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EL ROSTRO DEL EMBARAZO EN ADOLESCENCIA EN RD.

, (ALDA ROSA DIAZ) 100233883

Dice el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA) que la humanidad sufre de “ansiedad
demográfica”, especialmente las mujeres, por la presión por tener menos hijos en el Sur Global y
lo contrario en los países más prósperos. En el caso de la República Dominicana, con una tasa de
fecundidad de país rico (2,2 niños por mujer), la preocupación se concentra en la elevada
proporción de embarazo adolescente y mortalidad materna, muy relacionada con los partos a
temprana edad. Los últimos datos de la oficina nacional de estadística (2019) revelan que un
20,4% de las menores de 19 años son madres en el país caribeño, por encima del 18% de América
Latina y el Caribe.

Yésica Prensa, una joven dominicana de 26 años, ha sufrido muchas ansiedades relacionadas con
la maternidad en la última década. Su vida ejemplifica casi todas las modalidades de sufrimiento
de las mujeres que el UNFPA denuncia en su último informe anual: fue esposa y madre
adolescente, sin capacidad de decidir sobre cuándo tener hijos y cuántos, sin información correcta
sobre anticonceptivos y en un país que prohíbe la interrupción del embarazo en todo caso, perdió
a su primer hijo dos meses después de nacer; tuvo tres más, dejó sus estudios, su pareja la dejó a
ella. Y hoy, carente de apoyo para los cuidados, no puede trabajar.

Las adolescentes que se quedan embarazadas tienen mayores probabilidades de sufrir


complicaciones en el embarazo y el parto, y los bebés son más propensos a sufrir problemas de
salud

Prensa nació en Mata los Indios, un batey ―como se llama en República Dominicana a las
comunidades rurales de ascendencia haitiana, normalmente en medio de plantaciones de caña de
azúcar― donde viven unas 200 personas, a una hora y media en coche al norte de la capital; y
lejos de las playas paradisiacas de postal que atrajeron a más de siete millones de turistas solo en
2022. En este lugar del que Prensa nunca ha salido, de casas de paredes de madera y tejados de
chapa, de caminos de tierra y pocas oportunidades, el último capítulo del quebranto de sus
derechos ha sido un intento de violación en su propia vivienda, que ha denunciado ante la policía.
“Fue anoche”, revela.

“Me casé con 16 y mi marido quería tener hijos”, inicia su personal relato. Un año después nació el
primero. Asegura que conocía la existencia de métodos anticonceptivos, pero encoge los hombros
al ser preguntada por qué fue madre más pronto de lo que deseaba. Para demasiadas
dominicanas, elegir no es una opción: un 23% no son libres de tomar decisiones sobre su propio
cuerpo en lo relativo a las relaciones sexuales o el uso de anticonceptivos, a los que el 46% no
tiene acceso. La esterilización fue el método más usado en la República Dominicana, con un 30,5%
de las mujeres en edad reproductiva, casadas o unidas, según la última Encuesta Nacional de
Hogares de Propósitos Múltiples (2019). Pero no siempre por una elección informada: el 25% de
ellas fueron esterilizadas sin saber que se trataba de una intervención irreversible. Un porcentaje
solo por detrás de Lesoto (28%), según Naciones Unidas

“Los hombres les dicen que si no mantienen relaciones sexuales con ellos, se irán con otras. Y al
final, ante esa presión psicológica, ellas acceden. Primero, las chicas tienen que saber que pueden
decir que no y sus parejas lo tendrán que aceptar”, comenta Yaquelín Félix, coordinadora de
proyectos de la Fundación para el Desarrollo de la Enfermería (Fuden), que trabaja en esta materia
en bateyes como Mata los Indios.

El coste de la maternidad temprana


Las adolescentes que se quedan embarazadas tienen mayores probabilidades de sufrir
complicaciones en el embarazo y el parto que son, de hecho, las principales causas de muerte
entre las jóvenes de 15 a 19 años en el mundo, advierte el UNFPA. Con 107 fallecidas por cada
100.000 nacidos vivos, la mortalidad materna en República Dominicana es
desproporcionadamente elevada para un país de renta media alta, y está por encima de la tasa de
88 de América Latina y el Caribe, a pesar de que el 98% de los alumbramientos fueron atendidos
por personal cualificado. Y sus bebés son más propensos a padecer problemas de salud e, incluso,
fallecer. En el caso de Prensa, una de estas fatales estadísticas se cumplió. “Murió pocas semanas
después de nacer. Me mandaron a casa y vi que algo estaba mal”. Llevó al bebé al médico, pero ya
no había nada que hacer. El doctor le dijo además que ya no podría tener más hijos. “Se
equivocó”.

Alta, delgada y de gestos sutiles, Prensa alterna sonrisas con lágrimas en la narración de su vida,
mientras sus dos más pequeños reclaman su atención. Sentada a una sombra junto a su modesta
vivienda de dos estancias, una para dormir y otra con una destartalada cocina de gas como único
equipamiento, rompe en llanto al sumergirse en los pensamientos de lo que pudo haber sido y no
fue. Ni cree que será. “Siempre decía que estudiaría leyes”, se seca las mejillas para continuar.

De nuevo, Prensa es la cara detrás de los datos sobre otra de las consecuencias del embarazo
adolescente: el abandono escolar. Un 45,9% de las jóvenes que han sido madres entre los 15 y los
19 asiste a la escuela o universidad, frente al 89,8% de las que nunca han dado a luz. “Esta
desigualdad repercute en menores oportunidades para su desarrollo”, analiza un estudio de
Teresa María Guerrero, investigadora del Instituto Dominicano de Evaluación e Investigación de la
Calidad Educativa.

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