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LOS BIENES
LA PROPIEDAD Y OTROS DERECHOS REALES
ABREVIATURAS
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ABREVIATURAS
10
Capítulo I
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
sistema elegido por el legislador del res- satisfacen directamente necesidades ele-
pectivo ordenamiento), conduce a la ra- mentales de las personas), van imponien- do
dicación del objeto vendido en un nuevo la revisión de la dogmática del Dere-
patrimonio (el del comprador). Se irán
viendo muchas demostraciones de esta
vinculación, que termina conformando la
estructura del denominado Derecho pa-
trimonial.
La mencionada fijación de cosas en
patrimonios, con la determinación de po-
deres sobre ellas, está precedida por una
decisión fundamental: el campo de apli-
cación de la propiedad privada (que
será tratada más adelante; v. infra, Nº
57).
cada una con sus particularidades físicas), líquidos, los gases). La precisión es pedi-
cuyo enorme valor asimismo es ostensi- da por las legislaciones, entre otras mate-
ble, aumentando los problemas jurídicos rias, a propósito de la determinación del
a medida que la ciencia y la tecnología objeto del acto (entre nosotros, en los
mejoran las posibilidades humanas de arts. 1460 y 1461; el problema también es
des- cubrimiento, captura y control. planteado al tratarse el más completo de
Utilizando la exclusión se ha intenta- los derechos reales: el dominio; y por eso
do precisar la noción de cosa mediante allí se volverá sobre el punto).
una referencia a la persona, proponién-
dose que cosa es todo lo que no es perso- 6. Los derechos como cosas. La cali-
na; el postulado puede servir como base, ficación de los derechos como cosas ha
pero puede verse que no determina los sido también latamente discutida (el tema
límites del concepto. En cambio confiere se relaciona con la noción de derecho
motivo para observar otra dificultad, cual subjetivo y, en todo caso, se examinará a
es la de si habría posibilidad de calificar través de la clasificación que se origina,
de cosa a ciertas partes del cuerpo huma- entre bienes corporales e incorporales,
no, sobre todo cuando en la práctica se cuya referencia es necesaria dada la exis-
celebran relaciones jurídicas respecto de tencia de nuestros textos que la contem-
ellas (por ej., respecto de la sangre, la plan; v. infra, Nº 12 y sgts.).
piel, etc.; generalmente esas relaciones se
cele- bran luego de la separación de tales 7. Cosa y objeto de derecho. La doc-
par- tes del cuerpo, con lo que –puede trina no da por coincidentes los concep-
soste- nerse– han dejado de integrarlo); el tos de cosa y objeto de derecho. El objeto
tema, con actualidad desde hace ya algún del derecho puede recaer sobre cosas,
tiem- po, entre nosotros cuenta con pero no sólo sobre ellas. Con referencia
varios tex- tos legales y ha sido también a los derechos subjetivos patrimoniales,
analizado en muchas de sus puede observarse que, tratándose de los
concomitancias. derechos reales, éstos recaen sobre
cosas; el objeto del derecho real es una
5 bis. La patrimonialidad del con- cosa determinada y, como se observará
cepto de cosa. Constituye otro centro más adelante, tratándose del derecho de
de discordia. Se ha sostenido que una do- minio se llega hasta la identificación
valoración patrimonial, en el sentido de del derecho con la cosa sobre la que
apreciación económica, pecuniaria, es recae. En cuanto a los derechos
indispensable en la noción jurídica de personales, su objeto consiste en la
cosa, lo que justificaría las relaciones prestación del deu- dor, y esa prestación
jurídicas privadas sobre ellas; pero se supera el concepto jurídico de cosa; si la
ha refutado enfáticamente la exigencia, prestación consiste en dar algo, se aprecia
extendiéndose el concepto a entidades una vinculación estrecha entre el objeto
como el nombre, el domicilio, las cua- del derecho y la cosa (el objeto consiste,
les, teniendo naturaleza extrapatrimo- en cierto respec- to, en la cosa); pero si la
nial, son generalmente aceptadas como prestación es de hacer o no hacer algo,
objeto de relaciones jurídicas. entonces ya no recae sobre una cosa, sino
en una con- ducta, positiva o negativa,
5 ter. La individualidad de la cosa. que ha de adop- tar el deudor.
Estrictamente, la individualidad no pare-
ce ser indispensable como elemento del 8. Bien. Por su parte, el concepto de
concepto jurídico de cosa; mas esa “bien” tampoco es descrito unánimemen-
individualidad resulta imprescindible al te. Con frecuencia se ha entendido que
pretenderse concluir relaciones jurídicas entre las cosas y los bienes existe una re-
sobre ellas (esa necesidad se observa es- lación de género a especie; bienes son
pecialmente en algunas cosas, como los
16
Los bienes
las cosas que, prestando una utilidad para nuevas aplicaciones o utilidades a cosas
el hombre, son susceptibles de apropia- ya existentes). No se le divisa pronto tér-
ción; también se ha exigido que estén mino y, ciertamente, va complicando y
apropiadas. Estas expresiones obligan a alejando la elaboración de conceptos de-
formular algunas dudas. Es previo preci- finitivos.
sar el alcance de esa “utilidad”; si se asi- El Código chileno no define lo que
mila a la valoración económica, según se es cosa, ni bien, y en él queda entonces
ha visto, es exigida por algunos ya en la abierta la discusión conceptual. Se ha en-
cosa; dicha utilidad también presenta ca- tendido que bien es una cosa que presta
racterísticas de subjetividad y de relativi- utilidad económica al hombre.
dad que sería necesario determinar en
cada caso concreto. La llamada “cantidad 10. Los anteriores no son más que
no inferior a las necesidades humanas” puntos de partida o elementos de juicio
como principio de medida de utilidad que pueden conducir a una noción
puede contribuir a soluciones, pero siem- aproximada de las cosas y los bienes y
pre que la utilidad sea exigida. En cuan- permiten, con mayores antecedentes,
to a la “apropiación”: en ella influye la adoptar criterios y posiciones en situacio-
naturaleza de ciertas entidades como nes de duda.
apre- hensibles o no por el ser humano y Y es la ocasión de sentirse eximido
la capacidad de aprehensión de éste; y del deber de formular acabadamente el
debe precisarse también la referencia a la contenido de estos dos conceptos. Entre
cla- se de apropiación de que se trata, ya quienes se dedican al examen de la ela-
que puede exigirse que sea apropiable boración conceptual se tiene convenido
por los particulares o estimarse suficiente que, como al definir un término se recu-
que pueda ser apropiada por la rre siempre a otro y luego para definir
colectividad (por la Nación; por el Estado). éste se utiliza otro y así sucesivamente,
En el re- sultado influirá, una vez más, la para no hacer infinita la remisión es ne-
naturale- za del objeto (el alta mar, por cesario dar por supuestos algunos con-
ej., es naturalmente inapropiable) y ceptos primarios, con una acepción
también la reglamentación positiva que aproximada tácitamente aceptada. Los
puede excluir arbitrariamente ciertas conceptos aquí mencionados, sobre todo
cosas del ámbito del dominio privado. el de cosa, pertenecen a esa categoría.
9. Expansión de los conceptos. Si se 10 bis. Textos legales. Siendo el cen-
busca una tendencia en la construcción tro de la materia el derecho de propie-
de estos conceptos (cosa y bien), se apre- dad, tal como ocurre en la generalidad
ciará su constante ampliación, cada vez de las legislaciones, en Chile la base está
más comprensiva, estimulada por los nue- en la Constitución (art. 19 Nos 21 a 25,
vos elementos y circunstancias producto destacadamente los Nos 23 y 24); el prin-
del desarrollo científico y tecnológico (se cipal conjunto de normas legales está en
crean cosas, tangibles o intangibles, aun el Libro II del CC. (“De los bienes, y de
virtuales; aumenta la transformación; se su dominio, posesión, uso y goce”); pero
logra capturar y controlar cosas y ener- también –como se irá viendo– hay mu-
gías que antes no era humanamente po- chas otras normas a través de todo el Có-
sible; en fin, se inventan o descubren digo y en leyes especiales.
17
Capítulo II
CLASIFICACIONES
11. Advertencia. Desde los tiempos 13. Estos preceptos consagran lo que
del Derecho romano el Derecho de los la doctrina suele denominar
bie- nes ha sido objeto de una intensa “cosificación de los derechos”, decisión
siste- matización, que tiene como uno de por la cual se considera cosas a los
sus puntos de partida su agrupación en derechos; al ser con- siderados objeto de
dis- tintas clases, en base a diferentes propiedad, se termi- na –como también
crite- rios. se ha dicho– en su “propietarización”.
Con el transcurso del tiempo algunas La clasificación fue formulada ya en
de esas clasificaciones pierden el Derecho romano y mantuvo presencia
importan- cia, en tanto que aparecen durante toda la época medieval; pero se
otras, debido a la influencia de distintos debilitó ostensiblemente en las codifica-
factores. Se- rán consignadas las de ciones europeas (el CC. francés la omi-
mayor interés, no siempre formuladas tió), aunque fue acogida en algunas
directamente por el Código. hispanoamericanas.
La doctrina extranjera actual la
consi- dera, pero sin gran preocupación
1) BIENES CORPORALES E (y, por cierto, ha sido impugnada). Tal vez
INCORPORALES la prin- cipal objeción se refiere a que las
cosas corporales son el objeto de los
12. Conceptos. El CC. establece esta derechos (en una relación vertical) y
clasificación: “Los bienes consisten en co- entonces no es procedente pretender
sas corporales o incorporales.
luego que éstos a su vez son cosas, junto
Corporales son las que tienen un ser
a los primeros (en una relación
real y pueden ser percibidas por los sen-
horizontal), con lo cual, además, se
tidos, como una casa, un libro.
posibilita la situación de dere- chos
Incorporales las que consisten en me-
sobre derechos; en el mismo senti- do,
ros derechos, como los créditos, y las ser-
vidumbres activas” (art. 565). constituyendo dos categorías tan
Para completar el cuadro positivo diferentes, no se trata de una
deben agregarse de inmediato los clasificación, sino más bien de una
arts. 576: “Las cosas incorporales son arbitraria agrupa- ción. Se ha reconocido
derechos reales o personales”, y 583: aquella dificultad lógica pero, con base
“Sobre las cosas incorporales hay tam- en la dilatada tradi- ción, se destaca su
bién una especie de propiedad. Así, el utilidad en el tráfico jurídico, en el que
usufructuario tiene la propiedad de su con frecuencia se ob- serva a los
derecho de usufructo”. derechos funcionando como objetos de
Después de permanecer mucho tiem- derechos (de lo que la cesión de créditos
po en la ley, esos textos han llegado a es un notorio ejemplo).
ganar consagración constitucional (C. Así, aparte del chileno, parece difícil
Pol., art. 19 Nº 24). encontrar un ordenamiento en el que
haya logrado tan destacada importancia.
18
Conforme al texto, las cosas
incorpo- rales son los derechos. Es
claro entonces
19
Los bienes
que donde no hay derecho no hay cosa En esa época se inició su empleo fre-
incorporal. Pero aquí (como en el con- cuente en la materia de vigencia de la ley
cepto de “bien”) vuelve a surgir la inte- en el tiempo (retroactividad), respecto a
rrogante de la patrimonialidad; es que
todos los derechos son cosas incorpora-
les, incluso los extrapatrimoniales (como
los llamados “derechos de la persona”) o
sólo los patrimoniales. En el sistema del
Código, una alternativa es concluir que
sólo lo son los patrimoniales; esta postu-
ra puede ser sostenida si en el concepto
de “bien” ya se exige la patrimonialidad,
puesto que el texto dispone que son los
bienes los que contienen las cosas corpo-
rales e incorporales; en el mismo sentido
puede añadirse que más adelante (en el
art. 576) se dispone que se dividen en
reales y personales, y son los
patrimonia- les los que son así
clasificados. Pero tam- bién se ha
sostenido que son cosas incorporales,
haciendo prevalecer el con- cepto que el
Código tiene de las cosas incorporales;
aunque no son bienes, son “derechos” y,
por tanto, son cosas incor- porales (todo
lo cual tiene importancia para la
posterior aplicación del art. 576,
conforme al cual sobre las cosas
incorpo- rales hay una “especie” de
propiedad).
Por su parte, cuando el texto
constitu- cional asegura a todas las
personas el de- recho de propiedad sobre
toda clase de bienes, corporales e
incorporales, presen- ta problemas
semejantes (qué es bien y qué es bien
incorporal); como la Consti- tución tiene
sus propios elementos de in-
terpretación, lo antes dicho queda para
ella como una alternativa de
comprensión.
ca de la actitud que debe adoptarse res- nados “derechos reales administrativos”, que
pecto de los derechos reales: si la crea- consagran algunos textos legales
ción de derechos reales (tipos) debe
quedar entregada a la voluntad de los
par- ticulares (numerus apertus) o debe
quedar limitada por la ley, en términos
de que sólo la ley puede establecer
cuáles son los derechos reales admitidos
(numerus clau- sus). En favor del número
abierto se adu- ce, principalmente, la
autonomía de la voluntad y la mejor
posibilidad de ade- cuarse a las
necesidades de los negocios. Para el
número cerrado hay fundamentos de
orden político-económico; el carácter de
orden público que tienen las normas
sobre la organización de la propiedad, en
esta materia impide que se convengan
va- riadas vinculaciones que entrabarían la
cir- culación de los bienes, conduciendo
a un trastorno del régimen económico
(lleván- dolo a caracteres feudales); en
este mis- mo sentido, y con
componentes técnico y práctico, se
observa que ostentando el de- recho real
una respetabilidad universal (erga
omnes) para cumplir con ese respeto es
indispensable que esté bien determina-
do, bien definido y conocido: su conteni-
do, alcance y restricciones; difusos o
desconocidos estos caracteres, no es pro-
cedente exigir aquel respeto; y una liber-
tad de los particulares para su
constitución conduce a una
imposibilidad o, al menos, a una intensa
dificultad en aquella defini- ción y su
conocimiento.
Los Códigos frecuentemente omiten
un formal pronunciamiento sobre el di-
lema, circunstancia que favorece la dis-
cusión. Actualmente, en la doctrina y en
las legislaciones (con interpretación doc-
trinaria donde los textos lo permiten) pa-
rece prevalecer la decisión del número
cerrado.
Entre nosotros, con un anuncio no
del todo definitorio (“Son derechos rea-
les”), el art. 577 menciona un conjunto
que no ha resultado taxativo. Desde lue-
go, casi a continuación de aquel precep-
to el Código agrega uno más (art. 579).
Deben considerarse también los denomi-
26
Conceptos fundamentales y clasificaciones
nacionales (como el derecho de vínculo obligatorio en el extremo del
aprove- chamiento de aguas, el del acreedor; es la contraparti- da de la
concesiona- rio; sus obligación del deudor. Un acree- dor, un
peculiaridades requieren un deudor y una prestación (dar, hacer o no
análisis especial, que trata la hacer) constituyen los elemen- tos de la
disciplina correspondiente). En relación. El acreedor tiene el derecho a
cuanto al origen (sólo legal o exigir al deudor la prestación y el
también por los particula- res) el deudor la obligación de efectuarla al
Código no formula declaración; acreedor (el tema tiene reservado un ca-
atendidos los textos y los
fundamentos antes enunciados,
predomina la conclu- sión de que
sólo la ley puede crearlos; lo
compartimos (la opinión
discrepante pos- tula que son
admisibles ciertos derechos reales
no contemplados en la ley, con el
fundamento de que no hay norma
que expresamente imponga reserva
legal, y lle- gó con la proposición
de admitir el dere- cho de
superficie, conocido en doctrina y
legislaciones extranjeras).
Aunque puede haber quedado claro,
conviene precisar que la voluntad
de los particulares es
generalmente la que ori- gina los
derechos reales en concreto. Así,
para que se configure un usufructo
será necesario que un sujeto se lo
conceda a otro en un convenio, en
un testamento; incluso en casos
como el usufructo legal del padre
o del marido, hace falta que para
que tengan lugar, junto al precepto
legal que los establece se
agreguen otros supuestos (que
haya matrimonio, por ej.), en los
que es decisiva la voluntad de los
particulares. Pero el usufructo,
como fi- gura jurídica, está
previamente diseñado en la ley; de
modo que cuando se plan- tea el
problema de si los particulares
pue- den crear derechos reales, lo
que se discute es si ellos podrían
elaborar, en sus pactos, un
derecho real no contem- plado en
abstracto por los textos legales.
32
Los bienes
humana. En el medio rural surgen las
actividades agrícola, ga- nadera,
forestal; más aún, aparece la acti-
vidad minera y la necesidad de
regular el
33
Conceptos fundamentales y clasificaciones
uso del agua; incluso se generan ur- banos y luego para predios rústicos, con
activida- des ostensiblemente mixtas, contenido excluyente, en circunstancias
como la agro- industrial (con el
procesamiento de ali- mentos en el
sector de origen) o la foresto-industrial
(por ej., con las plantas de celulosa). En
el urbano la compleji- dad es producida
por el crecimiento de la ciudad y las
variadas actividades que la población
reunida decide emprender (el tema
requiere también de análisis a pro-
pósito del derecho de propiedad, por lo
que más adelante se efectuarán otras re-
ferencias).
Explicablemente, entonces, la legisla-
ción ha sido frondosa y cambiante; y –
como se insinuó– sectorizada (aunque
perma- necen normas comunes: las
fundamenta- les sobre propiedad,
implantadas en la Constitución; en gran
medida las del Có- digo Civil; incluso las
de algunas leyes es- peciales, como el DL.
2.695 sobre sanea- miento de títulos de
dominio).
A diferencia de lo que acontece en
otros ordenamientos, entre nosotros, en
el medio rural, la legislación no está re-
unida en un cuerpo orgánico y ni siquie-
ra es posible destacar algunos textos
calificables de fundamentales; simplemen-
te existe una multitud de normas espe-
cializadas (si alguno debe mencionarse
en primer término ha de ser el DL.
3.516). En el ámbito urbanístico los
textos fun- damentales son la Ley
General de Urba- nismo y
Construcciones y la Ordenanza General
de Edificación y Urbanización.
El contenido de esta legislación es de
suficiente complejidad y volumen como
para dedicarle estudios especializados
(por eso es que aquí sólo se ha observa-
do esa notable diferenciación, con algu-
nas explicaciones). Se hace necesaria, sí,
una precisión conceptual (considerando
que estamos formulando clasificaciones
de los bienes).
Los numerosos textos relativos a estas
materias han incurrido en una confusión
terminológica que ha provocado algunos
conflictos; en algunas ocasiones se han
dictado disposiciones para los predios
34
Conceptos fundamentales y clasificaciones
que, por obedecer a distintos es simultánea- mente urbano y rústico).
criterios, esos términos pueden El Código hace también referencia a
coexistir (un predio pue- de ser esta distinción (por ej., arts. 407, 1749,
urbano y rústico). Así, se ha 1756), pero al no consignarse en él un
defini- do el predio rústico como concepto de predio rústico de orden fun-
“todo inmueble susceptible de uso cional, parece aceptable concluir que
agrícola, ganadero o forestal, esté uti- lizó la base de ubicación geográfica,
situado en sectores urbanos o que ha sido la habitualmente empleada
rurales” (art. 1º, letra a) de la (v. además, infra, Nº 57 quáter).
derogada ley 16.640, de Reforma
Agraria). Los que no sean
susceptibles de aquellos usos, hay
que considerarlos, en
consecuencia, pre- dios no
rústicos. En cambio, hay que en-
tender por predio urbano todo
inmueble que se encuentre situado
dentro del lími- te urbano de las
ciudades, y por predio rural el que
se encuentre ubicado fuera de ese
límite (que es una línea imaginaria
trazada en torno a cada ciudad, en
con- formidad a la legislación
pertinente; v. in- fra, Nº 57 quáter).
Como puede apreciarse,
mientras la clasificación de
inmuebles en rústicos y no rústicos
se basa en un criterio funcio- nal, la
distinción entre urbanos y rurales
se funda en un criterio geográfico.
Ese dis- tinto criterio clasificador
trae como con- secuencia que en un
inmueble determi- nado ambas
clasificaciones pueden coexistir,
y hay inmuebles que son rústi- cos y
urbanos (porque son susceptibles
de uso agrícola... y están ubicados
dentro del radio urbano de una
ciudad).
Si se utilizara una sola de estas
clasifica- ciones, al dictarse
normas para el ámbito agrario
como opuestas a las dictadas para
el de las ciudades, se evitarían
dificultades (en materia de
subdivisiones de inmuebles, por ej.,
ha habido textos legales que para
subdividir predios “urbanos”
ordenan ob- tener autorización de
cierta autoridad, y para subdividir
predios “rústicos”, requiere la
autorización de otra, originándose
así un conflicto cuando el predio
35
Los bienes
5) BIENES FUNGIBLES
Y NO FUNGIBLES
6) BIENES
41
Conceptos fundamentales y clasificaciones
diente, sin necesidad de otros. Bienes tienen una propia individualidad, pero
ac- cesorios, los que están subordinados
a otros sin los cuales no pueden subsistir
(el suelo es un ejemplo de la primera
clase; los árboles, de la segunda).
El Código no formula esta clasifica-
ción pero la reconoce implícitamente en
muchas de sus disposiciones (por ej.,
arts. 587, 1122, 1127, 1830).
La clasificación no sólo se aplica a los
bienes corporales; también a los
incorpo- rales o derechos (así, por ej., la
servidum- bre es accesoria del derecho
de dominio sobre el predio en que la
servidumbre se ejerce, la hipoteca es
accesoria del crédi- to que garantiza,
etc.).
Son varios los factores que se consi-
deran para decidir, entre dos o más co-
sas, cuál es accesoria de la otra. El más
frecuentemente considerado es el de
sub- sistencia (por lo que tal factor se
incor- pora al concepto), pero son
muchas las situaciones en que se atiende
a otros: el valor (como en la relación
motor-com- bustible); la finalidad (como
en la rela- ción vaina-sable); el volumen,
etc. En la adjunción, los arts. 659, 660 y
661 apli- can estos criterios para
determinar la ac- cesoriedad y, en
consecuencia, decidir la suerte de los
bienes adjuntos.
La clasificación tiene importancia
de- bido a la existencia del principio de
que lo accesorio sigue la suerte de lo
princi- pal. Así, traspasado un derecho
sobre una cosa principal, generalmente
se entiende traspasado el derecho sobre
las acceso- rias; extinguido un derecho
sobre una cosa principal, se extingue el
derecho so- bre las accesorias.
Hay autores, e incluso ciertas legisla-
ciones, que distinguen tres especies de
cosas accesorias.
7) BIENES
DIVISIBLES E
INDIVISIBLES
8) BIENES
SINGULARES Y
UNIVERSALES
45
Conceptos fundamentales y clasificaciones
38. Universalidades de
Derecho (uni- versitas juris). Están
constituidas por un conjunto de
bienes y relaciones jurídicas activas
y pasivas, considerándose que ju-
rídicamente forman un todo
indivisible.
a) En doctrina dominante,
como ca- racterística distintiva
estas universalidades contienen
tanto elementos activos como
pasivos.
b) Existe una correlación
funcional entre los elementos
activos y pasivos, de modo que el
activo está precisamente para
47
Los bienes
9) BIENES
SIMPLES Y
COMPUESTOS
ducto sólo de la acción del hombre desde un punto de vista objetivo o desde
(como un automóvil, un edificio). el punto de vista de alguna de las partes;
Tratándose de las cosas compuestas en este último sentido, la cosa es estima-
o complejas, la relación jurídica recae da futura cuando, existiendo realmente,
so- bre el todo sin necesidad de no pertenece al sujeto, pero se espera
especificar cada una de las partes. que en el futuro la adquiera.
Asimismo, si tem- poralmente uno de b) La futureidad admite graduacio-
los componentes está separado, sigue nes, tratándose especialmente de cosas
perteneciendo al bien todo (como compuestas (así por ejemplo, a la época
cuando se ha separado la rue- da de un de la relación jurídica un edificio puede
carro); en tal caso, la relación jurídica encontrarse en una etapa inicial de cons-
sobre el todo sigue afectando a dicha trucción, y entonces puede resultar du-
parte, temporalmente separada. En otro doso su calificativo de bien actual o
sentido, es posible que en ciertos casos futu- ro).
un componente recupere su indivi- c) Asimismo, existe una graduación
dualidad, en cuyo evento puede también en relación con las probabilidades de
ser objeto de una relación jurídica distin- existencia de las cosas futuras. En este
ta (como si se separa definitivamente sentido se distinguen bienes futuros de
una rueda del carro, que se enajena existencia esperada y de existencia alea-
como tal, luego de ser reemplazada). toria, según haya más o menos probabi-
Formulada la distinción entre cosas lidades de existencia (el fruto de un ár-
simples y complejas, en estas últimas se bol es ejemplo de los primeros; el pro-
ha llegado a subdistinguir entre: cosas ducto de una pesca, de los segundos).
compuestas, aquellas formadas por una Se trata de conceptos eminentemente re-
unión física de componentes; y cosas lativos (v. arts. 1461, 1813).
colectivas, aquellas formadas por una
unión puramente económica o de desti-
no (como un rebaño o una explotación 11) BIENES COMERCIABLES E
industrial o comercial). Y a través de es- INCOMERCIABLES
tas clasificaciones se ha llegado también
a la noción de universalidad de hecho 42. Conceptos. Los bienes se clasifi-
(como puede verse, la clasificación está can en comerciables e incomerciables
vinculada con la accesoriedad, ya exami- se- gún puedan o no ser objeto de
nada). relacio- nes jurídicas por los
particulares.
Bienes comerciables son los que
10) BIENES PRESENTES pue- den ser objeto de relaciones
Y FUTUROS jurídicas pri- vadas, de manera que sobre
ellos puede recaer un derecho real o
41. Conceptos. Atendiendo a la exis- puede consti- tuirse a su respecto un
tencia real de los bienes al momento de derecho personal (v. arts. 1461, 2498).
crearse una relación jurídica, pueden cla- Bienes incomercia- bles (o no
sificarse en presentes y futuros. Es tam- comerciables), son los que no pueden ser
bién, como se ve, una clasificación pura- objeto de relaciones jurídicas por los
mente jurídica, porque en la realidad sólo particulares; no puede existir a su
son bienes los aquí llamados presentes. respecto un derecho real ni personal.
Presentes son los que a un momento Entre estos bienes incomerciables pue-
determinado (al celebrarse una relación den distinguirse:
jurídica) tienen una existencia real; futu- a) Bienes incomerciables en razón
ros, los que a esa época no existen y tan de su naturaleza (como la alta mar, el
sólo se espera que existan. aire); en realidad, estas cosas (llamadas
a) La futureidad puede considerarse
50
Conceptos fundamentales y clasificaciones
“cosas comunes a todos los
hombres” conforme al art. 585),
son las únicas que no son
51
Los bienes
objeto de relaciones jurídicas en general por ej., los arts. 586, 587, 1105), son
y las únicas a las que se puede aplicar la bienes comer-
expresión de cosas que están fuera del
comercio humano; más aún, si en el con-
cepto de bien se incorpora la apropiabili-
dad, estas cosas no son “bienes” (v. su-
pra, Nº 9).
b) Bienes incomerciables en razón
de su destino, los que, siendo
naturalmente comerciables, se han
substraído del co- mercio jurídico para
dedicarlos a un fin público; como las
plazas, calles y otros bienes nacionales
de uso público. Puede observarse que
pueden ser objeto de cier- tas relaciones
jurídicas, aunque de carác- ter público,
como las concesiones que otorga la
autoridad; sólo desde el punto de vista
del Derecho privado pueden ser
considerados también incomerciables (v.
infra, Nº 48).
Hay bienes respecto de los cuales exis-
te una prohibición de celebrar determi-
nadas relaciones jurídicas, generalmente
prohibición de enajenar o de celebrar ac-
tos y contratos. Es impuesta por la ley,
el juez o la voluntad de los particulares.
Esas prohibiciones son establecidas a
veces con caracteres absolutos, otras sólo
en ciertas circunstancias; a veces
permanentes y otras temporales; por
razones públicas o de interés privado.
Tales bienes son co- merciables y tienen
solamente limitada su comerciabilidad
(así ocurre con cier- tas obras declaradas
patrimonio nacional, con ciertos
productos químicos explosi- vos o
tóxicos, con los bienes embargados
judicialmente o cuya propiedad se litiga,
etc.).
Incluso hay ciertos derechos que no
sólo no pueden enajenarse, sino que no
pueden en general traspasarse, como
ocu- rre con los llamados derechos
personalísi- mos; cuando su contenido es
patrimonial (como el derecho de uso y
habitación) su calificación como bienes
comerciables es discutible.
En cuanto a las llamadas “cosas
desti- nadas al culto divino”, bienes que
están destinados al cultivo de la
actividad reli- giosa (a ellas se refieren,
52
Los bienes
ciables; la ley civil chilena no los sociedad ha impuesto siempre la
excluye de las relaciones jurídicas necesidad de que ciertos bienes, por su
privadas; los preceptos citados que, por naturaleza susceptibles de apropiación, no
la época en que fueron dictados, se queden entregados al dominio de los
refieren a la Igle- sia Católica, particulares, sino que han de pertenecer
demuestran la comerciabili- dad de a toda la comunidad, para la satisfacción
estos bienes, en cuanto pueden ser
objeto de relaciones jurídicas priva-
das.
12) BIENES
APROPIABLES E
INAPROPIABLES
55
Los bienes
importante regla del art. 135 de la Ley Derecho privado nacional se acostumbra
General de Urbanismo y Construcciones). distinguir diferentes “dominios”: dominio
Presentan características como las si- público
guientes:
a) Su uso pertenece a todos los habi-
tantes de la nación.
b) Aunque en el Código no se ex-
presa que estos bienes son incomercia-
bles, por su destino están fuera del co-
mercio. Así, se ha resuelto que sobre
ellos no es posible posesión exclusiva o
domi- nio privado; por lo mismo, los
particula- res no pueden ganarlos por
prescripción (art. 2498); y son
inalienables (en su ca- rácter de bienes
públicos no pueden ena- jenarse ni
gravarse).
c) Pero la autoridad puede otorgar a
particulares “permisos” y “concesiones”
sobre ellos o, más usualmente, sobre
par- tes de bienes nacionales de uso
público, para ser destinados a fines
específicos de los que se beneficie
también, en último término, la
comunidad; en el Código, los arts. 598,
599 y 602 se refieren a estas au-
torizaciones. La naturaleza y caracteres
de los derechos que adquieren los bene-
ficiarios de estos permisos y
concesiones, sobre todo en lo no
precisado en el acto de autorización,
han sido discutidos en la doctrina,
especialmente administrativa (se han
propuesto desde antiguas con- cepciones
de derechos reales civiles has- ta la
formulación de toda una teoría ge- neral
del derecho real administrativo,
manteniéndose, para ciertas situaciones,
la calificación de simples permisos de
ocu- pación; asimismo, con frecuencia
los tri- bunales han tenido que emitir
decisiones al respecto).
También puede ser necesario o con-
veniente para el Estado desprenderse del
dominio de algunos de estos bienes; para
ello es menester que se “desafecte” de su
condición de bien nacional de uso públi-
co, eliminándosele tal calidad y destino
(v. además, lo dicho sobre
vinculaciones, en infra, Nº 220, nota).
Para el análisis de los distintos
estatu- tos legales de estos bienes, en el
56
Los bienes
marítimo, terrestre, fluvial y lacustre, y aprovechamien- to de aguas”, el que es
aéreo. Se consignará un panorama nor- calificado de dere- cho real (art. 6º del
mativo de cada uno (su estudio más de- C. de A.), con reglas especiales en el
tenido pertenece al Derecho administra- citado Código. La Direc- ción General
tivo; más aún, algunos son la base de de Aguas es el organismo administrativo
toda una disciplina especial). encargado de la materia.
1º. Dominio público marítimo. En
este ámbito, en el Código los textos
principales son los arts. 593 y 596 (en
la nueva re- dacción, dispuesta por la
ley 18.565); tam- bién los arts. 585,
594, 604, 612, 613, 614. Pero fuera de
él, son muchos los textos legales
atingentes a este dominio, inclu-
yendo Tratados, Convenciones,
Declara- ciones, subscritos por Chile
con otros paí- ses (cuyo examen
pertenece a la disciplina del Derecho
internacional).
2º. Dominio público terrestre.
Compren- de todos los bienes
nacionales de uso pú- blico de la
superficie del territorio del Estado
(calles, plazas, caminos, etc.; las
normas están en los arts. 589 y 592
del CC. y en numerosos textos
especiales).
3º. Dominio público fluvial y
lacustre. Comprende todas las aguas
del territorio nacional. La materia ya
ha conformado toda una disciplina (el
Derecho de Aguas), con su texto
fundamental (el Có- digo de Aguas)
(este dominio se refiere a las aguas
terrestres, porque las marítimas
conforman el aquí llamado dominio
pú- blico marítimo; así lo expresa el
art. 1º del C. de A.).
Con anterioridad a la vigencia de
la ley 16.640 (de 1967, sobre Reforma
Agra- ria), había aguas que eran
bienes nacio- nales de uso público y
otras que pertene- cían a los
particulares. Desde esa ley
(actualmente derogada), todas las
aguas existentes en el territorio
nacional son bie- nes nacionales de
uso público (art. 595 del CC., en el
nuevo texto que le dio la citada ley;
art. 5º del C. de A.). Los particulares
pueden servirse de algunas aguas para
determinadas necesidades, mediante
el denominado “derecho de
57
Conceptos fundamentales y clasificaciones
4º. Dominio público aéreo. La doctrina nicipales y, en general, de todos los esta-
generalmente estima que el espacio, blecimientos públicos; en último térmi-
con- siderado entidad vacía en la que se
mue- ven los objetos corporales, no es
un bien ni una cosa. El aire que se
encuentra en él, si se estima una cosa, en
estado natu- ral pertenecería a la
categoría de “cosas comunes a todos los
hombres”.
De lo anterior resulta que cuando se
expresa que el propietario de un predio
es dueño del espacio existente sobre su
inmueble, lo que se quiere expresar es
que tiene derecho a ocuparlo (con cons-
trucciones, plantaciones, etc.), con las
res- tricciones que la ley imponga. De la
mis- ma manera, cuando se dispone que
el Estado tiene soberanía en el espacio
ubi- cado sobre su territorio (art. 1º del
C. Aeronáutico), quiere manifestarse
que él es el facultado para regular la
utilización de dicho espacio. Sin
embargo, especial- mente con el
desarrollo de la aeronavega- ción, se han
discutido ampliamente las facultades
que corresponden a cada Esta- do sobre
el espacio y los límites hasta don- de se
han de ejercer. Al efecto se han
formulado planteamientos, se han suscri-
to Tratados Internacionales y han surgi-
do disciplinas jurídicas (el Derecho aé-
reo y el Derecho espacial o cósmico);
entre nosotros, con un texto fundamen-
tal, el denominado Código Aeronáutico
(se volverá sobre el tema al tratar los lí-
mites materiales del derecho de
dominio;
v. infra, Nº 63).
60
Capítulo I
LA PROPIEDAD. CONCEPTO, EVOLUCIÓN Y CARACTERES
42
Los bienes
de la historia del Derecho en dos épocas extinguirla. Se concluye, pues, en una especie
se ha observado la existencia de una es- de expropiación al
tructura compleja de la propiedad: en los
tiempos del Derecho romano clásico y
durante el sistema feudal. La concepción
romana primitiva se asentaba en una
pro- piedad simple, con caracteres
similares a los conocidos en la
actualidad; pero con la extensión del
Imperio se produjeron diferencias de
regímenes, principalmen- te para los
“fundos itálicos” (propiedad quiritaria) y
para los “fundos provinciales”. La
situación persistió hasta los tiempos de
Justiniano, en que ya se volvió a la
unidad. Pero pronto después de produci-
da esa simplificación, a la caída del Im-
perio (en Occidente) se inició otro
sistema, aún más complejo, en el que se
asentó el feudalismo, y que se mantuvo
(al menos formalmente) hasta fines del
siglo XVIII. A partir de arrendamientos
perpetuos y numerosos otros contratos
se fueron configurando unas
atribuciones semejantes a las
concesiones, como el “feudo” y el
“censo”, en cuya virtud se fue
descomponiendo el dominio entre un
titular del objeto y el concesionario de
él; el “señor” era el titular del dominio,
tras el “vasallo” o “tenanciero” que real-
mente tenía, ocupaba la cosa, pero sin
tener la propiedad; con el tiempo, por la
extensión de los derechos de disfrute del
vasallo y por su perpetuidad, se le fue
considerando también como una especie
de propietario; el señor tenía entonces el
“dominio directo”, y el vasallo el “domi-
nio útil”; y queda así estructurado un sis-
tema con dos propietarios sobre una
misma cosa, sin que haya división entre
ellos, pero concebidos como derechos de
propiedad de distinta naturaleza. Esa
des- composición se llegó a ampliar,
produ- ciéndose una escala jerarquizada
de titulares. Ya al final del período se va
acen- tuando el derecho del vasallo (el
domi- nio útil) a quien se llega a tener
como el propietario, con tan sólo una
servidum- bre o carga en favor del
primitivo señor, carga respecto de la
cual van aparecien- do intentos por
45
La propiedad y la posesión
concedente, obrándose comuni- dad y cuáles quedarán entregados
imperceptible- mente un al do- minio de los particulares. En la
desplazamiento de la propie- dad fijación de ese límite (o confección del
hacia el tenanciero; la evolución “inventa- rio”) surge una diversidad de
estaba ya consumándose al tiempo posiciones filosófico-políticas, que están
de la Revolución Francesa. Con la siempre pre- sentes en la vida social. En
Revolución desaparecen esos plantea- mientos han aparecido
definitivamente las cargas también terceras posiciones, como son las
feudales; el Código de 1804 llamadas pro- piedad cooperativa,
consagra una propiedad liberada, propiedad comuni-
única, pero con una regulación
que la dejaba con fisonomía
individualista. Como otros, el
Código chi- leno recibe esa
concepción.
taria, por las cuales se propone que cier- son diseñados, en sus rasgos fundamen-
tos bienes sean, no de propiedad colecti- tales, por la Constitución del respectivo
va ni privada, sino de grupos sociales
(por ej., los laborantes de una fábrica,
que se- rían dueños de ella).
La decisión es dinámica. Va adoptan-
do diversos matices y sufriendo cambios
en distintos momentos históricos, por los
cambios que experimentan muchos de
los factores influyentes y por la alternan-
cia de ideologías en la autoridad gober-
nante.
Examinada la realidad de un país en
determinado momento, considerando la
titularidad de los bienes conforme a las
alternativas referidas (que siempre coexis-
tirán), se podrá apreciar que quedan con-
figurados “sectores” o “áreas” de
propiedad colectiva, de propiedad
privada y, aun, de propiedad intermedia,
que se van restrin- giendo o
extendiendo, como resultado de aquel
aludido dinamismo, y lo hacen en
correlación, como en recipientes
comuni- cantes.
Cuando en casos concretos se adopta
la decisión de que cierto bien quede en
dominio colectivo y a la sazón está en
propiedad particular, para lograr aquella
finalidad habrá de extraerse acudiendo
al instrumento jurídico disponible para
ese efecto: la expropiación por causa de
utilidad pública (pero también la expro-
piación puede utilizarse para redistribuir
la propiedad privada; en Chile, las leyes
de reforma agraria que se han dictado
contemplaban la expropiación de
predios con la finalidad posterior de ser
asigna- dos a cultivadores en dominio
individual, en unidades de dimensiones
familiares).
Estos bienes que quedan en dominio
del Estado a veces son excluidos de toda
negociación con los particulares y otras
son objeto de algunas limitadas
actuacio- nes con ellos, mediante figuras
jurídicas como los permisos y las
concesiones (tra- tadas en Derecho
administrativo).
Por la trascendencia que tienen para
la comunidad, aquella relatada decisión
fundamental y varios de sus caracteres
47
Los bienes
país. En Chile, por cierto la Constitu- fasis en los tiempos recientes:
ción dispone de normas al efecto (se a) Equidad en el reparto. Creados los
ve- rán pronto). bienes para servir al hombre, a todos los
Tanto en la que se ha llamado hombres, con ellos también debe reali-
deci- sión fundamental como en la zarse aquel valor. Y esta realización se
regulación específica de los distintos des- envuelve en una equidad en el
temas de los derechos reales influyen, reparto, de
en diversa me- dida según la materia,
numerosos facto- res de variada
naturaleza: actitudes filosófi- cas,
ideales de justicia, individual y social,
necesidades económicas y sociales
con- tingentes, experiencias en el
propio país y en otras latitudes, la
naturaleza de cier- tos bienes, su
función (principalmente económica),
sus características históricas o
artísticas, la trascendencia que
algunos tienen en la economía
nacional (que ha conducido a llamar a
algunos “bienes es- tratégicos”), la
magnitud de las inversio- nes que
requieren, el riesgo de la empre- sa de
crearlos o desarrollarlos (v. además,
supra, Nos 27 y 45 y lo dicho sobre
vincu- laciones en infra, Nº 220,
nota).
Al tratarse aquí de formular una
des- cripción de rasgos fundamentales
de di- versa naturaleza, procede
también con- signar el postulado
(ideológico más que técnico)
conforme al cual se concibe a la
propiedad como supuesto de eficacia
de algunos otros derechos
fundamentales (sólo los propietarios
son libres; sin pro- piedad no hay
libertad); hay que supo- ner que al
blandirlo no se está, cierta- mente,
jerarquizando derechos o valores
sino, como recién se destacó, se trata
de advertir que la contracción
excesiva del campo de aplicación
desvanece la efecti- va vigencia de
otros derechos (y decimos
“contracción excesiva” porque la
negación absoluta de la propiedad no
es razona- blemente concebible).
En un proceso de síntesis se
destacan algunos principios
orientadores, que también pueden ser
enunciados como preocupa- ciones
más constantes, con particular én-
48
La propiedad y la posesión
50
Los bienes
privación o pretendida restricción (la es- primero, por contravenir los incs. 2º y
pecie vegetal amenazada, el monumento 3º del Nº 24; en el segundo, por contra-
histórico o artístico, etc.); lo objetado es venir el Nº 26).
que esa protección o beneficio persegui- Pero en la práctica se ha intentado
do para toda la comunidad se logre a otro remedio: la indemnización, que es de-
costa de un solo particular o de un gru- mandada en lugar de atacar la norma le-
po de dueños de predios con esos carac- gal invasora, la cual habrá de quedar,
teres. De ahí que la impugnación haya entonces, vigente, manteniéndose la pri-
sido sustentada en las garantías de igual vación del atributo esencial o la afecta-
repartición de las cargas públicas y de ción de la esencia. En ciertas situaciones
igualdad ante la ley. (sobre todo en las llamadas
Con sus textos, la Constitución viene servidumbres administrativas), en
a ofrecer dos métodos para solucionar el algunas de las cuales hasta podría
conflicto; y en ambos el problema es de dudarse de su calificación como de
calificación. restricciones o privaciones de atributo
–Con los incs. 2º y 3º, que distinguen esencial, los respectivos textos le- gales
entre restricción y privación de atributo confieren indemnización, con diver- sos
esencial y exigen ley expropiatoria para procedimientos. Pero quedan otras (que
esta última, se trata de calificar si la inter- irán aumentando) sin el remedio
vención al dominio que la norma legal expreso.
impone constituye restricción (o deber) Con el primer método no parece
o privación. posi- ble; aquí el planteamiento es que
–Con el Nº 26, que protege la esen- se trata de una ley que expropia y que no
cia del derecho, se trata de resolver si la reúne las exigencias que la Constitución
ley agresora afecta o no al derecho de impone a toda ley expropiatoria, de
propiedad en su esencia. modo que lo que procede es simplemente
Por cierto, esa calificación ha de em- declararla in- constitucional (a menos
prenderse objetivamente, con que se reúnan to- dos los requisitos salvo
prescinden- cia de los términos que la la indemnización, porque entonces, al
ley interviniente emplee. conferirse, la situa- ción queda ajustada
Es importante destacar que se trata a la Constitución). Con el segundo es
de métodos distintos para solucionar el dudoso; el texto (el Nº 26) garantiza
con- flicto, cada uno con su texto, y, por que las leyes “no podrán afectar los
tan- to, no deben ser (como ha ocurrido en derechos en su esencia”; la nor- ma legal
algunos casos) confundidos o mezclados ha afectado el contenido esen- cial,
(sin perjuicio de que, en su aplicación quedando configurada así la incons-
práctica, puedan plantearse uno en sub- titucionalidad; la indemnización no es
sidio del otro); y ellos hacen innecesario contemplada; tampoco es negada; enton-
acudir a la equidad (como también ha ces, ¿es la indemnización un remedio
acontecido). ante una ley que contraviene la
La privación o afectación sin indemniza- Constitución?
ción y su consecuencia. Si la calificación es ¿Queda remediada la contravención a
de reproche, es decir, si se concluye que tra- vés de una indemnización al
la ley ha impuesto una privación de atri- afectado? La respuesta inmediata es
buto esencial sin los requisitos de una negativa; pero po- dría postularse que
ley expropiatoria (sobre todo sin confe-
como se trata de una garantía a las
rir indemnización), o ha afectado al de-
personas, pudiere ser un re- medio
recho en su esencia, hay que determinar
la consecuencia. En ambos caminos la aceptable, cuando el afectado mis- mo lo
conclusión es la inconstitucionalidad de ha pedido. También podría estimar- se
la ley que impone la intervención (en el que con la indemnización el derecho no
ha sido “afectado en su esencia” (por-
57
La propiedad y la posesión
que en el patrimonio del dueño se
ha pro- ducido una subrogación
real, en la cual el deterioro ha sido
reemplazado por la in-
demnización).
58
Los bienes
minical tradicional) en los atributos fundamento ambiental y otra con in- mediato
esen- ciales, o (en expresiones de la fundamento sanitario).
concep- ción unitaria del dominio) en la 2º. La del patrimonio cultural que la co-
poten- cia o magnitud fundamental (en munidad va acumulando con el tiempo,
el contenido esencial) del poder del pro-
pietario.
La preservación natural y cultural. En
tiempos recientes, la función social ha
re- cibido una destacada tarea de
preservación. Aunque proviene desde
antiguo, esta pre- ocupación se ha
impuesto últimamente con gran
persistencia, por razones bien conocidas,
hasta llegar a entrar en con- flicto con el
progreso material. Principal- mente, se
refiere a dos ámbitos:
1º. La preservación de la naturaleza,
para mantener el ambiente con caracteres
be- néficos para la vida humana,
amenazado por la contaminación
industrial y por ele- mentos derivados
del congestionamiento urbano (v. C.
Pol., art. 19 Nos 8 y 24, inc. 2º). Como se
irá viendo, se refleja en va- riadas
materias. En términos genéricos, en una
multitud de restricciones y cargas al
derecho de propiedad; en términos más
específicos: en el uso de bienes muebles
(vehículos motorizados, instalaciones in-
dustriales, productos y residuos
químicos, agua); y en el uso de
inmuebles, del suelo (en las relaciones
de vecindad, en las ser- vidumbres, en
las explotaciones mineras). Entre
nosotros, el Código ya contiene al-
gunas normas (por cierto desorganizada-
mente); pero posteriormente el aumento
legislativo no ha cesado (muchos de
esos textos se irán mencionando en
capítulos siguientes). El texto nacional
que aparece como uno de los centros de
donde se emi- ten restricciones es la Ley
de Bases del Medio Ambiente. Las
reuniones de Go- biernos, que culminan
en Tratados y Con- venciones
Internacionales, y la acción de
Organizaciones no gubernamentales,
han influido notablemente en las
legislaciones internas (sólo por
introducir un orden en la exposición y
consulta, podemos distin- guir una
normativa restrictora con inme- diato
61
La propiedad y la posesión
que servirá para cimentar nuevos compromiso.
progre- sos y para el disfrute y Debe tenerse presente también que
enriquecimiento del espíritu. La en el desenvolvimiento de las
legislación ha ido reflejan- do actividades que ahora serán reseñadas
también la preocupación. Entre surge con no- toria frecuencia la
noso- tros, falta aún. El primer texto regulación ambiental; en cada una de
destacable es la Ley de ellas puede resultar nece- saria una
Monumentos Nacionales (v. evaluación de impacto ambien- tal (entre
C. Pol., art. 19 Nº 10, inc. penúltimo). nosotros, conforme a la ley
19.300 y su Reglamento).
57 ter. La planificación 1º. La planificación territorial. Es el con-
territorial, el uso del suelo, la junto de decisiones, instrumentos y nor-
división predial y la edi- ficación.
Las diversas funciones que cum-
ple el suelo en la producción
agraria, las instalaciones
industriales y comerciales, la
vivienda y en general en la calidad
de vida de la comunidad, han
conducido a los legisladores a
regular su uso y divi- sión
imponiendo así intensas restriccio-
nes a la propiedad (generándose
aquí, como en otros capítulos, un
conjunto nor- mativo posterior y
paralelo al de los Có- digos
Civiles). En el ámbito urbano,
para proceder a regularlo se
comienza por una actividad
previa, la planificación.
En el diseño general y en las
decisio- nes específicas surgen
controversias, en las que
confluyen factores técnicos urba-
nísticos, sociológicos y aun
políticos, con destacada presencia
de la interrogante so- bre el grado
de restricciones al que se puede
llegar sin desnaturalizar el domi-
nio. Por otra parte, frente a
determinada realidad de una
comarca, cuyo desarro- llo se
planifica, entre los expertos
surgen variados objetivos a los
que se confieren distintas
prioridades: la funcionalidad ur-
bana, la preservación del ambiente
y la vinculación de la persona con
la natura- leza, la conservación del
patrimonio cul- tural; se van
reflejando en la concreta
planificación y se impone alguno
o se ter- mina en soluciones de
62
Los bienes
66
Los bienes
sigue siendo rural. Es el límite urbano el que se produzca porque un pre- dio se va a
que decide calificación y estatuto aplica- distribuir entre sus varios co- muneros o que un
ble; por tanto, en cuanto a su (primer) único titular va a dividir
cambio de uso ese predio queda someti-
do a las reglas mencionadas para el
suelo rural.
Por otra parte, dentro del límite ur-
bano puede haber predios rústicos. Esto
implica afirmar que un predio puede ser
al mismo tiempo urbano y rústico; es ur-
bano, porque está ubicado dentro del lí-
mite urbano; y es rústico porque está
des- tinado a uso agrícola, ganadero o
forestal; ya se ha dicho (v. supra, Nº 26)
que aquí se está en presencia de dos
clasificacio- nes, cada una con su propio
factor: rústi- co y no rústico (en base a la
función o rol); urbano y rural (en base a
su ubica- ción geográfica respecto del
límite urba- no). Como el Plan
Regulador asigna uso a todo el suelo
urbano (y dentro de los usos no está el
rústico), entonces, si un predio urbano
en el hecho (en la reali- dad) está
destinado a un uso rústico (está
destinado a una actividad agrícola, gana-
dera o forestal), como está sometido a
todas las normas del suelo urbano, mien-
tras su dueño en nada innove, puede
con- tinuar destinándolo al uso agrícola,
gana- dero o forestal (y puede efectuar
cambios dentro de las alternativas
rústicas: de agrí- cola puede cambiarlo a
ganadero, etc.); pero si quiere edificar,
ha de someterse al uso que corresponde
a la zona en que está ubicado, conforme
al Plan.
3º. La división predial. No corresponde
tratar aquí todo el proceso de partición
de la comunidad (que es estudiado en la
denominada partición de bienes
heredita- rios, en el capítulo de la
sucesión por cau- sa de muerte, donde el
Código dispone normas que son de
aplicación general a la partición de
comunidades de otro origen, sin
perjuicio de normas especiales para al-
gunas, como las de la partición de
ganan- ciales de la sociedad conyugal).
De lo que aquí se trata es de las
restricciones que se imponen,
precisamente, a la división del suelo, sea
69
La propiedad y la posesión
su predio para enajenarlo por reguladoras de la división predial.
partes. Y, tratándose de una Actualmente, se con- signan en la
comunidad, sea que los LGUC., con el complemen- to de la
comuneros han llegado a serlo por OGUC. (deben tenerse en cuenta
suce- sión por causa de muerte, también: la ley 16.741 sobre
por disolución de una sociedad Poblaciones en situación irregular y el
conyugal, por disolución de una DL. 2.695 so- bre saneamiento de títulos
sociedad civil o comercial, o por- de la peque- ña propiedad, respecto de
que lo adquirieron en común por los cuales se volverá más adelante).
com- pra, donación, etc.
En su gran mayoría, las
normas regu- ladoras de la
división del suelo son las mismas,
sea que se trate de división de un
predio que se tiene en
comunidad o de división de un
predio de un solo pro- pietario.
Los términos “división”,
“subdivisión” y “loteo” suelen
usarse indistintamente (en el
lenguaje corriente, y aun legal, el
término “loteo” ha conquistado en
bue- na medida la preferencia en
las divisio- nes para fin
habitacional).
La regulación de la división es
conce- bible aun sin planificación
pero, donde existe, la regulación
divisoria es influen- ciada por
ella; entre nosotros, así aconte- ce
en el medio urbano; en el rural, la
regulación de la división está
determina- da principalmente por
la categoría físico- ambiental del
suelo y por diversos otros
factores. En los dos ámbitos
surge, como particular punto de
controversia, el de la superficie
mínima permitida.
Como ya se ha sugerido, se imponen
restricciones diferenciadas según
se trate de suelo urbano o rural.
a) La división del suelo urbano.
En el suelo urbano las
consideraciones se refie- ren al
racional desarrollo de las ciuda-
des, que incluyan apropiados
espacios para la vivienda, el
comercio, la indus- tria, el
equipamiento, el esparcimiento y
el contacto con la naturaleza.
Desde mucho tiempo en el
país se han ido dictando normas
70
Los bienes
En el medio urbano la división está rio que estima que su predio está en esas
vinculada al uso del predio y a una de condiciones solicita la declaración de su-
sus características, su urbanización. Es fá- ficiencia. Si la DOM. así la considera
cil percatarse de la justificación de estas emite una resolución declarando suficiente
vinculaciones. Al uso, porque el destino la urbanización (es conveniente conducir
del predio impone la necesidad de cier- esa resolución al Conservador pidiéndo-
tas superficies que permiten lograr satis- le que de ella tome nota al margen de la
factoriamente la finalidad proyectada. A inscripción de dominio, y la agregue al
la urbanización, porque al aumentar los final del Registro). Declarada suficiente
predios (con menor tamaño) aumentan la urbanización, debe presentarse a la
las posibilidades de mayor densidad po- DOM. una solicitud con un plano (y otras
blacional, con la secuela de dificultades especificaciones (arts. 65 de la LGUC. y
que trae consigo, y entonces la urbaniza- 3.1.2 de la OGUC.). La DOM. emite una
ción contribuye a mejorar la calidad de resolución autorizando la división y certi-
vida que la congestión tiende a deterio- fica en el plano esa circunstancia. Reso-
rar (el concepto de “urbanizar” se obtie- lución y plano son presentados al Con-
ne relacionando los arts. 134 de la LGUC servador de Bienes Raíces; el Conserva-
y 1.1.2 de la OGUC.). dor subinscribe la resolución al margen
Con la constatación de que el uso y de la inscripción de dominio y ambos
la urbanización influyen en la regulación ins- trumentos son agregados al final del
de la división, procede referirse a la su- Re- gistro de Propiedad (arts. 3.4.1 y
perficie mínima de los lotes producto de siguien- tes OGUC.). Ahora (el predio
una división. Nuestros textos (como acon- está dividi- do) el dueño tiene “varios
tece en la generalidad de las legislacio- predios” (y puede enajenar cada uno).
nes en este punto) han optado por evitar
–División de predios no urbanizados.
la imposición de una superficie mínima
Para subdividirlos es necesario
única nacional y se entrega la limitación
urbanizarlos. Aquí es destacable el art.
a la autoridad local, con la instrucción
136 de la LGUC. que impide, con una
de mantenerla vinculada a aquellos dos
gran amplitud, la celebración de actos y
factores. Así, se ha dispuesto que toda
contratos que cons- tituyen títulos
subdivisión debe ajustarse al Plan Regu-
traslaticios de dominio (y aun otros que
lador respectivo (especialmente a su Or-
se les asemejan) sobre par- tes de
denanza, art. 71 de la LGUC.). En la
predios, mientras no se cumplan las
Ordenanza de cada Plan Regulador se
exigencias de urbanización y las auto-
fija la superficie mínima que ha de tener
rizaciones que dispone, sea que la
cada lote de una división; y esa
parcia- lidad enajenativa se refiera a
superficie mí- nima es fijada para cada
lotes deslindados o a cuotas del predio
zona de uso es- tablecido en el Plan.
(por- que, entre otros actos, impide
Con estos antecedentes, para dividir
expresa- mente la “formación de
un predio urbano es necesario obtener
comunidades”).
autorización de la DOM. respectiva (que Para obtener la autorización de divi-
se materializa en una resolución y una sión debe presentarse un proyecto de ur-
constancia en el plano al que se hará re- banización (que incluye, por cierto, un
ferencia pronto, suscritas por el Director plano). Ahora vemos que, más concreta-
de Obras Municipales). mente, la división está vinculada precisa-
Para obtenerla, las exigencias están mente al proyecto de urbanización. Y las
diferenciadas. características de la urbanización van a
–División de predios urbanizados. Han depender de las características y cantidad
de tenerse por predios urbanizados aque- de los lotes que se pretende formar, y del
llos cuya urbanización sea declarada sufi- uso que le corresponda al predio según
ciente por la DOM. Entonces, el propieta- la zona en que esté ubicado (arts. 134 y
71
Los bienes
sgts. de la LGUC.). En suma,
tratándose de predios no urbanizados
el proyecto
72
La propiedad y la posesión
78
Los bienes
3º. El principio del mal menor. En su revocación se produce por una causal
virtud, cualquier persona puede aprove-
charse de una cosa ajena para salvar una
cosa o un bien jurídico de mayor valor
que el daño que pueda causar, ante un
peligro inminente (v. un ejemplo en el
art. 36 inc. final de la ley de copropiedad
inmobiliaria).
Estas proposiciones se vinculan estre-
chamente a la noción de función social
del dominio; en definitiva, constituyen al-
gunas aplicaciones concretas y, por cier-
to, contribuyen a conferir la verdadera
dimensión del derecho de propiedad. Por
otra parte, en su funcionamiento prácti-
co requieren de criterio prudente y fir-
me control.
d) Perpetuo. Significa que el dominio
sobre una cosa persiste mientras subsiste
la cosa. No se extingue por el solo trans-
curso del tiempo o por el no ejercicio del
derecho; por lo mismo, se tiene conclui-
do que su acción protectora, la
reivindica- toria, no se extingue por el
solo transcur- so del tiempo. Mediante
tiempo pueden perderse cuando un
tercero posee la cosa y llega a ganarla
por prescripción (adqui- sitiva), teniendo
lugar lo dispuesto en el art. 2517: “Toda
acción por la cual se re- clama un
derecho se extingue por la pres- cripción
adquisitiva del mismo derecho”. Debe
tenerse presente, además, lo dispues- to en
la Constitución (art. 19, Nº 24, inc. 3º,
que permite la privación del dominio
sólo mediante expropiación, con la res-
pectiva indemnización)(v. también los
pá- rrafos sobre: extinción del dominio,
infra, Nº 65 bis, y prescripción de la
acción rei- vindicatoria, con una
discusión, infra, Nº 268).
Los ordenamientos jurídicos suelen
contemplar situaciones de dominio sin
perpetuidad o, al menos, sin perpetuidad
cierta; dicha esta última posibilidad en
sentido inverso, con eventual
terminación, que implica un dominio
temporal. Se trata de un dominio
revocable. Conviene dis- tinguir la
revocación de otro género de causales
de extinción del dominio (que se verán
más adelante, infra, Nº 65 bis). La
81
La propiedad y la posesión
intrínseca que, como germen y en la convención de no enajenar).
interno, puede llegar a provocar su Rela- cionada con esa característica está
extinción; en tanto, se reservan la otra, la elasticidad; a partir de su
para ser tratadas como causales de básica voca- ción de plenitud, el poder
extinción del dominio, las va- rias tiene la virtud de contraerse y
circunstancias que, como agentes expandirse; al concurrir otros derechos
ex- ternos, lo extinguen. El reales de inferior jerar- quía, se contrae,
dominio es revo- cable cuando se para expandirse (auto- máticamente) en
asume su eventual extinción y, cuanto cesa ese derecho que lo
por lo mismo, que carece de su comprimía; este carácter explica la
vocación de perpetuidad. Las otras situación que se produce, por ej., en el
cau- sales lo destruyen no obstante
aquella vo- cación de perpetuidad;
naturalmente per- petuo (tenido
por perpetuo), sin embargo lo
extinguen. Entre nosotros, la
situación más típica de dominio
revocable es la propiedad
fiduciaria (art. 733; se verá más
adelante); en la expropiación es
conoci- da la llamada
“retrocesión”, que también
implica una eventual excepción a
esta ca- racterística del dominio
(este carácter evo- ca la sucesión
por causa de muerte, que se
presenta como un medio para en
cier- to modo extender, si es
posible, la perpe- tuidad del
dominio más allá de la vida del
titular).
e) Abstracción y elasticidad: En
la doc- trina moderna se han ido
planteando es- tas dos
características del dominio, que
explican mejor diversas
situaciones con- cretas. Es
abstracto en el sentido de que el
poder del titular es independiente
de (está sobre) las facultades que
integran su contenido; de ahí que,
aunque una facultad, incluso
esencial, se (aparente- mente)
extraiga, el dominio permanece
sin desnaturalizarse. Incluso, se ha
esti- mado que la facultad queda
potencial- mente dentro del
derecho, más bien está inhibida y
es sólo el ejercicio de la facul- tad
lo que ha pasado a otro o, sin
pasar a otro, el titular queda
inhibido (así ocu- rre,
respectivamente, en el usufructo
82
Los bienes
86
Los bienes
96
La propiedad y la posesión
ma de unidades agrícolas familiares, a excu- sión. Como puede verse, los caracteres
campesinos, en dominio individual. Fue que
revestida de los caracteres de inalienabi-
lidad e inembargabilidad, temporalmen-
te, y de indivisibilidad perpetua, tanto
por actos entre vivos como por causa de
muer- te, contemplándose también el
derecho de atribución preferencial a un
solo he- redero. Con posterioridad, esta
legislación fue ampliamente modificada
y finalmen- te derogada.
La ley 19.335 ha implantado lo que
denomina “bienes familiares” (introdu-
ciendo un párrafo, el Nº 2, con ese nom-
bre en el Título VI del Libro I del CC.,
arts. 141 y sgts.) (su estudio corresponde
al Derecho de familia). Aquí sólo se desta-
carán algunos elementos de su
estructura. Como norma básica, se
dispone que “el inmueble de propiedad
de ambos cónyu- ges o de alguno de
ellos, que sirva de resi- dencia principal
de la familia, y los muebles que
guarnecen el hogar, podrán ser de-
clarados bienes familiares y se regirán, en-
tonces, por las normas de este párrafo,
cualquiera que sea el régimen de bienes
del matrimonio” (art. 141, inc. 1º). Efec-
tuada la declaración (mediante un proce-
dimiento rápido que la ley establece) “no
se podrán enajenar o gravar voluntaria-
mente, ni prometer gravar o enajenar, los
bienes familiares, sino concurriendo la vo-
luntad de ambos cónyuges. Lo mismo
re- girá para la celebración de contratos
que concedan derechos personales de
uso o de goce sobre algún bien
familiar” (art. 142, inc. 1º). Los
cónyuges, de co- mún acuerdo, pueden
desafectar un bien familiar y el cónyuge
propietario puede pedir al juez la
desafectación fundado en que no está
actualmente destinado a los fines de la
institución (art. 145). Por otra parte, la
declaración de bien familiar per- mite
alguna protección respecto de los
acreedores, en cuanto los cónyuges pue-
den “exigir que antes de proceder contra
los bienes familiares se persiga el crédito
en otros bienes del deudor” (art. 148),
go- zando así de lo que en materia de
fianza se denomina beneficio de orden o
99
Los bienes
suelen atribuirse a la propiedad al fallecer el titular, si estaba casado, el
familiar, mencionados al comienzo cónyuge sobre- viviente (que, conforme
(inalienabilidad, inembargabilidad y, a las normas de esta misma ley, le
sobre todo, indivisibi- lidad), aquí no hereda) queda como su dueño exclusivo
son acogidos. En todo caso, en esta o, al menos, como dueño en parte y
constatación no debe verse una usufructuario vitalicio en el res- to.
objeción porque, en otro sentido, esas Cuando el valor de la vivienda excede
alu- didas características pueden
presentar se- rios inconvenientes
económicos por la limitación que
implican a la fluida circula- ción de los
bienes.
Finalmente, para nuestros efectos
debe mencionarse la gran reforma
introducida al Código Civil en materia
de filiación (con repercusión
sucesoria) por la ley 19.585. Como se
sabe, el texto está dirigido prin-
cipalmente a la igualación
(destacadamen- te en materia
hereditaria) de los derechos de los
hijos de filiación matrimonial con los
de filiación no matrimonial y a facili-
tar la investigación de la paternidad.
Pero también en el texto,
continuándose en una tendencia (que
se venía desenvolviendo en textos
precedentes), se consignaron re-
formas sucesorias a favor del cónyuge
so- breviviente. Entre ellas, se introdujo
la im- portante institución de la
atribución preferencial de la vivienda
familiar, que implica, por lo que aquí
importa, su indi- visibilidad,
característica que, como se ha dicho,
es tan importante en la propiedad
familiar. Si al fallecer un cónyuge ha
deja- do entre sus bienes la vivienda
familiar, el cónyuge sobreviviente
tiene derecho a atribuírsela, con el
mobiliario que la guar- nece, con
cargo a su cuota hereditaria, con
preferencia a los demás herederos, y
si el valor de ellos excede del valor de
su cuota, en el exceso puede pedir
derecho de habitación o uso vitalicio
y gratuito (art. 1337 Nº 10). No se
trata –como es fácil percatarse– de la
consagración de una propiedad
familiar; simplemente se intro- duce
en la vivienda familiar un rasgo cer-
cano a la indivisibilidad (tan
importante en la propiedad familiar):
10
0
La propiedad y la posesión
a la cuota que le corresponde, es cierto los derechos reales limitados (v. supra,
que en el exceso no es dueño (la nuda Nos 3 bis y 57 bis sobre la protección na-
propiedad del exceso pertenece a los de- tural y cultural).
más herederos) pero, como queda como En cuanto a la recuperación de liber-
usufructuario vitalicio, en la realidad la tad de ciertos animales, entre nosotros
vivienda se mantiene sin dividirse (que hay reglas en el título de la ocupación
–como se ha dicho– es la característica (arts. 608, 619, 620, 621).
que, junto a otras ya mencionadas y que Respecto a las especies al parecer
aquí no se presentan, conforman los rasgos per- didas, aunque también pudiere
fundamentales de la propiedad familiar). conside- rarse una transferencia,
estimamos que más bien es una
65 bis. La extinción del dominio. El extinción para el perdedor, de modo
Código no contiene una regulación siste- que, de producirse la subasta, el dominio
mática de la materia y la doctrina nacio-
es adquirido originariamente por el
nal no le ha dedicado mucha atención.
subastador (las reglas están en los arts.
Puede terminar por varias causas. Sue-
632, 633, 637, 642).
le distinguirse entre modos absolutos y
Sobre la incomerciabilidad, cuyas hi-
relativos. Con los primeros desaparece
pótesis más factibles se relacionan con la
el derecho (si posteriormente la cosa
transformación de una cosa en bien na-
llega a adquirirse por un nuevo titular, la
cional de uso público, entre nosotros ge-
ad- quisición es originaria. Con los
neralmente tendrá lugar por la vía de la
segundos, sólo cambia de titular
expropiación (que será aludida pronto,
(produciéndose un traspaso).
en la siguiente categoría). Hay situacio-
a) Entre los absolutos, los hay con y
nes que podrían quedar incluidas aquí
sin voluntad del dueño. Pueden mencio-
(en cuanto pérdida del dominio priva-
narse: la destrucción de la cosa (puede
do), como son las que pueden producir-
ser voluntaria o involuntaria), la recupe-
se en la formación de un lago de
ración de la libertad de los animales cau-
dominio público (v. supra, Nº 48, nota)
tivos o domesticados (es sin voluntad),
o río, o –algo más esperable– por el
las especies al parecer perdidas (es sin
cam- bio de cauce de un río, en predios
voluntad), la incomerciabilidad (es sin
parti- culares. El dueño perdería el
voluntad), el abandono (por definición,
dominio del sector del predio que ahora
es voluntario).
es lecho o cauce (al menos respecto del
Tratándose de la destrucción
cauce de ríos, se ha resuelto que es bien
material, frecuentemente quedan restos,
nacional de uso público).
residuos o despojos (que pueden ser
valiosos, como en el caso de la joya que El abandono tiene interesante historia
se funde); aun- que se ha estimado que y ha recibido atención de la doctrina.
nacería un nue- vo derecho de propiedad Sue- le menospreciarse su examen
sobre ellos para el nuevo dueño, parece porque ten- dría escasa aplicación, pero
preferible con- cluir que es el mismo parece estar cobrando interés con la
derecho que ahora recae en el objeto abundancia de residuos (con distintas
reducido o transfor- mado; así, denominaciones específicas: basura,
frecuentemente lo que acon- tece es una chatarra) que para al- gunas personas
destrucción parcial (o una pueden carecer de valor y, más aun,
transformación). En todo caso, ante el pueden ser indeseables y, para otras,
concepto de destrucción física, para el pueden resultar valiosos; y surgen,
ámbito de los derechos reales lo que ha- además, los bien relevantes residuos “tóxi-
bitualmente más importa o tiene mayor cos” (que llegan a trascender al Derecho
interés es la pérdida de la función o rol Internacional). Desde luego, respecto de
económico de la cosa, que se percibe e estos últimos hay ya bastante regulación
influye señaladamente en la extinción de que debe tenerse presente (v. algunos
10
1
La propiedad y la posesión
tex- tos aplicables en supra, Nº 57
bis, últimas notas).
10
2
Los bienes
10
3
Capítulo II
LA COPROPIEDAD
10
4
Los bienes
La materia relativa a derechos, obliga- canismos para sortear el inconveniente del jus
ciones y responsabilidades de los prohibendi (que impone la unani- midad). Así,
comune- ros, y extinción de la comunidad, se ha propuesto considerar
se regula fundamentalmente en el
párrafo del cuasi- contrato de comunidad
(arts. 2304 y sgts.).
Silenció el Código el importante tema
de la administración de la cosa común, pro-
bablemente por estimar a la comunidad
como una situación transitoria, a la que
se pondrá término tan pronto como se
subsane algún impedimento; textos pos-
teriores han remediado en parte la defi-
ciencia (C. de C. art. 852; CPC. arts. 651,
653, 654, 655)(sobre los frutos en la co-
munidad v. infra, Nº 87).
Aunque no corresponde tratar aquí
la administración (es estudiado en el exa-
men particularizado de las fuentes de
las obligaciones), conviene formular una
re- ferencia a un importante elemento
que puede surgir en ella, el llamado
“dere- cho a veto” (“derecho a
prohibir”, origi- nariamente jus
prohibendi), por constituir una notoria
concreción de la doctrina ro- mana y
que, por lo mismo, contribuye a
distinguirla. Consiste en la facultad que
cada comunero tiene de impedir las ac-
tuaciones de los otros en la cosa
común. Como aquella concepción de la
comuni- dad postula (según ya se dijo)
que cada comunero es dueño de su
cuota, resulta que ninguno, ni la
mayoría, puede adop- tar decisiones
sobre la administración de la cosa común
(menos, por cierto, sobre actos
dispositivos), porque afectarían las cuotas
ajenas. En otros términos, cualquie- ra
puede oponerse a que en la cosa se
ejecuten actos jurídicos o materiales
(cual- quiera puede prohibirlo). Puede
obser- varse que esa conclusión
constituye un serio inconveniente de
esta concepción de la comunidad, que
llega a ser parali- zante. En nuestros
textos no aparece es- tablecido
expresamente, pero se tiene en- tendido
como vigente, considerando que entre
nosotros se ha seguido la concep- ción
romana (con su noción de cuota).
La doctrina ha acudido a diversos me-
10
6
La propiedad y la posesión
que el comunero que actúa lo exclu- ye el supuesto mandato.
hace como un agente oficioso de Específicamen- te respecto de los actos
los demás. Más di- fusión ha de administra- ción (jurídicos y
logrado la denominada doctri- na materiales), se ha esti- mado que
del mandato tácito y recíproco cualquier comunero puede ejecutarlos
(se- mejante al concebido en la si tienden a proteger la cosa común
solidaridad); se entiende que entre (medidas conservativas) sin nece- sidad
los comuneros exis- te un mandato de acudir a la doctrina del manda- to,
que es tácito (no formu- lado sobre la base de que de ese modo está
expresamente) y que es recíproco protegiendo su (propio) derecho
(cada uno lo ha recibido de los
demás), con el cual cualquiera
puede efectuar ac- tos de
administración de la cosa común
(en las legislaciones es frecuente
encon- trar consagrado ese
mandato en la socie- dad, cuando
no se ha designado admi-
nistrador). Entre nosotros la
vigencia de este mandato tácito y
recíproco está dis- cutida. Se ha
sostenido que sí, con la co-
ordinación de los siguientes textos:
cuan- do en la sociedad no se ha
conferido la administración a uno
de los socios, el art. 2081
entiende que entre los socios
existe un mandato tácito y
recíproco para administrar; el art.
2078 dispone que al
administrador corresponde cuidar
de la conservación del objeto
social; y el art. 2305 dispone que
el derecho de cada comunero
sobre la cosa común es el mis- mo
que el de los socios en el haber
so- cial. En contra, y no obstante el
art. 2305, se ha negado la
aplicación del mandato a la
comunidad; principalmente
porque en la sociedad existe un
vínculo volunta- rio en el origen y
se mantiene durante ella, que
justifica ese mandato, el llama- do
affectio societatis, elemento que no
exis- te en la comunidad; se
controvierte tam- bién el alcance
de la remisión del citado 2305; y
se destaca la regla del art. 2307,
texto que, respecto de las deudas
que con- trae un comunero,
incluso en beneficio de la
comunidad, deja obligado sólo al
respectivo comunero, solución que
10
7
Los bienes
cuotativo; se llega a precisar que puede sociedad conyugal, la que queda al disol-
ejecutarlos cuando ese acto sea la única verse una sociedad civil o comercial y, en
manera de proteger su derecho cuotati- general, cada vez que la comunidad re-
vo, y en esa medida. cae sobre un patrimonio o masa de bie-
En diversas ocasiones la jurispruden- nes con activo y pasivo propios. Pero esa
cia nacional ha empleado la explicación proposición ha sido negada. Se ha soste-
del mandato tácito y recíproco para nido que siendo un rasgo distintivo de
con- firmar actos de administración, las universalidades jurídicas el que ten-
aducien- do como soporte legal los arts. gan un pasivo (v. supra, Nº 38), en Chile
2305 y 2081. Por cierto, para evitar esas no puede haber comunidad sobre uni-
disputas está la alternativa de un versalidades jurídicas, porque, en virtud
administrador, cuyo nombramiento de lo dispuesto en los arts. 1354 y 2306,
puede provenir de habiendo dos o más comuneros el pasivo
diversas fuentes. está siempre, por el solo ministerio de la
La doctrina suele advertir que el le- ley, dividido entre los copartícipes. De
gislador (chileno) no favorece el estado este modo, esas (citadas) universalidades,
de indivisión, fundamentalmente porque: que quizás podrán ser jurídicas cuando
constituye fuente permanente de discor- perte- necen a un solo titular (habría que
dia entre los comuneros en el aprovecha- anali- zar cada caso con los conceptos
miento de la cosa común; inhibe las generales sobre universalidades), cuando
posibilidades de inversiones y mejoras, pertene- cen a dos o más sujetos son
por la incertidumbre sobre la suerte universalida- des de hecho, pues carecen
definiti- va del objeto; impide, en fin, la de pasivo (no tienen pasivo común).
libre cir- culación de esos bienes El punto se relaciona con el de la co-
comunes. En el mismo sentido el Código municación entre la cuota y los bienes,
dispone que la partición de la cosa común que se verá a continuación.
“podrá siem- pre pedirse” (art. 1317, de Cuando la comunidad recae sobre
donde se ha derivado que la acción de una universalidad surge un problema que
partición es imprescriptible). merece una referencia especial, por el al-
cance práctico que deriva de su solución:
69. Clases de indivisión el de si existe o no comunicación entre la
a) Según el objeto sobre el que recae, cuota y los bienes que integran la univer-
puede haber comunidad sobre una univer- salidad.
salidad o sobre una cosa singular. Es ésta la Para plantearlo y resolverlo, convie-
única clasificación que reconoce el Códi- ne formular algunas advertencias previas.
go (arts. 1317 y 2304). Ya se ha dicho que la generalidad de
Desde luego, puede advertirse que la doctrina nacional tiene aceptado que
la clasificación trae consigo la dificultad el Código chileno ha seguido la noción
inherente al concepto de universalidad romana de la comunidad. Pues bien, esa
(v. supra, Nos 36 y sgts.). concepción, en lo que aquí interesa, exhi-
En cuanto a la clase de universalida- be estas dos características:
des sobre las que puede haber comuni- 1ª. En la partición de la comunidad,
dad, en la doctrina nacional no ha habido asigna a la adjudicación un efecto
muchas precisiones. En todo caso, no atributivo.
exis- te acuerdo. La comunidad puede terminar por
Hay quienes entienden que puede varias causales (art. 2312). Una es la par-
haber comunidad tanto en universalida- tición. Ella puede efectuarse por acuer-
des de hecho como en universalidades do entre los comuneros, por juez partidor
de Derecho (o jurídicas). Y como ejem- o por decisión del causante (cuando la
plos de estas últimas señalan la herencia comunidad es de origen hereditario).
(que es el ejemplo que menciona el La partición es el conjunto de actos
art. 2306), la que queda al disolverse la tendientes a distribuir los bienes comu-
10
8
La propiedad y la posesión
nes entre los comuneros en proporción salidad (la concepción romana) los con-
a sus cuotas. La adjudicación es el acto
por el cual el comunero recibe un bien
determinado de la comunidad, en pago
de su cuota.
Conferir efecto atributivo a la
adjudi- cación significa resolver que
cuando a un comunero se le adjudica
un bien, él es dueño de ese objeto
desde el día de la adjudicación.
Constituye, pues, título tras- laticio de
dominio; al entregarle la cosa al
comunero, se configura una enajena-
ción (la adjudicación “atribuye”
dominio). El efecto atributivo se opone
al efec-
to declarativo de la adjudicación, por el
cual se considera que el adjudicatario es
dueño del objeto adjudicado desde el día
en que se originó la comunidad. Se le
confiere, pues, un efecto retroactivo; por
una verdadera ficción se considera que
ha sido dueño exclusivo de ese bien des-
de el día en que se originó la comunidad
y, recíprocamente, se asume que nunca
tuvo derechos en los demás bienes, adju-
dicados a otros comuneros (la adjudica-
ción “declara” un dominio ya existente).
La importancia de optar por una u
otra alternativa se puede observar en las
enajenaciones efectuadas o los graváme-
nes constituidos por uno solo de los co-
muneros a favor de terceros durante la
indivisión. Por ejemplo, uno de ellos (sin
acuerdo de los otros) constituye usufruc-
to sobre un objeto de la comunidad; y
después, ese bien es adjudicado a él (al
que constituyó el usufructo). Con el efec-
to atributivo, el usufructo fue constituido
por quien no era dueño, porque lo es
sólo desde la partición. Con el efecto de-
clarativo lo constituyó el dueño, pues lo
es desde que se originó la comunidad.
En este punto el Código chileno optó.
Se apartó aquí de la concepción romana
y consagró el efecto declarativo de la ad-
judicación (art. 1344; el art. 718 señala el
mismo efecto para la posesión, pero tie-
ne un alcance discutido, como se verá
más adelante; infra, Nº 166).
2ª. En cuanto a la relación entre la
cuota y los bienes que integran la univer-
10
9
La propiedad y la posesión
sidera comunicados. Esta heren- cia, lo que se debe a que, por
comunicación existe en dos recaer so- bre una abstracción, no es
sentidos. Por un lado, signi- fica inmueble (ni mueble); el efecto
que la cuota en la universalidad se declarativo de la adju- dicación,
aplica o imprime en cada uno de establecido expresamente en el Código
los bie- nes que la integran y en (arts. 718 y 1344), opuesto al efec- to
cada parte de ellos (así, si en la atributivo que tenía en Roma, sería
comunidad existen un automóvil, también contrario a la comunicación.
una casa y un fundo, cada co-
munero tiene una cuota en el
automóvil, la casa y el fundo). Y,
por otro, significa que la naturaleza
de los bienes queda im- presa, o se
refleja, en la cuota, de modo que la
naturaleza de ésta será la que ten-
gan aquéllos (así, con referencia a
la dis- tinción de bienes en muebles
e inmuebles, si en la comunidad
hay sólo muebles, la cuota es
mueble; si sólo hay inmuebles, es
inmueble, y si hay de ambas clases,
es mixta).
En este punto el Código
chileno no expresó alternativa. Y
he ahí el proble- ma. Acogió o no
la comunicación entre la cuota y
los bienes. Está discutido.
Una opinión, al parecer todavía
do- minante, admitiendo que el
Código chi- leno se inspira en la
concepción romana, estima que
esa concepción no se ha se- guido,
sin embargo, hasta este punto;
sostiene que no se produce la
comunica- ción entre la cuota y los
distintos bienes; el derecho de cada
comunero recae so- bre el todo
común, abstractamente con-
siderado, no sobre las cosas o
partes materiales del mismo. Como
argumentos de tal conclusión se
ofrecen, principal- mente: el art.
1909, por el que el cedente del
derecho de herencia no responde
de la existencia de bienes
determinados, sino sólo de su
calidad de heredero, que se
justifica precisamente porque su
derecho recae nada más que sobre
la universali- dad; el art. 686, que
ordena la inscrip- ción del dominio
y de otros derechos reales cuando
recaen sobre inmuebles, no
menciona al derecho real de
11
0
Los bienes
Pero también se ha sostenido que, ha- se también el art. 1268; aparte de la ac-
biéndose adoptado en nuestro Derecho ción que tiene para perseguir su
la concepción romana, la comunicación herencia (o cuota) poseída por otro (la
entre la cuota y cada uno de los bienes acción pe- tición de herencia), conforme
de la comunidad (característica de esa a ese texto el heredero (el único o
concepción), no está excluida. Los cualquiera de los varios) tiene la acción
arts. 951, inc. 2º y 580 demuestran la reivindicatoria so- bre las cosas
orientación concreta del Código respec- singulares; puede reivindicar cosas
to de la comunidad en cosa universal; lo específicas que sean poseídas por un
que tienen los comuneros son bienes y extraño; esta regla revela que, al tiempo
no una mera abstracción jurídica. Se agre- que es heredero (titular del derecho
ga que el efecto declarativo de la parti- real de herencia) es dueño (si es único)
ción no puede tenerse como argumento o co- dueño, comunero, de los bienes
concluyente para rechazar la comunica- (porque junto con el derecho de
ción, sobre todo teniendo presente que herencia se for- mó una comunidad
la partición no es el único medio de po- universal de dominio entre los varios
ner fin a la comunidad. Así, puede tam- herederos), y si puede rei- vindicar cosas,
bién terminar por la reunión de las cuo- es porque en esa comuni- dad (universal
tas de todos los comuneros en manos de de dominio sobre el con- junto de cosas)
un solo sujeto, según el art. 2312, Nº 1 y, no sólo tiene su cuota abs- tracta (se ha
en tal situación, ciertamente no hay efec- dicho “flotante”), sino también derecho
to declarativo. Si un comunero enajena cuotativo en cada cosa.
su cuota en un bien específico y después Las consecuencias de cada alternati-
otra persona, comunero o extraño, re- va son de evidente importancia. Si no se
úne en sí todas las cuotas, no se reputa produce la comunicación, la cuota no
dueño del todo desde el origen de la co- participa del carácter de los bienes que
munidad, pues aquí no hubo división y componen la comunidad. Con ello, esca-
por consiguiente no se aplican los pa a la clasificación de los bienes en mue-
arts. 718 y 1344; no hay norma con la cual bles e inmuebles. Esto, a su vez, trae
disponer la ineficacia de la enajenación varias consecuencias; por ejemplo: si se
y, por tanto, hay que concluir que subsis- enaje- na la cuota, su tradición no
te tal enajenación cuotativa y deberá ser requerirá de inscripción conservatoria, ya
respetada por este posterior adquirente que ella está establecida para la
del todo común. Queda así demostrado enajenación de inmue- bles y la cuota no
que cada comunero tiene, desde un co- lo es, por más que haya inmuebles en su
mienzo, una cuota en cada objeto. Por contenido concreto, y bastará, por lo
último, cuando se está en presencia de la mismo, cualquiera de las formas de
comunidad hereditaria, debe distinguir- tradición para los muebles del art. 684,
se entre el derecho real de herencia, que que constituiría la regla general; si el
sí recae sobre la universalidad jurídica que indivisario es incapaz, para enajenar su
es la herencia, y la comunidad de domi- cuota no se requiere de las formalida- des
nio que se origina entre todos los here- habilitantes prescritas para enajenar
deros, sobre los bienes del causante (co- bienes raíces suyos.
munidad que recae sobre una universali-
Si la comunicación es admitida, las
dad de hecho puesto que no tiene pasivo,
consecuencias anotadas se transforman
ya que las deudas están divididas, según
en las inversas (v. infra, Nº 147).
el art. 1354); en esa comunidad sobre el
Si la comunidad recae sobre una cosa
activo hereditario, la cuota de cada co-
singular, no hay duda de que la cuota de
munero, como se ha dicho, se comunica
cada uno se radica en el único objeto de
a cada bien de que se compone la
la comunidad y, por tanto, participa de
comuni- dad. En el mismo sentido
su carácter (art. 580). En consecuencia,
puede añadir-
los actos sobre la cuota estarán someti-
11
1
Los bienes
dos a las reglas de los actos sobre el
res- pectivo objeto. Si es un
inmueble, la
11
2
La propiedad y la posesión
otros que, sin tener esos caracteres, sean cernientes a la administración y conser-
declarados comunes (en el reglamento de vación del edificio, el administrador tie-
copropiedad o por los copropietarios). ne la facultad de representar en juicio
La ley señala algunos (en edificios: el activa y pasivamente a los copropietarios,
terre- no, muros exteriores y soportantes, conforme al art. 23).
etc.). De la enumeración legal se 10º. Los copropietarios deben contri-
desprende que son tantos que, en los buir a los gastos comunes (en propor-
edificios, el propie- tario más bien tiene ción al valor de su unidad, como se dijo).
derecho a la exclusi- vidad y privacidad Si una unidad pertenece a dos o más ti-
del uso y goce de lo que encierra su piso tulares, son obligados solidariamente. El
o departamento. administrador puede proceder ejecutiva-
La regla general es que los bienes co- mente contra el deudor; se consagra un
munes no pueden dejar de ser comunes. especial título ejecutivo para el efecto (la
Bastante rígida en la primera legislación, copia del acta de la asamblea en que se
en la actual se ha flexibilizado; en ciertas hayan acordado las expensas comunes).
circunstancias y por acuerdo de la asam- En la totalidad de lo adeudado es deu-
blea, pueden enajenarse, darse en arren- dor quien sea el titular de la unidad al
damiento o gravarse (art. 14). tiempo del cobro (es decir, el actual titu-
5º. El dominio exclusivo es ejercitado lar responde de los gastos comunes adeu-
con modalidades especiales derivadas de dados aun antes de adquirir la unidad).
la naturaleza y caracteres de esta forma 11º. Es posible conferir el uso y goce
de copropiedad. Las controversias entre exclusivo de ciertos bienes comunes a
copropietarios y entre éstos y el adminis- uno o más copropietarios (en el
trador relativas a la administración del respectivo re- glamento o por acuerdo de
condominio, son de competencia del Juz- los comune- ros).
gado de Policía Local. 12º. En cuanto al término del régi-
6º. El derecho del comunero sobre men, la ley actual no se refiere expresa y
los bienes comunes se determina por el directamente a la materia. Pero hay algu-
avalúo fiscal de cada unidad; y en la mis- nas normas al respecto. Así, si la autori-
ma proporción debe contribuir en los gas- dad ordena la demolición del condominio
tos comunes, salvo acuerdo distinto; con se dispone que la asamblea “acordará su
la misma base se determina el voto en las proceder futuro” (art. 37), y dentro de
asambleas de copropietarios; y la cuota esta expresión cabe la disolución de la
que a cada uno corresponde en lo que comunidad. También se contempla la po-
resta de los bienes comunes (cuando el sibilidad de que, con ciertos requisitos,
régimen termina por extinción parcial, la asamblea pueda solicitar a la Dirección
según se dirá). de Obras Municipales que proceda a mo-
7º. La unidad se puede transferir, dificar o dejar sin efecto la declaración
transmitir, hipotecar, gravar con otro de- que acoge el condominio a este régimen
recho real o convenir cualquier derecho (art. 38); en tal situación, la copropiedad
personal, libremente, sin el consentimien- inmobiliaria queda convertida en simple
to de los demás copropietarios. comunidad, que ha de regirse por las nor-
8º. El derecho sobre los bienes comu- mas del Derecho común (que aquí se han
nes es inseparable del dominio, uso y reseñado); la comunidad prodiviso se con-
goce de la respectiva unidad; cualquier vierte en comunidad proindiviso.
nego- ciación sobre ésta alcanza a aquél.
9º. Se disponen normas sobre la ad- 72 bis. Situaciones semejantes (tiem-
ministración del conjunto y las relacio- po compartido y cementerios). Por parti-
nes de vecindad. Para la administración culares factores se han desarrollado tam-
se establecen órganos: la asamblea de co- bién otras modalidades cercanas a la
propietarios, el comité de administración comunidad tradicional que merecen al
y el administrador (para las causas con-
11
6
Los bienes
menos una referencia: el tiempo compar- cuenta con textos legales y comentarios
tido y los cementerios. de doctrina.
a) Tiempo compartido. La institución es Para la apropiada comprensión del
conocida con diversos nombres: multipro- tema y, en particular, para abordar el
piedad, propiedad por turnos, derecho importante capítulo de la calificación de
de aprovechamiento por turnos, tiempo su naturaleza jurídica, estimamos conve-
propio, tiempo compartido (“time sha- niente dar cuenta de estas dos constata-
ring” en el ámbito anglosajón); lo propi- ciones: a) Las normas que en algunos
cio de la denominación se vincula a los ordenamientos se han dictado suelen
términos en que se establece y a la califi- contener ciertos rasgos substantivos que,
cación que se le atribuya (como se irá por cierto, influyen en la final califica-
viendo). Su origen es relativamente re- ción jurídica, pero generalmente se han
ciente; se ha desarrollado particularmen- dedicado a imponer controles, especial-
te en inmuebles, en el sector turístico o mente mediante exigencias formales;
de recreación. b) Ante la falta de estatuto regulador,
En descripción inicial, consiste en el en la práctica el negocio se ha desen-
disfrute de un bien alternadamente en- vuelto con gran variedad de modalida-
tre varios titulares, conviniéndose el pe- des, tanto en las características del obje-
ríodo (en extensión y fecha de cada año) to material (inmueble) sobre el que se
en el que corresponderá a cada uno. contrata, como en el diseño jurídico em-
Habitualmente incluye sectores de pleado. En cuanto a las primeras, se ha
uso exclusivo junto a espacios comunes aplicado a un inmueble (un edificio), a
(como los de la copropiedad inmobiliaria). varios edificios intercambiables dentro de
Asi- mismo, lo más frecuente es que un conjunto, a edificios o conjuntos ubi-
incluye variado mobiliario. cados en distintos lugares del mundo,
Ha prosperado, por la mutua conve- etc. En cuanto al segundo, se han toma-
niencia para los involucrados. El inver- do como modelo o, al menos, como pun-
sionista logra mejorar la rentabilidad del to de referencia: la propiedad, con mo-
objeto; los usuarios, evitando soportar el dificaciones (por ej., con exclusión de
elevado costo de un inmueble en domi- su carácter perpetuo); la propiedad con
nio exclusivo, logran disfrutarlo por cier- su modalidad de comunidad (a su vez
to período en la época que eligen (al con diversos matices); otros derechos rea-
menos dentro de sus posibilidades eco- les limitados (especialmente el usufruc-
nómicas y en su personal percepción de to); la sociedad, el arrendamiento, etc.
la relación calidad-precio). Incluso, En suma, en la base, las opciones giran
como se ofrece la posibilidad de en torno a las nociones de derecho real
intercambios en el ejercicio del derecho o personal (la alternativa del derecho
(facilitado por las denominadas real se relaciona con el problema de si
“sociedades de intercam- bio”), se añade los particulares pueden o no crear dere-
el atractivo de diversificar los lugares y chos reales no establecidos en la ley, que
épocas de esparcimiento. ya fue referido al comienzo). Debe te-
Por otra parte, por falta de control su ner en cuenta también que las posibili-
irrupción ha engendrado algunos abusos dades de éxito de cada una de estas pro-
(que, al parecer se han ido salvando) y, posiciones no sólo dependerán del
por cierto, persisten vacíos e interrogan- afinamiento conceptual sino de las nor-
tes; se presentan, aquí como en otras ma- mas que en el respectivo ordenamiento
terias, por el frecuente adelanto de la rijan para la correspondiente institución
realidad a la regulación jurídica. En otros y que se impongan como inmodificables
términos, su estructuración se encuentra (por ej., entre nosotros, la alternativa de
en gestación, con diverso grado de avan- la comunidad tropezará con la impres-
ce en los diferentes ordenamientos, con- criptibilidad de la acción de partición y
siderando que en varios países ya se
11
7
La propiedad y la posesión
la limitación del pacto de indivisión, con- de la vida nacional, gestados sobre la in-
forme al art. 1317; la del usufructo tiene mediata circunstancia de que desde sus
el inconveniente de que es intransmisi- comienzos y por mucho tiempo su orga-
ble, etc.). nización y funcionamiento se mantuvie-
En las legislaciones que han regula- ron vinculados a la Iglesia Católica.
do la materia se ha optado por diversas Por cierto, la referencia que aquí será
soluciones (así, por ej., en Francia se formulada está dirigida al capítulo de los
adopta la forma societaria; en Grecia, se derechos que se tienen en el preciso lu-
le ha asimilado a un arrendamiento con gar de la sepultación.
especiales características; en España se Luego de un precepto del CC. (el
confiere la opción de regularlo como de- art. 587 del CC., según el cual el uso y
recho real o personal). goce de cementerios en predios de parti-
En Chile no se ha dictado un estatu- culares pasarán con ellos a quienes ad-
to sobre la materia; no obstante esa ca- quieran los predios, salvo que se disponga
rencia, en la práctica el negocio se ha otra cosa por testamento o acto entre vi-
concretado y hay varias instalaciones con vos), los principales textos son: el Código
esta forma de aprovechamiento (aunque Sanitario (Libro VIII, arts. 135 y sgts.); la
su incremento se ha desatado al ley 18.096, que dispone el traspaso de ce-
parecer con ritmo irregular). Para el menterios de Servicios de Salud, a las Mu-
acuerdo en- tre el inversionista y los nicipalidades; el DS. 357, Reglamento
usuarios se ha acudido principalmente a General de Cementerios; el DFL. Nº 1
la constitución de usufructos (incluso con que determina las materias que requieren
varios usufruc- tuarios para un mismo au- torización sanitaria expresa.
período, general- mente parientes entre Conforme a estos textos:
ellos, con derecho de acrecer, para 1. Cementerio es un “establecimiento
sortear la dificultad de la destinado a la inhumación o a la incine-
intransmisibilidad que –como se sabe– ración de cadáveres o de restos humanos
por norma está impuesta para este dere- y a la conservación de cenizas provenien-
cho real). tes de incineraciones” (Regl. General de
Estimamos que en la decisión acerca Cementerios, art. 2º).
de la naturaleza jurídica y sobre todo para 2. Existen cementerios generales (o
el diseño del convenio que debe suscri- públicos) y particulares. Los primeros
birse entre el inversionista y los usuarios son los que pertenecen a alguna institu-
(mientras los textos legales no impongan ción del Estado (como los del Servicio
uno), debe considerarse la substancia pre- Nacional de Salud –SNS.–, los de las Mu-
valeciente que se persigue, entre la pro- nicipalidades); los particulares son los
piedad del objeto o el servicio que se presta de cultos religiosos, los de colonias ex-
con base en él; el objetivo predominante tranjeras, etc. (Regl. General de Cemen-
encuentra en los esquemas jurídicos el terios, art. 15).
instrumento propicio: el derecho real o 3. La instalación y funcionamiento
el derecho personal. Por lo mismo, si – de cementerios, públicos y privados,
como parece ser– los usuarios persiguen requie- re autorización sanitaria expresa
el objetivo de encontrar eficientes y opor- (DFL. Nº 1, art. 1º, Nº 26).
tunos servicios más que adquirir una 4. Sólo en cementerios legalmente
cuota de las instalaciones materiales, con autorizados podrá efectuarse la inhuma-
las car- gas que siempre traen consigo, el ción de cadáveres o restos humanos (sal-
dere- cho personal, con la correlativa vo autorización del Director General de
obligación (descritos apropiadamente en Salud) (Código Sanitario, art. 135).
el contra- to) se presenta como el 5. Sólo el S.N.S. podrá autorizar la
instrumento más propicio. instalación y funcionamiento de cemen-
b) Cementerios. Como se sabe, en el terios (Código Sanitario, art. 136).
país el tema evoca influyentes episodios
11
8
Los bienes
6. Corresponderá a las Municipalida- definida. Han sido sostenidas las más va-
des instalar cementerios, previa aproba- riadas alternativas. La circunstancia de
ción del SNS., en los lugares en que no existir cementerios públicos y privados,
los hubiere o fueren insuficientes (pu- conduce a distinguir para esos efectos.
diendo adquirir o expropiar terrenos En los públicos se ha propuesto la califi-
para el efecto) (Código Sanitario, art. cación de derecho real, derecho perso-
138). nal, derecho real administrativo, “permi-
7. Los terrenos dedicados a cemente- so especial de uso”. En los privados, el
rios deberán ser única, exclusiva e irrevo- derecho que surge del contrato que se
cablemente destinados a este objeto celebra entre la sociedad que crea el Ce-
(Regl. General de Cementerios, art. 16). menterio y el adquirente del derecho de
8. Se distinguen diversas clases de se- sepultación asimismo ha sido objeto de
pulturas (mausoleos de familia, nichos variadas calificaciones: de derecho real
perpetuos y temporales, sepulturas en (dominio, de propiedad prodiviso, de de-
tie- rra perpetuas y temporales, etc.)(art. recho real limitado) y de derecho perso-
29). nal (y en esta última se ha añadido el
9. La situación jurídica de la sepultu- complemento de “derecho personal in-
ra y la naturaleza del derecho sobre o nominado”, inmueble).
respecto de ella ha sido discutida en la
doctrina y en nuestros textos no queda
11
9
Los bienes
12
0
Capítulo III
LOS MODOS DE ADQUIRIR EL DOMINIO
12
2
Los bienes
Los orígenes surgen en el Derecho ro- ciones de efecto real del contrato se debe
mano a partir de la dualidad, y en su no- recurrir a la tradición o a un acto seme-
table evolución, con señalada influencia jante cuando el contrato se refiere a obli-
de las tradiciones fictas, va gestándose la gaciones de género o alternativas, en que
dispersión (v. infra, Nº 115)(debe adver- con el solo título no queda individualiza-
tirse que al no ser terminantes los da la cosa que se transfiere. Y entre noso-
antecedentes, los historiadores discuten tros –como se podrá apreciar más ade-
muchas apreciaciones). A los inicios de lante– hay situaciones en las que se llega
su aplicación en Roma (precedida, como a configurar una especie de efecto real
se sabe, por la mancipatio y la in jure cessio) del contrato, sobre todo en la transferen-
la tradición estuvo orientada, fundamen- cia de bienes incorporales (el autor del
talmente, a la posesión, al cambio poseso- Código, apartándose del precedente ro-
rio (no a la transferencia de derechos); mano, exigió tradición no sólo para el
permitía al adquirente entrar en la pose- dominio, sino también para los demás de-
sión de la cosa. Por otra parte, y puede rechos reales, y aun personales, originán-
sostenerse que por la propia razón ante- dose en ellos algunos inconvenientes; con-
rior, unida a una concepción sensible o cretamente, aunque la ley lo imponga, es
material del Derecho, antes que todo se difícil efectuar una auténtica tradición
manifestó como un acto de entrega mate- para transferir los derechos de usufructo
rial, física. Con el tiempo, la transforma- o uso sobre muebles, o de un derecho
ción fue apareciendo en ambas direccio- personal no documentado; se volverá so-
nes: aplicándose como modo de transfe- bre este punto).
rir también el dominio, y desligándose de Debe considerarse también la intere-
su carácter materializado. Por imposición sante alternativa adoptada por el Dere-
de la realidad, que en muchas situaciones cho alemán.
imposibilita una entrega de la cosa de En nuestro CC. configuran el sistema,
mano a mano (atendidos su peso y volu- fundamentalmente, los arts. 588, 670 y
men y la capacidad física humana) ya en 675; pueden mencionarse también los
la época del Derecho justinianeo se halla- textos que definen los principales títulos
ban en pleno desarrollo las tradiciones fic- traslaticios de dominio, como los arts.
tas o simbólicas, que fueron reemplazando 1793 y 1897, con- forme a los cuales el
en gran medida la entrega real, incluso en vendedor, el permu- tante, se obligan a dar
objetos en que ésta era posible. Este des- la cosa; también es claro para este efecto
envolvimiento constituye una desmateria- el art. 1824 (la defi- nición de la donación
lización de la tradición (también llamado del art. 1386, que es otro destacado título
proceso de “espiritualización”), que resul- traslaticio de domi- nio, es justamente
tó trascendental; no cesó en el futuro, ex- objetada por la impro- piedad de su
tendiéndose en su aplicación e intensifi- redacción a este respecto).
cándose el empleo, mediante fórmulas pu- Los modos de adquirir están estable-
ramente contractuales. Con nuevos cidos en la ley y, por el carácter institu-
impulsos, de procedencia filosófica, el cional de la materia de propiedad, no
pro- ceso culminó a fines del siglo XVIII pueden tenerse como tales sino los que
en un verdadero efecto real del contrato, el texto legal menciona (entre nosotros
por el que el solo convenio transfiere la C. Pol. así lo dispone expresamente el
dominio, consagrado, como se ha dicho, art. 19, Nº 24). Los enumera el art. 588.
en el Có- digo francés (art. 1138 y de A ellos debe agregarse la propia ley (por
ahí seguido por varios otros). ej., se adquieren por ley el usufructo le-
Una observación de ambos sistemas
gal del marido sobre los bienes de la
permite concluir que en su
mu- jer, y el del padre sobre los bienes
funcionamien- to concreto ninguno
del hijo; la jurisprudencia ha resuelto
mantiene su pureza en toda
que en la expropiación la ley constituye
circunstancia. Así, en las legisla-
12
3
Los bienes
título y modo de adquirir el bien
expropiado).
12
4
La propiedad y la posesión
74. Clasificaciones del titular del derecho para que el modo opere.
a) Originarios y derivativos. El modo es La clasificación tiene lugar debido
originario si permite adquirir la propie-
dad independientemente del derecho de
un antecesor; así ocurre en la ocupación,
la accesión, la prescripción (aunque se
ha discutido, como se verá al tratarla). El
modo es derivativo si por él se adquiere
el dominio que es traspasado de otro
titular (que, por tanto, es el antecesor);
pertene- cen a esta clase la tradición y la
sucesión por causa de muerte. La
distinción tiene importancia para
determinar el alcance y características
del derecho del adquiren- te. Si se
adquirió el dominio por un modo
originario, bastará examinar el acto o he-
cho que configura el modo, y la cosa so-
bre la que recae. En cambio, si se ha ad-
quirido por un modo derivativo, será
preciso además examinar los derechos
que tenía el antecesor, pues “nadie puede
trans- ferir más derechos que los que
tiene”. Así entonces, si el tradente, por
ejemplo, no era dueño de la cosa cuya
tradición efec- túa, no adquiere dominio
el adquirente (art. 682); igualmente, si la
cosa estaba gra- vada, el adquirente (o el
heredero, en la sucesión por causa de
muerte) la adquie- re con tales
limitaciones.
b) A título universal y a título singular.
Se clasifican así según se puedan adqui-
rir con ellos universalidades jurídicas o
bienes determinados. La ocupación y la
accesión permiten adquirir sólo bienes
específicos; son modos de adquirir a
títu- lo singular. Por la sucesión por
causa de muerte se pueden adquirir
bienes deter- minados (legados de
especie o cuerpo cierto) y
universalidades (herencias). La tradición
y la prescripción son modos de adquirir
generalmente a título singular, pero
excepcionalmente lo son también a título
universal (así acontece cuando un
heredero transfiere su derecho de heren-
cia, y cuando un heredero aparente llega
a adquirir por prescripción la herencia
que ha venido poseyendo).
c) Por acto entre vivos y por causa de
muerte. Según presuponga o no la muerte
12
5
La propiedad y la posesión
precisamente a la existencia de un derechos rea- les son los modos de
modo de adquirir que se configura adquirir; pero tam- bién es posible la
a la muerte del causante, la transferencia de un derecho personal ya
denominada sucesión por causa de existente, que ten- drá lugar a través de
muerte; los demás son modos de un modo de adqui- rir. Así, un acreedor,
adquirir por actos entre vivos. que lo es porque prestó una cantidad de
d) La gratuidad y la dinero, puede ven- der su crédito y en tal
onerosidad. Suele aplicarse a los caso tendrá que efectuar la tradición de
modos de adquirir la clasifi- cación ese derecho per- sonal al que se lo ha
de actos en gratuitos y onerosos; comprado, el cual entonces lo adquiere.
se agrega que la distinción se
formula según signifiquen o no
una contraprestación pe- cuniaria
para el adquirente; y se concluye
que pertenecen a la primera clase
la ocu- pación, la accesión, la
prescripción y la su- cesión por
causa de muerte, y que la tradi-
ción, por su especial naturaleza,
tiene un carácter que lo determina
el título que le sirve de
antecedente; si ese antecedente es
un acto gratuito (como una
donación), será un modo a título
gratuito, y si es un acto oneroso
(como una compraventa), lo será a
título oneroso (v. infra, Nos 94 y
95). Por nuestra parte, estimamos
que los modos de adquirir son
ajenos a la mencionada dis-
tinción. Desde luego, ella se refiere
a actos jurídicos, y ocurre que
algunos modos (como la accesión)
ni siquiera están consti- tuidos por
actos. En definitiva, y tal como se
aprecia claramente en la tradición,
es el título el que tendrá una u otra
calificación.
76. Se puede adquirir por un solo calificando así a los tres modos de adqui-
modo. Aunque resulta evidente, los
tribu- nales han debido precisarlo: no es
posible adquirir un bien por dos o más
modos. La aplicación de uno de ellos
hace inne- cesario (más aún, ineficaz)
otro (así como no se puede hacer lo
hecho, no se puede tampoco adquirir lo
ya adquirido; los fa- llos se han referido
a casos en que, ante el riesgo de que se
pueda discutir la existen- cia o validez
de un modo determinado, el litigante
aduce otro, a mayor abundamien- to; por
ej., se afirma haber adquirido por
sucesión por causa de muerte y por pres-
cripción).
PÁRRAFO II
LA OCUPACIÓN
12
8
La propiedad y la posesión
en cualquier momento pedir que ese cipio de que “lo accesorio sigue la suerte
goce gratuito cese). Podría pretenderse
que si ningún comunero entra a gozar (a
perci- bir frutos) gratuitamente, regiría
la regla de que los frutos son comunes,
pero que cualquier comunero puede
gozar gratui- tamente mientras no haya
reclamación; esta solución implica
simplemente hacer prevalecer el art.
655. La otra alternativa (que
preferimos), es que en el texto del CPC.
el término “goce” está tomado en el
sentido de “uso” y que, de este modo, la
regla del dominio común de los frutos
no es alterada; mientras no haya oposi-
ción, cualquiera puede usar la cosa co-
mún, pero los frutos (naturales o civiles)
son inevitablemente comunes. En este
mismo sentido milita el art. 2081 (ubica-
do en la sociedad, pero aplicable a la co-
munidad por el art. 2305).
13
6
La propiedad y la posesión
13
7
La propiedad y la posesión
nen normas para indemnizar a arts. 670 a 699. Además, deben
quien en definitiva nada adquirirá. considerarse:
Se imponen di- ferentes – Las disposiciones del Reglamento
soluciones según sea el dueño del del Registro Conservatorio de Bienes Raí-
suelo quien edifica, siembra o ces, para la tradición de inmuebles;
planta con materiales ajenos o sea – Arts. 1901 y sgts., para la tradición
el dueño de los materiales quien de derechos personales;
edifica, siembra o planta en – Disposiciones del Código de Comer-
terreno ajeno (arts. 668 y 669). cio, para la tradición de créditos mercan-
Una tercera situación, la del que tiles (su estudio corresponde al Derecho
edifica, siembra o planta con comercial).
materiales ajenos en el suelo
también ajeno, no contem- plada
expresamente, puede de igual
modo solucionarse con los
mismos tex- tos. Estas reglas están
relacionadas con las de las
prestaciones mutuas de la rei-
vindicación (como lo expresa el
art. 669).
PÁRRA
FO IV
LA
TRADICI
ÓN
I. Descripción general
93. 1) Concepto y textos.
Con ante- cedentes en el Derecho
romano, desarro- llados en la
Edad Media, para la transfe-
rencia de bienes el Código chileno
–como se ha dicho– establece la
dualidad título y modo de adquirir
(v. supra, Nº 73 e in- fra, Nº 115).
Es en la aplicación del modo
tradición en donde se observa con
parti- cular claridad –y el único
caso en que tiene lugar, según
algunos– ese régimen.
El art. 670 la define como “un
modo de adquirir el dominio de
las cosas y con- siste en la entrega
que el dueño hace de ellas a otro,
habiendo por una parte la facultad
e intención de transferir el do-
minio, y por otra la capacidad e
inten- ción de adquirirlo” (inc. 1º).
Las reglas se contienen en los
13
8
Los bienes
14
2
Los bienes
al tiempo de efectuar la tradición (arts. par- tes. Nada nuevo se agrega aquí, desde
682 y 683; al tratar los efectos de la que
tradición se examinará este punto).
El adquirente. Debe ser plenamente
ca- paz, por la razón indicada para el
traden- te; está celebrando un acto
jurídico. La sanción por falta de
capacidad (como tam- bién se dijo para
el tradente), será la or- dinaria para estos
casos.
c) El error “en el título”. Producién- pro- blema de fondo en estos casos de ventas
dose el error en el título, la consecuencia forzadas, cual es el de falta de real con-
ha de encontrarse en las reglas respecti-
vas; así, para ese efecto, el precepto
(art. 677) no resulta necesario (sin
embar- go, como veremos pronto,
constituye otra demostración –junto al
fundamental art. 675– del carácter
causado de la tradición).
efecto imponiéndolo en las normas que pro- duce siempre que el tradente haya
regulan aquellas agresiones al título (al sido
regular la nulidad, la resolución, la
acción de petición de herencia, etc.),
establecien- do que ellas no confieren
reivindicatoria contra terceros que hayan
adquirido de buena fe a título oneroso
(se volverá so- bre este punto al tratar el
Registro; infra, Nos 124 y 125, y su
crítica, Nº 144).
III. Efectos
107. a) El efecto normal de la tradi-
ción. Es transferir el dominio del traden-
te al adquirente (arts. 670, 671, 1575).
Siendo un modo de adquirir derivati-
vo, este efecto normal, en el que la tradi-
ción desempeña precisamente su función
de modo de adquirir la propiedad, se
151
Los bienes
dueño de la cosa que transfiere; si no Este efecto de que la tradición deja
lo era, se originarán otros efectos que al adquirente en posesión (salvo casos
se ve- rán a continuación. Por otra extra- ños, como el recién descrito),
parte, si el tradente tenía el objeto tiene lugar cuando el tradente es dueño,
sometido a gravá- menes reales, el cuando es sólo poseedor y, aun, cuando
adquirente lo adquirirá con las es mero te- nedor; siempre el
mismas cargas; todo siguiendo el adquirente queda en
citado principio de que nadie puede
trans- ferir más derechos que los que
tiene.
Pero, además, produce el efecto
de dejar al adquirente en posesión de
la cosa. Esto porque, en la tradición,
ambas par- tes tienen la intención de
que el adqui- rente quede como
dueño. Así, éste la ten- drá
considerándose dueño. Como con la
tradición quedará, generalmente, con
la cosa a su disposición, a su merced
(aun- que no la atrape físicamente),
entonces reunirá los elementos de la
posesión, exi- gidos en el art. 700;
tiene una cosa, con ánimo de dueño.
Será, en consecuencia, dueño y
poseedor.
Se ha dicho que “generalmente”
que- dará con la cosa a su disposición,
porque mediante las tradiciones
simbólicas pudiera darse el
excepcional caso de que alguien
efectúe a otro la tradición de una cosa
que, además de no pertenecerle,
nunca la haya tenido a su disposición
(por ej., efec- túa la tradición
mostrándosela, conforme al art. 684).
En tal caso el adquirente, si bien tiene
el ánimo de dueño (animus) porque
recibió en tradición, no tendrá po-
sesión, porque le faltará el elemento
te- nencia (corpus)(sería la situación de
alguien que vende una cosa ajena;
nunca la ha detentado, efectúa al
comprador la tradi- ción simbólica
mostrándosela, y luego de dos años el
adquirente pretendiera que la ganó
por prescripción e intenta reivindi-
carla del dueño, quien a todo esto no
tie- ne noticias de la maniobra, porque
él nun- ca ha sido turbado en la
posesión de su objeto; aquí el
adquirente no ganó pose- sión –por
falta de tenencia– ni la ha per- dido el
verdadero dueño).
152
La propiedad y la posesión
posesión de la cosa (así, el art. 730 cionan como título otros modos de ad- quirir el
expre- samente resuelve que el que dominio, mas no a la tradición,
recibe del mero tenedor queda en
posesión; con ma- yor razón si recibe de
un poseedor). Por esto es que bien puede
decirse (como se ha dicho) que el primer
efecto de la tradi- ción es dejar al
adquirente en posesión, y que produce el
otro, el de transferir el dominio, cuando
el tradente era dueño.
110. d) Otras
particularidades. Den- tro de los
efectos de la tradición, tam- bién
debe hacerse referencia a algunos
puntos específicamente regulados.
111. Retroactividad. Si el
tradente no era dueño de la cosa
que ha entregado y posteriormente
adquiere el dominio de ella, la
transferencia al adquirente se en-
tiende producida desde el instante
en que se efectuó la tradición (art.
682, inc. 2º, en concordancia con
el art. 1819). El pre- cepto es de
evidente conveniencia prácti- ca,
pero no muy satisfactorio en
estricta lógica porque, siguiendo
una secuencia en el tiempo resulta
que, como al efec- tuar el tradente
la tradición el verdadero dueño no
perdió su dominio sobre la cosa
entregada, se produce,
teóricamente, una superposición
de dominios (si el 1º de enero
alguien efectúa a otro la tradición
de una cosa ajena, y el 30 del
mismo mes el tradente adquiere el
dominio de aque- lla especie, se
entiende que el adquiren- te es
dueño de ella desde el 1º de enero;
pero como el primitivo dueño lo
siguió siendo hasta el 30 de enero,
resulta que durante ese mes dos
sujetos, sin conven- ción y
autónomamente, habrían sido due-
ños del mismo objeto).
154
Los bienes
serva de dominio, que podría establecer- comenzará a producir sus efectos desde que
se con frecuencia en las compraventas llegue un cierto día.
con pago a plazo, con la consiguiente
confu- sión de propietarios,
especialmente res- pecto de terceros;
además, reservándose el dominio, el
vendedor podría gravar la cosa con
derechos reales, que afectarían al
comprador aun luego de pagar todo el
precio. Sin recurrir a la cláusula, si el
com- prador no paga el precio, el
vendedor encuentra protección en el art.
1489 (y respecto de terceros, se dispone
de los arts. 1490 y 1491, que no
corresponde tra- tar aquí).
– Puede someterse asimismo a una
condición con efecto resolutorio para el
adquirente (A dona a B un automóvil y
se lo entrega, estableciéndose en el acto
de la donación que lo restituirá si obtie-
ne un título universitario). En esta situa-
ción se ha planteado la controversia de si
el art. 680 se aplica también cuando ope-
ra la llamada condición resolutoria tácita
(del art. 1489), como cuando el compra-
dor de una cosa no paga posteriormente
el saldo de precio y por tal motivo la
ven- ta se resuelve. La dificultad, en
definiti- va, no merece plantearse; es
evidente que si al incumplirse una
obligación de las contenidas en el título
se recurre al art. 1489 y se obtiene por
sentencia judi- cial la resolución del
contrato, por apli- cación de los
principios de la resolución quedará sin
efecto la tradición y debe res- tituirse lo
que se recibió en virtud del título
resuelto; prescindiéndose del art. 680,
al resultado de la restitución igualmente
se llega por los efectos de la resolución
(que son tratados en el estu- dio de las
obligaciones condicionales).
– También puede someterse a un pla-
zo (aun cuando no lo expresa el art.
680). Debe repetirse que tal modalidad y
sus particularidades habrá que buscarlas
en el título. Con plazo suspensivo, la
situa- ción será poco común; debe
observarse que no se trata aquí de que la
obligación de efectuar la tradición se
postergue, sino que se conviene que la
tradición que aho- ra se efectúa
157
La propiedad y la posesión
Se trata también aquí de una una jus- tificación de la tradición, cual
tradición anticipada; vale lo dicho es la de conceder publicidad a las
para la cláusula de reserva de transferencias del dominio. Si con la
dominio. Tendrá lugar la tradición entrega la tradi- ción patentiza la
a plazo extintivo si se pacta que mutación de dominio ante los terceros –
llegado cierto día se extinguirá el los que tomarán cono- cimiento de ella–
domi- nio para el adquirente (aquí, y evita que el vende- dor, conservando
como en el caso de una condición el objeto en su poder
con efecto resolu- torio para el
adquirente, puede configu- rarse
un usufructo o un fideicomiso, que
serán tratados más adelante).
160
La propiedad y la posesión
escrita de su realización (por ej., en el puede efectuar ya por alguna de las for-
mismo título, usualmente compraventa, mas del art. 684, ya por la indicada en el
convendrá agregar que “en este mismo art. 685 inc. 1º (puede sí observarse una
acto se efectúa la tradición de la cosa diferencia: acudiendo al art. 684, un solo
vendida, mostrándola el vendedor al acto, por ejemplo la muestra del bosque,
com- prador”). efectúa la tradición del conjunto de ár-
En todo caso, debe recordarse una boles, en tanto que empleando el art.
conveniente presunción de haberse efec- 685, la tradición se va efectuando por
tuado la tradición, consignada en las cada árbol, conforme se vayan
nor- mas de la posesión (art. 702, inc. cortando).
final).
121. Reserva legal de las formas fic-
120. Tradición de muebles por antici- tas. Se ha discutido si es o no posible
pación. El art. 685 establece una regla ge- que la tradición ficta se pueda efectuar
neral para la tradición de esta clase de por formas distintas de las señaladas en
bienes (inc. 1º). Esta disposición está en el art. 684 (aparte, ciertamente, de las
relación con el art. 571, pero no hay con- situaciones en las que leyes especiales
flicto entre ellos (como parece despren- disponen otras formas). Algunos auto-
derse de un fallo), porque tratan mate- res no ven inconvenientes, así también
rias diferentes: el art. 571 califica de se ha resuelto. Otros niegan tal posi-
muebles ciertos bienes, que son bilidad; se sostiene que estas formas fic-
llamados muebles por anticipación; en tas son creaciones de la ley, siempre ex-
tanto que el art. 685 inc. 1º establece la cepcionales; y sobre todo porque desde
forma como se efectúa la tradición de el punto de vista de la posesión, que
estos bienes. El precepto regula una también se adquiere –y quizás es lo que
forma de tradición real, al prescribir que principalmente se adquiere– con la tra-
la tradición se veri- fica en el momento dición, el Código dispone que la pose-
de la separación de estos objetos. Para sión se adquiere por la aprehensión ma-
que valga como tradi- ción es necesario terial o legal (art. 723), y no puede
que esa separación se efectúe “con haber aprehensión legal donde la ley no
permiso del dueño”, pues ahí está, la establece; se hacen notar, asimismo,
precisamente, la voluntad del tra- dente. los términos perentorios, limitativos, del
Se ha discutido si la tradición de es- art. 684, antes de iniciar la enumera-
tos bienes se puede efectuar por alguna ción.
de las formas de tradición fictas del
art. 684, además de la forma real que in- 122. Valor comparativo. Se ha discu-
dica el art. 685. Como no se viola clara- tido el igual o diferente valor que se les
mente ninguna norma, la conveniencia ha de atribuir a estas dos posibilidades
práctica aconseja la afirmativa. de efectuar la tradición: real y simbólica.
El inc. 2º del art. 685 consigna una La ausencia de desplazamiento físico de
regla de acceso a la propiedad ajena, de la cosa tradida en la ficta da mayor oca-
carácter práctico (un acreedor pretende sión para el conflicto. Puede ocurrir que
que se le pague lo que se le debe, pero un tradente efectúe una tradición ficta y
ha de respetar la propiedad ajena; si el luego la real, de la misma cosa, a
deudor se negare persistentemente, el diferen- tes personas (X vende a Y un
acreedor tendrá que ejercitar las accio- mueble, y se acuerda que X lo
nes del título respectivo; si le deben la conservará en su poder como
entrega de esos objetos por un contrato, arrendatario; posteriormen- te lo vende
habrá incumplimiento de lo pactado). nuevamente a Z y le efectúa su tradición
Con lo dicho, la tradición de un bos- real). Entre nosotros, en principio, el art.
que (situación frecuente y habitualmen- 1817 soluciona el pro- blema para la
te de valor económico importante), se
163
Los bienes
venta; se dispone allí que, en tal
situación, el comprador que pri-
164
La propiedad y la posesión
mero haya entrado en posesión de la Registro. El art. 686 del Código dispone:
cosa será preferido. En el caso
propuesto, como la posesión se adquiere
al cambiar el ánimo, aun con la tradición
ficta, ha- bría que concluir que Y, el
primer adqui- rente, es el preferido,
teniendo el segun- do sólo una acción de
indemnización. Pero sólo decimos que
en principio se soluciona el problema
porque en la doc- trina se ha discutido
arduamente el pun- to de si en caso de
conflicto entre ambas formas de
tradición tienen las dos igual valor. Con
nuestro art. 1817 se sostiene que, como
el precepto no distingue, ha de
preferirse al primero, aun cuando la
tradición que se le haya efectuado haya
sido la ficta, lo que implica asignar a
am- bas igual valor (podría estimarse
que en la colisión debe atribuirse mayor
valor a la tradición real, particularmente
por un principio protector del tercero: la
tradi- ción ficta, al efectuarse por actos
repre- sentativos, entrega de las llaves
por ejem- plo, no da noticia a los
terceros del cambio de situación de la
cosa; ello es más evidente en la situación
del Nº 5 del art. 684, en que el cambio
de posesión de la cosa al adquirente se
efectúa tan sólo por un cambio de
ánimo; esa publi- cidad sólo aparece en
la tradición real, en que los terceros
pueden darse cuenta de la mutación
ocurrida; así, el segundo adquirente, que
respecto de la primera adquisición era
un tercero, no estaba en condiciones de
saber que ya compraba cosa ajena y,
protegiéndole, habría de concederse más
valor a esta tradición real). Por último,
debe notarse que en- tre nosotros el
problema puede presen- tarse con más
dudas en contratos distintos de la
compraventa, en que no se dispo- ne del
citado art. 1817.
inmuebles (del usufructo sobre inmue- Con diversas de- nominaciones, parece
bles por acto entre vivos, art. 767; del predominar la de “Derecho registral
uso sobre inmuebles, art. 812; del inmobiliario”.
fideicomi- so sobre inmuebles, por acto
entre vivos o por testamento, art. 735;
del censo, art. 2027; de la hipoteca, arts.
2409 y 2410; de la donación irrevocable
de inmuebles, art. 1400).
(así se ha resuelto). El texto original ha anotar todos los títulos que se presenten al
sufrido modificaciones por leyes posterio- Conservador, por orden cronológico de
res, una de las cuales se refiere a una
especial organización del Conservador
de Bienes Raíces de Santiago. Además, se
han dictado numerosos textos legales
que es- tablecen normas registrales
especiales para inmuebles que se
encuentran en si- tuación registralmente
irregular; se trata de leyes denominadas
“de saneamiento de títulos”, a las que se
hará referencia más adelante (infra, Nº
143). Por último, leyes especiales han
encomendado al Con- servador otras
funciones aparte de las originarias, para
llevar el registro de ac- tos relativos a
otros bienes que los inmue- bles, que
también se mencionarán luego (infra, Nº
148).
gente, la coherencia del Registro condu- no está sometido a inscrip- ción, pero respecto de
ce a considerar legalmente inadmisible los cuales, en lugar de prohibirse la inscripción,
un título que contradice aquella inscrip- se permite,
ción. Y ese impedimento registral –se
agre- ga– es independiente de la suerte
que en términos substantivos, civiles,
tenga la es- tipulación.
Pero también puede sostenerse que
el Conservador debe inscribir la
enajenación. En primer término, debe
recordarse que la validez de una tal
estipulación es discu- tida (v. supra, Nº
61). Luego, si se admite, ella genera una
obligación de no hacer, de modo que la
enajenación no importa sino una
infracción de esa obligación, que el
Conservador no es el llamado a contro-
lar o juzgar; a este respecto, se tiene en
cuenta que el principio general en Chile
es que el Conservador debe inscribir los
títulos que se le presenten (siendo autén-
ticos y relativos a inmuebles), salvo
limita- das excepciones que deben
interpretarse restrictivamente, de manera
que es escasa la “legalidad” registral. Por
último, el art. 13 se refiere a las
inscripciones que por ley son
inadmisibles, no por acuerdo entre
particulares, de modo que para fundar la
negativa debería precisarse el precepto
le- gal que declara inadmisible la
inscripción. La jurisprudencia parece
inclinarse por esta segunda alternativa
(v. además
infra, Nº 133).
Finalmente, conviene una aclaración
sobre el enunciado de este tema. La ex-
presión “títulos que deben inscribirse”
debe entenderse no como una orden a
los involucrados en el título o al funciona-
rio, sino como una exigencia para un efec-
to; es decir, los interesados siempre son
libres para pedir o no la inscripción; pero
si quieren lograr el efecto jurídico
fundamental previsto en el título, han de
inscribir (por ej., si se trata de una
compraventa de in- mueble, y quieren ver
efectivamente tras- ladado el dominio
como lo han conveni- do en el título,
deben inscribir). Por su parte, la expresión
“títulos que pueden ins- cribirse” está
referida a títulos cuyo efecto fundamental
185
La propiedad y la posesión
derivando con ella consecuencias los arts. 60 y 61 (v. ade- más infra, Nº
secun- darias al efecto 137).
fundamental del contrato; entre El Regl. no contiene una regla gene-
ellas, la oponibilidad a los ral que expresamente disponga que la
terceros en virtud de la publicidad ins- cripción debe ser pedida, sin que el
que emerge al registrarse el acto. fun- cionario pueda actuar de oficio (es
la llamada “rogación”); pero de diversas
128 bis. Del modo de proceder dis- posiciones se desprende así (o ellas
a las inscripciones, de sus forma y par-
solemnidad. Estas materias están
reguladas principal- mente en los
Títs. VI y VII del Regl. (arts. 54 y
sgts.).
ten de ese supuesto); por ej., de los la regla del art. 82, inc. 1º, por la cual la
arts. 12, 15, 21, 24, 25, 27, 51, 57, 58, 60, falta absoluta en los títulos de las desig-
61, 65 a 69, 74, 78, 79, 81, 85. Está facul- naciones legales requiere escritura públi-
tado para actuar de oficio en ca. Pues bien, en la práctica (al parecer
rectificacio- nes de errores, omisiones o ya no actual) se han cometido algunos
cualquiera modificación equivalente excesos al procederse a efectuar
(art. 88). Y en las cancelaciones “inscrip- ciones por minutas”, que han
expresamente se le nie- ga la actuación originado perjuicios a terceros,
de oficio (art. 92). derivándose enco- nados litigios y
demostrándose con ellas, al mismo
131. Categoría de instrumentos con tiempo, las deficiencias del Re- gistro.
los que se requiere la inscripción. Refe- Fundamentalmente, es del título de
rencia a las minutas. La inscripción debe donde se extraen las menciones que, se-
ser solicitada exhibiendo copia auténtica gún cada clase, debe contener la inscrip-
del título o del decreto judicial en su caso ción, con complementos de otros instru-
(arts. 690 del CC. y 57 del Regl.). mentos, según se ha adelantado recién
Aunque el Regl. no lo dispone ex- (v. infra, Nº 137).
presamente, debe concluirse que se ad- Leyes posteriores al Regl. han ido
miten a inscripción sólo instrumentos exi- giendo otros documentos para
públicos. Así se concluye: a) por la ciertas ins- cripciones; entre éstos, el muy
segu- ridad que confiere esta categoría conveniente plano (por ej., la ley de
de ins- trumentos, que permite la copropiedad in- mobiliaria, las normas
mínima esta- bilidad necesaria para que sobre saneamiento de títulos de dominio,
el sistema cumpla su función; b) por las que regulan la subdivisión predial).
varios pre- ceptos del Regl., que lo dan a También hay normas para la inscrip-
entender (arts. 13, 57, 62, 65). ción de instrumentos otorgados en país
Los textos recién citados aluden a ins- extranjero (arts. 63 y 64 del Regl.).
trumentos “auténticos”. Se sabe que el
Código emplea este término en dos acep- 132. La anotación en el Repertorio.
ciones: como sinónimo de “público” Es el asiento o constancia que se deja en
(art. 1699) y como opuesto a falsificado este libro, de la presentación y recepción
(art. 17). El contexto de aquellas reglas de un título para su inscripción. Esas
y, en especial, el tenor del art. 62, indu- ano- taciones se van efectuando por
cen a concluir que emplean el adjetivo estricto orden de presentación al
en el significado de “público”. Conservador y contienen las menciones
El Regl. agrega que “se exhibirán tam- indicadas en el art. 24 (arts. 65 y 66). Es,
bién los demás documentos necesarios, como se ha apuntado, un libro de
sean públicos o privados” (art. 57). Esta ingreso.
disposición, junto a otras, ha desarrolla- Ya se ha dicho que el Conservador
do el concepto de “minuta”, que convie- no examina la legalidad de los títulos,
ne comentar. Con base en varios precep- puede sí rehusar inscribir en ciertas si-
tos del Regl., en el lenguaje registral se tuaciones, pero “en ningún caso” dejará
entiende por “minuta” un instrumento de anotar en el Repertorio el título pre-
privado, suscrito por los interesados y re- sentado, salvo que el requirente se desis-
lativo a inscripciones en el Registro. Alu- ta de ella (arts. 15 y 67). Parece sí
den a ellas varios textos (los arts. 694 del acepta- ble el rechazo del Conservador a
CC. y 57, 82, 101 del Regl.). Conforme a anotar en el Repertorio si lo presentado
estos preceptos, su función es suplir de- no pue- de ser considerado, ni
signaciones defectuosas o insuficientes de remotamente, un título referente a
los títulos, con el requisito de estar fir- inmuebles, atendida la na- turaleza de la
madas por quienes tengan interés en su institución del Registro.
contenido. Y es el momento de recordar
187
Los bienes
Si, anotado el título en el
Repertorio, el Conservador a
continuación se niega a
188
La propiedad y la posesión
inscribir, por alguna de las causas por las ciones que correspondan al Conservador.
que puede hacerlo (arts. 13 y 14), el Regl.
señala el procedimiento a seguir (arts. 14
inc. final, 25, 18, 19 y 20; v. además infra,
Nº 133).
La anotación en el Repertorio es pre-
suntiva y caduca a los dos meses desde
su fecha si no se convierte en
inscripción, lo que tiene importancia
cuando el Conser- vador devuelve el
título sin inscribir para que se subsanen
defectos (arts. 15 y 16). Convertida en
inscripción, ésta surte efec- tos desde la
fecha de la anotación; opera, pues,
retroactivamente (art. 17). Se ha re-
suelto que esa caducidad no se produce
a los dos meses, si la imposibilidad de
inscribir se debió a una prohibición judi-
cial, de modo que alzada la prohibición
se puede efectuar la inscripción aunque
hayan transcurrido más de dos meses,
sur- tiendo efectos la inscripción, como
siem- pre, desde la anotación en el
Repertorio. Se ha fallado también que
subsanados los defectos del título, debe
requerirse al Con- servador nuevamente
para que inscriba, no pudiendo éste
proceder de oficio.
Efectuada una anotación en el Reper-
torio, parece claro que se pueden efec-
tuar otras anotaciones, incompatibles con
la primera, relativas al mismo inmueble.
Pero, ¿se puede también inscribir antes
que caduque la primera anotación? Y si
ello es posible, la inscripción provenien-
te de la segunda anotación, ¿adquiere va-
lor cuando caduca la primera al cabo de
los dos meses (parece ser lo más acepta-
ble) o incluso antes, cuando consta que
se subsanó el vicio del título primeramen-
te anotado sin que se requiriera la ins-
cripción? Son interrogantes discutidas.
Asimismo, se ha discutido si es posible
inscribir un título cuando, después de
anotado y mientras se subsanaban los de-
fectos, se ha anotado una prohibición ju-
dicial. Se ha resuelto que es nula la ins-
cripción efectuada sin previa anotación
en el Repertorio, por omitirse un trámite
previo y necesario, establecido en consi-
deración a la naturaleza de la inscripción
(art. 1682), ello sin perjuicio de las san-
189
La propiedad y la posesión
Por lo mismo, se ha resuelto la inscripción. Está claro que defectos
nulidad de la inscripción formales del títu- lo constituyen
efectuada después de caducada la fundamento; los ejemplos se refieren a
anotación en el Repertorio. defectos de esta categoría. Pero es
Algunos autores han propuesto la dudoso si se refiere sólo a estos o
posibili- dad de una “renovación” también a substanciales del acto o con-
de la anotación; pero no parece trato contenido en el instrumento. Si se
aceptable porque el Regl. no busca respuesta a través de los ejemplos,
contempla una tal diligencia (así sólo uno es de alcance dudoso sobre su
pa- rece desprenderse de un fallo). naturaleza (formal o substancial): el pe-
Cualquier requirente puede
solicitar el denominado
“certificado de Reperto- rio” en el
que consta la circunstancia de
existir o no anotaciones en el
Repertorio respecto de un
determinado inmueble (art. 69;
este certificado tiene importan-
cia por el efecto retroactivo de las
ins- cripciones a la época de la
anotación).
194
Los bienes
sión material y posesión inscrita). Por con infracción a las normas respectivas.
otra parte, establecido en la evaluación
la que debe prevalecer, la otra pierde
eficacia; el otro (aparente) titular no es
poseedor.
inexistencia de la inscripción traerá cado masivamente, con una gran canti- dad
como consecuencia la inoponibilidad del de predios beneficiados; pero tam- bién ha
embar- go respecto de terceros)(por originado numerosos conflictos,
cierto, el pun- to se relaciona con el de la
naturaleza de la función registral, para lo
cual v. supra, Nº 124; v. también supra,
Nº 133).
En definitiva, la final consecuencia (de
la nulidad o inexistencia de la inscrip-
ción) dependerá del rol que en cada caso
cumple la inscripción (en este punto
debe tenerse en cuenta lo dispuesto en
el art. 696 del Código; v. supra, Nº 128 a).
142. Reconstitución de
inscripciones. En caso de destrucción
total o parcial de los Registros del
Conservador, tiene lu- gar la
denominada “reconstitución de ins-
cripciones”. El procedimiento para la re-
constitución está señalado en una ley
especial (ley 16.665, D.O. de 8 de sep-
tiembre de 1967; es aplicable también a
la reconstitución de escrituras públicas;
arts. 18 de la ley y 436 a 439 del COT.).
209
La propiedad y la posesión
do a la contingencia de una 145. Crítica y proyecto de reforma. Ha
reivindica- ción por el verdadero podido notarse que el grado de
dueño. En otros términos, cuando invulnera- bilidad de la inscripción es,
la inscripción es tradi- ción en gran medi- da, el que determina la
(cuando es practicada en virtud de estructura de un Registro y el
un título traslaticio de dominio), responsable de su funciona- miento. La
es cons- titutiva en su función, escasa seguridad (ya aquí mani- festada)
pero no en sus efec- tos (esta ha constituido el centro de algu- nas
calificación está íntimamente re- deficiencias de nuestro sistema
lacionada con los caracteres que (testimoniado, como se ha dicho, por va-
siguen). rias leyes de saneamiento) y, por tanto,
d) Ostenta una escasa “legalidad”. Se de
ha visto que, conforme al Regl., las
atribu- ciones del Conservador son
limitadas en cuanto al examen de
los títulos que se le presentan a
inscripción (v. supra, Nº 133); y
frecuentemente hay desajustes
entre los datos del predio
consignados en la ins- cripción y
sus caracteres materiales (por las
ya mencionadas falta de
atribuciones de control preventivo
y de exigencia de un plano; v.
supra Nos 131 y 133).
e) La inscripción es bastante
vulnera- ble, bien susceptible de
ser alterada o deja- da sin efecto;
por tanto, su legitimación y su fe
pública registrales son débiles.
Por una parte, por la recién
aludida escasa le- galidad; por
otra, por la relación causal con el
título. La inscripción es la forma de
efec- tuar la tradición de los
inmuebles y –como se dijo– el
Código impuso la tradición cau-
sada, estrechamente vinculada al
título (v. supra, Nº 104 bis), en
términos que la suer- te de la
tradición (y por tanto de la inscrip-
ción) depende en gran medida de
la del título, y así, la ineficacia del
título (por nu- lidad, resolución,
etc., que además operan con
retroactividad) repercute en la
inscrip- ción; ineficaz el título,
ineficaz la tradición (la
inscripción) (esa ineficacia puede
de- berse principalmente a la
nulidad y la reso- lución; v. los arts.
674 y sgts., especialmente art. 675;
arts. 1687, 1689, 1491; v. lo dicho
en supra Nos 104 bis, 124 y 125).
210
Los bienes
nicación de la cuota en cosa universal entre la cuota y los bienes, se concluye que
con los bienes contenidos en ella (v. la tradición de una cuota en cosa universal
supra, Nº 69). Las respuestas que se han se efectúa si- guiendo la naturaleza de los
ofreci- do a estos dos últimos problemas bienes de que
influyen directamente en el tema, de
modo que deben ser consideradas para
concluir cómo se efectúa la tradición de
una cuota en cosa universal (para
continuar, puede te- nerse presente la
tradición de una cuota en una
comunidad quedada al disolverse una
sociedad conyugal, que, como se ha
dicho, según algunos, es un ejemplo de
comunidad en universalidad jurídica,
mientras según otros es comunidad en
uni- versalidad de hecho. Se excluye la
situa- ción de la comunidad hereditaria,
que se verá más adelante; v. infra, Nº
152).
En cuanto a la tradición de cuota de
una universalidad jurídica, según se ha
re- ferido, un sector de la doctrina
concibe perfectamente la comunidad en
universa- lidad jurídica y, negando la
comunicación de la cuota y los bienes de
que se compo- ne (por lo que la
universalidad no tiene la naturaleza de
esos bienes), entienden que la tradición
se ha de efectuar por cual- quier forma
simbólica de las dispuestas en el art. 684,
y no requiere de inscripción
conservatoria aunque haya inmuebles en
su contenido; se estima que se está en
pre- sencia de una abstracción,
universalidad jurídica, que escapa a la
clasificación de bienes en muebles e
inmuebles y, por tan- to, para su
tradición ha de seguirse la re- gla
general en materia de formas de tradi-
ción, que son –según esta opinión– las
del art. 684, siendo la inscripción una
forma excepcional de tradición. Esta
sería la so- lución, según este postulado,
para efec- tuar la tradición, por ej., de
una cuota en la comunidad quedada al
disolverse una sociedad conyugal.
Pero, como igualmente se ha dicho,
el planteamiento anterior ha sido
objetado. Se ha rechazado que haya
comunidad en universalidad jurídica y se
estima que sólo la hay en universalidades
de hecho, y, afir- mando la comunicación
215
Los bienes
se compone; por el art. 684 para los dominio, trans- misión, transferencia y
mue- bles y por inscripción para los gravámenes, a las normas que el
inmuebles (si los hay en la Derecho común establece para los
universalidad). De este modo, bienes muebles. Por tanto, el tí- tulo
siguiendo el ejemplo que se ha uti- respectivo no está sometido a for- mas
lizado, aquella comunidad quedada al especiales (si es compraventa es con-
di- solverse la sociedad conyugal es sensual, sin perjuicio de la limitación
una uni- versalidad de hecho (no tiene
pasivo co- mún; está dividido,
conforme al art. 1354) y la tradición de
la cuota se efectuará como se imponga
según los bienes que la inte- gren en
concreto.
Respecto de universalidades que
sin duda pueden ser calificadas de
universa- lidades de hecho
(colecciones, explota- ciones), cobra
fuerza la solución recién apuntada, y
la tradición de una cuota, como de su
totalidad, habrá de efectuar- se
siguiendo la naturaleza mueble o in-
mueble de los bienes que la
constituyan (debe recordarse una vez
más el art. 580; el establecimiento de
comercio, si se le califica de
universalidad de hecho, que- daría
incluido en esta situación).
bles, y la regla general las formas del derecho real de herencia, relación del heredero
art. 684, la tradición del derecho de he- con el patrimonio del causante
rencia no requiere de inscripción (aun-
que en su contenido haya inmuebles), y
para efectuarla basta cualquier manifes-
tación en que conste la intención de
trans- ferir el dominio (como se ha visto,
esta solución es la misma que se ha dado
para la tradición de cuota de otras
universali- dades que se estiman
universalidades jurí- dicas; v. supra, Nº
47).
La jurisprudencia se ha inclinado
ma- yoritariamente por esta última
solución. Fallos antiguos se han
pronunciado por la contraria. La
adopción de esta postura se ha traducido
muchas veces, en la prác- tica, en que se
entiende efectuada la tra- dición por una
declaración o cláusula agregada al final
del título (escritura pú- blica de
compraventa, por ej.), en que se deja
constancia que en ese acto se efec- túa la
tradición, y, por tanto, es transferi- da la
herencia. La falta de inscripción,
existiendo inmuebles, puede ocasionar
inconvenientes en el orden del Registro
respecto de los Bienes Raíces incluidos
en la herencia, y sorpresas a los terceros.
Siendo posible efectuar la inscripción,
parece conveniente practicarla.
Pero nuevamente surge aquí aquel
planteamiento (ya mencionado) que para
la generalidad de las comunidades en
cosa universal sostiene la comunicación
entre la universalidad (o cuota de ella) y
las cosas que la integran, que en este
tema específico adopta también
particular po- sición. Desde luego,
reprocha (a la últi- ma de las opiniones
recién aludidas, de la abstracción) una
confusión en que in- curriría entre el
derecho de herencia y el de dominio, y a
continuación formula una distinción que
provoca una solución dife- renciada. Se
advierte que para el Código hay dos
derechos reales distintos, el de dominio
y el de herencia (art. 577), y que, por
otra parte, la sucesión por causa de
muerte es un modo de adquirir el domi-
nio (de cosas) (art. 588). Ahora bien, fa-
llecido un sujeto, sus herederos tienen el
225
La propiedad y la posesión
que, por tanto, recae sobre la dejados por el causante). Compartimos
universali- dad jurídica que es la la proposición.
herencia; y, ade- más, al operar Por último, según se dispone en el pro-
la sucesión como modo de pio art. 1909, se puede transferir no sólo
adquirir el dominio, el heredero el derecho a una herencia, sino también
ad- quiere el dominio de las cosas el derecho a un legado (por ej., el legata-
de propie- dad del causante y, rio vende su “derecho a un legado”); y,
siendo varios, se ori- gina entre entonces, debe responderse también a la
ellos una comunidad sobre cosa pregunta cómo se efectúa la tradición
universal (que sería universalidad del derecho a un legado. Según una
de hecho; v. supra, Nº 69). Así, se doctrina,
termina concluyendo que si lo
cedido por el he- redero es el
derecho de herencia (a lo que se
estaría refiriendo el art. 1909), por
recaer éste sobre la universalidad
jurídi- ca herencia (que es
abstracta y, por lo mismo, ni
mueble ni inmueble), su tradi-
ción se efectuará por las normas
del art. 684, aceptando ahí la
solución pro- puesta por la
doctrina precedente; pero si lo
cedido es (por el único heredero)
el conjunto de bienes o (si son
varios) la cuota en la comunidad
de dominio que se originó sobre
los bienes del causante, teniendo
presente la comunicación en- tre
la universalidad y los bienes que
la integran (con los argumentos y
textos le- gales que se
mencionaron en supra, Nº 69),
se debe examinar la naturaleza
de los bienes, necesitándose
inscripción conservatoria si hay
inmuebles; y serán los términos
del título –por ej., la com-
praventa de la herencia o de una
cuota de ella– los que demostrarán
cuál ha sido la intención de los
contratantes, en or- den a si lo
cedido ha sido el derecho de
herencia o la cuota en la
comunidad de dominio. Pero es
evidente que lo que ge-
neralmente interesará al
adquirente será el conjunto de
bienes incluidos en la he- rencia
(es difícil concebir a un potencial
adquirente interesado sólo en “el
dere- cho real de herencia”, con
prescindencia de los bienes
226
Los bienes
mueble preciso que ofrece el heredero o ga que no hay texto expreso que exija
por cualquier otra causa, el tribunal re- que para inscribir a su nombre el
solverá. En tal caso, con la sentencia se inmueble legado esté primero inscrito el
procederá a la inscripción (v. arts. 1553 testamen- to; pero que es más
del CC. y 532 del CPC.). concordante con el espíritu del Registro
Aunque el punto no pertenece exac- conservatorio inscri- bir previamente el
tamente al tema que aquí se está exami- testamento. Y se añade que si bien es
nando, puede agregarse que si se trata cierto que la ley de impues- to a las
de un legado de género de cosa mueble, herencias obliga al heredero o albacea a
se aplica también lo dicho, con la dife- deducir previamente la suma que
rencia de que en él la tradición se efec- corresponda por impuesto antes de pro-
tuará por alguna de las formas señaladas ceder a entregar la cosa legada (art. 59),
en el art. 684 y, por lo mismo, no es ne- la ley no exige que esa entrega deba
cesaria una escritura pública de entrega efec- tuarse por escritura pública.
de legado. Otra opinión estima que para inscri-
b) El legatario de especie (ya se bir es necesario exhibir al Conservador
dijo) adquiere el dominio de la cosa por una escritura pública en que los herede-
suce- sión por causa de muerte. ros o el albacea entreguen al legatario el
Si la especie legada es inmueble, inmueble legado (escritura de entrega
para tratar el tema con relación al art. del legado). Ese acto de entrega lo
688 con- viene distinguir entre la justifican porque: a) es frecuente que el
inscripción a nombre del legatario y la testamen- to no contenga las necesarias
disposición a favor de un tercero. precisiones respecto del inmueble, como
1º. Para adquirir el dominio, este le- para practi- car la inscripción (por ej.,
gatario no requiere inscripción. Pero le dispone que se lega a Pedro la casa en la
conviene inscribir, por los beneficios que el testa- dor vive, sin indicar
que le reportan las demás funciones que deslindes, datos de su inscripción, etc.);
cum- ple la inscripción: pasa a ser b) el testamento no es para el legatario
poseedor inscrito; mantiene la historia título indiscutible de su derecho porque
jurídica de su inmueble; queda expedito está sometido a diver- sas eventualidades
el camino para que un futuro adquirente (por ej., según el art. 1119 las
inscriba a su vez, según se verá más edificaciones no siempre se incluyen en
adelante; y por- que, según una opinión, el legado y puede llegarse a deber sólo el
que también se mencionará, necesita valor del predio; también puede
inscribir para dis- poner del inmueble. sacrificarse el legado en favor de las
¿Cómo procede a inscribir el inmue- legítimas, mejoras y deudas heredita-
ble legado a su nombre? Está discutido. rias, conforme al art. 1362); c) los
Se ha sostenido que el legatario pue- arts. 1374 y 959 vienen a confirmar que
de requerir la inscripción comprobando el legado no es inmediatamente exigible;
el fallecimiento del testador y el pago d) en el mismo sentido, los arts. 1290 y
del impuesto que grava su asignación, y 1292 se refieren al “pago” de los
exhi- biendo copia del testamento legados, como un acto que debe efectuar
judicialmen- te reconocido. La exigencia el alba- cea; e) finalmente, la ley de
de que el tes- tamento esté judicialmente impuesto a las herencias (art. 54)
reconocido se explica, según esta dispone que los conservadores no
posición, porque ese reconocimiento podrán inscribir adju- dicaciones de
confiere verosimilitud a las pretensiones bienes hereditarios sin que se hubiere
del legatario, teniendo pre- sente que pagado el impuesto o asegu- rado su
está actuando con prescinden- cia de los pago. En cuanto a la forma de escritura
herederos. Por otra parte, los arts. 866 y pública, que esta segunda posi- ción
sgts. del CPC. facultan al legata- rio para exige para ese acto de entrega del
solicitar esas diligencias. Se agre-
230
Los bienes
legado, se justifica –agregan– por la
cir- cunstancia de que el Conservador
inscri- be sólo instrumentos
auténticos.
231
La propiedad y la posesión
235
La propiedad y la posesión
237
Los bienes
239
La propiedad y la posesión
servaciones sobre esta relación. El domi- ofrecerán más antecedentes sobre ella; v. infra,
nio otorga al propietario un conjunto de Nº 174).
facultades sobre la cosa, y para que pue-
da hacerlas efectivas necesitará tener la
cosa a su disposición, bajo su dependen-
cia o señorío. De este modo, el dominio
trae como consecuencia necesaria el
“de- recho a poseer” (jus possidendi), que
vie- ne a ser el ejercicio mismo del
dominio (o, puede decirse, una
manifestación de la titularidad del
derecho). Pero, por otra parte, es
también frecuente que una per- sona
tenga una cosa con el ánimo de se- ñor
sin que sea su verdadero dueño; aquí
aparece la posesión como una figura au-
tónoma, independiente de la propiedad,
configurándose como una situación de
hecho, a la que la ley le atribuye un con-
junto de ventajas (frutos, habilitación y
protección para seguir poseyendo, acce-
so al dominio mediante la prescripción)
(que conforman el llamado jus possessio-
nis), como se irá percibiendo más ade-
lante. En la primera situación se está
ante un poseedor con derecho a poseer; y
en la segunda, ante un poseedor
simplemen- te, o sin derecho a poseer
(por cierto, este último se encontrará
generalmente en vías de ganar el
dominio mediante la prescripción). Esta
última situación im- plica además
admitir la existencia de due- ños que no
tienen la posesión. Y así se llega al
frecuente juego de situaciones de un
poseedor no dueño y un dueño no
poseedor. No obstante, lo normal es que
ambos, jus possidendi y jus possessionis, va-
yan unidos; es decir, generalmente el
propietario tiene la posesión; el que tie-
ne derecho a poseer, posee. Y de ahí lo
justificado de la presunción de que el
po- seedor se reputa dueño (art. 700, inc.
2º)(sobre la regla de que en materia de
bienes muebles la posesión equivale a tí-
tulo, v. infra, Nº 264, nota).
cadas sólo por su género. Pero esa exi- discutida. Parece predominar la conclusión
gencia no impide la posibilidad de que de ad- mitirla. Aceptada, predomina su
dos o más personas posean en común aplica-
una cosa singular, teniendo cada comu-
nero entonces la posesión de su cuota.
La exigencia de que la cosa sea
deter- minada no parece impedir que se
pue- dan poseer cosas universales; la
universa- lidad de hecho, conjunto de
cosas singulares (v. supra, Nº 37), es
una cosa determinada; se entiende que
los elemen- tos de la posesión deben
recaer sobre el conjunto (la particular
posesión de la he- rencia, se verá pronto,
infra, Nº 166).
lidad del art. 715, el art. 882 impide ga- dicho, está definida en el art. 702. Cons-
nar por prescripción las servidumbres
dis- continuas y las continuas
inaparentes, de donde podría concluirse
que eso es debi- do a que no pueden
poseerse (pero pue- de concebirse un
objeto poseíble mas no usucapible); en
el título de las acciones posesorias,
después que el art. 916 las con- cede en
general a los derechos reales so- bre
inmuebles, el art. 917 excluye de la
protección posesoria a los que excluye el
art. 882 y, posteriormente, el art. 922 pa-
rece limitar esa protección al usufructua-
rio, al usuario y al habitador.
Por último, no debe confundirse la
dualidad de situaciones que pueden pro-
ducirse por la concurrencia del derecho
de dominio con un derecho real limita-
do en determinada cosa: se es poseedor
del derecho real, pero mero tenedor de
la cosa sobre la que se ejerce (se es po-
seedor del derecho de usufructo, pero
sólo mero tenedor de la cosa fructuaria).
257
Los bienes
2º. Se implantó también la noción de señala el art. 703, según sea su situación
posesión “efectiva” de la herencia, con- (por cierto, si es inmueble, se planteará
sistente (como ya se dijo) en una decla- el problema de la inscripción
ración –judicial o administrativa– por la conservato- ria, como se verá pronto).
que a cierta persona se le tiene por here- Si el que posee un bien lo posee en
dero de otra (para certeza de los terceros calidad de heredero, aquí aparece la su-
en el cobro de deudas y, en general, en cesión por causa de muerte como título.
el ejercicio de sus derechos; para la con- Y entonces procede examinar si es o no
tinuidad del Registro inmobiliario; para heredero.
facilitar la aplicación de la prescripción – Si es verdaderamente heredero y el cau-
como medio de dirimir dudas entre el sante era dueño de la cosa, él tiene el
que por derecho es heredero y el que se dominio (adquirido por el modo suce-
cree tal) (art. 688). sión por causa de muerte) y, por lo mis-
3º. Conforme a precedentes mo, el derecho a poseerla. Aquí puede
judiciales, a esas clases de posesión se recordarse el art. 717, conforme al cual
agrega la pose- sión “real” (o “material”) el heredero inicia la posesión y no le ha
de la herencia, que corresponde al que sido transmitida por el causante (texto
en la realidad de- tenta la herencia en que constituye un argumento para con-
calidad de heredero (que puede ser o no cluir que en Chile la posesión no se trans-
el verdadero herede- ro). Se ha mite y que, a su vez, eso se debe a que
entendido que se posee una herencia (en entre nosotros se le concibe como un he-
este sentido de posesión real) poseyendo cho, no como un derecho). Como tiene
los bienes del causante (o, al menos, los el dominio, en el título de la acción de
fundamentales) en calidad de heredero. petición de herencia el Código dispone
Ciertamente, el verdadero heredero que, además de esa acción, tiene también
puede tener las tres clases de posesión. la reivindicatoria (para perseguir los bie-
Si un falso heredero entra a poseer la nes específicos) (art. 1268).
herencia, en posesión real (poseyendo Si el causante poseía la cosa sin ser
bienes en calidad de heredero), el verda- dueño, al entrar el heredero en posesión
dero puede intentar la acción de peti- (si la tiene con ánimo de dueño), posee
ción de herencia (arts. 1264 y sgts.); si con el título del causante, unido a su
no la interpone, el falso puede terminar con- dición de heredero que lo deja
ganándola por prescripción de diez años; como con- tinuador de aquél (ese título
y aun de cinco, si ha obtenido la pose- del causan- te tendrá importancia para
sión efectiva (y está de buena fe). En esa calificar esta posesión).
situación, estrictamente carece de título, Por último, si el causante era sólo te-
pero si existe una apariencia de él el Có- nedor, la aplicación de este título suce-
digo lo considera “título putativo” y una sión por causa de muerte para justificar
especie de los títulos injustos (art. 704, la posesión del heredero (teniendo la
Nº 4); y si logra posesión efectiva, ahí ten- cosa con ánimo de dueño), ha sido
drá título justo. controver- tida; actualmente en la
b) En cuanto a la posesión de los bienes.
doctrina parece predominar que la sola
Al fallecer, el causante pudo haber
circunstancia de ser heredero no basta;
tenido bienes en diversas situaciones ju-
es necesario un elemento (nuevo) que
rídicas: en dominio, sólo en posesión o,
explique este cam- bio (porque el
aun, en mera tenencia.
causante era mero tene- dor).
Cualquiera puede entrar a poseer un
Así, pues, con esta discutible poten-
bien de esos y, siendo poseedor, podrá
cia según las situaciones, actúa la suce-
llegar a ganarlo por prescripción, todo
sión por causa de muerte como título po-
conforme a las reglas generales. Podrá
sesorio, como justificación del heredero
aducir como título cualquiera de los que
de por qué posee (por qué se considera
258
La propiedad y la posesión
el art. 1815 dispone expresamente que ordinaria; pero esta nulidad está establecida
la venta de cosa ajena es válida), en tan- en favor del con-
to que si la vende como ajena, diciéndo-
se representante del dueño, el título es
injusto. La diferencia parece justificarse
porque en esta última situación el
adquirente debió examinar suficiente-
mente el poder que aduce quien le ha
manifestado ser representante. Esta ob-
servación demuestra la íntima relación
(ya anunciada) entre el antecedente ju-
rídico aducido y la conducta del sujeto;
entre el título y la fe.
Por último, si el título emana de un
representante que verdaderamente lo es,
para enajenar una cosa que no pertene-
ce al poderdante, es un título justo; no se
encuentra comprendido en el Nº 2; si el
acto celebrado es una venta, simplemen-
te se trata de una venta de cosa ajena.
3º. Si el título es nulo, es como si no
hubiese título, según las expresiones de
Pothier. Es injusto, bien que la nulidad
de que adolece sea absoluta o relativa;
no se distingue; y si es relativa, puede
tener apli- cación la confirmación (art.
705).
Un punto interesante aquí es deter-
minar si es necesaria la declaración judi-
cial de nulidad para considerar injusto el
título. La respuesta afirmativa se ve apo-
yada por el principio (entre nosotros
con- sagrado en reglas, como los arts.
1687 y 1689) de que la nulidad sólo
produce efectos una vez que ha sido
declarada ju- dicialmente; mientras ello
no ocurre, el acto produce sus efectos,
teniéndose por válido. Sin embargo, esa
postura tropieza con la nulidad relativa.
Como ella no pue- de ser alegada sino
por aquellos en cuyo beneficio la han
establecido las leyes, po- dría darse el
caso que el interesado en que se tenga
por injusto el título no tu- viere la acción
de nulidad relativa (A com- pra a un
relativamente incapaz un objeto
perteneciente a B; B reivindica; A le
opo- ne prescripción ordinaria fundado
en po- sesión regular; B observa que el
título es nulo relativamente y, por tanto
injusto, lo que excluye la posesión
regular y por ende la prescripción
261
Los bienes
tratante incapaz y no en favor de B, añadir alguna mayor con- creción. De la
por lo que no podría obtener la circunstancia de tratarse de un “título” y
declaración de nulidad del título). de los ejemplos que el texto ofrece,
Para sortear la di- ficultad se ha desprendemos que es un tí- tulo
propuesto que se debe per- mitir a aparente; es decir, como todo título,
quien tenga interés en que el títu- lo
sea injusto, que invoque la nulidad
relativa para el solo efecto de tenerse
por injusto, manteniéndose el acto
respecti- vo como válido para los
demás efectos legales, los cuales se
extinguirían sólo cuando se anule a
petición de quien ten- ga la acción de
nulidad. Aunque algo ar- tificiosa, la
solución parece funcional.
Una relación con el art. 1815, el
cual declara que la venta de cosa
ajena vale (no es nula) permite la
siguiente observa- ción. Es frecuente
la aparición de situa- ciones en las
cuales surge un conflicto entre dos
intereses contrapuestos, ambos dignos
de protección. La venta de cosa ajena
es destacadamente una en la cual los
intereses en conflicto son el derecho
de dominio y la seguridad del tráfico.
Se trata de proteger al dueño o a los
terce- ros, que diariamente adquieren
cosas, es- pecialmente muebles, sin
que se les pue- da exigir un examen
acucioso de la titularidad del
enajenante, so pena de en- torpecer la
circulación de bienes. Rela- cionando
el art. 1815 con este 704 Nº 3, la
conclusión es que el codificador optó
por el derecho de dominio con atenua-
ción a favor del tráfico. Protegió el
domi- nio porque en el art. 1815
dispone que la validez de la venta es
sin perjuicio de los derechos del
dueño mientras no pres- criban; y
protegió al tercero porque al declarar
válida la venta lo deja con título justo
y, por tanto, ya con el primero de los
requisitos para la posesión regular, la
cual le permite adquirir el dominio
por la prescripción más breve (la
ordinaria).
4º. El Código no ha definido lo
que es título putativo. La doctrina
suele con- formarse con entender por
título putati- vo el que se invoca sin
existir realmente. Pero debemos
262
La propiedad y la posesión
181. La interversión de la
posesión. Es la transformación de la
posesión en mera tenencia o de ésta
en aquélla.
Por las importantes consecuencias
ju- rídicas que implica, es
sorprendente la insuficiencia de los
textos del Código so- bre esta
materia. Para la transformación de la
posesión en mera tenencia, arts. 684
Nº 5 y 2494; y para la transformación
de la mera tenencia en posesión, arts.
716, 2510 regla 3ª, 730, 719 inc. 2º.
La interversión encuentra su
explica- ción en los cambios que se
producen en la causa o título por el
cual el sujeto po- see o detenta la
274
La propiedad y la posesión
Adquisición, conservación y
pérdida de la posesión
184. Observaciones generales.
Antes de tratar las particularidades
de este tema procede examinar dos
capítulos aplica- bles a la
adquisición de la posesión de toda
clase de bienes: la capacidad y la
posibilidad de adquirirla por
intermedio de otro.
186. b) Adquisición de la
posesión por intermedio de otro.
276
Los bienes
concluir que en tal situación con mayor clandestinidad; recuér- dese que también se ha
razón la perderá). sostenido –aisla- damente– que, por la
d) Cuando el mero tenedor de un redacción del pre-
inmueble no inscrito (el poseedor en-
tonces estaba poseyendo a través de
otro) la usurpa, se da por dueño y la
enajena. Si simplemente se da por
dueño, el po- seedor no la pierde (art.
730 inc. 1º, pri- mera parte, aunque aquí
aparece el con- flicto con el art. 2510
regla 3ª). Pero si luego de darse por
dueño la enajena, el adquirente adquiere
la posesión y pone fin a la posesión
anterior (art. 730, inc. 1º, segunda parte).
Si este adquirente necesita o no
inscripción, al menos para la irregular,
es discutido en base a estos mismos
preceptos.
e) Cuando alguien simplemente ob-
tiene un título traslaticio de dominio que
emana de un sujeto distinto del que
mate- rialmente posee el inmueble no
inscrito y luego inscribe dicho título,
¿qué ocurre con la posesión del
poseedor material?,
¿cesa la posesión de éste y la adquiere el
que inscribió? Los arts. 726 y 730 parecen
dar mayor apoyo a la solución negativa.
Pero el problema de fondo aparece una
vez más en torno al valor que entre los
autores se asigna a la inscripción conser-
vatoria. Al punto se hará una referencia al
final, a manera de conclusión. Por ahora,
debe sí recordarse que se podría estar aquí
en presencia de una inscripción de las que
han sido llamadas “inscripciones de pa-
pel”, que antes se han mencionado (v. su-
pra, Nº 145; para la conservación de la po-
sesión tienen importancia las llamadas
acciones posesorias, que se tratarán más
adelante).
Al igual que en los muebles, aquí
tam- bién es oportuno cotejar dos
preceptos para tratar de precisar su
campo de apli- cación: los arts. 729 y
730.
Si B se apodera de un inmueble no
inscrito de A, B adquiere posesión y A
la pierde (art. 729; el texto confiere ese
efec- to al apoderamiento violento o
clandesti- no; con mayor razón se
producirá si no hay violencia ni
286
La propiedad y la posesión
cepto, A perdería la posesión pero critos, como pudiera desprenderse de la
no la adquiriría B). circunstancia de ser siempre
Si B entra a detentar un mencionada, en los estudios de doctrina,
inmueble no inscrito de A por un en el capítulo relativo a éstos).
título de mera tenen- cia (por ej.,
A se lo presta), y en un mo- mento 193. A) Adquisición. a) Si para adqui-
determinado B lo usurpa, desco- rir la posesión de inmuebles inscritos se
noce el derecho de A y se tiene él invoca un título no traslaticio de domi-
por dueño, no adquiere B la
posesión ni la pierde A (art. 730
inc. 1º, primera parte).
Tal como se dijo respecto de
los mue- bles, el distinto
tratamiento puede justifi- carse
por el abuso de confianza o ánimo
de aprovechamiento que,
generalmente, revelará la segunda
situación.
Las soluciones anotadas son las
que fluyen de manera más natural o
de modo más aparente al observar
los dos precep- tos citados, pero,
como se trata de in- muebles, en
definitiva pueden discutirse con las
tesis que dan predominio ya a la
posesión material, ya a la inscrita,
que luego se resumirán.
nio, es aplicable lo dicho respecto de los se adquiere po- sesión; los arts. 724, 728,
inmuebles no inscritos. 729 a contrario sensu, 730, 2505, conducen
Tratándose de la ocupación, además a tal conclu-
de lo expresado en aquella ocasión debe
tenerse presente que algunos comenta-
ristas estiman que en tal caso es posible
adquirir por apoderamiento la posesión,
incluso de inmuebles inscritos; el art.
724 no regiría esta situación, porque se
esta- ría refiriendo solamente a los casos
en que se aduce un título traslaticio
(debido a su particular y dilatada
redacción, que si se estuviere refiriendo
en general a los inmuebles habría
expresado, breve y di- rectamente: “si la
cosa es inmueble” o algo semejante; en
cambio, expresó “si la cosa es de aquellas
cuya tradición se efec- túa por
inscripción”, lo que estaría reve- lando
la intención de referirse sólo a las
situaciones en que se aduce título trasla-
ticio, que es cuando se exige tradición,
por inscripción); por otra parte, los
arts. 925, 926 y 2502 permitirían esta
po- sibilidad.
Los sostenedores de esta última posi-
ción llegan –como se ve– hasta los
textos, pero están más bien estimulados
por una concepción realista u objetiva de
la pose- sión, en la cual el elemento
fundamental es la tenencia material, el
aprovechamien- to económico del bien
de que se trata, de modo que debe
protegerse a quien realmente lo labora,
aun en perjuicio de quien pudiera afincar
sus pretensiones en el solo Registro, el
cual se debilita cuan- do no es reflejo de
una situación real.
b) Si se invoca un título traslaticio de
dominio, para adquirir la posesión regu-
lar del inmueble inscrito la necesidad de
inscripción conservatoria parece
evidente (arts. 702, 686, 724
destacadamente, etc.).
¿Es posible adquirir al menos posesión
irregular sin necesidad de inscripción?
Nuevamente aquí surge el antagonismo,
y en todo su vigor. Algunos autores,
valo- rando intensamente la inscripción,
defen- diendo la seguridad del Registro,
estiman que no es posible; en estos
casos, sin ins- cripción simplemente no
288
Los bienes
sión; el Mensaje en el capítulo ción al margen en que se exprese que se
pertinente y el sistema registral creado cancela (art. 91 del Regl.) y así el
por el Código ratificarían la misma inmue- ble volverá a quedar sometido a
solución; si un in- mueble ya se ha la ins- cripción anterior (v. supra, Nº
incorporado al Registro no resulta 139).
propio entender que el sistema
hubiera dejado la posibilidad de que
lue- go saliera de él mediante la pura
posesión material; con ello se
entorpecería el pro- greso del régimen
registral. Pero quienes conceden
mayor valor a las situaciones rea- les,
aun en detrimento de lo que conste en
las inscripciones, estiman que no obs-
tante las pretensiones del sistema de
lle- gar con el tiempo a identificar
dominio, posesión e inscripción, no
pudo evitar la fuerza de los hechos y
habría dejado abier- ta en los propios
textos la vía para que en determinadas
circunstancias triunfara la posesión
material; sin inscripción se alcan- zaría
a adquirir posesión, al menos irregu-
lar; los arts. 702, 708, 729 y 730 así lo
de- mostrarían (participantes en estas
discu- siones serán luego
mencionados; v. infra, Nº 195).
Dicha cancelación debe, pues, efec- establece que el título es injusto; la ins-
tuarse materialmente en el Registro cripción que él motivó ¿tuvo el mérito
(como se dijo, mediante la subinscrip- de cancelar a la precedente? Algunos
ción). fallos han resuelto que no, pues este
b) Por decreto judicial. Una sentencia título no “transfirió el derecho”, como lo
puede también disponer que se cancele dispone el art. 728. Pero también se ha
una inscripción, cesando así la posesión aceptado, porque los arts. 728 y 2505 no
inscrita existente a nombre de una de las distinguen la justicia o injusticia del
partes litigantes. El juicio reivindicatorio título y porque el 730 da por cancelada
puede concluir con ese resultado. Exhi- la inscripción ba- sada en un título
biéndosele copia del fallo, el Conserva- particularmente injusto, como es el del
dor cancelará la inscripción, y lo hará usurpador.
ma- terialmente, mediante una Cancelación de una inscripción por una
subinscripción (art. 91 del Regl.) y así nueva, desconectada de la anterior. Ya se ha
cobrará vigencia la precedente, si la dicho que si el mero tenedor de una cosa
había; sin perjuicio de que el mismo simplemente se da por dueño, no adquie-
fallo ordene practicar una nueva re posesión ni cesa la anterior; pero si
inscripción a nombre del otro litigante dándose por dueño la enajena, cesa aqué-
(puede ocurrir también en jui- cios sobre lla y el adquirente entra en posesión
nulidad o resolución de con- trato). (art. 730 inc. 1º); y se sabe también que
Como principio general, se ha re- suelto dicha regla se aplica a los muebles y a los
que esta cancelación requiere de un inmuebles no inscritos (sobre todo por
juicio, con emplazamiento de quie- nes el tenor del inc. 2º).
serían afectados. Si el bien del que se da por dueño y
c) Por una nueva inscripción en que el enajena es un inmueble inscrito, el art.
poseedor inscrito transfiere su derecho a otro. Es 730 inc. 2º pretende resolver el punto;
la situación de más frecuente aplicación para que cese la posesión del poseedor
(quien tiene inscrito el inmueble a su nom- inscrito y el adquirente entre en
bre lo vende; el comprador exhibe el títu- posesión, es ne- cesaria “competente
lo al Conservador, con el que éste inscribe inscripción”.
el inmueble ahora a nombre del compra- Qué se entiende por competente inscrip-
dor); la sola inscripción cancela de pleno ción es otra persistente discrepancia en
Derecho (automáticamente) la anterior esta materia.
(por lo que se le ha denominado “cance- Se ha entendido que “competente
lación virtual”), sin que para que se le ten- ins- cripción” es la que emana del
ga por cancelada sea necesaria una subins- poseedor inscrito; se está refiriendo el
cripción en la anterior (v. supra, Nº 139). texto a la mis- ma que ya menciona el art.
En esta última inscripción debe hacerse 728; sólo así queda protegida la
referencia a la anterior, para reconstituir continuidad del Regis- tro. La exigencia
la historia de las mutaciones del dominio de que aun en el caso del usurpador se
(arts. 692 del CC. y 80 del Regl.; debe in- exija que la inscripción ema- ne del
sistirse en la conveniencia de que en estos poseedor inscrito puede aplicarse en
casos se dé amplia aplicación al art. 92 del varias hipótesis: cuando el poseedor ins-
Regl., que evita nuevas transferencias que crito ratifica la venta hecha por el
a su vez motivan litigios por inscripciones usurpa- dor (art. 1818); cuando el
paralelas). usurpador des- pués adquiere (art. 1819).
Cancelación en virtud de título injusto. El Se acepta incluso como competente
punto ha sido discutido. Supóngase un tí- inscripción la que ema- na
tulo injusto (cualquiera de los que indica aparentemente del poseedor inscrito,
el art. 704), en base al cual se inscribió un como acontece en títulos injustos (como
inmueble a nombre de quien correspon- el nulo o el otorgado por un mandatario
día según dicho título; posteriormente se
290
La propiedad y la posesión
que no lo es); en tales casos al
menos se obser- varía una
continuidad registral.
En contra, se ha propuesto que
es aquella que se ha practicado
observando
291
Los bienes
Por cierto, en situaciones de hecho prueba directa; pero hay hechos que permiten
ex- tremas, cada tesis se encuentra en deducirlo; son los que normal-
mejor o peor posición. Así, cuando lo
poseído es un inmueble no inscrito, en el
que se adu- ce título constitutivo de
dominio y se pre- tende solo posesión
irregular (porque se tiene posesión por
más de diez años), la tesis que privilegia
la posesión material se encuentra en su
mejor situación y con ella se tiene la
más alta probabilidad de obte- ner que el
juez resuelva que se adquirió posesión
aun sin inscripción y, por tanto, que se
ha adquirido por prescripción. En el otro
extremo, cuando lo poseído es un
inmueble inscrito (inscrito a nombre de
otro, por cierto), se aduce título traslati-
cio y se pretende posesión regular, la
tesis que privilegia a la inscripción se
encuen- tra en su mejor situación y se
tiene la más alta probabilidad de obtener
que el juez resuelva que al no tenerse
inscripción por el que se pretende
poseedor, no se tiene posesión y, por
tanto, que no puede ganar por
prescripción.
Sección
Segunda
La prescripción
adquisitiva
197. Noción general;
sistemática; jus- tificación. Como
se sabe, en el tratamiento
doctrinario habitualmente se
distinguen dos clases de
prescripción: la adquisitiva (o
usucapión) y la extintiva (o
liberato- ria), que el Código
chileno define con- juntamente
(art. 2492).
Se ha discutido ampliamente la
295
Los bienes
hipótesis la pretendida negligencia aparece como dueño, el deudor que apa- rece
también fracasa como explicación liberado) es, precisamente, la que termina
satisfactoria. Des- de luego, hay una siendo consolidada por la pres-
incoherencia cuando se sanciona a un
negligente que no reclama por su
derecho, y se es complaciente (en la
adquisitiva) con un poseedor que (de
mala fe) sabe que la cosa es ajena o (en
la extin- tiva) persiste en incumplir. Por
otra parte, se dan situaciones en las que
hay prescrip- ción sin negligencia (como
cuando el due- ño o acreedor está
impedido de actuar, o en que la demanda
fue imperfectamente notificada) y
negligencia sin prescripción (si el
poseedor reconoce dominio ajeno o
abandona la finca o el deudor reconoce
la deuda).
Los segundos prescinden de las con-
ductas de los sujetos y se radican en la
noción de orden público. Hay un interés
público, socioeconómico y jurídico, en
que se consoliden situaciones inciertas o
pendientes; ellas obstaculizan la fluidez
y seguridad del tráfico, que influye en el
mejor aprovechamiento de los recursos
(bienes y servicios) y en la paz social.
Tam- bién en beneficio de la certeza es
aduci- da una presunción (de dominio en
la ad- quisitiva, de pago en la extintiva)
fundada en el transcurso del tiempo sin
aparecer el ejercicio del derecho
respectivo, cuya conveniencia se ve
reforzada por la os- tensible
circunstancia de que, con el tiem- po, los
diversos medios probatorios se van
diluyendo y extinguiendo; más aun, los
sujetos también desaparecen y los suce-
sores estarán en más difícil situación de
defenderse adecuadamente por el desco-
nocimiento de los hechos que origina-
ron la situación controvertida; así, la
pres- cripción funciona como un
respaldo a una prueba que se ha tornado
difícil o impo- sible por la lejanía de la
situación en la que debería incidir. En
este mismo senti- do surge también la
protección a la apa- riencia, en cuanto
(la comunidad) los ter- ceros deben ser
protegidos cuando actúan de buena fe
fiándose de lo que observan, y la
situación ostensible (el poseedor que
298
La propiedad y la posesión
cripción; aquí –como en la Constitución garantiza). Y la difi- cultad se
generalidad de las situaciones en intensifica cuando al regular la prescripción
que actúa este prin- cipio protector el legislador adopta una ac- titud de extrema
de la apariencia– se pro- duce el facilidad de aplicación, especialmente a
notable resultado de que el De- través de una excesiva abreviación del plazo
recho termina adecuándose a los (decisión que se ha venido denunciando
hechos. respecto del DL. 2.695 sobre saneamiento
La jurisprudencia chilena ha de títulos).
acudido a muchas de estas
explicaciones indiscri-
minadamente, según la situación
de que se trate, aunque parecen
predominar las llamadas objetivas
(y deben ser emplea- das con
cuidado porque en ocasiones pue-
den entrar en conflicto).
insista en que es posible ganarlos por pres- de una cosa susceptible de prescripción.
cripción, dirá que esas reglas no exclu-
yen expresamente la prescripción de los
derechos personales (que la circunstan-
cia de dirigirse a los reales no implica
necesariamente excluir a los personales).
Esta es ocasión de tener en cuenta
una importante regla del Código, con-
forme a la cual “toda acción por la cual
se reclama un derecho se extingue por la
prescripción adquisitiva del mismo dere-
cho” (art. 2517); ella es aplicable, sin
duda, a los derechos y acciones reales,
por lo cual se mencionará nuevamente al
tratar la acción reivindicatoria (v. infra,
Nº 268). Pues bien, si se estima que los
derechos personales no pueden ganarse
por prescripción, entonces esa regla se
está entendiendo como reducida sólo a
los derechos y acciones reales; en cam-
bio, si se admite la prescripción
adquisiti- va de ellos, se le está
considerando apli- cable a toda clase de
derechos y acciones,
tanto reales como personales.
3º. Suele decirse que es un modo de
adquirir a título singular, con la excep-
ción de su aplicación a la herencia. Pero
estimamos que aquí, una vez más, la
deci- sión está impuesta por la
aplicación de la posesión; y en su
oportunidad (supra, Nº 161) dijimos que
es concebible la po- sesión de
universalidades de hecho. Por tanto, aquí
concluimos que la prescripción es un
modo de adquirir cosas singulares y
universalidades de hecho; y también la he-
rencia (con sus normas especiales, que
se verán pronto).
4º. Es un modo de adquirir a título
gratuito y por acto entre vivos.
313
La propiedad y la posesión
zo de posesión inferior al necesario para herencia yacente (arts. 1240 y sgts., con
prescribir si se tiene posesión irregular lo que se ha pretendido sostener que la
(art. 2506). herencia yacente sería persona jurídica;
no hay base suficiente para esa califica-
209. 1) Prescripción adquisitiva ordi- ción. V. el art. 2346, que las distingue).
naria. Exige posesión regular durante dos f) Aunque actualmente la mujer
años para los muebles y cinco años para casa- da en sociedad conyugal es
los Bienes Raíces (arts. 2507 y 2508) (la plenamente capaz, se justifica mantener
ley 16.952, de 1º de octubre de 1968, de- la suspensión a su favor (Nº 2) porque
rogó las reglas por las cuales si la perso- ella no adminis- tra sus llamados “bienes
na contra la cual se prescribía residía en propios” (sus bie- nes, así como los
el extranjero, cada dos días se contaban sociales, son admi- nistrados por el
por uno). marido).
Suspensión de la prescripción. Es un be- La suspensión entre cónyuges (art. 2509
neficio que la ley establece a favor de inc. final). Varias explicaciones han con-
per- sonas que se encuentran en ducido a disponer la suspensión de la
determinada situación, consistente en la prescripción entre cónyuges (es norma
detención del cómputo del plazo para generalizada en las codificaciones civiles):
ganarles una cosa por prescripción. mantener la armonía en el matrimonio,
En substancia, es la detención del el título de mera tenencia que significa
cur- so de la prescripción, en términos para el marido el usufructo legal que tie-
tales que, cesando la causa, se inicia, o ne sobre los bienes de la mujer, evitar
conti- núa corriendo, sin perderse el que se celebren donaciones irrevocables
tiempo transcurrido antes del encubiertas entre los cónyuges, y, en ge-
aparecimiento de aquella circunstancia. neral, velar por el adecuado funciona-
La especial pre- ocupación de la ley por miento de la sociedad conyugal.
esas personas im- plica que no le es Polémica persistente ha llegado a ser
suficiente la posible diligencia de los entre nosotros la de si esta suspensión
representantes legales, que podrían tie- ne lugar sólo en la prescripción
actuar en contra del prescri- biente. ordinaria o también en la extraordinaria.
Sin definir la suspensión, el Código Se ha sos- tenido lo primero: a) el
señala las personas a cuyo favor opera y precepto está ubi- cado al tratar el
los efectos que produce (art. 2509). Código la prescripción ordinaria; b) el
Conviene formular algunas puntuali- art. 2511 está insistiendo en que la
zaciones: prescripción extraordinaria no se
a) La suspensión se aplica sólo a la suspende a favor de las personas enu-
prescripción ordinaria (arts. 2509 y meradas en el art. 2509, y se entienden
2511). no sólo las “enumeradas” (con números)
b) En cuanto a los menores, nada sino todas las “mencionadas” allí; c) la
im- porta que estén emancipados. suspen- sión es un beneficio excepcional
c) Respecto a los dementes y sordo-
cuyos tex- tos obligan a una
mudos, no se exige declaración de inter-
interpretación restricti- va, y d) en fin,
dicción.
cuando se dispone que la prescripción se
d) Puede verse que lo más probable
suspende “siempre” entre cónyuges, no
es que estos sujetos tengan representante
se refiere la ley a que la sus- pensión
legal; no importa, aun así, para mayor
rige en la ordinaria y en la ex-
seguridad (por si el representante no es
traordinaria, sino a que –regulando la or-
suficientemente diligente en interrumpir
dinaria– se suspende entre cónyuges sin
la prescripción) el texto opta por suspen-
importar el régimen de bienes en que vi-
der el cómputo del plazo.
van, tema al que se estaba recién
e) Luego de indicar que se suspende
refirien- do en el inciso anterior. En
a favor de ciertas personas, menciona la
316
Los bienes
cambio, se afirma la vigencia de la
suspensión para toda prescripción,
ordinaria o extraordi- naria, teniendo
presente que: a) las razo-
317
La propiedad y la posesión
nes para la suspensión se presentan en mentada regla del art. 2510 Nº 3, referi-
ambas situaciones; b) cuando el art. 2509
concluye que se suspende “siempre”
entre cónyuges, se entiende la expresión
preci- samente referida a que se
suspende sea ordinaria o extraordinaria
la prescripción; y c) cuando el art. 2511,
regulando la pres- cripción
extraordinaria, dispone que esta
prescripción no se suspende a favor de
las personas enumeradas en el art. 2509
se entiende la expresión “enumeradas”
lite- ralmente, comprensiva sólo de las
men- cionadas en los Nos 1 y 2.
Fuera de estas argumentaciones de
texto y más bien literales, permanece
muy vigorosa la razón de fondo de la
suspen- sión entre los cónyuges: la
comunidad de vida que implica la unión
matrimonial, fundamento que vale para
toda clase de prescripción. Por estas
consideraciones, la última alternativa
parece ser la mayor- mente seguida.
Por su carácter excepcional, el pre-
cepto que menciona las personas a cuyo
favor se suspende la prescripción es
taxa- tivo.
cadora. Recuérdese que se trata de un dueño, etc. Entre nosotros esa retroacti-
derecho real (art. 577), de modo que la vidad no está expresamente dispuesta,
acción protectora pertenece a las llama- pero hay un precepto que armoniza os-
das acciones propietarias, y, por lo mis- tensiblemente con ella (el art. 1736).
mo, participa de aquella vocación de Esta retroactividad origina varias
eter- nidad que tiene el dominio. Dicho consecuen- cias. Por ej., el poseedor
directamente, no se extingue por su no queda dueño de los frutos producidos
uso o no ejercicio; sólo se extingue durante la posesión, aunque haya estado
cuan- do alguien posee la herencia hasta de mala fe (el art. 907 es aplicable sólo
ga- narla por prescripción adquisitiva, al poseedor vencido); quedan firmes los
resul- tando aplicado así el art. 2517. La gravámenes o cargas que haya
doctrina nacional es ampliamente constituido en ese tiempo; y,
predominante en este sentido. Esta estrictamente, le han de ser inoponibles
conclusión importa diversas los que haya constituido el propietario
consecuencias prácticas; así, al tra- tarse en la misma época. En la práctica, sí, es
de prescripción adquisitiva, deben difícil que tengan lugar relaciones jurídi-
recordarse las normas legales y discusio- cas entre el dueño y terceros, por cuanto
nes doctrinarias de esta clase de pres- el tercero exigiría entrar en contacto con
cripción para temas como su forma de la cosa en cumplimiento de dichas rela-
alegarla, la oportunidad en que se puede ciones, y quedará patente la existencia
hacer valer en juicio, etc. de un poseedor de ella. Por otra parte,
es natural que la inactividad del dueño
212. La adquisición del dominio por
cesará, antes que contrate con terceros,
la prescripción. Como se ha dicho, por
mediante un acto de interrupción al po-
la prescripción adquisitiva se adquiere el
seedor.
dominio (y otros derechos reales).
En estas relaciones entre poseedor
Los textos generalmente no contie-
prescribiente y anterior propietario pue-
nen reglas sobre la adquisición del
de observarse que la prescripción adqui-
domi- nio que, como se irá viendo,
sitiva lleva en correlatividad el efecto
serían úti- les. Pero en la doctrina se
ex- tintivo respecto del derecho del
observa un predominio en las dos
dueño contra el que se ganó por
siguientes afirma- ciones.
prescripción (de ahí los preceptos de los
El dominio es adquirido de pleno
arts. 2517 y 1815)(el tema de la
De- recho al cumplirse el plazo (se ha
prescripción de la acción reivindicatoria,
llega- do a emplear el adverbio
relacionado con éste, se tratará más
“automáticamen- te”, lo que significa, al
adelante; infra, Nº 268).
menos entre nosotros, a la medianoche
del último día del plazo); así –como se 212 bis. Efecto liberatorio (la usuca-
dirá pronto–, la sentencia que la declara pión liberatoria). Es conocido el princi-
sólo aparece como requisito de eficacia. pio “cuanta posesión, tanta prescripción”
No obstante algunas objeciones, pre- (tantum praescriptum, quantum possessum);
domina la conclusión de que la adquisi- la extensión de los efectos de la
ción opera retroactivamente, al día en que prescrip- ción está determinada no por
se inició (se expresa generalmente) la los dere- chos del anterior dueño (del
prescripción o (nos parece mejor dicho) que el pres- cribiente no es sucesor)
la posesión. Se han ofrecido varios fun- sino por lo que él poseyó. Con esta base
damentos a esta retroactividad, como la (ya en Roma, y actualmente con el
presunción de que el anterior propieta- apoyo de textos en algunos
rio abdicó de su dominio antes de ini- ordenamientos) se ha planteado que la
ciarse la posesión, que debe protegerse a prescripción adquisitiva provoca un
terceros que ya durante la posesión con- efecto extintivo de las cargas o dere-
trataban con el poseedor teniéndolo por
320
Los bienes
chos reales constituidos sobre la cosa
(por el anterior dueño, antes de
entrar a po-
321
La propiedad y la posesión
seerla el que ahora la adquirió por pres- dominio le será fácilmente controvertible. De
cripción). Se le concibe con diversos ahí que los
mé- todos. Al poseerse la cosa –se ha
sosteni- do– se poseían asimismo esos
derechos reales, de modo que al
adquirirla, los ad- quirió también y,
simultáneamente con la adquisición,
quedaron extinguidos, por- que esos
derechos reales sólo se conci- ben en
cosa ajena; aquí se extinguieron por
confundirse con el dominio en un solo
titular. O bien: al poseerse la cosa, se le
poseyó como libre (de cargas) por lo que
en esos mismos términos se termina
adquiriéndosela. A tal efecto suelen lla-
marlo “usucapión liberatoria”, expresión
que estimamos preferible reemplazar por
la de “efecto liberatorio de la
usucapión”. Siendo frecuentemente
aceptada, su vi- gencia es restringida o
tiende a serlo, por diversos factores: el
contenido del título (que la torna difícil
en la ordinaria), la publicidad que
ostenten los gravámenes de los que se
pretende quedar libre; la posibilidad
(cuan posible es) de poseer la cosa con
prescindencia de los gravá- menes. La
situación es concebible cuan- do un
tercero posee la cosa (es más con-
trovertible cuando pretende aducirla el
dueño para el específico propósito de li-
berarla del derecho real limitado).
Con aquellas prevenciones, que ha-
brán de examinarse en el caso concreto,
no se ve obstáculo para aplicarla entre
nosotros. Nuestro (controvertido) DL.
2.695, sobre saneamiento de títulos de la
pequeña propiedad raíz, contiene una re-
gla (el art. 16) que evoca este efecto
libe- ratorio cuando se sanean los títulos
de estos predios mediante la
prescripción adquisitiva de un año que
dicho texto dispone.
325
La propiedad y la posesión
328
Capítulo I
GENERALIDADES
219. Relación con el dominio. Al exa- noción ensambla con la llamada “elastici-
minar las clasificaciones de los bienes, en dad”, a la que también se ha hecho refe-
un acápite especial se trató la noción de rencia).
derecho real, su concepto y los principa- En los arts. 698 y 1337, regla 6ª el Có-
les problemas en torno a tal materia (su- digo contiene normas que suponen más
pra, Nos 16 y 17). bien el primer criterio (que se confirma
Estudiado ya el más completo de los también en la sección pertinente del Men-
derechos reales (el dominio), correspon- saje); en cambio, el Reglamento del Re-
de referirse a algunos menos completos, gistro conservatorio supone la idea
limitados en relación a aquél. Se tratarán contraria cuando distingue entre la tradi-
la propiedad fiduciaria o fideicomiso, el ción de un derecho real (ya constituido)
usufructo, el uso y habitación, las servi- y la constitución (efectuada por el pro-
dumbres. Es el orden que emplea el Có- pietario) del mismo (art. 52, Nos 1 y 2,
digo (arts. 732, y sgts.; siguiendo la respectivamente).
didáctica más usual, el estudio del dere- En cuanto a denominaciones, están
cho real de herencia queda entregado al influidas por las aludidas concepciones.
capítulo del Derecho sucesorio, y los de- Se utilizan las expresiones, más o me-
rechos de censo, prenda e hipoteca, al nos convenientes, de desmembraciones
de los contratos). del dominio, limitaciones al dominio,
Las diferentes concepciones del do- derechos reales en cosa ajena, derechos
minio (v. supra, Nº 52) provocan conse- reales limitados. Aquí se emplea esta úl-
cuencias (especialmente una técnica) al tima (haciendo presente que la propie-
enfrentarlo a los derechos reales limita- dad fiduciaria, que se tratará en esta
dos. Concebido el dominio como una parte, no constituye un derecho real es-
suma de facultades separables: uso, goce, pecial; se considera una modalidad del
disposición (noción que ha sido califica- dominio, un dominio especialmente li-
da de clásica), se entiende que los demás mitado, y resoluble) (la clasificación de
derechos reales no son más que fraccio- los derechos reales limitados, en dere-
nes que surgen como desmembraciones chos de goce y de garantía, ya fue refe-
de aquél; por tanto, se “transfieren” (por rida; supra, Nº 17 a).
tradición) a otra persona. En cambio, si
se concibe como un poder o señorío (el 219 bis. El título y su importancia. Ya
máximo) único, monolítico, sin que pue- se ha dicho que en la adquisición de de-
dan precisarse íntimos fraccionamientos rechos reales el elemento título es mate-
de facultades, esos otros derechos no ria que se examina en otro capítulo (obli-
ema- nan como desmembraciones del gaciones y contratos). Pero aquí conviene
dominio, ni existían, configurados, dentro formular una referencia porque en la
del do- minio, sino que se “constituyen” práctica jurídica, cuando se constituyen
fuera de él (sin perjuicio de que luego de derechos reales limitados suele desaten-
consti- tuidos se puedan –algunos– derse o, al menos, no se le presta la cui-
transferir)(la
193
Los bienes
194
Capítulo II
LA PROPIEDAD FIDUCIARIA
196
Los bienes
En todo caso, conviene precisar la si- cosas consumibles cuan- do forman parte de
tuación registral: la propiedad fiduciaria la totalidad de una
(el inmueble fiduciario) debe inscribirse
(a nombre del propietario fiduciario) en
el Registro de propiedad (arts. 686 y 735
del CC., y arts. 32 inc. 1º y 52 Nº 2 del
Regl.); la condición (de la cual pende la
restitución) puede inscribirse en el Regis-
tro de hipotecas y gravámenes (arts. 32
inc. 2º y 53 Nº 1 del Regl.).
La posibilidad de adquirir la propie-
dad fiduciaria por prescripción es
también discutida. Se ha rechazado,
sosteniéndose que no es concebible que
alguien posea un bien determinado con
la intención de restituirlo a un tercero si
se cumple una condición; por lo demás,
no se menciona en el art. 735. Pero se ha
estimado posi- ble, con fundamento
principalmente en los arts. 2498 y 2512,
que no lo excluyen; no se ve
inconveniente –se agrega–, en-
tendiendo que la adquisición de la pro-
piedad fiduciaria por prescripción tendrá
lugar en casos en que hay un
antecedente de la institución en base al
cual se recibe la propiedad, que implica
aceptar la cosa con el gravamen que
significa el fideico- miso (de pasarla a
otro si se cumple una condición), y en
esas condiciones es po- seída (por ej., si
se ha constituido sobre una cosa ajena,
por un instrumento públi- co defectuoso,
etc.).
200
Los bienes
2º. Debe asimismo conservar la cosa cuencia de ello son las prerrogativas que
para poder así restituirla si se cumple la la ley le confiere:
condición, respondiendo en dicha con- 1º. Puede solicitar medidas
servación, como se ha dicho, de la culpa conserva- tivas (arts. 761 y 1492). Entre
leve (art. 758). Como durante el tiempo otras, pue- de exigir caución de
que tiene la cosa en su poder puede in- conservación y resti- tución (art. 755).
troducirle mejoras, el Código consigna Se ha resuelto que no siendo un bien, la
varias reglas sobre el abono de ellas, dis- expectativa del fidei- comisario no
tinguiendo entre necesarias (que pueden puede ser embargada.
ser ordinarias o extraordinarias), útiles y 2º. Se ha sostenido que podría trans-
voluptuarias (arts. 754, 756, 759, 795, ferir su expectativa (por ej., venderla,
796, por el art. 1813).
798, 909 y 911), reglas que tendrán apli- 3º. Puede pedir al fiduciario indem-
cación si llega a producirse el evento de nización por los perjuicios de la cosa,
la restitución. Tiene también derecho de de- rivados de su hecho o culpa (art.
retención (arts. 754 y 800). 758).
3º. Por último, si la condición 4º. Si la condición se cumple, desde
impues- ta se cumple, nace para el
entonces tiene el derecho a exigir del fi-
fiduciario la obligación de restituir al
duciario la entrega de la cosa dada en
fideicomisario (art. 733), obligación que
fideicomiso.
cumplirá, como se ha explicado,
Cumplida la condición, el fideicomi-
efectuándole la tradición. Excepciones.
sario puede verse obligado a reembolsar
Los arts. 749 y 760 esta- blecen tres
al fiduciario las mejoras introducidas por
situaciones que hacen excep- ción a las
obligaciones antes enunciadas: el art. éste a la cosa y que, según disposiciones
749 se refiere al llamado “tenedor que antes se mencionaron, son reembol-
fiduciario”, que está obligado a restituir sables. Para el pago de deudas debe te-
también los frutos; el art. 760, inc. 1º nerse en cuenta también el art. 1372.
per- mite la posibilidad de liberar al
fiducia- rio de responsabilidad por todo 227. Extinción. Las varias causas por
deterio- ro, y el inc. 2º hace referencia las que se extingue el fideicomiso están
al que se ha denominado “fideicomiso mencionadas en el art. 763. Además, las
de residuo”. leyes de expropiación generalmente des-
B) Derechos y obligaciones del fideicomi- tinan un precepto a la extinción de gra-
sario vámenes sobre el predio expropiado, con
excepción de las servidumbres legales, fa-
– Con la constitución del fideicomiso
cultando a los titulares para obtener al-
el fideicomisario adquiere la simple ex-
guna compensación sobre el valor de la
pectativa de llegar a obtener la cosa de
indemnización que se paga al expropia-
que se trata. Éste es para él el efecto bási- do (así, por ej., DL. 2.l86, de 9 de junio
co que se produce con la constitución de de 1978, art. 20.)
la propiedad fiduciaria (art. 761). Conse-
199
Capítulo III
EL USUFRUCTO
201
Los bienes
Finalmente, para la protección de su mon- to, por lo que quedará entregada a las
derecho dispone de la acción reivindica- particularidades del caso (art. 46). Gene-
toria (art. 891), y si recae sobre inmue-
bles, de las acciones posesorias (arts. 916
y 922). Incluso, se ha resuelto que puede
entablar la acción de precario (del
art. 2195), y aun contra el nudo propie-
tario, porque es dueño de su derecho de
usufructo.
Es embargable, característica que se
traduce, en la realidad, en el embargo de
los frutos (arts. 803 y 2466).
tonces, esta causal debe entenderse apli- cosa misma sobre la que había usufruc-
cable a una causa de resolución del dere- to (acudiendo al denominado efecto li-
cho del constituyente que ya existía al beratorio de la usucapión, que ya se
constituirse el usufructo (como lo ilustra mencionó). Pero el problema consiste
el ejemplo que ofrece el precepto). en decidir si podría terminar por pres-
4º. Por consolidación del usufructo cripción extintiva, es decir, por el sim-
con la nuda propiedad (art. 806). El ple no ejercicio del derecho de usufruc-
Código suele emplear esta expresión en to, que en tal eventualidad se iría a con-
un senti- do amplio, equivalente a toda solidar con la nuda propiedad (el
reunión de los derechos (nuda propiedad Código francés lo permite expresamen-
y usufruc- to) en un solo sujeto (así, por te; art. 617 Nº 4). Entre nosotros hay
ej., en los arts. 765 y 771). Pero aquí la discrepancia. Se ha aceptado esta posi-
emplea más restringidamente; aquí se bilidad; siendo una grave limitación al
está refirien- do a la más específica dominio pleno, si el usufructo no se
situación en la que el usufructo se ejercita, aparece como inútil y es justi-
extingue por la re- unión de los atributos ficable su extinción; en esto, el usufruc-
en el usufructua- rio; es decir, en que el to y demás derechos reales difieren del
usufructuario lle- ga a tener la propiedad dominio, que es perpetuo; además, si
plena (en que se tratara sólo de adquisitiva, bastaría
–en expresiones del prof. Claro Solar– el art. 2517. Pero se ha negado la aplica-
el derecho del usufructuario se robuste- ción de la prescripción extintiva; la ac-
ce o completa)(por ej., el usufructuario ción por la que se reclama un derecho
compra la cosa o hereda al nudo pro- solamente se extingue por la prescrip-
pietario). Sólo en cierto sentido el usu- ción adquisitiva del mismo derecho
fructo se extingue, en el sentido de que (art. 2517, aunque debe notarse que el
usufructo ya no hay más; en otro senti- adverbio no está contenido en la regla;
do, el derecho se mantiene, pero se ha además, el texto se está refiriendo a la
transformado (produciéndose –se ha di- acción, no al derecho); por otra parte,
cho– una metamorfosis) desarrollándo- como en el esquema del Código el usu-
se, llegando a la integridad del domi- fructuario tiene un derecho de domi-
nio, con los demás caracteres de éste. nio sobre su usufructo, debe aplicárse-
Este sentido queda demostrado en el mis- le la regla correspondiente, y el domi-
mo texto cuando consigna aparte la re- nio no se extingue por el solo no
nuncia del usufructuario (aquí también ejercicio.
se reúnen en un solo sujeto todos los 6º. Por renuncia del usufructuario
atributos –en sentido amplio, también (arts. 806 y 12); esta renuncia debe ins-
hay consolidación–, pero esta vez en el cribirse en el Registro (art. 52 Nº 3 del
nudo propietario; en sentido estricto no Regl).
hay consolidación, de ahí que se men- 7º. Por destrucción completa de la
cionó separadamente). cosa fructuaria (art. 807); el art. 808 so-
5º. Por prescripción (art. 806). Esta luciona la situación especial de la heredad
forma de extinción ha dado lugar a dis- que se inunda (por lo mismo, rige inclu-
cusiones. Es claro que si un tercero po- so cuando se aplica el art. 653).
see el derecho de usufructo, puede lle- 8º. Por sentencia judicial, en los ca-
gar a ganarlo por prescripción (al tra- sos y con los requisitos señalados en el
tar la constitución del usufructo se dijo art. 809. Cuando se impone en una
que podía originarse por prescripción) sentencia de alimentos, a la que antes se
y, entonces, para el primer usufructua- ha hecho referencia (ley 14.908), su ex-
rio se habrá extinguido por la pres- tinción también podría dar lugar a la dic-
cripción adquisitiva del tercero (art. tación de otra resolución judicial que así
2517). Otro tanto puede ocurrir si el lo declare (para tal efecto habrá que te-
tercero adquiere por prescripción la
216
Derechos reales limitados
ner en cuenta las normas del derecho de dirimir controversias sobre la calificación
alimentos). de un acto como fideicomiso o usufructo.
Además, debe considerarse la extin- Sin perjuicio de que es posible constituir
ción por expropiación, mencionada en una misma cosa en usufructo a favor de
la extinción del fideicomiso. una persona y en fideicomiso en favor de
otra (art. 736). El art. 738 y las reglas de
243. Usufructo y fideicomiso. En va- los arts. 1070 y sgts. y 1080 y sgts.
rias ocasiones la jurisprudencia ha debido también deben tenerse en cuenta.
211
Capítulo IV
EL USO O HABITACIÓN
244. Advertencia. La reglamentación 245. Síntesis. Las normas más impor- tantes
constituye el Tít. X del Libro II (arts. pueden sintetizarse así:
811 a 819). La denominación del título
anun- cia dos derechos y las reglas están
redac- tadas también con referencia a
dos derechos. Corrientemente,
asimismo, se menciona a ambos. Se trata
de uno solo, el derecho real de uso, que
al recaer so- bre una casa, toma el
nombre de dere- cho de habitación; la
definición lo deja establecido.
“El derecho de uso es un derecho
real que consiste, generalmente, en la
facul- tad de gozar de una parte limitada
de las utilidades y productos de una
cosa.
Si se refiere a una casa, y a la
utilidad de morar en ella, se llama
derecho de habitación” (art. 811).
Es notable que en la definición no se
incluye expresamente la facultad de “uso”;
pero es evidente que no sólo está inclui-
da, sino que es la fundamental (por el
nombre, su historia y también un texto,
el art. 818). Por otra parte, conforme a
los preceptos, también se incluyen los
frutos, sólo que de una parte limitada de
los que la cosa produce: para sus
necesidades per- sonales y con
moderación (arts. 811, 815, 816, 817, 818
y 819).
213
Capítulo V
1) Es un derecho real (arts.
577 y 811).
2) Es personalísimo (art. 819);
en él, pues, no puede haber
tradición (hay una impropiedad en
el art. 686 inc. 2º cuan- do alude a
su tradición; debe entenderse la
constitución); pero puede ganarse
por prescripción (art. 2498).
3) Es inembargable (arts. 2466
y 1618 Nº 9 del CC. y 455 Nº 15
del CPC.).
4) Se constituye y extingue
según las reglas del usufructo (art.
812), con la li- mitación sí del
origen legal; en cuanto al origen
judicial, la ley 14.908 permite tam-
bién al juez constituir, en la
sentencia de alimentos, un
derecho de uso o habita- ción.
5) Por regla general el titular
no tie- ne las obligaciones de
caución e inventa- rio (art. 813).
6) Básicamente, el uso o
habitación se limita a las
necesidades personales del usuario
o habitador, necesidades perso-
nales que comprenden las de la
respecti- va familia (art. 815),
pero, en definitiva, la extensión
del derecho se determina, en
primer lugar, por el título que lo
cons- tituye (art. 814).
7) El usuario o habitador debe
ejerci- tar su derecho con la
moderación y cui- dado de un
buen padre de familia (art.
818).
213
Capítulo 6
LAS SERVIDUMBRES
7
Los bienes
la servidumbre, que hace girar toda su para las obligaciones (contenida en el art.
estructura en base a la utilidad y carga 1442);
de los predios de que se trata, en defini-
tiva la relación jurídica se produce entre
sujetos, precisamente entre los propieta-
rios, y si bien en ciertos casos, como vere-
mos, la voluntad de alguno de ellos pue-
de resultar poco relevante, en último
término, estando los bienes al servicio
de las personas, en ellos va a redundar el
beneficio o pesar el gravamen.
En cuanto a los dueños, hay situacio-
nes –como en la servidumbre de tránsi-
to– en que el dueño del predio sirviente
recibe la indemnización correspondien-
te, lo cual puede llegar a eliminar para él
la idea de carga (pero ese carácter se
man- tiene en cuanto el predio
permanece siempre gravado).
Desde otro punto de vista, el grava-
men puede consistir en un tolerar (los
actos del dueño del predio dominante)
o en un no hacer (actos que obstaculi-
cen el ejercicio del derecho de servidum-
bre y que, sin ella, podría ejecutar como
dueño) o en ambos. Pero no en hacer
algo, que implicaría una carga a la
perso- na del propietario y se opondría al
carác- ter de derecho real de la
servidumbre.
el dueño del predio sirviente no tiene de- ción, cerramiento, tránsito, medianería,
recho a indemnización alguna, y deberá
siempre soportarlo (arts. 831 y 833).
demarcación sólo uno (el nudo propieta- tiva; constata una situación, clarificándo-
rio o el usufructuario), conviene al de-
mandado citar al juicio también al otro,
para que la sentencia afecte a ambos.
Pero un fallo ha resuelto que la acción la
tie- ne el dueño.
Se ha resuelto que cualquier
comune- ro puede demandar de
demarcación al ve- cino, sin que sea
necesario que concurran todos los
comuneros (con los arts. 2305, 2078 y
2132; el fallo parece aplicar la doc- trina
de que en la comunidad habría en- tre
los comuneros un mandato tácito y
recíproco, que permitiría a cualquiera
pe- dir la demarcación como acto
administra- tivo o de conservación).
Aplicando este postulado puede surgir el
siguiente deba- te: cuando más tarde el
vecino pretenda que otro comunero
cumpla también la sen- tencia respetando
la demarcación defini- da por el juez,
éste podría defenderse sosteniendo que
él no fue parte en el liti- gio y las
sentencias tienen efectos relativos (art. 3º
del CC.); entonces se replicará que el
fallo le afecta (y –se dirá– afecta a todos
los comuneros) por la existencia del
man- dato tácito y recíproco contenido
en los textos citados; y entonces se
vislumbra el peligro siempre presente en
las concep- ciones de mandato tácito y
recíproco: un comunero podría coludirse
con el vecino y perjudicar a los otros.
Sujeto pasivo: Todos los que pueden
demandar, pueden ser demandados. De
modo que se aplica lo dicho. Pero se ha
resuelto que si el predio vecino pertene-
ce a una comunidad, para que el fallo
afecte a todos, todos deben ser incluidos
en la demanda (por cierto, esta decisión
no es coherente con la relatada al tratar
el sujeto activo).
Se tiene entendido también que no
obstante los términos que se empleen
(de- mandante y demandado) la acción
de demarcación es de las llamadas
dobles: ambas partes están en una
misma posi- ción procesal ante el juez;
no exactamen- te la de uno como
demandante y el otro como demandado.
Por otra parte, la sentencia es declara-
18
Derechos reales limitados
la. Una característica destacable pre- via a ella.
(y fácil- mente explicable) es la El CC. establece las reglas para pro-
imprescriptibilidad de esta acción. ceder a la operación y sobre el dominio
Como emana del dominio (y no es de los cierros (arts. 844 a 846).
una verdadera servidumbre), se b.3. Tránsito. El dueño de un predio
tiene mientras exista la calidad de destituido de toda comunicación con el
dueño del bien. Por cierto, eso no camino público por la interposición de
impide que si un vecino entra a
poseer un sector del predio y
cumple el plazo de prescripción,
gane el dominio de esa zona;
entonces, siempre se podrá pedir
demarcación, pero será la línea la
que, si el juez declara esa
prescripción, habrá de modificarse
con- forme a la nueva situación.
En todo caso, no se extingue
por el no uso (art. 2499).
En cuanto al valor de los hitos
y gas- tos de instalación, no puede
sino con- cluirse que deben ser de
cargo de ambos vecinos por
iguales partes.
Provenga del común acuerdo
o de sentencia del juez la
demarcación queda definitiva, de
modo que los sucesores de los
predios los reciben con esa línea
de deslinde, incluso en orden a
costear, tam- bién por iguales
partes, los gastos de con-
servación.
Por último, la remoción
intencional de los hitos puede dar
lugar a responsa- bilidad civil y
penal (arts. 843 y 2314 y sgts. del
CC. y 462 del CP.). Sin perjuicio
de la posibilidad de intentar
acciones po- sesorias.
b.2. Cerramiento. Consiste en
el dere- cho de todo propietario de
cerrar su pre- dio y de obtener que
contribuyan a esa actividad los
dueños de los predios colin- dantes.
Al igual que la demarcación,
emana del dominio y, por lo
mismo, la acción respectiva es real
e imprescriptible (corres-
pondiendo, por lo tanto, las citas
de los mismos preceptos).
Tampoco es, pues, una
servidumbre.
Es claro que la demarcación es
19
Los bienes
otro(s) predio(s), tiene derecho para exi- para que se pacte cualquier gravamen,
gir paso a su través en cuanto fuere con las limitaciones del orden público y
indis- pensable para el uso y beneficio la ley; y pueden constituirse como
de su predio, previo pago de la justa volun- tarias las servidumbres
indemni- zación (art. 847). denominadas le- gales cuando no se
La regulan los arts. 847 a 850. El cumplen, para impo- nerse en ese
procedimiento es el sumario (conforme
carácter, todos los requisitos que la ley
al art. 680 Nº 2 y sgts. del CPC.). Y para
ha dispuesto. Es claro que para que se
la correcta comprensión del art. 848 del
pueda calificar de servidumbre de- berán
CC. (que da a entender que son los peri-
tos quienes resuelven sobre el monto de aparecer los elementos y caracte- res
la indemnización y el ejercicio de la ser- fundamentales de la institución.
vidumbre) debe tenerse presente lo dis-
puesto en el art. 410 del CPC.: el juez 255. Constitución. Estas servidumbres
resuelve en el procedimiento que corres- pueden constituirse por título, por sen-
ponda (el sumario), sólo que dentro de tencia judicial, por prescripción o por la
éste debe tener lugar el informe de peri- forma llamada “destinación del padre de
tos. familia”.
Ésta, que sí es una auténtica servidum- a) Por título. Cuando la ley hace
bre, conforme las diversas categorías pue- refe- rencia a la constitución por
título (arts. 882, 883, 884), debe
de ser calificada de positiva,
entenderse el término en el sentido de
discontinua, aparente o inaparente
acto jurídico que da origen a la
(aunque general- mente es de la primera
servidumbre (no en su sentido de
clase). instrumento material).
Por cierto, corresponde al juez (como Como se trata de servidumbres volun-
ya se dijo) determinar la dirección y las tarias, en esta clase es el título justamen-
características de la senda que constitui- te la fuente más importante; la de mayor
rá la servidumbre, conforme a las parti- aplicación.
cularidades del caso, con el auxilio de Este título puede ser un acto entre
expertos si es necesario. Asimismo –y esta vivos o un testamento; puede ser gratuito
situación puede ser conflictiva–, él ten- u oneroso; y, en fin, por título se puede
drá que resolver cuál es el acceso a la vía constituir toda clase de servidumbres
pública que puede estimarse como perti- (art. 882, inc. 1º).
nente cuando hay dos o más predios que En cuanto a las formas del acto, se
se interponen y que, por lo mismo, se ha entendido que la regla general es que
presentan como potenciales sirvientes. En no está sometido a solemnidades
estas discordias tendrá que orientarse por especiales; pero examinando el acto
el objetivo de lograr la mayor eficiencia específico por el que se constituye, la
posible para el dominante con el menor aplicación de aque- lla pretendida regla
perjuicio posible para el sirviente. general puede resul- tar discutible. Así, si
Si no se reúnen las exigencias lega- se constituye por acto entre vivos a título
les para constituirla forzadamente, pue- oneroso, generalmen- te se configurará
de constituirse como voluntaria si hay una compraventa, para cuyo evento una
acuerdo entre los dueños de los predios disposición expresa exi- ge escritura
(por ej., si el predio tiene acceso a la vía pública (art. 1801); si se constituye por
pública, pero es en algún sentido incon- acto entre vivos a título gratuito, pudiera
veniente). llegar a configurarse una donación, en
cuyo caso debe recordarse que en el
254. 3) Servidumbres voluntarias. El
sistema del Código los dere- chos reales
art. 880 dispone la norma general para
(y personales) son cosas, y si recaen
esta clase de servidumbres, confiriendo
margen a la autonomía de la voluntad sobre inmuebles, son cosas inmue- bles
20
Los bienes
(v. supra, Nos 16 al 20); ahora bien,
según el art. 1400, la donación de
inmue- bles requiere escritura
pública; en fin, si
21
Derechos reales limitados
24
Los bienes
expropiación, men- cionada en la
extinción del fideicomiso.
25
Capítulo I
DIVERSAS FORMAS DE PROTECCIÓ N
chos patrimoniales, se han configurado otras dificultades entre los vecinos, y tien-
ciertas acciones tendientes a la protec- den en definitiva asimismo a la conserva-
ció n del dominio y demá s derechos rea- ció n de la cosa (puede mencionarse
les, que se pueden denominar genérica- también la tercería de dominio, arts. 518
mente acciones protectoras. y sgts. del CPC.).
La doctrina las ha clasificado: b) Un segundo grupo de acciones pro-
a) Un primer grupo está constituido tegen el dominio en forma só lo indirecta,
por las acciones del dominio propiamen- ya que está n normalmente destinadas a
te tales, que lo protegen directamente. otros objetivos; pertenecen a éstas las ac-
A su vez, algunas de ellas está n desti- ciones posesorias y la acción publiciana. En
nadas a eliminar perturbaciones al domi-
nuestro Derecho estas acciones está n des-
nio ya consumadas, de las cuales el
tinadas a proteger la posesió n, pero cuan-
ejemplo típico es la acción reivindicatoria. do el poseedor lo es como consecuencia
En doctrina se agregan la acció n confeso- de ser dueñ o (lo cual ocurre generalmen-
ria, por la que se pretende que se declare te, por lo que se justifica –como se ha
a favor del demandante la existencia de dicho– la presunció n del art. 700) al pro-
un derecho real limitado sobre una cosa tegerse la posesió n se está protegiendo el
de propiedad del demandado; y la acció n dominio (puede mencionarse también la
negatoria, con la que se pretende obtener tercería de posesió n, arts. 518 y sgts. del
una declaració n de que una cosa no está CPC.; ademá s, v. infra, Nº 267, final).
gravada con un derecho real que el de-
mandado pretende (es decir, que está li- 261. C) Acciones personales. Por ú lti-
bre de esa carga) o que esa carga tiene mo, si la turbació n del dominio resulta ser
otra (inferior) entidad que la que se pre- una derivació n de una relació n
tende. El Có digo no las menciona; la con- contractual, también puede protegerse
fesoria puede entenderse incluida en el
mediante una acció n personal emanada
art. 891 (que consagra la reivindicació n
del respectivo contrato; así, si al terminar
de los demá s derechos reales, como se
un contrato de comodato el comodatario
dirá ) (al tratar la reivindicatoria se verá n
no restituye la cosa al comodante
otras, con base en nuestros textos; infra,
(dueñ o), como es su obligació n (art.
Nº 267; allí, en la denominada declarati-
va de dominio, puede quedar incluida la 2180), éste puede ejercitar la acció n
negatoria). Otras de estas acciones está n personal correspondiente (deri- vada del
destinadas a prevenir un dañ o que se contrato de comodato) para lo- grar
teme, evitando que se consume, como las judicialmente la restitució n (situació n
llamadas acciones posesorias (o interdic- similar puede producirse en el contrato
tos posesorios) de obra nueva y obra de arrendamiento, etc.) (y tal vez este
ruino- sa, que aunque por su ubicació n camino resulte má s expedito, pues la
aparecen en nuestros textos incluidas en prueba del contrato respectivo puede ser
las pro- tectoras de la posesió n, se menos com- plicada para el perjudicado
entiende que no tienen en realidad ese que la prueba del dominio, la cual, como
alcance. Las acciones de demarcación y veremos, es ne- cesaria para reivindicar;
es posible que en- cuentre también por
cerramiento, tra- tadas por el Có digo en las
esta vía un procedi- miento má s rá pido).
servidumbres, también son protectoras
del dominio; evi- tan conflictos respecto Si el contrato es declarado nulo, las
de la determina- ció n del objeto del reglas de la nulidad conceden acció n res-
dominio en los predios colindantes, sin titutoria (arts. 1687 y 1689); y si resuelto,
perjuicio de solucionar acontece otro tanto (arts. 1487, 1490 y
1491; v. ademá s infra, Nº 267, final).
228
Capítulo II
ACCIÓ N REIVINDICATORIA
la especie ha sido hurtada, robada o esta- bre universalidades de hecho, con lo que
fada. Se ha sostenido que hay contradic- el peligro de la prescripció n desapare-
ció n entre ambas disposiciones por cuan- ce; pero aunque no exista ese peligro,
to el CPP. manda devolverla al dueñ o sin si alguien tiene materialmente una uni-
el requisito de reembolsar lo que se gas- versalidad de hecho, de todos modos
tó en adquirirla, y que prima este pre- debe admitirse una acció n del dueñ o
cepto por ser especial. En contra, se esti- para recuperar el objeto de su domi-
ma que no hay contradicció n y que el nio) (se volverá sobre este punto en in-
CPP. só lo señ ala la oportunidad de resti- fra, Nº 267). Pero (tal como parecen en-
tució n de la cosa al dueñ o, permanecien- tenderlo algunas sentencias) la singula-
do el derecho de reembolso que el ridad parece estar má s dirigida a excluir
art. 890 del CC. otorga al adquirente (pa- a las universalidades jurídicas (por la di-
rece lo má s aceptable). Por otra parte, el ficultad posesoria) y, sobre todo, a la
texto (art. 890, incs. 2º y 3º) ha sido apli- individualizació n de la cosa, de modo
cado a establecimientos no mencionados, que, no obstante el término empleado,
porque es ejemplificativo y genérico (tén- no parece justificado excluir a las uni-
gase presente ademá s lo que se ha dicho versalidades de hecho (un rebañ o, una
sobre negació n de la reivindicatoria en biblioteca), estando suficientemente in-
ciertas destrucciones del título traslaticio, dividualizado el conjunto (sobre todo si
para proteger el trá fico; supra, Nos 104 es admitida su posesió n).
bis y 144). El art. 891 anuncia una acció n espe-
Singularidad. La cosa a reivindicarse cial para una particular universalidad ju-
ha de ser singular. Como se ha dicho rídica, la herencia; tal es la acció n de pe-
(supra, Nos 35 y sgts.), una de las clasifi- tició n de herencia, regulada en los
caciones de los bienes distingue entre arts. 1264 y sgts.
universales y singulares (también se dijo Individualización. Como se dijo, la sin-
que esta clasificació n no está formulada gularidad exigida debe comprenderse
en el Có digo, aunque algunos precep- par- ticularmente en un significado de
tos aluden a ella). El art. 889 destina la deter- minació n en sus contornos; la cosa
acció n a las cosas singulares; má s aú n, a ha de estar claramente individualizada.
propó sito de la reivindicació n de cuota En el mismo sentido, el dominio (en el que
el art. 892 vuelve a emplear el adjetivo. el actor funda su acció n) recae sobre
Entonces, literalmente, quedarían exclui- cosas determinadas (a lo que puede
das las universalidades, sean jurídicas o añ adirse, en el á mbito litigioso, que –si la
de hecho; así se ha resuelto. Pero esti- acció n tiene éxito– só lo así puede má s
mamos que esa afirmació n debe ser ma- tarde ha- cerse cumplir lo resuelto).
tizada debido a las universalidades de En los muebles, los definidos con-
hecho; si se estima que ellas pueden po- tornos físicos que generalmente tienen
seerse (v. supra, Nº 161), entonces lo facilitan la tarea (aunque puede presen-
propio es conferir acció n reivindicato- tarse en líquidos, gases y otros fluidos;
ria al dueñ o; si se considera el texto (que también en bienes inmateriales). En los
exige singularidad) como obstá culo in- inmuebles la determinació n suele pre-
franqueable, entonces ha de admitirse sentar dificultades. Desde luego, aunque
que el dueñ o entable una acció n resti- a veces la individualizació n es bien posi-
tutoria en base a su derecho de domi- ble, la falta de cuidado en la presenta-
nio (con el art. 582)(a la que pronto se ció n de los hechos conduce al resultado
hará referencia); de no ser así, el po- adverso; el tribunal observa el defecto,
seedor podría llegar a ganar por pres- rechazando la demanda (con o sin la
cripció n sin que el dueñ o pudiera inte- protesta del demandado). En cuanto a
rrumpir, lo que es inaceptable (la otra objetiva dificultad, es explicable princi-
alternativa es repudiar la posesió n so- palmente por:
230
Acciones protectoras
reales se pueden reivindicar segú n las cuota (como tercio o quinto) de un bien
mis- mas reglas aquí tratadas para cuando
el que reivindica es dueñ o de la cosa.
Dentro de las cosas incorporales, la
ley se refiere expresamente a los derechos
rea- les (por ej., el usufructuario
reivindicará su usufructo) para
concederles acció n reivindicatoria, mas
nada dispone respec- to de los derechos
personales (sobre todo teniendo presente
que en el art. 583 ya dispuso que sobre
las cosas incorporales
–genéricamente– hay también una espe-
cie de propiedad). Para estos efectos debe
recordarse lo dicho respecto de la pose-
sió n sobre cosas incorporales (supra,
Nº 162); allí se advirtió que en la doctrina
(extranjera, y nacional debido a nuestros
textos) es ampliamente discutido si es
con- cebible la posesió n de cosas
incorporales y, sobre todo, la de derechos
personales. Pues bien, para resolver esta
interrogante estimamos que aquel debate
es decisivo; si se admite la posesió n de
derechos perso- nales, entonces debe
admitirse la acció n reivindicatoria;
porque podría presentar- se la situació n
del dueñ o de un crédito que se percata
que otro lo está poseyen- do, y sería
inaceptable que por una parte se permita
que se le posea y por otra se impida que el
dueñ o lo reivindique; si se permite que
otro lo posea, entonces debe admitirse
que el dueñ o pueda reivindicar- lo (así, el
sujeto entra a poseer el crédito; por lo
mismo podría llegar a adquirirlo por
prescripció n, que no obstante ser dis-
cutible, segú n se dijo en su oportunidad
parece ser la consecuencia normal; y en-
tretanto el dueñ o puede reivindicarlo).
En todo caso, se ha resuelto que el
título o instrumento en que consta un
derecho personal es reivindicable.
Reivindicación de cuota. Por el art. 892,
“se puede reivindicar una cuota determi-
nada proindiviso, de una cosa singular”.
a) La cuota ha de estar determinada.
Expresada en fracció n o porcentaje,
debe consignarse en la demanda a
cuá nto as- ciende.
b) La cosa (sobre la que recae la cuo-
ta) ha de ser singular. Tratá ndose de una
232
Los bienes
que, aisladamente, se tenga en de al administrador –entre otras activida-
copropie- dad, no hay dificultad para des– “interrumpir las prescripciones” (la
aplicar el tex- to. Si la reivindicació n se
estima aplica- ble también a la
universalidad de hecho
–conforme a lo dicho– entonces será
ad- misible la reivindicació n de una
cuota de esa universalidad y de una
cuota de cada cosa perteneciente a esa
universalidad. Pero se ha discutido la
situació n en que el bien cuya cuota se
reivindica pertene- ce a una
universalidad jurídica (como cuando se
reivindica el tercio de una cosa singular
que forma parte de una heren- cia).
Aquí tiene incidencia la discusió n
doctrinaria referente a la naturaleza
jurí- dica de la comunidad y,
concretamente, al punto de si en la
comunidad sobre cosa universal los
derechos de cada co- munero se
comunican cuotativamente a cada uno
de los objetos que la compo- nen o,
por el contrario, permanecen como
cuota abstracta, sin que el co- munero
pueda pretender derecho sobre cada
objeto. De aceptarse la primera pos-
tura, debe concederse la posibilidad de
que el comunero pueda reivindicar su
cuota en una cosa singular de la
comuni- dad universal; de aceptarse la
segunda, la conclusió n ha de ser
negativa. La juris- prudencia se ha
pronunciado en ambos sentidos. El art.
1268, regulando la acció n de petició n
de herencia, concede tam- bién al
heredero la acció n reivindicato- ria
para perseguir un objeto de la heren-
cia; pero no afirma que puede
reivindicar una cuota del objeto.
Se ha planteado la duda de si un co-
munero puede, él solo, reivindicar
toda la cosa para todos los comuneros.
Está discutido.
La respuesta afirmativa tiene el si-
guiente fundamento: cuando en la
socie- dad no se ha conferido la
administració n a uno de los socios, se
entiende que en- tre los socios existe
un mandato tá cito y recíproco para
administrar (art. 2081); se añ ade que
al administrador corresponde cuidar
de la conservació n del objeto so- cial
(art. 2078); por otra parte, correspon-
233
Acciones protectoras
reivindicante adquirió la cosa por un tro y sus caracteres reales; suele ocurrir
modo originario o derivativo. En la pri- que ambos litigantes (reivindicante y de-
mera situació n, le bastará probar los he- mandado) presentan inscripció n a su res-
chos que constituyeron ese modo origi- pectivo nombre (porque el sistema no lo-
nario. Pero si adquirió por un modo gra evitar las llamadas inscripciones
derivativo, como la tradició n (que será lo paralelas y “de papel”), lo que –al menos
má s frecuente), no basta con probar que aparentemente– deja a la controversia
ese modo se configuró a favor del que se con dos poseedores (inscritos); y (tal vez
pretende dueñ o (si se trata de un mue- lo má s sensible): cuando el reivindican-
ble, que se le entregó con á nimo de trans- te –en su afá n de exhibir sus mayores y
ferírsele el dominio o, si se trata de un mejores antecedentes– acompañ a inscrip-
inmueble, que tiene inscripció n a su nom- ció n a su nombre, se expone al congéni-
bre), porque quedará la interrogante de to debate del valor de la inscripció n en
si el antecesor, a su vez, tenía o no el cuanto símbolo de posesió n, que perma-
dominio (recordando que “nadie da lo nece con resultado impredecible, y que
que no tiene”; nemo dat quod non habet). aquí se traduce en una capital disyuntiva:
Si el antecesor también adquirió por si tiene posesió n inscrita, entonces ¿no
modo derivativo, la duda persiste. Así, el será un dueñ o o poseedor, cuya deman-
retroceso en el examen debe llegar hasta da, por tanto, debe ser rechazada? (v. su-
una adquisició n por modo originario; ge- pra, Nos 189 a 195 bis)(sobre esta ú ltima
neralmente será la prescripció n adquisi- situació n se volverá pronto).
tiva, con má s seguridad la extraordinaria Pero el art. 894 (consagrando lo que
(y, por cierto, debe haberse cumplido an- en el Derecho romano se denominó ac-
tes del día en que dejó de poseer). Y re-
ción publiciana) permite interponer “la
cuérdese que puede servirse de la agre-
mis- ma acció n” al que, sin ser dueñ o,
gació n de posesiones (supra, Nº 178).
pose- yendo regularmente estaba en vías
Las presunciones judiciales y la prue-
de ganar por prescripció n. Está bien
ba de testigos pueden adquirir aquí se-
discuti- do si para disponer de la acció n es
ñ alada importancia. La ú ltima es admi-
nece- sario tener cumplido el plazo para
sible en la medida en que se refiere a la
ganar por prescripció n ordinaria o basta
prueba de hechos (de hechos jurídicos
con tener só lo algú n tiempo de
que constituyan la adquisició n del do-
posesió n. Se ha sostenido que es
minio, o la posesió n como base de la
necesario haber com- pletado el plazo
adquisició n por prescripció n), de modo
porque al apoderarse otro de la cosa se
que no es aplicable la limitació n de los
produce una interrupció n natural de la
arts. 1708 y sgts.
prescripció n del primero que hace
Tratá ndose de los inmuebles, el siste-
perder todo el tiempo anterior, con lo que
ma registral, que teó ricamente tendría
ya no queda “en vías de ganar por
que conducir a facilitar la prueba de do-
prescripció n”. No parece necesario el
minio y, por tanto, fortalecer la protec-
cumplimiento del plazo; si ya está cum-
ció n al dueñ o, por los caracteres que
plido no es necesaria la acció n publicia-
adoptó entre nosotros, no ha producido
na, pues bastaría alegar la prescripció n,
ese resultado (como ya ha podido apre-
con lo que se podría reivindicar como
ciarse en el relato sobre su organizació n
dueñ o; por lo demá s, así lo denotan el
y funcionamiento). Como escueto resu-
texto y la historia de su establecimiento,
men de lo manifestado allí, dirigido
segú n la cual fue tomado de la legisla-
ahora al conflicto reivindicatorio, debe ció n romana, que no exigía el cumpli-
recordarse que la inscripció n no prueba miento del plazo.
dominio (só lo posesió n, y ni eso segú n Debe entenderse que está concedida
algunos); con frecuencia no hay también al que ha perdido la posesió n
coincidencia en- tre la descripció n del regular de un derecho real y se encontra-
predio en el Regis- ba en vías de ganarlo por prescripció n
236
Acciones protectoras
(la reivindicatoria procede para otros de- ge el dominio sin desconsiderar el Regis-
rechos reales; y esos derechos son, como tro; por otra parte, con este entendimien-
se ha dicho, susceptibles de posesió n) (se to tendría también acció n posesoria, de
ha llegado a resolver que cuando el rei- amparo o restitució n, segú n se verá má s
vindicante no ha logrado probar el do- adelante; v. infra, Nº 282).
minio, pero sí ha demostrado mejor de-
recho que el demandado, la demanda
267. Contra quién se dirige la acción
debe ser acogida sobre el supuesto de
(otras acciones; la acción innominada de
que implícitamente el actor ha ejercido
dominio). Como ha quedado dicho, ha
acció n publiciana).
de dirigirse contra el actual poseedor (art.
895), en lo cual debe tener especial
266. C) Que el reivindicante esté pri- cuidado el actor, dado el efecto relativo
vado de la posesión (de la posesió n de la de las senten- cias judiciales. Esto
cosa). Como (segú n afirma) es dueñ o, principalmente porque en la práctica
tiene derecho a poseerla; por eso la rei- pueden presentarse dudas acerca de la
vindica. identidad de la persona que realmente
En los inmuebles surge el problema está poseyendo (de ahí también la
de si corresponde acció n reivindicatoria disposició n de los arts. 896 y 897).
a un propietario que, teniendo inscrito a Para el caso que el poseedor fallezca,
su nombre un predio, le es arrebatado el art. 899 establece una norma especial,
materialmente. La solució n ha de buscar- junto a la cual ha de tenerse en cuenta la
se en el tema de la adquisició n, conserva- del art. 1526, Nº 2. Mientras la acció n para
ció n y pérdida de la posesió n, ya tratado, obtener la entrega de la cosa es indivisi-
y que plantea a su vez la polémica sobre ble (no es posible cumplirla por partes),
el valor de la inscripció n (con las dos la de indemnizar es divisible (v. también
gran- des posiciones que fueron el art. 1354).
expuestas; Lo dicho sobre el sujeto pasivo de la
v. supra, Nº 195). Si se postula que la ins- acció n requiere de dos advertencias (en
cripció n conservatoria es ú nica y suficien- las cuales –estando discutida la naturale-
te prueba de posesió n, no procedería ha- za de la respectiva acció n, como se verá –
blar en tal situació n de pérdida de la habría excepciones en cuanto al sujeto
posesió n, por lo que no competería al pasivo si se las llegare a calificar de mo-
perjudicado la acció n reivindicatoria; tal dalidades de la acció n reivindicatoria):
afirmació n es consecuencia de la posició n a) Se puede dirigir la acció n en con-
que atribuye a la posesió n inscrita un va- tra del que dejó de poseer enajenando la
lor absoluto y excluyente (con este predi- cosa, para que restituya lo que recibió
camento, al dueñ o le quedarían posible- por ella (art. 898); y del que poseía de
mente la acció n de precario del art. 2195, mala fe y por hecho o culpa suya dejó de
inc. 2º, y las acciones criminales). Con la poseer, para que restituya su valor
posició n opuesta, que atribuye importan- (art. 900). Nó tese que en estas situacio-
cia fundamental a la posesió n material, nes no se persigue la cosa sino un valor
se sostendrá que en tal situació n simple- (en la primera lo recibido, en la segunda
mente se ha perdido la posesió n y proce- lo que vale); el art. 900 (que ha sido lla-
de, por tanto, la reivindicació n. En una mada “reivindicatoria ficta”) no lo dispo-
actitud intermedia, se ha planteado que ne expresamente, pero no puede enten-
no obstante tener posesió n inscrita, al pri- derse en otro sentido. La dificultad de la
varse al dueñ o de la tenencia material, se persecució n de la cosa puede presentar-
lo ha privado de una parte integrante de se también en los inmuebles, y el precep-
la posesió n, su fase material, y que en tal to es aplicable igualmente a estos bienes,
caso procede reivindicar, al no ser inte- segú n se ha resuelto. En los textos son
gralmente poseedor; hay fallos que así lo llamadas acciones “de dominio”, pero con-
han resuelto (en estos términos se prote- siderando su objetivo, es muy discutible
237
Los bienes
de ocupantes cuyos contratos emanan de nes de los tribunales. Otra puede ser ésta,
un tercero, que no es el propietario ac- del art. 915, que suele llamarse contra el
tual, etc. La reivindicatoria no procede,
injusto detentador; en ese cometido es
porque no son poseedores; tampoco la
con- veniente conferir al precepto un
posesoria, sea porque está prescrita (y
alcance extenso, como el de la tercera
prescribe en el breve plazo de un añ o, y, alternativa antes descrita; es decir, que
aun, de seis meses), sea porque la cosa es sea aplicable a todo tenedor que a la
mueble; tampoco la de algú n contrato, época de la de- manda no pueda justificar
porque fue otro el contratante que confi- aceptablemen- te su insistencia en
rió la tenencia (no el dueñ o), o simple- mantener la cosa en su poder.
mente porque no ha habido contrato al- Pero hay má s. Puede sostenerse que
guno. el ordenamiento jurídico no exige encua-
La necesidad advertida se torna má s drar toda pretensió n en una determina-
imperiosa si se recuerda que el que apa- da acció n, nominada, regulada por la ley.
rece como tenedor, un día puede llegar Basta que tenga arraigo en un derecho
a aducir la prescripció n, apoyado en el del reclamante que merezca ser tutelado.
art. 2510 regla 3ª, el cual, aunque es sabi- De este modo, un dueñ o que injustamen-
do que está en contradicció n con el te está privado del objeto de su dominio,
art. 730, como posibilidad es suficiente con base (entre nosotros) en los arts. 19
para inquietar al dueñ o actual (pudiera Nº 24 de la C. Pol. y 582 del CC., bien
acontecer que el tribunal llamado a co- puede reclamarlo de quien lo tiene sin
nocer del caso prefiriera el art. 2510 en fundamento legítimo, y el juez tendría
lugar del 730). que ordenar restituirlo, si se demuestran
Sin perjuicio de mantener el reclamo esos supuestos. Es la que podría llamarse
para que se consagre formalmente una “acció n innominada de dominio”. Inclu-
acció n restitutoria genérica (que cubra so con aquellos mismos textos puede fun-
esas situaciones y cualquiera otra), mien- darse una “acció n declarativa de domi-
tras se procede a esa integració n convie- nio”, por la cual se persigue la declaració n
ne desenvolver alguna de las existentes o constatació n de que el actor es dueñ o
para que cumpla esa finalidad, interpre- de un objeto, sin añ adir una pretensió n
tando (extensivamente) en esa direcció n de ejecució n y sin que sea necesario que
el respectivo texto que la consagre. Una el demandado esté poseyendo (acallan-
es la del art. 2195; en la prá ctica (y sin do a la demandada que discute o se atri-
expresarse), con frecuencia se ha venido buye el dominio); y se le puede agregar
acudiendo a esta acció n, que ha sido lla- la petició n consecuencial del cese de cier-
mada acción de precario, aun cuando por ta perturbació n que se perpetra con fun-
su ubicació n y parquedad no parece ha- damento en un supuesto dominio pro-
berse creado con tan trascendental desti- clamado por el agresor. Tiene utilidad en
no; el éxito que ha tenido, en cuanto a situaciones en las que (transcurrido el
su generalizado empleo, se ha visto incre- bre- ve plazo del recurso de protecció n)
mentado por su tramitació n en juicio su- se trata de cosas muebles, o en
mario (por el art. 680 del CPC.); con todo, inmuebles en las que ha transcurrido el
por los requisitos que exige ante ciertas plazo para la respectiva acció n posesoria,
situaciones su aplicació n ha ido enfren- y la per- turbació n no llega a constituir
tando duros obstá culos; así, supone au- privació n de la posesió n.
sencia de contrato, lo que la deja en du-
dosa aplicació n en todos los casos de 267 bis. Con lo dicho, las siguientes
contratos nulos, resueltos, revocados, con son algunas de las actitudes que podría
plazo de duració n ya cumplido, emana- adoptar el demandado de reivindicació n,
dos de persona distinta del dueñ o, etc., y que dejarían la situació n en reñ ido de-
que han merecido encontradas decisio- bate:
239
Los bienes
241
Acciones protectoras
Se entiende por mejora toda obra eje- nizaciones, se confiere al poseedor venci-
cutada para la conservació n de una cosa, do un derecho de retenció n (art. 914).
para aumentar su valor o para fines de Se ha formulado también una siste-
ornato o recreo. Con este concepto, y si- matizació n distinta de estos conceptos, en
guiendo al Có digo, se distinguen tres cla- base a las reglas del pá rrafo de las presta-
ses de mejoras: necesarias, ú tiles y volup-
ciones mutuas y a los arts. 756, 759, 797:
{
tuarias, de las que la ley da también una
noció n. En base a esta distinció n, a la obras
buena o mala fe del poseedor y teniendo
{
inmateriales necesarias
en cuenta algunos otros factores, se regu-
{{
(ej.: defensa
ú tiles
{
lan las indemnizaciones por estas mejo- Expensa de una finca) no necesarias voluptuarias
ras: (gasto) ordinarias
– Mejoras necesarias (art. 908); obras necesarias extraordinarias
– Mejoras ú tiles (arts. 909, 910, 912 y materiales
{
o mejoras
913); no necesarias ú tiles
– Mejoras voluptuarias (art. 911). voluptuarias
Para asegurar el pago de estas indem-
243
Capítulo III
ACCIONES POSESORIAS
nes posesorias especiales (que luego se- La protección a los inmuebles, obser-
rán mencionadas). vada en tantas otras materias, se refleja
Tocante al lapso de un año, se tiene tam- bién aquí. Como una especial
como tiempo suficiente de estabilidad justificación de la restricción de estas
posesoria. acciones a los in- muebles se suele
Las acciones posesorias en la coposesión. mencionar la facilidad de la prueba del
Si dos o más personas poseen en común dominio respecto de los mue- bles, que
es claro que, concurriendo todas, pue- deja expedita la vía de la reivindi- cación
den entablar acción posesoria en contra (explicación que no parece convin- cente).
de un tercero. Es discutido si uno solo (o Por cierto, se ha postulado la conveniencia
algunos) podría(n) entablar la acción de extender estas acciones (re- formando el
para proteger la cosa coposeída; se ha Código) a los bienes muebles. Con todo,
resuelto la afirmativa. El punto está los Códigos del siglo XX adop- tan
rela- cionado con la administración de la actitudes diversas a este respecto.
comu- nidad. No habiendo duda en cuanto a los
Si un comunero (coposeedor) puede inmuebles por naturaleza y por adheren-
entablar acción posesoria contra otro, es cia, se ha resuelto que la protección al-
bastante discutido. Como pudo observar- canza también a los inmuebles por desti-
se al tratar la prescripción entre comu- nación.
neros (v. supra, Nº 204), la discordia de En la protección a los derechos rea-
fondo consiste en determinar si un comu- les constituidos en inmuebles (art. 916)
nero puede, mediante ciertas actitudes y deben tenerse en cuenta la regla del
circunstancias, llegar a erigirse en posee- art. 922 y la exclusión de las servidum-
dor exclusivo; si se admite la posibilidad, bres discontinuas y continuas inaparen-
se han de aceptar la prescripción entre tes (arts. 917 y 882).
comuneros y la interposición de acciones Se ha dicho recién que no correspon-
posesorias entre ellos (así, los argumentos de acción posesoria a las cosas que no
planteados al tratar el punto de la pres- pue- den ganarse por prescripción (art.
cripción entre comuneros son aplicables 917). En otra ocasión se ha puntualizado
al presente problema, debidamente adap- que la circunstancia de que un precepto
tados; aquí debe tenerse presente impida ganar una cosa por prescripción
además el art. 917; la jurisprudencia se ha no impli- ca automáticamente que no
inclina- do mayoritariamente por negar pueda poseer- se (v. supra, Nº 203, final).
acción po- sesoria entre comuneros, Ahora, la sínte- sis es: un objeto puede ser
como lo ha he- cho en materia de poseíble (porque ningún precepto lo
prescripción; pero un fallo parece excluye de la posesión), pero un texto
entender que es posible; y otro, negándola expreso puede impedir su adquisición
en general, deja a salvo la de por prescripción; y por esta última
restablecimiento, aunque ésta no era la circunstancia, con el art 917 no tendría
discutida en la causa). protección posesoria.
Para los herederos del poseedor (y Respecto de los bienes nacionales de
del sujeto pasivo de la acción) hay tam- uso público, como no pueden ganarse por
bién un precepto especial (art. 919; se re- prescripción y ni siquiera pueden po-
cuerda que esta disposición parece dar la seerse, se ha concluido que no procede
idea de que la posesión se transmite, acción posesoria. Pero si un particular ad-
acompañando al art. 2500 inc. 2º; v. su- quiere un derecho de uso y goce sobre
pra, Nº 176). ellos de parte de la autoridad, puede pro-
teger ese derecho (real) con la corres-
274. 2) El objeto debe ser susceptible pondiente acción posesoria (el punto está
de acción posesoria. Lo son los Bienes relacionado con la teoría de los derechos
Raíces y los derechos reales constituidos reales administrativos).
en ellos (art. 916). Al no tener el derecho real de
245
Los bienes
heren- cia el carácter de inmueble
(no es mue-
246
Acciones protectoras
278. 1) Prueba de la
posesión. Este punto bien puede
tratarse en el capítulo de la
posesión; varios preceptos, princi-
palmente relativos a la
adquisición, con- servación y
pérdida de la posesión, inci- den
directamente en el tema de la
prueba y, por lo mismo, deben
tenerse presente en esta ocasión
(v. supra, Nos 184 y sgts.). Ha sido
la ubicación de dos textos bási-
cos, implantados en el título de las
accio- nes posesorias, la que
induce frecuente- mente a tratar
aquí la prueba de la posesión de
inmuebles: los arts. 924 y 925
(respecto de los muebles v. supra,
Nº 196). El contenido
contrapuesto, a lo me- nos
aparentemente, de esos dos
precep- tos, traduce la materia en
el planteamien- to de un problema:
cómo se prueba la posesión de
inmuebles. Mientras el art. 924
dispone que la posesión de los
derechos inscritos se prueba por
la inscripción, el art. 925 prescribe
que la posesión del sue- lo se
prueba por hechos posesorios
posi- tivos. Tales normas, unidas a
los conflicti- vos preceptos de la
denominada posesión inscrita, han
provocado otra de las con-
troversias notables en la doctrina
248
Los bienes
254