Está en la página 1de 2

Contra el presentismo

La historia, como disciplina, está (casi) completamente politizada. No se trata


solamente de un sesgo ideológico, sino más bien de uno que solo se interesa en
la historia para dar con las claves que iluminen los aspectos del presente. Pero
el pasado no es nunca lineal; tampoco redondo: su estudio riguroso es un
antídoto frente al adanismo que promueve la política contemporánea.

Ricardo Dudda (https://ethic.es/2022/08/contra-el-presentismo/)

«Todos los partidos se ocupan del pasado en función de sus intereses en el presente. No hay un interés
en el pasado si no es para utilizarlo en la lucha política del presente», dijo poco antes de fallecer el
historiador Santos Juliá en una entrevista publicada por Letras Libres. No es algo exclusivo de los
partidos políticos. La historia, como disciplina, está casi completamente politizada. Y no me refiero
solo a un sesgo ideológico o partidista; es más bien un sesgo presentista. Si nos interesa el siglo XX es
solo para encontrar claves para nuestro presente. Pero lo mismo pasa con siglos pasados.

En un excelente artículo en Perspectives on History, la revista de la American Historical Association, James


H. Sweet critica cómo el presentismo ha permeado incluso el estudio de la historia previa al siglo XX:
hay un intento por estudiar el pasado solo para iluminar aspectos del presente.

Lo vimos en España con la polémica sobre la espada de Bolívar. Nos interesa poco conocer la
complejidad del personaje, que su biógrafo John Lynch define como «un hombre extraordinariamente
complejo, un liberador que desdeñaba el liberalismo, un soldado que menospreciaba el militarismo, un
republicano que admiraba la monarquía». Lo importante no es cómo era realmente, sino cómo puedo
usar hoy su figura para ganarle un punto al adversario. Se mezclan el oportunismo político e ideológico
con la estrechez de miras.

Sweet habla del caso estadounidense, pero es bastante aplicable a Europa y España. Como dice,
«padecemos una sobreabundancia de historia, no como método o análisis, sino como una sucesión de
argumentos anacrónicos que sirven para la competición partidista». Su defensa de la historia como
disciplina libre de las ataduras y limitaciones del presente es brillante: «Las cuestiones históricas suelen
emanar de las preocupaciones del presente, pero el pasado interrumpe, desafía y contradice el
presente de forma imprevisible. La historia no es una herramienta heurística para articular un futuro
ideal imaginado. Es más bien una forma de estudiar el proceso desordenado y desigual de cambio a lo
largo del tiempo».

obvio que, por ejemplo, nos interesa hoy la figura de Erauso, el soldado trans español que luchó en las
Américas en el siglo XVII, porque estamos cada vez más concienciados con la realidad trans. Al mismo
tiempo, sería un error analizar su figura solo desde ese plano y olvidar que era un producto de su época.
Sí, nació como Catalina y murió como Antonio, pero también fue un sanguinario colonizador. La historia
no es nunca lineal; tampoco es redonda. El estudio riguroso del pasado es un antídoto frente a la
infantilización y el adanismo que promueve la política contemporánea.studiar el proceso desordenado
y desigual de cambio a lo largo del tiempo».

También podría gustarte