El estado gaseoso es uno de las cuatro fases o estados
de agregación de la materia. La materia en estado gaseoso se denomina “gas”. Se caracteriza porque sus partículas se encuentran muy poco unidas entre sí.
Las moléculas de las sustancias en estado gaseoso no
logran sujetarse unas a otras con firmeza y se expanden a lo largo y ancho del contenedor en donde se encuentran y adaptándose a su forma. Esto se debe a que vibran con mucha mayor energía y velocidad que en los líquidos o los sólidos.
A pesar de esta cohesión casi nula que tienen,
los gases poseen una enorme capacidad para ser comprimidos. Esto puede llevarse a cabo industrialmente durante su tratamiento para el transporte (gases licuados). Algunos ejemplos de materia en estado gaseoso son:
Vapor de agua. Al evaporarse, el agua cambia al
estado gaseoso en forma de vapor: algo perfectamente evidente cuando hervimos agua o ciertos líquidos en los que ésta está presente, cuando surge una columna de vapor blanquecino de la olla.
Aire. El mismísimo aire que respiramos es una masa
homogénea de gas, mezcla de elementos muy distintos como oxígeno (O2), hidrógeno (H2) y nitrógeno (N2), que son generalmente transparentes, incoloros e inodoros.
Butano. Este es un gas de naturaleza orgánica y
derivado del petróleo, compuesto por hidrocarburos inflamables. Es comúnmente empleado para generar calor en nuestras cocinas, cuando abrimos la llave y este gas emerge.
Metano. Este es otro gas frecuente de los procesos
de descomposición de la materia orgánica. Es posible hallarlo en ciénagas, cloacas o incluso los intestinos de los animales, donde hay bacterias anaeróbicas que lo producen. Posee un olor desagradable muy característico.