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1 author:
Adrià Moreno
University of Granada
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All content following this page was uploaded by Adrià Moreno on 22 October 2023.
Resumen................................................................................................................................................................................................................ 0
1. Introducción....................................................................................................................................................................................................... 2
2. Breve aclaración conceptual y terminológica....................................................................................................................................................5
3. Historia y génesis del movimiento obrero y sindical peruano...........................................................................................................................8
3.1. Contexto político, económico y social del Perú a comienzos del siglo XX.......................................................................................... 8
3.2. Sindicalismo, movimiento obrero y movimiento estudiantil...............................................................................................................12
3.3. “El problema indio” y la organización indígena en el primer cuarto de siglo.....................................................................................25
4. La irrupción del APRA y el populismo en el Perú de la década de 1930........................................................................................................37
4.1. La gestación de la Alianza Popular Revolucionaria Americana..........................................................................................................37
4.2. El APRA frente a los regímenes de Sánchez Cerro y Benavides........................................................................................................ 45
5. Ejes centrales de la polémica entre Mariátegui y Haya de la Torre y divergencias fundamentales entre el marxismo mariateguiano y el
aprismo................................................................................................................................................................................................................ 50
5.1. Polémica por la conversión del APRA en Partido y las contrapuestas concepciones del imperialismo en Haya de la Torre y
Mariátegui...................................................................................................................................................................................................51
5.2. Impacto de la Revolución Mexicana y concepción de la revolución democrático-burguesa.............................................................. 56
5.3. El “problema indio” en Haya de la Torre y Mariátegui.......................................................................................................................63
6. La construcción del Partido Socialista del Perú y el Partido Comunista.........................................................................................................67
6.1. Orígenes del Partido Socialista, primer “partido comunista” peruano................................................................................................ 67
6.2. El Partido Comunista del Perú y el MOS en la década de 1930..........................................................................................................74
6.3. El giro reformista y seguidista del PCP............................................................................................................................................... 81
7. Las disputas en torno a Mariátegui y las interpretaciones del "mariateguismo"............................................................................................. 88
7.1. Las críticas de sus contemporáneos a los “Siete ensayos”….............................................................................................................. 93
7.2. Mariátegui, ¿populista o marxista? Polémica Juan Vargas - Carlos Manuel Cox............................................................................... 96
7.3. ¿Fue Mariátegui marxista-leninista? El artículo de V. M. Miroshevski y las réplicas de Jorge del Prado y Moisés Arroyo Posadas99
7.4. Mariátegui, Trotsky y el trotskismo...................................................................................................................................................101
7.5. Dimensión de las influencias del “neohegelianismo italiano” y el sorelismo en Mariátegui............................................................104
7.6. Mariátegui y la cuestión de la mujer..................................................................................................................................................109
7.7. La defensa mariateguiana del marxismo frente al revisionismo y la reacción.................................................................................. 115
7.8. La reinterpretación maoísta de Mariátegui (I)................................................................................................................................... 121
7.9. La reinterpretación maoísta de Mariátegui (II)..................................................................................................................................131
7.10. El "mariateguismo" de Aníbal Quijano........................................................................................................................................... 137
8. Reflexiones y conclusiones............................................................................................................................................................................142
9. Bibliografía, referencias bibliográficas y videografía................................................................................................................................... 146
I. APÉNDICE.................................................................................................................................................................................................... 166
A. Índice de siglas y abreviaturas............................................................................................................................................................. 166
B. Revistas y periódicos nombrados o citados......................................................................................................................................... 171
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
Resumen
El presente trabajo constituye un estudio exhaustivo sobre las luchas sociales y políticas en el
Perú, con especial énfasis en el desarrollo del socialismo peruano y en las diferencias
fundamentales entre la corriente marxista revolucionaria, cuyo máximo exponente fue José
Carlos Mariátegui, y el populismo de izquierdas de Víctor Raúl Haya de la Torre y el APRA.
A lo largo de todo el trabajo, exponemos y revalorizamos las ideas y trayectoria de
Mariátegui y su trascendencia, así como la evolución del partido fundado por él. Para ello,
estudiamos el estado de la cuestión y las formas en qué el pensamiento del amauta ha sido
interpretado, reivindicado e incluso distorsionado.
Palabras clave: José Carlos Mariátegui; Historia contemporánea del Perú; Socialismo;
Comunismo; Populismo; Perú en el siglo XX; Partido Socialista del Perú; Partido Comunista
Peruano; Alianza Popular Revolucionaria de América; Ayllu; Problema indígena; APRA;
PSP; PCP; Komintern; Oncenio de Leguía; Tercer militarismo
1
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
1. Introducción
El presente Trabajo Final de Máster (TFM) constituye una investigación exhaustiva sobre la
historia del movimiento obrero y sindical y otras luchas sociales en el Perú y sobre la
intervención de José Carlos Mariátegui (1895-1930) en estos procesos, además de una
síntesis de los grandes debates, semejanzas y divergencias de la “izquierda revolucionaria” o
el movimiento socialista peruano durante el primer cuarto del siglo XX. El objetivo principal
de este proyecto es tratar de resolver algunas incógnitas sobre la peculiaridad de las primeras
etapas del desarrollo del movimiento socialista y comunista en el Perú, contribuyendo con
ello a perfilar un retrato lo más completo posible de la personalidad de Mariátegui, “el
amauta” 1, tanto en su papel de dirigente en la organización política y sindical de las clases
populares, como a la trascendencia de sus ideales y compromiso con la emancipación del
proletariado, además, de como catalizador de las “masas indo-campesinas” del Perú y
articulador de las editoriales más vanguardistas de la intelectualidad de su tiempo en
Latinoamérica.
Advertimos con antelación que este TFM, a pesar de la alusión constante a eventos de gran
trascendencia internacional, está muy focalizado en la historia del Perú como acotado marco
espacial, en detrimento de una aproximación general al contexto político latinoamericano,
siquiera sudamericano, o de una "historia comparada" con otro país de la región, ya que esto
nos hubiera desviado demasiado de nuestros objetivos y posibilidades.
Desde un enfoque crítico que parte de las más variadas fuentes primarias y secundarias, y con
una metodología ensayística que abarca los campos de la historiografía, los estudios
culturales y la historia de la filosofía, analizaremos las vicisitudes del desarrollo del
movimiento marxista autóctono y el crecimiento del populismo aprista en el Perú, dos
procesos que consideramos mutuamente excluyentes y antagónicos. Por ello, pondremos
énfasis en las diferencias estratégicas y teóricas entre las distintas sendas y corrientes
políticas e ideológicas, principalmente entre el marxismo o marxismo-leninismo y el
populismo y la socialdemocracia. Con el fin de evitar incurrir en una historiografía focalizada
exclusivamente en las “grandes personalidades” o instituciones, durante todo el ensayo
complementaremos el estudio de la vida y obra de los dirigentes más visibles de la izquierda
1
No hay una forma estandarizada para emplear este sobrenombre. Normalmente se usa “El Amauta” o
“Amauta” con la primera letra en mayúscula y sin cursivas, pero nosotros lo escribimos en minúsculas para
diferenciarlo de la revista homónima.
2
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
revolucionaria o transformadora peruana del primer cuarto del siglo XX (desde la década de
1900 hasta el término de la década de 1930) con un recorrido sobre las luchas más destacadas
de las clases laboriosas peruanas, la forja de sus organizaciones independientes y la opresión
y represión ejercidas sobre la mayoría social y contra el MOS por los gobiernos del civilismo,
el leguiísmo y los regímenes de Sánchez Cerro y Benavides. Tras presentar detalladamente el
contexto social y político en los que surgen las nuevas fuerzas de izquierdas y populares,
confrontaremos los fundamentos doctrinarios, programáticos y organizativos del
socialismo-comunismo peruano de las postrimerías de los años 20 con los ideales, tácticas y
estrategias del aprismo de Haya de la Torre, uno de los primeros movimientos populistas
transnacionales en América Latina. En este ensayo estudiaremos la complejidad de la
trayectoria y el pensamiento de ambos ideólogos (especialmente del primero) en relación a
sus respectivos movimientos políticos y sociales; abordaremos sus famosas “polémicas” e
indagaremos en las influencias y referentes teóricos y políticos de cada uno, así como la
relación peculiar que tanto el APRA, como el Partido Socialista - Partido Comunista llegaron
a tener con los dirigentes latinoamericanos de la Internacional Comunista en los años 20 y 30,
respectivamente. Además, analizaremos con particular atención la evolución del comunismo
peruano entre 1930 y 1980.
3
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
Este ensayo viene motivado por un interés previo y personal por la figura del autor de los 7
ensayos, y más allá de constituir una revisión historiográfica, tiene la pretensión de
revalorizar la vigencia y originalidad de muchas claves del pensamiento mariateguiano, las
cuales deberían resultar útiles para la articulación de movimientos políticos y sociales en el
presente, muy particularmente en Latinoamérica, teniendo en cuenta la persistencia de
muchos de los problemas estructurales enunciados, denunciados y combatidos en la práctica
por el socialista moqueguano.
4
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
5
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
Las fórmulas populistas clásicas, así como el llamado Socialismo del siglo XXI de nuestros
días, difieren radicalmente no sólo de las tácticas y estrategias del leninismo, sino de las
premisas más esenciales y fundamentales de la cosmovisión marxiana y engelsiana.
Entendemos que, a pesar de referenciarse en algunos aspectos en el marxismo y de emplear
en ocasiones una retórica revolucionaria o gestos hacia los fundadores del socialismo
científico, los “socialismos populistas” son movimientos reformistas o “revisionistas”
(revisionistas respecto a los postulados marxistas)8, que aspiran a la toma del estado burgués
(por medio del electoralismo o, en ocasiones, golpes de estado) y a la instauración de un
capitalismo de Estado más o menos dirigista e intervencionista en la economía (y en otros
6
LACLAU, Ernesto. 2005. La razón populista. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
7
DIETERICH, Heinz, El socialismo del siglo XXI, Prólogo a la edición mexicana.
8
El revisionismo es un concepto que designa originalmente a algunas tendencias políticas “oportunistas” y
reformistas surgidas a finales del siglo XIX y a principios XX en el seno de la socialdemocracia (siendo las
primeras las encarnadas por Eduard Bernstein, Fritz Adler y Jean Jaurès y luego el austromarxismo de Otto
Bauer, aunque también devino revisionista el “marxismo ortodoxo” de Kautsky), las cuales se proponían
“enmendar” o “revisar” las bases filosóficas o premisas elementales del socialismo científico marxiano y el
materialismo dialéctico. El revisionismo promulgaba y promulga el “camino al socialismo” por medio de
reformas graduales paulatinas dirigidas desde arriba por el Estado capitalista conquistado “democráticamente”
por ejemplo mediante unas elecciones, negando la necesidad o viabilidad de la revolución violenta. Desde el
marxismo-leninismo son concebidos como “revisionistas” o “liquidacionistas” todos los ideólogos, movimientos
y partidos políticos autodenominados marxistas que reniegan de la necesidad de un disciplinado partido
comunista de vanguardia y que se oponen a la revolución socialista, la destrucción del estado burgués y el
establecimiento de la dictadura del proletariado. También serían revisionistas aquellos que condenan sin reparos
e impugnan en su totalidad el modo en que se llevó a cabo la “construcción del socialismo” bajo el liderazgo de
Lenin (y de Stalin, Mao o Hoxha, en el caso de los seguidores de cada uno de éstos). Si para el marxismo
“clásico” el revisionismo está representado por corrientes “socialistas” reformistas y antirrevolucionarias que en
menor o mayor grado aceptan la democracia liberal y el parlamentarismo, para aquellos que se reivindican ML
pueden ser también revisionistas el “socialismo democrático” (en sus distintas expresiones), el browderismo, la
URSS post-Stalin, el titoismo, el eurocomunismo, los movimientos socialistas “nacionalistas” o incluso el
castrismo y el guevarismo. A menudo es un cajón de sastre y un mero insulto que se lanzan entre sí individuos u
organizaciones que difieren realmente en pocos postulados.
6
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
ámbitos de la sociedad) para intentar paliar los efectos más adversos del capitalismo. El
populismo de izquierdas, por lo general, reconoce la lucha de clases pero abomina de ella o la
supedita a otras contingencias, pretende superarla mediante el nacionalismo y predica la
conciliación o armonización clasista para atenuar las diferencias socioeconómicas y se opone
a la instauración de la “dictadura del proletariado”; apela como sujeto político a las clases
trabajadoras (con énfasis en el campesinado y las “clases medias” en el populismo clásico)
pero también a sectores de la burguesía; aplica fórmulas corporativistas y reconoce, al tiempo
que impulsa nacionalizaciones y cooperativas obreras, el derecho la propiedad privada de los
medios de producción (subordinándola, al menos teóricamente, al “bien común”). El
“socialismo populista” opone en la práctica el “nacionalismo de izquierdas” al
internacionalismo proletario: la nación es su prioridad y el único objetivo, todo lo demás
(incluida la justicia social) dimana y se subordina a ella. Estas corrientes niegan o desconocen
la teoría leninista del imperialismo (reemplazándola por la lucha de pueblos), se encuadran en
teorías de multipolaridad y a menudo personifican el “imperialismo” en una sola potencia o
bloque capitalista (comúnmente se entiende por antiimperialismo lo que es en realidad mero
antiamericanismo) o utilizan el concepto como un sinónimo del colonialismo o la agresión
militar directa. El populismo izquierdista puede tomar categorías del materialismo histórico y
el materialismo dialéctico (normalmente a través del filtro de Marta Harnecker, en el caso del
Socialismo del Siglo XXI), pero generalmente niega algunas de las premisas materialistas y
las reemplaza por filosofías de la historia ajenas al marxismo. Por consiguiente, creemos que
los postulados de la izquierda populista y una cosmovisión y práctica marxista son
irreconciliables, ergo cuando un partido autodenominado comunista asume el marco y las
lógicas populistas es inconsecuente con el ideal socialista científico.
7
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
3.1. Contexto político, económico y social del Perú a comienzos del siglo XX
9
BASADRE GROHMANN, Jorge Alfredo, “SEXTO PERÍODO: La República Aristocrática (1895-1919)”,
Historia de la República del Perú, Tomo 15. Lima: Producciones Cantabria, 2014 [1969], pp. 52-72.
10
Entre los críticos del concepto de la “República Aristocrática” figuran Alfonso Quiroz y Felipe Portocarrero.
Para Quiroz, la clase dominante peruana de ese período era predominantemente burguesa -y no aristocrática- en
su origen social e ideales, así como en la gestión de los negocios. Portocarrero desarrolló estudios sobre la
complejidad de las redes de poder, cuestionando que la élite gobernante fuera realmente tan minúscula como se
estimaba. Fuente: CONTRERAS, Carlos y CUETO, Marcos, “El Perú de la “República Aristocrática””, Historia
del Perú contemporáneo, Lima: IEP, 2013 (5a edición), pp. 205-240.
8
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
11
Entendemos por “capital financiero” la fórmula que define la fusión entre el capital industrial o comercial y el
capital bancario.
12
Según el censo de 1876 un 57,9% de la población peruana (supuestamente 1,562,910 personas de entre
2,699,106 habitantes) era indígena o amerindia, aunque entonces, al no haber sido introducida la
autoadscripción, no se establecían diferencias entre las distintas etnias y minorías raciales indígenas. La
población mestiza constituiría el 24,80% del total, la “raza blanca” el 10,04%, la negra el 1,94% y la “asiática”
el 1,89%. Cuando se realizó el siguiente censo, en 1940, el Perú, a pesar del exponencial crecimiento
demográfico (con un total de 7’023,111 censados), seguía siendo un país eminentemente rural y la mayor parte
de la población habitaba en las “provincias”: el 65% de los peruanos vivían en la Sierra, el 28,3% en la Costa y
un 6,7% en la Selva. En 1940 las “razas” se reducirían a 5: blancos y mestizos (52%), “indios” (46%),
“amarillos” (0,68%) y negros (0,47%). Con el tiempo, la tendencia marcaría un progresivo éxodo rural, un
crecimiento exponencial de la colonización de la amazonía y una concentración mayoritaria en la Costa.
Fuentes: Instituto Nacional de Estadística e Informática, “Estadísticas demográficas”, Estadísticas del
Bicentenario, Lima: INEI, junio de 2021, pp. 106-121 y GOTTENBERG, Paul, Población y etnicidad en el
Perú republicano (siglo XIX): algunas revisiones, Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP), 1995
13
El “genocidio del Putumayo” es un término historiográfico que alude a las masacres, el etnocidio y la
imposición de esclavitud forzada contra poblaciones amerindias de la amazonía en la zona entre el río Putumayo
y el Caquetá, transcurrido oficialmente entre 1879 y 1912. El genocidio y los crímenes de lesa humanidad contra
las comunidades amazónicas, motivados por los intereses extractivistas, fueron perpetrados principalmente por
la Peruvian Amazon Company y las empresas caucheras colombianas con la complicidad de los estados peruano
y colombiano. Los ecos del genocidio y la aculturación continuaron hasta la década de 1930.
9
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
sociales de las clases subalternas eran negados y reprimidos con violencia (amparados en las
restrictivas constituciones de 1860 y 1867) y el autoritarismo del conservador y plutocrático
Partido Civil, en el poder desde 1899, constituía un gran freno para el progreso social de las
clases trabajadoras. Por su propia estructura y carácter de clase (a merced de la gran
burguesía, los terratenientes y el capital británico y estadounidense), las masas campesinas y
el incipiente proletariado estaban políticamente excluidos de la involucración política tanto
de la administración del Estado central oligárquico como de la vida política “caciquil” local
en las provincias.
14
GONZALES, Osmar, “Los orígenes del populismo latinoamericano. Una mirada diferente” en Cuadernos del
CENDES, Vol. 24, Nº 66, tercera época, septiembre-diciembre de 2007, pp.85-87.
15
MARIÁTEGUI, José Carlos, “Antecedentes y desarrollo de la acción clasista” en MARTÍNEZ DE LA
TORRE, Ricardo, Apuntes para una interpretación marxista de la historia social del Perú, tomo II, Lima, 1948.
10
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
apoyos y la férrea oposición del Congreso). Como ocurre habitualmente, las crecientes
demandas de la clase obrera movilizada y radicalizada encontraron un techo que abrirá una
fractura entre los sectores populares y los “representantes” reformistas del gobierno
Billinghurst. Este, a su vez, se hallaba acorralado por las presiones de las élites y las pugnas
con un Congreso que se percibía amenazado por la concentración de poder supuestamente
“anticonstitucional” del Presidente.16 La breve experiencia del billinghurstismo (un
paréntesis en las décadas de “reemergencia” del civilismo) terminaría con un golpe de
estado17, el “pronunciamiento” del coronel Óscar R. Benavides (1876-1945), que derrocó
violentamente al presidente reformista a principios de febrero de 1914, clausuró las
“secciones obreras” e intentó restablecer el orden anterior. Después de la Primera Guerra
Mundial, las pugnas entre las facciones de la burguesía y el estamento aristocrático se
suavizaron, favoreciendo el terreno para un nuevo escenario político y delimitando más
claramente la lucha de clases entre trabajadores y las clases altas más o menos reconciliadas.
Tras 5 años de inestabilidad política, el 4 de julio de 1919 Augusto Bernardino Leguía,
respaldado por gendarmes y militares que habían iniciado una rebelión en el Callao, encabezó
un golpe de estado contra el civilista José Pardo y tomó el Palacio de Gobierno antes de que
el candidato electo pudiera ser investido por el Congreso, contando para ello con el apoyo del
militarista Partido Constitucional y de importantes sectores demócratas. La legalidad a la que
Leguía puso fin se había basado en un “turnismo” entre los principales partidos, que no era
más que el parapeto tras el que se encastillaba el caciquismo clásico de los grupos
oligárquicos tradicionales, mientras que el nuevo sistema de gobierno se definiría como un
proyecto “modernizador” (en clave positivista y burguesa) y sin ninguna duda tendría un
carácter marcadamente autoritario y centralista, aunque en términos gramscianos también se
podría hablar de una “revolución pasiva”.18 Bajo la égida de Leguía y el Partido Democrático
16
Como veremos más adelante, el enfrentamiento entre el Poder Ejecutivo y el Congreso siempre ha sido una
constante en la historia del Perú, siendo algo tan familiar para el país como los golpes de estado, los autogolpes
y el protagonismo institucional de las Fuerzas Armadas, favorecidos normalmente por esta dialéctica.
17
Resulta paradójico, pero relativamente habitual en Latinoamérica y España, que los organizadores de un golpe
de estado justifiquen la interrupción del desarrollo constitucional porque a su juicio el gobierno ha actuado de
manera ilegítima. Véase la justificación de la ruptura del orden constitucional chileno en 1973 –el más estable y
antiguo de toda América Latina– por una supuesta desviación de la legalidad llevada a cabo por el gobierno de
Salvador Allende y la Unidad Popular.
18
Según el historiador Sergi Jiménez Viader, “La revolución pasiva es un proceso bajo el cual la clase
dominante absorbe algunas de las reivindicaciones de las masas populares para frustrar o impedir la revolución,
haciendo que el movimiento revolucionario acepte su incapacidad de transformar la sociedad y acabe siendo
integrado en el sistema. Es decir, la sublevación iniciada por las masas es respondida por parte del grupo
dirigente mediante un “reformismo atemperado”, por “pequeñas dosis”, evitando la participación de las propias
masas en todo este proceso.” Fuente: JIMÉNEZ VIADER, Sergi, “Gramsci presente: una aproximación a los
conceptos de crisis orgánica y revolución pasiva para entender la situación política del Reino de España”.
Revista Humanitats, Nº 5, 2021, pp. 17-20.
11
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
Por lo que respecta a la organización independiente del proletariado urbano y rural, podemos
decir que, indudablemente, la primera etapa del movimiento obrero en sus vertientes
organizadas más radicales estuvo fuertemente marcada y orientada por el pensamiento y la
dirección de Manuel González Prada (1844-1918), un influyente intelectual y agitador limeño
que se erigiría como portavoz y representante del anarquismo latinoamericano en los
primeros años del siglo XX. Tras su vuelta de Europa en 1898, González Prada, que había
dirigido brevemente el radical Partido Unión Nacional (1891-1902) y ya tenía una cierta
relevancia y proyección como filósofo anticolonial, anticlerical e indigenista (era, además,
uno de los máximos exponentes literarios del modernismo hispanoamericano), se entregó
plenamente a la divulgación del anarcosindicalismo entre 1904 y 1909, contribuyendo
19
El Partido Democrático Reformista (PDR) carecería de fundamentos doctrinarios sólidos y de una orientación
política clara, más allá de su “anticivilismo”. Durante toda su existencia como partido único en el poder, el PDR
funcionaría como un instrumento de Augusto Leguía, sometido a su personalismo, a sus fluctuantes intereses
como mandatario y a una flagrante corrupción..
20
El “capitalismo burocrático” es la fórmula que define al capitalismo monopolista de los países atrasados
ligados a la feudalidad y sometidos al imperialismo, a la gran burguesía y a los grandes terratenientes. A pesar
de aparentar ser “históricamente obsoleto”, en este modelo “anormal” con elementos del Antiguo Régimen el
modo de producción capitalista se impone y rige sobre la base semifeudal y semicolonial. Este sistema no busca
destruir a las antiguas clases sociales (como la terrateniente) o su propiedad, sino transformarla progresivamente
mediante la compra-venta, la “capitalistización” del medio, la fusión con el capital bursátil o incluso,
eventualmente, por medio de expropiaciones y desamortizaciones. En el Perú, encontraría su apogeo en la
primera mitad del siglo XX (iniciándose en 1895 y siendo emblemático del leguiísmo) y se empezaría a
descomponer durante el velasquismo. Fuente: HUAMANI PUMACACHUA, David, El capitalismo
burocrático. Hacia una morfología del atraso, Editoria bubok, 2010.
12
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
notablemente a que esta ideología tuviera cada vez mayor calado en las organizaciones
obreras y difusión en la prensa popular. En esta coyuntura sería significativa la aparición de
publicaciones y boletines de influencia ácrata o anarcosindicalista como Los Parias
(1904-1910), El Hambriento (1905-1910), Simiente Roja (1905-1907) y el más relevante La
Protesta (1911-1926)21, así como de numerosos “Centros de Estudios Sociales”. En 1904
Manuel Caracciolo Lévano, Delfín Lévano y Fidel García Gacitúa fundaron la Unión de
Trabajadores Panaderos (UTP), antecedente directo de la Federación de Panaderos “Estrella
del Perú” (FOPEP): una organización explícitamente anarquista reformulada en 1905 que
aspiraba al “comunismo proletario” y que contó con el aval y la colaboración de González
Prada. El anarquismo peruano de inicios del siglo XX sería muy mutualista, localista y
atomizado, hasta que en 1912-1913 fue constituida en Lima la histórica Federación Obrera
Regional del Perú (FORP). Este será el primer intento de articular una gran federación de
sindicatos, gremios y sociedades de resistencia; será disuelta y luego reconstituida en 1918
como Federación Obrera Local de Lima (FOLL). En esos años el anarcosindicalismo fue
prácticamente la única corriente sindical relevante contrapuesta a los sindicatos “amarillos” o
corporativos, teniendo repercusión no solo en Lima sino también en localidades o distritos
como Huacho, Sayán, Barranca, Trujillo, Chiclayo e Ica. Las organizaciones
anarcosindicalistas se destacaron en la lucha por la reglamentación legal del trabajo de las
mujeres y los niños en 1917, en las protestas de obreros y obreras agrícolas de Huaral,
Barranca, Pativilca y Huacho de 1916 y en distintos focos exigiendo con fuerza la jornada
laboral de 8 horas en 1918 (venían reivindicándola desde 1912-1913, pero por esas fechas
sólo se aplicó a algunos ámbitos como la mano de obra portuaria), siendo finalmente
instituida esta para mujeres y niños en 1918 y en todo el país oficialmente el 15 de enero de
1919, gracias al arrojo de la FOLL y otras organizaciones. La creciente incorporación de las
mujeres en la producción -nunca dejaron de desempeñarse en el medio agrícola ni en los
trabajos de cuidados no reconocidos ni remunerados, pero la integración en la incipiente y
escasa industria llegó a principios del siglo XX- abriría paso a la politización de las
proletarias femeninas, quienes pronto tendrían la posibilidad de afiliarse en los sindicatos y
participar de las luchas colectivas junto al proletariado masculino.22
En 1919 las trabajadoras que participaron de las movilizaciones por el abaratamiento de las
21
DELHOM, Joël, “El movimiento obrero anarquista en el Perú (1890-1930)”, Revista LABOREM, Nº 24, 2021,
pp.367-369.
22
ADRIANZEN, Catalina, “El problema femenino en Mariátegui” en El marxismo, Mariátegui y el movimiento
femenino, Lima: Movimiento Femenino Popular, 1974. Disponible en Marxists Internet Archive.
13
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
14
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
prensa (policiales y de lotería), adoptando el pseudónimo de “Juan Croniqueur”, no lograría un puesto como
redactor hasta 1913. Desde 1914 a 1916 Croniqueur ejerció como cronista hípico, crítico literario y poeta
místico-religioso, colaborando con Mundo Limeño, El Turf y Lulú. También estrenó una obra de teatro, “Las
Tapadas”, la cual fue un fracaso de público y de crítica. Antes de su acercamiento al socialismo y al
sindicalismo revolucionario de Georges Sorel, el joven “Croniqueur” estaba influenciado por la magnética
figura del escritor y político “decadentista” Gabriele D’Annunzio y aspiraba a encontrar su puesto en el
establishment como articulista, aprovechando su formación literaria y poliglosia (a lo largo de su vida,
Mariátegui conoció el inglés, el italiano, el alemán y el francés). La creciente politización de Mariátegui
cristalizaría durante el transcurso de la Primera Guerra Mundial y al calor de la agitación y movilización social
limeña, desarrollándose especialmente durante su estancia en Europa. Fuente: ROUILLON, Guillermo, La
creación heroica de José Carlos Mariátegui. La edad de piedra, Lima: Editorial Arica, 1975.
26
El arielismo fue una destacada corriente intelectual de principios del XX vertebrada por el pensamiento del
uruguayo Enrique Rodó (1871-1917) y su obra magna El Ariel (1900). El arielismo, muy en boga en
Latinoamérica entre los círculos que buscaban desembarazarse de los dogmas positivistas, era caracterizado por
la conjugación entre espiritualismo regeneracionista con un idealismo modernista “antimaterialista”.
27
MARIÁTEGUI, José Carlos, “El proceso de la literatura”, Siete ensayos de interpretación de la realidad
peruana, Barcelona: Linkgua, 2022, p.209.
28
A cien años de “Nuestra Época”, Museo José Carlos Mariátegui, 25 de septiembre de 2018.
15
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
29
Se conoce como “affaire Norka Rouskaya” al “escándalo” en que Mariátegui y otros compañeros intelectuales
(entre los cuales estaba César Falcón) se vieron envueltos tras ser descubiertos la madrugada del 5 de noviembre
de 1917 presenciando la interpretación de la Marcha Fúnebre de Chopin por parte de la bailarina suiza conocida
como “Norka Rosukaya” en el Cementerio General de Lima, por lo cual todos los asistentes, incluyendo la
artista y su madre, fueron arrestados. Rouskaya fue envíada a la cárcel de Santo Tomás, mientras que Mariátegui
y los demás estuvieron detenidos en la cárcel de Guadalupe. Fuentes: El Comercio, 6 de noviembre de 1917 [23
de junio de 2014] y CRONIQUEUR, Juan, “El asunto de Norka Rouskaya. Palabras de justificación y de
defensa”, El Tiempo, Lima, 10 de noviembre de 1917.
30
La relación sentimental entre José Carlos y Victoria Gonzales terminó cuando Mariátegui partió hacia Europa,
pero durante la partida, el 17 de noviembre de 1919, nació Gloria María. Padre e hija se conocerían en 1923 y
llegarían a mantener una estrecha y cariñosa relación paternofilial. José Carlos Mariátegui siempre se hizo
responsable de su cuidado, salud y educación y la acogió en su casa, a pesar de haber regresado al Perú con otra
familia.
31
MARIÁTEGUI, José Carlos, “Apuntes autobiográficos” (10 de enero de 1927) en Reflexiones
emancipatorias, Barcelona: Lingkgua, 2022, p.9.
32
MARIÁTEGUI. José Carlos, “Bolcheviques, aquí” [El Tiempo, 9 de abril de 1919] en Antología, Lima: Siglo
Veintiuno, 2021.
33
MARIÁTEGUI, José Carlos, “Antecedentes y desarrollo de la acción clasista” en MARTÍNEZ DE LA
TORRE, Ricardo, Apuntes para una interpretación marxista de la historia social del Perú, tomo II, Lima, 1948.
34
César Falcón (1894-1970), de quien ya no hablaremos más en este ensayo, viviría una vida de clandestinidad
y exilio constante, trabajando como redactor, editor, periodista, novelista y dramaturgo en varias ciudades
europeas y americanas. Estudió en Italia y luego se instaló en España, donde colaboró con los periódicos El
Liberal, La Vanguardia y la revista España en 1922. Durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera,
concretamente de 1923 a 1929, se estableció como corresponsal en Londres, trabajando para el diario madrileño
El Sol; regresó a España en 1930 (el dictador había sido cesado en enero) y, debido a su involucración en
círculos republicanos, fue desterrado a finales de 1930, durante la “dictablanda” de Dámaso Berenguer. En el
nuevo exilio, fue colaborador de El Libertador, órgano de la Liga Antiimperialista de las Américas, y participó
en los congresos antiimperialistas celebrados en Europa. Regresó a España una vez proclamada la Segunda
República, promoviendo en 1931 la creación del partido Izquierda Revolucionaria y Antiimperialista (IRYA) y
afiliándose, en 1933, al PC de España. Fue el editor jefe de la versión en castellano de La Internacional
Comunista, dirigió Mundo Obrero en 1936 y, junto a su esposa Irene Lewy Rodríguez (futura secretaria personal
16
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
filosocialista que pronto se destacaría como órgano vinculado a las consignas del movimiento
obrero y estudiantil, y que sería cerrado por orden del Gobierno en agosto, lo que les valdría
la salida forzosa del país (deportación encubierta como una “beca” para que operaran como
propagandistas del Consulado del Perú en Europa). A principios de ese mismo año, en un
contexto sacudido por grandes huelgas en el campo y la ciudad por la jornada de 8 horas y
contra el alza de precios y la carestía de vida, había eclosionado con fuerza en Lima el
movimiento estudiantil de la Reforma Universitaria, aunque el sindicalismo estudiantil se
venía fraguando desde 1916, en torno a la Federación de Estudiantes del Perú. El movimiento
por la Reforma pretendía encarnar las reivindicaciones del estudiantado frente al obsoleto
modelo “escolástico y conservador” y reformular el sistema educativo sobre bases de
pensamiento crítico: horizontalidad democrática, autonomía universitaria y ruptura con el
clericalismo. Estimulados por la victoriosa insurrección de los estudiantes de Córdoba
(Argentina), los representantes del Comité por la Reforma, Raúl Porras, Luis Alberto
Sánchez, Manuel Seoane, Jorge Guillermo Leguía, Víctor Raúl Haya de la Torre y Jorge
Basadre, impulsaron el movimiento estudiantil presentando al rector de la Universidad de San
Marcos demandas de refundación universitaria: establecimiento de “cátedras libres” pagadas
por el Estado, representación del estudiantado en el Consejo Universitario y renovación y
“derecho de tacha” de la plana docente, inspirados por sentimientos de regeneración nacional.
En el manifiesto de agosto de 1919 redactado por Manuel G. Abastos se leía: "Por vez
primera los universitarios hablan al país en nombre de la cultura. Nuestra palabra interpreta el
sentimiento de la nacionalidad y el entusiasmo y la esperanza de veinte generaciones...
Perseguimos la organización nacional por medio de la cultura nacional".35 Años más tarde
Mariátegui, quien había colaborado con el movimiento estudiantil y la “hermandad de Ariel”,
articularía una crítica, en retrospectiva, del movimiento por la Reforma y sus limitaciones
teóricas y programáticas, sosteniendo que “la ideología del movimiento estudiantil careció, al
principio, de homogeneidad y autonomía” y que esta se encuadraba en un proyecto
demoliberal y wilsoniano (es decir, afín a las ideas pseudo populistas del presidente
36
demócrata estadounidense Woodrow Wilson). Haciendo frente a las proposiciones más
de Dolores Ibárruri “La Pasionaria”), creó el Teatro Proletario y editó la revista Frente Rojo (órgano central del
PCE durante la Guerra Civil). Posteriormente, dirigió y colaboró en numerosas revistas y periódicos en Francia,
Estados Unidos y México y fue miembro de círculos de intelectuales exiliados. Obtuvo la nacionalidad
mexicana en 1950, cuando le fue impedido el regreso a los EEUU debido a su filiación política. Tras 20 años
residiendo en México regresó por fin a Lima en agosto de 1970, falleciendo pocos meses después.
35
PANTIGOSO, M., “La visión de la cultura peruana hacia el bicentenario desde la perspectiva integracionista
de Abraham Valdelomar” en Tradición, N°. 18 de diciembre, Lima, 2019, p.41.
36
MARIÁTEGUI, José Carlos, “El proceso de la instrucción pública” en MARIÁTEGUI, José Carlos, Siete
ensayos de interpretación de la realidad peruana, Barcelona: Linkgua, 2022, pp. 103-104.
17
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
moderadas y cortoplacistas, Palcos37 y Julio V. González, en sus escritos sobre las campañas
universitarias ligaron el “problema educacional” al régimen social y predicaron la necesidad
de vincular al movimiento estudiantil con otros movimientos sociales, entendiendo que los
males del medio estudiantil obedecían a problemas estructurales de la sociedad y el
funcionamiento del estado peruano. Según Julio V. González, quien es citado por Mariátegui:
"[la reforma educativa] Habrá llenado su objeto –agrega– si depura a las universidades de los malos
profesores, que toman el cargo como un empleo burocrático; si permite –como sucede en otros países–
que tengan acceso al profesorado todos los capaces de serlo, sin excluirlos por sus convicciones
sociales, políticas o filosóficas; si neutraliza en parte, por lo menos, el chauvinismo y fomenta en los
educandos el hábito de las investigaciones y el sentimiento de la propia responsabilidad. En el mejor de
los casos, la Reforma rectamente entendida y aplicada, puede contribuir a evitar que la Universidad sea,
como es en rigor en todos los países, como lo fue en la misma Rusia –país donde se daba, sin embargo,
como en ninguna otra parte, una intelectualidad avanzada que en la hora de la acción saboteó
escandalosamente a la revolución– una Bastilla de la reacción, esforzándose por ganar las alturas del
siglo"38
Para Mariano Hurtado de Mendoza la Reforma Universitaria era “una consecuencia del
fenómeno general de proletarización de la clase media, que forzosamente ocurre cuando una
sociedad capitalista llega a determinadas condiciones de su desarrollo económico”; pues, para
él, la Universidad era “el tipo ideal de institución capitalista” y en buena medida el alumnado
pertenecía a las clases medias que se estaban pauperizando, lo cual explicaría en parte sus
limitaciones teóricas y programáticas. En marzo de 1920 tuvo lugar el Primer Congreso de
Estudiantes de Cusco, durante el transcurso del cual los participantes observaron que el
movimiento pro-reforma carecía de un programa bien orientado y definido, por lo cual se
acordaron medidas como la creación de las Universidades Populares (UU.PP.). En 1921 se
fundaría la Universidad Popular González Prada, bajo la iniciativa del joven dirigente
estudiantil y presidente de la Federación de Estudiantes del Perú Víctor Raúl Haya de la
Torre, con el objetivo de vincular las demandas de las vanguardias estudiantiles con las del
proletariado. Durante los dos primeros años de la conformación de las universidades
populares éstas, además de vérselas con las crecientes medidas dictatoriales y represivas del
gobierno del PDR del "Maestro de la Juventud" Augusto Leguía (quien había contado con el
37
Éste es citado por Mariátegui sin el nombre de pila. No hemos podido encontrar información (ni fuentes
primarias ni secundarias) sobre esta persona.
38
La Reforma Universitaria, tomo 1, p. 55.
18
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
apoyo de los jóvenes universitarios, entre otros sectores sociales y elementos progresistas)39
que pusieron fin a la Reforma forzando una regresión en el modelo educativo, apenas
pudieron contar con la filiación y confianza de las masas obreras, pero a partir de las jornadas
del 23 de mayo de 1923 (fecha en que estudiantes y trabajadores de distintas tendencias
políticas se manifestaron contra la consagración del Perú al Sagrado Corazón de Jesús,
sufriendo una cruenta represión), el estudiantado y el proletariado las UU.PP. comenzaron a
tener un buen arraigo entre obreros organizados.
A principios de los años 20 habían tenido lugar destacados hitos del sindicalismo, como la
huelga de los braceros en las plantaciones de azúcar en 1921 que desembocaría en una
confrontación armada contra los terratenientes, la administración local y las fuerzas del
orden, además de la breve, pero significativa, toma obrera de Trujillo. Las huelgas solidarias
en Talara y Lima, transcurridas en 1922, serían anegadas en sangre por la brutal intervención
del ejército, que contaba con el apoyo y la financiación de monopolios norteamericanos como
la Standard Oil. Para contrarrestar la creciente influencia del sindicalismo de clase, aunque
también como resultado de la lucha y la elevada presión de los trabajadores, el Partido
Democrático Reformista, se vio obligado, durante toda la década de los años veinte, a
ejecutar una serie de medidas “bismarckianas”, quea menudo fueron catalogadas
demagógicamente como socialistas. Estas consistían en dotar de cierto amparo -- Garantías
Sociales” y reconocimiento legal a la clase obrera no indígena40--. No se trataba de justicia
social o caridad, sino en el convencimiento de que estos grupos sociales se habían convertido
en un actor social cada vez más relevante, consideradolos como “agente de progreso” que
podría y debía “engendrar civilización” y que sería fetichizado por la propaganda nacionalista
y desarrollista del régimen.41 Varios artículos de la nueva carta magna de la “Patria Nueva”
identificaron a la clase obrera como objeto de la política cuyas necesidades básicas debían ser
contempladas por la administración de la República, preferiblemente por medio del
asistencialismo y la garantía de las necesidades básicas para la reproducción social. Con el fin
de aplacar las movilizaciones y mitigar la conflictividad que amenazaba la “paz social” el
gobierno edificó nuevos barrios obreros financiados públicamente, estableció un -precario-
39
AMES ZEGARRA, Marty, "El Oncenio de Leguía a través de sus elementos básicos (1919-1930)", Lima:
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2009, pp. 62-64.
40
De acuerdo con los ideales “desarrollistas” y asimilacionistas de la Patria Nueva, los “indios”, aunque podían
ser “redimidos y civilizados”, eran generalmente considerados un lastre para la urbanización, el progreso y la
modernización nacional. En la construcción leguiísta de la identidad de la clase obrera, esta era concebida como
“incompatible con la indigeneidad, invariablemente percibida como inherentemente atrasada e inconciliable con
el progreso” (DRINOT, 2017: pp.109-110), por lo cual cabe hablar de una “racialización de la clase obrera” y
una compartimentación entre obreros mestizos o criollos y campesinos indios.
41
Ibid.
19
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
Mariátegui, recién regresado en marzo de 1923 a Lima tras su estancia de casi 4 años de
exilio “camuflado de beca” en Europa, y durante los cuales había desposado “una mujer y
algunas ideas45”, asumió la dirección del órgano Claridad, que pasaría de ser una tribuna de
42
DRINOT, Paul, La seducción de la clase obrera: trabajadores, raza y la formación del Estado peruano,
Lima: IEP Ediciones, 2017, pp. 88-90.
43
Ibid, pp.109-110.
44
Mensaje de Augusto Bernardino Leguía Salcedo ante el Congreso, 28 de julio de 1920.
45
Anna Chiappe (Lucca, 1898 - Lima, 1990), esposa florentina de José Carlos y madre de cuatro de sus hijos
20
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
Si hacemos un repaso de su gira europea, podemos afirmar que Mariátegui volvió al Perú
después de imbuirse por las experiencias de poder obrero en el Viejo Continente, así como,
por los aportes teóricos más avanzados de la intelectualidad de izquierdas europea. A partir
de 1923 el papel de Mariátegui, seducido por el influjo de la Revolución rusa de Octubre y el
misticismo de Georges Sorel; nutrido por la experiencia del MOS europeo, sería
determinante, pese a su delicado estado de salud, en la dotación de un salto cualitativo
ideológico y práctico al sindicalismo de clase peruano. Mariátegui y sus acólitos se prestarían
a combatir activamente todas las expresiones de “oportunismo” y trasladarían la batalla
política al terreno económico, comprometiéndose en la vinculación de las luchas parciales
con las problemáticas de la totalidad de la estructura política, así como en la impugnación de
las estructuras obreras leguiístas. En esos años convulsos, Mariátegui adquiría cada vez
mayor notoriedad gracias a su ciclo de conferencias en la UP González Prada, en las cuales
(Sandro Tiziano Romeo, Sigfrido, José Carlos y Javier Mariátegui Chiappe), fue en gran medida la impulsora
del contacto de Mariátegui con la filosofía contemporánea europea, poniéndolo en contacto con Piero Gobetti y
otros intelectuales de la escena italiana. Además de velar por la salud de su marido durante su enfermedad
crónica, compartió con él círculos e inquietudes intelectuales. Tras la muerte de su esposo dirigió la Editorial y
Librería Minerva y se comprometió activamente en la divulgación editorial de la obra mariateguiana y fue una
de las primeras mujeres en obtener cargos políticos en el Perú, ejerciendo como regidora de la Municipalidad de
Barranco en 1945.
46
MORA V., Rogelio de la, “La Italia de Ruben Darío, Enrique Gómez Carrillo y José Carlos Mariátegui,
1900-1921”, Secuencia, Nº 110, mayo-agosto de 202, pp.1-23.
47
JIMENA SOSA, Paula, “Mariátegui y su tiempo. La propuesta antropológica de un marxista heterodoxo”,
Revista internacional de Pensamiento Político, 1a época - Vol. 13, 2018, p.312.
21
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
En 1925 Mariátegui -hospitalizado, con una pierna amputada desde el año anterior y en silla
de ruedas- escribiría su primer libro compilatorio, La Escena contemporánea, y se erigiría
como el principal predicador de la Revolución bolchevique y el “sindicalismo
revolucionario” en el Perú, agitando a los intelectuales con las publicaciones de las editoriales
Claridad y Minerva, codirigidas por él (Minerva la gestionó junto a su hermano Julio), y
ocasionalmente en los semanarios Mundial y Variedades. Bajo el lema “unidad proletaria” se
llevó a cabo en enero de 1927 el II Congreso de la Federación Obrera de Lima, en el
transcurso del cual se expresó la voluntad de empezar a construir una Confederación General
del Trabajo, siguiendo las indicaciones y formulaciones establecidas en 1924. El II Congreso
acogió a 19.000 obreros, quiénes acordarían la construcción de la Confederación Sindical del
Perú. Mariátegui, en su discurso al Congreso, clamó por la necesidad de aspirar a la
48
PAREJA, Piedad, Anarquismo y sindicalismo en el Perú (1904-1929), Lima: Ricckchay Perú, 1978, p.14.
49
MARIÁTEGUI, José Carlos, “El 1º de mayo y el Frente Único”, El Obrero Textil, Vol.V, Nº 59, Lima, 1 de
mayo de 1924.
50
El trabajador Latinoamericano, Nº 26-27, Montevideo, 1929, Suplemento, pp.2-3.
51
Dirección General de Estadística, Extracto estadístico del Perú: 1929-1930, Lima, 1931, p.192.
22
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
organización nacional (el I Congreso había sido de ámbito local) y exhortó a superar y vencer
el “espíritu anarcoide, individualista, egoísta (...)” que constituía una “degeneración del viejo
liberalismo burgués52”. Lamentablemente, la detención policial por órdenes de Leguía de los
delegados del congreso y las sucesivas deportaciones y encarcelamientos (40 personas serían
desterradas y apresadas en la isla de San Lorenzo)53 impidieron que el acuerdo fuera
ejecutado y retrasaron la construcción del sindicato. Los trabajadores reunidos en el Congreso
Obrero fueron acusados de “conspirar para derrocar al gobierno” y de organizar un “complot
comunista”, así el MOS sufrió un duro golpe; muchas agrupaciones obreras fueron
desarticuladas y Amauta sufrió nuevamente la clausura y el secuestro editorial (la prohibición
explícita de publicar duraría 6 meses); Mariátegui fue arrestado en el local de Minerva junto a
Magda Portal54 y Serafín Delmar, siendo “internado” en el Hospital Militar de San
Bartolomé. Tras ser puesto en libertad condicional, Mariátegui no tendría reparos en lanzar
una nueva plataforma que sería crucial para la formación de cuadros obreros, el semanario
Labor, que publicaría diez números del 10 de noviembre de 1928 al 16 de abril de 1930. A
pesar de la represión, el MOS continuó plantando batalla y, en 1928, el “Comité Pro 1º de
Mayo”, formado por la Federación de Chóferes, la Federación Textil, la Federación
Ferroviaria, la Federación Gráfica, la Federación de Motoristas, la Federación de Yanaconas
y la Unificación de Cerveceros, lanzó un manifiesto animando a los trabajadores (obreros,
campesinos, empleados, mineros, marineros…) a participar en las asambleas populares para
avanzar en la construcción de la CGT y sentar las bases de la central sindical clasista,55
suscribiendo la estrategia promovida por el núcleo que poco después fundaría el Partido
Socialista. El manifiesto conminaba al proletariado de la República a luchar por sus
conquistas más inmediatas: “libertad de reunión, libertad de organización, libertad de prensa
obrera, libertad de imprenta proletaria”56.
52
MARIÁTEGUI, José Carlos, “Mensaje al II Congreso de Lima” (enero de 1927) en El proletariado y su
organización, GRIJALBO, 1970. pp. 64-65.
53
Entre estos figuraron Julio Portocarrero, Nicolás Terrero, Arturo Sabroso, Armando Bazán y Jorge Basadre.
54
Magda Portal (1900-1989) fue una destacada activista social, escritora y poeta vanguardista barranquina,
conocida por ser la primera representante del feminismo militante en el Perú y por su papel en la fundación en el
APRA, organización en la que militaría durante veinte años llegando a formar parte en los años cuarenta del
comité ejecutivo nacional y estando al frente de la secretaría de asuntos femeninos y de agrupaciones como el
Movimiento Nacional para la Educación de las mujeres y la convención Nacional de mujeres apristas. Tras años
acumulando desavenencias con un Partido Aprista cada vez más alejado del marxismo y el antiimperialismo y
con un marcado viraje cada vez más conservador y patriarcal, Portal rompería definitivamente con el PAP en
1948, cuando Haya de la Torre se opuso a la instauración del voto femenino y consideró la devaluación de las
mujeres militantes a simpatizantes.
55
MARIÁTEGUI, José Carlos, “Manifiesto a los trabajadores de la República lanzado por el Comité pro 1º de
Mayo” (mayo de 1928) en El proletariado y su organización, GRIJALBO, 1970. pp.72-76.
56
Ibid, pp.77-78.
23
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
a) Organizar a todos los trabajadores del país, sin distinción alguna, dentro de las agrupaciones
sindicales, creando sindicatos en las ramas de producción donde no existan y laborando
empeñosamente por la adopción de los métodos modernos de organización y de lucha de
clases; dirigidos bajo el control directo de las masas trabajadoras y luchar siempre por impedir
toda desviación reformista, colaboracionista u oportunista.
b) Orientar el movimiento sindical dentro del terreno de la lucha, concordes con las necesidades
del proletariado contemporáneo.
c) Desarrollar, por todos los medios, la conciencia de clase de los trabajadores y un conocimiento
profundo de las cuestiones referentes al sindicalismo y a la lucha económica.
57
“Estatutos de la Confederación General de Trabajadores del Perú” (septiembre de 1929) en El proletariado y
su organización, México: GRIJALBO, 1970. pp. 82-93.
24
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
Asimismo, la CGTP expresaba en su apartado 12 su lucha integral por “el libre ejercicio de
las libertades sindicales”, “el mejoramiento de la situación material y moral de la clase
proletaria y los campesinos”, “la emancipación integral del indio”, la “disminución de la
jornada de trabajo, especialmente en el campo y en los centros mineros”, la “conquista de
toda clase de seguros sociales” y el derecho a la huelga. Se definía, por otro lado, contra la
disminución de los salarios, la desocupación total o parcial, el aumento de la jornada de
trabajo en aras de la productividad, los “abusos y atropellos patronales”, la ·servidumbre del
campesinado y especialmente del indígena” y la “intervención del Estado burgués en la
solución de los conflictos obreros y contra toda forma de arbitraje”, dejando claro así su
rechazo al corporativismo y a las estrategias de “paz social”. Su compromiso con la
consecución de todas las conquistas democrático-burguesas se hacía patente con la
reivindicación plena del “derecho de organización, de tribuna, de prensa y de reunión”. Cabe
destacar que en los estatutos también se propuso crear secciones femeninas para educar a las
“futuras militantes” bajo la orientación de una Comisión Femenina Permanente en el Comité
Ejecutivo, pero este comité no llegaría a establecerse más que como un cargo burocrático sin
arraigo ni organicidad real hasta 1930.
A pesar del fin del sistema de las castas coloniales, de la supresión del “tributo indígena” (5
58
MARIÁTEGUI, José Carlos,”Manifiesto de la Confederación General de Trabajadores del Perú a la clase
obrera del país” en El proletariado y su organización, México: GRIJALBO, 1970. pp. 93-110.
25
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
Frente al llamado “problema indígena” había distintas posturas intelectuales, entre las cuales
figuraban las tesis excepcionalistas (reacias a recibir influencias externas), el desdén
equidistante o las más descaradas confrontaciones asimilacionistas o racistas que buscaban
legitimarse con argumentos evolucionistas y utilitaristas, a menudo desde el darwinismo
social. En el plano intelectual, la generación del 900, conformada por ideólogos positivistas
liberales vinculados a la institucionalidad burguesa, caracterizaba el “problema indio” como
una cuestión definida exclusivamente en términos culturales, morales y educacionales que
debía ser resuelta con la modernización institucional del Estado y la pedagogía académica
59
Como premisa para su investigación e intentos de demostrar el supuesto carácter socialista del Tahuantinsyo,
Baudin partía de la definición simplista de socialismo-comunismo como un “sistema planificado y autoritario
que anula la propiedad individual” (BAUDIN, Louis, El imperio socialista de los Incas, Santiago de Chile: Zig
Zag, S.A., 1955, p.10).
26
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
60
PRADA, González, “Nuestros indios” en Horas de lucha, 1908. Disponible en Marxists Internet Archive.
27
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
de los indígenas, desde sus malas condiciones de vida hasta los prejuicios y abusos que sufren
a manos de los propietarios de la tierra y la industria extractivista, coronados por prejuicios y
estigmas raciales. El autor de Nuestros indios situaba el origen de los males sufridos por los
indios en los tiempos de la conquista y de la colonización; en el establecimiento del sistema
colonial, feudal y de castas mediante el cual los “encastados” o dominadores “diezmaron al
indio con los repartimientos y las mitas”, al mismo tiempo que oprimían a otras “razas”,
esclavizando a los negros y sometiendo a los inmigrantes chinos a la servidumbre más atroz
tras la abolición de la esclavitud africana. Señaló perspicazmente que el reconocimiento de
los derechos de los indios como súbditos y posteriormente ciudadanos con iguales derechos
era un mero formalismo y que las más bienintencionadas directrices a ese efecto a través de
las Reales Cédulas y las Leyes de Indias eran, por lo general, papel mojado. La apropiación
originaria, así como la expropiación y privatización en clave feudal y luego capitalista de
muchas comunidades en la costa y en la Sierra andina habrían tenido un efecto devastador en
la economía y la demografía de los pueblos originarios. En este sentido, la República supuso
la continuidad y, si cabe, el recrudecimiento de las desigualdades, asimetrías sociales e
injusticias raciales establecidas durante el Virreinato, a pesar de la retórica liberal,
universalista y a veces jacobina de los presidentes y ministros republicanos. Las autoridades
“republicanas nacionales” sostenían y validaban la superestructura y la infraestructura de un
régimen al servicio (cuando no constituido directamente por éstos) de la oligarquía, los
latifundistas, los hacendados y los caciques locales, quiénes constituían el poder político y
económico-social que tanto sometía a los indios. A pesar de que hay un predominio de la
lectura de clase y de que se muestra contrario al biologicismo racista, González Prada llega a
esencializar provocadoramente la “naturaleza” del “animal de pellejo blanco”, el cual “vive
aquejado por el mal de oro” y “cede al instinto de rapacidad”. El anarquista limeño
denunciaba con esos términos el reverso más oscuro de la “civilización” y la modernidad
positivista, señalando a los regímenes europeos y criollos como exponentes con una fachada
de sofistificación de la verdadera barbarie y embrutecedores del indígena mediante la
imposición del individualismo, el fanatismo religioso y el afán de lucro o incluso con la
importación del alcohol (el aguardiente neutrailizaría toda resistencia y desmoralizaría al
indio). La asimilación no sería beneificiosa para el indio, a pesar de que traería ciertos
privilegios a los nativos que asumieran culturalmente la blanquitud y la ideología del opresor,
pues incurría en la agudización de las divisiones de castas y lo haría partícipe del
sometimiento de su propia “raza” o comunidad de origen. Frente a los contemporáneos que
creían que la solución al problema indio se hallaba en la consecución real de la igualdad de
28
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
“La cuestión del indio, más que pedagógica, es económica, es social. ¿Cómo resolverla? [...]
La condición del indígena puede mejorar de dos maneras: o el corazón de los opresores se conduele al
extremo de reconocer el. derecho de los oprimidos, o el ánimo de los oprimidos adquiere la virilidad
suficiente para escarmentar a los opresores. Si el indio aprovechara en rifles y cápsulas todo el dinero
que desperdicia en alcohol y fiestas, si en un rincón de su choza o en el agujero de una peña escondiera
un arma, cambiaría de condición, haría respetar su propiedad y su vida. A la violencia respondería con
la violencia, escarmentando al patrón que le arrebata las lanas, al soldado que le recluta en nombre del
gobierno, al montonero que le roba ganado e bestias de carga.
Al indio no se le predique humildad y resignación, sino orgullo y rebeldía. ¿Qué ha ganado con
trescientos o cuatrocientos años de conformidad y paciencia? Mientras menos autoridades sufra, de
mayores daños se liberta. Hay un hecho revelador: reina mayor bienestar en las comarcas más distantes
de las grandes haciendas, se disfruta de más orden y tranquilidad en los pueblos menos frecuentados
por las autoridades. [...] En resumen: el indio se redimirá merced a su esfuerzo propio, no por la
humanización de sus opresores. Todo blanco es, más o menos, un Pizarro, un Valverde o un Areche.”
A pesar del precedente intelectual sentado por González Prada, el indigenismo como
movimiento social irrumpiría en la escena política por primera vez en octubre de 1909 con la
conformación de la Asociación Pro-Indígena (API), una asociación cultural y educativa
políticamente heterogénea que operaría en un marco reformista. En el primer Comité Central
de la API, según los datos del 18 de octubre de 191061, figuraron el ingeniero civil
demócrata-pierolista Joaquín Capelo (1852-1928) como presidente, el filósofo de origen
chino Pedro Zulen (1889-1925) como secretario general y la socióloga nacida en Hamburgo
Dora Mayer (1868-1959) como Directora de Publicaciones. Los primeros “vocales” fueron
personajes tan variopintos como el civilista Francisco Tudela y Varela (1876-1962), el
marqués “arielista” José de la Riva-Agüero (1885-1944), el “presbítero” antichileno Juan
Vitaliano Berroa (1874-1949), el “católico humanista” Víctor Andrés Belaúnde (1883-1966),
61
Correspondencia de la Asociación Pro-Indígena, Biblioteca Nacional del Perú, Archivo Pedro Zulen, Archivo
3, 1er sobre, 18 de octubre de 1910.
29
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
“Bases de la Asociación: 1°- Bajo el nombre de la "API" se constituye una institución que se propone
la defensa de los intereses sociales de la raza indígena, poniéndola bajo su amparo y protección, al
abrigo del abandono, la ignorancia, la miseria, las enfermedades, la incuria y los malos tratamientos de
capitalistas, dueños de fundos, funcionarios públicos, etc; 2°- Para alcanzar estos fines la Asociación
utilizará los siguientes medios, pudiendo, además, servirse de los que la experiencia aconseje: a)
organizar un servicio de vigilancia con delegaciones en toda la república, bajo la dirección de un
Comité Central residente en Lima; b) interponerse en los conflictos que puedan surgir entre capitalistas
y braceros; c) hacerse eco fidedigno de la justa queja y de los reclamos motivados, a fin de que no sea
negado a los indígenas el beneficio de las leyes del país, designándoles gratuitamente, con tal fin,
abogados que tomen su defensa; d) patrocinar acerca del gobierno las mayores concesiones y
facilidades que puedan ser útiles a los indígenas; e) recabar de los poderes públicos la pronta
administración de la justicia; poner en acción todos los medios a su alcance para que esta no sea
burlada; y conseguir el establecimiento efectivo del escalafón civil; f) nombrar cuando sus fondos los
permitan, un inspector que se constituya en cualquier punto de la república en el que suceda alguna
anormalidad, con el encargo de efectuar las indagaciones del caso y referirlas al Comité Central.
Mientras los fondos no lo permitan, tal oficio podrá ser desempeñado por cualquier miembro de algún
subcomité o, delegado residente en el lugar; g) Por medio de publicaciones de garantida difusión o
creando un órgano especial de propaganda pro-indígena, hacer conocer la labor de la Asociación,
vulgarizando y poniendo en luz las garantías que ofrezcan las leyes, el respeto de los contratos de las
promesas, la seguridad personal; dar a conocer la verdad genuina y circundar la institución de la fuerza
moral que el dominio de la publicidad suele dar; h) Promover por medios de debates públicos y
certámenes, el estudio de todas las cuestiones relativas al mejoramiento social de la raza indígena,
gestionando ante las autoridades del país todo aquello que tienda a protegerla y especialmente a
disminuir la mortalidad y a facilitar su desarrollo físico, moral e intelectual, como: La reglamentación
del enganche y del trabajo en haciendas y minas; Medidas contra el alcoholismo; conveniencia del
estanco del alcohol; Íd para mejorar las condiciones de los indígenas detenidos en las cárceles; Íd
contra el desarrollo de la tubercolosis; Higienización de las poblaciones; Escuelas especiales para
indígenas; primacia del regionalismo y del factor económico; Vigilancia del cumplimiento de la
reglamentación escolar; Servicio militar obligatorio; consecuencia de las zonas militares regio(nales?-
62
JANCSÓ, Katalin, “La Asociación Pro-Indígena”, Cátedra Mariátegui. Lima, Año III, Nº 14, septiembre,
octubre de 2013, p.1.
63
Ibid, pp. 2-4.
30
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
64
Constitución para la República del Perú de 1920, Artículo 58, 18 de enero de 1920 (Perú).
31
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
Nuestros Indios había sido publicado por primera vez en 1904, pero, tal como ya hemos
indicado, hasta los años 20 el indigenismo “pedagógico” seguía siendo hegemónico entre los
sectores de la intelectualidad “concienciados” sobre la opresión de los indígenas, hasta que
Mariátegui se propuso retomar, actualizar y desarrollar las tesis de González Prada. Al igual
que su “maestro”, Mariátegui sostenía en sus polémicas de la década de 1920 que no era
posible hallar solución con fórmulas reformistas o filantrópicas dirigidas desde el Estado
liberal, pues el “problema indio” era indisoluble del régimen agrario y de explotación
clasista.
“Todas las tesis sobre el problema indígena, que ignoran o eluden a éste como problema
económico-social, son otros tantos estériles ejercicios teoréticos -y a veces sólo verbales-, condenados
a un absoluto descrédito. No las salva a algunas su buena fe. Prácticamente, todas no han servido sino
para ocultar o desfigurar la realidad del problema. La crítica socialista lo descubre y esclarece, porque
busca sus causas en la economía del país y no en su mecanismo administrativo, jurídico o eclesiástico,
ni en su dualidad o pluralidad de razas, ni en sus condiciones culturales y morales. La cuestión indígena
arranca de nuestra economía. Tiene sus raíces en el régimen de propiedad de la tierra. Cualquier intento
de resolverla con medidas de administración o policía, con métodos de enseñanza o con obras de
vialidad, constituye un trabajo superficial o adjetivo, mientras subsista la feudalidad de los
"gamonales." 66
65
BEATRIZ GUARDIA, Sara, José Carlos Mariátegui. Una visión de género, 2006, p. 71.
66
MARIÁTEGUI, José Carlos, "El problema del indio" en Siete ensayos de interpretación de la realidad
peruana, Barcelona: Linkgua, 2022, p. 31.
32
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
“En el Perú, el desarrollo de las cooperativas, no puede dejar de estar subordinado, conforme a las
enseñanzas de la teoría y la práctica económicas, ni al desenvolvimiento de la acción sindical, ni a los
factores generales de nuestro proceso económico. Pero, con todo, es el Perú uno de los países de la
América Latina donde la cooperación encuentra elementos más espontáneos y peculiares de arraigo.
Las comunidades indígenas reúnen la mayor cantidad posible de aptitudes morales y materiales para
transformarse en cooperativas de producción y de consumo. Castro Pozo, ha estudiado con acierto, esta
capacidad de las "comunidades", en las cuales reside, indudablemente, contra el interesado
escepticismo de algunos, un elemento activo y vital de realizaciones socialistas.”68
Las tesis mariateguianas no eran las del nacionalismo incaista ni las de un “peruanismo”
paternalista, si no que daban claramente una explicación y una solución socialistas,
materialistas y no dogmáticas a la opresión de la “raza indígena” y de otras "razas"69, la cual
partiría fundamentalmente de la coyuntura socioeconómica que determinaba la
superestructura administrativa, política e ideológica hegemónica. El amauta, quien en 1927
no se consideraba “ni indigenista ni pseudoindigenista”70 abordaba el problema indio “no
como un anexo específico de la “cuestión nacional”, sino como un problema de relaciones de
67
La reivindicación de los aspectos positivos de los rezagos de la “comunidad” campesina tradicional como
factor útil a la edificación del comunismo científico es algo que Mariátegui comparte con Marx y Engels,
quienes se interesaron por la propiedad comunal agraria en Rusia. Destaca el artículo de Engels “Acerca de la
cuestión social en Rusia”, publicado originalmente en los números 43, 44 y 45 del periódico Der Volksstaat,
fechados en abril de 1875. En
68
MARIÁTEGUI, José Carlos, “El porvenir de las cooperativas”, Amauta, Nº 13, Año III, marzo de 1928, pp.
38-39 [publicado por primera vez en Mundial, Lima, 16 de marzo de 1928]. Disponible en Marxists Internet
Archive.
69
Mariátegui empleaba el término “raza” y rehusaba emplear el concepto de "etnia” en una época en que este
último empleado en ese momento por los franceses y la “ciencia” colonial para diferenciar a las distintas
poblaciones africanas colonizadas, mientras que hablar de “razas” (normalmente en referencia al color de piel o
como sinónimo de “civilización” o incluso “nación”) no era necesariamente algo racista. Anibal Quijano,
propondría que para Mariátegui la categoría “raza” sería una categoría bidimensional que involucraría las
características físicas-biológicas y un determinado desarrollo civilizatorio (vinculado a las relaciones de
producción). Fuente: QUIJANO, Aníbal, “Raza, etnia y nación en Mariátegui: Cuestiones abiertas”, JCM y
Europa: La otra cara del Descubrimiento, Lima: Amauta, 1992.
70
MARIÁTEGUI, José Carlos, “Indigenismo y Socialismo”, Amauta, Lima, Nº 7, págs. 37-38 (Boletín “El
Proceso del Gamonalismo"), marzo de 1927. Epígrafe que une los artículos “Intermezzo polémico” (Mundial,
Lima, 25 de febrero) y “Réplica a Luis Alberto Sánchez” (Mundial, Lima, 11 de marzo). Disponible en Marxists
Internet Archive.
33
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
producción”71 y afirmaba que “el progreso del Perú será ficticio, o por lo menos no será
peruano, mientras no constituya la obra y no represente el bienestar de la masa peruana, que
en sus cuatro quintas partes es indígena y campesina”72; tales apreciaciones se traducían en la
noción según la cual la Revolución en el Perú "habría tenido una fisonomía necesariamente
agrarista", aunque por supuesto Mariátegui no consideraba a los "indios" como una clase
social o un grupo social homogéneo. Su oposición al “identitarismo” indigenista fue firme
desde el primer momento.
En los Siete ensayos el amauta habló también del factor cultural en relación al problema
indio. A pesar de no considerarse a sí mismo indigenista, Mariátegui valoraba relativamente
positivamente la incipiente literatura indigenista peruana por su colaboración “en una obra
política y económica de reivindicación -no de restauración ni resurrección” en contraposición
al criollismo y al tratamiento del indio en la literatura colonial y republicana. Para Mariátegui
la corriente intelectual indigenista (similar al fenómeno “mujikista” en la Rusia
prerrevolucionaria) tenía el “sentido de una reivindicación de lo autóctono”, por lo cual los
“indigenistas auténticos” no debían ser confundidos “con los que explotan temas indígenas
por mero exotismo”73, aunque esta literatura indigenista (que no indígena) elaborada
fundamentalmente por mestizos tendiera a “idealizar y estilizar” al indio. Aunque es
anacrónico plantearlo en estos términos, podríamos decir que Mariátegui estaba formulando
una crítica a la “apropiación cultural” de “lo indio” por parte de intelectuales criollos.
71
PARIS, Robert, “Para una lectura de los 7 ensayos”, en Aricó, J. (ed.), Mariátegui y los orígenes del
marxismo latinoamericano, México: Pasado y Presente, 1980, pp. 309-321.
72
MARIÁTEGUI, José Carlos, “La nueva cruzada Pro-Indígena”, en Amauta, Nº 5, 1r Boletín de Defensa
Indígena: “El proceso del gamonalismo”, enero de 1927. Disponible en Marxists Internet Archive.
73
MARIÁTEGUI, José Carlos, “El proceso de la literatura”, Siete ensayos de interpretación de la realidad
peruana, Barcelona: Linkgua, 2022, pp. 272-287.
74
MARIÁTEGUI, José Carlos y PESCE, Hugo, “El problema de las razas en la América Latina”, Ideología y
política, Caracas: Ministerio de Comunicación e Información, 2006.
75
El informe, expuesto por Hugo Pesce, comprende dos partes. La primera, “I. Planteamiento de la cuestión” fue
escrita íntegramente por Mariátegui, mientras que la segunda parte (casi 40 páginas, a partir de “II. Importancia
del problema racial”) fue redactada por Pesce.
34
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
antropológico sobre la opresión racial y como esta estaba estrechamente vinculada con la
semifeudalidad y el imperialismo, siendo inherente a las lógicas capitalistas. Según los
socialistas peruanos, el imperialismo (inicialmente el español y más tarde el inglés y
“yanqui”) y el capitalismo extranjero se servían “de la clase feudal para explotar en su
provecho estas masas campesinas”, por lo cual la noción de la raza y la naturalización de las
desigualdades en base a prejuicios biologicistas y racistas, legitimados por la retórica
“civilizadora” (cientificista y evangelizadora) y compartida por los terratenientes y
burguesías nacionales, desempeñaba un rol fundamental en la penetración imperialista y en la
dominación más despótica sobre “masas esclavizadas”.
“Llamamos problema indígena a la explotación feudal de los nativos en la gran propiedad agraria. El
indio, en el 90 por ciento de los casos, no es un proletario sino un siervo. El capitalismo, como sistema
económico y político, se manifiesta incapaz, en la América Latina, de edificación de una economía
emancipada de las taras feudales. El prejuicio de la inferioridad de la raza indígena, le consiente una
explotación máxima de los trabajos de esta raza; y no está dispuesto a renunciar a esta ventaja, de la
que tantos provechos obtiene. En la agricultura, el establecimiento del salariado [sic], la adopción de la
máquina, no borran el carácter feudal, de la gran propiedad. Perfeccionan, simplemente, el sistema de
explotación de la tierra y de las masas campesinas. Buena parte de nuestros burgueses y "gamonales"
sostiene calurosamente la tesis de la inferioridad del indio: el problema indígena es, a su juicio, un
problema étnico cuya solución depende del cruzamiento de la raza indígena con razas superiores
extranjeras.” 76
El informe reiteraba que “la raza, por sí sola, no ha despertado ni despertaría al entendimiento
de una idea emancipadora” y que la “solidaridad” exclusiva entre miembros de una “raza”
(frente a otras) suponía una traba para la emancipación colectiva:
Para superar definitivamente estas divisiones y barreras artificiales (en tanto que erigidas por
siglos de colonialismo y por la República peruana) entre distintos sectores del proletariado y
76
Ibid, p. 24
77
Ibid, p. 31.
35
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
“Las razas aludidas [negros e indígenas] se encuentran presentes en todos los Estados y constituyen una
inmensa capa que con su doble carácter común, racial y de explotados, está extendida en toda América
Latina, sin tener en cuenta las fronteras artificiales mantenidas por las burguesías nacionales y los
imperialistas.
Los negros, que son afines entre sí por la raza; los indios, que son afines entre sí por la raza, la cultura y
el idioma, el apego a la tierra común; los indios y negros que son en común, y por igual, objeto, de la
explotación más intensa, constituyen por estas múltiples razones, masas inmensas que, unidas a los
proletarios y campesinos explotados, mestizos y blancos, tendrán por necesidad que insurgir
revolucionariamente contra sus exiguas burguesías nacionales y el imperialismo monstruosamente
parasitario, para arrollarlos, cimentando la conciencia de clase, y establecer en la América Latina el
gobierno de obreros y campesinos.”7879
78
Ibid, p. .
79
Ibid, p.52.
36
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
El 7 de mayo de 1924 el abogado trujillano Víctor Raúl Haya de la Torre (1895-1979), uno de
los más destacados líderes del movimiento estudiantil peruano del período 1919-1921 y
"héroe nacional" de los sucesos del 23 de mayo de 1923 en el exilio, impulsó en Ciudad de
México, junto a otros jóvenes estudiantes afines a la Federación de Estudiantes de México
(FEM), un frente único de “trabajadores manuales e intelectuales” o plataforma continental
“antiimperialista”, nacionalista, antioligárquica; dizque socialista y con vocación
indoamericanista.80 Este proyecto de alianza, todavía no constituido formalmente, se
conocería más adelante con el nombre de Alianza Popular Revolucionaria Americana
(APRA).
Desde 1924 Haya de la Torre, quien había realizado varios viajes a la Unión Soviética y
entablado relación con dirigentes comunistas (participó en el III Congreso de la Internacional
Sindical Roja en julio de 1923 y en el V Congreso de la IC en junio-julio de 1924); se
carteaba personalmente con dirigentes de la Comintern y proveía a la III Internacional de
informes e impresiones propias sobre la realidad de América Latina, el movimiento obrero,
campesino e indígena y la naturaleza política de las “autocracias republicanas”, entre las
cuales figuraba la tiranía “lúgubre y medieval” del “agente del imperialismo yanqui” Augusto
Leguía.81 En enero de 1925, Haya de la Torre todavía buscaba el reconocimiento por parte de
la IC para el recién conformado APRA, tal como podemos apreciar en la correspondencia que
mantuvo con el suizo Edgar Woog, emisario de la Comintern durante la década de 1920 (fue
representante del CEIC en Sudamérica) y reestructurador del comunismo en México,
conocido con el pseudónimo de “Alfred Stirner”. El joven dirigente aprista sugería la
formación de “un gran partido sobre la base de obreros y campesinos en el Perú”; un partido
que trataría de ser internacional en América Latina “a fin de incitar a las masas a la
revolución por la unidad de los pueblos del Continente contra el imperialismo yanqui”. Por
aquél entonces sostenía que el programa máximo y mínimo del Partido sería el de los partidos
80
HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl, El Lenguaje Político de Indoamérica, México D.F.: Universidad
Nacional Autónoma de México, 1979.
81
JEFETS, Victor y SCHELCHKOV, Andrey (comp.), “Correspondencias de la IC con Víctor Raúl Haya de la
Torre” en La Internacional Comunista y América Latina. En Documentos del Archivo de Moscú, Moscú -
Santiago de Chile: Aquilo Press - Ariadna Ediciones, 2018, pp. 35-38
37
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
comunistas pero sin usar la palabra “para evitar de echarse encima la ofensiva mundial contra
el comunismo, que no podría soportarse en América por el grado de debilidad de las fuerzas
obreras”.82 Aseguraba a Stirner que si creaba el partido sería “un partido de masas” con
vocación de constituir una Federación Latinoamericana “sobre la base de supresión de la
explotación capitalista, nacionalización de la industria y modernización del sistema social del
comunismo incaico para la producción agrícola”. Solicitaba los consejos de Stirner y la
mediación con la Comintern para realizar los siguientes pasos:
“1o) apoyo de las organizaciones comunistas – solo moral, es decir, propaganda de prensa, incitación
contra una intervención americana y si es posible, cuando el movimiento se inicie otra clase, de ayuda
material. La propaganda debe hacerse muy intensa en Alemania, Francia, Estados Unidos, México,
Chile y Argentina que deberían recibir instrucciones especiales.
2o) Este apoyo tendría un carácter especial, aparecería como el testimonio de la solidaridad obrera
internacional y procuraría extenderse mas que a los partidos, a los sindicatos para darle un carácter más
amplio.
3o) Tratándose de un partido de masa que se afirmara sobre las condiciones nacionales, necesitamos
autonomía para nuestros procedimientos y desarrollos. Los partidos en México, Chile y Argentina han
demostrado hasta ahora una falta absoluta de sentido político adaptado a las circunstancias de sus
propios países, su actuación es casi sindical y no política porque no se han “americanizado” las tácticas.
En ese sentido nuestro partido puede buscar por otros caminos, los mismos fines.
4o) La aprobación de nuestras palabras de orden que consulto son estas:
- Nacionalización de las industrias
- Comunización de la tierra (agitación indígena sobre la base de la tradición incaica).
- Gobierno del pueblo (obreros, campesinos).
- Supresión de la explotación del hombre por el hombre.
- Cooperativismo (sistema ruso).
- Supresión del Parlamento y creación de consejos o comunas
- Disolución del Ejército y creación de otro organismo
- Nacionalización de todos los bienes de la Iglesia católica dedicando su total a la supresión del
analfabetismo y cultura de las masas.
- Unidad de los pueblos de América (federalización primera, centralización después)
- Anti-imperialismo (campaña continental)
5o) Nosotros usaremos estas palabras de orden, unidos o separadas según convenga. Toda la
organización será sobre la base de la organización de los P.C. adaptable y creando lo necesario.
6o) Nuestro partido estará organizado directamente para asumir el poder. Para evitar el pánico o la
reacción violenta no usará de alarmismos o de palabras extranjeras, sino será absolutamente nacional
en su literatura, etc. (...)
Tomado el poder nuestro partido podría asumir los siguientes compromisos:
82
Ibid, pp. 43-49
38
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
- Al disolverse el ejército, que dirige una misión militar francesa, crear el nuevo ejército bajo
una misión militar rusa.
- Pedir una misión para la educación política de niños y para la educación de campesinos.
- Establecer en los altiplanos (regiones frías) colonias agrícolas rusas.
- Afirmado el poder del partido y alejados los peligros el gobierno, evolucionaría hacia el más
radical aspecto comunista.”83
En sus inicios, el APRA fungió como una plataforma, alianza, movimiento o “frente único”
de movimientos sociales y tendencias “revolucionarias” heterogéneas, principalmente por
medio de círculos de intelectuales y estudiantes (particularmente mexicanos y parisinos),
contando con la simpatía de Mariátegui y de otros intelectuales marxistas o filomarxistas. La
"alianza antiimperialista" continental, conforme se iba definiendo ideológicamente, fundaría
filiales y “comités” en varias ciudades europeas y latinoamericanas, siendo las primeras las
de París, Buenos Aires, Ciudad de México y La Paz. Tras un proceso de redefinición
ideológica y de un progresivo alejamiento del marxismo revolucionario, Haya de la Torre y
Eudocio Ravines (colaborador del primero desde las luchas estudiantiles de 1921 y fundador
de la Célula Parisina en 1926) formularon los primeros fundamentos doctrinarios del APRA
histórico. Estos principios y objetivos, los cuales constituían el Programa Máximo aprista,
fueron publicados originalmente en diciembre de 1926 en la revista londinense Labour
Monthly y se expresaron en las siguientes 5 demandas84: 1) lucha contra el imperialismo
yanqui, enemigo principal de los pueblos de América Latina; 2) la unidad política de América
Latina, es decir la liquidación de las fronteras estatales entre países latinoamericanos; 3) la
nacionalización de la tierra y de la industria; 4) la internacionalización del canal de Panamá;
5) la solidaridad con todos los pueblos del mundo y con todas las clases oprimidas.
La idea aprista del indoamericanismo, inspirada por el ideal de unidad política americana del
filósofo y educador mexicano José Vasconcelos Calderón (1882-1959), por el proyecto
integrador liberal-mestizo del cubano José Martí (1853-1895) y por las aspiraciones
bolivarianas de la Patria Grande, se planteaba como una superación de la denominación de
América Latina o Hispanoamérica y sus supuestas connotaciones coloniales:
83
Ibid, pp. 46-47.
84
RAVINES, Eudocio y HAYA DE LA TORRE, Victor Raúl, “What is the APRA?”, The Labour Monthly: A
Magazine of International Labour, diciembre de 1926, volumen 8, Nº 12, pp. 756 a 759. Puede leerse en:
https://faculty.chass.ncsu.edu/slatta/hi216/documents/hayaapra.htm
39
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
“Pero el término “Indoamérica” es más amplio [que el de Latinoamérica], va más lejos, entra más
hondamente en la trayectoria total de nuestros pueblos. Comprende la prehistoria, lo indio, lo ibérico,
lo latino y lo negro, lo mestizo y lo “cósmico” —digamos, recordando a Vasconcelos— manteniendo
su vigencia frente al porvenir. Es término “muy antiguo y muy moderno”, que corresponde justamente
a la presente etapa revolucionaria de Nuestra América, apenas iniciada en México, en que aparece la
gran síntesis de la oposición de contrarios que impulsan el devenir de nuestra Historia.”85
Haya de la Torre vio frustrados sus intentos de articular un verdadero e influyente “frente
único contra el imperialismo” con capacidad de tomar el poder a corto plazo y lamentaba la
poca atención que, según su parecer, el Partido Comunista Ruso (bolchevique)86, la IC y la
Internacional Sindical Roja habían dedicado a los problemas concretos de América Latina y
al imperialismo norteamericano. Desde 1925 su descontento con el comunismo soviético y la
Comintern se acrecentó, por lo cual se iría nutriendo de otros referentes como la Revolución
Mexicana y el estado emanado del proceso transformador iniciado en 1910. Ya en 1925, en
una carta a Gabriel del Mazo (dirigente radical argentino), Haya de la Torre dibujaba su
inclinación por el particularismo y una vía “alternativa al socialismo”87:
“La experiencia formidable de Rusia nos ofrece estas lecciones, que son, en mi concepto, las mejores
que de ella pueden sacarse: establecer lo que hay de eterno y de universal, distinguiendo o separando lo
que hay de particular, local y objetivo. Con una idea de copia servil, de imitación incondicional,
mirando al detalle, tropezándose con lo artificial, no haremos nada (...). Yo reconozco, y cada día estoy
más convencido, que América, nuestra América, ofrece al mundo una nueva realidad, una realidad
extraordinaria, excepcional.”
85
Ibid, p.10.
86
Aunque a lo largo del texto empleamos las siglas PCUS (normalmente usadas para referirse al partido único
desde la fundación de la URSS hasta su disolución), es pertinente aclarar que el partido comunista soviético
tuvo varios nombres oficiales a lo largo de su historia. Inicialmente fue la facción bolchevique (1903-1918) del
Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR), hasta la conquista del poder. Durante la etapa soviética
tuvo varias denominaciones: de marzo de 1918 (en el VII Congreso del POSDR) a 1925 fue reconstituído como
Partido Comunista de Rusia (bolchevique); entre 1925 y 1952 el Partido Comunista (bolchevique) de la URSS o
Partido Comunista de toda la Unión (bolchevique) y desde 1952 en adelante fue simplificado como Partido
Comunista de la Unión Soviética (PCUS).
87
HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl, Correspondencia (1924-1976), Lima: Mosca Azul Ediciones, 1982.
88
JEIFETS, Victor y SCHELCHKOV, Andrey (comp.), “Correspondencias de la IC con Víctor Raúl Haya de la
Torre” en La Internacional Comunista y América Latina. En Documentos del Archivo de Moscú, Moscú -
Santiago de Chile: Aquilo Press - Ariadna ediciones, 2018, pp. 51-58.
40
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
La sección partidista peruana del APRA, el Partido Aprista Peruano (PAP)89, no sería fundada
oficialmente hasta septiembre de 1930 en Lima, una vez caído el gobierno autoritario y
represivo de Augusto Leguía y con los comunistas ya desvinculados del APRA y reagrupados
en el entorno del Partido Comunista del Perú. A partir de ese momento, el aprismo, según lo
planteaba Haya de la Torre en sus obras El anti-imperialismo y el APRA (1929) e Ideario y
acción aprista (1930), era un movimiento político, social y cultural policlasista, anticlerical y
moderadamente antimilitarista, que buscaba forjar una alianza entre el proletariado, el
campesinado, las clases medias y la burguesía nacional (la fórmula habitual aprista
contraponía los intereses de las “clases proletarias, campesinas y medias” a una oligarquía
privilegiada servidora de intereses foráneos) para llevar a cabo una revolución democrática en
el Perú y Latinoamérica en general; liquidar los vestigios de la feudalidad, la autocracia y el
“extractivismo depredador” (el imperialismo sería la máxima expresión de esta dominación
precapitalista) y desarrollar una economía capitalista progresiva, en la que el Estado aprista
tuviera un papel regulador y planificador en aras del desarrollo social. Haya de la Torre
defendía una “economía mixta” corporativista en la que deberían coexistir una política de
89
Para no generar confusiones, emplearemos frecuentemente las siglas de APRA refiriéndonos también al
Partido Aprista Peruano. Dado el enfoque peruano de este trabajo, no creemos necesario marcar diferencias
entre el PAP y secciones apristas de otros países.
41
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
90
HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl, “Ideario y acción aprista” en Secretaría de Prensa y Propaganda del
Comité Departamental de Junín del Partido Aprista Peruano, 1977.
91
En un primer momento, durante la convocatoria de las elecciones de octubre de 1931, el PCP había
contemplado la posibilidad de presentar una plataforma electoral a través de una marca (como “Partido
Comunista” estaban vetados de participar) con el campesino indígena del ayllu de Santiago de Pupuja (Puna)
Eduardo Quispe y Quispe (quien se había destacado como dirigente de las insurrecciones de Azángaro y
Huancané) a la cabeza. La opción fue rápidamente desechada por el Comité Central, que no anhelaba otra vía
que no fuera un levantamiento revolucionario para el cual entonces no había realmente una correlación de
fuerzas favorable. Fuente: GUTIÉRREZ, Julio, Así nació el Cusco Rojo. Contribución a su historia política:
1924-1934. Lima: J. Gutiérrez, 1986, p.239.
92
JANSEN, R., Revolutionizing Repertories. The rise of Populist Mobilization in Peru, Chicago: Chicago
University Press, 2017.
42
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
Inmediato del Partido Aprista Peruano. Reproducimos a continuación algunos pasajes que
ilustran la táctica y estrategia de esa formación política, caracterizada por una reiteración en
el excepcionalismo latinoamericano-peruano o “exotismo indoamericano” y alusiones
mesiánicas.
“Nosotros como pueblo, y esto es preciso que lo repita porque forma parte de la teoría fundamental de
nuestro Partido, no constituimos una entidad homogénea; nuestro desenvolvimiento económico y social
no ha sido el desenvolvimiento de los pueblos europeos que han pasado, sucesivamente, de un período
a otro y que han ido recorriendo una curva perfectamente clara. Nosotros no hemos vivido, como los
pueblos de Europa, la sucesión del período de la barbarie por el período feudal, del período feudal por
el período mercantil, del período mercantil por el período burgués, y del período burgués por el período
industrial. En nuestro país coexisten, conviven todas las etapas del desarrollo económico y social del
mundo. Tenemos dentro de nuestras fronteras, desde el caníbal y el bárbaro hasta el señorito que vive la
vida civilizada.. Somos conciudadanos del campo y somos compatriotas del señor feudal que está
detrás de las montañas. Alguna vez he dicho que quien quiera viajar a través de la historia no tiene sino
que viajar de Lima al Oriente. Ante una realidad así, ¿cuál puede ser el carácter del Estado como
entidad jurídica? Hemos dicho que la clase que emancipó al Estado del control español fue la clase
latifundista, pero esa clase no puede representar ni siquiera la mayoría de la nación; carece de fuerza
propia para controlar el Estado, no puede representar auténticamente a la mayoría de la nación. Vemos,
pues, que el Estado, como entidad jurídica, no representa a ninguna de las clases propiamente, porque
la clase que lo redimió carecía de fuerza propia y entonces nuestras instituciones han estado
tambaleantes; el Estado ha fluctuado representado por un hombre y por una oligarquía [el subrayado es
nuestro]”93.
El programa aprista, bajo la consigna “Sólo el Aprismo salvará al Perú”, que se presentaba
como única opción “realista” junto a la central sindical Confederación de Trabajadores del
Perú (CTP) y otros frentes de masas, clamaba por una mayor integración y protagonismo de
los sectores populares en el Estado peruano temporalmente “secuestrado” por las élites,
abogando en sus propuestas programáticas por reformas sustanciales dirigidas desde arriba
(por ellos mismos, una vez tomado el poder, pues criticaron las reformas corporativistas de
otros partidos) junto a la acción de la movilización popular. Los apristas sostenían la
necesidad de una reforma agraria y de la supresión de impuestos indirectos, defendían una
nacionalización progresiva de sectores esenciales, reivindicaban la protección de la industria
nacional, prometían establecer regulaciones al capital extranjero y la formación de cuadros
técnicos y la consolidación de un funcionariado cualificado para desarrollar una mayor
93
HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl, “Programa Mínimo del Partido Aprista Peruano”. Discurso en la Plaza
de Toros en el distrito de Acho, Lima, 23 de agosto de 1931. Disponible en Marxists Internet Archive.
43
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
94
DE LA FUENTE, José Alberto, “Víctor Raúl Haya de la Torre, el APRA y el Indoamericanismo” en Cuyo.
Anuario de Filosofía Argentina y Americana, Nº 24, 2007, p.93.
44
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
nuestro proletariado es menor, es más lento que el de los proletarios de la gran industria, que "forjan la
máquina" y producen la manufactura. Un pueblo es verdaderamente industrial "cuando produce los
instrumentos de producción”, cuando hace la máquina, cuando extrae y utiliza el hierro. Nuestros
pueblos importan la máquina, nuestro proletariado aprende a manejarla, pero no puede forjarla. Por eso,
nuestro industrialismo es económicamente colonial e incipiente y nuestro proletariado como clase no
puede gobernar aún.”95
Luis Miguel Sánchez Cerro se erigió como vencedor de las elecciones de 193196, superando
al APRA por un margen de 50.000 votos, ante lo cual el partido de Haya de la Torre, que
esperaba hacerse con el gobierno, denunció fraude. Sánchez Cerro contó inicialmente con el
apoyo de las clases dominantes (las cuales le veían como el "mal menor"), de militares, de la
prensa conservadora (destacaría especialmente el poderoso diario El Comercio), de sectores
populares del Sur, de la Iglesia católica (resentida con el ex-dirigente estudiantil) y de
elementos del “lumpenproletariado” a los cuales la izquierda no había prestado atención,97
llegando a conformar la mayoría parlamentaria: 71 diputados “sanchezcerristas” frente a 23
apristas, 22 “descentralistas”, 8 independientes y 3 socialistas. El establecimiento de alianzas
con los sectores oligárquicos tradicionales y la movilización de masas, seducidas por la
personalidad carismática y el paternalismo del único candidato mestizo, permitieron a
Sánchez Cerro legitimar una creciente concentración de poder que pronto le llevaría a
encabezar un mandato autoritario, conservador y corporativista; un régimen filofascista,
totalitario y “bonapartista”,98 con elementos de populismo y (pseudo)indigenismo99
autoproclamado “Estado obrero” que puso fin al “oncenio” de Leguía pero, no obstante,
desarrolló políticas continuistas en aspectos como la legislación social y laboral. El régimen
de la Unión Revolucionaria, aprendiendo de la experiencia de la Patria Nueva, se decía “por
95
HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl, “El aprismo no es comunismo”, Repertorio Americano, XXIV, Nº 14,
23 de abril de 1932.
96
De entre los más de 6 millones de habitantes que tenía el Perú en ese momento, en 1931 votaron solamente
392.363 ciudadanos. Es conveniente recordar que el sufragio sólo podía ser ejercido en ese momento por
varones de 21 años o más, siendo excluidas las mujeres y toda la población analfabeta. A partir de 1933 las
mujeres mayores de edad “las casadas o las que lo hayan estado y las madres de familia” pudieron votar en las
elecciones municipales, según establecía el Artículo 86 de la Constitución peruana de 1933.
97
ANDERLE, Ádám, “Comunistas y apristas en los años treinta en el Perú (1930-1935)”, pp. 70-71.
98
MOLINARI MORALES, Tirso, “El Partido Unión Revolucionaria y su proyecto totalitario-fascista. Perú
1933-1936”, Investigaciones Sociales, Año X, Nº 16, UNMSM, Lima, 2006, pp. 321-346.
99
CALPOVIÑA PANCHI, Verónica, “La movilización populista: ¿cómo y cuándo nace en Perú?” en Theorein.
Revista de Ciencias Sociales, Nº 2, Vol. III, s/f, pp.255-262.
45
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
encima de las clases y la política partidista”, promovió estrategias para hacer frente a la
organización y politización clasista de los trabajadores, tratando así de minar la influencia del
APRA, del Partido Comunista y de la CGTP. Al mismo tiempo que reprimía brutalmente a
los sindicatos clasistas de influencia comunista, socialista, aprista y anarquista, el nuevo
régimen, revestido de un discurso populista y obrerista, empleó la Sección de Trabajo como
refuerzo para las instituciones estatales e instrumento de cooptación de organizaciones de
trabajadores y desocupados; impulsó grandes obras públicas (entre las cuales destacaron las
de irrigación), promovió servicios sociales, restaurantes populares y comedores benéficos,
vivienda obrera, guarderías infantiles y ayudas institucionales asistencialistas, intentando
aliviar el impacto de la recesión mundial como contagio de la Gran Depresión
estadounidense). El gobierno de Sánchez Cerro se cimentó sobre el proteccionismo
económico (reduciendo el control de compañías internacionales sobre yacimientos
petrolíferos), dirigió campañas específicas hacia los indios (presentándose como defensor de
los derechos de las comunidades), fomentó la colonización de las zonas tropicales y
endureció las políticas contra la inmigración, azuzando el enfrentamiento entre peruanos y
extranjeros y fomentando un nacionalismo peruano exacerbado, transversal y policlasista. En
política exterior, Sánchez Cerro reavivó el conflicto fronterizo con Colombia (precipitando al
país hacia una nueva guerra a la que solo se opusieron frontalmente los comunistas),
pretendió reducir la dependencia respecto a Inglaterra y los EEUU (ganándose la repulsa de
la Marina de Guerra, de orientación proestadounidense) y promovió el acercamiento y el
establecimiento de pactos bilaterales con el Japón imperial y la Italia fascista, lo cual fue
acogido con entusiasmo por jóvenes oficiales nacionalistas del Ejército. En 1932 el dictador,
ejerciendo cada vez una mayor omnipotencia y decidido a extirpar el “aprocomunismo” (la
creación de este cajón de sastre, en el cual a veces se incluía a los leguiístas, encaja
perfectamente con la técnica propagandística de simplificación y caracterización de distintos
adversarios como un “enemigo único” y con el “principio del método de contagio”), desplegó
grandes campañas propagandísticas desde la Junta de Defensa Social, cerró indefinidamente
universidades (la UNSM no volvería a abrir sino hasta 1935), clausuró todos los periódicos
opositores, intensificó la represión contra los comunistas (más tarde desarrollaremos este
punto) y decretó la expulsión del grupo parlamentario aprista y el arresto de Haya de la Torre
(mayo de 1932) junto a la detención o deportación de otros dirigentes de izquierdas.
Posteriormente, la persecución se desataría con virulencia también contra la oposición
burguesa, los descentralistas y los partidarios de Leguía que no habían sido ya juzgados.
Sumado a otros condicionantes socioeconómicos, esta represión desencadenaría, además de
46
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
un fallido atentado contra la vida de Sánchez Cerro en Miraflores el 6 de marzo (José Melgar
Márquez y Juan Seoane fueron condenados a muerte, pero la pena sería conmutada por 25
años de prisión), hasta 14 tentativas de sublevación militar por parte de soldados afines al
APRA100; además de un levantamiento popular y guerrillero por parte de las bases apristas en
el distrito norteño de Laredo. Esta fue la denominada “Revolución de Trujillo” de 1932,
encabezada por Manuel “Búfalo” Barreto. Tras el brutal aplastamiento de la insurrección
(predestinada al fracaso por su carácter espontáneo y falta de organización) y el bombardeo
de Trujillo, el dictador llevó a cabo ejecuciones sumarias de cientos de personas (a menudo
decretadas por las Cortes Marciales) e ilegalizó al “subversivo” APRA y asociaciones afines,
amparándose en medidas como el artículo 53 de la Constitución de 1933, que declaraba la
101
ilegalidad de los “partidos políticos organizados internacionalmente”. No contento con
ello, decretó la prohibición de desempeñar funciones políticas a los militantes de dichas
organizaciones, las cuales eran además caracterizadas en la prensa hegemónica, en los
discursos políticos y en el Congreso como agentes desestabilizadores dirigidos por agitadores
extranjeros. La jerarquía aprista y “miles de militantes” y simpatizantes (es difícil determinar
cuántos) poblaban, junto a los comunistas, cárceles de todo el Perú como la isla penal de El
Frontón (conocida como “El Panóptico”), El Sexto, la Cárcel Central de Varones, la
Intendencia de Lima, el castillo Real Felipe en el Callao, etc, donde sufrían torturas y
vejaciones inhumanas. A pesar de la extrema dureza de sus condiciones, los presos políticos
apristas y comunistas promovieron comités, células políticas, organizaciones de presos,
huelgas de hambre, motines e intentos de fuga, a menudo haciendo proselitismo entre “presos
comunes” (a los cuales, no obstante, muchos presos apristas que gozaban de privilegios y
capacidad de negociación con las autoridades consideraban como subalternos).102
Frente a la creciente reacción, los núcleos apristas resistentes fuera de las cárceles, a menudo
tejiendo alianzas con anarcosindicalistas y “nacionalistas revolucionarios”, tomarían dos vías:
la lucha guerrillera en la Sierra (llevada a cabo por proletarios agrarios y trabajadores
azucareros sindicados en los valles de Chicama y Santa Catalina) y el terrorismo individual.
El 30 de abril de 1933, tras pasar revista a las tropas que iban a combatir en la guerra
colombo-peruana (iniciada en septiembre de 1932 en la en la cuenca del río Putumayo y los
municipios fronterizos de la Amazonía), Sánchez Cerro fue acribillado en un automóvil
descapotable por el militante aprista Abelardo Mendoza Leyva, en lo que en la actualidad ya
100
Op. cit., p.72.
101
Constitución Política del Perú, Artículo 53, 9 de abril de 1933 (Perú).
102
AGUIRRE, Carlos, “Hombres y rejas. El APRA en prisión, 1932-1945”, Bulletin de l’Institut français
d’études andines [En línea], 43 (1), mayo de 2014, pp. 10-23.
47
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
103
GUERRA, Margarita, Historia General del Perú. La República Contemporánea (1919-1950), 1.ª edición,
Lima: Editorial Milla Batres, 1984, p.113.
104
MENDOZA, Raúl, “Magnicidios, crónica de tres muertes anunciadas”, Domingo de La República, Lima, 22
de julio de 2018.
105
A partir de este punto puntualmente haremos referencias al papel del APRA / PAP en determinados
contextos, pero su historia y debates internos quedarán en segundo plano porque a partir de 1945 la formación
de Haya de la Torre se iría reafirmando como partido socialdemócrata (e incluso como “partido de Estado” de
centroizquierda) con importantes facciones socialmente conservadoras, no siendo ya caracterizable como
izquierda radical o revolucionaria.
48
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
represión contra los partidos políticos, los sindicatos, la prensa, las manifestaciones, etc,106
prolongando las medidas dictatoriales ya ejecutadas durante el mandato de Sánchez Cerro.
El PUR, bajo el liderazgo de Luis Alberto Flores Medina y de la mano de los “camisas
negras”, inició un periplo hacia un proyecto político cada vez más hitleriano/mussoliniano
entre 1934 y 1936. El partido de L. Flores y la Legión Juvenil Fascista (LJF) contaron con el
apoyo del Club Nacional de terratenientes y otros lobbies oligárquicos; además, se apoyaron
en movilizaciones de masas de carácter fascista y escuadrista (10000 campesinos y
propietarios agrícolas se adscribieron al “movimiento de las yanaconas” en el Valle del
Cañete)107 y organizaron la Sociedad Antiasiática, propiciando ataques racistas contra
inmigrantes y descendientes de chinos y japoneses (comunidades demográficamente
relevantes que se habían establecido en el país en varias oleadas entre 1850 y 1930). Tras la
anulación de las elecciones de 1936, el PUR llegó a organizar una revuelta e intento de
sublevación militar contra Benavides, algo que sería rápidamente aplastado y que provocó la
ilegalización de la Unión Revolucionaria y la descomposición del grupo parlamentario
(muchos congresistas se cambiaron de partido, otros fueron cesados). Desde 1936 a 1939, la
dictadura militar de orientación neocivilista y clásicamente oligárquica de Benavides,
apoyada por el Partido Nacionalista del Perú de Clemente Revilla (quien ejercía como
Presidente del Congreso), tuvo carta blanca no solo para reprimir a toda la izquierda, al
movimiento obrero y a lo que quedaba de partidarios del leguiísmo sino también al turbulento
“fascismo criollo” peruano.
106
Congreso de la República del Perú, Ley Nº 8505, Defensa Social y Seguridad Interior de la República, 19 de
febrero de 1937 (Perú).
107
ANDERLE, Ádám, “Comunistas y apristas en los años treinta en el Perú (1930-1935)”, p. 84.
49
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
50
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
5.1. Polémica por la conversión del APRA en Partido y las contrapuestas concepciones
del imperialismo en Haya de la Torre y Mariátegui
En 1927 Haya de la Torre, alentado por la ruptura del Kuomintang de Chiang Kai-Shek con
el Partido Comunista en China111 y disconforme con el creciente peso de la Internacional
Comunista staliniana, empezó a predicar la conversión del APRA en partido político y la
necesidad de forjar nuevas alianzas internacionales. Haya de la Torre pretendía con su nuevo
rumbo liquidar la autonomía política de las organizaciones y tendencias díscolas integradas
en el “frente único” aprista (especialmente los sectores comunistas) y conformar un gran
Partido Aprista unificado bajo la dirección de las “clases medias”, férreamente centralizado y
cohesionado bajo su propio liderazgo personal. Esta nueva “reestructuración” de la Alianza,
además del progresivo viraje al anticomunismo112, fue un duro golpe para Mariátegui; ya
que, para él, la presencia de los comunistas en el APRA debía ir acompañado de una
autonomía política (siguiendo las resoluciones del II, III y IV Congreso de la IC) y una
colaboración “contingente, concreta, práctica”113 que tuviera como objetivo la consecución de
la revolución democrática, la liquidación de la feudalidad, la reforma agraria y, finalmente, la
111
La ruptura del Primer Frente Unido chino se produjo durante la Expedición al Norte emprendida por los
comunistas y los nacionalistas con el objetivo de derrotar militarmente a los señores de la guerra y caudillos y
unificar al país bajo un solo gobierno “antiimperialista”. La alianza -debilitada en 1925 tras el fallecimiento de
Sun Yat-Sen- siempre fue “forzada” y contingente, pero fue Chiang Kai-shek quien, tras despedir a los
consultores soviéticos, ordenó las purgas contra los comunistas y contra el ala izquierdista del KMT en marzo de
1926, con el llamado “Golpe de Cantón”. A partir de ese suceso, que precedería al inicio de la Guerra Civil
China (1927-1937), fue el Ejército Revolucionario Nacional (ERN), cuyo general era Bai Chongxi, el que
emprendió la represión contra el PCCh, mediante purgas de soldados y el desmantelamiento de sindicatos
“rojos”, con particular virulencia en 1927; por su parte, los comunistas chinos promovieron levantamientos
obreros y huelgas, así como el establecimiento de “comunas” proletarias y campesinas. El 12 de abril de 1927
tuvo lugar la “matanza de Shanghai”, una masacre perpetrada por pistoleros bajo las órdenes de Chiang
Kai-shek y por soldados regulares conservadores del KMT/ERN contra los miembros y dirigentes del Sindicato
General vinculados al PCCh y al ala izquierdista del Kuomintang, quienes se habían declarado en huelga. La
persecución anticomunista y contra decenas de miles de trabajadores organizados, amparada en la ley marcial,
se extendió rápidamente hacia Cantón, Jiangxi, Zhejiang y Jiangsu, produjéndose combates y una
contraofensiva comunista en Wuhan y Changsha. Chiang estableció un gobierno conservador en Nankín,
restaurando la alianza con Wang Jingwei y el Gobierno de Wuhan, el cual, hasta los sucesos de abril, había sido
favorable a la cooperación con los comunistas.
112
La evolución por “etapas” y los virajes ideológicos más o menos abruptos en movimientos culturales,
partidos políticos y personalidades era algo muy característico del período de entreguerras y probablemente del
“corto siglo XX” en general. La transformación de Haya de la Torre y el APRA entronca directamente con el
auge de los populismos clásicos y los “neo-radicalismos” en Latinoamérica en los años 30 y particularmente en
los 40, cuyos máximos exponentes de entre los que llegaron a detentar el poder en esas décadas serían el Partido
Revolucionario Institucional mexicano, el justicialismo / peronismo en Argentina, el varguismo en Brasil o el
Movimiento Nacionalista Revolucionario boliviano.
113
MARIÁTEGUI, José Carlos, “Mensaje al II Congreso de Lima” (enero de 1927).
51
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
conquista del poder proletario. La conversión del APRA en partido político suponía, según su
parecer, la traición de los principios antiimperialistas e internacionalistas y la asunción de una
praxis encuadrada dentro de la política burguesa, la estrechez nacionalista, el electoralismo y
el reformismo (aderezados con el personalismo mesiánico y “caudillesco” del máximo
ideólogo del aprismo). Los principales textos en los que apreciamos la disconformidad de
Mariátegui con la conversión del APRA en partido nacionalista (a parte de las cartas que
luego analizaremos) y donde se dibuja claramente la propuesta de una alternativa netamente
socialista son “Aniversario y balance” y “Punto de vista antiimperialista”, documentos que
además sintetizan la crítica a la concepción vulgar del “antiimperialismo” de Haya de la
Torre. Veamos la resolución de Mariátegui para el editorial de Amauta en septiembre de
1928:
“En la lucha entre dos sistemas, entre dos ideas, no se nos ocurre sentirnos espectadores ni inventar un
tercer término. En nuestra bandera, inscribimos está sola, sencilla y grande palabra: Socialismo. (Con
este lema afirmamos nuestra absoluta independencia frente a la idea de un Partido Nacionalista,
pequeño burgués y demagógico). (…) La revolución latino-americana, será nada más y nada menos
que una etapa, una fase de la revolución mundial. Será simple y puramente, la revolución socialista. A
esta palabra, agregad, según los casos, todos los adjetivos que queráis: “antiimperialista”, “agrarista”,
“nacionalista-revolucionaria”. El socialismo los supone, los antecede, los abarca a todos [el subrayado
es nuestro]”114.
Haya de la Torre destacaba el contenido nacional del imperialismo por encima del carácter de
clase de la dominación, abogando por la estrategia policlasista y las fórmulas nacionalistas
(hoy diríamos "tercermundistas" o “soberanistas”) ya mencionadas. En sus análisis sobre el
imperialismo, entre los cuales destacan los que conforman El antiimperialismo y el APRA
(1936), el líder aprista ponía de relieve tres aspectos fundamentales: 1) El imperialismo
estaría determinado por la propiedad extranjera del capital, el dominio de las finanzas y los
recursos; 2) El imperialismo no sería la “fase superior del capitalismo” sino la primera fase
en los países “atrasados” o semicoloniales con un capitalismo incipiente y donde persisten
relaciones del antiguo régimen, desempeñando un relativo papel progresivo estimulando las
fuerzas productivas; 3) Por su escaso desarrollo histórico, los países latinoamericanos
carecían de una clase obrera numéricamente relevante, por lo que había que formar un
“Frente de trabajadores manuales e intelectuales” policlasista, el “partido del proletariado”
europeo no podía ser extrapolado a la realidad americana.
114
MARIÁTEGUI, José Carlos, “Aniversario y balance”, Amauta, Año III, No 17. Lima, septiembre de 1928.
52
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
Por ende, el APRA y sus dirigentes planteaban una estrategia “revolucionaria” en clave
nacional para combatir el imperialismo, que implicaría aliarse con las fuerzas del capital
peruano frente al capital extranjero, sin llegar a comprender la retroalimentación de estos y la
alineación de intereses que, de facto, se daba entre la burguesía nacional (“atrasada” o
“modernizante”) y la burguesía extranjera norteamericana, británica, francesa, etc. El
“antiimperialismo” del APRA, aderezado por explicaciones excepcionalistas que justificaban
la colaboración entre clases y la acusación de europeizantes o europeistas dirigida hacia los
revolucionarios comunistas, operaba como una suerte de programa político y promulgaba, en
síntesis, la necesidad de desarrollar el capitalismo nacional (el capitalismo burocrático) para
eventualmente “avanzar hacia el socialismo” con reformas sociales y bajo la dirección del
nuevo estado aprista. En el plano económico, Haya de la Torre defendió una experiencia
económica concreta de la Rusia bolchevique: la Nueva Política Económica (NEP), una breve
fase caracterizada por la preservación de la propiedad privada supeditada al desarrollo del
capitalismo de Estado vigente entre 1921 y 1928 (año en que fue abolida por el Primer Plan
Quinquenal de Stalin).
115
En “Punto de vista antiimperialista” (tesis escritas por Mariátegui y presentadas por Julio
Portocarrero en la Conferencia Comunista Latinoamericana de junio de 1929, cuando se
debatían “la lucha antiimperialista y los problemas de táctica de los Partidos Comunistas de
América Latina"), Mariátegui confrontó y rebatió los planteamientos apristas y desarrolló su
propia concepción del carácter del imperialismo en América del Sur y Centroamérica (región
que apenas había sido analizada por Lenin en El imperialismo, fase superior del capitalismo);
para ello no escatimó en comparaciones con casos asiáticos, para resaltar las diferencias entre
los países del Istmo y las repúblicas sudamericanas, sus respectivas formas sociales y el
diferente papel de las burguesías nacionales. Para Haya de la Torre el Perú era un país
“neocolonial”, mientras que para Mariátegui era “semicolonial”. Dicha distinción no era para
nada superflua y de una u otra afirmación se extraían estrategias y sendas políticas muy
distintas, como veremos a continuación. Mariátegui desechaba el planteamiento de la unión
política policlasista en los países semicoloniales (políticamente independientes pero
económicamente subyugados) de Sudamérica, en los cuales los contrapuestos intereses de
clase estaban más definidos que en países sometidos a un dominio colonial (en los que las
115
MARIÁTEGUI, José Carlos, “Punto de vista antiimperialista” en Ideología y política, Caracas: Ministerio de
Comunicación e Información, 2006, p.83.
53
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
“1º- ¿Hasta qué punto puede asimilarse la situación de las repúblicas latinoamericanas a la de los países
semicoloniales? La condición económica de estas repúblicas, es, sin duda, semicolonial, y, a medida
que crezca su capitalismo y, en consecuencia, la penetración imperialista tiene que acentuarse este
carácter de su economía. Pero las burguesías nacionales, que ven en la cooperación con el
imperialismo la mejor fuente de provechos, se sienten lo bastante dueñas del poder político para no
preocuparse seriamente de la soberanía nacional. Estas burguesías, en Sudamérica, que no conoce
todavía, salvo Panamá, la ocupación militar yanqui, no tienen ninguna predisposición a admitir la
necesidad de luchar por la segunda independencia, como suponía ingenuamente la propaganda aprista.
El Estado, o mejor la clase dominante no echa de menos un grado más amplio y cierto de autonomía
nacional. La revolución de la Independencia está relativamente demasiado próxima, sus mitos y
símbolos demasiado vivos, en la conciencia de la burguesía y la pequeña burguesía. La ilusión de la
soberanía nacional se conserva en sus principales efectos. Pretender que en esta capa social prenda un
sentimiento de nacionalismo revolucionario, parecido al que en condiciones distintas representa un
factor de la lucha antiimperialista en los países semi-coloniales avasallados por el imperialismo en los
últimos decenios en Asia, sería un grave error [el subrayado es nuestro].”
"La colaboración con la burguesía, y aun de muchos elementos feudales, en la lucha antiimperialista
china, se explica por razones de raza, de civilización nacional que entre nosotros no existen. El chino
noble o burgués se siente entrañablemente chino. Al desprecio del blanco por su cultura estratificada y
decrépita, corresponde con el desprecio y el orgullo de su tradición milenaria. El anti-imperialismo en
la China puede, por tanto, descansar en el sentimiento y en el factor nacionalista En Indo-América las
circunstancias no son las mismas. La aristocracia y la burguesía criollas no se sienten solidarizadas con
el pueblo por el lazo de una historia y de una cultura comunes. En el Perú, el aristócrata y el burgués
blancos, desprecian lo popular, lo nacional. Se sienten, ante todo, blancos. El pequeño burgués mestizo
imita este ejemplo. La burguesía limeña fraterniza con los capitalistas yanquis, y aún con sus simples
empleados, en el Country Club, en el Tennis y en las calles. El yanqui desposa sin inconveniente de
raza ni de religión a la señorita criolla, y ésta no siente escrúpulo de nacionalidad ni de cultura en
preferir el matrimonio con un individuo de la raza invasora. Tampoco tiene este escrúpulo la muchacha
de la clase media. La "huachafita" que puede atrapar un yanqui empleado de Grace o de la Foundation
lo hace con la satisfacción de quien siente elevarse su condición social. El factor nacionalista, por
estas razones objetivas que a ninguno de ustedes escapa seguramente, no es decisivo ni fundamental
54
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
en la lucha anti-imperialista en nuestro medio. Sólo en los países como la Argentina, donde existe una
burguesía numerosa y rica, orgullosa del grado de riqueza y poder en su patria, y donde la personalidad
nacional tiene por estas razones contornos más claros y netos que en estos países retardados, el
anti-imperialismo puede (tal vez) penetrar fácilmente en los elementos burgueses: pero por razones de
expansión y crecimiento capitalistas y no por razones de justicia social y doctrina socialista como es
nuestro caso [el subrayado es nuestro].”116
“La divergencia fundamental entre los elementos que en el Perú aceptaron en principio el Apra -como
un plan de frente único, nunca como partido y ni siquiera como organización en marcha efectiva- y los
que fuera del Perú la definieron luego como un Kuo Min Tang latino americano, consiste en que los
primeros permanecen fieles a la concepción económico-social revolucionaria del anti-imperialismo,
mientras que los segundos explican así su posición; "Somos de izquierda (o socialistas) porque somos
anti-imperialistas". El anti-imperialismo resulta así elevado a la categoría de un programa, de una
actitud política, de un movimiento que se basta a sí mismo y que conduce, espontáneamente, no
sabemos en virtud de qué proceso, al socialismo, a la revolución social. Este concepto lleva a una
desorbitada superestimación del movimiento anti-imperialista, a la exageración del mito de la lucha
por la "segunda independencia", al romanticismo de que estamos viviendo ya las jornadas de una
nueva, emancipación. De aquí la tendencia a reemplazar las ligas anti-Imperialistas con un organismo
político. Del Apra, concebida inicialmente como frente único, como alianza popular, como bloque de
las clases oprimidas, se pasa al Apra definida como el Kuo Min Tang latinoamericano. [...] El
anti-imperialismo, para nosotros, no es ni puede constituir, por sí solo, un programa político, un
movimiento de masas apto para la conquista del poder. El anti-imperialismo, admitido que pudiese
movilizar al lado de las masas obreras y campesinas, a la burguesía y pequeña burguesía nacionalistas
(ya hemos negado terminantemente esta posibilidad) no anula el antagonismo entre las clases, no
suprime su diferencia de Intereses [el subrayado es nuestro].”117
116
Ibid, p.84.
117
Ibid, p.85.
55
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
El mito que marcaba el camino para la emancipación era bien distinto en Haya de la Torre y
Mariátegui en 1927. Para entonces Haya de la Torre era un ferviente partidario del modelo
mexicano y detractor del comunismo soviético, mientras que Mariátegui veía las limitaciones
de la Revolución Mexicana y era un entusiasta de la senda soviética, a pesar de las
diferencias (exageradas por cierta historiografía y deliberadamente ignoradas por otra) con la
dirección oficial latinoamericana de la IC en muchos análisis y tácticas. Observar el desigual
impacto de la Revolución mexicana de 1910 en Haya de la Torre y en Mariátegui es
pertinente porque constituye un reflejo de la idea de la revolución democrático-burguesa en
uno y en otro. En "El Estado antiimperialista" Haya de la Torre resaltó su admiración por el
modelo mexicano y lo expuso como ejemplo de “estado antiimperialista” a emular:
“De nuevo, la Revolución mexicana nos ofrece puntos de referencia interesantes. Se oye
frecuentemente a los estudiosos de política y a los marxistas europeos o europeizantes formular una
pregunta grave: ¿qué tipo de Estado es el actual Estado mexicano posrevolucionario, dentro de la
concepción clasista de su origen y formación? Los ortodoxos marxistas han buscado en la evolución
estatal que estudia Engels en su libro sugerente El Origen de la familia, la propiedad privada y el
Estado, el momento presente del Estado mexicano, después de la revolución, sin encontrarlo. Algunos
56
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
de los más autorizados portavoces de la Revolución mexicana han intentado una definición cuando nos
dicen: “El Estado mexicano acepta la división de la sociedad en oprimidos y opresores, pero no quiere
considerarse incluido en ningún grupo. Considera necesario elevar y proteger las condiciones actuales
del proletariado hasta colocarle en condiciones semejantes al del capital en la lucha de clases; pero
quiere mantener intacta su libertad de acción y su poder, sin sumarse a ninguna de las clases
contendientes, para seguir siendo el fiel de la balanza, el mediador y el juez de la vida social”. Empero,
si esta opinión confirma que evidentemente el Estado mexicano posrevolucionario no cabe dentro de
las clasificaciones conocidas, no explica clasistamente su real y característico significado [el subrayado
es nuestro].”118
El párrafo anterior muestra cómo, desde el punto de vista de Haya de la Torre, el estado
mexicano posrevolucionario se encontraría por encima de las divisiones de clases sociales,
aunando, supuestamente, los distintos segmentos de la sociedad nacional en una “paz social”
fundamentada en el corporativismo y en la “justicia social” alentada desde el poder político.
Así continuaba su exposición y análisis del entramado institucional emanado de la
Revolución democrático-burguesa mexicana:
“Vencido con la dictadura porfiriana el Estado feudal, representativo de los grandes terratenientes y
aliado del imperialismo, el nuevo Estado mexicano no es ni un Estado patriarcal campesino, ni es el
Estado burgués, ni es el Estado proletario, exclusivamente. La Revolución mexicana —revolución
social, no socialista— no representa definitivamente la victoria de una sola clase. El triunfo social
correspondería, históricamente, a la clase campesina; pero en la Revolución mexicana aparecen otras
clases también favorecidas: la clase obrera y la clase media. El partido vencedor —partido de
espontáneo frente único contra la tiranía feudal y contra el imperialismo— domina en nombre de las
clases que representa y que en orden histórico a la consecución reivindicadora, son: la clase campesina,
la clase obrera y la clase media.”119
El estado mexicano posrevolucionario, fruto del “estallido ciudadano contra la dictadura [de
Porfirio Díaz] feudal, supresora despótica de los derechos democráticos; (...), el alzamiento
campesino contra la clase que ese gobierno representaba, y, finalmente, acción conjunta de
120
las masas de la ciudad y del campo -campesino, obrero y clase media” cristalizado en la
Constitución de Querétaro de 1917; devino, según Haya de la Torre, en un “instrumento de
defensa de las clases campesina, obrera y media unidas contra el imperialismo que las
121
amenaza.” Para el APRA y su jefe, “todo conflicto posible entre esas clases queda
118
HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl, “El Estado antiimperialista” en El Antiimperialismo y el APRA, Lima:
Fondo editorial del Congreso del Perú, 2010 [1936], pp. 196-197
119
Ibid, p.197.
120
Ibid, p.199.
121
Ibid, p.201.
57
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
“El movimiento político que en México derrumbó al porfirismo se ha nutrido, en lo que significó
progreso y victoria sobre el feudalismo y sus oligarquías, del sentimiento de las masas, se ha apoyado
en sus fuerzas y ha sido impulsado por un indiscutible espíritu revolucionario. Se trata, desde todos los
puntos de vista, de una experiencia extraordinaria e instructiva, Pero el carácter y los objetivos de esta
revolución, por los hombres que la dirigieron, por los factores económicos a ios que obedeció y por la
naturaleza de su proceso, son los de una revolución democrátíco-burguesa. El socialismo sólo puede ser
realizado por un partido de clase, sólo puede ser el resultado de una teoría y de una práctica socialista.”
122
El “enquistamiento” era esperable, pues la Revolución mexicana fue en realidad (salvando las distancias) una
revolución liberal más (con sus correspondientes desamortizaciones, anticlericalismo, lucha contra el latifundio
y la autocracia), al estilo de las de 1828, 1830 o 1868 en Europa. Los elementos que quisieron conducir la
revolución hacia objetivos más radicales, como Emilio Zapata y sus seguidores, fueron minoritarios y no
llegaron a constituir facciones con capacidad de triunfo.
123
MARIÁTEGUI, José Carlos, “México y la revolución” en Obra política, México: Era, 1984, p.302 [Original
en: Variedades , 5 de enero de 1924.]
124
MARIÁTEGUI, José Carlos, “Prólogo a Tempestad en los Andes de Luis E. Valcárcel” en La Sierra, Vol.1,
Nº 10, octubre de 1927, Lima.
58
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
“(...) no existe en el Perú, como no ha existido nunca, una burguesía progresista, con sentido nacional,
que se profese liberal y democrática y que inspire su política en los postulados de su doctrina”125.
El momento de la revolución nacional burguesa o liberal ya había pasado, por lo que no cabía
aspirar a una “Segunda independencia” ni a una alianza entre las clases antagónicas y era
anacrónico tratar de reavivar consignas románticas y patrioteras. Tras un siglo de
independencia, las clases dirigentes del Perú estaban afianzadas -a pesar de sus
reestructuraciones- y no tenían ningún interés objetivo ni subjetivo en aventurarse en una
profunda revolución democrática y mucho menos en un movimiento antiimperialista, el cual
atentaría directamente contra sus propios intereses.
“Esa liquidación del gamonalismo, o de la feudalidad, podía haber sido realizada por la República
dentro de los principios liberales y capitalistas. Pero por las razones que llevo ya señaladas estos
principios no han dirigido efectiva y plenamente nuestro proceso histórico. Saboteados por la propia
clase encargada de aplicarlos, durante más de un siglo han sido impotentes para redimir al indio de una
servidumbre que constituía un hecho absolutamente solidario con el de la feudalidad. No es el caso de
esperar que hoy, que estos principios están en crisis en el mundo, adquieran repentinamente en el Perú
una insólita vitalidad creadora.126”
“El mayor cargo contra la clase dominante de la república es el que cabe formularle por no haber
sabido acelerar, con una inteligencia más liberal, más burguesa, más capitalista de su misión, el proceso
de transformación de la economía colonial en economía capitalista. La feudalidad opone a la
emancipación, al despertar indígena su estagnación y su inercia; el capitalismo, con sus conflictos, con
sus instrumentos mismos de explotación, empuja a las masas por la vía de sus reivindicaciones, la
conmina a una lucha en la que se capacitan material y mentalmente para presidir un orden nuevo.” 127
125
Ibid.
126
Ibid.
127
MARIÁTEGUI, José Carlos y PESCE, Hugo, “El problema de las razas en América Latina”, p.272.
59
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
128
Flores Galindo expone como la “síntesis” que representaban los mineros los situaba como vanguardia: “En el
Perú, el sector de vanguardia del proletariado estaba constituido -desde la perspectiva de Mariátegui- por los
mineros. Ellos combinaban una doble condición al ser paralelamente obreros y campesinos: laboraban
temporalmente en los campamentos mientras sus familias permanecían en sus comunidades o parcelas. Esta
dualidad hacía que los mineros fueran los personajes imprescindibles para dirigir una revolución donde contaba
tanto el aporte obrero como el campesino. En esos trabajadores se combinaba de manera peculiar lo moderno y
lo occidental que podía encontrarse en el sindicalismo, con todas las antiguas tradiciones andinas.” Fuente:
FLORES GALINDO, Alberto, La Agonía de Mariátegui. La Polémica con la Komintern, Lima: Desco, segunda
edición, 1982, p. 77.
60
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
“Nadie ignora que la solución liberal de este problema sería, conforme a la ideología individualista, el
fraccionamiento de los latifundios para crear la pequeña propiedad. Es tan desmesurado el
desconocimiento, que se constata a cada paso, entre nosotros, de los principios elementales del
socialismo, que no será nunca obvio ni ocioso insistir en que esta fórmula –fraccionamiento de los
latifundios en favor de la pequeña propiedad– no es utopista, ni herética, ni revolucionaria, ni
bolchevique, ni vanguardista, sino ortodoxa, constitucional, democrática, capitalista y burguesa. Y que
129
Se conoce como “browderismo” a la corriente política promovida por Earl Browder (secretario general del
CPUSA entre 1930 y 1945) en el seno del MCI, inicialmente con la connivencia del CEIC, organismo del que
fue miembro hasta 1943. Ya desde 1935, bajo el imperativo de “combatir al fascismo”, Browder y su partido
rechazaron la necesidad de la revolución socialista y la dictadura democrática del proletariado para los EEUU;
siguieron una línea “nacionalista de izquierdas” y panamericanista y plantearon avanzar hacia una “democracia
socialista”, constituyendo una de las primeras corrientes en promulgar un excepcionalismo que se
autoidentificaría como “vía nacional al socialismo” enraizada en sus propias tradiciones políticas. En la época
de los “frentes populares” y a las puertas de la 2GM Browder predicó el acercamiento de los PCs a gobiernos
“progresistas” en América Latina (incluyendo el del demócrata Franklin D. Roosevelt), abogó por la
colaboración de las clases trabajadoras con la “burguesía democrática” y defendió la coexistencia pacífica (casi
sin condiciones) entre los estados socialistas y capitalistas. Sus tesis llegaron a vertebrar, desde 1938, el accionar
e ideario de varios PCs, especialmente en el Caribe y Centroamérica. Al inicio de la Segunda Guerra Mundial,
concretamente en 1940, Browder propició la salida del CPUSA de la Comintern, pero esta no llegaría a
producirse dadas las dificultades del contexto bélico y la práctica inoperancia de la IC anterior a la disolución.
Tras su XII Congreso decretó la disolución del Partido y su refundación como un grupo de presión: la
Asociación Política Comunista. A mediados de los años 40 Earl Browder renegó abiertamente del
marxismo-leninismo y el “sovietismo”, siendo expulsado en febrero de 1946. Su herencia fue combatida o
mitigada su influencia por sus sucesores William Z. Foster y Eugene Dennis, bajo cuyo liderazgo el CPUSA fue
reconstituido como partido. El browderismo, originalmente aupado o ignorado por el CEIC en la etapa
frentepopulista y “en su lecho de muerte”, se puede considerar en varios sentidos un precedente americano de
las tesis revisionistas sostenidas por Nikita Jrushchov tras el XX Congreso del PCUS y del reformismo
eurocomunista de Berlinguer. En ese sentido, el mismísimo Browder afirmó en su artículo de 1960 “How Stalin
ruined the American Communist Party” que la política de Jrushchov “ha adoptado casi palabra por palabra la
misma línea por la que abogué hace 15 años. Por consiguiente mi pecado se ha convertido -por lo menos por el
momento- en la nueva ortodoxia.”
130
CABALLERO, Manuel, “El último peldaño: el browderismo” en La Internacional Comunista y la
Revolución latinoamericana, Caracas: Nueva Sociedad, 1987, pp. 195-214.
61
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
tiene su origen en el ideario liberal en que se inspiran los Estatutos constitucionales de todos los
Estados demo-burgueses.”131
“El capital financiero se sentirá más seguro, si el poder está en manos de una clase social más
numerosa, que, satisfaciendo ciertas reivindicaciones apremiosas y estorbando la orientación clasista de
las masas, está en mejores condiciones que la vieja y odiada clase feudal de defender los intereses del
capitalismo, de ser su custodio y su ujier. La creación de la pequeña propiedad, la expropiación de los
latifundios, la liquidación de los privilegios feudales, no son contrarios a los intereses del imperialismo,
de un modo inmediato. Por el contrario, en la medida en que los rezagos de feudalidad entraban el
desenvolvimiento de una economía capitalista, ese movimiento de liquidación de la feudalidad,
coincide con las exigencias del crecimiento capitalista, promovido por las inversiones y los técnicos del
imperialismo; que desaparezcan los grandes latifundios, que en su lugar se constituya una economía
agraria basada en lo que la demagogia burguesa llama la "democratización" de la propiedad del suelo,
que las viejas aristocracias se vean desplazadas por una burguesía y una pequeña burguesía más
poderosa e influyente -y por lo mismo más apta para garantizar la paz social-, nada de esto es contrario
a los intereses del imperialismo.” 132
En ese mismo ensayo, señaló la problemática del rol fluctuante de la pequeña burguesía,
temerosa de la proletarización y tendencialmente aspirante a la ascensión como clase:
“Ni la burguesía, ni la pequeña burguesía en el poder, pueden hacer una política antiimperialista. (...)
¿Qué cosa puede oponer a la penetración capitalista la más demagógica pequeña burguesía? Nada, sino
palabras. Nada, sino una temporal borrachera nacionalista. El asalto del poder por el antimperialismo,
como movimiento demagógico populista si fuese posible, no representaría nunca la conquista del poder
por las masas proletarias, por el socialismo. La revolución socialista encontrará su más encarnizado y
peligroso enemigo —peligroso por su confusionismo, por la demagogia—, en la pequeña burguesía
afirmada en el poder, ganado mediante sus voces de orden.” 133
Tras exponer un análisis sobre la relación entre la gran propiedad, los capitales y la
feudalidad, Mariátegui proseguía su análisis en “Punto de vista antiimperialista”
estableciendo y problematizando la relación de la pequeña burguesía con el imperialismo, la
inclinación de sus intereses y su lugar en las relaciones sociales y de producción:
131
MARIÁTEGUI, José Carlos, “El problema de la tierra”, Siete ensayos de interpretación de la realidad
peruana, p. 45.
132
MARIÁTEGUI, José Carlos, “Punto de vista antiimperialista”, p.88.
133
Ibid, p.86.
62
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
“La pequeña burguesía es, sin duda, la clase social más sensible al prestigio de los mitos nacionalistas.
Pero el hecho económico que domina la cuestión, es el siguiente: en países de pauperismo español,
donde la pequeña burguesía, por sus arraigados prejuicios de decencia, se resiste a la proletarización;
donde ésta misma, por la miseria de los salarios no tiene fuerza económica para transformarla en parte
en clase obrera; donde imperan la empleomanía, el recurso al pequeño puesto del Estado, la caza del
sueldo y del puesto "decente"; el establecimiento de grandes empresas que, aunque explotan
enormemente a sus empleados nacionales; representan siempre para esta clase un trabajo mejor
remunerado, es recibido y considerado favorablemente por la gente de clase media. La empresa yanqui
representa mejor sueldo, posibilidad de ascensión, emancipación de la empleomanía del Estado, donde
no hay porvenir sino para los especuladores. Este hecho actúa, con una fuerza decisiva, sobre la
conciencia del pequeño burgués, en busca o en goce de un puesto. En estos países, de pauperismo
español, repetimos, la situación de las clases medias no es la constatada en los países donde estas clases
han pasado un período de libre concurrencia, de crecimiento capitalista propicio a la iniciativa y al
éxito individuales, a la opresión de los grandes monopolios [el subrayado es nuestro].”
Los planteamientos de Manuel González Prada, José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya
de la Torre en torno al llamado “problema del indio” coinciden en los aspectos generales y en
los más fundamentales. Todos ellos hicieron hincapié, como ya hemos analizado, en la
retroalimentación entre la discriminación racial y la explotación de clase en las esferas
material y cultural, aunque subordinando la primera a la segunda. Los tres ideólogos fueron
exponentes del desarrollo de un nuevo paradigma sociológico para la interpretación de lo
nacional y de la posición histórica del indígena (así como de otros grupos étnicos, entre los
cuales no debemos olvidar a la población afrodescendiente) y sus condiciones materiales en
la historia del Perú, además de articuladores del discurso del “indio” como sujeto
revolucionario o crucial para la transformación social general y para la conquista de su propia
emancipación, brindando explicaciones y soluciones radicales no impregnadas de dinámicas
63
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
“LA CAUSA DEL INDIO ES CAUSA SOCIAL, NO RACIAL. La causa del indígena peruano –
como la del ecuatoriano, boliviano, argentino, como la del indígena de toda América – es causa
sagrada, no porque el indio sea indio, vale decir que no sea blanco, sino porque el indio, en su gran
mayoría, es explotado. Nuestro indigenismo no es el simplista sentimental concepto racial que ante la
estúpida afirmación burguesa de la inferioridad de razas opone en un amargo grito de revancha la
afirmación contraria de que toda raza de color es superior a la blanca…González Prada ha escrito:
‘La cuestión del indio más que una cuestión racial es económica, es social’ […] No es el color lo que
limita el problema. Indios por sangre hay, desde Felipillo el traidor, que son verdugos de sus hermanos
de raza. ¡Cuántas veces en eso que en el Perú se llama Parlamento, en los ministerios y los tribunales,
no se han sentado y se sientan hombres de piel de cobre y de conciencia negra!…En mis viajes por la
sierra peruana, he visto a veces gamonales de raza india, verdugos implacables, monstruos
sanguinarios, sádicos…despedazando las carnes de los siervos y maldiciéndolos en quechua. Esos
mismos déspotas de provincias, ebrios, lujuriosos y enfermizos, tipos de tragedia, van a Lima vendidos
por un salario congresal, se humillan vergonzosamente, transan sin pudor y son la representación del
gamonalismo serrano, sirviendo de palanca y de sostén al gamonalismo costeño. […] No es que
pretendamos una regresión a las formas más avanzadas de su tiempo, pero primitivas hoy, del
comunismo incaico, para resucitarlo intacto. Pero la lucha de cuatrocientos años de la Comunidad
contra el Latifundio y la decadencia de este, prueban históricamente que las bases de la restauración
económica nacional. La reorganización de nuestra economía desquiciada, la gran cooperativa
agrícola de producción, que debe ser el Perú no podrán establecerse sino sobre las bases de la
maravillosa organización económica incaica, modernizada, dotada de todos los elementos de técnica
contemporánea y resguardada por el Estado, no ya de los latifundistas sino de los productores. La
lucha entre el latifundio y la comunidad no puede mitigarse con decretos y leyes que nunca se cumplen.
El latifundio se ha formado a expensas de la comunidad. [...] El imperialismo, pues, trae consigo un
nuevo y grandísimo peligro para nuestros indígenas […] Es por eso que nuestro movimiento
antiimperialista, debe tener a los indígenas en las vanguardias […] (pero) No se puede apartar el
134
HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl, “El problema del indio” en Obras completas, Vol. 1, Siglo XXI, 1982,
pp.181-191.
64
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
problema indígena del imperialismo […] El problema del indio en el Perú como en cualquier país
americano es problema económico, es problema de justicia social y ésta no podrá realizarse mientras el
imperialismo amenace la soberanía política de nuestros países y su libertad económica. Por eso, todo
intento de liberación social en nuestros países, está relacionado con el gran problema general que
plantea el imperialismo. No hay problemas aislados sino aspectos de uno, grande y común. De ahí que
no puede haber luchas aisladas, sino partes de un todo, secciones de un gran partido, divisiones de un
gran ejército, filas de un gran frente: del frente único de trabajadores manuales e intelectuales de
América: contra el imperialismo yanqui, por la unidad de los pueblos de América, para la realización
de la justicia social [el subrayado es nuestro].” 135
135
Ibid.
65
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
similar a la del amauta en “El problema de las razas…” cuando dijo que: “al racismo de los
que desprecian al indio, porque creen en la superioridad absoluta y permanente de la raza
blanca, sería insensato y peligroso oponer el racismo de los que superestiman al indio, con fe
mesiánica en su misión como raza en el renacimiento americano.” 136
136
MARIÁTEGUI, José Carlos y PESCE, Hugo, “El problema de las razas en la América Latina” en SSAIC, El
movimiento revolucionario Latinoamericano. Versiones de la Primera Conferencia Comunista Latino
Americana, p.271.
66
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
“Por su formación teórica y por el exacto conocimiento que tenía del nivel aún primario de desarrollo
de la experiencia histórica de las masas peruanas, comprendía como nadie que el momento del partido
político de los obreros y de los campesinos debía ser el resultado y no el supuesto de las luchas de las
masas, que los puntos de condensación y de organización de la experiencia histórica de esas masas
constituyen la trama a partir de la cual, y como un producto propio de la voluntad colectiva en
formación, emerge un nuevo organismo político, una nueva institución de clase donde se sintetiza toda
esa experiencia histórica de luchas y se despliega en un programa concreto la irresistible tendencia de
las masas a convertirse en el soporte de un nuevo proyecto de sociedad. El partido político debía crecer,
no como un todo completo, sino en sus elementos constitutivos, en el interior de la envoltura protectora
que le daba el movimiento de masas en desarrollo. Y este partido en ciernes necesitaba esa protección
no sólo, ni tanto, por las difíciles condiciones políticas en que se desarrollaba la lucha de clases, sino
fundamentalmente para evitar el peligro siempre presente de su maduración precoz, de su tendencia a
encontrar en sí mismo las razones de su propia existencia”.140
137
Una de las caras visibles del comunismo cusqueño fue Sergio Caller Zavaleta (1905-2008). Hay pocos datos
disponibles (al menos fuentes escritas) sobre esta persona, pero sabemos que durante los inicios del PSP
rehusaría a unirse al partido de Mariátegui. No obstante, en 1945 fue elegido como diputado por la província de
Cusco por el FREDENA, siendo uno de los parlamentarios comunistas durante el gobierno de Bustamante.
Fuente: “Falleció Sergio Caller a los 103 años”, La República, 25 de febrero de 2008.
138
El Buró o Secretariado Sudamericano de la Internacional Comunista había sido fundado en febrero de 1925,
por decisión del Presidium del Comité Ejecutivo de la IC (CEIC). Tuvo sede en Buenos Aires (1925-1930) y
posteriormente, hasta su disolución, en Montevideo (1930-1935). Editaba La Correspondencia Sudamericana.
139
ARROYO, Posadas, “A propósito del artículo “El populismo en el Perú” de V. Miroshevski” en Aricó, J.
(ed.), Mariátegui y los orígenes del marxismo latinoamericano, México: Pasado y Presente, 1980, pp. 93-115.
140
ARICÓ, José, “Introducción” en Aricó, J. (ed.), Mariátegui y los orígenes del marxismo latinoamericano,
México: Pasado y Presente, 1980, LIII.
67
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
141
La versión original del texto carece de fecha de redacción. En la edición de la antología El proletariado y su
organización (1970) el autor colocó “en forma arbitraria” o por un error de imprenta la fecha de redacción de la
carta en junio de 1929, pero por el contenido de la misma y el contexto descrito es más plausible que fuera
escrito en la primavera de 1928. El argumentario a este efecto del artículo “MARIATEGUI: ¿Partido o Frente?
Dos cartas fundamentales”, publicado el 2 de mayo de 2015 en el blog Tacna Comunitaria nos ha convencido
plenamente.
142
“Carta colectiva del grupo de Lima”, junio de 1929 [sic], en El proletariado y su organización, México:
GRIJALBO, 1970, 115-122.
143
VI Congreso de la Internacional Comunista. Primera parte: tesis, manifiestos y resoluciones, México:
Pasado y Presente, 1977, pp. 19-20.
68
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
“Me opongo a todo equívoco. Me opongo a que un movimiento ideológico, que, por su justificación
histórica, por la inteligencia y abnegación de sus militantes, por la altura y nobleza de su doctrina
ganará, si nosotros mismos no lo malogramos, la conciencia de la mejor parte del país, aborte
miserablemente en una vulgarísima agitación electoral. En estos años de enfermedad, de sufrimiento,
de lucha, he sacado fuerzas invariablemente de mi esperanza optimista en esa juventud que repudiaba
la vieja política, entre otras cosas porque repudiaba los “métodos criollos”, la declamación caudillesca,
la retórica hueca y fanfarrona. Defiendo todas mis razones vitales al defender mis razones intelectuales.
No me avengo a una decepción. La que he sufrido, me está enfermando y angustiando terriblemente.
(...) Y no estoy solo en esta posición. La comparten todos los que tienen conocimiento de la
propaganda de ustedes -propaganda que por otra parte no está justificada al menos por su eficacia,
porque fracasará inevitablemente. Hemos acordado una carta colectiva que muy pronto les
enviaremos.”
144
LÖWY, Michel, El marxismo en América Latina, México, D.F.: Editorial Era, 1980, pp.12-13.
145
“Carta de José Carlos Mariátegui a la Célula de Méjico” en MARTÍNEZ DE LA TORRE, Ricardo, Apuntes
para una interpretación marxista de la historia social del Perú, tomo II, Lima, 1948, pp. 296-298.
69
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
El PSP, cuyo principal órgano de expresión sería la revista Amauta147 (creada en 1926 como
revista “de izquierdas”, se constituía ahora como plenamente socialista148), representaría la
ruptura definitiva de destacados dirigentes del socialismo revolucionario con el
nacional-populismo (disconformidad que ya se venía advirtiendo en testimonios como la
carta de Mariátegui al grupo de México de abril de 1928) y con la línea socialdemócrata de la
Internacional Socialista (la cual sería “demolida” en su obra póstuma En defensa del
marxismo), abogando por el comunismo y la emancipación revolucionaria de la clase obrera
del Perú y “el proletariado internacional”, esto es, la consecución de la “revolución proletaria
mundial”.149 En su primer programa150, redactado por el propio Mariátegui en octubre de 1928
y aprobado por el CC a comienzos de 1929, el PSP se definió como marxista-leninista,
caracterizando a esta corriente como el “método revolucionario de la etapa del imperialismo
y de los monopolios” y adoptándola como método de lucha (punto 4), al tiempo que se erigía
como “vanguardia del proletariado” y representante en la lucha política de las aspiraciones e
intereses de las “masas trabajadoras de la ciudad, el campo y las minas y el campesinado
indígena”. El Partido planteaba, entre otras cosas, la necesidad de realizar y culminar la
revolución democrático-burguesa en el Perú (punto 5) bajo la dirección consciente del
proletariado como antesala inmediata de la revolución socialista (punto 8). Para la
consecución de la revolución democrático-burguesa, el PSP reivindicaba medidas y reformas
sociales a corto plazo como: el reconocimiento de la libertad de asociación, reunión y prensa
obreras, el reconocimiento del derecho de huelga y la abolición de la conscripción vial, el
146
También asistieron a la reunión fundacional Julio Portocarrero y Fernando Borja.
147
El nombre de la revista, tomado del vocablo quechua amaw’ta que designaba a los maestros, sabios o
filósofos incas, era un homenaje “romántico” al saber indígena en el Tahuantinsuyo y a la tradición andina.
148
“(...) Amauta no es una diversión ni un juego de intelectuales puros: profesa una idea histórica, confiesa una
fe activa y multitudinaria, obedece a un movimiento social contemporáneo. En la lucha entre dos sistemas, entre
dos ideas, no se nos ocurre sentirnos espectadores ni inventar un tercer término. La originalidad a ultranza, es
una preocupación literaria y anárquica. En nuestra bandera inscribimos esta sola, sencilla y grande palabra:
Socialismo. (Con este lema afirmamos nuestra absoluta independencia frente a la idea de un Partido
nacionalista, pequeño burgués y demagógico.)”. Cita extraída de MARIÁTEGUI, José Carlos. “Aniversario y
balance”, Amauta, Año III, Nº 17, Lima, septiembre de 1928. Disponible en Marxists Internet Archive.
149
Aunque la imposición staliniana del “socialismo en un solo país” (sellada en el XIV Congreso del PCUS)
priorizaba la supervivencia del poder obrero en el país de los soviets, los comunistas (en algunos países más que
en otros) seguían teniendo presentes las tareas de la internalización de la revolución comunista, aunque, como
veremos, no era el caso de la Internacional en Latinoamérica.
150
MARIÁTEGUI, José Carlos, “Programa del Partido Socialista Peruano”, en El proletariado y su
organización, México: GRIJALBO, 1970, p.125-130.
70
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
151
JEFETS, Lazar y JEFETS, Víctor, América Latina en la Internacional Comunista, 1919-1943. Diccionario
biográfico (edición definitiva), Santiago de Chile: Ariadna Ediciones, 2018, p.518.
152
Este participó empleando el seudónimo “Saco”.
71
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
“Habiendo llegado a este punto las constataciones, se plantea con toda claridad el carácter
fundamentalmente económico y social del problema de las razas en la América Latina y el deber que
todos los Partidos Comunistas tienen de impedir las desviaciones interesadas que las burguesías
pretenden imprimir a la solución de este problema, orientándolo en un sentido exclusivamente racial,
asimismo como tienen el deber de acentuar el carácter económico social de las luchas de las masas
indígenas o negras explotadas, destruyendo los prejuicios raciales, dando a estas mismas masas una
clara conciencia de clase, orientándolas a sus reivindicaciones concretas y revolucionarias, alejándolas
de soluciones utópicas y evidenciando su identidad con los proletarios mestizos y blancos, como
elementos de una misma clase productora y explotada.”155
72
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
paralelismos con el “marxismo ortodoxo” combatido por Lenin.158 Para países sudamericanos
de mayoría indígena como era el caso del Perú, el sector codovillista predominante de la IC
defendía el ejercicio del “derecho de autodeterminación” nacional y el establecimiento de
repúblicas indígenas (ni siquiera se habló de repúblicas indígenas socialistas) como medios
para la liberación a corto plazo. Esto último, también entraba en clara contradicción con el
análisis materialista mariateguiano sobre el problema agrario y los fundamentos de la
opresión de las masas indo-campesinas, como ya se esclarecía en “El problema de las razas”.
“Del mismo modo, la constitución de la raza india en un estado autónomo no conduciría en el momento
actual a la dictadura del proletariado indio ni mucho menos a la formación de un estado indio sin clase,
como alguien ha pretendido afirmar, sino a la constitución de un Estado indio burgués con todas las
contradicciones internas y externas de los Estados burgueses. Sólo el movimiento revolucionario
clasista de las masas indígenas explotadas podrá permitirles dar un sentido real a la liberación de su
raza, de la explotación, favoreciendo las posibilidades de su autodeterminación política.”159
A finales de 1929, Labor fue prohibida y clausurada y Mariátegui y sus camaradas fueron
nuevamente detenidos, en esta ocasión por apoyar la huelga minera de Morococha, en la
Sierra central del Perú. Poco antes de la muerte de José Carlos, ante las necesidades de
reforzar la unidad del partido y depurar sus “desviaciones reformistas” y flaquezas
organizativas, el PSP acordaría finalmente por aprobación mayoritaria, en la Sesión Plenaria
del Comité Central celebrada el 1 y el 4 de marzo, el futuro cambio de nombre a Partido
73
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
Comunista del Perú (PCP). Según Jorge del Prado (1910-1999), elegido Secretario General
de la JC a raíz de esa reunión, la propuesta del cambio de denominación de Partido Socialista
a Partido Comunista fue apoyada por Mariátegui tras prolongadas insistencias, pues…
“...se había dado cuenta, por lo que nosotros le decíamos y por el ambiente que se respiraba en su torno,
que su propaganda y su labor ideológica y organizativa habían cumplido, finalmente, su gran cometido.
Que ya estaban dadas las condiciones para que en el Perú apareciera a toda luz, y con una fisonomía
perfectamente definida, el partido por el que había trabajado siempre. Que él consideraba, en cierta
medida, nuestra opinión y la opinión de la mayoría de los obreros que lo acompañaban, como la
verdadera opinión de nuestro pueblo. Y que por todo ello se sentía sumamente satisfecho y dispuesto a
sostener eí nuevo nombre contra viento y marea.”160
“El CC del Partido se adhiere a la Tercera Internacional y acuerda trabajar por obtener esta misma
adhesión de los grupos que integran el Partido. La ideología que adoptamos es la del marxismo
militante y revolucionario, doctrina que aceptamos en todos sus aspectos: filosófico, político y
económico-social. Los métodos que propugnamos son los del socialismo revolucionario ortodoxo. No
sólo rechazamos, sino que combatimos en todas sus formas los métodos y las tendencias de la
socialdemocracia y de la II Internacional. (...) El Partido es un Partido de clase y, por consiguiente,
repudia toda tendencia que signifique fusión con las fuerzas y organismos políticos de las otras clases.
El Partido reconoce que dentro de las condiciones nacionales, la realidad nos impondrá la celebración
160
PRADO, Jorge del, “Mariátegui, marxista-leninista” en Aricó, J. (ed.), Mariátegui y los orígenes del
marxismo latinoamericano, México: Pasado y Presente, 1980, p.86.
161
Mariátegui llevaba un tiempo expresando su voluntad de mudarse a Buenos Aires, pero la prematura muerte
se interpuso en el deseo del amauta.
162
La existencia o no de una “continuidad” entre el Partido Socialista y el Partido Comunista en los aspectos
teórico, político y organizativo es objeto de una larga discusión, tal y como señalaremos más adelante en el
estado de la cuestión.
163
“Tesis de afiliación a la Tercera Internacional”, 4 de marzo de 1930 en MARIÁTEGUI, José Carlos, El
proletariado y su organización, GRIJALBO, 1970. p.131.
74
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
de pactos o alianzas, generalmente con la pequeña burguesía revolucionaria. El Partido podrá formar
parte de estas alianzas de carácter revolucionario; pero, en todo caso, reivindicará para el proletariado
la más amplia libertad de crítica, de acción, de prensa y de organización.”
164
Los primeros partidos comunistas en integrarse en la IC como “secciones” fueron el PC uruguayo (1920), el
argentino (1921), el mexicano y el chileno (1922), el ecuatoriano y el cubano (1925). Los partidos creados
“tardíamente”, a parte del peruano, fueron el paraguayo (febrero de 1928), el hondureño (mayo de 1928), el
salvadoreño (marzo de 1930), el colombiano (julio de 1930), el venezolano (marzo de 1931), el costarricense
(junio de 1931), aunque en la Primera Conferencia Comunista ya hubo al menos un delegado de cada país. No
todas estas organizaciones llegarían a ser miembros de la IC, a causa de la interrupción de la actividad en sus
respectivos contextos represivos, de las escisiones y refundaciones y/o de su poca relevancia en esas fechas.
165
En otros temas, Martínez de la Torre estuvo muy alejado de Mariátegui. Era un representante de la tendencia
“proletaria” o “proletarizante” (casi antiintelectualista), un partidario del “partido monolítico” frente al partido
de masas y un furibundo “antitrotskista”. Era, por tanto, un marxista-leninista intransigente, un férreo partidario
de Stalin. Su alejamiento del PCP no se produjo por una “fidelidad” hacia Mariátegui sino por diferencias con
Ravines. Fuente: FLORES GALINDO, Alberto, La Agonía de Mariátegui, pp.99-101.
75
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
legalmente reprimido (el cambio de nombre no ayudó, precisamente) y por ello fue activa y
explícitamente combatido por el leguiísmo en su última fase y por los gobiernos militar y
constitucional de Sánchez Cerro y sus sucesores. A inicios de 1930 la inestabilidad política
fue acompañada de un aumento de la conflictividad laboral y la polarización social, por lo
cual proliferaron en número e intensidad las huelgas y los disturbios obreros a lo largo y
ancho del país, llegando a producirse una suerte de “crisis revolucionaria” y una
intensificación de la represión estatal. En mayo de 1930, el gobierno de Leguía, que estaba
llegando a su fin (caería a finales de agosto de 1930), clausuró los sindicatos y suspendió las
libertades civiles, ante lo cual la CGTP organizó un “paro general” con el apoyo de otros
sindicatos menores, exhortando a la “guerra de clases” y la lucha política contra el agonizante
régimen de la Patria Nueva. Naturalmente, a pesar de la concesión de ciertas reformas, las
condiciones de los trabajadores no mejoraron en absoluto bajo los gobiernos de la Junta
Militar y de la inestable Junta Nacional Transitoria: en ese período (27 de agosto de 1930 - 8
de diciembre de 1931) fueron anegadas en sangre numerosas movilizaciones y experiencias
de autogestión obrera en la Sierra, entre las cuales destacan las revueltas de comités o
“soviets” de mineros y de trabajadores metalúrgicos en Cerro de Pasco, Morococha,
Casapalca, La Oroya y Mal Paso. La revuelta campesina de Oyolo (durante la cual los
campesinos indígenas se organizaron en torno al Centro Progresista Unificado de Oyolo para
hacer frente a los abusos de los terratenientes) y las luchas estudiantiles de marcado carácter
político y democrático en Lima, Cusco y Arequipa. Paralelamente, sectores de la burguesía,
la aristocracia y los terratenientes constituyeron clubes oligárquicos y destacamentos
paramilitares, los cuales eran representados principalmente por la sociedad llamada Unión
Nacional (que no debe ser confundida con el extinto partido creado por González Prada).166
Este clima social y protagonismo de los militares inauguró la etapa histórica que el
historiador Jorge Basadre denominaría como “tercer militarismo”, cuyos máximos
exponentes fueron Sánchez Cerro y Benavides.167
Desde finales de 1930, el proscrito Partido Comunista y la CGTP (ilegalizada por decreto ley
en noviembre de 1930) constituían las organizaciones política y sindical más atractivas entre
los trabajadores y desocupados organizados, teniendo también una influencia considerable en
166
ANDERLE, Ádám, “Comunistas y apristas en los años treinta en el Perú (1930-1935)” en Movimientos
políticos en el Perú entre las dos guerras mundiales, Szeged: Akadémiai Kiadó (Editorial de la Academia de
Ciencias de Hungría), 1978. p. 62.
167
BASADRE GROHMANN, Jorge Alfredo, “OCTAVO PERÍODO: El comienzo de la irrupción de las masas
organizadas en la política (1930-1933). Los desorientados seis meses que siguieron al colapso del leguiísmo y la
iniciación del tercer militarismo”, Historia de la República del Perú. Tomo 15, Lima: Producciones Cantabria,
2014 [1969], p.14.
76
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
círculos universitarios, aunque en septiembre la revista Amauta se había tenido que despedir
con su número 32 ante el declive de lectores. El PCP, a pesar de la ausencia de Ravines hasta
octubre de 1930, brillaba con luz propia ante un PAP todavía débil, un Partido Laborista con
una hoja de ruta constitucionalista y demoliberal y un Partido Obrero del Cusco más o menos
alineado con el populismo “indigenista” de Sánchez Cerro.168 En 1931 el Partido Comunista
ya tenía una verdadera dimensión nacional, contando con diez comités regionales y 2500
militantes, a los cuales se sumaban los 350 miembros de la Federación de Juventudes
Comunistas.169 El 45% del núcleo estaba compuesto por obreros fabriles, el 17% por
artesanos y no eran pocos los campesinos indios organizados en sus filas, según la versión de
la IC.170 Además, la organización contaría en ese primer período con destacadas militantes
femeninas, entre las cuales figuraba Adela Montesinos y Montesinos (fundadora del Partido
en Arequipa y primera portavoz femenina comunista en manifestaciones políticas). En el
transcurso de la huelga general de mayo de 1931 el PCP y la CGTP, guiados por la política de
“clase contra clase” (la cual estaría vigente más o menos hasta la segunda mitad de 1933) y
por el programa del VI Congreso de la IC, vieron la oportunidad de catalizar la acción
revolucionaria y movilizaron a las masas organizadas bajo consignas maximalistas
(difundidas en el periódico oficial Hoz y Martillo) en pos del objetivo general de la
“dictadura democrática de los obreros y campesinos”, pero la represión del Estado no se hizo
esperar y fue implacable. Con tal de liquidar los focos “insurreccionales” el gobierno
proclamó un decreto que suspendía (nuevamente) las libertades civiles cuando se proclamaba
una huelga y, meses más tarde (en febrero de 1932), el Congreso aprobaría la Ley de
Emergencia, que otorgaba al presidente de la República poderes ilimitados para la
persecución y represión de oponentes políticos o del movimiento obrero.171 Los comunistas,
más que ningún otro grupo político, eran objeto de una durísima persecución política y
laboral que también tendría su traslación en la represión contra los sindicatos de clase y de
base y en la represión sangrienta de toda huelga o levantamiento obrero. En ese clima de
tensión permanente, parte de la cúpula y de la dirección central del Partido Comunista fue
desmantelada y sus militantes y dirigentes, juzgados por cortes marciales, sufrieron la
dispersión, el encarcelamiento (hemos nombrado en el apartado anterior la situación de los
presos en las cárceles), el destierro (Pompeyo Herrera Mejía, dirigente político en la
168
Ibid, pp. 48-50.
169
Revista Comunista, Nº 6, Buenos Aires, 1931, pp.63-64.
170
La Correspondencia Internacional, 3 de junio de 1932, p.271.
171
DRINOT, Paul, La seducción de la clase obrera: trabajadores, raza y la formación del Estado peruano,
2017, pp. 160-161.
77
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
172
MARTÍN RAMOS, José Luis, El Frente Popular. Victoria y derrota de la democracia en España, Barcelona:
Pasado y Presente, 2015, pp. 30-31.
173
Op. cit., pp. 63-64.
78
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
Perú, donde tenía importantes resortes económicos) y a la guerra con Colombia. Los
comunistas y los círculos de intelectuales afines al CNA advirtieron el advenimiento de un
nuevo conflicto interimperialista internacional, denunciaron la creciente influencia del
fascismo en el Perú y al mismo tiempo creyeron ver la oportunidad de transformar una
eventual guerra entre trabajadores de distintas naciones promovida por las élites en guerra
civil revolucionaria, reflejándose en la experiencia bolchevique.174 No obstante, ese período
también estuvo marcado por tácticas contraproducentes y posicionamientos dogmáticos que
lastraron la unidad y cohesión del proyecto político comunista. Ravines, formalmente al
frente de un diezmado PCP que debido a las circunstancias de clandestinidad funcionaba con
disciplina castrense y seguía una política errática y “caudillista”, exhortó a los campesinos a
defender la “autodeterminación de las nacionalidades quechua y aymara” en detrimento de la
lucha económica contra la servidumbre y la unión revolucionaria-socialista de todos los
trabajadores por encima de las diferencias étnicas o culturales. Empeñado en “liquidar el
Amautismo” y “desmariateguizar” el PCP, el “hombre-aparato” Ravines impuso o intentó
imponer entre 1932 y 1933 el abandono de la herencia mariateguiana, acusando a Mariátegui
de “populista” y de “anarcosindicalista pequeñoburgués”. Este proceder estaba sin duda,
movido primero por obediencia ciega a la “oficialidad” codovillista y luego por un
dogmatismo que más tarde sería caracterizado como “ultraizquierdista”175 por la Comintern.
Esta política y los errores y excesos derivados, que a posteriori (en los años 40) algunos
militantes comunistas en sus balances hicieron recaer casi enteramente sobre Ravines,
presentándolo como un dirigente omnipotente176 apoyado en una pequeña y turbia camarilla,
174
Ibid, pp. 94-96.
175
Vladimir I. Lenin dedicó parte de su famosa obra La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo
(libro publicado en junio de 1918) a arremeter contra la “desviación” encarnada por los “ultraizquierdistas”,
etiqueta con la que designaba a los “comunistas de izquierdas” descontentos con la gestión del poder soviético
tras la Revolución de Octubre por su deriva “autoritaria” y “elitista”. Esta corriente “consejista” y voluntarista,
también conocida como LeftCom, se originó en 1918 como fracción del PCR(b) y el MCI, aunque hundía sus
raíces en el “bolchevismo de izquierdas”, representado en 1907 por el grupo Vpered. Los principales partidos
exponentes del LeftCom fueron el Partido Comunista Obrero de Alemania (KAPD) y el Partido Comunista
Obrero de los Países Bajos (KAPN), organizados en la Internacional Comunista Obrera entre 1921 y mediados
de los años 20, aunque otra expresión histórica fue el “bordiguismo” (síntesis de la ideología de Amadeo
Bordiga, secretario general del PCd'I entre 1921 y 1924). Los “comunistas de izquierda”, quienes se declaraban
contrarios al marxismo-leninismo, al “estalinismo” y posteriormente al trotskismo, renegaban totalmente de la
participación en elecciones y parlamentos burgueses y en los grandes sindicatos, se opusieron a la conformación
de frentes populares y rechazaban frontalmente toda fórmula nacionalista o patriótica (no solo se opusieron al
chovinismo sino tambíen al “derecho de las naciones a la autodeterminación”), por lo cual se consideraban más
“auténticamente marxistas”. A menudo la acusación de “izquierdismo” o “ultraizquierdismo” en el MCI se ha
esgrimido y se esgrime de forma bastante imprecisa, incluso por parte de quienes podrían representar una
“desviación” marcadamente derechista y oportunista.
176
El intelectual argentino José Aricó (1931-1991), en su “Introducción” a Mariátegui y los orígenes del
marxismo, problematiza la distorsión -intencionada o ingenua- por parte de la historiografía soviética y la
interpretación de los dirigentes del PCP posterior a la fecha de 1942. El coordinador del exhaustivo estudio de
estas fuentes primarias cuestiona que todos los errores políticos, el sectarismo galopante y las campañas de
79
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
habría sido conducida y aplicada de facto, en el terreno peruano, por otro grupo de personas
(solo es posible precisar la troika conformada en 1932 por Avelino Navarro, Francisco Pérez
y Juan Barrio), teniendo en cuenta las constantes ausencias (entre aprisionamientos y fugas,
viajes y exilio) de Ravines y el encarcelamiento de otros miembros del CC como Portocarrero
y A. Navarro.177 En poco tiempo Ravines, fugado del penal Real Felipe en julio de 1933
(donde estaba recluido con una condena a pena de muerte) y realizando actividades de
agitación en el exilio en Argentina y Chile desde entonces (no regresaría al Perú sino hasta
1945), pasaría de un “liquidacionismo de izquierda” a un “oportunismo de derecha”: en el
transcurso de los preparativos previos al VII Congreso de la IC (julio - agosto de 1935)
defendería una estrategia consistente en apoyar a los monopolios estadounidenses para lograr
una homogeneización y aculturación que transformaría a todos los trabajadores en
proletarios, liquidando las comunidades indígenas y resolviendo así “contradicciones
secundarias” para, en teoría, allanar el camino a la Revolución178. Esta vindicación le
supondría la repulsa de sus camaradas y amonestaciones por parte de sectores importantes del
comunismo internacional latinoamericano.
A partir de 1935, en el marco internacional de la constitución de frentes populares a instancia
de la Comintern (los cuales ya se venían dibujando desde el Congreso Antifascista de París y
el XIII Pleno del CEIC de 1933, habían sido sanconados por el VII Congreso de la IC y
fueron reafirmados en Latinoamérica por la conferencia comunista de Montevideo de 1934),
el PCP, cuyo nuevo órgano oficial era el periódico Democracia y Trabajo, empezó a
mostrarse favorable a la colaboración circunstancial con la pequeña burguesía democrática y
a ofrecer al APRA la conformación de alianzas “a todo nivel” (las cuales serían negadas
reiteradamente por Haya de la Torre y el Comité Ejecutivo del PAP). Por otro lado, fue
sustituyendo la retórica revolucionaria, intransigente e izquierdista por la adhesión a las
luchas por las libertades democráticas, por un discurso “patriótico” y la disposición a
articular nuevas alianzas antifascistas políticamente heterogéneas e incluso policlasistas.
Entre esas alianzas se quiso plantear un frente electoral junto al APRA en vísperas de las
descrédito contra Mariátegui fueran fruto de maniobras simplemente del dogmatismo de Eudocio Ravines y
recalca su acatamiento general de las directrices del Buró Sudamericano y el Comité Ejecutivo de la Comintern.
Para Aricó, Ravines no fue el aventurero solitario y errático denunciado por Jorge del Prado y los soviéticos sino
un dirigente que contó en su momento con notables apoyos y por lo general era valedor de la línea oficial del
PCUS y la Internacional Comunista. Fuente: ARICÓ, José, “Introducción” en Aricó, J. (ed.), Mariátegui y los
orígenes del marxismo latinoamericano, México: Pasado y Presente, 1980, pp.XXXIII-XXXV.
177
ANDERLE, Ádám, “Comunistas y apristas en los años treinta en el Perú (1930-1935)”, pp. 58-59.
178
KORIONOV, Vladimir, “Mariátegui: Destacado marxista-leninista latinoamericano”, en Aricó, J. (ed.),
Mariátegui y los orígenes del marxismo latinoamericano, México: Pasado y Presente, 1980, p.230-231.
Korionov no proporciona ninguna fuente que respalde esa acusación.
80
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
179
¡Ni un voto al Civilismo!, Manifiesto del Partido Comunista, octubre de 1936, Colección de volantes de la
Sala de Investigaciones de la Biblioteca Nacional de Perú (SIBN), Folder 1936-1938 [Folleto].
180
CANDÍA, José Miguel, “Internacionalistas peruanos en la guerra civil española”, Pacarina del Sur, 17 de
septiembre de 2016.
181
GUADALUPE, César A., “El Partido Comunista Peruano de 1930 a 1942 (El período de Ravines)” Memoria
para optar el grado de Bachiller en Ciencias Sociales con Mención en Sociología, Facultad de Ciencias Sociales
de la Pontificia Universidad Calólica del Perú, enero de 1987, pp. 1-6.
81
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
Asimismo, se incluyeron los siguientes puntos para lograr “Una vasta alianza democrática”:
182
“¡Al pueblo peruano!”, Volante del Comité Central del P.C., febrero de 1939, Colección de volantes de la
SIBN, Folder 1939, [Folleto]. Extraído de “El Partido Comunista Peruano de 1930 a 1942 (El período de
Ravines)”, p. 113.
183
En “agradecimiento” por el apoyo prestado, el presidente Prado, que ganó fraudulentamente unas elecciones
en que no hubo escrutinio, fue relativamente tolerante con el PCP durante la primera mitad de su gobierno,
manteniendo su proscripción y una censura amparada en la Constitución, pero permitiendo que los comunistas
se hicieran con puestos importantes en sindicatos legales (como la Confederación de Trabajadores del Perú,
refundada en 1944). Además, contempló que varios simpatizantes del entorno del Partido Comunista ejercieran
como diputados, a cambio de exigir a la izquierda una mitigación de la conflictividad social. El régimen fue
generalmente conservador en lo social, pero ello no fue óbice para estableciera medidas redistributivas como la
subida del salario mínimo, el control de precios a los productos de primera necesidad y aumentos salariales,
entre otras medidas obtenidas con esfuerzo por la presión del movimiento obrero. Fuente: CONTRERAS,
Carlos y CUETO, Marcos, “El militarismo y sus resistencias. El régimen de Manuel Prado”, Historia del Perú
contemporáneo.
184
El Estado peruano rompió relaciones diplomáticas con el eje a finales de 1941, tras el ataque japonés a Pearl
Harbor, pero a pesar del firme apoyo a los Aliados y, en particular, a los Estados Unidos solo llegaría a declarar
la guerra a Alemania y Japón en febrero de 1945, con el objetivo de ser admitido como miembro fundador de la
ONU.
82
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
185
Los partidos comunistas que habían aceptado y propugnado más abiertamente el browderismo y las políticas
interclasistas de “Unión Nacional” a finales de los años 30 fueron el PC cubano de Blas Roca (rebautizado como
Partido Socialista Popular), el PC venezolano de Juan Bautista Fuenmayor y el PC colombiano de Augusto
Durán (Partido Socialista Democrático). Tras la “condena” soviética de esta corriente revisionista los PCs de
América Latina realizarían autocrítica de las “desviaciones” pero ignorando deliberadamente que fueron
permitidas por el CEIC y avaladas por Georgi Dimitrov (SG de la Comintern desde 1934 hasta la disolución).
Las concesiones realizadas por la URSS a las potencias capitalistas aliadas en la conferencia de Teherán
(celebrada entre el 28 de noviembre y el 1 de diciembre) implicaron, de facto, la asunción de una variante de
“coexistencia pacífica” y de la concepción de la “vía pacífica al socialismo” para los partidos comunistas de
Europa occidental, aunque la URSS de Stalin seguiría estando comprometida con los movimientos
anticoloniales y de liberación nacional en África y Asia. Fuente: CABALLERO, Manuel, La Internacional
Comunista y la Revolución latinoamericana, 1987.
186
Procesos similares se darían en otros países como Italia, donde el Partito Comunista d'Italia (1921-1943)
puede diferenciarse claramente del Partito Comunista Italiano (1943-1991), con lo cual la historiografía emplea
en ese caso dos siglas distintas (PCd’I y PCI, respectivamente).
187
Partido Comunista Peruano (Comisión Nacional de Historia), Los Congresos del PCP (Iº - IIº - IIIº), Lima:
Ediciones Unidad, 1989, (1a edición), p.33.
188
No creemos pertinente hablar de una “ruptura” con la Comintern (no hay pruebas de tal proceso), pero sí de
un intento de “desvinculación” de caras a la sociedad peruana y frente a un Estado que mantenía vigente (con
matices) la Constitución de 1933 y que no cesó de reprimir a los partidos “organizados internacionalmente”.
83
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
84
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
En el III CN (agosto de 1948) fueron expulsados del PCP Juan P. Luna, Angel Marín,
Carmelo Moreno y otros, supuestamente por “trotskistas”, “fraccionalistas” y “liquidadores”.
Con estas expulsiones el Partido Comunista pretendió depurarse “de toda influencia extraña
al marxismo-leninismo y echar las bases de un vigoroso y monolítico Partido Comunista
Peruano”, pero lo cierto es que las “influencias extrañas” ya habían hecho mella tiempo atrás
y serían reafirmadas por una progresiva asunción de principios característicos del populismo
extraños al marxismo revolucionario. En la “Declaración de principios” se establecía lo
siguiente:
“El Partido Comunista Peruano es la vanguardia política organizada del proletariado del Perú. Como
tal, lucha infatigablemente en la defensa de la clase obrera y de las masas explotadas por la prosperidad
y grandeza de la Patria sobre la base del desarrollo de la democracia y por alcanzar ulteriormente la
estructuración de una sociedad socialista en el Perú. [el subrayado es nuestro].193
192
El FDN fue una alianza “reconciliatoria” de partidos políticos creada en 1944 para concurrir a las elecciones
presidenciales de 1945 tras la caída del pradismo, con el burócrata ex-sanchezcerrista José Luis Bustamante y
Rivera a la cabeza. La endeble coalición llegaría a reunir inicialmente a partidos políticos como el PAP
(rebautizado en aquél período como “Partido del Pueblo” para sortear las trabas constitucionales), la UR, lo que
quedaba del PDR y el PCP. Contó también con el apoyo de Acción Popular (AP), el PSdP y el Partido
Sindicalista y juntó en su seno a Benavides y a Haya de la Torre. Al encontrarse con dificultades para manejar al
gobierno de Luis Bustamante, el APRA fue la primera de las fuerzas políticas en romper con el FDN, a pesar de
haber sido su núcleo en un primer momento. De esta forma, el “Partido del Pueblo” pasó rápidamente a la
oposición más activa, generando una inestabilidad parlamentaria que conllevaría la disolución de la ya de por sí
inestable coalición. Bustamante llamó a reconstituir la alianza bajo un Movimiento Democrático Nacional para
articular un Congreso Constituyente en junio de 1948, pero el proyecto (que no llegó a ser definido) sería
interrumpido pocos meses después por atentados del ala izquierda aprista (como el motín del Callao del 3 de
octubre, en el que se pretendió alentar a una sublevación de la tropa de la Marina) y definitivamente abortado
por el subsiguiente golpe de Estado perpetrado por el general de brigada Manuel Odría, la “Revolución
Restauradora” del 27 de octubre tras la cual serían decretados el estado de emergencia y la disolución del
Congreso. Haya de la Torre quedó a salvo, asilado en la embajada de Colombia entre 1949 y 1954.
193
Ibid, pp. 251-252.
85
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
194
Ibid, 195-197.
195
En esta segunda etapa de la dictadura odriísta la presidencia fue ostentada virtualmente por Zenón Noriega
Agüero, quien ejerció como primer vicepresidente, presidente del Consejo de Ministros y ministro de Guerra. A
pesar de haber sido ascendido a General de División en 1953, poco después fue uno de los organizadores de una
86
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
contra los movimientos sociales y la izquierda durante las siguientes décadas, tampoco
favorecería precisamente al PCP y la CTP, cuyos militantes sufrieron una persecución
equiparable a la de la generación liquidada por el “sanchezcerrismo” y la dictadura de
Benavides, en pleno proceso de “Restauración oligárquica”, liberalización y flexibilización
de la economía en detrimento de las mayorías sociales. En esta ocasión, gran parte de los
dirigentes escaparon del país y la mayoría de los antiguos parlamentarios electos se
desvincularon del Partido.
Durante el segundo gobierno de Manuel Prado y el Movimiento Democrático Pradista
(1956-1962), el Partido Comunista experimentó nuevamente la legalidad, llegando a obtener
representación parlamentaria. No obstante, tras este período de descanso volvería a ser
hostigado bajo la Junta Militar (1962-1963) de Ricardo Pérez Godoy. Este militar había
engañado a todos dando inicialmente la apariencia de tener un programa reformista y
“progresista”; estas presunciones le permitieron contar con el apoyo de la izquierda, a la que
sin embargo perseguiría activamente. Su sucesor, Nicolás Lindley López (Presidente de la
Junta entre el 3 de marzo y el 28 de julio de 1963) fue un poco más moderado, aunque
tampoco cesó la represión.
En cualquier caso, la facilidad con la que en el Perú eran encarcelados los líderes políticos,
campesinos y sindicales, sumada a los defectos de la opaca cúpula del PCP (la cual tampoco
se libró de encarcelamientos, exilios y fugas épicas) y una política de masas cada vez más
débil, siguieron dificultando una democratización del partido y la asunción de una línea
revolucionaria. Por otro lado, el distanciamiento con el campesinado se agudizaría cada vez
más, pues el partido se replegó principalmente en los grandes centros urbanos e industriales.
En los años 60, finalmente, llegarían los grandes cismas y, con ello un peculiar “resurgir” de
la figura de Mariátegui e intentos de “reorganizar” o “reconstituir” radicalmente el PCP en lo
que se consideró una “situación revolucionaria”.
conspiración para derrocar a Odría, por lo cual sería destituido y condenado al destierro en agosto de 1954.
87
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
196
Tanto Mariátegui como Antonio Gramsci (1891-1937) fueron periodistas y sociólogos, fundadores y
dirigentes de sus respectivos PC (no olvidemos que el amauta participó además del congreso fundacional del
PCd’I), compartieron las influencias y contacto personal con los neohegelianos italianos; fueron exponentes de
una intelectualidad marxista normalmente llamada “crítica” o ·heterodoxa” muy fiel a sus realidades nacionales
y murieron jóvenes en calidad de mártires tras sufrir la represión y la cárcel. Aunque las comparaciones son
interesantes, tras meditarlo, descartamos referirnos a Mariátegui como “Gramsci latinoamericano” porque dicha
fórmula empequeñece la singular figura del amauta y su lugar propio en la Historia.
197
LÖWY, Michel, El marxismo romántico de José Carlos Mariátegui, CEME, Archivo Chile, 1987.
88
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
populares” de las obras de José Carlos. Estas no solo permeaban cada vez más sectores
sociales del Perú, sino que ya estaban siendo internacionalizadas. Así, la edición chilena de
los Siete ensayos de 1955 precedería a las crecientes traducciones a múltiples idiomas. En ese
período, intelectuales del APRA (un partido socialdemócrata convencional, distante hasta del
radicalismo retórico de la década de 1930) como Eugenio Chang-Rodríguez198 (1924-2019)
intentaron apropiarse del amauta, empleando un argumentario casi idéntico al esgrimido 20
años atrás por su compañero de partido Carlos Manuel Cox en su polémica con Juan Vargas
(la cual expondremos más adelante) pero con una credibilidad todavía más escasa dadas las
circunstancias. En el otro extremo, las organizaciones “maoístas” peruanas (especialmente la
“Facción Roja” de Bandera Roja y su sucesor, el PCP - Sendero Luminoso) “resignificaron” a
Mariátegui en los años 60 y 70, conjugando los análisis del amauta sobre los problemas
socioeconómicos del Perú con la senda marcada por la China revolucionaria durante el Gran
Salto Adelante y la “Gran Revolución Cultural Proletaria”; los seguidores del “presidente
Gonzalo” opusieron estas ideas frente a un bloque soviético revisionista corrompido y
anquilosado que ya no inspiraba ideales revolucionarios y que representaba, para los
diferentes actores de la izquierda comunista, un modelo capitulacionista (respecto al
imperialismo atlantista), “socialimperialista” y capitalista de estado cuyas “desviaciones”
eran emuladas por la agrupación de Jorge del Prado. Naturalmente, la figura de Mariátegui
fue también reivindicada en esa época por la Nueva Izquierda, dentro de la cual ubicamos a la
guerrilla foquista procubana Movimiento de Izquierda Revolucionaria (inicialmente conocida
como el APRA Rebelde y comandada por Luis de la Puente Uceda), al partido
marxista-leninista Vanguardia Revolucionaria y a distintos movimientos y organizaciones de
masas (como el Sindicato Único de los Trabajadores de la Educación del Perú, la
Confederación Intersectorial de Trabajadores Estatales y la Confederación Campesina del
Perú). Paralelamente, incluso la propaganda del régimen del Gobierno Revolucionario de la
Fuerza Armada (el cual tenía un carácter nacionalista, “de izquierdas”, populista e
indigenista) establecido en 1968 por Juan Velasco Alvarado e influenciado por el ideólogo
Carlos Delgado (asesor o escritor de los discursos del presidente), trataría de tergiversar la
figura de Mariátegui haciendo guiños al fundador del PSP mediante el empleo
descontextualizado de expresiones como “sin calco ni copia” o “peruanicemos el Perú” para
legitimar su propia doctrina nacionalista y predicar el carácter “socialista no marxista”,
198
CHANG-RODRÍGUEZ, Eugenio, La literatura política de González Prada, Mariátegui y Haya de la Torre,
México, 1957, pp. 127-203.
89
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
199
QUIJANO, Aníbal, “José Carlos Mariátegui: reencuentro y debate”. Prólogo de 1979 a MARIÁTEGUI, José
Carlos, 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, Venezuela: Fundación Biblioteca Ayacucho, tercera
edición, 2007, p.LIV, prólogo 1.
200
A partir del triunfo del autogolpe del 5 de abril de 1992 Alberto Fujimori (fecha en que el mandatario electo
en julio de 1990 cerró inconstitucionalmente el Congreso, decretó la represión sobre políticos opositores y
mandó a reestructurar el Poder Judicial) y Vladimir Montesinos (jefe del Servicio Nacional de Inteligencia y
principal asesor del Presidente), se materializarían en el Perú la “doctrina del shock” (el fujishock) y el Plan
Verde: el establecimiento de una economía neoliberal controlada por una junta militar dictatorial. El régimen
fujimorista gozó de absoluta impunidad para realizar masacres, detenciones arbitrarias y toda clase de
violaciones a los DDHH. Bajo el pretexto de la “lucha contra el terrorismo”, tuvo lugar la persecución y la
aniquilación física de la izquierda peruana, además de un genocidio eugenésico contra comunidades indígenas
(particularmente mediante la esterilización de mujeres nativas en Ayacucho) y y peruanos pobres sin
precedentes en el país. Como tantos otros dictadores, Fujimori no cayó derrocado por un movimiento popular
sino que intentó dimitir desde Tokio tras conocerse sus flagrantes delitos de corrupción y tráfico de armas. El
Congreso no aceptó su renuncia, pero cesaron al Presidente por “incapacidad moral”.
201
Partido Comunista del Perú – Patria Roja, “Nuestra Historia”, Patria Roja, mayo de 2022.
90
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
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Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
Sabemos con certeza, por sus libros y artículos periodísticos, que Mariátegui, a lo largo de su
trayectoria, recibió influencias y acuñó conceptos e ideas de personajes históricos tan
variopintos como Manuel González Prada, Georges Sorel, Karl Marx, Friedrich Engels,
Vladimir Ilich Lenin, Antonio Gramsci, Luis Valcárcel, Víctor Raúl Haya de la Torre, Piero
Gobetti, Henri Bergson, Bendetto Croce, Rosa Luxemburgo, Alecksandra Kolontái, Friedrich
Nietzsche, Herwarth Walden, Henri Barbusse, Umberto Terracini, Palmiro Togliatti, Sun
Yan-set, Chen Duxiu, César Falcón, Enrique Rodó, Nikolái Bujarin, Amadeo Bordiga, León
Trotski, Gueorgui Dimitrov, Iósif Stalin, Margarita Bondfiel, Angelica Balabanoff, Gueorgui
Plejánov, José Vasconcelos, José Martí, Wilhelm Reich, Erich Fromm, Gabriele D’Annunzio,
Giovanni Gentile, Romain Rolland, Sigmund Freud, Vladimir Mayakovski, Piotr Kropotkin,
León Tolstói, André Breton, Máximo Gorki, Walt Whitman, Rubén Darío, Karl Radek,
Grigori Zinóviev, Tina Modotti, Anatoli Lunacharski, Abraham Valdelomar, Miguel de
Unamuno, Max Weber, John Ruskin, William Morris, José Ortega y Gasset, Estevan
Echeverría, Hildebrando Castro Pozo, Dora Mayer de Zulen, Pedro Zulen, César Vallejo,
Garcilaso de la Vega, Magda Portal, Sylvia Pankhurst, Ada Negri, César Antonio Ugarte,
Luis Araquistáin Quevedo, François Babeuf, Jean Jaurès, Bernard Shaw, Larisa Reissner,
Nydia Lamarque, Madeleine Marx, Alcides Spelucín, José Sabogal, Gabriela Mistral, Isadora
Duncan y muchos otros.209 No es posible ni objeto de nuestra investigación trazar el vínculo
208
PANIAGUA, Patricia, “Perú: Tolerancia cero con el “terruqueo””, Leer y Difundir, 20 de octubre de 2021.
209
Este torrente de nombres parte de citaciones recurrentes en los libros, artículos y discursos de Mariátegui así
como de los registros de autores internacionales cuyos textos fueron publicados en la revista Amauta. Gran parte
de la biblioteca personal del amauta fue donada a la Biblioteca de la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos, donde el investigador Harry Vanden elaboró un listado de unas 350 obras adquiridas por el autor de los
Siete ensayos en Europa y en Lima. A pesar de la gran cantidad de documentos conservados, hay que tener en
cuenta que gran parte de la biblioteca de Mariátegui (libros, revistas, folletos y materiales administrativos
editoriales) fue diezmada y requisada durante varias redadas y requisas policiales en su casa de Jr. Washington.
92
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
del amauta con todas estas personalidades, pero sí atenderemos en este apartado a las
conexiones intelectuales más estrechas para proporcionar un retrato amplio de su
cosmovisión. Muchos postulados mariateguianos siguen siendo fundamentales para la
interpretación y el accionar sobre nuestro presente y la actual “crisis civilizatoria”, pero son
interpretados de formas muy distintas, por lo cual en este espacio haremos un repaso
histórico, a partir de fuentes primarias y secundarias, sobre las distintas y probablemente más
relevantes y serias reconstrucciones del genio político y el pensamiento de Mariátegui.
Los Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana tuvieron una gran acogida y una
considerable difusión en el momento de su publicación, confiriendo a Mariátegui el honor de
pertenecer “a la categoría de los escritores universales en América” según Baldomero
Sanín.210 Abundan las valoraciones positivas de los contemporáneos, como la de José
Nautsch Velasco, para quién Mariátegui era un “alto exponente de la juventud actuante
americana” que indicaba “el camino que debemos seguir para desterrar el lirismo sentimental
y entrarnos en los problemas de cuya resolución depende el porvenir de América” y los Siete
ensayos representaban “un rotundo éxito doctrinario contra la embrollada mimetada del
individualismo demoliberal (...) que mantiene en constante desequilibrio la estructuración del
estado, cristalizado en privilegios de clases sociales”, el “índice energético del socialismo en
América”. En palabras de Manfred Kossok, en los Siete ensayos… “se consuma el tránsito de
la difusión propagandista de las ideas del socialismo científico y de la transmisión de
experiencias europeas, a la aplicación del marxismo-leninismo a las relaciones concretas
existentes en el Perú”.211 Esteban Pavletich, activista comunista huanqueño y camarada de
Mariátegui, defendía que los Siete ensayos demostraban la “heterodoxia” del marxismo
mariateguiano, un marxismo con ricas reminiscencias espiritualistas heredadas del
pensamiento de Benedetto Croce que contrarrestaban el “determinismo materialista” y que
representaba el “juicio justiciero, sumario y definitivo” de una clase, de “millares de
conciencias insurrectas”.212 Miguelina Acosta Cárdenas también elogió Los Siete Ensayos,
210
SANÍN CANO, Baldomero, “La conferencia de una raza”, en Aricó, J. (ed.), Mariátegui y los orígenes del
marxismo latinoamericano, México: Pasado y Presente, 1980, pp. 253-255.
211
KOSSOK, Manfred, “Mariátegui y el pensamiento marxista en el Perú”, en Aricó, J. (ed.), Mariátegui y los
orígenes del marxismo latinoamericano, México: Pasado y Presente, 1980, pp. 186-201..
212
PAVLETICH, Esteban, “7 ensayos en busca de una realización”, en Aricó, J. (ed.), Mariátegui y los orígenes
del marxismo latinoamericano, México: Pasado y Presente, 1980, pp. 268-271.
93
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
Naturalmente, además de elogios la obra cumbre de Mariátegui recibió las críticas más
variadas, y creemos que es necesaria la selección de unas cuantas. Los testimonios y críticas
que expondremos a continuación son representativas de tendencias políticas e historiográficas
contrapuestas en mayor o menor medida al mariateguismo y son muy ilustrativas para valorar
el impacto o la recepción de los análisis de Mariátegui fuera de los círculos marxistas,
filomarxistas o anticapitalistas. Antes, no obstante, no está de más señalar que la obra magna
de Mariátegui fue también objeto de desprecio por parte de Victorio Codovilla en plena
PCCL, quien manifestó ante un contrariado Hugo Pesce que, según él, era una obra “de poco
valor”, insinuando, por añadidura, que Mariátegui era un “intelectual pequeñoburgués”. 214
Louis Baudin, en su reseña de 1930 para el número 102 de la Revue de L’Amerique Latine215,
veía dos facetas en Mariátegui: la de historiador y la de “místico”. Según su análisis, el
“misticismo” y la confesa “parcialidad” ideológica de Mariátegui actuaban en detrimento de
su rigor metodológico historiográfico. Baudin, desde las coordenadas de historiador de perfil
nacionalista y conservador, denunciaba el universalismo “fatal” marxiano y el determinismo
del materialismo histórico; rechazaba la colocación de “blancos e indios” en el mismo plano
de igualdad y se pronunciaba contra la “forzada” vinculación del movimiento agrario peruano
con el movimiento obrero europeo. Baudin representaba una corriente nacionalista peruana
que rechazaba las influencias foráneas y, en consecuencia, acusó a Mariátegui de “abandonar
la realidad” y de apoyarse en “dogmas que no son ya sostenidos en Europa continental sino
por políticos retardados”.
La obra maestra de Mariátegui fue también puesta en tela de juicio por críticos “socialistas”
no marxistas. Algunos, como Miguel Ángel Urquieta216, emitieron un juicio mayormente
positivo, catalogando a su marxismo como “exacerbado” pero al mismo tiempo como
213
CABIESES, Hugo, “Mariátegui, Miguelina y la Amazonía”, OtraMirada, 15 de noviembre de 2017.
214
FLORES GALINDO, Alberto, La Agonía de Mariátegui. La Polémica con la Komintern, p. 27.
215
BAUDIN, Louis, “7 ensayos de interpretación de la realidad peruana”, en Aricó, J. (ed.), Mariátegui y los
orígenes del marxismo latinoamericano, México: Pasado y Presente, 1980, pp. 256-258.
216
MIROSHEVSKI, V.M., “El “populismo en el Perú. Papel de Mariátegui en la historia del pensamiento social
latinoamericano”, en Aricó, J. (ed.), Mariátegui y los orígenes del marxismo latinoamericano, México: Pasado y
Presente, 1980, pp.55-70.
94
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
217
DOLL, Ramon, “7 ensayos…”, en Aricó, J. (ed.), Mariátegui y los orígenes del marxismo latinoamericano,
México: Pasado y Presente, 1980, pp. 259-265.
218
Ibid, pp.265-268.
219
BELAÚNDE, Víctor Andrés, “En torno al último libro de Mariátegui” en Aricó, J. (ed.), Mariátegui y los
orígenes del marxismo latinoamericano, México: Pasado y Presente, 1980, pp. 273-292.
95
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
peligroso repudio del mestizaje cultivado, según él, por la empresa civilizatoria hispánica y
republicana. Frente a la “barbarie” del materialismo marxista y la supuesta “destrucción del
legado modernizador de la civilización occidental” que atribuye a los herederos de
Mariátegui, Belaúnde terminaba reiterando su prédica por una solución nacionalista,
corporativista, “humanista y cristiana” a los problemas sociales, económicos y espirituales
del Perú.
7.2. Mariátegui, ¿populista o marxista? Polémica Juan Vargas - Carlos Manuel Cox
La pugna por la figura y el legado de Mariátegui entre comunistas y populistas y los intentos
de “patrimonialización” del amauta se manifestaron vigorosamente ya a inicios de la década
de los 30, prolongándose hasta los años 40. Una de las más significativas expresiones de
dicha pugna se desató con la publicación, en julio de 1934, de un polémico artículo titulado
“Reflexiones sobre José Carlos Mariátegui”, que daría pie a una acalorada y extensa
discusión entre el exdiputado aprista Carlos Manuel Cox y el militante comunista Juan
Vargas (probablemente se trataba de un seudónimo) en las páginas de la notable revista
socialista porteña de difusión internacional Claridad.220 Cox sostenía que Mariátegui habría
sido en realidad un gran “teórico de izquierdas” cuyos proyectos y ambiciones políticas y su
contribución teórica vital estarían alineados, en lo fundamental, con el programa del Partido
Aprista.221 En su artículo “Reflexiones sobre Mariátegui” y a lo largo de su discusión con
Juan Vargas, Cox achacaría a la enfermedad y presunta incapacidad de hombre moribundo los
últimos posicionamientos y pasos políticos de Mariátegui, desechando que estos fueran
producto de una consecuente evolución ideológica y exagerando las divergencias de
Mariátegui con sus camaradas del PSP/PCP, quiénes habrían sido una camarilla de “agentes
inescrupulosos del comunismo criollo”. El principal sesgo de Cox se reflejaba, como
señalaría Juan Vargas, en la selección interesada y parcial (incurriendo en lo que hoy
llamamos cherry picking) de fuentes anteriores a la ruptura de Mariátegui con el APRA
(cartas de 1927, La escena contemporánea y fragmentos de los Siete Ensayos sobre la
220
El primer artículo, desencadenante de la discusión, fue “Reflexiones sobre Mariátegui” (Claridad, Buenos
Aires, Nº 279, julio de 1934), el cual sería replicado por Juan Vargas en el artículo “En defensa de Mariátegui,
marxista” (Claridad, Nº 280, agosto de 1934). Posteriormente aparecerían la contrarréplica de Cox “Aprismo y
marxismo en la obra de Mariátegui” (Claridad, Nº 286-287, febrero-marzo de 1935) y la discusión finalizaría
con el demoledor y extenso “Aprismo y marxismo. José Carlos Mariátegui y la realidad de América Latina” de
Vargas (Claridad,.s.f.)
221
COX, Carlos Manuel, “Reflexiones sobre Mariátegui”, Claridad, Buenos Aires, Nº 279, julio de 1934.
96
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
222
VARGAS, Juan, “En defensa de Mariátegui, marxista”, Claridad, Buenos Aries, Nº 280, agosto de 1934.
223
COX, Carlos Manuel, “Aprismo y marxismo en la obra de Mariátegui”, Claridad, Buenos Aires, Nº 286-287,
febrero-marzo de 1935.
224
VARGAS, Juan, “Aprismo y marxismo. José Carlos Mariátegui y la realidad de América Latina”
97
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
persecución de que eran objeto los comunistas de base (a los que Cox llamaba “acomodados
stalinianos”) en ese momento en todo el orbe (la represión kuomintanguista, el aplastamiento
de la revolución de Asturias de 1934, el trágico final de la insurrección de San Salvador, la
brutalidad del fascismo italiano y hitleriano...). Argumentó en su artículo por qué el aprismo
no es en ningún modo marxista, rechaza la tesis excepcionalista según la cual “el
marxismo-leninismo no es aplicable en Latinoamérica” aduciendo que este era un método
universal que se adapta a cada realidad; señaló las limitaciones del reconocimiento formal de
la lucha de clases y afeó a Cox los ataques personales contra militantes comunistas que
rompieron con el aprismo (el entonces secretario Eudacio Ravines, Chávez Bedoya, González
Willis, Pavletich...). Según Vargas, la inclinación aprista por establecer un estado
corporativista aspiraba a controlar y no a eliminar al imperialismo, subordinaba el
antagonismo de clases a supuestos intereses nacionales compartidos y, en consecuencia, era
una fuerza social liquidadora del marxismo y conservadora del modo de producción
capitalista. Para concluir su exposición, Vargas explicó detalladamente el carácter transitorio
de la revolución democrático-burguesa en la estrategia marxista-leninista e ironizó sobre las
acusaciones hipócritas de sectarismo formuladas por la “derecha aprista”, ya que según él
fueron estos sectores de la organización populista y su líder los que rechazaron de plano la
propuesta del PCP de articular un frente nacional libertador conforme a 10 puntos básicos225
para hacer frente a problemáticas del momento. Finalmente, tras finalizar su crítica a Cox y
otros políticos apristas que habían tratado con desprecio a la militancia comunista, Juan
Vargas suavizó la crítica al conjunto del APRA e intentó llamar a tender puentes con sus
segmentos más avanzados y progresistas, en un contexto en el que la Internacional adoptaba e
imponía la estrategia frentepopulista antifascista.
225
Estos 10 “objetivos concretos e inmediatos” eran, según Vargas: “1) No reconocimiento de las deudas
exteriores. 2) Denuncia de los tratados antinacionales con el imperialismo; 3) Nacionalización de las empresas
imperialistas que no se subordinen a las leyes del gobierno popular revolucionario; 4) Jornada de trabajo de
ocho horas, seguro social, aumento de salarios, satisfacción de las demandas del proletariado; 5) Lucha contra
las condiciones esclavistas y feudales de trabajo; 6) Devolución de las tierras y del ganado arrebatados por la
violencia y el engaño por los imperialistas y los gamonales a las comunidades; 7) Reconocimiento del derecho
de libre administración para las comunidades; 8) Severo castigo por los asesinatos y el saqueo a los indios; 9)
Por la amnistía popular general y por las libertades populares; 10) Por la participación en el Congreso
anti-Guerrero, en la Comisión popular de arbitraje sobre el Chaco, por la estrecha unión con las alianzas
nacional libertadoras de los países de la América Latina y con todas las clases y pueblos oprimidos.” Fuente:
Ibid.
98
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
“En 1926-1928, Mariátegui propaga las ideas del “socialismo” pequeñoburgués, se convierte en un
propagandista de la “revolución campesina socialista”. La limitación pequeñoburguesa, aún no
superada en sus ideas, le impedía comprender el papel histórico del proletariado. Mariátegui tenía la
convicción de que el Perú marcharía hacia la revolución por su propio camino, por un camino
“especial”. Consideraba a los campesinos indígenas peruanos como “colectivistas naturales”, creía que
226
MIROSHEVSKI, V.M., “El “populismo en el Perú. Papel de Mariátegui en la historia del pensamiento social
latinoamericano”, en Aricó, J. (ed.), Mariátegui y los orígenes del marxismo latinoamericano, México: Pasado y
Presente, 1980, pp.55-70.
99
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
Del Prado hacía hincapié en los fundamentos de la polémica entre Mariátegui y Haya de la
Torre, exponiendo las mismas argumentaciones que ya hemos visto en el artículo de Juan
Vargas y señalando, por tanto, el carácter circunstancial y transitorio de la vinculación del
227
DEL PRADO, Jorge, “Mariátegui, marxista-leninista” en Aricó, J. (ed.), Mariátegui y los orígenes del
marxismo latinoamericano, México: Pasado y Presente, 1980, pp. 71-90. Publicado originalmente en
Dialéctica, Nº 8, Año II, Vol. III, julio-agosto de 1935.
100
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
socialista moqueguano con el APRA. Para Jorge del Prado Mariátegui había sostenido una
“lucha infatigable” por la unidad del partido y contra el oportunismo, confrontando
activamente el populismo en sus últimos años de vida.
Complementando y matizando algunas de las aclaraciones de Jorge del Prado, Moisés Arroyo
Posadas (1906-2005) rebatiría, punto por punto, las tesis de Miroshevski sobre el supuesto
populismo de Mariátegui. Moisés destacaba que Mariátegui ya era un dirigente político “con
previsión de marxista-leninista”228 y un “genuino orientador”, que no mero simpatizante, del
movimiento obrero al menos desde 1923, remitiéndose a tesis sostenidas en la conferencia La
crisis mundial del proletariado peruano, en el “Mensaje al II Congreso Obrero de Lima” y el
ya citado artículo “El 1º de Mayo y el frente único”. Arroyo rememoró la actividad práctica
de Mariátegui y revalorizó su rigor historiográfico (demostrando a través de varios escritos
que el dirigente comunista no tenía una visión personalista, institucionalista ni
excepcionalista de la historia de su país y que no idealizaba el “comunismo primitivo”
indígena); destacó la repulsa que Mariátegui sentía hacia el dogmatismo y aplaudió su
espíritu científico y el dinamismo dialéctico de sus análisis, siempre flexibles a la crítica y la
revisión autocrítica.
Una parte del trotskismo se ha mostrado históricamente muy crítico con Mariátegui. Estos
elementos trotskistas minoritarios acusan a Mariátegui de haber sido un peón del
“estalinismo” y le reprochan la tardía ruptura con el reformismo aprista. En el artículo
“Mariátegui y el trotskismo” Mariátegui es calificado de nacionalista “hostil al marxismo” 229,
lo cual deja entrever un notorio desconocimiento de los postulados mariateguianos y de la
delicada coyuntura sociopolítica nacional e internacional en la que se desenvolvió. Para
Liborio Justo, Mariátegui fue justo lo contrario: un “ultraizquierdista que no tuvo en cuenta la
lucha por la liberación nacional” por haber negado la existencia de burguesías revolucionarias
en Indoamérica230 (este planteamiento se puede encuadrar en el contexto en el que ramas del
trotskismo buscaban un acercamiento y conciliación con el peronismo y el “nacionalismo de
izquierdas”).
228
ARROYO POSADAS, Moisés, “A propósito del artículo “El populismo en el Perú” de V. Miroshevski” en
Aricó, J. (ed.), Mariátegui y los orígenes del marxismo latinoamericano, México: Pasado y Presente, 1980, pp.
93-115. Publicado originalmente en Dialéctica, La Habana, Nº 17, enero de 1946.
229
”Mariátegui y el trotskismo” en Comunismo, año II, Nº III, septiembre de 1974.
230
“QUEBRACHO” JUSTO, Liborio, La estrategia revolucionaria en América Latina: lucha por la unidad y
por la Liberación Nacional de América Latina, Buenos Aires: Ediciones Fragua, 1957.
101
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
Otros trotskistas, por el contrario, han sostenido que el pensamiento y la praxis de Mariátegui
han tenido muchos puntos de unión e interacción con tesis formuladas por León Trotsky, y lo
cierto es que los planteamientos de JCM tuvieron una gran acogida entre el trotskismo
argentino durante la conformación de la llamada “Cuarta Internacional”, contando con
discípulos como Antonio Gallo y la embrionaria organización trotskista “Editorial José
231
Carlos Mariátegui”. Las similitudes entre Trotsky y Mariátegui, así como la huella
mariateguiana en las organizaciones trotskistas latinoamericanas, son reivindicadas y
estudiadas en profundidad por Rafael Herrera Robles en la monografía “Mariátegui o la
232
revolución permanente.” Los autores del artículo “Trotsky y Mariátegui”233 sostienen,
remitiéndose al contenido de Principios programáticos del PS del Perú y a Punto de vista
antiimperialista que Mariátegui, “conociendo la teoría pero sin reconocerla”, habría sido un
defensor de la senda de la “revolución permanente” y de la concepción del “desarrollo
desigual y combinado” en los países semicoloniales. Mariátegui, planteando la posibilidad de
“saltar” etapas históricas y sosteniendo la fusión o superposición de distintas revoluciones (la
democrático-burguesa con la socialista y la nacional y antiimperialista con la internacional),
se habría enfrentado a los postulados de la III internacional y las concepciones etapistas más
dogmáticas del materialismo histórico vulgarizado. Los autores del artículo rescatan cartas y
declaraciones del primer Mariátegui para recordar que llegó a sentir una gran y confesa
admiración por Trotsky, como podemos ver en Lucha de clases internacional: diversos
escritos:
Sostienen los autores que, en 1929, Mariátegui se mostraba favorable a la existencia de polos
ideológicos en el comunismo internacional, pues consideraba que “la crítica vigilante” era la
“mejor prueba de la vitalidad del partido bolchevique” para evitar que el gobierno soviético
231
Ibid.
232
HERRERA ROBLES, Rafael, “Mariátegui o la revolución permanente”, Lima: Ediciones Pensamiento y
Acción, 1980, p.77.
233
“Trotsky y Mariátegui”, Revista Razón y Revolución, Nº 5, 01 de marzo de 1999.
234
MARIÁTEGUI, José Carlos, “Trotsky” en Variedades, Lima, 19 de abril de 1924. Disponible en Marxists
Internet Archive.
102
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
“Trotsky considera que la teoría del desarrollo desigual y combinado, acorde a los postulados marxistas
de un desarrollo no homogéneo de las civilizaciones, permite concebir un salto hacia el socialismo en
sociedades económicamente desiguales y capitalistamente inmaduras, siendo esto uno de los
postulados característicos de Mariátegui en los Siete Ensayos y en el Programa del Partido Socialista
del Perú. Sin embargo, a diferencia de Mariátegui, Trotsky propone claramente la tesis de la
colectivización socialista en el campo en la Revolución Permanente. Trotsky considera que el
campesino ruso es un aliado pero no directamente socialista. Mariátegui, en cambio, considera
importante reivindicar la sociedad agraria indígena cuya herencia cultural, el ayllu, era un factor
decisivo hacia el socialismo, pues consideró a la comunidad agraria indígena un excelente aliado en la
lucha proletaria, siendo esta una propuesta novedosa para las corrientes marxistas de la época.
Mariátegui es mucho más cercano a Marx que a Trotsky en este punto.”235
Sin negar la simpatía que el intelectual peruano llegó a sentir eventualmente por Trotsky y
reconociendo los puntos de afinidad consciente o no, creemos necesario recordar algunas
cuestiones y señalar que en ningún caso Mariátegui podría ser encuadrado en la etiqueta de
“trotskista” (nadie se la ha adjudicado seriamente, pero puede resultar una tentación). León
Trotsky fue expulsado de la IC el 1 de octubre de 1927 y el 23 de ese mismo mes fue
apartado del Comité Central del Partido Comunista (bolchevique). El PSP nacería un año
después de la expulsión de Trotsky y con la “Oposición de Izquierda” (OI) ya desautorizada
por la Unión Soviética, tomando partido por la tendencia mayoritaria (todavía no
consolidada) en el comunismo internacional. A inicios de 1929, tras sufrir el exilio en el
interior, Trotsky ya había sido desterrado de la Unión Soviética, instalándose junto a su
familia en Turquía. Esta información, lejos de ser escondida o negada por el comunismo
235
RUIZ, Victoria, “A 80 años del asesinato de Trotsky. José Carlos Mariátegui y León Trotsky: Reflexiones
sobre el campesinado peruano y la teoría del desarrollo desigual y combinado” en La Izquierda Diario, 20 de
agosto de 2020.
103
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
internacional “oficialista”, era pública: la denuncia del trotskismo era muy activa en los
órganos de la IC y en los principales partidos comunistas se expresaba una gran preocupación
por la presencia de los “traidores” que en su momento habían o habrían representado a la OI.
Este contexto internacional no supuso ninguna debacle para el PSP, ni impidió posteriormente
la conversión del Partido Socialista en Partido Comunista o la adhesión a la III Internacional
con el consenso mayoritario. Hacer suposiciones sobre cómo habrían afectado futuros
acontecimientos a Mariátegui no cabe en un análisis historiográfico, pero sí remarcamos que
Mariátegui, aún como dirigente e ideólogo más influyente en el Partido, fue un militante
consecuente en el acatamiento de la “disciplina de partido” y la “unidad de acción”,
principios que son o deberían ser fundamentales en una organización regida por el
centralismo democrático y el marxismo-leninismo. En ningún momento se sobrepuso a las
resoluciones mayoritarias y dejó de lado sus inclinaciones personales e individuales para
ejercer, hasta donde le fue posible, la “libertad de crítica” y de discernimiento mediante los
protocolos y cauces internos en el seno de la Internacional staliniana, reuniendo el valor para
confrontar dialécticamente postulados hegemónicos en el Buró Sudamericano en la
Conferencia Comunista Latinoamericana ya en fechas de junio de 1929 a pesar de que estos
fueran desechados.
La relación con Anna Chiappe, a la que Mariátegui había conocido en diciembre de 1920 en
Nervi (Génova) y con quien había contraído matrimonio en febrero de 1921, fue clave para el
desarrollo del complejo pensamiento mariateguiano durante su estancia en la Italia del
biennio rosso y la posterior consolidación del primer fascismo mussoliniano. Por mediación
de Chiappe y sus círculos de amistades y familiares, el joven socialista peruano
ex-d’annunziano entabló contacto con el filósofo con Piero Gobetti (1901-1926)236 y estudió
la obra de Benedetto Croce (1866-1952), por aquél entonces ministro de Instrucción Pública
en el Gobierno liberal de Giovanni Giolitti. Por su singular cosmovisión vertebrada por el
idealismo neohegeliano, el historicismo, el agnosticismo y el espiritualismo, Croce ejercería
una considerable influencia en las primeras etapas del marxismo de Antonio Gramsci y el
236
NEIRA, Hugo, “El viaje de Mariátegui a una Italia en convolución. Su amistad con el pensador italiano Piero
Gobetti”, El Montonero, 06 de junio de 2022.
104
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
Como indicó Robert Paris, Gobetti fue “un punto constante de referencia, tanto en el plano
de la concepción literaria como en el de la política y la metodología e incluso, se puede decir,
de la concepción ética de la vida”. Además de ciertas ideas sobre la historia de Italia,240
Mariátegui compartía con Gobetti creencias como que el discurso revolucionario (la
revolución que debía ser liberal para Gobetti y socialista para Mariátegui) se inscribía o
debería inscribirse en una “matriz de carácter mesiánico”.241 Esta concepción de la revolución
necesitada de un “mesianismo sin mesías” es un planteamiento de raíz judeocristiana que
hallamos en bastantes autores canónicos del “marxismo occidental”, particularmente en las
237
BEIGEL, Fernanda, “Una mirada sobre otra: el Gramsci que conoció Mariátegui”, Estudos de Sociologia,
Araraquara (Brasil), Nº 18/19, 2005, pp. 23-49.
238
PARIS, Robert, “El marxismo de Mariátegui”, en Aricó, J. (ed.), Mariátegui y los orígenes del marxismo
latinoamericano, México: Pasado y Presente, 1980, pp. 119-144.
239
MARIÁTEGUI, José Carlos, “La economía y Piero Gobetti”, 26 de julio de 1929, digitalización en Archivo
José Carlos Mariátegui.
240
MARIÁTEGUI, José Carlos, “Piero Gobetti y el Risorgimento”, Mundial, Lima, 15 de agosto de 1929.
Disponible en Marxists Internet Archive
241
GOBETTI, Piero, “La Russia dei soviet”, Rivista di Milano, 20 de febrero de 1922 en Scritti storici, letterari
e filosofici, Torino: Einaudi.
105
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
242
Ibid, p.124.
243
VILLAVERDE ALCALÁ-GALIANO, Luis, “El sorelismo de Mariátegui”, en Aricó, J. (ed.), Mariátegui y
los orígenes del marxismo latinoamericano, México: Pasado y Presente, 1980, pp. 145-154.
244
MARIÁTEGUI, José Carlos, “El hombre y el mito”, Mundial, Lima, 16 de enero de 1925. Disponible en
Marxists Internet Archive.
245
MARIÁTEGUI, José Carlos, “Ética y socialismo” (16 de noviembre de 1928), En defensa del marxismo,
Lima, 1964, p.53.
246
En Materialismo y empiriocriticismo (1909), una de las obras claves de la filosofía materialista dialéctica,
Lenin arremete contra diversos representantes del positivismo y contra los intentos de conjugar el idealismo con
el marxismo: critica el empiriocriticismo de Ernst Mach, los “kantianos de izquierda”, el empiriomonismo de
Aleksándr Bogdánov y la filosofía de la historia de los dirigentes mencheviques. A diferencia de Mariátegui,
Lenin reivindicaba la “autosuficiencia” del método marxista y su deslinde con toda filosofía idealista/metafísica
o materialista vulgar.
106
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
“(...) el mito mueve al hombre en la historia. Sin un mito, la existencia del hombre no tiene ningún
sentido histórico. La historia la hacen los hombres poseídos e iluminados por una creencia superior, por
una esperanza superhumana; los demás hombres son el coro anónimo del drama.”
El anclaje del mito y la voluntad en la acción transformadora de las masas, cuya máxima
expresión para Sorel era la “huelga general”, debía cristalizar, para Mariátegui, en la
revolución socialista, a la cual no se podía llegar de forma mecanicista ni etapista. Mientras
que el mito en Sorel era una “abstracción”; el amauta definió un nuevo “espíritu socialista”
adaptado a la realidad socioeconómica peruana, entrelazado con los valores y creencias
incaicas y con las potencialidades “revolucionarias” que ofrecía el ayllu. Por otro lado,
Mariátegui hizo suya la concepción soreliana (a su vez, engelsiana247 y marxiana248) del papel
de la violencia como instrumento revolucionario y motor de cambio, así como la percepción
del conflicto (la “grevè générale”) como generador de unidad y solidaridad y potencia
creadora. Puesto que la opresión y la desposesión de los trabajadores del medio agrario se
sostenía en formas de violencia estructural, simbólica y/o directa, Mariátegui se opuso
firmemente al “reformismo mediocre, el del socialismo domesticado, el de la democracia
farisea", sentenciando que "si la revolución exige violencia, autoridad, disciplina, estoy por la
violencia, por la autoridad, por la disciplina. Las acepto, en bloque, con todos sus horrores,
sin reservas cobardes”.249 En esta línea, Mariátegui (en sintonía con Sorel, con Lenin y el
marxismo revolucionario en general) también se mostró contrario a la “prédica abstracta de la
paz" y el pacifismo cuando declaró que, “la revolución no se hace, desgraciadamente, con
ayunos”, que “los revolucionarios de todas las latitudes tienen que elegir entre sufrir la
violencia o usarla” y que debían “resolverse a poner la fuerza a órdenes de la inteligencia y
del espíritu”.250
247
ENGELS, Friedrich, “De la autoridad”, Almanacco Repubblicano per l’anno 1874, diciembre de 1873.
Disponible en Marxists Internet Archive
248
En el Libro I de El Capital, cuando Marx analiza los procesos de acumulación originaria en la formación del
capitalismo explicita que “la violencia es la partera de toda vieja sociedad en cuya entraña palpita la vida de otra
nueva. Ella misma, la violencia, es una potencia económica”. Fuente: MARX, Karl, El Capital. Tomo 1, Libro
1: El proceso de producción del capital, México: Fondo de Cultura Económica, 2014 [1867], pp. 1297.
249
MARIÁTEGUI, José Carlos, Carta a Samuel Glusberg, 30 de abril de 1927.
250
MARIÁTEGUI, José Carlos, Obras completas, Tomo 1: La escena contemporánea, Ediciones Uno en Dos,
2022 [1925], p. 151.
107
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
Mariátegui definió así su creencia de que el materialismo histórico podía ser conjugado con
otras tendencias intelectuales que para él eran representativas de la “filosofía
contemporánea”: “vitalismo, activismo, pragmatismo, relativismo, ninguna de estas
corrientes filosóficas, en lo que podían aportar a la Revolución, han quedado al margen del
movimiento intelectual, marxista.”253 Como señala Paula Jimena Sosa, uno de los objetivos
de las reflexiones filosóficas de Mariátegui mediatizadas por estos autores era el de “crear un
hombre nuevo”, “portador de una fe combativa”254, lo cual se corresponde con el ideal
marxista en general pero en este caso contiene también tintes de otras corrientes. La síntesis
de las influencias heterodoxas de estos autores italianos y franceses que Mariátegui hizo
confluir con el marxismo en sus apreciaciones sobre el mito de la revolución social (y su
motriz regeneracionista) se expresa en la sentencia según la cual “la fuerza de los
revolucionarios no reside en la ciencia sino en su fe, su pasión, su voluntad. Es una fuerza
religiosa, espiritual, mística”.255 Empleando la terminología y ciertas ideas aprehendidas de
estas corrientes, el socialista moqueguano defendió al marxismo real de las acusaciones de
determinismo y mecanicismo:
251
QUINTANILLA, Pablo et al, “Pensamiento y acción. La filosofía peruana a comienzos de siglo XX”, Lima:
Pontificia Universidad Católica del Perú – Instituto Riva-Agüero, p. 122-126.
252
TERÁN, Oscar, Discutir Mariátegui, Buenos Aires: Hilo Rojo, 2017 (1985).
253
MARIÁTEGUI, José Carlos, Obras completas, Tomo 5: En defensa del marxismo: Polémica Revolucionaria,
Ediciones Uno en Dos, 2022 [1959], p.28.
254
JIMENA SOSA, Paula, “Mariátegui y su tiempo. La propuesta antropológica de un marxista heterodoxo”,
2018, p. 318.
255
MARIÁTEGUI, José Carlos, “El hombre y el mito”, Obras completas Tomo 3: El alma matinal y otras
estaciones del hombre de hoy, Ediciones Uno en Dos, 2023, p. 24.
108
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
“El carácter voluntarista del socialismo no es, en verdad, menos evidente, aunque sí menos entendido
por la crítica, que su fondo determinista. Para valorarlo, basta, sin embargo, seguir el desarrollo del
movimiento proletario, desde la acción de Marx y Engels en Londres, en los orígenes de la I
Internacional, hasta su actualidad, dominada por el primer experimento de Estado socialista: la URSS.
En ese proceso, cada palabra, cada acto del marxismo tiene un acento de fe, de voluntad, de convicción
heroica y creadora, cuyo impulso sería absurdo buscar en un mediocre y pasivo sentimiento
determinista.”256
Por consiguiente, las apreciaciones de Robert Paris, desde nuestro punto de vista, son más
atinadas que las de Luis Villaverde Alcalá-Galiano: la influencia del neohegelianismo
italiano, la filosofía vitalista y el sorelismo eran “mediatizaciones” críticas y adaptaciones
originales. Estas influencias en modo alguno obstaculizan el encuadre de Mariátegui en un
pensamiento marxista revolucionario, teniendo en cuenta el carácter dinámico y dialéctico
que debe o debería caracterizar al método y la cosmovisión materialista. Segundo Montoya
expresa a la perfección una idea que compartimos y que va más allá de la imprecisa
categorización del marxismo de Mariátegui como un “marxismo abierto” o “ambiguo”:
La posición de Mariátegui con respecto a la lucha de las mujeres, el feminismo o lo que desde
los postulados canónicos del marxismo tradicional se conoce preferentemente como
“movimiento por la liberación de la mujer trabajadora”258 ha recibido poca atención por parte
256
MARIÁTEGUI, En defensa del marxismo, pp. 39-40.
257
MONTOYA, Segundo, Conflictos de interpretación en torno al marxismo de Mariátegui, 1ª edición, Lima:
Heraldos Editores, 2018, p.133.
258
Suelen considerarse emblemáticos y representativos de la primera literatura marxista sobre la cuestión de la
mujer y escrita por mujeres ensayos como “Reforma o Revolución” (Rosa Luxemburgo, 1900) y dos
compilatorios: “La cuestión femenina y el reformismo” (Clara Zetkin), “Mujer y lucha de clases” (Alecksandra
Kolontái). Entre las muchas conquistas de estas mujeres revolucionarias consta la proclamación, el 8 de marzo
de 1810, en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas realizada en Copenhague, del Día de la
109
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
de los estudios más difundidos sobre la figura y la obra del autor de los 7 ensayos…, pero es
un objeto de estudio interesante para la historiografía y por ello hemos querido dedicarle unas
páginas, tomando como punto de partida especialmente la exhaustiva obra de investigación y
divulgación realizada por Sara Beatriz Guardia, Investigadora de la Universidad de San
Martín de Porres (Lima) y Directora del Centro de Estudios La Mujer en la Historia de
América Latina (CEMHAL).
En los inicios de la trayectoria de Mariátegui / “Juan Croniqueur”, en lo que posteriormente
él mismo llamaría su “edad de piedra”, es decir, años antes de su politización socialista y de
su beca-exilio en Europa, la cuestión femenina era abordada con desdén y hostilidad, desde la
mirada conservadora, tradicionalista y patriarcal propia de un “literato” bohemio de gustos
aristocráticos. En su primera etapa como periodista, novelista, dramaturgo y cronista el
moqueguano, un miembro más de una sociedad profundamente machista, evocaba
estereotipos esencialistas sobre las mujeres en base a la dicotomía entre inmaculadas y
cuidadoras o mujeres seductoras y pecadoras; consideraba que las virtudes de sus
conciudadanas residían en sus cualidades físicas o “actitudes femeninas” y creía que no
estaban capacitadas para ejercer profesiones liberales. Como señalan Livia Vargas de La
Izquierda Diario259 y Sara Beatriz260, el Mariátegui de la “edad de piedra” menospreciaba el
potencial intelectual y la capacidad de enunciación política de las mujeres, celebrando en
1912 que las mujeres limeñas “serán siempre, deliciosamente inútiles y frívolas”,261 y
expresaba, en 1914262 y en 1915 (a raíz del Congreso Femenino Internacional de La Haya), su
desprecio hacia “esas marimachas desgreñadas, empeñadas en la conquista de un derecho tan
prosaico y vulgar como el voto”, a las que imaginaba “nurses histéricas, a cuyos oídos
ninguna voz caritativa deshojó jamás la flor de un requiebro”.263 Paralelamente, en esos años
de “decadentismo” y desprecio hacia las capacidades intelectuales de las mujeres Croniqueur
se embelesaba en la belleza, la gracia y la sensualidad de bailarinas como Juanita Martínez de
Latorre, Antonia Mercé, Amparo Ferré, Resurrección Quijano, Felyne Verbist, Tórtola
110
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
“La mujer es en Rusia electora y elegible. Conforme a la constitución, todos los trabajadores, sin
distinción de sexo, nacionalidad ni religión, gozan de iguales derechos. El Estado comunista no
distingue ni diferencia los sexos ni las nacionalidades; divide a la sociedad en dos clases: burgueses y
proletarios. Y, dentro de la dictadura de su clase, la mujer proletaria puede ejercer cualquier función
pública. En Rusia son innumerables las mujeres que trabajan en la Administración nacional y en las
administraciones comunales. Las mujeres, además, son llamadas con frecuencia a formar parte de los
tribunales de justicia.” (“La mujer y la política”, Variedades, 15 de marzo de 1924)
264
BEATRIZ GUARDIA, Sara, José Carlos Mariátegui. Una visión de género, Lima: Editorial Minerva, 2006,
pp. 25-27.
265
Las 32 cartas (27 escritas en 1916, 1 en 1929 y 4 en 1920) están archivadas y digitalizadas en el Archivo
Mariátegui. https://archivo.mariategui.org/index.php/correspondencia-5
266
Op. cit., p.41.
267
MARIÁTEGUI, José Carlos, “La mujer y la política”, Variedades, Lima, 15 de marzo de 1924.
111
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
112
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
“La defensa de la poesía del hogar es, en realidad, una defensa de la servidumbre de la mujer. En vez
de ennoblecer y dignificar el rol de la mujer, lo disminuye y lo rebaja. La mujer es algo más que una
madre y que una hembra, así como el hombre es algo más que un macho.”
En octubre de 1929, con motivo del III Congreso Internacional de la Reforma Sexual,
Mariátegui reiteró su defensa del derecho al divorcio y se encuadró en la defensa de la
sexualidad libre, la educación sexual, el control de la natalidad y el aborto.269
Mariátegui fue un profundo admirador de mujeres artistas que destacaron en la escena
peruana e internacional. En el capítulo “El proceso de la literatura” de los Siete ensayos…
Mariategui situó a Magda Portal entre los mejores literatos de la historia del Perú,
elogiándola como la “primera poetisa” nacional. En este apartado es menester incluir las
palabras que dedica no solo a Portal sino a otras grandes escritoras hispanoamericanas270:
268
MARIÁTEGUI, José Carlos, “Las reivindicaciones feministas”, Mundial, 19 de diciembre de 1924.
Disponible en Marxists Internet Archive
269
MARIÁTEGUI, José Carlos, “El III Congreso Internacional de la Reforma Sexual” en Temas de Educación,
Lima: Editora Amauta S.A., 1988. Publicado originalmente en Mundial, Lima, 18 de octubre de 1929.
270
MARIÁTEGUI, José Carlos, “Magda Portal” en “El proceso de la literatura”, Siete ensayos de interpretación
de la realidad peruana, 2022, pp.267-272.
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Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
ha emancipado y diferenciado espiritualmente de la del hombre, las poetisas tienen una alta categoría
en el elenco de todas las literaturas. Su existencia es evidente e interesante a partir del momento en que
ha empezado a ser distinta.
En la poesía de Hispanoamérica, dos mujeres, Gabriela Mistral y Juana de Ibarbourou, acaparan desde
hace tiempo más atención que ningún otro poeta de su tiempo. Delmira Agustini tiene en su país y en
América larga y noble descendencia. Al Perú ha traído su mensaje Blanca Luz Brum. No se trata de
casos solitarios y excepcionales. Se trata de un vasto fenómeno, común a todas las literaturas. La
poesía, un poco envejecida en el hombre, renace rejuvenecida en la mujer.
271
BEATRIZ GUARDIA, Sara, “Amauta y la escritura femenina de los años veinte”. Ponencia presentada en el
Segundo Simposio Internacional Amauta, Instituto Porras Barrenechea (Universidad Nacional Mayor de San
Marcos), 2006.
272
BEATRIZ GUARDIA, Sara, José Carlos Mariátegui. Una visión de género, 2006, pp. 77-85.
114
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
El papel crucial de las mujeres en la difusión cultural a través de estas tribunas en el Perú de
los años 20 y la plena involucración en las luchas sociales y políticas llama mucho la atención
en un país en el que un derecho tan básico como el sufragio femenino a escala nacional no
llegaría a instituirse sino hasta finales de 1955. En consecuencia, podemos afirmar sin ningún
género de duda que José Carlos Mariátegui, a pesar de sus prejuicios adolescentes de la
“edad de piedra”, fue durante su temprana madurez un abnegado y activo defensor de los
derechos de las mujeres que en sus últimos años se volcó plena y coherentemente en la
integración y promoción de cuadros femeninos en los círculos socialistas y revolucionarios y
en la vanguardia intelectual, aunque, como indica Beatriz Guardia, estas voces “se apagaron”
en el número 30 de Amauta.274
273
Ibid, pp. 85-86.
274
Ibid, p.75.
275
El libro En defensa del marxismo contiene varios artículos escritos por Mariátegui entre julio de 1928 y junio
de 1929, los cuales fueron publicados originalmente en Mundial y Variedades y posteriormente ordenados y
reunidos en los números de 17 a 24 de Amauta. La primera edición de En defensa del marxismo, estructurada
gracias a los compilatorios de Amauta y a la inclusión de otros manuscritos, intercambios epistolares y
anotaciones realizadas por el socialista moqueguano, formando 16 ensayos, fue publicada en 1934 por la
editorial chilena Ediciones Nacionales y Extranjeras. La versión “definitiva” (que es la que hemos consultado)
vio la luz en 1959, en pleno “resurgir” del mariateguismo, siendo divulgada desde entonces por la Empresa
Editora Amauta (a cargo de sus hijos) en distintas ediciones del volumen 5 de las Ediciones Populares de las
Obras completas de Mariátegui. La edición del 59 consta de los 16 ensayos originales más los 5 artículos que
conforman el bloque 2 “Teoría y práctica de la reacción” y los 5 agrupados en el bloque 3 “Especímenes de la
reacción” (los cuales a veces figuran en El alma matinal).
115
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
nos sirve para comprobar ciertas hipótesis sostenidas a lo largo de la investigación y articular
así nuestras conclusiones finales. Para ello, de La escena contemporánea tomamos como
objeto de estudio el capítulo IV, titulado “La crisis del socialismo” (conformado por 7
artículos), mientras que resumimos el contenido general de En defensa del marxismo.
“El lenguaje del Labour Party es hasta hoy evolucionista y reformista. Y su táctica es aún democrática
y electoral. Pero esta posición suya no es excepcional, no es exclusiva. Es la misma posición de la
mayoría de los partidos socialistas y de los sindicatos obreros de Europa. La élite, la aristocracia del
socialismo proviene de la escuela de la Segunda Internacional. Su mentalidad y su espíritu se han
habituado a una actividad y un oficio reformistas. Sus órganos mentales y espirituales no consiguen
adaptarse a un trabajo revolucionario. Constituye una generación de funcionarios socialistas y
sindicales, desprovistos de aptitudes espirituales para la revolución, conformados para la colaboración
y la reforma, impregnados de educación democrática, domesticados por la burguesía. Los
bolcheviques, por esto, no establecen diferencias entre los laboristas ingleses y los socialistas alemanes.
Saben que en la socialdemocracia tudesca no existe mayor ímpetu insurreccional que en el Labour
Party. Y así Moscú ha subvencionado al órgano del Labour Party The Daily Herald. Y ha autorizado a
276
MARIÁTEGUI, José Carlos, “El socialismo en Francia”, Obras completas, Tomo 1: La escena
contemporánea, Ediciones Uno en Dos, 2022 [1925], pp. 94-97.
116
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
Mariátegui también sostenía que algunos partidos comunistas como el francés (fundado en
1920) arrastraron durante algún tiempo los errores del “socialismo prebélico”278,
sobreponiendo el “democratismo” al “bolchevismo” o enfrentando crisis internas y
depuraciones constantes (a raíz de cuestiones como la oposición de la Comintern a la
francmasonería de la cual formaban parte muchos socialistas franceses). En cuanto al
socialismo italiano posterior a la escisión comunista, el amauta estudió la fractura entre el
sector “centrista” (siendo la "izquierda" los comunistas), “ortodoxo” y “formalmente
intransigente” de Giacinto Menotti Serrati (1872-1926) y la fracción reformista representada
por “viejos socialistas” como Filippo Turati (1857-1932), Claudio Graziano Treves
(1869-1933) y Camilo Prampolini (1859-1930), que dio lugar a la conformación del Partido
Socialista Maximalista (PSIm) y el Partido Socialista Unitario (PSU), respectivamente.279 A
pesar de criticar los derroteros gradualistas y el antibolchevismo de esas tendencias,
Mariátegui, reacio al sectarismo, veía con buenos ojos el acercamiento que se estaba ya
materializando y consumando entre los maximalistas y los comunistas, mostrándose
favorable incluso al diálogo con el sector reformista para las tareas fundamentales de lucha
contra el fascismo en las adversas circunstancias de la clandestinidad. Con respecto a
Alemania, Mariátegui denunció duramente la “traición” histórica de la “vieja guardia
socialdemocrática” (la cual había votado casi en bloque los créditos de guerra en 1914,
poniendo su autoridad “al servicio de la política imperial”) y el papel de Friedrich Ebert
(primer presidente de la República de Weimar, de 1919 a 1925) en la represión del
movimiento obrero y en el brutal aplastamiento de la revolución espartaquista a manos de los
elementos reaccionarios y monárquicos organizados “marcial y fascísticamente con el
pretexto de combatir al comunismo” bajo la sombra del gobierno socialdemócrata.280 Para
Mariátegui estaba claro el rol contrarrevolucionario de los dirigentes socialistas germanos;
los cuales “no habían hecho otra cosa que extirpar [al proletariado alemán] de su acción y de
su ánima todo impulso revolucionario” durante décadas. Para nuestro autor, no debía
responsabilizarse exclusivamente, ni individualizarse, a la figura del presidente alemán,
quien, posiblemente, se había comportado como lo haría cualquier otro burócrata encuadrado
en el viejo revisionismo.
277
MARIÁTEGUI, José Carlos, “El Labour Party”, Ibid, pp. 90-193.
278
MARIÁTEGUI, José Carlos, “El Partido Comunista Francés”, Ibid, pp.101-103.
279
MARIÁTEGUI, José Carlos, “La política socialista en Italia”, Ibid, pp. 104-107.
280
MARIÁTEGUI, José Carlos, “Ebert y la socialdemocracia alemana”, Ibid, pp. 108-110..
117
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
Tal como hemos señalado, las polémicas contra las corrientes socialistas ajenas al marxismo
son retomadas en Defensa del marxismo. En varios artículos contenidos en el libro
póstumo281, el amauta, se impugnaron las tesis del dirigente del Partido Obrero Belga (POB)
Henri de Man (1885-1953), autor de libros como Más allá del marxismo (1927), y por aquél
entonces uno de los líderes revisionistas más conocidos y polémicos. De Man, autoerigido
representante de un “socialismo ético” y “realista”, consideraba que el marxismo era una
ideología obsoleta y determinista, “hija del siglo XIX” y que despertaba ya poco interés entre
la intelectualidad, ante lo cual había tomado partido (ya desde la Primera Guerra Mundial)
por la socialdemocracia reformista, el nacionalismo y la solución corporativista a los
problemas del liberalismo. Según Mariátegui, el “socialismo moral” neorrevisionista de
Henri de Man y sus “pláticas antimaterialistas” constituían un “estéril y lacrimoso
romanticismo humanitario”, una manifestación renovada de un viejo socialismo burgués,
idealista, utópico y “pseudocristiano” ya defenestrado por el socialismo científico de Marx y
Engels. Para el amauta este “socialismo” estaba erigido sobre un profundo desconocimiento
del marxismo (pues de Man le atribuía defectos que correspondían, en realidad, a otros
movimientos políticos y sindicales) y era “un ejercicio más o menos lírico e inocuo de una
burguesía fatigada y decadente, más no la teoría de una clase que ha alcanzado su mayoría de
edad, superando los más altos objetivos de la clase capitalista”.282 La línea revisionista del
“reformista desengañado” Henri de Man, lejos de plantear una alternativa al comunismo y al
capitalismo, no hacía otra cosa que retomar argumentos ya conocidos y presentarlos como
novedosos para apuntalar el capitalismo y perpetuar sus dogmas. La Historia daría la razón a
Mariátegui, pues Henri de Man acabaría defendiendo en los años 30 el “planismo”, una
doctrina de tercera vía o incluso de “tercera posición”, que abogaba por el corporativismo
económico (bajo las relaciones de producción fordista) para paliar los estragos de la crisis,
mitigar la conflictividad social y la lucha de clases por medio de fórmulas que estarían
incluso a la derecha de la política económica socialdemócrata de la época; algo que acabó
finalmente arrojándole , a los brazos de los ocupantes nazis.283 Aunque la mayor parte de las
281
Henri de Man es el blanco principal de las críticas mariateguianas en los siguientes artículos: “Henri de Man
y la crisis del marxismo”, “La tentativa revisionista de Más allá del marxismo”, “La economía liberal y la
economía socialista”, “Rasgos y espíritus del socialismo belga”, “Ética y socialismo” y “El determinismo
marxista”.
282
MARIÁTEGUI, José Carlos, “Sentido heroico y creador del socialismo”, Obras completas, Tomo 5: En
defensa del marxismo: Polémica Revolucionaria, Ediciones Uno en Dos, 2022 [1959], pp.41-42.
283
En esa década, tras la aprobación en 1933 de su “Plan de Trabajo” ejercería como Ministro de Obras Públicas
(1934-1935) y Ministro de Finanzas (1936-1938), período durante el cual se mostraría favorable al
autoritarismo, al acercamiento a los liberales y al empresariado, a la restricción de la libertad de prensa y a la
118
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
represión del MOS. En 1939 falleció Vandervelde y Henri de Man asumió la presidencia del POB, consolidado
ya como un “partido de Estado” monárquico (de Man llegó a ser el principal asesor de Leopoldo III) y
germanófilo que promovería la política del apaciguamiento con el Tercer Reich En junio de 1940, durante la
ocupación de Bélgica por el Tercer Reich, Henri de Man anunciaría la disolución del partido y el “fin de la
democracia”, para luego promover el sindicato filofascista Unie van Handen Geestesarbeiders / Union des
Travailleurs Manuels et Intellectuels (UHGA-UTMI) y participar en campañas antisemitas. De Man incialmente
colaboró activamente con la Alemania nazi, hasta que se volvió una figura incómoda tanto, para los fascistas
flamencos, como para las autoridades de ocupación nazis, por lo que terminóse autoexiliado en Francia en 1941.
Tras la liberación de Bélgica fue juzgado en ausencia por colaboracionismo y por traición, permaneciendo en las
montañas suízas. Murió junto a su tercera esposa en 1953, cuando su coche fue arrollado por un tren.
Fuente: JAN WILLEM, Stuje (UGent), “Belgique en guerre / personalités: De Man Henri”, Belgium WWII, 22
de septiembre de 2017.
284
MARIÁTEGUI, José Carlos, “Posición del socialismo británico”, Op. cit., pp. 49-53.
285
MARIÁTEGUI, José Carlos, “Freudismo y marxismo”, Ibid, pp. 46-48.
286
A principios de los años 40, desilusionado con Trotsky tras conocerlo en persona, Eastman se iría alejando
progresivamente del trotskismo y el marxismo en general, deviniendo un conservador de derechas y un activo
anticomunista afín al fundamentalismo de libre mercado de Friedrich Hayek y los “liberales austríacos”. En la
década de los 1950 se alineó con el macartismo.
287
La Acción Francesa fue un movimiento político y cultural de extrema derecha muy activo en Francia durante
los primeros 40 años del siglo XX. Expresaban sus ideas en el periódico homónimo, que se publicó desde el 21
de marzo de 1908 hasta el 24 de agosto de 1944. El grupo, liderado inicialmente por Charles Maurras
(1868-1952), surgió en el contexto del caso Dreyfus, constituyéndose como una agrupación ultranacionalista,
integrista, antisemita y antirrevolucionaria que pretendía restablecer un régimen monárquico confesional en
Francia por medio de la violencia insurreccional, con el apoyo de sus juventudes paramilitares Camelots du Roi
119
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
Maurrás, Leon Daudet, Henri Massis, Pierre Drieu La Rochelle…), a la intelligentsia del
Estado fascista italiano (Alfredo Rocco, Giovanni Gentile, Enrico Corradini, Luigi Federzoni,
Curzio Malaparte…) y al titubeante “formalmente liberal y orgánicamente conservador”
Ramiro de Maeztu y Whitney, intelectual español “adherido tácitamente” a la dictadura de
Miguel Primo de Rivera. Mariátegui abordó inteligentemente las contradicciones que
encarnaban muchos de estos filósofos neorreaccionarios y oscurantistas, explorando la
relación tensa y problemática entre las corrientes fascistas o ultranacionalistas dizque
“neotomistas”, “anti-Reforma” y “romanistas” con la Iglesia católica europea del siglo XX
(la cual estaría, según él, generalmente más inclinada hacia el universalismo y la aceptación
de la democracia y sus males que hacia las anacrónicas fórmulas legitimistas, tradicionalistas
e integristas representadas por movimientos políticos como l’AF). En sus estudios Mariátegui
indagó también en la profunda aversión de los neorreaccionarios hacia las manifestaciones
culturales y la Historia del siglo XIX, de las cuales eran inevitablemente herederos y
deudores hasta en sus ideas nacionalistas, antisemitas y colonialistas.
(“Militantes del Rey”). L’AF experimentó un notable auge al calor de la orgía nacionalista y chovinista de la
Primera Guerra Mundial, pero en 1926 recibieron una condena pública por parte del papa Pío XI, perdiendo así
el apoyo de muchas de sus bases (comerciantes, sectores de la burguesía y campesinado acomodado). Siguieron
representando una seria amenaza para la Tercera República con sus fuerzas de choque y su accionar
nacionalsindicalista hasta 1934 y, entre 1936 y 1945, algunos de sus ideólogos estuvieron vinculados con el
fascista. Partido Popular Francés. El activo colaboracionismo con el régimen de Vichy, el estado títere del
mariscal Philippe Pétain, llevó al grupo al descrédito y la disolución, así como a la detención de Maurras. Tras la
prohibición y desaparición de Action Française, muchos de sus voceros y militantes se reagruparon en otros
movimientos, partidos y tendencias, reconstituyéndose con otros nombres hasta el día de hoy.
120
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
manuales de filosofía soviéticos y divulgado por los “ortodoxos catequistas” de los que
hablaba Mariátegui.288
288
Ibid, p. 57.
289
Para un conocimiento profundo de las razones ideológicas y políticas que condujeron a la ruptura
sino-soviética y el deslinde de campos en el movimiento comunista internacional, sugerimos la lectura del
compilatorio de fuentes primarias Polémica acerca de la línea general del Movimiento Comunista
Internacional: Respuestas del PCCh al PCUS, editado por Ediciones Uno en Dos en 2023. En ese libro se
recopilan las divergencias entre las dos potencias socialistas en torno a cuestiones como la concepción del
comunismo, el Partido y la dictadura del proletariado; el internacionalismo proletario, la forma de entender la
coexistencia pacífica (concepto reivindicado por Lenin, Stalin y Mao pero bajo parámetros distintos a los de
Jrushchov), la posición frente al imperialismo y el neocolonialismo, las relaciones con la Yugoslavia de Tito e
incluso el balance de la era de Stalin, entre muchos otros temas que determinaron el cisma en el campo
socialista.
290
TOLEDO BRUCKMANN, Ernesto, “El Pensamiento Mao Tse-tung en el Perú. Orígenes y división en la
izquierda peruana en 1964 (Parte I)”, Patria Roja, 05 de junio de 2015.
291
La diferencia entre un “pensamiento guía” y un “-ismo” radicaría en que el primero representa “un salto
cualitativo de decisiva importancia para una revolución” (una revolución concreta por ejemplo adaptada a la
realidad específica de un país) mientras que el “-ismo” supondría “un gran salto cualitativo del marxismo en su
conjunto, como unidad”. Fuente: “Maoísmo: qué es y qué no es”, Klassenstandpunkt, 8 de junio de 2022.
121
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
Ángel Heredia Alarcón, Mariano García de las Heras292, Geneviéve Dorais y otros
investigadores a este respecto para trazar una relación entre los movimientos “maoístas”
peruanos y la adaptación de las enseñanzas de Mariátegui a esos nuevos marcos que
representaban la variante más radical del movimiento comunista.
Aunque, como ya hemos visto, la presencia de distintas “líneas” en el seno del PCP se venía
fraguando desde tiempo atrás, las contradicciones y disputas más candentes entre partidarios
de las diferentes tendencias que se venían configurando en el movimiento comunista
internacional estallaron en el Perú a principios de los 60. Aunque en la III Conferencia
Nacional (1960) ya se habían manifestado tensiones entre la juventud -favorable al
desempeño de la lucha armada y a la recuperación del campesinado como sujeto
revolucionario-293 y los dirigentes “ortodoxos”, la polarización se incrementaría en 1962, en
pleno “fuego cruzado” entre la prensa “prochina” (afín a Saturnino Paredes) y la
“prosoviética” (encarnada por Jorge del Prado). El 30 de abril de 1962 salió a la luz el primer
número de Bandera Roja, periódico dirigido por Toribio Matos y editado por el Comité
Regional de Lima, el cual manifestaría explícitamente su adhesión a las tesis chinas en su
tercer número, del 02 de diciembre de 1963. Para contrarrestar la orientación pekinesa, el
periódico Unidad, órgano del CC y de la “vieja guardia”, manifestó en noviembre de 1963 su
apoyo total al campo soviético y reiteró su adhesión a la “vía parlamentaria al socialismo”.
En la práctica, las dos corrientes ya se hallaban claramente deslindadas desde el fracaso del
292
GARCÍA DE LAS HERAS GONZÁLEZ, Mariano, "El eventual legado de Mariátegui en la composición
ideológica de Sendero Luminoso" en Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política, Humanidades y
Relaciones Internacionales, año 22, Nº 43, Primer semestre de 2020, pp. 393-417.
293
Algunos militantes del PCP, entre quienes se encontraban Saturnino Paredes, se integraron en el segundo
Frente de Liberación Nacional (FLN), un frente de masas constituido el 4 de noviembre de 1961 (no confundir
con el de 1948) e influenciado por la Revolución cubana que tenía como principales objetivos inmediatos la
defensa de la “soberanía nacional” frente al imperialismo, la consecución de una Reforma Agraria radical, la
“devolución de las tierras expropiadas por el gamonalismo”, la atención médica gratuita y la igualdad entre
hombres y mujeres. La organización veía con buenos ojos la acción guerrillera, aun contando con miembros del
Ejército -como el teniente coronel César Pando Egúsquiza en sus filas. Paredes y sus seguidores se opusieron a
la concepción del FLN como un frente electoral, tal como vemos en las declaraciones realizadas en el artículo
“El campesinado y el Frente de Liberación Nacional” (Frente, Nº 8, 2 de marzo de 1962): "Si el Frente de
Liberación Nacional se circunscribiera únicamente a las elecciones, entonces quedarían excluidos de participar
en él millones de campesinos analfabetos, por las estrecheces de la Constitución del Estado y del Estatuto
Electoral. Constituiría la peor aberración oportunista el constituir únicamente un Frente Electoral, por más
democrático que se denomine, porque marginaría y excluiría a la gran mayoría de peruanos. Y no se diga que
esa mayoría analfabeta no está en condiciones de participar en la vida política, porque eso no es exacto. Esa gran
mayoría, no obstante no saber leer ni escribir, ahora está luchando valientemente por romper las cadenas del
latifundismo y está comprendiendo que no podrá llevar adelante la conquista de la tierra si no es por sus propios
medios. (…) los campesinos, incluyendo a los analfabetos, luchan vigorosamente por la Revolución Peruana y,
por eso, no se les puede marginar con un simple frente electoral". Finalmente, el FLN participó en las
Elecciones Generales de 1962 circunscribiéndose únicamente al electoralismo, pero no obtuvo ningún escaño.
Sectores descontentos con el PCP y la estrategia del FLN fundarían la agrupación guerrillera Ejército de
Liberación Nacional (ELN).
122
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
294
Según Bandera Roja, entre los principales “actos de traición al marxismo-leninismo” del PCP -incluso
anteriores a la adopción del browderismo- figuraban “la renuncia a la lucha de clases, la renuncia a los medios
revolucionarios y el culto a la vía pacífica, la renuncia a la independencia política de la clase obrera, el
desconocimiento del carácter revolucionario del campesinado, la política de colaboración abierta con la
burguesía, el propósito de cambiar totalmente no sólo la composición de clase del Partido sino incluso su
ideología.” Fuente: Partido Comunista del Perú – Bandera Roja, Acerca de la historia del partido comunista
peruano y de su lucha interna, Ediciones Bandera Roja, octubre de 1968, p.33.
295
En el artículo “Los dirigentes del PCUS son los mayores escisionistas de nuestra época” (4 de febrero de
1964) los redactores del Renmin Ribao (periódico oficial del CC del PCCh) y la revista Hongqui [Bandera Roja]
definieron así la concepción del Partido Comunista chino sobre el escisionismo: “Es escisionista quien se aferra
tercamente a la línea revisionista y convierte al partido revolucionario del proletariado en partido reformista
burgués. (...) En las filas comunistas, son escisionistas quienes se adaptan a las necesidades de la burguesía y
llevan a cabo actividades escisionistas [sic] contra el marxismo-leninismo, contra el partido revolucionario del
proletariado y contra el proletariado revolucionario y las amplias masas de trabajadores, aunque por un tiempo
se hallen en mayoría e incluso ocupen los puestos dirigentes” Fuente: Polémica acerca de la línea general del
Movimiento Comunista Internacional: Respuestas del PCCh al PCUS, 2023, pp. 205-207.
123
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
todo el pueblo”. Aunque todavía no se podía hablar de “maoísmo” como tal (entonces ese
concepto solo era utilizado despectivamente por sus contrarios) los “prochinos” tenían claro
que el deslinde con los prosoviéticos del PCP-U (considerados por BR como elementos
"expulsados" del Partido) iba a ser definitivo también en el Perú. Con el paso de los años y en
pleno recrudecimiento del cisma, algunos de los sectores abanderados del “pensamiento Mao
Tse-tung” no solo se opondrían al “socialimperialismo soviético”, sino también al
“revisionismo cubano” castrista (en tanto que “satélite” soviético desde la crisis de los
misiles) y a la “fracasada” estrategia foquista guevarista296, tildada de “tercerismo
pequeñoburgués” y militarista, a pesar de que la impugnación a la figura del Che (más
cercano a China que a la URSS) nunca ha sido total.297
Sobre la base de las grandes movilizaciones del campesinado de principios de los 60
(particularmente activas entre julio de 1962 y febrero de 1964, cuando llegaron a movilizar a
296
El foquismo fue una teoría-estrategia política y militar aplicada por primera vez por Ernesto “Che” Guevara,
desarrollada en su libro de 1961 La Guerra de Guerrillas (una vez consumada la victoria de la Revolución
cubana) y sistematizada por Régis Debray en obras como ¿Revolución en Revolución? (1967). El foquismo,
contradiciendo las estrategias comunistas “clásicas” (tanto la bolchevique como las revisionistas) y recibiendo
por ello fuertes críticas de los marxistas ortodoxos, los partidos prosoviéticos y los maoístas (por motivos
distintos) abogaba por la toma del poder por parte de una “vanguardia guerrillera” que comandase a “grupos
móviles” y pequeños grupos armados dispersos en puntos estratégicos de un país (a menudo sin enraizamiento
en el lugar), especialmente en áreas rurales y en los entornos de pequeñas ciudades. Algunas de las principales
diferencias respecto al marxismo-leninismo radican en el carácter voluntarista y aventurerista del foquismo, en
una poca consideración hacia el trabajo de masas (pues tendencialmente se desconfiaba de estas), en la creencia
de que las propias acciones militares propiciarían las condiciones subjetivas y en la promulgación de la no
necesidad de la dirección del Partido, así como a su fuerte componente nacionalista. A pesar de las
particularidades de cada guerrilla, los foquistas creían en la universalidad de su doctrina y praxis, la cual
supuestamente podía aplicarse tanto en dictaduras militares como en democracias liberales mediante
escaramuzas contra las Fuerzas Armadas, aunque se adaptaría mejor a contextos de “subdesarrollo” o en países
subyugados por el imperialismo. La mayoría de organizaciones que abogaban por el “foquismo” como
estrategia de toma del poder fueron progresivamente liquidadas en distintos países latinoamericanos y africanos
a lo largo de los años 60; en otros lugares terminaron reconsiderando su estrategia y composición, mientras que
en Europa las guerrillas urbanas tendrían su apogeo en los 70. En el Perú, los guerrilleros del Ejército de
Liberación Nacional (ELN) y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (nombre que tomaba la guerrilla
nacida en 1959 como APRA Rebelde), aislados de las masas indocampesinas por su desconfianza hacia ellas y
por los escasos resultados de la táctica de “defensa pasiva”, fueron aniquilados por la contrainsurgencia de 1962
a 1965 y sus pocos enlaces y colaboradores fueron brutalmente represaliados y/o masacrados por el Ejército.
Los maoístas de distintas organizaciones que contemplaban la lucha armada tomarían nota de los aciertos y
sobre todo de los errores de esta expresión concreta de la guerra de guerrillas, vía que consideraban
“pequeñoburguesa”, “aventurerista” y “militarista”. En abril de 1967, tras su III Convención Nacional, bajo el
liderazgo de Antonio Fernández Gasco, propuso reiniciar la lucha armada sustituyendo el foquismo por la
“guerra popular prolongada”, intentando convertir al MIR en un partido armado maoísta y depurarlo de
opositores. Tras la IV Convención Nacional (noviembre de 1968), Fernández Gasco y sus seguidores fueron
expulsados del MIR, el cual seguiría sufriendo numerosas escisiones en los años venideros (MIR
Reconstrucción, MIR El Militante, MIR Voz Rebelde, Círculo Marxista de Oposición Proletaria…). Fuentes:
LORA, Guillermo, Revolución y foquismo. Crítica marxista al ultraizquierdismo aventurero, 2a edición, 1978 y
MEZA BAZÁN, Mario, “La Nueva Izquierda y la competencia por la revolución en el Perú durante el gobierno
de Velasco. 1968 - 1975”, Revista Izquierdas, Nº 49, abril de 2020, pp. 3168-3204.
297
Comité Central del PCP [Sendero Luminoso], “América Latina: Guerra Popular. Grandes Victorias, Brillante
Perspectiva”, Bandera Roja, Nº 42, mayo de 1970.
124
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
medio millón de campesinos),298 Bandera Roja conseguiría extender una cierta presencia en
las provincias rurales del centro-sur del Perú, compitiendo con otros partidos mayores por la
influencia en la poderosa Confederación Campesina del Perú (CCP), fundada en 1947 al calor
de la lucha por la tierra de los campesinos de la sierra. No obstante, la organización no solo
era pequeña sino que además carecía de cohesión ideológica, organizativa y estratégica, por
lo cual, pronto se manifestarían en el seno del PCP “prochino” grandes contradicciones entre
las posiciones de Guzmán (representante del ala izquierda y filosofante, centrada en la
“reconstitución del comunismo” mediante la actualización de la doctrina teórica), y Paredes
(partidario de reforzar los “gremios campesinos”, canalizando las luchas espontáneas u
organizadas del proletariado agrario y fundando células militares); por otro lado se
posicionaba Sotomayor (con un apoyo considerable de las juventudes), exponente del ala
“derechista”, menos hostil a la línea y a los análisis del sector de Jorge del Prado. Entre estas
contradicciones tuvieron una gran centralidad las discordantes interpretaciones sobre la
realidad política peruana durante el primer gobierno (1963-1968) de Fernando Belaúnde (y la
posición a adoptar respecto a él) y sobre la naturaleza del Estado y la economía, pues el ala
“derechista” minoritaria consideraba que el Perú en los años 60 era un país, además de
semifeudal, dependiente en vez de semicolonial.299 Sotomayor calificaba a Belaúnde de
representante de la “gran burguesía” financiera, mientras que Guzmán sostuvo que era un
miembro de la “burguesía nacional” monopolista. A raíz de la derrota de los postulados de
Sotomayor y Enrique Zapater en la V Conferencia de noviembre de 1965,300 estos
abandonaron la Comisión Política y fueron declarados “desertores del partido y de la
revolución”, antes de ser expulsados en el XIX Pleno del CC del PCP - BR en marzo de
298
El Gobierno de Belaúnde, carente de la mayoría parlamentaria, se enfrentó durante todo el mandato a una
crisis de gobernabilidad, recibiendo una oposición feroz en el Congreso por parte de la coalición conformada
por el APRA y la Unión Nacional Odriista (UNO). Su Reforma Agraria, avalada por la Alianza por el Progreso,
fue criticada por las confederaciones campesinas clasistas por no ser lo suficientemente profunda. Mientras, el
APRA-UNO se posicionaba de parte de los hacendados y a favor de la represión contra las invasiones de tierra
campesinas, debido a las relaciones clientelares que en ese momento mantenían con las clases acomodadas. Los
conflictos entre el Ejecutivo y el Congreso, sumados a la elevada conflictividad y “anarquía social”,
favorecieron que se propiciara el golpe de estado de Juan Velasco Alvarado, el cual se pensaba que sería un
golpe involutivo pro-Washington.
299
La tipificación del capitalismo peruano como “dependiente” por parte de Sotomayor y su sector, según los
detractores de los mismos, implicaba la asunción de que la “independencia total” y la ruptura con el
imperialismo podían darse pacíficamente, sin revolución. Esta supuesta concepción estaría alineada con la
jrushchovista.
300
Para la facción de Sotomayor (al igual que para el PCP de Jorge del Prado en la IV Conferencia) el gobierno
de la Acción Popular y la Democracia Cristiana representaba una oportunidad de “apertura democrática”
favorable a la organización y participación de las masas en la política institucional nacional. Las otras facciones
estipularon que se trataba de un gobierno represor que encarnaba los intereses de la “gran burguesía”, por lo cual
no cabía ningún tipo de complicidad o unidad de acción con el gobierno de Belaúnde o sus aliados. Fuente:
GUZMÁN, Abimael e IPAGUIRRE, Elena, Memorias desde Némesis, 2014, p.113-115.
125
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
1966.301 Las desavenencias continuaron entre los paredistas (quienes no aplicaban los
acuerdos aprobados en la V Conferencia) y la autodenominada “Comisión Nacional
Reorganizadora”, que había sido constituida por el Comité Regional de Ica, la Comisión
Nacional de Organización, la Juventud Comunista y el Comité Político-Militar Patria Roja;
siendo estos acusados de “trotskistas” junto al grupo Ching Kang. A ellos se enfrentaba,
además, la “Facción Roja” de Guzmán, en una lógica de la “lucha de dos líneas”302 enfatizada
por el partido303 hasta la separación definitiva. Entre 1967 y 1970 Bandera Roja se dividiría
finalmente en varios partidos, siendo los principales el PCP - Patria Roja (sector tildado por
los demás de “castrista”, acusado de “antipartido” y desvinculado en 1967)304, el PCP -
Sendero Luminoso de Guzmán (el cual priorizaba la “reconstitución ideológica” y estaba
replegado inicialmente sobre el foco universitario) y el sector paredista, que se reconfiguraría
como Partido Comunista Peruano (Marxista-Leninista) y que a duras penas sobreviviría al
proceso.305 Cada una de estas tendencias, igual que el PCP-BR antes de la disolución, se
reclamaba el “único y auténtico” Partido Comunista del Perú y consideraba al resto
“escisiones”, por lo cual preferentemente usaban solo las siglas PCP, representando con ello
su propia historia en términos de continuidad con el partido fundado por Mariátegui, frente a
constantes intentonas liquidacionistas de “camarillas de traidores” y desviaciones de
izquierda o derecha. De entre estas organizaciones, el PCP-SL (que, en el momento de la
separación contaba con 12 militantes en Ayacucho y 51 en todo el país) ha sido la que mayor
impacto ha tenido en la historia del Perú y por ende la corriente más representativa de esta
301
Ibid, 121.
302
Mao aplicaba la “ley de la unidad de los opuestos” de la dialéctica hegeliana a todos los ámbitos del mundo
natural, las sociedades humanas y el pensamiento filosófico-político. El maoísmo sostiene que estas “leyes
objetivas” están también presentes en las sociedades socialistas y en los partidos comunistas, sentenciando que
el partido es una “unión de puestos” en las que se reflejan las contradicciones de clase y hay una pugna
constante entre la ideología burguesa (encarnada también en las “camarillas revisionistas” y distintas
“desviaciones”) y la línea revolucionaria o proletaria. Se trata de una premisa que rompe con la “unidad de
acción” característica del centralismo democrático leninista y presenta abiertamente la inevitabilidad y
necesidad de la lucha entre facciones en el seno de un PC, el MC y el MCI, algo que sería criticado por el
hoxhaísmo.
303
Op. cit.
304
Para profundizar en el conocimiento de la línea y la historia de Patria Roja (al margen de las etiquetas
puestas por otros sectores), recomendamos la lectura del artículo “Partido Comunista del Perú - Patria Roja:
Génesis y maoísmo primigenio”, publicado por Ernesto Toledo Bruckmann el 14 de diciembre de 2015 en el
blog El Clasista Informativo.
305
Tras la formación de Patria Roja y Sendero Luminoso, el PCP-BR paredista pasó a ser el Partido Comunista
Peruano (Marxista-Leninista). Con motivo de la Ruptura sino-albanesa, consumada en 1976-1977 (aunque el
distanciamiento y estancamiento de las relaciones se venía produciendo desde el inicio de la década de 1970,
especialmente a raíz de la “diplomacia del ping-pong”), el pequeño PCP (ML) se alineó con el Partido del
Trabajo albanés y la línea dura marxista-leninista representada por Enver Hoxha frente a la China de Deng
Xiaoping. El encuadramiento revolucionario en el campo proalbanés de este partido no impediría que se
integrara en el Frente Obrero Campesino Estudiantil y Popular (FOCEP) y concurriera en la Asamblea
Constituyente de 1978, así como en sucesivas elecciones nacionales en tiempos de democracia liberal. Su
influencia en la política peruana fue efímera.
126
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
reformulación “maoísta” del pensamiento de José Carlos Mariátegui. Precisamente por ello,
profundizaremos particularmente en esa relación, en boga en los años 60 (especialmente a
partir de la V CN) y 70 y posteriormente desdibujada por la coyuntura política de la guerra
contra el Estado.
127
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
309
HEREDIA ALARCÓN, Ángel, “La construcción del mito de José Carlos Mariátegui en los textos de la
“Facción Roja” (1966-1967)”, Diálogo Andino, Nº 62, 2020, pp. 131-141.
310
“Por el Sendero Luminoso de Mariátegui” no es un documento propiamente emanado del PCP-SL, sino un
opúsculo que el Frente de Estudiantes Revolucionario (FER), agrupación o “organismo autogenerado” afín a la
línea de Abimael Guzmán, hizo circular clandestinamente en agosto de 1973 en la UNSCH. Este lema de la
FER más tarde sería utilizado por la prensa y el Estado para referirse al partido de Guzmán/Gonzalo y sus
seguidores (quienes lo emplearon como consigna, pero no como nombre) como “Sendero Luminoso”.
311
GUZMÁN, Abimael e IPAGUIRRE, Elena, “Retomar a Mariátegui y reconstruir su camino” (1975),
Memorias desde Némesis, 2014, p. 390.
312
En 1961 la población serrana representaba el 52,3% del total, mientras que en 1972 constituían el 44%.
Asimismo, el porcentaje de población urbana había pasado en estos 11 años del 47,4% al 59,5%. Fuente:
Estadísticas del Bicentenario, INEI, 2021, pp. 110-113.
128
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
313
Efectivamente, el “reparto de la tierra” velasquista, a pesar de haber fortalecido a algunas comunidades,
consistió principalmente en la fragmentación del latifundio entre pequeños propietarios, lo cual constituye -tal
como remarcó Mariátegui en “El problema de la tierra”- lo opuesto a la colectivización comunista.
314
DORAIS, Geneviéve, La crítica maoísta peruana frente a la reforma agraria de Velasco (1969-1980), Lima:
Instituto de Estudios Peruanos, 2012.
315
El PCP-Unidad no fue la única organización de izquierdas en apoyar al Gobierno Revolucionario de la
Fuerza Armada (GRFA) bajo el convencimiento de su carácter “progresista” y “antiimperialista”. También
organizaciones trotskistas inspiradas por el líder campesino Hugo Blanco Galdós, la Acción Popular Socialista
(escisión del partido del gobierno derrocado), así como sectores de las bases apristas y la CGTP, abogaron por
posturas seguidistas o de “apoyo crítico” respecto a la dictadura velasquista. Fuente: MEZA BAZÁN, Mario,
“La Nueva Izquierda y la competencia por la revolución en el Perú durante el gobierno de Velasco. 1968 -
1975”, Revista Izquierdas, Nº 49, abril de 2020, pp.3180-3182.
316
A pesar de las relaciones cordiales diplomáticas y comerciales que el GRFA mantuvo con países de los
bloques “socialistas” (incluyendo, desde 1972, a la RP China), el régimen de Velasco tuvo un marcado carácter
anticomunista en cuanto a los asuntos internos del país. Para los militares “reformistas” los comunistas peruanos
(independentemente de su afiliación) y los apristas representaban una “amenaza subversiva extranjera” y
desestabilizadora. Para hacer frente a la competencia “comunista”, el velasquismo tomó varias vías. Por un lado,
promovió la cooptación corporativista de cuadros y estructuras sindicales a través del Sistema Nacional de
Apoyo a la Movilización Social (SINAMOS) y otras organizaciones como la Central de Trabajadores de la
Revolución Peruana (CTRP), el Movimiento Laborista Revolucionario (MLR), las sociedades agrarias de
interés social (SAIS) y las comunidades agrarias de propiedad social (CAPS). Por otro lado, el Estado
velasquista luchó implacablemente contra contra las guerrillas y partidos político-militares revolucionarios.
Fuente: Ibid, pp. 3183-3197.
129
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
317
El marxismo-leninismo-maoísmo (MLM), concepto que el PCP empezó a emplear en octubre de 1982, no
sería sintetizado formalmente como ideología y según ellos “etapa unificada, coherente y más alta” del
marxismo sino hasta noviembre de 1982, en el informe “Maoísmo. Sobre el marxismo leninismo maoismo”
emanado de un pleno del Comité Central. Hasta ese momento, los partidarios de Mao, que no constituían una
corriente unificada ni en el Perú (ya hemos visto lo tensas que fueron sus relaciones) ni en el mundo, se
autodeclaraban marxistas-leninistas o seguidores del “pensamiento Mao Tse-Tung”. El MLM sería crítico con
algunos postulados del PMTT, que sería visto desde entonces simplemente como la aplicación del
marxismo-leninismo a las condiciones específicas de China hasta 1976-1978. Tras el fallecimiento de Mao, el
Estado chino inició la persecución contra la mal llamada Banda de los Cuatro (identificados como instigadores
de la Revolución cultural) y el sector derechista del PCCh asumió el liderazgo de China, formalmente en el XI
Congreso del PPCh; para los MLM (así como para otros marxistas y marxistas-leninistas no encuadrados en el
maoísmo) Deng Xiaoping (Líder Supremo desde 1978) encarnaría el revisionismo y la contrarrevolución
capitalista en China con su proyecto de “socialismo con características chinas”. Para el PCP la china
post-maoísta era un país “socialfascista” de puertas para adentro y socialimperialista en la política internacional.
Fuente: MOUFAWAD-PAUL, Joshua, Continuity and Rupture: Philosophy in the Maoist Terrain, Nueva York:
Zero Books, 2016.
318
DEGREGORI, Carlos Iván, How difficult is to be God. Shining Path’s Politics of War in Peru, 1980-1999.
Madison: The University of Wisconsin Press, 2012.
130
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
A raíz del 80 aniversario del natalicio del amauta, en 1975, el PCP319 organizó nuevos
seminarios para profundizar en el estudio y la revalorización del recorrido y las enseñanzas
de Mariátegui, al tiempo que atacaba a los otros grupos marxistas por la “prostitución” de su
legado, la "santificación contrarrevolucionaria" y la “hipócrita” y “castradora” celebración de
"romerías" en su tumba.320 A partir de 1976 el PCP, que poco a poco gozaba de una mayor
influencia a nivel nacional en un contexto de contraofensiva estatal contra los trabajadores y
agudización de las contradicciones sociales, participaba ya en frentes de masas, o más bien
los impulsaba y lideraba a través de las organizaciones civiles ideológicamente cohesionadas
conocidas como “organismos autogenerados”321, postulando la fusión de la vanguardia con
las masas. A pesar de su beligerancia y hostilidad hacia la mayoría de organizaciones “de
izquierdas” peruanas, el PCP iría absorbiendo a numerosos elementos y facciones
provenientes de VR (en los años 1977-1979), del MIR (en 1977-1979) y el PCP - Puka Llacta
(estos habían sido, en 1977, los primeros en designarse como “maoístas” en el Perú).322 En
esas circunstancias, la defensa mariateguiana de la legitimidad de la violencia revolucionaria
(poco esbozada realmente por el amauta) fue usada como pretexto por el PCP para propiciar
el inicio de una guerra civil revolucionaria. Siguiendo el ejemplo de Mao, los seguidores de
Abimael Guzmán hicieron suya la consigna según la cual “el poder nace del fusil”323,
319
A partir de este punto, establecidas ya las diferencias con el resto de autodenominados partidos comunistas,
emplearemos principalmente la denominación PCP por encima del mediático mote de Sendero Luminoso.
320
Partido Comunista del Perú - Sendero Luminoso. “Acabemos con la santificación revolucionaria” en
GUZMÁN, Abimael e IPAGUIRRE, Elena, Memorias desde Némesis, 2014, pp. 158-159.
321
Algunos de los frentes de masas u “organismos generados” creados por el PCP-SL tras el III Pleno del
Comité Central del PCP-SL de 1973 son el Socorro Popular (SOPO), el Movimiento Clasista Barrial (MCB), el
Movimiento Femenino Popular (MFP), el Movimiento de Obreros y Trabajadores Clasistas (MOTC), el
Movimiento de Artistas Populares (MAP), el Movimiento Intelectual Popular (MIP), la Coordinadora Clasista
Magisterial, el Movimiento Juvenil Popular (MJP), la Asociación de Abogados Democráticos (AAD), el
Movimiento de Campesinos Pobres (MCP), el Frente de Defensa del Pueblo de Ayacucho (FDPA) y el Centro
de Autoeducación Obrera (CAO). Otras estructuras que compartían la línea de SL fueron el ya mencionado
FER, su Fracción Femenina y el Frente Revolucionario Estudiantil Secundario (FRES), integrados en el MJP..
322
TAYLOR, Lewis, Maoism in the Andes: Sendero Luminoso and the contemporany guerrilla movement in
Peru. Working Paper, Nº 2, University of Liverpool: Centre for Latin American Studies, 1983, p.7.
323
"El Poder nace del fusil. (...) Nuestro principio es: el Partido manda al fusil y jamás permitiremos que el fusil
mande al Partido. Pero también es cierto que, teniendo fusiles, podemos crear organizaciones del Partido, tal
como el VIII Ejército ha creado una poderosa organización del Partido en el Norte de China. De la misma
manera, podemos formar cuadros, crear escuelas, desarrollar la cultura y organizar movimientos de masas.
Según la teoría marxista del Estado, el ejército es el principal componente del Poder estatal. Quienquiera que
desee tomar el Poder estatal y retenerlo, tiene que contar con un poderoso ejército. Hay quienes se ríen de
nosotros como partidarios de la "teoría de la omnipotencia de la guerra". Sí, somos partidarios de la teoría de la
omnipotencia de la guerra revolucionaria; eso no es malo; es bueno, es marxista. Los fusiles de los comunistas
rusos crearon el socialismo. Nosotros crearemos una república democrática. La experiencia de la lucha de clases
en la época del imperialismo nos enseña que sólo mediante la fuerza del fusil, la clase obrera y las demás masas
131
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
llevándola a la práctica por primera vez en la historia del Perú. Ya en 1971 el Comité
Regional de Ayacucho había declarado que el amauta
“sostuvo la necesidad de movilizar, organizar y armar a las masas populares; que a más de un programa
el pueblo necesita de las armas para conquistar sus derechos y defenderlos, que las masas necesitan
armarse para la lucha insurreccional que habría de bajar de los Andes, del campo a la ciudad a través de
la violencia de las masas, de la guerra popular.” 324
trabajadoras pueden derrotar a la burguesía y la clase terrateniente armadas; en ese sentido cabe afirmar que sólo
mediante la guerra se puede eliminar la guerra. Para acabar con los fusiles, hay que empuñar el fusil."
Fragmento de Problemas de la guerra y de la estrategia, conclusiones presentadas por Mao Tse-tung en la VI
Sesión Plenaria del comité Central, fechada en el 6 de noviembre de 1938.
324
GUZMÁN, Abimael e IPAGUIRRE, Elena, Memorias desde Némesis, 2014, pp. 268-269.
325
Con el objetivo de unir a todos los partidos MLM del mundo en una única tendencia política, el PCP-SL fue
una de las organizaciones fundadoras y dirigentes, en 1984, del Movimiento Revolucionario Internacionalista
(MRI), un intento de internacional maoísta (disuelta formalmente en 2006) en la cual destacarían organizaciones
de Colombia, Estados Unidos, Turquía, la India y el Nepal. Los documentos y comunicados del MRI pueden
leerse en Bannedthought.net (https://bannedthought.net/International/RIM/index.htm).
132
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
fiereza y los mismos métodos. Sin embargo, la comparación con la guerra de clases que el
“Gran salto adelante” había representado para la liquidación de la semifeudalidad en China
ya no se ajustaba del todo a la realidad peruana, por lo cual, en un contexto de creciente
parcelación y minifundización, muchas comunidades campesinas inicialmente aliadas se
volverían hostiles al PCP de Guzmán, no sólo por razones políticas sino por los intereses de
clase de los nuevos propietarios y de los que aspiraban a serlo, quienes se opusieron
frontalmente a la colectivización total defendida por los revolucionarios.
Francisco Morales Bermúdez, presidente de la Junta Militar desde 1975 (año en que dio el
golpe conocido como “Tacnazo” contra Velasco)326, presionado por los Paros Nacionales de
julio de 1977 y mayo de 1978 (a los cuales el PCP no se adhirió) se vio obligado a convocar
en 1978 una Asamblea Constituyente - cuyo primer presidente fue Haya de la Torre- y, en
1980, las primeras elecciones generales en 12 años, propiciando el fin del régimen militar y
promulgando una nueva carta magna, la Constitución de 1979. Desde el período electoral y
con el restablecimiento de la “constitucionalidad” bajo el segundo gobierno de Fernando
Belaúnde (1980-1985) y el primer gobierno aprista de Alan García Pérez (1985-1990)
tuvieron lugar los primeros atentados senderistas (el primero, el “Atentado de Chuschi” del
17 de mayo de 1980, consistió en el asalto de la oficina de Registro Electoral y la quema de
urnas y material electoral, pues las elecciones eran consideradas una farsa burguesa); después
se intensificaron la envergadura de las ofensivas guerrilleras y el simbolismo de las primeras
acciones violentas (destrucción de edificios municipales y sedes de partidos, profanaciones de
tumbas de contrarrevolucionarias, la tétrica “performance” de perros callejeros colgados en
Lima para recibir a Deng Xiaoping, robos de armas…). La insurgencia armada del PCP y su
concepción de la “omnipotencia de la guerra revolucionaria” necesaria para instaurar en la
“Nueva Democracia” que debía preceder a la dictadura del proletariado derivó rápidamente
en la militarización total del Partido y en un mayor funcionamiento vertical del PCP tras la II
sesión plenaria del Comité Central (1980) y el IV Pleno del Comité Central (mayo de 1981),
326
Morales Bermúdez (presidente del Consejo de Ministros y General de División durante el gobierno de
Velasco) y los militares que apoyaron la sublevación y el golpe representaban a los sectores antirreformistas del
Ejército, a pesar de su promesa inicial de “continuar el proceso revolucionario” de 1968. Desde que asumió el
poder, Bermúdez llevó a cabo purgas en las Fuerzas Armadas y asociaciones civiles impulsadas por su
predecesor, llegando a disolver SINAMOS en 1975 y a conceder libertades políticas a los sectores más
conservadores. En 1976 el dictador declaró el carácter “antisocialista” de su gobierno, lo cual implicaba
claramente la reversión de las reformas velasquistas: Bermúdez privatizó sectores esenciales de la economía,
“devolvió” algunas tierras comunales a sus antiguos propietarios hacendados, aplicó políticas de flexibilización
laboral y criminalizó el derecho a la huelga; realizando con todo ello un viraje marcadamente
proestadounidense. Esta coyuntura y mayor ofensiva capitalista con el consecuente descontento generado fue
aprovechada por los senderistas, aunque con el regreso de la democracia liberal se volverían a reactivar la
reforma agraria y las experiencias de autogestión que dificultarían nuevamente el avance del PCP en poblados
rurales.
133
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
327
La elevada dependencia de las bases respecto a las jefaturas acabaría siendo una de las causas de que el PCP
y el EGP fueran fácilmente desmantelados por el Estado tras la captura de los máximos dirigentes entre 1992 y
1993.
328
RÉNIQUE, José Luis, La voluntad encarcelada: “las luminosas trincheras de combate” de Sendero
Luminoso del Perú. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 2003, p.42.
329
El período abarcaría los años de 1980 a 2000 y se saldaría (según el Comité de la Verdad y la Reconciliación,
aunque otras fuentes trabajan con otras cifras inferiores o superiores) con unos 69,280 muertos o
“desaparecidos” (la mayor cifra de víctimas humanas en toda la historia del Perú independiente), además de
innumerables violaciones a los derechos humanos, crímenes de guerra, desapariciones forzadas,
desplazamientos masivos y prácticas genocidas. La mayoría de las víctimas vivían en zonas rurales (79%) y eran
hablantes quechuas –en cualquier caso indoparlantes (75%)--, por lo cual el racismo y la discriminación hacia
las poblaciones de estas regiones y comunas pobres fue un factor decisivo en el desarrollo del conflicto y en el
ensañamiento sistemático, especialmente por parte de las fuerzas armadas regulares y los cuerpos especiales.
Fuente: Comisión de Entrega de la CVR, “Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe Final de la CVR”,
Lima, 2004.
330
URREGO, Miguel, “Historia del maoísmo en América Latina: entre la lucha armada y servir al pueblo”,
Anuario colombiano de Historia social y de la cultura, Nº 44 (2), pp.125-126.
331
La prensa y ciertos historiadores han atribuído al PCP el concepto de “cuarta espada”, dando a entender que
el presidente Gonzalo estaba considerado por sus seguidores en el mismo plano que Marx, Lenin y Mao, pero no
existen o no se han encontrado fuentes primarias del PCP en que se hablara de Guzmán en esos términos.
134
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
guerrillas.332 La vía insurreccional iniciada en 1980 con el ILA implicó llevar hasta las
últimas consecuencias el principio del sometimiento del individuo al colectivo y a la causa,
caracterizándose por un “culto al heroísmo”333 que incluía la disposición al suicidio y la
inmolación de los guerrilleros como “requisitos necesarios” (conocidos como “cuotas de
sangre”) para la consecución del triunfo revolucionario. Paralelamente a la declaración de
guerra al Estado y el avance militar del PCP-SL, se desarrolló la actividad del Movimiento
Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), resultante de la unificación del Partido Socialista
Revolucionario Marxista-Leninista (PSR-ML) con el MIR - El Militante (MIR-EM). Esta
guerrilla, de inspiración guevarista e indigenista y adscrita a la “teoría de la dependencia”, fue
fundada en 1982 y prácticamente nació enemistada con Sendero, pues se inspiraban por
modelos socialistas distintos. Las actividades ofensivas del MRTA se centraban en los
secuestros, ejecuciones públicas “ejemplarizantes”, atentados con bombas y sabotajes, como
se puede comprobar, actividades poco diferentes a las realizadas por el EGP, a pesar de las
diferencias en el plano teórico y político entre ambas guerrillas. La doble subversión fue
aprovechada por el Estado para emprender un aumento de la represión estatal y el
autoritarismo en nombre de la lucha contra el terrorismo y las organizaciones subversivas,
con lo cual las zonas rurales del país se vieron inmersas en una verdadera guerra civil. Entre
los crímenes del Estado peruano, el cual suprimiría los derechos constitucionales en varias
ocasiones desde 1982 y proclamaría constantemente estados de emergencia, destacarían las
“represalias” generalizadas contra campesinos pobres en la sierra sur y central. Esta
contraofensiva estatal estuvo caracterizada por las desapariciones forzadas, la autorización
del uso de la tortura (incluyendo la violencia sexual sistemática contra mujeres y niñas
indígenas y contra las “terrucas”) y el ejercicio del terror psicológico sobre la población civil,
asesinatos extrajudiciales de periodistas y activistas y masacres contra supuestos enlaces o
simpatizantes civiles de las guerrillas durante las ocupaciones militares334 de poblados
(forzando a campesinos a elegir entre encuadrarse en sus Comités de Defensa Civil o ser
ejecutados).335
332
El caso más célebre fue el asesinato de la ex-teniente de alcalde María Elena Moyano, activista feminista,
reformista y “pacifista” que se opuso a la revolución encabezando marchas contra el “terrorismo de Sendero
Luminoso”. Moyano fue asesinada por “traidora” y “colaboradora del Estado” en 1992 a manos de un comando
del EGP conformado exclusivamente por mujeres. Su cuerpo y tumba fueron posteriormente dinamitados.
333
DEGREGORI, Carlos Iván, “Discurso y violencia política en Sendero Luminoso”, Bulletín de l’Institut
français d’études andines, No29 (3), 2000, pp. 493-513.
334
Por sus procedimientos en regiones como Ayacucho, Huancavelica y Apurímac, no cabe duda que el Ejército
y sus fuerzas de choque actuaron como verdaderas “fuerzas de ocupación”, empleando métodos que recuerdan a
los que los EEUU y sus alíados llevaron a cabo durante la Guerra de Vietnam: quema de poblaciones enteras,
ametrallamientos desde helicópteros, destrucción de cosechas, exterminio de ganado...
335
Estas acciones fueron perpetradas por el Ejército, los cuerpos policiales, los comandos político-militares
135
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
Naturalmente ninguno de los “bandos” consideraba entonces (ni lo harían sus partidarios tras
la “pacificación” o los informes de la CVR) que sus propias acciones violentas fueran
terroristas o ilegítimas.336
Según García de las Heras, en sus inicios “la organización encabezada por Abimael Guzmán
comparte los diagnósticos elaborados por Mariátegui relativos a la realidad peruana”,
mientras que “la radicalización de Sendero Luminoso procede del acomodo de las tesis
maoístas a la particular lectura senderista de la coyuntura histórica del país andino”.337 Desde
nuestro punto de vista, refrendado por las reflexiones de los autores ya citados y por el
estudio atento de los documentos emitidos por el PCP o sus líderes, a pesar de que la
interpretación de la realidad peruana del amauta hubiera sido un punto de partida
-ciertamente “original” y hasta más coherente- durante la primera etapa de la “Facción Roja”,
es evidente que a partir de los años 80 el accionar, la filosofía y la praxis del PCP y su brazo
armado, inscritas en el “marxismo-leninismo-maoísmo, pensamiento Gonzalo”, habían
pasado a conceptualizar y encarnar una nueva rama o, si se quiere, “etapa” del comunismo
internacional.338
(CPM) y por unidades especiales paraestatales como los Sinchis (unidad paracaidista de la Policía Nacional) o el
Grupo Especial de Inteligencia (GEIN) creado dentro de la Dirección contra el Terrorismo (DIRCOTE). La
violencia estatal “contrainsurgente” estuvo también reforzada y complementada por escuadrones de la muerte
(los hubo hasta de ideología aprista, como el Comando Rodrigo Franco) y por otros grupos parapoliciales o
paramilitares, como los Comités de Autodefensa (CAD) o “ronderos” campesinos y la Defensa Civil
Antisubversiva (DECAS) en la selva. Estos “actores” recuerdan a los del Conflicto Interno guatemalteco,
aunque el Estado peruano no ha recibido tantas críticas de organismos internacionales como los gobiernos
militares y dictatoriales de Guatemala.
336
A día de hoy el estado peruano sigue imponiendo el relato de la “Pacificación Nacional” y niega las
acusaciones de terrorismo de Estado argumentando que “el terrorismo de Estado consiste en la utilización de
métodos ilegítimos por parte de un gobierno orientado a inducir miedo o terror en la población civil para
alcanzar sus objetivos o fomentar comportamientos que no se producirían por si mismos”
(https://www.congreso.gob.pe/participacion/tnm/preguntas-frecuentes/), dando a entender que dichos
procedimientos no se ajustan al caso peruano, a pesar de las evidencias. Por otra parte, el Movimiento por la
Amnistía y los Derechos Fundamentales (MOVADEF), organización civil “acuerdista” adscrita al pensamiento
Gonzalo (en contraposición a la minoritaria línea Proseguir) aboga por la “reconciliación nacional”, la Amnistía
General (perseguían la liberación de Guzmán, pero este falleció entre rejas) y el derecho a participar en la vida
política legal como partido. Los portavoces del MOVADEF sostienen que las acciones de SL, al encuadrarse en
una “guerra interna de tinte político por causas sociales y económicas” no pueden ser calificadas como
terroristas y deben hallar una “solución política” y unos “acuerdos de paz” que obedezcan a las lógicas de un
armisticio convencional. Los “herederos” más directos del PCP-SL de los 80-90, el Comité Base Mantaro Rojo
(PCP-CBMR), son quienes mantienen más alta la bandera ideológica del MLM-PG y la GPP, a pesar de su
escasa implantación y de que la mayoría de sus dirigentes permanecen en el exilio.
337
GARCÍA DE LAS HERAS GONZÁLEZ, Mariano, 2020, p.23.
338
El MLM hoy en día está particularmente activo en las Filipinas y en la India, así como en otros países del sur
de Asia. El Partido Comunista de las Filipinas (PKP) y su ala militar, el Nuevo Ejército del Pueblo (BHB), así
como el Partido Comunista de la India (Maoísta), libran actualmente guerras populares prolongadas y
revoluciones democráticas contra los gobiernos de sus respectivos países. En el Nepal, tras la victoria en la
guerra civil (1996-2006) y el derrocamiento de la monarquía, los ex-maoístas gobiernan el país bajo una
república parlamentaria multipartidista, habiendo renunciado a la dictadura del proletariado y al “pensamiento
Gonzalo”.
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Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
El sociólogo peruano Aníbal Quijano (1930-2018) fue, desde los años 60-70, uno de los
máximos exponentes de la teoría de la dependencia en la filosofía latinoamericana y los
estudios decoloniales; los cuales desarrolló y representó hasta su fallecimiento. A lo largo de
su trayectoria intelectual, Quijano tuvo siempre en consideración la obra de Mariátegui,
aunque matizó o replanteó varias observaciones sobre el amauta y su trascendencia en cada
etapa de su propia vida. En este apartado analizaremos (y cuestionaremos) brevemente la
“impronta” mariateguiana en Aníbal Quijano, a partir de sus textos más centrados en torno al
socialista moqueguano: los prólogos a los 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana
(en 1979 y 2009) y el artículo “La tensión del pensamiento latinoamericano”.
Para Quijano, en su prólogo de 1979 (editado en 1981 como “Reencuentro y debate”) a los
Siete ensayos… estudiar a Mariátegui representaba, ante todo, “el testimonio irrecusable del
reencuentro (...) entre el movimiento revolucionario de un proletariado que avanza a la
conquista de su madurez política y de la dirección de las luchas de los demás explotados
peruanos, y la memoria del hombre a quien debe la contribución central al nacimiento de sus
primeras organizaciones sindicales y políticas nacionales, y la aún fecunda matriz de una
teoría y de una orientación estratégica revolucionarias en la sociedad peruana,” 339 Además de
tener esta significación en la realidad concreta peruana, el interés por Mariátegui en el plano
europeo e internacional formaría parte de un “activo proceso de revitalización de la
investigación y la reflexión marxista” (en el cual se inscribía tácitamente él mismo) frente a
su “aherrojamiento” y la “degeneración burocrática”. Quijano observaba en 1979-1981 que
las ideas de Mariátegui “han dado lugar a varios y contrapuestos intentos de recuperación
mistificadora de matices y áreas particulares de la obra mariateguiana, para distintos intereses
político-sociales”340, por lo cual erigió su crítica a las “cuatro caras” principales de este mito,
a partir de una definición negativa sobre aquello que Mariátegui “no fue”. Con sus
formulaciones y críticas Quijano, por aquél entonces intelectual vinculado al Movimiento
Revolucionario Socialista (MRS)341 y director de la revista Sociedad y Política, pretendía
339
QUIJANO, Aníbal, “José Carlos Mariátegui: reencuentro y debate”. Prólogo de 1979 (editado en 1981) a
MARIÁTEGUI, José Carlos, 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, Venezuela: Fundación
Biblioteca Ayacucho, tercera edición, 2007, p.IX, prólogo 1.
340
Ibid.
341
El MRS fue una asociación política fundada en 1976, regida por principios de “autoorganización popular”,
consejismo y ejercicio de la “democracia radical” y, quizás, pretendidamente utopista. Sus simpatizantes o
“militantes” (entre los cuales destacaron, además de Quijano, Apolinario Rojas, Leopoldo Rubio, Julio Pedro
Armacanqui, Jesús Cocha, Jorge Cristóbal, Bonifacio Cruz o Roberto Martínez) se autodeclaraban
“luxemburguistas” y se mostraban contrarios al centralismo democrático, a toda burocracia, a la “partidización”
137
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
“(...) su calidad de marco y punto de partida para investigar, conocer, explicar, interpretar y cambiar
una realidad histórica concreta, desde dentro de ella misma. En lugar de ceñirse a la “aplicación” del
aparato conceptual marxista como una plantilla clasificatoria y nominadora, adobada de retórica
ideológica, sobre una realidad social determinada, como durante tanto tiempo fue entre nosotros, lo
mismo por los herederos de la retina eurocentrista que por los seguidores de la “ortodoxia” de la
burocracia oficial del movimiento comunista, después de Lenin. 343
de la sociedad peruana y a la aspiración de la “toma del poder” estatal, limitándose a promocionar asambleas o
iniciativas de “autogestión” de ámbito comunal o local como la Comunidad Urbana Autogestionaria de Villa El
Salvador (CUAVES), las cuales serían boicoteadas por la izquierda reformista-estatalista y la izquierda
revolucionaria, a la cual consideraban “violentista” y dogmática. Fuente: ESPINOZA, Roberto, “Aníbal
Quijano: Vivir contra el poder, contra todo tipo de poder”, América Latina en Movimiento, 14 de junio de 2018.
342
En cierto modo, Quijano empleaba esta expresión para exagerar las desavenencias y diferencias de
Mariátegui con el MCI, el socialismo soviético y el marxismo-leninismo. Esta interpretación de la máxima es
reduccionista, ya que Mariátegui expresaba con esta frase su rechazo hacia el dogmatismo, no hacia una
cosmovisión con vocación universal.
343
Ibid, p.LX.
138
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
Poco después Quijano “redescubrió” a Mariátegui y lo tomó como uno de los puntos de
partida para elaborar su teoría sobre la “perspectiva epistemológica” y la “colonialidad del
poder”, presentada por primera vez en el Coloquio: “¿Marx para qué?”, en abril de 1986, y
que sería publicado en 1987 como un artículo para la revista Hueso húmero.344 La nueva
crítica de Quijano estaba elaborada en clave “propositiva” y consistía en una reivindicación
de la “audacidad” de Mariátegui al elaborar un método científico de interpretación de la
realidad, enriquecido con una filosofía de la historia “metafísica”. A partir de este momento,
el “perfil” de Mariátegui que más interesaría a Quijano, sería su “autonomía” frente al modo
eurocéntrico de “producir epistemes”; así como la complementariedad del logos (o análisis
lógico) y el mito en un “mismo movimiento intelectivo” globalizante planteado por
Mariátegui. Estas ideas en 1986 sólo habían sido esbozadas y él mismo las definió como
“sospechas”, pero sobre todo desde 1991 ocuparían un destacado lugar en la filosofía de
Quijano, siendo desarrolladas en sus “Notas Introductorias” a la Antología de los Textos
344
QUIJANO, Anibal, “La tensión del pensamiento latinoamericano”, Hueso húmero, Nº 22, pp. 106-113, 1987.
139
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
30 años después de haber escrito el primer prólogo a los 7 ensayos…, Aníbal Quijano
reformulaba sus propios planteamientos y juicios sobre Mariátegui348, continuando en la línea
de 1991 y remarcando la idea de que su vigencia radicaba especialmente en su “perspectiva
epistemológica” indoamericana y en sus múltiples “correcciones” al marxismo. El Aníbal de
2009 ya no era el integrante del MRS, sino un académico aburguesado al frente de
prestigiosas cátedras universitarias e instituciones de investigación, afín a la “nueva
izquierda” latinoamericana y al movimiento altermundista del Foro Social Mundial (FSM),
promotor del “poscolonialismo” y de teorías excepcionalistas y “posoccidentalistas” de
desarrollo en los países dependientes, lo cual evidencia su mayor distanciamiento ideológico
respecto a un “Mariátegui marxista”. Quijano era un teórico socialmente comprometido, pero
enfrentado al neoliberalismo y al imperialismo del “Norte Global” más que al modo de
producción capitalista en su totalidad: un partidario de la “radicalidad democrática” y no de
las revoluciones comunistas, a las que consideraba atroces, autoritarias y además no
adaptables al contexto latinoamericano. Su trayectoria personal, académica y política le
llevaría a revisar el marxismo de su juventud y a enfatizar otro tipo de mariateguismo, más
académico y funcional a los movimientos sociales reformistas que aspiraban a una
globalización alternativa, un capitalismo de “rostro humano” o un anticapitalismo retórico
apartado del desagradable ejercicio del poder. Desencantado con el “socialismo realmente
existente” y renegado definitivamente de las distintas líneas o “familias” del comunismo
revolucionario, Quijano consideraba que el materialismo histórico y el marxismo-leninismo
estaban totalmente obsoletos a fines del siglo XX, por tratarse de categorías a su juicio
345
QUIJANO, Aníbal, “Prólogo” y “Notas introductorias” en MARIÁTEGUI, José Carlos, Textos Básicos,
Lima: Fondo de Cultura Económica, 1991.
346
QUIJANO, Aníbal, Cuestiones y horizontes: de la dependencia histórico-estructural a la colonialidad /
descolonialidad del poder, Danilo Assis Clímaco (comp.), Buenos Aires: CLACSO, 2014, p.700.
347
Ibid, p.702.
348
QUIJANO, Aníbal, “Treinta años después: otro reencuentro”. Prólogo de 2009 a MARIÁTEGUI, José
Carlos, 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, Venezuela: Fundación Biblioteca Ayacucho, tercera
edición, 2007, pp. CXIII-CXXIX, prólogo 2.
140
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
349
MONTOYA, Segundo, Conflictos de interpretación en torno al marxismo de Mariátegui, 1ª edición, Lima:
Heraldos Editores, 2018, pp. 99-100.
141
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
8. Reflexiones y conclusiones
José Carlos Mariátegui ha sido, es y seguirá siendo una figura poliédrica, enigmática y
disputada por sectores muy diversos, a menudo desde cosmovisiones antagónicas y a veces
con interpretaciones torticeras o muy fragmentales e inconsecuentes. Nadie puede saber o
especular cuál habría sido su evolución y trayectoria si no hubiera fallecido a una edad tan
precoz, pero a la luz de esta investigación sí podemos afirmar con toda seguridad que, a su
muerte, Mariátegui era un trabajador incansable y un notable dirigente comunista,
estrechamente vinculado orgánicamente y partícipe del movimiento obrero, estudiantil e
indígena en Latinoamérica. En las postrimerías de su vida, JCM había roto con las fórmulas
populistas del APRA cuando este se convirtió en un partido policlasista con peliagudas
semejanzas al Kuomintang de Chiang Khai-shek. En muchos planteamientos, especialmente
de índole táctica y teórica, Mariátegui se situaba claramente “a la izquierda” del Buró
Suramericano de la IC y representaba una línea más revolucionaria y sin duda más creativa.
Tuvo el valor de mantener unas más que reseñables diferencias en el plano teórico y
organizativo con la línea “oficialista” y “ortodoxa” (casi kautskiana), encarnada por Victorio
Codovilla, que se encontraba claramente subordinada a los intereses geopolíticos de la joven
Unión Soviética y a otras áreas del mundo prioritarias para la Comintern. Entre 1928 y 1930,
a pesar de su maltrecho estado físico, el amauta era un hombre con plenas facultades
mentales y mantuvo un papel esencial en el seno del Partido Socialista, destinado a
convertirse en PC, hasta su fallecimiento; por lo cual todo intento de desautorizar sus últimos
pasos, independientemente de si fueron “acertados” o “erróneos” en base a su estado mental
es un ejercicio de deshonestidad intelectual. La enfermedad que mortificó a Mariátegui
durante toda su vida, no le impidió conocer mundo o posicionarse ante las cuestiones
fundamentales de su época, ni evitó que realizara todo tipo de sacrificios, haciendo frente
durante toda su vida a la precariedad material, la clandestinidad, la censura y clausura de sus
proyectos editoriales; al exilio, la cárcel y la proscripción de las asociaciones políticas de las
cuales formó parte. En este sentido hay que destacar el apoyo y firmeza de Anna Chiappe,
que compartió alegrías y desdichas con nuestro autor.
Mariátegui comprendió que el Perú de su tiempo era un país capitalista semicolonial y
semifeudal, por lo cual señaló que el camino para la emancipación que debía ser la revolución
democrático-nacional antiimperialista y la irrenunciable revolución socialista, ambas
conducidas y protagonizadas por la alianza obrero-campesina y necesariamente
142
Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
350
En esta frase el dogma no tiene una connotación negativa, sino que se usa en el sentido de “credo”.
MARIÁTEGUI, José Carlos, En defensa del marxismo, p.14.
143
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Creemos que a lo largo del ensayo hemos despejado muchas incógnitas sobre la identidad de
Mariátegui y su proyecto político, contrastando todo tipo de fuentes y relatos muchas veces
contradictorios. Por ello, sostenemos que resulta casi tan interesante e importante determinar
y demostrar, a la luz de las investigaciones y el estado de la cuestión, aquello que él NO fue:
Mariátegui no fue un teórico ajeno a la praxis, pero tampoco un burócrata de partido o un
sindicalista que siguiera, aplicara o impusiera directrices mecánica y acríticamente. No fue un
intelectual elitista alejado de las masas, ni un agitador condescendiente o paternalista con el
proletariado que pretendiese rebajar la calidad y radicalidad de su discurso tomando a las
masas proletarias y campesinas como sujetos pasivos de las leyes y las inexorables fuerzas de
la Historia. No fue un socialista reformista, ni un simple partidario de “ensanchar derechos”
en el marco de la democracia liberal republicana; no fue un indigenista “indoamericano”; no
fue un peón, sin agencia, dentro de la Comintern; no fue un populista, un promulgador de una
“vía nacional al socialismo” o un “nacionalista revolucionario”, un “trotskista”, un “agente
estalinista”, ni un “marxista ortodoxo”, ni un “calco de Sorel”. Muchos de sus pretendidos
“herederos” deberían tener claros estos hechos demostrables, si realmente quieren “hacer
justicia” o reivindicar a Mariátegui y, especialmente, si se proponen articular un proyecto
político liberador verdaderamente mariateguista encuadrado en el marxismo revolucionario.
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La nuestra es una más entre las “reconstrucciones” del genio de Mariátegui y en ningún caso
pretendemos tener la última palabra, pero queremos que este ensayo pueda contribuir a la
divulgación e internacionalización de su pensamiento y necesitamos que este sea además
debatido y criticado constructivamente. Esperamos que la reflexión teórica y académica, así
como el balance crítico de los errores y logros del ambiciosísimo, aunque no utópico,
proyecto político mariateguiano para el Perú y Latinoamérica, contribuya de alguna forma a
su recuperación “sin calco ni copia” adaptada a nuestros tiempos y vinculada con una teoría
universal, teniendo en cuenta la persistencia de los males sociales combatidos por el amauta.
Volver la vista hacia Mariátegui y su legado, adaptando la teoría, la praxis, y los métodos de
lucha a los nuevos tiempos; sosteniendo la crítica y la autocrítica, analizando las
consecuencias del fin del “Ciclo de Octubre” y las causas de la bancarrota del MCI y del
socialismo realmente existente, resulta una tarea de extrema necesidad para las clases
oprimidas y los pueblos subyugados, particularmente para las masas peruanas.
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totalitario-fascista. Perú 1933-1936”, Investigaciones Sociales, Año X, Nº 16,
UNMSM, Lima, 2006, pp. 321-346.
❖ MONTOYA, Segundo, Conflictos de interpretación en torno al marxismo de
Mariátegui, 1ª edición, Lima: Heraldos Editores, 2018.
❖ MORA V., Rogelio de la, “La Italia de Ruben Darío, Enrique Gómez Carrillo y José
Carlos Mariátegui, 1900-1921”, Secuencia, Nº 110, mayo-agosto de 202, pp.1-23.
❖ MORENO ROJAS, Alberto, “Actualidad de Mariátegui”, Patria Roja, 14 de junio de
2020.
https://patriaroja.pe/articulo/actualidad-de-mariategui/
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los orígenes del marxismo latinoamericano, México: Pasado y Presente, 1980, pp.
71-92.
❖ “QUEBRACHO” JUSTO, Liborio, La estrategia revolucionaria en América Latina:
lucha por la unidad y por la Liberación Nacional de América Latina, Buenos Aires:
Ediciones Fragua, 1957.
❖ QUIJANO, Aníbal, Cuestiones y horizontes: de la dependencia histórico-estructural
a la colonialidad / descolonialidad del poder, Danilo Assis Clímaco (comp.), Buenos
Aires: CLACSO, 2014.
❖ QUIJANO, Aníbal, El marxismo de José Carlos Mariátegui, Lima: Amauta, S.A.,
1995.
❖ QUIJANO, Aníbal, “José Carlos Mariátegui: reencuentro y debate”. Prólogo de 1979
a MARIÁTEGUI, José Carlos, 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana,
Venezuela: Fundación Biblioteca Ayacucho, tercera edición, 2007, prólogo 1.
❖ QUIJANO, Aníbal, “La tensión del pensamiento latinoamericano”, Hueso húmero,
Nº 22, pp. 106-113, 1987.
❖ QUIJANO, Aníbal, “Raza, etnia y nación en Mariátegui: Cuestiones abiertas”, JCM y
Europa: La otra cara del Descubrimiento, Lima: Amauta, 1992.
❖ QUINTANILLA, Pablo et al, “Pensamiento y acción. La filosofía peruana a
comienzos de siglo XX”, Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú – Instituto
Riva-Agüero, primera edición, 2009.
❖ RAVINES, Eudocio y HAYA DE LA TORRE, Victor Raúl, “What is the APRA?”,
The Labour Monthly: A Magazine of International Labour, diciembre de 1926, Vol. 8,
Nº 12, pp. 756 a 759.
❖ RÉNIQUE, José Luis, La voluntad encarcelada: “las luminosas trincheras de
combate” de Sendero Luminoso del Perú. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 2003
❖ REPACI, Gabriele, “Né calco, né copia: grandezza e originalità del marxismo di José
Carlos Mariátegui”, Journo, 22 de junio de 2021.
https://www.intersezionale.com/2021/06/22/ne-calco-ne-copia-grandezza-e-originalita
-del-marxismo-di-jose-carlos-mariategui/
❖ RODRÍGUEZ CHÁVEZ, I., La universidad y la autonomía en el Perú al siglo XXI,
Lima: Editorial Universitaria de la Universidad Ricardo Palma, 2019.
❖ ROUILLON, Guillermo, La creación heroica de José Carlos Mariátegui. La edad de
piedra, Lima: Editorial Arica, 1975.
❖ RÍOS, Alejandro, Socialismo del siglo XXI. Nueva teorización de viejas ideas
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I. APÉNDICE
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❖ PCP - CBMR: Partido Comunista del Perú - Comité Base Mantaro Rojo
❖ PCP (ML): Partido Comunista del Perú (Marxista Leninista)
❖ PCP - PR: Partido Comunista del Perú - Patria Roja
❖ PCP - SL: Partido Comunista del Perú - Sendero Luminoso
❖ PCP - U: Partido Comunista del Perú - Unidad
❖ PCP - PLL: Partido Comunista del Perú - Puka Llacta
❖ PCR: Partido Comunista Revolucionario (Perú)
❖ PCR(b): Partido Comunista ruso (bolchevique) | Rossiĭskaya kommunisticheskaya
partiya (bol'shevikov)
❖ PCUS: Partido Comunista de la Unión Soviética, Partido Comunista (bolchevique) de
la Unión Soviética | Kommunisticheskaya Partiya Sovetskogo Soyuza, Vsesoyuznaya
Kommunisticheskaya Partiya (bol'shevikov)
❖ PD: Partido Demócrata (Perú)
❖ PDR: Partido Democrático Reformista
❖ PKP: Partido Comunista de las Filipinas | Partido Komunista ng Pilipinas
❖ PL: Partido Laboralista (Perú)
❖ PNP: Partido Nacionalista del Perú
❖ POB: Partido Obrero Belga, Parti Ouvrier belge / Belgische Werkliedenpartij
❖ POC: Partido Obrero de Cusco
❖ POSDR: Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia
❖ PR: Partido Radical (Perú)
❖ PSD: Partido Socialista Democrático (Colombia)
❖ PSI: Partido Socialista Italiano | Partito Socialista Italiano
❖ PSIm: Partido Socialista Italiano (maximalista) | Partito Socialista Italiano
(massimalista)
❖ PSP: Partido Socialista del Perú (1928)
❖ PSPC: Partido Socialista Popular (Cuba)
❖ PSR-ML: Partido Socialista Revolucionario Marxista-Leninista
❖ PUN: Partido Unión Nacional (Perú)
❖ PUR: Partido Unión Revolucionaria (Perú)
❖ RSFS: República Socialista Federativa Soviética
❖ SAIS: sociedades agrarias de interés social (Perú)
❖ SFIO: Sección Francesa de la Internacional Obrera | Section française de
l'Internationale ouvrière
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Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
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Socialismo y movimiento obrero en el Perú del siglo XX. Una aproximación a través de José Carlos Mariátegui y la disputa por su legado
A continuación reproducimos un listado con los nombres de las revistas y periódicos (fuentes
primarias) mencionados en este trabajo. Hacemos figurar el nombre del país entre paréntesis
en aquellos casos en los que existan o hayan existido otras publicaciones con el mismo
nombre y que por tanto podrían generar confusión.
❖ Amauta
❖ Avanti
❖ Bandera Roja (Perú)
❖ Beijing Review
❖ Claridad (Argentina)
❖ Clarté
❖ Critica Sociale
❖ Democracia y Trabajo (Perú)
❖ Der Sturm
❖ Der Volksstaat
❖ Dialéctica (Cuba)
❖ El Comercio (Perú)
❖ El Hambriento
❖ El Liberal (España)
❖ El Libertador
❖ El Peruano
❖ El Tiempo (Perú)
❖ El trabajador Latinoamericano
❖ El Turf (Perú)
❖ Frente Rojo (España)
❖ Hongqui [Bandera Roja] (China)
❖ Horas de Lucha
❖ Hoz y Martillo (Perú)
❖ Il Soviet (Italia)
❖ Labor (Perú)
❖ La Correspondencia Internacional
❖ La Correspondencia Sudamericana
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❖ La Internacional Comunista
❖ La Protesta (Perú)
❖ La Razón (Perú)
❖ La Rivoluzione Liberale
❖ La Sierra
❖ La Tribuna (Perú)
❖ La Vanguardia (España)
❖ L’Ordine Nuovo
❖ Los Parias
❖ Lulú (Perú)
❖ Mundial (Perú)
❖ Mundo Obrero (España)
❖ Mundo Limeño
❖ Nuestra Época
❖ Pekín Informa
❖ Renmin Ribao
❖ Revista Comunista
❖ Revue de L’Amerique Latine
❖ Simiente Roja
❖ Sociedad y Política
❖ The Labour Monthly
❖ Unidad (Perú)
❖ Vanguardia (Perú)
❖ Variedades (Perú)
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