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A TRAVÉS DEL ESPEJO

EQUIPO I

PERSONAJES:

1. Marina
2. Paula
3. Vendedora Rita
4. Mauro
5. La niña en el espejo
6. La reina madre

En una tienda oculta a las orillas de la ciudad, Marina y su mejor amiga Paula buscaban
comprar un espejo para adornar las paredes de su nuevo departamento, el cual compartían
como roomies.

Marina: ¿Te gusta este? (mostrándole uno con el borde dorado)


Paula: Está muy pequeño, ¿qué te parece este? (le muestra uno con el marco plateado)
Marina: No me convence. Me gustaría que abarcara toda la pared.
Paula: ¿Lo quieres redondo, cuadrado…?
Marina: Cuando vea el adecuado, lo sabré.
Vendedora: Buenas tardes, señoritas. ¿Buscaban algo en especial?
Paula: Queremos un espejo grande, con acabados renacentistas, algo muy especial.
Marina: O simplemente un espejo que abarque casi toda la pared.
Vendedora: Claro que sí, de este lado tengo uno que quizá podría gustarles, acompáñenme,
por favor. Mi nombre es Rita, por cierto, y esta tienda es mía.
Paula: ¿Tú eres la dueña?
Rita: Así es. Producto de años de trabajo y herencia familiar de generación en generación. Hay
espejos muy especiales, únicos en el mundo.
Marina: No esperábamos menos de “La Casa de los Espejos”. (Las 3 ríen).
Rita: (Silencio incómodo). ¿Son nuevas en la ciudad?
Paula: Vivíamos al sur, pero por cuestiones de trabajo nos trasladamos al norte. Somos
mejores amigas desde hace 15 años.
Rita: ¡Wow! Eso es bastante tiempo. ¿No se han hartado una de la otra?
Paula: Todavía no.
Marina: En ocasiones puede ser irritante pero ya nos acostumbramos una a la otra. (Se detiene
en seco mientras Paula y Rita continúan caminando por la tienda).

Marina ve una puerta cerrada con candado. No sabía qué, pero algo le exigía adentrarse a
aventurar. Su corazón comenzó a latir a mil por hora y lentamente se fue acercando para abrir
el cerrojo. Para su sorpresa, el candado estaba abierto. En ese cuarto oscuro, encendió la luz
que parpadeaba lentamente. Caminó hacia el interior y se encontró con un objeto escondido
bajo una enorme sábana blanca. Una voz le susurró algo extraño al oído y ella se sobresaltó.
Era como si una fuerza especial le exigiera descubrir el objeto, y cuando lo hizo, encontró un
espejo enorme, con un marco estilo barroco, rectangular y atrapado bajo las telarañas y el
polvo.

Lo observó detenidamente, era precioso. De pronto, vio en el espejo un destello que la cegó
brevemente, y el reflejo de una sombra apareció tras ella. Rápidamente se volteó, pero no
encontró nada. Con ambas manos tomó el espejo y lo sacó de su escondite.

Marina: ¡Paula! ¡Es este! ¡Este es el bueno!


Paula: ¿De dónde sacaste esa maravilla?
Rita: ¡ESE ESPEJO NO ESTÁ EN VENTA! (Todos guardaron silencio). ¿De dónde lo ha sacado?
Marina: Bueno…había una habitación…
Rita: Ese espejo debe estar bajo llave y oculto del ojo público hasta que su dueño original venga
por él. Está prohibido que salga de este lugar de manos de alguien más.
Paula: Rita, qué misterio. ¿Podemos saber qué tiene de malo este espejo? Es una belleza. Justo
lo que buscábamos.
Rita: Ese espejo está maldito.
Paula: ¿En serio?
Rita: No puedo entrar en detalles, tienen que devolverlo ahora.
Paula: Pero nos lo queremos llevar.
Rita: ¡QUE LO DEVUELVAN AHORA!
Paula: Como clientes, no nos puedes negar una venta. No entiendo cuál es tu problema, si en
realidad esta cosa está maldita, mejor para ti que no esté intoxicando tu tienda.
Marina: Si, Rita. Te pagamos lo que quieras.
Rita: No me paguen nada. Si son lo suficientemente tontas para llevárselo a pesar de las
advertencias, es su problema y en este momento deja de ser mío. Eso sí, me deslindo
totalmente. Si algo llega a pasar con ustedes, ni mi tienda ni yo nos hacemos responsables.
Ahora largo de aquí, y por lo que más quieran, eviten mirarse constantemente en ese espejo.

Paula y Marina llegaron a su departamento y colgaron el espejo en la pared. Al poco rato, por
la noche, sus amistades más cercanas se reunieron para festejar la inauguración del
departamento y la nueva vida que comenzarían como roomies.

Mauro: ¡Me encanta su nuevo depa, está divino! Sobre todo, ese espejo, me encantan los
efectos especiales cada que me miro en él.
Paula: ¿Cuáles efectos, Mauro?
Mauro: El destello que aparece cuando me observo. Como si me tomaran una foto con flash.
Marina: Es verdad, me pasó lo mismo cuando me miré en él hace rato en la tienda. Está padre,
¿no?
Paula: Qué emoción, es único en el mundo, ¿pero sabes qué? Nos dijo la vendedora que estaba
maldito.
Mauro: ¿Maldito por qué?
Paula: No nos dijo, solo nos advirtió que no nos viéramos demasiado tiempo en él.
Mauro: Upsssss, qué pena. Yo me la pasé mirándome toda la noche. Si me pasa algo, ahí les
aviso. Las dejo, preciosas. Mua, mua. (Se va).
Esa noche, Mauro llegó a su departamento y comenzó a desvestirse para ponerse el pijama.
Para su sorpresa, su cuerpo tenía muchos moretones, y se asustó. Cuando quiso tomar el
teléfono para llamarle a sus amigas, la luz se fue y miró hacia un espejo que tenía en su
habitación. De pronto, vio a una niña con un vestido blanco, con los ojos en blanco, sangre en
la cara y piel azul, como si estuviese muerta desde hace mucho tiempo. Cuando abrió la boca,
un chorro de sangre salió de ella y Mauro cayó al piso, completamente pálido y avejentado. De
pronto, la luz volvió, pero Mauro ya había muerto.

Al día siguiente, Marina se miró hacia el espejo nuevamente y descubrió que tenía un par de
moretones en la espalda.
Marina: Se me hace muy extraño. Ayer no tuve acción, ni nada que me hiciera estas manchotas
en el cuerpo.
Paula: Probablemente te has de haber golpeado con algo y no te acuerdas. Oye, ¿bajaste de
peso? Te veo súper delgada.
Marina: ¿De ayer hacia hoy? Imposible. Tú también tienes un moretón en el hombro.
Paula: Ese fue el estúpido de Mauro. Me dio con el puño. (Reciben una llamada teléfonica).
¿Bueno? … Si, ella habla…así es, es nuestro amigo… ¿cómo? …no, eso no es posible, ayer
estuvo aquí con nosotras…sí, claro, con gusto, ahí estaremos. (Cuelga). Wey, Mauro murió.
Marina: ¡¿Cómo?!
Paula: Al parecer fue un infarto, su corazón simplemente se detuvo. Quieren que vayamos a
reconocer el cuerpo.
Marina: ¿Y su familia?
Paula: No tenía, solamente a nosotras.

Paula y Marina fueron a la morgue a reconocer el cuerpo de Mauro, pero cuando levantaron la
sábana, se encontraron con un cuerpo completamente deforme, esquelético, pálido y
avejentado. Marina gritó con horror.
Marina: ¡Ese no es Mauro, no puede ser!
Paula: Si es, mira. (Señala un lunar en el cuello en forma de corazón). El lunar de corazón. Es
Mauro.
Marina: Pero ¿cómo es posible? Era un hombre sano y fuerte.
Paula: Ayer lo vimos y estaba excelente de salud. Esto es obra de alguna droga.
Marina: El forense dijo que había sido un infarto y que no había rastros de ninguna sustancia.
Paula: Esto no puede estar pasando. Necesitamos ir a su casa y tratar de entender qué fue lo
que pasó.

Marina y Paula se adentraron a la casa de Mauro, en la que el silencio reinaba por completo.
En su habitación, parecía no haber pasado absolutamente nada, pero ellas comenzaron la
búsqueda. Algo tenían que hallar para comprender lo que había sucedido con Mauro.
Marina: ¿Viste que en su cuerpo también tenía moretones como los nuestros?
Paula: Marina, deja de darle vueltas a ese asunto y mejor tomemos vitaminas que tengan
hierro.
Marina: Solo siento que fue una coincidencia.
No encontraron nada. De modo que, derrotadas, regresaron a su departamento. Paula se
observó ante el espejo que habían comprado el día anterior. Un destello rodeó el marco y sintió
que se desvanecía, pero con ayuda de la mesa se logró sostener. De pronto, observó
detenidamente el espejo, sin apartar siquiera la mirada un segundo. ¿Y si acaso era verdad lo
que decían de la maldición en el espejo? Tendría sentido, puesto que Mauro se la pasó
mirándose ante él la noche anterior. De repente, observó que un par de ojos blancos la
observaban por detrás de las cortinas, pero al girar la mirada, no encontró nada. Un destello
más apareció alrededor del espejo y Paula decidió apartarse de él.

Esa noche, mientras Paula dormía, una sombra la observaba detenidamente al borde de la
cama. Toda la noche permaneció a su lado, mirándola respirar.

A la mañana siguiente, Paula se sentía tan débil que no pudo levantarse de la cama.

Marina: ¿Necesitas que te ayude con algo?


Paula: Acércate. (Marina obedece). Es el espejo.
Marina: ¿Cómo?
Paula: Sí. Ayer me le quedé viendo un rato y hoy me siento demasiado débil, como si algo me
hubiera absorbido la energía. Además, mira. (Se destapa y Marina se sorprende al ver las
piernas de Paula completamente moreteadas). La espalda está igual y me siento muy ligera,
como si hubiera perdido un montón de peso.
Marina: ¿Crees que sea cierto que el espejo…?
Paula: Necesitas investigar. Tú ayer no te miraste al espejo y hoy despertaste bien. Estoy segura
de que algo pasa con él. Ve con Rita. Ve a la casa de los espejos. Investiga la historia y no
regreses hasta saber qué le ha pasado a Mauro y qué me pasa a mí. ¡Ve!

Marina hizo caso y salió apresurada del departamento, en busca de respuestas. Paula, por su
parte, decidió levantarse de la cama y buscar sus propias respuestas. Se acercó al espejo,
débil y casi sin poder caminar. Al mirarse, la luz se apagó, y cuando volvió, detrás de su reflejo
aparecía una niña colgando del techo con una cuerda alrededor de su cuello. Paula gritó y
volteó, pero no encontró nada. No fue sino hasta que miró de nuevo su reflejo que la niña ya la
observaba al otro lado del espejo con sus enormes ojos blancos y su boca ensangrentada. De
pronto, la niña comenzó a salir del espejo, pero solamente tenía medio cuerpo, no tenía
piernas y no podía caminar. Con la mitad de su cuerpo comenzó a arrastrarse por la sala,
dejando tras su paso un rastro de sangre. Paula corrió lo más rápido que sus fuerzas le
permitieron y se encerró en su habitación.

Marina, por su lado, llegó a la casa de los espejos, pero estaba cerrada. Tocó y tocó hasta el
cansancio, hasta que, de la desesperación, lanzó una piedra por la ventana. Eso hizo que Rita
saliera, furiosa a ver qué pasaba.
Rita: ¡¿Me puedes explicar qué estás haciendo?!
Marina: Quiero que me cuentes absolutamente todo lo que sepas de ese maldito espejo.
Rita: Ya cobró a su primera víctima, ¿no es así? Actuó rápido esta vez, debe estar sedienta de
sangre y de poder.
Marina: ¡¿Quién?!
Rita: Pasa, por favor. (Marina entró a la tienda y Rita cerró tras su paso). Cuenta la leyenda que
en ese espejo habita una niña, que hace mucho tiempo fue una princesa…

El relato nos lleva al pasado, con una niña hermosa con vestido azul cenando a la mesa junto
con su madre, que la despreciaba.

Reina Madre: come o te vas a morir. (La niña se queda callada). ¡Que comas, te digo, o te voy
a matar!

La Reina tenía una historia de problemas mentales clínicamente diagnosticados desde que
nació la pequeña princesa, pero por encima de todas las cosas, sufría de depresión que
comenzó al posparto de la niña y que aparentemente nunca cedió. El Rey había muerto de una
sobredosis de cocaína en la tina del baño real, dejando sola a su majestad al cuidado de una
criatura que nunca quiso en primer lugar.

Reina Madre: ¡Que comas, que comas te digo! ¡Come! ¡Come! ¡Traga! ¡Absorbe! (La Reina
gritaba mientras golpeaba la cara de la pequeña princesa contra el plato repleto de comida
que yacía frente a ella. Todo el personal de servicio tenía absolutamente prohibido evitar los
abusos que la Reina cometía en contra de su propia criatura. La pobre princesa, con el rostro
ensangrentado, de tan acostumbrada que estaba a las maldades de su madre, ya ni siquiera
lloraba. Todo lo que quería era que su madre, algún día, quizá la quisiera).

Dicen por ahí, que la niña mojaba la cama, y la Reina la obligaba a beber sus orines como
castigo. Dicen por ahí, que la pequeña princesa rompía un traste y la Reina la obligaba a
recostarse sobre los vidrios rotos. Dicen por ahí, que la pobre criatura un día se quiso suicidar,
colgándose del techo, en un sitio que yacía frente a un hermoso espejo. Pero la Reina lo evitó,
si la niña se llegase a ir de este mundo, no sería bajo su propia mano, sino a través de la suya,
que era su madre. Así que ahí, frente al espejo, la asesinó y descuartizó su cuerpo, obligando
a la servidumbre a disponer del cuerpo.

Cuenta la leyenda que, al haber hecho semejante atrocidad frente al espejo, este absorbió el
alma de la princesa, atrapándola por la eternidad. Pero al haber sido un alma inocente
corrompida por la maldad, su espíritu se convirtió en algo maligno, un ente despiadado que
busca la venganza en contra de su madre. Así que, cada que alguien se mira al espejo, la niña
absorbe un pedacito de su alma, debilitando al mortal vanidoso que aprecia su belleza, y
fortaleciéndose con la energía de quien la mira.

Años atrás, la princesa estuvo a punto de adquirir la fuerza suficiente para regresar al plano
físico, pero los propietarios del espejo lo destruyeron a tiempo. A mi tienda llegó hecho trizas,
con el marco completamente aniquilado. Al día siguiente, el espejo estaba intacto, como si
nunca hubiese pasado nada. Por eso lo cubrí con una sábana y lo escondí bajo llave. Hasta
que tú y tu amiga aparecieron, nadie corría peligro.
Marina: nuestro amigo Mauro está muerto. Se miró ante el espejo y anoche falleció.
Rita: La niña salió del espejo y absorbió su vitalidad y juventud. ¿Su cuerpo parecía avejentado?
Marina: Si, y estaba lleno de moretones.
Rita: Esa fue la princesa queriendo regresar al mundo de los mortales. Está en busca de su
madre.
Marina: ¿Qué pasó con ella?
Rita: También se suicidó. Se tiró de un acantilado.
Marina: ¿Si le hacemos saber a la niña que su madre ha muerto, crees que deje de
molestarnos?
Rita: Lo único que pueden hacer es destruir el espejo y deshacerse de él para siempre. No
quieran negociar con lo maligno. Es una pérdida de tiempo.
Marina: Rita, la niña está acabando con la vitalidad de mi mejor amiga.
Rita: Querida, me temo que, al haberla dejado sola con ese espejo, tu amiga en estos
momentos ya debe de estar muerta.

Marina corrió de regreso a su auto y manejó con suma velocidad para volver a su amiga, pero
cuando llegó y abrió la puerta, la luz se había esfumado.

Marina encendió la linterna de su celular y buscó a Paula por todos lados, pero no la encontró.
Buscó debajo de la cama, en el baño y nada. De pronto vio que el espejo estaba en el suelo. Se
acercó con cuidado y cuando observó su reflejo, vio detrás de ella el cuerpo de Paula colgando
del techo. Marina gritó y volteó, pero no encontró nada, Paula no estaba ahí.

No fue sino hasta que se giró nuevamente hacia el espejo, que la niña se hallaba de pie,
ensangrentada y con los ojos completamente en blanco mirando hacia ella. Estaba de pie con
dos piernas que no eran suyas, eran las de Paula. Las reconoció por la cicatriz que tenía en una
rodilla. No terminaba de imaginarse dónde podría encontrarse el cuerpo de su amiga, pero ni
tiempo tuvo de llegar a conclusiones, pues antes de que pudiera siquiera moverse, la niña
sonrió, mostrando unos dientes afilados y bañados en sangre. La luz del celular se apagó y un
horroroso grito salió del pecho de Marina.

Esa fue la última noche que alguien la vio con vida.

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