvo lugar entre agosto y septiembre de 1899 y tan sólo
sirvió para cerrar en falso el caso: el veredicto, que no fue unánime,
mantenía la condena a Dreyfus pero rebajaba la pena a diez años,
de los cuales ya había cumplido cinco. El gobierno ofreció el indulto al
oficial alsaciano a cambio de no presentar apelación al veredicto. A
pesar de que aceptar el indulto suponía aceptar su culpabilidad, Alfred
decidió acogerse a la gracia gubernamental para acabar con su
pesadilla. Poco después, el ejecutivo promulgó una amnistía que incluía
todos los delitos relacionados con el caso.

Este desenlace no disminuyó la división entre los dreyfusards y


los antydreyfusards, aunque los primeros pudieron celebrar, en 1906,
la exoneración del capitán en una revisión del juicio que declaró
culpable de traición a Esterházy, huido a Gran Bretaña. Como había
pronosticado Zola en uno de sus primeros artículos a favor de Dreyfus,
la verdad en marcha no podía ser detenida.
Para su desgracia, el autor de Germinal no pudo ver el desenlace, ya que
había muerto de una intoxicación de monóxido de carbono mientras
dormía en su casa de París en 1902. Oficialmente fue un accidente, pero
todavía hoy hay quien quiere ver la mano de un antidreyfusard detrás de
la mala combustión de su chimenea.
Los Dreyfusards tuvieron que esperar hasta
1906 para celebrar la absolución del capitán
El triste epílogo del caso tuvo lugar durante el traslado de las cenizas de
Zola al Panteón de París en 1908, al que acudió en un lugar destacado
Alfred Dreyfus. En el curso de la ceremonia, el periodista antisemita
Louis-Anthelme Grégori trató de asesinar a Dreyfus de un disparo,
evidenciando que un sector de la población seguía albergando
profundos sentimientos de odio hacia él y nunca creyó en su inocencia.

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