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REPORTE DE LECTURA

JOSE LUIS GARCIA ALEGRIA


La historia, como si estuviera esperando al protagonista, empieza únicamente
cuando este encuentra la cueva, en la primera página y de forma totalmente
casual. Por otro lado, como también sucede con el primer número de Globo
Azul, El genio de la botella, la peculiaridad del centro del argumento en este caso
la propia cueva del tiempo, capaz de llevarte a cualquier momento y lugar de
manera aleatoria ofrece posibilidades tan radicalmente diferentes que el libro
encuentra en este punto su mayor virtud y su mayor defecto: de igual modo que
no hay una sensación de estancamiento en una línea argumental particular, el
exceso de las mismas hace que el libro llegue a resultar incluso largo, por un
lado, y que muchas partes que acaban de forma un tanto abrupta e
insatisfactoria.

Al margen de esto y a título muy personal aunque imagino que le habrá pasado
a más lectores me pone muy nervioso la manía del autor de proponer siempre
como una de las elecciones el volver a entrar en la cueva, ¡incluso sin haber
explorado el lugar tiempo al que acabas de llegar. Puedes pasar gran parte del
libro entrando en la cueva, saliendo, y sin hacer más que comprobar que hace
frío o calor y que el paisaje no es el habitual, volver a entrar y repetir el proceso,
algo que me parece, la verdad, un recurso absolutamente falto de imaginación.
Así, la estructura del libro es totalmente repetitiva: entras en la cueva, sales, y
hay dos opciones, de las cuales una es volver a entrar, otra es explorar un poco.
En este segundo caso seguramente se abren otras dos opciones con un par de
fines o una nueva ramificación, y rara vez va más allá de dos elecciones por cada
línea.

Por tanto, como se ha dicho al principio, es un libro muy variado en cuanto a


vivencias, por sus heterogéneas localizaciones, pero que insiste siempre en el
mismo patrón que lleva a líneas argumentales cortas y tal vez cierta sensación
de repetición. Como sucede con muchos de los primeros libros de la colección,
el alto número de fines (40) no ayuda en este sentido a que las historias sean
más largas y el conjunto menos repetitivo.

En cuanto a los fines, por cierto, si en un libro son especialmente difíciles de


clasificar, sin duda es este. Finalmente he optado por considerar regulares todos
aquellos en los que el protagonista no regresa a su propia época, ya sea por
imposibilidad de volver a la cueva por un derrumbe o similares o por voluntad
propia y reconozco que en muchos de estos casos podría haberlos considerado
buenos. Aquellos fines en los que el protagonista regresa a su época son los que
he considerado buenos, aun cuando la situación final y la inicial, por tanto, sean
la misma (y bien podrían, así, ser considerados regulares. Sin duda, un libro
difícil para discernirlos.

El ilustrador del libro, así como de una amplia mayoría de los primeros títulos,
por sus dibujos de humanos con barbillas desorbitadamente largas, entre otros
rasgos distintivos. Los dibujos de La cueva del tiempo no son brillantes pero sí
correctos, aunque se echan de menos sus ilustraciones en algunos fines
interesantes que se habrían visto beneficiados con un buen dibujo.

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