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2.1 Antecedentes
2.2 EL alcoholismo
La forma en que las personas beben alcohol varía considerablemente entre individuos y
culturas, y se describe en términos de la cantidad y frecuencia del consumo. Los siguientes son
algunos modelos comunes de consumo de alcohol:
Consumo moderado: Implica ingerir una cantidad moderada de alcohol dentro de los límites
recomendados por las autoridades sanitarias, a menudo en situaciones sociales o eventos
especiales, sin mayores problemas para la salud.
Consumo social: Se lleva a cabo durante eventos sociales y momentos especiales, asociado a
actividades como fiestas, reuniones familiares o salidas con amigos.
Consumo riesgoso: Involucra beber en cantidades que superan las directrices recomendadas,
aumentando el riesgo de problemas de salud y comportamiento.
Consumo dependiente: Se caracteriza por una dependencia física y mental del alcohol, con
síntomas de abstinencia al no consumir y dificultades para controlar o reducir el consumo.
Alcoholismo o consumo crónico excesivo: Implica un consumo prolongado y excesivo de
alcohol que produce efectos negativos en la salud física, mental y social, así como problemas
para abstenerse de beber.
El consumo de alcohol varió según el género, siendo más alto entre los hombres (22%) que
entre las mujeres (19.2%). Además, se observó un aumento progresivo del consumo con la
edad: desde un 3.8% entre los 10 y 12 años hasta un 32.5% entre los 16 y 17 años.
El porcentaje de adolescentes que consumen alcohol también se vio afectado por su situación
académica y socioeconómica. El consumo fue más elevado entre aquellos que no asistían a la
escuela (37.8%) y entre quienes asistían a un nivel académico diferente al de su edad (24.8%).
En contraste, los adolescentes que se encontraban en el nivel académico adecuado para su
edad mostraron un consumo menor (14.3%).
Otro factor que influye en el consumo de alcohol entre adolescentes es el índice de bienestar
de su comunidad. Los adolescentes que viven en zonas con un índice de bienestar alto
presentan una tasa de consumo más alta (23.7%) en comparación con aquellos que viven en
zonas con un índice bajo (16.7%). En términos de ubicación geográfica, el consumo es mayor
en áreas urbanas (21.9%) y metropolitanas (20.8%), mientras que en zonas rurales es menor
(18.7%).
Causas
El consumo de alcohol en adolescentes en México se presenta como un problema multifacético
y preocupante, con raíces en diversos factores sociales, culturales, económicos, ambientales,
psicológicos y educativos.
Factores culturales y sociales: La tradición cultural de México incluye la presencia del alcohol
en celebraciones y eventos sociales, lo que puede normalizar su uso entre los jóvenes.
Además, la presión de grupo, la influencia de campañas publicitarias y la presencia de modelos
a seguir que consumen alcohol pueden contribuir a su uso entre los adolescentes. También se
observa que el fácil acceso a bebidas alcohólicas debido a la falta de restricciones efectivas
facilita su obtención.
Factores ambientales: Los adolescentes están expuestos a una cultura en la que el consumo
de alcohol es común en celebraciones y eventos sociales. La accesibilidad generalizada al
alcohol y la presión de grupo son factores ambientales que pueden contribuir al consumo de
alcohol en los adolescentes. Además, la falta de programas educativos efectivos y el entorno
familiar pueden tener un impacto significativo en el comportamiento de los adolescentes.
Factores psicológicos: Los adolescentes pueden recurrir al alcohol como una forma de afrontar
problemas emocionales, traumas o problemas de salud mental, como la depresión o la
ansiedad. La impulsividad y la búsqueda de emociones intensas también pueden influir en el
consumo de alcohol entre los adolescentes.
Factores educativos: La falta de educación sobre los riesgos del consumo de alcohol y una
cultura escolar permisiva pueden dejar a los adolescentes desinformados sobre los peligros
asociados con el alcohol. La presión académica, el acoso escolar y la falta de actividades
extracurriculares positivas también pueden contribuir a que los adolescentes busquen el alcohol
como medio de escape.
Consecuencias
El consumo de alcohol entre adolescentes puede tener graves consecuencias en varios
aspectos de sus vidas, incluidos la salud física y mental, las relaciones personales, el
rendimiento académico y sus perspectivas futuras.
Problemas físicos: El consumo excesivo de alcohol puede causar daño al hígado, pancreatitis,
problemas cardiovasculares, gastrointestinales y deficiencias nutricionales. También puede
aumentar el riesgo de desarrollar varios tipos de cáncer, afectar el sistema inmunológico, dañar
los riñones y aumentar el riesgo de osteoporosis y otros problemas óseos.
Problemas sociales: Los adolescentes que consumen alcohol pueden experimentar conflictos
familiares, desvinculación social, problemas académicos, comportamientos delictivos y
problemas en las relaciones con compañeros. También pueden verse involucrados en
conductas riesgosas, problemas legales y estigmatización social.
Problemas económicos: Los adolescentes que abusan del alcohol pueden enfrentar costos
personales significativos, como problemas laborales futuros, problemas legales y gastos
médicos. El alcoholismo puede afectar negativamente el rendimiento académico, lo que podría
limitar sus perspectivas económicas futuras.
Tratamiento
El tratamiento del consumo de alcohol en adolescentes generalmente comienza con un
programa de desintoxicación bajo supervisión médica, que suele durar de 2 a 7 días. Durante
este proceso, pueden administrarse sedantes para aliviar los síntomas de abstinencia.
Posteriormente, se desarrolla un plan de tratamiento que incluye metas, técnicas de cambio de
comportamiento, asesoramiento individual y grupal, y atención de seguimiento.
El asesoramiento psicológico es una parte crucial del tratamiento, que ayuda a los
adolescentes a comprender mejor su problema con el alcohol y a respaldar su recuperación. La
terapia familiar o de pareja también puede ser beneficiosa, ya que el apoyo familiar juega un
papel fundamental en el proceso de recuperación.
Educación temprana: Proporcionar información precisa sobre los riesgos del consumo de
alcohol en entornos educativos desde una edad temprana.
Participación de los padres: Fomentar la comunicación abierta entre padres e hijos sobre el
alcohol y establecer expectativas claras en el hogar.
Límites en la disponibilidad del alcohol: Establecer controles sobre la disponibilidad del alcohol
en el hogar, evitando que los adolescentes tengan acceso a él.
Sensibilización sobre la presión de grupo: Educar a los adolescentes sobre la presión de grupo
y brindarles estrategias para resistir la influencia negativa.
Acciones a nivel comunitario: Colaborar con la comunidad para organizar eventos y campañas
que desalienten el consumo de alcohol en adolescentes.
Restricciones legales: Reforzar y hacer cumplir las leyes que prohíben la venta de alcohol a
menores y establecer sanciones para quienes incumplan estas leyes.
Programas de mentoría: Implementar programas que conecten a adolescentes con adultos
responsables que puedan brindarles orientación y apoyo.
Acceso a servicios de salud mental: Asegurar que los adolescentes tengan acceso a servicios
de salud mental para abordar problemas subyacentes que puedan contribuir al consumo de
alcohol.