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Defend
Defy the
Ravaged 4
The Matron's
Watchers

E. M. Raegan
Traducciones r.i.p
3

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DEFENDER 4

La historia de amor y supervivencia de Willow y Jay concluye en Defender.


Me llamo Willow y estoy enamorada de Jason.
No sé dónde está, ni cómo encontrarlo. Cada paso que doy hacia delante me parece que
lo estoy dejando a cien. Me han dejado, pero cuanto más lejos viajo, más empiezo a
sentir que soy yo la que se va.
Habíamos estado buscando seguridad. Un lugar para descansar y proteger. Un hogar
que defender. Ahora sólo trato de salir adelante minuto a minuto. Día a día.
¿Quién soy sin ellos? ¿Por qué seguir adelante si no están a mi lado?
Sobrevivir. Eso es todo lo que queda ahora.
Sobrevivir.
Ser una superviviente.

Mi nombre es Jason y ella es todo lo que importa.


Voy por ella y nada ni nadie me detendrá.
CAPÍTULO UNO 5

Me dolían los pies. Mis muslos gritaban. Estaba mareada y tenía tanta sed que ya
no sentía la lengua. El sudor me caía por la raya del pelo y me nublaba la vista.

Pero corrí más rápido.

No podía parar.

La lluvia había cesado. De repente y sin previo aviso. Daría cualquier cosa por
recuperarla.

Durante kilómetros, me persiguieron. Por la carretera y por las colinas. A través


del pueblo abandonado y luego entre los árboles. Con los dientes desnudos y el
aliento fermentado, me pisaban los talones. Sus dedos sangrantes y
descompuestos me alcanzaban como cuchillas dentadas. Estaban tan cerca que mis
lágrimas se habían secado hacía tiempo, la deshidratación y el agotamiento se las
llevó el viento. Estaba agotada. Hecha polvo.

Pero. No. Podía. Parar.

Si me detenía, moriría. Estarían sobre mí en segundos. Arrancando mi carne de


mis huesos.

El primer día que el virus Ravaged se apoderó de nuestro mundo, ellos tenían
energía. Tenían determinación. Ahora, semanas y semanas más tarde, sus
anfitriones finalmente se habían ralentizado, sus cuerpos se descomponían y
debilitaban a medida que el virus los devoraba. Algunos de los primeros infectados
se movían en la parte trasera de la manada, a metros detrás de mí. Pero todavía
había algunos que mantenían su fuerza. Algunos estaban tan cerca que sentí que
nunca los superaría. Eran los más frescos, los recién convertidos.

Olly jadeaba a mi lado. Igual de débil y agotado. Podría haberlos superado. Era
mucho más rápido que yo. Pero el perro no se apartaba de mi lado. Y ahora era
demasiado tarde para él. Estaba empezando a quedarse atrás conmigo, no por
lealtad, sino porque simplemente no podía ir más rápido. Era un milagro que me
mantuviera a su lado tanto tiempo. Nunca fui una gran corredora, y una carrera
completa durante seis kilómetros era más de lo que creía podía soportar. Pero no
había tenido otra opción.
Después de nuestra carrera en el bosque, ya no había nada dentro de mí que 6
pudiera sacar.

Dimos la vuelta a una curva cerrada del camino, con los mordedores acercándose
a nuestros lados y tratando de embestirnos. Miré hacia el bosque, debatiendo la
posibilidad de desaparecer en él para frenar a los mordedores. Pero sabía que eso
también me retrasaría, y tenía demasiado miedo de detener mi paso total como
para arriesgarme.

Me dolían los ojos secos. Podía sentir que la muerte me alcanzaba. A segundos de
reclamarme.

No sería una muerte indolora. Dientes y garras se hundirían en mi piel, drenando


mi vida lenta y tan dolorosamente que me debatí entre apuñalarme a mí misma con
el cuchillo de caza que tenía. Mi arma no tenía munición. De lo contrario, ya habría
sucumbido a mi miedo... de ser comida viva. Prefería quitarme la vida antes que
sentir el dolor de los ravaged, el hambre de los monstruos que se acercaban a mí.

Ahora busco a tientas, agarrando la cuchilla en mi mano. Sería mucho más fácil
clavármela en el corazón y ahorrarme ese destino. Pero la cara de Jay pasó por
mi mente, y vacilé. Luego la de Blue. La de Billy y la de Dahlia. Mi mano tembló.

Dudé.

Y entonces una mano me agarró la camisa por detrás, haciéndome perder el


equilibrio y me retorcí para apartar al mordedor. En el proceso, perdí un trozo de
mi camisa y la cuchilla. La decisión me había sido arrebatada.

Mis ojos encontraron de algún modo unas cuantas lágrimas más y las enviaron en
cascada por mis mejillas.

Esto era todo. No volvería a ver a Jay. No sería capaz de expresar los
sentimientos que él había sacado de lo más profundo de mí. No volvería a verle
sonreír. Besarme de nuevo. Amarme de nuevo. Había dado por sentado cada
momento que estuvimos juntos. Ese pensamiento, más que nada, más que el miedo
a morir, me rompió.

Tenía tantos remordimientos y no tenía tiempo para arreglarlos.

Dejaría atrás a Blue. Dahlia y Billy detrás. Ellos se culparían por mi muerte.
Probablemente ya estaban tratando de volver a mí.
No sabía por qué se habían ido todos, pero sabía que no había sido su elección. Si 7
se habían ido, era porque no habían tenido otra opción.

Si me hubieran esperado, estarían a mi lado, enfrentándose a la muerte conmigo.


Estaba agradecida de que no lo estuvieran. Feliz de no tener que verlos morir.

Puede que no esté preparada para la muerte. Puede que no la acepte de buen
grado. Pero venía por mí, y no había nada que pudiera hacer para detenerla.

Miré a Olly, tropezando en su carrera a mi lado, y me despedí de él en silencio.


Recé para que cuando bajara, le diera un poco de tiempo para escapar. Que yo me
convirtiera en la comida que le permitiera escapar.

Mi mente conjuró una imagen de él deteniéndose, corriendo hacia atrás por mis
gritos de muerte, y la aparté rápidamente. No podía soportar la idea de que
muriera mientras intentaba salvarme.

-No seas estúpido, -le dije a Olly. -Sólo corre. -

Sus ojos azules me siguieron y soltó un gemido de dolor. Sabía que la muerte se
acercaba con la misma seguridad que yo. Quería hundir mis dedos en su suave
pelaje una vez más, pero eso sería el fin de ambos.

En cualquier momento, tropezaría con una roca, con el camino agrietado, por mi
terror, y todo acabaría. Por primera vez, sentí que un poco de alivio me inundaba.
No más miedo. No más pena. No más huida. Tendría unos momentos de agonía
antes de morir. Pero eso parecía adecuado. No me iría a la deriva en mi sueño.
Dejaría este mundo luchando... a gritos.

Podía sentir su pútrido aliento manchando mi nuca y sus manos agarrando


desesperadamente mi debilitado cuerpo. Cerré los ojos con fuerza, evocando la
cara de Jay. La cara de Blue. En mi mente, estaba con ellos. Abrazándolos a ambos.
Diciéndoles todo lo que deseaba no tener que decir nunca.

Me estaba despidiendo.

Y entonces una bocina sonó, arrancándome de ellos.

Mis ojos se abrieron de golpe y se fijaron en un autobús situado a doscientos


metros delante de mí.
Un joven se asomaba por la ventanilla del conductor del gigantesco recuerdo 8
amarillo de mi infancia. Desde debajo de una capucha negra, agitó su mano
enguantada hacia mí de forma salvaje. Gritó algo que no pude entender.

Sacudí la cabeza, incapaz de creer lo que veía. El autobús era un faro en un futuro
por lo demás sombrío. El tipo tocó el claxon desde el centro de la carretera.

- ¡Corre! -

Me quedé boquiabierta. Estaba corriendo. Estaba corriendo como una loca.

- ¡Más rápido! - El motor aceleró y el autobús empezó a alejarse lentamente de


mí. El sudor me entraba por los ojos mientras veía cómo se abrían las puertas
traseras de emergencia del autobús. Otro hombre, no, un niño, me hizo señas para
que me acercara desde la parte trasera del autobús. Su rostro delgado miraba la
horda que me perseguía y me hacía gestos frenéticamente. Mientras el autobús
avanzaba, se arrodilló y me tendió la mano.

Miré desde su mano hasta la carretera que nos separaba. Nos separaban unos diez
metros, pero el autobús se alejaba y la horda empezaba a converger hacia él desde
todos los lados.

- ¡Mueve el culo!, -gritó el chico.

Apreté los dientes y empujé las piernas cada vez más rápido, el dolor era
insoportable. Olly encontró una ráfaga de fuerza y corrió delante de mí, saltando
a la parte trasera del autobús en movimiento. El chico tuvo que apartarse de su
camino, pero luego volvió, con la mano extendida entre el hueco de tres metros
que ahora nos separaba. Por todos lados, los mordedores corrían hacia mí. Por
poco no me tocan los brazos que agitaban y las mandíbulas abiertas.

Mis ojos estaban pegados a ese brazo delgado y a la mano huesuda que me tendía.

Los ojos asustados del chico se dirigieron a mi cara y vi su miedo. Lo sentí hasta
en los dedos de los pies. Se giró para mirar al conductor. - ¡Despacio, o no llegará!-

No oí que el conductor me respondiera, pero los frenos sonaron brevemente y me


estrellé contra la parte trasera del autobús. El chico volvió a tropezar con su
trasero y mis manos se aferraron a la puerta con toda la desesperación que corría
por mis venas. Me agarré con fuerza mientras el autobús cogía velocidad, mis pies
tropezaban y se arrastraban detrás de mí.
Un sonido débil e impotente salió de mi boca cuando sentí que me deslizaba, y 9
entonces la mandíbula de Olly apretó mi mano derecha con una fuerza implacable.
Grité, pero no me libré de él mientras gruñía. Sus garras buscaban tracción en el
suelo del autobús. El estúpido perro intentaba arrastrarme hacia el interior. El
chico maldijo y saltó hacia adelante, agarrando mi brazo izquierdo justo cuando
mis rodillas cayeron y golpearon el pavimento.

La carretera raspó mis vaqueros, rasgando mi piel. El chico y yo nos agarramos el


uno al otro y, con un enorme gruñido suyo, me metí hasta la mitad en el autobús,
con el pecho en el suelo.

Maldije fuertemente mientras mis pies salían volando detrás de mí hacia las
manos de los muertos que esperaban. Pateándolos con pánico, gemí y me contoneé
más adentro, atrayendo a los mordedores más cerca de la puerta.

- ¿Está dentro?, - gritó el conductor.

- ¡Vamos, vamos!, - gritó el chico mientras golpeaba a los mordedores con un palo
de golf.

El autobús aceleró y cogió más velocidad, pero mis piernas fueron arrastradas
hacia atrás por el peso de las manos que arañaban.

Mis propias manos se agarraron a los asientos del autobús y me sujeté con fuerza
mientras Olly gruñía salvajemente a los mordedores que eran arrastrados detrás
del autobús por mis piernas.

Cerré los ojos con fuerza, sabiendo que, en cualquier momento, sentiría el aguijón
de unos dientes afilados, y entonces todo acabaría.

- ¡Sacúdelos!, - gritó el chico.

El conductor maldijo y el autobús dio una fuerte sacudida. Mi costado se estrelló


contra las puertas de emergencia de forma tan brusca que me dejó sin aliento.
Me introduje unos centímetros más en el interior, dando patadas a las manos que
me agarraban con ansiedad. Olly me agarraba por la parte trasera de la camisa e
intentaba desesperadamente meterme dentro mientras el chico se ponía a mi
espalda con una pesada bota y golpeaba a los mordedores que intentaban trepar
por encima de mí. Una mano me soltó, y luego otra mano con garras afiladas cayó,
y entonces mi pierna izquierda quedó libre.
Miré por encima de mi hombro para ver cómo la horda se desvanecía rápidamente 10
en la distancia y cómo dos mordedores rodaban y rebotaban en el suelo mientras
se alejaban del autobús. Pero otros tres mordedores seguían colgando de mi
pierna derecha. La carne desgarrada de sus piernas dejaba un rastro sangriento
en la carretera tras ellos. Puse mi pie derecho justo debajo de la barbilla de uno
y lo golpeé tres veces. El mordedor cayó, llevándose al que colgaba detrás de él.

Luego hubo una, tenía ambas manos en mi bota, sus dientes chasqueando el aire
alrededor, demasiado lejos para morderme, pero demasiado hambrienta para
soltarme. Sus piernas desnudas estaban destrozadas, con la carne raspada en
grotesca partes.

El chico le golpeó el brazo con su garrote, pero ella ni siquiera lo vio. Me miraba
con tal hambre en su nublada mirada que me produjo un escalofrío en la espalda.
No había nada más. Sólo una necesidad cegadora de comer.

Moriría antes de dejarme convertir en eso.

Me acerqué al asiento del autobús, con las manos en blanco sobre la pata metálica
atornillada al suelo. Introduje mi trasero en el autobús y me sacudí el peso del
chico de la espalda, rodando y sentándome. Me agaché entonces, con las manos
buscando las ataduras de mis botas. Sus dientes ensangrentados y carcomidos
brillaban mientras sus ojos se encendían de excitación. Una de sus manos cayó de
mi bota mientras alcanzaba mi brazo con la otra, y su peso cayó, llevándome con
ella. El chico maldijo, dejó caer su garrote y se abrazó a mi cintura para
mantenerme dentro del autobús mientras desataba frenéticamente el nudo de mi
bota.

Observando su mano oscilante, me maravillé de su determinación, pero me quedé


boquiabierto por su estupidez. No tenía ninguna consideración por sí misma. Pero,
de nuevo, ya estaba muerta, ¿no? Sólo quería comer. No creía que los muertos
sintieran ningún dolor, independientemente de la cantidad de sangre congelada
que se acumulaba en sus heridas. Mis cordones estaban anudados, pero mis dedos
doloridos los rasgaron brutalmente, haciéndolos pedazos. Aflojando los laterales,
utilicé el pie izquierdo para empujar la bota derecha por el talón. Su brazo
oscilante me alcanzó una vez más, pero su peso era demasiado grande para ella.
Cuando mi bota resbaló, ella también lo hizo, dando tumbos y rodando, rebotando
violentamente contra el pavimento.
Volví a entrar en el autobús, con Olly gimiendo y escarbando en mi costado. El 11
chico y yo nos desplomamos uno al lado del otro, jadeando y con la boca abierta
por la conmoción.

Tardé varios segundos en darme cuenta.

Estaba viva.

De alguna manera, cuando estaba tan segura de que no lo lograría.

Lo había hecho.

Gracias a ellos.

Estos misteriosos desconocidos.

Me reí con incredulidad. Ya sonreía.

Hasta que el chico desenfundó el cuchillo que tenía a su lado y, a toda velocidad,
me lo puso en la yugular.
CAPÍTULO DOS 12

REN

Jay empezó a removerse.

Compartí una mirada tensa con Paulie.

La bala le había dejado una herida poco profunda en el pecho y había perdido
suficiente sangre como para dejarlo fuera de combate durante un tiempo.

Cuando se despertara, la buscaría. Buscaría y cuando no la encontrara, exigiría


respuestas.

No teníamos ninguna que darle.

Tomé la decisión de dejarla atrás. Al final fue mi elección. Paulie se habría


quejado, pero habría dejado a un hombre para que la buscara si yo hubiera
presionado.

Pero no lo hice. Elegí a mi mejor amigo, mi hermano, y lo saqué de allí. Cualquiera


que se hubiera quedado habría sido masacrado.

Igual que ella.

Sus ojos oscuros parpadearon y me agaché a su lado.

Llevándose una botella de agua caliente a la boca, observé cómo sus ojos recorrían
la oscura habitación en busca de ella.

Estábamos encerrados en una iglesia por ahora y fue un jodido espectáculo de


mierda llegar aquí. Todos nosotros apiñados en el segundo piso. Estaba lo
suficientemente alejado del bosque como para que tuviéramos cobertura y la
densidad del bosque que nos rodeaba evitaría que un mayor número de muertos
convergiera sobre nosotros si nos oían.

Quedaba la luz suficiente para que sus ojos se desplazaran entre la multitud de
nuestra familia.

Sólo la luz suficiente para que viera que ella no estaba junto a su cama, donde sin
duda habría estado. Sus ojos se detuvieron en su chico, Blue. Lindo niño, pero yo
no me habría unido a otra persona en estos días.
Mi club antes que nada y nadie. 13

Jay solía sentir lo mismo.

Ya no tanto en estos días.

Una oscura acusación marcó su rostro cuando los ojos de mi hermano se


encontraron con los míos. Una pregunta en ellos, aunque sabía que él sospechaba
la respuesta.

-No está aquí, - le dije a la única jodida persona en todo el mundo a la que nunca
mentiría.

Se incorporó con un gemido y ya estaba cogiendo la pistola que tenía a su lado.


Utilizó mi hombro como palanca para levantarse.

- ¿Dónde está? - Ladró la pregunta, dura e implacable.

Suspiré y me enfrenté a él. -Tuvimos que irnos. -

El rostro de Jay recorrió la habitación con la mirada perdida. Sus ojos se


detuvieron de nuevo en su chico, dormido en las manos de Rayna.

Billy tenía las manos llenas o habría estado aquí rabiando y gritando por la chica
justo al lado de Jay. Así las cosas, el hombre no podía concentrarse en otra cosa
que no fuera el oscuro futuro que tenía delante.

- ¿Irse? - preguntó Jay frotándose la cara pálida con frustración.

Paulie nos observaba desde el lado opuesto de la habitación. Se quedó junto al


hombre atado en la esquina. El único que quedaba vivo.

Inteligente. No creí que Jay se tomara muy bien que Paulie se metiera cuando su
cerebro se puso al día con mis palabras.

-En el bosque, hombre, - dije en voz baja y suave. Como hablarle a una pantera
enjaulada. En cualquier momento Jay se desataría. Miré a Burman. Estaba
dispuesto a ayudarme a sacar el culo de Jay de aquí si era necesario.

Jay se puso rígido y su mano se apartó de la herida vendada. Parpadeó y su pálido


rostro se tiñó de color. Ahora lo entendía. Lo que había sucedido. Aquel maldito
lío en la carretera. Su chica en el bosque. Apenas estaba consciente para el final.
Pero recordaría que no la habíamos encontrado. Cerró los ojos y su mandíbula se
tensó. Burman se acercó. Luego Syd. Ambos miraron sus puños curvados.
- ¿La has abandonado? - preguntó Jay al suelo. Sus palabras fueron bajas y 14
apretadas. Arrastradas fuera de él con una agresividad sibilina.

-No tuve elección. - Nosotros no. Yo.

Elegí dejarla. No habría esperado que nadie más que yo se quedara con ella en su
ausencia. Era una misión suicida y si no se hubiera desangrado, le habría quitado
esa misión.

Incluso ahora me arrepentía de no haberlo hecho.

Sospecho que me perseguiría para siempre.

-Tú. La. ¿Dejaste? -

No aparté la mirada de su rabia. La miré de frente. -Lo hice. -

Jay explotó.

Hicieron falta Burman y Syd para quitármelo de encima.

Se necesitaron cinco más de nosotros para arrastrarlo del hombre atado en la


habitación.

Jay lo necesitaba vivo si iba a ir tras ella.


CAPÍTULO TRES 15

-Acabas de salvarme la vida, -jadeé con incredulidad. Sus ojos eran cautelosos.
Joven. Sólo unos años más joven que yo. Demasiado joven para amenazar a otro
ser humano con un cuchillo. Pero, de nuevo, todos lo éramos. Miré su mano. -
¿Ahora vas a amenazarme? -

El chico frunció sus cejas rubias en un ceño. -No hables. - Miró rápidamente al
conductor y asintió con la cabeza antes de centrarse en Olly. Estaba recostado
sobre los muslos, gruñendo débilmente al chico. Estaba agotado, pero seguía
intentando defenderme.

El cuchillo permaneció en mi garganta durante diez minutos antes de que el


autobús empezara a reducir la velocidad y se apartara a un lado de la carretera.

-No tenemos mucho tiempo. La línea de árboles del este se está agolpando
rápidamente, - dijo el conductor bruscamente mientras subía a la parte trasera
del autobús. Era mayor que yo por unos cuantos años, con una barba marrón clara
en la cara y una dura frialdad en sus ojos cuando se encontraron con los míos. -
Súbela. -

Ambos me agarraron por un brazo y me arrastraron hasta ponerme de pie. Sabía


que debería haber tenido más miedo, preocupada por lo que querían de mí. Pero
no pude reunir ninguna emoción. Estaba demasiado agotada, demasiado por encima
de todo este día. Estaba agotada física y emocionalmente después de todo lo
ocurrido hoy.

Quería volver a esta mañana. Volver a esa cama en el camión con los charcos de
agua de lluvia. Habría hecho que Jay se quedara dentro conmigo un poco más.
Habría hecho que me besara. Le habría dicho lo increíble que me hacía sentir.

Entonces habría detenido a Paulie de lo que había empezado ese día. Paulie había
perdido la cabeza. Disparando a esas personas sin dudar un instante. Matándolos
y poniendo en peligro a todo el grupo. ¿Y para qué?

Por lo que yo sabía, ni siquiera se habían escapado. Sacudí la cabeza con dolor.
Billy, Dahlia, Blue y Liam podrían estar todavía en ese bosque, buscándome. Jay
podría haberse quedado atrás para buscarme. No tenía pruebas de que todos se
hubieran ido realmente.
Ninguna prueba de que hubieran logrado salir. Había vagado por esos bosques 16
durante mucho tiempo sin ver ninguna señal de vida. No había sido capaz de
quedarme. Los muertos estaban por todas partes. No había tenido más remedio
que correr de vuelta a la carretera. Todos los vehículos habían desaparecido. No
quedaba ni uno.

Ni una motocicleta. Ni una sola pista de dónde habían ido. No es que haya tenido
tiempo de buscar una. Pero no podía poner demasiada energía en pensar en eso
ahora.

Porque si lo hacía, tendría que hacerme las preguntas difíciles. Las preguntas que
me atormentaban.

¿A dónde fueron?

¿Cómo los encontraría?

¿Estaban vivos?

ASÍ QUE DEJE QUE LOS DOS HOMBRES ME SACARAN DEL AUTOBUS,
CON OLLY SIGUIENDOME CAUTELOSAMENTE.

Volvieron a mirar hacia la carretera y yo les seguí. Habíamos escapado de la horda.


Con suerte, dejándolos a kilómetros de distancia. Pero nos alcanzarían. Era sólo
cuestión de tiempo.

Me arrastraron hasta el camino y me ataron bruscamente las manos a la espalda


con un cinturón de cuero.

Suspiré y los miré débilmente. No tenía forma de protegerme de esta manera. Y


teniendo en cuenta la escasa estatura de ambos, no tenía muchas esperanzas en
su capacidad para defenderse de casi nada, y mucho menos para protegerme.

Me arrastraron al bosque por los brazos. Los estudié en silencio, observando sus
similitudes y el evidente parentesco. Seguramente eran hermanos. Ambos rubios.
El mayor, de un tono más oscuro. Ambos altos y enjutos. Ambos desarmados. Sin
armas.
El palo de golf del más joven sería útil contra un mordedor o dos, pero necesitaría 17
algo más efectivo para la horda que nos seguia. Pero el hombre mayor no llevaba
nada más que el cuchillo del más joven. Llevaban ropas oscuras y algunas prendas
de cazador mal combinadas. Sus fundas estaban vacías y no llevaban mochilas.
Estaban muy poco preparados para una caminata por el bosque. Pero sus pasos
seguros demostraban que estaban familiarizados con la zona. Sabían dónde pisar
para no hacer ruido, a qué árbol derribado dirigirse.

Sabían exactamente a dónde íbamos, y eso me preocupaba más que si hubieran


buscado al azar un lugar donde refugiarse y esperar a la horda. No es que eso
hubiera sido en absoluto factible. Pero la idea de que me llevaran a un lugar
específico, un lugar donde posiblemente hubiera más hombres como ellos, más
peligro para mí, me hizo abrir la boca. - ¿Adónde me llevan? -

Compartieron una rápida mirada, pero sin respuesta.

Suspiré con fuerza. -Soy Willow. - Hice una mueca de sonrisa. -Ese es Olly. -

Ambos volvieron a mirar a Olly con recelo.

Miré entre ellos de forma señalada. - ¿No tienen ningún nombre? -

El más joven tosió. -Reece. -

El mayor lanzó una mirada a Reece pero negó con la cabeza y suspiró él mismo. -
Lance. -

Tarareé. -Encantada de conocerlos. -

Reece soltó una risita malhumorada. -Parece que lo dices en serio. -

Volví a hacer una mueca. -Lo digo en serio. Nos has salvado la vida. - Miré su mano
en mi brazo. -Antes del secuestro, al menos. -

-No estamos...-

Lance lo cortó. -Ni una palabra. -

Reece se sonrojó y apartó la mirada.

Llegamos a otro árbol derribado y ambos hombres me ayudaron a pasar por encima
del tronco. Noté la suave presión que ambos ejercían sobre mis brazos y la forma
en que me permitían recuperar el equilibrio antes de guiarme hacia el interior del
bosque.
Había sido secuestrada y traumatizada por bastantes imbéciles en las últimas 18
semanas. Sabía cómo era la malicia. Cómo se siente. Y estos dos no daban en el
clavo. Miré a Lance bajo mis pestañas, sabiendo que, si iba a prepararme para el
lugar al que me llevaban, tendría que ganármelo. Al mayor de los dos.

-Sabes, no soy una víctima muy buena, - empecé en voz baja, observando cómo la
confusión se deslizaba lentamente por su rostro. -Si intentas meter tu polla en
cualquier lugar cerca de mí, Olly te la arrancará de un mordisco. - Reece se
atragantó y tropezó con una rama suelta. Lance me sostuvo, con la cara blanca. -
Si vas por Olly, yo les arrancaré la polla de un mordisco. -

-Cristo, - siseó Lance. -No vamos a violarte. -

Levanté las cejas y moví los dedos atados detrás de mí. -Podrías haberme
engañado. -

Tiró de ellos. -Eso es para nuestra protección. -

Me quedé boquiabierta. -Mentira. -

-Cree lo que quieras, - dijo. -No dejaré que vayas sobre nosotros como hicieron
tus amigos. -

Entorné los ojos hacia él. - ¿Mis amigos? -

Reece hizo una mueca. - ¿Los tíos grandes de las Harley? -

Me sonrojé y apreté los labios con fuerza.

-Apuesto a que saben que has desaparecido, - continuó Lance, arrastrándome de


nuevo a caminar. -Apuesto a que ahora mismo están dando la vuelta para coger el
trozo de culo que han dejado. -

Apreté las manos en puños. Oh, cómo quería eso. Quería que Jay estuviera justo
detrás de nosotros, a segundos de agarrarme de esos tipos. Pero sabía que no lo
estaba. Se habían ido por la horda. Deben haberme dado por muerta. Tal vez
Monty no había sobrevivido. Tal vez después de encontrar su cuerpo, fueron a
buscarme y asumieron lo peor.

No importaba ahora. Se habían ido, y no había nada que pudiera hacer al respecto.

-Tienes mucho que responder, y el cinturón se queda puesto hasta que lo hagas. -

Aparté la mirada de él. - ¿Responder por qué? -


-Por la docena de hombres que tus moteros masacraron allí". Lance se acercó, su 19
aliento rancio golpeó mi mejilla. -Nuestros hombres. -

Tragué con fuerza. Ya lo sospechaba. Me habían recogido cerca del lugar del
tiroteo, demasiado cerca. Pero no estaba segura. Estaban vestidos como los
hombres armados que vimos detrás de la barricada hoy. Aunque no había tenido
oportunidad de estudiarlos demasiado tiempo antes de que Paulie y los demás
abrieran fuego contra todo el grupo.

- ¿Cuántos de ustedes quedan? -Pregunté con cautela. ¿Qué clase de grupo me iba
a tener enfrente por el asesinato de sus hombres?

Lance hizo una mueca. -Muchos. –

CAYO LA NOCHE. Seguimos caminando por el bosque. Lance y Reece no se


perdieron ni un solo paso. Conocían estos bosques íntimamente. Dos veces nos
topamos con mordedores. Los dos primeros fueron fácilmente abatidos por los
hermanos. La segunda vez había cinco mordedores, pero los alcanzamos en
silencio. Lance me hizo agacharme detrás de un árbol y le dio a Olly una orden en
alemán, que sorprendentemente escuchó, para que se quedara. Entonces los dos
me sorprendieron. Derribaron a los cinco mordedores en un momento. En silencio,
lentamente. Luego nos levantamos y seguimos la luz de la luna.

Llegamos a la orilla de un ancho río. Observé, impresionada, cómo descubrían un


bote de remos hábilmente camuflado. Me senté dentro con Olly mientras lo
empujaban desde el terraplén antes de saltar al interior.

Remaron durante unos metros hasta que cogimos la corriente, y luego balancearon
la barca mientras buscaban bajo los asientos, sacando dos mochilas.

- ¿Agua? - preguntó Reece con brusquedad.

Asentí con la cabeza, agradecida, engullendo el agua caliente de la botella. Se


sonrojó al ver que goteaba por mi mandíbula y sobre mi pecho.

- ¿Comida? - pregunté, esperanzada.

Negó con la cabeza.


-No hasta que lleguemos al embarcadero, - respondió Lance con brusquedad. 20

- ¿El embarcadero? - pregunté. ¿Adónde íbamos exactamente?

No había forma de encontrar el camino de vuelta ahora. Tan pronto como se puso
el sol, supe que nunca sería capaz de volver por nuestro camino. Pero ahora,
mientras íbamos a la deriva por el río, no tenía ninguna posibilidad. Sólo la idea de
remar contra la corriente me hacía daño a mis ya doloridos músculos.

Estaba varada, perdida y sola. Ahora mismo, estaba a su merced.

Miré mis botas cuando no respondieron. Debería tener más miedo. La Willow de
hace dos semanas lo habría tenido. La Willow de ayer lo habría tenido. ¿Pero hoy?
Apenas un parpadeo.

Esto debe ser lo que se siente al perder la esperanza. Rendirse. Sentir realmente
la desesperación.

Una mano me sobresaltó, y levanté la vista a través de ojos borrosos. Reece tenía
una extraña sonrisa en la cara. Vacilante, llena de lástima. -No falta mucho. -

Asentí y me limpié la cara en el hombro, ignorando los ojos del hermano mayor que
se clavaban en un lado de mi cara. - ¿Estabas cerca de ellos? -

Ambos me miraron confundidos.

- ¿Los hombres que perdieron? -

Lance soltó una carcajada seca. -Eran nuestros amigos. -

- ¿Todos ellos? - Le insistí.

Frunció el ceño. -Sí, todos ellos. -

Asentí con la cabeza, y mi cara dio paso a la sorpresa. - ¿Y la gente a la que me


llevas? -

Reece asintió lentamente. -Son nuestra familia. -

- ¿Tienes una gran familia? - pregunté con cautela.

- ¿A dónde quieres llegar? - preguntó Lance con brusquedad.

Fruncí el ceño. -Sólo intento prepararme. ¿Qué importancia tenían para tu grupo?
¿Cuántos de ellos van a querer mi sangre como pago? -

Reece palideció. -No vamos a hacerte daño. -


Me burlé y miré hacia el agua, notando un tenue resplandor de luz entre los 21
árboles.

-Cada miembro de nuestro grupo es una familia. Cada miembro es importante. -


Lance se agachó frente a mí, balanceando el bote. - ¿Quieres saber a quién has
asesinado ahí atrás? - Su voz bajó de tono. Mordaz. -Padres, madres, hermanos,
hijos, hermanas. Mataste a gente. Personas queridas y apreciadas. -

Le sostuve la mirada. Pero era difícil. Había un mundo de dolor allí. Y nosotros lo
habíamos causado. ¿A quién habíamos matado? Ellos habían disparado primero.
Pero ellos no habían matado primero. No, habíamos sido nosotros.

Apenas tuvieron la oportunidad de hacer un disparo de advertencia antes de que


Paulie abriera fuego.

No los había conocido. Hablado con ellos. Sabía sus nombres. Pero mirando a los
ojos de Lance, supe que no eran como Sam. Nada como Fin. Eran los Rowan del
mundo. Los Billys. Los Dahlias. Los Montys.

Buena gente.

Y los habíamos matado.

-Si sirve de algo, - dije ronca, -lo siento. -

Lance se burló, buscando en mis ojos. -Es curioso, casi te creo. –


CAPÍTULO CUARTO 22

El resto del viaje fue silencioso.

Reece me ofreció más agua, pero no pude soportarlo. Me limité a observar cómo
el barco serpenteaba y se curvaba en las curvas del río. A medida que la tenue luz
en la distancia se hacía más brillante, mi estado de ánimo se oscurecía.

Era una luz brillante. Había sido pequeña kilómetros atrás, pero ahora era un faro
resplandeciente.

Lance no había exagerado. ¿Un grupo con esa clase de luz? ¿Vivos por tanto
tiempo? Tenían que ser grandes, más grandes de lo que habíamos encontrado
hasta ahora.

Mientras rodeábamos la última curva de árboles, traté de reafirmarme,


preparándome silenciosamente para cualquier venganza que me llegara: dolor,
pena, ira.

Pero mi mente se vació por completo cuando mis ojos se encontraron con el
embarcadero por primera vez.

Nada podría haberme preparado.

Si me lo hubieran dicho, no les habría creído. Pero la prueba estaba ahora delante
de mis ojos.

Salimos del río hacia un enorme lago. Tenía kilómetros y kilómetros de diámetro.
La luz del asentamiento resplandecía desde el centro del lago, derivando y
balanceándose, separándose y volviendo a fluir.

La luz provenía de los barcos. Docenas y docenas y docenas de barcos. Grandes


veleros, barcos de pesca y pequeños botes de remos, todos con tiendas de
campaña encima. Y entre todos ellos había amplias plataformas de madera. Entre
ellas colgaban cuerdas en el agua, con luces parpadeantes que colgaban de los
postes y las unían.

Era una ciudad flotante.

¿De dónde habían salido todos?


Varias luces brillantes se encendían y apagaban siguiendo un patrón. Reece ya 23
tenía una linterna oscura en la mano y, cuando las luces dejaron de parpadear, la
sostuvo hacia la ciudad y la encendió y apagó siguiendo un patrón similar.

Suspiré con incredulidad mientras se acercaban. Había tiendas de campaña en las


plataformas y cajas flotando en el agua, cientos de ellas atadas alrededor de los
barcos.

-Sí, - me murmuró Reece en voz baja.

Asentí distraídamente. Asombrada.

No sabía si los ravaged podían nadar. Pero dudaba que llegaran lejos si lo
intentaban. Y poder verlos venir desde tan lejos era un concepto tan sorprendente
que me impresionó de inmediato.

Esto. Esto era lo que Paulie estaba buscando.

Un lugar como este.

Y habíamos matado a sus amigos y familiares.

Decenas de hombres y mujeres armados esperaban en la proa de los botes


mientras nos acercábamos. Varios de ellos lanzaron una pesada cuerda a Lance y
nos arrastraron.

¿Dónde estábamos exactamente? Había perdido la cuenta de los días de viaje y


de lo lejos que estábamos del norte o del sur. Pero aquí hacía más calor. Si no un
poco lluvioso. Más frío por la noche, también.

- ¿Dónde estamos? - pregunté en voz baja mientras decenas de ojos en las


grandes cubiertas de los barcos seguían nuestra llegada.

-Oklahoma. Lago Texoma. -

Sacudí la cabeza. Lejos.

Habíamos viajado muy lejos de casa.

Varios hombres mayores ayudaron a Lance y a Reece a salir de la barca mientras


otras manos me alcanzaban y me subían a la tambaleante plataforma flotante.

Mientras me acompañaban a la luz de una linterna parpadeante, varios gritos de


asombro llegaron a mis oídos.
- ¿Por qué tienen a una joven atada en vuestro barco, chicos?,- preguntó indignado 24
un hombre de pelo gris, que ya estaba cogiendo las cuerdas que rodeaban mis
muñecas.

Lance siseó un brusco -No, - y apartó sus manos de las mías. -Es para nuestra
protección. -

-Explícate, Lance Martin, - resopló una mujer con enfado.

-Necesito hablar con Varidy y Jack, - dijo en voz baja. -Inmediatamente. -

- ¿Dónde están los demás? -

- ¿Dónde está Neal? –

- ¿Ida? -

Reece me miró con tristeza y Lance se puso rígido. - ¿Dónde están Varidy y Jack?-

Más voces corearon preguntas, y la amplia balsa se fue llenando poco a poco de
gente de los barcos vecinos, que estaban todos atados unos a otros. Caminaban
por la ciudad flotante como si estuvieran en tierra cuando yo apenas podía
mantener los pies debajo de mí.

- ¡Muy bien! - una voz profunda retumbó por encima del ruido. - ¡Dejen pasar a los
chicos! -

Lance se desplomó, sus hombros cayeron con un profundo suspiro. Me agarró del
brazo y me llevó a toda prisa alrededor de la multitud y por encima de los bordes
de los barcos, caminando por las cubiertas de algunos y las proas de otros, incluso
saltando a un borde para saltar a un pequeño bote de remos para llegar a otro.

Reece nos siguió, cogiéndome suavemente por la cintura cuando tropezaba tras el
rápido paso de Lance. Podía oír a la gente saludar con entusiasmo a Olly detrás de
mí y me arriesgué a buscarlo una vez más, lo que me hizo caer de bruces contra
el costado de un velero.

Reece maldijo y apartó de un manotazo las manos de Lance para ayudarme a


levantarme. - ¿Olly? -

Reece negó con la cabeza. -Está justo detrás de nosotros, - me aseguró. -Aquí
nadie le hará daño. -
Asentí con la cabeza y dejé que me alejara de los curiosos que nos seguían y me 25
guio junto a otras embarcaciones hasta que llegamos a una escalera que conducía
a la cubierta de un gran crucero. Aunque no era tan grande como los cruceros que
aparecían en los catálogos de Disney que Rick solía ojear en verano, era lo
suficientemente grande como para albergar al menos diez o quince personas.

No se me daban bien los barcos... el agua en general. Así que, aunque podía admirar
el ingenio y la astucia de lo que habían creado aquí, seguía sintiéndome muy
incómoda saltando de barco en barco cuando un paso en falso podía hacerme caer
en el agua muy fría.

Me sentí aliviada al llegar a la cubierta del barco crucero.

Pero sólo duró un momento antes de que echar un vistazo al hombre que esperaba
junto a Lance.

Me recordaba demasiado a Paulie. Pecho de barril. Barba espesa. Rostro curtido


que insinuaba el ceño fruncido que llevaba habitualmente. Donde a Paulie le
gustaban los vaqueros y el corte de cuero, a este hombre le llenaba el camuflaje
y la lona. Sin embargo, eran los ojos los que realmente me asustaban.

Ambos tenían los mismos ojos. El juicio y la advertencia estaban tan arraigados
en ellos que inmediatamente mirabas hacia otro lado por respeto.

Si este hombre se parecía en algo a Paulie, como sospechaba, no saldría viva de


este barco cuando se enterara de lo que le había pasado a su gente.

ME SENTE EN UN SOFA DENTRO DE LA SALA DE ESTAR. ERA SUAVE Y


CALIDA. QUERIA ACURRUCARME Y CERRAR LOS OJOS. APARTAR LA
MIRADA DEL DOLOR Y LA RABIA QUE ME ABRAZABAN EN EL ASIENTO.

Pero no les faltaría el respeto de esa manera. Me habían desatado las manos.
Varidy, el hombre tan parecido a Paulie, por fin sentí verdadero miedo en el
momento en que Lance y Reece le habían informado de lo sucedido, había ordenado
a otro hombre mayor, Jack, que me desatara.
Jack era más delgado. Esbelto. De unos cuarenta años y bien afeitado. Tenía ojos 26
amables mientras inspeccionaba mis diversas heridas. Pero cuando vio la
mordedura en mi mano derecha, esa amabilidad se esfumó tan rápido que me hizo
dar vueltas.

Fue necesario que Reece gritara y golpeara sus espaldas para quitarme de encima
a Varidy y Jack mientras me sujetaban con una pistola en la cabeza.

Olly había dejado la mordida, les dijo. Tratando de salvarme.

Lance tuvo que subir al perro al barco y comparar las marcas de la mordedura
antes de que le creyeran. Intenté desesperadamente decirles que ya me habría
convertido si la mordedura hubiera sido de uno de los ravaged, pero ni siquiera
me habían oído por encima de la conmoción.

Ahora Varidy y una multitud de personas me observaban con una mezcla de furia
y lástima mientras Varidy le contaba a cada uno lo que había sucedido esta mañana
en ese camino.

Una multitud de curiosos observaba desde la cubierta del barco y más allá, el agua
exterior estaba inquietantemente tranquila.

- ¿Por qué?, - se atragantó una mujer, Shannon. Era mayor que yo por lo menos
una década, pero su bonito rostro estaba tan retorcido por el dolor y la pena que
parecía diez años más joven.

Volví a negar con la cabeza. -No lo entiendes. -

-Explícanoslo, - ladró Varidy.

-Mira dónde están. - Hice un gesto alrededor de la ciudad en barco. -Están a


kilómetros de distancia de lo que ocurre ahí fuera. Nunca lo entenderían
escondiéndote aquí. –

-No empezamos aquí, - dijo Reece en voz baja desde mi lado. -Empezamos ahí
fuera. -

- ¿Cuánto tiempo?- Pregunté cansada. - ¿Cuánto tiempo hasta que llegó a sus
casas? -

-Llegó primero desde el oeste. Luego por el norte, - dijo otro hombre con
brusquedad.
- ¿Oeste? - pregunté con incredulidad. Entonces era cierto. Estaba en todas 27
partes.

Asintieron con la cabeza.

Sacudí la cabeza. -Venimos del este. Llegó allí hace más de un mes. - ¿Hace un
mes? Dios, ni siquiera sabía desde cuándo.

-Dos semanas, - dijo Reece en voz baja. -Evacuamos hace dos semanas. -

-Nosotros no pudimos evacuar, - escupí con celos. -No hubo ningún aviso. Una
mañana me desperté y encontré a mis padres comiéndose el uno al otro en su
habitación. -

Varias personas maldijeron. Unos pocos ahogaron la emoción.

Miré a Varidy, el único hombre al que sospechaba que tendría que defender mi
caso. El único hombre que decidiría lo que iba a ser de mí. -Apenas logramos salir.-
Miré mis dedos doloridos. -Pero no todos lo hicimos. - No mamá. No Rick. Ni la
madre de Jay ni la de Gia y Rayna. Algunos miembros del club nunca llegaron a la
casa club, y los que debían reunirse en casa de Paulie nunca llegaron. Muchos se
quedaron atrás. Dados por muertos. -No todos lo hicimos incluso después de salir.-
No sabía si alguno de ellos quedaba ahora.

-Para sobrevivir. Esto, - Aparté la mirada de sus rostros boquiabiertos, evitando


que me juzgaran. -Tienes que hacer cosas. Cosas terribles. Los mordedores no
siempre son el peor mal que hay. -

-Sigue, cariño, - me instó una mujer mayor. No podía soportar mirar su cara.

-Hay tanta muerte. Tanto miedo y dolor. Uno pensaría que los mordedores habrían
sido suficientes. Deberían habernos unido. Pero no lo hicieron. Nos separaron. -
Me mordí la mejilla con fuerza. -Me han secuestrado hombres, - miré a Lance, -
repetidamente. Han intentado violarme. Matarme. - Sacudí la cabeza. -Mi grupo
nunca recurrió a lo peor a menos que fuera necesario. - Apreté los ojos con fuerza.
-Al principio no. -

Lentamente, como una experiencia extracorporal, conté mi historia. La historia


de los Matron´s Wachmen. La de Blue. La de Liam. Conteniendo mi emoción y mi
dolor, les conté todo.
Algunos no parecían sorprendidos. Fueron esas personas a las que me aferré. Ellos 28
entendían. De un modo u otro, habían experimentado lo mismo que yo. Pero había
otros, Jack y dos o tres más, que se quedaron boquiabiertos. Habían salido más
rápido. Quizá demasiado rápido.

Su negación y su ignorancia los hacían peligrosos. Cuando no tenías que matar a un


hombre para salvar tu propia vida, nunca podías entender la necesidad de que
otros lo hicieran.

-Pero los nuestros no te atacaron, - dijo Jack en voz baja. Aunque no parecía tan
enfadado como antes, sus ojos seguían mirándome con desconfianza. No le culpé.

-No, - me atraganté. -Y lo juro. Lo juro, no quería que eso sucediera. Pero teníamos
una horda de mordedores en nuestro camino y un psicópata que los guiaba más
cerca. Después de que el último grupo nos detuviera con una barricada como la
tuya, - sacudí la cabeza rápidamente, frenéticamente. -Después de que
perdiéramos a Reed y de que dispararan a Lacey... no sé qué pasó. Todo fue
demasiado rápido. Paulie no volvería a arriesgar a ninguno de nosotros. Sólo
reaccionó. -

-Y nuestra gente pagó el precio de la culpa de otro. -

Asentí miserablemente.
CAPÍTULO CINCO 29

JAY

-Se ha ido, - dijo Paulie lenta y oscuramente.

Cada centímetro de mí se rebeló ante sus palabras.

Apenas me detuve para asegurarme de que Blue estaba a salvo con Liam antes de
salir tras ella. Dejé a Ren magullado y sangrando en el suelo. Syd y Burman
insistieron en venir. Paulie nos persiguió para llevarnos de vuelta. Pero no iba a ir
a ninguna parte sin ella. Si no hubiera sido su sobrino, ya habría abandonado mi
culo.

Llevábamos demasiado tiempo buscando.

Ni siquiera pudimos acercarnos a donde la dejamos.

Estaba jodidamente rodeado por la horda.

Tiré del hombre detrás de mí mientras dejábamos las motos en la carretera.

Stewart. Hombre muerto. No importaba su nombre. Era parte del grupo que me
disparó. Que me hizo perder a Low. Y él iba a recuperarla para mí.

- ¿Dónde iría ella? - Pregunté entre dientes mientras él palidecía y temblaba de


terror.

Burman resopló. -Puede que no quieras que se mee en los pantalones cuando se lo
pidas. -

Le ignoré y miré a Stewart.

-Eh, no lo sé realmente, - tartamudeó asustado. - ¡Ni siquiera sé a quién están


buscando! -

- ¿Dónde están todos escondidos? - Paulie mordió. No por mí. No por Low. Por sus
propias malditas razones enfermizas.

Stewart tragó bruscamente y tembló. -No puedo decirte eso. -

Lo acerqué a mí por la cuerda que le rodeaba las muñecas y, efectivamente, olí la


orina. -Me lo vas a decir, - retumbé.

-N-no. -
Syd sonrió con fuerza. -Creo que es hora de dejar de preguntar. - 30

Miré hacia la cabaña en la que nos detuvimos para pasar la noche. Luego a Burman.

Hizo crujir sus nudillos mientras su cara se dibujaba oscuramente. -Se lo sacaré.–
CAPÍTULO SEIS 31

- ¿Cómo estás? - preguntó Reece en voz baja a la mañana siguiente, mientras se


sentaba a mi lado.

Me encogí de hombros, jugando con la caña de pescar que tenía a mi lado. Lance
me había dejado aquí con instrucciones estrictas de vigilarla de cerca. Sin nada
más que hacer que revolcarme en mi autocompasión y mi dolor, no había apartado
los ojos de ella.

-Huelo el desayuno, - dijo alrededor de una sonrisa temblorosa. -Deberían estar


listos para hacer la votación pronto. -

La votación.

La votación que decidiría mi destino.

Había dos bandos.

Permitir que la pobre chica abandonada se quede a vivir lo que le queda de


sus días en nuestra ciudad flotante. Ver cómo se le escapa la vida. Después
de todo, era sólo una chica, no una espeluznante motociclista asesina.

O, descartar al último miembro restante de dicho grupo de motoristas


asesinos. Arrojarla de nuestro refugio y verla nadar hasta la orilla para que
los mordedores se diviertan con ella.

Sinceramente, no sabía qué destino prefería en ese momento.

Si me quedaba, sería una paria. Reece y Lance eran los únicos que habían hablado
conmigo desde la noche anterior. Lance porque era el encargado de vigilarme.
Reece, supuse, porque yo era un pedazo de culo fresco, demasiado viejo para él,
que aún no sabía que había sido tomado por un hombre que le doblaba en tamaño
y era diez veces más malo. Me reclamó en corazón, cuerpo y alma. No tuve el valor
de decírselo.

Por razones puramente egoístas. Él había sido el único que me ofreció comida
desde que el grupo se había disuelto la noche anterior para deliberar sobre mi
destino. Estaba sintiendo la presión de mi depresión, pero la supervivencia seguía
muy arraigada en mí. Mi cuerpo necesitaba la comida para sobrevivir.
Intenté mantener la vista en el agua mientras Reece se sentaba en silencio a mi 32
lado. Pero el creciente volumen de los madrugadores pronto llamó mi atención.
Empecé a observarlos. Al estudiarlos de cerca, empecé a notar sus extraños
estados de ánimo y saludos. Sabía que muchos de ellos estaban afligidos por sus
pérdidas. Pero había mucha gente en esta comunidad flotante. Al menos cincuenta
o sesenta. Ya habíamos visto un grupo así de grande, Sam y su gente... el grupo de
Rowan. Pero a diferencia de ellos, esta gente no era hostil hacia mí. Aunque
sospeché que mucho de eso tenía que ver con que yo era una mujer y estaba sola.
Si mi grupo hubiera venido aquí conmigo, estoy segura de que no habría recibido
tantos saludos amables. Los que me observaban se sentirían obligados a proteger
su hogar y a sus seres queridos, y no podía culparles por ese instinto.

Los hombres y mujeres mayores se reunían de bote en bote, con el cálido olor del
pescado asado flotando en sus cabañas. Los miembros más jóvenes del grupo eran
más ruidosos, sus voces joviales se arrastraban con el viento. Pero los niños tenían
toda mi atención. Tantos niños.

Adolescentes, niños pequeños, bebés. Rodeados de adultos que se preocupan por


ellos, pero que les permiten moverse libremente de un barco a otro. Los juegos se
sucedían entre ellos, veía bromas y risas.

Liam encajaría perfectamente con el grupo de niños que se encontraba a mi


izquierda, mientras mecían una balsa de madera en el agua mientras luchaban. Blue
se contentaría con jugar en el camarote de la embarcación situada a mi derecha,
donde una mujer en el interior soplaba burbujas con su hijo pequeño mientras su
pequeña radio canturreaba la letra de una canción de Journey. Me lo imaginé
jugando allí, en el centro de la cocina del camarote, mientras Jay y yo nos
acurrucábamos en el sofá de la esquina, viéndole reír y reírse mientras Liam
correteaba por los botes, intrépido y feliz.

Deseaba tanto eso que podía saborearlo. Esta gente no tenía ni idea de lo bien que
lo tenían. De lo afortunados que eran al reunirse para crear este lugar mientras
el mundo ardía a su alrededor. No sabía lo sostenible que era. De dónde venían sus
suministros. Cuánto tiempo podrían flotar con seguridad en este lago. Pero no me
importaba. Nada duraba para siempre. Este lugar podría flotar durante mucho
tiempo. Lo suficiente para reforzar un campamento en la orilla lejana. Construir
un hogar fortificado a largo plazo.
- ¿Por qué estabas en los caminos? - De repente le pregunté a Reece Habían 33
estado a kilómetros y kilómetros de este lugar. ¿Por qué tan lejos? Tenía que
haber un lugar más cercano para rebuscar.

Reece ladeó la cabeza y estudió mis ojos entrecerrados. - ¿Qué? -

- ¿Por qué construir la barricada? - Sacudí la cabeza con confusión. -Deberías


estar rebuscando, despejando uno de esos complejos. -

Reece miró discretamente por encima del hombro, con la boca torcida por la
incertidumbre.

- ¿Por qué ocultármelo? Estoy solo, abandonada. ¿Recuerdas? ¿Qué podría hacer
con la información? -

Suspiró. -Viste la horda. –

Asentí lentamente.

Lance se aclaró la garganta con fuerza desde detrás de nosotros y se dejó caer
en la balsa a mi lado, colgando los pies sobre el borde, con las botas rozando la
parte superior del agua. -Estábamos tratando de redirigirla. -

- ¿Se dirige hacia aquí? -

Asintió con la cabeza. -Lo exploramos hace unos días. Varidy envió algunos grupos
para bloquear las carreteras principales del lago, dirigiéndolo hacia el norte. -

- ¿Cuántos grupos más? - Pregunté, con desconfianza.

Se río. -Varios. -

Miré a mi alrededor, pero negó con la cabeza. -No, todavía no han vuelto. -

- ¿Cuánta gente vive aquí? - Los barcos estaban llenos. Los veleros más pequeños
albergaban a unas cuantas personas cada uno, y aún más en los barcos de crucero
y en los de pesca. El barco de Varidy tenía varias habitaciones, pero era el más
grande, y no podía imaginar que los otros barcos tuvieran mucho espacio en sus
camarotes para más gente que la que ya estaba aquí.

-No todos vivimos en los barcos, - dijo Reece con ligereza, pero luego se sonrojó
cuando Lance le gritó que se callara.

Miré hacia la lejana costa, entrecerrando los ojos. Pero estábamos demasiado
lejos para poder distinguir algo concreto. ¿Tenían otros asentamientos por ahí?
-No conseguirás la oportunidad de encontrarlos, - me advirtió Lance. Su voz 34
destilaba burla. -Si no votan para que te tiren por la borda, te mantendrán aquí
indefinidamente por la seguridad de nuestra comunidad. -

Aparté la mirada de él, con el rostro frío. En el mejor de los casos, vivir en estos
barcos sería emocionante sólo durante unos días. No para siempre. Pero sin mi
familia conmigo sería un infierno. Sabía que debía querer volver a tierra para
encontrar a los demás. Pero al mirar el inmenso lago, supe que ahora no sería
posible encontrarlos. No tenía ni idea de dónde estábamos ni de cómo volver sobre
mis pasos. Los demás ya se habrían ido de aquí. Estaba atrapada.

Tal vez fuera mejor que me arrojaran por la borda y me sacaran de mi miseria.

DOS HORAS MÁS TARDE, DESPUES DE COMER EL PPESZCADO RECIEN


COCINADO QUE REECE ME HABIA TRAIDO Y LA MANZANA ROJA QUE
la joven de rizos dorados me había entregado con una sonrisa vacilante, me
llevaron de vuelta al barco de Varidy y me senté de nuevo en el mismo sofá de la
noche anterior. Todavía tenía las mantas de lana dobladas en el extremo que
Shannon me había dado para acurrucarme la noche anterior. La habitación estaba
menos llena esta mañana: sólo Varidy y Jack estaban sentados en los sillones de
cuero frente a mí. Pero los demás se habían reunido en las cubiertas para observar
a través de las amplias ventanas.

Mis dedos se retorcían ansiosos en el pelaje de Olly. Alguien lo había llevado a


hacer sus necesidades esta mañana. Otra chica joven. Tal vez quince años, con el
pelo corto y una sonrisa tan amplia que Olly no tenía ningún problema en perseguir
sus alegres arrullos y rascadas en las orejas. Pero ahora estaba callado y vigilante,
con la espalda apoyada en mis piernas, las patas planas y listas para clavarse en la
alfombra oscura con una sola palabra mía.

Jack lo observaba con atención, pero Varidy me miraba sin pestañear, en silencio.
Me retorcí, incapaz de quedarme quieta mientras me juzgaba. Sabía qué aspecto
debía tener. Hacía días que no me bañaba. Rasguños y moratones en la cara y las
manos. La ropa sucia y rota. Era difícil proyectar confianza cuando sabía que debía 35
parecer que había estado viviendo en un basurero.

Suspiré. -Sólo termina con esto. –

- ¿Qué crees que vamos a hacer contigo? -

Me encogí de hombros. -Matarme. Ahogarme. - Levanté las cejas. - ¿Quemarme


en la hoguera? -

Jack me miró boquiabierto, horrorizado. Pero Varidy se limitó a reírse con


desgana.

Se puso de pie y cruzó los brazos sobre su gran pecho, mirándome. -Mi pueblo
merece justicia por sus pérdidas, - comenzó siniestramente. -No tenemos ninguna
posibilidad de enterrar a nuestra gente. Sus cuerpos no estarían allí, aunque los
buscásemos. Padres y madres nunca podrán dar descanso a sus hijos. Hermanas y
hermanos, esposas y maridos, sufrirán un dolor innecesario sin una despedida
final. - Se agachó frente a mí y bajó la voz a un oscuro susurro. -Anoche quedaron
huérfanos dos niños. Kevin tiene nueve años y Olivia seis. Nunca volverán a ver a
su padre. Su madre se perdió hace años, y ya no queda nadie para arroparlos en
sus camas. Han sido acogidos por otras familias, pero el tiempo y la atención son
escasos estos días. Sus vidas dependerán de la gracia y la amabilidad de sus
vecinos. -

Respiro una nueva oleada de emoción. -Yo no quería eso, - espeté.

Él suspiró con fuerza. -Pensaría que eres un monstruo frío si lo hicieras, pero eso
no cambia lo que pasó. -

- ¿Qué vas a hacer conmigo? - pregunté débilmente.

Se rascó el pelo mientras me miraba. -Sería fácil promulgar una venganza.


Permitir que mis vecinos se aparten de su humanidad. Convertirse en aquello de lo
que nos escondemos. - Se levantó bruscamente. -Pero donde tu gente ya ha
comenzado ese descenso, nosotros somos mejores que nuestro miedo. Mejor que
nuestro dolor. -

Se dirigió a la larga barra del fondo de la habitación y cogió un montón de ropa,


entregándomela. -Ve al fondo y dúchate. No te retendré aquí, - dijo bruscamente.
-No eres nuestra prisionera. Nadie de aquí te hará daño, pero mi amabilidad sólo
te llevará hasta cierto punto. - Señaló con la cabeza la ventana. -Están sufriendo.
Puede que no hayas apretado el gatillo, pero eres un símbolo de ese odio y esa 36
desesperación. - Me agarró del brazo con suavidad y me guio a través de una
puerta y hacia un pequeño pasillo. -Tendrás que poner de tu parte. Puedes
quedarte aquí con nosotros, pero compartirás una habitación con Penny. - Abrió
una delgada puerta y señaló con la cabeza las dos camas gemelas que había dentro
de la habitación. -Si decides quedarte, deliberaremos tus fuerzas y te pondremos
a trabajar aquí o en tierra. -

- ¿En tierra? - Pregunté con dudas. Nos quedamos dentro de la habitación. Era
pequeña. Demasiado pequeña para una persona, y mucho menos para dos. Una de
las camas estaba cubierta con un cubrecama rosa viejo y tenía luces parpadeantes
que colgaban del techo. La otra estaba desnuda, con sábanas y mantas dobladas
cuidadosamente a los pies. Una cómoda se interponía entre ambas, con los cajones
rebosantes de ropa brillante y colorida. Encima había montones y montones de
libros y varios perfumes y esmaltes de uñas.

-Hay unos cuantos complejos turísticos que hemos reforzado en la costa, así como
unos cuantos campamentos. -

Sacudí la cabeza. - ¿Cuántos son? -

-La gente que ves aquí ha vivido en este pueblo durante generaciones. Caminamos
mejor por el agua que por la tierra. Pero hay algunos que todavía prefieren los
árboles y la tierra. Y hemos acogido a muchos más forasteros desde que empezó
todo esto. - Suspiró con fuerza. -Puede que el resto del mundo se esté yendo a la
mierda, pero Handon no está dispuesto a caer en la derrota. Hemos estado aquí
mucho antes de los complejos turísticos y los turistas, mucho antes de la
infección, y estaremos aquí mucho después de los estragos. -

Palabras tan cercanas a las de Rowan. Pero donde se podía ver en los ojos de Rowan
que ni siquiera él las creía, Varidy era diferente. Rowan no estaba convencido de
que su pueblo pudiera sobrevivir. Les faltaba la ventaja. Les faltaba la comunidad
y el respeto. Varidy hablaba de su pueblo y de su supervivencia con tanta
seguridad que le creía.

Si alguien podía vivir su vida sin manchar su moralidad, era este pueblo. Pero no
era porque fueran más decididos que Rowan... o incluso que Paulie. No era porque
fueran más fuertes de carácter, más amables o más indulgentes.

Era simplemente porque tenían suerte.


Tenían mucha suerte. 37

La evacuación fue el primer golpe de suerte.

Un líder seguro fue el segundo. No se trataba de un tira y afloje por el poder


como el que tenían Sam y Rowan. Varidy era claramente el hombre que todos
respetaban.

Pero esas dos cosas sólo los habrían llevado hasta cierto punto antes de que se
hicieran añicos y se dispersaran.

Era la tercera. Su entorno. Tenían la única cosa por la que todos en este mundo
matarían. Seguridad.

Cientos de kilómetros de ella.


CAPÍTULO SIETE 38

Penny era un año más joven que yo. Un centímetro más baja, rubia y burbujeante,
no había sido tocada por los estragos y el mundo que reclamaban. Había sido
protegida, mantenida completamente a salvo de su oscuridad. Era como cualquier
otra estudiante universitaria alegre con la que me había cruzado en los pasillos de
la escuela de mi campus. Pero no se lo eché en cara.

Era amable. Demasiado amable en esta época y en este mundo. Compartió su ropa
conmigo. Su jabón. Sus libros y su desodorante. Era una compañera de piso
perfecta, que limpiaba lo que ensuciaba y me dejaba espacio para revolcarme en
la autocompasión. Susurraba sobre la gente del pueblo flotante.

La anciana Gladys en el barco rojo de los pescadores, que solía hornear los
mejores pasteles de cereza de su pueblo. Se vestía con mono y botas de lluvia,
pero chorreaba cuentas llamativas y gemas brillantes.

A los Browns era a quienes tenía que pedirles disculpas primero. Su hijo era el
miembro más joven del grupo perdido. Había tenido que rogar a Varidy que le
dejara ir al viaje. Había querido contribuir. Su madre no había salido de su cama
desde que Jack y Varidy le dieron la noticia.

Me dijo que no me molestara con el Sr. Kline. Su hijo también fue asesinado por
las manos de mi familia. Pero era un borracho malvado, y antes de los estragos, se
había recluido y alejado de su hijo. No le importaba saber de mí. Era ese tipo de
personas las que más me preocupaban. Pero me dijo que rara vez me encontraría
con él. Flotaba en el lago por su cuenta, pescando cuando estaba sobrio, y rara
vez se detenía en el embarcadero.

Había otros. Muchos otros.

Aquel primer día había sido cautelosa, negándome a dejar el barco de Varidy al
principio. Pero el hombre no permitió que me escondiera y me arrastró entre la
multitud, presentándome como Willow, su nueva invitada.

Penny se hizo cargo después de eso, mostrándome dónde podía ayudar con los
cocineros o los pescadores. En este momento, los barcos eran autosuficientes,
pero no sería así para siempre, me dijo. En algún momento se les acabaría el
combustible.
La gente intentaba prepararse para esa eventualidad, pero yo nunca lo vi. Lo que 39
hacían era en alta mar. Un lugar del que todos se negaban a hablar conmigo.

La pena que cubría los rostros a mi alrededor también se reflejaba en el mío.


Apenas podía reunir la energía suficiente para preocuparme por algo, y mucho
menos para ayudar a cocinar o a pescar. Por suerte, nadie me presionó para que
echar una mano, ni siquiera Varidy, a pesar de que esa misma mañana había
insistido en que echar una mano si me iba a quedar. Ahora, parecía entender mi
necesidad de aflicción, entregándome silenciosamente un mapa y alejándose.

Nuestra ubicación en el lago estaba marcada con un círculo rojo, y otra línea roja
corría por un río a un lado. Sabía que mostraba el camino por el que Lance nos
había traído hasta aquí. Me senté en la cubierta toda la mañana y hasta la noche,
mirando el mapa y los barcos que iban y venían del ancla. El aire se llenaba de
charlas de walkie-talkie cuando los barcos se comunicaban entre sí. Los niños
jugaban a mi alrededor y otros nos ofrecían agua y comida a Olly y a mí. Era difícil
de comprender. Habíamos matado a sus seres queridos. Yo había permitido que
ocurriera, y, sin embargo, si la situación fuera a la inversa, no podía ver que los
recibiéramos con la misma amabilidad.

Paulie había matado al hombre que había matado a Reed y disparado a Lacey. Lo
había hecho sin dudar un segundo. Después de eso, no se había arriesgado la
siguiente vez que nos encontramos con un grupo grande: disparó primero. Me
disgustaba cada vez que una de esas personas me tendía una mano o me dedicaba
una palabra amable. Me dolía la vergüenza por lo que mi grupo había hecho a estas
personas.

Al caer la noche, no podía soportar estar cerca de ellos ni un segundo más. Me


encerré en la habitación y me quedé mirando el mapa.

No pertenecía a este lugar. Lo sabía tan profundamente que me dejaba


desamparada y fría. Esta gente era mucho mejor, mucho más amable que yo.
Podría hacer que los mataran algún día. Pero entonces, ¿quién podría ir tras ellos
con alguna esperanza de éxito en este lago? Todos los barcos de todos los puertos
deportivos cercanos eran de su propiedad y estaban dirigidos por ellos. Por lo que
yo sabía, todas las casas y complejos turísticos de la costa eran iguales. Operaban
con seguridad y éxito, y aunque estaba tan celosa que sentía que mis entrañas se
teñían de un verde enfermizo, no quería ser lo que les arrancara esa ingenuidad.
Varidy me pareció un hombre consciente de los peligros. Había gente con aspecto 40
de milicia que vigilaba el lago, pasando por delante de nosotros en barcas a
cualquier hora del día, acercándose a la orilla. Les hablaba por radio y con señales
de mano, al igual que otros pocos desde sus embarcaciones.

No podía ver tan lejos de la orilla, pero algo me decía que mucha gente, mucha
gente de Varidy, estaba allí, preparando una fortaleza que avergonzaría a la
universidad y al santuario de Rowan. Me pregunté si tal vez había incluso más de
una fortaleza alrededor del lago. Mi mapa no mostraba nada en la orilla más que
una zona sombreada de color verde y unas pequeñas letras en forma de bloque
que dividían los condados y pueblos de los alrededores.

Pero estaban allí. Podía sentirlo. La gente de aquí estaba protegida. Los niños y
los ancianos estaban atendidos. Había suficientes hombres y mujeres sanos para
proteger a los vulnerables.

Reece y Lance durmieron esa noche en la sala común del barco de Varidy, y estaba
claro que no se quedaban aquí con regularidad. Parecía que no se sentían muy
cómodos en el agua, pero que me habían traído aquí para alejarme de lo que
realmente escondían.

Pero yo no era una Penny burbujeante ni una Gladys vieja. No era una niña que
necesitara protección. Tenía que encontrar a mi familia ahí fuera. Ellos me
protegerían.

¿Lo harían, Willow? Una voz siniestra me susurró en mis sueños esa noche. Ellos
te dejaron.

Paulie nunca me quiso cerca. Tampoco los otros. Jay puede haber cambiado de
opinión, pero incluso él se había ido. Quería creer que tenía sus razones para
dejarme en el bosque. Tal vez por Blue. O porque Paulie y Ren tuvieron que
arrastrarlo. Pero, a medida que esa noche se convertía en dos más, no podía dejar
de preguntarme si simplemente había asumido que estaba muerta... o si no había
querido quedarse.

Mi padre nunca lo hizo. Mi madre se había quedado, pero era sólo cuestión de
tiempo que se fuera también. Billy y Dahlia eran las únicas dos constantes en mi
vida además de Rick. Pero Rick estaba muerto, y por lo que yo sabía, también lo
estaban Dahlia y Billy.
Y así me sumí en una espiral de confusión y dolor. 41

¿Quedarme o irme?

Las probabilidades de que los encontrara eran tan bajas que era una broma. Pero
Blue me necesitaba. Y le había prometido a Liam que nunca lo dejaría.

Y amaba a Jay. Lo amaba como una enfermedad. Me envolvía y me arruinaba para


cualquier otro afecto. Ansiaba sus manos ásperas y sus órdenes rudas. Quería
vivir a su lado, fundirme con él para siempre.

¿Eso me convertía en una tonta? ¿Me aferraba sólo para correr hacia ellos y no
encontrar más que soledad y muerte?

Era una decisión imposible.

¿Cómo iba a encontrarlos? Los teléfonos no funcionaban. No habíamos establecido


un encuentro. Un plan para esta eventualidad. Habíamos sido poco previsor.

Al final, fue el mareo el que decidió por mí.


CAPÍTULO OCHO 42

-Oh, Dios, - gemí en el baño. Penny me frotó círculos relajantes en la espalda


mientras Varidy me observaba desde la puerta. Olly estaba a su lado, frotando la
cabeza contra la mano de Varidy en busca de afecto. Varidy lo consintió como
todos los días durante los últimos cuatro días que llevaba aquí. Por las mañanas, a
menudo lo encontraba en la galera y a los pies de Varidy, mientras bebía su café
y se afanaba en su misterioso cuaderno y sus mapas.

-No mejora, - se inquietaba Penny a mi lado. -No creo que esté hecha para el agua,
papá. -

Jack y Varidy eran sus padres. La habían adoptado a los cuatro años. Los dos
hombres la colmaban de tanto afecto como el uno al otro, y era difícil para mí
vivir con tanta proximidad. Su amor me llenaba de más envidia y soledad de la que
podía soportar.

- ¿Seguro que no estás embarazada, Hun? - preguntó Varidy con suavidad.

Sacudí la cabeza miserablemente. -No lo sé. Pronto me vendrá la regla. -

-Podemos hacerte una prueba, - dijo con cuidado. -Sólo para estar seguros. -

Sacudí el cabeza más rápido, parpadeando para evitar una nueva oleada de mareos.

-Willow...- Penny comenzó.

-No quiero saber. - Me atraganté al hablar. -Si lo estoy, no quiero saber. -

Varidy suspiró. -Penny, cariño, ¿por qué no le traes un par de galletas? -

Ella asintió y salió corriendo, con el pelo rubio volando detrás de ella.

Varidy entró y se agachó a mi lado. - ¿Sigue vivo? -

Asentí miserablemente con la cabeza. -Espero que sí. -

- ¿Te dejó atrás? -

Ahogué un sollozo. -No lo sé. Todo sucedió tan rápido. La horda estaba justo
detrás de nosotros, Paulie disparó tan rápido, y yo corrí tras Blue y Liam. No sé
si volvieron a buscarme o si estaban esperando en algún lugar a que los
encontrara.-
-Vaya, - suspiró. -No lo vas a descubrir aquí. Pero no saber si llevas su bebé no te 43
va a ayudar a encontrarlo. –

Solloce más fuerte. -Si lo hago, ¿entonces qué? No puedo tener un bebé aquí. -

-No, no puedes, - aceptó. -Necesitará medicinas y cuidados. -

-No puedo mantener un bebé vivo en este mundo, - gemí de dolor. Con Blue ya era
lo suficientemente difícil con la ayuda del club, ¿pero por mi cuenta? Sería
imposible. A menos que me quedara aquí.

-Seguro que sería difícil, - estuvo de acuerdo. -Pero aquí estarás a salvo. Los dos
lo estarán.

- ¿Por qué? - Me ahogué. -Debes odiarme. -

-No te odio, cariño, - dijo suavemente y me apartó el pelo húmedo de la cara. -


Tengo que decir que nunca entenderé por qué tus hombres hicieron lo que
hicieron, pero tienes que saber que nunca nos han puesto en esa situación. Si el
zapato estuviera en el otro pie y fuera mi gente la que estuviera en juego, no
puedo decir que no hubiera hecho lo mismo. Un hombre no sabrá a menos que Dios
le ponga a prueba. -

Asentí con la cabeza. -No son malas personas. Son como tú, -insistí. Quizá no tan
amables ni tan buenos, pero sí tan protectores y leales. -Sé que debe estar
matándolos, lo que hicieron. -

-Calla, ahora, - dijo, levantándome en sus brazos. Me llevó a la cama y me acostó,


dando una palmada a los pies de la cama para que Olly se subiera. -Descansa. Ya
se nos ocurrirá algo cuando se te asiente el estómago. -

Asentí con la cabeza, más miserable que antes.

A la mañana siguiente, Varidy examinó los mapas conmigo en busca de posibles


rutas, y aunque le agradecí que estuviera dispuesto a arriesgar a su propia gente
para ayudarme a buscar a mi grupo, no veía el sentido de hacerlo. Podría llevar
semanas. Tal vez meses. Y eso era si estaban en un lugar.
Paulie ya habría seguido adelante. Estaría persiguiéndolos durante meses y meses, 44
poniendo en peligro la vida de gente buena. Si iba, decidí que sería por mi cuenta.

- ¿Estás lista? - Me preguntó Reece aquella tarde. Asentí con cautela. Varidy me
había dado el visto bueno para irme. Lo que me pasaba no había mejorado. Dijo
que la tierra era la única cura. Varidy iba a hacer un viaje a tierra por la noche
para reunirse con su misteriosa gente sobre su misterioso proyecto y no había
dudado en pedirme que le acompañara. Al mirar su rostro curtido, un pequeño
núcleo de calidez floreció en mi pecho.

Confiaba en mí. Sabía que era un riesgo y, sin embargo, lo hizo de todos modos.
Me prometí en silencio que nunca me aprovecharía de eso.

Nunca.

Subimos a una vieja lancha. Varidy estaba a los mandos. Lance y Reece nos
flanquearon a Olly y a mí, mientras Penny nos saludaba salvajemente desde la
cubierta del crucero. Jack incluso levantó una mano y me lanzó un guiño. No
conocía bien al marido de Varidy. Era el más tranquilo de los dos. También era más
receloso conmigo, pero había sido el que me abrazó después de que me desahogara
con ellos aquella primera noche. Esta gente era demasiado buena para este mundo,
y yo rezaba para que eso nunca cambiara.

Nos dirigimos lentamente a la orilla y contemplé las vistas bajo el sol de la tarde.
Iba abrigada con un par de sudaderas de diseño de Penny y un jersey gris a juego,
con un grueso abrigo negro. Me quedaban un poco apretados, pero eran cálidos.
Reece me había dado un gorro y unos guantes de repuesto, y Lance había traído
una manta de lana para mí y Olly para el viaje. Otras dos embarcaciones nos
siguieron. En una de ellas iban varios hombres y mujeres de la ciudad flotante,
pero en la otra embarcación, que flotaba cerca de la flotilla, había hombres
vestidos de militantes. Se adelantaron y nos guiaron hasta el puerto deportivo.
Fueron los primeros en desembarcar, armados y buscando cualquier amenaza.

Pero ni un solo mordedor.

Esperaba que la orilla estuviera abarrotada de ellos, dada la cantidad de luz que
desprendían los barcos, pero quizá el agua era más disuasoria de lo que había
pensado en un principio.
Pero después de subir a varios jeeps negros y a un Range Rover, me di cuenta de 45
que estaba muy, muy equivocada.

El puerto deportivo estaba completamente cerrado. Y esas rejas habían sido


reforzadas... fuertemente. Observé cómo unos cuantos mordedores rebotaban
contra las puertas mientras varios francotiradores los vigilaban desde torres
construidas de forma rudimentaria.

Cuando salimos de las puertas, algunos mordedores nos persiguieron, pero las
carreteras habían sido limpiadas de vehículos abandonados, así que los pasamos
fácilmente.

Bajamos por las carreteras y me quedé boquiabierto mientras pasábamos un


control tras otro. Cada poco kilómetro, las autocaravanas y los camiones se
alineaban en las carreteras, cada uno de ellos con unas cuantas personas que
exploraban la zona, apilando los mordedores muertos a sus pies en la plataforma
de los camiones.

Esta gente no era ingenua. Eran un grupo masivo. Una fuerza propia. Estaban
limpiando las carreteras alrededor del puerto deportivo tanto de vida como de
muertos. Quince minutos más tarde, llegamos a una puerta alta y vigilada. Y luego
otra.

Y otra más.

Los tres estaban fuertemente vigilados. Las tres estaban completamente limpias
de mordedores.

La primera puerta estaba hecha de restos de madera, puertas, palés e incluso


algunos coches. La segunda era igual, con restos de vallas y paredes de perreras.

Pero la tercera era una puerta gruesa, sólida y negra. Era elegante y brillante. No
había sido levantada con prisas, sino que estaba claro que llevaba mucho tiempo
allí.

- ¿Dónde estamos? - pregunté asombrada mientras dos guardias abrían la puerta


a un lado de la caseta. Los bosques y los arroyos nos rodeaban mientras
recorríamos un largo camino.

-Bienvenida a Olimpia, - cacareó Reece con un movimiento de la mano. -Una vez


que el hogar de los turistas y la gente rica altanera. -
Llegamos a la cima de la colina, y una casa tras otra llenaron mi vista. Y justo 46
después de ellas estaba el lago.

Sabía que, si bajaba hasta el agua, el puerto deportivo estaría a unos pocos
kilómetros a mi izquierda y bajando por la curva que llevaba al centro del lago,
donde estaría flotando el refugio seguro de Varidy.

Me quedé boquiabierta al ver el perfil de Varidy mientras reducía la velocidad


hasta llegar a una hermosa y blanca finca en expansión.

-Es aquí, ¿verdad? - Le pregunté. -Esto es lo que escondes. -

Miró por encima del hombro con una inclinación de la boca. - ¿Escondiendo? -

Me burlé. -Sí, no me creí ni por un segundo que pensabas vivir en ese barco para
siempre. -

Reece se río. - ¿Sabes algo de barcos? -

Negué con la cabeza y él resopló. -Necesitamos un lugar donde establecernos. -

-Entonces, ¿qué? ¿Estás fortificando este lugar? –

Varidy asintió y salimos del jeep. -Fue bastante fácil despejar cuando llegó la
orden de evacuación. La mayoría de los turistas ya habían huido, y los que se
quedaron siguen aquí ayudando en lo que pueden. Tenemos algunos otros puntos
en mente, pero ahora mismo, este es nuestro principal objetivo. -

- ¿Y las puertas? ¿Las hicieron todas tan rápido? - Sólo habían pasado semanas.
¿Cómo es que esta ciudad seguía tan llena de gente? Debe haber miles de ellos.

-Todavía estamos trabajando en ello, - dijo rápidamente Varidy y me hizo girar


para señalar el otro lado de la lujosa comunidad. -Allá, estamos ampliando las dos
vallas exteriores. Alrededor del otro lado del lago. La verja interior da la vuelta
hasta la orilla, pero no podemos alojar a ninguna familia aquí hasta que las tres
verjas estén completas. -

Asentí con la cabeza. -Entonces, ¿por eso no hay mucha gente aquí ahora? -

Había un montón de coches y enormes camiones y autobuses que se cargaban y


descargaban por todo lo que podía ver de la comunidad. En mi campo de visión,
había al menos siete casas enormes como la que teníamos delante. Cada una tenía
su propio camino de entrada, y algunas incluso tenían fuentes secas. Vi céspedes
perfectamente cuidados que sabía que pronto crecerían demasiado por falta de
mantenimiento. Se estaban realizando tareas más importantes que el cuidado del 47
césped. Pero sólo con los campos que conducen a la comunidad y las puertas fuera
de la puerta interior, tenían mucho terreno en el que podían plantar y construir.
Realmente era una fortaleza impresionante. Al menos, lo sería cuando fuera
segura.

Pero todavía tenía un pensamiento muy ardiente en el fondo de mi mente.

Esto podría funcionar. Podría ser increíble. Mantendría a los mordedores


rezagados fuera, incluso grupos de ellos, pero...

- ¿Qué pasa con la horda? –


CAPÍTULO NUEVE 48

Jay

-Quédate con él, - le había dicho Paulie en voz baja a Burman mientras salíamos
de la choza.

Burman había asentido y había cerrado las puertas tras de sí.

Arranqué mi espada del cráneo del maldito a mis pies. El olor era peor que
cualquier cosa que hubiera olido. La visión de los muertos era peor que todo lo que
había visto.

Y he estado en algunos lugares jodidos. Fui detrás de algunas personas jodidas.

-No podemos quedarnos aquí, - dijo Paulie mientras luchaba contra otro mordedor.

No me importaba. No me iba a mover. No hasta estar seguro.

No tenía ningún otro sitio al que ir. Ningún otro lugar donde buscar. Habíamos
buscado en esta ciudad todo el día y la noche y nada. Nada, joder. Rugí y empujé
a dos mordedores de una sola vez.

Syd se río y apartó a uno de mí por la parte trasera del pelo.

Al otro le di una patada en el pecho hasta que cayó, le pisé la mejilla y lo ensarté
por el ojo. Entonces volví a mirar la ciudad. Estaba vacía. Pero hace poco hubo vida
aquí. Los muertos estaban en el suelo. Muchos de ellos. Disparados por alguien. Un
montón de alguien.

Si no estaba aquí, entonces quien viniera me llevaría a un lugar donde ella estaría.

No me estaba moviendo. Mi instinto me decía que esperara.

No sabía si ella se encontraba con esta gente, pero era todo lo que teníamos para
seguir.

Mi chica era inteligente.

Si no podía encontrarnos, encontraría a otros.

Ella era un maldito imán de problemas. Y apostaba por que estos imbéciles
encontrarón a mi Low.
Este pueblo no estaba lejos de donde ella desapareció. A lo largo de la línea de 49
agua.

Y Burman tenía a ese maldito rogando. Hablando de una ciudad en el agua. Llena
de gente. Me pareció una mentira, pero Burman juró que se lo sacó.

Dondequiera que fuera. Fuera lo que fuera. Estaba allí. Podía sentirlo.

Y nosotros estábamos explorando su punto de suministro en horario de máxima


audiencia.

Volverían.

Y mataría a cada uno de ellos para llegar a ella.


CAPÍTULO DIEZ 50

Varidy nos acompañó al interior de la enorme casa blanca, presentándome a unas


cuantas personas, en su mayoría trabajadores, personas dedicadas al crecimiento
de su nuevo hogar, y a sus jefes de cuadrilla. Pero en la sala central estaban
sentados varios hombres más o menos de la edad de Varidy, todos ellos
esperándole en una extensa mesa de comedor.

Eran diez, incluido Varidy, y pronto supe que no era el único líder de este enorme
grupo de personas. Era uno de los diez.

Cada uno de ellos tenía un lugar que estaban preparando, en algún sector de la
orilla del lago. La gente del pueblo flotante pertenecía a varias zonas a lo largo
del lado oeste del lago. Los supervivientes de esta ciudad se repartirían entre las
comunidades, pero Olimpia era la base principal. Era el lugar que estaban
apuntalando primero antes de poder expandirse. También era el lugar donde
depositaban todos los suministros para las otras comunidades. Se movían
sistemáticamente por esta ciudad y otras para recoger la mayor cantidad posible
de alimentos, agua, medicinas y ropa. También combustible, herramientas y armas.
Todo lo que los carroñeros cogerían primero. Todo lo demás vendría después. Las
comodidades las encontrarían cuando tuvieran más espacio que fuera fácilmente
defendible.

Pregunté cómo era posible que se hubieran organizado tan rápido, y cada uno de
ellos miró a Varidy. Él había comenzado los preparativos con el grupo en el
momento en que la infección llegó a la costa este. Como superviviente extremo,
había visto el desastre antes que nadie en el mundo.

Cada uno de estos hombres pertenecía a su club náutico, cada uno de ellos era una
figura prominente en sus respectivas áreas alrededor del lago. Una vez que el
resto de los Estados Unidos perdió el contacto con la costa este en esas primeras
horas, se empezó a especular que estaba empezando en el oeste, Varidy y los
demás habían empezado a prepararse y a preparar a sus vecinos. Cuando llegó la
orden de evacuación, ya estaban listos para moverse y poner a prueba su plan.

Parecía un cuento de hadas. Que estos diez hombres pudieran organizar a miles
de personas tan rápidamente en medio del caos y el miedo. Que sus vecinos
confiaran en ellos y en su gigantesca idea por encima del consejo de los militares.
Pero un hombre era un sheriff. Otro, un médico respetado y adorado. El 51
entrenador del equipo de fútbol local. Y así sucesivamente. Todos eran personas
que estos pueblos querían y respetaban.

Mucha gente se había ido. Huyendo a las zonas seguras de los militares invisibles.
Pero tantos, tantos se habían quedado. Sin querer dejar la seguridad de la tierra
que los rodeaba. Sus hogares. Aquí, podían controlar su destino.

Les pregunté cómo podían saber que no era un virus transmitido por el aire en ese
momento y huir para escapar de él. Pero la lógica de Varidy era simple. Estaba a
ambos lados de ellos. Eso dejaba el norte y el sur, pero se había extendido tan
rápidamente desde el principio que sabía que no se podía escapar de la infección.
Todo lo que podían hacer era fortificar sus casas y mantener fuera la amenaza
con cualesquiera medios necesarios.

Sólo tres días antes de mi llegada, su miedo se había calmado lo suficiente como
para ofrecer a otros supervivientes locales unirse a ellos. Pueblos lejanos a la
ciudad del lago. Pero no quedaban muchos en esos pueblos. Así que ahora
investigaban a la gente que encontraban viajando, su culpabilidad por no haber
salvado a sus vecinos lejanos les impulsaba a abrir sus puertas a cualquiera que se
encontrara.

Me pregunté cuántos pueblos más en todo el mundo podrían haber logrado este
tipo de supervivencia a tal escala. Nunca lo habría creído antes de venir aquí. Pero
la prueba estaba delante de mí.

Y ahora, esa seguridad que yo codiciaba, que mi familia buscaba, se veía


amenazada por los millones de personas de todo el mundo que no habían tenido
tanta suerte. Los muertos. Ahora vagaban por el mundo, buscando comida... y
Varidy la tenía en abundancia.

¿El grupo que Paulie y los otros habían derribado? No estaban poniendo barricadas
en la carretera para mantener fuera a gente como nosotros. Estaban poniendo
barricadas para redirigir a los muertos. Para conducirlos alrededor del lago. Para
mantener su hogar seguro y protegido. Nos habrían dirigido aquí todo el tiempo.
Nos habrían ofrecido una parte de su magnífico hogar.

Si sólo hubiéramos preguntado.


Varidy tuvo una rápida reunión a puerta cerrada con los hombres antes de 52
mostrarme el lugar donde me alojaría por la noche.

Cuando fue a dejarme en el opulento dormitorio, me puso en la mano el mapa que


había dejado en el barco. -Por si acaso, - me dijo suavemente.

Lo dejé en la habitación y exploré la casa y la comunidad con Reece. Decenas de


personas estarían cómodas en una sola de estas casas. Era lo suficientemente
grande para todo el club y nuestras familias. Pero no estaban aquí para verlo.
Nunca lo estarían.

Reece me seguía, mostrándome cada casa y todas las cosas que estaban haciendo
para preparar al resto de las familias. Más de trescientas personas vivirían sólo
en la comunidad. Pero ahora mismo, más de cuatrocientas estaban durmiendo aquí
mientras limpiaban las carreteras y reunían los suministros. Había más de veinte
casas en esta comunidad, con más de veinte personas viviendo en cada casa
actualmente. En algunas casas, eso no era un problema. Pero en otras, más cerca
de las puertas, las casas más pequeñas, sin mucha vista al lago, eran más pequeñas
y la gente compartía las habitaciones.

Me enteré de que había otros dos lugares en el lago donde la gente se refugiaba,
trabajando para despejar la zona. Esos lugares eran mucho más solitarios. Más
peligrosos. Los niños no corrían por esta comunidad. Los que no tenían barcos o
amigos cercanos con un barco tenían a sus hijos en la casa justo al lado del agua.
Había un gran barco de pesca en el agua, con varios botes de remos siempre
tripulados y vigilados, listos para llevar a los niños al barco de pesca a la primera
señal de problemas.

Después de dormir en una habitación en la que sabía que podría haber cabido
mucha más gente, empecé a inquietarme. Apenas podía dormir, pero el lado bueno
es que mis náuseas se habían calmado ahora que no vivía con los constantes
revolcones en el lago. A la mañana siguiente, cuando los camiones se preparaban
para salir en busca de más suministros y dejar a los trabajadores de las
barricadas, yo estaba en la fila y lista para subir.

Varidy me encontró allí. - ¿Vas a algún sitio?, - me preguntó con cuidado.

Me sonrojé y miré hacia otro lado. -Sólo a dar una vuelta. -


Asintió y miró mi espalda, observando la falta de provisiones que llevaba. Sus 53
hombros parecieron aflojarse y sonrió, entregándome un revólver plateado. -
Estos chicos te vigilarán, pero por si acaso. -

Sonreí agradecida. Feliz de que no me retuviera aquí. Como una prisionera.

Muy aliviada de que confiara en mí para salir... con un arma.

- ¿Al menos tienes tu mapa? -Dejó caer su mano sobre mi hombro y me guio hasta
el asiento delantero del pasajero del camión. El hombre que estaba allí se bajó sin
decir nada y subió a la parte trasera.

Me aclaré la garganta. -No. -

Suspiró con fuerza. - ¡Lance! -

Lance se acercó corriendo desde otro camión, observándonos con recelo.

-La vigilarás, - le dijo al más joven.

Lance asintió lentamente, sin estar molesto, pero con curiosidad.

LANCE SE SENTO A MI LADO, EMPUJANDOME AL ASIENTO DEL MEDIO


junto a otro hombre con una gran barriga. Era simpático, demasiado, y observaba
cada uno de mis movimientos con una rápida sonrisa. Aunque me hacía sentir
incómoda, no tenía miedo. Lance no le hizo caso y, en cambio, por primera vez, me
habló sin un ápice de sorna. Me mostró puntos de referencia específicos a medida
que pasábamos por ellos, y me describió su casa a unos kilómetros al norte, donde
su padre y su madre trabajaban en las carreteras por encima de la comunidad.

Cada vez que girábamos, me señalaba algo concreto y me contaba una historia.
Gracias a sus abundantes conocimientos, si alguna vez lo necesitara, podría ser
capaz de encontrar el camino de vuelta a Olympia. Al principio no vimos ningún
mordedor. Pero eventualmente, las barricadas desaparecieron en el retrovisor y
subimos las colinas hasta el centro de la ciudad. Los camiones estaban sentados
fuera de las tiendas, con gente cargando cajas y bolsas en las partes traseras.
Otros amontonaban cadáveres en el interior de la tienda de comestibles, ahora 54
desierta. Vi unas cuantas hogueras a lo lejos y, a juzgar por el empalagoso olor
del aire, supe que estaban quemando cadáveres.

Salté del camión y ayudé a unas cuantas personas a cargar más suministros,
presentándome y disfrutando realmente de la fácil camaradería y el ambiente
fácil cuando normalmente me habría aterrorizado. Pero con la pistola de Varidy
en la cintura, Lance a mi lado y más de cincuenta personas arremolinadas en medio
del aparcamiento, no lo estaba.

Los guardias estaban situados alrededor de la carretera para vigilar a los


mordedores. Nada iba a aparecer de forma inesperada en este entorno abierto.

- ¿Así que Varidy dice que te quedas con nosotros? - preguntó Lance mientras me
ayudaba a levantar una caja de piezas de coche en el camión.

Me encogí de hombros. -No lo he decidido. -

Lance tarareó y me miró de reojo. -Reece dice que quizá necesites un lugar para
quedarte en tierra. -

Me puse rígida. - ¿Lo dijo? -

Lance se río. -No pongas esa cara de horror, - se río. -Tiene algo por ti, pero es
demasiado cobarde para ir por ello. Es inofensivo. -

Me hundí aliviada. -Estoy cogida. - Y posiblemente embarazada. Uf.

Lance frunció el ceño. - ¿Estás segura de eso? –

Desvié la mirada, con los ojos tristes. -Sí. - Firme. Claro. Aunque no lo volviera a
ver, yo era suya.

-Claro. - Sonrió. -Aplácalo suavemente, ¿quieres? Reece está machando muy


fuerte. -

Mi cara debe haber desmentido mi pánico porque de repente echó la cabeza hacia
atrás, riéndose. -No te preocupes, chica. No eres la única. Penny y una cosita
bonita de Olympia le siguen la pista. -

Mis mejillas se encendieron. - ¿Penny? -

Se río. -Lo sé, ella está fuera de su alcance. Pero si quiere ir a los barrios bajos…-
Mis labios se torcieron. -Estaba pensando que ella es un poco mayor para él. - 55
¿Tenía siquiera dieciocho años?

-No, ese chico ya perseguía las faldas de las mayores antes de llegar a la
pubertad.-

Resoplé una carcajada con él, con la garganta dolorida por el sonido no utilizado.

Un disparo sonó y estranguló el sonido en mi garganta, reduciéndolo a un graznido.

- ¡Detrás de Martin's!, - gritó alguien. La gente se apresuró, corriendo hacia el


mercado con un gran cartel de "Martin's" en la fachada.

-Sube al camión, - gritó Lance y me empujó hacia el camión de caja vacío que había
al final del aparcamiento. Era el único que no estaba cargado.

Me giré mientras él corría hacia la tienda. - ¿Adónde vas? -

- ¡Sube al camión, Willow! -

Gruñí y corrí hacia el camión. No quería esconderme, pero no sabía cómo operaba
este grupo y no quería arriesgarme a estorbar. Varidy confió en mí para venir y
que escuchara a Lance, por lo que debía confiar en ellos a su vez.

La puerta de la camioneta estaba parcialmente abierta, así que rodé hacia ella y
me puse de pie de un salto, agarrándome al costado y observando a la gente que
se apresuraba hacia la tienda.

Sólo habíamos oído un disparo, pero había sido suficiente para dar la alerta.
Varidy me había asegurado que estaban redirigiendo la horda, pero eso no
significaba que grandes grupos no pudieran separarse y emboscarnos.

Una mano me apretó la boca y me arrastró hacia el espacio oscuro del camión. Mi
grito fue amortiguado, y cuando busqué el arma a mi espalda, mis manos fueron
atrapadas y tiradas bruscamente hacia atrás.

-Soy yo, - oí raspar en mi oído, y mi estómago cayó hasta el fondo de los dedos de
los pies, incluso cuando mi corazón se hinchó tanto que parecía que iba a salirse
de mi pecho.

Jay.

Jay estaba aquí.


CAPÍTULO ONCE 56

Grité su nombre contra su mano y me contoneé salvajemente.

Jay me soltó las manos y me hizo girar, apretando sus manos sudorosas contra
mis mejillas y dejando caer su frente sobre la mía.

-Estás aquí, - grité, agarrándolo por los hombros.

Asintió con la cabeza, haciendo rodar su frente contra la mía.

-Viniste, - respiré asombrada mientras su boca buscaba la mía. Me abrí para él


inmediatamente.

-Por supuesto que vine, - murmuró, apoyándome contra la pared del camión. -
Habría sido antes si no me hubieran disparado. -

- ¿Qué? - grité contra su boca.

-No es nada, - murmuró, lamiendo en la mía. Me levantó contra la pared y me


contoneé nerviosamente.

- ¿Dónde? - Pregunté, con mis manos recorriéndolo salvajemente.

-Low, nena, - murmuró bruscamente contra mi hombro.

-Lo siento, - susurré. Mi cara se dividió en una amplia sonrisa cuando por fin le
miré de verdad. -Te amo. -

Gimió por lo bajo y volvió a tomar mi boca. -Sí, lo haces. -

-Pensé que me habías dejado atrás, - gemí mientras me besaba por el cuello,
chupando la piel bruscamente.

-Nunca. -

El camión se balanceó, separándonos el uno del otro. Gemí mientras él gruñía, pero
me aferró con fuerza por encima de mi hombro, miró a nuestro intruso.

-Tenemos que irnos, - dijo una voz oscura. -Ese chico está de vuelta. -

- ¿Paulie? - pregunté con incredulidad.

Paulie me hizo una mueca y nos hizo un gesto para que avanzáramos. - Syd tiene
las llaves. ¿Vuelves aquí?
- ¿Las llaves de este camión? - Pregunté, confundida. 57

-Sí, - gruñó Jay a Paulie, no a mí.

-Muy bien, sujétala bien. Probablemente nos seguirán. –

- ¿Qué está pasando? - Pregunté por encima de su conversación.

-Te voy a sacar de aquí, - dijo Jay en tono oscuro.

-No puedes coger su camión, - dije lentamente, con los labios magullados y
hormigueando. - ¿Dónde está tu moto? -

-No tenemos tiempo para esta mierda, - ladró Paulie y miró por el lado del camión.
-Joder. - Saltó de nuevo al camión y bajó las puertas. - ¡Syd, conduce!, - gritó.

-No, para, - le grité de vuelta y corrí hacia la puerta, bajandola de nuevo. Jay se
agarró a mí, pero lo sacudí. -No podemos irnos sin más. Me buscarán. - Lance me
perseguiría. Sabía que lo haría porque Varidy le había confiado mi seguridad.

-Lo sabemos. Están arrastrándose por toda la ciudad, - gruñó Paulie y me empujó
desde la puerta. Fue a cerrarla de nuevo, pero salté al suelo.

-Low, - gruñó Jay, agarrándome de los brazos para que volviera a entrar.

-Para. Para, - le ladré.

-Chica, nos van a ver en cualquier momento, y no tengo suficientes balas para
todos ellos, - gruñó Paulie, acercándose también a mí.

-No necesitas balas, - siseé, con la voz entrecortada. Oh, Dios, esto iba a ser tan
malo.

-No. ¿Crees que nos van a dejar salir de aquí sin más? - preguntó Paulie con sorna.
Pero Jay me miraba como si fuera una extraña, y yo no podía ni siquiera reconocer
la pregunta.

-No necesitan hacer daño a esta gente, - le dije en voz baja. -Son buenas
personas.-

Ambos hombres se quedaron boquiabiertos mirándome.

-Willow, ¿estás bien? - llamó Lance mientras volvía al camión que habíamos
cargado hacía unos momentos.
Desde donde estaba, no podía ver la parte trasera del camión, pero 58
definitivamente me vio de pie con una mirada de sorpresa, y sin duda de terror,
en mi rostro. -Fue una falsa alarma. -

Sí, una distracción de mi novio y su tío. Probablemente, más de nuestro grupo


estaba al acecho en los bosques circundantes también. Esta situación iba a dar un
giro muy rápido si no lo arreglaba rápidamente. Me aclaré la garganta. -Sí, se me
ha caído algo. -

-Muy bien, date prisa. Ya casi estamos cargados. -

Asentí rápidamente y me acerqué al camión, fuera de su línea de visión. -No hace


falta que lo hagas así, - le dije a Jay en voz baja. -Sólo baja y camina hacia allá
conmigo. -

Jay negó con la cabeza, frunciendo las cejas. -Low, cariño, escúchame. Tenemos
que irnos. -

-Yo, - Volví a mirar hacia el lago. -No puedo irme sin más. -

Paulie agarró mi camisa en su puño y me acercó a sus rodillas agachadas. -No


tenemos tiempo para esto. Agárrala. -

-Por favor, Jay, - susurré. -Sólo confía en mí. Por favor. -

Maldijo y miró a Paulie. -Paul, - advirtió.

-Va a hacer que nos maten, - siseó.

-No, - ahogué. -Sólo confía en mí. -

-Suéltala, - gruñó Lance desde un lado.

Los tres nos giramos para enfrentarnos a los cuatro hombres que se habían colado
con él por el lateral.

Paulie maldijo con maldad y me miró con desprecio, apartándome de él. Lance y los
cuatro hombres me rodearon, apuntando con sus armas a Jay y Paulie, y entonces
otro hombre se acercó con un Syd con el ceño fruncido, las manos en alto y una
pistola a la espalda.

Tomé las tres miradas de traición y las enterré profundamente.

-No es inteligente, amigos, - dijo un hombre mayor. - ¿Estás bien, cariño? -


Asentí rápidamente, corriendo entre las armas y Jay, poniendo las manos en alto. 59
-Son mis amigos, - me atraganté. Mirando a Lance, supliqué con la mirada, -No les
hagas daño. -

Lance suspiró. - ¿Son estos entonces? - ¿Los que buscaba? ¿Los que mataron a
su gente?

Parpadeé para alejar las lágrimas y asentí. Sabiendo que estaba traicionando a mi
familia en más de un sentido.

Pero ellos lo eran todo para mí, y si quería sacarlos del camino y llevarlos a un
lugar seguro, tenía que hacerlo.

Estaba lanzando mi confianza a Varidy a ciegas y rezando para que la cogiera en


lugar de dejar que caigan al fondo del lago.
CAPÍTULO DOCE 60

Podía sentir la ira de Paulie y Syd desde el otro lado de la habitación. Pero Jay no
se había ido de mi lado. Tenía las manos atadas y sus armas confiscadas. Pero
podía sentir su fuerza filtrándose en mí mientras se mantenía tan cerca como
podía de mí sin el uso de sus manos.

-Tienen que llevarlas, - dijo Lance en voz baja.

-Yo no lo hice, - le respondí, lanzándole las capuchas de nuevo.

Dijo algo vulgar en voz baja y me miró con frustración.

-No te atrevas a decir que fue porque soy una chica, - le advertí.

Se encogió de hombros. -Bien, no lo haré. Pero no podemos confiar en que no


informen de dónde vamos. –

Miré el ceño furioso de Paulie e hice una mueca. Tampoco estaba segura de que
pudieran confiar en que no lo hiciera.

Paulie afirmaba que estaban solos cuando los demás empezaron a registrar la zona,
pero lo más probable era que hubiera alguien más vigilando. Podrían seguirnos,
independientemente de que los chicos tuvieran los ojos vendados o no. Pero no iba
a lanzar eso al aire libre, y se negaron rotundamente a dejarnos hablar con Varidy.

Lance volvió a meter la mano en la capucha de Paulie, y de nuevo éste se desmelenó,


intentando darle un cabezazo. Lance me fulminó con la mirada.

-Déjame llamar a Varidy. Quizá venga aquí. -

Otro murmuró un improperio y me lanzó la radio. -Estoy harto de discutir sobre


esto. ¿Nos vamos? ¿Nos quedamos? Resuélvelo, - dijo y salió a toda prisa de la
pequeña oficina de correos.

Lance se acercó a mí y Jay se puso rígido, pero no dijo nada mientras Lance ponía
la radio en el canal correcto y me la devolvía.

- ¿Varidy? -Llamé a la radio.

- ¿Quién es? - La voz de Varidy volvió a crepitar.

-Willow. -
Silencio. Entonces, - ¿Willow? ¿Dónde está Lance, cariño? - 61

-Está aquí, - le aseguré.

- ¿Todo bien? - Preguntó entonces.

Me lamí los labios nerviosamente. -Bueno, he encontrado a algunos de mis amigos.-

La ira de Paulie se clavó en un lado de mi cara, y me encorvé alrededor de la radio.

Silencio. Entonces, -Huh, supongo que no necesitabas ese mapa después de todo,
¿verdad? -

-No, - dije con cautela. -Um, ¿Varidy? -

-Todavía estoy aquí, cariño, - dijo suavemente. - ¿Vas a irte? -

-No, yo estaba, um, me preguntaba si tal vez podrías estar dispuesto a reunirte
con ellos. -

Silencio. Demasiado.

-Eso es mucho pedir, - dijo con brusquedad.

Sujeté la radio con fuerza, me sudaban las palmas de las manos. -Lo sé. Sé que lo
es. Pero somos más que nuestras malas decisiones. -

- ¿Ese Paulie está contigo? -

Paulie gruñó y se abalanzó sobre mí. Varias personas lo retuvieron, pero fue Jay
quien se interpuso entre nosotros. Le dio la espalda a Paulie y me miró a los ojos.
- ¿Confías en él, cariño? -

Asentí con lágrimas en los ojos.

Él suspiró. -Ponle. –

Pulsé el botón y lo acerqué a la boca de Jay. -Este es Jay. El hombre de Willow. -

-Ah, así que ella te encontró, - murmuró Varidy en voz baja. -Encantado de
conocerte, Jay. -

-Paulie no querrá conocerse, - dijo Jay a la radio. -La confianza es escasa en estos
días. -

-Lo es si la alejas, - replicó Varidy.

-Pero estoy dispuesto a volver con ella. -


Paulie ladró su nombre, pero Jay lo fulminó con la mirada. -Sólo yo. Deja que mis 62
hermanos se vayan. -

-No estamos en el negocio de los prisioneros, hijo, pero te dejé volver aquí, ¿y
cómo se supone que voy a saber que no van a estar calientes en nuestro rastro? -

Jay suspiró. - ¿Crees que la encontramos por nuestra cuenta? -

La forma baja en que lo dijo. Las implicaciones de ello. La malicia con la que lo dijo.

Me alejé de Jay y sus ojos brillaron.

Varios hombres a nuestro alrededor se movieron en sus pies.

No se me había ocurrido cómo me encontró Jay hasta ahora. Estaba tan


condenadamente feliz.

- ¿Qué has hecho? - Le pregunté con recelo.

-Lo que tenía que hacer, - respondió.

-Willow, - llamó Varidy.

-Estoy aquí, - grazné.

-Estoy en camino, - dijo sombríamente. -Te sugiero que le preguntes a tu hombre


a quién de los míos tiene antes de que yo llegue. -

Me aparté de Jay para susurrar en la radio. -Lo siento mucho, Varidy. No tenía ni
idea. –

-Te veré pronto. -

Silencio.

Lance me quitó la radio de la mano.

ME SENTE JUNTO A JAY CONTRA LA PARED. PAULIE Y SYD SE


APOYARON EN LA PARED OPUESTA. LANCE ME MIRABA ANSIOSO EN
BUSCA DE RESPUESTA, AL IGUAL QUE EL RESTO DE LA MULTITUD
REUNIDA. Jay se había topado con un grupo más pequeño en el camino y había
supuesto correctamente que formaban parte del grupo que había estado allí en la 63
barrera. No sabía si yo había encontrado el camino hasta aquí, pero era el único
lugar donde podían buscar con la horda que ahora invadía el camino donde me
habían visto por última vez.

Una parte de mí no podía culparle. Yo habría hecho lo mismo para encontrarlo.


Pero otra parte de mí recordaba lo bien que Varidy cuidaba de su grupo. Cómo
cada uno de ellos estaba protegido y cuidado.

La única gracia salvadora era que Jay no lo había matado. Pero tampoco me dijo
dónde estaba.

La situación se había salido de mi control.

-Días, cariño. Horas antes de que me despertara y encontrara que te habías ido.
Días buscándote, - gruñó Jay en mi oído, con sus labios haciéndome cosquillas. -
Habría hecho cualquier cosa para encontrarte. -

-Lo sé, - murmuré débilmente, apoyando la cabeza en su hombro.

VARIDY NO ERA UN FANATICO. NO DE LA IRA POSESIVA DE JAY, NI


DE LA IRA DESCARADA DE PAULIE, NI DEL SARCASMO DE SYD.

Pero sólo hicieron falta dos minutos de mis ruegos para que accediera a darles
una oportunidad.

Pero ellos no podían saber dónde estaba Olympia. Así que tuvieron que llevar las
capuchas de todos modos.
CAPÍTULO TRECE 64

Cuando llegamos a Olympia y quitaron las capuchas de los rostros de Jay y de los
demás, observé cautivada cómo se quedaban boquiabiertos ante la comunidad tan
vigilada.

-No estabas bromeando, - silbó Syd. Varidy había sido muy parlanchín durante el
viaje, hablándoles de Olympia sin decirles dónde se encontraba, ni ninguna de las
otras comunidades.

No le habían creído... ni a mí.

Paulie tenía la cara roja, pero sus ojos eran ávidos.

-Por aquí, - Varidy nos hizo un gesto para que entráramos en la casa.

Nos sentamos en la gran mesa del comedor en tenso silencio durante más de veinte
minutos.

Cuando la radio cobró vida, sentí un escalofrío que me recorrió la espalda.

-Los tenemos, - dijo la persona al otro lado.

- ¿Vivos? - preguntó Varidy con brusquedad.

-Sí, - vino una risa áspera. -Stewart está un poco maltrecho. Parece un gatito
asustado, pero por lo demás goza de buena salud. -

Varidy suspiró profundamente aliviado. - ¿Y su hombre? -

- ¿Burman, dijiste? Está un poco maltratado, pero sólo porque Stewart quería una
pequeña venganza. - Varias risas cubrieron el resto de la conversación. -Creo que
sobrevivirá a los golpes de bebé de Stew, - dijo el hombre, con las risas superando
sus palabras.

-De acuerdo. Vuelve antes de que anochezca, - gruñó Varidy, torciendo los labios.

-Entendido, jefe. Cambio y fuera. -

Varidy miró a Jay, pero se quedó quieto, sus pies calzados se relajaron y tocaron
los míos.

- ¿Y ahora qué? - pregunté impaciente. La preocupación y la ansiedad hacían difícil


permanecer sentada.
-Ahora, - empezó Varidy, relajándose en su silla, -tengo una propuesta para 65
ustedes. –

Me senté en la cama, esperando a que jay volviera del baño. La propuesta


de varidy se repetía en mi mente.

Ayudarles a despejar la cola de la horda, había pedido.

Si lo hacíamos, podíamos elegir entre las comunidades. Podíamos quedarnos aquí,


pero bajo el estricto supuesto de que siguiéramos sus reglas. Personalmente, no
tenía ningún problema con ese acuerdo. Pero sabía, con sólo mirar la cara de Paulie,
que no iba a funcionar. Creo que Varidy también lo sabía.

Como segunda opción, estaba dispuesto a cedernos uno de sus cruceros mientras
nos buscábamos un hogar. Estaba ofreciendo su protección, una parte de los
suministros, e incluso ayuda para reforzar un hogar. A cambio de otra cosa. Que
nos convirtiéramos en miembros activos de su creciente comunidad. Paulie podría
vigilar a su gente mientras no interfiriera con Varidy y las leyes de las otras
comunidades. Podríamos dirigirnos, vivir pacíficamente, y con seguridad, siempre
que trabajáramos juntos. Paulie podía ser un líder de la comunidad, sentado en la
mesa del comedor con esos otros diez hombres, y yo lo deseaba tanto que podía
saborearlo.

Era más de lo que merecíamos. Mucho más.

Pero no todo provenía de su buen y bondadoso corazón. Varidy miró a Paulie, a Jay
y a Syd y supo enseguida el valor que tenían. Todo un grupo de hombres como ellos
era una bendición.

Por muy pacíficamente que quisiera dirigir su pueblo, algún día habría otras
amenazas.

No de los muertos, sino de los vivos.


Y los hombres que habían escapado de ese tipo de peligro una y otra vez, los 66
hombres que sabían lo que era matar por su supervivencia, matar a gente real y
viva, podrían ser necesarios algún día en Olimpia.

Varidy quería estar preparado.

La pregunta era si Paulie lo aceptaría.

-Ven aquí, - murmuró Jay desde la puerta del baño.

Levanté la vista, sintiendo un aleteo por la mirada en sus ojos.

Lentamente, con un poco de recelo y mucha ansiedad, crucé la habitación hacia


Jay.

Mi mano tocó la piel húmeda de su pecho y mis dedos se movieron entre el pelo.
Moviéndose a través de los valles y bajando por las curvas hasta llegar a la fina
venda.

Me detuve y lo miré. - ¿Qué tan grave es? -

Me agarró los dedos y los apartó suavemente. -No es nada. -

-No pensé que volvería a verte, - susurré suavemente, con la garganta amenazando
con cerrarse.

Jay se abalanzó sobre mí, alejando el sufrimiento, su lengua me hizo abrir


suavemente la boca. Suspiré en la suya, mi cuerpo se curvó hacia el suyo mientras
me levantaba de los pies y me llevaba a la silla. Se sentó conmigo en su regazo y
jugó con mi lengua, cálida y húmeda y tan cuidadosamente cariñosa.

- ¿No creías que iba a venir por ti? - Susurró con dureza mientras me quitaba la
camiseta. Abrí la boca para responder, pero sólo un sonido de necesidad salió de
mis labios cuando llevo mi pezón a su boca con un fuerte tirón.

-A la mierda con todo lo demás, Low, - dijo mientras me mordisqueaba el pecho


hasta la garganta. Sus manos se enroscaron alrededor de mi culo y nos apretó
tanto que sentí cada centímetro duro de él. -Que se jodan todos los demás. Tú y
yo, es lo que somos. Tú eres mi fin. Tú vas, yo te sigo. Eso es todo. -

No dijo más palabras mientras nos despojaba a ambos de hasta el último trozo de
ropa.
Me penetró de un solo empujón y me aplastó contra él mientras mis caderas se 67
movían en círculos agudos por encima de él. Maldijo y gritó mi nombre mientras
yo jadeaba contra su hombro. Sus manos me agarraban febrilmente desde todos
los ángulos. Por la mañana sentiría el mordisco de sus dedos, la forma desesperada
en que me empujaba desde abajo entre mis muslos.

No me importaba. Todos los días, mientras viviera, quería sentirlo sobre mí. No
quería dejar de lado esta sensación.

Estaba cerca, tan cerca que se levantó y me dejó caer en el borde de la cama para
poder penetrarme desde arriba. Sus dedos eran afilados e implacables cuando me
tocaban entre las piernas, obligando a mi cuerpo a subir más y más.

-Vente, Low, - gruñó en la parte superior de mi cabeza.

Ya estaba allí. Volando y estremeciéndome a su alrededor. Siseó mi nombre y se


dejó caer encima de mí, golpeándome contra la cama hasta que se puso rígido y
gimió mi nombre.

-Te amo tanto, joder, - dijo en mi cabello y me apretó con fuerza.

ESTUVIMOS JUNTOS TODA LA NOCHE, HABLANDO DE TODO Y NADA.

Billy y Dahlia estaban bien cuando se fue, aunque admitió que no se había
preocupado de nadie más que de Blue y Liam antes de salir a buscarme. Ambos
estaban siendo atendidos por todo el club.

Me pregunté por qué Ren no estaba con él, pero después de que se pusiera rígido
a mi alrededor por la pregunta, lo dejé. Monty estaba vivo.

Todo el mundo estaba esperando a Paulie y Jay, pero Ren sabía que debía mover
a todo el mundo si era demasiado peligroso quedarse. Jay confiaba en poder
encontrarlos si lo hacían.

Fue la primera noche en una serie de noches demasiado largas que casi pude
dormirme tranquilamente.
Lo imposible había sucedido. Jay me había encontrado. O yo lo había encontrado 68
a él. No importaba. No pensé que lo volvería a ver. Sin embargo, aquí estaba.

Y mañana tendría a Blue en mis brazos y a Liam, Billy y Dahlia a mi lado.

Tal vez entonces tendría el valor de contarle todo a Jay. Sobre lo que sospechaba.
Sobre por qué tenía tantas náuseas. Estaríamos todos juntos de nuevo. Tal vez
eso me haría lo suficientemente valiente.

Lo suficientemente valiente como para reconocerlo yo misma.


CAPÍTULO CATORCE 69

Bajamos al comedor para cenar justo cuando el resto de los grupos de la


comunidad regresaban con el sol menguante.

Jay y Syd salieron corriendo por la puerta principal tras Paulie para buscar a
Burman. Yo los seguí a un paso más lento, saludando a Reece al pasar. Se sonrojó
y me devolvió el saludo, pero no se detuvo. Debió de verme con Jay. Me sentí mal.
Lance había querido que lo dejara de alentar paulatinamente, pero verme con otro
hombre era todo lo contrario de fácil. Probablemente era mejor dejarlo estar
ahora.

Me detuve en la parte superior del camino de entrada circular cuando Jay le dio
una palmadita en el pecho a Burman. El gran hombre me lanzó una sonrisa y me
guiñó un ojo. Me alivió ver que sólo tenía un pequeño moretón debajo del ojo. Un
hombre más delgado lo miró con desprecio mientras pasaba cojeando y bajaba a
la casa vecina. Aparté la mirada antes de dejar que la culpa de su paliza me
consumiera.

Esta gente estaba dispuesta a dejarlo pasar, y yo también lo haría.

Otro camión se detuvo, y unas cuantas personas desconocidas se amontonaron en


un barullo de conversaciones y risas. Vi a Lance acercarse a ellos y decidí
acercarme para agradecerle todo lo que había hecho por mí y por mi grupo. Pero
cuando se detuvo junto a un hombre alto de pelo oscuro, mis pies se detuvieron
tartamudeando y mi aliento me abandonó de golpe.

Unos ojos oscuros y calculadores recorrieron la multitud, saltando por encima de


Jay y los demás y volviendo a disparar con sorpresa. Se me secó la lengua al ver
cómo se ponía rígido y buscaba salvajemente en los alrededores.

Jay se volvió para mirarme, y yo miré de él al hombre, mis pies tropezando en una
carrera. Jay se acercó a mí, pero yo señalé y grité, - ¡Finn! -

Finn sonrió lentamente, una alegría enfermiza se apoderó de su rostro al verme.


Jay se abalanzó sobre él, tirándolo al suelo.

Se oyeron gritos cuando el puño de Jay se estrelló contra la cara de Finn. Corrí
hacia ellos mientras varias armas eran sacadas y apuntadas a Jay, Paulie y Syd. -
-¡Deténganse! - Grité. Iban a herir a Jay, pensando que estaba atacando a una 70
persona inocente.

Oí a Varidy gritar desde cerca detrás de mí. - ¡No disparen! –

Salté a través de la multitud que se reunía y justo sobre la espalda de Jay,


cubriéndolo de la gente que lo golpeaba. Intenté quitárselo de encima a Finn, pero
me lo quitaron de encima y aterricé sobre las piernas de Finn.

Me enseñó sus afilados dientes y se abalanzó sobre mí, cogiéndome por el pelo.
Grité y le arrastré las uñas por la cara. Más manos me apartaron de Finn mientras
otras lo ayudaban a ponerse en pie, apartándolo como si fuera un inocente
agredido.

Me volví loca, arañando los brazos que enjaulaban enjaulándome, alcanzando su


cara de suficiencia y gritando.

-Dios, cariño. Déjalo, - me gruñó Varidy al oído.

- ¡Es Finn! - le grité, abalanzándome sobre sus brazos.

Vi cómo Finn se fundía con la multitud de gente preocupada y pataleaba


salvajemente, arañando el aire.

-Sujétalo, - gruñó Jay y corrió entre la multitud.

Volvió a ponerse encima de Finn y Varidy me arrojó a otro hombre, metiéndose en


la pelea.

- ¡Basta!, -gritó y disparó su arma al aire.

Todo el mundo, excepto Jay, se quedó quieto. Siguió golpeando a Finn, sin ceder
ni una sola vez.

-Basta, hijo, - gruñó Varidy, agarrando a Jay en un estrangulamiento.

- ¡No dejes que se escape! - Le grité a Varidy.

-Está inconsciente, cariño. Maldita sea, puede que ni siquiera respire, - gritó.

Bien, pensé en tono sombrío. Esperaba que no volviera a respirar.

Varidy y otros dos hombres sujetaron a Jay en el suelo mientras yo observaba el


pecho de Finn en busca de cualquier señal de vida.
Mientras tartamudeaba, una única lágrima recorrió mi mejilla. Todavía estaba 71
vivo. Quería clavarle un cuchillo directamente.

Paulie y Syd habían sido sujetados de forma similar a jay, pero después de
que Varidy me hiciera volver a contarle la historia de Finn, acabó por dejarlos
libres y me entregó un botiquín para limpiar los nudillos de Jay.

-Tienes que tener algo aquí para sujetarlo, - le gruñó Paulie a Varidy.

Éste negó con la cabeza. -Tenemos algo planeado para una especie de prisión, pero
aún no se ha limpiado de muertos. -

Paulie enarboló una gruesa ceja de forma señalada.

Varidy soltó una risa oscura. -No voy a arrojar a un hombre a los muertos. -

-No puedes retenerlo aquí, - le supliqué. -Saldrá. -

El rostro de Varidy se suavizó. -Ese hombre te ha hecho daño, cariño, pero no va


a ir a ninguna parte en el estado en que se encuentra ahora. Lo sacaremos de la
enfermería cuando esté estable. -

Jay pasó sus manos ensangrentadas por mi pelo con suavidad, acercando mi cara
a la suya. Me besó suavemente y asintió con los nudillos.

-Mi gente tiene que poder confiar en la tuya, - le decía Varidy a Paulie. -No puedes
irte así mientras estés aquí. -

-Ese pedazo de mierda atacó a una mujer y a un niño bajo mi protección, - gruñó
Paulie, y lo miré de reojo, sorprendida de que usara eso como justificación en
lugar de la horda que Finn hizo caer sobre nuestras cabezas el día en que le
dispararon a Jay en el bosque. -Tienes que investigar a los que llegan. -

Varidy resopló, y yo me mordí el labio, apartando los ojos de la expresión


arrogante de Paulie. -No me digas. -

-Necesitas nuestra ayuda, - afirmó Paulie. -Tienes la mano de obra necesaria para
crecer, pero no tienen las habilidades necesarias para tratar con hombres como
yo. - Se inclinó hacia delante. -Hay muchos más hombres como yo ahí fuera,
Varidy. Pero no tienen las razones que yo tengo para no quebrarse. Ya se han
quebrado. -

Varidy me miró, y yo parpadeé entre los hombres con preocupación. - ¿Willow? –


Me puse de pie lentamente. Jay se puso de pie conmigo. Me agarró del brazo, pero 72
le devolví la mirada. -Jay. - Confía en mí. Tienes que aprender a confiar en mí, le
imploré en silencio.

Suspiró y volvió a sentarse, terminando de vendarse el izquierdo él solo. Pero sus


ojos seguían cada uno de mis pasos hacia los dos hombres.

-Sé que ofrecí a tu grupo la oportunidad de quedarse aquí, cariño, - dejó colgado.

Pero ya no. Hacía que la gente se sintiera demasiado incómoda.

-Lo sé, - dije alrededor de una pequeña sonrisa. -No pasa nada. No lo habríamos
hecho de todos modos. -

Varidy asintió y me apretó la mano. -Puedes tomar el complejo en el lado sur. Ya


tengo gente limpiándolo, - me dijo a solas. -Tu grupo ayuda a despejar la horda y
accede a trabajar con nosotros, -asintió a Paulie, -pacíficamente, y tú serás el
enlace entre tu grupo y el mío. -

Asentí con la cabeza, protegiendo mi cara de Paulie con mi pelo.

- ¿Aquí? - pregunté para aclarar, señalando la mesa.

Varidy se río suavemente. -Sí, cariño, serás la primera mujer en esta mesa. -

Volví a mirar a Jay, pero él estaba mirando a Paulie.

- ¿Te parece bien? - empujó Varidy.

Tragué bruscamente. Insegura. Muy insegura.

¿Me parecía bien ocupar el lugar de Paulie en la mesa? ¿Le parecía bien a Paulie?

-Paul, - advirtió Jay.

Suspiró con fuerza y retiró su silla de la mesa, poniéndose a mi lado. Una mano
pesada se posó en mi hombro y me hizo girar. Un dedo grueso me levantó la barbilla
y mis ojos se encontraron con los oscuros de Paulie. -Tienes que tener un poco de
paciencia, chica, - me dijo bruscamente. Me palmeó la barbilla y me la tiró
ligeramente. -Nunca fui bueno con la política civil, de todos modos. -

Mis hombros se hundieron con alivio cuando Paulie salió de la habitación.

Jay se río ante mi cara de estupefacción.

-Tengo columna vertebral, - murmuré en voz baja.


Su mano me rodeó la cintura, por un lado. -Lo sé, nena. La usas muy bien cuando 73
me tomas desde arriba, - me murmuró el oído, riéndose. Mi cara se calentó y me
mordió la oreja. -Pero estas en problemas con tu papi. –
CAPÍTULO QUINCE 74

Jay y Paulie se fueron a primera hora de la mañana. Querían sacar al resto del
grupo de la iglesia donde se escondían y llevarlo a un lugar seguro lo antes posible.
Por su parte, Syd y Burman se fueron a ayudar a la gente de Varidy en lo que
pudieran.

Después de que Jay me dejara desnuda y saciada en la cama, con la promesa de


volver al anochecer con Blue y Liam, pasé el día con Varidy, y él me enseñó los
entresijos de dirigir una comunidad con éxito. Yo no me hacía ilusiones sobre la
gestión de mi propia comunidad, y Varidy tampoco, pero cuanto más tiempo pasaba
mostrándome los alrededores, menos tenía que comunicarse con Paulie. Ese sería
mi trabajo a partir de ahora. Y al tener un lugar como éste para llamarlo nuestro,
estaba más que feliz de entrar en esos zapatos... sin importar lo difícil que sería
llenarlos.

El sol se puso esa noche, Burman y Syd volvieron antes que Jay y Paulie. Intenté
que mis nervios no se descontrolaran.

Varidy no los había enviado solos. Les había dado varios vehículos completamente
gaseados y más de veinte hombres completamente armados para que los llevaran
con ellos. De lo contrario, no creo que hubiera podido quedarme atrás.

Me picaban los dedos por Blue, y los brazos por Liam. Quería posar mis ojos en
Dahlia y Billy. Quería abrazar a Monty y darle las gracias por salvarme la vida.

Pero la espera me estaba matando.

Varidy me hizo asistir a la primera reunión con los otros nueve líderes para
informarles de los progresos del día.

Fue... revelador.

Este increíble y resistente grupo de personas había logrado conducir a la horda


alrededor nuestro. Los que se adentraban en el bosque eran capturados en las
orillas o abatidos por los exploradores voluntarios que salían cada mañana a
patrullar la orilla del lago. Incluso con todas las salvaguardias establecidas,
todavía había un grupo que había atravesado el camino donde Reece y Lance me
habían capturado. Y eso fue culpa nuestra. Habíamos roto la barricada y les
habíamos dejado pasar directamente.
Ahora había más de trescientos ravaged abriéndose paso a través del bosque 75
hacia la comunidad que vigilaba el sheriff Hilden. Era un hombre joven. De la edad
de Jay. Alto y con la complexión de un defensa, con el pelo largo y dorado recogido
en la base del cráneo. Su rostro era inexpresivo mientras Varidy le contaba las
probabilidades de salvar su comunidad. Si no terminaramos con los ravaged de esa
zona, quedaría completamente invadida en cuestión de días. Tal y como estaban
las cosas, las pequeñas vallas que habían conseguido poner ya estaban atascadas
e invadidas. Llevaría semanas, tal vez incluso meses, sólo para limpiar los
campamentos de esa zona de los cuerpos de los mordedores.

Sería una tarea monumental para su gente. Pero le aseguró a Varidy que estaban
preparados para afrontarla si se podía despejar.

Saldríamos mañana para enfrentarnos a ellos. La gente de Varidy y el sheriff


Hilden ya habían acorralado a la cabeza de la manada. Pero ahora que habían
pasado por el bosque, no podían desbaratar el grupo. Y no podían perder la
munición para abatirlos a todos.

Lo que se proponían era arriesgado. Muy arriesgado. Pero nadie tenía una idea
mejor.

Mañana tomaríamos los camiones más grandes y resistentes que teníamos, y al


llegar a los campos inferiores, embestiríamos a los arrasados, de a docenas.

Parecía ridículo mientras la escena se reproducía en mi cabeza, todos nosotros al


volante y acribillando a cientos de mordedores. Pero si podíamos ralentizarlos y
paralizarlos, entonces, cuando volvieran a ponerse en pie, las fuerzas de policía
locales y los militares persistentes intercalados en el grupo podrían acabar con el
resto.

Pero en lugar de balas, estarían armados con hachas, cuchillos, bates de béisbol y
palas.

Casi cualquier cosa que pudiera romper un cráneo.

Y nuestro grupo seria el primero en entrar.

No me opuse a ello.

Nosotros habíamos causado este desastre.

Era justo que lo limpiáramos.


CAPÍTULO DIECISÉIS 76

Estaba esperando en el porche cuando los vehículos llegaron por fin después de
medianoche.

Jay vino hacia mí con Blue. Liam no se quedó atrás.

Los abracé con fuerza, disculpándome profusamente.

Estaba tan feliz de verlos vivos e ilesos que tardé un minuto en buscar a Billy.

Los miembros del club y sus familias miraban a la comunidad con asombro. Y sonreí
tanto que me dolieron las mejillas.

Nina me vio y corrió hacia mí, rodeándome con sus brazos. Monty me tiró de los
pies. Mi abrazo fue tan fuerte como el suyo. Y luego estaban Jan y los demás. Gia
incluso me apretó fuerte.

-El tío Paulie dijo que nos habías encontrado un hogar, - murmuró. -Al principio no
me lo creí. -

Me reí con ella, sorprendida al ver las lágrimas en sus ojos.

Cuando Ren se detuvo frente a mí y bajó la mirada, pude ver la culpa que lo
carcomía. Jay me contó cómo me había dejado.

-Era él o yo, - le dije en voz baja. -Me alegro de que lo hayas elegido a él. -

La sonrisa de Ren se torció. -Me mató hacerlo, Will. -

-Lo sé, - dije con tristeza. Nunca seríamos mejores amigos. Pero Jay nos
pertenecía a los dos, y por eso no teníamos otra opción que amarnos.

Suspiró. -No está mal, sin embargo, - dijo secamente, mirando a su alrededor. -
Debería dejarte con los mordedores más a menudo. -

Jay le dio un puñetazo en la nuca y me atrajo a su lado.

Miré más allá de los dos, buscando a Billy y Dahlia. Pero no pude encontrarlo.

- ¿Billy y Dahlia? - pregunté a Jay con nerviosismo.

Ren frunció el ceño y miró hacia otro lado. Jay me quitó a Blue de los brazos y se
lo entregó a Nina, pero cuando intenté arrebatárselo, me apartó y bajó por el
camino de entrada.
-Creí que habías dicho que estaban bien, - dije débilmente, leyendo su estado de 77
ánimo tranquilo.

-Billy lo está, cariño. - Jay me besó los dedos, sosteniéndolos en sus manos con
fuerza mientras señalaba con la cabeza un camión en la parte trasera. Billy estaba
sentado en la oscuridad, sosteniendo algo pequeño y flácido en sus brazos.

Un escalofrío me invadió, llevándose toda mi luz y absorbiéndola en un agujero


negro. -No, - susurré.

Solté las manos de Jay y me alejé. -No. -

-Lo siento, Low nena, - dijo con brusquedad, su garganta tragando ásperamente.
Se llevó la mano a la boca mientras me veía luchar contra el horror.

-No, Jay- Sacudí la cabeza frenéticamente, con la cara contraída por el dolor. -
N-no. -

-Low, - dijo roto. Pero giré sobre mis talones y corrí hacia la camioneta.

-No, no, no, no, - grité, subiendo al camión.

Los ojos de Billy. Nunca olvidaré esos ojos.

Eran tan secos. Huecos. Miraban a través de mí.

-Están mintiendo, - le dije entre sollozos. Me negué a mirar sus brazos mientras
me arrastraba más cerca. -Dime que están mintiendo. -

Me miró, sin decir una palabra. Su rostro estaba relajado y sin emoción.

No podía mirar. Mantuve mis ojos en los suyos. Buscando la mentira.

Me clavé las uñas en los muslos tan profundamente que sabía que habría sangre.
Pero no me desperté.

Mi boca se adormeció y mi visión se nubló.

Miré hacia abajo.

Creo que no dejé de mirar la cara blanca como los huesos de Dahlia durante horas.
CAPÍTULO DIECISIETE 78

No sabía cómo ni cuándo me había acostado. Pero a la mañana siguiente, no era


Jay el que estaba tumbado en la cama a mi lado mientras salía el sol.

Era Billy.

Los dos estábamos de lado, uno frente al otro. Lo encontré mirándome cuando
abrí los ojos y vi los suyos doloridos.

Estaban todavía huecos. Un hombre derrotado. Pero ya no miraba a través de mí.


En su lugar, se aferraron a los míos con desesperación.

-Me duele, Will, - dijo roncó.

Mi cara se torció cuando el sollozo salió de mi boca.

Me atrajo hacia sus brazos, meciéndome de un lado a otro.

Entrecortadamente, sollozando a través de las palabras, me contó cómo había


muerto. Liam había intentado correr detrás de mí. No quería dejarme. Billy
conducía cuando redujeron la velocidad para dejar que Paulie se adelantara al
grupo. Liam había aprovechado la oportunidad para saltar del camión. Nina trató
de entregar a Blue a Dahlia para que ir tras Liam, pero, más rápido de lo que
debería haber sido capaz, Dahlia había saltado del camión y cojeó tras él.

Había mordedores por todas partes y Liam estaba inconsolable. Ella había
prometido que no le dejaría, y por eso dijo que no podían dejarle.

Dahlia había luchado contra un mordedor, salvándolo, pero había sido mordida a
su vez.

Ella luchó contra la enfermedad. Cada paso del camino. Cada día. Ella no se rindió.
Billy la llevó al camión anoche. Ella todavía respiraba. Todavía respiraba mientras
conducían hacia aquí.

Billy no pudo soportar verla morir de esa manera. Lo había matado.

No podía soportar verla convertirse. No en una de esas cosas.

-Yo la maté, - dijo. Él había sido quien le quitó la vida. Momentos antes de que la
enfermedad pudiera reclamarla.
Sólo la había perdido. Por minutos. 79

Pero conocía a Doll. Ella no habría querido irse de otra manera.

No se quedaría dormida. Ningún ataque al corazón sería lo suficientemente bueno


para ella.

Ella había matado a tres mordedores con una daga y su ingenio.

Dejó este mundo como una reina.

BILLY SE QUEDO EN LA CAMA, AGOTADO Y AHOGADO EN SU PROPIO


DOLOR. ME FUI A BUSCAR COMIDA… Y A LIAM.

La noche anterior, me había alegrado tanto de verlo que no había visto sus
lágrimas como lo que eran. Cegadora culpa y dolor. Billy apenas tuvo energía para
decirme que tenía que hablar con Liam antes de quedarse dormido. Dijo que no
había manejado a Liam de la manera correcta, pero que no se atrevía a arreglarlo
ahora. No dudaba de que algún día lo haría.

Liam era un niño. Un niño asustado y solitario.

Dahlia le habría dado una paliza por culpar a Liam. Billy acabaría viéndolo.

Encontré a Liam en el patio trasero, jugando con Olly.

Me senté con él durante mucho tiempo. Escuchando su culpa y su dolor. Dándole


la oportunidad de desahogarse. Y entonces le abracé con fuerza.

-No es tu culpa, - susurré entre lágrimas.

-Lo es, - se atragantó. -Nunca debería haber salido. -

-Me estabas buscando. - Sonreí suavemente, peinando su pelo hacia atrás de su


cara. -Seguramente te has adelantado a que ella misma saliera. -

-Ella no quería irse, -dijo, limpiándose la nariz. -Pero era demasiado mayor para ir
por ti. -
Jadeé y le tapé la boca. -No llames vieja a Doll, - me burlé frunciendo el ceño. - 80
Ese murciélago te perseguirá el resto de tu vida. -

Liam volvió a sollozar y yo escondí el mío en la parte superior de su cabeza. -Ella


está en un lugar mejor, muchacho. En un lugar más dulce y mucho más brillante.
No te pongas triste por ella. Es feliz donde está. No lloramos por la gente que
perdemos. Lloramos porque las echamos de menos, ¿vale? -

Asintió, y nos sentamos a jugar con Olly. Pero al poco tiempo, se hizo la hora de
irse. Liam se fue con Jan y Nina y los otros niños a ver la ciudad del lago con Wiley
y algunos otros. Pero Syd, Cam, Ren, Jay, Paulie y Burman se estaban preparando
para salir con el grupo grande para despejar la última horda.

Y yo iba a ir con ellos.

-NO. - JAY NEGO CON LA CABEZA. -NO ESTAS EN CONDICIONES DE


MANEJAR ESTO AHORA MISMO. -

Asentí con la cabeza. -Tienes razón. No lo estoy. Pero necesito estar ahí fuera
contigo. -

-Low, ¿por qué?, - preguntó suavemente.

- ¿Y si pasa algo y no estoy allí? - Pregunté preocupada. - ¿Y si me necesitas? -

Jay suspiró y me apartó del grupo. -No es tu culpa, cariño. ¿No es lo que acabo de
ver que le dijiste a Liam durante la última hora? -

- ¿Nos has visto? - pregunté sorprendida.

-No te he quitado los ojos de encima desde que volví anoche, - murmuró. -Incluso
compartí nuestra cama con otro hombre por ti anoche. -

Parpadeé para alejar las lágrimas.


-Quédate con él ahora, Low. - Tomó mi boca con la suya, suave y lentamente. - 81
Necesito que te quedes aquí, y él también. –

Y así me quedé.

LA COMUNIDAD ESTABA TRANQUILA. VARIDY Y UN EQUIPO


ESQUELETICO ERAN LOS UNICOS QUE QUEDABAN. BILLY NO
RESPONDIA EN SU MAYORIA, AUNQUE CONSEGUI QUE COMIERA UN
par de bocados de huevos revueltos.

Aburrirse nunca fue una buena imagen para mí, especialmente mientras estaba de
duelo. Así que, después de comprobar la tumba toscamente cavada de Dahlia de
la noche anterior, me puse a buscar cualquier trabajo que pudiera encontrar.

No había sido capaz de acercarme a más de tres metros de su tumba. Un día,


podría acercarme más. Pero por ahora, no podía soportarlo.

Nos quedaríamos aquí unos cuantos días más antes de poder trabajar en el espacio
que Varidy estaba preparando para nosotros, así que guardé las cosas de Blue y
Liam en mi habitación, aunque sospechaba que Liam pasaría la mayor parte del
tiempo en los botes con los otros niños de su edad. Jay incluso me había traído
las pocas cosas que aún tenía. Así que me cambié de la ropa de Penny y me puse un
par de mis vaqueros y una sudadera negra con capucha. Pero me quedé con su
abrigo, ya que hacía frío junto al agua.

Guardé las cosas de Billy en su bolsa por ahora. Y entonces decidí comprobar la
única amenaza que aún me acechaba.

Pero cuando entré en la enfermería, la habitación, encontré a las dos enfermeras


muertas. Sobre su cama había una pequeña nota con mi nombre garabateado en el
frente con sangre.

Si yo no puedo tenerte, él tampoco, osita.

Con amor, Finnigan


Dejé caer la nota ensangrentada y salí corriendo por la puerta. Podía tomar su 82
nota de varias maneras. Pero de alguna manera, sabía que Finn no estaba aquí,
acechando en las sombras. No, él estaba ahí fuera.

Tras Jay.

ROBE UN CAMIÓN.

No tenía otra opción.

Recordé cada uno de los giros que Lance me había mostrado. Cada uno.

Y el encuentro de ayer me guio el resto del camino. Sólo seguí el lago alrededor,
contando los puntos de control. Cuando el humo ondeó en el aire, lo seguí por el
resto del camino.

El camión rebotó sobre los baches y los parches de tierra. Se desvió en el terreno
irregular. Cuando llegué a la cresta de la colina, vi a las docenas de personas
alineadas, listas para tomar el relevo de Paulie y los demás, y salté de la cabina,
acordándome apenas de aparcarla.

Estaba tan desesperada por alcanzar a Jay que me había olvidado de la razón por
la que estaban aquí. Pero entonces me golpeó en la cara. Tantos mordedores.

Tantos.

Los camiones los estaban acribillando, atacando a docenas de ellos a la vez. Las
salpicaduras de sangre estaban por todas partes. Era un caos.

La gente me miraba mientras pasaba por delante de ellos, algunos ya estaban


eliminando a los rezagados. Entorné los ojos hacia los camiones, buscando a Jay,
pero no pude encontrarlo.

Una valla nos bloqueaba. Los que se atrevían la habían saltado, pero todos los
demás se limitaban a atacar a los mordedores que escapaban de los camiones y
corrían hacia la valla, quedando atrapados en la alambrada.
Salté entre los árboles y me llevé las manos a la cabeza con incredulidad. Podría 83
estar en la parte trasera de uno de esos camiones, al acecho. Podría estar en un
árbol con un rifle de francotirador.

Con Finn, nada era imposible. Podía estar en cualquier sitio.

Resulta que me había estado siguiendo todo el tiempo.

Se acercó sigilosamente por detrás de mí, me agarró y me arrastró por el bosque.


Los mordedores siguieron nuestro rastro, siguiéndonos a lo largo de la débil valla
que los mantenía alejados. Demasiados de ellos se amontonaban contra ella, y se
derrumbaría más rápido de lo que podríamos luchar contra ellos. En este punto,
era un dilema si Finn o los mordedores me matarían primero.

Pateé salvajemente, arañando sus manos, su cara, sus brazos. Cualquier cosa que
pudiera alcanzar.

-Oh, - respiró en voz baja, -cómo te he echado de menos. - Su voz estaba


distorsionada, probablemente porque Jay le había arrancado casi todos los
dientes.

Maldije salvajemente en su sucia mano, gritando por ayuda. Cuando nos alejamos
lo suficiente, me tiró al suelo y levantó una bota para darme una patada en el
costado, pero me levanté y corrí hacia él antes de que pudiera patear. Nos llevé a
los dos al suelo, mis rodillas se estrellaron contra la tierra y mis pulgares se
dirigieron a sus ojos.

Gritó de dolor, y yo sonreí con maldad.

Los mordedores de la valla se volvieron locos, ahogando sus gritos de dolor con
sus lamentos de inanición.

Golpeó sus manos contra mi cuerpo y agitó sus caderas para apartarme de su
pecho, pero me mantuve firme. Mis uñas se hundieron con un chasquido húmedo y
él gimió de dolor. Sus uñas me rastrillaron los brazos y sus rodillas me magullaron
la parte baja de la espalda, pero ver la sangre burbujear y escurrirse por los lados
de sus ojos valía cada uno de los moratones que tendría mañana.

Este hombre me había torturado. Me había perseguido. Nunca me dejó en paz ni


a mí ni a mi gente. No saldría de este campo con vida.

No dejaría que eso sucediera.


Varidy tenía razón, después de todo. 84

Se necesita un cierto tipo de hombre para hacerle esto a otro.

Sólo que me tomó todo este tiempo darme cuenta de que estaba bien convertirse
en uno de esos hombres. Si eso significaba que los malditos enfermos como Finn
no podían lastimar a otra persona, le daría la bienvenida a esa oscuridad en mi
alma. Con gusto.

Porque Jay también tenía razón. No era mi culpa que Dahlia hubiera muerto. No
era la de Liam o de Billy. Era de este hombre.

Él había matado a Dahlia y Reed y Hull en el momento en que nos siguió fuera de
la autopista y dentro de la universidad. Las cosas podrían haber sido diferentes
si no nos hubiera perseguido.

Así que, cuando mis pulgares tocaron hueso, los retiré y fui por el cuchillo metido
bajo su camisa. El lo agarró débilmente, pero no podía dejar de tocarse la cara.

Finn era un cazador. Una enfermedad cruel que se alimentaba de mi dolor. Matarlo
no era asesinato. Era un último acto oscuro para defender mi vida y la de mi
familia. Y estaba más que de acuerdo con asumir esa carga.

-No, - se atragantó mientras cogía a ciegas el cuchillo.

- ¿Me concediste piedad cuando te lo supliqué, imbécil? - le pregunté con sorna.

Se ahogó en un gemido.

-No, - le susurré cerca del oído, -no lo hiciste. -

La hoja se deslizó por su vientre como si fuera mantequilla.

Todavía se ahogaba con el último aliento cuando lo arrastré hasta la valla. Las
manos buscaron su cadáver sangrante de forma salvaje, las manadas de
mordedores captaron el olor y se agolparon alrededor. Apoyé mi pie con botas en
sus rostros mientras se acercaban y hundí mi espada en tantos cráneos como pude.

Ya que estaba aquí, podía ayudar.


EPÍLOGO 85

JAY

-Un poco más abajo, - jadeó.

Sonreí en la piel de su vientre, mis dedos se hundieron más abajo.

-Más abajo, - gruñó. La vi enseñarme los dientes desde arriba y me reí.

Mi chica había dejado de ser esa cosita tímida. Ahora era exigente. Ambos lados
se me antojaban.

Low me excitaba como ninguna otra cosa lo hacía. Siempre lo hizo. Sólo que ella
nunca lo supo.

Sobre todo, porque fui un maldito bastardo y no la merecía.

Pero ahora era mía y le daba a mi princesa todo lo que quería.

Ella gimió de placer mientras hundía mis dedos en su espalda baja. El pequeño
bulto de su vientre estaba creciendo y empezaba a tener dolores en la parte baja
de la espalda. La mayoría de mis noches y mañanas las pasaba trabajando todos
los dolores y molestias de su pequeño y caliente cuerpo.

Esta mañana, sin embargo, me estaba matando.

-Cierra esa boca, Low, o te daré algo que chupar, - gruñí mientras le masajeaba la
espalda desde arriba.

Se estremeció debajo de mí y jadeó mi nombre. Mis ojos se dirigieron a los suyos


con sorpresa.

No se había sentido bien desde que nos enteramos. Las náuseas matutinas la
golpearon con fuerza y duraron los dos últimos meses. Hacía semanas que no
estaba dentro de ella.

- ¿Sí? - Le pregunté, mi polla pasó de estar medio dura a querer machacarla en la


cama.

Ella parecía tan sorprendida como yo y empezó a asentir. Mis cejas se levantaron
y la miré. Llevaba puesta mi camiseta y su pelo se abría en abanico sobre la
almohada. El sol estaba saliendo y Blue la llamaría en cualquier momento.
Rompí sus braguitas blancas y me zambullí en ella. Mi lengua la azotó con fuerza 86
y rapidez. Ella se tensó y luego se estremeció, sus dedos se hundieron en mi
creciente cabello y se agarraron. El mordisco de dolor me hizo gruñir en su coño
resbaladizo y chupé más fuerte.

Ella gimió y yo la miré fijamente. Con una mano en la boca, empujó sus caderas
hacia mi boca.

Mis manos se sumergieron bajo su camiseta y se aferraron a sus pequeñas tetas,


tirando y pellizcándolas. Eran tan jodidamente sensibles que ella gimió y se inclinó
bajo mí.

-Vas a despertar a toda la maldita casa, - le dije con dureza y me liberé la polla.
Me subí encima de ella y la mantuve temblando y jadeando metiéndole dos dedos
y trabajándolos con fuerza y rapidez mientras me llevaba sus gemidos a la boca.

Sus dedos me arañaron la espalda mientras me hundía en su interior. Había pasado


demasiado tiempo. Iba a explotar.

Me senté y besé a mi bebé que crecía en su vientre y tomé sus muslos entre mis
manos, atrayéndola más hacia mí. Trabajé con ella lentamente, enseñando los
dientes y pensando en todos los asquerosos mordedores que maté ayer para poder
tenerla aquí.

-Jay, - gimió, agarrando mis brazos.

-Eso es, - dije ronqué, viendo cómo mi polla desaparecía dentro y volvía a salir
resbalando dentro de ella. -Quiero que te corras, Low. -

Su respiración se entrecortó. -Me voy a correr. - Lo cantó una y otra vez,


empujando sus pechos hacia mi boca. Observé sus ojos mientras se corría, su cara
mientras su boca gritaba mi nombre, y entonces maldije, derramándome dentro
de ella.

Seguía alabándola y a todas las deidades que se me ocurrían por su coño cuando
se apartó de mí.

Me dejé caer sobre mi espalda. Solo. Mientras ella buscaba su ropa.

-Despertamos a Blue, - me siseó. Dejé caer la cabeza sobre mis brazos y crucé
los tobillos mientras la veía sacudir su culo desnudo dentro de su ropa. Mi polla
seguía dura.
-Dáselo a Rayna. – 87

Puso los ojos en blanco y corrió al baño.

- ¡No he terminado contigo! – Le dije.

- ¡Tenemos mierda que hacer hoy! - Ella respondió.

-Que se joda Varidy, - murmuré. -Dile que nos veremos mañana. -

Salió del baño y me lanzó un paño húmedo. Gruñí cuando me golpeó el muslo.

Su cara era suave mientras me miraba limpiarme. -Ren se va hoy. -

Me encantaba esa cara. Me encantaba cuando me dirigía esa mirada suave. Me


encantaba aún más cuando no estaba llena de simpatía por mí. La amaba más que
las palabras porque me la daba de todos modos. Incluso cuando yo no lo quería.

Ignoré su mirada escrutadora y me vestí.

-Deberías hablar con él, - me empujó y suspiré.

Dejé caer un beso en su cabeza. -Te amo, cariño, pero eso es entre Ren y yo. -

Salí por la puerta y bajé por el pasillo hacia Blue. Compartía la habitación con Liam.
El niño estaba extendido en la pequeña cama gemela mientras Blue lo llamaba una
y otra vez. Olly se paseaba entre la cama de Liam y la de Blue. Siempre en guardia.

No conseguía que Blue se callara ahora que se había instalado y a Willow le


encantaba. Todo lo que hacía era hablar. Liam era su palabra favorita. Eso y Papi.
Tenía que decir que esa era mi favorita. Levanté al pequeño y lo abracé contra mi
pecho. Lo sentía por él. Mi hijo. Un día sabría que no era su papá. Tendría que
decirle que Willow no era su madre. Ese día me mataría, pero sabía que
destrozaría a Willow. No porque Blue supiera la verdad, sino porque la mataría ver
a Blue sufrir por no saber. Sin saber qué pasó con sus verdaderos padres.
Sabiendo que nunca los conocería ni los vería. Verlo sufrir destriparía a mi chica
y ver a mi hijo sufrir sería lo peor que podría sentir.

Blue no era mío por sangre. Pero seguía siendo mío. Tanto como el pequeño que
crecía en el vientre de Low. Blue recostó su cabecita contra mi pecho y yo pateé
la cama de Liam.

Él gruñó y se dio la vuelta. Ese niño también era mío. Pequeña mierda. -Levántate,
hoy vas a ir con Low y conmigo. -
Gimió y tiró de la almohada sobre su cabeza. - ¿Por qué infiernos no puedo 88
quedarme? -

-Cuida esa boca y levántate, - ladré y salí de la habitación. Blue cerró los puñitos
y le devolvió el balbuceo a Liam. Me reí.

Liam era una mierda para despertarse por la mañana, pero no salía de eso y lo
respetaba a él. Willow estaba allí para reconfortarlo y darle caricias suaves. Yo y
el club estábamos allí para ponerle un fuego bajo el trasero y prepararlo para
sobrevivir por su cuenta si alguna vez decidía irse. Aunque esperaba que se
quedara. Era un buen chico y me preocupaba por él. Además, cualquier cosa que
hiciera daño a Low me perjudicaba a mí.

Ella quería una familia. Era lo único que quería.

Tardé demasiado en dársela. Lo lamentaría cada día de mi vida. Muchas cosas


trataron de alejarla de mí.

Los muertos.

Los vivos.

Fin estaba muerto ahora por su mano. La había observado de cerca, pero nunca
pareció molestarla. Parecía estar más en paz ahora.

Debería haber sido yo quien lo matara.

Ella era mía. Siempre lo sería.

Debería haberla tomado hace mucho tiempo. Casi perdí la oportunidad, pero no la
volvería a joder.

Ella tendría mis bebés. Por mucho que eso me asustara en este mundo, quería eso
con ella. Era la razón por la que Billy y Syd estaban ahora mismo negociando con
las otras comunidades alrededor del lago. Teníamos que prepararnos para el bebé.
A Willow le quedaban unos cinco meses, pero no se podía perder tiempo.

Ese día llegaría y todo estaría preparado para dar a luz a un bebé sano.

Blue se zafó de mis brazos cuando llegamos a la planta baja del hotel. Corrió hacia
Gia y se subió a su regazo en la mesa.

Cam estaba haciendo las maletas para irse con Ren, y Monty.
Cam porque el hombre nunca podía quedarse quieto en un lugar demasiado tiempo. 89
Monty porque estaba luchando contra sus demonios.

Saldrían hacia el oeste. En busca de la hermana de Ren.

Miré por la ventana mientras Ren se abastecía en su motocicleta. Suspiré y me


dirigí a la puerta. La suave cara de Willow en el fondo de mi mente. Pero también
años y años del hombre a mi lado.

Me apoyé en la puerta, observando desde el porche.

Ren se volvió y se encontró con mis ojos. No hablamos. Todavía podía ver la culpa
en sus ojos. Había abandonado a mi chica. Sabiendo lo que ella era para mí.

La había dejado.

No creía que fuéramos a superar eso.

Vi que sus hombros se ponían rígidos y asintió. Un saludo.

Me dolía el pecho y me golpeé con la palma de la mano.

Las manos se enroscaron a mi alrededor desde atrás. Respiré su dulce aroma y


flexioné mis dedos entre los suyos.

-Te amo, Jay, - dijo en mi columna.

Ren cabalgó hacia el sol temprano. Dos de mis hermanos lo acompañaban. Nunca
pensé que vería el día en que no nos cubriéramos las espaldas el uno al otro. Pero
esta vez no podía ir con él y él no podía quedarse. No le envidiaría encontrar a su
hermana. Si fuera Low, ya me habría ido. Pero la tenía. Ella era lo más importante
en mi vida. Nuestros hijos son una extensión de ese vínculo. Ella nos mantenía
unidos. A mí me mantenía unido. Si hubiera entrado en ese apartamento todos
esos meses atrás, con sus gritos y súplicas marcando mi mente, para encontrarla
muerta, entonces mi ma… pero ella no estaría aquí. Había pensado que odiaba a
Willow. Ella representaba una fractura en mi familia. Y la familia era lo más
importante para mí. Pero fui un tonto. Ella era mi familia. Siempre lo sería. Nos
necesitábamos el uno al otro. Y éramos jodidamente afortunados de tenerla en
este mundo lleno de ravaged. Mientras tantos la perdían, nosotros decíamos que
se jodan los ravaged. Mientras tantos sucumbían al dolor y a la pérdida, mi Low
desafiaba directamente a los ravaged.

Lo hacíamos juntos.
GRACIAS 90

¡Gracias por leer Defende!

Espero que hayáis disfrutado de esta última entrega de la serie Defy the Ravaged
por favor, toma un momento para dejar una reseña. ¡Ayudan mucho!

AGRADECIMIENTOS

Algunas cosas.

Me tomé algunas libertades con la ubicación. El lago Texoma es un lugar real.


Aunque nunca he estado ahí. En el lago, Olympia y Handon podrían ser lugares
reales ;) pero en esta historia son inventados.

Gracias a todos los que han aguantado las CUATRO entregas en serie de esta
historia.

Ha sido un viaje. He aprendido mucho. Sobre todo, que no soy fan de las series.
Leerlas, adorarlas, escribirlas no tanto.

Dicho esto, la historia de Ren se está escribiendo actualmente. Será una historia
completa. No puedo decir que no vaya a ser una serie, todo depende de a dónde
me lleve la historia, ¡pero en este momento es completamente independiente! ¡Así
que espero que estés preparado! Quiero mucho a Jay, pero Ren se robó el show
en el momento en que lo puse en el papel. Un agradecimiento especial a Lexy, Joy,
mis betas, mis lectores de ARC, y un enorme agradecimiento a mi hermana Dana.
Ella está tan detrás de esta historia que hace que sea difícil trabajar en mis otras
series. Pero la quiero. Y a mis dos chicos favoritos, siempre son mis favoritos. Los
amo muchísimo.

P.D. No vamos a enfrentarnos al elefante en la habitación. Yo lloré. Mi hermana


lloró. Mis personajes imaginarios lloraron. Tal vez tú lloraste. Fue triste. Puede
que me arrepienta, no estoy segura.

*Pero también era necesario. Siguiendo con el tema...


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