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Fernando Barrientos del Monte

más difundido de las técnicas de análisis empírico cuantitativo


y cualitativo, que son parte de la comparación, pero ésta, se
entendió más como la comparación entre países y no de uni-
dades de análisis y casos de manera diacrónica y sincrónica.
Como en otras partes, la Ciencia Política en México se
orienta al estudio de los fenómenos políticos empíricos, uti-
lizando diversas perspectivas de análisis que se inclinan hacia
el pluralismo. Es decir, se hace Ciencia Política pero no se
abandona del todo las ciencias políticas. Y ello, se puede ob-
servar en la denominación misma de las carreras que forman
a los politólogos en México (Alarcón 2012b: 33). La mayoría
de los programas de estudio de la licenciatura son en “ciencias
políticas” con el apéndice en administración pública —princi-
palmente—, relaciones internacionales e incluso, en derecho y
economía, el cual se coloca antes o después. Sólo en contadas
universidades, existe la carrera con el rótulo de “ciencia po-
lítica” en singular. De manera más específica: existe Ciencia
Política en México porque hay una tradición académica en el
estudio de la política (Zamitiz 1999: 119) que se enseña en las
universidades, desarrolla un conocimiento lógico y estructura-
do sobre las bases empíricas de los fenómenos políticos y exige
a quienes la estudian, un compromiso con los cánones de las
ciencias sociales.

II. POLÍTICA Y CIENCIA POLÍTICA

La política “es el ‘hacer’ del hombre que más que ningún otro,
afecta e involucra a todos”; esta definición de Giovanni Sar-
tori (1979: 9) clarifica que en esencia, la política es praxis,
pero que a su vez, está precedida por un pensar sobre este ha-
cer. De igual forma, se vislumbra que es una praxis colectiva,
que ineludiblemente, está conectada con el concepto de poder

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