El concepto de profesión ha evolucionado a través del tiempo como producto
del desarrollo histórico de la sociedad. Los antecedentes sobre el origen de este concepto se encuentran en antiguos textos hebreos, en donde se señala que esta palabra era usada con relación a las funciones sacerdotales, los negocios en servicio del rey o los negocios de un funcionario real. Sin embargo, su sentido actual se remonta a la sociedad industrial, en donde los procesos de industrialización y división del trabajo obligaron a la incorporación de personas con conocimientos y habilidades para realizar tareas especializadas, a quienes se les denominaba profesionales. El proceso de globalización, las exigencias de la competencia de mercado, el avance de la ciencia, la tecnología y el conocimiento, como elemento principal del sistema productivo, obligan a incorporar al sistema productivo a personas altamente calificadas, generando modos específicos de formación, certificación y evaluación de sus competencias. En este contexto, una profesión es una actividad especializada dentro de la sociedad, requiere de un conocimiento especializado, una formación de alto nivel, organización y control sobre las capacidades y contenidos de la formación, altruismo, espíritu de servicio a la comunidad y elevadas normas éticas. Generalmente, se refiere a una facultad o capacidad adquirida, tras un aprendizaje, en un centro de formación profesional o en una universidad. Concepto de formación profesional Cuando se utiliza el término “formación” acompañado del adjetivo “profesional”, se está haciendo referencia a un tipo de formación que tiene por finalidad principal preparar a las personas para el trabajo. Esta es, seguramente, la definición más simple y más comúnmente utilizada de formación profesional. Para comprender su trascendencia social y económica es necesario realizar algunas precisiones: • La formación profesional es una actividad de tipo educativo, porque se orienta a desarrollar capacidades, actitudes y conocimientos necesarios para desempeñarse en un puesto de trabajo determinado, una ocupación o un área profesional. Actúa, a su vez, de forma complementaria a las otras formas de educación, formando a las personas no solo como trabajadores, sino también como ciudadanos. • La formación profesional es una actividad vinculada a los procesos de transferencia, innovación y desarrollo de tecnología, porque las instituciones de formación profesional tienen como finalidad la investigación tecnológica, y el proceso de formación de sus estudiantes implica, de por sí, un tipo de transferencia de sus investigaciones e innovaciones a los trabajadores, y a través de ellos, a las empresas, constituyéndose la formación profesional en una herramienta estratégica para el desarrollo y la innovación de la empresa. • La formación profesional es un hecho laboral, porque posee un lugar indiscutible dentro de las relaciones de trabajo. Ésta concita el interés creciente de gobiernos, empresarios y trabajadores, en la medida que se percibe cada vez con mayor claridad la importancia de su aporte a la generación de oportunidades de empleo, elevación de la productividad, mejora de la calidad y competitividad de las empresas. De forma resumida, podríamos decir que la formación profesional es una actividad educativa que se orienta a desarrollar capacidades, actitudes y conocimientos necesarios para el desempeño calificado en un puesto de trabajo u ocupación. Posee componentes de formación general, formación específica y formación en tecnologías de base, que permiten desarrollar capacidades para producir bienes o prestar servicios, enfrentar los avances de la ciencia y la tecnología, y los cambios que éstas producen en los procesos productivos. La evolución del concepto de formación profesional en la normativa internacional del trabajo En 19319, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), a través de su Recomendación 57, decía que: “La expresión formación profesional designa todos los modos de formación que permitan adquirir o desarrollar conocimientos técnicos y profesionales, ya se proporcione esta formación en la escuela o en el lugar de trabajo”. • Posteriormente, se constata una evolución del concepto de formación profesional, por el cual se deja de considerarla como un fin en sí misma y se la pasa a ver como un medio o herramienta, no solo orientada hacia el empleo, sino también al desarrollo de capacidades y aptitudes más amplias. • En 1962, la Organización Internacional del Trabajo, a través de su Recomendación 117, expresaba que: “La formación no es un fin en sí misma, sino un medio de desarrollar las aptitudes profesionales de una persona teniendo en cuenta las posibilidades de empleo y de permitirle hacer uso de sus capacidades como mejor convenga a sus intereses y a los de la comunidad; la formación debería tender a desarrollar la personalidad, sobre todo cuando se trata de adolescentes”. • En 1975, la Conferencia Internacional del Trabajo de la OIT adoptó la Recomendación 150, la que denota una concepción aún más ambiciosa de la formación profesional. Considera a la orientación y a la formación profesional como un conjunto integral de acciones, y las vincula directamente a las restantes formas de educación. En tal sentido, la formación profesional ya no se orienta exclusivamente a lo productivo y laboral, sino a todo el medio social ampliamente considerado: “A efectos de la presente Recomendación, la calificación profesional de los términos orientación [y formación] significa que tienen por objeto descubrir y desarrollar las aptitudes humanas para una vida activa productiva y satisfactoria, y en unión con las diferentes formas de educación, mejorar las aptitudes individuales para comprender, individual o colectivamente, cuanto concierne a las condiciones de trabajo y al medio social, e influir sobre ellos”. • En la Conferencia Internacional del Trabajo de la OIT del año 2000, se realizó la revisión de las normas internacionales sobre formación y orientación profesional, y en su Resolución sobre el Desarrollo de los Recursos Humanos (junio de 2000), entre otros puntos, se expresa que: - No solo las personas y las empresas se benefician de la formación, sino que también lo hacen la economía y la sociedad en general. La formación pone de relieve los valores fundamentales de una sociedad de equidad, justicia, igualdad de trato entre hombres y mujeres, no discriminación, responsabilidad social y participación. - La formación (junto a la educación) son componentes de una respuesta económica y social a la mundialización. - La formación (y la educación) no resuelven por sí mismas el problema del empleo, pero contribuyen a mejorar la empleabilidad de las personas en unos mercados internos y externos que cambian rápidamente. - La formación profesional ha de estar integrada y articulada con las políticas económicas, de empleo y de otra naturaleza. - La educación y la formación constituyen un derecho para todos. - Los interlocutores sociales deberían fortalecer el diálogo social sobre la formación, compartir responsabilidades en la formulación de políticas de formación y educación, y concertar acciones, entre ellos o con los gobiernos, para invertir en la formación, planificarla y llevarla a cabo. Características de la formación profesional Los rasgos que caracterizan actualmente a la formación profesional son los siguientes: a) La formación profesional se ha transformado en un factor de suma importancia para organizar y gestionar la producción en el trabajo. El conocimiento se ha constituido en el elemento principal de la actividad productiva, permitiendo a la formación profesional convertirse en el vehículo privilegiado para acceder a dicho conocimiento, para poder aplicarlo, crítica y creativamente, en la solución de los problemas y crecimiento de las empresas. b) La formación profesional ya no se encuentra dirigida a calificar para el desempeño en un puesto de trabajo específico, sino que se orienta a entregar y potenciar capacidades aplicables a una variedad de situaciones laborales y áreas ocupacionales. Con el incesante avance de la ciencia y tecnología, y los cambios que éste produce en la organización del trabajo y de la producción, los trabajadores difícilmente permanecen en la misma función y/o realizando las mismas tareas. Cada vez más, se movilizan por las distintas fases del proceso de producción y asumen mayores niveles de responsabilidad. Para enfrentar con éxito estos cambios, los trabajadores requieren de capacidades más amplias que le permitan aprender de manera permanente, y poseer una sólida formación en tecnologías de base (principios científicos y tecnológicos) para comprender y adaptarse a las innovaciones tecnológicas. c) La formación profesional ya no se concibe como una etapa terminal y previa al desempeño profesional, sino como parte de un proceso permanente de formación a lo largo de la vida de las personas. La movilidad profesional dentro de las organizaciones productivas y los rápidos cambios tecnológicos obligan a los trabajadores a actualizarse permanentemente, e incluso, a reconversiones laborales drásticas. d) La formación profesional es responsabilidad de diversos actores (empresarios, trabajadores, docentes, Estado y gobiernos regionales) y es asumida como un desafío de toda la sociedad. En la medida en que se entienda que la educación es una variable importante del desarrollo económico y social de un país, la formación profesional requerirá de la participación activa de empresarios, trabajadores, docentes, Estado y gobiernos (regionales, provinciales y distritales), quienes deben participar en la formulación de los lineamientos de política de la formación profesional, los perfiles profesionales, diseños curriculares y la certificación profesional.