Está en la página 1de 10

Juventud y civilización del

amor

La familia, núcleo de la civilización del amor.

La civilización es siempre una expresión


del hombre; y el amor, la demostración de
un hombre pleno.
A la familia le corresponde, entonces,
construir la civilización del amor, es decir,
una cultura impregnada de valores, que le
permita al hombre desarrollarse
integralmente y que pueda permear a otros
ambientes.
Solamente cuando la familia vive en la
verdad, vive también su dignidad de
transmisora de amor, generosidad,
respeto, comunicación, fidelidad,
obediencia, responsabilidad, sinceridad,
honestidad, entre muchos otros.
Obediencia para aceptar con prontitud los ejemplos del comportamiento
humano, los contratiempos, el dolor. Responsabilidad de dar testimonio a
los hijos y conducirlos con amor y firmeza, permitiendo que afronten las
consecuencias de sus acciones. Responsabilidad de los hijos para con los
padres, de responder con generosidad.
Dar cosas materiales es relativamente fácil. Lo difícil es dar la vida, es
darse. Dar un pedazo de mi ser, una partícula de mi espíritu, el desgaste de
mi cuerpo, el tesoro de mi tiempo, la vibración de mis sentimientos, el
sentido entero de mi vida, toda mi existencia: construir el corazón de los
demás con los pedazos de mi corazón.
Jamás permitir que, dentro de la familia, se rompa la comunicación;
fomentar la confianza, abrir canales para que cada hijo pueda decir lo que
siente o piensa sin temor a ser reprendido o juzgado. Uno de los primeros
problemas que ha tenido el hombre desde que es hombre es el de no saber
comunicarse de manera adecuada y esto separa en lugar de unir. Por lo
tanto, es necesario trabajar y esforzarse para que dentro de la familia haya
constantemente una sana comunicación.
En cuanto a la fidelidad, es necesario que cada integrante de la familia sea
fiel a la palabra dada y leal a sí mismo, ya que esto engrandece su dignidad
de persona.
Es preciso que la familia actual sea valiente para ir muchas veces contra
corriente. Y esto se podrá llevar a cabo en la medida en que esté unida, que
esté fortalecida en los valores humanos y cristianos y que tenga como
principal socio a Jesucristo, el mejor maestro.
Es indispensable que la familia esté abierta a la vida, cortando de raíz esta
mentalidad hedonista que se está filtrando cada día más dentro de las
familias, incluso de las familias cristianas. La verdad no puede ser medida
por la opinión de la mayoría. Reconocer a Dios como único Señor de la
vida y de la muerte de las personas humanas.

Civilización del amor tarea y esperanza.


Una civilización del amor”. Esta bella fórmula de Pablo VI, recogida y
ampliada por Juan Pablo II, sintetiza y expresa una profunda y misteriosa
realidad. La Iglesia (y la teología) tienen un proyecto para la familia y para
la sociedad, derivado de su concepción de Dios y del hombre, y
fundamentado en una visión fuerte del mundo. El amor de Dios constituye
no sólo el núcleo de la vida del cristiano, sino también el núcleo sobre el
que construir la sociedad en la que vive. Es decir, el progreso y la historia
de los hombres se mueven por el amor y hacia el amor.
La novedad del mensaje cristiano es Jesucristo, Hijo de Dios hecho
hombre. También en lo referente al amor. Jesús es la carne y la sangre del
concepto amor: su vida es amor a Dios Padre sobre todas las cosas y amor a
los hombres hasta dar la vida. Cuando Cristo enseña las parábolas de la
misericordia, no se trata sólo de meras palabras, sino que es la explicación
de su propio ser y actuar. Con su muerte en la cruz se entrega para dar
nueva vida al hombre y salvarlo: esto es amor en su forma más radical. Este
acto de entrega se perpetúa mediante la institución de la Eucaristía, que nos
adentra en el acto oblativo de Jesús.
Para comprender el significado de “Dios es amor”, es preciso mirar el
costado traspasado de Cristo. En la cruz y en la Eucaristía contemplamos la
verdad del amor de Dios. Una vez que Jesús ha pisado la tierra, sólo se
puede definir qué es el amor a partir de Cristo. Y desde esta mirada, el
cristiano encuentra la orientación de su vivir y de su amar, porque la
belleza de la vida cristiana como vida humana plena, se muestra a partir de
Cristo y de su amor.
1) Esta experiencia muestra que Dios nos ama primero. Dios no impone un
sentimiento de amor que no podamos suscitar en nosotros mismos. Él nos
ama y nos hace ver y experimentar su amor, y de este “antes” de Dios
puede nacer en nosotros el amor como respuesta. La experiencia de Dios
tiene como presupuesto la presencia de Dios entre nosotros.
La civilización del amor proviene de la conjunción del amor de Jesucristo,
del amor conyugal y del amor a los hijos que realiza la vida matrimonial de
los fieles cristianos casados. Este amor es el que constituye la civilización.
Este amor constituye la familia. Pero además este amor configura a la
persona.
2) En el desarrollo de este encuentro con Dios se muestra también
claramente que el amor no es solamente un sentimiento. Es propio de la
madurez del amor que abarque todas las potencialidades de la persona, que
incluya, por así decir, a la persona en su integridad. El encuentro con las
manifestaciones visibles del amor de Dios puede suscitar en nosotros el
sentimiento de alegría, que nace de la experiencia de ser amados. Pero
dicho encuentro implica también nuestra voluntad y nuestro entendimiento.
El reconocimiento del Dios viviente es una vía hacia el amor, y el sí de
nuestra voluntad a la suya abarca entendimiento, voluntad y sentimiento en
el acto único del amor. No obstante, éste es un proceso que siempre está en
camino: el amor nunca se da por concluido y completado; se transforma en
el curso de la vida, madura y, precisamente por ello, permanece fiel a sí
mismo.

Explica cuál es el estilo de vida de los jóvenes en la actualidad, valores


y religión.

Actualmente la juventud
constituye una gran parte de la
sociedad ya que son quienes se
están encargando de cambiar los
pilares de la sociedad para
convertirla en una comunidad más
justa y digna, los medios de
comunicación masiva le han
abierto de una manera imaginable
la libertad de expresión y la
necesidad de intercambiar ideas
con otros jóvenes.

El joven en la actualidad se presenta como una persona en constate


maduración ya que cada vez va teniendo más libertad y con ello la
capacidad de elegir su destino dependiendo si desea el éxito o la desilusión;
es por eso por lo que el adolescente al adquirir muchas responsabilidades se
encuentra en constante movimiento para poder cumplir y quedar bien ante
los ojos de los demás. El consumismo masivo es algo muy grave en esta
sociedad ya que busca siempre estar cambiando, es por eso por lo que los
papas gastan mucho dinero en le hijo y a fin de cuentas es alguien mediocre
que cumple con las amistades, pero no cumple en el colegio.

Hoy en día ser joven es más difícil debido a que nuestras decisiones a esta
temprana edad afectaran toda nuestra vida. Si decidimos tener relaciones
sexuales corremos el peligro de un embarazo, ¿estamos listos para eso a la
edad de 15 o 18 años? ¿Listos para tener una responsabilidad tan grande
como es un hijo? ¿Dejar de estudiar? Si estudiamos es por nuestro futuro,
para salir adelante para conseguir un buen empleo y mucho más importante
superarnos como personas. ¿Crees que debas dejar tus estudios cuando lo
necesitas para tener un futuro mejor? Son muchas preguntas que debemos
hacernos antes de tomar decisiones en nuestra vida.
Nuestros padres nos educan pero está en nuestras manos el camino que
deseamos tomar. Pensando siempre en las consecuencias no en el
momento, porque el momento pasa, en cambio las consecuencias de
nuestros malos actos o buenos actos los llevaremos toda la vida.

 Valores y Riesgos:

Hay valores en la juventud que son valores universales y en todas las etapas
de la vida son imprescindibles para llevar una vida plena como la
responsabilidad, libertad, igualdad, respeto, tolerancia, humildad,
prudencia.

Estos son algunos de los valores que debemos de desarrollar en nuestra


adolescencia:

1. Trabajo duro
Ante la perspectiva de mucho trabajo, es común que decidamos vacilar.
Pero cualquier joven puede ser beneficiada al comprender el valor del
trabajo duro y entender que algunas de las mayores satisfacciones
personales más grandes provienen de los frutos del trabajo hecho con
esfuerzo.
2. Carácter (ante la adversidad)
Como padres, es natural que queramos proteger a nuestras hijas de toda
adversidad. Si bien nuestra respuesta inicial puede consistir en intervenir e
intentar solucionar cualquier situación difícil por ellas, la adversidad es una
excelente maestra. 

3. Amistad
Las amigos no son un equivalente a los “me gusta'' y a los seguidores en
redes sociales. Una verdadera amigo es leal, respeta la confianza que se le
concede, no compite, pero celebra y aporta tanto aliento como
confiabilidad. Enseñarles a los jóvenes cómo encontrar verdaderas amigos
y ser uno de ellos es importante. 

4. Generosidad
Los adolescentes de hoy deberían conocer el gozo que está implícito en ser
generoso, especialmente cuando a quien se le dé no pueda devolverlo o
cuando nadie esté observando. 
Así, lo mejor es que disfruten de dar no sólo por cumplir horas de
voluntariado, sino por genuina compasión hacia otras personas. 

5. Integridad
La integridad es lo que somos más allá de la aprobación ajena. Implica que
seamos justos cuando ello nos pueda costar, sinceros en nuestras relaciones
y honestos en nuestros tratos. 
La adolescencia es una etapa donde los jóvenes son más vulnerables y
pueden ser víctimas de diferentes factores de riesgo, entre los que destacan:
alcoholismo y drogadicción; desórdenes alimenticios; y depresión y
suicidio.
Dado que están experimentando en todo momento, los adolescentes con
frecuencia están frente a riesgos que pueden afectar su salud física y mental
tanto en el presente como a futuro.
La mayoría de los problemas de salud en la adolescencia corresponden a
factores psicosociales, que se derivan de sus estilos de vida y conductas, los
cuales son modelados tanto en la familia como en la preparatoria.

 Algunos riesgos que enfrentan los jóvenes en la actualidad son:

1. Alcohol y drogas
En esta etapa se producen los primeros contactos con el cigarro, el alcohol
y otras drogas.
2. Desórdenes alimenticios
Aunque comúnmente se presentan en las jóvenes, los problemas de
anorexia nerviosa o bulimia también ocurren en varones. La anorexia se
caracteriza por la pérdida de peso extrema y la bulimia por episodios de
comer en exceso para después provocarse el vómito.
3. Depresión y suicidio
Los diversos factores que afectan el estado emocional son responsables del
10.75 por ciento de muertes entre adolescentes, según datos del Instituto de
la Juventud (INJUVE). Algunos de los factores que pueden contribuir a un
estado de depresión severa en los adolescentes pueden ser:

• Situaciones de conflictivas en la familia (como el divorcio de los


padres).
• La pérdida de un ser querido.
• El abuso de drogas de parte de un familiar.
• El rechazo por parte de amigos y conocidos.
• Excesivas preocupaciones en el ámbito de la sexualidad.

Civilización del amor religión y creencias

La civilización del amor en el


catolicismo es una es
considerada una base de convivencia entre las personas creyentes que no
solo existe para nosotros los creyentes de nuestro señor Jesucristo, sino que
independientemente de las creencias y religiones todos aportemos para
trabajar en una sociedad mas honesta, justiciera, de valores humanos y
calidad de vida. Donde nuestros derechos humanos sean preservados. Que
hagamos Una sociedad que camine en un ambiente de paz, de concordia, en
la que la violencia y el terrorismo no extiendan su trágico y macabro
imperio y las injusticias y desigualdades no lleven a la desesperación a
importantes sectores de la población y les induzcan a comportamientos que
desgarren el tejido social. Un país en el que la juventud y la niñez puedan
formarse en una atmósfera limpia.
:L PUESTO DE LA IGLESIA EN LA CONSTRUCCION DE LA
CIVILIZACION DEL AMOR Para Pablo VI la Iglesia tiene un papel
insusutuible en la construcción de la civilización del amor, un papel que
tiene dos aspectos, íntimamente unidos, uno de palabra, el otro de acción.
En efecto, la Iglesia ofrece para esta construcción "la luz de los principios
seguros" ( 20 ). Pablo VI llega a decir que Pedro y Pablo, en Roma "os
predican constantemente desde aquí la civilización del amor" ( 44; ver 40,
316). Pero no basta con la palabra; se requiere también el testimonio y la
acción de la JgL nd amur de Cristo -dice Pablo VI a un grupo de ministros
de la Iglesia- "nace nuestra Weltanschauung, nuestra visión del mundo,
nuestra sociología, nuestra 'civilización del amor'. Vosotros, hermanos,
Obispos, párrocos y sacerdotes, vosotros diáconos y catequistas, vosotros
sois sus primeros realizadores. Vosotros sois los especialistas, los testigos
cualificados, los comprometidos a fondo, las víctimas escogidas y los
modelos ejemplares" (14, 216; ver 16, 147). En cuanto a la acción: "La
Iglesia católica está decidida a continuar y a intensificar su aportación a
este esfuerzo común de todos los cristianos ( ... ). Todos nosotros debemos
colaborar en la promoción de esta 'civilización del amor', que cada vez más
vemos como una necesidad de la actividad de los cristianos en ese mundo"
(32, 362-363 ). Pareciera insinuarse una cierta "división del trabajo" al
interior de la Iglesia: la acción de los ministros es sobre todo una acción
sobre las conciencias ( 4 S), mientras que a los cristianos les corresponde la
transformación de la sociedad La afirmación de este papel de la Iglesia
tiene en Pablo VI
dos supuestos. El primero es del orden de las convicciones. Hay en la fe
cristiana una fuerza que es capaz de renovar y transformar la vida de los
hombres, individual y colectiva; una fuerza que deriva de la presencia en la
Iglesia del Espíritu del Sei'ior Jesús (11, 21; 12, 23-24; 21, 293; 32,363,
364). De aquí la confianza de la Iglesia: "Ante el arreciar de intereses
contrastantes, dai'iosos para el auténtico bien del hombre, hay que
proclamar de nuevo bien alto las formidables palabras del Evangelio que
son las únicas que han dado luz y paz a los hombres en análogas
convulsiones de la historia" ( 21, 2 92). Esta confianza permite y exige a la
vez una mirada serena y valiente sobre la realidad del mundo: "el encuentro
dialéctico de la Iglesia de hoy con los problemas, las polémicas, las
hostilidades, las posibles catástrofes de una sociedad sin Dios, a causa de lo
cual la Iglesia experimenta el drama de su historia actualmente en tensión
( ... ) ; todo esto nos habla de que ésta es una hora grande y decisiva que
hay que tener el coraje de vivirla con los ojos abiertos y el corazón
impávido"

También podría gustarte