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NO SOY YO, ES MI SOTANO

Mariette, la niña prodigio del pueblo, inteligente, audaz y


destacada. Ella era perfecta, por así decirlo, sus padres eran
de familia humilde; su madre era pintora y su padre florista.
Ellos adoraban a Mariette, era su rayo de luz siempre tenía
una sonrisa en el rostro, lástima que eso duraría poco.
Los días pasaban con normalidad, la rutina de Mariette era la
de siempre, o eso parecía.
Una noche, el viento golpeaba las ramas de los arboles
creando una melodía naturalmente escalofriante, Mariette
empezo a temblar, sentía que algo estaba mal, algo no era lo
mismo que todas las noches, decidió ignorarlo cerrando
fuertemente sus ojos tratando de conciliar el sueño, al no
conseguir dormir se levantó dispuesta a salir a la cocina, tal
vez solo necesitaba un vaso de agua.
Trato de no hacer ruido al salir, sentía que algo la vigilaba,
aunque no estaba segura de que era, pero lo sentía. Pasó por
el largo pasillo, bajo su cabeza intentando no mirar a las
numerosas ventanas sin cortinas, soltó un suspiro de alivio al
llegar a la cocina, se sirvió el vaso de agua tomando de poco
en poco alzo la mirada quedando sin aliento al ver aquella
sombra perturbadora que solo la miraba, el miedo que sentía
causo que el vaso que tenía entre sus manos callera y se
destrozara. La sombra se hizo más grande, sonrió mostrando
unos puntiagudos dientes y desapareció tan rápido tal y como
llego. La niña recogió los pedazos rotos del vaso, corrió de
vuelta a su cuarto cerrando la puerta y la ventana con seguro,
sus cobijas la rodearon creando un pequeño escondite en el
que solo derramo lágrimas y sollozos ahogados. Las horas
pasaron, Mariette dormía y sus padres también, nadie
esperaba lo que estaba a punto de suceder, el sonido de
ventanas rompiéndose despertó a toda la familia, los padres
de Mariette salieron a ver que sucedía encontrándose con la
sombra que había visto Mariette había visto horas antes. Esa
cosa ataco a su padre hasta su muerte, Mariette y su madre se
escondieron en la habitación de invitados, como dicen por ahí,
una madre es capaz de todo por sus hijos.
-mi amor, escúchame no sé qué está pasando, pero necesito
que seas fuerte, empujare a esa cosa al sótano y cuando lo
haya hecho quiero que cierres la puerta con seguro y que
vallas por las cadenas que tenemos en el porche, quedo claro.
Mariette asintió levemente, su madre salió a la sala, aquella
bestia estaba… COMIENDOSE A SU PADRE, aquella escena
perturbo a su madre pero aun así llamo la atención de esa
cosa, quien alzo la mirada y se abalanzo sobre ella. Con un
movimiento rápido abrió la puerta del sótano causando que la
cosa rodara escaleras abajo, cerró la puerta y espero a que
Mariette llegara con la llave, es una lástima que se haya
tardado tanto.
-m-mamá donde estas
-MARIETTE CIERRA LA MALDITA PUERTA.
Mariette vio que la puerta estaba abierta de par en par, corrió
a cerrarla y lo último que escucho fueron los gritos
desesperados de su madre. Espero a que alguien llegara, hasta
que recordó que vivían en un bosque.
El llanto desconsolador se hizo presente, cerró sus ojos
dejando que el sueño la llevara lejos de su horrible realidad.
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Había pasado ya bastante tiempo desde lo que ocurrió con sus
padres, estaba teniendo amenazas por parte de la sombra, no
le creía pero el miedo era más grande, la bestia le decía que
por la noche saldría por ella si no lo alimentaba, y sin otra
opción le daba lo que tenía en la alacena y de vez en cuando
tomaba dinero y salía de compras al mercado del pueblo que
estaba cerca, hoy era uno de esos días. Con los pocos ahorros
que tenía salió por más pan y mermelada, tenía que atravesar
el bosque para llegar a su destino pero si quería sobrevivir
tenía que hacerlo.
Bajo al pueblo y empezo a buscar todo lo que necesitaba,
todos ahí la conocían, pero a todos le parecía raro que no
sabían nada sobre sus padres, ella decía que su padre se había
ido a trabajar en otro pueblo y su madre se había enfermado.
Todos le creían no la cuestionaban, nunca mentía, porque lo
haría ahora
-Mariette, que tal tu semana, querida.
-Buenos días señora Beverly, ya sabe, tengo que cuidar de mi
madre, me da lo de siempre por favor.
-Claro que si querida, dos frascos de mermelada saliendo.
Esperando que empacaran la mermelada se dio cuenta de que
había una multitud en la plaza
-Señora Beverly, que está pasando por allá.
-oh, eso, un doctor muy conocido llego al pueblo esta sanando
a la gente, oye, tal vez pueda curar a tu mamá.
Mariette se congelo al escuchar eso, que iba a hacer no podía
dejar que nadie se enterara de esto podría ser peligroso.
-e-es que no tengo el dinero y, creo que es costoso está muy
enferma
-tranquila querida, yo lo pagare por ti, sé que tu padre está
lejos y me gustaría ayudarte.
Mariette trago en seco, estaba desesperada que iba a hacer, se
metió demasiado en sus pensamientos que no escucho al
doctor tratando de hablar con ella, hasta que él le toco el
hombro, ella se sobresaltó soltando un pequeño grito.
-oh lo lamento, Mariette, ¿verdad?
-s-sí, usted es el doctor del que están hablando, ¿no es así?
-Doctor Alberto Estrella, ese es mi nombre, escuche que tienes
un familiar enfermo, quizás yo la pueda curar
-NO, digo, no tengo el dinero además es una enfermedad rara,
casi no se presenta por estos lugares
-…Bueno, vale la pena intentarlo. Si te parece buena idea, me
llevarías a tu casa a ver a tu mamá
-O-ok, usted es muy amable.
Un escalofrió recorrió la espalda de Mariette, no quería que le
pasara nada al doctor, pero después lo vio como una
oportunidad de librarse de esa cosa por unos días, ya que
recordó que después de la muerte de su madre lo rugidos
demandando comida aparecieron unos días después. Termino
sus compras con el doctor mirándola, era agradable, sonriente
y en un momento aleatorio contaba un chiste que le devolvía
la sonrisa pura a Mariette, tanto como para que después de
ese subidón de alegría un sentimiento de remordimiento la
atormentaba.
Termino las compras y empezo a guiar al doctor por el
bosque
-Creo que… este camino es peligroso para una niña
-Yo, ya me acostumbre a este lugar
-oh…
El silencio se hizo presente, apresuraron el paso y llegaron a
la casa de Mariette. Era linda tenía un pequeño parque que
por su aspecto ya nadie utilizaba, tenía un color durazno
combinado con rosa y en la entrada una alfombra con una
foto familiar, estaba desgastada pero el doctor asumió que era
la familia de Mariette.
-Bueno yo tengo que hacer algo, puede esperarme aquí
afuera.
-Por supuesto, solo no te tardes pequeña.
El doctor se sentó en la entrada y espero a que Mariette
saliera, se tardó demasiado y decidió entrar por su cuenta.
Abrió la puesta y se dio cuenta de que la casa lucia totalmente
abandonada, no era lugar para una niña. Empezo a llamar a
gritos a Mariette, tomo valor y camino dentro llego a la sala y
observo la puerta del sótano abierta de par en par, se acercó a
las escaleras y observo que había un rastro de sangre seca en
ellas, se asustó y pensó que Mariette se había caído por ahí,
grito su nombre y en ese momento alguien lo empujo escaleras
abajo.
El silencio rodeo la casa y Mariette seguía sin asimilar lo que
había hecho, ¿lo había matado?, pues si, la bestia soltó un
rugido de felicidad y luego el sonido de los dientes
atravesando la carne, rompiendo los huesos y devorando poco
a poco al pobre doctor que solo intento ayudar. Mariette
cerró el sótano con las cadenas y se dirigió a su cuarto, se
cobijó entre las sabanas y como si nada hubiera pasado, cerro
sus ojos y se dejó llevar por el sueño.
Los rugidos aparecieron en la madrugada del día siguiente,
Mariette se preguntó que pasaba, ¿acaso tenía hambre?, no,
no puede ser lo había alimentado bien.
Mariette tomo valor y salió de su habitación, camino hasta la
sala y casi que el alma se le sale del susto al ver la puerta del
sótano abierta y las cadenas tendidas en el suelo, ¿se había
ido?, reviso el sótano y al asomarse a la puerta un olor a
muerto la rodeo, mareada por el olor se apoyó a sofá, pensó
que si la cosa se había ido debería revisar ya que no era bueno
tener la puerta abierta si seguía en su casa.
Camino a la cocina tomo una vela, cerillos y bajo las
escaleras. Desde que tenía memoria el sótano carecía de
iluminación, a pesar de ser grande, los largos pasillos se
iluminaban poco a poco, la vela empezo a desgastarse y al no
encontrar nada opto por regresarse.
-Mari, mi pequeña- escucho la niña, acaso era la voz de su
madre, no, no podía ser ella estaba… muerta. Se giró,
topándose con la monstruosidad la cual estaba dándole la
espalda.
-Qué curioso ¿no?, creo que no te reconoces.
-Q-quien eres.
-Oh… y yo que pensé que eras inteligente, Mariette no te has
dado cuenta… Todo esto está en tu cabeza.
La criatura mantenía una sonrisa maniática al momento de
darse la vuelta, Mariette se sobresaltó al darse cuenta de que
el monstruo era idéntico a ella.
-De que hablas, tú los mataste.
-… Recuerdos alterados, ya veo, déjame refrescarte la
memoria
La criatura se abalanzo sobre ella, obligándola a mirar sus
ojos, unos minutos después Mariette se quedó paralizada.
-Eso… No puede ser verdad, yo no hice nada.
-Niégalo todo lo que quieras, pero después de todo eres una
asesina, la culpable de todo y nunca podrás cambiar eso.
La criatura saco del cajón un espejo y se lo acerco a la niña.
-Déjame enseñarte lo que verdaderamente eres
La tomo por la barbilla y la obligo a mirar al espejo. Su cara
tenía quemaduras graves, un ojo ciego y el rostro deformado,
al verse así Mariette grito y la criatura empezo a reír
sínicamente, pero aquel sonido fue camuflado por el golpe que
género la puerta del sótano al cerrarse.
Nadie volvió a saber sobre la familia de Mariette incluida ella.

CONTEXTO
Bueno después de ese final bien XD, les voy a hablar de lo que
verdaderamente habla mi cuento, en la parte en la que se
conoce por primera vez al monstruo en realidad el vaso
representaba la cordura de Mariette ya que todo lo que vemos
en realidad fue causado por ella, esa noche prendió una vela
para salir, lástima que la vela se cayó generando un incendio
el cual acabo con la vida de los padres de Mariette, y le dejo
cicatrices graves. Luego el doctor representa la salud mental
de Mariette y la caída por las gradas significa que después del
incendio su salud mental decayó dejándola en una depresión
fuerte, y esta a su vez alimentaba al monstruo ósea la culpa
que sentía Mariette, la cual vivía en el sótano el que en
realidad es la mente de Mariette

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