Está en la página 1de 7

Criminología de la elección nacional.

En 1986 Cornish y Clarke formularon la teoría de la elección racional. Se trata


de un enfoque que se incluye dentro de los modelos de prevención situacional
del delito. Esta teoría sostiene que quienes cometen un delito lo hacen tras un
proceso de toma de decisiones. También defiende que los delincuentes no son
tan distintos del resto de personas, centrándose en buscar las similitudes y
haciendo una crítica a la visión que hay en la actualidad que los tiende a
sobrepatologizar y es motivo de dificultad a la hora de realizar programas de
prevención del delito. Asímismo, los autores hacen una necesaria triple
distinción entre los tipos de delincuentes, a saber: el delincuente depredador, el
oportunista y el situacional, todo ello sin olvidar la importancia del proceso
motivacional intrapsíquico que lleva a la comisión del delito y por lo tanto el
proceso de toma de decisiones.

La teoría de la elección racional según Cornish y Clarke.

Los autores parten de la idea de que el pensamiento del delincuente racional,


en tanto que razona, emplea las mismas estrategias cognitivas que cualquier
otra persona cuando se plantea tomar decisiones, es decir, se rige por castigos
y recompensas al igual que ocurre en el pensamiento económico, sociológico,
psicológico y jurídico.

En la actualidad se observa una tendencia teórica a sobrepatologizar la


delincuencia y a subestimar su racionalidad, lo que dificulta el diseño de
estrategias más eficaces para el control de la conducta delictiva. Los autores
plantean que, en lugar de concentrar exclusivamente la atención en el
delincuente y en aquellos factores que influencian su implicación en ciertos
delitos, debe prestarse más atención al propio acto delictivo y a los factores
situacionales, como ya se ha mencionado previamente. Clarke y Felson (1998)
remarcan la importancia del papel del elemento de oportunidad en la causación
del delito, y para ello hacen una compilación en la que incluyen también el
enfoque de la actividad rutinaria, la teoría del patrón delictivo y la perspectiva
de la elección racional.
Hasta el momento, los intentos de explicación de la conducta delictiva en
determinadas personas que habían hecho los criminólogos no habían dado
lugar a identificar similitudes entre los delincuentes y el resto de personas,
agravando así las diferencias intergrupos. Cornish y Clarke (1986) subrayan
esas similitudes. Si bien no niegan la existencia de componentes irracionales y
patológicos en algunos delitos, sugieren que deben examinarse más de cerca
los aspectos racionales y adaptativos de la delincuencia y deje de analizarse
como un fenómeno individual, sino como uno circunscrito a lo social.

En el prólogo al libro “el razonamiento criminal: perspectivas sobre la teoría de


la elección racional del delito”, Cornish y Clarke hacen una aclaración sobre la
elección pragmática del concepto “perspectiva de la elección racional del
delito”. En primer lugar destacan que con “perspectiva” se obvia el concepto de
teoría pues se trata de un enfoque: un esquema organizativo que intenta arrojar
luz sobre las teorías previas al respecto. El término “elección” enfatiza la idea
de que los delincuentes toman decisiones sobre sus actos. El vocablo
“Racional” pone de relieve el concepto de pensamiento estratégico, es decir, el
delincuente hace un procesamiento de la información y evalúa las
oportunidades y las alternativas. Dicho de otro modo: los autores afirman que
se trata más bien de un enfoque que de una teoría en su sentido más estricto.

Cabe hacer mención de que la perspectiva de la elección racional fija su


atención en la toma de decisiones del delincuente, siendo esta una conducta
intencional, que el delincuente realiza para obtener unos beneficios. Como ya
se ha explicado previamente, el pensamiento durante la decisión está limitado
por las circunstancias, la cantidad de tiempo y esfuerzo que dedican a la
decisión así como a la calidad de información disponible, por lo que no es
habitual que dispongan de una imagen completa de todos los costes y
beneficios de cometer el delito a corto plazo, obviando aquellos más remotos.
En la comprensión de las elecciones delictivas es necesario hacer un análisis
muy específico de las categorías de los delitos, pues el móvil de cada uno
responde a factores situacionales diversos. Sin embargo, no se excluye que
quienes cometan un tipo de delito puedan cometer otro distinto, sino que
depende de la circunstancia que acontezca.
Tipología del delincuente.

En la teoría de la elección racional se considera que el delincuente medio está


centrado en el momento presente. Por consiguiente, se considera que los
costes o repercusiones futuras probablemente tendrán consecuencias
limitadas. El individuo más propenso a responder a la idea de consecuencias
futuras es el “delincuente marginal”.

Malatesta (2008), aclara que a pesar de que la prevención situacional se centra


fundamentalmente en los factores ambientales, y no en el delincuente, Cornish
y Clarke han ampliado el marco teórico para incorporar tipologías de
delincuente que reflejen de forma más precisa la manera en que el ambiente
podría influir sobre su comportamiento. Dicha ampliación ha sido valorada
positivamente en este aspecto, pues la prevención situacional sigue
aplicándose en áreas más amplias de la participación delictiva. En respuesta a
la ampliación que Wortley realizó en el modelo de control situacional, Cornish y
Clarke revisaron la perspectiva teórica para incluir unas “tipologías” de
delincuente más imprecisas, las cuales afectaron la trascendencia de las claves
ambientales (del inglés enviromental cues). Ellos afirman que, “a pesar de que
la prevención situacional aplica sus técnicas a delincuentes que no han sido
clasificados en una tipología, existe un peligro similar al ignorar ciertas
hipótesis sobre su naturaleza, pues es fácil que éstas pasen desapercibidas”

Criminologia biosocial.
La criminología biosocial es un campo interdisciplinario que tiene como objetivo
explicar el crimen y el comportamiento antisocial mediante la exploración de
factores bioculturales. Si bien la criminología contemporánea ha estado
dominada por teorías sociológicas, la criminología biosocial también reconoce
las contribuciones potenciales de campos como la genética del
comportamiento, la neuropsicología y la psicología evolutiva.

Ambiente.

El medio ambiente tiene un efecto significativo en la expresión genética. Los


entornos desfavorecidos mejoran la expresión de genes antisociales, suprimen
la acción de genes prosociales e impiden la realización del potencial genético.
Se requerían genes y entornos que operaran en tándem (interactuando) para
producir un comportamiento antisocial significativo, mientras que ninguno era lo
suficientemente poderoso para producirlo independientemente del otro. Es
decir, los niños genéticamente en riesgo de comportamiento antisocial criados
en ambientes familiares positivos no mostraron comportamiento antisocial, y los
niños que no estaban en riesgo genético no se volvieron antisociales en
ambientes familiares adversos.

Genética del comportamiento.


Un enfoque para estudiar el papel de la genética en el crimen es calcular el
coeficiente de heredabilidad, que describe la proporción de la varianza que se
debe a los efectos genéticos actualizados para algún rasgo en una población
determinada en un entorno específico en un momento específico. Según Kevin
Beaver y Anthony Walsh, el coeficiente de heredabilidad del comportamiento
antisocial se estima entre 0,40 y 0,58.

La metodología utilizada a menudo en la criminología biosocial (la de los


estudios de gemelos) ha sido criticada por producir estimaciones de
heredabilidad infladas, aunque los criminólogos biosociales sostienen que
estas críticas carecen de fundamento. Los investigadores de justicia penal
Brian Boutwell y JC Barnes argumentan que muchos estudios sociológicos que
no controlan la herencia genética de los factores de riesgo tienen resultados
engañosos o poco fiables.

Neurofisiología.

Otro enfoque es examinar la relación entre la neurofisiología y la criminalidad.


Un ejemplo es que los niveles medidos de neurotransmisores como la
serotonina y la dopamina se han asociado con el comportamiento delictivo.
Otra es que los estudios de neuroimágenes brindan una fuerte evidencia de
que tanto la estructura como la función del cerebro están involucradas en los
comportamientos delictivos. El sistema límbico crea emociones como la ira y
los celos que, en última instancia, pueden causar un comportamiento delictivo.
La corteza prefrontal participa en el retraso de la gratificación y el control de los
impulsos y modera los impulsos del sistema límbico. Si este equilibrio se
desplaza a favor del sistema límbico, esto puede contribuir al comportamiento
delictivo. La teoría evolutiva del crimen de Terrie Moffitt sostiene que los
"delincuentes persistentes en el curso de la vida"

Psicología evolutiva .

Los hombres pueden potencialmente tener muchos hijos con poco esfuerzo;
mujeres solo unas pocas con gran esfuerzo. Una consecuencia argumentada
de esto es que los machos son más agresivos y más violentamente agresivos
que las hembras, ya que enfrentan una mayor competencia reproductiva de su
propio sexo que las hembras. En particular, es más probable que los hombres
de bajo estatus permanezcan completamente sin hijos. Bajo tales
circunstancias, puede haber sido útil desde el punto de vista evolutivo tomar
riesgos muy altos y usar la agresión violenta para tratar de aumentar el estado
y el éxito reproductivo en lugar de extinguirse genéticamente. Esto puede
explicar por qué los hombres tienen tasas de delincuencia más altas que las
mujeres y por qué el bajo estatus y la soltería se asocian con la delincuencia.
También puede explicar por qué el grado de desigualdad de ingresos de una
sociedad es un mejor predictor que el nivel absoluto de ingresos de la sociedad
para los homicidios entre hombres; la desigualdad de ingresos crea disparidad
social, mientras que los diferentes niveles de ingresos medios pueden no
hacerlo. Además, se argumenta que la competencia por las mujeres ha sido
particularmente intensa en la adolescencia tardía y en la adultez temprana, lo
que se teoriza para explicar por qué las tasas de delincuencia son
particularmente altas durante este período.

La "teoría neuroandrogénica evolutiva" se centra en la hormona testosterona


como un factor que influye en la agresión y la criminalidad y que es beneficiosa
durante ciertas formas de competencia. En la mayoría de las especies, los
machos son más agresivos que las hembras. La castración de los machos
suele tener un efecto pacificador sobre el comportamiento agresivo de los
machos.En los humanos, los hombres cometen delitos y especialmente delitos
violentos más que las mujeres. La participación en delitos suele aumentar entre
los primeros y mediados de la adolescencia en correlación con el aumento de
los niveles de testosterona. La investigación sobre la relación entre la
testosterona y la agresión es difícil, ya que la única medida fiable de la
testosterona cerebral es la punción lumbar, que no se realiza con fines de
investigación. Por lo tanto, los estudios a menudo han utilizado mediciones
menos confiables de sangre o saliva. Algunos estudios respaldan un vínculo
entre la criminalidad adulta y la testosterona, aunque la relación es modesta si
se examina por separado para cada sexo. No se ha establecido un vínculo
significativo entre la delincuencia juvenil y los niveles de testosterona. Algunos
estudios también han encontrado que la testosterona está asociada con
comportamientos o rasgos de personalidad relacionados con la delincuencia,
como el comportamiento antisocial y el alcoholismo. También se han realizado
muchos estudios sobre la relación entre el comportamiento/sentimientos
agresivos más generales y la testosterona. Aproximadamente la mitad de los
estudios han encontrado una relación y aproximadamente la mitad ninguna
relación.

Muchos conflictos que causan homicidios implican conflictos de estatus,


protección de la reputación e insultos aparentemente triviales. Steven Pinker en
su libro La tabla rasaargumenta que en sociedades no estatales sin policía era
muy importante tener una disuasión creíble contra la agresión. Por lo tanto, era
importante tener una reputación de venganza, lo que hacía que los humanos
desarrollaran instintos de venganza y de protección de la reputación ("honor").
Pinker argumenta que el desarrollo del estado y la policía han reducido
drásticamente el nivel de violencia en comparación con el entorno ancestral.
Cada vez que el estado se derrumba, lo que puede ser muy localmente, como
en las áreas pobres de una ciudad, los humanos nuevamente se organizan en
grupos para protegerse y agredir, y conceptos como la venganza violenta y la
protección del honor vuelven a ser extremadamente importantes.

Algunas culturas ponen más énfasis en proteger el honor que otras culturas.
Una explicación es que proteger el honor era en el pasado ancestral
relativamente más importante para los pastores que para los agricultores. El
ganado de los pastores fue fácil y rápidamente robado. Como resultado, era
importante mostrar constantemente dureza como disuasión, lo que puede
causar un mayor nivel de violencia. Las predicciones de la teoría se
confirmaron en un examen transcultural de las sociedades agrícolas y
ganaderas tradicionales hispanoamericanas. Sin embargo, la predicción de que
las sociedades pesqueras sedentarias pondrían un bajo énfasis en el honor no
se confirmó.

El grado de colectivismo cultural está fuertemente asociado con la carga de


enfermedades infecciosas. Se ha argumentado que esto se debe al
colectivismo y las características asociadas, como la evitación del grupo
externo que limita la propagación de enfermedades infecciosas. Otras
características, como un fuerte sesgo de endogrupo-exogrupo y la voluntad de
defender el honor del endogrupo, pueden promover la violencia. Un estudio
encontró fuertes asociaciones entre varias formas de comportamiento criminal
violento y las tasas de enfermedades infecciosas en los estados de EE. UU. y
el grado de colectivismo cultural en los estados de EE. UU. Las asociaciones
se mantuvieron fuertes después de controlar la desigualdad de ingresos.

También podría gustarte