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Caos

El conocimiento humano, expresado en términos de información, ha seguido durante siglos un continuo y


no-lineal crecimiento. De tal manera, ya en el Renacimiento el saber enciclopédico claudica ante la ingente
cantidad de datos acumulados por la civilización. Si en momentos anteriores de la historia existieron
hombres que poseían un profundo conocimiento de la totalidad de la ciencia y del arte de su época, el
progreso incesante obliga a una especialización del trabajo intelectual que a finales del siglo XIX culmina
con la aparición de nuevos y activos investigadores, pero que lo son sólo en la restringida área del saber
que cultivan.
La Ciencia, símbolo de nuestra civilización, progresa desde entonces mediante una obligada contribución
parcelada que a priori parece ofrecer un rendimiento notablemente superior. No obstante, esta forma de
desarrollo también presenta inconvenientes. El especialista es hijo de su marco cognitivo, y aquellos objetos
susceptibles de ser estudiados por diversas disciplinas con frecuencia son percibidos e interpretados de
diferentes formas por distintos especialistas. La interdisciplinariedad de algunos objetos de estudio provoca
con frecuencia un fenómeno de confusión conceptual debido a esta razón primordial, que se traduce en un
uso muchas veces aproximado, pero no idéntico, incluso antagónico, de los mismos términos en distintos
ámbitos científicos.
Las denominadas Ciencias de la Complejidad, se establecen a partir de mediados del siglo XX como
disciplinas basadas en grandes principios aplicables a un amplio rango de fenómenos (físicos, químicos,
biológicos, sociales...) considerados hasta entonces de naturaleza dispar y estudiados por sus
correspondientes ciencias particulares en casi total exclusividad. En este ensayo abordaremos algunas
cuestiones referentes a las definiciones sometidas a continua revisión por esta causa, intentando un enfoque
eminentemente práctico, que evite ahondar en disquisiciones de naturaleza epistemológica.

Complejidad y Caos
La palabra Caos en el ámbito científico conceptualiza fenómenos diferentes a los que estamos
acostumbrados a relacionar con ella en la vida cotidiana. La acepción popular es un sinónimo de confusión
y desorden, aludiendo en esencia a un estado desorganizado o amorfo cuya principal característica es ser
siempre no fructífero. Desde principios de los años 60 del pasado siglo la comunidad científica dispone de
una nueva teoría (para algunos tan sólo un campo abierto de investigación): la Teoría del Caos (TC), que
intenta acercar nuestro conocimiento a un conjunto de fenómenos esencialmente distintos a los nombrados.
Su objeto de estudio según la inmensa mayoría de autores (y como veremos, cuestionable) lo constituyen
los Sistemas Complejos (SC), cuya característica más reseñable es lo que llamamos emergencia (Figura 1).
Entendemos ésta como la capacidad de algunos sistemas de mostrar propiedades o procesos no reducibles
a las propiedades o procesos de sus partes constituyentes.
Básicamente, emergencia significa novedad, creatividad, fuente de nuevas propiedades y estructuras a partir
de sus elementos constituyentes, que no se explican por las propiedades individuales de estos sino que
emanan de su interacción. Un estado fructífero por tanto, en oposición a la acepción vulgar de Caos. Un
ejemplo clásico: las propiedades del agua no se explican a partir de las del hidrógeno y oxigeno (Figura 2).
Nos encontramos frente a una de las características cardinales de la complejidad: el todo es más que la suma
de las partes. Y esto invalida al método analítico mecanicista, al reduccionismo que impregna el
pensamiento científico como aproximación a su entendimiento. De hecho, desde este punto de vista,
adentrarse en el estudio de los SC supone un cambio de paradigma metodológico, en el que también tienen
validez descripción y conocimiento holístico frente a análisis.
Ahora bien, y como hemos visto en la Tabla 1, las Ciencias de la Complejidad engloban actualmente varias
disciplinas además de la TC. Quizás la más conocida por su difusión mediática sea la Geometría Fractal
(GF). La GF se ha tildado de “geometría de la naturaleza” ya que muchas estructuras que encontramos en
la naturaleza se ajustan a diseños que sin duda son fractales. De hecho, muchas han podido ser recreadas
informáticamente a partir de las sencillas premisas que definen un objeto de este tipo. Básicamente, un
fractal es un objeto geométrico compuesto, en el que reconocemos las siguientes propiedades: 1)
Autosemejanza a cualquier escala, 2) Dimensión fractal, y 3) Formación por iteración.

En definitiva, debemos rechazar la asimilación Caos-Complejidad. Lo que en Ciencia


denominamos Complejidad es una metáfora de nuestra realidad, con descriptores
temporales, geométricos y procesales no simples. La TC estudia dinámicas
impredecibles a largo plazo, que se traducen para el Físico en series temporales de
datos. Y éstas, aún mostrando comportamientos ciertamente no desordenados, no
exhiben una emergencia “fuerte”. La emergencia es una propiedad de la
Complejidad, no de las dinámicas caóticas en particular que obtenemos cuando
medimos alguna de las propiedades intrínsecas de los sistemas que muestran
comportamiento complejo. Dicho de otra forma: un sistema complejo manifiesta en
sus variables medibles un comportamiento dinámico caótico. Ejemplos: El cerebro
(sistema complejo) muestra una actividad eléctrica que se registra en cuero
cabelludo como Electroencefalograma (con dinámica ciertamente caótica). Un ser
humano (sistema complejo) ofrece un perfil de constantes vitales (presiones
arteriales, temperaturas… seriadas en el tiempo) caótico

El electroencefalograma (EEG) exhibe una dinámica caótica


que puede revelarse en un espacio de fases mediante su AE, de
baja dimensión en episodios de sincronización patológica (crisis
epiléptica)
Caos y orden
estos términos deben diferenciarse radicalmente de otro sutilmente relacionado: el Orden. Básicamente
podemos decir que Complejidad es otra “escala”. Orden absoluto y completo desorden son simples desde
esta nueva aproximación. La Complejidad surge a medio camino entre el orden y el desorden: en los
sistemas medianamente ordenados sin reglas estrictas, pero tampoco en los que rige el azar. Surge entre el
gas y el cristal, que poseen leyes demasiado probabilísticas o deterministas para ser capaces de presentar
fenómenos emergentes. En la Figura 8 podemos observar una representación heurística de esta cuestión.

La Complejidad se origina en sistemas alejados tanto


del orden como del desorden. Orden y desorden son
simples, desde esta perspectiva. El orden obedece a
leyes rígidas, y el desorden puede describirse
probabilísticamente. La figura superior ilustra estos
conceptos en función de la información necesaria
para describir el sistema

Complejo y Complicado
diferenciemos conceptualmente Complejo de Complicado. Un sistema complicado posee una describilidad
simple. Puede ser analizado, en el sentido mecanicista kantiano: descompuesto en sus partes constituyentes,
por muchas que sean, y estudiadas éstas, es posible comprender la totalidad. Un ejemplo: Un motor de
combustión interna moderno posee miles de piezas. El estudio de la función de cada una de ellas, aunque
engorroso, nos permite entender el comportamiento del mismo. Y así se hace en las escuelas de mecánica,
donde los alumnos estudian el motor pieza a pieza hasta que comprenden cómo funciona. Además un motor
presenta un comportamiento lineal, cíclico (periódico) y previsible. No exhibe por tanto comportamiento
complejo alguno.
Sistemas complejos en el mundo de la Física
La terminología de “sistemas complejos”, empleada en muy diversas áreas del conocimiento, pretende más
generalizar un comportamiento rico y complicado de muchos sistemas que proporcionar una definición
específica. Obviamente, el concepto de sistema complejo se aplica a objetos muy diferentes –y se aborda
de muy diferente manera- según el campo científico de que se trate: Física, Química, Matemáticas, Biología,
Ingeniería, Economía, Psicología, Lingüística, etc. No obstante, el estudio de los sistemas complejos en
ámbitos tan diferentes comparte un gran número de aspectos comunes que hace de ésta una materia
realmente interdisciplinar e interesante, y que debe permitir aprender mucho de los casos estudiados en
otras disciplinas.
Esta contribución quiere introducir brevemente alguno de los casos más importantes y paradigmáticos de
sistemas complejos en el mundo de la física -y, también, de la química-: los sólidos amorfos o desordenados,
la mayoría de los cuales corresponden a lo que los físicos llaman vidrios o sólidos no cristalinos, y que van
mucho más allá del por todos conocido vidrio transparente con el que se fabrican, por ejemplo, las ventanas.
Además, intentaremos mostrar la relación y utilidad práctica del estudio del llamado “estado vítreo” en
otros campos como la biofísica o la biotecnología
Aunque la Física del Estado Sólido que se estudia en las licenciaturas universitarias se ha identificado
tradicionalmente con la física de los sólidos cristalinos, ya que obviamente son mucho más fáciles de
estudiar y se ha avanzado mucho más en su comprensión gracias a su ordenada estructura cristalina, la
realidad es que una gran parte de los materiales sólidos que tenemos delante de nosotros en la vida diaria
son sólidos no cristalinos: Desde el típico vidrio -en la acepción clásica de la palabra- obtenido por el
maestro vidriero enfriando y dando forma al fundido para obtener una copa, una ventana o un simple tubo
de pyrex hasta todo tipo de materiales plásticos empleados en nuestra sociedad actual, pasando por
múltiples polímeros naturales -¡incluido el inefable jamón serrano!-, las películas de semiconductores
amorfos que se emplean en xerografía para que podamos hacer las fotocopias, o cada vez más materiales
amorfos, metálicos o semiconductores, que se preparan para su uso en las últimas tecnologías de elementos
de microelectrónica y ordenadores, células solares, dispositivos magnéticos, etc., todos ellos constituyen
ejemplos claros de la ubicuidad de los sólidos desordenados en el mundo real
Pero, ¿dónde radica exactamente la complejidad de estos sistemas no cristalinos o vítreos, comparados con
los sólidos cristalinos? Ciertamente, en ambos casos se trata de un número igualmente enorme de átomos o
moléculas que constituyen el sistema en estudio. La diferencia fundamental radica en la brutal
simplificación que supone el orden cristalino, que consiste en que una celda unidad elemental de unos pocos
átomos se repite sucesivamente hasta el infinito en sus tres dimensiones. Por el contrario, para un sólido
amorfo que carece de este ordenamiento cristalino o “de largo alcance”, necesitaríamos localizar uno a uno
todos los átomos que lo componen para describir con precisión su estructura, algo que obviamente es del
todo imposible. Es más, el desorden y el azar intrínsecos al estado vítreo implica que nunca dos muestras
cualesquiera de la misma sustancia tendrán la misma estructura (aunque macroscópicamente sean muy
similares), al contrario de la estructura bien definida de un sólido cristalino dado. No obstante, se ha
demostrado que todos los vidrios comparten universalmente muchas propiedades físicas básicas,
independientemente de sus variadísimas composiciones químicas, siendo mucho más parecidos a cualquier
otro vidrio que a la misma sustancia en estado cristalino. Entender qué ingrediente fundamental introduce
la complejidad del desorden vítreo o no cristalino para producir tan sorprendente efecto sigue siendo un
reto para los físicos.
La teoría del Caos
La Teoría del Caos es un elemento de manejo referencial cultural amplio. Su gran número de publicaciones
tiene denominador común: la complejidad, la co-incidencia y simultaneidad de múltiples elementos en la
dinámica de fenómenos y procesos, no lineales ni predecibles sino azarosos o aleatorios1 . Sus patrones de
"orden desordenado" son sistemas abiertos y multilineales, y exigen alternativos modelos lógicos para su
comprensión e interpretación distintos de los aplicados a fenómenos lineales predecibles dentro de la
polaridad dinámica de causa-efecto. En estos fenómenos o sistemas abiertos, mínimas alteraciones a su
condición original devienen cambios exponenciales imprevisibles. Las incidencias en la comprensión del
mundo y su trama epistémica, dentro de los marcos levantados por la modernidad, son significativas. Las
dinámicas sistémicas del Caos han generado necesidad de nuevos conceptos y técnicas de experimentación,
con gran incidencia en la elaboración de sistemas de representación de la realidad y sus bases filosóficas,
metafísicas y metodológicas acerca del significado de la impredecibilidad e inestabilidad compleja en los
procesos naturales, culturales y sociales, así como de sus comportamientos posibles a largo plazo. Su
extrapolación a otros dominios del conocimiento humano es aplicada en economía, sociología, teoría
cultural, neurociencia y planificación urbana, música, entre otras.
La Teoría del Caos una rama de las matemáticas, la física y otras ciencias que trata ciertos tipos de sistemas
dinámicos, es decir aquellos sistemas cuyo estado evoluciona con el tiempo, con la particularidad de ser
muy sensibles a las variaciones en las condiciones iniciales. Pequeñas variaciones en dichas condiciones
iniciales pueden implicar grandes diferencias en el comportamiento futuro, haciendo complicada la
predicción a largo
A diferencia de las transiciones de fase de primer orden, magnitudes físicas como el volumen o la entropía
no cambian abruptamente a determinada temperatura, sino que sólo cambia su ritmo de variación, dando
lugar a cambios finitos en sus magnitudes derivadas como el coeficiente de dilatación térmica o el calor
específico, que es lo que los investigadores miden. Esto se produce en un intervalo de temperatura
relativamente estrecho, cuando el fuerte incremento de la viscosidad del líquido al disminuir su temperatura
lleva aparejado el cambio desde un sistema ergódico (el líquido sobrenfriado, que se encuentra en equilibrio
termodinámico) a un sistema no ergódico (el vidrio, que pierde la capacidad de muestrear todos los estados
posibles para elegir el de menor energía y queda “atrapado” en algún subconjunto de ellos). Esta
competencia entre aspectos termodinámicos y meramente cinéticos de la transición vítrea está en el centro
de todas las discusiones y controversias sobre este tema.
Por medio de la Teoría del
Caos también se puede estudiar
fenómenos tales como el control de
la población y epidemias, el
movimiento de bancos de peces, aves
e insectos migratorios, el
comportamiento del cerebro, los
espasmos del corazón en pleno
ataque cardiaco, la predicción del

La Teoría del caos surge en la segunda mitad del siglo XX y su precursor fue el meteorólogo y
matemático Edward Lorenz. En 1963 trabajaba en unas ecuaciones que esperaba predijeran el
tiempo en la atmósfera, y trataba de ver gráficamente el comportamiento de sus ecuaciones
mediante los ordenadores. Lorenz recibió una gran sorpresa cuando observó que pequeñas
diferencias en los datos de partida (algo aparentemente tan simple como utilizar 3 ó 6 decimales)
llevaban a grandes diferencias en las predicciones del modelo. De tal forma que cualquier pequeña
perturbación, o error, en las condiciones iniciales del sistema puede tener una gran influencia sobre
el resultado final. Esa idea es mundialmente conocida como «Efecto mariposa», ya que el proverbio
«el aleteo de las alas de una mariposa pueden provocar un Tsunami al otro lado del mundo» parece
reflejar el hecho de que con pequeñas variaciones iniciales podemos conseguir resultados
totalmente inesperados.

Las dos tendencias de la Teoría del Caos


primera tendencia corresponde con la acepción primigenia de Caos como receptáculo de creación y
surgimiento de orden: el Caos como socio del orden. Esta tendencia estudia el rasgo espontáneo del orden
que caracteriza la capacidad autoorganizadora de la materia y la realidad, las estructuras disipativas que
surgen imprevisiblemente en los sistemas afectados por entropía e implícita muerte, supuestamente
irreversible. Acá la entropía es vista como creadora de materia organizada, de orden. En este sistema el
patrón caótico desaparece y emerge un nuevo orden. La segunda tendencia se desarrolla en el estudio del
orden que subyace dentro del caos. En ésta el Caos pierde su carácter de aleatoriedad pura, y se asume su
comportamiento dentro de patrones ordenados, objetos matemáticos abstractos, sin volumen, llamados
atractores simples y atractores extraños, que se manifiestan dentro de sistemas complejos concentrados en
regiones delimitadas. Estos patrones de orden se deducen por su presencia en diversos sistemas, no
circunscritos a las ciencias físicas o a las abstractas matemáticas, sino en sistemas como el desarrollo de
enfermedades epidémicas, el virus del sida, fluctuaciones bursátiles, crecidas de ríos y movimientos
oculares de enfermos esquizofrénicos, entre otros. Estos sistemas tienden a un mayor estado caótico. A
ellos nos referimos en los apartes dedicados a los atractores y a los atractores extraños o fractales. Cada una
de las dos tendencias del Caos presenta adicionales características. La formulación matemática que utilizan
es diferente.

Orden a Partir del Caos


Tiene como principal personalidad al físico belga Ylia Prigogine, Premio Nobel de Física en 1979 por su
descubrimiento de las estructuras disipativas. Presenta una fuerte formalización teórica con consecuencias
filosóficas, ontológicas y metafísicas adicionales a sus resultados de experimentación. Incluso celebra la
extrapolación de sus logros hacia ámbitos diferentes, como la explicación, comprensión y previsión de
fenómenos como el tránsito automotor. Hayles observa la fuerte afinidad y relación que Prigogine sostiene
con círculos intelectuales franceses. Los alcances filosóficos de esta tendencia tocan cuestiones de
antiquísima data, como la noción de vacío referida por el pensamiento taoísta chino, la reconciliación de
nociones del ser y devenir, tratadas ya por Heráclito (siglos V y IV a.C) y por el filósofo francés Henri
Bergson (1859-1941). Resulta imprescindible referir al filósofo y poeta latino Lucrecio (c. 98-55 a.C), quien
en su obra De rerum natura comentaba la noción de clinamen, definida como la "inclinación" que
caracterizaba a los átomos en su manifestación de devenir y evolución de la materia. El clinamen, doctrina
original del griego Epicuro (341-270 a.C), expresaba las pequeñas desviaciones en que incurrían los átomos
en su caída hacia abajo producida por su propio peso, que daban lugar a que se encontraran y mezclaran en
una condición evolutiva; de aquí la libertad que átomos y naturaleza ejercen, en oposición a una visión
mecanicista del mundo.

La Entropia
La representación de la ciencia moderna sobre la evolución de la realidad y del universo se apoya en la
tendencia a la degradación y muerte de la materia, producida por la muerte de energía calórica. Dado que
las energías se mueven sobre el requisito de cualidad térmica, estas representaciones corporizan las Leyes
de la Termodinámica. De éstas, la segunda es la de mayor manejo conceptual y extrapolación
contemporánea hacia otros ámbitos de la cultura y sus procesos, los cuales desde la perspectiva moderna
deberían comportarse en los mismos términos predecibles de evolución y muerte universal, una vez
agotadas sus fuentes de calor, luego de lo cual se disiparía. La entropía refiere al calor dividido por la
temperatura absoluta, en una escala de temperatura en la que su punto cero representa el grado de calor más
bajo posible. Los procesos o sistemas cerrados siempre transfieren energía calórica en sus interacciones, de
la que siempre se desprende una parte. Si un sistema está siempre en equilibrio la entropía es constante.
Pero esto no se da en el mundo real: la entropía aumenta al ser transferido calor en un sistema cerrado.
Ya habíamos comentado que la ciencia de la física moderna consideraba los procesos universales como
predecibles, que funcionan mecánicamente, y que podían recrearse retrocediéndolos en el tiempo
Orden dentro del Caos: el atractor simple
Esta tendencia se apoya en los patrones de orden que corporizan los fractales, estructuras geométricas de
altísimo grado de complejidad y recursividad. Sus principales exponentes son Edward Lorenz, conocido
como una suerte de "padre" de las ciencias del Caos, Benoit Mandelbrot, "padre" a su vez de la geometría
fractal, y Mitchell Feigenbaum. En el caso de los sistemas estables, su comportamiento se produce por la
presencia de un punto denominado atractor simple, que actúa como elemento que confiere inclinación del
sistema hacia la estabilidad. El atractor simple se halla en sistemas estables predecibles. Las trayectorias
posibles que despliegan en su movimiento coinciden sobre un mismo punto (cuando se grafican
matemáticamente las trayectorias como secuencias de puntos), convirtiéndose en una sola, sin presentar
bifurcación de trayectorias posibles. La representación matemática de los sistemas estables levanta un
estado de espacio (o estado de fase, como lo denominan los físicos). Son disipativos, pues la fricción de los
componentes que incorporan turbulencia hace que éstos pierdan su energía disponible; y el sistema retorna
a la calma. El estado de fase muestra una contracción de sus áreas, siendo el resultado final un atractor
simple, un set de puntos sobre el que las trayectorias posibles convergen, igualándose a cero. Describen una
línea o trayectoria recta
Hasta el descubrimiento del Caos se conocían tres atractores simples: el punto fijo, el ciclo límite y el toro,
y ninguno de ellos explicaba la inestabilidad de los procesos caóticos. Estos tres atractores se grafican de
diferentes maneras, según propuso el físico Kadanoff en 1983, pero cada una muestra órbitas que tienden a
girar o a apuntar hacia un mismo sitio, como se muestra en el triple gráfico a continuación. El punto fijo
muestra cómo cuatro líneas forman una equis, hacia cuyo centro convergen sus puntas; el ciclo límite dibuja
una especie de remolino; y el toro dibuja un aro doble o "neumático" dentro del que una órbita va
aproximándose alternadamente al lado interno o agujero central de esta conformación

En términos generales, la teoría del caos estudia la sensibilidad a condiciones iniciales de algunos sistemas,
es decir, de aquellos sistemas en los que un pequeño cambio, puede generar grandes consecuencias.
Matemáticamente, estos cambios siguen una dinámica no lineal (Cambel, 1993) .

La teoría del caos es entonces la ciencia del proceso, el intento del conocimiento, de lo que va a suceder,
no de lo que es o de lo que permanecerá. Con ella lo desconocido se interpreta desde un punto de vista
global, que se ve afectado en el tiempo. Hablar de caos es hablar de procesos irreversibles, es decir de
procesos que dejan huella en el tiempo. Hablar del caos, es asimismo, considerar que desde estados de
desorden se llega a estados de orden
los sistemas caóticos evolucionan dado un atractor extraño y por tanto el sistema presenta un comportamiento
aperiódico a largo plazo; existen trayectorias que con el paso del tiempo no convergen a órbitas periódicas,
cuasiperiódicas, o puntos fijos, y exhiben una dependencia sensible a pequeñas variaciones en las condiciones
iniciales, lo que significa que dos trayectorias cercanas, a medida que transcurre el tiempo se separan de forma
exponencial

CONCLUSIONES
En las últimas décadas, la teoría del caos ha supuesto un cambio paradigmático en diversas ciencias
naturales y sociales. La idea de que, en determinados casos no exista una relación lineal de causa y efecto
o, que es lo mismo, que un cambio pequeño en una condición inicial de un sistema pueda generar grandes
consecuencias en la evolución del mismo, ha permitido el surgimiento tanto de modelos teóricos y
conceptuales en el estudio de diversos fenómenos, como de modelos matemáticos y computacionales que
han ayudado a abordar el comportamiento de dichos fenómenos.
Las empresas, por antonomasia, viven inmersas en la incertidumbre debido a las distintas variables que
hacen que evolucionen dados diversos atractores, por tanto, la gerencia debe hacer una gestión del caos con
el fin de generar un mayor dinamismo dentro del sistema empresarial.
Un modelo estratégico empresarial debe ser flexible y se debe adaptar a distintas condiciones; las estrategias
se deben configurar como un atractor que permita a la empresa alcanzar sus objetivos estratégicos.
La teoría del caos y la teoría de sistemas dinámicos cuentan actualmente con numerosas aplicaciones tanto
en ciencias naturales como en tecnología y ciencias sociales. Se han desarrollado aplicaciones prácticas en
el campo del control, la caracterización y el modelado de sistemas complejos. Durante las cuatro décadas
que siguieron a los años 1960 aumentó mucho la literatura sobre los sistemas complejos y la teoría del caos,
así como las temáticas y aplicaciones alumbradas a raíz de la investigación en dicho campo interdisciplinar.
En Teoría del Caos, el tercer paradigma, se explica cómo la estadística inferencial trabaja con modelos
aleatorios para crear series caóticas predictoras para el estudio de eventos presumiblemente caóticos en las
ciencias sociales.
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