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Hemos empezado un año dedicado a san José, castísimo esposo de la Virgen María, custodio
paternal de nuestro Señor Jesús. Y en un tiempo tan necesitado de virtudes, mirar a san José es
¡más que una buena idea!
Las virtudes de san José son hermosas porque tienen que ver con el cotidiano hacer. Él mejor
que nadie sabe lo que es tener tareas que parecen descomunales frente a las pequeñas
capacidades humanas. Nos enseña, que confiando a Dios todo, la vida entera, no hay labor
imposible.
Ahora podrás estar preguntándote ¿cómo es eso del rosario a san José? El rosario a san José es
una devoción no muy difundida, aunque su origen se remonta al año 1871. En esa fecha, su
Santidad, el papa Pio IX proclamó promover la devoción a san José, esposo de la Virgen María
(Inclytum Patriarcham).
Sé que esta devoción es muy practicada en algunos lugares de Colombia, y que son los varones
quienes acostumbran hacerlo, se reza además los días miércoles, día consagrado por la Iglesia
para venerar a san José.
¿No suena espectacular la idea? A mí me parece hermoso pensar que este santo varón acerque
a todos, pero especialmente a sus congéneres, a su amadísima esposa para que ella sea quien,
con el amor de madre nos eduque en el amor a Cristo y en el amor a la familia.
Un rosario diferente
El rosario a san José usualmente está compuesto por septenarios (cinco grupos de siete
cuentas), separados por una cuenta entre grupo y grupo donde se anuncia el misterio. Y la
medalla que acompaña este rosario es precisamente, la medalla de san José.
Es precioso pensar que a través de este rosario es el mismo José quien lleva nuestras oraciones
a los pies de María, nuestra Madre, para que interceda por nosotros. ¡Es como ver a un devoto
esposo llevar el más hermoso ramo de rosas a su amada!
1. Oración Inicial
Empezamos tomando el rosario justo donde está la medalla de san José, luego de hacernos la
señal de la cruz, rezamos la siguiente oración:
«San José, que con amor trabajaste la madera para en esta vida, vida pasajera, a tu familia el
pan de cada día proveer. Oh san José, ahora en el cielo con Cristo, que extendido en el madero
en el que vida eterna al hombre dio, enséñanos a reconocer, en el quehacer de cada día el
camino hacia Dios».
Además de meditar las virtudes de san José, este rosario nos invita a mirar con sus ojos los
distintos eventos que rodearon la vida de nuestro Salvador.
Mirar con los ojos de un padre que muchas veces tuvo miedo, que tuvo la preocupación de
sacar a su familia adelante, que sufrió persecuciones y que trabajó arduamente. Y todo esto,
siempre de la mano de Dios con una fuerza de hombre fortalecida por la fe inquebrantable en
Dios.
Aquí hemos encontrado diversas formas en la devoción popular para meditar los misterios, les
ofrecemos dos:
Primera opción
Hace énfasis en contemplar los acontecimientos de la vida de Jesús de los que José fue testigo
directo:
— El nacimiento de Jesús (Mateo 2:1-12; Lucas 2:1-20). Contemplamos a José hombre, con el
encuentro de lo divino, testigo de los coros de ángeles y de la presencia de la grandeza de Dios
en el nacimiento de Jesús.
— La huída en Egipto (Mateo 2:13-15). Contemplamos a José valeroso, jefe de familia que en
momento de adversidad no duda en poner a su familia a salvo.
— El regreso a Nazaret (Mt 2:23). Contemplamos a José, confiado en la palabra del Señor que
regresa y dedica su vida no solo a ganar el sustento para ella sino también a la educación de
Nuestro Señor.
— El Niño Jesús perdido y hallado en el Templo ( Lucas 2:44-46). Contemplamos a José, padre
como cualquiera que sufre con las decisiones de su hijos pero confía plenamente en los
designios del Señor.
Cada misterio se anuncia en las cuentas que separan cada grupo de siete (o cinco) cuentas,
en cada cuenta rezaremos un Ave José :
Otra oración:
«Salve, José, hombre justo, Dios te escogió como esposo de María y Jesús te honró con el
nombre de padre.
Segunda opción
La segunda fórmula que hemos escogido, resalta las virtudes de este santo entre los santos:
«Por el tiempo que a María esperaste, danos la virtud para en silencio pacientemente esperar,
esto es danos la paz».
— Dios te salve, oh José, esposo de María, ¡lleno de gracia! Jesús y su Madre están contigo:
bendito tú eres entre todos los hombres y bendito es Jesús, el Hijo de María.
— San José ruega por nosotros, los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
— Como era en un principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Jaculatoria: Amado san José haz crecer en mí la fe, que en ella buscaré, la esperanza y caridad.
«Por aceptar en castidad para María desposar, danos la virtud para vivir en pureza y castidad».
— Dios te salve, oh José, esposo de María, ¡lleno de gracia! Jesús y su Madre están contigo:
bendito tú eres entre todos los hombres y bendito es Jesús, el Hijo de María.
— San José ruega por nosotros, los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
— Como era en un principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Jaculatoria: Amado san José haz crecer en mí la fe, que en ella buscaré, la esperanza y caridad.
«Por aceptar la paternidad de Jesús, danos la virtud para solo hacer la voluntad de Dios».
— Dios te salve, oh José, esposo de María, ¡lleno de gracia! Jesús y su Madre están contigo:
bendito tú eres entre todos los hombres y bendito es Jesús, el Hijo de María.
— San José ruega por nosotros, los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
— Como era en un principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Jaculatoria: Amado san José haz crecer en mí la fe, que en ella buscaré, la esperanza y caridad.
«Por el día que todo dejaste para tu Hijo salvar, danos la virtud para cumplir lo que Dios pida y
vivir, como tú, en santa obediencia».
— Dios te salve, oh José, esposo de María, ¡lleno de gracia! Jesús y su Madre están contigo:
bendito tú eres entre todos los hombres y bendito es Jesús, el Hijo de María.
— San José ruega por nosotros, los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
— Como era en un principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Jaculatoria: Amado San José haz crecer en mí la fe, que en ella buscaré, la esperanza y caridad.
«Por el día que tú Hijo encontraste hablando con sabiduría y callaste, danos la virtud de callar y
aprender a escuchar al que en nombre de Dios habla».
— Dios te salve, oh José, esposo de María, ¡lleno de gracia! Jesús y su Madre están contigo:
bendito tú eres entre todos los hombres y bendito es Jesús, el Hijo de María.
— San José ruega por nosotros, los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
— Como era en un principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Jaculatoria: Amado San José haz crecer en mí la fe, que en ella buscaré, la esperanza y caridad.
3. Oración final
«Acuérdate, oh castísimo esposo de la Virgen María, san José, mi amable protector, que nunca
se oyó decir, que alguno de aquellos que invocaron tu protección e imploraran tu socorro,
hubiese quedado sin consuelo.
«¡Oh Dios, que con inefable providencia te dignaste elegir a san José para esposo de tu
Santísima Madre; te rogamos nos concedas tenerlo como intercesor en el cielo, ya que lo
veneramos como protector en la tierra. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén».
«Gloria al Padre, al hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los
siglos de los siglos. Amén».
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: escúchanos, Señor,
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: ten misericordia de nosotros».