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El libro Integración global: el nuevo entorno de los territorios

INTEGRACIÓN GLOBAL:

DE LOS TERRITORIOS LOCALES


INTEGRACIÓN GLOBAL: EL NUEVO ENTORNO
locales destaca los procesos que surgen en el ámbito local
como resultado de las conexiones con la escala global. Desde EL NUEVO ENTORNO DE LOS
una perspectiva teórica y práctica el libro se articula en torno a
dos preguntas: ¿Cómo los procesos de integración global han TERRITORIOS LOCALES
transformado el espacio, las relaciones, los patrones sociales y
ambientales de los territorios locales? y ¿Cómo puede
contribuir la Geografía Ambiental a la revisión del sistema
global dominante y responder a prioridades de la sociedad y
gobiernos? Los trece capítulos del libro, distribuidos en cuatro
secciones, reflexionan en las complejas transformaciones del
territorio para abonar a la comprensión de cómo los territorios
locales participan, se adaptan o resisten a los cambios
impuestos por las dinámicas globales.

Armonía Borrego
M. Isabel Ramírez
Marta Astier
(Coordinadoras)

ISBN: 978-607-30-7593-0
Integración global: el nuevo entorno
de los territorios locales

Universidad Nacional Autónoma de México


Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental
Integración global: el nuevo entorno
de los territorios locales

Armonía Borrego
M. Isabel Ramírez
Marta Astier
(Coordinadoras)

Universidad Nacional Autónoma de México


Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental

Morelia, Michoacán
2023
Catalogación en la Publicación UNAM. Dirección General
de Bibliotecas y Servicios Digitales de Información

Nombres: Borrego, Armonía, editora. | Ramírez, María Isabel, editora.


| Astier, Marta, editora.
Título: Integración global : el nuevo entorno de los territorios locales / Armonía Borrego,
M. Isabel Ramírez, Marta Astier (coordinadoras).
Descripción: Primera edición. | Morelia, Michoacán de Ocampo : Universidad Nacional
Autónoma de México, Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental, 2023.
Identificadores: LIBRUNAM 2199617 (impreso) | LIBRUNAM 2199596 (libro
electrónico) | ISBN 978-607-30-7593-0 (impreso) | ISBN 978-607-30-7442-1 (libro
electrónico).
Temas: Desarrollo sustentable -- México. | Economía global -- México. | Desarrollo
urbano sustentable -- México. | Geografía ambiental -- México.
Clasificación: LCC HC140.E5.I574 2023 (impreso) | LCC HC140.E5 (libro electrónico)
| DDC 338.97207—dc23

Todos los capítulos de este libro fueron arbitrados por pares


académicos externos al CIGA.

D. R. © 2023, Universidad Nacional Autónoma de México


Ciudad Universitaria s/n, Delegación Coyoacán,
C. P. 04510, Ciudad de México, México
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Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental (ciga-unam)


Antigua carretera a Pátzcuaro 8701, colonia Exhacienda de San
José de la Huerta, C. P. 58190, Morelia, Michoacán, México
www.ciga.unam.mx

Cuidado editorial: Armonía Borrego, M. Isabel Ramírez y Marta Astier


Corrección de estilo: Adela Rascón y Wendy Méndez
Diseño de portada: Adrián Orozco
Fotografía de portada: Expansión del cultivo de aguacate de exportación
en la franja aguacatera de Michoacán, México. Gabriel Astudillo
Formación: Maricruz Barrera, Jorge Andrés González y Natalia Gómez

ISBN impreso: 978-607-30-7593-0


ISBN digital: 978-607-30-7442-1

Esta edición y sus características son propiedad de la Universidad Nacional


Autónoma de México. Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier
medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.

Este libro se distribuye gratuitamente en versión PDF.


Disponible en la página de publicaciones del ciga:
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Hecho en México
ÍNDICE

7 Introducción: La complejidad de la integración global


desde la perspectiva de la Geografía Ambiental
Armonía Borrego, M. Isabel Ramírez, Marta Astier

I. RESPUESTAS INSTITUCIONALES A CRISIS GLOBALES

15 Crisis globales y cambios locales: COVID-19


Brian M. Napoletano y Pedro S. Urquijo

37 De la gobernanza global a la gobernanza local:


el papel de REDD+ en dos zonas de implementación
temprana en México
Jovanka Špirić y M. Isabel Ramírez

67 El convenio sobre la diversidad biológica: algunas


implicaciones globales, regionales y locales
Fernando A. Rosete Vergés y Lucía Velázquez Hernández

II. ECONOMÍA GLOBAL Y SISTEMA ALIMENTARIO

107 Flujos y agentes en el meta-acoplamiento


del aguacate mexicano
Armonía Borrego

13 7 La integración de la cafeticultura mexicana en


mercados internacionales: el caso de la Mixteca Alta
Dante López-Carmona y Francisco Bautista

16 3 La agricultura familiar y la milpa ante la política


neoliberal en México
Quetzalcóatl Orozco Ramírez y Marta Astier

18 9 Ciencia ciudadana y coproducción de conocimientos


ambientales en comunidades rurales del Sur global
Jorge Sánchez-Valdez, Jaime Paneque-Gálvez, Armonía Borrego
e Isabel Ruiz-Mallén
III. INTEGRACIÓN GLOBAL Y DESIGUALDAD LOCAL

221 Lo que no dicen los indicadores de accesibilidad


utilizados en México
Claudia Escalera-Matamoros

243 Acceso desigual a espacios verdes públicos


urbanos en la era de la COVID-19: aprendiendo de
las experiencias globales en un contexto local
Michael K. McCall, Tzitzi Sharhí Delgado, Janik Granados Herrera,
César Javier Sánchez Juárez y José Ángel Roa Loyola

26 5 Segregación socioespacial en el periurbano de


ciudades intermedias mexicanas: oportunidades y
desventajas en el acceso a servicios hidrosanitarios
en Morelia y Oaxaca
Cinthia Ruiz-López, Yadira Méndez-Lemus y Antonio Vieyra

IV. ANÁLISIS ESPACIAL DE PROCESOS GLOBALES


EN TERRITORIOS LOCALES

293 Análisis de los patrones espaciales de la pandemia


de COVID-19 en México
Jean-François Mas y Azucena Pérez Vega

3 15 Evaluación de técnicas de aprendizaje profundo


para clasificar la cobertura terrestre de dos
municipios de la selva lacandona
Jonathan V. Solórzano y Jean-François Mas

3 45 OpenStreetMap y drones ligeros para fortalecer


la respuesta local ante desastres en tiempos
de COVID-19
Nicolás Vargas-Ramírez, Gemma Gómez-Castillo,
Jaime Paneque-Gálvez y Michael K. McCall
Introducción:
La complejidad de la integración global desde
la perspectiva de la Geografía Ambiental

La integración global es una dimensión de la globalización que sur-


gió en el contexto de cooperación y organización entre regiones. Es
una nueva forma de interacción a distancia que dio lugar a profundas
transformaciones sociales, institucionales, económicas y ambientales
(Streeten, 2001). El desarrollo científico y tecnológico, junto con pro-
fundas reformas financieras y comerciales, fortalecieron la integración
global al generar beneficios para mejorar la calidad de vida e impul-
sar el comercio de mercancías. Este entorno favoreció la prosperidad,
con una mayor producción de bienes a menor costo; aunque también
propició las emergencias y tensiones más preocupantes del siglo XXI.
El cambio climático, el cambio ambiental global, la pérdida de biodi-
versidad, la cultura consumista, la crisis energética y alimentaria son
solo algunos efectos del paradigma de la sociedad contemporánea que
dio lugar al modelo geopolítico actual (capítulo 3 de la sección I; Roc-
kström et al., 2009).
En febrero de 2022, el Panel Intergubernamental del Cambio Cli-
mático publicó su más reciente informe. El documento expone los im-
pactos de la crisis climática en la región de América Latina y señala
serias amenazas de inseguridad alimentaria. El incremento en las tem-
peraturas producirá, por un lado, una reducción del rendimiento del
cultivo de maíz entre el 4 y 21 por ciento en Centroamérica y, por otro
lado, un aumento de la migración rural hacia las ciudades en Suda-
mérica y Centroamérica (Castellanos, et al., 2022; Hicke, et al., 2022;
Nawrotzki et al., 2015). Se prevé que dichos desplazamientos generarán
mayor presión ambiental y necesidad de servicios básicos (capítulo 3
de la sección III). Las bondades y presiones provocadas por la integra-
ción global son visibles en todos los rincones del mundo; se necesita un
conocimiento del panorama mundial para comprender a las regiones
y los territorios locales que interactúan en un mundo hiperconectado
(capítulo 1 de la sección II; Haesbaert, 2019).
La secuencia de crisis globales más recientes está asociada a la in-
tegración global. Entre las últimas, se encuentra la propagación del
coronavirus en el 2020, que desafió a gobiernos e instituciones en su

7
respuesta a una problemática sanitaria (capítulo 3 de la sección IV).
Esta crisis paralizó la alta movilidad de productos en el mundo, lle-
vó a la sociedad a reducir los desplazamientos y a recuperar formas
más autónomas de gestión de vida con el propósito de asegurar la su-
pervivencia (Regis, et al., 2020). Estos cambios tuvieron repercusiones
inmediatas en la organización de los territorios y el medioambiente. La
pandemia que desestabilizó el orden mundial revivificó el debate en
torno a la globalización. Por una parte, se plantea si debiera reducirse
el grado de integración de las economías y con ello proteger la cadena
de suministros; y, por otra, se discute si ha llegado el momento de una
nueva era para la integración global (Massey, 2002; Rodrik, 2012). Esta
discusión alinea la temática de la integración global al análisis territorial
(Haesbaert, 2011).
Aunque la globalización no es algo nuevo en la historia de la hu-
manidad, la expansión acelerada del sistema global dominante de las
últimas décadas creó una gran divergencia que polarizó al mundo y
acentuó la brecha entre países muy ricos y muy pobres (capítulo 1 de
la sección I). La supremacía económica mundial estableció un nuevo
orden global, donde los países del Norte geopolítico absorbieron el po-
der de decidir qué, cómo y dónde producir (Haesbaert, 2019, p. 66). En
cambio, los países del Sur global compitieron por captar los flujos de
capital extranjero. Para ello, debían ceder su riqueza natural, permitir
la invasión de grandes transnacionales en sus territorios y ofertar una
abundante mano de obra barata. Al mismo tiempo, en estos países se
generaron nuevos problemas ambientales locales, se concentró la ri-
queza y aumentó la desigualdad social (Basco, y Mastieri, 2019; capítu-
los 1 de la sección I y 4 de la sección II).
El libro Integración global: el nuevo entorno de los territorios locales
destaca los procesos que surgen en el ámbito local como resultado
de las conexiones con la escala global. Desde una perspectiva teórica
y práctica el libro se articula en torno a dos preguntas: ¿Cómo los
procesos de integración global han transformado el espacio, las rela-
ciones, los patrones sociales y ambientales de los territorios locales?
y ¿Cómo puede contribuir la Geografía Ambiental a la revisión del
sistema global dominante y responder a prioridades de la sociedad
y gobiernos?
Al reflexionar en torno a los temas de la Geografía Ambiental,
nos interesa promover el análisis del impacto de la integración glo-
bal en los territorios locales desde distintas perspectivas, áreas de
conocimiento y escalas; además de las oportunidades, los retos y las
herramientas que permiten modelar las dinámicas espaciales de la

8 Introducción
integración global. De esta manera, los trece capítulos del libro, dis-
tribuidos en cuatro secciones, reflexionan en las complejas transfor-
maciones del territorio para abonar a la comprensión de cómo los
territorios locales participan, se adaptan o resisten a los cambios im-
puestos por las dinámicas globales.

ESTRUCTURA DEL LIBRO

La primera sección aborda las Respuestas institucionales a crisis glo-


bales. En el primer capítulo de la sección I, Brian M. Napoletano y
Pedro S. Urquijo exponen cómo los grandes capitales trasnacionales
favorecieron el surgimiento y la expansión del coronavirus y otras en-
fermedades, agravando la posición de las industrias del Sur geopolítico
en las cadenas de valor laboral, con repercusiones territoriales y am-
bientales en las escalas regionales y locales.
En el segundo capítulo, Jovanka Špirić y M. Isabel Ramírez ana-
lizan la estructura de gobernanza multinivel en México del mecanis-
mo internacional para la mitigación del cambio climático Reducción
de Emisiones por Deforestación y Degradación Forestal (REDD+) y su
efecto en las comunidades.
En el tercer capítulo Fernando A. Rosete Vergés y Lucía Veláz-
quez Hernández narran el origen del Convenio de la Diversidad
Biológica y analizan los impactos de la implementación de los mo-
delos de conservación incluyente y excluyente para el desarrollo de
instrumentos de planeación territorial y el manejo sostenible de la
diversidad biológica.
La segunda sección de este volumen trata implicaciones de la Eco-
nomía global y el sistema alimentario. En el capítulo 1 de esta sección
Armonía Borrego considera el potencial del marco de los sistemas
acoplados para examinar los efectos que suceden en un contexto lo-
cal, vinculados a causas que ocurren a distancia, a partir del estudio
de caso de las exportaciones mexicanas de aguacate.
El capítulo 2, que presentan Dante López-Carmona y Francisco
Bautista, relata el desarrollo de la cafeticultura en México y muestra la
organización comunitaria como un medio efectivo para comercializar
el café en mercados nacionales, regionales y globales que, en paralelo,
conserva el patrimonio biocultural.
El trabajo de Quetzalcóatl Orozco Ramírez y Marta Astier se presen-
ta en el capítulo 3 para examinar los sistemas productivos autóctonos
dirigidos a la alimentación local y analizar cómo las familias campesi-
nas han sido afectadas y se han adaptado a los escenarios globales.

La complejidad de la integración global... 9


El último capítulo de esta sección, escrito por Jorge Sanchez-Val-
dez, Jaime Paneque-Gálvez, Armonía Borrego e Isabel Ruiz-Mallén,
analiza la coproducción de conocimientos en proyectos de ciencia ciu-
dadana para afrontar nuevos desafíos en el manejo de bienes naturales
en comunidades del Sur global.
La tercera sección del libro aborda procesos de Integración global
y desigualdad local. El capítulo 1, escrito por Claudia Escalera-Mata-
moros, examina la influencia de los discursos globales en el diseño de
políticas nacionales y argumenta la necesidad de complementar el in-
dicador de accesibilidad usado en México con información adicional
que incorpore la capacidad y limitaciones de las personas para llegar a
los sitios deseados.
En el capítulo 2 Michael K. McCall, Tzitzi Sharhí Delgado, Janik
Granados Herrera, César Javier Sánchez Juárez y José Ángel Roa Loyola
analizan la persistencia de la desigualdad social en el uso de espacios
verdes abiertos, de particular importancia en el contexto del confina-
miento por la pandemia de la COVID-19.
Cinthia Ruiz-López, Yadira Méndez-Lemus y Antonio Vieyra des-
criben, en el capítulo 3, cómo el acceso diferencial y la exclusión del
acceso a servicios básicos en entornos periurbanos es una constante
que evidencia el resultado de las políticas neoliberales. Esto a su vez
genera contaminación de agua, suelo y fragmentación social.
La última sección, nombrada Análisis espacial de procesos glo-
bales en territorios locales, expone tres casos de soluciones técnicas
para abordar la complejidad de dichos procesos. Jean-François Mas y
Azucena Pérez-Vega proponen, en el capítulo 1, estimaciones de conec-
tividad basadas en un modelo gravitacional para evaluar los patrones
espaciales en el tiempo de la dinámica de expansión de la COVID-19
en México.
Finalmente, a escala regional, Jonathan V. Solórzano y Jean-François
Mas desarrollan en el capítulo 2 un método de aprendizaje profundo
que permite clasificaciones detalladas para evaluar los cambios en los
paisajes forestales.
A escala local, Nicolás Vargas-Ramírez, Gemma Gómez-Castillo,
Jaime Paneque-Gálvez y Michael K. McCall muestran, en el último ca-
pítulo, el potencial de nuevas tecnologías para fortalecer la gestión de
desastres. La propuesta sugiere la combinación de herramientas de in-
formación geográfica para empoderar a las poblaciones afectadas por
desastres y fortalecer su respuesta colectiva local.
Las coordinadoras cerramos esta introducción agradeciendo a las
dictaminadoras y los dictaminadores anónimos que revisaron riguro-

10 Introducción
samente los capítulos del libro, a Adrián Orozco (Unidad de Comunica-
ción Social y de la Ciencia), a Maricruz Barrera, Jorge Andrés González
y Natalia Gómez (Editores Asociados) por sus valiosos aportes para
culminar este libro.

Armonía Borrego
M. Isabel Ramírez
Marta Astier

BIBLIOGRAFÍA

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La complejidad de la integración global... 11


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12 Introducción
I
Respuestas
institucionales
a crisis globales
Crisis globales y cambios locales: COVID-19

Brian M. Napoletano1* y Pedro S. Urquijo1

RESUMEN

En 2020, la enfermedad respiratoria viral causada por el síndrome res-


piratorio agudo severo coronavirus (severe acute respiratory syndrome
coronavirus, SARS-CoV-2, coronavirus disease o COVID-19, por sus si-
glas en inglés), se convirtió en una pandemia global. Originada en Wu-
han, China, la epidemia se extendió a todas las regiones del mundo, a
través de las diversas formas y medios de conectividad contemporánea.
Si bien esto es a todas luces un fenómeno verificable, social y espacial-
mente entrelazado, las aproximaciones acerca de éste suelen centrarse
en aspectos en los que la integralidad es colateral al análisis, focalizán-
dose prioritariamente en las repercusiones demográficas, económicas,
políticas o ecológicas. Este capítulo tiene, por tanto, una aproximación
al fenómeno mediante el análisis narrativo de los circuitos propiamen-
te geográficos del capital que han favorecido el surgimiento y la ex-
pansión territorial de la pandemia. Para explicar cómo esta forma de
producción del espacio ha impulsado la pandemia, analizaremos las
condicionantes de los grandes capitales transnacionales y su funcio-
namiento como propulsores de ésta y otras enfermedades, así mismo
se tratarán de analizar las formas en que esta situación ha exacerbado
la posición de las industrias del Sur geopolítico en las cadenas de pro-
ductos de valor laboral. Se ponderan los siguientes aspectos: a) el des-
pliegue de patógenos y la alteración de las complejidades ambientales
regionales; b) los circuitos de producción, las redes de transporte, los
espacios de vivienda y la mano de obra de los sistemas agroindustriales
entendidos como propulsores de patógenos y c) la posición subordi-
nada de los trabajadores del Sur en las cadenas de productos de valor
laboral y sus territorios pauperizados.

Palabras clave: pandemias; Sur-Norte; producción del espacio; geografía crítica

1 Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental. Universidad Nacional Autónoma


de México. UNAM-Morelia.
* Autor para correspondencia: brian@ciga.unam.mx

15
INTRODUCCIÓN

El término globalización tiene múltiples significados que, en ocasio-


nes, se despliegan estratégicamente para oscurecer los contornos espe-
cíficamente capitalistas y neoliberales de su iteración contemporánea.
Considerada como una abstracción racional, se puede decir que la glo-
balización comenzó hace 130,000 a 110,000 años, cuando los huma-
nos empezaron a migrar de un hipotético origen territorial, al sur del
río Zambezi (Chan et al., 2019). Sin embargo, el concepto alude a deter-
minaciones sociales y económicas más concretas que aquellas en las
que la globalización puede considerarse un fenómeno transhistórico.
Además, esta comprensión de lo global como algo permanente corre el
riesgo de confundir características específicas del sistema mundo bajo
el capitalismo neoliberal, arraigadas en una homogeneizadora “natu-
raleza humana” o cualquier otra categoría ahistórica (Marx, 1973), per-
diendo de vista los aspectos particularmente territoriales, históricos y
culturales. Las ideologías sobre la globalización basadas en tales gene-
ralizaciones, de entendimientos parciales de la realidad social y geográ-
ficamente específica, tienden hacia un conservadurismo economicista,
enmascarado como pragmatismo. En el mejor de los casos, tales postu-
ras ideológicas ayudan inadvertidamente a la clase dominante, disimu-
lando las relaciones subyacentes de poder y ayudando así a preservar
el statu quo. Así, a medida que las crisis estructurales del capital se han
agudizado, y la necesidad de una alternativa hegemónica se vuelve más
urgente, los apologistas del capital se han vuelto cada vez más estriden-
tes en su insistencia en que “no hay alternativa” (Mészáros, 2010).
Como trataremos de explicar en este capítulo, contrariamente a las
narrativas hegemónicas, la pandemia por la enfermedad del corona-
virus (coronavirus disease COVID-19, por sus siglas en inglés) no es
un resultado aleatorio e inevitable de la complejidad inherente de los
sistemas “socioecológicos” o a la naturaleza humana (Žižek, 2020); más
bien, las particularidades de la globalización contemporánea y la crisis
estructural del capital están directamente imbricadas en la aparición,
propagación y devastación de la enfermedad. Comprender estas rela-
ciones es esencial para hacer frente a la crisis actual, estableciendo la
culpabilidad moral e histórica y reduciendo el riesgo de nuevas pande-
mias mortales.
Para entender la globalización capitalista, primero necesitamos re-
conocer que el capitalismo se basa en la premisa de que una inversión
debe producir un retorno, es decir, que la función del capital es acumu-
larse (Marx, 1976). Desde que el capital competitivo dio paso al capital

16 Respuestas institucionales
monopólico, a principios del siglo XX, el principal problema al que se
enfrenta ha sido la dificultad para encontrar salidas para invertir el
creciente superávit económico extraído principalmente por empresas
transnacionales (Baran y Sweezy, 1966).2
En un primer apartado, mostraremos cómo el capitalismo ha fo-
mentado relaciones asimétricas mediante complejas transferencias de
valor y enlaces en las cadenas de producción, a partir de postulados que
generalizan, simplifican e invisibilizan las particularidades geográficas
en las escalas locales y regionales. Se trata de contextualizar cómo la
pandemia de COVID-19 estableció un punto de quiebre que, a su vez,
generó nuevos y poderosos discursos que, a pesar de las repercusiones
claramente territorializadas, han tratado de mantener la interpretación
de homogeneización económica dictada desde el Norte geopolítico. En
un segundo apartado, describiremos el contexto que los analistas de
la economía han denominado efecto de “cisne negro” como un proce-
so global inesperado que, sin embargo, era a todas luces un fenómeno
previsible: es decir, “un cisne blanco”. Posteriormente, explicaremos
cómo esas decisiones desafortunadas en la esfera global –transnacio-
nal– tuvieron repercusiones territoriales y ambientales desastrosas,
en las escalas regionales y locales. Ello nos dará pauta para mostrar,
someramente, algunos de los efectos en la escala nacional; es decir, en
México. Finalmente, plantearemos algunas conclusiones generales. La
intención en este capítulo es esbozar los contornos básicos de los pro-
blemas que implican las cadenas globales de productos básicos en el
contexto de la COVID-19.

2 De acuerdo con la perspectiva neoliberal, la globalización implica dos “soluciones” a


este problema de inversión excedente. Primero, la inversión en producción y la aper-
tura de mercados extranjeros proporcionan salidas a corto plazo para el superávit eco-
nómico acumulado por las corporaciones multinacionales en el núcleo, pero al hacerlo
agravan el problema fundamental a largo plazo a medida que crece el superávit eco-
nómico total reclamado por estas corporaciones; segundo, lo anterior dirige hacia una
tendencia creciente a eludir la inversión en producción y convertir directamente las
tenencias libres de efectivo en más dinero, en diversas formas de especulación finan-
ciera y negociación. Este último está detrás del impulso neoliberal de transformar es-
pacios comunes –como el acceso a la tierra y a los servicios médicos–, en el Sur global
en activos financieros que pueden ser negociados en los mercados financieros (Foster,
2014; Foster et al., 2021). Al mismo tiempo, el capital productivo ha tratado de aumen-
tar los rendimientos de sus inversiones aprovechando el arbitraje de tierras y mano de
obra para reducir los costos de producción mediante la distribución de los procesos a
través de las cadenas mundiales de productos básicos (Suwandi, 2019). Dependiendo
del aspecto que se resalte, también se denominan “cadenas de valor” (en referencia al
valor “añadido” a lo largo de las cadenas) o “cadenas de suministro” (en referencia al
movimiento del producto físico) (Foster y Suwandi, 2020). Tras el análisis de Marx de
la unidad contradictoria de uso-valor y valor en la materia prima (Marx, 1976), estos
aspectos pueden combinarse refiriéndose a las “cadenas de productos básicos”.

Crisis globales y cambios locales: COVID-19 17


EL IMPERIALISMO TRANSNACIONAL EN EL SIGLO XXI

El capitalismo ha involucrado a algunas empresas que producen ma-


terias primas, que se convierten en capital fijo y materias primas para
otras empresas (Marx, 1978). Sin embargo, Claude Serfati y Catheri-
ne Sauviat (2018) describen las cadenas de productos básicos como
cualitativamente distintas en términos del grado de interdependencia
que une las piezas y los productos básicos dentro de las cadenas de
suministro; la transferencia de valor entre los enlaces en las cadenas
y las relaciones asimétricas del poder de mercado que permiten a las
corporaciones transnacionales obtener superávit adicional mediante la
búsqueda de alquiler (a través de patentes y acuerdos de concesión de
licencias). Mediante la inversión extranjera directa y la contratación a
largo plazo (más formalmente conocido como “modo de producción sin
capital”), las corporaciones son capaces de obtener una productividad
similar o igual de los trabajadores del Sur geopolítico –en escalas geo-
gráficas regionales y locales–, al tiempo que les pagan salarios sustan-
cialmente más bajos (directamente o a través de intermediarios) que a
sus contrapartes del Norte (Suwandi, 2019).
Como una referencia de la centralidad que han adquirido estas ca-
denas para la globalización neoliberal, la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre Comercio y Desarrollo estima que el 80 por ciento del
comercio internacional implica ahora el movimiento de mercancías
a través de cadenas mundiales de productos básicos dominadas por
corporaciones transnacionales (United Nations Conference on Trade
and Development, [UNCTAD], 2013). A medida que los enormes supe-
rávits extraídos a través de las cadenas mundiales de materias primas
han agravado el problema de encontrar salidas para inversiones (renta-
bles), el capital de financiación monopólica se ha basado mayormente
en políticas neoliberales para facilitar la conversión de vastos grupos
de riqueza natural y social en activos financieros privados regidos por
valor monetario (Foster et al., 2021; Foster y McChesney, 2012; Foster y
Clark, 2020). Este sistema de cadenas mundiales de productos básicos
también constituye financieramente una característica principal del
imperialismo del siglo XXI (Smith, 2016; Amin, 2018).
La pandemia COVID-19 ha puesto de relieve, dramáticamente, al-
gunas de las contradicciones ambientales y socioculturales, así como
las fisuras metabólicas de capital exacerbadas por estos acuerdos en la
escala global. Antes de la propagación mundial del síndrome respira-
torio agudo severo por coronavirus (severe acute respiratory syndrome
coronavirus 2, SARS-CoV-2, por su siglas en inglés), se expresó cierta

18 Respuestas institucionales
esperanza entre algunos intelectuales de izquierda de que el interés
propio, junto con la necesidad de legitimidad, eventualmente llevaría a
las instancias político-económicas dominantes a actuar sobre las apre-
miantes crisis ambientales y sociales de la humanidad, por encima de
los intereses capitalistas. El geógrafo ambiental Noel Castree (2015)
ilustra adecuadamente esta opinión cuando argumenta que “a los líde-
res empresariales y a los responsables políticos les resultará cada vez
más difícil reconocer [las preocupaciones planteadas por los científicos
del sistema terrestre] sin implementar medidas efectivas para reducir
el impacto humano” (p. 2 ), ya que la continua inacción probablemen-
te les haría “sufrir una crisis de credibilidad ignorando las profundas
implicaciones de las sólidas pruebas y pronósticos emitidos desde la
geociencia” (p. 2). Sin embargo, la forma en que los Estados nacionales
han permitido a la COVID-19 atravesar sus territorios, al tiempo que
hacen lo posible para limitar las consecuencias económicas a los nive-
les más bajos, indica que la mayoría de los responsables de la toma de
decisiones están demasiado apegados al sistema neoliberal como para
cuestionarlo. Por lo tanto, no es sorprendente encontrar que las institu-
ciones preeminentes de la globalización neoliberal, como el Foro Eco-
nómico Mundial (Betti y Hong, 2020; Haass, 2020) y el Banco Mundial
(de Nicola et al., 2020; Espitia et al., 2021), se han preocupado más por
la pandemia y los efectos en cadenas de productos básicos, que de las
formas en que estas cadenas han contribuido y exacerbado la pande-
mia, tratando de seguir imponiendo “soluciones” neoliberales (ROAPE,
2021). Mientras tanto, portavoces del statu quo, como Robert Arm-
strong (2020), advierten contra desprenderse del tipo de “lecciones
equivocadas” que podrían llevar a la gente a cuestionar la viabilidad y
conveniencia de un sistema político-económico mundial. Mientras que
los académicos con posturas más liberales tienen esperanzas de que la
pandemia lleve a las élites a emprender reformas modestas para frenar
algunos de los excesos más atroces del capital, lo cual no es muy dife-
rente de Castree (Bhanu Mehta, 2020; Bregman, 2020).
Una de las lecciones más obvias debería ser una reafirmación del
hecho de que no podemos esperar seriamente que la COVID-19, el cam-
bio climático, o cualquier otra catástrofe produzca la “autoextinción
del neoliberalismo” (Achcar, 2020), sin un posicionamiento político
masivo y organizado por quienes están en su extremo receptor (Boyle,
2020; Chomsky y Barsamian, 2020). Al igual que con la crisis finan-
ciera en 2007-2008, aquellos que señalan la intervención del Estado
en la economía como evidencia de la desaparición del neoliberalismo,
confunden la retórica con la realidad del neoliberalismo, que se ha ba-

Crisis globales y cambios locales: COVID-19 19


sado constantemente en un Estado fuerte (Šumonja, 2020). Por lo tan-
to, cualquier posibilidad de que la COVID-19 contribuya a la caída del
capital neoliberal dependerá del poder mediador de la lucha de clases,
entendido en su sentido más amplio de incluir las fuerzas intersectoria-
les de opresión y sometimiento (Clark y Zhang, 2018), o un “proletaria-
do mundial” que se extienda más allá de la clase obrera industrial para
vincular campesinos, comunidades indígenas, sin tierra, y otros sectores
oprimidos (Lefebvre, 1976). La necesidad de orientar este movimiento
hacia el internacionalismo, a su vez, se hace aún más evidente si se tiene
alguna idea de cómo el proyecto neoliberal de las cadenas mundiales de
materias primas y la financiación están implicados en el surgimiento
del SARS-CoV-2 y su transformación en una pandemia global.

COVID-19 ES UN CISNE BLANCO

Varios analistas de la economía han caracterizado la pandemia CO-


VID-19 como un “efecto de cisne negro” (Elliott, 2021; Halliburton,
2020); es decir, un evento que ocurre sin previo aviso, que tiene un
impacto importante y que solo se vuelve predecible y explicable post
factum (Taleb, 2010). Sin embargo, incluso el autor de la frase “cisne
negro”, Nassim Nicholas Talib, rechaza tal caracterización, ya que la
pandemia COVID-19 no solo fue predecible, sino que él específicamen-
te lo predijo, incluso antes de que el virus saliera de China (Avishai,
2020). Asimismo, Mike Davis ha argumentado que nada ha sido menos
sorprendente que la pandemia COVID-19 y que los gobiernos naciona-
les eran muy conscientes de que no estaban preparados para manejar
un brote de este tipo. Tampoco es sin precedentes un brote masivo de
coronavirus en humanos: el siglo XXI ya ha sido testigo de la aparición
del virus de la gripe aviar, la gripe porcina, el síndrome respiratorio
de Oriente Medio (Middle East Respiratory Syndrome MERS, por sus
siglas en inglés), el zika y el ébola, por nombrar algunos de los más co-
nocidos en las últimas dos décadas (Davis, 2020a; Kouddous y Davis,
2020; Wallace, 2020b).
Si bien los virus han existido más tiempo que la humanidad, el úl-
timo medio siglo ha visto un notable repunte de patógenos zoonóticos,
convirtiéndose en epidemias regionales, o a mayor escala de preocu-
pación mundial (Sudhan y Sharma, 2020). La correlación entre esto
y el ritmo de la globalización es más que casual. Históricamente, una
vez que se establecen en las poblaciones humanas, las enfermedades
se han extendido a través del comercio y la guerra, entre otros (Moody,
2020; Urquiza, 2020). Desde una perspectiva del capital, la expansión

20 Respuestas institucionales
del comercio incluye una industria turística internacional altamente
lucrativa, que ha pasado de ser un lujo exclusivo a un objeto de con-
sumo masivo.
El papel del turismo, en el movimiento del virus entre los centros
de población internacionales, se ha complementado con el papel del
comercio a lo largo de las cadenas de productos básicos en la propa-
gación del virus más allá de estos puntos de contacto, incorporando
aún más la pandemia en los circuitos mundiales de capital (Wallace,
2020a; Nelson, 2020).
Teorías conspirativas aparte, la atención sobre los orígenes del
SARS-CoV-2 se ha centrado en el mercado mayorista de mariscos en
Whuan, Hubei, y cómo, aparentemente, las interacciones cercanas con
animales salvajes han causado numerosos brotes de enfermedades en
los seres humanos (Maron, 2020). Si bien el punto de origen es impor-
tante para rastrear la aparición y propagación de la enfermedad, tales
visiones geográficas absolutas, a menudo, echan de menos las relacio-
nes territoriales entre los actores económicos globales y los efectos por
los cuales pueden llegar a la mecánica misma de los vínculos. La am-
pliación de nuestro enfoque para considerar las geografías relaciona-
les de la pandemia apunta a cómo “el capital que respalda los tipos de
desarrollo y producción que impulsan la aparición de enfermedades,
en las partes subdesarrolladas del mundo, potencialmente revierte la
causalidad, convirtiendo a Nueva York, Londres y Hong Kong, centros
clave de capital global, en tres de los peores ‘puntos críticos’ del mundo
en su lugar” (Wallace et al., 2014, p. 10).
A nivel mundial, y en China, los alimentos silvestres se están for-
malizando como un sector económico, pero su relación con la agri-
cultura industrial va más allá de simplemente compartir las mismas
ganancias. A medida que la producción industrial —cerdo, aves de co-
rral y similares— se expande a los bosques primarios, ejerce presión
sobre los operadores de alimentos silvestres que resultan en deforesta-
ción. En este sentido, Mike Davis (2020a) argumenta que “esta nueva
era de plagas, como en épocas pandémicas anteriores, es directamente
el resultado de la globalización económica” (p. 14), describiendo cómo
“el capital multinacional ha sido el motor de la evolución de la enfer-
medad a través de la quema o tala de bosques tropicales, la prolifera-
ción de la agricultura industrial, el crecimiento explosivo de los barrios
marginales y la concomitante del ‘empleo informal’, y el fracaso de la
industria farmacéutica para encontrar beneficios en la producción ma-
siva de antivirales de línea de vida, antibióticos de nueva generación y
vacunas universales” (p. 14).

Crisis globales y cambios locales: COVID-19 21


Además de reforzar el arbitraje de territorios mediante la apertura
de tierras a la expropiación y especulación del capital multinacional
(Magdoff, 2013), el neoliberalismo se consolida en las cadenas mun-
diales de productos básicos fomentando la competencia asimétrica y
ruinosa entre la agricultura campesina y la agricultura fuertemente
subvencionada e industrializada, y a través de la proliferación de la
agricultura por contrato (Bello, 2009). Al mismo tiempo, las políticas
neoliberales moldean en gran medida la estructura de la industriali-
zación en el Sur en torno al arbitraje laboral mundial y las cadenas
de productos básicos que transfieren la mayor parte del excedente a
empresas multinacionales monopólicas, en lugar de un desarrollo in-
dustrial interno, obligando a muchos trabajadores y campesinos des-
plazados a explotar “asentamientos informales”, barrios marginales y
favelas (Davis, 2007; Suwandi et al., 2019). Juntos, estos procesos han
generado condiciones óptimas para que nuevos patógenos se mezclen
y muten, saltando de otros animales a los huéspedes humanos (Wa-
llace, 2020a). La forma de la política neoliberal permite controlar el
desarrollo y producción de vacunas y agentes antivirales a la industria
farmacéutica privada, que durante mucho tiempo eludió tales inver-
siones a cambio de rendimientos más rentables en el tratamiento de
enfermedades crónicas, que van desde el cáncer y las enfermedades
cardíacas hasta la disfunción eréctil. A pesar de tener enormes canti-
dades de capital para invertir, Estados Unidos ha tenido un peor des-
empeño que Cuba en muchas medidas de salud pública, incluyendo
el desarrollo, producción y administración de vacunas y antivirales
(Fanon Mendes y Bekkouchem, 2020). En resumen, cualquier intento
de respuesta superficial y equivocada a la pandemia COVID-19 debe
abordar sus causas estructurales arraigadas en la forma y función de la
globalización neoliberal (Wallace et al., 2020), asumiendo la COVID-19
como una enfermedad del capital mundial en lugar de un fenómeno
epidemiológico aislado (Wallace y Smith, 2020).

CRIMEN SOCIAL

Es cierto que intentar ubicar a la pandemia COVID-19 en el contexto


de la globalización neoliberal corre el riesgo moral de exculpar a los
responsables, sugiriendo que las acciones de los gobiernos naciona-
les estaban determinadas externamente. Sin embargo, tal interpreta-
ción confundiría la determinación con la predeterminación (Bhaskar,
1992). Aunque en gran medida ha sido moldeado por las estructuras de
la globalización neoliberal, el surgimiento de la COVID-19 como una

22 Respuestas institucionales
pandemia mundial no fue de ninguna manera preordenado por ellos.
Los éxitos relativos de países tan diversos como Ruanda, Kenia, Cuba,
Vietnam, Taiwán, Singapur, China, Islandia, Nueva Zelanda o Austra-
lia impiden que los gobiernos, que decidieron permitir que un virus
mortal arrasara con sus poblaciones, evadan la culpabilidad apelando
a cualquier otro tipo de necesidad impuesta externamente (Chomsky
y Barsamian 2020; Nazrul Islam, S. et al., 2020). Décadas de políticas
neoliberales exacerbaron, pero no predeterminaron, las decisiones de
estos gobiernos de no actuar con determinación para detener la pan-
demia. Al negarse incluso a considerar la erradicación, perseguir la re-
presión o emprender más que los intentos nominales de mitigación, la
mayoría de los gobiernos del mundo participaron consciente y delibe-
radamente en lo que Frederick Engels (1845) llamó “asesinato social”,
y sus poblaciones estarían en su derecho de responsabilizarlos de ello
(Abasi, 2021; Foster, 2020; Chowdhury y Foster, 2020).
Al avanzar en la responsabilidad social de la pandemia, Josh Seim
(2020) hace hincapié en tres aspectos: 1) la concentración de mortali-
dad y morbilidad en la parte inferior de la jerarquía social (en térmi-
nos de atributos intersectoriales de clase, raza, género, sexualidad); 2) la
existencia de mecanismos o explicaciones causales capaces de vincu-
lar el sufrimiento desproporcionado con el orden social prevaleciente
y; 3) el conocimiento por parte de los responsables de cuáles serían
las consecuencias. Estos atributos, por supuesto, no son específicos de
la pandemia COVID-19, y las críticas de Engels son anteriores al neo-
liberalismo por más de un siglo, sin embargo, si el neoliberalismo se
entiende mejor como el capitalismo despojado de su rostro humano,
y, a su vez, se piensa la pandemia como un momento en el que el neoli-
beralismo en sí se deja al descubierto, entonces la acusación de crimen
social se extiende a la sociedad capitalista más ampliamente (Més-
záros 1995; Chomsky, 1999; Larson, 2018). Dicho esto, la pandemia si-
gue siendo distinta tanto en términos de la magnitud del sufrimiento
humano infligido, como en el descaro con el que la clase dominante
expresó su voluntad de sacrificar grandes segmentos de la humanidad.
Permítasenos una obviedad: una baja tasa de mortalidad en una
gran población todavía resulta en un gran número de muertes. Ahora
que se han desarrollado varias vacunas y se están desplegando, even-
tualmente se puede perseguir la inmunidad de la población, aunque
aún quedan incertidumbres como la duración de la infección y la po-
sibilidad de mutación (Alwan et al., 2020; Anderson et al., 2020; Fried-
man, 2020). Asimismo, los confinamientos y cierres de fronteras no
deben considerarse realmente parte de una estrategia para combatir la

Crisis globales y cambios locales: COVID-19 23


pandemia, sino que son medidas de emergencia de última hora y, hasta
cierto punto, consecuencia de la incapacidad de los Estados nacionales
para llevar a cabo pruebas rigurosas, rastreos de contactos y las me-
didas de cuarentena individuales que habrían impedido que el virus
se propagara (Bambra et al., 2020; Davis, 2020; Moody, 2020; Smith,
2020). También los bloqueos voluntarios y parciales que muchos go-
biernos han terminado implementando a regañadientes no han sido ni
mucho menos adecuados, de manera que, en la mayoría de los casos,
equivalen a una búsqueda de facto de la inmunidad de la población,
junto con una versión de la protección específica basada principalmen-
te en privilegios socioeconómicos (Wallace y Smith, 2020).
Varios estudios preliminares (principalmente de los Estados Unidos
y el Reino Unido) indican mayores riesgos de infección, hospitalización
y muerte por COVID-19 entre grupos de estatus menos protegidos, aun-
que los datos socioeconómicos sobre casos confirmados y sospechosos
están menos disponibles que otros datos demográficos (Wachtler et al.,
2020). Aunado a ello, el estado socioeconómico de las personas puede
relacionarse significativamente con varios factores que influyen en el
riesgo de infección, morbilidad y mortalidad: factores de riesgo clínicos
(diabetes, asma, enfermedades cardíacas); acceso a una atención sani-
taria de calidad, saneamiento, condiciones de vida, transporte, condi-
ciones de trabajo (incluida la capacidad de aislar); o la probabilidad de
que el trabajo se declare un “servicio esencial” (Bambra et al., 2020;
Chandrasekhar y Ghosh, 2020). La distribución jerárquica de estos fac-
tores de riesgo dentro y entre las naciones está, a su vez, íntimamente
ligada a la forma en que el neoliberalismo ha buscado la evisceración
de la salud pública, la precarización de los trabajadores, la expropia-
ción de la naturaleza y el trabajo reproductivo (Foster y Clark, 2018).
Bajo el neoliberalismo, la noción misma de la sanidad universal ha
sido casi abandonada con el acceso y la calidad del tratamiento deja-
dos a los caprichos del mercado (Turshen y Thébaud-Mony, 2020). Un
motivo subyacente importante aquí es, una vez más, la búsqueda des-
esperada de nuevos puntos de venta para inversiones rentables, y por lo
tanto no es sorprendente que la comercialización de la salud haya sido
fuertemente promovida por instituciones financieras internacionales
como el Banco Mundial (Tricontinental, 2020). Incluso los Estados
que no han abandonado por completo la noción de atención sanitaria
pública han infrautilizado gravemente estos servicios (Hanieh, 2020;
Toussaint, 2020). En lugar de la atención sanitaria universal, el desa-
bastecimiento de la atención sanitaria pública resulta en una atención
deficiente para aquellos que no pueden pagar proveedores privados en

24 Respuestas institucionales
una infraestructura pública totalmente incapaz de hacer frente a una
epidemia a gran escala, como ocurre con la COVID-19. En particular
hay un aspecto estratégico para ello, ya que la ausencia de cualquier
garantía de atención adecuada también debilita la fuerza relativa de
la clase trabajadora frente al capital (Matthews, 2020). A través de la
privatización y la comercialización, la atención sanitaria está cada vez
más sometida a los caprichos del capital financiero, garantizando no
solo la desigualdad, sino también la extrema inequidad en el acceso a
los medicamentos, tratamientos y servicios necesarios (Turshen y Thé-
baud-Mony 2020).
Un resultado previsible de este enfoque de la salud pública ha sido
el turno a las cadenas mundiales de productos básicos para obtener
artículos de primera necesidad médica, como equipos de protección
(guantes y máscaras faciales), kits de pruebas y respiradores. Esto, junto
con la práctica de la logística “justo a tiempo” para eliminar los costos
de almacenamiento de estos artículos, ha llevado a una grave escasez,
incluso para los trabajadores de la salud. Los gobiernos nacionales fue-
ron advertidos repetidamente, no solo por sus propios epidemiólogos,
sino por organismos internacionales como la Organización Mundial
de la Salud, de que la agricultura industrial estaba aumentando dra-
máticamente la probabilidad (y frecuencia) de que los patógenos peli-
grosos emergieran y se convirtieran en epidemias generalizadas, y que
la desfinanciación de la salud pública y la falta de mantenimiento de
suficientes reservas de equipos de protección y medicina necesarios
exacerbaría tal catástrofe (Moody, 2020; Wallace, 2020a).
La posterior designación de trabajadores esenciales, cuando la falta
de preparación antes de la pandemia requirió cierres a gran escala en
muchos países, indica, además, cuán pocos gobiernos están realmente
preocupados por la salud pública. Por un lado, el personal médico y
otros trabajadores cuyos productos y servicios son esenciales se vieron
obligados a enfrentarse a la emergencia sin suficiente equipo de pro-
tección (Mendoza y Kruesi, 2020; Jacobs et al., 2020; Kitroeff y Villegas,
2020); y por el otro, las personas dedicadas a la seguridad, servicios
sanitarios o alimentación, entre otros, fueron casi olvidados, a pesar de
los riesgos a los que se enfrentaron al seguir prestando algunos de los
servicios más esenciales (Molano, 2020). También, la categoría “esen-
cial” se infló para incluir a innumerables trabajadores en industrias
cuyos productos son inequívocamente no esenciales durante una epi-
demia, así, se vieron obligados también a trabajar sin protección. Según
Wallace (2020a, pp. 37–38), esto ilustra cómo “los trabajadores son tra-
tados como carne de cañón ... no solo en el campo de batalla, sino en

Crisis globales y cambios locales: COVID-19 25


casa”, porque “si las fábricas que producen bienes no esenciales siguen
funcionando, eso significa que a la administración y a los sacos de di-
nero detrás de ellos no les importa”. A pesar de décadas de políticas
neoliberales que promueven la “flexibilidad laboral” y otras medidas,
muchos trabajadores parecen compartir los sentimientos de Wallace,
ya que proliferan los informes de luchas por la seguridad y mejores
condiciones laborales en todo el mundo.

MÉXICO EN LA COYUNTURA DE LA GLOBALIZACIÓN


NEOLIBERAL Y LA COVID-19

Las críticas al manejo de la pandemia COVID-19 en México pueden


ser difíciles de discriminar analíticamente en un ambiente de noticias
y redes sociales polarizado entre el obradorismo inquebrantable, por
un lado, y el oportunismo de derecha, por el otro. Estas dificultades se
agravan por la tendencia del presidente Andrés Manuel López Obrador
y sus aliados a afirmar que cualquier crítica independiente de la iz-
quierda está alineada o contribuye con los regímenes anteriores.
Aunque las comparaciones de las tasas de mortalidad entre países
están plagadas de imprecisiones, el hecho de que México llegó a ocu-
par el tercer lugar en defunciones, después de Estados Unidos y Brasil,
pero con la décima parte en tamaño total de la población, es motivo de
preocupación.3 Asimismo, la decisión de esperar hasta finales de marzo
de 2020 para implementar un encierro voluntario y luego suspenderlo
parcialmente a principios de junio, a pesar de las advertencias de los
funcionarios de salud —cuando el número de casos ni siquiera había
comenzado a estabilizarse— agravó aún más la estratificación social de
una epidemia que ya estaba perjudicando a la clase trabajadora y a los
más bajos de la jerarquía social (Iqbal, 2020; Associated Press, 2020).
A finales de agosto de 2020, la Organización Mundial de la Salud re-
portó una “diferencia” en la mortalidad debida a la COVID-19 en Méxi-
co, con hasta el doble de probabilidades de morir por infecciones para
las personas que viven en zonas empobrecidas, frente a las que viven en
zonas ricas (Organización de las Naciones Unidas [ONU], 2020).

3 En términos de mortalidad por millón, que intrínsecamente representa el tamaño de la


población, pero no otros factores demográficos, México ocupa el puesto 17 a nivel mun-
dial, o el primero en América Latina, con 1.514 muertes por cada millón de personas.
Estados Unidos reporta 1.665 muertes por millón y Brasil 1.347 muertes por millón.
Esto es según los datos reportados al 19 de marzo de 2021 (https://www.worldometers.
info/coronavirus/).

26 Respuestas institucionales
Tanto las cadenas de materias primas como las finanzas interna-
cionales desempeñan un papel central en la situación de México. Las
numerosas industrias del país –en regiones económicas, tales como el
Noreste, la Laguna, el Bajío, entre otras–, muchas de las cuales conti-
nuaron operando sin medidas de protección (Xinhua, 2020; Linthicum,
et al., 2020; Heras y Cuéllar, 2020), desempeñaron un papel central
en la continua propagación del virus entre la población (Hernández,
2020; Kotzev, 2020). En particular, tanto el gobierno estadounidense
como las corporaciones estadounidenses presionaron abiertamente a
México para que mantuviera las cadenas de productos básicos en fun-
cionamiento, independientemente de la cifra de mortalidad (Corchado
y Olivares, 2020). Por otro lado, la decisión de mantener las escuelas
cerradas mitigó potencialmente la propagación de la COVID-19 pero,
el haber confiado en las clases en línea en un país con grandes brechas
en el acceso a internet entre los sectores marginados (en lugar de sus-
penderlas por completo o buscar enfoques alternativos) ha sido criti-
cado por cubrir un ataque neoliberal en curso a la educación pública
(Aboites, 2020).
La decisión del gobierno mexicano de no suspender el programa de
austeridad y restar importancia, inicialmente, a la gravedad de la epi-
demia, mientras impulsaba la reapertura de la economía, suscitó duras
críticas (López, 2021). José Antonio Ocampo, presidente de la Comisión
Independiente para la Reforma del Impuesto Internacional de Corpo-
rativos (ICRICT), declaró en conferencia de prensa en junio de 2020
que “México es uno de los peores casos de América Latina en la gestión
de la crisis real” (Villanueva, 2020). Dada la forma antes mencionada
en que las instituciones financieras internacionales seguían utilizando
préstamos para imponer aún más políticas neoliberales, la decisión de
no asumir más deuda tenía cierta validez, sin embargo, el programa
defendido por el ICRICT no basaba el aumento del gasto en salud y
compensaba los efectos de la creciente crisis económica en los sectores
más empobrecidos, sino en el aumento de los impuestos sobre los in-
gresos corporativos (ICRICT, 2020; Ghosh, 2020).
En resumen, si bien las limitaciones estructurales impuestas a
México por su extrema dependencia de las cadenas de productos bá-
sicos y el turismo después de décadas de neoliberalismo limitaban sus
opciones para responder a la pandemia, la decisión de su gobierno de
intentar reducir algunos de los peores efectos del neoliberalismo sin
enemistarse con los intereses nacionales o extranjeros de la clase capi-
talista agravó la situación en la escala nacional.

Crisis globales y cambios locales: COVID-19 27


RECONOCIMIENTOS

Brian M. Napoletano dedica esta obra a la memoria de Gary Brown, su


padrino y uno de los millones de seres queridos que nos ha quitado
la pandemia. Los autores están agradecidos a John Bellamy Foster por
proporcionar sugerencias útiles para mejorar este manuscrito.

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Crisis globales y cambios locales: COVID-19 35


De la gobernanza global a la gobernanza
local: el papel de REDD+ en dos zonas de
implementación temprana en México

Jovanka Špirić1* y M. Isabel Ramírez2

RESUMEN

El uso del suelo es uno de los factores fundamentales del cambio climá-
tico, un problema ambiental que atraviesa todas las escalas geográficas.
El mecanismo Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación
Forestal (REDD+) surge para mitigar el problema del cambio climático
desde el sector forestal. México ha buscado fortalecer su gobernanza y
política ambiental a través del diseño e implementación de este meca-
nismo. A nivel nacional, REDD+ complementa la política forestal y los
acuerdos internacionales signados; a nivel de comunidades locales se ha
materializado a través de programas públicos y proyectos financiados
con fondos internacionales. El presente trabajo analiza cuáles han sido
los cambios inducidos por REDD+ en la estructura de gobernanza para
la formulación y diseño de políticas forestales y agrícolas a nivel subna-
cional y qué efectos ha tenido su implementación a nivel de comunida-
des locales. Nos enfocamos en dos estados de implementación temprana:
Campeche y Jalisco. Encontramos que, en el primero, el proceso estatal se
rige por un nivel de gobernanza regional, la Península de Yucatán; mien-
tras que en Jalisco se agrega un nivel intermunicipal. Las autoridades
ambientales estatales de Campeche e intermunicipales en Jalisco son
quienes toman las decisiones en las iniciativas REDD+. En ambos esta-
dos encontramos que los propietarios forestales seleccionaron solo pro-
gramas y proyectos que les otorgaran ingresos económicos directos, pues
para los actores locales no era prioridad si dichos proyectos contribuían
a incrementar los almacenes de carbono para mitigar el cambio climá-
tico, tal y como lo promueven las agencias internacionales y federales.

1 Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). Ciudad de México.


2 Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental. Universidad Nacional Autónoma
de México. UNAM-Morelia .
* Autora para correspondencia: jspiric@ciga.unam.mx

37
Palabras clave: gobernanza ambiental; políticas públicas; uso del suelo; desarrollo rural
sustentable; escalas geográficas

INTRODUCCIÓN

El uso del suelo es el resultado de decisiones humanas que se toman en


múltiples escalas, determinadas por una compleja interacción de con-
diciones sociales, demográficas, políticas, económicas, tecnológicas,
culturales y biofísicas (Geist et al., 2010). En un mundo caracterizado
por la desigualdad, los objetivos del uso del suelo de los diferentes acto-
res son también muy diversos y van desde la supervivencia individual y
familiar, la acumulación de poder y dinero, hasta privilegiar la calidad
ambiental (Malek et al., 2019).
Una forma de coordinar esa diversidad de intereses es a través de la
gobernanza ambiental. En términos generales, la gobernanza se refiere
al esfuerzo colectivo para decidir sobre un objetivo de interés público
y dirigir a la sociedad hacia ello; y a la configuración de valores y ac-
ciones a través de las políticas (Vallejo y Hauselmann, 2004). De tal
forma, la gobernanza ambiental hace énfasis en los factores políti-
cos, económicos y sociales relacionados con la toma de decisiones
formales e informales sobre el uso del suelo, y sobre la naturaleza en
general, y analiza las motivaciones, capacidades, coherencia y arre-
glos institucionales entre todas las escalas de esa toma de decisiones
(Bridge y Perreault, 2009).
Un mecanismo de gobernanza ambiental global con implicacio-
nes a nivel local es la Reducción de Emisiones por Deforestación y
Degradación Forestal más conservación ambiental, manejo sostenible
de bosques y aumento de reservas de carbono forestal (REDD+). Este
mecanismo surgió como una propuesta meramente técnica de incen-
tivos financieros para abordar el problema de la deforestación y la de-
gradación forestal en los países en desarrollo (Myers et al., 2018). Su
propósito ha sido contribuir en la mitigación del cambio climático y a
la vez generar otros impactos positivos tanto sociales (aliviar la pobre-
za) como ambientales (conservar la biodiversidad) (Convención Marco
de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático [CMNUCC], 2011;
Corbera y Schroeder, 2011). No obstante, a lo largo de su diseño, en nu-
merosas discusiones internacionales y ejercicios de implementación
temprana (a nivel nacional y proyectos piloto subnacionales), REDD+
se ha conceptualizado y analizado como una nueva forma de gober-
nanza ambiental multi-actor y multi-nivel. Para que funcione de manera

38 Respuestas institucionales
eficaz, REDD+ requiere de la alineación de los puntos de vista de una
amplia variedad de actores, en diferentes escalas geográficas, sociales y
políticas, para frenar la deforestación y la degradación forestal (Larson
y Petkova, 2011; Trench y Libert Amico, 2019).
A partir de ello surge la gobernanza nacional de REDD+, que se re-
fiere a todos los arreglos, políticas y procesos institucionales en to-
dos los niveles (nacional y subnacional, incluyendo regional, estatal,
intermunicipal, municipal, y de comunidades locales) para su diseño
e implementación en un país. Esta incluye: 1) procesos de planeación
y toma de decisiones (p.ej.: foros multi-actor, procesos colaborativos,
consultas); 2) marcos de políticas legales, institucionales y regulatorias
(p.ej.: políticas públicas, planes, programas, leyes, reglamentos y proce-
dimientos burocráticos forestales y de otros sectores de uso de suelo); y
3) arreglos institucionales para implementación y cumplimiento (p.ej.:
sistemas de distribución de beneficios, de información de salvaguardas
y de monitoreo, reporte y verificación) (Vatn y Angelsen, 2009; Vatn y
Vedeld, 2013).
Además de las reglas internacionales, el diseño e implementación
de REDD+ en el nivel subnacional está atravesado por los procedimien-
tos operativos de los actores financiadores, quienes tienen un papel
importante en el diseño de las políticas ambientales y promueven nue-
vas reglas sobre el manejo y uso de los territorios forestales (Torres et
al., 2020). Algunos beneficios de esta implementación se orientan a la
diversificación de actividades rurales sustentables para ampliar las fuen-
tes de ingresos de los hogares y mejorar la distribución de los beneficios
en nivel local (Bayrak y Marafa, 2016). Algunos ejemplos de estas activi-
dades son: el desarrollo de sistemas agroforestales, agrosilvopastoriles y
agroecológicos, el aprovechamiento forestal de bajo impacto, o la intensi-
ficación agrícola a pequeña escala con suministros orgánicos y semillas
nativas (Angelsen y Kaimowitz, 2001; Scoones, 2009).
Por lo tanto, es importante analizar el papel que REDD+, siendo un
proyecto de gobernanza global con implementación a nivel nacional,
ha tenido en la gobernanza forestal subnacional y sobre las acciones lo-
cales. De tal forma, la pregunta que guía el presente trabajo es: ¿cuáles
han sido los cambios inducidos por REDD+ en la estructura de gober-
nanza para la formulación y diseño de políticas forestales y agrícolas
a nivel subnacional en México y qué efectos ha tenido su implementa-
ción a nivel de comunidades locales? En particular nos enfocamos en
dos áreas de inversión inicial de actividades tempranas en los estados
de Campeche y Jalisco, abarcando el periodo que comprende la fase de
preparación para REDD+ (2008-2020).

De la gobernanza global a la gobernanza local... 39


Para analizar las interacciones del diseño de REDD+ de las institu-
ciones globales con las nacionales y subnacionales y examinar el papel
que los mecanismos de gobernanza y política global REDD+ juegan en
las realidades locales, recopilamos y analizamos datos de diferentes
fuentes: 1) documentos REDD+ estatales, intermunicipales, municipa-
les y de dos comunidades locales en el estado de Jalisco, seleccionadas
por las autoridades intermunicipales para pilotear el instrumento de
planeación de actividades forestales y agrícolas; 2) reglas de operación
y bases de datos oficiales de programas forestales; 3) 15 entrevistas se-
miestructuradas con algunos actores involucrados en el diseño e im-
plementación de REDD+ en nivel subnacional (estatal, intermunicipal
y municipal), incluyendo agencias forestales y agrícolas de gobierno,
Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) y academia; 4) cuatro gru-
pos focales y 18 entrevistas semiestructuradas con informantes clave
a nivel local, incluyendo las autoridades, líderes y miembros de los
grupos de diferentes actividades productivas en dos comunidades fo-
restales en el estado de Campeche, con experiencia en la implementa-
ción de varios programas forestales, incluyendo el pago por servicios
ambientales; y 5) la observación participativa en eventos sobre REDD+
para entender las características y dinámicas de los procesos y el inter-
cambio de información. La recopilación de datos ocurrió entre 2013 y
2020 durante varios proyectos de investigación (ver Agradecimientos).
La información recopilada se examinó mediante la técnica de análisis
de datos cualitativos conocida como “cortar y pegar”, donde se identifi-
can, compilan e interpretan los textos que tratan sobre un mismo tema,
obtenidos de los documentos y de las transcripciones de entrevistas y
eventos (Stewart et al., 2006).
Organizamos el texto en tres secciones: en la primera resumimos
los puntos clave del proceso y diseño internacional de REDD+ y cómo
se espera que éste se aplique en los niveles nacional, subnacional y lo-
cal; en la segunda detallamos el discurso dominante que ha permeado
los documentos oficiales del diseño nacional REDD+ en México (para
otros discurso REDD+ en México véase Špirić y Ramírez, 2019); y en la
tercera mostramos los resultados del análisis de los procesos de diseño
e implementación de REDD+ en nivel estatal (Campeche) e intermu-
nicipal (Jalisco), así como la experiencia en la planeación (Jalisco) e
implementación (Campeche) de REDD+ a nivel local.
De esta forma, explicamos cómo, siguiendo las reglas impulsa-
das desde el nivel internacional, las autoridades ambientales subna-
cionales han impulsado los cambios en la estructura de gobernanza
REDD+ para facilitar el diseño de políticas públicas que incorporen

40 Respuestas institucionales
diferentes experiencias, incluyendo las locales. Además, analizamos
los programas productivos forestales y agrícolas que han sido preferi-
dos en las comunidades locales de nuestra muestra (La Plomosa, en el
municipio de Tecalitlán; Zapotiltic, en Zapotiltic, Jalisco; Xmabén, en
Hopelchén, y La Mancolona, en Calakmul, Campeche). Finalmente,
explicamos por qué los programas REDD+ implementados en las dos
comunidades de Campeche no han logrado beneficiar a todos los gru-
pos y por qué la compensación económica por conservación forestal
y actividades productivas sustentables ha sido insuficiente para com-
petir con las actividades productivas de alta renta económica, como
la agricultura industrial.

REDD+: UN MECANISMO DE GOBERNANZA


AMBIENTAL GLOBAL

La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Cli-


mático (CMNUCC) sentó las bases para el diseño e implementación
de REDD+ en el 2005 y su arquitectura internacional se completó en
2015 (Cuadro 1). Durante ese periodo, varios países en desarrollo, apo-
yados por fondos multilaterales y bilaterales, entraron en la preparación
para REDD+ (fase 1) y comenzaron a desarrollar capacidades y arreglos
institucionales, estrategias nacionales y políticas públicas para su im-
plementación (fase 2) y pagos por resultados en la reducción de emisio-
nes (fase 3) (CMNUCC, 2011). De acuerdo con ello, las nuevas acciones
establecidas bajo REDD+ deben de garantizar su complementariedad
con otras políticas ambientales y de desarrollo, así como evitar efec-
tos sociales y ambientales negativos y maximizar los efectos positi-
vos. Para ello, se definieron las salvaguardas REDD+ que abarcan siete
principios; cuatro sociales: 1) complementariedad, 2) transparencia, 3)
respeto de los derechos de las comunidades indígenas y locales, y 4)
participación; y tres salvaguardas ambientales: 5) protección de la bio-
diversidad y los servicios ecosistémicos, 6) permanencia del carbono y
7) prevención del desplazamiento de las emisiones (CMNUCC, 2011).

De la gobernanza global a la gobernanza local... 41


Cuadro 1. Proceso y diseño internacional de REDD+

Decisiones Año Evento (documento)

Se presenta la idea de Reducción de Emisiones 2005 COP11, Montreal


por Deforestación (RED)

Se formaliza la idea de Reducción de Emisio- COP13, Bali


nes por Deforestación y Degradación forestal 2007 (Plan de Acción Bali)
(REDD)

Se añaden la conservación, el manejo sostenible


de bosques y el aumento de reservas de carbo- 2008 COP14, Poznan
no forestal (REDD+)

Se asientan las bases de diseño e implementación 2010 COP16, Cancún


de REDD+ (tres fases y sietes salvaguardas) (Acuerdos de Cancún)

Se requisita el reporte de salvaguardas a través


de un Sistema de Información de Salvaguardas 2011 COP17, Durban
(SIS) para acceder a un financiamiento

Se asientan las directrices técnicas y meto-


dológicas del nivel nacional de referencia de 2013 COP19, Varsovia
emisiones forestales y del sistema de Monito- (Marco de Varsovia)
reo, Reporte y Verificación (MRV)

Se acepta un enfoque mixto de financiación Reunión de la


(fondos públicos, privados, mercados, platafor- 2015 CMNUCC, Bonn
mas multilaterales y bilaterales)

Se otorga la posibilidad de que las partes vo-


luntariamente adopten “enfoques cooperativos
que entrañen el uso de resultados de mitigación 2015 COP21 Paris
de transferencia internacional para cumplir con (Acuerdos de París)
las contribuciones determinadas
a nivel nacional” (Art. 5), incluyendo REDD+

42 Respuestas institucionales
De acuerdo con el CMNUCC (2011), los países que suscriban REDD+
deben aplicarlo desde un enfoque nacional, bajo el argumento de que
la contabilidad centralizada de las reducciones de emisiones evita la
doble contabilización y aumenta la responsabilidad de gobiernos na-
cionales (Voigt y Ferreira, 2015). No obstante, el enfoque subnacional
se reconoce como una medida provisional hacia la implementación
nacional (CMNUCC, 2011). En el contexto de REDD+, lo subnacional
puede referirse a 1) unidades administrativas o jurisdiccionales subor-
dinadas al Estado nación (p.ej.: estados, regiones, provincias, condados,
distritos, municipios); o a 2) ecosistemas, paisajes o unidades naturales
donde se implementa REDD+ (p.ej.: cuencas, corredores biológicos, va-
lles, zonas montañosas, etc.) (Secco et al., 2014).
La implementación subnacional de REDD+ es un eslabón entre la
ejecución nacional y los proyectos piloto en bosques tropicales, realiza-
dos por comunidades forestales (propietarios y poseedores de bosques),
OSC y el sector privado a nivel local. Estos últimos funcionan según
sus propias reglas; algunos venden los créditos de carbono a través del
mercado voluntario (Angelsen et al., 2012), mientras otras iniciativas
promueven beneficios aparte del carbono (tenencia, capacitación, mo-
nitoreo, etc.). El nivel subnacional es donde deberían ocurrir los procesos
de adaptación de los modelos y propuestas internacionales a las realida-
des locales (downscaling), y de incorporación de las experiencias exito-
sas de los proyectos piloto implementados en nivel local en los diseños
de mecanismos y políticas nacionales (upscaling) (Corbera y Schroeder,
2011; Newig y Moss, 2017; Montoya-Zumaeta et al., 2021).
Las políticas públicas de varios sectores relacionados con los
recursos forestales en los diferentes niveles de gobierno (nacional,
estatal, municipal) deben estar diseñadas para cumplir con el tri-
ple objetivo de REDD+: reducir emisiones de carbono y proveer be-
neficios sociales y ambientales. Así mismo, para lograr un objetivo
más amplio, como puede ser el desarrollo rural sustentable, las po-
líticas públicas deben estar integradas entre sí (integración horizon-
tal) y entre diferentes niveles de organización (integración vertical)
(Briassoulis, 2004).
Dichas políticas deben ser sensibles a las necesidades locales y te-
ner en cuenta las múltiples dimensiones económicas, sociales y am-
bientales del territorio (Skutsch et al., 2015). La inclusión de actores
locales y el grado de influencia que estos puedan tener en las decisio-
nes sobre el diseño de REDD+ depende de la voluntad y capacidad de
los gobiernos, quienes las gestionan a través de diferentes procesos
de participación y consulta (Hemmati, 2002; Vallejo y Hauselmann,

De la gobernanza global a la gobernanza local... 43


2004). No obstante, en muchos casos, las políticas públicas cargan con
una inercia que no les permite adaptarse, o no lo suficientemente rápi-
do, a los acuerdos internacionales y a las cambiantes condiciones loca-
les (Cejudo y Michel, 2016).
El diseño de mecanismos de distribución de beneficios REDD+
depende de las circunstancias de cada país. Influyen los arreglos ins-
titucionales, la cultura política, las capacidades y los marcos legales,
la propiedad de los derechos de carbono, la cantidad de beneficios po-
tenciales, el tipo de políticas y medidas y los actores involucrados en
la toma de decisiones (Vatn y Vedeld, 2011). La equidad distributiva
plantea garantizar que no haya disparidad en la repartición de benefi-
cios y costos de REDD+ entre las partes interesadas y que haya un im-
pacto social positivo percibido por la mayoría de estos (Di Gregorio et
al., 2013). Los beneficios de REDD+ se pueden compartir verticalmente,
a través de escalas geográficas (p.ej.: entre gobiernos nacionales y loca-
les), u horizontalmente, dentro de la misma escala geográfica (p.ej.: de
manera intra e intercomunal) (Lindhjem et al., 2010).

CONTEXTO NORMATIVO DE REDD+ A NIVEL


NACIONAL EN MÉXICO

En 2017, México publicó su Estrategia Nacional REDD+ (ENARE-


DD+ 2017-2030), después de varios años de discusión a través de
foros multi-actor, como el Consejo Técnico Consultivo REDD+
(CTC-REDD+) y una consulta pública. Tanto los foros como la con-
sulta REDD+ fueron organizados principalmente para cumplir con
los requisitos de las agencias financieras internacionales para poder
pasar a la fase 2 implementación y, según algunos de sus participan-
tes, presentaron las deficiencias de legitimidad procedural (Špirić,
2018; Špirić et al., 2019).
Los objetivos de la ENAREDD+ están encaminados hacia el de-
sarrollo rural sustentable, considerando una perspectiva de inte-
gralidad, transversalidad y enfoque de paisaje. Esto se traduce en la
integración de las actividades de los diversos sectores económicos,
sociales y de conservación a nivel local de los territorios rurales fo-
restales. Aunque se habla del Manejo Integrado del Territorio, seña-
lado como sinónimo de Manejo Integrado del Paisaje, tanto territorio
como paisaje se ven como conceptos en los que se integran las con-
diciones sociales y naturales a escala de las comunidades locales y
no como categorías de análisis e implementación. Para ello se han
delimitado otras unidades ambientales, como cuencas hidrológicas

44 Respuestas institucionales
o corredores biológicos. Aunque estas unidades ambientales de im-
plementación agrupan territorios de varias comunidades, la contabi-
lidad de la reducción de emisiones se hace de acuerdo con unidades
administrativas y jurisdiccionales (estados, regiones, municipios)
(Comisión Nacional Forestal [CONAFOR], 2017a).
En México, los titulares formales de los derechos a la tierra, sus
bosques y aguas son los propietarios individuales y los miembros de
sistemas colectivos de tenencia de la tierra (comuneros, ejidatarios,
posesionarios o avecindados), aunque la Nación retiene el derecho de
imponerles las modalidades que dicte el interés público (Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos [CPEUM], 1992, Art. 27). De
acuerdo con la ENAREDD+ (CONAFOR, 2017b), la legislación gene-
ral que la respalda, los propietarios y poseedores también tendrán los
derechos de propiedad sobre las reservas de carbono y las ganancias
resultantes de las actividades de conservación y reforestación, o del
manejo sostenible de los bosques en sus respectivas tierras. Sin em-
bargo, existen limitaciones técnicas para atribuir las reducciones de
emisiones que resulten de la deforestación y la degradación forestal
evitadas a un propietario o poseedor dentro de determinada unidad
ambiental. De tal forma, el ingreso monetario por los créditos de car-
bono que se generen por evitar dichos procesos de pérdida forestal será
propiedad del gobierno, quien lo redireccionará a los actores locales en
forma de subsidios (CONAFOR, 2017b).
En 2010, para probar diferentes instrumentos de política pública y
arreglos institucionales para REDD+ en nivel subnacional, la Comisión
Nacional Forestal (CONAFOR) implementó los Programas Especiales
REDD+ en áreas prioritarias para “acciones tempranas” (Campeche,
Chiapas, Jalisco, Yucatán y Quintana Roo) y designó áreas de replicabi-
lidad (Oaxaca, Michoacán y el Estado de México) (CONAFOR, 2015a;
CONAFOR, 2017a). Los créditos de carbono resultantes se venderían al
Fondo de Carbono del Forest Carbon Partnership Facility (FCPF, un ór-
gano del Banco Mundial) a través de la Iniciativa de Reducción de Emi-
siones (IRE) (2018-2023).
La IRE tiene por objetivo promover la coordinación de políticas
agropecuarias y forestales y probar un modelo de pagos por resultados
(CONAFOR, 2017a). En el nivel subnacional (estatal o intermunicipal),
la IRE incluye la elaboración del “Programas de Inversión” (PI), docu-
mento de política pública que complementa la ENAREDD+ con los de-
talles sobre las actividades y el sistema de distribución de beneficios.
A nivel de comunidades locales, la IRE contempla la elaboración de un
instrumento de planeación de actividades forestales y agrícolas a cin-

De la gobernanza global a la gobernanza local... 45


co años (P-Predial)3, promovidas con los programas gubernamentales4
(CONAFOR, 2016).
Las actividades promovidas en los programas forestales de CONA-
FOR como parte de las acciones tempranas se pueden agrupar en
cuatro tipos: 1) pago por servicios ambientales (PSA), 2) restauración
forestal y reforestación, 3) elaboración de estudios, como evaluación
del impacto ambiental o planes de gestión de la vida silvestre, entre
otros, y 4) aprovechamiento de productos forestales maderables y no
maderables. Además, los Programas Especiales (2012-2015) introducen
tres nuevos componentes: a) prevención de incendios, b) actividades
productivas innovadoras como agrosilvicultura, sistemas silvopasto-
riles y manejo de acahuales (bosque secundario, en regeneración), y
c) gobernanza local, que incluye promotores forestales, P-Predial, ta-
lleres y capacitaciones (CONAFOR, 2015a; Deschamps Ramírez et al.,
2015). Las actividades agrícolas elegibles para ser implementadas bajo
REDD+ están detalladas en los PI de cada área temprana.
A partir del tercer año de implementación de la IRE, los pagos co-
rrespondientes serán transferidos del FCPF a un Fondo Nacional5 y de
allí a fondos subnacionales en proporción a la contribución de cada
región o estado y finalmente a los beneficiarios locales en forma de
incentivos para seguir realizando actividades REDD+. Según la ENA-
REDD+ y la IRE, las actividades REDD+ de México deben garantizar
una distribución transparente y equitativa de los beneficios entre los
propietarios de bosques (CONAFOR, 2017). La forma en la que se distri-
buirán los beneficios REDD+ dentro de las comunidades (intracomunal)
se decidirá a nivel local (CONAFOR, 2016, 2017). No obstante, la distri-
bución de beneficios en las comunidades se consensa en la asamblea,
que representa principalmente los intereses de los comuneros/ejida-
tarios y menos de otros grupos como son los avecindados, mujeres o
jóvenes (Avalos et al., 2020). Por lo tanto, es positivo que la estrategia
y los PI también reconozcan a mujeres, jóvenes, ancianos, indígenas y
personas que no poseen derechos agrarios como “grupos de atención
específica” y contemplen actividades concretas para asegurar su parti-
cipación efectiva en REDD+ (CONAFOR, 2017).

3 Originalmente el P-Predial fue diseñado por CONAFOR e incluye sólo actividades fo-
restales.
4 Fue planeado que las actividades comenzaran a implementarse en el año 2018 (CONA-
FOR, 2017a).
5 Fondo Forestal Mexicano (FFM) creado en 2003 por mandato de la Ley General de
Desarrollo Forestal Sustentable (2020).

46 Respuestas institucionales
La compraventa de los créditos de carbono entre el gobierno de Mé-
xico y el FCPF estaría regulada con el Acuerdo de Pago por Reducciones
de Emisiones (ERPA), un acuerdo que presentó varias dificultades para
su formalización tanto en México como en otros países y obligó a que
el Fondo de Carbono del FCPF se extendiera por cinco años más (2020-
2025) (FCPF, 2018). Aún no se explica quién y cómo será recompensa-
do por el aumento de carbono forestal resultado de las actividades más
implementadas con la IRE, ni tampoco de dónde provendrá el dinero
para REDD+ después de la conclusión de la IRE en 2023. Hasta ahora
no se han efectuado los pagos, dado que México no ha firmado el ERPA
por las limitaciones de poder legal y capacidades de CONAFOR para
representar el país en un contrato internacional.
En cuanto a los beneficios sociales y ambientales, la ENAREDD+
incluye referencias a las salvaguardas internacionales, además de
una serie de principios contenidos en la legislación nacional. Los PI
contienen las secciones sobre las salvaguardas sociales y ambientales
incluyendo los principales riesgos y co-beneficios de las actividades
propuestas (CONAFOR, 2015b). También se ha diseñado e implemen-
tado el SIS (Sistema de Información de Salvaguardas) mientras que los
riesgos identificados con la implementación de la IRE se deben abor-
dar a través de los Planes Estatales de Salvaguardas (PES) (CONAFOR,
2017, 2018).
Adicionalmente, la Alianza REDD+ México (MREDD+), una coali-
ción de organizaciones no gubernamentales (ONGs) internacionales
y nacionales6, financiadas por la Agencia de los Estados Unidos para
el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), apoyó el
proceso de preparación e implementación de REDD+ en los estados de
Campeche, Oaxaca, Chihuahua, Estado de México y Michoacán (2010-
2016). Por lo tanto, REDD+ se ha materializado en escala local (comu-
nidades rurales forestales) en México a través de políticas públicas
nacionales diseñadas en el proceso formal liderado por la CONAFOR,
de acuerdo con las indicaciones internacionales de la CMNUCC y me-
diante proyectos piloto subnacionales implementados con los financia-
mientos del FCPF del Banco Mundial y la Alianza M-REDD+, quienes
se pueden considerar como socios desarrolladores e implementadores
(CONAFOR, 2016).

6 Rainforest Alliance (RA), The Nature Conservancy (TNC), Woods Hole Research Center
(WHRC), y Espacios Naturales y Desarrollo Sustentable (ENDESU).

De la gobernanza global a la gobernanza local... 47


GOBERNANZA REDD+ SUBNACIONAL 2008-2020

Gobernanza REDD+ en Campeche

a) Nivel estatal
El Consejo Técnico Consultivo de REDD+ en Campeche (CTC-Cam)
(2011) modelado en CTC-REDD+ nacional, de conformidad con las in-
dicaciones internacionales, fue el principal foro consultivo multiactor
para la elaboración de la Estrategia Estatal REDD+ de Campeche (EERE-
DD+Cam, 2015). En este foro participaron actores de gobierno, OSC, aca-
demia, comunidades locales y representantes de los sectores productivos
de cada municipio. No obstante, algunos de sus participantes lo critica-
ron por seguir procesos dictados por las autoridades y por no garantizar
la representación equilibrada y sustantiva de todos los sectores, ni su
participación significativa en la toma de decisiones (Špirić, 2018).
El Programa de Inversión (PI-Cam) (2016) fue elaborado por un
equipo de consultores y autoridades ambientales en talleres con miem-
bros y autoridades de comunidades locales y grupos organizados de
productores y en foros que, además de autoridades locales, incluyeron
representantes del sector ambiental del gobierno estatal y nacional,
OSC y académicos (Monzón-Alvarado et al., 2016). Se siguieron proce-
dimientos participativos cuyos diseños tuvieron adecuaciones realiza-
das por los equipos de consultores a las condiciones locales de acuerdo
con su conocimiento e interpretaciones, tal y como Cano Castellanos
(2018) explica en el caso de estado de Chiapas. PI-Cam fue autorizado
por el Grupo de Trabajo REDD+ (GTREDD+) de la Comisión Intersecre-
tarial de Cambio Climático de Campeche (CICC-Cam). A pesar de ser el
principal foro multiactor sobre REDD+ en Campeche, el CTC-Cam solo
validó la versión final del PI-Cam, pero no se involucró activamente en
su elaboración (Špirić y Ramírez, 2021).
También existe una estructura parecida a nivel regional de la Pe-
nínsula de Yucatán (Figura 1). Dentro de ésta se destaca el Comité de
Salvaguardas REDD+ de la Península de Yucatán (2016), que emite
recomendaciones sobre las salvaguardas REDD+ e incluye actores de
gobierno de diferentes niveles y sectores, comunidades locales, grupos,
organizaciones, personas físicas, OSC y academia. El Comité está arti-
culado con la Comisión Regional de Cambio Climático de la Península
de Yucatán (CCPY), la responsable de coordinar las iniciativas de miti-
gación y adaptación al cambio climático en la región, y con el Consejo
Técnico Consultivo REDD+ de la Península de Yucatán (CTC-RED-
D+-PY) y de Campeche (CONAFOR, 2018; CCPY, 2022).

48 Respuestas institucionales
Figura 1. Intercambio de información entre los principales actores y foros REDD+ y actividades implementadas a nivel de
comunidades locales en el estado de Campeche en 2018. El grosor de la flecha representa el nivel de intensidad del intercambio

De la gobernanza global a la gobernanza local...


49
A diferencia de los Programas Especiales que se enfocan en las ac-
tividades forestales, los PI-Cam incluyen actividades productivas y de
conservación tanto en el sector forestal como agrícola (Cuadro 2).
Las actividades forestales en el PI-Cam serían implementadas con
programas de CONAFOR y de la Secretaría de Medio Ambiente, Bio-
diversidad y Cambio Climático, Campeche (SEMABICC). Aunque el
nivel estatal de Desarrollo Rural (SDR) no participó en la elaboración
de PI-Cam, desde 2018 ha organizado la llamada “Mesa redonda para
la construcción de una visión territorial compartida”, como un espa-
cio informal para diseñar las actividades agrícolas y pecuarias junto
con las agencias ambientales estatales y federales y una OSC, imple-
mentando proyectos sustentables locales, como parte del objetivo de
IRE de la integración de la política agropecuaria con la forestal. Las
decisiones tomadas en la “Mesa redonda” se comunican con el grupo de
trabajo REDD+ del Consejo Forestal del Estado de Campeche (GTRED-
D+COEF-Cam), un foro multi-actor presidido por SEMABICC (Špirić y
Ramírez, 2021). La elaboración de P-Predial debería ayudar a alinear
varios programas forestales y agrícolas implementados a nivel local.
Los programas federales agropecuarios de la Secretaría de Agricultura
y Desarrollo Rural (SADER, antes SAGARPA) no han sufrido cambios
(Špirić y Ramírez, 2021).

50 Respuestas institucionales
Cuadro 2. Actividades propuestas para cumplir los objetivos de IRE en Campeche
(Monzón-Alvarado et al., 2016)

Forestal Agrícola
Agricultura de conservación
(intensificación sustentable,
Pago por servicios ambientales uso de semillas criollas y
(hidrológicos y biodiversidad) biofertilizantes)
Conservación Apicultura
(diversificación y aumento de los
ingresos del bosque y acahuales,
cría de abejas meliponas)

Sistemas silvopastoriles
(mejora de las condiciones de
Manejo forestal maderable ganado y de ambiente)
y no maderable Huertos intensivos en traspatios
(manejo sustentable de los (viveros y huertos con especies
Productivas recursos) de valor comercial y cultural,
Reconversión productiva producción de composta y
de acahuales biofertilizantes)
(reforestación productiva o Milpa mejorada
enriquecimiento) (prácticas agroecológicas,
modelos agroforestales,
manejo de fuego)

Proyectos productivos para aumentar ingresos


(huertos, vivero, productos maderables y no maderables, ecoturismo
para emplear mujeres, jóvenes y personas sin derecho agrario)
Fortalecimiento de la gobernanza local
Social (mejorar capital social y humano, desarrollar instrumentos de planea-
ción, incluyendo P-Predial)
Fortalecimiento de instrumentos regulatorios
(planes de desarrollo y ordenamientos regionales y municipales para
asegurar permanencia de otras actividades)

De la gobernanza global a la gobernanza local... 51


En 2018 las actividades IRE todavía no se habían implementado. En
el nivel municipal, las autoridades ambientales municipales y repre-
sentantes de los sectores productivos que participaron en COEF-Cam
y CTC-Cam trajeron REDD+ a las discusiones de los Consejos Munici-
pales para el Desarrollo Rural Sustentable (COMUNDERS). Además, el
proceso REDD+ ha incentivado la elaboración de Programas de Orde-
namiento Ecológico Territorial (POET) en varios municipios (Špirić y
Ramírez, 2021).
Desde 2015 Campeche es miembro del Grupo de Trabajo de Go-
bernadores por el Clima y los Bosques (GCF). Con ello, el estado de
Campeche se está preparando para participar en el mercado volunta-
rio de carbono de California y ha obtenido recursos para elaborar una
herramienta electrónica para la generación del Plan de Atención de
Salvaguarda (PAS), a pesar de que el estado todavía no cuenta con PES.
Además, el proyecto “La implementación de Estrategias Estatales de
REDD+ y de los Planes de Inversión” apoyado financieramente por el
Gobierno de Noruega y el Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD), fue ejecutado por The Nature Conservacy (TNC).
No obstante, la implementación de la IRE se vio afectada por las sus-
pensiones del financiamiento para las actividades relativas al cambio
climático tanto por los recortes presupuestales a la CONAFOR como al
financiamiento internacional a TNC.

b) Nivel local
A nivel local investigamos dos comunidades ubicadas en dos munici-
pios de Campeche: Xmabén, Hopelchén, que es tanto área de acciones
tempranas como área de IRE; y La Mancolona, Calakmul, también par-
te del área de acciones tempranas y ubicada en la zona de amortigua-
miento de la Reserva de Biosfera Calakmul (RBC). Aquí presentamos
un resumen de los resultados del análisis a nivel local contenidos en
Špirić et al., (2021).
Xmabén cuenta con 216 ejidatarios (11 son mujeres) que compar-
ten los derechos sobre un territorio de 31,725 ha (Méndez-López et
al., 2015). Además, alrededor de 80 familias tienen contratos de usu-
fructo de hasta 2 ha de área productiva ejidal a cambio de trabajo
comunitario. Las principales actividades de ingresos son: agricultu-
ra tradicional, apicultura, ganadería mayor, agricultura mecanizada
y aprovechamiento forestal, todas apoyadas con subsidios guberna-
mentales. La agricultura mecanizada también funciona a través de
licencias contractuales con agricultores industriales de las colonias

52 Respuestas institucionales
menonitas vecinas7 (Špirić y Ramírez, 2022). Además, la población
local obtiene otros recursos del bosque para autoconsumo, como leña
para cocinar, madera u otro material forestal para la construcción, y
animales silvestres que son cazados para obtener su carne.
En 2013 los entrevistados de Xmabén consideraron que las ac-
tividades de REDD+ debían apoyar principalmente las actividades
productivas, en particular el equipo para optimizar la agricultura me-
canizada, la agroforestería silvopastoril en parcelas individuales y la
apicultura. Además, comentaron que lo pagos de PSA8 deberían ser
más altos y que debería permitirse la caza en estas áreas. La única ac-
tividad que no les gustó por su baja efectividad fue la reforestación en
grandes áreas colectivas.
El Programa Especial REDD+ para la Península de Yucatán (PEPY)
se implementó en Xmabén en 2012 y 2013 e incluyó actividades de
PSA, agroforestería y gobernanza forestal local. Estas actividades no tu-
vieron el éxito que se esperaba: PSA solo impulsó una reducida amplia-
ción del área de Pago por Servicios Hidrológicos (PSAH) existente; el
programa de agroforestería únicamente se implementó en 2013, dado
que al año siguiente el monto ofrecido se redujo tanto que el segundo
grupo de ejidatarios decidió no participar; la asamblea ejidal no aprobó
las nuevas versiones del reglamento interno, ni tampoco fue exitosa la
elaboración de P-Predial, pues solo los ejidatarios tenían acceso a los
beneficios, mientras que las personas sin derecho agrario únicamente
podían participar de manera indirecta como jornaleros.
En 2015 Xmabén recibió subsidios para actividades de manteni-
miento en áreas de aprovechamiento forestal y para promotor forestal.
En 2016 el ejido participó en la consulta ENAREDD+ y en la elabora-
ción de PI-Cam. No obstante, durante el periodo 2016-2019 suspendie-
ron las actividades de aprovechamiento forestal y decidieron ampliar
la superficie designada para actividades productivas y vender otra por-
ción de su terreno forestal (4.066 ha) a la comunidad menonita vecina.
La preferencia para ampliar la superficie de su territorio dedicada
a actividades agrícolas estuvo reforzada tanto por factores políticos
(subsidios del gobierno estatal) como no políticos (la cercanía de los
menonitas). Lo anterior pone en evidencia que, aunque las activida-
des incluidas en los PI de la IRE respondan a las preferencias y ne-
cesidades locales, la eficacia de su implementación dependerá de su

7 En 1999, el ejido de Xmabén vendió 5.669 ha del bosque a familias menonitas, un


grupo religioso cristiano de agricultores industrializados (Porter-Bolland et al., 2008).
8 De 2004 a 2009, Xmabén participó en el programa federal PSAH con 3.451 ha (Mén-
dez-López et al., 2015).

De la gobernanza global a la gobernanza local... 53


diseño, focalización e integración con las políticas de otros sectores
con impacto territorial. Además, estas actividades deberían resultar
económicamente viables para que los costos de oportunidad de pro-
ducción agrícola puedan ser cubiertos, ya sea impulsada por el go-
bierno o motivada por otros actores a nivel local. Por ejemplo, el área
comunal ejidal vendida a los menonitas estaba previamente bajo el
programa de PSA. De acuerdo con la cultura menonita, la de agricul-
tores industriales, esta área está destinada a cambio de uso de suelo
forestal a agrícola.
Nuestro segundo caso de estudio en Campeche es La Mancolona,
en el municipio de Calakmul. Esta comunidad está habitada por apro-
ximadamente 480 personas que viven en 90 hogares (Méndez-López
et al., 2015). La comunidad incluye un territorio de 5200 ha dividi-
do entre 98 pequeñas propiedades privadas individuales (33 pertene-
cientes a mujeres) con alrededor de 50 ha cada una. Además, en esta
comunidad habitan 29 familias sin derecho agrario (Conservación Co-
munitaria [CONSERVCOM], 2010). Las actividades principales son la
siembra de milpa, la apicultura, el trabajo remunerado en viveros, los
pagos PSAH,9 la producción de pimienta gorda y la cría de ganado. Un
grupo de hombres y mujeres participan en el centro ecoturístico local
relacionado con la RBC. Las familias también aprovechan el bosque
para autoconsumo: cazan, usan leña y madera y recolectan productos
forestales no maderables.
En 2013 los entrevistados de La Mancolona consideraron que
REDD+ debería apoyar sus actividades productivas y de conservación,
en particular agroforestería y PSA. Respecto a los PSA, sugirieron con-
tratos más largos, un aumento en los pagos anuales y apelaron a la no
restricción en la caza ni la recolección de leña. También consideraron
que la reforestación debería ser realizada en áreas de PSA como una
actividad generadora de recursos no monetarios (madera y productos
no maderables).
La única actividad implementada con el PEPY en La Mancolona fue
el PSA de Biodiversidad (2016-2021), que benefició a un grupo de 20
propietarios. El bajo número de programas implementados en esta co-
munidad se debe a la reducción de los fondos del PEPY al municipio de
Calakmul y a que no fue seleccionado como área de implementación de
IRE debido a su baja tasa de deforestación. La mayoría de los entrevis-
tados enfatizaron las condiciones biofísicas y la falta de infraestructura
como limitantes para el desempeño efectivo de la agricultura mecani-

9 Un grupo de 38 propietarios participó en PSAH (2010-2015) como conjunto de predios.

54 Respuestas institucionales
zada, no obstante, la producción mecanizada de maíz fue reportada en
una quinta parte de los hogares entrevistados en 2019. Esta producción
contó con el apoyo del gobierno municipal, pero dadas las característi-
cas del programa (maquinaria pesada, semillas hibridas, insumos inor-
gánicos) no se puede calificar como diversificación sustentable.

Gobernanza REDD+ en Jalisco

a) Nivel estatal
La Secretaría de Ambiente y Desarrollo Territorial (SEMADET) lide-
ró los talleres multi-actor para la elaboración de una Estrategia Esta-
tal REDD+ (EEREDD+-Jal). Los talleres estuvieron conformados por
autoridades forestales y agrícolas, miembros de la academia, OSC y
representantes del Banco Mundial. La EEREDD+Jal fue aprobada en
2017 por el grupo de trabajo REDD+ (GTREDD+Jal) de la Comisión
Intersecretarial de Cambio Climático de Jalisco (CICC-Jal), el princi-
pal organismo para REDD+ en el estado. El mismo año se estableció el
CTC-REDD+ en Jalisco (CTC-Jal) y desde entonces emite recomenda-
ciones al GTREDD+Jal (Špirić y Ramírez, 2021).
En Jalisco, las Juntas Intermunicipales de Medio Ambiente (JI-
MAs), un modelo de gobernanza descentralizado basado en acuerdos
entre varios municipios de una misma cuenca hidrológica, juegan un
papel importante en la gobernanza estatal REDD+, vinculando a las
autoridades municipales con las estatales, a pesar de las limitaciones
presupuestales y cortos periodos administrativos (véase también Cano
Castellanos y Lazos Chavero, 2017; Bee, 2019). Las JIMAs juegan el pa-
pel de agente público de desarrollo territorial (APDT), un organismo
descentralizado a cargo de ayudar el desarrollo rural integrado coordi-
nando los tres niveles de gobierno en la implementación de REDD+ en
regiones IRE. En Jalisco hay cuatro JIMAs, la del Río Ayuquila (JIRA), la
del Río Coahuayana (JIRCO), la de la Sierra Occidental y Costa (JISOC)
y la de la Costa Sur (JICOSUR), que juntas conforman la totalidad del
área de acción temprana REDD+ y de la IRE (Figura 2).
En 2015, a través de los talleres con actores locales, cada junta ela-
boró su PI. Por ejemplo, las actividades de REDD+ enumeradas en PI
de JIRCO (2016) incluyen una amplia gama de incentivos y medidas
habilitadoras del Programa Especial para Cuencas Costeras de Jalisco
(PECCJ), como la conservación y las actividades productivas en los sec-
tores forestal y agrícola (Cuadro 3).

De la gobernanza global a la gobernanza local... 55


Figura 2. Intercambio de información entre los principales actores y foros REDD+ y actividades implementadas a nivel de

56
comunidades locales en el estado de Jalisco en 2020. El grosor de la flecha representa el nivel de intensidad del intercambio

Respuestas institucionales
Cuadro 3. Actividades propuestas para cumplir los objetivos de IRE en la Junta
Intermunicipal del Río Coahuayana (JIRCO) en Jalisco (JIRCO,2015)

Forestal Agrícola
Pago por Servicios Ambientales /
Conservación (hidrológicos y biodiversidad)
Manejo forestal sustentable
y de vida silvestre Sistemas silvopastoriles
(manejo sustentable de los intensivos (mejorar el área y la
recursos) actividad ganadera)
Proyectos productivos para Mejoramiento del sistema de
Productivas aumentar el ingreso producción de milpa
(para mujeres, jóvenes y otros (prácticas agroecológicas, mo-
individuos sin derechos, actividades delos agroforestales)
productivas relacionadas con los
bosques)
Fortalecimiento de gobernanza local
(capital social y humano, instrumentos de planeación, P-Predial)
Social Fortalecimiento de instrumentos regulatorios
(asegurar permanencia de actividades con planes de desarrollo y orde-
namientos regionales y municipales)

La Secretaría de Agricultura diseñó el programa de sistemas in-


tensivos silvopastoriles y agroforestales (SSPI) y los implementó entre
productores ganaderos experimentados. Las JIMA se encargaron de dis-
tribuir la convocatoria, recibir las solicitudes, certificar el predio como
“manejado de manera sustentable” y brindar asistencia técnica a los
participantes de los SSPI. Las JIMA también implementaron programas
de agricultura tradicional. Por su parte, la Secretaría de Desarrollo e
Integración Social (SEDIS) del estado financió viveros como proyectos
productivos para mujeres y jóvenes (Špirić y Ramírez, 2021).
Las actividades PSA se desarrollaron con apoyo de fondos guber-
namentales concurrentes y las iniciativas de reforestación y control de
plagas forestales se implementaron por el Fideicomiso del Programa de
Desarrollo Forestal (FIPRODEFO). Además, el FIPRODEFO junto con
SEMADET y otras autoridades agrícolas y de planificación territorial
diseñaron el P-Predial de Desarrollo Integral de Mediano Plazo (P-Pre-
dial-Jal) y promovieron otras actividades de fortalecimiento de la go-
bernanza local. P-Predial-Jal de desarrollo integral de los propietarios
y poseedores de los recursos forestales debe contener el diagnóstico
ambiental, económico y social, así también como las alternativas de

De la gobernanza global a la gobernanza local... 57


reducción o solución a los problemas detectados en un mediano plazo
(5 años) (Špirić y Ramírez, 2021). Jalisco también es miembro y recibe
apoyo financiero de la iniciativa GCF, incluyendo la elaboración del
PAS de acuerdo con su PES (SEMADET y FIPRODEFO, 2017).

b) Nivel local
En 2018 P-Predial-Jal fue piloteado en dos comunidades por cada JIMA.
En la JIRCO se seleccionaron dos ejidos: La Plomosa (administrativa-
mente en los municipios de Pihuamo y Tuxpan y geográficamente en-
tre Tecalitlán y Tuxpan) y Zapotiltic (en los municipios de Zapotiltic
y Tuxpan).
La Plomosa cuenta con 111 habitantes; de estos, 33 son ejidatarios
(6 son mujeres) y tienen derecho sobre 891 ha, la mayoría es tierra
parcelada. Las principales actividades de ingresos son: ganadería en
pastizales inducidos y agricultura mecanizada de temporal y de rie-
go para caña de azúcar, agave y maíz, todo ello apoyado con subsidios
gubernamentales. Los tres usos del suelo con mayor superficie son: la
ganadería (67 por ciento), el forestal, en fragmentos de bosque de en-
cino y encino-pino (14 por ciento), y los cultivos de caña (8 por ciento).
El ejido no cuenta con un programa de manejo o producción forestal ni
de aprovechamiento no maderable. El desmonte y la expansión de pra-
deras para ganado es el proceso dominante de cambio de uso del suelo.
En las entrevistas con las autoridades ejidales, recorridos y ta-
lleres de planeación participativa con la comunidad en general, con
productores, con jóvenes y con mujeres, se exploraron alternativas
sustentables para disminuir la deforestación y la degradación forestal
de acuerdo con los objetivos de la IRE (Cuadro 3). En el P-Predial-Jal
del ejido La Plomosa se reconoció un potencial para implementar pro-
yectos silvopastoriles y agroforestales, ambos incluidos en el PI-JIRCO
como actividades de tipo ‘agrícola-productivos’. Dado que estas activi-
dades traerían beneficios directos solo a los ganaderos, principalmente
hombres, se propusieron otros programas agrícola-productivos exclu-
sivamente para las mujeres, como granjas de traspatio con aves de co-
rral y siembra de hortalizas para autoconsumo y comercialización. No
obstante, el plan no incluyó propuestas de actividades productivas para
jóvenes y otros actores sin derechos, ni tampoco las relacionadas con
los bosques (‘forestal-productivas’) incluidas en el PI-JIRCO. Además,
se reconoció la necesidad de modernizar el sistema de riego de los ca-
ñaverales para propiciar el aprovechamiento del agua de los manantia-
les. De manera adicional, se propuso el establecimiento de Unidades
de Manejo Ambiental intensivas de jabalí y venado y un proyecto eco-

58 Respuestas institucionales
turístico relacionado con un manantial de aguas termales. Entre las
acciones más inmediatas se identificaron las actividades de corte ‘so-
cial’, incluyendo la elaboración del reglamento interno como principal
instrumento regulatorio para contrarrestar el creciente individualismo
y la baja participación en la solución de la problemática comunal, y
la capacitación y el acompañamiento técnico de todas las actividades
para el fortalecimiento de la gobernanza local.
El segundo ejido donde las autoridades intermunicipales pilotea-
ron P-Predial-Jal fue Zapotiltic, su núcleo poblacional está habitado por
aproximadamente 22,092 personas. El ejido está conformado por 392
ejidatarios, que comparten derecho sobre una superficie de 6120 ha de
tierra: 2691 de uso común y 3237 de parcelas de uso individual. Solo 88
personas con título ejidal (22 por ciento) son mujeres. Los principales
usos del suelo son: agricultura de riego de caña de azúcar (35 por cien-
to), conservación de bosques (32 por ciento), plantaciones de aguaca-
te (11 por ciento) y cultivos de invernadero (4 por ciento) de empresas
privadas. La actividad agrícola está apoyada con programas federales y
las 1947 ha de bosque que el ejido aporta al área protegida del Parque
Nacional Volcán Nevado de Colima han sido sujetas de PSA. El ejido no
cuenta con autorización oficial para el aprovechamiento comercial de
productos forestales maderables y no maderables. En la actualidad, el
proceso de cambio de uso del suelo de mayor extensión es el incremen-
to del cultivo del aguacate sustituyendo al cultivo de la caña.
Usando la misma metodología que en el caso anterior, se identifi-
caron opciones para disminuir la deforestación y degradación forestal,
habiendo cierto consenso en acciones de tipo ‘agrícola-productivas’,
para mejorar la producción de caña evitando quemas; de tipo ‘fores-
tal-productivas’ para elaborar un programa de manejo forestal que in-
cluya la participación activa de los jóvenes y las mujeres, e incorporar
a estos dos grupos de población en actividades de producción y comer-
cialización de productos agrícolas, ecoturismo y educación ambiental;
y de tipo ‘social’ al actualizar y aplicar el reglamento interno del ejido.
No obstante, no contamos con la información sobre cuáles de las acti-
vidades seleccionadas por las dos comunidades fueron implementadas
y a través de qué programas gubernamentales.

CONCLUSIONES

La adopción del enfoque jurisdiccional para la implementación de la


IRE en Campeche y Jalisco llevó a que las autoridades ambientales es-
tatales tuvieran más responsabilidades en el diseño de REDD+. Aunque

De la gobernanza global a la gobernanza local... 59


los recursos quedaron centralizados a nivel federal en la CONAFOR, las
autoridades estatales lograron integrarse a espacios que les permiten
acceder de forma directa a los fondos internacionales para el desarrollo
de capacidades e implementación, pero no para el pago por resultados.
El proceso de diseño e implementación de REDD+ ha ocurrido
de forma diferenciada en cada estado. Las autoridades ambientales
de Campeche además de liderar el proceso estatal están participando
en los espacios REDD+ de nivel regional en la Península de Yucatán,
mientras que en Jalisco se agregó un nivel más en la estructura de la
gobernanza de REDD+: la escala intermunicipal representada por las
JIMAs. Éstas han jugado un importante papel en el acercamiento de la
política estatal a los actores locales, a pesar de sus numerosas dificulta-
des (conflictos con autoridades municipales, limitaciones presupuesta-
les y cortos periodos administrativos). Aunque las JIMAs juegan papel
de APDT en otros dos estados de la Península de Yucatán (Quintana
Roo y Yucatán), la falta de esta figura afectó el proceso de diseño e im-
plementación de actividades IRE en Campeche.
En ambos estados, las agencias ambientales ejercieron un papel
activo y de liderazgo, incentivando la participación de las autoridades
agrícolas a través de la reactivación o establecimiento de grupos de tra-
bajo multisectorial para la discusión sobre REDD+. La CONAFOR está
tratando de cambiar las interacciones históricamente antagónicas en-
tre las políticas agrícolas y forestales y la ENAREDD+, lo que debería
facilitar que el sector agrícola reconozca su potencial para aportar a las
metas y objetivos REDD+ y eventualmente cancele o modifique los pro-
gramas que provocan la pérdida forestal. No obstante, esto aún no ha
ocurrido y a nivel nacional la autoridad agrícola sigue desempeñando
deliberadamente un papel secundario en REDD+.
A nivel de las comunidades locales investigadas, en Campeche los
programas especiales forestales de REDD+ no fueron consultados ni
aportaron los beneficios sociales esperados. Para que los programas
REDD+ puedan ser opciones viables, deben combinar la implemen-
tación de actividades productivas sustentables durante períodos más
largos y proporcionar beneficios monetarios netos a todos los grupos
locales. Los diseños de las actividades REDD+ subnacionales en Cam-
peche y Jalisco muestran importantes avances en la adaptación a las
realidades locales siguiendo los marcos internacionales (downscaling)
e incorporando las experiencias locales (upscaling).
Esos avances aún no se observan de la misma forma en las políti-
cas de nivel nacional que fueron implementadas en las comunidades
locales. Algunos actores del nivel nacional todavía relacionan REDD+

60 Respuestas institucionales
principalmente con la actividad forestal para preservación y aumento
de las reservas de carbono; mientras que a nivel de las comunidades
locales lo forestal no se puede separar de lo agrícola, ni el incremento
en cantidad de carbono forestal es el resultado más deseado, sino los
beneficios económicos netos.
Las experiencias de implementación de iniciativas REDD+ dise-
ñadas en el nivel subnacional en México podrían servir como punto
inicial en la transformación de las políticas de otros sectores hacia un
desarrollo rural sustentable. Estas experiencias de implementación
temprana han mostrado la diversidad de prioridades sobre el uso del
suelo que tienen los actores en las distintas escalas de toma decisiones
y de jurisdicción territorial, donde el nivel subnacional ha sido en el
que conectan los intereses de lo global con lo local.

AGRADECIMIENTOS

Este capítulo fue elaborado en el marco del proyecto Cátedra CONA-


CYT 1539 y sintetiza información obtenida mediante el financiamiento
de varios proyectos: beca predoctoral FI de la Generalitat de Catalun-
ya, y beca postdoctoral y proyectos PAPIIT IN302918, IN300519 e
IT300221 de la DGAPA-UNAM. Las autoras agradecemos mucho los
acertados comentarios y sugerencias de las dos personas que dictami-
naron el artículo.

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66 Respuestas institucionales
El convenio sobre la diversidad biológica: algunas
implicaciones globales, regionales y locales

Fernando A. Rosete Vergés1* y


Lucía Velázquez Hernández2

RESUMEN

El Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) es uno de los acuer-


dos internacionales que más impacto han tenido en el planeta desde
su firma, el 5 de junio de 1992 en la Cumbre de Río, ya que busca “…
la conservación de la diversidad biológica, la utilización sostenible de
sus componentes y la participación justa y equitativa en los beneficios
que se deriven de la utilización de los recursos genéticos…” (ONU, 1992,
p. 3). En ese contexto, prácticamente todas las actividades realizadas
por el ser humano tienen una vinculación directa o indirecta con el
CDB, debido a que conllevan la utilización o afectación de los compo-
nentes de la diversidad biológica e inciden en su conservación. Este
convenio se ha consolidado como un parteaguas, en cuanto al modelo
de conservación in situ impulsado a nivel internacional, ya que con él
se ha pasado de un modelo excluyente a uno incluyente que reconoce
el derecho de las comunidades locales sobre el territorio y sus recur-
sos. La geografía ambiental ha hecho contribuciones fundamentales en
la consolidación operativa del modelo incluyente, ya que ha aportado
marcos conceptuales y metodológicos para la incorporación de las co-
munidades locales en la planeación territorial y, a partir de ello, ase-
gurar su participación en la conservación de la diversidad biológica in
situ. El presente trabajo analiza algunos de los impactos generados por
la implementación del CDB en el cambio del modelo de conservación,
la contribución de la geografía ambiental y el desarrollo e implementa-
ción de instrumentos de planeación territorial para el manejo sosteni-
ble de la diversidad biológica.

1 Escuela Nacional de Estudios Superiores Unidad Morelia. Universidad Nacional Autó-


noma de México. UNAM-Morelia.
2 Maestría en Antropología, Escuela Nacional de Estudios Superiores Unidad Morelia.
Universidad Nacional Autónoma de México. UNAM-Morelia.
* Autor para correspondencia: fernando.rosetev@enesmorelia.unam.mx

67
Palabras clave: áreas naturales protegidas; modelo incluyente de conservación;
conservación in situ; planeación comunitaria; conflictos socioambientales

INTRODUCCIÓN

A partir de la entrada en vigor del Convenio sobre Diversidad Biológica


(CDB), la presión internacional para el establecimiento de áreas natu-
rales protegidas en el mundo se ha incrementado de manera importan-
te, tanto que se han establecido metas de superficie protegida en todo
el planeta para el año 20203 y se ha presentado la Agenda 20304. Sin
embargo, el origen de esas metas se encuentra en los mercados globa-
les de materias primas y de alimentos, pues estos han propiciado una
transformación nunca antes vista de la superficie del planeta, con su
consiguiente impacto, tanto en las comunidades y poblaciones de la
vida silvestre como en los pueblos y culturas locales (Marchak, 1995;
Mander y Goldsmith, 1996; Menotti, 1998; Trefon y Maret, 1998).
Podemos identificar que la entrada en vigor del CDB a partir de
diciembre de 1993 ha sido un parteaguas en cuanto al modelo predo-
minante para la conservación a nivel internacional, ya que establece
la obligación de los gobiernos a respetar, preservar y mantener el co-
nocimiento, las innovaciones y las prácticas de los pueblos indígenas,
así como proteger y alentar el uso tradicional de sus recursos naturales
(Bravo y Carrere, 2004), con lo que se fortalece un nuevo modelo de
conservación in situ de la diversidad biológica, el modelo incluyente,
que había estado en desarrollo desde la década de los 1970.
Los primeros paradigmas a nivel global sobre la protección de la
naturaleza se basaron en la exclusión de las actividades humanas, con
el beneficio directo de un grupo muy reducido de personas, o con la
intención de garantizar el abastecimiento de recursos en el futuro. En
buena medida, muchas de las áreas naturales protegidas (ANP) que
existen en el mundo se establecieron bajo esa premisa, situación que
generó conflictos por las exclusiones o restricciones al uso y aprove-
chamiento del territorio y sus recursos hacia las poblaciones locales
(Durand, 2017).

3 Meta 11: al menos el 17 por ciento de las zonas terrestres y de aguas continentales y el
10 por ciento de las zonas marinas y costeras se conservarán por medio del sistema de
áreas protegidas (United Nations Environment Programme, [UNEP], 2010).
4 Los Objetivos de Desarrollo Sostenible 9, 13, 14 y 15 se relacionan directamente con la
meta 11 de Aichi.

68 Respuestas institucionales
A partir de los años 1970 del siglo XX se comenzó a modificar poco
a poco ese paradigma de conservación mediante la incorporación pau-
latina del componente humano como un factor fundamental en el éxito
de los esfuerzos de conservación, a partir de la creación del programa
El Hombre y la Biosfera (MAB) de la Organización de las Naciones Uni-
das para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) (Carabias et
al., 2008). Este cambio se fortaleció con la adopción de los procesos de
desarrollo a nivel global (Leff, 1998) en la cumbre de la tierra de Río de
1992 sobre el Desarrollo Sostenible y con el fomento de la red mundial
de reservas de la biósfera (UNESCO-MAB, 1996).
En ese sentido, a partir del CDB, la presión para la incorporación de
una mayor superficie del planeta a políticas de conservación de la diver-
sidad biológica in situ ha fomentado el fortalecimiento de modelos de
inclusión de las comunidades locales en la toma de decisiones, a partir
del desarrollo de instrumentos de planeación territorial comunitaria,
en los cuales la geografía ambiental ha jugado un papel fundamental.
En este contexto, el análisis de algunas de las implicaciones regio-
nales y locales que ha producido el CDB cobra relevancia, en el marco
de la línea temática Aplicación de políticas y acuerdos internacionales y su
impacto social, ambiental y económico sobre los territorios locales, para po-
der reconocer la contribución de la geografía ambiental como respuesta
a la conciliación de las prioridades locales con las prioridades globales.
El objetivo de este capítulo es presentar cómo la geografía ambien-
tal ha contribuido tanto en el cumplimento de las metas globales de
conservación in situ asociadas al CDB como a responder a las priorida-
des locales de desarrollo, en particular, a partir del cambio en el para-
digma en torno a la conservación. Para ello, se realizó una revisión de
la literatura existente, desde una perspectiva histórica, para resaltar el
proceso de transformación, así como un análisis crítico de la misma
para identificar diferentes conflictos generados por el establecimiento
de las ANP.

EL CONVENIO SOBRE LA DIVERSIDAD BIOLÓGICA

La Organización de las Naciones Unidas (ONU), a través del Programa


de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), estableció
en 1973 que la conservación de la naturaleza, de la vida silvestre y de
los recursos genéticos es un asunto prioritario (Ministerio para la Tran-
sición Ecológica y el Reto Demográfico [MITECO], 2020), debido a las
importantes transformaciones de los ecosistemas para satisfacer la de-
manda de alimentos y materias primas. En los últimos 100 años el 75

El convenio sobre la diversidad biológica... 69


por ciento de los ecosistemas terrestres y el 66 por ciento de los ecosis-
temas marinos han sufrido alteraciones considerables; se ha perdido
un 85 por ciento de la superficie de los humedales, lo que se traduce en
que alrededor del 25 por ciento de las especies de animales y plantas se
encuentran amenazadas (Intergovernmental Science-Policy Platform
on Biodiversity and Ecosystem Services [IPBES], 2019).
En 1988 el PNUMA convocó a un grupo de expertos sobre diversi-
dad biológica con la finalidad de armonizar los convenios vigentes; así
pues, ellos establecieron la necesidad de elaborar un acuerdo interna-
cional vinculante sobre el problema global de la diversidad biológica.
En 1989 se estableció el grupo que después se transformó en el Comité
Internacional de Negociación, que preparó el texto del Convenio sobre
la Diversidad Biológica (CDB). Esta iniciativa concluyó con la Confe-
rencia de Nairobi, en la que se acordó adoptar el documento mismo
que se llevó a firma a partir del 5 de junio de 1992, durante la Cumbre
de la Tierra. El CDB entró en vigor el 29 de diciembre de 1993 con tres
objetivos: 1) la conservación de la diversidad biológica; 2) la utilización
sostenible de los componentes de la diversidad biológica y, 3) la distri-
bución justa y equitativa de los beneficios derivados de la utilización de
los recursos genéticos (ONU, 1992).
Dentro del primer objetivo, la conservación in situ es una de las
principales estrategias propuestas (Artículo 8); ésta debe realizarse a
través del establecimiento de un sistema de áreas protegidas o áreas
donde se deban tomar medidas especiales para la conservación bioló-
gica, considerando la selección, el establecimiento y la ordenación de
áreas protegidas o áreas donde haya que tomar medidas especiales, la
promoción de la protección de ecosistemas y hábitats naturales y el
mantenimiento de poblaciones viables de especies en entornos natu-
rales (ONU, 1992).
Si bien se reconoce que la época actual está marcada por una pro-
funda crisis ambiental, caracterizada por una pérdida de la diversidad
biológica del planeta a una velocidad sin precedentes (Martínez-Meyer
et al., 2014), los orígenes de esa crisis los podemos encontrar en la de-
manda de alimentos y materias primas por los mercados regionales,
inicialmente, en la década de los años 1950 del siglo pasado (Millen-
nium Ecosystem Assessment [MEA], 2005). Dicha demanda fortale-
ció un mercado global que se manifestó con voracidad a través de las
grandes transformaciones ocurridas en las décadas de 1980 y 1990,
principalmente en las regiones con gran riqueza biológica. Un reflejo
de ello es la pérdida de 100 millones de ha de bosques tropicales entre
1980 y el año 2000 (IPBES, 2019).

70 Respuestas institucionales
Entre los principales efectos de la globalización se pueden destacar
los siguientes: la pérdida de la diversidad biológica; la contaminación
del agua, aire y suelo; el agotamiento de los recursos no renovables y
los lentamente renovables; el cambio climático y la ruptura social y
espiritual (Ehrenfeld, 2003). La Organización de Naciones Unidas para
la Alimentación y la Agricultura (FAO) establece que la agricultura y el
pastoreo son factores determinantes en la degradación de los ecosis-
temas a nivel mundial (FAO, 2016). El mercado global de carne puede
ilustrar esa situación, ya que implica no solo la expansión de pastizales,
sino también de la frontera agrícola. Además, los productos de origen
animal suministran la tercera parte del consumo mundial de proteínas,
y se prevé que la producción mundial de carne se incrementará más
del doble entre el año 2000 y el 2050; es decir, para su producción,
se utiliza el 30 por ciento de la superficie del planeta, mientras que el
cultivo de forrajes requiere el 70 por ciento de la superficie agrícola
(Iniciativa de ganadería, medio ambiente y desarrollo de la FAO [FAO-
LEAD], 2009). Sin embargo, la mayor producción de carne se concen-
tra en países en desarrollo, mientras que los principales consumidores
son los países desarrollados (FAO, 2005).
La región de América Latina y el Caribe refleja esta situación, debi-
do a su alta dependencia de la producción primaria, que compromete
el hábitat de muchas especies para satisfacer la demanda internacional
de materias primas (FAO, 2013). Para ilustrar esta idea, entre 1990 y
2005, América Latina perdió alrededor de 64 millones de ha de bos-
ques (Forestry Economics and Policy Division (FEPD), 2007), mientras
que entre 2005 y 2015 se perdieron 29.5 millones de ha (Durango et
al., 2019). La importancia de esta región del planeta radica en que es el
área más rica en diversidad biológica del mundo, con seis países mega-
diversos (Brasil, Colombia, Ecuador, México, Venezuela y Perú) que cu-
bren una superficie terrestre de menos del 10 por ciento del planeta y
contienen el 70 por ciento de las especies de mamíferos, aves, reptiles,
anfibios, plantas e insectos conocidas (United Nations Development
Programme [UNDP], 2010).
En México, la pérdida de vegetación natural es un problema central
en la conservación de la biodiversidad (Martínez-Meyer et al., 2014).
Múltiples investigaciones reportaron tasas alarmantes de pérdida de
vegetación en la década de 1980 (Castillo et al., 1989; Masera et al.,
1992; Toledo, 1992), muy a tono con las tendencias globales y regiona-
les, lo que llevó a impulsar políticas para detener la velocidad del cam-
bio, así como para cuantificarlo de una manera más certera (Rosete et
al., 2014). Desde el año 2006, las cifras oficiales reportadas en México

El convenio sobre la diversidad biológica... 71


reflejan una disminución en la pérdida de vegetación natural (Secre-
taría de Medio Ambiente y Recursos Naturales [SEMARNAT], 2006;
SEMARNAT, 2007; Comisión Nacional Forestal [CONAFOR], 2013),
tendencia que se mantiene en la actualidad (SEMARNAT, 2019). Sin
embargo, hay estudios que ponen en tela de juicio esos datos, ya que se
identificó que, desde el año 2006, las cifras reportadas están subvalua-
das (Mas et al., 2009; Sánchez et al., 2009; Rosete et al., 2014).
Desde la década de 1980 se acrecentó la tendencia internacional
de institucionalizar la protección del ambiente como una política de
Estado (Bezaury-Creel y Gutiérrez, 2009); un ejemplo concreto de ello
es la creación de áreas naturales protegidas, pues éstas son uno de los
pilares fundamentales para la conservación de la diversidad biológica.
En concordancia con ello, la ONU impulsó la Comisión Mundial de
Medio Ambiente y Desarrollo, con la finalidad de revisar los temas de
desarrollo económico, social y ambiental (Carabias et al., 2008).
Los resultados del informe Nuestro Futuro Común se presentaron en
la asamblea general de la ONU el 4 de agosto de 1987 (ONU, 1987). En
el capítulo 6 dicho documento mostró la importancia de las especies
silvestres y los ecosistemas como recursos para el desarrollo, y se plan-
teó la necesidad de equilibrar los procesos de conservación y desarrollo
(ONU, 1987).
A partir de la Cumbre de la Tierra de Río de 1992, se establecieron
propuestas para fortalecer el CDB. En el año 2000, la ONU emitió la
Declaración del Milenio (ONU, 2000), con el objetivo de combatir la po-
breza en sus múltiples dimensiones, para lo cual se establecieron metas
a largo plazo. En ella, 189 naciones establecieron ocho Objetivos de De-
sarrollo del Milenio para abordar los principales retos que enfrenta la
humanidad actualmente. Uno de estos objetivos, el séptimo, se refiere a
garantizar la sostenibilidad del ambiente e incorpora la importancia de
la cobertura de áreas terrestres y marinas protegidas en el planeta para
lograr una disminución de la pobreza de manera integral (ONU, 2015a).
En la Conferencia de las Partes del CDB (COP 10), celebrada en
2010 en Nagoya, Japón, se establecieron las Metas Aichi (cinco estrate-
gias para la seguridad de la biotecnología y la diversidad biológica en
total), con el objetivo de establecer un Plan Estratégico para la Biodi-
versidad 2011-2020.
El 25 de septiembre de 2015, los líderes mundiales adoptaron un
conjunto de objetivos globales (Objetivos del Desarrollo Sostenible
[ODS]) para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la pros-
peridad para todos, como parte de una nueva agenda de desarrollo sos-
tenible. Cada objetivo tiene metas específicas que deben alcanzarse al

72 Respuestas institucionales
año 2030. Los objetivos 9, 13, 14 y 15 están relacionados de manera
directa con la meta 11 de Aichi. En particular, los objetivos 14 (vida sub-
marina) y 15 (vida de ecosistemas terrestres), promueven la conserva-
ción in situ mediante el establecimiento de áreas naturales protegidas
(ONU, 2015b).

DOS MODELOS DE CONSERVACIÓN IN SITU:


DE LA EXPULSIÓN A LA INCLUSIÓN

A lo largo de la historia de la conservación de la diversidad biológica en


nuestro planeta se puede identificar que existen dos grandes modelos
para la conservación in situ. El primer modelo de conservación docu-
mentado surgió en Estados Unidos con el establecimiento de los “par-
ques nacionales” en el siglo XIX. El primer parque nacional del mundo
fue Yosemite, establecido en 1864 sobre un territorio del pueblo Miwok.
del que fue despojado. El establecimiento del parque de Yellowstone
también generó un conflicto con los indígenas locales. Ese modelo de
conservación en el que se excluía a los habitantes para mantener las
áreas silvestres fue exportado a las conservacionistas occidentales y se
transformó en el enfoque dominante de conservación de la naturaleza
durante la era del desarrollo en los años 1950 (Bravo y Carrere, 2004).
Este modelo, centrado en mantener las áreas silvestres (wilderness)
sin ser tocadas por el hombre, se concibió como la conservación de
la naturaleza en su forma más pura, libre de cualquier perturbación
humana y moldeó las políticas de conservación durante el siglo XIX y
buena parte del XX. Destacan las ideas y reflexiones de Henry David
Thoreau, John Muir, Glifford Pinchot y Aldo Leopold sobre la necesi-
dad de aislar porciones de la naturaleza de la perturbación producida
por el hombre, pero los motivos difieren entre cada uno de ellos. Para
Thoreau y Muir, la naturaleza debe de ser preservada para el disfrute
espiritual, la inspiración y la contemplación; para Pinchot el objetivo es
guardar recursos para el futuro; para Leopold el propósito es proteger
las funciones y la integridad de los ecosistemas (Durand, 2017).
Son muchas las injusticias sociales y conflictos que se han gene-
rado por el establecimiento de varias de las ANP en el planeta (Pretty,
2002 citado en García-Frapolli, 2015; Bravo y Carrere, 2004; Hayes,
2006; Desmet, 2014). Tanto la creación como la implementación de
ANP pueden generar tensiones y conflictos, porque tienden a cambiar
las posiciones de un grupo de actores sociales que desarrollan prácti-
cas muy diversas en el territorio y tienen que adaptarse a un cambio
de reglas (Azuela et al., 2019). La imposición del modelo excluyen-

El convenio sobre la diversidad biológica... 73


te ha provocado que millones de pobladores hayan sido expulsados
de sus tierras; la alteración y destrucción de sistemas milenarios de
manejo de los recursos naturales desarrollados a partir del conoci-
miento empírico; y que muchas comunidades locales se hayan visto
empobrecidas y desarraigadas. Las áreas protegidas impuestas, contra
la voluntad de los pueblos locales, también enfrentan problemas de
manejo, ya que los pobladores desplazados ocupan las tierras de for-
ma ilegal y se convierten en cazadores furtivos para poder sobrevivir
(Bravo y Carrere, 2004).
El segundo modelo de conservación es el reivindicado por las po-
blaciones indígenas del planeta, en oposición al modelo de conserva-
ción occidental, pues en él las áreas silvestres son parte integral del
espacio geográfico de acción e intervención de las comunidades para
satisfacer sus necesidades de alimentación y materiales, pero a la par,
las espirituales, sociales y culturales.
En el 12° Congreso de la Unión Internacional para la Conservación
de la Naturaleza (UICN), en 1975, se reconoció por primera vez la ne-
cesidad de respetar los derechos patrimoniales de los pueblos indíge-
nas en el establecimiento de áreas protegidas. En la década de los años
1990 la comunidad conservacionista internacional realizó esfuerzos
más concertados para desarrollar principios y pautas orientados a con-
ciliar los derechos de los grupos indígenas con las iniciativas de con-
servación. El CDB estableció disposiciones para asegurar los derechos
de las comunidades indígenas y locales en el manejo y conservación
de las áreas protegidas y reconoció un nuevo modelo de conservación
que promueve la incorporación de las comunidades locales como una
alternativa al modelo excluyente (Bravo y Carrere, 2004).
En 1994, la UICN revisó su sistema de categorías de áreas prote-
gidas para permitir a los pueblos indígenas, entre otros, ser propieta-
rios y administradores de áreas protegidas, ya que antes el sistema de
la UICN exigía que las áreas protegidas fueran controladas por orga-
nismos estatales. En 1999, la Comisión Mundial de Áreas Protegidas
(WCPA, por sus siglas en inglés) aprobó pautas para la aplicación de
estos nuevos principios de conservación. Estas pautas hacían hincapié
en el manejo conjunto de las áreas protegidas, en el establecimiento de
acuerdos entre los pueblos indígenas y los organismos de conservación,
en la participación indígena y en el reconocimiento del derecho de los
pueblos indígenas al “uso tradicional sustentable” de sus tierras y terri-
torios (Bravo y Carrere, 2004).
A partir del Acuerdo de Durban, resultado del quinto Congreso
Mundial de Parques, se adoptó formalmente el nuevo modelo de con-

74 Respuestas institucionales
servación a partir de la armonización de tres pilares fundamentales
(Desmet, 2014): 1) la conservación de la diversidad biológica; 2) el man-
tenimiento de los ecosistemas y, 3) el desarrollo sostenible (United
Nations Environment Programme [UNEP], 2003). Los resultados del
congreso se presentaron en la Conferencia de las partes (COP 7) del
CDB, en Kuala Lumpur (2004), resaltando los elementos de gobernabi-
lidad, participación, equidad y participación en los beneficios relacio-
nados con las ANP de las poblaciones locales (UNEP, 2004). En años
recientes, se ha enfatizado en la importancia del CDB para proteger los
derechos de las comunidades indígenas en torno al principio de auto-
determinación en la conservación de la diversidad biológica, inclusive
de forma más avanzada que en el marco jurídico actual de los derechos
humanos (Cittadino, 2019).
El establecimiento de un ANP conlleva a un proceso de redefinición
del territorio, ya que se dota a una superficie un carácter y una función
distintos a los que hasta entonces tenía, para establecer una nueva ca-
tegoría que soporta un interés público que la distingue del resto (Azue-
la et al., 2019). En ese sentido, el conflicto se puede interpretar como
un amplificador de territorialidad y como un detonador de procesos
asociados al territorio (Stamm y Aliste, 2014). Melé (2006) plantea que
hay dos formas de ver la territorialización que produce una ANP: por
un lado, se puede ver como una extensión del control de los poderes
públicos; por otro lado, es posible interpretarla como una nueva forma
de ensamblaje entre las poblaciones y lo político en lo local, a partir de
una democracia dialógica o participativa (Melé, 2006, citado en Azuela
et al., 2019). Esas dos maneras de interpretar la territorialización están
directamente ligadas a los dos modelos de conservación señalados: el
modelo excluyente, que se relaciona directamente con un acto de au-
toridad y control del poder público (gubernamental), y el modelo in-
cluyente, que reconoce el derecho de las comunidades locales sobre el
territorio y sus recursos.

ÁREAS NATURALES PROTEGIDAS EN EL MUNDO

La preocupación internacional de conservar sitios de importancia bio-


lógica surge en el siglo XIX, pero la creación de éstos fue muy redu-
cida hasta la década de 1950; es a partir de la década de 1970 que se
comienza a consolidar la tendencia de su establecimiento. Como se
muestra en las Figuras 1 y 2, esa tendencia se incrementó a partir de la
entrada en vigor del CDB, llegando al máximo de ANP creadas alrede-
dor de 2004 (COP 7).

El convenio sobre la diversidad biológica... 75


Figura 1. Número total de áreas naturales protegidas (ANP) creadas en el mundo
de 1921 a 2021

Fuente: UNEP-WCMC and IUCN, 2021.

Figura 2. Superficie ocupada por áreas naturales protegidas (ANP) de 1990 a 2021

Fuente: UNEP-WCMC and IUCN, 2021.

76 Respuestas institucionales
Martinez-Alier (2004) propone una clasificación de conflictos eco-
lógicos y los agrupa en tres grandes categorías: 1) conflictos en la ex-
tracción de materiales y energía; 2) conflictos sobre transporte; y 3)
conflictos sobre los residuos y la contaminación. Si bien las tres catego-
rías se pueden encontrar dentro de un ANP, al revisar a detalle su pro-
puesta (Anexo 1), no se reconoce el tipo de conflicto primordial que se
genera al implementar el modelo de exclusión para el establecimiento
de las ANP: el acceso al territorio y sus recursos (Igoe, 2006).
Melé (2013) propone la noción de “conflictos de proximidad” para
describir situaciones que involucran la movilización de personas para
incidir en el control de su espacio cercano. A partir de los objetivos
principales que provoquen esa movilización, plantea tres grandes
grupos de conflictos de proximidad: 1) luchar contra los riesgos, con-
taminación y molestias; 2) luchar contra proyectos de infraestructura
pública y, 3) luchar por permanecer. En este último grupo se puede
reconocer el conflicto ocasionado por el modelo de exclusión: per-
manecer en el territorio, mantener el derecho al uso del mismo y al
aprovechamiento de sus recursos, además de mantener las identidades
étnicas y la autonomía local (Escobar, 2006).
Se puede reconocer que existen avances importantes en la co-ges-
tión de las ANP, pese a una constante de conflictos con las comunida-
des locales por la permanencia en el territorio y el acceso a los recursos
naturales. Al realizar un análisis sobre algunas de las regiones más ri-
cas en diversidad biológica del planeta, encontramos que existen pro-
blemas en la gestión compartida, originados por la carencia de una
articulación adecuada entre órdenes de gobierno, competencias y res-
ponsabilidades entre las partes, lo que ha derivado en serios problemas
de gobernabilidad y de control del territorio (Redparques-FAO, 2008).
En el Anexo 2 se presenta una muestra de algunos conflictos documen-
tados en la literatura en África, América Latina y Asia.

ÁREAS NATURALES PROTEGIDAS EN MÉXICO. EVOLUCIÓN,


CONFLICTOS Y SITUACIÓN ACTUAL

Si bien en el contexto global se fortaleció el cambio de paradigma para


la conservación in situ, no es hasta la COP 7 que se comienza a propa-
gar de manera global el modelo de conservación incluyente, a partir de
procesos de planeación participativa mediante los cuales se estable-
cen las ANP. Para ejemplificar este proceso de evolución se analizará
el caso de México, que permite identificar de una manera muy clara
esa transformación, resaltando el desarrollo de nuevas instituciones y

El convenio sobre la diversidad biológica... 77


el fortalecimiento de diferentes instrumentos de la política ambiental
que han impulsado su implementación.
En la conservación de áreas naturales en México se pueden identificar
tres antecedentes históricos que dan origen a su desarrollo conceptual e
instrumental actual: 1) la conservación de la naturaleza en el México pre-
hispánico; 2) la herencia española de la época colonial y, 3) el impulso a la
conservación de bosques en Norteamérica (Castañeda, 2006).
La tradición de conservar la vida silvestre se puede identificar desde
la época prehispánica, pues existe evidencia arqueológica que se remon-
ta al periodo clásico; durante la época colonial hay registros de conser-
vación de áreas boscosas y el establecimiento de jardines botánicos; y
la primera ANP establecida con un decreto presidencial fue el “Monte
Vedado del Mineral del Chico” en 1899; mientras que en 1917 se declaró
la protección de las tierras expropiadas en 1876 del “Desierto de los Leo-
nes”, estableciéndose el primer parque nacional (de la Maza, 1999).
El primer auge en el establecimiento de ANP en México se da en el
periodo de 1934 a 1940; posteriormente, se puede reconocer un letargo
en la protección ambiental. A partir de 1975, en el marco del progra-
ma MAB, se comienza a desarrollar un nuevo modelo para ANP, con la
creación de las reservas de la biosfera en Mapimí y La Michilía. Este
nuevo modelo propone incorporar a la población y a las instituciones
locales en la tarea de conservación, considera la problemática socioeco-
nómica regional, otorga independencia administrativa a estas entida-
des y considera la necesidad de establecer una estrategia global de ANP
(Bezaury-Creel y Gutiérrez, 2009). Estas expectativas “en papel” no se
han cumplido cabalmente, debido al contexto que impide su ejecución.
En primer lugar, adolece de una plena participación de las comunida-
des al elaborar los programas de manejo de las ANP (García-Frapolli,
2015; Comisión Nacional de los Derechos Humanos [CNDH], 2016;
Azuela et al., 2019); en segundo lugar, la administración de las ANP
sigue siendo muy centralizada y quedan aún varias lagunas jurídicas
por ser subsanadas (Herrera et al., 2018) y, en tercer lugar, prevalece
una considerable reducción de los recursos destinados a la Comisión
Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) desde el año 2016,
al igual que su personal (Madrid, 2020).
Este nuevo modelo permitió la ocupación humana de esos espacios
y el aprovechamiento de los recursos naturales existentes en ellos, con
algunas restricciones, para garantizar su regeneración y se promovie-
ron nuevas actividades económicas que garantizan la conservación de
la diversidad biológica bajo el paradigma del ecodesarrollo. En 1988 se
estableció el nuevo instrumento jurídico que sustenta la protección de

78 Respuestas institucionales
la diversidad biológica y los ecosistemas: la Ley General del Equilibrio
Ecológico y Protección al Ambiente (LGEEPA), reconociendo el para-
digma del desarrollo sustentable como eje rector. Las modificaciones
de la LGEEPA en 1996 fortalecieron el Sistema Nacional de Áreas Na-
turales Protegidas (SINANP) e incorporaron la participación ciudadana
y de la población local en la creación de nuevas ANP en terrenos de su
propiedad (Castañeda, 2006).
En el año 2007 se publicó el Reglamento de la LGEEPA en mate-
ria de ANP, con lo que se completa el marco jurídico. Este reglamento
especifica los elementos para su caracterización, las funciones y de-
pendencias involucradas en su administración, operación y vigilancia,
además de fortalecer el papel de la CONANP como órgano desconcen-
trado del Gobierno Federal encargado de la administración de las ANP
(González et al., 2014). El caso de México es similar al resto del mundo
en cuanto a los conflictos por la creación e implementación de las ANP;
a continuación se presenta una selección de ellos identificados en la
literatura analizada (Cuadro 1).

Cuadro 1. Principales conflictos ambientales en las ANP de México

Tipo de conflicto Número de ANP


Adquisición de tierras de forma ilegal 3
Creación de polígonos sin consulta 2
Conflictos con la población (desalojo o reubicación de población) 2
Restricciones a la pesca 1
Exclusión de la población en la toma de decisiones 1
Extracción de minerales (minería) 6
Desarrollo de proyectos turísticos 3
Gestión del agua 2

Fuentes: Azuela y Mussetta, 2009; Barrera, 2016; Graf et al., 2003; Hensler y Merçon, 2020;
Mesta y Martínez, 2004; ONCA, s. f.; Pallanez y Moreno, 2016; Rojas-Correa y Palafox-Muñoz,
2018; Sosa-Montes et al., 2012; Vázquez y Fermán, 2009 y von Bertrab, 2010.

Los conflictos que se han generado desde la creación de las ANP en


los estudios analizados son: 1) la adquisición de tierras de forma ilegal
(con 3 incidencias), ejemplificado en el caso del Parque Nacional El
Tepozteco en Morelos, en el que, a mediados de los 1990, se proyectó
construir un club de golf en una superficie de más de 200 ha de la
tierra, misma que había sido adquirida varias décadas atrás, presun-
tamente de manera ilegal (Azuela y Mussetta, 2009); 2) la creación de

El convenio sobre la diversidad biológica... 79


los polígonos dentro de las ANP sin consultar a la población (con 2
incidencias), ejemplificado en la Reserva de la Biosfera de Los Tuxt-
las, Veracruz, en donde ocurrió lo siguiente: el decreto de creación de
esta ANP fue acompañado por la expropiación de tierras a más de un
centenar de propietarios y ejidatarios, para constituir una de las zonas
núcleo de la reserva, lo que resultó en la detonación de conflictos en
toda la región, tanto entre grupos de campesinos como entre estos y
algunas dependencias gubernamentales (von Bertrab, 2010); 3) el des-
plazamiento de poblaciones (con 2 incidencias), manifestado en La Re-
serva de la biosfera Montes Azules de la Selva Lacandona, en agosto de
1999, en el que se produjo el primer desalojo en el asentamiento cono-
cido como El Semental, por lo que, de 2004 a 2005, el gobierno realizó
una gran cantidad de reubicaciones (Azuela y Mussetta, 2009); 4) la
restricción de actividades de subsistencia de las poblaciones, derivada
del establecimiento de ANP (1 una incidencia), ilustrado con el caso
de la Reserva de la biosfera del Alto Golfo de California y Delta del Río
Colorado, en el que se restringió la pesca, provocando un impacto eco-
nómico (Vázquez y Fermán, 2009); 5) la exclusión de las poblaciones
en la toma de decisiones (1 incidencia), siendo este el caso de los pobla-
dores de la comunidad Javier Rojo Gómez, excluidos y sin participación
plena de la administración del área, dejándoles al margen en la toma
de decisiones y el rendimiento de cuentas en la Reserva de la Biosfe-
ra Sian Ka’an, Quintana Roo (Rojas-Correa y Palafox-Muñoz, 2018); 6)
la minería (con 6 incidencias) (Observatorio Nacional de Conflictos
Ambientales [ONCA], s. f.; Pallanez y Moreno, 2016); 7) los proyectos
turísticos (con 3 incidencias) (Barrera, 2016; Mesta y Martínez, 2004)
y, por último, 8) la gestión del agua (con 2 incidencias) (ONCA, s. f.).
En el año 2016, la Comisión Nacional de Derechos Humanos emitió
una recomendación al Secretario de la SEMARNAT y al Comisionado
Nacional de la CONANP sobre la necesidad de actualizar los programas
de manejo en las ANP de carácter federal y su relación con el goce y
disfrute de diversos derechos humanos. Dicha recomendación tenía la
finalidad de que se promovieran los cambios y modificaciones de dis-
posiciones normativas y prácticas administrativas que constituyan o
propicien violaciones a los derechos humanos, se eliminen dichas vio-
laciones y se subsanen las irregularidades de que se trate (CNDH, 2016).
En dicho documento se hacen las recomendaciones generales para
que: 1) se analice si las condiciones que dieron lugar a las ANP que
carecen de programa de manejo se han modificado, y si es necesaria
su reclasificación; 2) se elaboren los programas de manejo faltantes,
incorporando los sistemas de conocimientos tradicionales y locales,

80 Respuestas institucionales
protegiendo los valores culturales existentes, y comunicando públi-
camente las iniciativas para que exista una participación oportuna de
los interesados; 3) se asegure la plena participación de los pueblos, las
comunidades indígenas y de las comunidades asimiladas a aquellos; 4)
se facilite la integración y la activa participación de los pueblos, comu-
nidades indígenas y las comunidades asimiladas a aquellos en los con-
sejos asesores de las ANP, así como en otras instancias y, 5) se garantice
la libre determinación de los pueblos, las comunidades indígenas y de
las comunidades asimiladas a aquellos, a través de la administración
eficaz de las áreas conservadas por ellos (CNDH, 2016).
García-Frapolli (2015) señaló la exclusión de las comunidades lo-
cales en la elaboración de programas de manejo de las ANP, y explica
que existen diferentes interpretaciones de lo que es la participación
social, desde una participación pasiva hasta la automovilización, cuan-
do la colectividad toma la iniciativa para la acción colectiva de manera
independiente a las intervenciones de los actores externos (Pimbert
y Pretty, 2000).

APORTES DE LA GEOGRAFÍA AMBIENTAL

La geografía ambiental se entiende como un campo del conocimiento


que integra tanto las ciencias ambientales como las ciencias sociales
(Bocco y Urquijo, 2010). La geografía ambiental ha tenido un aporte
destacado en la implementación de procesos de planeación para la
conservación ya que provee de marcos conceptuales, metodológicos y
de herramientas técnicas para el análisis de los procesos en el territo-
rio; además, los plasma en propuestas concretas para la conservación,
la restauración y el manejo del espacio geográfico. Uno de los concep-
tos clave para ello es el de “paisaje”, en el sentido planteado por Urquijo
(2014), además de ser también una unidad de análisis y, por lo tanto,
un espacio para la planeación de actividades que se realizan en él por
parte de los grupos humanos. De esta manera, la dimensión territorial
y paisajística es una práctica concreta en investigación aplicada (Bocco
y Urquijo, 2013) que ha desarrollado sus procedimientos metodológi-
cos específicos desde una perspectiva integradora.
Desde finales del siglo pasado, se ha posicionado el enfoque de la
ecología del paisaje5 para su uso en el manejo y conservación del terri-

5 Una definición del concepto es la propuesta por Wu y Hobbs (2007) “…es la ciencia y
el arte de estudiar e influir en la relación entre patrones espaciales y procesos ecológi-
cos a través de niveles jerárquicos de organización biológica y diferentes escalas en el
espacio y el tiempo” (p. 284).

El convenio sobre la diversidad biológica... 81


torio (Forman y Godron, 1986; Naveh y Lieberman, 1993; Zonneveld,
1995), pero no fue hasta la primera década del nuevo milenio que se
consolidó como un marco conceptual y metodológico ampliamente
aceptado (Mateo, 2002; Velázquez et al., 2003a; Velázquez et al., 2003b;
Naveh, 2005; Toledo, 2005; Bertrand y Bertrand, 2006; Mateo et al.,
2007; Barragán et al., 2007; Velázquez y Larrazabal, 2011; Franch-Pardo
et al., 2018). La importancia de este enfoque radica en que integra los
objetivos ecológicos y sociales los cuales se entrelazan conformando un
modelo incluyente y reconociendo el derecho de las comunidades loca-
les a decidir sobre el uso del territorio y sus recursos; además, éste tiene
una aplicación práctica en los instrumentos de planeación territorial.
A partir de la COP 7 se comenzaron a proponer diferentes marcos
conceptuales para integrar al modelo incluyente de conservación, entre
los que podemos destacar la propuesta de diseñar estrategias bioregio-
nales (UICN, 2000; Toledo, 2005) y, más recientemente, el enfoque
biocultural (Boege, 2008; La Torre-Cuadros, 2013), que se acopla per-
fectamente con este modelo y recupera el concepto de “territorio”.
El concepto de territorio, desde la geografía ambiental, es tanto ma-
terial y simbólico como biofísico y epistémico, pero más que todo es un
proceso de apropiación socio-cultural de la naturaleza y de los ecosis-
temas que cada grupo social efectúa desde su cosmovisión u ontología
(Escobar, 2014). Además, reconoce la memoria colectiva que constru-
ye sujetos colectivos de resistencia y que articula lenguajes alternati-
vos de valorización (Tischler y Navarro, 2011), por lo que éste conlleva
una importancia medular en la materialización del modelo incluyente
de conservación.
Si bien la creación de las Reservas de la Biosfera de La Michilía y
Mapimí en 1979 representan el inicio de la implementación del mode-
lo incluyente de conservación en México (Bezaury-Creel y Gutiérrez,
2009), el papel que jugaron las comunidades forestales de la Sierra
Norte de Puebla en la década de los 1980 fue muy importante en el de-
sarrollo de instrumentos de planeación territorial para la conservación,
desde una perspectiva comunitaria y participativa, pues esas comuni-
dades iniciaron los procesos de recuperación del aprovechamiento de
sus bosques a partir de instrumentos de planeación territorial comuni-
taria participativa (Escalera y de Garay, 2019).
A partir de la década de los años 1990, se fueron fortaleciendo
los procesos de planeación comunitaria participativa (Negrete y Boc-
co, 2003). Dichos procesos contaron con una amplia utilización del
mapeo comunitario participativo, en buena medida impulsado por el
movimiento ecologista mexicano de la década anterior y el interés de

82 Respuestas institucionales
biólogos, ecólogos, organizaciones no gubernamentales y funcionarios
públicos por entender la interacción entre grupos humanos y su entor-
no a partir del manejo tradicional de los recursos naturales, tema que
fue impulsado internacionalmente a partir de la Cumbre de la Tierra
en Río de 1992 (Durand, 2017).
En ese contexto se generan las importantes modificaciones a la
LGEEPA en 1996 que, además de fortalecer la conservación in situ
mediante ANP, fortalece los instrumentos de planeación territorial y
propicia el desarrollo de proyectos, tales como el Corredor Biológico
Mesoamericano México (CBMM), que buscan atender las necesidades
de las comunidades y promover la conservación, a partir de procesos de
planeación comunitaria participativa, fuera de las ANP (Álvarez-Icaza
y Anta, 2018).
El CBMM ha sido un parteaguas en cuanto a la utilización de ins-
trumentos de planeación participativa a nivel comunitario, así como
un impulso de la conservación de la diversidad biológica fuera de las
ANP (Rosete et al., 2021). Si bien desde el Instituto Nacional de Ecología
(INE) se comenzó a desarrollar una estrategia para promover ordena-
mientos ecológicos locales en las zonas de influencia de las ANP, fue
hasta el nuevo milenio que, con el impulso del CBMM, se concretó la
colaboración con la CONANP para desarrollar esa estrategia de apoyo
a las ANP con ordenamientos ecológicos locales (Volcán Tacaná, Calak-
mul, La Encrucijada, Montes Azules, por mencionar algunos).
Los ordenamientos ecológicos locales y regionales promovieron la
conservación de la diversidad biológica a partir del aprovechamiento
sustentable, con la categoría de uso del suelo de “Flora y Fauna” bajo la
política de conservación (preservación en la LGEEPA). Éstos también
orientaban para el establecimiento de Unidades de Manejo Sustenta-
ble de la vida silvestre (UMAs) y proponían las áreas con característi-
cas acordes para ser incorporadas a una conservación de la diversidad
biológica con mayores restricciones para su aprovechamiento, ya sea
dentro del sistema de ANP federales, estatales o municipales, o me-
diante la conservación voluntaria a partir de ordenamientos ecológicos
comunitarios (estableciendo una política de protección).
A partir de 2004 la CONAFOR comenzó a impulsar de manera de-
cidida los Ordenamientos Territoriales Comunitarios (Arias, 2006),
como base de planeación para el manejo comunitario de los bosques,
pero también para identificar zonas susceptibles a ser integradas en el
programa de Pago por Servicios Ambientales (PSA) que inició su ope-
ración en 2003 (CONANP, 2010), al ser designadas voluntariamente
a la conservación. Ello se refleja en el crecimiento de los ordenamien-

El convenio sobre la diversidad biológica... 83


tos territoriales comunitarios a partir del 2007 (Figura 3). La figura
de áreas destinadas voluntariamente a la conservación (ADVC) fue to-
mando relevancia (Figura 4), hasta que el 16 de mayo de 2008 quedó
plasmada en la LGEEPA y se integró como una nueva categoría de ANP.
Hacia mediados del año 2020 se tenían registradas 358 ADVC con una
superficie total de 555,759 ha (CONANP, 2021).

Figura 3. Ordenamientos Territoriales Comunitarios elaborados con financiamiento


de la CONAFOR

Fuente: Arias, 2006 y CONAFOR, 2020.

Figura 4. Superficie protegida por Áreas Destinadas Voluntariamente a la Conservación

Fuente: CONANP, 2021

84 Respuestas institucionales
En el caso de México, la mayoría de las superficies destinadas como
ADVC (69 por ciento) ha sido el resultado de procesos de planeación
territorial comunitaria, aunque la gran mayoría de las ADVC son de
carácter privado (64 por ciento) (CONANP, 2021), situación que pone
sobre la mesa el debate internacional sobre las ANP privadas (APP).
Varios autores resaltan la importancia de las APP como un com-
plemento a las estrategias gubernamentales de protección para alcan-
zar los objetivos globales de conservación (Teh et al., 2008; Cortés et
al., 2019; Palfrey et al., 2020; Quintas-Soriano et al., 2021), por los be-
neficios ecológicos que generan (von Hase et al., 2010; Pavlacky et al.,
2021), como los corredores que propician la conectividad entre grandes
ANP (Palfrey et al., 2020; Quintas-Soriano et al., 2021). Sin embargo,
las contribuciones de las APP a la conservación no son del todo claras
(Rissman et al., 2007; von Hase et al., 2010; Gordon et al., 2011; Quin-
tas-Soriano et al., 2021), además de que no se vinculan directamente
con mejoras en la calidad de vida de la población local (Palfrey et al.,
2020) o no reportan compromisos establecidos por los actores o entre
sectores (Cortés et al., 2019), e incluso pueden propiciar la fragmenta-
ción y la perturbación de los hábitats (Rissman et al., 2007).
Por otro lado, hay autores que señalan que las áreas comunita-
rias protegidas en los pueblos originarios, además de complementar
las ANP gubernamentales (Corrigan et al., 2018), pueden favorecer la
existencia de instituciones locales de gobernanza más sólidas, ade-
más de que fomentan la existencia de organizaciones civiles locales y
evitan el acaparamiento de los bienes públicos por una elite (Salerno
et al., 2020).

CONCLUSIONES

El Convenio sobre la Diversidad Biológica ha sido un parteaguas a ni-


vel global en lo referente al modelo de conservación in situ impulsado
por los organismos internacionales, ya que promueve la inclusión de
los pueblos originarios y la población local en el proceso de diseño e
implementación de las ANP, haciéndolos parte del proceso de conser-
vación y promoviendo su beneficio. Aunque desde su entrada en vigor
representó un cambio en el modelo de conservación, no fue hasta la
COP 7 que fue ampliamente aceptado.
Si bien es necesario fortalecer la participación de las comunidades
locales en muchos procesos de conservación, para que éstos sean más
horizontales, profundos y detonen procesos autogestivos, al día de hoy
es innegable al impacto global que se ha generado con el modelo in-

El convenio sobre la diversidad biológica... 85


cluyente de conservación, lo que ha permitido a muchas comunidades
locales en todo el planeta decidir sobre el uso de su territorio y sus
recursos naturales.
La geografía ambiental ha jugado un papel fundamental en la im-
plementación de ese modelo, ya que ha aportado marcos conceptuales
y metodológicos, así como herramientas técnicas, para poder vincular
las necesidades sociales con la conservación de la diversidad biológica,
a través del desarrollo de procesos de planeación comunitaria partici-
pativa, propiciando el diálogo de saberes y la participación autogestiva.
Se reconocen dos conceptos clave: el de “paisaje”, que, a su vez, es una
unidad de análisis espacial con aplicación directa en la planeación te-
rritorial, y el de “territorio”, como un proceso de apropiación socio-cul-
tural de la naturaleza.
El mapeo comunitario participativo es una herramienta de amplia
utilización en los ordenamientos territoriales comunitarios y es un ele-
mento fundamental en la incorporación del conocimiento local y el
establecimiento de acuerdos para el uso y acceso del territorio.
Los ordenamientos territoriales comunitarios han sido un instru-
mento de planeación que favorece la implementación del modelo in-
cluyente de conservación, ya que reconoce zonas para la conservación
y manejo de la vida silvestre, además de identificar zonas potenciales
para destinarlas voluntariamente a la conservación. El caso del Corre-
dor Biológico Mesoamericano México es uno de los más reconocidos
internacionalmente y parte de acuerdos establecidos por las comuni-
dades locales en cuanto al uso del territorio y sus recursos a partir de
procesos de planeación comunitaria participativa.
La CONAFOR ha impulsado de manera decidida este instrumen-
to, ya que permite establecer las bases técnicas para el manejo de los
bosques y ubicar espacialmente, a demanda de la comunidad, áreas
potenciales para incorporarse al programa de Pago por Servicios Am-
bientales o destinarlas voluntariamente a la conservación (ADVC). La
incorporación de la figura de ADVC, en la legislación federal en 2008
como una categoría de ANP, da certeza jurídica y reconocimiento a los
acuerdos establecidos por las comunidades locales para el uso y apro-
vechamiento de su territorio.
Si bien el caso particular analizado es solamente una muestra, éste
podría ser extrapolado a otros países en diferentes partes del mundo,
aunque se encuentra una mayor similitud con los países de América
Latina, ya que se comparten los antecedentes históricos en cuanto a la
conservación, la lucha por la incorporación de las comunidades locales
en la conservación y la aplicación del conocimiento ancestral para ello.

86 Respuestas institucionales
AGRADECIMIENTOS

Agradecemos al Ing. Mario Antonio Mosqueda Vázquez, Coordinador


General de Producción y Productividad de la CONAFOR, el acceso a la
información relativa a los Ordenamientos Territoriales Comunitarios.

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96 Respuestas institucionales
Anexo 1. Clasificación de conflictos ambientales.
Elaboración propia a partir de Martínez-Alier, 2004

Categorías de conflicto Clase de conflicto Descripción


Contaminación de suelo, aire y agua
Conflictos mineros por la actividad minera, ocupación
de tierras por la minería a cielo
abierto y las escorias.
Conflictos por la extrac- Contaminación de suelo, aire y agua
Conflictos en la extracción ción de petróleo por la extracción de hidrocarburos.
de materiales y energía Causadas por la desigual distribu-
Degradación y erosión ción de la propiedad sobre la tierra
de tierras o por la presión de la producción
exportadora.
Plantaciones de especies forestales
Plantaciones forestales de rápido crecimiento para abaste-
cer la industria papelera.
Apropiación de los recursos biológi-
cos, tanto “silvestres” como medici-
Biopiratería nales y agrícolas, sin reconocimiento
del conocimiento y propiedad de los
indígenas y campesinos sobre ellos y
sin pago alguno.
Defensa de manglares Contra la industria camaronera de
Conflictos en la extracción exportación o el turismo.
de materiales y energía La defensa de los ríos contra las
Conflictos sobre el agua grandes represas para hidroelectri-
cidad e irrigación, uso y contamina-
ción del acuífero, trasvases de ríos.
Se refiere a los intentos de evitar la
sobrepesca imponiendo reglas que
Derechos de pesca eviten el acceso libre. Conflictos
entre pesca artesanal y la pesca
industrial.
Esos conflictos nacen del trasiego
cada vez mayor de materiales y
Conflictos sobre el Transporte de materia- energía. También los conflictos
transporte les y energía sobre oleoductos o gasoductos,
hidrovías, ampliación de puertos,
aeropuertos y nuevas autopistas.

El convenio sobre la diversidad biológica... 97


Luchas tóxicas Conflictos sobre los riesgos de los
metales pesados, dioxinas, etc.
Se refiere a los conflictos sobre la in-
cidencia y distribución social de los
Seguridad riesgos inciertos de las tecnologías a
Conflictos sobre los resi- medida que han ido apareciendo.
duos y la contaminación
Hay muchos conflictos alrededor del
planeta por la exportación de tales
Exportación de residuos residuos. Lucha para que se respete
el Convenio de Basilea de 1989.

Por las emisiones de dióxido de azu-


fre que cruzan fronteras y producen
Contaminación trans- lluvia ácida. Se puede aplicar tam-
fronteriza bién a contaminaciones radioactivas
por ensayos de armas nucleares o
Conflictos sobre los resi- por las emisiones de clorofluorocar-
duos y la contaminación buros (CFC).
Para remediar la injusticia de que los
ricos del mundo hayan estado usan-
Derecho igualitario a los do y usen de manera despropor-
sumideros de carbono cionada y excluyente los sumideros
de carbono y la atmósfera como un
depósito temporal.

98 Respuestas institucionales
Anexo 2. Conflictos por ANP en regiones biodiversas del mundo

Conflictos Relacionados con la creación de Áreas Naturales Protegidas en África

ANP Conflicto Fuente


1.- Sudáfrica Despojo de tierras a las poblaciones locales Bardey, D. (2020)
desde la época colonial. Limitación en el acceso
a recursos naturales, lo que se ha traducido en
caza ilegal.
2.- Tanzania Expulsión de los Maasai. En la década de los 80, Salazar, N. B. (2014)
Parque Nacional sufrieron nuevas restricciones de acceso a los
del Serengeti recursos. En 2006 el gobierno tanzano conminó
por ultimátum a las comunidades maasai del
Ngorongoro, unas 60 000 personas, a que se
marcharan antes de fin de año.
3.- Uganda Expulsión de los Ik de sus territorios tradicio- Turnbull, C. 1972
Parque Nacional de nales de caza. Posterior desaparición por los
Kidepo cambios en su forma de vida.
4.- Congo Los parques nacionales creados para proteger Colchester, M.
Parque Nacional de a los gorilas de montaña en Zaire, Uganda y (2003)
KahuziBiega Ruanda han implicado asimismo la expulsión de
los «pigmeos» Batwa.
Los grupos Twa han sido despojados de muchas
de las últimas áreas de bosque que quedan en
África Central, áreas protegidas en Uganda,
Rwanda y la República Democrática del Congo.
5.- Camerún Según el decreto de creación los habitantes Colchester, M.
Parque Nacional de tendrán que ser reubicados. (2003)
Korup

El convenio sobre la diversidad biológica... 99


Conflictos Relacionados con Áreas Naturales Protegidas en América Latina

ANP Conflicto Fuente


1.-Argentina La Reserva de Biosfera Yabotí, creada en 1992, Guerrero,
Reserva de Biosfera Yabotí, no fue consensuada con las comunidades indí- J. M. C., y
en Argentina genas implicadas. Entre 2004 y 2012 se reforza- Peyroti, G.
ron los lazos entre las comunidades mbyás y la F. (2016)
región (comunidades provenientes de Paraguay,
Brasil y de otras provincias argentinas). Esto
dio inicio a la reconstrucción de las identidades
indígenas como indisociables de la selva.

2.-Argentina La ocupación del territorio Mapuche y la crea- Villalba, S.


Parque Nacional Lanín ción de ANP se basaron en la afirmación de la M. (2014)
soberanía nacional y el control del territorio por
parte del Estado.
3.-Bolivia Creado en 1965, en territorio ancestral de los Villalba, S.
Parque Nacional Isiboro- pueblos Mojeño, Yuracaré y Tsiman, que se han M. (2014)
Sécure organizados en 51 comunidades. En 1970 se
hizo cargo del Parque el Centro de Desarrollo
Forestal, que inició la extracción de madera.
4.-Brasil Creado en 1951, luego de la violenta expulsión y Villalba, S.
Parque Nacional Monte matanza de indígenas Pataxó. En 2002 se firmó M. (2014)
Pascoal un convenio de gestión compartida entre el
IBAMA y la Fundación Nacional del Índio (FU-
NAI). Los indígenas manifestaron su desacuerdo
debido a que el proceso se realizó sin consultar
a las comunidades.
5.-Colombia Decretadas desde la década de 1960, han ge- Avellane-
Los páramos colombianos nerado repetidos conflictos, dada la prohibición da-Torres,
ANP de las autoridades ambientales de dar un uso L. M., Ro-
• Parque Nacional Natural productivo al suelo por parte de las comunida- jas, E. T., y
de Los Nevados, Colombia des campesinas que habitan al interior de dichas Sicard, T. E.
• Parque Nacional Natural zonas. L. (2015)
El Cocuy, Colombia
• Parque Nacional Natural
Sumapaz, Colombia
• El Coquito. Parque
Nacional Natural de Los
Nevados, Colombia.

100 Respuestas institucionales


6.-Colombia Declarado en 2002, la resolución de creación Cano, M. D.
Santuarios de Flora y Fauna presenta una falta de precisión del límite sur. (2008)
Corchal Mono Esto ha generado controversia a la hora de
Hernandez catalogar como ocupantes ilegales del área a po-
seedores cuyos terrenos han venido avanzando
hacia el área protegida.
7.-Chile Existe una tensión entre el Parque Nacional Maturana,
Parque Nacional de Villarrica y las comunidades mapuche que V. (2019)
Villarrica habitan aledañas a este por el control y uso del
territorio. Para las comunidades indígenas que
habitaban y que habitan estos territorios ha
implicado, en muchos casos, la expulsión, el des-
pojo y la negación de sus derechos territoriales
sobre el uso y manejo de los recursos naturales.
Después de años de protesta, en 2000 fue
firmado un convenio de colaboración para la
gestión del PNV entre la CONAF y las comuni-
dades Mapuche-Pehuenche.

8.-Chile Es territorio ancestral de los pueblos Aymara y Villalba, S.


Parque Nacional Lauca Quechua. Fue establecido como como reserva M. (2014)
forestal en 1965 y desde 1966, el gobierno
chileno ordenó el desvío de una de las lagunas
del actual PNL, lo cual produjo la contaminación
del suelo debido a la salinidad de las aguas.
9.-Ecuador La declaración de las primeras ANP en la Acevedo, V.
Áreas Naturales Protegidas Amazonía ecuatoriana se hizo por los regímenes L., Ulloa, J.,
y los territorios indígenas en dictatoriales y militares de los años 70. La crea- & Osejo, J.
la Amazonia Ecuatoriana. ción de ANP ha tenido un escaso reconocimien- A. (2016)
to de la ocupación tradicional de poblaciones
indígenas, salvo en casos de adjudicación previa
o cuando se reconocían “medios tradicionales
de vida”.
10.- Paraguay La creación del Parque Nacional Caazapá dio Villalba, S.
Parque Nacional Caazapá lugar a una situación de superposición con su M. (2014)
territorio ancestral y se constituyó en una de las
formas de despojo territorial al que fue someti-
do el pueblo Aché.

El convenio sobre la diversidad biológica... 101


11.-Venezuela Establecido en 1962 en territorio de los indí- Villalba, S.
Parque Nacional Conaima genas Pemón. Los indígenas del pueblo Pemón M. (2014)
se opusieron a la construcción del tendido
eléctrico -que atravesaría la Gran Sábana y
la selva Imataca- dado que provocaría graves
daños ecológicos.

Conflictos Relacionados con la creación de Áreas Naturales Protegidas en Asia

ANP Conflicto Fuente


1.- Indonesia Expulsión de la comunidad indígena Mongon- Colchester, M.
Parque Nacional de dow, que había sido forzada a instalarse en las (2003)
Dumoga-Bone laderas de las colinas por los proyectos de asen-
tamiento agrícola y regadío en las tierras bajas.

2.- Sri Lanka Expulsión de los Vedda en 1983, aun cuando Colchester, M.
Parque Nacional de habían estado reclamando derechos sobre sus (2003)
Dumoga-Bone tierras por lo menos desde 1970. Los Vedda
(tradicionalmente cazadores, recolectores y
agricultores migratorios), tuvieron problemas
para adaptarse a una vida sedentaria.

102 Respuestas institucionales


Referencias

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Alternativas ante el conflicto entre autoridades ambientales
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indígena en Áreas Naturales Protegidas de Argentina y Paraguay
[Tesis de Doctorado, Universidad de Salamanca]. Repositorio
Documental Gredos.

El convenio sobre la diversidad biológica... 103


II
Economía global y
sistema alimentario
Flujos y agentes en el meta-acoplamiento
del aguacate mexicano

Armonía Borrego1

RESUMEN

La integración internacional ha transformado las economías gene-


rando cambios sociales, culturales, políticos y ambientales en los te-
rritorios. Los países emergentes y también los países desarrollados
han adecuado sus sistemas productivos a regímenes de intercambio
comercial compartiendo un mismo marco. Las regulaciones del sector
alimentario permitieron normalizar productos para garantizar la cali-
dad y seguridad de los consumidores, facilitando las transacciones de
mercado a distancia. Un caso particular es la producción de frutas tro-
picales de temporada orientada a mercados internacionales. Este sector
se ha intensificado en las últimas décadas como resultado de una re-
ducción en los costes de transporte, mejoras en las tecnologías y un au-
mento en la demanda. En este capítulo se analiza el origen y desarrollo
de la producción de aguacate para exportación en Michoacán, México y
los principales eslabones de la interacción a distancia. El marco de los
sistemas meta-acoplados permite analizar, a distintas escalas, los agen-
tes y flujos de bienes que intervienen en el comercio internacional de
aguacate. Los resultados muestran cómo emerge el meta-acoplamiento
del aguacate entre México y Estados Unidos y cómo se ha desarrollado
en las últimas décadas. Este estudio permite comprender algunas ca-
racterísticas de los sistemas meta-acoplados, en particular, su alta efi-
ciencia y fragilidad, características que podrían ofuscar la unión que
promueve la integración internacional. Las conclusiones podrían ser
de utilidad para anticipar posibles escenarios esperados en el caso de
otros cultivos dirigidos a mercados internacionales.

Palabras clave: interdependencia, disfuncionalidad, Michoacán, México

1 Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental. Universidad Nacional Autónoma


de México. UNAM-Morelia. Correo-e: aborrego@ciga.unam.mx

107
INTRODUCCIÓN

El fin de la Segunda Guerra Mundial acabó con una narrativa de con-


flictos, división y enfrentamientos para promover nuevos esfuerzos de
unión y cooperación en un ambiente favorable para las naciones. En la
nueva narrativa, los países tendrían mayor libertad para el intercambio,
libre y voluntario, de manera que el libre comercio exterior significaba
una interdependencia entre países debido al intercambio de bienes. Es-
tos procesos de interconexión a distancia reflejan la integración actual
en sistemas cada vez más meta-acoplados (D’Odorico et al., 2019).
El intercambio internacional de alimentos fue un sector que sufrió
un rápido ascenso desde el inicio de la más reciente integración global
(Anderson, 2010; Brunelle, Dumas y Souty, 2014; González-Esteban,
2018). La modernización agrícola (re)evolucionó el sistema alimenta-
rio mundial; la reducción en los costes de transporte (Huwart y Verdier,
2013), el auge de la biotecnología agrícola y la ingeniería genética im-
pulsaron una nueva era en la producción internacional de alimentos
(Pechlaner y Otero, 2008) y un nuevo orden alimentario internacional
(McMichael, 2009). Por otra parte, la evolución de los estilos de vida
con nuevas formas de alimentación reorientó los mercados a un mo-
delo basado en el consumo, con modas de alimentación y sociedades
modernas dispuestas a pagar por productos frescos, poco elaborados,
novedosos o exóticos (Grant, Gallardo y McCluskey, 2021; Kim, Eves y
Scarles, 2009; Sabbe, Verbeke y Van Damme, 2009).
La creación de la Organización Mundial del Comercio en 1995 facili-
tó el intercambio de productos y la interacción de agentes en las escalas
local, regional y global; actualmente, cada vez es más habitual la distan-
cia geográfica entre producción y consumo debido al meta-acoplamiento
a distancia entre los países que participan en el intercambio de alimen-
tos (Herzberger, Chung, Kapsar, Frank y Liu, 2019; Sun et al., 2017).
En las últimas décadas, los sistemas alimentarios contribuyeron
con el 27 por ciento de las emisiones antropogénicas de gases de efecto
invernadero (GEI) mundiales2 (Curtis, Slay, Harris, Tyukavina y Han-
sen, 2018; McMichael, 2009; Poore y Nemecek, 2018). La producción
agrícola —incluidos el cambio de cobertura y uso del suelo y el proce-
samiento de alimentos y su distribución— ha contribuido con el 70 por

2 Incluye GEI por uso y cambio de uso de suelo para cultivos alimenticios —para ganado
y consumo humano— (24%), cultivos para alimentación de ganado y humano (27%),
producción de ganado y pesquerías (31%) y cadenas para suministro alimentario —
procesamiento de alimentos, transporte, embalaje, distribución al por mayor y mino-
ristas— (18%).

108 Economía global y sistema alimentario


ciento de las emisiones totales del sistema alimentario (De Schutter,
2014). Es decir; en el ciclo de alimentos, el sector agrícola es responsa-
ble de más de dos terceras partes de las emisiones mundiales de GEI.
El intercambio internacional de frutas tropicales es el caso relevan-
te para esta investigación, un sector con abundante regulación en el
comercio internacional. Aunque las frutas tropicales de temporada son
un producto de segunda necesidad en la alimentación, es un sector que
ha crecido considerablemente en las últimas décadas (Food and Agri-
culture Organization of the United Nations, [FAO], 2020). En muchos
casos la producción de frutas tropicales rompe la estacionalidad y se
producen durante todo el año para satisfacer una demanda internacio-
nal que paga por alimentos sanos, frescos y fuera de temporada.
El propósito de esta investigación es identificar cómo emerge y
cómo se desarrolla el meta-acoplamiento de la producción de aguacate
en México, con especial atención en las dinámicas de flujos y agentes
que participan en el intercambio. En las últimas tres décadas las expor-
taciones mexicanas de aguacate crecieron a una tasa media anual de
15.6 (FAO, 2020) y en Michoacán, más de 90,000 ha se convirtieron en
huertos de aguacate del 2000 al 2020 (Servicio de Información Agro-
alimentaria y Pesquera [SIAP], 2021).
En este capítulo se aplica el marco de sistemas meta-acoplados para
analizar las dinámicas de sistemas productivos que operan en la es-
cala local, dirigidos a satisfacer demanda internacional. Las acciones
encadenadas entre múltiples agentes a distancia son de interés para la
Geografía Ambiental porque permiten entender las relaciones socioe-
conómicas que configuran el territorio como resultado del intercambio
internacional. La comprensión del origen de estas transformaciones
y sus dinámicas puede ser de utilidad para diseñar planes y estrate-
gias de trascendencia local y regional en países latinoamericanos que
promueven la expansión agrícola de frutas tropicales como un motor
de desarrollo local, sin tomar en cuenta que la inserción en mercados
internacionales puede profundizar las desigualdades y quebrantar a los
agentes que participan en el intercambio.

METODOLOGÍA

El análisis de las interacciones económicas, sociales y ambientales que


tienen lugar en distintas escalas espaciales sugiere una reformulación
de los marcos tradicionales para el estudio de sistemas acoplados a
distancia (i. e. meta-acoplados). El meta-acoplamiento puede entenderse
como la interconexión a distancia entre sistemas de origen y recepción

Flujos y agentes en el meta-acoplamiento del aguacate mexicano 109


que va más allá de un simple intercambio comercial global, y puede
aplicarse a una variedad de estudios de distintas disciplinas, por ejem-
plo, la invasión y migración de especies (Liu et al., 2014; Hulina et al.,
2017); el desarrollo económico y la urbanización (Fang and Ren, 2017);
el intercambio comercial, la inversión extranjera directa o el turismo
(Torres et al., 2017) y también para el análisis territorial como resultado
del intercambio mundial de alimentos (Liu, et al., 2014; Liu, 2017; Huli-
na et al., 2017; Sun et al., 2017). En este capítulo la expansión del cultivo
de aguacate enlaza una diversidad de interacciones socioambientales y
económicas a distancia.
En esta investigación se analizan los sistemas del intercambio
internacional de aguacate entre México y Estados Unidos para com-
prender la interacción entre sistemas productivos, naturales y hu-
manos en múltiples escalas (i.e. global, regional y local), aplicando
el marco de análisis del meta-acoplamiento (Liu, 2017; Liu et al., 2013;
Martín-López et al., 2019). La aplicación de éste permite identificar
las acciones y respuestas entre sistemas como resultado del intercam-
bio comercial, ya que las interacciones conllevan flujos de materiales,
agentes o forasteros estrechos en la distancia y decisiones que tienen
la capacidad de afectar al otro (Herzberger et al., 2019).
El Cuadro 1 muestra los principales componentes del intercambio
de aguacate entre México y Estados Unidos, aplicando el argot de sis-
temas meta-acoplados. Los flujos de intercambio consisten en materia
prima (i.e. toneladas de aguacate), agentes (e.g. productores, empresas
de embalaje, asociaciones y gobierno) e información (i.e. normativas y
tecnología) que interactúan en el sistema de origen (i.e. México) y re-
ceptor (i.e. Estados Unidos) en las escalas global, regional y local.
Para comprender los flujos y agentes que participan en el meta-aco-
plamiento, se hizo una revisión de literatura y se realizaron seis entrevis-
tas semiestructuradas a productores de aguacate en Acuitzio, Los Reyes,
Peribán, Salvador Escalante, Tacámbaro; cuatro entrevistas a técnicos de
inocuidad de Juntas Locales de Sanidad Vegetal y tres entrevistas a em-
presas de embalaje y comercializadoras de aguacate en Michoacán. Las
entrevistas se realizaron en el último trimestre del 2019 y en el primer
trimestre del 2020.

110 Economía global y sistema alimentario


Cuadro 1. Componentes del meta-acoplamiento de aguacate entre
México y Estados Unidos

Componentes Categorías Intercambio internacional de aguacate


Producción de aguacate en Michoacán, México
Sistemas Origen
Receptor Consumo de aguacate en Estados Unidos
Materia Aguacate
Estatutos, normativas, reglamentos, Plan de
Información Trabajo
Flujos Tecnología Asesoría técnica para el cultivo
Dinero Ingresos monetarios por intercambio comercial
Trabajo Empleos
Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural
Gobierno (SADER)
Agentes del Sanidad Vegetal Juntas Locales de Sanidad Vegetal (JLSV)
sistema de Asociación reguladora Asociación de productores y empacadores
origen de la industria del agua- exportadores de aguacate de México A.C.
cate en México (APEAM)
Empresas de embalaje
Agentes del Comercializadores Logística para cosecha y traslado de aguacate a
sistema de Maquilador Estados Unidos
origen Acopiador
Productores Productores de aguacate
Departamento de Agricultura de Estados Uni-
dos (USDA), Servicio de Inspección Sanitaria
Animal y Vegetal (APHIS), Oficina de Sanidad
Gobierno Vegetal y Cuarentena (PPQ), Servicio de
Comercialización Agrícola de Estados Unidos
(AMS), Servicio de Alimentos y Nutrición
(FDA)
Agentes Consejo Administrador Organismo para investigación y promoción de
del sistema del Aguacate Hass aguacate Hass en Estados Unidos (HAB)
receptor Asociación Internacional Asociación que concentra a los importadores
de Importadores de de aguacate a Estados Unidos
Aguacate (AIII)
Centros de distribución Embalajes trasnacionales, distribución y trans-
ferencia de importaciones de aguacate
Mayoristas/minoristas Supermercados y hostelería
Consumidores Consumidores de aguacate, hábitos alimenticios

Flujos y agentes en el meta-acoplamiento del aguacate mexicano 111


RESULTADOS

A partir de la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Nor-


te (TLCAN) en 1994, México y Estados Unidos se consolidaron como
socios comerciales demostrando una relación de interdependencia
mutua debido a un intenso intercambio comercial, aunque el aguacate
quedó excluido del acuerdo comercial (Diario Oficial de la Federación,
1993). En 1997, los principales agentes del intercambio de aguacate en
Michoacán, México adoptaron el Plan de Trabajo3 preparado por el De-
partamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) para garantizar
la inocuidad del fruto, dando fe y legalidad de las buenas prácticas agrí-
colas (BPAs) y el correcto traslado del fruto (Martín, 2016).
El acuerdo comercial fue más allá de una integración comercial o
financiera, también involucró flujos de productos, normativas, infor-
mación, tecnología, personas, hábitos y culturas. La Figura 1 presenta
los componentes del meta-acoplamiento del aguacate entre México y Es-
tados Unidos y a continuación se analiza la participación de cada uno.

Figura 1. Componentes del meta-acoplamiento del aguacate entre México y Estados Unidos

Fuente: Elaboración propia con información de entrevistas.

3 Work Plan for the exportation of Hass avocados from Mexico to the United States of
America, 2011.

112 Economía global y sistema alimentario


AGENTES DEL SISTEMA DE ORIGEN (MICHOACÁN, MÉXICO)

a) Productores (escala local)

Todos los productores de aguacate interesados en comercializar el fruto


deben estar registrados en una Junta Local de Sanidad Vegetal (JLSV)
para obtener la cartilla fitosanitaria y poder trasladar el fruto. Existen
principalmente tres opciones de comercialización: mercado interna-
cional, nacional y ambos. Los ingenieros de inocuidad inspeccionan
periódicamente los huertos registrados para exportación y emiten un
certificado de exportación que garantiza un control en la aplicación de
plaguicidas permitidos y las dosis recomendadas.
El certificado de exportación que solicitan los productores a la JLSV
puede requerir un año o más en obtenerse, especialmente cuando se
solicita por primera vez. Las primeras visitas de verificación suelen se-
ñalar las normativas que se incumplen en las instalaciones, seguida de
indicaciones específicas para adecuar los espacios que se revisarán en
próximas verificaciones. En cambio, productores con mayor experien-
cia en el cultivo de aguacate pueden obtener el permiso en seis meses
porque conocen los lineamientos que deben cumplir.
El proceso de certificación consiste en dos partes: una para la docu-
mentación del huerto y del propietario y otra relacionada con las ins-
talaciones físicas del huerto. Una vez completada la documentación, se
autoriza el permiso de exportación y se otorga un tiempo para cumplir
con los requisitos físicos de las instalaciones según el Plan de Trabajo.
La certificación de exportación tiene una vigencia de seis meses.
Los productores con huertos certificados precisan rellenar documentos
minuciosos con las buenas prácticas del cultivo (BPAs) y del manejo del
huerto, de esta forma se establece una cultura de inocuidad. Los traba-
jadores del huerto tienen un reglamento que exige el uso de calzado
cerrado, llevar uñas cortas, ropa limpia, pelo corto, sin aretes, collares,
pulseras, anillos o reloj y queda prohibido arrojar saliva y la ingesta de
alimentos fuera del área asignada.
Los huertos que cumplen todos los requisitos se publican en un lis-
tado que se actualiza cada semana. La lista es muy dinámica porque
los huertos pueden estar preparados para el corte algunas semanas sí y
otras no. Por ejemplo, al fumigar se debe esperar 21 días para que des-
aparezcan los residuos y sólo después de este período vuelven a figurar
en la lista. El listado semanal se comparte por plataformas electróni-
cas con la Junta Local de Sanidad Vegetal (JLSV), los compradores (i.e.
empresas de embalaje y comercializadoras) y con la Asociación de Pro-

Flujos y agentes en el meta-acoplamiento del aguacate mexicano 113


ductores y Empacadores Exportadores de México, A.C. (APEAM), quien
autoriza y vigila el proceso completo de exportación de aguacate a Esta-
dos Unidos. Los productores difícilmente pueden exportar el fruto por
sí mismos porque el transporte de aguacate tiene otras exigencias, así
que la práctica más común es venderlo a una comercializadora, acopia-
dor o empresa de embalaje, quien se encarga de enviar el producto al
consumidor final en otro país.
Los productores mantienen una comunicación directa y constante
con la JLSV, que se caracteriza por ser rápida y eficiente. La principal
vía es por teléfono móvil y por WhatsApp, y en segunda instancia por
correo electrónico. La comunicación es verbal y por chat, pero también
es útil para enviar fotos y mostrar evidencias. La aplicación llamada
Hassapp también agiliza la comunicación entre el productor y la JLSV
para confirmar la fecha de corte de aguacate. En Michoacán más de
35,000 productores tienen certificado de exportación y las JLSV esti-
man que alrededor de 10,000 pequeños productores trabajan sin cer-
tificado de exportación, es decir, solo para el mercado doméstico.
De esta manera los productores de aguacate del sistema de origen
son responsables de cumplir los lineamientos del Plan de Trabajo pre-
parado por el USDA en coordinación con la Secretaría de Agricultura y
Desarrollo Rural (SADER, antes SAGARPA).

b) Junta Local de Sanidad Vegetal (escala nacional)

A escala nacional, la SADER (antes SAGARPA) creó en 1964 la Direc-


ción General de Sanidad Vegetal (DGSV) para regular las actividades
del sector primario que incluyen la producción, transporte y comercia-
lización de productos agrícolas. Estas actividades estarían supervisadas
por organismos auxiliares llamados Juntas Locales de Sanidad Vege-
tal (JLSV), encargadas de la coordinación, estandarización y operación
de medidas fitosanitarias que comprenden uno o varios municipios, o
incluso varios estados, porque son áreas delimitadas geográficamente
según el tipo de cultivo.
En la producción de aguacate la responsabilidad de las Juntas es de
carácter técnico, para el monitoreo de plagas4, pero incluye el registro
de productores en un padrón y la organización de las fechas de corte de
aguacate en cada huerto para evitar sobreproducción en el mercado.
La JLSV supervisa los protocolos de muestreo aleatorio, verifica e ins-
pecciona las instalaciones del huerto (e.g. funcionamiento de baños,

4 Plagas cuarentenarias como gusano barrenador de ramas o hueso y mosca de la fruta.

114 Economía global y sistema alimentario


advertencias visibles para trabajadores con colores autorizados, acceso
a huertos sin tener que saltar muros o cercas, etc.), comprueba las áreas
dentro del recinto para controlar el desecho de envases vacíos en cen-
tros de acopio especializados y se asegura de la inexistencia de residuos
de plaguicidas y otras sustancias tóxicas.
Los protocolos de muestreo aleatorios son trimestrales o semestrales
y atienden lineamientos establecidos para detectar la presencia de plagas
en los huertos registrados para exportación. Es común la contratación
de tercerías5 para los muestreos, por la cantidad de huertos que existen.
Estos muestreos se hacen para cumplir las normativas técnicas estable-
cidas en el Plan de Trabajo acordadas por el USDA y la JLSV-SADER de
México en un plan binacional. En la práctica, el monitoreo y la logística
de los muestreos los organiza y ejecuta la JLSV. El trabajo de monitoreo
lo costean principalmente los productores a través de pagos anuales6 a la
JLSV por huerto registrado para mantener su registro vigente.
Además de regular huertos, las JLSV están a cargo de la rastreabili-
dad o trazabilidad del fruto, para identificar la procedencia del aguacate
según huerto mediante un etiquetado que permite rastrear la fruta des-
de su origen hasta su destino final. Durante la cosecha, el ingeniero de
inocuidad elabora una bitácora de cosecha (BICO) con datos específi-
cos que toma en campo (e.g. número de cajas recolectadas, nombre del
huerto, coordenadas geográficas del huerto, nombres de los municipios
de origen y destino, registro en SADER número de matrícula del ca-
mión de carga, nombre del conductor, etc.) que se entrega al productor
y al transportista. Finalmente, el ingeniero coloca un sello de seguridad
para autorizar el traslado del fruto del huerto al embalaje; la etiqueta
se coloca en cada caja y el sello de seguridad en la puerta del trans-
porte para garantizar que la fruta proviene de un huerto certificado y
para la rastreabilidad del fruto. En caso de que más del 10 por ciento
de las cajas carezcan de etiquetado, el inspector del USDA que recibe
el producto en la empresa de embalaje rechaza la totalidad de la carga
y ese producto se dirige al mercado nacional, incurriendo en pérdidas
monetarias para el productor.
El objetivo del etiquetado es su identificación, evitar la sustitución
de frutos verificados por otros durante el traslado, o una extracción par-
cial del fruto. Una vez que el transporte completa una carga de aguacate,
el inspector de la JLSV coloca el sello de seguridad en la puerta y finaliza

5 Especialistas fitosanitarios certificados por la Entidad Mexicana de Acreditación


(EMA).
6 Pago por cartilla fitosanitaria (inocuidad) y por cartilla de exportación.

Flujos y agentes en el meta-acoplamiento del aguacate mexicano 115


la participación de la JLSV. En Michoacán existen 26 JLSV que trabajan
en el proceso de exportación.
La función central de la JLSV en el sistema de origen de la exporta-
ción de aguacate es de carácter fitosanitario, mediante una inspección
periódica y minuciosa del cumplimiento de las prácticas establecidas
por el Plan de Trabajo.

c) Exportadores

Empresas de embalaje (escala local o internacional)


El comercio internacional del aguacate requiere de intermediarios para
comercializar el fruto; un primer canal son los embalajes: algunos se
dedican exclusivamente a mercados extranjeros y otros al mercado na-
cional. Existe una clara diferenciación de producto dirigido a mercados
internacionales y nacionales.
Las empresas de embalaje que exportan aguacate están obligadas a
afiliarse en la APEAM y pagar una tarifa por cada kilogramo exportado
a Estados Unidos; su afiliación les permite tener acceso a la lista sema-
nal actualizada con huertos preparados para el corte y programar un
corte en un huerto específico. Los funcionarios del USDA inspeccionan
periódicamente el correcto funcionamiento de las naves productivas
para corroborar las buenas prácticas de manufactura (BPMs), normati-
vas del Plan de Trabajo e instalaciones.
Los embalajes pueden cumplir una o varias funciones según la ca-
pacidad de sus instalaciones y personal contratado: (1) cosecha (corte);
(2) recepción; (3) selección y clasificación del fruto según calibre7; (4)
control de calidad; (5) empacado; (6) preenfriamiento; (7) refrigeración;
(8) transporte; y (9) entrega.
El corte del fruto requiere la contratación de cuadrillas formadas
por doce cortadores experimentados, dos cargadores, un jefe de cua-
drilla y un conductor del transporte para trabajo en campo. La ins-
trucción de la empresa de embalaje es recolectar cinco toneladas por
huerto al menos. El corte suele durar siete horas y es un trabajo de
cierto riesgo que requiere habilidad para subir al árbol y cortar el fruto
con una barra de madera que acaba en cuchilla metálica con una bol-
sa colgante para evitar que el fruto caiga al suelo. Si las condiciones
son favorables (e.g. sin lluvia, sin vientos, abundante fruto del calibre

7 Tamaño para exportar a Estados Unidos: Calibre 32 ‘Super’ (más de 330 g.), calibre 36
‘Super’ (300 a 330 g), calibre 40 ‘Super’ (265 a 300 g), calibre 48 ‘Extra’ (205 a 265 g),
calibre 60 ‘Primera’ (170 a 205 g), calibre 70 ‘Mediano’ (150 a 170 g), calibre 84 ‘Comer-
cial’ (120 a 150 g), además el cliente solicita un grado de maduración específico.

116 Economía global y sistema alimentario


requerido, fruto sin daños), se puede hacer un corte completo, en caso
contrario, se hace medio o una cuarta parte del corte. En el último
caso, la cuadrilla se traslada a otro huerto con condiciones favorables
hasta completar un corte.
La recepción del fruto en la empresa de embalaje se hace en cajas de
almacenaje de plástico resistente que tienen capacidad para 20 o 25
kilogramos por caja y el transporte carga entre ocho y diez toneladas.
La recepción la verifica un inspector de SADER-USDA. La selección y
clasificación consisten en elegir aquellos frutos que cumplen con el ta-
maño pactado con el cliente (mayorista o minorista de Estados Unidos)
y se realiza en la nave productiva. Así, el producto pasa por un control
de calidad para su homogeneización y para retirar piezas con daños o
manchas en la cáscara. Este trabajo es importante porque la recolec-
ción de las cuadrillas en campo suele tener un cinco por ciento de error
(fruto menor al tamaño solicitado o dañado). El empacado consiste en
colocar el fruto en contenedores limpios y desinfectados para proceder
al pre enfriado y disminuir la temperatura de 30 o 28° C hasta los 4°C
con máquinas que inyectan aire frío durante un par de horas. Una vez
que el fruto ha alcanzado la temperatura deseada, se coloca en pallets
de exportación y se procede a refrigerar y enviar en transportes equipa-
dos con cámaras de conservación de frío. Algunas empresas de emba-
laje carecen de cuadrillas registradas o transporte propio que cumpla
las normativas para el manejo y transporte (NOM-066-FITO-2002) y
subcontratan a cuadrillas certificadas de otras empresas.
El personal del USDA verifica la limpieza y temperatura del trans-
porte antes de validar y autorizar con un sello la puerta del transporte
que debe mantenerse hasta llegar a su entrega. El traslado puede tomar
entre 12 y 18 horas hasta llegar al mayorista.
Cada embalaje tiene clientes fijos; las empresas de embalaje ‘peque-
ñas’ pueden tener cuatro o cinco clientes (i.e. distribuidores en Estados
Unidos) y suelen vender 30 contenedores semanales de ocho o diez
toneladas cada uno. Estas empresas de embalaje contratan entre 80 y
180 trabajadores según la temporada. Algunas empresas de embalaje
también son comercializadoras y algunas también maquilan.
Los productores que trabajan directamente con empresas de em-
balaje tienen la ventaja de eliminar intermediarios, incertidumbres o
contratiempos. La desventaja es el tiempo de pago del producto, que
puede tomar hasta tres semanas después del corte.
En Michoacán, alrededor de 75 empresas de embalaje tienen cer-
tificado de exportación; la minoría son de capital extranjero, tienen
grandes inversiones, mayor poder de mercado y absorben aproximada-

Flujos y agentes en el meta-acoplamiento del aguacate mexicano 117


mente el 80 por ciento de las exportaciones, es decir, las exportaciones
de aguacate se concentran en unas cuantas transnacionales.

Comercializadoras (escala local)


Las comercializadoras se limitan a ser un intermediario entre produc-
tores y empresas de embalaje, pues no están obligadas a registrarse en
APEAM, a menos de que participen en la exportación, en cuyo caso
deben asociarse. Su intervención se limita a comprar a diversos pro-
ductores, al mejor precio posible, y vender al embalaje asegurando una
ganancia, por lo que es frecuente la negociación con acopiadores.
Las comercializadoras tienen identificados a los productores más
eficientes y suelen negociar una reducción del precio a cambio de un
pago inmediato, el atributo más importante para los productores. Los
acuerdos con las comercializadoras tienen la ventaja de que el pago es
inmediato, a un precio menor.
Estas entidades suelen recibir solicitudes de grandes empresas de
embalaje que, a su vez, reciben grandes pedidos de aguacate en fechas
específicas, la comercializadora entonces se encarga de reunir la can-
tidad solicitada por el embalaje, quien tiene certificado para expor-
tar. Uno de los objetivos de las JLSV y los productores es prescindir
de la participación de intermediarios como estos. La ventaja de las
comercializadoras es la rapidez en el pago, en cambio, la transacción
con la empresa de embalaje suele requerir tiempo en organizar la lo-
gística (e.g., verificación y autorización del corte) y pagos posteriores
a la cosecha.

Acopiadores (escala local)


Los acopiadores son otros intermediarios que conocen bien las nor-
mativas para vender en mercados extranjeros y nacionales, es por ello
que los productores que solo producen fruto para mercados nacionales
suelen recurrir al acopio. Los acopiadores prescinden de su registro en
la APEAM y principalmente se dedican a las pepenas (restos de cortes,
es decir, cuando la cosecha de exportación cortó frutos de un calibre
inferior al solicitado y se destinan al mercado doméstico). Las empre-
sas de embalaje también suelen recurrir a los acopiadores para tener
disponibilidad de fruto para sus clientes extranjeros.
El acopiador suele hacer el pago inmediatamente, con un precio li-
geramente debajo del precio de mercado, en cambio, si hace el pago tres
días después, respeta el precio oficial. Algunos acopiadores con expe-
riencia trabajan para empresas de embalaje y se encargan de comprar
cortes completos.

118 Economía global y sistema alimentario


A diferencia del embalaje, el acopiador no exige una cantidad mí-
nima de recolección cuando trabaja en huertos de exportación; se con-
centra en recolectar toneladas de diferentes huertos certificados hasta
completar un camión de carga completo (i.e. ocho o diez toneladas). El
acopiador suele comprar a precio de mercado nacional aun cuando el
fruto provenga de huertos certificados, y después lo lleva al embalaje
para su exportación, tomando ventaja si el huerto tiene una cantidad
inferior para cosechar según las reglas de la empresa de embalaje (e.g.
cinco toneladas). Esta desventaja suele ser para huertos pequeños o
con poca cantidad de fruto para cosechar. Las empresas de embalaje
también contratan acopiadores para buscar el mejor producto al precio
más bajo. Una vez que el acopiador llega a un precio asequible, la em-
presa envía su cuadrilla para la cosecha y el transporte.

Maquiladoras (escala local)


Se dedican a preparar, seleccionar y clasificar el calibre del aguacate,
embalarlo, pre enfriarlo y conservarlo a la temperatura requerida du-
rante su almacenamiento temporal mientras se llena un camión com-
pleto para hacer el envío al mayorista o minorista y suelen trabajar con
distintos tipos de frutas.

Asociación de Productores y Empacadores de Aguacate de México A.C.


(escalas local e internacional)
La APEAM es el órgano que regula la industria del aguacate de expor-
tación en Michoacán. Su misión es facilitar la exportación del produc-
to en las condiciones requeridas por los mercados internacionales y
su organización sigue un esquema de gobierno corporativo. La APEAM
recibe recursos de los productores —a través de las JLSV— y de las em-
presas de embalaje que se dedican a la exportación. El recurso recabado
del embalaje —por cada kilogramo de aguacate exportado— lo transfie-
ren al USDA.
Esta asociación trabaja en coordinación con las JLSV y la comunica-
ción entre ellos es directa y eficiente. Por ejemplo, la APEAM informa a
las JLSV qué productores han solicitado materiales para cosechar (e.g.
etiquetado) y las JLSV autorizan esas cosechas tras verificar directa-
mente con el productor e inspeccionar esos huertos. Así se pueden au-
torizar hasta mil cosechas en un día.
La APEAM emite una Cartilla de exportación para cada huerto y es
la encargada de preparar los materiales que requieren las JLSV para
rellenar durante la cosecha o corte (e.g. etiquetas de campo, etiquetas
de salida hacia la empresa de embalaje, sellos de transporte y la BICO);

Flujos y agentes en el meta-acoplamiento del aguacate mexicano 119


también regula la rastreabilidad del producto, el cumplimiento del
Plan de Trabajo bilateral que incluye el etiquetado que otorga la validez
de inocuidad, la regulación fitosanitaria y la certificación.
Los recursos que recibe la APEAM se administran para cubrir
gastos de recorridos en campo, compra de vehículos y ampliación de
instalaciones, organización de cursos de inocuidad impartidos por es-
pecialistas, cursos para informar nuevas leyes o auditorías entre pro-
ductores y planear soluciones a problemas conjuntos. Estos recursos
también se usan para financiar trabajos de investigación de mercado
(IDM) de exportación y planeación de volúmenes de producción que
se divulgan entre empresas de embalaje y productores para regular las
cosechas. Además, se financian campañas de promoción para aumen-
tar la demanda del aguacate mexicano en mercados globales partici-
pando en ferias internacionales, promoviendo recetas culinarias en la
cocina internacional y en eventos importantes como el Super Bowl o
la fiesta del Cinco de Mayo en Estados Unidos. Todas estas acciones se
hacen en coordinación con la Asociación de Importadores de Aguacate
Hass mexicano (MHAIA), situada en Estados Unidos y certificada por
el USDA en 2003.
La APEAM coordina estrategias de mercadotecnia para aumentar el
consumo de aguacate en Estados Unidos y también regula el trabajo de
productores, JLSV y empresas de embalaje.

d) Flujos del sistema de origen: dinámicas de las exportaciones


de aguacate en Michoacán, México

Desde 1994 México se consolidó como primer exportador de aguaca-


te en el mundo, dirigiendo su producción principalmente a Francia,
Reino Unido, Alemania y Canadá (Echánove, 2008). En esta década,
Michoacán producía más del 80 por ciento de la producción total na-
cional. En 1997 se iniciaron las primeras exportaciones a Estados Uni-
dos y Michoacán fue, hasta julio de 2022, el único estado con huertos
certificados para exportar aguacate a ese país luego de adaptar el siste-
ma productivo del aguacate al Plan de Trabajo. La Figura 2 muestra el
crecimiento de las exportaciones mexicanas a Estados Unidos.

120 Economía global y sistema alimentario


Figura 2. Exportación de aguacate mexicano al mundo (2000-2020)

Fuente: Sistema de Información Arancelaria Vía Internet (SIAVI, 2021).

Desde el inicio de las exportaciones de aguacate a Estados Unidos en


1997 y hasta el 2020, la superficie plantada con aguacate en Michoa-
cán aumentó en 222 por ciento y la producción de aguacate casi se
ha triplicado en Michoacán, pasando de 637,631 toneladas en 1997 a
1,800,021 toneladas en el 2020. El Cuadro 2 muestra la expansión de
la superficie y producción de aguacate en Michoacán entre el 2000 y
el 2020. Desde el 2014 más del 55 por ciento de la producción de agua-
cate en Michoacán se exporta a Estados Unidos.

Flujos y agentes en el meta-acoplamiento del aguacate mexicano 121


Cuadro 2. Superficie cultivada y producción del sistema de origen del 2000 al 2020

Superficie Producción Exportación Proporción de


Año cultivada en de aguacate de aguacate a exportaciones
Michoacán (ha) en Michoacán Estados Unidos (porcentaje)
(toneladas) (toneladas)
2000 78,530 794,680 13,396 1.68
2005 95,223 895,098 145,111 16.21
2010 107,058 950,942 269,985 28.39
2015 134,942 1,283,313 808,310 62.99
2020 169,939 1,800,021 1,036,562 57.62

Fuente: Elaboración a partir de Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP),


Food and Agriculture Organization of the United Nations (FAO) y Sistema de Información
Arancelaria Vía Internet (SIAVI).

AGENTES DEL SISTEMA RECEPTOR (ESTADOS UNIDOS)

a) Departamento de Agricultura de Estados Unidos, USDA (escala


internacional)

El USDA es responsable de inspeccionar y certificar el fruto importado


in situ. El Servicio de Inspección Sanitaria Animal y Vegetal (APHIS)
y la Oficina de Sanidad Vegetal y Cuarentena (Plant Protection and
Quarantine (PPQ) son organismos auxiliares del USDA para regular la
importación de frutos y prevenir la propagación de plagas y enferme-
dades que podrían afectar la agricultura doméstica y los recursos na-
turales locales (Figura 1).
En el programa de importación de aguacate, el USDA contrata su
propio personal8 con residencia en Michoacán. Una parte de ellos tra-
baja en inspecciones de campo para certificar los huertos registrados
aleatoriamente y otra parte en las empresas de embalaje para supervi-
sar y mantener la identidad y rastreabilidad del fruto.
Existe una rotación programada del personal que les permite parti-
cipar en otros programas de exportación en México (e.g. limón, mango,
guayaba, etc.). Los inspectores del USDA tienen acceso a todos los huer-
tos certificados durante las actividades de inspección y evaluación,

8 Oficiales regulatorios, supervisores de campo, jefes de inocuidad, coordinadores de


programa, asistentes de inspección de huertos, etc.

122 Economía global y sistema alimentario


mientras que las empresas de embalaje deben proporcionar un espacio
físico para que el personal pueda trabajar dentro de sus instalaciones.
El personal del USDA rechaza cortes que presenten errores en el lle-
nado de documentos o alteraciones técnicas (e.g. errores al rellenar la
BICO, corte de fruto tierno, introducir fruto de otros huertos, etc.) y su
decisión es inapelable. Incidentes con personal del USDA han provoca-
do sanciones temporales que prohíben exportar fruto de los campos o
embalajes involucrados y, en ocasiones, los han removido del programa
de exportación de forma definitiva. Cuando la sanción es permanente,
la empresa sancionada suele registrarse nuevamente bajo otra firma
para volver a exportar como una nueva empresa.
La APEAM y las JLSV exhortan a respetar y proteger a trabajadores
del USDA situados en Michoacán porque, cualquier amenaza, agresión
o despojo al personal o sus familias, produciría la interrupción tempo-
ral o permanente de las exportaciones de aguacate.

b) Distribución y empresas de embalaje (escala local o internacional)

Las empresas de embalaje transnacionales tienen un papel clave en


las exportaciones de aguacate mexicano a Estados Unidos. Existen 80
empresas de embalaje certificadas en APEAM y son alrededor de seis
empresas transnacionales9 —con instalaciones de embalaje en Michoa-
cán— las que exportan y distribuyen alrededor del 80 por ciento del
aguacate mexicano en Estados Unidos; mientras que el resto lo expor-
tan unas 73 empresas de embalaje.
Las transnacionales iniciaron sus operaciones en Michoacán en
1997, el mismo año en el que se aprobó la importación de aguacate
mexicano a Estados Unidos, exportando a Estados Unidos, Japón y Ca-
nadá. Estas empresas se encargan de comprar aguacate y enviarlo di-
rectamente a su homóloga estadounidense. En algunos casos también
son propietarios de grandes superficies de tierra para producir aguacate.
Las empresas de capital extranjero se mantienen en expansión per-
manente, operando no solo en México sino en otros países como Perú
y Colombia, donde también han instalado embalajes. Su experiencia
en la exportación es amplia y no solo se especializan en aguacate sino
también en cítricos, piña, melón y algunos vegetales. Su rigidez en el
cumplimiento de las normativas internacionales garantiza altos están-
dares de calidad y ninguna de ellas ha sido sancionada por incumpli-

9 Mission Produce, West Pak Avocado, Del Monte Fresh Produce, California Avocado
Growers (Calavo), Promexavo Corp y Westfalia Fruit Marketing.

Flujos y agentes en el meta-acoplamiento del aguacate mexicano 123


miento de normativas desde sus inicios. En cambio, algunas empresas
de embalaje de capital mexicano han sido sancionadas de forma tem-
poral o definitiva por malas prácticas.
Más del 90 por ciento de las exportaciones de aguacate producido
en Michoacán se envía a McAllen, Texas y una minoría de las expor-
taciones se envía a California; en cualquier caso, el transporte es te-
rrestre, por menor coste, y se cumplen las características de manejo y
traslado establecidas en el Plan de Trabajo.
Existen principalmente tres vías de entrega: (1) Centros de Trans-
ferencia situados en la frontera (e.g. situadas en Ciudad Reynosa, Ta-
maulipas y en McAllen, Texas) que almacenan y envían al mayorista
o minorista; (2) Centros de Distribución con almacenes de los prin-
cipales distribuidores que prepara el producto en bolsas de red o se-
gún se solicite el producto; (3) embalajes transnacionales situados en
Michoacán que envían directamente a su homóloga estadounidense
para después enviar al minorista. En los tres casos la entrega se adapta
a las exigencias de cada mayorista o minorista (e.g. certificaciones10,
punto de madurez del producto, calibre, presentación, etc.). Por nor-
mativa, todo el producto se envía bajo la firma de Avocados from Mexico
y la marca del productor o embalaje es de importancia secundaria. La
MHAIA estima que actualmente existen más de 10,000 empleos en
Estados Unidos relacionados con la distribución de aguacate.
Las prácticas de entrega requieren certificaciones de buenas prác-
ticas agrícolas (Good Agricultural Practices, GAP) y servicios logísticos,
atendiendo las normas de aceptación voluntaria por las partes del in-
tercambio (International Commercial Terms, INCOTERMS), para deter-
minar responsabilidades y condiciones de entrega.

c) Flujos y agentes del sistema receptor: importaciones de aguacate en


Estados Unidos

Estados Unidos es importador de aguacate desde 1977, aunque las im-


portaciones a gran escala iniciaron en 1990 principalmente de Chile
(Echánove, 2008; FAO, 2020). Desde el 2002 y hasta el 2020, Esta-
dos Unidos ha sido el principal importador de aguacate en el mundo
y desde el 2005 es el principal importador de aguacate producido en
Michoacán, mientras que la participación de Chile se ha desvanecido
(Figura 3). La cercanía geográfica con México y la producción durante

10 México Calidad Suprema (MCS), GLOBAL G.A.P. (Good Agricultural Practices), USDA
Organic, International Accreditation Forum (IAF), SENASICA, PAMFA, PRIMUS, SAGAR-
PA NOM-066-FITO-2002, etc.

124 Economía global y sistema alimentario


todo el año favoreció a los productores mexicanos al reducir el tiempo
de entrega y ofertar menores costes. La Figura 3 muestra el origen de
las importaciones de aguacate en Estados Unidos del 2000 al 2020.
Los tres períodos principales en el meta-acoplamiento del aguacate
entre México y Estados Unidos fueron: (1) en 1997, al finalizar la pro-
hibición de las importaciones de aguacate mexicano a Estados Unidos,
dando el inicio a las importaciones de aguacate de Michoacán, México;
(2) en el 2003, cuando la MHAIA se integró a la Junta Administrado-
ra del Aguacate Hass (Hass Avocado Board) de Estados Unidos, mis-
mo año en que se eliminó totalmente el arancel a las importaciones
de aguacate mexicano, en cumplimiento a los acuerdos firmados en el
Tratado de Libre Comercio (TLCAN) de 1994; y (3) en el 2006, con la
creación de la marca Avocados from Mexico. Always in season (AFM),
el principal órgano de mercadotecnia de la Asociación de importado-
res de aguacate Hass de México (MHAIA) y APEAM para impulsar y
promover el consumo de aguacate Hass mexicano en Estados Unidos.

Figura 3. Importación de aguacate en Estados Unidos (2000-2020)

Fuente: United States International Trade Commission (USITC, 2020).

Flujos y agentes en el meta-acoplamiento del aguacate mexicano 125


Figura 4. Dinámica de la producción doméstica, importaciones y consumo total de
aguacate en Estados Unidos (2000-2020)

Fuente: United States International Trade Commission (USITC, 2020) y FAOSTAT, 2020.

La Figura 4 muestra un aumento en el consumo total y en las im-


portaciones de aguacate de Estados Unidos entre el 2000 y el 2020,
mientras que la producción doméstica de aguacate se reduce en los úl-
timos años. En este período, las importaciones de aguacate mexicano
aumentaron a una tasa media anual de crecimiento de 24.28 por ciento,
pasando de 13,396 toneladas en el 2000 a 1,036,562 toneladas en el
2020. Desde el 2015 Estados Unidos es el primer consumidor de agua-
cate en el mundo, desplazando a México (Figura 4).
En las décadas de 1980 y 1990 Estados Unidos era el segundo pro-
ductor mundial de aguacate, sin embargo, esta situación cambió drásti-
camente desde el 2007 (FAO, 2007). Entre otros factores, las continuas
sequías del último lustro aumentaron el coste del agua para riego de
cultivos, forzando a los productores de California —principal produc-
tor de aguacate en Estados Unidos— a reducir la superficie cultivada y
la producción total del fruto (Figura 4). La reducción en la producción
doméstica de aguacate, junto al aumento en la demanda, han represen-
tado una oportunidad para los productores internacionales.

d) Nuevos hábitos alimenticios

En 1992 el Servicio de Alimentos y Nutrición (FDA) del USDA emi-


tió la pirámide alimenticia como guía para una alimentación sana

126 Economía global y sistema alimentario


y nutritiva; esta pirámide incluía imágenes de aguacate (Center for
Nutrition Policy and Promotion, CNPP, USDA). En 1994 el USDA pu-
blicó la guía My Plate para promover una mejor nutrición entre los
ciudadanos de Estados Unidos sugiriendo el consumo de este fruto.
En el 2002 el USDA, a través del Servicio de Comercialización de
Agricultura (Agricultural Marketing Service, AMS), creó el Consejo Ad-
ministrador del Aguacate Hass (Hass Avocado Board, HAB) como ad-
ministrador de recursos para investigación y promoción del aguacate
Hass en Estados Unidos. En el HAB también participan productores
domésticos de aguacate Hass de Estados Unidos11 y la Asociación de
Importadores de Aguacate12, en el caso de México, la MHAIA. Los pro-
ductores domésticos y los exportadores de aguacate a Estados Unidos
pagan una tarifa al USDA por cada libra llevada al mercado, quien lo
transfiere al HAB. Estos recursos se invierten en investigación y estra-
tegias de mercadotecnia para fomentar el consumo de aguacate.
La intervención del HAB ha sido evidente; el consumo de aguacate
fresco en Estados Unidos pasó de 500 g per cápita en 1997 a 3.85 kg
en el 2020, cantidad que supera el consumo per cápita de durazno,
pera o ciruela juntos (Economic Research Service, USDA-ERS, 2021).
Las estimaciones sugieren que el 50 por ciento de la población en Es-
tados Unidos consume aguacate (USDA-ERS, 2021) y el crecimiento
esperado para el 2026 es de 4.9 kg per cápita.
En años recientes el aguacate ha dejado de ser un alimento exóti-
co para convertirse en un alimento básico en la hostelería (i.e. Hotel,
restaurant and catering, HORECA channel). La marca Avocados from
Mexico "The world’s finest" (AFM) creada en el 2006 y consolidada en
2013 como Avocados from Mexico "Always in season" fue la estrategia
de mercadotecnia creada por la MHAIA y APEAM para coordinar cam-
pañas de venta dirigidas a consumidores estadounidenses, incluyendo
la publicidad en televisión, internet, supermercados y redes sociales,
para promover el aguacate como un superalimento. Con la interven-
ción de MHAIA y APEAM se rompió la estacionalidad del aguacate y su
consumo se consolidó durante todo el año.

11 California Avocado Commission, creada en 1978.


12 Avocado Importers International Inc., que integra a las asociaciones de importadores
de aguacate según su origen: (1) Chilean Avocado Importers Association (CAIA, creada
en 2002); (2) Mexican Hass Avocado Importers Association (MHAIA, creada en 2003);
(3) Peruvian Avocado Commission (PAC, creada en 2010); (4) Colombia Avocado Board
(CAB, creada en 2020).

Flujos y agentes en el meta-acoplamiento del aguacate mexicano 127


DISCUSIÓN

El objetivo de esta investigación fue identificar el surgimiento y de-


sarrollo del meta-acoplamiento a distancia del aguacate entre Méxi-
co —principal productor y exportador mundial— y Estados Unidos
—principal importador mundial— para comprender los principales
flujos y algunas implicaciones del intercambio comercial.
En 1997 el sistema productivo de Michoacán, México adoptó el
Plan de Trabajo que garantizó la inocuidad del fruto y dio legalidad
del trabajo, prácticas agrícolas (BPAs) y traslado del fruto. A más de
25 años del meta-acoplamiento del aguacate entre México y Estados
Unidos encontramos las siguientes lecciones de la inserción en mer-
cados globales:
Primero, la eficiencia de los agentes involucrados en el Plan de Tra-
bajo es alta, aunque implica la pérdida de autonomía de los productores
al regirse por normas y órganos externos. Por ejemplo, los productores
que se insertan en la dinámica de los mercados de exportación venden
su producto a precios internacionales más competitivos, a cambio, sus
huertos adoptan las normativas establecidas por el sistema receptor. El
control del uso de la tierra a distancia suprime las prácticas agrícolas
tradicionales para comprometer la tierra a la producción de monocul-
tivos con los problemas ambientales asociados (Borras et al., 2011; Mar-
tín-López, et al., 2019) y el sistema de origen se convierte en exportador
de alimentos, materias primas y recursos naturales (Caro, et al. 2021).
Las exportaciones de aguacate de Michoacán crecieron 77 veces
en los últimos 20 años y la superficie cultivada aumentó más del do-
ble. En el 2020 se cosecharon 380 kg en promedio por cada habitante
de Michoacán. Este crecimiento inmoderado se presentó, en parte, de
forma ilegal por la inexistencia de permisos para cambio de uso de
suelo en cultivos de aguacate en los últimos 20 años (comunicación
personal con la Secretaría de Desarrollo Rural y Agroalimentario,
SEDRUA, Michoacán).
En los últimos 40 años la aportación de las actividades primarias
al producto interior bruto (PIB) de Michoacán fue del 12 por ciento, en
promedio, mientras que las actividades terciarias aportaron alrededor
del 70 por ciento al PIB del estado en el mismo período13 (Instituto Na-
cional de Estadística y Geografía [INEGI], 1980, 2020). En este caso, la
expansión acelerada de este cultivo difícilmente puede asociarse como
fuente de crecimiento económico. Aunque el PIB no es un indicador

13 La comparación corresponde al valor del PIB medido en valores constantes.

128 Economía global y sistema alimentario


del bienestar social, una comparación del PIB per cápita de Michoa-
cán de los últimos 20 años muestra un crecimiento del 17 por ciento,
mientras que el mismo indicador creció en 20 por ciento entre 1980 y
el 2000, antes del boom del aguacate.
Entre el 2000 y el 2020 la superficie cultivada y la producción de
aguacate en Michoacán aumentaron en más del doble (SIAP, 2000,
2020), mientras que el número de empleos en el sector primario cre-
ció en 75 por ciento (INEGI, 2000; INEGI, 2020). Se ha presentado un
efecto secundario para las empresas dedicadas a la venta de plaguici-
das en Michoacán, que se han más que duplicado desde el año 2010
(INEGI, 2010, 2020). El uso de organofosforados prohibidos en algunos
países por su relación con enfermedades respiratorias, del sistema ner-
vioso o cancerígenos está permitido por las normativas del sistema re-
ceptor, quien dicta las pautas del proceso de producción (e.g. malation,
paraquat, glifosato) (United States Environmental Protection Agency
[EPA], 2020). Otros insecticidas sintéticos como la lambda-cihalotrina
(C23H19CIF3NO3) y el imidacloprid (C9H10CIN5O2), también pro-
hibidos en algunos países, se usan en los huertos de aguacate con la
recomendación de evitar el contacto directo o indirecto con personas
(APEAM, 2021). Las JLSV, bajo la dirección de la APEAM, solicitan pe-
riódicamente pruebas médicas (e.g. colinesterasa) a los productores de
aguacate, pero éstas se realizan de forma voluntaria (entrevistas perso-
nales con productores de aguacate).
Segundo, el intercambio comercial entre países puede profundizar
las desigualdades de los países en desarrollo (Naylor, 2016; Millington,
et al., 2017). La apertura internacional fomenta las inversiones extran-
jeras a expandirse al sistema de origen para captar el mayor volumen
de las exportaciones. Las trasnacionales conocen las exigencias del sis-
tema receptor, tienen un soporte financiero para invertir en infraes-
tructuras y tecnologías que estandarizan los parámetros de calidad y
tienen el poder para concentrar la mayor parte de las exportaciones.
Así, la mayor parte de las exportaciones de aguacate mexicano no son
mexicanas, sino de trasnacionales estadounidenses. Es decir, se trata
de una unión disfuncional en un mundo interconectado.
Tercero, la interdependencia comercial es frágil y el meta-acopla-
miento puede frenarse cuando el sistema receptor cambia drástica-
mente a otro sistema de origen. En la década del 2000 Estados Unidos
cambió de sistema de origen, cuando México sustituyó las importacio-
nes de aguacate producido en Chile (FAO, 2020). La reducción conside-
rable en los costes de transporte por la cercanía geográfica fue decisiva;
el tiempo de entrega pasó de catorce días con importaciones marítimas

Flujos y agentes en el meta-acoplamiento del aguacate mexicano 129


de Chile a dos días con importaciones terrestres mexicanas (entrevista
con personal de una procesadora de aguacate de capital mexicano y
chileno). Esta evidencia muestra que, a pesar de estar hiperconectados,
existe una fragmentación y fragilidad cuando un sistema percibe un
mayor beneficio de otro socio comercial.
Actualmente Estados Unidos es el principal importador de aguacate
mexicano (FAO, 2020), y la decisión de un cambio del sistema de origen
podría afectar a los productores mexicanos. Por ejemplo, durante el go-
bierno de Donald Trump la materialización de la amenaza del cierre de
las fronteras entre México y Estados Unidos habría tenido repercusio-
nes para la dependencia comercial mutua en estos países. Por otra parte,
hechos pasados de hurtos, ofensas, amenazas a inspectores del USDA y
violaciones al Plan de Trabajo resultaron en una sanción que prohibió
las importaciones mexicanas de aguacate a ese país durante una semana
(APEAM, 2022). Estas prohibiciones podrían repetirse temporalmente o
a perpetuidad por temas políticos, ambientales o de inseguridad.
Cuarto, la interdependencia económica es un factor determinante
para los sistemas meta-acoplados, aunque los involucrados pocas veces
consideran sus impactos (e.g. ambientales, sociales). Una razón es la
falta de información sobre la cantidad o calidad de recursos natura-
les disponibles del sistema de origen. De esta manera, la extracción de
recursos se hace de forma intensiva, mermando los niveles del recur-
so y alejándose de una gestión de recursos social y ambientalmente
óptimos. En cambio, los sistemas receptores podrían ganar con el in-
tercambio porque pagan precios de mercado sin internalizar las exter-
nalidades negativas y podrían reducir el uso local de recursos naturales
(D’Odorico et al., 2019).

CONCLUSIONES

El meta-acoplamiento entre sistemas de origen y receptor consiste en


acciones encadenadas mutuamente excluyentes. Cada decisión del sis-
tema de origen (e.g. participar en la certificación) produce beneficios,
pero también desafíos —como la expansión del cultivo— que no existi-
rían de haber optado por producir sin certificación. Para el sistema re-
ceptor (e.g. Estados Unidos), una reducción en la producción doméstica
de aguacate debido a consecutivas sequías y heladas implica la exis-
tencia de una demanda insatisfecha y podría generar la pérdida de in-
terés en los productores domésticos de aguacate cuando su capacidad
de competencia se ve afectada frente a un gran productor de aguacate
como México. Estos trade-offs son una característica habitual en los sis-

130 Economía global y sistema alimentario


temas meta-acoplados y los países que participan en el intercambio rara
vez consideran los sucesivos trade-offs en sus decisiones.
La expansión del cultivo de aguacate para satisfacer la demanda
internacional no solo tiene impactos por el cambio de uso del suelo y
la aplicación de químicos para controlar y prevenir plagas, sino que
menoscaba la autonomía de los productores locales y favorece la par-
ticipación de transnacionales que concentran las exportaciones para
marginar la participación de las empresas nacionales con menor expe-
riencia —y capital— en el intercambio internacional.
La generación de conocimiento sobre el origen y desarrollo del me-
ta-acoplamiento estrecho a distancia es útil para los encargados de la
toma de decisiones a mediano y largo plazo, porque da cuenta de los
potenciales efectos ambientales y sociales para el sistema de origen.
Desde la perspectiva de la Geografía Ambiental, el caso de la expan-
sión del cultivo de aguacate en Michoacán permite comprender la in-
teracción entre sistemas productivos locales que pierden su autonomía
para satisfacer exigencias de una demanda internacional con efectos
socioambientales locales. El análisis del desarrollo del meta-acopla-
miento de este sistema productivo permite conocer a detalle sus efectos
y fragilidad; información de utilidad para países que promueven los
cultivos de exportación como un motor de desarrollo local y regional.

AGRADECIMIENTOS

Al proyecto PAPIIT-DGAPA-UNAM IA301321 El cultivo de aguacate en


Michoacán: flujos y procesos en sistemas teleacoplados por el financia-
miento otorgado para esta investigación. A Adrián Orozco por su apoyo
en la organización del trabajo de campo. Gracias a los productores de
aguacate y empacadoras de Michoacán que respondieron las entrevis-
tas. En particular, a los Ingenieros Marco González, David González y
Juan Loya por las facilidades prestadas y sus reflexiones para mejorar
este manuscrito. Las aportaciones de dos revisores anónimos contribu-
yeron especialmente a mejorar el contenido del manuscrito.

Flujos y agentes en el meta-acoplamiento del aguacate mexicano 131


BIBLIOGRAFÍA

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Flujos y agentes en el meta-acoplamiento del aguacate mexicano 135


La integración de la cafeticultura mexicana en
mercados internacionales: el caso de la Mixteca Alta

Dante López-Carmona1 y Francisco Bautista2*

RESUMEN

La cafeticultura es una de las actividades agrícolas que dependen de los


precios internacionales que se fijan con base en la oferta y la demanda
mundial, así como la coyuntura política. La mayor parte de la producción
de café en México se lleva a cabo por pequeños productores, muchos de
ellos indígenas y en situación de pobreza. El municipio de Santa María Yu-
cuhiti en la Mixteca Alta tiene altos niveles de marginación y el cultivo de
café es la principal actividad económica. Los Productores de Café Yucuhiti
y la Coordinadora Estatal de Productores de Café de Oaxaca son organi-
zaciones de la sociedad civil que tienen como fin la comercialización de
café orgánico y de comercio justo a nivel estatal, nacional e internacional;
además, ambas desarrollan programas para la conservación de los recur-
sos naturales de sus socios. En el presente capítulo se hace un análisis de
la forma mediante la cual la organización comunitaria y su consolidación
en asociaciones civiles, permite a los cafeticultores de la Mixteca Alta in-
corporarse a un mercado global, mejorar la infraestructura comunitaria y
en general, conservar su patrimonio biocultural.

Palabras clave: desarrollo sustentable; pequeños productores; comercialización de café

1 Departamento de Agroecología, Universidad Autónoma Chapingo.


2 Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental. Universidad Nacional Autónoma
de México. UNAM-Morelia.
* Autor para correspondencia: leptosol@ciga.unam.mx

137
INTRODUCCIÓN

El café es uno de los cultivos más importantes en el mundo, tan solo en


México existen cerca de quinientas mil familias cafeticultoras (Centro
de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Ali-
mentaria [CEDRSSA], 2018). Además de éstas, se deben considerar a
los actores relacionados con el beneficio, industrialización y comer-
cialización a escalas locales, nacionales o globales. El café se cultiva
solo en algunas franjas altitudinales de las zonas intertropicales del
mundo. Algunos de los principales países productores de café son Bra-
sil, Colombia, México, Etiopía y Vietnam; mientras que los principales
consumidores son Alemania, Dinamarca, Brasil y Estados Unidos (Lä-
derach et al., 2017).
Una estrategia de los productores de café para mejorar sus ingre-
sos es a través de su incorporación al mercado global, sin embargo, el
comercio de café se concentra básicamente en dos grandes nichos de
mercado a nivel internacional: el café orgánico y el convencional (de
la Vega-Leinert et al., 2016). El café orgánico es el proceso productivo
más amigable con el ambiente, ya que se produce con nulo uso de agro-
químicos y generalmente bajo sombra, lo que muchas veces se logra
manteniendo gran parte de la estructura de la comunidad vegetal del
bosque original. Por su parte, el café convencional a cielo abierto tiene
una producción mucho mayor que el orgánico, a expensas de la vege-
tación natural y con impactos ecológicos importantes. Por ejemplo, en
Brasil o Colombia es posible observar paisajes de monocultivo de café
donde alguna vez hubo selva alta perennifolia, con una clara pérdida
de los recursos naturales y sus funciones ambientales (Bravo-Monroy
et al., 2016; Trinh et al., 2020).
De acuerdo con la Organización Internacional del Café (ICO, por sus
siglas en inglés), México fue el noveno país exportador de café a nivel
mundial durante el 2020 y uno de los principales países productores y
exportadores de café orgánico (ICO, 2020). Esta coyuntura coloca a Mé-
xico y sus cafeticultores en una posición privilegiada, puesto que hay
un nicho de mercado internacional de café orgánico en ascenso y con
mejores precios frente al convencional.
La certificación con validez internacional es una de las principales
limitantes para comercializar café orgánico debido a los altos costos
que representa. Para hacer frente a esta problemática, los agricultores
han optado por certificarse a través de organizaciones de la sociedad
civil, de esta manera, los costos los absorbe un conjunto de agricultores
asociados y no de manera individual.

138 Economía global y sistema alimentario


La organización comunitaria es un fenómeno social presente en
las comunidades rurales como un mecanismo de participación ciu-
dadana en la toma de decisiones y acciones locales (Galicia-Gallardo
et al., 2020). Sin embargo, con la desaparición del Instituto Mexicano
del Café (INMECAFÉ) se propiciaron las condiciones necesarias para
que la organización comunitaria se consolidara en organizaciones de
la sociedad civil, las cuales han sido fundamentales en el desarrollo y
expansión de la producción y comercialización internacional de café
orgánico. Este nuevo tipo de organización comunitaria no solo ha traí-
do beneficios económicos a los cafeticultores, sino que también ha fo-
mentado la conservación de los recursos naturales (Sánchez, 2015). En
una forma más amplia, la consolidación de las organizaciones de la
sociedad civil condujo a la conservación del patrimonio biocultural,
el cual se entiende como todos los recursos naturales en torno a una
comunidad humana, así como su riqueza cultural y las formas de apro-
piación y aprovechamiento del territorio (Gavin et al., 2015).
La Geografía Ambiental es una disciplina emergente e integradora
que permite el análisis de problemáticas actuales como la vulnerabi-
lidad socioecológica, el manejo de los recursos naturales con un enfo-
que territorial y, a su vez, entender cómo los diferentes territorios se
interrelacionan a nivel local, regional o global (Bocco y Urquijo, 2013).
Bajo esta coyuntura, resulta pertinente el estudio de la cafeticultura en
México desde el enfoque de la Geografía Ambiental, con el fin de ana-
lizar cómo las localidades productoras de café se han insertado en un
mercado global y cómo este proceso ha contribuido a la conservación
de sus territorios y ecosistemas.
Los objetivos de este trabajo son: 1) describir el desarrollo de la ca-
feticultura en México; 2) identificar los procesos de organización que
permitieron su integración en el mercado global; y 3) describir sus
efectos a nivel local. Para alcanzar este último, se realizó un estudio de
caso en el que se describe la integración de la cafeticultura de la Mixte-
ca Alta en mercados locales, nacionales e internacionales.

DESARROLLO DE LA CAFETICULTURA EN MÉXICO

La región actual de Etiopía fue el centro de origen del café (Coffea


arábica L. y Coffea canephora Pierre Ex Froehner), de ahí se expandió
por el Medio Oriente, Asia y Europa durante los siglos XIV y XV. En
América, el café se introdujo a las Antillas y posteriormente se expan-
dió por Brasil y Colombia desde el siglo XVII (Figueroa-Hernández
et al., 2012).

La integración de la cafeticultura mexicana... 139


En México, el café fue introducido poco después de 1700 a la re-
gión de Córdoba, Veracruz, y de ahí se expandió hacia Chiapas y por la
vertiente del Pacífico hasta Michoacán; aunque hoy en día es posible
encontrar zonas de cultivo en Sinaloa y el norte de Veracruz (Secreta-
ría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación
[SAGARPA], 2017, ahora Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural
[SADER]) (Figura 1).

Figura 1. Línea del tiempo del desarrollo de la cafeticultura en México y la influencia de


las políticas de comercio internacionales

Desde la década de 1960 hasta principios de la década de 1990 el


café fue uno de los cultivos más importantes para la economía mexi-
cana y, de hecho, llegó a denominarse “el oro verde” al ser el princi-
pal producto de exportación después del petróleo (Canet-Brenes et al.,
2016). En este sentido, el café gozaba de un protectorado por parte del
Estado, existiendo incluso el Instituto Mexicano del Café (INMECAFE),
cuyas funciones incluían el fortalecimiento y desarrollo de las zonas
cafetaleras a través de la asesoría técnica a productores de café; el de-

140 Economía global y sistema alimentario


sarrollo de variedades resistentes a plagas y enfermedades y el otorga-
miento de apoyos económicos para la producción y comercialización
(Paré, 1990; Martínez-Morales, 1996).
Durante este periodo, las fluctuaciones de los precios internacio-
nales del café se mantuvieron con relativa estabilidad debido al siste-
ma de cuotas instrumentado por el Convenio Internacional del Café
(CIC) (Salinas-Callejas, 2000). El CIC fue un mecanismo internacional
promovido por los principales países productores y consumidores de
café, entre otras cosas, como instrumento para incentivar el consumo
de café y regular la producción y su comercialización internacional.
Unas de las principales bondades del convenio fue la instrumentación
del sistema de cuotas, que estipulaba la producción que podía comer-
cializar cada país; mientras que el volumen mundial comercializable
dependía de la demanda. Además, a partir del CIC se creó la Organi-
zación Internacional del Café (ICO), que hasta la fecha es la instan-
cia encargada de dar seguimiento a los acuerdos, así como de llevar la
estadística relacionada con la producción y comercialización del café
(Arévalo, 1991; Osorio, 2002; Salinas-Callejas, 2000).
Mediante el sistema de cuotas se vigilaba que la oferta de café no
excediera la demanda y, de esta manera, los precios se mantenían en
un intervalo aceptable con respecto a los costos de producción, promo-
viendo una rentabilidad local y nacional (Osorio, 2002). Sin embar-
go, el sistema de cuotas fue eliminado en 1989, debido a la creciente
producción de café de países que no pertenecían al Convenio, lo que
provocó la caída de los precios internacionales a niveles imposibles de
sostener por el sistema de cuotas (Arévalo, 1991). Aunado a esto, países
como Estados Unidos pugnaron por la incorporación del libre mercado
en la comercialización de café. Esto con la finalidad de poder acceder a
precios más bajos y para tener un mayor control de los precios interna-
cionales (Salinas-Callejas, 2000).
La cafeticultura en México, y en muchos países de Latinoamérica
y del mundo, se ha desarrollado principalmente por pequeños produc-
tores campesinos, muchos de ellos también indígenas (de la Vega-Lei-
nert et al., 2016). Esta condición fue un obstáculo para competir ante
las exigencias del nuevo mercado internacional instaurado con una
visión predominantemente capitalista. Ante esto, los cafeticultores en-
contraron en la organización comunitaria una forma de consolidarse
en organizaciones de la sociedad civil y, con base en estas, integrarse
a un mercado global (Rojas-Herrera y Olguín-Pérez, 2018). Esta nueva
forma de organización comunitaria busca eficientizar los recursos hu-
manos, los naturales, los técnicos y los financieros con el fin de mejorar

La integración de la cafeticultura mexicana... 141


los sistemas de comercialización y, en general, las actividades económi-
cas relacionadas con el desarrollo rural y agroindustrial. Además, mu-
chas de estas organizaciones también han instrumentado programas
de desarrollo en términos de educación, conservación y restauración
ambiental, bienestar social, equidad de género, seguridad alimentaria,
transición orgánica y agroecológica de la producción agrícola (Gali-
cia-Gallardo et al., 2020).
A finales del siglo XX empezaron a formarse diferentes organizacio-
nes de la sociedad civil como Cooperativas, Sociedades de Producción
Rural (SPR), Uniones de Ejidos y Comunidades (UEC), Uniones de So-
ciedades de Producción Rural (USPR) y Asociaciones Rurales de Inte-
rés Colectivo (ARIC). Algunas de las organizaciones que actualmente
se mantienen vigentes y que cuentan con una amplia trayectoria son:
Tosepan Titataniske, Coordinadora de Pequeños Productores de Café
A. C. (COOPCAFE), Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafeta-
leras (CNOC), Unión de Comunidades Indígenas de la Región del Ist-
mo (UCIRI) y Coordinadora Estatal de Productores de Café de Oaxaca
(CEPCO), entre otras. Además, existen muchas pequeñas organizacio-
nes que tienen una influencia a nivel local, por ejemplo, tan solo en la
región de Huatusco, Veracruz, una de las zonas cafetaleras más impor-
tantes en México, se han documentado 24 organizaciones relacionadas
con la cafeticultura (Rojas-Herrera y Olguín-Pérez, 2018).
A partir del sexenio 1994-2000, se aprovecharon las organizacio-
nes de la sociedad civil como un mecanismo mediante el cual el Estado
Mexicano transfirió recursos económicos al desarrollo de la produc-
ción agrícola y el bienestar social. De esta manera, el Estado convocaba
a las asociaciones para financiar proyectos de desarrollo en zonas ru-
rales con metas y objetivos específicos. Este mecanismo suplió algunas
de las funciones sustanciales que eran desarrolladas por instituciones
gubernamentales como el INMECAFÉ y el Instituto Nacional de In-
vestigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias (INIFAP). Sin embargo,
los alcances de este mecanismo de extensionismo y desarrollo rural no
fueron iguales en todas las regiones (Pérez-Akaki, 2007).
Mediante el Plan Nacional de Desarrollo de la actual administra-
ción federal mexicana (2019-2024), se ha optado por impulsar a las
zonas rurales a través de actividades de capacitación y desarrollo co-
munitario mediante técnicos extensionistas y programas asistencia-
les institucionales (Diario Oficial de la Federación [DOF], 2019). Estos
programas están encaminados a la reactivación y mejoramiento de la
producción agrícola y a la conservación de los recursos naturales. En
este sentido, los pequeños y medianos productores de café podrían ver-

142 Economía global y sistema alimentario


se favorecidos por el acceso a la asistencia técnica para el manejo de
los cafetales y por los estímulos para la producción de corte ambiental,
como el Programa Sembrando Vida (Secretaría del Bienestar), Produc-
ción para el Bienestar (Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural) y el
Programa Nacional de Transición Agroecológica (Secretaría de Medio
Ambiente y Recursos Naturales). Sin embargo, aún es necesario evaluar
los impactos de esta estrategia de desarrollo.

EL PAPEL DE LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD


CIVIL EN LA COMERCIALIZACIÓN DE CAFÉ

Con la volatilización de los precios internacionales del café, a inicios


de la década de 1990, los cafeticultores encontraron en los mercados
alternativos una forma de acceder a mejores precios por su produc-
to. Estos mercados ofrecen una cualidad distintiva al café, la cual no
necesariamente es un atributo de la calidad intrínseca de la bebida
(Quintero-Rizzuto y Rosales, 2014). Algunos ejemplos de mercados al-
ternativos son: 1) el café de especialidad, que presta especial atención
a los procesos productivos y su relación con los elementos biofísicos
del sitio donde se produce; 2) el café amigable con las aves o Bird
Friendly, que fomenta la conservación de la flora y fauna, especial-
mente las aves y los bosques a través de una certificación (Caudill y
Rice, 2016); 3) el café de comercio justo, que permite a los cafeticulto-
res realizar ventas a precios razonables en relación con sus prácticas
de producción limpias; y 4) el café caracolillo, un café raro que resulta
de un proceso inadecuado en la formación del grano, que durante
mucho tiempo fue desechado por la irregularidad de su tamaño y for-
ma (Donovan et al., 2020).
El café orgánico concentra el mayor porcentaje del mercado alter-
nativo, sin embargo, el costo de la certificación orgánica es una de las
principales limitantes para la mayoría de los cafeticultores en México
(Bravo-Monroy et al., 2016). Ante ello, los agricultores se han agrupa-
do en torno a organizaciones de la sociedad civil con el fin de obtener
una certificación colectiva y gestionar los volúmenes necesarios para
la exportación (Bezaury, 2007). Las organizaciones cafetaleras locales
(cooperativas generalmente) agrupan a pequeños productores de uno
o varios municipios y están conformadas por un número determinado
de socios o cafeticultores que toman decisiones a través de la Asamblea
General, las cuales son ejecutadas por un comité directivo integrado
por socios electos en la misma asamblea (Sánchez, 2015). Otras orga-
nizaciones regionales, como la Unión de Comunidades de la Región

La integración de la cafeticultura mexicana... 143


del Istmo (UCIRI) en Oaxaca, se caracterizan por estar conformadas
por un conjunto de organizaciones de producción local. Una de las vir-
tudes de las organizaciones regionales es la capacidad de acopiar un
mayor volumen de café para colocarlo en mercados nacionales e inter-
nacionales. Estas organizaciones también se rigen por una asamblea de
socios que está formada por al menos un representante legal de cada
una de las asociaciones locales que agrupan. De igual modo, tienen un
consejo directivo que puede estar conformado por técnicos de campo,
representantes de los productores y personal administrativo (Agostini
et al., 2020).
Generalmente, los cafeticultores cultivan el café, cosechan la cereza y
realizan el beneficio hasta la obtención del café oro, es decir, obtienen la
semilla de café lista para el tostado. Posteriormente, las organizaciones
locales acopian este producto y lo comercializan o concentran en las or-
ganizaciones regionales, quienes continúan el proceso de beneficio hasta
el tostado, el molido o el empaquetado. De esta forma, las organizaciones
regionales se desempeñan también como un actor agroindustrial. Las
ganancias obtenidas por la comercialización del café se reparten entre
los socios y una parte se destina al mantenimiento de las actividades
administrativas; al pago de los sueldos de los técnicos que supervisan las
prácticas agrícolas establecidas en la certificación orgánica; al manteni-
miento e inversión de la agroindustria y al pago de la certificación orgá-
nica. Cabe resaltar que la certificación orgánica se gestiona a través de las
organizaciones regionales y éstas, a su vez, cubren el café que producen
los cafeticultores a nivel local.

EL CULTIVO DE CAFÉ BAJO SOMBRA Y A CIELO ABIERTO

La crisis de la cafeticultura ha sido ampliamente documentada y atri-


buida a que países como Brasil, Vietnam y Colombia adoptaron un mo-
delo de producción convencional en monocultivo desde finales de la
década de 1990 sin el uso de sombreado e incorporando agroquímicos
como fertilizantes y pesticidas sintéticos; además, con el uso de tec-
nología como cultivares híbridos, sistemas de irrigación y mecaniza-
ción de las labores culturales (Martínez-Morales, 1996; Osorio, 2002;
Agostini et al., 2020). Este modelo de producción tuvo poca penetra-
ción en la cafeticultura mexicana, lo cual permitió la conservación del
patrimonio biocultural asociado a la producción de café, facilitando la
transición hacia sistemas de manejo orgánico (Moguel y Toledo, 1999;
Bravo-Monroy et al., 2016).

144 Economía global y sistema alimentario


En términos generales, los sistemas de café bajo sombra tienden a
incorporar un manejo orgánico, mientras que los sistemas a cielo abier-
to son predominantemente convencionales (Cuadro 1). Sin embargo, es
importante señalar que los sistemas de producción convencional pue-
den llegar a producir hasta 10 veces más café que los sistemas bajo
sombra debido al número de plantas por hectárea que se cultivan y al
uso de insumos y maquinaria agrícola. En contraste, los sistemas de
cultivo bajo sombra funcionan básicamente con la mano de obra fami-
liar y con el uso de técnicas de cultivo tradicionales, lo que repercute
en múltiples beneficios ambientales y socioculturales de estos sistemas
(Hernández-Aguilera et al., 2019) (Cuadro 1).
En los sistemas de producción de café bajo sombra hay al menos
cuatro tipos de manejo dependiendo del nivel de conservación de la
vegetación nativa: 1) el sistema rústico tradicional o rusticano, que solo
incorpora los arbustos de café en la estructura de la comunidad vegetal
nativa; 2) el sistema tradicional de policultivo, en el que además de los
cafetos, se incorporan especies arbóreas y arbustivas que tienen espe-
cial interés para los campesinos; 3) el sistema de policultivo comercial,
en el que la vegetación nativa es removida y el sombreado depende solo
de especies introducidas; y 4) el sistema de monocultivo de sombra o
especializado, en el que, además de eliminar la vegetación nativa, el
sombreado depende de una sola especie arbórea (Escamilla-Prado et
al., 1994; Toledo y Moguel, 2012).
Por su parte, los sistemas de café a cielo abierto permiten satis-
facer un creciente mercado internacional a precios accesibles, sobre
todo para empresas como Nestlé, que demandan grandes volúmenes
del aromático a bajos costos sin importar la calidad o la conservación
de los recursos naturales. Sin embargo, los costos sociales y ecológicos
de este modelo de producción son muy altos (Trinh et al., 2020). En
contraste, los sistemas de café bajo sombra son agroecosistemas que
mantienen la biodiversidad y sus servicios ecosistémicos, aunque los
costos de producción, comercialización y venta son más altos (Cuadro
1) (Bravo-Monroy et al., 2016).

La integración de la cafeticultura mexicana... 145


Cuadro 1. Diferencias cualitativas entre los sistemas de producción de café bajo sombra
y a cielo abierto

Impactos Café bajo Café a cielo Cita


sombra abierto

Productivos
Modelo de producción Orgánico Convencional Trinh et al., 2020
predominante
Uso de tecnología Tradicional Agroquímico, Maqui- Bravo-Monroy et
naria agrícola al., 2016
Rendimientos Bajos Altos Agostini et al., 2020
Seguridad alimentaria Alta Baja Liebig et al., 2016

Ambientales
Erosión del suelo Baja Alta
Biodiversidad del sistema Alta Baja Jha et al., 2014
Mantenimiento de las Alta Baja Tully et al., 2013
funciones del suelo
Uso de insumos agrícolas Bajos Altos Trinh et al., 2020
Contaminación del suelo Baja Alta Silva et al., 2019
y cuerpos de agua
Resiliencia y sustenta- Alta Baja Nesper et al., 2019
bilidad

Socioeconómicos
Cohesión social Alta Baja Toledo y Moguel,
2012
Tenencia de la tierra Comunal o ejidal Propiedad privada Toledo y Moguel,
predominante 2012
Integración al mercado Alta Alta Agostini et al., 2020
internacional y nacional
Ingresos por producción Intermedios Altos Hernández-Aguile-
de café ra et al., 2019
Ingresos por la venta Hernández-Aguile-
de otros productos del Altos Bajos ra et al., 2019
agroecosistema

146 Economía global y sistema alimentario


ESTUDIO DE CASO: LA CAFETICULTURA EN LA
MIXTECA ALTA DE OAXACA

La zona de estudio se localiza en el municipio de Santa María Yucuhiti,


en el distrito de Tlaxiaco, Oaxaca (Figura 2). Este municipio se sitúa en
la subprovincia fisiográfica de la Cordillera Costera del Sur, cuenta con
siete ambientes geomorfológicos que se clasifican como montañas y
lomeríos de tipo volcánicos, tectónico-kársticos y tectónico-metamór-
ficos, así como una pequeña superficie de planicies al sur (López-Car-
mona et al., 2021).

Figura 2. Mapa de localización del área de estudio

El municipio de Yucuhiti se distribuye en un gradiente altitudinal


que va desde los 696 a los 3312 metros con una variación climática que
va del cálido húmedo hasta el templado subhúmedo, todos con lluvias
en verano. La temperatura promedio anual es de 20.2 °C, mientras que
la precipitación promedio anual es de 1894 mm en el periodo de lluvias
que esta región comprende los meses de mayo a octubre (Figura 3). En
las partes altas del municipio es posible encontrar bosque de pino e
incluso, fragmentos de bosque mesófilo de montaña; mientras que en
las partes bajas existen fragmentos de bosque mediano subperennifolio
(Perez-Rodriguez y Anderson, 2013). Los suelos reportados en la zona

La integración de la cafeticultura mexicana... 147


de estudio son: Umbrisol, Calcisol, Alisol, Cambisol, Phaeozem y Ando-
sol (Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad
[CONABIO], 2001).
La población pertenece al grupo indígena mixteco (Ñuu savi “pueblo
de lluvia” o “gente de lluvia”) con aproximadamente 6048 habitantes
y la principal actividad económica es la agricultura tradicional (Agui-
lar-Santelises y del Castillo, 2015). El municipio tiene un nivel medio en
el índice de desarrollo humano, pero un grado de marginación muy alto
(Sistema Nacional de Información Municipal [SNIM], 2015).

Figura 3. Análisis climático elaborado con base en datos promedio de 1960 al 2000 de
la estación meteorológica de Santa María Yucuhiti. a) índice de humedad; b) análisis
de la evapotranspiración

148 Economía global y sistema alimentario


MATERIALES Y MÉTODOS

En el periodo de abril a julio del 2019 se realizó el trabajo de campo


en dos localidades cafeticultoras (La Sociedad Caballo Rucio y Guada-
lupe Buenavista) del municipio de Santa María Yucuhiti. Se realizaron
entrevistas semiestructuradas al representante legal de la cooperativa
“Pequeños Productores de Café Yucuhiti”, así como a las autoridades
locales; así mismo, se realizó una encuesta a 20 cafeticultores y a 10 pro-
ductores de maíz en sistema roza-tumba-quema de la zona no cafetalera.
De las entrevistas y encuestas se obtuvo información relacionada
con la comercialización y las problemáticas asociadas a la producción
de café y para contrastar la información se realizaron recorridos por los
cafetales de las localidades de estudio.
La sistematización de la información se hizo en trabajo de gabinete
y se realizó un análisis climático de 40 años con datos de la estación
meteorológica de Santa María Yucuhiti (Figura 3), además, se revisa-
ron las bases de datos de comercialización de café de la Organización
Internacional del Café del año 2020 y se consultó la información so-
ciodemográfica del municipio de estudio en el Sistema Nacional de In-
formación Municipal y del Consejo Nacional de Población.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Los cafetales de la Mixteca Alta de Oaxaca

El cultivo de café en la zona de estudio se distribuye en un gradiente


altitudinal entre los 700 a los 2000 metros. La información obtenida
en campo reveló que la presencia de heladas por encima de los 2000
metros limita el crecimiento del café, mientras que los cafetales por
debajo de los 700 metros pertenecen a la región de la Costa, con condi-
ciones políticas y culturales distintas.
Todos los cafetales son bajo sombra y cuentan con un manejo rús-
tico tradicional y tradicional en policultivo. La selección de especies
de sombra está asociada a la altitud, así como a las preferencias de los
cafeticultores en términos de obtención de alimentos para la familia
o la comercialización. La mayoría de los árboles de sombra son multi-
propósito, es decir, son especies de las que se obtienen alimentos, ma-
teriales para la construcción o leña (Figura 4, paneles a) y b)). El uso
de sombreado multipropósito se ha documentado ampliamente para
sistemas agroforestales de café en otros sitios de Oaxaca, Chiapas y Ve-
racruz (López-Gómez et al., 2008; Castillo et al., 2014; Juárez-López et

La integración de la cafeticultura mexicana... 149


al., 2017), sin embargo, no existen estudios específicos de la diversidad
de árboles de sombra en cafetales en la Mixteca Alta.

Figura 4. Sistemas productivos en el área de estudio: (a) Cafetales de tipo rústico


tradicional; (b) Cafetal tradicional en policultivo; (c) Sistema de producción de maíz
en roza-tumba-quema en la zona no cafetalera. (d) Café orgánico empaquetado con la
marca “La Organización & Organic Coffee”. Fotos Las fotografías de los paneles a), b)
y c) fueron capturadas en mayo del 2020 por Dante López; la imagen del panel d) fue
otorgada por CEPCO

Algunos de los árboles de sombra que los cafeticultores mencionan


cultivar y que también proveen alimentos a las familias son: plátanos,
cítricos, guayabos, mangos, duraznos y nísperos; mientras que los ár-
boles que proveen materiales para la construcción o leña son: pinos,
encinos, cedros o tepeguaje. Es importante destacar que algunos ár-
boles como el plátano se comercializan en Tlaxiaco, Oaxaca o a través
de intermediarios locales y con ello las familias obtienen un ingreso
económico adicional al café.
Algunos cafeticultores también producen maíz en las zonas con
mayor altitud (< 2000 metros), donde el cultivo de café es restringido
por la presencia de heladas. El maíz se produce en milpa asociado con
calabaza y frijol principalmente en el sistema de roza-tumba-quema,
también llamado itinerante (Figura 4, panel c)). Este sistema consiste
en el derribamiento de un fragmento de la vegetación natural y su
posterior incineración; esta nueva parcela agrícola es cultivada tres o

150 Economía global y sistema alimentario


cuatro años después porque la fertilidad disminuye. Posteriormente,
la parcela es abandonada, lo que permite la regeneración natural del
bosque y se abre un nuevo fragmento de la vegetación (Gamero-Ga-
mero et al., 2020). Es importante señalar que los periodos de descan-
so van de entre 15 y hasta 20 años dependiendo de la disponibilidad
del terreno.
La mayoría de los cafetales se manejan de forma orgánica, pero
también existen cafetales convencionales (bajo sombra), aunque el
uso de insumos químicos es muy reducido o simplemente no cuentan
con la certificación. Todos los cafeticultores que producen café orgá-
nico están asociados a una organización de la sociedad civil, general-
mente cooperativa, a través de la cual comercializan la mayor parte
de su producto.

La comercialización de café mixteco: de lo local a lo global

Con 84 socios, la Cooperativa “Pequeños Productores de Café Yucuhi-


ti” es la organización más importante en el municipio de Santa María
Yucuhiti. Esta cooperativa es la figura local que se encarga de acopiar
el café oro de sus productores asociados. Una vez acopiado el café, ge-
neralmente se comercializa a través de la Coordinadora Estatal de Pro-
ductores de Café de Oaxaca (CEPCO), que también tiene la facultad de
comercializar el producto de forma independiente (Figura 5).
Si bien, los productores de café tienen la opción de comercializar,
o no, el café a través de la cooperativa “Pequeños Productores de Café
Yucuhiti”, los precios que se manejan en el mercado local son general-
mente inferiores a los que paga la CEPCO; esto se debe a que la mayor
parte del café que comercializa esta entidad respeta el precio orgánico
y de comercio justo, mientras que la comercialización local es bajo pre-
cios convencionales (Figura 5).
En algunas ocasiones los productores comercializan su café en dos
vías, es decir, una parte se destina al comercio local a través de inter-
mediarios y el resto con CEPCO. Esta estrategia permite, por un lado,
no generar dependencia de un solo comprador, y por el otro, acceder a
dinero rápido, debido a que el pago de CEPCO puede demorar por ges-
tiones administrativas, mientras que los intermediarios locales pagan
al momento. Por otra parte, tener parcelas certificadas y no certifica-
das, aunque tengan manejos similares, les permite a los cafeticultores
tener cierta independencia del mercado.

La integración de la cafeticultura mexicana... 151


Figura 5. Canales de comercialización de café en la Mixteca Alta de Oaxaca. Las líneas
punteadas representan un mercado intermitente, mientras que las líneas continuas
representan el principal mercado. Un mayor grosor de flecha indica el volumen de café
que se comercializa en ese nicho de mercado

La CEPCO es una organización que agrupa más de 3000 cafetaleros


distribuidos en 42 cooperativas locales a lo largo de la franja cafetalera
de Oaxaca. El café que comercializa esta organización es orgánico bajo
estándares de comercio justo y se distribuye principalmente en mer-
cados estatales, nacionales e internacionales. La CEPCO también le da
valor agregado al café de los productores a través del tostado, molido
y empaquetado, pues, de hecho, ha desarrollado una marca registrada
para la comercialización de café (Café La Organización & Organic Co-
ffee) (Figura 4, panel d)). Esta marca cuenta con diversos productos y
servicios entre los que destacan el café orgánico, el molido, el gourmet,
el tostado, el amigable con las aves (bird friendly) y algunas cafeterías en
la capital de Oaxaca y la Ciudad de México. Sin embargo, la mayoría del
café se exporta a Estados Unidos y una pequeña parte se comercializa en
cafeterías independientes y en plataformas digitales.

152 Economía global y sistema alimentario


La CEPCO trabaja con sus socios —predominantemente indígenas—
en la comercialización y certificación de café orgánico y de comercio
justo y también desarrolla programas de bienestar social, mejoramien-
to de los sistemas de producción agrícola y manejo y conservación de
los recursos naturales. Para alcanzar lo anterior, esta sociedad se rige
por cuatro principios básicos: 1) la autonomía, tanto de las organiza-
ciones locales que concentra, como para la toma de decisiones y su
relación con instituciones gubernamentales y no gubernamentales; 2)
la democracia en la toma de decisiones, las cuales principalmente se
toman en asamblea de socios; 3) el pluralismo y el respeto a la orien-
tación política, ideológica y religiosa de sus asociados; y 4) la transpa-
rencia en cuanto al manejo de los recursos y a la forma de la toma de
decisiones operativas a través de la rendición de cuentas en asamblea
de socios (Bezaury, 2007). De esta manera, la consolidación de organi-
zaciones de la sociedad civil para la comercialización de café orgánico
permite a los cafeticultores y sus familias tener una mayor seguridad
respecto a la venta de su producto y, a su vez, preservar el patrimonio
biocultural (de la Vega-Leinert et al., 2016).
Por su parte, los cafeticultores convencionales (es decir, los no
certificados) generalmente no están asociados a alguna organización
y comercializan el café oro a través de intermediarios locales. Para
este grupo de cafeticultores, la industrialización y el valor agregado
es incipiente o nulo, pues solo algunas personas tuestan y muelen el
café de forma artesanal (i.e., en comal) y éste se vende en la cabecera
municipal de Tlaxiaco, aunque el volumen comercializado es de solo
algunos kilogramos.

Impactos de la cafeticultura en la configuración social y en el ambiente

La organización comunitaria ha contribuido fuertemente al arraigo y


desarrollo de las poblaciones rurales. En este sentido, los procesos or-
ganizativos en torno a un producto o cultivo generan una cohesión del
tejido social, lo que les permite incrementar su resiliencia ante dis-
turbios sociales, económicos, políticos y/o climáticos (Galicia-Gallardo
et al., 2020).
Si bien, el municipio de Santa María Yucuhiti tiene un grado de
marginación alto, las casas de los cafeticultores entrevistados tienen
piso de cemento y al menos una parte está construida con paredes y
techos de concreto, e incluso algunas tienen dos o más pisos. Estas ob-
servaciones coinciden con las estadísticas de marginación publicadas
por el Consejo Nacional de Población (CONAPO) para el año 2020, que

La integración de la cafeticultura mexicana... 153


colocan a las localidades cafeticultoras de Guadalupe Buenavista y La
Soledad Caballo Rucio como medianamente marginadas. Aunado a lo
anterior, un campesino que no cuenta con tierras aptas para el cultivo
de café mencionó en la entrevista: “Los de abajo tienen tierras calien-
tes y pueden cultivar café, por eso están menos amolados”.
Con base en la información obtenida en el trabajo de campo se en-
contró que, en cuestión de infraestructura social, la organización Café
Yucuhiti tiene instalaciones para el acopio y almacenamiento del café,
las cuales cuentan con los estándares que exigen las certificadoras or-
gánicas, además, la cooperativa también tiene un camión de carga para
el traslado de café a las instalaciones de CEPCO en la ciudad de Oaxaca.
Este tipo de infraestructura no sería posible si no fuera por el precio del
café orgánico y el esfuerzo y lucha de ambas organizaciones. Además,
estas instalaciones, en condiciones extraordinarias como eventos me-
teorológicos, se utilizan como infraestructura comunal.
En cuanto a la dimensión ambiental, se ha documentado que los
suelos de café a cielo abierto tienen una menor concentración de car-
bono orgánico, así como una menor regulación hídrica con respecto a
los sistemas que incorporan el sombreado (Álvarez-Arteaga et al., 2012).
También se ha reportado una mayor liberación de nitrógeno a la atmós-
fera en los sistemas convencionales, producto de la fertilización mineral
y una menor biomasa microbiana (Cristobal-Acevedo et al., 2019).
En contraparte, los cafetales bajo sombra y de tipo orgánico con-
servan las funciones ambientales del suelo. Se ha reportado que los
sistemas tradicionales de café mantienen la fertilidad y la dinámica
de nutrientes en el suelo (Gram et al., 2018); esto se logra a través del
aporte de materia orgánica de los árboles y arbustos de sombra, lo cual
también favorece el crecimiento y funcionamiento de la micro, meso
y macrofauna edáfica y, en general, de los servicios ecosistémicos del
suelo (Munroe et al., 2015).
Aunado a lo anterior, se ha mostrado que los sistemas que incorpo-
ran el sombreado pueden regular el clima a nivel de parcela y toda una
región cafetalera puede contribuir en la mitigación del cambio climáti-
co a través de la captura y retención de dióxido de carbono en el suelo y
la cubierta vegetal (Wagner et al., 2019). Los sistemas de café bajo som-
bra también han mostrado ser un reservorio de diversidad biológica. Se
ha documentado un mayor número de especies de mamíferos, insectos,
reptiles, epífitas, orquídeas, hongos y aves en cafetales sombreados con
respecto a los no sombreados (Perfecto y Vandermeer, 2015).
No obstante, existen algunas limitaciones que conviene mencionar,
por ejemplo, una de las principales desventajas de la producción de

154 Economía global y sistema alimentario


café en la Mixteca Alta es la baja tasa de recambio de cafetos, entendi-
da como la sustitución de plantas antiguas por variedades más resis-
tentes. En este sentido, existen cafetales con plantas de café criollo de
hasta 50 años de edad, lo cual disminuye la cantidad y la calidad de
la producción debido a que la máxima productividad de los cafetos se
alcanza a los 10 años (Figueroa-Hernández et al., 2012). Por otro lado,
actualmente existe un brote de roya (Hemileia vastatrix) en los cafetales
y aunque no se ha hecho un estudio del impacto de esta enfermedad en
la zona de estudio, los cafeticultores mencionan que algunas parcelas
han perdido hasta el 80 por ciento de los cafetos. En concordancia, en
otras regiones cafetaleras, la roya ha mermado hasta un 90 por ciento
de la producción anual de café (Talhinhas et al., 2017). La estrategia
de control en la Mixteca ha sido a través del recambio de las plantas
susceptibles por variedades resistentes, así como el uso de sulfato de
cobre (compuesto permitido en la agricultura orgánica), aunque no se
han tenido los resultados deseados con este agroquímico. Es importan-
te mencionar que la incidencia de la roya inició a partir del año 2016 y
a pesar de haber múltiples experiencias de manejo integrado de plagas
del café a nivel mundial, aún no se ha desarrollado una estrategia agro-
ecológica para el manejo de Hemileia vastatrix en la zona de estudio.
Finalmente, no existen estudios puntuales en la Mixteca Alta que
analicen el papel de la cafeticultura en la conservación del patrimonio
biocultural, sin embargo, en el presente capítulo se han enunciado ele-
mentos socioeconómicos, ambientales y productivos de los cafetales
bajo sombra, así como de la función que tienen las organizaciones ca-
fetaleras en la conservación de los recursos naturales. En este sentido,
con el mantenimiento de los cafetales podría evitarse el cambio de uso
de suelo, a la par que se conservan los recursos naturales contenidos en
los cafetales tradicionales y sus servicios ecosistémicos. Así mismo, son
los propios cafeticultores quienes perciben que la producción de café
permite el arraigo a sus lugares de origen, reduciendo la migración, e
incluso algunos tienen la oportunidad de enviar a sus hijos a universi-
dades en las ciudades de Oaxaca, Puebla o Ciudad de México.

CONCLUSIONES

La organización comunitaria y su consolidación en organizaciones de


la sociedad civil es el mecanismo mediante el cual los cafeticultores
hacen frente a los problemas relacionados con la producción y co-
mercialización de café. Estos procesos de organización se traducen en

La integración de la cafeticultura mexicana... 155


mejores ingresos económicos, en un incremento de la infraestructura
comunitaria y, posiblemente, en la conservación del patrimonio bio-
cultural. La organización “Productores de Café Yucuhiti” y la CEPCO
permiten insertar a los cafeticultores en un mercado global a través de
la comercialización de café orgánico y de comercio justo en mercados
estatales, nacionales y principalmente internacionales. Si bien el mer-
cado alternativo es dominado por el café orgánico certificado, también
existen otros mercados emergentes, como el café de especialidad, que
puede ser clave para diversificar la comercialización.

AGRADECIMIENTOS

Agradecemos a los agricultores de los municipios de Santa María Yucu-


hiti. Especialmente a las organizaciones de cafeticultores Café Yucuhiti
y la Coordinadora Estatal de Productores de Café de Oaxaca (CEPCO).
Este estudio fue financiado por la Comisión Nacional para el Cono-
cimiento y Uso de la Biodiversidad, la Dirección General de Apoyo al
Personal Académico de la Universidad Nacional Autónoma de Méxi-
co (PAPIIT IN209218) y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
(283135).

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La integración de la cafeticultura mexicana... 161


La agricultura familiar y la milpa ante
la política neoliberal en México

Quetzalcóatl Orozco Ramírez1* y Marta Astier2

RESUMEN

En el contexto de la integración global de los mercados agrícolas, la


agricultura familiar y de pequeña escala es un modo de producción en
resistencia. Las políticas de desarrollo rural se han dirigido a impulsar
la transición de la producción familiar agrícola a la familia asalariada
o a pequeños empresarios agrícolas. El apoyo y promoción de cultivos
para el mercado, aprovechando las ventajas comparativas y la intensifi-
cación de la agricultura, han sido las principales vías para el desarrollo
agrícola del país. A 30 años de las reformas más ambiciosas para el
campo y de la integración comercial global, vemos que la producción
agrícola en México sigue teniendo características de agricultura fami-
liar y de pequeña escala. Si bien la extensión de estos sistemas se ha
reducido y no existe una estimación confiable de la superficie que se
siembra de milpa, la mayoría de las unidades de producción agrícola
del país siguen siendo familiares y tienen menos de cinco hectáreas.
La agricultura mexicana sigue teniendo características campesinas y
en algunas regiones y comunidades la milpa representa un sistema de
cultivo importante, aunque con una tendencia a la baja debido a po-
líticas públicas. Una conclusión de este capítulo es que la agricultura
familiar de pequeña escala y la producción de maíz nativo resisten en
México, pero no así el sistema milpa. El diseño de políticas y programas
encaminados a reforzar la siembra en policultivo podría rescatar la die-
ta saludable prehispánica. De esta manera la milpa podría continuar su
transformación para seguir existiendo.

Palabras clave: maíz nativo; frijol; calabaza; unidades de producción agrícola

1 Unidad Académica de Estudios Territoriales, Instituto de Geografía, UNAM. Oaxaca,


Oaxaca.
2 Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental, UNAM. Morelia, Michoacán.
* Autor para correspondencia: qorozco@geografia.unam.mx

163
INTRODUCCIÓN

La vida rural en México ha cambiado drásticamente a raíz de las refor-


mas estructurales que iniciaron en la década de 1980 y del Tratado de
Libre Comercio de América del Norte de 1994 (Barkin, 2003; Eakin et
al., 2015). Para decirlo de forma simple, el campo fue dividido y se crea-
ron dos mundos rurales: los agricultores de gran escala (de más 20 ha)
con tenencia privada de la tierra, aunque se denominaron de pequeña
propiedad, y los agricultores de pequeña escala (de menos de 10 ha),
en su mayoría pertenecientes al sector social, ejidatarios y/o comune-
ros. Después de las reformas de liberalización de la década de 1990, la
inversión y los diferentes programas (créditos, extensionismo, coope-
rativas para insumos, control de precios y abasto, seguros de siniestros
y programa de subsidios) dirigidos al sector agrícola se desmantela-
ron. Con la apertura comercial y la desregularización tarifaria para la
importación de semillas antes provenientes de la pequeña agricultura,
la política agraria se reorientó hacia nuevas subvenciones económicas
para la comercialización, por ejemplo, con la participación de la Agen-
cia de Servicios a la Comercialización y Desarrollo de Mercados Agro-
pecuarios (ASERCA) para apoyar a la creciente agricultura y ganadería
comercial (Eakin et al., 2015).
Ante dicha situación, se predijo que los agricultores campesinos
sucumbirían al abandonar sus cultivos tradicionales por otros más
rentables (por ejemplo, hortalizas y frutas) o abandonarían de lleno la
agricultura, dejando dicho sector para agricultores más productivos y
eficientes (Eakin et al., 2015). Sin embargo, aunque la agricultura comer-
cial de riego se consolidó en los estados del norte, el maíz de temporal,
producido en terrenos menores de 5 ha, permaneció (Coll-Hurtado
y Calderón, 2003; Orozco-Ramírez et al., 2017; Astier et al., 2020).
La agricultura de pequeña escala se practica por familias que utili-
zan principalmente mano de obra familiar y que obtienen de ese tra-
bajo una parte considerable de sus ingresos, aunque muy variable, y
puede ser en especie o monetario (Salcedo y Guzmán, 2018). La agri-
cultura puede comprender el cultivo, la cría de animales, la actividad
forestal y la pesca artesanal (Grupo de Alto Nivel de Expertos [HLPE],
2013). La Organización Mundial para la Alimentación y la Agricultura
(FAO) declaró el 2014 como el año internacional de este tipo de agri-
cultura debido a su importancia a nivel mundial para: (a) la seguridad
alimentaria; (b) el rescate de los alimentos tradicionales, producto de la
biodiversidad y que contribuyen a una dieta equilibrada; y (c) la dina-
mización de la economía en las comunidades locales (FAO, 2014). En el

164 Economía global y sistema alimentario


año 2010 había 15 millones de pequeños productores agropecuarios en
América Latina; de ellos, el 65 por ciento eran hogares con estrategias
de ingresos altamente diversificadas, en los que la agricultura resultaba
importante para el autoconsumo y el otro 9 por ciento estaba vinculado
a cadenas de valor (Berdegué y Fuentealba, 2014).
En México, la agricultura se practica en 24.6 millones de ha (12.5
por ciento del total nacional) y la ganadería en 109.8 millones de ha
(55.9 por ciento de la superficie total del país) (Servicio de Información
Alimentaria y Pesquera [SIAP], 2018). Al ser México uno de los 12 países
megadiversos, dicha pequeña agricultura se practica en territorios que
se encuentran en regiones de gran biodiversidad, con bosques, selvas y
zonas desérticas y semidesérticas. La mayoría de éstos se encuentran
en propiedad social, en tierras de comunidades y ejidos, ocupando casi
el 51 por ciento de la superficie total nacional (Morett-Sánchez y Co-
sío-Ruiz, 2017). La población que maneja estos paisajes está conforma-
da por alrededor de 16 millones de habitantes que se auto identifican
como población indígena, de los cuales 7 millones hablan una lengua
originaria (Kleiche-Dray y Waast, 2019), sin embargo, el 88 por ciento
de los 1033 municipios indígenas se clasifican como de alta pobreza
(Kleiche-Dray y Waast, 2019). De hecho, México es uno de los países del
mundo con mayor nivel de pobreza en la población rural y afecta a seis
de cada 10 personas del medio rural (Vargas-Espíndola et al., 2020).
Aunado a este problema, la agrobiodiversidad empezó a decrecer cuan-
do se adoptaron los paquetes de insumos químicos, como fertilizantes,
plaguicidas y semillas híbridas, durante la Revolución Verde (Gregesen,
2003). Muchas familias que viven en el sector rural son pobres, aun-
que, como argumentan Vargas-Espíndola et al. (2020), existen territo-
rios funcionales donde ese axioma no aplicaría.
Por otro lado, el sector rural tiene una actividad importante en lo que
a movimientos sociales se refiere. Por ejemplo, las campañas “sin maíz
no hay país” y “la vía campesina” abanderan el conocimiento indígena,
así como los cultivos autóctonos y sus semillas como parte de su lucha en
contra de la rápida expansión de la agricultura intensiva, el monocultivo y
los cultivos transgénicos3, además de la ganadería extensiva, los bio-com-
bustibles y la agro-industria extractiva (Kleiche-Dray y Waast, 2019).
México es centro de origen y de diversidad genética para una gran
cantidad de especies agrícolas, y sus especies silvestres, entre ellas algu-

3 Los cultivos transgénicos son plantas que han sido modificadas genéticamente en el
laboratorio al introducir genes de otras especies que les dan nuevas características
útiles para la agricultura intensiva, por ejemplo, resistencia al herbicida glifosato o
resistencia a algunas plagas.

La agricultura familiar y la milpa... 165


nas con gran importancia para la alimentación futura de la humanidad.
Más del 15 por ciento de las especies alimenticias que se consumían en
la década del 2000 en el mundo se originaron en México (Acevedo et al.,
2009). Entre las especies domesticadas en México destacan el maíz, la
calabaza, el frijol y el tomate (Hernández-Xolocotzi, 1998). Son los agri-
cultores campesinos, en el contexto de agricultura familiar, los que do-
mestican y generan las nuevas variedades, de acuerdo con las diferentes
condiciones cambiantes climáticas, ambientales, culturales, espaciales y
temporales. Estos recursos genéticos, en semilla o vegetativos, se adap-
tan mediante selección artificial y cruzas selectivas, lo que se puede ver
como un mejoramiento genético tradicional (Coll-Hurtado et al., 2003;
Acevedo et al., 2009; Villa et al., 2013). En sus manos, por consiguiente, se
encuentran los genes necesarios para poder afrontar los desafíos de hoy
y de mañana, como lo es el cambio climático.
La milpa, que en náhuatl significa “parcela sembrada”, tiene su ori-
gen en la época prehispánica y es el baluarte de la agricultura campesina
de Mesoamérica. Éste es un sistema de producción agrícola diversificado
que consiste en la siembra (o el manejo) de múltiples especies en una
misma parcela. Las tres plantas fundamentales que se siembran en ella
son el maíz, el frijol y la calabaza. Esta combinación de plantas tiene tan-
to ventajas ecológicas y agronómicas como alimentarias (López-Ridaura
et al., 2021). Existen muchas variedades locales de frijol, calabaza y maíz
adaptadas tanto al ambiente como a las preferencias de las familias cam-
pesinas. Dependiendo de la región bio-cultural, otras especies anuales
y/o perennes acompañan a estas tres, por ejemplo, magueyes, chayotes,
nopales, frutales, chiles, tomate, jitomate, etc. (Aguilar et al., 2003). Aun-
que la milpa ha sido objeto de investigaciones documentales desde la
década de 1980 (Hernández-Xolocotzi et al., 1995), se ha reportado un
creciente interés por ella en las últimas dos décadas.
A finales de la década de 1990, la lucha en contra de la siembra de
maíz transgénico provocó, por un lado, movilizaciones de organizaciones
de campesinos, organizaciones de la sociedad civil y la academia; por
otro lado, una preocupación por documentar la diversidad de los maí-
ces nativos en el país (Esteva y Marielle, 2003). Después, a partir de la
primera década de siglo XXI, los estudios giraron alrededor de los dife-
rentes valores de la milpa: unos rescataron el patrimonio biocultural4
(Boege, 2008) y otros su papel en la seguridad alimentaria e hicieron én-
fasis en su potencial para mejorar la nutrición de la población en general.

4 Se refiere a la interacción entre la diversidad cultural y biológica en un territorio a tra-


vés de la cultura y el conocimiento local de los pueblos indígenas y campesinos sobre
su territorio, recursos naturales y biodiversidad (Boege, 2008).

166 Economía global y sistema alimentario


Por ejemplo, en una encuesta de 390 hogares se encontró una mejoría
significativa en el índice de masa corporal en aquellos que se alimenta-
ban a partir de la milpa tradicional diversificada (maíz intercalado con
calabaza y frijol), en comparación con otros con sistemas agrícolas me-
nos diversificados (Becerril, 2013).
Este trabajo pretende indagar en las características generales de
las unidades de producción agrícola de México y relacionarlas con las
características de la pequeña agricultura familiar y la producción de
milpa. Para ello, se hace uso de indicadores agropecuarios para obtener
una caracterización empírica de la producción actual de los cultivos
principales que conforman la milpa: maíz, frijol y calabaza.
En México la asociación conceptual entre campesinos, maíz y mil-
pa está muy arraigada (Bartra, 2008; Bartra, 2020), por lo que en el
texto se hace más énfasis en el maíz y su producción en el sistema mil-
pa. La fuente principal de los datos recabados son estadísticas oficiales,
pero también se revisan y analizan estudios de caso sobre la milpa; de
esta manera se contrasta la información a escala nacional con la de
escala regional y local. El objetivo central del artículo es demostrar que
el sector agropecuario sigue teniendo, en gran medida, características
de producción familiar y que este tipo de agricultura se adapta y resiste.

MATERIALES Y MÉTODOS

Se utilizaron tres fuentes de datos estadísticos: la Encuesta Nacional


Agropecuaria (ENA) de 2019, realizada por el Instituto Nacional de Esta-
dística y Geografía (INEGI); los datos anuales del Servicio de Información
Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) de 2021 y la base de datos del proyec-
to global de maíces de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso
de la Biodiversidad (CONABIO) de 2011. Todos los datos están disponi-
bles en línea. Para el caso de la ENA fue necesario hacer una consulta al
laboratorio de microdatos para conocer los detalles de las poblaciones
encuestadas que siembran de forma simultánea maíz, frijol y calabaza.
Los datos recogidos a partir de dicho ejercicio fueron así identificados en
los cuadros; los que no están diferenciados de esa forma se obtuvieron de
los tabulados de la ENA, los cuales también se encuentran disponibles en
línea. Para estimar las tendencias de cambio en la superficie sembrada a
nivel nacional se usaron datos del SIAP de 2021.
Las proyecciones se evaluaron usando el coeficiente de correlación
de Rango de Kendall entre el 2003 y el 2019 para maíz, frijol y calaba-
za. Este coeficiente evalúa si hay una tendencia significativa a la baja o
a la alta en una serie de tiempo. El estadístico tau varía de -1 a 1, siendo

La agricultura familiar y la milpa... 167


valores indicativos de una fuerte tendencia a la baja o a la alta, res-
pectivamente, y el valor-p indica si es significativa. En estadística, un
valor-p menor a 0.05 indica que el estadístico es significativo (i.e., en
este caso la tendencia a la baja o a la alta es, o no, significativa).
La base de datos de la CONABIO (2011) recopila muchas otras bases
desde la década de 1940; en las zonas del país no exploradas anterior-
mente se hicieron muestreos y se recolectaron semillas entre los años
2000 y 2010. Dichos registros no son homogéneos entre todos los es-
tados ya que se privilegiaron las zonas en donde se cultivaban maíces
nativos, excluyendo las zonas de agricultura comercial con híbridos.
Esta base tiene un total de 22,931 registros de colectas u observaciones
de maíces nativos y cuenta con 179 variables que las describen, aunque
no todos los registros están completos. En el presente estudio, para el
análisis de maíz sembrado en milpa o en asociación, utilizamos los re-
gistros del periodo entre los años 2000 y 2010.

RESULTADOS

Características del sector agrícola en México

En números redondeados, en México seis millones de personas tra-


bajan en la agricultura; de éstas 36.5 por ciento son trabajadoras por
cuenta propia y 14.4 por ciento son trabajadoras sin pago; mientras que
43.5 por ciento son asalariadas, frente a un 5.6 por ciento que son em-
pleadoras (SIAP, 2018). De acuerdo con el nivel de ingresos, el 27 por
ciento de las personas que trabajan en el campo no recibe ingresos,
el 27 por ciento recibe un salario mínimo, el 26.1 por ciento percibe
de uno a dos salarios mínimos, el 11.5 por ciento recibe de dos a cinco
salarios mínimos, el 1.4 por ciento obtiene más de 5 salarios mínimos y
el restante 7 por ciento no aportó datos (SIAP, 2018). Estas cifras tienen
una gran discrepancia; por un lado, se dice que el 14.4 por ciento de tra-
bajadores en agricultura no recibe pago y por otro se dice que el 27 por
ciento de trabajadores no recibe ingresos. La razón de esta diferencia
radica en las fuentes de datos y las categorías usadas. Es posible que
dentro del 27 por ciento de los que no reciben salario se encuentren
propietarios que trabajan sus propias parcelas; mientras que en el 14
por ciento de los trabajadores sin pago se excluye a los dueños, conside-
rados como patrones y solo se refieren a los familiares que trabajan en
el campo en la parcela familiar y no reciben un sueldo por tal actividad.
De acuerdo con el INEGI, en 2007 se sembraron 7.2 millones de ha
de maíz blanco, 1.5 millones de ha de maíz amarillo y 1.9 millones de ha

168 Economía global y sistema alimentario


de frijol. Estos cultivos representaron el 63 por ciento de la superficie
cultivada total del país de cultivos anuales en los ciclos otoño-invierno
y primavera-verano (INEGI, 2007). Según datos más recientes de la en-
cuesta nacional agropecuaria (INEGI, 2019), se sembraron 6.7 millones
de ha de maíz blanco, 1.5 millones de ha de maíz amarillo, 1.8 millones
de ha de frijol y 55 mil ha de calabaza.
Para conocer sobre las tendencias de superficie sembrada, revisa-
mos los datos para maíz, frijol y calabaza a nivel nacional entre 2003 y
2019 reportados por el SIAP. Observamos que el maíz y el frijol tuvieron
una tendencia significativa a la baja. El maíz pasó de 8,126,821 ha en el
2003 a 7,157,587 ha en el 2019 (Tau= -0.69, p < 0.0001); el frijol pasó de
2,040,425 ha en el 2003 a 1,412,098 ha en el 2019 (Tau= -0.46, p =0.01)
y la calabaza tuvo una tendencia positiva significativa al pasar de 6683
ha en el 2003 a 7281 ha en el 2019 (Tau = 0.37, p = 0.04) (SIAP, 2021).
En México, las unidades de producción agrícolas (UP) que predo-
minan son las unidades con características de agricultura familiar y de
pequeña escala (Cuadro 1). Según la ENA de 2019, el 77 por ciento de
las UP practican agricultura de temporal, el 62 por ciento de éstas usan
semilla criolla, propia o no comprada, y el 60 por ciento usan coa o
azadón en algún momento del ciclo productivo. En cambio, vemos que
la mayoría ha adoptado algunas tecnologías modernas, como el uso de
fertilizantes químicos (67 por ciento), herbicidas (59 por ciento) y el
uso del tractor (52 por ciento), mientras que solo una cuarta parte de
las UP usa tracción animal. Aunque poco más de la mitad usa tractor,
solo el 21 por ciento tiene maquinaria propia y la mayoría de las que
usan tractor lo rentan. En cuanto al uso de maquinaria, destaca que
un porcentaje bajo usa sembradoras (29 por ciento) y menor es el por-
centaje que usa cosechadoras (15 por ciento). Suponemos que la ma-
quinaria agrícola se usa principalmente para la preparación del suelo.
Observamos también cómo las UP no dependen de recursos financie-
ros, ya que solo el 8 por ciento reportó tener crédito. Los entrevistados
señalaron que no tienen crédito por su aversión al endeudamiento y
a las altas tasas de interés. También añadimos que, alrededor de una
cuarta parte de las UP solo usan mano de obra no remunerada (fami-
liar) y poco menos de la mitad de las UP contrata jornaleros.

La agricultura familiar y la milpa... 169


Cuadro 1. Principales características tecnológicas y económicas de
las unidades de producción agrícola en México

Indicador Porcentaje

El total de unidades de producción es 3,662,827 100


Agricultura de temporal 77
Uso de semilla criolla 62
Usan coa o azadón 60
Usan fertilizantes químicos 67
Usan animales de tiro o yunta 25
Herbicidas químicos 59
Con maquinaria propia 21
Usan tractor 5
52
• Rentado o prestado 74
• Usan sembradoras 29
• Usan cosechadoras 15
• Tienen crédito 8
• No solicitaron crédito 91
• Desinterés 19
• Altas tasas de interés 22
• Evitar endeudarse 42

• Uso de mano de obra no remunerada 26


• Uso de jornaleros 47
• De zonas cercanas 98

Fuente: INEGI, 2019.

5 Para el caso de uso de tractor se divide en dos categorías: rentado o prestado y en pro-
pio; mientras que las razones para no solicitar crédito se dividen en tres categorías.

170 Economía global y sistema alimentario


Cuadro 2. Cantidad de unidades de producción que, asumimos, siembran milpa porque
producen maíz, frijol y calabaza

Unidades de producción
Indicador
Número Porcentaje

Total de unidades de producción en México 3,662,827 100


Unidades de producción con maíz, frijol y calabaza 55,214 1.6
Unidades de producción con maíz, frijol y calaba- 35,897 65.0
za de hasta 5 ha
Unidades de producción con maíz, frijol y calaba- 19,317 35.0
za mayores de 5 ha
Unidades de producción con maíz y frijol 404,062 11.5
Unidades de producción con maíz y frijol de hasta 221,983 54.9
5 has
Unidades de producción con maíz y frijol mayores 182,080 45.1
de 5 has

Fuente: INEGI, 2019. Información obtenida a través de la consulta de microdatos.

El Censo Agrícola, Ganadero y Forestal del INEGI (2007) reportó


más de 4 millones de Unidades de Producción (UP) con actividad agrí-
cola o forestal, 67.8 por ciento de menor a igual a 5 ha. En ese mismo
censo se registraron 2283 millones de UP dedicadas a la producción
de maíz y frijol. Con datos más recientes se indica que en México hay
más de 3.66 millones de UP (INEGI, 2019); de este total solo en 1.57 por
ciento de las UP, o sea en 55,214 se realiza la siembra de maíz, frijol y
calabaza (Cuadro 2). Si consideramos a las UP que sembraron maíz y
frijol en el mismo ciclo, éstas llegan al 11.5 por ciento del total de las UP.
En su mayoría, las UP que sembraron estos tres cultivos en el mismo
ciclo cultivan 5 ha o menos (Cuadro 2).
La encuesta no permite discernir si estos cultivos se sembraron de
manera asociada, solo sabemos que se sembraron en el mismo ciclo
por la misma UP. Podemos asumir que estos cultivos se sembraron jun-
tos, pero no se reportan así porque en la encuesta no hay una pregunta
sobre policultivos. Así que, a partir de estos datos, estimaremos la su-
perficie de milpa utilizando el promedio de superficie —maíz, frijol y
calabaza que se siembra por unidad de producción— multiplicado por
el número de unidades de producción que sembraron los tres cultivos

La agricultura familiar y la milpa... 171


de forma simultánea. Siguiendo este método, estimamos que en 2019
se pudieron haber sembrado 151,506 ha de milpa en el país con las tres
especies: calabaza, frijol y maíz (Cuadro 3).

Cuadro 3. Estimación de la superficie sembrada con milpa en 2019

Total de unidades de producción en el país 3,662,827


Total de unidades de producción que siembran maíz, frijol y cala- 55,214
baza

Promedio de superficie de maíz por UP (ha) 2.24


Promedio de superficie de frijol por UP (ha) 0.49

Promedio de superficie de calabaza por UP (ha) 0.01


Superficie estimada de maíz (ha) 123,714.62

Superficie estimada de frijol (ha) 26,964.91


Superficie estimada de calabaza (ha) 827.31

Superficie estimada de milpa (ha) 151,506.84

Estimación realizada a partir de: INEGI, 2019. Información


obtenida a través de la consulta de microdatos.

En cuanto al destino de la producción de maíz, frijol y calabaza,


la información nos indica que, aunque el autoconsumo puede ser
importante, sobre todo en el caso del maíz blanco, la mayor parte de
la producción es para la venta. Estos datos nacionales sin duda en-
mascaran la gran heterogeneidad de unidades de producción, ya que
no podemos distinguir el destino de la producción por tamaño de la
unidad de producción. Sin embargo, podemos resumir otros hallazgos
importantes. El primer resultado destaca el alto porcentaje de frijol
que se destina para siembra, esto quiere decir que la gran mayoría de
los agricultores utilizan su propia semilla. El segundo resultado tiene
que ver con el nivel de consumo al interior de la UP, tanto para la fa-
milia como para los animales, pues el maíz blanco es el grano que más
se consume, seguido por el frijol y el maíz amarillo; estos representan
cerca del 6, 5 y 3 por ciento, respectivamente, de la producción total
nacional; mientras que la cantidad relativa de maíz, tanto blanco como
amarillo, destinada a los animales supera considerablemente al dedi-
cado para el consumo humano; hecho que en el caso del maíz amarillo

172 Economía global y sistema alimentario


es mucho más evidente. Esto nos habla de la integración que hay en-
tre la producción agrícola y la ganadera dentro de la UP (Cuadro 4).
El último resultado, a partir de los datos de la encuesta INEGI (2019),
estimamos que el 70 por ciento de los granos básicos producidos en
las UP son comercializados principalmente por intermediarios. Este
también es un indicador del papel que juegan las UP en el abasto de
alimentos básicos a nivel local.

Cuadro 4. Producción y destino de la producción de maíz, frijol y calabaza

Destino de la producción
Producción
Cultivo total (ton) Para Para
Semilla para consumo de consumo de Para venta
siembra la familia los animales

Calabaza 644,644 190 386 1218 642,850


(0.03%) (0.06%) (0.19%) (99.72%)
Frijol 828,110 61,393 38,348 2242 726,127
(7.41%) (4.63%) (0.27%) (87.68%)
Maíz 5,400,839 28,354 175,657 761,163 4,435,665
amarillo (0.52%) (3.25%) (14.09%) (82.13%)
Maíz blanco 25,809,477 107,105 1,468,458 2,068,703 22,165,212
(0.41%) (5.69%) (8.02%) (85.88%)

Fuente: INEGI, 2019.

La agricultura familiar y la milpa... 173


Cuadro 5. Tipo de problema presentado por las unidades de producción

Tipo de problema presentado Porcentaje6

Altos costos de insumos y servicios 73.85


Dificultades en la comercialización

• Debido al intermediarismo 24.26


• Debido a precios bajos 33.08

Falta de capacitación y asistencia técnica 30.83


Pérdida de fertilidad del suelo 27.87

Infraestructura insuficiente para la producción 20.83


Inseguridad 19.65

Vejez, enfermedad o invalidez del productor 19.45


Falta de organización para la producción 10.19

De acceso al crédito 9.90


Falta de documentación para acreditar la posesión de la tierra 3.93

Litigio o invasión de la tierra 2.30

Fuente: INEGI, 2019.

En el Cuadro 5 se muestran los desafíos identificados por los agri-


cultores. Los altos costos de los insumos y servicios es el principal, se-
guido por la falta de canales adecuados para la comercialización de los
productos cosechados; una parte importante de los encuestados tam-
bién mencionaron la falta de capacitación y asistencia técnica, la pérdi-
da de fertilidad de suelo y la falta de infraestructura para la producción
como problemáticas que los aquejan. También resulta necesario seña-
lar que la inseguridad está relacionada con las actividades ilícitas y el
crimen que ocurre en las comunidades y territorios donde viven los
agricultores (Cuadro 5).
La falta de relevo generacional —o la falta de población joven dedi-
cada a las actividades agrícolas— es un problema importante (Salcedo

6 El porcentaje no suma 100% porque es el porcentaje de unidades que tiene el problema


indicado.

174 Economía global y sistema alimentario


y Guzmán, 2018), aunque los encuestados en la ENA no lo señalaron
como un reto. Las estadísticas muestran los siguientes datos respecto
a los parámetros de edad: solo el 17 por ciento de los hombres y las
mujeres que trabajan en el campo tienen menos de 45 años de edad;
el 36 por ciento de los trabajadores tienen entre 45 y 60 años y el 47
por ciento restante está conformado por los que tienen más de 61 años
(Figura 1). En promedio, las personas que trabajan en el campo lo han
hecho por 37 años (INEGI, 2019, información obtenida a partir del aná-
lisis de microdatos). Por otro lado, el nivel escolar sigue siendo muy
bajo entre los campesinos, pues la proporción de los productores y pro-
ductoras que alcanzaron el nivel de estudios de primaria o menos es
del 72 por ciento; tienen nivel de secundaria o preparatoria el 22 por
ciento y solamente el 5 por ciento lograron culminar una carrera téc-
nica, licenciatura o posgrado. Los productores que hablan una lengua
indígena son el 23 por ciento y el 42 por ciento de estos se consideran
indígenas (INEGI, 2019). Otro dato que destacar es que los productores
de 24 por ciento de las UP se dedican a otras actividades económicas,
además de la agricultura (INEGI, 2019, información obtenida de análi-
sis de microdatos), pero se desconoce a qué tipo de actividades se dedi-
can para completar su ingreso.

Figura 1. Porcentaje de productores y productoras según rango de edad

Fuente: INEGI, 2019.

Se constata entonces, a través de los datos presentados arriba, que


la agricultura en México es principalmente de carácter familiar y de
pequeña escala, porque la mayoría de las UP son de menos de 5 ha y po-
seen un bajo nivel de equipamiento e infraestructura, además de hacer

La agricultura familiar y la milpa... 175


uso de técnicas tradicionales, como el uso de semilla propia y de mano
de obra familiar (Cuadros 1 y 2). Además, las unidades de producción
que siembran maíz, frijol y calabaza están integradas al mercado por-
que es muy bajo el porcentaje de producción total que se destina al au-
toconsumo (Cuadro 4). Cabe destacar, por un lado, la predominancia de
personas mayores trabajando en el campo; y por el otro, el número tan
bajo de UP en donde posiblemente se cultive milpa, lo cual contrasta
con el discurso académico y la bibliografía en torno a la importancia
de la milpa en el país, la cual se presenta más adelante (Esteva y Marie-
lle, 2003). Los datos sobre la baja cantidad de UP que siembran milpa
pueden ser resultado de un problema metodológico, pues se requiere
de una pregunta específica sobre cultivos asociados en la ENA, por ello,
no se reportan los datos.

La extensión de la milpa en México

La milpa se puede encontrar en prácticamente todos los ambientes y


es muy diversa en cuanto a la estructura y diversidad de especies que
la conforman (Aguilar et al., 2003). Gracias a la base de datos de la
CONABIO (2011), podemos conocer la distribución de la milpa y po-
licultivo de maíz-frijol y maíz-calabaza a nivel nacional en términos
de proporción, considerando las parcelas donde se siembran maíces
nativos que han sido colectados o registrados en dicha base de datos.
Entre el 2000 y el 2010 se registraron 7366 observaciones de cultivos
con maíces nativos en todo el país (CONABIO, 2011). Al analizar estos
datos encontramos que 67 por ciento de estas observaciones se sem-
braron en monocultivo y 33 por ciento en policultivo. Se reportaron
464 esquemas diferentes de policultivos, los cuales hacen referencia
al cultivo de maíz combinado con cualquier otro cultivo, en los que se
incluyen tanto cultivos anuales como perennes. De los 2455 registros
con policultivo, los porcentajes se distribuyen así: 33 por ciento milpa,
30 por ciento no determinado, 18 por ciento maíz y frijol, 14 por ciento
maíz y calabaza y 5 por ciento maíz y otro cultivo.
La distribución de policultivos es muy variable por estado, pues
aquellos donde se colectaron más maíces nativos no necesariamente
son los que reportan mayor cantidad de policultivos. Los estados que
tienen más del 50 por ciento de registros de maíz en policultivo son:
Guerrero, Ciudad de México, Durango, Oaxaca, Querétaro, Sinaloa,
Quintana Roo y Chiapas (Figura 2).
El estado de Guerrero destacó por ser el estado en donde el 100 por
ciento de los maíces nativos colectados se sembraban en policultivo, de

176 Economía global y sistema alimentario


acuerdo con la CONABIO (2011). Al respecto encontramos un trabajo
en una comunidad del municipio de Chilapa, Guerrero, con población
mayormente indígena, en donde se reporta que el 81 por ciento de las
familias siembran maíz en policultivo. El porcentaje restante siembra
maíz híbrido o nativo en monocultivo (Munguía et al., 2016).

Figura 2. Porcentaje de registros de maíces nativos por estado que se cultivan en


policultivo

Fuente: CONABIO, 2011.

En la alcaldía de Tlalpan de la Ciudad de México se identificaron


229 ha apoyadas con subsidios para la siembra de maíz y, de éstas, 82
ha se hicieron en milpa, lo que representa el 36 por ciento de la superfi-
cie total (Martínez-Pérez, 2018). Aunque este porcentaje contrasta con
el 85 por ciento de maíz en milpa reportado en la base de datos de la
CONABIO para las colectas de la ciudad de México (Figura 2).

La agricultura familiar y la milpa... 177


Es de destacar que la variación de la importancia de la milpa pue-
de duplicarse entre comunidades de la misma región. Por ejemplo,
en los municipios de Santa Cruz Zenzontepec y Santiago Amoltepec,
vecinos de la Sierra Sur de Oaxaca, las comunidades que se ubican a
una altitud de 1000 msnm el 42 por ciento practican milpa; mientras
que en las comunidades a 1500 msnm es el 20 por ciento de ellos. Por
otra parte, en las comunidades a 600 msnm, menos del 6 por ciento
de los agricultores practican este sistema en ambos municipios (Oroz-
co-Ramírez, 2014). Aquí se nota el efecto de la elevación en el porcen-
taje de superficie sembrada con milpa. O sea, en las comunidades de
mayor altitud la milpa es más común que a menor elevación. En Villa
de Tututepec de Melchor Ocampo, Oaxaca, un municipio indígena
de la costa de Oaxaca, el sistema de maíz en monocultivo, altamen-
te dependiente de insumos y mecanización, y la ganadería intensiva
han reemplazado a la milpa; sin embargo, la semilla de maíz nativo
persiste (Lara y Reyes, 2010). Mientras que comunidades mixtecas
situadas alrededor de Asunción Nochixtlán, el 64 por ciento de los
agricultores siembra en policultivo y el 36 por ciento en monocultivo
(Lazos, 2016).
En el estado de Chiapas, aunque se desconoce la superficie relativa
bajo milpa, se puede suponer que, en muchas localidades, excluyendo
la región de la Frailesca, la milpa sigue siendo la forma principal de
cultivar maíz. Por ejemplo, en la comunidad de Santa Martha, Chenal-
hó, en los altos del estado, toda la superficie de maíz se sembraba bajo
sistema milpa, un total de 370 ha en 1997 (Mariaca et al., 2007). En la
región de las cañadas la milpa se sigue sembrando bajo los sistemas de
roza tumba y quema y roza tumba y pica (Camacho-Villa, 2011). En Mo-
tozintla, Chiapas, la milpa también sigue vigente bajo el sistema de roza
y quema (Flores, 2013). Asímismo, en la región conocida como Sierra
de Tabasco, en el estado de Tabasco, la siembra del maíz en policultivo
es la forma dominante y los dos ciclos anuales practican el sistema de
roza tumba y quema. Se trata de un sistema intensivo, ya que la super-
ficie por familia es de 0.5 a 2.5 ha (Centurión et al., 2016).
En regiones densamente pobladas, como es el Valle de Tehuacán,
en Puebla, la producción de maíz para elotes ha tendido un gran cre-
cimiento en las últimas décadas, mientras que la producción de maíz
bajo milpa es cada vez es más raro, lo mismo que la existencia de
algunas variedades locales (Fitting, 2011). En un estudio con agricul-
tores que siembran maíz de temporal en Tlaxcala, se encontró que el
40 por ciento sembraban en policultivo y el 60 por ciento en mono-
cultivo (Lazos, 2016).

178 Economía global y sistema alimentario


En Amatlán, municipio de Tepoztlán, Morelos, a pesar de ser una
de las zonas del país con mayor tasa de cambio de uso de suelo y cre-
cimiento residencial, la milpa sigue siendo importante. Puente (2019)
reporta que 45 por ciento del total de los agricultores siembran milpa;
otro 45 por ciento de éstos siembran los tres cultivos separados y un 9
por ciento solo siembran maíz y calabaza.
Los estudios de caso también reportan datos poco consistentes so-
bre una misma región, pues estos dependen de los objetivos de la inves-
tigación. Por ejemplo, en un estudio realizado entre el 2012 y el 2015
para conocer la diversidad de maíz en la cuenca del Lago de Pátzcuaro,
Michoacán, se encontró que más de la mitad de los entrevistados (de
un total de 113) sembraban maíz, frijol y calabaza de forma simultánea
(Orozco-Ramírez y Astier, 2017). Sin embargo, otro estudio realizado
entre el 2017 y 2018 en la misma región para caracterizar las unidades
de producción mixtas que combinan agricultura y ganadería, solo dos
entrevistados, de un total de 121, declararon sembrar maíz y frijol (As-
tier et al., 2020). Mediante observaciones de campo advertimos que los
productores prefieren sembrar la calabaza en monocultivo por el alto
valor de la semilla (recorridos de campo en 2017). En ese mismo estado,
en la comunidad de Urapicho, en la Meseta Purépecha, se reporta que
el 85 por ciento de las familias campesinas siembran milpa y que el 11
por ciento siembra maíz en monocultivo (Damián, 2018).
El caso de la milpa en Sinaloa también es de destacar, ya que en la
base de datos de la CONABIO del 2010 (Figura 2) se indica que 52 por
ciento de los maíces nativos se colectaron en policultivos que incluyen
frijol, calabaza y otros cultivos. Sin embargo, estudios más recientes en
el Valle de Sinaloa, (Lara-Ponce et al. 2017), reportaron que ninguno de
los ejidatarios entrevistados, ya sean del grupo indígena mayo o mesti-
zos, practicaban el sistema milpa, pues todos sembraban maíz híbrido
en monocultivo.
Las estimaciones de superficie de milpa basadas en trabajo de cam-
po son muy escasas en la literatura y los datos de proporción de agri-
cultores que siembran milpa o monocultivo no se pueden usar para
estimar superficie; esto debido a que las superficies dedicadas a la
milpa son menores a las dedicadas al monocultivo de maíz o a otros
cultivos. Además, los campesinos que declaran sembrar milpa no ne-
cesariamente lo hacen en toda la superficie que siembran. Un estu-
dio realizado en cuatro comunidades en una zona de temporal en las
faldas del volcán Popocatépetl, en Puebla, reporta que solo el 1 por
ciento de la superficie sembrada con maíz se hacía en policultivo (Pi-
ta-Duque, 2010). En un estudio más reciente en dos comunidades de

La agricultura familiar y la milpa... 179


la Mixteca Alta se reporta que el porcentaje de superficie sembrada
con milpa fue de 5 por ciento en una comunidad y de 10 por ciento en
la otra (Novotny, 2020).
Yucatán es una de las zonas en donde se han realizado estudios so-
bre la milpa desde hace décadas y se estima que hay una alta prevalen-
cia de este sistema. Según cálculos oficiales del 2017, en dicho estado
existían 40 mil productores agrícolas que cultivaban poco más de 100
mil ha; de éstos, más del 90 por ciento sembraban algún tipo de mil-
pa (DOY, 2017). En un estudio regional en la Península de Yucatán se
estimó que en promedio anualmente se sembraba al menos el 55 por
ciento de la superficie agrícola de la región bajo sistema milpa, lo que
equivale a 168,123 ha (Rodríguez et al., 2016). Este dato contrasta con
nuestras estimaciones a nivel nacional a través de los datos de la ENA
(INEGI, 2019), pues estimamos una superficie de milpa a nivel nacio-
nal de 151,506 ha. Para otros investigadores de la península de Yucatán,
las estadísticas respecto al número de agricultores y la superficie sem-
brada son imprecisas (Rodríguez-Robayo et al., 2020).

REFLEXIONES FINALES: LA AGRICULTURA DE PEQUEÑA


ESCALA RESISTE, LA MILPA NO TANTO

Muchos son los factores que han contribuido al abandono del sistema
de cultivo milpa. Turrent (2012), lo atribuye a la Revolución Verde, pues
menciona que antes de dicho cambio tecnológico, prácticamente todo
el maíz en las UP de pequeña escala se sembraba en milpa, e incluso
medianos y grandes productores de maíz practicaban el policultivo. Sin
embargo, a finales de la década de 1960 solo se sembraba el 10.8 por
ciento de la superficie total de maíz (5.828 millones de ha) en siste-
ma milpa (de acuerdo con datos de la Dirección General de Economía
Agrícola). Por su poca importancia, en términos de extensión, dejó de
reportarse a partir del VI Censo Agrícola de 1980 (Turrent, 2012).
Aguilar y colaboradores (2003) complementan a Turrent al afir-
mar que los apoyos oficiales para modernizar la agricultura maicera se
extendieron a las zonas de temporal donde persistía la milpa durante
las décadas de 1970 y 1980. La superficie cultivada con milpa se redujo
aún más en estas décadas porque los fertilizantes, plaguicidas y herbi-
cidas se promovieron incluso en los sistemas de roza, tumba y quema
y, por otra parte, los apoyos gubernamentales estaban condicionados al
uso de estos insumos y al monocultivo.
Las políticas de ajuste estructural de la década de 1980, las reformas
de la década de 1990, la drástica reducción de subsidios y la apertura

180 Economía global y sistema alimentario


comercial, condujeron a la crisis de la agricultura familiar campesina,
exacerbándose la emigración de las zonas rurales, sobre todo, hacia los
Estados Unidos (Bartra, 2003). Sin embargo, para González-Jácome
(2016) fue la carencia de la fuerza de trabajo familiar la principal res-
ponsable de la reducción del número de cultivos en el sistema milpa
y del incremento del monocultivo de maíz en las zonas de agricultura
tradicional. Así, la milpa ha desaparecido de regiones enteras como en
El Bajío michoacano, donde la agricultura en los lomeríos se abandonó
desde principios de la década de 1990, para concentrarse e intensificar-
se en los valles (observación directa en recorridos de campo en 2017).
Además de la imposibilidad de conocer la superficie actual desti-
nada al sistema milpa, persiste una confusión en cuanto a su denomi-
nación en la literatura especializada, —sea ésta de corte agronómico,
ecológico, económico o sociológico—. Comúnmente “milpa” se usa
como sinónimo de campo de maíz, sin especificar si éste se siembra en
monocultivo o policultivo (ej. González-Jácome, 2016; Fenzi et al., 2017)
e incluso dicha acepción también se ha usado para referirse a campos
cultivados de maíz híbrido (Barkin, 2003).
Los datos mostrados sobre la agricultura nacional muestran que el
modo de producción agrícola familiar sigue vigente en México gracias
a la capacidad de adaptación a las nuevas condiciones económicas y
políticas (Astier et al., 2020). Sin embargo, como en décadas pasadas,
los campesinos siguen siendo uno de los sectores económicos en ma-
yor desventaja, tanto por los ingresos que obtienen en comparación
con otros sectores laborales, como por su relación laboral con otros
sectores económicos.
Analizando el sector agrícola en su conjunto, resalta que la mayoría
de las unidades de producción de alimentos básicos en el país siguen
teniendo características de producción de pequeña escala: se autoem-
plean, hacen uso de mano de obra familiar, muy pocas unidades tienen
acceso a crédito, utilizan herramientas manuales y no poseen maqui-
naria; mientras que buena parte de la producción de granos básicos
es para autoconsumo y, la gran mayoría que la comercializa, lo hace a
través de intermediarios. Además, la fuerza de trabajo en el campo está
constituida, principalmente, por personas mayores.
Las familias campesinas han podido adaptarse y resistir a los em-
bates de casi medio siglo de políticas públicas adversas. Dichas polí-
ticas se han caracterizado por: (1) el sistemático retiro de incentivos a
la agricultura tradicional de subsistencia y de pequeña escala y (2) el
apoyo a la producción de cultivos de alto valor en el mercado interna-
cional y a la producción de monocultivos en gran escala, ya sea a través

La agricultura familiar y la milpa... 181


de subsidios para adquirir maquinaria y equipo o de préstamos y sub-
sidios directos a la comercialización.
Actualmente, la agricultura campesina juega un importante papel
en la producción de alimentos y en la seguridad alimentaria, tanto
en las comunidades rurales como en las ciudades del país. También
las prácticas agrícolas forman parte del arraigo cultural de dichas co-
munidades. Estas prácticas han empezado a revalorizarse a través de
algunas iniciativas enmarcadas en el rescate y conservación del patri-
monio biocultural.
Una conclusión preliminar es que la agricultura familiar de peque-
ña escala y la producción de maíz nativo resisten en México, pero no así
el sistema milpa. La modernización del campo, el cambio tecnológico,
el uso de insumos agroquímicos promovidos por la Revolución Verde y,
en las últimas décadas, los cambios al interior de las familias campesi-
nas han llevado a una continua reducción de las superficies de tierras
cultivadas con maíz, frijol y calabaza de manera asociada. La ciencia ha
puesto en evidencia la importancia universal de la milpa debido a: (a)
los atributos nutracéuticos de los productos alimenticios provenientes
de ésta; (b) su funcionalidad agro-ecológica; y (c) sus reservorios gené-
ticos, pieza clave para poder lidiar con el cambio climático. Las leccio-
nes aprendidas podrían recogerse y transformarse en nuevas políticas
y programas encaminados a reforzar la siembra en policultivo y a res-
catar la dieta saludable prehispánica, compuesta por estas tres especies
y otras más. Aunque la triada de la milpa es difícil de encontrar, como
hemos expuesto anteriormente, hay un sinnúmero de otras combina-
ciones posibles y funcionales, desde el punto de vista agro-ecológico,
nutricional y económico, tanto para las familias campesinas como para
los consumidores urbanos. De esta manera la milpa podría continuar
su transformación para seguir existiendo.

AGRADECIMIENTOS

Los autores agradecen al INEGI por proporcionar los análisis de mi-


crodatos de la Encuesta Nacional Agropecuaria 2019, así como a los
revisores por sus comentarios para mejorar ese texto.

182 Economía global y sistema alimentario


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La agricultura familiar y la milpa... 187


Ciencia ciudadana y coproducción de conocimientos
ambientales en comunidades rurales del Sur global

Jorge Sánchez-Valdez1, Jaime Paneque-Gálvez2*,


Armonía Borrego3 e Isabel Ruiz-Mallén3

RESUMEN

Las comunidades rurales del Sur global enfrentan nuevos y complejos


retos en el manejo sostenible de sus bienes naturales como resultado
de su inserción en dinámicas globales. En estas nuevas ruralidades, la
ciencia ciudadana podría ampliar la comprensión de los problemas
ambientales y buscar soluciones mediante procesos colaborativos entre
comunidades y actores externos (e.g. investigadores), basados en la co-
producción de conocimientos ambientales. En este trabajo analizamos
el potencial de la ciencia ciudadana para fomentar procesos de copro-
ducción de conocimientos ambientales orientados al fortalecimiento
del manejo de bienes naturales en comunidades rurales del Sur global.
Realizamos una revisión bibliográfica para identificar literatura sobre
ciencia ciudadana que hiciera referencia a alguno de los cuatro prin-
cipios de coproducción de conocimientos propuestos por Nörstrom
et al., (2020). Nuestros resultados sugieren que la coproducción pue-
de contribuir a la generación de nuevos conocimientos ambientales
potencialmente útiles para afrontar los nuevos desafíos en el manejo
de bienes naturales que enfrentan las comunidades. Entre los cuatro
principios de coproducción de conocimientos, destaca la importancia
de realizar procesos “basados en el contexto” ya que permite identificar
cambios en el manejo de bienes naturales derivados de los procesos de
integración global. Este principio geográfico se complementa con los
otros tres principios para favorecer el desarrollo de procesos “pluralis-
tas”, “interactivos” y “guiados por metas”. Nuestra investigación puede

1 Posgrado en Geografía. Universidad Nacional Autónoma de México.


2 Centro de Investigación en Geografía Ambiental. Universidad Nacional Autónoma de
México. UNAM-Morelia.
3 Facultad de Psicología y Ciencias de la Educación e Internet. Internet Interdisciplinary
Institute (IN3). Universitat Oberta de Catalunya.
Autor para correspondencia: jpanequegalvez@ciga.unam.mx

189
ser útil tanto para la academia como para organizaciones civiles y
agencias gubernamentales interesadas en colaborar con comunidades
rurales en pro del fortalecimiento del manejo y la conservación de su
patrimonio natural.

Palabras clave: bienes naturales; contexto; interacción; metas comunes; pluralismo

INTRODUCCIÓN

Las comunidades rurales del Sur global4 enfrentan nuevos retos para
el manejo sostenible de sus bienes naturales a causa de su participación
en las dinámicas socioeconómicas (Lenzen et al., 2012; Steffen et al.,
2015; da Silva, 2017; Givens et al., 2019). La interacción de estas comu-
nidades en los mercados globales provoca cambios sociales y territo-
riales que pueden afectar la integridad de los sistemas socioecológicos
y amenazar los medios de vida tradicionales (Eakin, 2005; Jandreau
y Berkes, 2016; Davis et al., 2020). La integración de las comunidades
rurales del Sur global en las dinámicas globales resulta en cambios am-
bientales, entendidos como alteraciones de las condiciones o funciones
del entorno natural (Matson et al., 1997; Tilman et al., 2001; Hackmann
et al., 2014). Estos cambios suelen ser inesperados e inciertos, y las con-
diciones ambientales que generan difícilmente pueden entenderse de
forma aislada (Turner II et al., 1990; Schlüter et al., 2019).
Por ejemplo, en México muchas comunidades rurales han adoptado
la producción de cultivos intensivos, como el aguacate o más reciente-
mente las berries (Pérez-Llorente et al., 2019; González-Ramírez et al.,
2020) como principal actividad económica, a expensas de actividades

4 El concepto de “Sur global” no es en realidad geográfico, sino que alude a las condicio-
nes estructurales globales heredadas de la época colonial con el surgimiento del capi-
talismo y los imperios, las cuales siguen operando en la actualidad. Dado que los países
colonizadores se sitúan en el Norte geográfico y la mayoría de los países colonizados
están geográficamente al Sur de los colonizadores, el “Sur global” remite al conjunto de
países y territorios donde las condiciones de vida de sus habitantes son propias de las
poblaciones desfavorecidas en los países que estuvieron bajo el yugo colonial. Así, hay
Sur global también en países del Norte geográfico (e.g., pueblos indígenas en Estados
Unidos y Canadá), además de los países del Sur geográfico, y viceversa. Consideramos
como “comunidades rurales del Sur global” a grupos sociales que habitan en territorios
no urbanos, cuya población se dedica principalmente a actividades agropecuarias, sil-
vícolas o pesqueras. Dichas comunidades experimentan injusticias estructurales que
se expresan, por ejemplo, en procesos extractivos asociados al aumento de la demanda
internacional de materias primas localizadas en sus territorios o bienes de consumo
susceptibles a ser producidos en él (Svampa, 2013).

190 Economía global y sistema alimentario


tradicionales como la milpa5 y la silvicultura comunitaria. Estas co-
munidades experimentan nuevos retos para el manejo sostenible de
sus bienes naturales como parte de su integración en las dinámicas
socioeconómicas globales. En el caso del aguacate producido en Mé-
xico, sus exportaciones crecieron a una tasa anual de 15.6 por ciento
en las últimas tres décadas (ver Capítulo 1, Sección II). Entre otras ra-
zones, su reconocimiento como “súper alimento” por su valor nutri-
cional (Magrach y Sanz, 2020) ha disparado la demanda mundial de
aguacate que, a su vez, ha convertido la producción de éste en una de
las actividades agrícolas más rentables en Michoacán (principal estado
productor en México), llevando a campesinos de comunidades agra-
rias6 y ejidos7 a convertir zonas forestales y de cultivos tradiciona-
les en huertas de aguacate (Chávez-León et al., 2012; Mas et al., 2017).
Estas transformaciones han generado múltiples cambios ambientales
con consecuencias inciertas, como el impacto sobre la disponibilidad
de agua o las alteraciones atmosféricas regionales por los cambios en
la cubierta vegetal (Chávez-León et al., 2012; Villanueva-Tomas y Ana-
ya, 2018). Por tanto, resulta necesaria la generación de nuevos conoci-
mientos para lidiar con los riesgos ambientales y las incertidumbres
derivados de la integración regional o global de las comunidades del
Sur global para fortalecer la toma de decisiones a escala local.
Los procesos de “coproducción de conocimientos”, que en ocasio-
nes se desarrollan en proyectos con enfoques de ciencia colaborativa,
pueden facilitar la toma informada de decisiones mediante procesos
de diálogo entre distintos actores sociales. La coproducción de cono-
cimientos puede definirse como un proceso iterativo de colaboración
de diversos actores y sus conocimientos para construir una compren-
sión integral y buscar soluciones a las problemáticas que enfrentan
como sociedad (Armitage et al., 2011; Lemos et al., 2018; Norström et
al., 2020). Un caso particular de coproducción de conocimientos pue-
de darse entre miembros de la academia y habitantes de comunidades
rurales, puesto que esta interacción puede ampliar la comprensión de

5 Sistemas agrícolas tradicionales de México y Centroamérica que generalmente asocian


el cultivo de maíz con otras especies como el frijol, la calabaza y el chile (Buenrostro,
2009; Lopez-Ridaura et al., 2021).
6 Régimen de propiedad social de la tierra en México, concebido tras la Revolución Mexi-
cana (1910) por el cual las comunidades indígenas que habían sido despojadas de las
tierras que habitaban recibieron el reconocimiento legal de propiedad sobre ellas (Pérez
y Mackinlay, 2015; Morett-Sánchez y Cosío-Ruiz, 2017).
7 Régimen de propiedad social de la tierra en México, creado para repartir legalmente
tierras a campesinos mestizos sin tierra conforme a las reformas agrarias de 1917 deri-
vadas de la Revolución Mexicana (Pérez y Mackinlay, 2015).

Ciencia ciudadana y coproducción de conocimientos ambientales... 191


los cambios ambientales emergentes que experimentan dichas comu-
nidades, contribuir a la búsqueda de soluciones y fortalecer su manejo
territorial (Beier et al., 2017; Thevadass, 2018).
Los cambios ambientales efecto de las interacciones globales son
a menudo complejos y dinámicos (Turner II et al., 1990; Schlüter et
al., 2019) y los sistemas de conocimientos tradicionales, locales y cien-
tíficos tienen limitaciones para alcanzar una comprensión adecuada
que permita diseñar soluciones eficaces (Funtowicz y Ravetz, 1993; del
Moral y Pedregal, 2002; Poteete et al., 2010). La coproducción de cono-
cimientos puede contribuir a solventar las limitaciones individuales de
cada sistema de conocimientos mediante procesos colaborativos entre
diferentes actores para ampliar su comprensión y buscar alternativas
sostenibles a los nuevos desafíos en el manejo de bienes naturales (Ar-
mitage et al., 2011; Norström et al., 2020).
Entre los enfoques de ciencia colaborativa, quizá los de mayor
auge en la actualidad pueden agruparse dentro de la “ciencia ciudada-
na” (Silvertown, 2009; Kullenberg y Kasperowski, 2016; Strasser et al.,
2018). En términos generales, podemos considerar la ciencia ciudada-
na como un enfoque de investigación colaborativo muy flexible que
conlleva el involucramiento de ciudadanos no afiliados a una institu-
ción académica en una investigación científica (Lave, 2015; Kimura y
Kinchy, 2016; Eitzel et al., 2017).
Por su flexibilidad y expansión se han generado importantes deba-
tes y críticas sobre su conceptualización y uso (Eitzel et al., 2017; Auer-
bach et al., 2019). Desde sus inicios podemos considerar que la ciencia
ciudadana se conceptualizó desde dos posturas distintas, la “democrá-
tica” y la “contributiva” (Cooper y Lewenstein, 2016). Por un lado, Irwin
(1995) propuso la ciencia ciudadana “democrática” como una iniciativa
ciudadana para investigar y denunciar los riesgos ambientales de la so-
ciedad industrial, así como la gobernanza de la ciencia y la tecnología.
Esta propuesta de ciencia ciudadana reconocía los conocimientos y las
capacidades de la propia ciudadanía para desarrollar investigaciones
independientes, por lo que representa una forma de democratización
de la ciencia. Por otro lado, la propuesta de ciencia ciudadana “contri-
butiva” de Bonney (1996) consideraba la participación ciudadana en
la captura o el análisis de datos como un medio para expandir los al-
cances de una investigación científica de forma eficiente. En este caso
se trata de una ciencia ciudadana que no necesariamente implica que
la ciudadanía mejore su comprensión de la ciencia, sino que contri-
buya voluntariamente con su tiempo a tomar o analizar datos bajo un
protocolo ya establecido por un equipo científico (Bonney et al., 2009;

192 Economía global y sistema alimentario


Dickinson et al., 2012). Conviene subrayar que los enfoques asociados
a la propuesta original de Bonney han irrumpido con mayor fuerza en
diversos ámbitos académicos en el Norte global (Bonney et al., 2014;
Kullenberg y Kasperowski, 2016; Paneque-Gálvez, 2019).
Gracias a la rápida expansión de la ciencia ciudadana, podemos con-
siderar que las dos corrientes originales se han diversificado. Así, actual-
mente podemos identificar indicios de nuevas corrientes para clasificar
proyectos de ciencia ciudadana. Por ejemplo, Haklay (2013) propone una
clasificación basada en el grado de participación, mientras que Shirk et
al. (2012) lo hacen de acuerdo con el involucramiento ciudadano en las
diferentes etapas de la investigación. En ambas propuestas existen ca-
tegorías en las que la ciudadanía contribuye únicamente con captura
o análisis de información, teniendo poca injerencia en el diseño de la
investigación. Esto coincide con la corriente predominante de ciencia
ciudadana contributiva (Bonney et al., 2009; Dickinson et al., 2012).
Si bien el enfoque contributivo ha favorecido la generación de
conocimiento científico, se ha debatido el carácter instrumental de
la participación como medio para la generación eficiente de cono-
cimientos (Lave, 2015). Incluso el uso del término “ciudadano” en la
ciencia ciudadana ha sido debatido, ya que podría considerarse que
hace alusión solo a personas con un estatus legal que les otorga ciertos
derechos, excluyendo a grupos minoritarios como podrían ser los inmi-
grantes ilegales u otros grupos vulnerables. Esto ha llevado a proponer
el uso de términos más inclusivos como “ciencia cívica” (Cooper et al.
2021). Por el contrario, en el extremo opuesto de la ciencia ciudadana,
son los propios ciudadanos los que plantean proyectos de investigación
de acuerdo con sus propios intereses y motivaciones. Por ejemplo, la
“ciencia activista” y la “ciencia no hecha” surgen con frecuencia en mo-
vimientos sociales o colectivos que, con o sin apoyo de la academia, de-
sarrollan investigaciones para documentar y denunciar los problemas
que los aquejan (Corburn, 2005; Ottinger, 2010; Kinchy, 2017). En un
sentido similar, la “ciencia comunitaria” alude a otra forma de ciencia
ciudadana motivada por los intereses o las necesidades de las propias
comunidades (Charles et al., 2020).
Las distintas formas de ciencia ciudadana reflejan la falta de con-
senso, ambigüedad y flexibilidad que existe en torno a su definición y
su objetivo principal. No obstante, hay autores que consideran que esta
diversidad de formas de ciencia ciudadana es clave, porque definirla de
manera más precisa restringiría sus potenciales aplicaciones (Eitzel et
al. 2017; Kasperowski y Kullenberg, 2018; Cooper et al. 2021). En conso-
nancia con esta postura, podría considerarse que la ciencia ciudadana

Ciencia ciudadana y coproducción de conocimientos ambientales... 193


puede proveer un marco muy flexible para el desarrollo de procesos de
coproducción de conocimientos (Cvitanovic et al., 2016; Djenontin y
Meadow, 2018), o que dichos procesos pueden considerarse formas de
ciencia ciudadana. En este trabajo nos referimos a la ciencia ciudadana
de forma muy amplia, incluyendo la forma predominante de ciencia
ciudadana que está generando más publicaciones en el Norte global
(Gura, 2013; Bonney et al., 2014) y otros enfoques de investigación co-
laborativos incluidos o citados en trabajos sobre ciencia ciudadana
(Vallabh et al., 2016; Ceccaroni et al., 2017; Kullenberg y Kasperowski,
2016; Eitzel et al., 2017). Además, consideramos enfoques de investiga-
ción colaborativos que cumplen los dos principios básicos de la ciencia
ciudadana propuesta por Irwin (1995): (a) que la ciencia responda a las
necesidades y preocupaciones de la ciudadanía; y (b) que la ciudadanía
sea capaz de producir conocimientos científicos por sí misma.
Aunque intuitivamente podríamos pensar que la coproducción de
conocimientos y algunos de los diversos enfoques que puede englobar
la ciencia ciudadana son compatibles y pueden ampliar la compren-
sión de los rápidos cambios ambientales que experimentan las comu-
nidades rurales del Sur global y sus riesgos (Norström et al., 2020), en
la literatura científica resulta difícil encontrar referencias que vinculen
estos enfoques, más aún en el contexto de comunidades rurales del Sur
global. Por ello, los objetivos de este trabajo son: (1) analizar los bene-
ficios y las limitaciones del desarrollo de procesos de coproducción de
conocimientos ambientales entre comunidades rurales del Sur global y
académicos mediante proyectos de ciencia ciudadana; y (2) reflexionar
sobre la utilidad de dichos procesos para fortalecer el manejo de bienes
naturales de las comunidades rurales del Sur global en el contexto ac-
tual de rápido aumento de cambios y riesgos ambientales que emergen
de los procesos de integración global.

MATERIALES Y MÉTODOS

Realizamos una revisión bibliográfica sobre procesos de coproducción


de conocimientos en experiencias de ciencia ciudadana relacionadas
con el monitoreo, diagnóstico o manejo de bienes naturales en comuni-
dades rurales del Sur global. A continuación, describimos brevemente
el proceso.

194 Economía global y sistema alimentario


Búsqueda de literatura

Hicimos búsquedas de literatura en inglés y español en las bases de da-


tos Web of Science y Scopus (título, resumen y palabras clave), así como
en el buscador de Google Scholar (únicamente en título). Empleamos
cadenas de búsqueda que concatenaron un término relacionado con
la coproducción de conocimientos y una acepción de ciencia ciuda-
dana (e.g., knowledge co-production and citizen science). Empleamos 18
acepciones de ciencia ciudadana en las cadenas de búsqueda, las cuales
identificamos en los términos de búsqueda de revisiones bibliográfi-
cas y referencias citadas en trabajos sobre ciencia ciudadana (Valla-
bh et al., 2016; Ceccaroni et al., 2017; Kullenberg y Kasperowski, 2016;
Eitzel et al., 2017) y empleamos diferentes combinaciones de palabras
para el término coproducción de conocimientos, variando su orden y
agregando o quitando un guion (Hoja 1 de información suplementaria).
Realizamos 210 búsquedas en el mes de agosto del año 2020 (Hoja 1
de información suplementaria) y obtuvimos 76 documentos. Tras fil-
trar los documentos duplicados (39 en total) y aplicar los criterios de
inclusión/exclusión descritos en la siguiente sección (27 rechazados),
identificamos 10 documentos para su análisis (Hoja 3 en información
suplementaria) que engloban trece proyectos de ciencia ciudadana.
Intentamos identificar documentos adicionales para solventar las
limitaciones de los resultados encontrados con la aproximación meto-
dológica original, ya que en la búsqueda primaria solo se identificaron
documentos que hacían referencia explícita a alguna de las variantes
del término coproducción de conocimientos que empleamos en los
apartados de título, resumen y palabras clave para las búsquedas en
Web of Science y Scopus o solo en el título para las búsquedas en Google
Scholar. Para ello realizamos una búsqueda en inglés del término “co-
producción de conocimientos” en las publicaciones de la revista Citizen
science: Theory and Practice, que se especializa en temas de ciencia ciu-
dadana. Además, revisamos la literatura citada en el único documento
de literatura gris que identificamos en la búsqueda original (Bannister
et al., 2019), ya que consideramos que ésta puede plasmar una visión
más allá de los intereses académicos que se encuentran en la literatu-
ra científica. Finalmente, incluimos literatura sugerida en los procesos
del dictamen de este capítulo, por lo cual, finalmente identificamos y
analizamos 17 documentos y 18 casos de estudio (Hoja 3 de informa-
ción suplementaria).

Ciencia ciudadana y coproducción de conocimientos ambientales... 195


Selección de estudios de caso

Seleccionamos los manuscritos tomando en cuenta tres criterios de in-


clusión: (1) ser experiencias de ciencia ciudadana que involucraran pro-
cesos de coproducción de conocimientos ambientales con comunidades
del Sur global (e.g., comunidades indígenas, campesinas, etc.); (2) que
se desarrollaran en un contexto rural; y (3) que estuvieran relaciona-
das con el monitoreo, diagnóstico o manejo de bienes naturales. Para
la sistematización de los resultados de las búsquedas y la selección de
artículos, empleamos el programa StArt, desarrollado por el Laboratorio
de Investigación en Ingeniería de Software (LaPes) del Departamento
de Informática de la Universidad Federal de São Carlos (DC/UFSCar).

Análisis

Tomamos los cuatro “principios para la coproducción de conocimien-


tos en investigaciones sobre sostenibilidad” propuestos por Norström
et al. (2020: 184) como referentes para el análisis de las experiencias de
ciencia ciudadana encontradas:

a. Pluralismo. Hace referencia a que los procesos de coproducción de conoci-


mientos deben “reconocer explícitamente las formas de conocer y hacer”
de los diversos colaboradores.
b. Guiado por metas. Este principio refiere que los procesos de coproduc-
ción de conocimientos deben “articular objetivos claramente definidos,
compartidos y significativos que guíen el proceso con relación al reto en
cuestión”.
c. Basado en el contexto. Con este principio se plantea que los procesos de
coproducción de conocimientos se deben “situar en el contexto, lugar o
tema concreto” donde o para el que se realiza el proceso.
d. Interactivo. Este principio propone que los procesos de coproducción de
conocimientos deben “permitir el aprendizaje continuo entre los actores,
el compromiso activo y las interacciones frecuentes”.

Para este análisis empleamos estos cuatro principios porque es-


tán enfocados en procesos de coproducción de conocimientos en pro-
blemas relacionados con la sostenibilidad. Además, estos principios
engloban otras propuestas de principios y buenas prácticas para la co-
producción de conocimientos (O’Connor et al., 2019; Beier et al., 2017).
Finalmente, consideramos el trabajo de Norström et al. (2020) como
un referente en la literatura de coproducción de conocimientos por la

196 Economía global y sistema alimentario


diversidad y calidad de los investigadores-practicantes involucrados, el
prestigio de la revista y su reciente publicación.
Para analizar la literatura seleccionada, primero identificamos as-
pectos relacionados con el desarrollo de alguno de los principios de
coproducción de conocimientos. Posteriormente, para cada principio,
analizamos beneficios que podrían fortalecer el manejo de bienes na-
turales en comunidades rurales del Sur global y las limitaciones para
su desarrollo.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Encontramos muy pocos estudios de caso mediante las cadenas de bús-


queda, lo cual limita los alcances de esta revisión. La razón principal es
que, de acuerdo con nuestras búsquedas, el concepto de coproducción
de conocimientos rara vez ha sido referido textualmente en la literatu-
ra de ciencia ciudadana en los apartados de título, resumen o palabras
clave (para las búsquedas de Web of Science y Scopus o en el aparta-
do de título para las búsquedas de Google Scholar), al período en que
realizamos las búsquedas. No obstante, cabe destacar que existen pro-
yectos de ciencia ciudadana que desarrollan procesos de coproducción
de conocimientos sin hacer referencia explícita a este término en los
apartados de título, resumen y palabras clave (Burke y Heynen, 2014;
Allen, 2018; Köhler, 2018). Asimismo, posiblemente en la literatura so-
bre coproducción de conocimientos no se hace referencia a propues-
tas consideradas como ciencia ciudadana en este trabajo (Djenontin y
Meadow, 2018; Pearce, 2018; Wyborn et al., 2019).
Las limitaciones de nuestras búsquedas pueden ligarse a la meto-
dología empleada que integró algunas prácticas de las revisiones siste-
máticas para desarrollar un revisión replicable, transparente y objetiva
(Haddaway et al., 2015). Quizá la revisión habría sido más amplia em-
pleando el método de bola de nieve y tomando como punto de partida
trabajos clave sobre coproducción de conocimientos en proyectos so-
bre bienes naturales (Armitage et al., 2011; Van der Hel, 2016; Djenontin
y Meadow, 2018; Chambers et al., 2021). Otra limitante en este trabajo
deriva de que, con excepción de Bannister et al. (2019), todos los docu-
mentos revisados corresponden a literatura científica con revisión por
pares. Estos documentos se enfocan en los aportes científicos de la in-
vestigación y a menudo expresan únicamente los intereses de los inves-
tigadores. Posiblemente haya literatura gris que presente de forma más
explícita la visión de las comunidades rurales del Sur global con respec-
to a su participación en procesos de coproducción de conocimientos

Ciencia ciudadana y coproducción de conocimientos ambientales... 197


como en Bannister et al. (2019). No obstante, apenas hemos encontrado
en Google Scholar literatura gris en inglés y español sobre el tema.
A continuación, presentamos y discutimos la información analiza-
da con respecto a cada principio de coproducción de conocimientos.

Principios para la coproducción de conocimientos

a) Principio 1. Pluralismo
El principio de “pluralismo” se refiere a procesos de coproducción de
conocimientos que “reconocen explícitamente las formas de conocer y
hacer” de los diversos colaboradores (Norström et al., 2020: 184). Ana-
lizamos los beneficios del pluralismo en experiencias de ciencia ciuda-
dana orientadas al fortalecimiento del manejo de bienes naturales en
comunidades rurales del Sur Global e identificamos algunas limitacio-
nes para su desarrollo.
El pluralismo distingue la propuesta de coproducción de conoci-
mientos de otros enfoques de investigación colaborativos, por ejemplo,
la ciencia ciudadana en la mayoría de sus formas. El reconocimiento
de la validez y relevancia de los diferentes sistemas de conocimientos y
prácticas no suele ser explícito en los proyectos de ciencia ciudadana,
ya que suelen ser de tipo contributivo. Además, dichos proyectos suelen
estar en sintonía con el principio de ciencia ciudadana propuesto por
la Asociación Europea de Ciencia Ciudadana (European Citizen Science
Association [ECSA]), que estipula que “los proyectos de ciencia ciuda-
dana deben generar un nuevo conocimiento científico” (Robinson et
al., 2018: 29). Es decir, la ciencia ciudadana generalmente reconoce las
capacidades y los conocimientos de la ciudadanía para participar en
una investigación científica, pero en los términos de los intereses de la
comunidad científica. Así, los conocimientos con los que la ciudadanía
contribuye o interpreta son “traducidos” para ser asimilados dentro de
los sistemas de conocimiento científico.
En nuestra revisión identificamos referencias a los actores parti-
cipantes, sus roles y las formas de conocimientos que contribuyeron
en los procesos (Cuadro 1). Por ejemplo, en el caso de "comunidades
campesinas o indígenas" identificamos referencias que reflejaban el
desempeño de diferentes roles como "vinculación de actores", "diseño
de investigación", "monitoreo", "recolección de datos", "toma de decisio-
nes y desarrollo de medidas", "capacitación" o "contratación". Además
identificamos referencias de "comunidades campesinas o indígenas"
que colaboraron desde diferentes formas de conocimientos como "ba-
sados en el lugar", "indígenas", "locales" o "tradicionales".

198 Economía global y sistema alimentario


Cuadro 1. Tipos de actores, roles y tipos de conocimientos identificados en la revisión
de literatura sobre coproducción de conocimientos en proyectos de ciencia ciudadana

Comunidades campesinas o

Usuarios locales de bienes


Jóvenes de comunidades

Agencias de gobierno
ONG externas
ONG locales
Academia
indígenas

naturales
locales
Vinculación de actores X X X X X

Diseño de investigación X X X
Monitoreo X X

Recolección de datos X X X
Roles

Análisis X
Validación de X X X
información
Toma de decisiones y de- X X X
sarrollo de medidas
Capacitación X X X
Contratación X X
Conocimientos basados X X
en el lugar
Conocimientos científi- X X X X
Conocimientos

cos y técnicos
Conocimientos X
indígenas
Conocimientos locales X X X

Conocimientos X X
tradicionales

Entre los beneficios relacionados con el pluralismo identificamos:


(1) la transmisión de conocimientos intergeneracionales cuando algu-
nos miembros jóvenes de comunidades locales se involucraron en la
recolección y el análisis de información a raíz de su contratación o ca-
pacitación por parte de expertos comunitarios (usualmente personas

Ciencia ciudadana y coproducción de conocimientos ambientales... 199


mayores con amplios conocimientos tradicionales) y académicos (Car-
ter et al., 2019); (2) una mayor comprensión de los sistemas socioam-
bientales cuando los usuarios locales de los recursos (e.g., pescadores)
colaboraron con académicos y agencias gubernamentales para validar
y complementar sus conocimientos (Trimble y Lázaro, 2014; Alexan-
der et al., 2019; Charles et al., 2020; Tengö et al., 2021); (3) el desarrollo
de visiones compartidas y decisiones consensuadas cuando la colabo-
ración generó la percepción de legitimidad y confianza con respecto
a los resultados, mismos que se emplearon en la toma de decisiones
(Trimble y Lázaro, 2014; Stoney Consultation Team, 2015; Alexander
et al., 2019); y (4) el empoderamiento de grupos vulnerables que ex-
perimentan injusticias ambientales (Velásquez, 2012; Paneque-Gálvez,
2019; Sánchez-Vázquez, 2020).
Las limitaciones para el pluralismo que encontramos se relacionan
con varios aspectos de los sistemas de conocimiento científico: (1) su
rigidez para interactuar con otros sistemas de conocimientos subal-
ternos como los indígenas, tradicionales y locales (Stoney Consulta-
tion Team, 2015; Tengö et al., 2021); (2) su visión utilitaria, por la cual
ha recurrido a formas de conocimientos subalternos para recolectar e
integrar conocimientos “útiles” para afrontar problemáticas ambien-
tales emergentes (Rathwell et al. 2015; Joa et al. 2018; Bannister et al.,
2019); y (3) que puede derivar en “extractivismo académico” cuando
los conocimientos subalternos se convierten en fuentes de datos que
sirven para la apropiación y el beneficio académico de quien los ex-
trae, sin que los poseedores de dichos conocimientos se beneficien de
la investigación. Esto último es algo que puede generar malestar entre
las comunidades no solo por la falta de reciprocidad, sino también
porque sus conocimientos pueden ser malinterpretados, usados inco-
rrectamente o despolitizados (Bannister et al., 2019; Tengö et al., 2021).
Otro tipo de limitaciones encontradas son epistemológicas y están
ligadas a diferencias en el desarrollo de los sistemas de conocimientos.
Por ejemplo, en algunos documentos revisados se describen los siste-
mas de conocimientos científico como rígidos, reduccionistas, indi-
vidualistas y que buscan generar conocimientos en el menor tiempo
posible. En contraste, los conocimientos indígenas y tradicionales son
considerados cuerpos de conocimiento en expansión durante un plazo
de tiempo más prolongado y basados en prácticas culturales y sistemas
de creencias ligados a relaciones humanas y no-humanas (Stoney Con-
sultation Team, 2015; Alessa et al., 2016; Alexander et al., 2019; Bannis-
ter et al., 2019).

200 Economía global y sistema alimentario


b) Principio 2. Guiado por metas
El principio de “guiado por metas” considera que los procesos de co-
producción deben estar guiados por metas compartidas y significati-
vas (Norström et al., 2020). Dentro de los diez principios de ciencia
ciudadana de la ECSA se estipula que la ciudadanía, si lo desea, puede
participar en las diferentes etapas de los proyectos de ciencia ciudada-
na, incluyendo el establecimiento de preguntas de investigación y eso
supondría que también puede hacerlo en el establecimiento de metas
y objetivos (Robinson et al., 2018). No obstante, en gran parte de estos
proyectos, los investigadores establecen objetivos únicamente acadé-
micos, sin considerar cuáles pueden ser las motivaciones de la ciuda-
danía que participará posteriormente en la investigación (Bonney et al.,
2009; Lave, 2015).
Identificamos indicios de que el establecimiento de metas compar-
tidas es esencial para guiar los proyectos de ciencia ciudadana hacia la
coproducción de conocimientos y el aprendizaje de habilidades para
afrontar los nuevos retos en el manejo de bienes naturales de las co-
munidades rurales del Sur global. Las referencias al establecimiento
de metas compartidas en los estudios de caso fueron escasas, ya que
los manuscritos generalmente expresaban los objetivos de los auto-
res y eran ambiguos al describir las metas compartidas. No obstante,
en aquellos casos en que identificamos metas compartidas observa-
mos que éstas estaban relacionadas con problemáticas ambientales
emergentes y mediante su desarrollo se generaron conocimientos y
capacidades para afrontarlas o visibilizarlas. Por ejemplo, existen co-
munidades dependientes de bienes pesqueros que padecen la reduc-
ción poblacional de algunas especies aprovechables, o que enfrentan
conflictos con otros usuarios y recurrieron a investigaciones colabora-
tivas para ampliar su comprensión del problema y buscar alternativas
(Trimble y Lázaro, 2014; Hopkins et al., 2019; Charles et al., 2020).
Como limitante encontramos que la colonialidad del saber acadé-
mico se expresa en enfoques de trabajo de arriba hacia abajo, bajo la
premisa de la superioridad del conocimiento científico occidental, en
comparación con los saberes populares (de Sousa Santos y Meneses,
2014), lo que podría dificultar el establecimiento de metas comunes.
Este es el caso de las “investigaciones helicóptero”, en las que los inves-
tigadores se instalan en comunidades por breves periodos de tiempo,
parten de objetivos académicos preestablecidos que no consideran los
intereses ni las necesidades locales y se retiran sin retribuir los resul-
tados de su estancia a sus colaboradores comunitarios (Saxinger, 2018;
Carter et al., 2019).

Ciencia ciudadana y coproducción de conocimientos ambientales... 201


Existen algunas propuestas de ciencia ciudadana más afines al
principio de establecer metas compartidas, como la “ciencia ciudadana
extrema”, que plantea la participación de la ciudadanía desde la defi-
nición del problema (incluyendo el establecimiento de metas y obje-
tivos) hasta el uso de la información (English et al., 2018). También se
aprecia la búsqueda de metas compartidas en otras formas de ciencia
ciudadana de índole activista o en las cuales hay personas involucradas
en movimientos sociales que desarrollan investigaciones colaborativas
teniendo como meta generar información para denunciar o respaldar
sus demandas en torno a injusticias ambientales (Ottinger, 2010; Lave,
2012; Paneque-Gálvez, 2019).

c) Principio 3. Basado en el contexto


Este principio hace referencia a situar el proceso de coproducción de
conocimientos en el contexto, lugar o problemática específica existen-
te donde se realiza el proyecto de ciencia ciudadana (Norström et al.,
2020: 184). Los contextos de los estudios de caso revisados no fueron
muy diversos ya que la mayoría se desarrollaron en comunidades ori-
ginarias, en especial comunidades de Naciones originarias de Canadá
y principalmente en zonas costeras o árticas con una gran riqueza bio-
cultural (Cuadro 2).
Identificamos que en el contexto de todos los estudios de caso exis-
ten problemáticas ambientales que ponen en riesgo los medios de vida
de los actores locales (Cuadro 2). Ello se relaciona con el apartado ante-
rior de análisis de metas compartidas y significativas, donde identifica-
mos estudios de caso con metas orientadas a generar conocimientos y
habilidades para afrontar las problemáticas ambientales de su contexto
(Trimble y Lázaro, 2014; Flores-Díaz et al., 2018; Charles et al., 2020).
Así, analizar el contexto para incluir las problemáticas locales puede
contribuir al establecimiento de metas compartidas que guíen el pro-
ceso de coproducción de conocimientos hacia la resolución de dichas
problemáticas.

202 Economía global y sistema alimentario


Cuadro 2. Contexto de los estudios de caso analizados en la revisión de literatura sobre
coproducción de conocimientos en proyectos de ciencia ciudadana

Contexto Problemática Cita

Comunidad Maasai Mara de Sistema tradicional de pasto-


pastores de la sabana africana reo en riesgo por cambios de Jandreau y Berkes, 2016
en Kenia (1 caso) uso de suelo
Comunidades de naciones Cambios ambientales en Alessa et al., 2016; Saxin-
originarias en zonas árticas, territorios habitados por ger, 2018; Bannister et al.,
costeras o ribereñas en Cana- naciones originarias que 2019; Carter et al., 2019;
dá (10 casos) afectan los medios de vida de Charles et al., 2020
las comunidades indígenas
Comunidades de pescadores y Conflicto con otros usuarios
residentes de zonas costeras de zonas costeras y otras Trimble y Lázaro, 2014;
en Uruguay y Canadá (2 casos) especies animales Hopkins et al., 2019

Comunidades campesinas y Incertidumbre en el acceso


comunidades marginadas en al agua por incremento en la Flores-Díaz et al., 2018;
México (2 casos) demanda de bienes hídricos y Paneque-Gálvez, 2019
riesgos por contaminación

Comunidad de una Nación Prevención de potenciales


originaria en un área natural conflictos entre poblaciones Stoney Consultation Team,
protegida en Canadá (1 caso) humanas y osos grizzly que 2015
cohabitan el mismo territorio
Comunidades campesinas que Conflictos ambientales con
experimentan la llegada de empresas mineras por riesgos Velásquez, 2012; Sán-
proyectos mineros a sus terri- de contaminación y sobreex- chez-Vázquez, 2020
torios en Ecuador (2 casos) plotación de bienes hídricos

Situar los proyectos de ciencia ciudadana en el contexto específico


en que se desarrollan (referido de manera amplia al contexto, al lugar
y a la problemática) resulta un gran desafío, sobre todo a niveles re-
gional, nacional o mundial. En efecto, fuera de la escala local podría
considerarse que los proyectos de ciencia ciudadana abarcan una gran
diversidad de contextos por su amplia escala espacial y diversidad de
participantes (Bonney et al., 2009; Comisión Nacional para el Cono-
cimiento y Uso de la Biodiversidad, 2013). En los textos analizados

Ciencia ciudadana y coproducción de conocimientos ambientales... 203


hemos identificado menciones sobre la relevancia de desarrollar pro-
yectos diseñados de forma congruente con las condiciones geográficas
y socioeconómicas del lugar para aumentar sus posibilidades de éxito
(Stevens et al., 2014). Además, se plantea la crítica de importar marcos
conceptuales del Norte global y simplemente aplicarlos en el Sur glo-
bal, ya que existen marcos más pertinentes en estos contextos como el
diálogo de saberes y las epistemologías del Sur (Paneque-Gálvez, 2019;
Sánchez-Vázquez, 2020).
Un ejemplo de la adaptación al contexto local fue la inclusión del
conocimiento tradicional en la planeación del monitoreo del hábitat de
osos grizzly en Canadá, con la finalidad de respetar áreas que las comu-
nidades indígenas consideran sagradas en el desarrollo y apareamiento
del oso (Stoney Consultation Team, 2015). Las comunidades Nakoda
en la región Kananaskis consideran que los osos con los que cohabitan
sus territorios tienen una memoria “cultural” y tienen espacios sagra-
dos que ocupan para su reproducción y crianza. De este modo, con la
inclusión del conocimiento tradicional, se reduce el riesgo de ataques
de osos durante su monitoreo (Stoney Consultation Team, 2015).
Otros trabajos analizados muestran adaptaciones socioculturales,
incluyendo modificaciones en el diseño de un proyecto de monitoreo
para incluir principios y prácticas tradicionales Métis, como rituales
para pedir permiso antes de realizar los monitoreos (Hopkins et al.,
2019). En otro proyecto analizado se incluyeron “bioindicadores an-
cestrales” (i.e. indicadores basados en los conocimientos tradicionales
sobre la calidad del agua a partir de observaciones de flora y fauna)
como una alternativa a las dificultades para dar seguimiento al moni-
toreo empleando otros bioindicadores convencionales (Sánchez-Váz-
quez, 2020).
Existe un tipo de ciencia ciudadana denominada “ciencia ciuda-
dana basada en el lugar”, cuya filosofía hace mayor énfasis en situar el
proceso en los lugares en que se desenvuelven los participantes. En ella
se destaca la relevancia del “lugar” porque es a partir de la experiencia
en el lugar, en términos de conocimientos situados o de afectividad,
como la ciudadanía realiza sus contribuciones al proyecto (Haywood,
2014). Esta propuesta geográfica de ciencia ciudadana considera que la
incorporación del concepto de lugar como eje puede tener beneficios
educativos y de conservación ambiental al detonar una mayor concien-
tización y sensibilización ambiental entre los participantes (Haywood
et al., 2016; Newman et al., 2017).

204 Economía global y sistema alimentario


d) Principio 4: Interactivo
Este principio propone que los procesos de coproducción de conoci-
mientos deben fomentar “un aprendizaje continuo, un compromiso
activo, y una interacción frecuente entre colaboradores” (Norström et
al., 2020: 184).
Identificamos pocas referencias sobre la relevancia de la interac-
ción o sobre prácticas para favorecerla. Generalmente las prácticas que
fomentan la interacción son talleres y reuniones en los que se generan
espacios para organizarse o capacitarse, o en los que también se busca
un diálogo orientado al co-aprendizaje e intercambio de conocimien-
tos (Saxinger, 2018; Trimble y Lázaro, 2014; Charles et al., 2020). Otra
alternativa identificada es la colaboración mediante “intermediarios”
que pueden vincular y dirigir localmente el proyecto cuando no se pue-
de trabajar de forma cercana y constante con las comunidades (Stevens
et al., 2014). También es relevante el rol de las redes sociales, como Twi-
tter o Facebook, para diseminar resultados o recibir retroalimentación
de forma masiva con la comunidad local (Hopkins et al., 2019). Ade-
más, como menciona Paneque-Gálvez (2019), los procesos de “ciencia
ciudadana desde abajo” tienen un fuerte carácter político y las interac-
ciones pueden tener su base en la afinidad y militancia política, siendo
el punto de partida para el establecimiento de alianzas y compromisos
en investigaciones colaborativas para la reivindicación de grupos vul-
nerables que experimentan injusticias ambientales (Velásquez, 2012;
Sánchez-Vázquez, 2020).
También resulta relevante el énfasis de algunos textos sobre la
importancia de la construcción y el fortalecimiento de relaciones
sociales para los procesos de investigación colaborativos (Saxinger,
2018; Bannister et al., 2019). Dichos autores consideran que realizar
múltiples visitas cortas a las comunidades antes, durante y después
del desarrollo del proyecto, así como realizar procesos de investiga-
ción respetuosos y recíprocos por parte de los investigadores, pueden
tener múltiples beneficios. Por ejemplo, el establecimiento de lazos
de confianza (clave en el desarrollo colaborativo del proceso y el in-
tercambio de conocimientos), fomentar el interés comunitario en el
proyecto y ayudar al investigador a contextualizarse y adaptarse a
la comunidad (Ford y Pearce, 2012; Saxinger, 2018; Bannister et al.,
2019; Carter et al., 2019).
Algunas de las limitaciones para la construcción y el fortaleci-
miento de relaciones sociales duraderas incluyen la falta de tiempo
y de recursos por parte de los investigadores para realizar visitas fre-
cuentes y prolongar la duración de la investigación (Bannister et al.,

Ciencia ciudadana y coproducción de conocimientos ambientales... 205


2019); también la falta de habilidades, capacidades y una mentalidad
abierta para lograr un diálogo de saberes, así como la habilidad para
desarrollar mecanismos para la coproducción de protocolos de investi-
gación inclusivos y respetuosos con las visiones locales o tradicionales
(Bannister et al., 2019). Otra limitación es la existencia de relaciones
de poder academia-comunidad cuya asimetría implica que a menudo
los investigadores controlen todo el proceso de coproducción de cono-
cimientos siguiendo mecanismos de arriba hacia abajo bajo una lógica
extractivista (Ford y Pearce, 2012; Turnhout et al., 2020).
Cabe destacar que la construcción y el fortalecimiento de relacio-
nes sociales también puede ser benéfico para el desarrollo de los otros
tres principios (e.g., brindar la oportunidad a investigadores de tener
una mayor contacto con el contexto de las comunidades y adquirir una
mayor comprensión de sus problemáticas ambientales) (Ford y Pearce,
2012; Carter et al., 2019), o fomentar relaciones de confianza que favo-
rezcan la pluralidad y el debate en cuanto al establecimiento de metas
y objetivos de interés mutuo (Saxinger, 2018; Carter et al., 2019).

Coproducción de conocimientos y ciencia ciudadana en contextos de


integración global

Los procesos de integración global forman parte del contexto de al-


gunos casos de ciencia ciudadana revisados, e incluso resultan ser el
detonante. La mitad de los casos revisados carecen de referencias rela-
cionadas directamente con procesos de integración global y, en general,
se refieren al monitoreo de procesos ambientales como los efectos del
cambio climático (Ford y Pearce, 2012; Trimble y Lázaro, 2014; Alexan-
der et al., 2019; Bannister et al., 2019; Carter et al., 2019;). No obstan-
te, en la otra mitad de casos sí identificamos menciones a procesos de
integración global, aunque con diferente relevancia. En un solo caso
se mencionan como parte de la descripción del área de estudio para
recalcar la riqueza de recursos naturales y su interés geopolítico (Alessa
et al., 2016).
En otros casos, los procesos de integración global tuvieron más rele-
vancia y formaron parte de los factores relacionados con una problemá-
tica ambiental. Un ejemplo concreto es el uso de agua para actividades
productivas (e.g., la producción de aguacate) como uno de los factores
que incrementan la presión sobre los recursos hídricos o el aprovecha-
miento de bienes de consumo pesqueros (e.g., la langosta) como parte
de los factores que aumentan la dependencia y presión sobre los recur-
sos pesqueros (Flores-Díaz et al., 2018; Charles et al., 2020).

206 Economía global y sistema alimentario


Por último, en cuatro casos los procesos de integración global fue-
ron elementos clave del contexto local y la raíz de cambios ambienta-
les que detonaron los procesos de ciencia participativa. Por ejemplo,
los cambios en las actividades productivas por la llegada de empresas
mineras a territorios indígenas o los conflictos ambientales por con-
taminación y agotamiento de bienes hídricos (Velásquez, 2012; Saxin-
ger, 2018; Sánchez-Vázquez, 2020), así como la pérdida de actividades
pastoriles tradicionales y de biodiversidad debido a cambios de usos de
suelo para dar lugar a cultivos de gran escala y asentamientos huma-
nos (Jandreau y Berkes, 2016). En estos ejemplos resulta relevante que
los estudios asociados a procesos de integración global eran parte de
las metas y que los procesos de coproducción de conocimientos fueron
espacios en que los actores locales expusieron su visión sobre los cam-
bios en sus territorios. Por su parte, dos de las investigaciones revisadas
estuvieron orientadas a analizar y denunciar los impactos ambientales
de las actividades mineras. Estos casos pueden considerarse como in-
dicios de que la coproducción de conocimientos mediante procesos de
ciencia ciudadana puede ser una alternativa para estudiar problemá-
ticas ambientales específicas del contexto de las comunidades rurales
del Sur global detonadas por su integración a dinámicas globales.
Los estudios de caso seleccionados por su relación con procesos de
integración global desarrollaron principios de coproducción de cono-
cimientos en mayor o menor medida. En primera instancia, se cum-
plió el principio de “pluralismo”, donde los procesos de coproducción
de conocimientos fueron respetuosos y horizontales con los diferentes
conocimientos, o por lo menos, los conocimientos locales o tradiciona-
les fueron claves en la etapa de monitoreo. Todos los casos estuvieron
“basados en el contexto” de las comunidades, donde además de las ca-
racterísticas socioambientales locales, se tomaron en cuenta las proble-
máticas específicas del lugar y las comunidades con las que se trabajó,
las cuales estuvieron influidas en diferente medida por los procesos de
integración global. Asimismo, estuvieron “guiados por metas” ligadas a
problemáticas específicas del contexto. Estos procesos se desarrollaron
en el marco de “interacciones” frecuentes donde los diferentes actores
adquirieron conocimientos; incluso en el estudio de Saxinger (2018),
quien estudió una problemática derivada de la integración global, se
recalca la importancia de las relaciones a largo plazo durante los pro-
cesos de ciencia participativa.

Ciencia ciudadana y coproducción de conocimientos ambientales... 207


CONCLUSIONES

Los procesos de coproducción de conocimientos en proyectos de ciencia


ciudadana llevados a cabo en comunidades rurales del Sur global tienen
el potencial de contribuir a la búsqueda de soluciones frente a los nue-
vos desafíos que tienen dichas comunidades para realizar un manejo
sostenible de sus bienes naturales. Si bien aún existen pocos estudios
de caso que analicen o pongan de manifiesto dicho potencial, nuestro
análisis de casos a la luz de los cuatro principios de coproducción de
conocimientos propuestos, ilustra una serie de beneficios y limitaciones
posibles tanto para la academia como para las comunidades.
Finalmente, aunque identificamos pocos estudios de caso que
cumplieran los criterios de inclusión, nuestro análisis contribuye a
identificar indicios del potencial de los procesos de coproducción de
conocimientos en proyectos de ciencia ciudadana para contribuir al
estudio de los nuevos desafíos en el manejo de bienes naturales que
enfrentan las comunidades rurales del Sur global como resultado de
su integración a las dinámicas globales. Destaca para ello el principio
de coproducción basado en el contexto, el cual es clave para identificar
los cambios derivados de los procesos de integración global y para com-
prender, denunciar y buscar alternativas a los desafíos emergentes en
el manejo de bienes naturales.

AGRADECIMIENTOS

Agradecemos a los revisores anónimos que nos brindaron comentarios


y sugerencias muy valiosas y que mejoraron sustancialmente el docu-
mento. Jorge Sánchez Valdez agradece al Consejo Nacional de Cien-
cia y Tecnología de México por la beca brindada (CVU: 537789) con la
cual se desarrolló este trabajo, así como al programa de Doctorado en
Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Jaime Paneque-Gálvez agradece a la DGAPA-UNAM el apoyo recibido
a través de sus proyectos PAPIIT IA301919 y PAPIIT IN304221. Isabel
Ruiz-Mallén agradece el apoyo de la Agencia Española de Investigación
mediante el programa “Ramón y Cajal” (RYC-2015-17676).

208 Economía global y sistema alimentario


Información suplementaria

La información suplementaria que incluye las cadenas de búsqueda em-


pleadas y la lista de documentos revisados está disponible en:
https://mega.nz/file/ncIClLjD#Ow0fFBTxPfSpoWhU26i283vQd-
COmytCOXxHGJA0g1MY

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218 Economía global y sistema alimentario


III
Integración global
y desigualdad local
Lo que no dicen los indicadores de
accesibilidad utilizados en México

Claudia Escalera-Matamoros1

Resumen

La accesibilidad es la expresión de la forma en la que las personas in-


teractúan con las oportunidades distribuidas en el espacio y con los
medios de traslado que utilizan para llegar a lugares de interés. No hay
consenso sobre su definición, pero existen propuestas teóricas que enfa-
tizan los lugares y sus características, mientras que otras se centran en
las personas y su capacidad para alcanzar los lugares a los que quieren
llegar. Organismos internacionales han optado por definiciones que po-
nen énfasis en los lugares y en la importancia de la accesibilidad para
reducir tiempos y costos de traslado y, a través de esto, impulsar el creci-
miento económico, reducir la pobreza y la exclusión. Esta visión ha per-
meado las políticas públicas y los indicadores de accesibilidad que se
utilizan en México, a través del apoyo que estos organismos han otorgado
para la definición de problemas y el diseño de políticas públicas. Los in-
dicadores utilizados en México no abarcan la amplitud del concepto de
accesibilidad, pues se concentran en los lugares y su equipamiento, sin
considerar a las personas o su capacidad de aprovechar esas condiciones
y de llegar a los destinos en los que realizarían sus actividades. Es posible
complementar estos indicadores con el análisis de información autorre-
portada, el cual permite conocer la percepción de las personas sobre su
capacidad para superar las barreras que limitan sus traslados y llegar a
sitios deseados.

Palabras clave: políticas públicas; problemas públicos; organismos internacionales

1 Escuela Nacional de Estudios Superiores Unidad Morelia. Universidad Nacional Autó-


noma de México. UNAM-Morelia. Correo-e: cescalera@enesmorelia.unam.mx

221
INTRODUCCIÓN

No existe un consenso acerca de la definición de accesibilidad (Fol y


Gallez, 2014). Algunas definiciones enfatizan los lugares y sus caracte-
rísticas para asociar la accesibilidad con el grado en que los sistemas de
uso de la tierra (i.e. distribución espacial de las oportunidades) y el sis-
tema de transporte permiten a los individuos o grupos realizar activi-
dades o alcanzar destinos (Geurs y van Wee, 2004). Otras definiciones
se centran en las personas y su capacidad de vivir una vida satisfactoria
utilizando el sistema de transporte (Lättman et al., 2016b).
Los organismos internacionales se han orientado a definir accesibi-
lidad enfatizando los lugares y la importancia de la accesibilidad. Para
reducir disparidades espaciales se han concentrado en la reducción de
tiempos y costos de traslado con el fin de permitir que las personas de zo-
nas rezagadas aprovechen oportunidades laborales y de acceso a bienes y
servicios en zonas avanzadas (Banco Mundial, 2009). Es posible identifi-
car estos discursos en la política pública mexicana de accesibilidad, desde
el marco general que provee el Plan Nacional de Desarrollo hasta progra-
mas públicos específicos y, en particular, en indicadores que permiten
dar seguimiento a la evolución del problema público que se quiere resol-
ver. Los indicadores de accesibilidad utilizados en México se enfocan en
las características de los lugares como la cercanía con otras localidades,
la disponibilidad del transporte público y, sobre todo, la infraestructura.
Este texto tiene como objetivo plantear la necesidad de comple-
mentar los indicadores de accesibilidad que actualmente se utilizan en
México con información que responda a otras definiciones de accesibi-
lidad. Dichas definiciones están enfocadas “en la capacidad de una per-
sona para hacer uso del sistema de transporte y aprovechar la oferta de
oportunidades distribuidas en el espacio para llegar a los diversos des-
tinos que le permiten realizar actividades necesarias o deseadas en la
búsqueda de una vida satisfactoria” (Escalera-Matamoros, 2022, p. 38).

Problemas públicos, políticas públicas nacionales y sus vínculos con


organismos internacionales

Las políticas públicas se entienden como “un conjunto de acciones inten-


cionales y causales. Son acciones intencionales por cuanto se orientan a
realizar objetivos considerados de valor para la sociedad o a resolver pro-
blemas cuya solución se considera de interés o beneficio público, y son
acciones causales por cuanto son consideradas idóneas y eficaces para
realizar el objetivo o resolver el problema” (Aguilar, 2015, p. 180).

222 Integración global


Las políticas públicas surgieron como disciplina académica en la
década de 1950 en Estados Unidos con el objetivo de “estudiar y racio-
nalizar el proceso de diseño-decisión de las políticas para fines públi-
cos” (Aguilar, 2015, p.146). En la década de 1980 se consolidaron como
una forma concreta de ejercer el gobierno que busca mejorar la toma
de decisiones sobre problemas a los que se necesita orientar recursos
escasos frente a la variedad y magnitud de problemáticas existentes y
obtener resultados esperados dentro de límites posibles (Merino, 2013).
En esta década, la política pública apareció en México, en medio de una
crisis económica y política (Aguilar, 2015).
Los problemas públicos son un elemento fundamental para las
políticas públicas, pues su definición impactará el desarrollo de una
política, desde su diseño hasta los indicadores para su seguimiento y
evaluación. Sin embargo, definir un problema público no es sencillo,
es necesario generar la información y evidencias para su diagnóstico.
El momento en el que surgieron las políticas públicas en México com-
plicó aún más la definición de problemas públicos, pues las transfor-
maciones estructurales de la economía y de la sociedad derivados de la
crisis de 1980 afectaron la capacidad de respuesta del gobierno y pro-
piciaron la vinculación de “sus decisiones y acciones con los actores de
la sociedad económica, civil e internacional para tener acceso a recur-
sos (informativos, cognitivos, tecnológicos, financieros, organizativos)”
(Aguilar, 2015, p. 210).
Al mismo tiempo, la globalización ha implicado una mayor inter-
conexión entre países y procesos, de manera que las tendencias mun-
diales influyen en el diseño de políticas públicas nacionales (Méndez,
2020) y Organismos Internacionales (OI) como el Banco Mundial
(BM), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico
(OCDE) o la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Estas orga-
nizaciones jugaron un papel relevante en la producción de ideología
y en la identificación de posibles rutas de acción para la solución de
problemas públicos en países miembros; “así como en la comunica-
ción y el intercambio de experiencias de aprendizaje y de ajuste mutuo”
(Merino, 2013, p. 19).
La adhesión de México a un OI –como la OCDE en 1994– le per-
mitió certificar sus políticas públicas y diseñar otras nuevas y mejores.
Esto gracias a la información, evidencia y prácticas que aportaría la
organización, pues “la mayoría de los instrumentos con los que cuen-
ta la OCDE consisten en recomendaciones no vinculantes que buscan
homogeneizar comportamientos, pero que pueden servir como catali-
zador de mejores prácticas” (Elizondo, 2006, p. 37).

Lo que no dicen los indicadores de accesibilidad... 223


La accesibilidad: definiciones y mediciones

La accesibilidad es un concepto que permite trazar un vínculo entre las


evidencias y causalidades desarrolladas por OI y el diagnóstico, defini-
ciones y mediciones que se han utilizado en México.
Al revisar distintas definiciones de accesibilidad es posible encon-
trar, por un lado, aquellas cercanas a la definición pionera de accesibi-
lidad de W.G. Hansen (1959), quien propone que la accesibilidad es el
potencial de oportunidades para la interacción y enfatiza en la intensi-
dad de las posibilidades de interacción, más que su facilidad (Hansen,
1959). Definiciones de este tipo enfatizan los lugares y las posibilidades
de interacción de la infraestructura, la oferta de bienes y servicios con la
que cuentan, además de las opciones de traslado que ofrecen. En ocasio-
nes, esto ha llevado a que la accesibilidad sea confundida o aproximada
únicamente hacia alguno de estos componentes. Por otro lado, existen
definiciones de accesibilidad en las que el énfasis está en las personas y
su capacidad efectiva de llegar a sitios deseados, más que en el atractivo
y las posibilidades potenciales de llegar a los lugares sin dejar de reco-
nocer que se trata de aspectos complementarios (Salerno, 2012).
Las definiciones que utilizan los OI hacen énfasis en los lugares.
Por ejemplo, la Unión Europea plantea que la accesibilidad refleja “la
ubicación de un área con respecto a las oportunidades, actividades o
activos existentes en otras áreas y en el área misma, donde área puede
ser una región, una ciudad o un corredor” (Spiekermann y Wegener,
2006, p. 17). También, señala que parte de la relevancia de la accesibili-
dad está en su influencia sobre la reducción de disparidades regionales
y la cohesión territorial. Desde esta perspectiva, su mejora permite a los
individuos acceder a un conjunto más amplio de oportunidades para
satisfacer sus necesidades y preferencias (López et al., 2008). Así, la me-
jora en la accesibilidad se traduciría en la reducción de tiempos y costos
de traslado, pues las políticas públicas contribuyen a la corrección de
las disparidades mediante la provisión de bienes y servicios que permi-
ten la reducción de la distancia entre áreas líderes y rezagadas (Banco
Mundial, 2009). La integración de áreas se logrará a través de la movili-
dad laboral y la conectividad con mercados, que permite a las personas
de zonas rezagadas aprovechar las oportunidades de trabajo y servicios
de áreas líderes (Banco Mundial, 2009). El Cuadro 1 presenta algunos
ejemplos de cómo esta perspectiva de la accesibilidad se ha traducido
en recomendaciones de OI.

224 Integración global


Cuadro 1. Discursos de OI en torno a la accesibilidad

Organismo Discurso sobre o alrededor de la accesibilidad


Internacional

Enfocar “las políticas regionales más en la competitividad basada en el


lugar que en el apoyo tradºicional a los sectores o la redistribución del
OCDE ingreso” (Pezzini, 2006, p. 140).
Recomendación para México: implementar políticas y programas para la ac-
cesibilidad y conectividad que mejoren la movilidad en áreas metropolitanas,
vinculen las áreas rurales con los mercados, aumenten la productividad de
actividades rurales y aprovechen el potencial de la región (OCDE, 2018).
“La infraestructura es un pilar fundamental de la sociedad, pues su adecua-
da dotación y administración posibilitan el desarrollo económico, generan
BID crecimiento, aumenta la competitividad y la productividad, y con ello
la inserción de las economías en el mundo: además, ayuda a la cohesión
territorial y permite mejorar la calidad de vida y la inclusión social” (BID,
2014, p. 22).
El acceso rural, gracias a la disponibilidad de carreteras disponibles todo el
año, es clave para liberar el potencial económico desaprovechado y erra-
dicar la pobreza: en el corto plazo reduce costos de transporte y tiempos
de viaje y en el largo plazo las empresas serán más rentables y crearán más
BM fuentes de trabajo (Banco Mundial, 2016).
Índice de Acceso Rural, IAR (Rural Access Index) propuesto en 2006. “Es
uno de los indicadores más importantes en el sector de transporte y mide
el porcentaje de personas que tienen acceso a una carretera disponible
en todas las estaciones del año a una distancia caminando de aproximada-
mente 2 kilómetros” (Banco Mundial, 2016, p. 1).
Objetivo 9. “Construir infraestructura resiliente, promover la industrialización
inclusiva y sostenible y fomentar la innovación” (Naciones Unidas, 2021).
ONU- Meta 9.1. “Desarrollar una infraestructura de calidad, confiable, sostenible
Objetivo de y resiliente, incluida la infraestructura regional y transfronteriza, para apo-
Desarrollo yar el desarrollo económico y el bienestar humano, con especial atención
Sostenible al acceso asequible y equitativo para todos” (Naciones Unidas, 2021).
(ODS) Indicador: “Proporción de la población rural que vive a menos de 2 kilóme-
tros de una carretera” (Índice de Acceso Rural del Banco Mundial, ver fila
anterior) (Naciones Unidas, 2021).

Lo que no dicen los indicadores de accesibilidad... 225


Los planteamientos presentados en el Cuadro 1 están cercanos a
las definiciones de accesibilidad que enfatizan los lugares, su infraes-
tructura y su oferta de bienes y servicios, es decir, sus posibilidades de
interacción. Resaltan la relevancia de la reducción de costos que de-
riva de la provisión y mejora de infraestructura. Proponen que dicha
reducción de costos impulsa el crecimiento económico al aumentar
la productividad y la competitividad. Como consecuencia, desde esta
perspectiva, se reduce la pobreza y la exclusión.
La controversia en las definiciones de accesibilidad surge en los in-
dicadores de medición, pues algunos se enfocan en los lugares y otros
utilizan la cantidad de tiempo o dinero que requiere el desplazamiento
(Geurs y van Wee, 2004). Los primeros, como los indicadores de lo-
calización, analizan las oportunidades alcanzables y sus característi-
cas dentro de cierta distancia (Pyrialakou et al., 2016). Su medición se
construye a partir de la distancia entre lugares, el número de oportuni-
dades que puede encontrarse en un lugar o al recorrer cierta distancia
(Geurs y van Wee, 2004). Los segundos, son los más utilizados por ser
los más sencillos de medir y comunicar (Albacete et al., 2017).
Existen también mediciones de accesibilidad que se construyen a
partir de información subjetiva autorreportada por las personas (Del-
bosc y Currie, 2011b). Estas valoraciones buscan medir, a través de dis-
tintos métodos estadísticos, lo planteado en las definiciones amplias
de accesibilidad; es decir, incorporar la posibilidad de que las personas
tengan una vida satisfactoria (Lättman et al., 2016a; Oviedo et al., 2016;
Stanley et al., 2011). La infraestructura, el transporte y las oportunida-
des en el espacio están presentes en estas mediciones como medios que
permiten a las personas llegar a los sitios que desean.

INFLUENCIA DE LOS DISCURSOS DE ACCESIBILIDAD DE LOS


ORGANISMOS INTERNACIONALES EN LAS ACCIONES Y LOS
INDICADORES DE POLÍTICA PÚBLICA EN MÉXICO

Es posible identificar los rasgos del discurso internacional en la polí-


tica pública mexicana de accesibilidad. Están presentes, por ejemplo,
como elementos rectores como el Plan Nacional de Desarrollo2 (PND).
También, se encuentran en programas públicos concretos. Además, y

2 El artículo 26 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece


que cada gobierno sexenal debe contar con un plan nacional de desarrollo al que se su-
jetarán obligatoriamente los programas de la Administración Pública Federal (Cámara
de Diputados, 2020). El Plan Nacional de Desarrollo precisará los objetivos nacionales,
la estrategia y las prioridades del desarrollo integral, equitativo, incluyente, sustenta-
ble y sostenible del país (Cámara de Diputados, 2018, p. 8).

226 Integración global


es particularmente relevante para los propósitos de este texto, son uti-
lizados en la formulación de indicadores.

Planes nacionales de desarrollo

Es posible identificar en los PND de distintas administraciones plantea-


mientos que pueden vincularse con el discurso de OI sobre accesibilidad:

2001-2006
El desarrollo regional equilibrado requiere mejorar “la infraestructura
para estimular la creación de empleos en las comunidades más rezaga-
das del país” (Presidencia de la República, 2001, p. 33).

2007-2012
“Los caminos rurales son fundamentales para abrir paso a la educación
y la capacitación para el trabajo, a la salud, a la nutrición y a las inver-
siones que signifiquen más empleos. Con caminos se puede llevar a
los mercados la producción propia y emprender negocios; se facilita la
llegada de servicios de salud y de educación” (Presidencia de la Repú-
blica, 2007, p. 59).

2013-2018
Se plantea como estrategia el “modernizar, ampliar y conservar la in-
fraestructura de los diferentes modos de transporte, así como mejo-
rar su conectividad bajo criterios estratégicos y de eficiencia” y como
acciones “fomentar que la construcción de nueva infraestructura que
favorezca la integración logística y aumente la competitividad deriva-
da de una mayor interconectividad” que incluye “mejorar y moderni-
zar la red de caminos rurales y alimentadores”, así como, “conservar y
mantener en buenas condiciones los caminos rurales de las zonas más
marginadas” (Presidencia de la República, 2013, p. 74).

2019-2024
Para impulsar la reactivación económica, el mercado interno y el empleo
“el sector público fomentará la creación de empleos mediante programas
sectoriales, proyectos regionales y obras de infraestructura, pero también
facilitando el acceso al crédito a las pequeñas y medianas empresas”
(Presidencia de la República, 2019, p. 16). La construcción de caminos
rurales permitirá la conexión de cabeceras municipales “con carreteras
de concreto, lo que generará empleos, reactivará las economías locales
y desalentarán la migración” (Presidencia de la República, 2019, p.16).

Lo que no dicen los indicadores de accesibilidad... 227


Estrategias y programas públicos

Entre los programas públicos que permiten rastrear elementos de los dis-
cursos de OI se encuentra la Estrategia Microrregiones (EM), que surgió
en el año 2001 (Secretaría de Desarrollo Social [SEDESOL], 2005, ahora
Secretaría de Bienestar) como una política de desarrollo social orientada
al desarrollo regional y vinculada con la infraestructura.
De acuerdo con una evaluación de diseño del año 2007 su objetivo
era “contribuir a detener y eventualmente revertir las enormes y crecien-
tes desigualdades económicas y sociales que afectan a las áreas rurales
más pobres del país” (Soto et al., 2007, p. 41) a través de dotarlas “de un
piso mínimo de infraestructura básica que permitiera reducir los altos
niveles de marginación y sentara las bases para un mejor aprovecha-
miento de los escasos activos productivos locales” (Soto et al., 2007, p. 41).
Las reglas de operación del Programa de Desarrollo Local Microrre-
giones —que forma parte de la EM— establecían que los apoyos para
accesibilidad incluían obras de construcción, ampliación, rehabilita-
ción, conservación y mejoramiento de vías de comunicación con el
objetivo de posibilitar una mayor integración económica y social (SE-
DESOL, 2005, p. 3).
De acuerdo con la OCDE, la introducción de la EM significó un
cambio radical en la política pública mexicana, pues se reconoció “la
importancia de enfocarse en lugares más que en sectores y en inversio-
nes más que en subsidios” (Pezzini, 2006, p. 147).
Otro programa en el que es posible identificar elementos de este
discurso es el Programa para el Desarrollo de Zonas Prioritarias
(PDZP), vigente en la SEDESOL entre los años 2009 y 2015. Su mi-
sión era contribuir a la reducción de desigualdades regionales a través
del fortalecimiento del capital físico y el desarrollo de acciones que se
integraran al proceso de desarrollo de zonas marginadas, rezagadas o
en pobreza (SEDESOL, 2008). Entre los apoyos del programa se en-
contraba la construcción, rehabilitación y/o equipamiento de caminos
rurales como parte de la mejora en infraestructura social y comunitaria
(SEDESOL, 2013).3

3 En la administración actual (2018-2024) no se han encontrado programas relevan-


tes para la accesibilidad como se plantea en este texto, tampoco se encontraron en
la Secretaría del Bienestar –antes Secretaría de Desarrollo Social– o en la Secretaría
de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU). El programa más cercano es el
Programa de Mejoramiento Urbano de la SEDATU, pero está concentrado en personas
que viven en ciudades de 15,000 o más habitantes y busca contribuir a la reducción
de condiciones de rezago urbano y social y sus apoyos se enfocan en el equipamiento
urbano (SEDATU, 2020).

228 Integración global


Mediciones de accesibilidad en México

Es de esperar que los indicadores diseñados en México para medir la


accesibilidad estén orientados a medir las líneas causales que la políti-
ca pública mexicana ha asociado con la accesibilidad y la infraestruc-
tura. Tres de los indicadores de accesibilidad más importantes que se
han utilizado en México son:

a. Proporción de personas que habitan áreas rurales cuyo perímetro se en-


cuentra a menos de 2 km de una carretera transitable todo el año, estima-
do por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
b. Condición de ubicación (CU), generado por el Consejo Nacional de Pobla-
ción (CONAPO).
c. Grado de accesibilidad a carretera pavimentada (GACP), estimado por el
Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (CONEVAL).

El indicador estimado por el INEGI responde al compromiso con


los Objetivos de Desarrollo Sostenible en lo correspondiente al Objeti-
vo 9: construir infraestructuras resilientes, promover la industrializa-
ción inclusiva y sostenible, además fomentar la innovación (Cuadro 1).
El indicador Condición de Ubicación —estimado por CONAPO
desde el año 2000— reconoce que la población asentada en localida-
des rurales con alto grado de aislamiento enfrenta desventajas y difi-
cultades en su desarrollo económico y social. La ubicación geográfica
en regiones de difícil acceso por condiciones topográficas del relieve
y escasez de vías de comunicación limita la conectividad con áreas
más desarrolladas. Al mismo tiempo, estas condiciones mantienen
los niveles de alta marginación y poco acceso al desarrollo económico
(CONAPO, 2017). “Los elementos espaciales fundamentales para la ac-
cesibilidad son: los asentamientos humanos y las vías de transporte y
comunicación” (CONAPO, 2017, p. 31). Este indicador permite realizar
una clasificación en cuatro categorías de la condición de ubicación de
los asentamientos menores a 2500 habitantes a partir de los siguientes
supuestos: “la cercanía con las áreas urbanizadas facilita el acceso a los
distintos bienes y servicios; las carreteras son fundamentales para la
comunicación; y las personas que residen en las áreas rurales se des-
plazan, en mayor medida, a las aglomeraciones más cercanas, las cuales
ofrecen más diversidad y especialización de bienes y servicios confor-
me aumentan su tamaño” (CONAPO, 2017, p. 31).
Por último, se encuentra el indicador generado por CONEVAL,
que responde a la modificación de la Ley General de Desarrollo So-

Lo que no dicen los indicadores de accesibilidad... 229


cial (LGDS) de 2013. En dicha ley se adiciona el indicador GACP como
uno asociado al contexto territorial en el estudio de la pobreza (CO-
NEVAL, 2019). CONEVAL presentó por primera vez el indicador en
2018 y reconoció como antecedentes los dos indicadores anteriores
(CONEVAL, 2018).
Para CONEVAL la accesibilidad es un concepto multidimensio-
nal que involucra dos elementos: una “connotación geográfica o dis-
tancia física a la que se encuentran los objetos o servicios a los cuales
se requiere acceder, y un componente social que involucra las carac-
terísticas de la población usuaria y las de los servicios demandados”
(CONEVAL, 2019, p. 28). CONEVAL reconoce que existen dos tipos de
accesibilidad: la del individuo y la del lugar; aunque se enfoca en el
lugar (CONEVAL, 2018). Es decir, CONEVAL reconoce la importancia
de las personas y sus características en la definición y medición de ac-
cesibilidad; sin embargo, el enfoque que utiliza para medirla sigue pri-
vilegiando los lugares y sus características por sobre las personas.
Para la construcción del indicador de CONEVAL se “considera la
accesibilidad, la calidad de la infraestructura vial, así como aquellos
rasgos fisiográficos que ejercen alguna influencia en la conectividad
terrestre de las comunidades” (CONEVAL, 2019, p. 42). En particular,
la infraestructura carretera juega un papel fundamental. En gran me-
dida, su existencia y eficiencia influye en el desarrollo económico, la
competitividad y desarrollo humano. Por otra parte, su ausencia tiene
repercusiones en las condiciones de vida de la población. Esto se debe
a que el aislamiento, la falta de servicios básicos y de abastecimiento de
productos afectan la calidad de vida de las personas (CONEVAL, 2018).
El indicador GACP clasifica las localidades en una de cinco catego-
rías posibles de accesibilidad a partir de la interacción de tres compo-
nentes (CONEVAL, 2019):

a. La distancia tridimensional desde las localidades hasta la carretera pa-


vimentada.
b. El tiempo promedio de traslado hacia los centros de servicio (localidades
mayores a 15,000 habitantes).
c. La disponibilidad de transporte público que posibilita el uso de la carre-
tera pavimentada y permite la movilidad de la población.

La distancia a las carreteras pavimentadas representa la dimensión


física de la accesibilidad, mientras que la dimensión social se represen-
ta por la disponibilidad de transporte público y el tiempo promedio de
traslado (CONEVAL, 2018).

230 Integración global


De modo que los tres indicadores utilizados en México se enfocan
en las características de los lugares como la cercanía con otras localida-
des, la disponibilidad de transporte público y, sobre todo, la infraestruc-
tura. Todo esto está alineado con la visión de accesibilidad asociada a la
infraestructura y la reducción de costos.

LO QUE NO MUESTRAN LOS INDICADORES ACTUALES

Los tres indicadores utilizados en México se enfocan en las caracterís-


ticas de los lugares, como la cercanía con otras localidades, la disponi-
bilidad de transporte público y, sobre todo, la infraestructura. Esto se
debe a que están alineados con la visión de accesibilidad asociada a la
infraestructura y la reducción de costos. El Cuadro 2 muestra el nivel
de accesibilidad que otorgan los indicadores de accesibilidad utilizados
en nueve localidades del estado de Michoacán.
Los indicadores del Cuadro 2 parten de la narrativa de accesibili-
dad en la que la provisión de infraestructura que reduce costos impulsa
el crecimiento y reduce la pobreza, la exclusión y la desigualdad; lo que
coincide con los discursos de OI. Algunos elementos que sobresalen en
estos indicadores son:

a. El indicador del INEGI plantea el mismo nivel de accesibilidad para toda


una localidad o municipio, sin que existan diferencias por la forma en
la que las personas la vivan a partir de sus características, necesidades y
preferencias.
b. El caso extremo es el que calcula el INEGI que responde a lo planteado
por la ONU-ODS y que genera un mismo nivel de accesibilidad para todo
un municipio. Básicamente, los tres municipios del Cuadro 2 tienen el
mismo nivel de accesibilidad.
c. De acuerdo con el GACP, cinco de las nueve localidades encuestadas tie-
nen un nivel de accesibilidad muy alto, una localidad lo tiene alto y las
otras tres bajo. Ninguna de las localidades tiene el menor nivel de acce-
sibilidad posible (muy baja). Esta clasificación es consistente con lo que
plantea el indicador CU.

Lo que no dicen los indicadores de accesibilidad... 231


Cuadro 2. Nivel de accesibilidad de nueve localidades de Michoacán de acuerdo con
indicadores utilizados en México

Personas en áreas Grado de accesi-


rurales a 2km de ca- Condición de ubica- bilidad a carretera
Localidad rreteras transitables ción, CU 2017 pavimentada,
todo el año 2018 (CONAPO)/2 GACP 2018
(INEGI-ODS)/1 (CONEVAL)/3

Atapaneo Cercana a un área Muy alta


urbanizada primaria
Atécuaro Morelia Cercana a una carre- Muy alta
98.93 tera
El Tejocote-La Aislada Baja/4
Cieneguita
Ajuno Cercana a una carre- Muy alta
tera
Área urbanizadas pri-
Cuanajo marias o secundarias Alta
Pátzcuaro
Huecorio 99.96 Cercana a un área Muy alta
urbanizada primaria
Janitzio Aislada Baja
Tzurumútaro Cercana a un área Muy alta
urbanizada primaria
San Pedro Tarímbaro Tlalpujahua Aislada Baja
100

Fuente: Elaboración propia con base en:

1) INEGI, 2018: http://agenda2030.mx/ODSind.html?ind=ODS009000030050&cveind=221&-


cveCob=99&lang=es#/Indicator
2) CONAPO, 2017: www.gob.mx/conapo/documentos/la-condicion-de-ubicacion-geografi-
ca-de-las-localidades-menores-a-2-500-habitantes-en-mexico
3) CONEVAL, 2018: www.coneval.org.mx/Medicion/Paginas/Grado_accesibilidad_carretera.aspx
4) No existe el dato para El Tejocote, pero se le asigna el dato de La Cieneguita al estar cerca una
de otra y compartir condiciones.

232 Integración global


Las principales críticas a este tipo de indicadores manifiestan su
dificultad para incorporar la perspectiva de las personas y las preferen-
cias individuales que explican por qué alguien quiere ir a donde quiere
ir (Lättman et al., 2018). Sin embargo, el uso predominante de estos
indicadores responde en buena medida a su facilidad de medición (Al-
bacete et al., 2017). Por ejemplo, el IAR del Banco Mundial (Cuadro 1),
que está detrás del indicador del INEGI, mide el porcentaje de personas
con acceso a una carretera disponible todo el año a menos de 2 km.
En su diseño original la información con la que se construía el
indicador provenía de encuestas en hogares (Banco Mundial, 2016).
Esto permitía obtener información de la accesibilidad de las perso-
nas más allá de la existencia de una carretera y la distancia hacia
ella. Sin embargo, lo costoso de realizar encuestas en hogares y lo
complejo que es asegurar la representatividad espacial y la compara-
bilidad de encuestas de hogares entre países condujo a un cambio en
el diseño. Finalmente, se optó por estimar este indicador con infor-
mación sobre la distribución de la población, la red de carreteras y la
condición de las carreteras a través de técnicas geoespaciales (Banco
Mundial, 2016).
Entonces, resulta conveniente generar información que comple-
mente los indicadores que actualmente se utilizan en México. Esta
nueva información podría aproximarse a la accesibilidad desde otra
perspectiva y definirla como “la capacidad de una persona para hacer
uso del sistema de transporte y aprovechar la oferta de oportunida-
des distribuidas en el espacio para llegar a los diversos destinos que le
permiten realizar actividades necesarias o deseadas en la búsqueda de
una vida satisfactoria” (Escalera-Matamoros, 2022, p. 38). Así, se abre
el espacio para estudiar aspectos subjetivos que permitan reconocer
que la accesibilidad es un concepto complejo que afecta a cada persona
de manera diferente en función de su forma de vincularse con el trans-
porte. Esta perspectiva, a su vez, permite reconocer a la accesibilidad
como una construcción multidimensional de características asociadas
con la ubicación, la movilidad y las limitaciones en el acceso debido a
características individuales (físicas, sociales y psicológicas) (Delbosc y
Currie, 2011a).
Los aspectos subjetivos de la accesibilidad se obtienen a partir de in-
formación autorreportada. Las personas declaran su percepción sobre la
propia accesibilidad a través de preguntas que permitan saber, por ejem-
plo, ¿qué tan difícil es cubrir gastos de traslado o llegar a un lugar cuan-
do lo quiere o necesita? (Ma et al., 2018). También, declaran su opinión
sobre las dificultades al usar el transporte público para hacer actividades

Lo que no dicen los indicadores de accesibilidad... 233


cotidianas o las razones por las cuales es preferible usar un vehículo par-
ticular (Rajé, 2007).
Para mostrar la información que contienen estas preguntas se pre-
sentan algunos resultados de una encuesta construida a partir de la
definición de accesibilidad anterior. Se trata de una muestra de 388
observaciones levantadas en nueve localidades de los municipios de
Morelia, Pátzcuaro y Tlalpujahua, en el estado de Michoacán, México,
durante enero y febrero de 2020. Con la encuesta se indagó sobre la
percepción de las personas en cuanto a sus posibilidades de llegar a
los sitios que quieren o a los que necesitan desplazarse a través de las
condiciones que tienen para trasladarse.
Si bien la muestra es pequeña, en particular a nivel de cada loca-
lidad, su diseño se realizó no con el objetivo de determinar el nivel de
accesibilidad percibida en una localidad, sino de mostrar que existen
elementos de la accesibilidad que no son capturados por los indicado-
res que se utilizan en México.4 Es decir, con la revisión de las respues-
tas a estas preguntas en las nueve localidades se busca mostrar que
es necesario hacer explícitas las limitaciones de estos indicadores y
plantear la necesidad de complementarlos con información sobre la
capacidad de las personas para llegar efectivamente a los sitios a los
que quiere o necesita.
Se utilizaron los años de educación como una variable que refle-
ja las condiciones socioeconómicas de las localidades. La localidad
mejor posicionada de la muestra es Huecorio, mientras que las que
presentan mayor rezago son Atapaneo, Atécuaro y El Tejocote-La Cie-
neguita. En ese sentido, sorprende un poco que localidades como Até-
cuaro y El Tejocote-La Cieneguita tengan una presencia de automóvil
en el hogar mayor que Huecorio, si consideramos que generalmente
se piensa que tener automóvil implica tener resueltas necesidades
básicas (Cuadro 3).

4 Para este propósito se buscó que la selección de las localidades y de personas encuesta-
das al interior de cada localidad capturara la mayor variabilidad posible en elementos
relevantes para la accesibilidad. Para las localidades se consideró un espectro de ta-
maños según población y niveles de accesibilidad (indicador Condición de Ubicación
de CONAPO). Al interior de cada localidad la muestra se levantó trazando una X en
toda su extensión con el fin de conseguir variabilidad en aspectos que dependen de la
ubicación exacta de las viviendas, como paradas del transporte público; condiciones
de las banquetas, calles y alumbrado e ingreso en el hogar.

234 Integración global


Cuadro 3. Información general de la muestra

Porcentaje de indíge-

Porcentaje de perso-
nas que viven en ho-
Porcentaje de muje-

gares con automóvil


nas en la muestra
res en la muestra
Educación
promedio

promedio
Localidad

(años)

(años)
Edad

(%)

(%)

(%)
Muestra 42 7.6 52 70 53

Atapaneo 50 5.9 47 48 52
Atécuaro 44 6.2 54 36 73
El Tejocote- 37 5.9 63 44 85
La Cieneguita
Ajuno 40 6.9 49 85 36
Cuanajo 42 6.6 50 90 48
Huecorio 40 12.4 43 83 71
Janitzio 39 8.6 50 96 7
Tzurumútaro 42 8.3 52 64 36
San Pedro 40 8.1 50 74 35
Tarímbaro

Fuente: Elaboración propia con base en el Levantamiento de percepción de


accesibilidad realizado entre el 18 de enero y el 9 de febrero del 2020.
Localidades por municipio (entre paréntesis número de encuestas por localidad):
Morelia: Atapaneo (44), Atécuaro (48), El Tejocote y La Cieneguita (28); Pátzcuaro:
Ajuno (47), Cuanajo (48), Huecorio (35), Janitzio (46), Tzurumútaro (46); Tlalpujahua:
San Pedro Tarímbaro (46). Total: de encuestas, 388.

El Cuadro 4 muestra elementos de accesibilidad vinculados con la


valoración de las personas sobre su propia accesibilidad. En cuanto a
la muestra en general, se observan aspectos clave para la accesibilidad
que no se reflejan en los indicadores que se usan en México. Se advier-
ten, incluso, en aspectos fundamentales para sus planteamientos, como
lo que concierne a los costos de desplazamiento:

a. El 44 por ciento ha dejado de realizar alguna actividad por la dificultad de


llegar al sitio en el que se realizaría.

Lo que no dicen los indicadores de accesibilidad... 235


b. Solo el 26 por ciento considera que es fácil cubrir los gastos de traslado y
el 33 por ciento considera que es fácil llegar a un lugar cuando lo quiere
o lo necesita.
c. El 64 por ciento señala que prefieren o preferirían utilizar un vehículo
particular por lo difícil de utilizar el transporte público para hacer sus
actividades cotidianas.

Cuadro 4. Algunos aspectos de la percepción de accesibilidad

No reali-
zó alguna Es complicado
actividad ¿Qué tan fácil o difícil fue realizar los usar el trans-
por la siguiente durante el último mes? porte público
dificultad para hacer
Localidad de llegar actividades
% cotidianas por
lo que prefiero
Cubrir gastos de Llegar a un lugar usar un vehículo
traslado cuando lo quiere particular
o lo necesita

No Sí Dif. Reg. Fác. Dif. Reg. Fác. Sí Reg. No


General 56 44 34 40 26 39 28 33 64 8 28
Atapaneo 55 45 36 45 18 36 25 39 61 7 32
Atécuaro 63 37 27 46 27 33 40 27 83 2 15
El Tejocote- 30 70 78 19 4 59 33 7 70 7 22
La Cieneguita
Ajuno 47 53 30 45 26 32 36 32 77 6 17
Cuanajo 69 31 38 48 15 52 21 27 64 6 30
Huecorio 71 29 6 34 60 6 23 71 54 17 29
Janitzio 48 52 30 39 32 52 26 22 57 7 37
Tzurumútaro 63 37 22 44 33 22 29 49 50 13 37
San Pedro 54 46 48 30 22 52 24 24 57 9 35
Tarímbaro

Fuente: Elaboración propia con base en el Levantamiento de percepción de


accesibilidad realizado entre el 18 de enero y el 9 de febrero del 2020.

236 Integración global


Observar los resultados al interior de cada localidad de la muestra
da indicios de que no existe un nivel de accesibilidad único para una
localidad y que enfocarse exclusivamente en la infraestructura carre-
tera lleva a dejar de lado el fin último de la accesibilidad: que las perso-
nas puedan llegar a los sitios que desean.

a. De acuerdo con GACP, Ajuno y Atécuaro tienen un nivel de accesibilidad


muy alto. Sin embargo, en las dos localidades alrededor del 30 por ciento
considera que es fácil llegar a algún lugar cuando lo quiere o lo necesita y
solo alrededor del 15 por ciento parece estar satisfecho con el transporte
público. En Ajuno, el 53 por ciento mencionó haber dejado de hacer algo
porque era difícil llegar al lugar en el que lo realizaría.
b. Janitzio, con porcentajes similares a los de Ajuno (a excepción del atributo
de llegar a algún lugar), tiene un GACP bajo. Es posible que se deba a que
se trata de una isla pequeña y alejada de infraestructura carretera.
c. En Cuanajo, con un GACP alto, solo el 15 por ciento de la población consi-
dera fácil cubrir los gastos de traslado y el 27 por ciento considera que es
fácil llegar a un lugar cuando lo quiere o lo necesita.
d. El Tejocote-La Cieneguita tiene un GACP bajo, al igual que San Pedro
Tarímbaro, aunque los elementos de accesibilidad percibida muestran
peores condiciones en la primera. Pese a las difíciles condiciones de ac-
cesibilidad que se muestran en el Cuadro 4 (y en la propia localidad) no
tiene el nivel más bajo que podrían tener en el GACP.

En el Cuadro 3 se observa que esta localidad tiene, por mucho, la


mayor incidencia de automóvil en el hogar, pese a ser la localidad con
condiciones socioeconómicas bajas. El 70 por ciento de las personas se-
ñalaron que prefieren el uso de vehículo particular por la dificultad de
usar el transporte público, o bien, ante la inexistencia de transporte pú-
blico. Así, las personas tienen un automóvil para sus desplazamientos de
manera forzada, incluso aquellos en condiciones económicas precarias
y deben destinar recursos al automóvil que bien podrían dedicar a otra
cosa. En la localidad de Atécuaro se observa un comportamiento similar.

CONCLUSIONES

Es posible encontrar elementos de los planteamientos de OI sobre la


accesibilidad en la política pública mexicana, desde sus ejes rectores
hasta los indicadores con los que se mide la evolución de los proble-
mas públicos. Las recomendaciones de política pública e indicadores
de estos organismos parten de definiciones de accesibilidad centradas

Lo que no dicen los indicadores de accesibilidad... 237


en la provisión de infraestructura, sobre todo carreteras, que reducen
costos (en tiempo y dinero). Plantean que con ello se estimula el cre-
cimiento económico y, como consecuencia, se reduce la pobreza y las
desigualdades.
Los indicadores de accesibilidad utilizados en México no abarcan
la amplitud del concepto de accesibilidad, pues se concentran en los
lugares, en particular en su cercanía a infraestructura y a localidades
proveedoras de bienes y servicios. Al formularlos, no se considera la
capacidad de las personas para aprovechar esas circunstancias y lle-
gar a los diversos destinos en los que realizan las actividades que les
permitan tener una vida satisfactoria. Es posible complementar estos
indicadores con el análisis de información autorreportada que permita
conocer la percepción de las personas sobre su capacidad para superar
las barreras que limitan los traslados y llegar a sitios deseados.

AGRADECIMIENTOS

Agradezco a los integrantes del Comité Tutoral de mi proyecto de


investigación doctoral: Dr. Michael McCall (Asesor), Dra. M. Isabel Ra-
mírez y Dr. Dante Ariel Ayala Ortiz. Agradezco también a las y los es-
tudiantes que apoyaron esta investigación con su participación en el
programa de Servicio Social Indicadores de percepción para políticas pú-
blicas de accesibilidad: Aline Alejandra Camacho Castelazo, Daniel Frai-
re Loera, Rosa Isela Bermúdez Carrillo y Néstor Ulises Hernández Díaz.

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Lo que no dicen los indicadores de accesibilidad... 241


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242 Integración global


Acceso desigual a espacios verdes públicos urbanos
en la era de la COVID-19: aprendiendo de las
experiencias globales en un contexto local

Michael K. McCall1*, Tzitzi Sharhí Delgado2, Janik Granados Herrera3,


César Javier Sánchez Juárez4 y José Ángel Roa Loyola5

RESUMEN

Las injusticias estructurales para los ciudadanos urbanos en la era de


la enfermedad por coronavirus (COVID-19) no se relacionan solamente
con las desigualdades globales de acceso a los tratamientos y vacunas.
Éstas están vinculadas con las desigualdades espaciales y sociales (a
escala local, comunitaria y municipal) y con el acceso al espacio verde
público y los beneficios que provee. En términos de lo que afecta la
conciencia pública, el acceso equitativo a los espacios verdes públicos
no tiene el mismo efecto que las imágenes inmediatas de vida o muerte
sobre la COVID-19 que se observan en medios de comunicación y redes
sociales. Sin embargo, el espacio verde público debe ser reconocido y
valorado como un elemento esencial para lograr la salud física y men-
tal de las personas, especialmente en la era de la COVID-19. Como un
primer paso hacia la mejora y la mitigación de los efectos de la pande-
mia es vital revisar e identificar los componentes, tanto positivos como
negativos de las relaciones espaciales, sociales y de salud psicológica y
emocional de los ciudadanos con respecto al uso de los espacios verdes
públicos urbanos. Este capítulo presenta una revisión crítica de publi-

1 Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental, Universidad Nacional Autónoma


de México, UNAM, Morelia
2 Escuela Nacional de Estudios Superiores Unidad Morelia. Universidad Nacional Autó-
noma de México. UNAM-Morelia.
3 CSTM (Governance and Technology for Sustainability), University of Twente, Ensche-
de, The Netherlands
4 Centro de Estudios del Desarrollo Económico y Social, Benemérita Universidad Autó-
noma de Puebla
5 Menores en Situación Extraordinaria, MESE Vasco de Quiroga, Institución de Asisten-
cia Privada, Morelia
* Autor para correspondencia: mccall@ciga.unam.mx

243
caciones científicas, medios de comunicación y difusión en general.
Analiza las relaciones entre el acceso, uso y percepción de los espacios
verdes públicos urbanos con los beneficios que éstos aportan y los de-
safíos que enfrentan los planificadores de las ciudades respecto a la
salud física y mental de los ciudadanos en el contexto de la pandemia
por la COVID-19.

Palabras clave: medio ambiente; salud física y mental; consuelo; planificación urbana;
equidad espacial

INTRODUCCIÓN

Este capítulo aborda temas sistémicos de acceso relacionados con las


desigualdades sociales en el uso de los espacios verdes públicos urba-
nos (EVPU) en el contexto de la pandemia de COVID-19 que ha afec-
tado a México en mayor grado que a muchos otros lugares en relación
proporcional. Durante el apogeo de la pandemia, México ha estado con-
sistentemente entre los 20 países con las tasas más altas de mortalidad
por la COVID-19 (Statista.com, 2021). La pandemia actual es una de las
mayores prioridades a nivel mundial, ya que se considera una amena-
za existencial, junto con el cambio climático y el acceso desigual a los
recursos. El contexto estructural en el que ocurre es el de la injusticia
espacial y social para la ciudadanía, que incluye desigualdades a es-
cala global, especialmente el acceso a tratamientos y vacunas contra
la enfermedad por coronavirus, que se discuten en otra sección. Sin
embargo, los problemas inmediatos son las desigualdades espaciales y
sociales a escala local, regional, urbana y comunitaria, con respecto al
acceso y uso de los EVPU como elemento esencial para la salud física
y mental de las personas, especialmente durante la pandemia por la
COVID-19.
A finales de agosto de 2021 hubo en el mundo casi 216 millones
de personas contagiadas del virus SARS-CoV-2, y en México más de 3
millones de contagios y 257 mil muertes –el cuarto país con cifras más
altas del mundo– (The Washington Post, 2021). La pandemia por la CO-
VID-19 ha despertado múltiples cuestionamientos en cuanto al estado
de salud general de la población. Una preocupación principal en países
como México ha sido la correlación entre la alta incidencia de ciertas
comorbilidades, entre ellas la diabetes y las enfermedades cardiovas-
culares como la hipertensión, que aumentan el riesgo de muerte o de
afectaciones por la enfermedad por coronavirus (Clark et al., 2020). De

244 Integración global


acuerdo con el Instituto Nacional de Geografía y Estadística los men-
cionados factores de comorbilidad están asociados con hábitos poco
saludables, entre los cuales se consideran la mala alimentación y la fal-
ta de actividad física (INEGI, 2018). En México, un 18.4 por ciento de la
población de 20 años o más tiene un diagnóstico previo de hiperten-
sión y 10.3 por ciento tiene un diagnóstico previo de diabetes, mientras
que el porcentaje de adultos con sobrepeso y obesidad en 2018 fue de
73 por ciento. En cuanto a la práctica de actividad física en la población
de 20 a 69 años, 29 por ciento la realiza durante menos de dos horas
a la semana (INEGI, 2018). Estas cifras evidencian la necesidad de ge-
nerar alternativas para la activación física y mejorar la alimentación,
como estrategias de prevención de las principales enfermedades que
afectan la salud y que, en la actual contingencia, parecen tener una
relación con el agravamiento de la COVID-19 y la muerte.
A pesar del amplio reconocimiento de esta necesidad, el acceso a
áreas verdes aún es problemático, sobre todo en las zonas urbanas de
México. En América Latina, cerca del 80 por ciento de la población vive
en ciudades, sin embargo, la distribución y acceso a espacios verdes
de calidad en las áreas urbanas suele ser desigual (World Resources
Institute [WRI], 2019). A fin de producir estrategias de promoción de
la salud y acceso a espacios verdes públicos de calidad, ante la nueva
normalidad de la pandemia, es necesario integrar procesos participa-
tivos que incorporen la diversidad de visiones, intereses y saberes de
diversos sectores de la población.
El tema central de este capítulo es revisar la evidencia científica
sobre los beneficios del acceso a espacios abiertos y áreas verdes para
la salud física y mental. En 2020, el enfoque especial de dichas inves-
tigaciones es, desde luego, cómo los riesgos para la salud por la CO-
VID-19 están interactuando con el acceso y el uso de EVPU. Existe una
necesidad preventiva primaria por comprender los problemas de salud
socio-económico-psicológica, conceptualizándolos y estructurándolos
en el contexto del acceso inadecuado y desigual a los EVPU. Las inves-
tigaciones son vitales para entender las relaciones espaciales, sociales
y psicológicas de los ciudadanos urbanos comunes (especialmente los
marginados) con el uso de espacios públicos abiertos, espacios verdes
urbanos, antes y durante la pandemia.
Existe abundante literatura y evidencia científica sobre los be-
neficios del acceso a EVPU para la salud física y mental. Estos estu-
dios, en particular, analizan cómo el uso de espacios verdes públicos
y abiertos interactúa con los riesgos actuales para la salud creados por
la COVID-19. Los planificadores urbanos y los expertos en salud social

Acceso desigual a espacios verdes públicos urbanos... 245


están explorando cómo se puede utilizar este conocimiento científico
para un mejor acceso al espacio y a la naturaleza para los habitantes de
las ciudades.
Para abordar con mayor profundidad estos temas, se realizó una
investigación apoyada por el programa Redes Horizontales de Conoci-
miento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT, Mé-
xico) en las colonias y fraccionamientos ubicados en la microcuenca
del Arroyo Tierras, en el sur periurbano de la ciudad de Morelia, Mi-
choacán, durante un periodo importante de la pandemia en los últimos
meses de 2020 (Delgado et al., 2020).

METODOLOGÍA

La revisión de literatura científica, así como de medios de información


y difusión que se presenta en este capítulo fueron componentes clave
de este estudio de CONACYT. El propósito fue revisar el contexto glo-
bal de la pandemia y los principales problemas sociales y de salud que
se han investigado. El conocimiento de estos problemas enriqueció la
elección de la metodología, la selección de los instrumentos de evalua-
ción y la formulación de las preguntas clave de investigación para el es-
tudio. De esta manera, este capítulo presenta una síntesis de los temas
globales de investigación y los ilustra con resultados locales pertinen-
tes al proyecto de Morelia. Otras publicaciones en proceso analizarán
a profundidad los resultados de campo del proyecto en términos de
los problemas asociados con las relaciones entre salud, espacios verdes
públicos urbanos, desarrollo y la COVID-19.
El proyecto de investigación CONACYT pretendía conocer las expe-
riencias y percepciones de los habitantes de la microcuenca del Arro-
yo Tierras sobre las relaciones entre salud y áreas verdes urbanas en
el contexto de la pandemia por la COVID-19. La extensa búsqueda de
literatura se centró en documentos académicos y literatura gris que
incorporó hallazgos empíricos e investigaciones del período inicial de
la COVID-19 (19 documentos de 2020 y 5 de 2021). Otros materiales
bibliográficos fueron documentos significativos sobre cuestiones teó-
ricas y conceptuales. Además, se incluyeron trabajos empíricos ante-
riores sobre la importancia de los EVPUs para la salud. Las estrategias
utilizadas para la revisión de la literatura fueron búsquedas estándar
de Google y ResearchGate y también búsquedas en otros documentos; se
hizo pleno uso de dos artículos de revisión existentes, Honéy-Rosés et
al. (2020) y McCall et al. (2021).

246 Integración global


El periodo de los materiales publicados revisados es el contempo-
ráneo (especialmente 2020-2021); éstos incluyen estudios empíricos y
revisiones de problemas sociales y respuestas a la COVID-19 en ciuda-
des y situaciones urbanas de todo el mundo. Había muy poco material
proveniente de América Latina en ese momento, por lo que era funda-
mental aprender de las experiencias globales. La metodología requería
contextualizar la situación local y definir el enfoque de investigación.
La investigación de campo empleó métodos participativos para re-
copilar la información: encuestas, entrevistas y talleres con los habi-
tantes de la zona, así como un cuestionario por internet. A pesar de las
limitaciones que se tuvieron debido a la pandemia, se realizaron 480
encuestas (280 en línea y 200 presenciales); 15 entrevistas a informan-
tes clave como líderes vecinales, encargados del orden, representantes
de instancias gubernamentales, profesores y vecinos; más de 10 reco-
rridos presenciales en diferentes horas del día (durante la mañana y la
tarde); 3 sesiones de mapeo participativo virtual y 2 grupos de enfoque
con 3 participantes cada uno. Todas las actividades mencionadas se
llevaron a cabo bajo el consentimiento libre, previo e informado (CLPI)
de la población local y de las organizaciones colaboradoras, incluyen-
do la confidencialidad de la información. Además, los investigadores y
asistentes que participaron en la investigación y en el trabajo de campo
siguieron medidas de seguridad sanitaria. En total participaron 508
personas, incluyendo a los 7 colaboradores del proyecto a quienes tam-
bién se les consideró participantes, debido a la naturaleza participativa
de la investigación.

RESULTADOS

Uso del espacio verde público urbano (EVPU) en tiempo de la COVID-19

Se ha debatido que la designación del espacio verde público urbano


(EVPU) debería cubrir una amplia gama de opciones: desde áreas pro-
tegidas periurbanas grandes hasta parques urbanos –incluidos lugares
de entrada restringida como zoológicos–, parques vecinales, pequeños
espacios verdes a lo largo de carreteras o ríos, espacios privados accesi-
bles, lotes baldíos e incluso aceras con árboles (por ejemplo, Rupprecht
y Byrne, 2014; Cvejić et al., 2015; Taylor y Hochuli 2017; Samuelsson et
al., 2020, Honey-Rosés et al., 2020). Estos espacios verdes pueden ser
áreas deportivas, parques y jardines públicos, plazas, áreas boscosas,
bordos de ríos con vegetación, áreas de riesgo excluidas por los desa-
rrollos inmobiliarios, pequeños parches de vegetación natural en lo-

Acceso desigual a espacios verdes públicos urbanos... 247


tes urbanos, porciones de tierra que conservan grupos organizados de
vecinos o áreas verdes en la periferia de la ciudad aún no ocupadas
por asentamientos urbanos. Los EVPU pueden ser designados oficial-
mente por un municipio u otra autoridad. En Morelia, por ejemplo, al
momento de lotificar una colonia, los desarrolladores deben designar
un área de donación para que los habitantes de esa colonia puedan
usarlas como áreas verdes. Estas áreas de donación pueden encontrarse
en fraccionamientos privados o colonias abiertas al público, pueden
ser espacios cerrados o abiertos y en algunos casos puede cobrarse una
cuota mínima de cooperación para entrar.

a) La demanda y necesidad de EVPU


La mayor parte de la literatura revisada confirmó que la población
urbana deseaba aumentar el uso del espacio verde público urbano
durante la pandemia. Las numerosas restricciones sobre movilidad,
a menudo impidieron que los ciudadanos usaran los EVPU. Durante
algunos periodos del 2020 se limitó completamente el uso de los espa-
cios verdes en muchas partes del mundo. En algunas ciudades se im-
pusieron restricciones acerca de los tipos de actividades y la cantidad
de personas que podían reunirse en los ECPU para realizarlas. Hubo
numerosas variaciones en estas restricciones en todo el mundo, por lo
que no es posible analizar de cerca cuáles han sido sus impactos (por
ejemplo, Honey-Rosés et al., 2020).
Algunos resultados típicos encontrados incluyen el estudio de Ugo-
lini et al. (2020), quienes identificaron aumentos en el uso de EVPU o
espacios abiertos en Croacia, Israel, Italia, Lituania, Eslovenia y España.
De manera similar ocurrió con el estudio de Yi Lu et al. (2020) en cua-
tro megaciudades asiáticas (Tokio, Singapur, Seúl, Hong Kong) y en los
pequeños parques de barrio los cuales parecen estar experimentando
un renacimiento porque se están revitalizando o se usan para realizar
ciertas actividades que no se hacían antes (van der Berg, 2020). La re-
creación al aire libre aumentó 291 por ciento en Oslo, equivalente a
86,000 actividades al aire libre adicionales por día como correr, cami-
nar y andar en bicicleta (Venter et al., 2020; 2021).
Sin embargo, también existe menos evidencia en contra de estos
hallazgos. Por ejemplo, Rice y Pan (2020) concluyeron que los cambios
en el uso de EVPU durante 2020, en cuanto a la recreación al aire libre,
se debieron a variaciones estacionales normales y no directamente a
la pandemia. Sin embargo, otros estudios analizan específicamente la
estacionalidad y concluyen que no es un factor determinante en el uso
de los EVPU. Aunque la información obtenida en la microcuenca del

248 Integración global


Arroyo Tierras no fue concluyente, algunos entrevistados afirmaron
que han observado un aumento en la afluencia en ciertos EVPU. Esto
se observó especialmente en personas con niveles de ingresos menores,
que están obligados a salir a trabajar y peatones que las utilizan como
atajo o punto de descanso en el camino que recorren cotidianamente
(Delgado et al., 2020).

b) Tipos de uso de los EVPU


En cuanto a las razones para visitar los EVPU, los participantes de los
distintos estudios revisados mencionaron actividades que catalogaron
como ‘necesarias’, por ejemplo, pasear al perro. También se detectó un
aumento en las caminatas en parques y jardines cercanos o lugares
sombreados (Ugolini et al., 2020). Asimismo, en una variedad de paí-
ses europeos hubo una reducción en las actividades consideradas no
esenciales, como reunirse con amigos u observar la naturaleza (Ugo-
lini et al., 2020). Utilizando datos de Google, Kleinschroth y Kowarik
(2020) se encontraron grandes aumentos en el propósito de ir a cami-
nar, mientras que ir de compras o salir a comer no aumentaron.
En la microcuenca del Arroyo Tierras, las personas que participa-
ron en la investigación mencionaron como los principales usos de los
EVPU locales: hacer deporte, salir a pasear con sus hijos, pasear a sus
mascotas y el uso como paso peatonal o como parte de una ruta de
ciclismo. En menor medida se mencionaron las áreas verdes como lu-
gares para estar en contacto con la naturaleza o para realizar alguna
actividad productiva como cuidar un jardín o un bordo del río; sin em-
bargo, estas también son actividades que realizan algunos vecinos de la
microcuenca (Delgado et al., 2020).

Factores que influyen en el uso del EVPU

Aunque es un tema de interés, sus determinantes psicológicas dificul-


tan el diseño y realización de investigaciones de este tipo, por lo que
aún se requieren estudios de percepción más completos y detallados.
Algunos de los diferentes factores que pudieran influir en el uso del
EVPU se exponen a continuación:

a) Factores geográficos: densidad y distancia


Por un lado, Sallis et al. (2020) encontraron que la presión de población
(es decir, el hacinamiento urbano, y la superpoblación) y la densidad ac-
tual son factores importantes que influyen en el uso de EVPU, así como
la distribución espacial geográfica. La distancia, por su parte, actúa como

Acceso desigual a espacios verdes públicos urbanos... 249


un disuasivo. Esto se debe, por un lado, a las dificultades en el acceso y,
por otro, a la percepción de la existencia de un mayor riesgo de contagio
de la COVID-19 conforme más lejos se avanza al usar el uso del trans-
porte público (Yi Lu et al., 2020). Así, se ha registrado un aumento en las
caminatas a parques y jardines cercanos (Ugolini et al., 2020).
Por otro lado, se ha hecho evidente que existe un acceso desigual
a los EVPU en las grandes ciudades (Kleinschroth y Kowarik, 2020);
incluso muchos de estos espacios cerraron en el periodo reportado por
la literatura en 2020. Los que permanecieron abiertos pudieron ser
más concurridos, porque simultáneamente las escuelas, los gimnasios,
los centros deportivos, los patios de recreo y los senderos para cami-
nar tenían más probabilidad de estar cerrados (Slater et al., 2020). En
la microcuenca de Arroyo Tierras sólo algunos EVPU tienen puerta de
acceso y horario limitado de visita (por ejemplo, el deportivo de Peña
Blanca o el centro comunitario de Trincheras). Estos permanecieron
cerrados o acortaron sus horarios de apertura en los periodos de mayor
restricción. Sin embargo, algunos entrevistados mencionaron haber
visto a niños y jóvenes brincando las bardas para poder acceder a estos
espacios (Comunicación personal con pobladores de la microcuenca).

b) Factores socioeconómicos
No hay duda de que existe un uso diferencial de los EVPU y los factores
que influyen están estrechamente relacionados con el nivel socioeco-
nómico y la desigualdad económica en la población, como ocurre con
cualquier fenómeno social humano. Las personas con mayores ingresos y
ciertas ocupaciones laborales, como las que se pueden realizar desde casa
(profesionistas, académicos y estudiantes) cuentan con mayor probabi-
lidad, oportunidad o disponibilidad de acceder y aprovechar los EVPU.
Los factores específicos que podrían facilitar o limitar el acceso
a EVPU incluyen la propiedad de un automóvil, que permita llegar a
EVPU más distantes, y la capacidad de pagar entradas u otras tarifas a
sitios públicos más costosos, como algunos parques urbanos, zoológi-
cos y otras áreas de recreación; así se observó en Japón (Uchiyama y Ko-
hsaka, 2020). La disposición de tiempo también resultó relevante. Los
jornaleros, los/las trabajadoras/es ocasionales-informales y la gente en
condición de calle cuentan con menos tiempo libre para aprovechar
los EVPU, en comparación con los trabajadores desde casa, que tienen
mayor flexibilidad de horario y salarios seguros. Uchiyama y Kosaka
(2020) encontraron que los más ricos y las familias con más hijos ten-
dían a hacer más visitas a estos espacios. En el estudio realizado en la
microcuenca del Arroyo Tierras, los informantes mencionaron que las

250 Integración global


personas que cuentan con una vivienda de mayor tamaño y un jardín
interior se vieron con menos necesidad de utilizar EVPU cercanos. Por
otro lado, las personas de nivel socioeconómico más bajo, que subsisten
de su trabajo diario, podrían utilizar más los EVPU como paso peatonal
o como remanso en el camino. Sin embargo no contamos con informa-
ción concluyente al respecto.

c) Factores de percepción: precaución, preocupación y miedo


Hay percepciones que influyen en las decisiones de las personas para
usar o no EVPU. Estos problemas y restricciones están basados en la
propia experiencia o en prácticas aprendidas de los demás. En la mi-
crocuenca del Arroyo Tierras, se encontró que los habitantes locales
identificaron preocupaciones sobre seguridad, tales como delincuen-
cia, acoso, reunión de personas consideradas no confiables, consumo
de drogas y alcohol, falta de iluminación, hostigamiento, agresiones
y usos no consensuados del espacio público. Asimismo, identificaron
problemas y riesgos de salud en los EVPU, como senderos en mal es-
tado, malas condiciones de higiene, contaminación, desechos sólidos,
malos olores, mal drenaje, inundaciones y enlodamientos, infraestruc-
tura inadecuada o en malas condiciones, presencia de plagas o anima-
les nocivos y sus desechos (Delgado et al., 2020).
También, hay factores de percepción. Por ejemplo, las autoridades
con frecuencia no reconocen la forma en que las personas consideran
las advertencias de riesgo alarmante y cómo reaccionan a las normas
de precaución, como es el caso del uso de mascarillas, o a las restric-
ciones de horarios y capacidad limitada de espacios públicos, como
restaurantes y centros comerciales, entre otras. Una de las reacciones
ha sido que algunas personas no hacen el esfuerzo suficiente para in-
terpretar y cumplir las normas de precaución. Más allá de esto, existe
una creciente resistencia a dichas normas preventivas. Especialmente
en Europa y en Estados Unidos ha habido manifestaciones violentas
contra el uso de mascarillas, toques de queda, encierros, etc. Existe una
amplia literatura en teoría social, política y psicológica sobre estos te-
mas que no discutiremos aquí.
Kleinschroth y Kowarik (2020) descubrieron que muchas perso-
nas se mostraban reacias a salir de sus casas y buscar EVPU por in-
certidumbre acerca de las regulaciones específicas sobre quedarse en
casa, por ejemplo, ¿cuántas personas pueden estar en ciertos espacios
abiertos sin riesgo de contagio? o ¿qué medidas se deben tomar en reu-
niones familiares? Esto podría verse reforzado por la influencia de los
medios de comunicación.

Acceso desigual a espacios verdes públicos urbanos... 251


El tema de la vigilancia adquirió una nueva importancia. La gente
se dio cuenta, incluso cuando no conocía todos los detalles, sobre el
incremento de la vigilancia por dispositivos de circuito cerrado de te-
levisión (CCTV), cámaras, controles electrónicos de seguimiento y loca-
lización en los espacios públicos, así como de las muchas aplicaciones
telefónicas enfocadas en la COVID-19 que se han desarrollado en dife-
rentes países (McCall et al., 2021). Muchos gobiernos nacionales han
aprovechado la oportunidad que brinda una población complaciente
y nerviosa durante la pandemia para expandir y mejorar la vigilancia
hacia sus ciudadanos, especialmente con CCTV. China y otros países
asiáticos han liderado el camino, no son los únicos, pero ha habido me-
nos discusión al respecto en América Latina (McCall et al., 2021).

Los beneficios del espacio abierto y el espacio verde

En este apartado nos referimos a los beneficios percibidos por los


ciudadanos, así como a los beneficios de los espacios abiertos y
del significado de proximidad a la naturaleza, aspectos que se han
evaluado científicamente desde una variedad de disciplinas en las
ciencias de la salud. A continuación se presentan algunos de los be-
neficios advertidos:

a) Beneficios para la salud física


Los beneficios de los espacios verdes y el aire libre para el bienestar
humano se conocen y se discuten desde hace siglos. Ahora, en 2020-
21, estudios de diversos países abordan estos el tema con especial re-
ferencia a las restricciones, sobre el acceso a espacios abiertos bajo las
regulaciones por la COVID-19. Por ejemplo, están aquellos relativos
al movimiento y las actividades al aire libre, que incluyen los traba-
jos de Kleinschroth y Kowarik (2020), Sallis et al. (2020), Slater et al.
(2020) y Venter et al. (2020; 2021), quienes argumentan que en la
actualidad este es un tema de investigación urgente.
La mayoría de los estudios actuales se han centrado en la mortali-
dad asociada con ataques cardíacos y otras afecciones cardiovasculares,
diabetes, síntomas cerebrovasculares y afecciones respiratorias, entre
otras. Por ejemplo, en el meta estudio de Kondo et al. (2018), y aquellos
de Venter et al. (2020), Slater et al. (2020), y Kleinschroth y Kowarik
(2020) identificaron el disfrute del aire fresco como un beneficio aso-
ciado al acceso a EVPU en las ciudades europeas. Sin embargo, esta co-
nexión con las restricciones por la COVID-19 está influenciada por el
mejoramiento de la calidad del aire urbano. Es decir, las restricciones

252 Integración global


en el tráfico urbano han mejorado la calidad del aire y, por tanto, se ha
reducido la concentración de dióxido de carbono (CO2), dióxido de ni-
trógeno (NO2), materia particulada y otros contaminantes. Esto último
ha sido consecuencia de la reducción masiva del uso de vehículos en
la mayoría de las ciudades afectadas. Hay ejemplos notables de China,
España, París y Europa Occidental como se ve en imágenes satelitales de
monitoreo de sensores (Sharifi y Khavarian-Garmsir, 2020).
Otro potencial beneficio de los EVPU para la salud es la absorción
de vitamina D. Al acceder a los espacios abiertos (como parques, jardi-
nes, plazas, etc.) las personas tienen mayor exposición a la radiación
solar de UV-B, lo que puede beneficiar enormemente la absorción de
vitamina D. Desde el punto de vista médico, niveles más altos de esta
vitamina son importantes para reducir la susceptibilidad del individuo
a la enfermedad por coronavirus (Laird et al., 2020; Holick, 2020).
Existe un beneficio potencial adicional: el de los servicios ecosisté-
micos de aprovisionamiento. En particular, el aumento de la produc-
ción de alimentos en el vecindario a nivel local en los espacios abiertos,
como en lotes privados o públicos o en riberas de arroyos. El estudio de
Hanzl (2020) en Lisboa reportó que estas prácticas podrían ayudar a
proporcionar una dieta equilibrada más saludable para las personas, al
tiempo que se realiza actividad física al cultivar la tierra.
Algunos habitantes de la microcuenca del Arroyo Tierras que par-
ticiparon en el estudio tienen la práctica de sembrar y cuidar jardines,
ya sea de forma individual u organizados en colectivos. Esta práctica
no sólo les mantiene activos físicamente, sino que también les brinda
el sentimiento de apropiación de su espacio próximo, de conexión con
la naturaleza y de cohesión con otros vecinos. En pocos casos se produ-
cen alimentos, pero sí existen jardines colectivos en donde se cuidan
árboles frutales o jardines individuales creados en EVPU de los que se
extrae leña y se han sembrado plantas como el maguey, al cual se le
da usos medicinales. La producción de alimentos como tal no es una
práctica extendida y sólo la llevan a cabo algunos vecinos en condicio-
nes de alta marginación que habitan los bordes del río y que usan estos
márgenes para sembrar su milpa. En la zona, pudimos observar que
durante la pandemia muchos lotes baldíos particulares se usaron para
sembrar maíz, algo que no había pasado anteriormente (simplemente
permanecían baldíos).

b) Beneficios psicológicos
El beneficio psicológico inicial más evidente es el de la actividad física en
un espacio abierto o EVPU para mitigar o aliviar el estrés y la fatiga men-

Acceso desigual a espacios verdes públicos urbanos... 253


tal de la vida en tiempos de pandemia (Kleinschroth y Kowarik, 2020;
Sallis et al., 2020). El estrés doméstico incluye muchos factores físicos
y psicológicos, incluida en algunos casos, la violencia doméstica actual
y amenazante (Burgos et al., 2020; Yi Lu et al., 2020). La mayoría de los
estudios toman en cuenta el estrés y la depresión entre los problemas
de salud mental, pero esto no es universal (Kondo et al., 2018).
Varios investigadores utilizan el término ‘consuelo’ o ‘esparcimien-
to’ al identificar que las personas a nivel generalizado están perdiendo
la posibilidad de encontrar alivio y respiro en los tiempos actuales (Kle-
inschroth y Kowarik, 2020; Ugolini et al., 2020). El acceso a EVPU pue-
de ser de gran ayuda para mantener la salud mental (Venter et al., 2020,
2021; Sharifi y Khavarian-Garmsir, 2020). Sharifi y Khavarian-Garm-
sir (2020) reportan sobre la salud mental de los migrantes albergados
en campamentos donde existen tensiones con las comunidades de aco-
gida. Asimismo, en algunas entrevistas del estudio realizado en la mi-
crocuenca del Arroyo Tierras, se mencionó que las personas están más
dispuestas a sonreír o saludar a otros visitantes dentro de los EPVU, lo
cual puede ser un indicador de una mejoría del estado emocional rela-
cionado al consuelo provisto por el uso de estos espacios.
Muchos argumentan que la exposición a espacios verdes, incluso en
un entorno limitado (por ejemplo, en calles residenciales de la ciudad),
puede ser tan beneficiosa para la salud como visitar un entorno natural
o un parque público (Honey-Rosés et al., 2020; Slater et al., 2020). Se
reconoce que incluso el solo tener acceso visual a la naturaleza con-
lleva importantes beneficios para la salud física y mental de los habi-
tantes urbanos, independientemente del ejercicio físico realizado o de
cualquier infraestructura (Velarde et al., 2007; Kleinschroth y Kowarik,
2020). Yi Lu et al. (2020) sostienen que si hay una reducción en el uso
de teléfonos inteligentes y otros dispositivos electrónicos en los EVPU,
se podría reducir la depresión. No todos los beneficios para la salud
física y psicológica de los EVPU se han explorado y modelado comple-
tamente, aún se están analizando los mecanismos y vías que explican
los efectos del uso de estos espacios (Gascon et al., 2015, Rojas-Rueda et
al., 2019; van den Bosch y Ode Sang, 2017).

c) Beneficios sociales y otros


Las oportunidades y facilidades de las interacciones sociales se identi-
fican como una vía importante en la que los EVPU mejoran la salud de
las personas (de Vries et al., 2013; Litt et al., 2015). Hay mucho interés
en seguir investigando los mecanismos por los cuales la interacción
social beneficia la salud en los espacios verdes.

254 Integración global


Yi Lu et al. (2020) reconoció el potencial de los espacios verdes para
aumentar la cohesión social, incluso si la interacción era solo visual.
Las personas se pueden ver y comunicarse, incluso cuando no pueden
hablar entre sí, ya sea por el distanciamiento social impuesto oficial-
mente o por precaución personal. Conocer gente es parte del consuelo.
En nuestros recorridos durante las tardes por varios EVPU en la
microcuenca, notamos que definitivamente son espacios para la inte-
racción con los vecinos y otras personas. En algunas zonas las perso-
nas salen a la misma hora a pasear a sus perros y se encuentran en los
camellones para platicar y tomar el fresco. Sin embargo, la pandemia
ha reducido las conexiones entre las personas en espacios públicos, ya
que también se percibió incertidumbre y miedo sobre qué tan segura
es la cercanía física.
Un hallazgo sorprendente en investigaciones anteriores a la pan-
demia es que los espacios verdes o las intervenciones ecológicas, dis-
minuyen estadísticamente la violencia (Kondo et al., 2018; Shepley et
al., 2019). Los datos citados mostraron que hubo niveles más bajos de
robos y ataques violentos debajo de los árboles (Kondo et al., 2018). Este
fue un tema importante para investigar a mayor profundidad en la mi-
crocuenca del Arroyo Tierras (publicación en proceso).

Implicaciones en la planificación, diseño y soluciones potenciales en tiempos


de la COVID-19

El mundo está dando un giro hacia ciudades saludables, acompaña-


do de serios esfuerzos para hacerlas más verdes. La gente está deman-
dando espacios verdes integrados en las ciudades (Honey-Rosés et al.,
2020; Ugoloni et al., 2020). Bajo este contexto, la pandemia está cam-
biando el tipo y la distribución de los espacios verdes deseados y las
expectativas sobre lo que estos deberían proporcionar a la sociedad.
Dichos espacios son, por ejemplo, los siguientes:

a) Parques grandes
De acuerdo con Samuelsson et al. (2020), los parques con mayor área
pueden tener una función y un uso diferentes durante una pandemia;
por ejemplo, estos se han vuelto más importantes para el ejercicio físi-
co. Algunas de las personas que participaron respondiendo la encuesta,
en entrevistas o en grupos de enfoque en la microcuenca del Arroyo
Tierras, mencionaron que antes de la pandemia solían visitar áreas de-
portivas de mayor tamaño en la ciudad, como el Complejo Deportivo
Bicentenario o el Deportivo Morelos-INDECO.

Acceso desigual a espacios verdes públicos urbanos... 255


Sin embargo, la pandemia ha afectado los hábitos de uso de estas
áreas, sobre todo al no contar con la certidumbre de seguridad al usar-
las. En algunos casos, las personas han preferido usar las áreas verdes
más cercanas a sus casas o simplemente caminar en camellones, en la
calle o en las plazas públicas. Durante el período de la investigación de
campo, cerraron muchas plazas públicas con vallas, reduciendo radi-
calmente las áreas donde las personas podían caminar con seguridad
en términos de accidentes viales.

b) Pequeños espacios verdes


Existe una demanda creciente de espacios verdes más pequeños que
sirvan como lugares de refugio ante el bullicio urbano, así los parques
pequeños parecen estar renaciendo (van der Berg, 2020). Como ejem-
plos de ello están los parques de vecindarios locales, los parques de
bolsillo, las avenidas y los espacios verdes informales (entre otros), que
han ido obteniendo mayor atención (Rupprecht y Byrne, 2014). Algu-
nas ciudades con una red descentralizada de pequeños espacios verdes,
como Valencia, España, o Nantes, Francia, están bien preparadas para
brindar oportunidades de fácil acceso a EVPU y para disfrutar de la
naturaleza (Honey-Rosés et al., 2020). Desde una perspectiva a favor
de la conservación de la biodiversidad, las redes continuas de espacios
verdes con grandes parques son más valiosas que los parches aislados.

c) Jardines comunitarios
Son parte de la cubierta verde urbana adaptable al distanciamiento
físico, ya que fomentan las conexiones sociales y emocionales huma-
no-humano y humano-naturaleza. Estos espacios reciben una atención
renovada como refugios al aire libre para el alivio del estrés, la recrea-
ción, las actividades culturales y la conexión social. Existe la posibili-
dad de acondicionar como EVPU espacios no utilizados, entre ellos los
terrenos abandonados o áreas anteriormente dedicadas a la industria
dentro de las ciudades. En la microcuenca del Arroyo Tierras algunas
zonas se utilizan para reducir riesgos en zonas de deslave. En algunas se
han acondicionado los márgenes para sembrar diversos tipos de plan-
tas que ayudan a retener el suelo y evitan los deslizamientos.
Sin embargo, una variante de la gentrificación de los barrios, que
puede denominarse gentrificación verde, se siente como una amenaza
de clases sociales. Las intervenciones de ecologización urbana están
asociadas al desplazamiento de los espacios públicos a largo plazo y
de los residentes marginados y pobres (Anguelovski et al., 2019). Las
políticas económicas neoliberales han producido un aumento en la

256 Integración global


privatización del espacio público, aparentemente para uso público. Por
ejemplo, en la ciudad de Nueva York se han perdido los parques y mu-
cho espacio público de acceso abierto a gran escala (Samuelsson et al.,
2020) bajo alguna forma de propiedad y administración público-pri-
vada, estos casos se están volviendo más comunes.

d) Calles verdes
Los cambios en los modos de transporte urbano y en las infraestructu-
ras están estrechamente relacionados con los beneficios y las posibles
soluciones de los EVPU. En muchos países hay estadísticas e informa-
ción al respecto, ya que las ciudades han cerrado calles al tráfico de
vehículos y han construido o ampliado carriles para bicicletas como
respuesta a la COVID-19. De esta forma, se ha dado mayor prioridad
a la seguridad de ciclistas y peatones, con ejemplos documentados en
Milán, París, Bogotá, Londres y la CDMX (Honey-Rosés et al., 2020;
Kleinschroth y Kowarik, 2020; Wray, 2020).
Se requieren políticas como Calles abiertas, Calles verdes y Calles
lentas (Slater et al., 2020) con una combinación de cambios de uso
preferencial a corto plazo, así como la construcción a largo plazo de
una infraestructura de transporte más adecuada. Una propuesta sería
la implementación de carriles bici para conectar con la infraestructura,
de manera que sean mucho más accesibles para las personas sin trans-
porte en automóvil (Wray, 2020). Con esto el acceso se ampliaría enor-
memente. Por otra parte, las áreas verdes deberían estar a 15 minutos a
pie de cualquier casa, es decir, un primer paso podría ser generar una
buena conectividad entre la estructura urbana verde ya presente, antes
de generar nuevos espacios.

Aspectos institucionales, legales y legislativos

Las cuestiones identificadas en esta revisión de literatura no son solo


cuestiones de diseño urbano físico o temas de planificación del paisaje.
Hay aspectos institucionales, legales y legislativos vitales alrededor de
la propiedad de la tierra, los derechos de propiedad, las regulaciones
de planificación, los ordenamientos urbanos, las regulaciones de segu-
ridad, de incendios y tráfico, entre otros. Por lo tanto, el análisis debe
incluir temas no sólo de propiedad, sino de uso de EVPU y las conside-
raciones de gestión para cubrir toda la gama de espacios entre terrenos
públicos y privados (Cvejić et al., 2015; Honey-Rosés et al., 2020). Por
ejemplo, un problema en Morelia es la ausencia de un registro de áreas

Acceso desigual a espacios verdes públicos urbanos... 257


verdes municipales, lo que podría arrojar luz sobre las inequidades en
el acceso justo a EVPU en dicha ciudad.
En la investigación efectuada en el Arroyo Tierras se identificaron
y documentaron diversas iniciativas y esfuerzos vecinales individuales
y colectivos para rehabilitar, mejorar, sanear, proteger y gestionar áreas
verdes públicas dignas y accesibles en la microcuenca, las cuales han
adquirido mayor importancia y uso después del inicio de la pandemia.
Muchas de estas áreas no reciben apoyo del gobierno o son parte de
tierras municipales o estatales que no tienen un uso oficial designa-
do. Sin embargo, también hay algunos esfuerzos de varias instancias
gubernamentales para brindar servicios que coadyuven con el mejo-
ramiento de las condiciones del Arroyo Tierras y algunas de sus áreas
verdes. Cualquiera de estas iniciativas podría facilitar la incorporación
de nuevas propuestas en los planes y estrategias existentes o en la pla-
nificación futura.

CONCLUSIONES

Durante décadas, se ha generado literatura sobre los beneficios gene-


rales para la salud del acceso a espacios abiertos y verdes. Ahora, existe
una creciente evidencia de cómo los riesgos para la salud que repre-
senta la COVID-19 están interactuando con el uso de estos espacios.
La discusión sobre los EVPU desde la década de 1990 adquiere aún
más relevancia con la actual contingencia sanitaria. Se ha pasado de
ideas amplias y vagas sobre los beneficios de estos espacios a una com-
prensión basada en la evidencia acerca de su importancia, tanto para el
bienestar público como para la salud física y mental.
Aunque no hay duda sobre los beneficios que brindan los EVPU en
términos de socialización y recreación, la inclusión y mantenimiento
de más espacios verdes públicos en la planificación urbana es un de-
safío especial para los centros urbanos de América Latina. Muchos de
los ejemplos de literatura revisados provienen de ciudades europeas,
con condiciones económicas diferentes a las de los centros urbanos
latinoamericanos; por un lado, disponen de mayores presupuestos,
por otro lado, tienen una baja proporción de población urbana que
depende del trabajo informal diario —la cifra para México es de 60
por ciento (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Econó-
micos [OECD], 2019), sin apoyo de prestaciones por desempleo—. En
América Latina, los gobiernos deben concentrar esfuerzos y recur-
sos para satisfacer las necesidades primarias de creación de empleo
y bienestar.

258 Integración global


En términos del futuro —pandemias post-COVID-19 y otras— los
planificadores urbanos y los grupos comunitarios de vecinos deberán
apuntar a una red descentralizada de espacios verdes pequeños, cer-
canos y seguros que faciliten el acceso a los residentes a una dosis de
naturaleza. Se reconoce que incluso solo el acceso visual inactivo a la
naturaleza tiene beneficios para la salud psicológica de los habitantes
urbanos. A lo largo de la revisión hemos justificado la importancia de
los EVPU en las ciudades, especialmente en tiempos de pandemia, que
incluye los siguientes aspectos:

a. El mantenimiento y mejoramiento de la salud física. Los EVPU son en-


tornos adecuados para la actividad física, lo que a su vez contribuye a
prevenir y controlar comorbilidades asociadas a la COVID-19 (afeccio-
nes cardiovasculares, cardiorrespiratorias y metabólicas). Asimismo, las
actividades al aire libre permiten la absorción de vitamina D, que pue-
de coadyuvar en la protección ante la enfermedad por coronavirus. Los
efectos positivos del acceso equitativo a EVPU para el desarrollo de la
salud mental y la obtención de consuelo o esparcimiento en tiempos de
confinamiento. Tener acceso a estos espacios puede reducir el estrés, la
ansiedad, la depresión y la incidencia de conflictos y violencia doméstica.
b. Los EVPU permiten el contacto con elementos naturales y el alivio ante
el calor y el ruido, así como puntos de descanso para peatones y personas
que están obligadas a salir a trabajar.
c. La realización de actividades recreativas, productivas y de convivencia
social que permiten mantener la distancia social segura. Los beneficios
son para personas de todas las edades, incluidos los niños que necesitan
espacio, ejercicio e interacción social.

Las injusticias estructurales espaciales y sociales para los ciudada-


nos urbanos en la era de la COVID-19 no solo tienen que ver con las
desigualdades globales de acceso a los tratamientos y vacunas. Tam-
bién, se incluyen las desigualdades espaciales y sociales a escala local,
urbana y comunitaria con respecto al acceso y uso de los recursos be-
néficos que aportan los EVPU, así como los instrumentos jurídicos y
administrativos para garantizar el acceso equitativo a dichos espacios.
Aunque no solemos visualizar el acceso equitativo a los EVPU como un
asunto de vida o muerte, debemos reconocerlos y valorarlos como ele-
mentos esenciales para la salud física y mental de las personas en todo
momento y con mayor razón durante la pandemia de la COVID-19. Es
fundamental profundizar en la identificación de los diversos compo-
nentes y efectos, tanto positivos como negativos, de la relación entre el

Acceso desigual a espacios verdes públicos urbanos... 259


EVPU y la salud como primer paso hacia la mejora y la mitigación de
estos problemas.

AGRADECIMIENTOS

Muchas gracias a los dos revisores anónimos que hicieron recomenda-


ciones muy útiles y detalladas para mejorar este capítulo. Agradecemos
al programa Redes Horizontales de Conocimiento de CONACyT Pro-
yecto 314592 por el apoyo otorgado para la realización de este trabajo.
A su vez agradecemos al Programa de Becas Posdoctorales en la UNAM
por el apoyo a la segunda autora.

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264 Integración global


Segregación socioespacial en el periurbano
de ciudades intermedias mexicanas:
oportunidades y desventajas en el acceso a
servicios hidrosanitarios en Morelia y Oaxaca

Cinthia Ruiz-López1*, Yadira Méndez-Lemus2 y Antonio Vieyra2

RESUMEN

El actual proceso de urbanización —producto de las políticas neolibe-


rales y la globalización— ha creado ciudades más dispersas y segrega-
das. América Latina y México presentan altas tasas de urbanización.
Las urbes intermedias son relevantes por su dinamismo poblacional e
intermediación2 en servicios básicos urbanos a territorios rurales. La
urbanización dispersa es un proceso global que integra a los territorios
rurales, tiene impactos locales para el medio ambiente y la segregación
que, a su vez, suscita un acceso diferencial de servicios básicos para
la población. Las problemáticas en el acceso al agua y saneamiento
entre asentamientos son reconocidas en el ámbito internacional con
los Objetivos de Desarrollo Sostenibles, firmados en el 2015, pero las
carencias en dicho acceso persisten en 9 de cada 10 habitantes de la
región latinoamericana, especialmente en el ámbito rural. La mayor
disimilitud en estos servicios se presenta en el espacio urbano-rural,
el periurbano, donde la ciudad se extiende. La pregunta guía del capí-
tulo es cómo la urbanización periurbana genera cambios ambientales
e impactos de segregación en el acceso a servicios hidrosanitarios en
asentamientos de ciudades intermedias. Desde la geografía ambiental,
se analizan los cambios ambientales y segregación (oportunidades y
desventajas) en el acceso al agua y saneamiento de habitantes en dos
asentamientos periurbanos en ciudades intermedias en México, espe-

1 Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental. Universidad Nacional Autónoma


de México. UNAM-Morelia.
2 La función de intermediación de las ciudades se relaciona con el tamaño de la urbe y
con las relaciones urbanas-rurales (Llop, et al. 2019). Las ciudades intermedias tienen
la capacidad de relacionarse con la gran ciudad y con el medio rural, conformando no-
dos territoriales. En ellas se concentran servicios urbanos, administrativos, actividades
económicas y de movilidad para la población urbana y rural.
* Autora para correspondencia: cruiz@ciga.unam.mx

265
cíficamente Morelia y Oaxaca. Esto contribuye al entendimiento del
proceso global de integración por la urbanización periurbana e impac-
tos de las relaciones ambientales.

Palabras clave: acceso al agua; ciudades de mediano tamaño; diferenciación; exclusión;


saneamiento

INTRODUCCIÓN

Las urbes están en un proceso de reestructuración económica, produc-


to de las políticas neoliberales y la globalización, entre otros factores.
Esta reestructura cambia los procesos tradicionales de urbanización y
crea ciudades más dispersas y segregadas (Borsdorf et al., 2002; Ciuda-
des y Gobiernos Locales Unidos, [UCLG], CGLU, por sus siglas en inglés,
2016). Actualmente, más de la mitad de los habitantes a nivel mundial
viven en áreas urbanas y las ciudades intermedias cobran un papel re-
levante en el proceso de urbanización mundial (Llop, et al., 2019). En
el 2016, la región de América Latina concentraba el 13 por ciento de la
población urbana del mundo y el 11 por ciento de las ciudades interme-
dias del mundo (CGLU, 2016).
En México, el 20 por ciento de la población vive en ciudades in-
termedias (i.e., ciudades entre 500 y menos de 1 millón de habitan-
tes) (Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano [SEDATU] y
Consejo Nacional de Población [CONAPO], 2018). La expansión urbana
es un proceso humano global que incorpora tierras rurales y genera
modificaciones en los usos y coberturas de suelo e infraestructura que
configuran las relaciones sociales y distribución de recursos (el agua
entre ellos). Estos cambios modifican el ambiente, especialmente en
los territorios de transición urbanos-rurales, denominados periurba-
nos, los cuales son espacial y socialmente heterogéneos (Allen, 2003).
La urbanización dispersa no ha asegurado el acceso a servicios bá-
sicos para la población. Las carencias de agua potable y saneamien-
to son especialmente frecuentes en las urbanizaciones no planeadas.
Se estima que en la región de América Latina (la más desigual a nivel
mundial) 2 de cada 10 habitantes vive en pobreza y el servicio de agua
cubre a 9 de cada 10 habitantes, mientras que 8 de cada 10 habitantes
tienen acceso a saneamiento. Específicamente en México 4 de cada 10
habitantes están en situación de pobreza y presentan alguna carencia
en los servicios hidrosanitarios (Boltvinik y Damián, 2020; Ortiz y
Ríos, 2013; Soares, 2017).

266 Integración global


La expansión urbana se ha relacionado con la escasez del agua y
cambios ambientales, por ejemplo, degradación de bosques, de tierras
de cultivos y áreas rurales. Además, se estima que el funcionamien-
to de los servicios de agua y saneamiento generan desventajas con la
presencia de eventos naturales, tales como sequía e inundaciones. Lo
anterior causa otros problemas ambientales como la contaminación
de afluentes naturales y pérdida de flora y fauna, producto del proceso
diferencial de urbanización3 (Behera et al., 2020).
Las problemáticas que genera el acceso diferenciado al agua en
los asentamientos humanos quedaron plasmadas en agendas de re-
conocimiento internacional (Hommes y Boelens, 2017). En el 2015 la
Organización de Naciones Unidas (ONU) estableció con líderes mun-
diales (entre ellos México) los Objetivos de Desarrollo Sostenibles
(ODS), incorporando el agua limpia y saneamiento (ODS #6) al igual
que ciudades y asentamientos humanos inclusivos, seguros, resilientes
y sostenibles (ODS #11) (ONU, 2019). A más de cinco años de dicho
compromiso, el número de personas que utilizan agua potable gestio-
nada de manera segura aumentó al 70 por ciento. Sin embargo, en 2019
dichos avances eran insuficientes para lograr el cumplimiento de los
objetivos (ONU, 2019).
En el espacio periurbano es más difícil atender dichas problemáti-
cas, porque su crecimiento espontáneo y sus débiles conexiones con los
gobiernos municipales dificultan su planeación (Allen, 2003) y gestión
de sus recursos. El periurbano requiere mayor infraestructura, princi-
palmente hidrosanitaria por la necesidad de bombeo, transporte y tra-
tamiento de agua (ONU, 2019). Esto conlleva a reconocer el importante
rol de la infraestructura en la gestión del agua (Hommes y Boelens,
2017), poco discutido desde el punto de vista de los cambios ambien-
tales y debido a la segregación socioespacial. La literatura plantea que
en algunos asentamientos la segregación incrementa la distancia a las
oportunidades o beneficios (i.e. el acceso al servicio hidrosanitario).
Además, puede disminuir la distancia a las desventajas, por ejemplo, la
contaminación, riesgos y vulnerabilidad (Grove et al., 2018). Esto tiene
un impacto en las relaciones con los ambientes locales.
El análisis de la segregación es un proceso de diferenciación terri-
torial de una población por su lugar de residencia y origen de los asen-
tamientos (Rubiano-Briñez, 2017), que además caracteriza partes de la

3 En las ciudades el proceso de urbanización es diverso puede incluir asentamientos ori-


ginales, fraccionamientos, urbanizaciones cerradas, asentamientos informales, entre
otros. La población que habita estas urbanizaciones accede de manera diferencial a los
servicios básicos, entre ellos el agua.

Segregación socioespacial en el periurbano... 267


ciudad por sus usos y funciones (Thibert y Osorio, 2014). Sin embargo,
los estudios tradicionales de la segregación se han centrado en caracte-
rizar la diferenciación de la población por su clase social (pobres y ricos)
en una escala territorial, pocos indagan sobre los impactos en el acceso
a servicios hidrosanitarios en el periurbano. Desde estos planteamien-
tos es necesario repensar la noción y entendimiento de la segregación,
abordando el proceso de manera integral y multidimensional (Vaughan
y Arbaci, 2011).
En México, el impacto ambiental del incremento de la demanda
urbana de agua es relevante en el análisis de las ciudades intermedias
y principalmente en su espacio periurbano. De acuerdo con esto, la pre-
gunta que guía la investigación es: ¿cuáles son los cambios ambientales
e impactos de la segregación (oportunidades y desventajas) en el acceso
a servicios hidrosanitarios de habitantes de dos ciudades intermedias
mexicanas generadas por la urbanización periurbana?
Este capítulo analiza los cambios ambientales y segregación del uso
del agua a partir de oportunidades y desventajas del acceso a servicios
hidrosanitarios en dos asentamientos en ciudades intermedias en Mé-
xico, específicamente los casos de Morelia y Oaxaca. La elección de las
ciudades y municipios responde a tres razones. Primero, los estados
de Michoacán y Oaxaca, a través de sus ciudades capitales de tamaño
intermedio (Morelia y Oaxaca), sobresalen a nivel nacional por pre-
sentar una alta expansión urbana entre 1995 y 2005, principalmente
sobre tierras productivas aledañas a esos centros urbanos (Martínez
y Monroy-Ortíz, 2009). Segundo, los municipios periféricos elegidos
(Charo y Villa de Zaachila) sobre los que se expande la ciudad presen-
tan áreas significativas de propiedad ejidal (Charo es el segundo y Villa
de Zaachila el primero con mayor superficie ejidal en las ciudades in-
termedias correspondientes (Registro Agrario Nacional [RAN], 2020).
Tercero, los municipios elegidos han experimentado una urbanización
en tierras ejidales, mayormente a través de asentamientos irregulares.
Estos aspectos justifican la elección de casos —que si bien son dispares
en cuanto a extensión, tamaño de población, viviendas e infraestruc-
tura— comparten características esenciales para analizar los cambios
ambientales y la segregación en el periurbano de ciudades intermedias
mexicanas. Además, permiten reconocer las convergencias y divergen-
cias en los procesos de urbanización, segregación y el acceso al agua en
los espacios periurbanos. Los procesos descritos son en gran medida
reproducidos en diversas ciudades intermedias del territorio nacional,
pero también se pueden reconocer en contextos periurbanos de otras
ciudades Latinoamericanas.

268 Integración global


Este documento plantea un acercamiento integral al cambio am-
biental y la segregación, a partir de una revisión de datos cuantitativos
y cualitativos sobre el cambio ambiental producido por la urbaniza-
ción periurbana, así como el disímil acceso al agua y saneamiento de
su población. Además, se reconoce al ambiente no solo como lo que
rodea a la sociedad, sino como un producto de ella (Bocco y Urquijo,
2013) y modificado por sus acciones (Bocco y Urquijo, 2013; Costa y
Scarlato, 2019; Reboratti, 2000). De acuerdo con ello, las desventajas
ambientales se reflejan en riesgos, vulnerabilidades y el aumento de
la inequidad; mientras que las oportunidades se reflejan en acceso a
espacios verdes, como parques, etc., (Grove et al., 2018).
El capítulo está organizado de la siguiente manera. Primero, se
plantea el enfoque teórico-metodológico para analizar el cambio am-
biental y la segregación, en este apartado se explica el método y las
características del área de estudio. Después, se desarrollan los princi-
pales resultados en el cambio ambiental y la segregación socioespacial
en los casos de estudio; iniciando con Los Girasoles en Charo (periur-
bano de Morelia) y en seguida con la Agencia Vicente Guerrero en Villa
Zaachila (Oaxaca). Al final, se concluye con los principales hallazgos
referentes al cambio ambiental e impacto de la segregación en el ac-
ceso al agua y saneamiento en el periurbano de ciudades intermedias
mexicanas.
Este capítulo contribuye al entendimiento del proceso global de la
urbanización periurbana, que absorbe territorios rurales con impacto
en las relaciones con el ambiente. Esta expansión genera un cambio
ambiental y reproduce la segregación en territorios periurbanos, es-
pecialmente en el acceso a servicios hidrosanitarios. En este sentido
el enfoque integral de la Geografía Ambiental es útil para analizar la
complejidad de dichos procesos.

UN ENFOQUE TEÓRICO-METODOLÓGICO PARA ANALIZAR EL


CAMBIO AMBIENTAL Y LA SEGREGACIÓN SOCIOESPACIAL

Desde la geografía humana, el ambiente es un continuum de elemen-


tos naturales, modificados y artificiales que constituyen el ámbito que
rodea a la sociedad (Reboratti, 2011). Cercano a esta visión, se localiza
otro enfoque integrador de los componentes socioculturales y biofísi-
cos del espacio geográfico. Desde la geografía ambiental se define al
ambiente no solo como aquello que rodea a la sociedad, sino producto
de ella. En ese sentido, las transformaciones ambientales responden a
negociaciones entre actores en distinto nivel de dominio (Bocco y Ur-

Segregación socioespacial en el periurbano... 269


quijo, 2013). Desde esta visión, el territorio es una dimensión útil para
el análisis ambiental, al reconocer las vertientes espacial y cronológica
(Bocco y Urquijo, 2013, 87).
Este acercamiento permite identificar que la relación sociedad-am-
biente se construye a partir de múltiples interacciones en un espacio geo-
gráfico concreto, entendido esto como una síntesis de las interacciones
trans-temporal y trans-escalar de hechos y fenómenos localizados (Costa
y Scarlato, 2019, 645). El espacio geográfico, al ser apropiado por una so-
ciedad, es construido social e históricamente convirtiéndose en un territo-
rio (Renault, 2010 citado en Morales-Barragán y Jiménez López, 2018, 18).
Bajo estas acepciones la idea de ambiente se concretiza en un terri-
torio, el cual es una construcción social de elementos naturales, modi-
ficados y artificiales apropiados por una sociedad. Está construido por
las relaciones entre actores y con la superficie del planeta, incluyendo
una diversidad de actores y procesos dentro o fuera del territorio (Mo-
rales-Barragán y Jiménez López, 2018; Reboratti, 2011, 31). En el caso
del espacio periurbano dicho proceso de construcción territorial está
en transición entre el ámbito rural y el urbano, convirtiéndolo en un
espacio heterogéneo (Allen, 2003).
El cambio ambiental, estudiado desde la noción de territorio, se
comprenderá como la modificación de las relaciones entre actores y
con los elementos naturales y modificados. Dicho cambio ha sido im-
pulsado por y, al mismo tiempo, es resultado de procesos humanos y
físicos en las áreas urbanas (Sánchez y Bonilla, 2007, 4). Un proceso
que caracteriza al cambio ambiental es la segregación. Esta es definida
como la diferenciación de una población por su lugar de residencia y
origen no planeado de los asentamientos, que determinan el acceso al
agua y saneamiento (Rubiano-Briñez, 2017).
Los estudios de la segregación han sido diversos, pero se puede
agrupar en dos dimensiones: física y la social. La primera es el en-
foque más desarrollado, que se centra en la distribución física de la
población y mide la diferenciación a través de la homogeneidad y la
concentración poblacional (Domínguez, 2017). El segundo enfoque es
el social, que considera la escasez de interacción entre actores en la
organización social, determinada por ideas o valores de los grupos y
la identidad (Sabatini, 2003; Vergara-Erices y Garín Contreras, 2016).
La diferenciación se expresa en los distintos usos y funciones de zonas
de la ciudad (Thibert y Osorio, 2014, 1319), es decir, en las escalas. La
segregación social se ha relacionado con otros conceptos como la ex-
clusión social. Según Saraví (2004), la segregación es una dimensión
y efecto de la exclusión social que evidencia la diferenciación en los

270 Integración global


contactos sociales e interacciones de un grupo de habitantes respecto a
otros, causada por rasgos socioculturales, relaciones sociales (formales
e informales), prejuicios e identidades. Mientras que la exclusión social
son las prácticas sociales discriminatorias y desventajosas que limitan
a los habitantes para adquirir un bien, un beneficio o servicio (Ramírez
y Ziccardi, 2008). En ese sentido, la segregación social no necesaria-
mente implica la exclusión social.
Desde estos planteamientos, la relación entre el cambio ambiental
y la segregación socioespacial en el acceso al agua y saneamiento en el
periurbano se observará a través de tres elementos. Por un lado, en las
transformaciones territoriales en asentamientos del periurbano, pro-
ducto de la urbanización periurbana. Por otro lado, en los impactos de
la segregación a través de las oportunidades y desventajas que plantea
la ubicación física de los habitantes y de la infraestructura hidráulica.
Finalmente, con una revisión de las valoraciones sociales que inciden
en el acceso al agua de los habitantes.

MATERIALES Y MÉTODOS

El análisis del cambio ambiental y la segregación socioespacial en el


acceso al agua y saneamiento (producido por la urbanización periur-
bana) se realizó mediante un acercamiento integral al territorio y al
proceso de segregación socioespacial. Desde la noción de territorio se
reconocen las redes multiescalares entre actores y su interacción con
elementos naturales, modificados y artificiales4 en la distribución y
usos del agua.
Para reconocer las relaciones hidrosociales5 (Hommes y Boelens,
2017) y el cambio ambiental (Soares, 2017) se observaron las interac-
ciones entre actores dentro y fuera del territorio de estudio (Mora-
les-Barragán y Jiménez López, 2018; Reboratti, 2011), incluidas aquellas
entre actores y el ambiente con elementos naturales, modificados y ar-
tificiales (Cuadro 1). Específicamente el acercamiento a la segregación
socioespacial fue a través de las interacciones sociales con elementos
artificiales y modificados.

4 Elementos naturales, por ejemplo, afluentes de agua y fenómenos hidrometeorológi-


cos; elementos modificados, como usos de suelo, tipo de asentamiento y cambios en los
elementos naturales; y elementos artificiales, por ejemplo, infraestructura hidráulica o
redes de abastecimiento hasta el drenaje y otras formas de abastecimiento.
5 Las relaciones hidrosociales entendidas por Hommes y Boelens (2017) son aquellas
presentes en los ambientes urbano-rurales en las que se distribuye y gestiona el agua,
lo cual incluye la infraestructura, valores, significados, elementos naturales, políticos,
sociales e institucionales.

Segregación socioespacial en el periurbano... 271


Cuadro 1. Escalas, dimensiones, interacciones ambientales en el acceso al agua y
saneamiento

Escalas Dimensiones Relaciones en el ambiente


La disponibilidad de infraestructura hidrosani-
taria en la cabecera municipal (v) y localidades
F ís ica (Msf) vecinas (h)
(MAc) Director de obras u urbanismo y gobier-
nos de localidades vecinas
Municipal (Ms) Coordinación entre los gobiernos locales, los
municipales (v), localidades vecinas y actores cla-
ves (h) en el acceso a servicios básicos, infraes-
S o cial (Msso) tructura hidrosanitaria y solución de problemas
de contaminación
(MAc) Director de obras u urbanismo y gobier-
nos de localidades vecinas
Distribución física de la infraestructura hidro-
sanitaria (Ea) respecto a la ubicación de los
habitantes (h) y formas alternas de conseguir el
Física (Lsf) servicio
Presencia de contaminación en el agua y eventos
hidrometeorológicos
Localidad (Ls) (Lac) Gobiernos y organizaciones locales
Estigmas territoriales e identidades que carac-
terizan las relaciones entre habitantes para el
Social (Lsso) acceso a la infraestructura hidrosanitaria (h),
problemas de contaminación y daños por even-
tos hidrometeorológicos
(Lac) Gobiernos y organizaciones locales

Nota: Escalas: Municipal (Ms) y Localidad (Ls).


Actores (Ac). Dimensiones: Física (f) y Social (so).
Interrelaciones: Verticales (v) y Horizontales (h).

Desde el entendimiento de la segregación, como un proceso de di-


ferenciación territorial, ésta genera oportunidades y desventajas en las
relaciones con el ambiente. En el Cuadro 1 se muestran las escalas de
análisis y los actores observados. En la escala municipal, los actores
fueron los gobiernos municipales y de las localidades vecinas. En la
dimensión física (Msf) se revisó la disponibilidad de infraestructura

272 Integración global


hidrosanitaria suministrada por la cabecera municipal (Charo y Villa
de Zaachila) y las localidades vecinas. En la dimensión social (Msso) se
observaron las relaciones de coordinación entre los gobiernos munici-
pales (v) y otras localidades (h) para el acceso al agua.
En la escala de localidad, los gobiernos y organizaciones locales
fueron los actores observados. La dimensión física (Lsf) se revisó por
medio de la ubicación de la infraestructura hidrosanitaria respecto a
los habitantes del asentamiento; y en la social (Lsso) se analizaron los
estigmas territoriales6 e identidades locales que caracterizan las rela-
ciones para el acceso al agua.
La presentación de dos casos de estudio no es con fines compara-
tivos, debido a que el proceso de urbanización periurbana es diferen-
te en cada asentamiento (e.g., tamaño de la localidad, características
sociodemográficas y geográficas). La elección de estos casos consiste
en que ambos asentamientos comparten cuatro características: no se
planearon desde su origen, se establecieron sobre tierras rurales, se
ubicaron en el periurbano de ciudades intermedias y experimentan un
acceso diferencial a servicios hidrosanitarios, principalmente desde la
escala municipal.
La información utilizada fue de dos tipos: la información cuantita-
tiva retomó datos sociodemográficos del Censo de Población y Vivien-
da del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) del 2020;
mientras que la información cualitativa se consiguió en recorridos de
campo y cinco mapeos participativos con actores considerados claves
en el acceso al agua y saneamiento7. Además, en el asentamiento de
Los Girasoles se realizaron cinco entrevistas semiestructuradas con je-
fes de familia en octubre y septiembre del 2019, que corresponde al 63
por ciento de los hogares habitados. Las entrevistas se hicieron para cu-
brir los vacíos de información estadística e histórica del asentamiento.

6 Estigmatización es un tipo de exclusión social que adhiere etiquetamientos, estereoti-


pos, separación, cuestionamiento, pérdida de estatus y discriminación que promueven la
infravaloración de los habitantes, limita la interacción social o promueve la desintegra-
ción social (Guzmán, 2018; Sabatini, 2003). Específicamente los estigmas territoriales
establecen un etiquetamiento de los individuos de acuerdo con el lugar donde viven y
expresan que no son todos iguales (Saraví, 2008).
7 Director de urbanismo de Charo (mapeo el 5 de septiembre 2019), Director de Obras
de Villa Zaachila (mapeo el 18 de julio de 2019), Encargado del orden en Los Girasoles
(mapeo el 5 de septiembre de 2019), Encargado del orden de Rosas de Guadalupe (ma-
peo el 5 de septiembre 2019) y Agencia de Vicente Guerrero (marzo del 2020).

Segregación socioespacial en el periurbano... 273


SITIOS DE ESTUDIO

Las ciudades intermedias en México son Zonas Metropolitanas (ZM) for-


madas por un municipio central y otros conurbados. En este estudio los
sitios de interés se localizan en los estados de Michoacán de Ocampo y
Oaxaca, en las ZM de Morelia y Oaxaca, respectivamente (Figura 1B). La
primera formada por tres municipios (Morelia, San Miguel de Tarímbaro
y Charo, Figura 1A) y la segunda formada por 22 municipios (Figura 1C).

Figura 1. Localización de los sitios de estudio

Nota: A) La Zona Metropolitana de Morelia (ZMM) conformada por Morelia, Tarímbaro y Charo.
B) Ubicación de los estados. C) La Zona Metropolitana de Oaxaca (ZMO) se conforma por 22
municipios: 1. Oaxaca de Juárez; 2. San Agustín de las Juntas; 3. San Agustín Yatareni; 4. San
Andrés Huayapam; 5. San Antonio de la Cal; 6. San Bartolo Coyotepec; 7. San Jacinto Amilpas; 8.
Ánimas Trujano; 9. San Lorenzo Cacaotepec; 10. San Pablo Etla; 11. Villa de Etla; 12. San Sebastián
Tutla; 13. Santa Cruz Amilpas; 14. Santa Cruz Xoxocotlán; 15. Santa Lucía del Camino; 16. Santa
María Atzompa; 17. Santa María Coyotepec; 18. Santa María del Tule; 19. Santo Domingo
Tomaltepec; 20. Soledad Etla; 21. Tlalixtac de Cabrera y 22. Villa de Zaachila. Fuente: Elaboración
propia con información del INEGI (2018).

274 Integración global


El área de estudio en la ZM de Morelia se ubica en la frontera
oriente con el municipio de Charo, que tiene la menor tasa de cre-
cimiento de la ZM (0.1 por ciento del 2010 al 2015) (SEDATU y CO-
NAPO, 2018) y la más baja densidad urbana (tres veces menor que
Morelia y Tarímbaro), es el segundo con mayor extensión de tierra
de propiedad social (ejidos) (RAN, 2020). El asentamiento estudiado
es el fraccionamiento Los Girasoles, localizado en la zona con mayor
urbanización no planeada de Charo en los últimos 20 años.
En la ZM de Oaxaca, el área de estudio se ubica en el municipio de
Villa de Zaachila y se ubica al Sur de Oaxaca de Juárez (municipio cen-
tral). El municipio ha tenido un crecimiento importante en los últimos
años (5.1 por ciento del 2010 al 2015) (SEDATU y CONAPO, 2018), aun-
que una baja densidad urbana y tierras en propiedad social (comunal
y ejidal). Casi la mitad de su extensión de tierra es propiedad ejidal,
donde se ha experimentado un crecimiento irregular (RAN, 2020). El
asentamiento estudiado es la Agencia Vicente Guerrero, la segunda lo-
calidad urbana en el municipio y de origen irregular.

RESULTADOS

Periurbano de Morelia, Michoacán: Fraccionamiento Los Girasoles, Charo

a) Creación de Los Girasoles y cambio ambiental


El fraccionamiento de Los Girasoles se ubica sobre tierras del ejido de
San José de las Torres (Morelia) en la zona surponiente del municipio
de Charo (Figura 2A). La topografía es en forma de meseta, espacio en
el que confluyen suelos lacustres donde corren arroyos que desembo-
can en el Río Grande de Morelia. El suelo de la zona es de dos tipos
(Figura 2B): Vertisol, que tiene alto contenido de arcilla, es duro al
secarse, lodoso al mojarse y con baja fertilidad (Secretaría de Medio
Ambiente y Recursos Naturales [SEMARNAT], 2002); y Phaeozem,
que es fértil y apto para el cultivo, así como propicio a la erosión (SE-
MARNAT, 2002). La cubierta vegetal en la región es de arbustos de
distintas especies y matorrales no maderables.
Las tierras ejidales de San José de las Torres eran originalmente
de uso agrícola de temporal y lugar de residencia (desde la década de
1980) de la población Rosas de Guadalupe, originaria del mismo eji-
do. La modificación del uso de suelo inició con la creación del frac-
cionamiento Los Girasoles en la primera década del siglo XXI. Fue un
proceso de urbanización no planeado, aunque se cree que la comercia-
lización empezó 20 años atrás, a través de un actor privado y por encar-

Segregación socioespacial en el periurbano... 275


go de los ejidatarios. El cambio de uso de suelo estuvo alentado por la
construcción del Centro de Reinserción Social Mil Cumbres (CERESO),
el cual ha generado un corredor comercial y de servicios a lo largo de la
antigua carretera Morelia-Toluca e incentivado urbanizaciones irregu-
lares de los ejidos colindantes (Jaripeo, Irapeo y San José de las Torres).
El fraccionamiento empezó su urbanización con 93 lotes, aunque
en el proyecto inicial contabilizaba 1046 lotes. Fueron ocupados sin
aviso, ni trámite ante el Ayuntamiento de Charo. En el 2020, Los Gira-
soles tenía una población de 45 habitantes y 11 casas habitadas, equiva-
lentes al 11 por ciento de los lotes vendidos (INEGI, 2020). La mayoría
de su población se encontraba en edades productivas de 15 a 64 años (5
de cada 10 pobladores) y jóvenes de 0 a 14 años (4 de cada 10 habitan-
tes). El 5 por ciento de la población era originaria de otra entidad y el
9 por ciento migró después del 2015. Los habitantes considerados eco-
nómicamente activos correspondían al 44 por ciento de la población,
principalmente hombres (70 por ciento) que se mantenían laborando
por su propia cuenta (comerciantes, albañiles y empleados de tiendas
de conveniencia) y trabajaban en Morelia.
A más de 10 años de la creación de Los Girasoles, el asentamiento
no es reconocido como localidad. Esto ha dificultado el acceso a ser-
vicios básicos para sus habitantes. Según datos del INEGI (2020), el
70 por ciento de la población no está afiliada a servicios de salud, la
población de 15 años y más está alfabetizada, el 30 por ciento tiene
como escolaridad mínima la educación primaria o niveles más altos
y el 8 por ciento asiste a la escuela (a localidades como Irapeo, Jaripeo
o Morelia). En cuanto a la urbanización, la distribución de las vivien-
das en el asentamiento es dispersa, existen dos vialidades principales
que la comunican con la carretera (Figura 2C). El asentamiento tiene
carencias en servicios básicos, educativos y de salud; mientras que la
energía eléctrica y el agua son los servicios con mayor cobertura (10
de las 11 casas) (INEGI, 2020), aunque no siempre obtenida de forma
legal.8 El agua y el saneamiento son los principales problemas. La pri-
mera se obtiene mediante compra de pipas (10 de las 11 casas) debido
a que no hay red hidráulica. El drenaje tiene menos cobertura (9 de las
11 casas) (INEGI, 2020). En dos de las casas es obtenido por medio de
fosas sépticas; mientras que nueve de ellas están conectadas a una red
de drenaje que desecha las aguas servidas a los campos de cultivo.

8 Las viviendas más carentes usan diablitos, una conexión ilícita a la corriente eléctrica
con el fin de obtener el servicio de energía eléctrica sin pagar por él.

276 Integración global


La problemática de drenaje en Los Girasoles es compartida con
otros asentamientos cercanos (los Fresnos, Comunidad Girasoles, etc.),
algunos de clase socioeconómica baja y otros de clase socioeconómica
media; así como con pueblos vecinos (Rosas de Guadalupe y Jaripeo).
Esta situación ha provocado contaminación en los mantos acuíferos.

b) Múltiples escalas de la segregación socioespacial


en Los Girasoles
La población de Los Girasoles experimenta segregación que incide en
el acceso al agua y saneamiento. Su ubicación está en la zona con ma-
yor crecimiento no planeado del municipio de Charo. El proceso de
venta irregular y colindancia con asentamientos tradicionales han sig-
nificado cambios en la segregación, vistos a través de oportunidades y
desventajas para sus habitantes.
Una desventaja en el municipio es su ubicación en una zona ho-
mogénea en carencias de servicios básicos, principalmente de agua
y saneamiento (Cuadro 2. Msf). Dicha situación caracteriza las inte-
racciones (Cuadro 2. Msf) entre funcionarios del Ayuntamiento con el
Encargado del Orden (Cuadro 2. v). A decir del primero, Los Girasoles
no es una localidad sino un fraccionamiento suburbano9, por ello el
Ayuntamiento no está obligado a otorgarles los servicios, lo cual no es
acorde a lo planteado por el Código de Desarrollo Urbano del Estado
de Michoacán de Ocampo (Congreso de Michoacán de Ocampo, 2017).
El organismo operador del agua en Charo10 no tiene injerencia en las
problemáticas de las localidades. Mientras, el Ayuntamiento suminis-
tra de manera parcial materiales para las conexiones del drenaje de
los habitantes, que serán autogestionadas. Para los pobladores de Los
Girasoles la situación de irregularidad y pobreza se ha convertido en
una oportunidad para regularizar sus propiedades ante el Instituto Na-
cional de Suelo Sustentable (INSUS) y con ello obtener infraestructura
hidrosanitaria (Cuadro 2. Msf).
En cuanto a la segregación social a nivel municipal (Cuadro 2.
Msso) los habitantes de Los Girasoles tienen interacciones conflictivas

9 Según el Código de Desarrollo Urbano del Estado de Michoacán de Ocampo estos frac-
cionamientos deben tener un estudio de impacto ambiental previo, que por su condi-
ción de irregular no tienen. El código también planea que si se localizan cercanos a la
cabecera municipal deberán entregar sus obras urbanas a los Ayuntamientos (Artículo
414). Pero no da indicación alguna sobre la no responsabilidad en el otorgamiento de
servicios. Sin embargo, sí indica que los ayuntamientos tienen atribuciones de regular
y planear su zonificación (Artículo 1º, Congreso de Michoacán de Ocampo, 2017).
10 En Charo el organismo operador del agua es el Comité de Agua Potable y Alcantarilla-
do de Charo (CAPA) que solo atiende a la cabecera municipal.

Segregación socioespacial en el periurbano... 277


con los pobladores de Rosas de Guadalupe. Los segundos nombran a
los primeros como los de enfrente y los responsabilizan de la contami-
nación del río. Mientras que el Encargado del Orden de Los Girasoles
considera que la falta de disponibilidad para conectarse al drenaje de
Rosas de Guadalupe está mediada por ser fuereños y clasifica a los otros
como egoístas.
La segregación municipal se replica en la escala de localidad y se
expresa en la distribución de la infraestructura hidrosanitaria (Cuadro
2. Lsf), así como en las interacciones sociales (Cuadro 2. Lsso) al inte-
rior de la localidad. En la Figura 2C se muestra cómo la ubicación de
la infraestructura hidrosanitaria es perimetral a Los Girasoles, lo cual
otorga el servicio a los pueblos vecinos (Rosas de Guadalupe) y excluye
a los habitantes de Los Girasoles.

Cuadro 2. Desventajas y oportunidades de la segregación y el acceso al agua y


saneamiento en Los Girasoles.

Desventajas Oportunidades

Zona homogénea de crecimien- Políticas federales de


Charo (Msf) to urbano y carencia regulación de suelo del
asentamiento ante INSUS
Física Disponibilidad en el uso de la
Los Girasoles infraestructura hidrosanitaria Apoyo en la realización
(Lsf) Contaminación del agua (pipas de infraestructura (pozo
y tiraderos a cielo abierto) de agua)
Eventos hidrometeorológicos
Estigmas territoriales hacia los
Charo (Msso) fraccionamientos suburbanos Apoyo para la construc-
Social Valoraciones negativas entre ción de un pozo de agua
pueblos vecinos o fuereños
Los Girasoles Poca participación y organiza- Apoyo entre vecinos
(Lsso) ción social

La red de agua potable proviene de un cuerpo de agua que está en


la parte alta del Ejido de Jaripeo. Aunque la disponibilidad de agua
potable podría cubrir a Los Girasoles, esto no es así. Es por ello que
sustituyen la falta de infraestructura con la compra de pipas, sin cono-
cer la calidad del agua suministrada. Aunado a lo anterior, la falta de
buenas relaciones con las autoridades municipales (Cuadro 2. Msso)

278 Integración global


se convirtió en una oportunidad. A decir por el Encargado del Orden,
se pudieron realizar solicitudes fructíferas con el Gobierno Federal y
el Estatal para obtener agua potable a través de un pozo del CERESO
(esquina norte).
Por otra parte, la red de drenaje se colocó en el 2017 en territorio
de Rosas de Guadalupe, y desemboca en un afluente natural en la parte
norte del asentamiento. Dicha red corre de forma perimetral a Los Gira-
soles y deja a sus habitantes sin el servicio. Ante tal situación, los pobla-
dores suplen el servicio con fosas sépticas y el desecho de aguas se hace
a cielo abierto en las calles y afluentes naturales, acercándolos a fuentes
de contaminación. Estas desventajas en el acceso a servicios para la po-
blación de Los Girasoles (Cuadro 2. Lsf) no están determinadas por la
distancia a la infraestructura, sino por la disponibilidad en la conexión.
Aunado a ello, la zona donde se ubica Los Girasoles sufre constan-
temente eventos hidrometeorológicos como inundaciones en las via-
lidades que impiden el paso a Irapeo (al Norte); granizadas, la última
registrada en el 2017; y trombas, la última registrada en el 2018; que
afectan la débil estructura de los techos de las viviendas (Cuadro 2. Lf).
Ante tales eventos los vecinos se organizan vía telefónica para apoyarse,
pero manifiestan no recibir ayuda del Ayuntamiento.
Por otro lado, las interacciones entre habitantes (Cuadro 2. Lsso), a
decir de los jefes de familia entrevistados y actores claves, existe segre-
gación social. Esto se identifica en las valoraciones de unos hacia otros,
que se observan en una incipiente organización interna de los habitan-
tes de Los Girasoles. En el 2019, la población del asentamiento eligió
al Encargado del Orden; según él, los pobladores “no quieren cooperar
ni participar”. En el asentamiento no existe ningún tipo de comité que
ayude a gestiones exitosas en sus servicios básicos. Estas valoraciones
son estigmas territoriales que, por un lado, limitan la interacción social
y generan exclusión y, por otro, ponen en desventaja a los pobladores de
Los Girasoles en cuanto al acceso al agua y saneamiento.

Periurbano de Oaxaca, Oaxaca: Agencia Vicente Guerrero, Villa de Zaachila

a) Creación de la Agencia Vicente Guerrero y cambio ambiental


En el valle oriente del municipio de Villa Zaachila (Oaxaca) se ubica la
Agencia Vicente Guerrero (Figura 3A), sitio con clima seco y semiseco,
vegetación escasa producto de la actividad agrícola y zonas de pastizales11.

11 El municipio de Villa Zaachila se localiza en una de las zonas con mayor superficie de
pastizales en la Zona Metropolitana de Oaxaca.

Segregación socioespacial en el periurbano... 279


Figura 2. Ubicación, suelos e infraestructura en el fraccionamiento Los Girasoles

280
Integración global
Nota: A) Ubicación de fraccionamiento, B) Usos de suelo, C) Infraestructura
Figura 3. Ubicación, suelos e infraestructura de la Agencia Vicente Guerrero

Segregación socioespacial en el periurbano...


281
Nota: A) Ubicación de la Agencia, B) Usos de suelo, C) Infraestructura.
Los suelos son principalmente de dos tipos: Vertisol y Leptosol, excelentes
para la producción agrícola (Figura 3B) (SEMARNAT, 2002). La Agencia
se ubica en la región hidrológica Costa Chica Río Verde llamada Cuenca
del Río Atoyac12 y recibe riego por corrientes perennes como Valiente, San
Pablo y Sabino.
Los terrenos donde se asienta la Agencia Vicente Guerrero pertene-
cían originalmente del ejido Santa María Zaachila, estaban destinadas
a actividades agrícolas de temporal. En 1974 los ejidatarios empezaron
a vender sus tierras por invitación. En 1985 el Ayuntamiento de Oaxa-
ca solicitó a la Secretaría de la Reforma Agraria la expropiación de 16
ha de tierras ejidales para la construcción de una planta procesadora
de basura (Secretaría de la Reforma Agraria, 1991). Los ejidatarios de
Santa María Villa Zaachila creyeron que por esa situación las tierras no
serían utilizadas y prefirieron venderlas para uso urbano.
La Agencia permaneció como asentamiento irregular hasta prin-
cipios del siglo XXI (aproximadamente en el 2016) cuando adquirió el
grado de Agencia Municipal.13 Su proceso de urbanización ha sido no
planeado, originalmente disperso y sin títulos de propiedad de la tierra.
Dicho proceso fue motivado por la migración de habitantes de diversas
partes del estado, los bajos costos de las tierras debido al basurero y la
reventa de lotes.
Actualmente, la Agencia es la segunda localidad urbana del muni-
cipio, habitada por 15,910 habitantes que corresponde al 34 por ciento
de la población municipal (INEGI, 2020). El 5 por ciento de esta pobla-
ción era originaria de otra entidad y el 1 por ciento vivía en el 2015 en
otra entidad,14 es decir migró recientemente (INEGI, 2020). La Agencia
es multicultural, el 14 por ciento de su población habla alguna lengua
indígena, principalmente mujeres (6 de cada 10 mujeres). Cuenta con
servicios de educación de preescolar hasta secundaria. El 4 por cien-
to de su población no sabe leer ni escribir, mayormente mujeres (7 de
cada 10 mujeres) y el 20 por ciento tiene algún grado de escolaridad,
primaria o alguno más alto (Figura 3C). El 52 por ciento de su pobla-

12 La principal corriente hidrológica que atraviesa de Norte a Sur la Zona Metropolitana


de Oaxaca y el municipio de Villa de Zaachila.
13 Es una categoría administrativa de los Gobiernos Municipales en el Estado de Oaxaca.
Para que una localidad pueda tener esta categoría se requiere que cuente con un censo
mayor a 10 mil habitantes. Son atribuciones del Ayuntamiento convocar a elecciones
de las Agencias; en caso de encontrar problemas de paz, asignar a un encargado hasta
por 60 días; y dotar a las Agencias Municipales de los servicios básicos, agua, sanea-
miento, disposición de residuos, alumbrado público (H. Congreso del Estado Libre y
Soberano de Oaxaca, 2019).
14 Estos datos muestran la migración entre entidades federativas, pero no la migración
entre municipios de Oaxaca.

282 Integración global


ción es económicamente activa, principalmente hombres (6 de cada 10
habitantes), quienes laboran en tiendas de conveniencia, como pepe-
nadores en el basurero o se autoemplean como hojalateros, albañiles y
policías. Estas son actividades mal remuneradas y localizadas fuera de
la Agencia (Oaxaca de Juárez).
El espacio de la Agencia está contenido por dos vialidades: la Carrete-
ra Oaxaca-Ocotlán y la calle 29 de septiembre. Al interior, el asentamien-
to está dividido en dos espacios. El más antiguo y concentrado, donde
los lotes tienen actas de posesión15, y hacia el Oriente la zona más nueva,
donde se sitúa el mayor crecimiento urbano y venta de suelo. En esta
última no existen lotes con carta de posesión y se localizan las mayores
carencias en servicios básicos.
En el 2020, existían en la Agencia 3806 viviendas. El promedio de
ocupación por habitación era de 4.18 habitantes, es decir una persona
por cuarto (1.26). La energía eléctrica era el servicio con mayor cober-
tura, en 9 de cada 10 viviendas (INEGI, 2020). El agua y el drenaje
eran los servicios con mayores carencias. Específicamente el agua se
encontraba afuera de la vivienda en 5 de cada 10 viviendas y se obtenía
de dos formas: de un pozo y con pipas. La primera surte mayormente
a la sección más antigua de la Agencia en un sistema de tandeos quin-
cenales (entre 250 a 750 litros por vivienda), mientras que la segunda
surte al lado Oriente (Figura 3C). El drenaje es otro servicio con impor-
tantes carencias. Está presente en 2 de cada 10 viviendas, y se estima
que 3 de cada 10 casas tienen letrina. Según el Agente, el asentamiento
cuenta con infraestructura sanitaria desde hace nueve años, aunque
la población no se ha podido conectar. Esto ha motivado que suplan
esa desventaja con el uso de fosas sépticas, letrinas y baños secos que
incrementan el problema de contaminación del agua en la zona.

b) Las segregaciones socioespaciales en la


Agencia Vicente Guerrero
Los habitantes de la Agencia experimentan segregación socioespacial
que incide en el acceso al agua y saneamiento. A nivel municipal, la
ubicación física (Cuadro 3. Msf) de la Agencia concentra zonas preca-
rias, cercanas al basurero y aisladas de servicios. La Agencia se ubica a
14 km del municipio de Oaxaca de Juárez (principal fuente de empleo) y
a 7 km de la Cabecera de Villa de Zaachila, donde se concentran los ser-
vicios. Esto genera una desventaja en el proceso de solicitud y gestión

15 En la Agencia solo existe la propiedad ejidal, no la propiedad privada. Ante esta situa-
ción los vecinos gestionan sus cartas de posesión para asegurar su patrimonio.

Segregación socioespacial en el periurbano... 283


de los servicios básicos. En la Agencia no existe organismo municipal
que opere los servicios hidrosanitarios, por ello extraen el agua de pozo
y tiran sus desechos de maneras alternativas.
La ubicación y origen irregular de la Agencia representa un estigma
(Cuadro 3. Msso) para sus habitantes y establece desventajas en las re-
laciones con los funcionarios municipales. A decir del Agente, dichos
funcionarios no consideran que los habitantes de la Agencia deban te-
ner los mismos servicios que en la cabecera municipal, razón por la
cual los discriminan para la gestión de obras. El Director de Obras de
Zaachila reconoce que la Agencia se ubica en una zona con un creci-
miento irregular e importante carencia de agua.
El aislamiento de la Agencia respecto a la cabecera municipal (Cua-
dro 3. Msso) ha significado una desventaja en las relaciones con los asen-
tamientos vecinos, a quienes el Agente nombra paracaidistas, y los hace
vulnerables a la llegada de grupos delincuenciales.16 Este aislamiento
también se expresa en las relaciones con los ejidatarios, quienes les ven-
den las tierras, pero a decir del Agente: “No respetan los derechos”. Este
tipo de relaciones han limitado su acceso a bienes y servicios.

Cuadro 3. Desventajas y oportunidades de la segregación y el acceso al agua y


saneamiento en la Agencia

Desventajas Oportunidades
Villa Zaachila Concentración en zonas precarias y aisladas Organización inter-
(Msf) de zonas de servicios. na (h).
Física Fragmentación entre originarios y nuevos
Agencia pobladores
(Lsf) Mayor carencia de servicios y contamina-
ción en agua y suelo
Estigma por su ubicación y origen irregular
Villa Zaachila que caracteriza sus relaciones con los fun- Organización
(Msso) cionarios municipales (v). interna (h).
Conflictos con asentamientos vecinos y
Social ejidatarios (h).
Todos pueden
Agencia Exposición de habitantes a enfermedades y participar en la
(Lsso) falta de acceso a servicio de salud. Asamblea (relacio-
nes horizontales)

16 En años recientes, el espacio de la Agencia y los asentamientos vecinos, cercanos al


basurero, fueron invadidos por la asociación 14 de junio, que, a decir del Agente, les
solicitaba cuotas y cobraba derecho de piso.

284 Integración global


Dicho aislamiento en las relaciones municipales también ha re-
presentado una oportunidad para reforzar la organización interna de
la Agencia. El Agente considera que “el municipio no se quiere hacer
cargo de los problemas que genera el basurero” y ha intentado impo-
ner actores políticos en el gobierno de la Agencia. Dichas acciones han
motivado a que los habitantes refuercen su organización interna y re-
conozcan su multiculturalidad como pueblo indígena”. En particular,
se promovió el establecimiento de un sistema de usos y costumbres17
y con ello la Asamblea18, la máxima autoridad en la Agencia. Todos los
residentes pueden participar en dicha organización (Cuadro 3. Lsso),
sin distinción de clases o grupo indígena. Pero para ocupar algún cargo
se toma en cuenta el historial de participación de los candidatos. La va-
loración de su origen e identidad ha sido vista por los pobladores como
una oportunidad que les permitió reforzar su organización interna, útil
en la escala municipal y de localidad.
Sin embargo, en la dimensión física de la Agencia se observa un
espacio fragmentado (Cuadro 3. Lsf) entre los antiguos y nuevos pobla-
dores. Los últimos están más expuestos a las carencias en servicios y
la contaminación en agua y suelo. Estas desventajas se expresan en la
presencia de enfermedades gastrointestinales y conjuntivitis (Cuadro
3, Lsso), situación relevante si se considera que 4 de cada 10 habitantes
de la Agencia no cuentan con afiliación a servicios de salud.

CONCLUSIONES

El análisis de los cambios ambientales y segregación en el acceso a ser-


vicios hidrosanitarios, producto de la urbanización periurbana, se re-
visó desde un enfoque integral del territorio. Los hallazgos del capítulo
fueron principalmente tres.
Primero, en los cambios ambientales, vistos a través de las transfor-
maciones territoriales y en las interacciones entre elementos naturales,
artificiales y modificados, se encontró que la existencia de infraestruc-
tura hidrosanitaria (modificados) y los recursos hídricos como ríos,
arroyos, etc. (naturales) no aseguran el acceso de la población a los ser-
vicios de agua y saneamiento. Esto se pudo constatar en los dos casos
de estudio (Los Girasoles y Agencia Vicente Guerrero), donde la pobla-

17 En el 2018, la Agencia se registró en el sistema de usos y costumbres después que las


autoridades municipales interfirieron en la elección del Agente.
18 Formada por 18 sectores, entre ellos colonias y barrios. La Asamblea tiene un presiden-
te, un tesorero y un secretario.

Segregación socioespacial en el periurbano... 285


ción experimenta cambios en las interacciones ambientales, pero per-
siste la falta de servicios hidrosanitarios. La provisión de estos servicios
está determinada por la forma irregular en la que se adquirió el suelo y
su vivienda, es decir, cómo ocurrió la urbanización periurbana.
Segundo, los cambios reproducen la segregación como proceso te-
rritorial entre los elementos del ambiente (modificados y artificiales)
desde diferentes dimensiones y escalas. En el caso de sus dimensiones
física y social se observó que una no determina a la otra. Al revisar la
distancia física de la población a la infraestructura se pudo comprobar
que ésta no determina el acceso a los servicios. Dicha carencia está re-
lacionada con la segregación social, en forma de estigmas territoriales
e identidades. También se verificó que tanto el proceso de diferencia-
ción como el de exclusión del acceso a servicios se reproducen desde
diferentes escalas (municipal y localidad). Dicho de otra manera, el
proceso de urbanización periurbana integra de manera diferencial a
los territorios locales.
Tercero, los impactos en la segregación se expresaron en forma
de desventajas y oportunidades en el acceso al agua y saneamiento.
Dichas desventajas y oportunidades para la población coinciden con
las halladas por otros estudios (Grove et al., 2018). En las primeras
coinciden aspectos como la disponibilidad de la conexión con la in-
fraestructura, la contaminación en el agua y suelo. Mientras que las
segundas son más bifurcadas y están centradas en la gestión del lí-
quido en diferentes escalas. En Los Girasoles, las oportunidades más
evidentes están en la conexión con entidades estatales y federales,
mientras que en la Agencia están más orientadas hacia la organiza-
ción de la comunidad. En ninguno de los casos se encontró evidencia
de cambios por los ODS.
De acuerdo con estos resultados se observa que el proceso global
de integración que representa la urbanización periurbana, producto
de políticas neoliberales, tiene impactos diferenciales en las relacio-
nes con el ambiente. Además, es causante de cambios ambientales,
reproduce la segregación y genera un acceso disímil a servicios hidro-
sanitarios. En ese sentido, las estrategias que pretendan atender las
carencias en los servicios hidrosanitarios no deben centrarse solo en
la construcción de infraestructura física, sino que conviene considerar
las particulares relaciones en el ambiente que configuran esos territo-
rios y que son causantes de la diferenciación en el acceso a servicios
para los habitantes.

286 Integración global


AGRADECIMIENTOS

El presente estudio es parte de dos proyectos: DGAPA-PAPIIT IA301419,


La segregación en el periurbano de las ciudades medias mexicanas, los
casos de Morelia y Oaxaca; y DGAPA-PAPIIT IG300319, Nuevas geo-
grafías de la urbanización en México: Transformaciones territoriales
y medios de vida de sectores sociales vulnerables en las periferias de
ciudades medias.

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290 Integración global


IV
Análisis espacial
de procesos globales
en territorios locales
Análisis de los patrones espaciales de la
pandemia de COVID-19 en México

Jean-François Mas1* y Azucena Pérez Vega2

RESUMEN

México ha sido fuertemente impactado por la pandemia de COVID-19


con más de cinco millones de casos confirmados y cerca de 323,000
muertes a finales de marzo de 2022. En este estudio, realizamos un
análisis de los patrones espaciales de la pandemia de COVID-19 en Mé-
xico utilizando los casos confirmados agregados semanalmente a nivel
de municipio durante el periodo del 23 de febrero de 2020 al 17 de
enero de 2021. Calculamos el índice de Moran para evaluar la autoco-
rrelación espacial a lo largo del tiempo e identificamos conglomerados
(clústeres) de la enfermedad a través de una exploración espacio-tem-
poral utilizando el escaneo espacial de forma flexible (FlexScan). Final-
mente, se compararon diferentes modelos de distancia con el fin de
seleccionar el más adecuado para predecir el contagio entre munici-
pios. El índice de Moran, que fluctuó entre 0.1 y 0.4 a lo largo del perio-
do de estudio, indica que los casos de COVID-19 tienden a aglomerarse
en el espacio. La exploración espacio-temporal mostró que desde el
inicio de la pandemia se observaron conglomerados distribuidos en
lugares muy distantes del territorio. Entre los diferentes modelos de
distancia que utilizamos, el modelo de gravedad fue el que permitió
predecir mejor los patrones de contagio entre municipios. Este estudio
nos ayuda a comprender la propagación de la pandemia a lo largo del
territorio mexicano y brindar información para modelar y predecir el
comportamiento epidémico.

Palabras clave: índice de Moran, escaneo espacial; conglomerados; contagios; modelo


gravitacional

1 Laboratorio de Análisis Espacial, Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental.


Universidad Nacional Autónoma de México. UNAM-Morelia
2 Departamento de Geomática e Hidráulica, Sede Belén. Universidad de Guanajuato.
* Autor para correspondencia: jfmas@ciga.unam.mx

293
INTRODUCCIÓN

La epidemia causada por la enfermedad del coronavirus (coronavirus


disease, COVID-19, por sus siglas en inglés) fue declarada por la Orga-
nización Mundial de la Salud (OMS) una emergencia de salud pública
de preocupación internacional el 30 de enero de 2020. El 11 de marzo
del mismo año se reconoció como pandemia, debido a que se extendió
por varios países y continentes y había ya un gran número de personas
afectadas. A la fecha de elaboración de este escrito (28 de marzo de
2022), se han registrado más de 480 millones de casos confirmados y
más de seis millones de muertos en el mundo. La región de la OMS más
afectada por la pandemia, con más de 150 millones de casos confirma-
dos, es el continente Americano. En esta región, los países que presen-
tan el mayor número de muertes son Estados Unidos, Brasil y México.
Según los registros de la Secretaría de Salud de México, los prime-
ros casos confirmados de COVID-19 en el país se reportaron en febre-
ro de 2020 y la transmisión comunitaria comenzó a finales de marzo.
Desde esta fecha, la COVID-19 se ha extendido por el territorio mexi-
cano con más de 5,650,000 casos confirmados acumulados y 322,735
muertes al 28 de marzo de 2022 (https://www.gob.mx/salud/documen-
tos/datos-abiertos-152127). Las medidas para contener la propagación
del virus incluyeron una campaña nacional para promover el distan-
ciamiento social, denominada “Jornada Nacional de Sana Distancia”,
y el cierre de actividades económicas no esenciales del 23 de marzo al
30 de mayo de 2020. Después de este periodo, se inició la reactivación
gradual de las actividades económicas y se sintonizó a nivel estatal uti-
lizando niveles de restricción codificados por colores3. Las restriccio-
nes se determinaron teniendo en cuenta la ocupación hospitalaria y su
tendencia, así como las tasas de incidencia de cada estado de México y
los estados vecinos. En las regiones identificadas con el semáforo rojo
(riesgo epidemiológico máximo) se permiten únicamente las activi-
dades esenciales como, por ejemplo, los sectores de la construcción,
minería, fabricación de equipo de transporte y tecnología de la infor-
mación. En las regiones con el semáforo naranja, además de las activi-
dades esenciales, las actividades no esenciales podrán reactivarse con
una capacidad del 30% del personal y con medidas estrictas. En cam-

3 El Semáforo de riesgo epidemiológico es un sistema de monitoreo para la regulación


del uso del espacio público de acuerdo con el riesgo de contagio de COVID-19. Este
semáforo es estatal y está compuesto por cuatro colores: 1) Rojo: No salgas si no es
estrictamente necesario, 2) Naranja: Si puedes, quédate en casa, 3) Amarillo: Hay más
actividades, pero con precaución y 4) Verde: Podemos salir, pero con precaución y pre-
vención. Para más detalles consultar https://coronavirus.gob.mx/semaforo/

294 Análisis espacial


bio, en las regiones identificadas con los semáforos amarillo y verde
las actividades económicas esenciales y no esenciales podrán volver a
operar con capacidad completa, observando medidas de protección de
la salud de los trabajadores.
Es necesaria una comprensión integral de esta pandemia, desde
diferentes perspectivas, para prevenirla y controlarla. En la actualidad,
se han realizado una gran cantidad de investigaciones, principalmente
en el campo de la medicina. Sin embargo, es esencial mejorar nuestra
comprensión de la propagación de la COVID-19 en un territorio. Por
ejemplo, la descripción de las características de la pandemia y su dis-
tribución espacio-temporal puede ser útil para identificar covariables,
modelar el comportamiento de la pandemia y proporcionar informa-
ción confiable para la toma de decisiones (Franch-Pardo et al., 2020).
La localización está involucrada en muchos aspectos de la epidemio-
logía: los fenómenos de salud a menudo involucran relaciones espa-
ciales entre individuos y los factores de riesgo que están relacionados
con la geografía y el medio ambiente. Existen varias razones por las
cuales es importante considerar y estudiar la distribución espacial o
espacio-temporal de una enfermedad. Una de ellas es tomar en cuenta
la localización, que permite facilitar la búsqueda de factores de riesgo
y obtener información sobre las relaciones entre el fenómeno sanita-
rio y las condiciones ambientales en las que ocurre.
En términos más generales, las distribuciones espaciales permiten
formular rápidamente una hipótesis sobre los mecanismos y procesos
que subyacen al fenómeno estudiado, en cuanto estos mecanismos y
procesos implican relaciones espaciales a diversas escalas geográficas.
Finalmente, al producir alertas localizadas es posible contener un fenó-
meno contagioso actuando sobre la transmisión. Los análisis espaciales
pueden así conducir rápidamente a descifrar los procesos relacionados
con varios factores de riesgo y permitir acciones concretas de mitiga-
ción o prevención en salud pública (Souris, 2019).
Franch-Pardo et al. (2021) realizaron una revisión de la literatura
relacionada con la ciencia espacial y la COVID-19. Observaron que el
empleo del análisis espacial aumentó paulatinamente en las investi-
gaciones para estudiar los impactos de la pandemia. Los estudios se
enfocaron en diferentes aspectos de la pandemia como: la correlación
espacial y la autocorrelación del número de casos, la identificación de
conglomerados con una alta incidencia de la enfermedad, el mapeo de
riesgos y vulnerabilidad, la evaluación de los impactos de las medidas
preventivas y la difusión del conocimiento (e.g. con el uso de platafor-
ma de mapas en línea).

Análisis de los patrones espaciales de la pandemia... 295


No obstante, existen pocos estudios sobre la dinámica espacio-tem-
poral de la COVID-19 en México. Ghilardi et al. (2020) presentaron
una plataforma de consulta en línea para el seguimiento espaciotem-
poral de los casos de COVID-19 en México y discuten sus limitaciones.
Hernández-Flores et al. (2020) llevaron a cabo un análisis geográfico
basado en medidas geoestadísticas relacionadas con variables demo-
gráficas y económicas y el nivel de tráfico para estimar la probabilidad
de ocurrencia de casos de coronavirus en el Estado de Hidalgo. Mén-
dez-Arriaga (2020) exploró los efectos de la temperatura, la evapora-
ción, la precipitación y el clima regional en la transmisión local del
coronavirus en las 32 entidades federativas de la República Mexicana
durante el primer mes de la pandemia (29/02 al 31/03/2020). Núñez
Medina (2021) modeló la distribución de la tasa de incidencia acumu-
lada de COVID-19 ajustando modelos lineales generalizados con efec-
tos espaciales y temporales y una función de Poisson con base en los
datos agregados a nivel de municipio. Santana Juárez (2020) comparó
la distribución de los casos de COVID-19 en el primer mes de la pande-
mia con variables sociales como: densidad de población, población ur-
bana, grupos vulnerables y morbimortalidad4 a nivel estado. Tello-Leal
y Macı́as-Hernández (2021) evaluaron la correlación entre casos con-
firmados de COVID-19 y contaminantes del aire, así como las variables
meteorológicas y concluyeron que existe una posible influencia de la
calidad del aire en la propagación de la COVID-19. Villerı́as Alarcón y
Juárez Gutiérrez (2020) ajustaron un modelo de regresión entre la tasa
de COVID-19 y la tasa de morbilidad por diabetes e hipertensión para
identificar las regiones con mayor vulnerabilidad.
Este estudio tiene como objetivo investigar los patrones de distribu-
ción espacial y la dinámica de la COVID-19 en México desde el inicio
de la pandemia hasta el comienzo de la segunda ola en enero 2021,
utilizando técnicas de análisis espacial como el cálculo de la autoco-
rrelación espacial y la identificación de patrones de agrupamiento de
los casos confirmados.

MATERIALES

Los datos que se usaron para este estudio están compuestos por datos
epidemiológicos y cartográficos: 1) El número de casos confirmados
diarios de COVID-19 y defunciones para el período del 23 de febrero

4 Cantidad de defunciones causadas por enfermedades que se registraron en una pobla-


ción y en un período temporal determinados.

296 Análisis espacial


2020 al 17 de enero de 2021 reportados por la Secretaría de Salud y
obtenido de la plataforma de datos abiertos del gobierno federal mexi-
cano; 2) Mapas digitales de límites municipales, asentamientos hu-
manos y redes viales del Instituto Nacional de Geografía y Estadística
(INEGI); y 3) Población municipal del Censo de Población y Vivienda
2020 (INEGI, 2021).
Los registros de la Secretaría de Salud contienen información adi-
cional como: edad, sexo, condición de extranjero e inmigrante, comor-
bilidades, así como el estado y municipio de residencia y el estado de
la unidad de salud donde se realizó la consulta. En el presente estudio,
centrado principalmente en los patrones espaciales, agregamos los da-
tos a nivel municipal.
Las personas asintomáticas parecen representar aproximadamente
del 30 por ciento al 45 por ciento de las infecciones por el síndrome
respiratorio agudo severo coronavirus 2 (severe acute respiratory syndro-
me coronavirus 2, SARS-CoV-2, por sus siglas en inglés) (Oran y Topol,
2020; Sah et al. 2021). Debido a la existencia de muchos casos asinto-
máticos y al reducido número de pruebas diagnósticas, la vigilancia
epidemiológica de los casos confirmados representa sólo una propor-
ción de todas las infecciones.
En México, se llevó a cabo un número reducido de pruebas y el
conjunto de datos de casos confirmados es la única fuente disponi-
ble a escala nacional. Las limitaciones de esta información se deben a
que las pruebas de confirmación están fuertemente sesgadas hacia los
casos sintomáticos; y a que cada estado realiza su propia recopilación
de datos. Sin embargo, dado que la Secretaría de Salud interviene en
la recopilación de los datos, existe cierta consistencia metodológica
que permite homogeneidad y comparaciones razonables entre estados
y municipios.
Dado que existe un retraso en la notificación y confirmación de
los casos, limitamos este análisis al periodo comprendido entre el 23
de febrero de 2020 y el 17 de enero de 2021. También descartamos los
registros en los que el estado de residencia era diferente al estado don-
de el paciente realizó la consulta, porque estos registros corresponden
probablemente a pacientes que se infectaron fuera de su municipio de
residencia. Estos registros representan alrededor del 6.6 por ciento de
los casos confirmados.
Todos los análisis se realizaron utilizando el programa R (R Core
Team, 2020), en particular los paquetes FlexScan (Tango y Takahashi,
2012), gdistance (van Etten, 2017), rflexscan (Otani y Takahashi, 2020),
sf (Pebesma, 2016) y spdep (Bivand et al., 2008).

Análisis de los patrones espaciales de la pandemia... 297


La base de datos geográfica se basa en la proyección cónica confor-
me de Lambert, una proyección cartográfica cónica establecida en dos
paralelos estándar, que minimiza la desviación de la escala unitaria
dentro de una región que comprende los dos paralelos estándar. Su ela-
boración se presenta en Mas (2021). El conjunto de datos y los scripts
están disponibles en un repositorio público (DOI: 10.17632 / mc37x-
dzw74.1).

MÉTODOS

El análisis de autocorrelación espacial permite a los usuarios probar


si el valor observado de una variable nominal u ordinal en un lugar
es independiente de los valores de la misma variable en áreas vecinas
(Sokal y Oden, 1978). En este caso, la autocorrelación espacial permitió
evaluar si los municipios con tasas de infección altas o bajas tienden a
estar agregados espacialmente y a formar clústeres o conglomerados.
El índice I de Moran es una medida de autocorrelación espacial que
se puede utilizar para explorar la distribución espacial de enfermeda-
des (Lawson, 2013). Se ha utilizado en varios estudios relacionados con
COVID-19 (Barrantes Sotela y Solano Mayorga, 2020; Cordes y Castro,
2020; Kang et al., 2020; Yang et al., 2020). Para representar la asocia-
ción espacial de los casos de COVID-19 a lo largo del tiempo, se calculó
la estadística I de Moran para cada semana (Ecuación 1). El índice I de
Moran varía entre -1 y +1. Un valor de -1 indica una agrupación perfecta
de valores distintos (dispersión perfecta), 0 (cero) significa que no hay
autocorrelación (distribución espacial aleatoria) y +1 indica una agru-
pación perfecta de valores similares.

  (1)

donde xi es el número de casos en el municipio i, n el número de muni-


cipios, wij es el peso entre las observaciones i y j, y S0 es la suma de los
pesos. En su forma más simple, las ponderaciones toman valores 1 para
vecinos adyacentes y 0 en caso contrario.
Durante una pandemia es fundamental implementar una vigilan-
cia espacio-temporal que pueda identificar clústeres, que son agrega-
ciones inusuales de casos de enfermedades agrupados en espacio y
tiempo (Lawson, 2018), con el fin de priorizar ubicaciones para inter-
venciones específicas, pruebas rápidas y asignación de recursos. Uno

298 Análisis espacial


de esos métodos es la minería de datos con las estadísticas de explora-
ción espacio-temporal que permiten identificar esas agrupaciones (Ku-
lldorff, 1997; González Polanco y Pérez Betancourt, 2013; Ortega-García
et al., 2016). Estas estadísticas han sido ampliamente utilizadas para
diferentes tipos de enfermedades (Coleman et al., 2009; Zheng et al.,
2014), incluyendo COVID-19 (Ballesteros et al., 2021; Desjardins et al.,
2020; Hohl et al., 2020). Existen diferentes enfoques para la detección
de conglomerados o clústeres. La más sencilla busca identificar agru-
paciones en el espacio para una fecha dada. Otros enfoques, como la
detección de brotes activos, toman en cuenta de forma más explícita la
dinámica temporal y buscan identificar clústeres emergentes que pre-
sentan aglomeraciones espaciales con un número creciente de casos
(De Ridder et al., 2021; Desjardins et al., 2020; Rosillo et al., 2021). En el
presente estudio, adoptamos la forma más sencilla, el análisis espacial,
e identificamos los conglomerados semanales para observar la evolu-
ción temporal de los patrones espaciales de la pandemia.
Se utilizó el enfoque de “escaneo espacial de forma flexible” (Flexi-
bly shaped spatial scan o FlexScan) propuesto por Tango y Takahashi
(2005). Este algoritmo puede detectar conglomerados de forma irre-
gular, como por ejemplo aquellos distribuidos a lo largo de un rasgo
lineal como una carretera, mientras que los algoritmos basados en
una ventana circular tienen dificultades para detectar con precisión
los conglomerados no circulares y tienden a definir un conglomerado
más extenso que el verdadero mediante la incorporación de regio-
nes con tasas bajas (Tango y Takahashi, 2005, 2012). En el monitoreo
de epidemias, el tamaño de un conglomerado no puede conocerse a
priori y la población en riesgo no está distribuida de manera unifor-
me. Por ejemplo, bajo la hipótesis nula de igual riesgo de enfermedad
dentro y fuera del conglomerado, esperamos más casos en un área
urbana en comparación con un área rural de tamaño similar, debido a
la mayor densidad de población urbana. El algoritmo utiliza la prueba
de hipótesis de Monte Carlo para obtener los valores de probabilidad
p (Kulldorff, 1999).
En la práctica, se obtuvo un gran número de conglomerados candi-
datos mediante la creación de ventanas de forma irregular conectando
municipios adyacentes. Para cada candidato, se comparó el número de
casos observados con el número de casos esperados de COVID-19, asu-
miendo que los casos siguen una distribución de Poisson. La hipótesis
nula es que la incidencia de COVID-19 se distribuye aleatoriamente
en el espacio y la hipótesis alternativa es que la incidencia aumen-
ta dentro del clúster. Para probar si los grupos son estadísticamente

Análisis de los patrones espaciales de la pandemia... 299


significativos, FlexScan estima la razón logarítmica de verosimilitud
mediante una aleatorización de Monte Carlo con 999 repeticiones. Se
estimaron los conglomerados para cada semana, lo que permitió anali-
zar su evolución temporal calculando la fecha de su primera aparición
y su duración en el tiempo.
Para cada conglomerado, se calculó el riesgo relativo (RR) (Ecua-
ción 2), que es el riesgo dentro de un clúster dividido por el riesgo fuera
del clúster

  (2)

donde RR es el riesgo relativo, c es el número total de casos en un clús-


ter, e es el número total de casos esperados en un clúster y C es el nú-
mero total de casos en el país.
Finalmente, se intentó determinar qué tipo de medida de distancia
es más adecuada para explicar la propagación de la enfermedad. Para
ello, la distancia entre municipios se calculó utilizando diferentes en-
foques: 1) distancia euclidiana, 2) distancia de menor costo, 3) distancia
de resistencia y 4) interacción de un modelo de gravedad.
La distancia euclidiana corresponde a una línea recta entre dos
ubicaciones basada solo en sus coordenadas. Las otras distancias, la
distancia de menor costo y la distancia de resistencia, se basan en la
teoría de grafos (Caicedo Barrero et al., 2010). Los grafos se obtienen
conectando cada centro de celda con sus vecinos más cercanos, que se
convierten en los nodos del grafo. Los pesos están asociados con cada
borde y expresan la conductancia (inversa de la resistencia). En el pre-
sente estudio, el mapa de la red de carreteras se rasterizó utilizando el
límite de velocidad como valor de conductancia con una resolución
espacial de un kilómetro. Las celdas estaban conectadas con sus ocho
vecinos más cercanos ortogonales y diagonales. La distancia de menor
costo es el camino “más económico” para viajar de un punto a otro,
teniendo en cuenta el costo asociado con moverse por el espacio. La
distancia se expresa en unidades de costo, en este caso, el tiempo. La
distancia de resistencia permite la incorporación de múltiples vías, por
ejemplo, la ruta de menor costo y otras alternativas utilizando caminos
secundarios (Chandra et al., 1996).
El modelo de gravedad permite modelar la cantidad de interac-
ción entre dos lugares (Flowerdew y Aitkin, 1982). Se usa para mode-
lar flujos migratorios y comerciales (Ramos, 2016; Galeazzi, 2019). La

300 Análisis espacial


interacción esperada entre dos localidades es proporcional al tamaño
de sus poblaciones e inversamente proporcional al cuadrado de la dis-
tancia entre ellas (Ecuación 3):

  (3)

donde Iij es la interacción entre las localidades i y j, k es un valor cons-


tante, Pi y Pj son el tamaño de la población de las localidades i y j, y dij es
la distancia que separa las dos localidades.
Para determinar la posición geográfica de cada región, se utilizaron
las coordenadas de las cabeceras del municipio en lugar de las coorde-
nadas del centroide del municipio. Esta decisión se basa en el hecho
de que la distancia entre las cabeceras representa mejor la conexión
entre los municipios que la distancia entre los centroides. Además, es
importante notar que el modelo gravitacional realza la relación entre
las localidades mayores.
Para cada semana, se identificó el municipio recién incorporado a
un conglomerado (Regiones naranjas en la Figura 1). El primer conjun-
to de distancias incluye las distancias entre estos municipios y los mu-
nicipios que ya pertenecen a un clúster en la semana anterior (Fecha
t-1). En contraste, el segundo grupo comprende las distancias entre los
municipios que quedaron fuera de cualquier conglomerado (Regiones
verdes en la Figura 1) y los municipios que ya pertenecen a un conglo-
merado (Región roja). Las distancias se calcularon utilizando los cuatro
enfoques descritos anteriormente. Se espera que el tipo de distancia
que explica mejor la propagación de la pandemia exprese una mayor
cercanía entre los conglomerados preexistentes y los municipios recién
incorporados y, por lo tanto, se tenga una mayor diferencia entre la dis-
tancia media de los dos conjuntos (Ecuación 4):

  (4)

donde DR es la diferencia relativa entre los dos grupos de distancias, Dc


es la distancia media entre los municipios que pertenecen a un conglo-
merado en la semana t-1 y los municipios incorporados a los conglo-
merados en la semana t.

Análisis de los patrones espaciales de la pandemia... 301


Figura 1. Distancias euclidianas entre municipios contagiados en el tiempo t-1 y
municipios contagiados y no contagiados en el tiempo t. Los otros tipos de distancia se
calcularon utilizando los mismos conjuntos de municipios

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

La Figura 2 representa el número de casos entre el 23 de febrero de


2020 y el 17 de enero de 2021. Se puede observar el patrón de olas o
fases pandémicas: después de un primer repunte de infecciones y un
periodo durante el cual el número de casos disminuyó significativa-
mente, los casos empezaron a subir de nuevo a partir de la semana 38
(segunda ola). En la Figura 3 se puede observar que el valor de las es-
tadísticas I de Moran fluctúa entre 0.15 y 0.4. Estos valores positivos
son similares a los valores encontrados por Kang et al. (2020) e indican
que el número de casos recién confirmados muestra una dependencia
espacial significativa. El índice de Moran basado en el número de de-
cesos muestra un patrón similar al índice basado en casos nuevos con
un desfase de aproximadamente dos semanas.

302 Análisis espacial


Figura 2. Número de casos confirmados y decesos por la COVID-19 en México entre el 23
de febrero de 2020 y el 17 de enero de 2021 (semanas 9 a 55)

Figura 3. Estadística I de Moran para el número de nuevos casos y decesos semanales


(valores - p < 0.05)

Análisis de los patrones espaciales de la pandemia... 303


El escaneo espacial de forma flexible se aplicó a los casos confirma-
dos semanalmente para detectar la formación de conglomerados. Las
figuras 4, 5, 6 y 7 presentan los grupos detectados junto con su riesgo
relativo en cuatro fechas. En primer lugar, se muestra la semana 13
(22-28/03/2020) que corresponde al inicio de la transmisión comu-
nitaria, es decir cuando se detectan contagios entre personas dentro
del país y que no hayan tenido contacto con pacientes expuestos en el
extranjero. Después, se muestran las semanas 42 (11-17/10/2020), 44
(25-31/10/2020) y 46 (8-14/11/2020) que corresponden al inicio de la
segunda ola.
La Figura 4 muestra que los conglomerados están presentes en lu-
gares muy distantes del territorio desde el inicio de la pandemia. Cuan-
do la pandemia comenzó en México, un mes después de que comenzara
en Europa, el virus fue introducido en diferentes regiones por viajeros.
Los primeros casos de COVID-19 se presentaron en estados ubicados al
norte (Coahuila, Durango), centro (Ciudad de México, Puebla, Estado
de México) y sureste del país (Chiapas, Tabasco). Los diferentes gru-
pos evolucionaron en el espacio y el tiempo como epidemias paralelas.
De Anda-Jáuregui (2020) encontró resultados similares usando una
medida teórica de la información de dependencia estadística para re-
construir una red que conecta a los municipios con comportamientos
de casos nuevos diarios similares. Identificó varios módulos con alta
intraconectividad, que constituyen epidemias coexistentes indepen-
dientemente de la distancia geográfica.

304 Análisis espacial


Figura 4. Clústeres y riesgo relativo en la semana 13

Figura 5. Clústeres y riesgo relativo en la semana 42

Análisis de los patrones espaciales de la pandemia... 305


Figura 6. Clústeres y riesgo relativo en la semana 44

Figura 7. Clústeres y riesgo relativo en la semana 46

306 Análisis espacial


Figura 8. Fecha de formación del clúster

La Figura 8 permite discernir algunos patrones de contagio, don-


de los grupos más recientes rodean a los más antiguos. Este efecto de
proximidad es consistente con el valor positivo de la estadística de Mo-
ran previamente encontrado.
Como se muestra en la Figura 9, algunos municipios, a menudo los
más densamente poblados, permanecen en un clúster durante un pe-
ríodo considerable. Cabe señalar, también, que una gran proporción de
los municipios (92 por ciento) presentan al menos un caso confirmado
y el 23 por ciento se incluyó en un clúster en algún momento del pe-
riodo estudiado.

Análisis de los patrones espaciales de la pandemia... 307


Figura 9. Duración de los clústeres

La conectividad basada en un modelo gravitacional permite expli-


car el contagio entre municipios mejor que las otras distancias utiliza-
das en la comparación, como distancias euclidianas, de menor costo y
de resistencia (Figura 10). Este resultado sugiere que el patrón de con-
tagio depende, como se esperaba, de la cantidad de interacción entre
lugares; mientras que el número de personas que se desplazan entre
estas localidades está relacionado con este nivel de interacción.
En ausencia de estadísticas sobre el número de viajeros, un mode-
lo sencillo como el gravitacional puede dar una imagen realista de los
flujos de intercambio entre localidades.
Los patrones espacio-temporales de la pandemia, tanto a escala
internacional como nacional, están fuertemente relacionados con los
procesos de integración. Por ejemplo, Cruz-Pacheco et al. (2020) y Pa-
checo Coelho et al. (2020) muestran cómo la expansión global de la
COVID-19 depende del tamaño de la población y de la red de transporte
aéreo. Zheng et al. (2020) encontraron una asociación significativa y
positiva entre la frecuencia de vuelos, trenes y autobuses de Wuhan y
el número diario y acumulado de casos de COVID-19 en otras ciudades
de China. A nivel nacional, este estudio mostró que el modelo gravita-
cional que modela el flujo de intercambios entre localidades explica el
patrón de contagio entre municipios.

308 Análisis espacial


Figura 10. Diferencia relativa entre distancias de municipios contagiados
y no contagiados

Del punto de vista de la aplicación práctica de los resultados, este


estudio presenta algunas limitaciones. Por ejemplo, no se detectaron
clústeres emergentes que permitieran identificar localidades donde es
probable que se presente un brote en los siguientes días o semanas. Por
otra parte, existe un retraso en los reportes de casos confirmados. A pe-
sar de agregar los casos semanalmente, el número real de casos se con-
tabilizan después de varios días, a veces semanas (Ghilardi et al., 2020),
dificultando la detección de los clústeres emergentes en tiempo real
o casi real. Adicionalmente, como mencionan Ghilardi et al. (2020),
los datos abiertos que pone a disposición la Secretaría de Salud están
agregados a nivel de municipio, una unidad espacial cuya resolución
es insuficiente para tomar decisiones dirigidas a los focos de contagio
y cortar las cadenas de contagio. Datos agregados por código postal o
por colonia serían mucho más precisos para poder diseñar medidas
de contención. Estos datos existen internamente en los organismos de
salud pública, pero contienen una gran cantidad de errores de geoloca-
lización y, por otra parte, su divulgación podría entrar en conflicto con
normas de privacidad y de protección de los datos personales.

Análisis de los patrones espaciales de la pandemia... 309


CONCLUSIONES

En este capítulo se evaluaron los patrones espacio-temporales de la


pandemia de COVID-19 a nivel municipal durante 10 meses. La pande-
mia de COVID-19 en México se caracteriza por diferentes clústeres que
evolucionan en el espacio y el tiempo como epidemias paralelas. Estos
conglomerados probablemente se originaron en lugares muy distantes
y en condiciones variadas, debido a la diversidad ambiental y social del
país. Las estimaciones de conectividad basadas en un modelo gravita-
cional explican el patrón de contagio entre municipios mejor que otras
distancias comúnmente utilizadas en geografía, como las distancias
euclidianas, de menor costo y de resistencia. Estas medidas de conecti-
vidad pueden utilizarse en modelos destinados a predecir los contagios
en un territorio y diseñar estrategias para contener la propagación de
la pandemia de COVID-19.

AGRADECIMIENTOS

Este estudio se realizó en el ámbito del proyecto PAPIME PE117519


“Herramientas para la enseñanza de la Geomática con programas de
código abierto” (Dirección General de Asuntos del Personal Académico,
Universidad Nacional Autónoma de México).

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314 Análisis espacial


Evaluación de técnicas de aprendizaje
profundo para clasificar la cobertura terrestre
de dos municipios de la selva lacandona

Jonathan V. Solórzano1* y Jean-François Mas2

RESUMEN

La continua aparición de sensores remotos y nuevas técnicas de análi-


sis ha impulsado el desarrollo de métodos que permiten monitorear la
superficie terrestre con un mayor detalle y precisión. Actualmente, el
uso de algoritmos de aprendizaje profundo para realizar mapas temá-
ticos de la superficie terrestre representa uno de los métodos de van-
guardia en esta área. Este trabajo tuvo el objetivo de evaluar el potencial
del uso de imágenes radar y ópticas en conjunto con un algoritmo de
aprendizaje profundo, U-net, para clasificar la cobertura terrestre de
los municipios de Marqués de Comillas y Benemérito de las Américas,
Chiapas. Se evaluó la precisión del modelo para clasificar la superficie
de 33 áreas dentro de los dos municipios de interés, utilizando imáge-
nes Sentinel-1 y -2, así como datos de campo e imágenes de muy alta re-
solución para generar las áreas de entrenamiento. La clasificación final
obtuvo una precisión intermedia (0.78). Sin embargo, dado el detalle en
el sistema de clasificación, este resultado se puede considerar prome-
tedor, sobre todo para el caso de la discriminación entre categorías ar-
bóreas (bosque maduro y secundario, plantaciones jóvenes y maduras)
con distintos usos e impactos, así como con diferentes características
de biodiversidad y carbono almacenado. Además, el método ofrece la
oportunidad de monitorear cambios de uso de suelo en contextos lo-
cales, fomentados por presiones del mercado internacional, como la
expansión de las plantaciones de palma de aceite. Esta información
será de utilidad para mejorar incentivos que actualmente operan en la

1 Posgrado en Geografía. Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental. Universidad


Nacional Autónoma de México. UNAM-Morelia
2 Laboratorio de Análisis Espacial. Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental.
Universidad Nacional Autónoma de México. UNAM-Morelia
* Autor para correspondencia: jsolorzano@pmip.unam.mx

315
zona de estudio o proponer futuros programas que permitan mejorar
la gestión de los recursos naturales.

Palabras clave: clasificación de tipos de vegetación y uso de suelo; U-net; imágenes


multiespectrales y radar; deep learning; redes neuronales convolucionales

INTRODUCCIÓN

Actualmente, existe una continua investigación enfocada en explorar


nuevas herramientas de análisis que utilicen información proveniente
de distintos sensores remotos para obtener información precisa y de-
tallada de la superficie terrestre. Este tipo de métodos no sólo permiten
caracterizar de manera confiable la superficie terrestre; sino también
analizar su dinámica, poner a prueba las relaciones entre estos cambios
y fenómenos socioeconómicos, así como brindar datos para promover
un uso sustentable de los recursos. En esta línea de investigación, el uso
de algoritmos de aprendizaje profundo en imágenes producidas por
sensores remotos ha consistido en uno de los enfoques metodológicos
con mayor desarrollo en los últimos años.
Los algoritmos de aprendizaje profundo o deep learning son un con-
junto de métodos que forman parte del campo del aprendizaje auto-
matizado o machine learning. Su nombre hace referencia a que poseen
arquitecturas profundas que les permiten incorporar relaciones no
lineales y reconocer patrones complejos (Trask, 2019; Ghatak, 2019).
Gracias a ello, en algunas aplicaciones se considera que los algoritmos
de aprendizaje profundo pueden alcanzar resultados comparables con
los de un humano (LeCun et al., 2015; Buduma, 2017). En la década
del 2010, el uso de algoritmos de aprendizaje profundo comenzó a
permear en áreas interesadas en realizar análisis mediante imágenes,
como en la caracterización de la superficie terrestre y su dinámica me-
diante percepción remota con resultados muy prometedores (Zhang et
al., 2016; Kemker et al., 2018; Li et al., 2018).
Antes de la aparición de los algoritmos de aprendizaje profundo,
gran parte de la investigación enfocada en generar mapas temáticos
mediante percepción remota se basaba en buscar nuevas transforma-
ciones de los datos que facilitaran la separación las clases de interés
(e.g., índices de vegetación; Huete et al., 1997). A medida que se empe-
zaron a desarrollar imágenes con mayor resolución espacial, espectral
y temporal se comenzaron a utilizar rasgos de las imágenes que no sólo
tomaran en cuenta la información espectral (e.g., reflectancia de las

316 Análisis espacial


bandas), sino también las relaciones espaciales entre pixeles (Zhu y
Yang, 1998; Franklin et al., 2001a; Franklin et al., 2001b; Puissant et al.,
2005). El desarrollo de estos rasgos fue acompañado de un aumento
general en el desempeño de estos métodos para describir y monito-
rear la superficie terrestre. Frecuentemente, estos trabajos utilizaron
algoritmos de aprendizaje automatizado para determinar los valores
umbrales de dichos rasgos, lo que permitió diferenciar entre las clases
de interés con el menor error posible (Li et al., 2013; Ali et al., 2015; Lary
et al., 2016). En este tipo de trabajos “tradicionales” se requería de un
paso que consistía en la ingeniería de rasgos (feature engineering), es
decir, calcular una transformación de los datos que facilitaran la dis-
criminación entre clases de interés (Alom et al., 2019; Kattenborn et al.,
2021). Sin embargo, a priori resultaba difícil saber cuál transformación
será la óptima para resolver un problema de clasificación, sobre todo al
cambiar de sitio de estudio o de esquema clasificatorio.
En este contexto, la aparición de los algoritmos de aprendizaje pro-
fundo supuso un cambio de paradigma, ya que no requieren de este paso
de ingeniería de rasgos. Esta clase de algoritmo es capaz de probar distin-
tas transformaciones de los datos, e inclusive generar nuevas transforma-
ciones que permitan maximizar la precisión de las clasificaciones (LeCun
et al., 2015; Chollet y Allaire, 2018). Además, estos algoritmos presentan
otras ventajas como el reconocer patrones a distintas escalas espaciales
o temporales, lo cual les permite obtener más información de la super-
ficie terrestre (Zhang et al., 2016; Pelletier et al., 2019; Zhang et al., 2019;
Isaienkov et al., 2020).
En aplicaciones realizadas con imágenes, los algoritmos de aprendi-
zaje profundo más comunes son las redes neuronales convolucionales
(Convolutional Neural Networks [CNN], por sus siglas en inglés) o mo-
delos basados en éstas (Zhang et al., 2016; Ball et al., 2017; Zhu et al., 2017;
Yuan et al., 2020). Dentro de la familia de modelos diseñada para aso-
ciar una clase a cada pixel de una imagen, los modelos más comúnmente
utilizados son los de codificador-decodificador y en particular el modelo
U-net (Ronneberger et al., 2015; Hoeser et al., 2020). Algunas de las aplica-
ciones donde se ha utilizado esta arquitectura incluyen la clasificación de
tipos de vegetación y de uso de suelo, la detección de disturbios y degra-
dación forestal en bosques tropicales, la identificación de plantaciones o
edificios, entre otras (Wagner et al., 2019; Yi et al., 2019; Clark y McKech-
nie, 2020; Isaienkov et al., 2020; Neves et al., 2020; Wagner et al., 2020b).
Por ello, el objetivo de este trabajo fue evaluar el uso de un algorit-
mo de aprendizaje profundo en imágenes ópticas y radar para clasifi-
car la superficie terrestre de los municipios de Marqués de Comillas

Evaluación de técnicas de aprendizaje profundo... 317


y Benemérito de la Américas en Chiapas, México. El desarrollo de cla-
sificaciones detalladas en esta región consta de un primer paso para
caracterizar su cobertura, describir su dinámica y entender mejor los
procesos que determinan estos cambios. A pesar de que en esta región
existen estudios similares, el presente trabajo pretende brindar un
aporte metodológico que permita obtener mapas temáticos con un
mayor número de clases y una mayor resolución espacial que esfuer-
zos previos (e.g., De Jong et al., 2000; Fernández-Montes de Oca et al.,
2015; Vaca et al., 2019). Por ejemplo, estudios previos se han limitado
a clasificar la cobertura de la región en clases de bosque y no bos-
que. En este sentido, este trabajo es una primera aproximación para
evaluar el desempeño de nuevas herramientas que permitan obtener
mapas con un mayor detalle, sobre todo en tres clases de cobertura
arbórea: bosque maduro, bosque secundario y plantaciones maduras.

MATERIAL Y MÉTODOS

La zona de estudio se encuentra en la región suroriental de la Selva La-


candona, Chiapas, y cubre el municipio de Marqués de Comillas y Be-
nemérito de las Américas, así como áreas aledañas en el municipio de
Ocosingo (Figura 1). Esta región presenta una alta tasa de deforestación,
por lo cual es común encontrar parches de vegetación recién desmonta-
da para sembrar pastos que sirvan como forraje para el ganado o estable-
cer plantaciones de hule o palma de aceite (Castillo-Santiago et al., 2007;
Fernández-Montes de Oca et al., 2015). Muchos de estos cambios de uso
de suelo han sido promovidos por programas gubernamentales con un
diseño e implementación pobre, sobre todo para incentivar el sector ga-
nadero y aceitero (Cano Castellanos, 2014; Montes de Oca et al., 2015). A
pesar de ello, la región todavía presenta parches de bosque conservado.
El método siguió cuatro fases: 1) el preprocesamiento de las imá-
genes satelitales y la clasificación manual, 2) el aumento artificial del
volumen de los datos, 3) el entrenamiento y validación de la U-net, y 4)
la evaluación final de la mejor arquitectura sobre los datos de valida-
ción (Figura 2).
Como insumos para realizar las predicciones de las clases de cober-
tura terrestre con el modelo U-net, se utilizaron imágenes radar de aper-
tura sintética y multiespectrales registradas por los sensores Sentinel-1 y
-2, respectivamente. Primero, se identificaron las imágenes multiespec-
trales que tuvieran la menor cobertura de nubes y que estuvieran más
cercanas a la fecha de captura de información en campo de los tipos de
vegetación y cobertura de la zona (i.e., marzo de 2019). Esta imagen co-

318 Análisis espacial


rrespondió a una registrada el 4 de julio de 2019. La imagen Sentinel-2
se descargó a nivel de reflectancia debajo de la atmósfera y sólo se trabajó
con las bandas de mayor resolución, i.e., 10 m de pixel: rojo (R), verde (G),
azul (B) e infrarrojo cercano (NIR). Por su parte, como información radar
se utilizó la colección Ground Range Detected (GRD) de Sentinel-1, la cual
contiene la información de retrodispersión en dB (σ0) en dos bandas VV
(polarización vertical - vertical) y VH (vertical - horizontal). Posterior-
mente, dicha información fue corregida utilizando el ángulo de registro
de la información (γ0). Para reducir el efecto del speckle, se promedió el
valor de la retrodispersión de las imágenes registradas entre el 15 de ju-
nio de 2019 y el 15 de julio de 2019, lo cual abarcó 9 imágenes. Después,
se aplicó un filtro 3 × 3 pixeles para asignar el promedio de la ventana al
pixel central. Finalmente, se hizo un compuesto ráster de 6 bandas que
contenía las cuatro bandas multiespectrales (RGB y NIR) y las dos de ra-
dar (VV y VH). Todo este procedimiento se realizó en la API de Javascript
de Google Earth Engine (Gorelick et al., 2017).

Figura 1. Localización del sitio de estudio, así como de las áreas clasificadas manualmente
para entrenar y verificar el modelo U-net

Evaluación de técnicas de aprendizaje profundo... 319


Los datos de entrenamiento constaron de clasificaciones manuales
de 33 áreas de 256 × 256 pixeles. Estas áreas se seleccionaron en sitios
donde se tuvieran datos del tipo de vegetación o uso de suelo registra-
dos en campo (300 puntos). Además, se consultaron otras imágenes
satelitales para clasificar los pixeles de estas 33 áreas: 1) imágenes Sen-
tinel-2 de 2016 - 2020 para contar con un registro multitemporal, 2)
imágenes Planet de enero y marzo de 2019 (3.12 m de pixel) e 3) imá-
genes de muy alta resolución provistas por Google Earth, Yandex y Bing
(resolución pixel ≤ 1 m). Estas 33 áreas se clasificaron manualmente
en doce clases: Bosque maduro, Bosque secundario, Vegetación acuática,
Plantaciones maduras, Plantaciones jóvenes, Pastizales/Agricultura (i.e.,
vegetación herbácea antrópica), Suelo, Caminos, Agua, Asentamientos
humanos, Nubes y Sombras.
A continuación, se recortó la imagen compuesta por las bandas
multiespectrales y de radar para trabajar únicamente con los datos de
los 33 cuadros de 256 × 256 pixeles (Figura 1). Además, se normalizaron
estos datos mediante la resta de la media de cada banda y se dividió este
valor entre la desviación estándar de cada banda (Mueller y Massaron,
2019). Estudios previos recomiendan aumentar de manera artificial el
conjunto de datos para evitar el sobreajuste del modelo (Wagner et al.,
2019; Isaienkov et al., 2020). Este procedimiento se realizó mediante
la división de cada cuadro de 256 × 256 pixeles en 9 cuadros de 128 ×
128 pixeles, utilizando un desplazamiento de 64 pixeles en la dirección
tanto vertical como horizontal, para construir una imagen en espejo
en ambas direcciones. De esos 33 cuadros, las imágenes provenientes
de 30 de ellos se utilizaron como datos de entrenamiento (810 imá-
genes), mientras que las provenientes de los 3 restantes se utilizaron
como datos de validación (81 imágenes; Figura 1). Este procedimiento
se realizó en R 4.0.3 (R Core Team, 2020) utilizando los paquetes raster
(Hijmans, 2020), rray (Vaughan, 2020) y reticulate (Ushey et al., 2020).
El modelo U-net consta de dos partes: una codificante y una des-
codificante (Figura 3; Ronneberger et al., 2015). En la primera parte,
la imagen pasa por varios filtros convolucionales y de reescalamiento.
Con estos procedimientos la dimensión espacial se va reduciendo, pero
la dimensión espectral va aumentando. Los pesos de los filtros convolu-
cionales serán los valores donde se realizará el “aprendizaje de la red”.
Por ello, en la parte final de esta sección del modelo se obtiene una
imagen con un gran número de bandas, que contiene la información
sobre los patrones espaciales que detectaron los filtros convolucionales.
Sin embargo, esta imagen se debe reescalar en el sentido inverso para
obtener una imagen en la resolución original de las probabilidades de

320 Análisis espacial


Figura 2. Diagrama de flujo del procedimiento seguido en este trabajo

Evaluación de técnicas de aprendizaje profundo...


321
Figura 3. Diagrama de la arquitectura del modelo U-net. Las flechas oscuras denotan pasos de convolución, mientras que las flechas

322
claras denotan pasos de reescalamiento de la información (ya sea hacia abajo en la parte codificante o hacia arriba en la parte
descodificante). Por su parte, los números alrededor de los cubos indican las dimensiones de la imagen en el eje x (en la parte
inferior), eje y (a la izquierda), eje z (i.e., número de bandas, en la parte superior)

Análisis espacial
pertenencia por clase por pixel. Este procedimiento se realiza en la par-
te descodificante del modelo. Además, en esta parte de la red se utilizan
las conexiones salteadas para proveer de información de mayor resolu-
ción a cada paso en el reescalamiento hacia arriba (upsampling). El úl-
timo paso de la red es pasar la imagen final por una capa de activación
softmax, la cual calcula la probabilidad de pertenencia por clase de cada
uno de los pixeles de la imagen.
Para construir el modelo U-net se utilizó el paquete unet (Falbel y
Zak, 2020). El entrenamiento del modelo se realizó utilizando el sof-
tware R 4.0.3 y el paquete keras (Allaire y Chollet, 2020) con tensor-
flow (Abadi et al., 2016) como backend. Por su parte, para realizar una
búsqueda de la combinación de hiperparámetros óptimos se realizaron
varias iteraciones utilizando el método de early stopping para evitar el
sobreajuste. El entrenamiento se detuvo cuando la métrica de precisión
no aumentó en una centésima después de 10 épocas. La combinación
de hiperparámetros explorados constaron de tamaño de lote (16, 32,
48), el número de filtros en la primera capa (32, 64) y la probabilidad
de dropout (0, 0.1, 0.2, 0.3, 0.4, 0.5; Srivastava et al., 2014). Otros pará-
metros del modelo incluyeron el uso de: filtros convolucionales de 3
x 3 pixeles, la función de entropía cruzada como función de pérdida,
el optimizador Adam, una normalización por lote y una inicialización
normal de He para inicializar los pesos de los filtros (He et al., 2015). La
exploración de hiperparámetros se realizó utilizando el paquete tfruns
(Allaire, 2018) y se generaron en total 90 modelos.
Para evaluar los resultados obtenidos de la exploración anterior
se calculó la precisión total de la clasificación predicha por el modelo
U-net como el número de pixeles correctamente clasificados entre el
total de pixeles. Además, se calculó la métrica F1-score promedian-
do la media armónica de la precisión y la sensibilidad de cada clase
(Zou et al., 2004).
De todas las corridas con distintos hiperparámetros, se eligió como
mejor modelo el que presentara la mayor precisión en el conjunto de
datos de validación. En caso de haber más de un modelo que presentara
una precisión similar (menos de una centésima de diferencia) se eligió
al que presentara el mayor valor para la métrica F1-score. Por último,
para la arquitectura que permitió obtener la mayor precisión se calculó
la matriz de confusión para los datos de validación, así como la preci-
sión del usuario y del productor para cada clase.

Evaluación de técnicas de aprendizaje profundo... 323


RESULTADOS

Al analizar el conteo de pixeles presente en las muestras, se observó


que: tanto en los datos de entrenamiento como en los datos de valida-
ción, las clases que abarcaron mayor superficie fueron Bosque maduro
y Pastizales / Agricultura. Por su parte, las clases con menor superficie
fueron: Agua, Vegetación acuática, Sombras y Suelo (Figura 4).
La arquitectura que obtuvo la precisión total y F1-score más altos en
los datos de validación fue el modelo construido con 3 capas ocultas,
dropout = 0.3, 64 filtros en la primera capa y un tamaño de lote = 16
(precisión total = 0.78; F1-score = 0.77; Figura 5). Cabe destacar que,
aunque se probaron distintos parámetros, en todos los casos la pre-
cisión total se encontró entre 0.74 y 0.78; mientras que el F1-score se
encontró entre 0.63 y 0.77.

Figura 4. Superficie abarcada por cada clase en los datos de A) Entrenamiento


y B) Validación

324 Análisis espacial


Por otro lado, al analizar la matriz de confusión se observó que
para todas las clases la precisión del productor se encontró entre 0.28
y 0.97, mientras que la precisión del usuario se encontró entre 0.28
y 0.96 (Cuadro 1). Adicionalmente, al analizar de manera espacial la
probabilidad de pertenencia a la clase predicha por el modelo U-net
resultó evidente que frecuentemente los bordes entre superficies de
distintas clases presentaban bajas probabilidades de pertenencia a la
clase (Figura 6). Esto quiere decir que en estos bordes se presentó una
alta incertidumbre de pertenencia a la clase predicha.

Evaluación de técnicas de aprendizaje profundo... 325


Figura 5. Combinaciones de hiperparámetros explorados para encontrar el mejor modelo U-net. Los números en los cuadros que se encuentran en la parte

326
superior de cada gráfico representan el número de capas ocultas en el modelo. A) muestra la precisión total del modelo, mientras que B) (en la página
siguiente) muestra el valor del F1-score

Análisis espacial
Evaluación de técnicas de aprendizaje profundo... 327
Figura 6. Dos ejemplos de la imagen original (RGB en escala de grises) seguido de la
clasificación manual y la clasificación predicha por el modelo U-net. En las últimas dos
columnas se muestra la probabilidad de pertenencia a cada clase, en la penúltima en un
intervalo de 0 (negro) a 1 (blanco), mientras que en la última se muestra en un intervalo
de 0 (negro) a 0.5 o mayor (blanco)

328 Análisis espacial


Agua
Suelo

Nubes

Bosque
Bosque

maduro

humano
Sombras

Caminos

secundario

Asentamiento
Vegetación acuática
Precisión del usuario

Plantaciones jóvenes
Plantaciones maduras

Pastizales / Agricultura
Agua 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 NA
Asentamiento
0 37470 3509 2064 503 400 1425 15 53 39 3201 0 0.77
humano

Bosque maduro 0 69 383352 14026 518 2823 3571 1294 19970 3085 512 0 0.89

Bosque
0 686 13184 23459 92 73 6126 5138 15148 13 74 0 0.37
secundario
Caminos 0 117 189 241 10000 314 1428 102 392 1 822 0 0.73

Evaluación de técnicas de aprendizaje profundo...


Nubes 0 0 997 49 137 47169 233 0 37 630 85 0 0.96
Pastizales /
0 35 9436 22748 6697 2610 293332 18524 6644 323 16204 0 0.78
Agricultura
Plantaciones
0 0 170 166 241 0 2579 2874 3300 2 886 0 0.28
jóvenes
Plantaciones
0 229 12459 18256 2063 303 1239 5963 132559 215 132 0 0.76
maduras
pudieron verificar con el conjunto de datos de verificación

Sombras 0 32 3685 2127 181 1891 1375 387 2820 32567 991 0 0.71

Suelo 0 2 840 440 4806 458 23709 177 494 0 51852 0 0.63
Vegetación
0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 NA
acuática
Cuadro 1. Matriz de confusión de la clasificación obtenida con el modelo U-net sobre
los datos de validación. Las entradas marcadas con NA corresponden a clases que no se

Precisión del
NA 0.97 0.9 0.28 0.4 0.84 0.88 0.08 0.73 0.88 0.69 NA
productor

329
DISCUSIÓN

Este estudio mostró que el uso de imágenes multiespectrales y radar


con el algoritmo U-net permite obtener una clasificación detallada de
la cobertura y uso de suelo con una precisión intermedia (0.78). Este
método cuenta con dos ventajas que le permiten obtener mejores resul-
tados que algoritmos previamente disponibles para discriminar entre
las clases de interés (Du et al., 2020; Giang et al., 2020): contar con
información de la composición de la superficie, características geomé-
tricas y de humedad (Mercier et al., 2019; Poortinga et al., 2019), así
como resumir patrones espectrales y espaciales de las imágenes. En
particular, los resultados de este estudio indican que el método permite
clasificar las áreas de bosque y plantaciones maduras con una preci-
sión de usuario de 0.89 y 0.76 y precisión del productor de 0.9 y 0.73,
respectivamente. Por su parte, la clase de bosque secundario fue la cla-
se arbórea peor clasificada con una precisión del usuario de 0.37 y del
productor de 0.28.
El interés por discriminar entre las tres clases de cobertura arbó-
rea radicó en lograr diferenciar entre superficies con características
muy distintas en términos de biodiversidad, carbono almacenado,
provisión de servicios ecosistémicos, así como de prácticas de apro-
vechamiento de los recursos naturales (Wright 2005; Gibson et al.,
2011). Los bosques maduros suelen corresponder a áreas de alta bio-
diversidad y con grandes reservas de carbono, mientras que las plan-
taciones y los bosques secundarios usualmente albergan un menor
contenido de carbono y biodiversidad. Además, los bosques madu-
ros suelen encontrarse bajo un uso extensivo o nulo. Por su parte,
las plantaciones suelen corresponder a áreas bajo un uso intensivo,
mientras que los bosques secundarios usualmente están asociados a
ciclos de descanso de prácticas agrícolas (Ochoa-Gaona et al., 2005;
Isaac-Márquez et al., 2016).
En la zona de estudio se ha reportado que la palma de aceite es una
creciente causa de la pérdida de áreas cubiertas por bosque maduro,
sobre todo en los últimos 10 años (Soberanes, 2020). En parte, esto ha
sido fomentado por el crecimiento de la demanda de aceite de palma a
nivel mundial en las industrias alimentaria, cosmética, farmacéutica y
energética (Romero y Albuquerque, 2018; World Wildlife Fund [WWF],
2021). En muchas ocasiones, este cambio de uso de suelo ha estado
acompañado de diversas afectaciones tanto sociales como ambienta-
les, como el despojo de tierras, la explotación laboral, la alteración del
ciclo hidrológico, la degradación de los suelos, la pérdida de hábitat,

330 Análisis espacial


entre otras (Isaac-Márquez et al., 2016; Meijaard et al., 2018; Romero y
Albuquerque, 2018).
A pesar de que la diferenciación entre tipos de coberturas arbó-
reas permite obtener mayor detalle de los procesos que ocurren en la
superficie terrestre, esta discriminación ha sido muy difícil de lograr
mediante sensores remotos y algoritmos previamente disponibles. Por
ello, la aparición de nuevas herramientas con mejores capacidades ayu-
dará a obtener información de mayor calidad. Este tipo de métodos per-
mitirá cuantificar la influencia de las presiones de mercado nacional e
internacional sobre el cambio de uso de suelo de la región. Por ejemplo,
permite reconocer la expansión de plantaciones de palma de aceite, así
como establecer si dicha expansión se da a costa de bosques maduros o
secundarios. Además, esta información ayudará a estimaciones futuras
sobre las emisiones de carbono provenientes de procesos de deforesta-
ción y degradación forestal, así como al cálculo de tasas de pérdida de
hábitat natural o provisión de servicios ecosistémicos (Chi et al., 2016).
Por último, contar con herramientas de esta naturaleza ayudará a dis-
tinguir áreas arbóreas bajo un uso intensivo, muchas veces asociados a
una degradación de suelos (e.g., plantaciones de palma), de otras zonas
dominadas por árboles, pero bajo prácticas con un menor impacto am-
biental (e.g., áreas con ciclos de descanso agrícola).
Cabe destacar que la mayoría de las clases con menor precisión del
usuario y del productor fueron las clases que cubren una menor área,
e.g., Plantaciones jóvenes, Bosques secundarios y Caminos. Por el contra-
rio, entre las clases que abarcan una mayor área, e.g., Bosques maduros
y Pastizales / Agricultura, la precisión para clasificarlas fue mayor. Con-
siderando que las áreas de entrenamiento y verificación fueron colo-
cadas en sitios donde se encontraran todas las clases de interés, es muy
probable que en toda el área de estudio la diferencia en área ocupada
por las clases más comunes y las menos comunes sea mayor. Por lo
tanto, se esperaría que la precisión total del mapa de la clasificación del
área de estudio completa tenga una precisión mayor a la reportada en
la matriz de confusión (Cuadro 1).
La incorrecta discriminación entre algunas categorías respondió,
sobre todo, a una limitación en la resolución espacial y espectral de
las imágenes utilizadas. En el primer caso, la limitación en la resolu-
ción espacial dificultó el uso de patrones espaciales o texturas para
diferenciar, por ejemplo, entre Plantaciones Maduras y Bosque Madu-
ro, las cuales son fácilmente distinguibles usando imágenes de muy
alta resolución espacial. En el segundo caso, la resolución espectral
de las imágenes fue insuficiente para distinguir, por ejemplo, entre

Evaluación de técnicas de aprendizaje profundo... 331


Plantaciones jóvenes y Pastizales / Agricultura. A pesar de que se podría
haber llevado a cabo un análisis de separabilidad espectral para ver el
grado de discriminación espectral entre las clases utilizadas, este no
se realizó ya que el método se basa en realizar una clasificación uti-
lizando información espectral y espacial (ver Solórzano et al., 2021).
Dicho análisis únicamente habría ayudado a explicar parcialmente la
separabilidad de las clases en la dimensión espectral, omitiendo la di-
mensión espacial.
Adicionalmente, se observó que una parte del error de la clasifi-
cación se concentró en los bordes de los polígonos de las clases de-
tectadas (Figura 6). Debido a que el modelo U-net se basa en el uso de
convoluciones, dicho procedimiento suele provocar que la resolución
espacial de las imágenes se degrade. Aunque el modelo U-net prevé lo
anterior e incorpora las conexiones salteadas para tratar de dotar al
resultado final de información con mayor resolución, parece que no
es suficiente para generar las imágenes con el mismo nivel de detalle
que la imagen multiespectral y radar (Ronneberger et al., 2015; Neves
et al., 2020). Por ello, los valores de confiabilidad de pertenencia a
la clase en la mayoría de los bordes de polígonos de distintas clases
fueron bajos.
Aunque en este trabajo no se presenta una comparación de este mé-
todo con otro tipo de algoritmos, sí se realizaron pruebas con el algorit-
mo de aprendizaje automatizado random forests utilizando los mismos
datos de entrenamiento y validación, así como las mismas imágenes
satelitales. La comparación entre estos métodos reveló que, aunque la
precisión obtenida con la U-net no es tan impresionante, sí implica un
aumento de 0.23 en la precisión total de la clasificación y de 0.15 en el
F1-score respecto al uso del algoritmo random forests (Solórzano et al.,
2021). Estudios previos han reportado resultados similares (Du et al.,
2020; Giang et al., 2020).
Por otro lado, el método se enfocó en utilizar en conjunto la infor-
mación multiespectral y radar para generar una clasificación del área
de estudio. Aunque las imágenes radar permiten obtener información
de la superficie terrestre aún con condiciones de nubosidad, varios es-
tudios previos reportan que los mejores resultados suelen obtenerse
utilizando ambos tipos de imágenes, seguidas de sólo multiespectrales
y, por último, radar (Van Tricht et al., 2018; Heckel et al., 2020). Esto
se debe a que las imágenes radar brindan información limitada de la
superficie terrestre, la cual no permite diferenciar con el mismo grado
de detalle que las imágenes multiespectrales. Estudios futuros podrían
predecir el tipo de cobertura en las áreas a las que no se les pudo aso-

332 Análisis espacial


ciar una clase de tipo de cobertura (i.e., nubes o sombras) utilizando
únicamente las bandas de radar o al utilizar una imagen multiespectral
de otra fecha.
La literatura menciona que los algoritmos de aprendizaje profundo
más complejos permiten captar patrones más abstractos. Sin embargo,
al trabajar con un conjunto limitado de datos, como es el caso de este
estudio, el algoritmo puede memorizar los patrones de los datos de en-
trenamiento y sobreajustar sus parámetros a reconocer patrones en es-
tos datos (LeCun et al., 2015; Buduma, 2017; Li et al., 2018; Trask, 2019).
De tal manera, al hacer predicciones sobre datos nuevos, la precisión
será baja. Esto se debe a que el algoritmo sobreajustó sus parámetros
para reconocer patrones únicamente en los datos de entrenamiento,
en lugar de encontrar patrones más generales. Por ello, en aplicaciones
con un conjunto limitado de datos, como en nuestro caso, se suele ele-
gir una arquitectura más simple (Cheng et al., 2017; Wagner et al., 2019;
Hoeser et al., 2020). Adicionalmente, los valores de los hiperparáme-
tros del mejor modelo obtenido en este trabajo se encontraron en el
intervalo de valores utilizados en estudios previos; a excepción del nú-
mero de capas ocultas, el cual fue menor (Wagner et al., 2019; Isaienkov
et al., 2020; Wagner et al., 2020a; Wagner et al., 2020b).
Es importante resaltar que el algoritmo U-net es capaz de incor-
porar patrones espaciales que incluyan aspectos como la forma o la
textura de los objetos para realizar la clasificación (Kattenborn et al.,
2021). A pesar de que el aprendizaje de la U-net queda registrado en
los pesos de los filtros, resulta difícil darle una interpretación a dicha
información y concluir cuáles características fueron las más importan-
tes para realizar la clasificación. Por ello, algunos estudios han buscado
métodos que permitan entender lo que este tipo de algoritmos “apren-
den” mediante pruebas post-aprendizaje sobre imágenes con diferentes
patrones espectrales y espaciales (Chollet y Allaire, 2018). Este tipo de
métodos son una opción atractiva para entender con mayor detalle en
qué aspectos radica el “aprendizaje” de estos algoritmos y que podrían
implementarse en un futuro.
A pesar de que habría sido deseable tener muestras de todas las
clases de cobertura incluidas en el esquema para el proceso de veri-
ficación, esto no resultó evidente hasta haber obtenido los datos de la
evaluación del método con los datos de validación, ya que se hizo la
selección de estos últimos de manera aleatoria. Por lo tanto, no se eva-
luó la precisión de dos clases, Agua y Vegetación acuática. En una futura
evaluación quedaría pendiente calcular la precisión para el reconoci-
miento de estas dos clases.

Evaluación de técnicas de aprendizaje profundo... 333


Por otro lado, en la literatura se ha utilizado frecuentemente el índi-
ce kappa para resumir los resultados de una matriz de confusión, ya que
permite tomar en cuenta los valores marginales de la matriz de confu-
sión. Sin embargo, varios trabajos recomiendan evitar el uso de dicho
índice, ya que no es fácilmente interpretable o no aporta información
adicional a la precisión total (Stehman 1997; Pontius y Millones, 2011).
Por ello, nosotros decidimos restringirnos al uso de la precisión total y
el F1-score como métricas para elegir la mejor combinación de hiper-
parámetros y la precisión del usuario y del productor como métricas
para describir la matriz de confusión.
Al comparar la precisión total obtenida con otros trabajos que han
utilizado el modelo U-net se observó que nuestro trabajo fue el que ob-
tuvo la menor precisión. Consideramos que esto se debe a que nuestro
trabajo cuenta con: el menor número de muestras (891 en este estudio
vs 1000 - 7000), el mayor número de clases (12 en este estudio vs 2 - 3)
y la información remota de menor resolución espacial (10 m en este
estudio vs 0.3 m – 2 m; Wagner et al., 2019; Neves et al., 2020; Wagner
et al., 2020a; Wagner et al., 2020b). Esta comparación sugiere que el
método puede tener un mayor potencial que el que se observó en este
estudio. A continuación, se discuten tres posibilidades para mejorar los
resultados.
Estudios previos mencionan que el potencial de utilizar algoritmos
de aprendizaje profundo para un problema en particular depende en
gran medida de la cantidad de datos disponibles para entrenar estos
métodos (LeCun et al., 2015; Chollet y Allaire, 2018). A pesar de ello,
frecuentemente no se tiene una gran cantidad de datos disponibles
para realizar tareas de clasificación de la cobertura terrestre mediante
percepción remota. Esto se debe a que el registro de este tipo de datos
demanda de una gran cantidad de tiempo. A pesar de ello, es muy pro-
bable que la obtención de un mayor número de datos ayudaría a ob-
tener mejores resultados. Una alternativa para lograrlo, sin hacer una
inversión muy grande en tiempo, sería la de utilizar un procedimiento
más complejo para aumentar de manera artificial el volumen de datos,
como lo han hecho estudios previos (Wagner et al., 2020b).
La segunda posibilidad implica la simplificación del esquema de
clasificación. El primer acercamiento de este análisis fue elegir un es-
quema de clasificación complejo para evaluar el potencial de este méto-
do. Sin embargo, simplificar este sistema permitiría obtener una mayor
precisión (Mas et al., 2003). Por ejemplo, para el propósito principal de
evaluar la capacidad el método para distinguir entre coberturas arbó-
reas se podría simplificar el esquema de clasificación a cinco clases:

334 Análisis espacial


Bosque Maduro, Bosque Secundario, Plantaciones Maduras, áreas a las que
no se les pudo asociar clase (nubes y sombras) y no bosque (todas las
demás clases).
La tercera alternativa de mejora consta de utilizar otra colección
de imágenes de mayor resolución de pixel (Hoeser et al., 2020). Estas
imágenes permiten obtener más información de la superficie, lo cual
facilita el reconocimiento de patrones espaciales de mayor resolución.
El principal problema con este tipo de imágenes es que la mayoría no
son gratuitas, lo cual podría dificultar la implementación de este tipo
de métodos para el monitoreo de una región. Por lo tanto, este estudio
pone a prueba un algoritmo de aprendizaje profundo en una situación
que dista de ser la óptima (en cuanto a la resolución de la imagen), pero
que resulta en un método gratuito con una alta probabilidad de ser
implementado para el monitoreo de la superficie terrestre en esta zona.
La última posibilidad que se podría abordar para mejorar nuestros
resultados sería el incorporar otra dimensión de análisis: la temporal.
Estudios previos han sugerido que realizar convoluciones sobre la di-
mensión temporal permite contar con información de la fenología de
la cobertura, lo que ayuda a discriminar entre clases y aumentar la pre-
cisión de la clasificación obtenida (Isaienkov et al., 2020).

CONCLUSIONES

El uso de algoritmos de aprendizaje profundo en imágenes obtenidas


mediante percepción remota ha permitido expandir las capacidades
previamente disponibles para generar clasificaciones detalladas de la
cobertura terrestre. A pesar de sus grandes ventajas, este tipo de méto-
dos aún presentan dificultades, sobre todo para hacer mapas temáticos
con muchas clases o con pocos datos, como fue el caso de este estudio.
Aun así, este tipo de algoritmos permiten obtener mejores resultados
que métodos previamente disponibles, gracias a la ausencia de una fase
de ingeniería de rasgos y a la incorporación de la dimensión espacial
en los análisis. Este tipo de estudios ayudarán a esclarecer cuáles son
las capacidades reales de algoritmos basados en CNN para estudiar la
superficie terrestre mediante el uso combinado de información prove-
niente de distintos tipos de sensores remotos. Además, el desarrollo de
métodos que desagreguen la clasificación de la cobertura arbórea en
clases más específicas (e.g., bosque maduro, bosque secundario y planta-
ciones) permite cuantificar los cambios de cobertura arbórea relacio-
nados con procesos globales que tienen graves impactos ambientales
y sociales a escala local, como el cambio de uso de suelo de bosque

Evaluación de técnicas de aprendizaje profundo... 335


maduro a plantaciones. Por último, este tipo de cuantificaciones serán
de vital importancia para futuras políticas públicas encaminadas al uso
de los recursos naturales en la región.

AGRADECIMIENTOS

El primer autor agradece al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología


(CONACyT) por la beca otorgada para realizar sus estudios de posgra-
do. Adicionalmente, deseamos darles las gracias a los(as) dos reviso-
res(as) anónimos por sus valiosos comentarios que ayudaron a mejorar
significativamente el manuscrito de este artículo. Por último, extende-
mos nuestros agradecimientos al comité organizador del VIII Coloquio
Internacional del CIGA y a las coordinadoras del libro.

ABREVIATURAS

CNN: redes neuronales convolucionales.


R: banda roja de una imagen multiespectral.
G: banda verde de una imagen multiespectral.
B: banda azul de una imagen multiespectral.
NIR: banda del infrarrojo cercano de una imagen multiespectral.
VV: polarización vertical-vertical de una imagen de radar de apertura
sintética.
VH: polarización vertical-horizontal de una imagen de radar de aper-
tura sintética.

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Evaluación de técnicas de aprendizaje profundo... 343


OpenStreetMap y drones ligeros para fortalecer la
respuesta local ante desastres en tiempos de COVID-19

Nicolás Vargas-Ramírez1*, Gemma Gómez-Castillo2,


Jaime Paneque-Gálvez3 y Michael K. McCall3

RESUMEN

La pandemia de la COVID-19 genera nuevos retos para gestionar de-


sastres, particularmente en regiones vulnerables como América Latina.
Desde que el virus SARS-CoV-2 llegó a esta región, han ocurrido desas-
tres donde la respuesta gubernamental ha sido precaria o nula debido
a cambios estructurales y coyunturales causados (o agravados) por la
pandemia. Uno de los retos ha sido generar información cartográfica
pre- y post-desastre en áreas donde los mapas están desactualizados o
son inexistentes. La Información Geográfica Voluntaria (IGV), la carto-
grafía web y, más recientemente, los drones ligeros han demostrado su
potencial para aportar información geográfica que fortalezca la gestión
de desastres. Sin embargo, parece que el potencial del uso combina-
do de estas herramientas aún no ha sido analizado durante la pande-
mia. Por ello, realizamos un estudio de caso en el Resguardo Indígena
de Guambía (Cauca, Colombia) y evaluamos el potencial de utilizar
OpenStreetMap y drones ligeros para fortalecer la respuesta local ante
desastres durante pandemias como la COVID-19. Reflexionamos, tam-
bién, sobre la calidad de los datos aportados por las poblaciones rurales
afectadas simultáneamente por desastres y pandemias, por cartógrafos
web voluntarios y sobre qué métodos pueden usarse para su validación.
Nuestro estudio pone de manifiesto el potencial del uso combinado de
OpenStreetMap y drones ligeros. También, nos permite ofrecer sugeren-

1 Posgrado en Geografía. Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental. Universidad


Nacional Autónoma de México. UNAM-Morelia.
2 Escuela Nacional de Estudios Superiores Unidad Morelia. Universidad Nacional Autó-
noma de México. UNAM-Morelia.
3 Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental. Universidad Nacional Autónoma
de México. UNAM-Morelia.
* Autor para correspondencia: vargasramireznicolas@gmail.com

345
cias específicas desde la geografía ambiental para fortalecer la gestión
local de desastres en pandemias como la actual.

Palabras clave: gestión de desastres; información geográfica voluntaria (IGV);


pandemia; Resguardo Indígena de Guambía; vehículo aéreo no tripulado (VANT)

INTRODUCCIÓN

Desde la llegada del síndrome respiratorio agudo producido por un


coronavirus (coronavirus disease, COVID-19 por sus siglas en inglés) a
Latinoamérica —febrero-marzo de 2020— han ocurrido varios desas-
tres4 (Escobar et al., 2020; Wei-Haas, 2020; Simonovic et al., 2021).
Además, es posible que nuevos desastres ocurran conforme avance la
temporada de tormentas tropicales y huracanes, o que sucedan terre-
motos u otros fenómenos naturales. Sin duda, la sinergia de los efectos
de la pandemia y de los desastres ocurridos en América Latina ha pues-
to a prueba las capacidades gubernamentales internacionales, naciona-
les y locales5 para su gestión6. Las medidas sanitarias de aislamiento y
distanciamiento social adoptadas por algunos países de la región han
dificultado las fases de respuesta y recuperación ante desastres (An-
derson et al., 2020; Burki, 2020; Finn et al., 2020; Ríos Sierra, 2020),
donde la capacidad gubernamental de algunos parece no haber sido
rápida ni eficaz, y en ocasiones incluso ha sido imposible. Dichas me-
didas también han planteado retos para las entidades y las personas
que se encargan voluntariamente de la respuesta post-desastre (Cardil
y De-Miguel, 2020). Esto se debe a que las recomendaciones de “que-
darse en casa” y los encierros obligatorios conducen a una baja dispo-
nibilidad de transporte público y están acompañadas de restricciones
para viajar a otras regiones (Dobusch y Kreissl, 2020; Ren, 2020).

4 Un desastre es “un evento calamitoso, repentino o previsible, que trastorna seriamente el


funcionamiento de una comunidad o sociedad y causa unas pérdidas humanas, materia-
les, económicas o ambientales que desbordan la capacidad de la comunidad o sociedad
afectada para hacer frente a la situación a través de sus propios recursos” (Federación
Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja [IFRC], 2020).
5 Tal fue el caso de Haití tras el terremoto del 14 agosto de 2021, seguido por la tormenta
tropical Grace: “Una década después del anterior terremoto, Haití se tambalea de nue-
vo. Y esta catástrofe coincide con la inestabilidad política, el aumento de la violencia
de las bandas, las tasas alarmantes de desnutrición entre los niños y la pandemia de
COVID-19, para la que Haití sólo ha recibido 500.000 dosis de vacunas, a pesar de
necesitar muchas más”. Tomado de https://news.un.org/es/story/2021/08/1495542
(URL consultada el 28/08/2021).
6 La gestión de desastres consta de cuatro fases: mitigación, preparación, respuesta y
recuperación (Poser y Dransch, 2010).

346 Análisis espacial


La información geográfica es crucial para la gestión de desastres
(Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción de Desastres de las
Naciones Unidas [UNISDR, por sus siglas en inglés], 2015; Tomaszews-
ki, 2021), particularmente en la fase de respuesta donde suele reque-
rirse de manera inmediata (Goodchild y Glennon, 2010; Horita et al.,
2013; Meier, 2015). Tanto los organismos gubernamentales como la
población local necesitan conocer la ubicación y las características de
las zonas afectadas para coordinar sus respuestas (UNISDR, 2015) y
recuperarse de los efectos causados por los desastres (Haworth, 2018;
Tomaszewski, 2021). Sin embargo, las restricciones actuales de movi-
lidad ante la COVID-19 dificultan el mapeo post-desastre, ex situ e in
situ. Esto es especialmente problemático cuando la información car-
tográfica digital (Hess, 2021) está bastante desactualizada o es incluso
inexistente a escalas detalladas (Tomaszewski, 2021); cuando su uso es
limitado o impedido por derechos de autor (Botero Cabrera, 2020); o
cuando no existen datos abiertos7 disponibles captados por o genera-
dos a partir de satélites o aeronaves tripuladas, tanto antes como des-
pués del desastre.
La ausencia de información pre- y post-desastre en áreas pobre-
mente cartografiadas a menudo ha sido subsanada por voluntarios (afi-
cionados o semiprofesionales) que emplean servidores cartográficos
online8 (Meier, 2015). Usualmente esta información se genera en coor-
dinación con corpus de voluntarios internacionales experimentados
en la materia, tales como GISCorps, MapAction, Global MapAid, y Mercy
Corps, quienes ya han visto restringidos sus viajes internacionales e
internos en el marco de la pandemia9. Dicho mapeo y coordinación
ha sido posible gracias a los servicios cartográficos basados en la web y
al surgimiento de la Información Geográfica Voluntaria (IGV) para ge-
nerar información espacial local rápida y oportuna (Goodchild, 2007;
McCall et al., 2015; Verplanke et al., 2016). La plataforma más conocida
es OpenStreetMap10, cuya utilidad, oportunidades y desafíos para forta-

7 En este capítulo nos referimos a los datos abiertos como aquellos que están libremente
disponibles, sin restricciones de derechos de autor u otros mecanismos que impidan
su uso.​
8 Los servidores cartográficos online permiten visualizar, consultar y analizar informa-
ción geográfica a través de Internet utilizando o emulando algunas de las aplicaciones
de los Sistemas de Información Geográfica (SIG). Estos servidores pueden ser de ma-
pas, de teselas, de datos brutos, de metadatos y de geoprocesos.
9 Para más información véanse sus páginas web: https://giscorps.org/, https://mapac-
tion.org/, https://globalmapaid.org/, https://mercycorps.org/ (URL consultadas el
28/08/2021).
10 https://www.openstreetmap.org/ (URL consultada el 28/08/2021).

OpenStreetMap y drones ligeros... 347


lecer la atención de desastres han sido ampliamente debatidos (Latif
et al., 2011; Rahman et al., 2012; Poiani et al., 2016; Ghaffarian et al.,
2019; Goldblatt et al., 2020). Al respecto, Soden y Palen (2014) y Gebre-
medhin et al. (2020) demostraron la utilidad de OpenSreetMap para el
empoderamiento local, el fortalecimiento de la respuesta colectiva y la
gestión participativa de desastres. Sin embargo, el carácter libre, abier-
to y voluntario de OpenStreetMap ha requerido establecer métodos que
garanticen la calidad de sus datos (Haklay, 2010; Barron et al., 2014;
Westrope et al., 2014).
Los vehículos aéreos no tripulados (también conocidos como dro-
nes) han demostrado tener la capacidad de obtener información carto-
gráfica detallada y oportuna para la gestión de desastres (Garnica-Peña
y Alcántara-Ayala, 2021). La información obtenida mediante drones
ligeros11 también ha demostrado ser valiosa para la IGV y OpenStreet-
Map (Johnson et al., 2017; Brandt et al., 2019; Gebremedhin et al., 2020).
Además, ha sido útil para fortalecer la ayuda humanitaria ante proce-
sos de remoción en masa y otros fenómenos (Luo et al., 2019; Naser y
Kodur, 2020; Salmoral et al., 2020). Su uso con fines humanitarios y
comunitarios cuenta con códigos de conducta previos a la COVID-19
(Vargas-Ramírez y Paneque-Gálvez, 2019: 17-18; UAViators, 2020) y
posteriores (WeRobotics, 2020). Pese a la capacidad de los drones li-
geros y la valía de la información que capturan para la gestión de de-
sastres (Antoine et al., 2020), las medidas de distanciamiento social
obligatorias pueden impedir o dificultar la obtención de permisos para
viajar y volar en zonas afectadas. Vargas-Ramírez y Paneque-Gálvez
(2019) han resaltado el potencial de los drones comunitarios para aten-
der intereses y necesidades locales como la gestión de desastres; sin
embargo, su adopción en Latinoamérica es aún escasa.
La utilidad de OpenStreetMap y los drones ligeros no parece haber
sido evaluada en la gestión local de desastres12 durante una pandemia
(Green et al., 2021; Mooney et al., 2021), al igual que su potencial para
el empoderamiento y fortalecimiento de la respuesta colectiva local
en dichos contextos (Sun et al., 2020; Chandrappa y Das, 2021; Ha,
2021; McCall et al., 2021; Palinkas et al., 2021). Tampoco parecen ha-
berse explorado aún métodos que ayuden a validar la calidad de los

11 En este capítulo nos referimos a los drones ligeros como aquellos cuyo peso máximo de
despegue no superan los 25 kg y sus rangos máximos de operación horizontal y vertical
son inferiores a 5 km y 500 m, respectivamente.
12 Nos referimos a la gestión local de desastres (Tanaka, 2008) y no la gestión local del
riesgo de desastres (Lavell et al., 2003) para enfatizar que las acciones de respuesta y
recuperación en Guambía se realizaron mayormente con los medios disponibles de la
población indígena directamente afectada por los deslizamientos y flujos de lodo.

348 Análisis espacial


datos aportados por las poblaciones rurales afectadas simultáneamente
por desastres y pandemias, así como por cartógrafos web voluntarios
(Chamola et al., 2020; Palinkas et al., 2021). La poca preparación evi-
denciada en algunos gobiernos latinoamericanos para atender simul-
táneamente la pandemia y los desastres no relacionados con el virus
refleja la importancia de fortalecer la gestión local del riesgo de desas-
tres (Maskrey, 2011). También, muestra la necesidad de adaptar me-
todologías y tecnologías para producir información cartográfica que
contribuya a dicho fortalecimiento.
En este capítulo presentamos un ejemplo de cómo Open­StreetMap y
el uso de drones ligeros permitieron cartografiar un territorio indígena
de Colombia afectado por precipitaciones que causaron múltiples des-
lizamientos de tierra y flujos de lodo. El desastre ocurrió al inicio de la
pandemia de la COVID-19. Esto impidió la respuesta gubernamental
nacional y departamental, por lo que se tuvo que gestionar localmente.
A partir de este caso buscamos responder las siguientes preguntas, en-
focadas particularmente en la fase de respuesta ante desastres: ¿Cuál
es el potencial de OpenStreetMap y los drones ligeros para responder
a desastres durante una pandemia?, ¿es posible empoderar13 a las po-
blaciones afectadas por desastres durante una pandemia y fortalecer
su respuesta colectiva local usando OpenStreetMap y drones ligeros?,
¿cómo se puede validar la calidad de los datos aportados por las pobla-
ciones afectadas y los cartógrafos web voluntarios para la gestión local
de desastres durante las pandemias?

ESTUDIO DE CASO

El desastre: “Fuertes lluvias causan inundaciones en Silvia, Cauca”

Este fue un titular de noticias que informó sobre lo ocurrido en el Res-


guardo Indígena de Guambía (Romoleroux, 2020) del grupo étnico
Misak. Este territorio fue legalmente reconocido en 1983 y garantiza
la propiedad colectiva de 17,481 hectáreas y un sistema de gobierno
propio administrado por un Cabildo Indígena14. El Resguardo se sitúa

13 Hace referencia al refuerzo de las capacidades y los conocimientos locales relaciona-


dos con la gestión de desastres en todas sus fases.
14 “Es una entidad pública especial, cuyos integrantes son miembros de una comunidad
indígena, elegidos y reconocidos por ésta, con una organización sociopolítica tradi-
cional, cuya función es representar legalmente a la comunidad, ejercer la autoridad y
realizar las actividades que le atribuyen las leyes, sus usos, costumbres y el reglamento
interno de cada comunidad” Tomado de https://www.mininterior.gov.co/content/ca-
bildo-indigena (URL consultada el 28/08/2021).

OpenStreetMap y drones ligeros... 349


en jurisdicción del municipio de Silvia (departamento de Cauca). Po-
payán, la capital de Cauca, está situada a 60 km de Silvia, mientras que
Cali, la capital del vecino departamento de Valle del Cauca, está a unos
130 km (Figura 1).

Figura 1. Mapa de ubicación. A) Departamento del Cauca en Colombia; B) Municipio de


Silvia en el Departamento del Cauca; C) Resguardo Indígena de Guambía en el municipio
de Silvia

350 Análisis espacial


Las fuertes lluvias que ocasionaron el desastre cayeron durante la
noche del 19 y la madrugada del 20 de marzo15. Esto ocurrió dos días
después de que el Cabildo anunciara el cierre de su territorio para
protegerse contra la COVID-19 (Noticias Caracol, 2020). Además, dos
días después del desastre el Gobierno Nacional expidió una ley orde-
nando el Aislamiento Preventivo Obligatorio en Colombia a partir del
25 de marzo, el cual se extendió hasta el 31 de agosto (Ministerio del
Interior, 2020).
Las precipitaciones provocaron deslizamientos de tierra y flujos de
lodo que desbordaron los ríos Piendamó y Malchal (Angarita, 2020).
Las afectaciones más fuertes fueron sobre la infraestructura vial, ha-
bitacional y productiva (truchicultura, agricultura y ganadería) cer-
canas a los cursos de agua. Las noticias sobre el desastre ofrecieron
datos ambiguos de la ubicación exacta de los daños. El Cabildo lideró
la atención del desastre, solicitó ayuda económica urgente y demandó
la presencia inmediata de los gobiernos departamental y nacional. Los
deslizamientos de mayor tamaño ocurrieron en las partes más eleva-
das, cubiertas por bosques húmedos cercanos a ecosistemas de páramo.
Las fotos compartidas por el Cabildo ilustran las características de los
deslizamientos, los flujos y los daños (Figura 2).
El Cabildo diseñó formularios para estimar los daños causados por
el desastre en cada vereda16. Para el 16 de abril reportaron pérdidas por
$452,650 USD (Figura 3). Dicha estimación incluyó las pérdidas totales
de cultivos, animales, infraestructura de servicio y saneamiento, herra-
mientas de trabajo, electrodomésticos e infraestructura asociada a la
truchicultura. Ocho familias perdieron sus viviendas y 34 más estaban
asentadas en zonas de riesgo, según la estimación del Cabildo.

15 El 21/06/2020 solicitamos datos de las precipitaciones al Instituto de Hidrología, Me-


teorología y Estudios Ambientales (IDEAM). El 31 del mismo mes el IDEAM informó
que “los datos se encuentran en las estaciones [...] de Silvia [...] y por su categoría, de
acuerdo a los protocolos de operación de la red meteorológica, la información se en-
cuentra en las estaciones y por la contingencia actual (COVID 19) no ha podido ser
recogida y procesada” (Radicado No.: 20204000004771).
16 Vereda es una delimitación político-administrativa inframunicipal en Colombia.

OpenStreetMap y drones ligeros... 351


Figura 2. Daños causados por los flujos de lodo. A) Deslizamientos de tierra y flujos
de lodo en las partes altas; B) Daños a la infraestructura y material arrastrado por las
inundaciones (uno de los deslizamientos puede verse en la parte superior izquierda); C)
Vivienda gravemente dañada por un flujo de lodo

Fuente: Cabildo Indígena de Guambía.

Figura 3. Estimación de daños tras las fuertes lluvias de marzo de 2020 en Guambía

Nota: El Cabildo estimó los daños en pesos colombianos. Convertimos esta cantidad a dólares
usando el tipo de cambio promedio de abril de 2020: 1 USD = 3968.94 COP. Los nombres de
algunas veredas en la estimación no coincidían con un mapa veredal proporcionado por el
Cabildo, lo que permitió identificar que dicha cartografía probablemente estaba desactualizada.
Fuente: Autoridades Ancestrales Misak de Guambía (16/04/2020).

352 Análisis espacial


El mapeo voluntario

El 22 de marzo, OpenStreetMap Colombia respondió la solicitud de


ayuda del Cabildo con la creación de un proyecto de mapeo pre-de-
sastre en su Gestor de Tareas, empleando imágenes satelitales, el cual
culminó el 31 del mismo mes (OpenStreetMapCo, 2020a, 2020c).
Varios deslizamientos de tierra anteriores a las lluvias fueron identi-
ficados durante dicho mapeo, mediante el uso de imágenes satelita-
les disponibles en OpenStreetMap al momento del desastre (e.g., Bing,
Esri, Mapbox, Maxar). Paralelamente, la Fundación OpenStreetMap
Colombia buscó un piloto de drones dispuesto a visitar Guambía. El
primer vuelo de reconocimiento con drones de la vereda más afectada
(Santiago) se ejecutó el 23 de marzo (OpenStreetMapCo, 2020d). Se
hicieron vuelos con fines cartográficos el 26 de marzo en condicio-
nes climáticas poco favorables, debido a lloviznas y niebla. A par-
tir del procesamiento fotogramétrico de la información obtenida se
generaron un ortomosaico y un Modelo Digital de Elevación (MDE).
El 31 de marzo OpenStreetMap Colombia creó el proyecto de mapeo
post-desastre en su Gestor de Tareas usando el ortomosaico (OpenS-
treetMapCo, 2020e). La cartografía del área priorizada para el mapeo
post-desastre y los modelos interactivos tridimensionales generados
fotogramétricamente se publicaron y enviaron al Cabildo el 4 de abril
(OpenStreetMapCo, 2020b, 2020f).
El mapeo en OpenStreetMap permitió determinar la extensión y lo-
calización de los deslizamientos y los flujos y evaluar de manera pre-
liminar los daños en las carreteras, las viviendas y la infraestructura.
Dicha evaluación y la cartografía se enviaron al Cabildo, quien las em-
pleó en su estimación local de daños. El piloto del dron, miembro de la
Junta de Defensa Civil La Custodia (Cauca) y de la Oficina de Gestión
de Riesgos de Popayán, intentó establecer contacto directo entre la Uni-
dad Nacional de Gestión de Desastres y el Cabildo. Dicha Unidad no
visitó la zona, pero contactó a la alcaldesa de Silvia.
El avance y los resultados del mapeo pre- y post-desastre fueron in-
formados mediante el Twitter de OpenStreetMap Colombia etiquetando
a las entidades gubernamentales encargadas de atender este tipo de de-
sastres. Se proporcionaron ligas para la descarga de mapas imprimibles
en gran formato, junto con una página web para la consulta interactiva
del ortomosaico y la cartografía de OpenStreetMap17. Los mapas y ar-
chivos vectoriales se enviaron al Cabildo, y la divulgación pública del

17 http://tms.openstreetmap.co/Guambia/leaflet.html (URL consultada el 26/01/2021).

OpenStreetMap y drones ligeros... 353


mapeo post-desastre fue informada previamente y consentida por sus
integrantes. También, se recomendó la descarga de aplicaciones especí-
ficas para teléfonos inteligentes con las cuales consultar y actualizar la
cartografía de OpenStreetMap (e.g. Maps.me, Go Map!!, OsmAnd).
Ni los autores ni los miembros de OpenStreetMap Colombia cono-
cían previamente a los afectados por el desastre. La comunicación di-
recta se estableció mediante un ecólogo que conocía a miembros del
Cabildo y difundió en sus redes sociales la solicitud de ayuda (Semana
Rural, 2020). Además de informar sobre el mapeo pre-desastre, la co-
municación directa con el Cabildo precisó la localización de las veredas
afectadas, priorizó el área de interés para el mapeo post-desastre y ga-
rantizó acceso a mapas veredales no disponibles en Internet.

El post-desastre y la llegada del virus

El 30 de mayo se reportó el primer caso positivo de COVID-19 en Silvia


(Secretaria de Salud del Cauca, 2020), cuando el Cabildo aún intentaba
recuperarse del desastre. Según el Cabildo, el virus llegó desde Bogotá
debido al contagio de miembros del Resguardo Indígena asentados allí
(El Espectador, 2020), quienes a causa de su vulnerabilidad económica
retornaron a Guambía. Tres meses después del desastre ninguna enti-
dad gubernamental nacional o departamental encargada de la atención
de desastres había visitado Guambía. Hasta entonces sólo habían reci-
bido materiales para la instalación y reparación de tejados por parte
del gobierno municipal, según informó el Cabildo. Los mecanismos de
recaudación de fondos económicos habilitados por el Cabildo consi-
guieron alrededor de $760 USD.
Un miembro del Cabildo informó que al 14 de julio había catorce
casos positivos de COVID-19 en el municipio, e indicó que hasta en-
tonces tal vez los Misak eran el segundo pueblo indígena más afecta-
do por la pandemia en Colombia. Aunque los mapas post-desastre se
produjeron rápidamente, la falta de recursos económicos y de apoyo
gubernamental a Guambía impidieron recuperarse del desastre antes
de la llegada del virus. Un miembro del Cabildo se quejó de que los fon-
dos de ayuda se estaban priorizando para la atención de la pandemia,
especialmente los de gestión de desastres. El 21 de julio colaboradores
de OpenStreetMap Colombia establecieron la última comunicación di-
recta con el Cabildo. Al 14 de marzo de 2021 había 334 contagios con-
firmados de COVID-19 en Silvia y 153 vacunados (Secretaría de Salud
del Cauca, 2021a, 2021b), y las noticias no habían vuelto a reportar
nuevos desastres en Guambía. Las entidades gubernamentales nunca

354 Análisis espacial


contactaron a la Fundación OpenStreetMap Colombia en busca de la
información cartográfica generada.

MATERIALES Y MÉTODOS

Los materiales y métodos empleados son expuestos así: a) mapeo


pre-desastre; b) mapeo post-desastre; y c) validación de los fenómenos
geológicos mapeados en OpenStreetMap.

a) Mapeo pre-desastre

Para el mapeo pre-desastre se usó el Tasking Manager (Gestor de Tareas)


de Colombia, un software libre y de código abierto hecho por el Huma-
nitarian OpenStreetMap Team (HOTOSM, 2020). Los colaboradores de
OpenStreetMap intentaron determinar la localización de las afectacio-
nes más fuertes a partir de noticias sobre el suceso (Angarita, 2020;
Cerón, 2020; El Heraldo, 2020; El País, 2020; Romoleroux, 2020; Se-
mana, 2020; Semana Rural, 2020), pero estas no siempre reportaron la
ubicación geográfica o referían veredas cuya delimitación y toponimia
no estaba públicamente disponible. Así, para el mapeo pre-desastre18 se
utilizó la delimitación oficial del Resguardo Indígena publicada por el
Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC, 2020).

b) Mapeo post-desastre

Para el mapeo post-desastre, la Fundación OpenStreetMap Colombia


aportó $400 USD y lanzó una convocatoria en busca de un piloto de
drones con equipos propios dispuesto a visitar Guambía. Un piloto en
Popayán tuvo disponibilidad y viajó a Silvia. Ahí, acompañado por de-
legados del Cabildo Indígena, hizo un vuelo de reconocimiento en la
vereda más afectada. Tras el vuelo, nos compartieron la traza capturada
por el Sistema de Posicionamiento Global (GPS) del dron para validar
la localización geográfica del área prioritaria de mapeo y para plani-
ficar la ejecución de vuelos posteriores con fines fotogramétricos. Se
sugirieron puntos de despegue, trayectorias de vuelo y alturas seguras
para la operación de los dos drones ligeros a usar: Mavic Pro y Mavic 2
Pro. El uso de drones y su propósito fueron informados y consentidos
previamente por las autoridades del Cabildo. Dichas autoridades expi-
dieron cartas dirigidas a las autoridades civiles y militares con el fin de

18 https://tareas.openstreetmap.co/project/158 (URL consultada el 28/08/2021).

OpenStreetMap y drones ligeros... 355


garantizar el transporte del piloto, dadas las restricciones obligatorias
de movilidad declaradas por la pandemia. La coordinación entre el Ca-
bildo y el piloto atendió a las prácticas apropiadas para el uso comuni-
tario de drones (Vargas-Ramírez y Paneque-Gálvez, 2019).
En la planificación de vuelos se usaron curvas de nivel generadas
con el MDE SRTM1N02W077V3 (23/09/2014) —cortesía del Servicio
Geológico de los Estados Unidos19—, fotointerpretación de imágenes
satelitales de alta resolución (Bing y Google Earth), datos del mapeo
pre-desastre en OpenStreetMap, un mapa veredal suministrado por el
Cabildo y fotos y videos captados durante el vuelo de reconocimiento
(Figura 4). La planeación fue enviada al piloto y al Cabildo, aclarando
que su ejecución debería concertarse mutuamente en campo y que po-
dría modificarse según su criterio. Se enviaron archivos vectoriales de
la planificación a ambos y se pusieron a disposición en mapas interac-
tivos visualizables en Internet con aplicaciones de teléfono inteligente.
Todos los vuelos fueron pilotados manualmente.
El piloto entregó en campo copia de la información recabada al Ca-
bildo (7 GB aprox.) y nos la transfirió para su procesamiento fotogramé-
trico con el software Agisoft Photoscan (Agisoft LLC, 2018). Debido a
las circunstancias, el procesamiento no contó con puntos de control
terrestres. El mapeo post-desastre también se coordinó en el Gestor
de Tareas20. Ocho colaboradores de Open­StreetMap mapearon las áreas
afectadas por los flujos de lodo usando el ortomosaico generado con
drones —que cubrió 1396 ha— y atendiendo a las instrucciones para
emplear las etiquetas “natural = mud21”, “natural = landslide”22, y “da-
mage = minor, major, total”.

19 https://earthexplorer.usgs.gov/ (URL consultada el 26/01/2021).


20 https://tareas.openstreetmap.co/project/161 (URL consultada el 28/08/2021).
21 https://wiki.openstreetmap.org/wiki/Tag:natural=mud (URL consultada el
28/08/2021).
22 https://wiki.openstreetmap.org/wiki/Tag:natural=landslide (URL consultada el
28/08/2021).

356 Análisis espacial


Figura 4. A) Captura de pantalla de la trayectoria del vuelo de reconocimiento en la
vereda Santiago; B) Ejemplo de la planificación de vuelos

c) Validación de los fenómenos geológicos mapeados en OpenStreetMap

Los mapeos pre- y post-desastre en OpenStreetMap permitieron la iden-


tificación de varios procesos de remoción en masa. Estos procesos se
definen como fenómenos geológicos externos que involucran el mo-
vimiento y transporte de los materiales que conforman una ladera,
influenciados principalmente por la fuerza de la gravedad (Alcántara
Ayala, 2000). En la zona más afectada se identificaron e interpretaron
visualmente dos tipos de procesos: flujos (de lodo y detritos) y desliza-
mientos traslacionales (Figura 5).
Los datos cartografiados en OpenStreetMap se validaron posterior-
mente usando el Sistema de Información Geográfica (SIG) ArcMap. Se
identificaron y clasificaron visualmente los procesos de remoción en
masa ocurridos y algunos peligros geológicos a una escala de 1:3000, y
a mayor detalle en algunas zonas (1:500 o 1:1000). Dicha identificación
empleó simultáneamente el ortomosaico, el MDE y el modelo sombrea-
do generados fotogramétricamente con los drones ligeros. Su interpre-
tación consideró tanto los cambios en la topografía y el relieve como los

OpenStreetMap y drones ligeros... 357


cambios de color y textura en el ortomosaico. Primero, se identificaron
estructuras lineales de posibles cabeceras de deslizamiento, orígenes
de los flujos, escarpes con caídas de rocas, posibles zonas de colapso,
áreas susceptibles a flujos y zonas de alta erosión. Posteriormente, se
delimitaron los polígonos de las estructuras vinculadas a las zonas de
influencia de los flujos y deslizamientos. Todo lo anterior fue cartogra-
fiado en archivos vectoriales. Los resultados de este mapeo —en ade-
lante referido como “mapeo experto”— se compararon con el mapeo
web post-desastre usando la herramienta Intersect. Se descartaron las
áreas identificadas como de probable ocurrencia de flujos o desliza-
mientos futuros.

Figura 5. Fotos aéreas tomadas en la vereda Santiago (23/03/2020): A) Dirección de flujo


del Río Piendamó y localización de la cabecera municipal de Silvia; B) Deslizamientos y
flujos en la parte alta; C); Flujos y D) Deslizamientos y flujos en la parte media

Fuente: Germán Javier Puyo Epia con el apoyo de la


Fundación OpenStreetMap Colombia

358 Análisis espacial


RESULTADOS Y DISCUSIÓN

A continuación, abordaremos las preguntas planteadas en la introduc-


ción a partir del caso de Guambía. Nuestras respuestas no alcanzan el
nivel de profundidad que nos gustaría, pues no consideramos pruden-
te ni ético quitarle tiempo valioso en entrevistas a los miembros del
Cabildo por las siguientes razones. En primer lugar, al término de la
redacción de este capítulo el Cabildo aún atiende los efectos post-de-
sastre, así como la llegada del virus y su propagación en el Resguardo.
En segundo lugar, el contacto que establecimos con el Cabildo fue ex-
clusivamente para apoyar cartográficamente su respuesta ante el de-
sastre, no para redactar un escrito académico.

Potencial de OpenStreetmap y drones ligeros para fortalecer


la respuesta local ante desastres

Mediante OpenStreetMap se generó información cartográfica que an-


tes del desastre era inexistente en Guambía. La comunicación directa
con el Cabildo permitió garantizar que quienes gestionaban localmente
el desastre recibieran la información, pese a las dificultades logísticas
derivadas de las medidas sanitarias obligatorias por la pandemia. El
Cabildo usó la cartografía suministrada en la estimación local de daños
y para el diseño de un puente destruido a causa de los flujos de lodo. Si
dicho contacto no se hubiese establecido, el mapeo pre-desastre habría
sido inútil. Sus resultados difícilmente habrían sido conocidos local-
mente, aunque quedaran públicamente disponibles en Internet. El uso
de drones ligeros para el mapeo post-desastre también demostró ser de
gran utilidad. No obstante, su uso dependió directamente de la planifi-
cación previa de vuelos, como se muestra a continuación.
El 80 por ciento de las fotografías usadas fotogramétricamente
(1047) se capturaron dentro de los vuelos planificados, y sólo el 20 por
ciento (259) fuera. La planificación se diseñó para cartografiar 1230 ha,
de las cuales el 67 por ciento (819 ha) fue cubierta. Del 100 por ciento
del área cubierta (1396 ha), el 41 por ciento (578 ha) tuvo lugar fuera de
dicha planificación. Algunas zonas no fueron cubiertas. En la vereda
Santiago hubo dificultades tanto para acceder hasta el punto de despe-
gue sugerido como por la niebla. En otras zonas no hubo vuelos porque
grupos armados ilegales habían hecho presencia días antes y los acom-
pañantes designados por el Cabildo sugirieron no realizarlos (Figura 6).
La información obtenida con drones ligeros también fue útil para
el mapeo experto de los fenómenos geológicos que causaron el de-

OpenStreetMap y drones ligeros... 359


sastre y para la identificación de peligros. Dicha información podría
contribuir a la mitigación y preparación ante desastres similares que
puedan ocurrir en Guambía durante la pandemia. Sin embargo, es ne-
cesario validar el mapeo experto con un estudio geológico detallado
que determine: 1) el estado de la roca madre, sus echados, foliaciones y
fracturamientos y 2) la relación de los procesos de remoción en masa
con la tectónica local y la presencia de fallas y fracturas. La informa-
ción generada con OpenStreetMap y drones ligeros puede ser útil para
la producción de información geológica más detallada (Garnica-Peña
y Alcántara-Ayala, 2021) que fortalezca la gestión local de futuros de-
sastres en Guambía.

Figura 6. Planificación versus ejecución de vuelos con drones ligeros en Guambía

OpenStreetMap y drones ligeros: empoderamiento local y


fortalecimiento de la respuesta colectiva

Los mapeos pre- y post-desastre mostraron que ya habían ocurrido flu-


jos de lodo y detritos en Guambía previamente. La ausencia de víctimas
mortales reflejó la existencia de un conocimiento local asociado a di-
chos procesos geológicos. Tata José Elías Pillimué, vicegobernador del
Cabildo, señaló que muchas familias evacuaron sus hogares a tiempo
al percibir “el olor a tierra” después de las lluvias. Este tipo de cono-

360 Análisis espacial


cimientos locales sobre suelos y aspectos geofísicos han sido reporta-
dos en otros grupos indígenas (Barrera-Bassols et al., 2006; Bocco y
Napoletano, 2017). La importancia del conocimiento local y su mapeo
participativo mediante Open­StreetMap también ha sido analizada en la
mitigación del riesgo de desastres (Klonner et al., 2021). La información
cartográfica generada y proporcionada al Cabildo hizo espacialmente
explícita la localización de los flujos de lodo y aportó información so-
bre zonas potencialmente riesgosas para el asentamiento y las activi-
dades productivas de la población. Sin duda, esta información brinda
insumos que podrían mejorar la gestión local del riesgo de desastres y
fortalecer la respuesta colectiva ante fenómenos similares en el futuro,
como se ha visto en otros casos (Haworth, 2018; Chari et al., 2019).
La información producida durante los mapeos pre- y post-desas-
tre también brinda insumos que pueden favorecer el empoderamiento
local. Si el Cabildo o los entes gubernamentales del orden regional y
nacional generan información geológica más detallada de Guambía y
modernizan las estaciones meteorológicas existentes, el conocimiento
local sobre flujos y deslizamientos se podría articular con su monitoreo
participativo y el establecimiento de un sistema de alertas tempranas.
Gebremedhin et al. (2020) han señalado la utilidad de la IGV, la par-
ticipación ciudadana y la gestión gubernamental para la atención de
desastres en la creación de una sociedad resiliente. Tanto la respues-
ta colectiva local como la gestión de desastres durante la pandemia se
beneficiarían de que haya información geográfica detallada pública y
abierta que contribuya a coordinar a la ciudadanía con las entidades
gubernamentales, como han demostrado Usón et al. (2016) para desas-
tres no ocurridos durante pandemias. Los monitoreos de flujos y desli-
zamientos también podrían beneficiarse del uso comunitario de drones
ligeros (Vargas-Ramírez y Paneque-Gálvez, 2019).
Las versiones imprimibles de los mapas entregados al Cabildo no
incluyeron toponimias, pues en los mapeos pre- y post-desastre no par-
ticiparon cartógrafos voluntarios locales. Esto pudo limitar el fortaleci-
miento de la respuesta local ante el desastre, especialmente si a quienes
usaron dichos mapas se les dificultó ubicarse al no estar familiarizados
con su lectura e interpretación en ausencia de nombres locales. El Ca-
bildo manifestó la intención de contratar a un geógrafo local para in-
corporar las toponimias, por lo que esta limitante podrá ser resuelta en
el futuro. Esto favorecerá una mayor utilidad y apropiación local de los
mapeos web y experto generados por voluntarios externos.
El caso de Guambía aporta a las discusiones en torno a la centrali-
zación gubernamental de la respuesta ante desastres y coincide con lo

OpenStreetMap y drones ligeros... 361


planteado por Ha (2021) sobre la importancia de delegar dicha gestión
en las comunidades locales. Mientras el gobierno central domine la
respuesta ante desastres, localmente no habrá autonomía para enfren-
tarse a sus efectos. Por lo tanto, acabarán fácilmente siendo víctimas de
tales desastres (Ha, 2021), particularmente durante pandemias.

Validación de la calidad del mapeo web y de la cartografía veredal local

La estimación local de daños y la cartografía veredal compartida por el


Cabildo evidenciaron dos cosas. Primero, el polígono usado para defi-
nir el mapeo pre-desastre no abarcó todo el territorio de la comunidad
indígena ni las veredas más afectadas. Segundo, hubo daños en algunas
veredas (Figura 3) no identificadas en la cartografía suministrada por
el Cabildo (Figura 7). Las toponimias de dos cuerpos de agua aportados
por una miembro del Cabildo durante el mapeo pre-desastre —Pien-
damupisu y Ñimbepisu (la primera en Piendamó Arriba y la segunda
en Ñimbe, según informó)— suscitaron dudas sobre las demarcacio-
nes veredales, ya que su ubicación en la cartografía no se correspondía
con el conocimiento local brindado. La confiabilidad de la demarca-
ción veredal no se pudo validar localmente. Esa duda influyó en que la
planificación de vuelos y el mapeo web post-desastre no priorizaran la
cobertura de las áreas más afectadas. Esto confirma la importancia de
contar con información geográfica actualizada y de buena calidad para
gestionar los desastres de forma eficiente (Goodchild y Glennon, 2010;
Horita et al., 2013; Tomaszewski, 2021).
Al comparar la estimación local de daños con la evaluación cualita-
tiva realizada en el mapeo post-desastre evidenciamos que la segunda
sólo identificó las afectaciones más evidentes sobre las infraestructuras
vial y de truchicultura, así como en algunas edificaciones y cultivos. Si
el mapeo web hubiese sido la única fuente de información, los daños
habrían sido subestimados. La utilidad y la pertinencia de la evalua-
ción cualitativa de daños en OpenStreetMap para la gestión local del de-
sastre no pudo determinarse con el Cabildo por las razones expuestas
al inicio de esta sección. Poser y Dransch (2010) también han reporta-
do dificultades para estimar rápidamente daños derivados de desastres
usando IGV.
Los procesos de remoción en masa identificados durante el mapeo
web post-desastre fueron validados mediante mapeo experto. Se iden-
tificaron 138 estructuras lineales: 70 posibles colapsos de materiales,
46 orígenes de flujos de lodo y detritos, ocho posibles cabeceras de des-
lizamientos, seis escarpes que pueden presentar caídas de rocas, seis

362 Análisis espacial


zonas de alta erosión y dos áreas susceptibles a la ocurrencia de flujos.
También, se identificaron 51 estructuras poligonales: 43 flujos de lodo
o detritos ocurridos y ocho susceptibles a deslizamientos (Figura 8).
Los 43 flujos identificados abarcaron 15.6 ha. El mapeo web post-desas-
tre, por su parte, reportó la ocurrencia de 57 flujos/deslizamientos que
abarcaron en total 23.8 ha, 14 más que los identificados por el mapeo
experto. A pesar de ello, el mapeo experto identificó ocho flujos omiti-
dos por el mapeo web (Figura 9).

Figura 7. Mapeos web pre- y post-desastre mediante OpenStreetMap en Guambía. Nótese


que algunas de las veredas afectadas no se incluyeron en la planificación de vuelos debido
a la ausencia de cartografía actualizada

OpenStreetMap y drones ligeros... 363


Figura 8. Mapeo experto de fenómenos geológicos e identificación de peligros: A)
Acercamiento a las veredas Santiago y Las Tapias; B) Acercamiento a la vereda Peña del
Corazón (simbología y toponimia de las veredas como en Figura 7)

364 Análisis espacial


La comparación de los mapeos experto y web reveló coincidencias
en la delimitación de 33 flujos (10.6 ha). La conjunción de ambos ma-
peos nos permitió calcular que en el área analizada ocurrieron 63 flujos
que abarcaron 28.8 ha, la mayoría sucedidos entre los 2800 y los 3000
metros sobre el nivel del mar. La demarcación de fenómenos geológi-
cos fue más detallada en el mapeo web que en el experto. Atribuimos
esto a la metodología coordinada de mapeo del Gestor de Tareas de
OpenStreetMap que subdivide los proyectos en cuadrículas, la cual pudo
fomentar el mapeo a escalas más detalladas al focalizar el trabajo de los
cartógrafos voluntarios. El mapeo experto post-desastre de estos proce-
sos a partir de información generada con drones ligeros (Antoine et al.,
2020) podría beneficiarse de dicha metodología, para lo cual recomen-
damos cuadrículas inferiores a 1000 × 1000 m. A diferencia del ma-
peo web, el mapeo experto identificó peligros potenciales que podrían
causar nuevos desastres en caso de ocurrir precipitaciones similares.

Figura 9. Comparación de los resultados del mapeo web post-desastre y del


mapeo experto

Pistas para fortalecer la respuesta ante futuros desastres


durante pandemias

En este capítulo abordamos tres preguntas relacionadas con el poten-


cial de OpenStreetMap y los drones ligeros para empoderar y fortale-
cer la respuesta colectiva local ante desastres durante una pandemia
mediante la producción de IGV pertinente y de calidad. Pese a ello, se
requieren investigaciones futuras sobre las implicaciones éticas de esta
propuesta metodológica para la gestión de desastres, aspecto hasta el

OpenStreetMap y drones ligeros... 365


momento analizado en otras áreas para el uso de tecnologías como los
drones (Resnik y Elliott, 2019; Vargas-Ramírez y Paneque-Gálvez, 2019;
Sandbrook et al., 2021). También, es importante explorar métodos que
faciliten la integración del conocimiento local a la información genera-
da mediante OpenStreetMap (Klonner et al., 2021) y drones ligeros para
fortalecer la gestión local de desastres. Asimismo, es necesario evaluar
su utilidad y pertinencia para fortalecer dicha gestión durante pande-
mias, tanto en áreas rurales como urbanas. Explorar dicha integración,
su utilidad y su pertinencia podría favorecer también las metodologías
de análisis multirriesgo (Gallina et al., 2016) y los análisis sistémicos
del riesgo de desastres (Hochrainer-Stigler et al., 2018). Estas investi-
gaciones quizá podrían incentivar la contribución de cartógrafos web
voluntarios principiantes —y en ocasiones también de expertos—,
quienes en ocasiones dudan de la importancia y del impacto local de
sus aportes para la gestión de desastres (Herfort et al., 2021). También,
es importante analizar críticamente las ventajas y desventajas de la
gestión centralizada y descentralizada de desastres a partir de otros es-
tudios de caso en Latinoamérica.
La pandemia de la COVID-19 ha provocado cambios estructurales
y coyunturales para la gestión de desastres. El caso de Guambía re-
flejó las dificultades que Colombia afronta —y afrontará— para res-
ponder ante nuevos desastres durante los períodos de aislamiento (a
macroescala) (e.g., reducción del transporte interno) o de medidas de
distanciamiento social (a microescala) (Finn et al., 2020; Ríos Sierra,
2020). También, dio cuenta de las dificultades del país para atender
al Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-
2030 (UNISDR, 2015), especialmente en lo relacionado con la carto-
grafía nacional y local para la comprensión del riesgo de desastres. De
igual forma, evidenció que OpenStreetMap y los drones ligeros pueden
desempeñar un papel fundamental en la gestión local de desastres du-
rante pandemias, aunque enfatizamos que para ello deben elaborarse
o actualizarse lineamientos que garanticen una utilización conjunta
adecuada (Budhathoki y Haythornthwaite, 2013; Hall et al., 2018; Var-
gas-Ramírez y Paneque-Gálvez, 2019; Martins et al., 2020; WeRobo-
tics, 2020). Las ventajas y desventajas de las metodologías de mapeo
aplicadas en Guambía, así como su utilidad para la Geografía y otras
disciplinas requerirá investigaciones posteriores que las comparen
con otras metodologías de producción cartográfica participativas usa-
das en la gestión local de desastres. La realización de análisis compa-
rativos con criterios claramente definidos podría determinar en qué
medida los mapeos pre- y post-desastre satisfacen sus objetivos, cómo

366 Análisis espacial


se integran a la gestión local de desastres y cómo podría mejorarse su
articulación. Todo lo anterior podría contribuir a sortear dificultades
semejantes tanto en Colombia como en otros países latinoamericanos
donde ya se han presentado desastres durante la pandemia (Simonovic
et al., 2021). La respuesta ante desastres y su gestión en general también
podría beneficiarse de ajustes normativos, permanentes o temporales,
en las reglamentaciones nacionales e internacionales que regulan el
uso de drones —como permitir vuelos a mayores alturas y distancias—.
Esto es especialmente útil mientras las medidas para aplanar las curvas
de contagio restrinjan el tráfico aéreo de aeronaves tripuladas.

CONCLUSIONES

Dos años han pasado desde la declaración del estado de pandemia. Pese
a los esfuerzos globales, el fin de la pandemia aún parece lejano y el
surgimiento de nuevas no se descarta a futuro. Por esto, es fundamental
actualizar los protocolos de bioseguridad para responder ante desas-
tres, descentralizar su gestión y fortalecerla localmente. Esto permitirá
evitar peores escenarios como: 1) responder sin coordinación ante un
desastre durante un brote masivo del virus; 2) llevar el virus a lugares
sin o con pocos contagios al responder ante un desastre23; o 3) que la
población local deba responder y recuperarse por sus propios medios
y sin los protocolos sanitarios ni los recursos económicos, humanos y
tecnológicos necesarios para impedir que los efectos del desastre hagan
sinergia con los causados por la pandemia debido al abandono estatal o
la ineficiencia gubernamental, como fue en el caso de Guambía.
Siempre existirán escenarios donde la capacidad de gestión local
se vea rebasada por las condiciones socioeconómicas y la vulnerabili-
dad de la población afectada, o por la magnitud misma del desastre. En
dichos escenarios quizá sea imposible descentralizar la gestión guber-
namental de desastres y atender las recomendaciones y medidas sani-
tarias ante la COVID-19. Pese a ello, deben explorarse protocolos que
permitan responder de la mejor manera posible en virtud del tipo de
desastre y de la evolución de la pandemia. En ambos casos, contar con
información cartográfica reciente será indispensable. La utilización

23 Tal fue el caso de Tonga tras el tsunami del 15 de enero de 2022 causado por la erup-
ción del volcán Hunga Tonga Hunga Ha’apai: “A la doble catástrofe en Tonga, país hasta
hace semanas libre de la COVID-19, le siguió el primer brote con contagios locales de
la pandemia vinculado a la llegada de la ayuda humanitaria, procedente en su ma-
yoría desde Australia y Nueva Zelanda”. Tomado de https://www.eluniverso.com/
noticias/internacional/tonga-recupera-las-comunicaciones-tras-reparacion-de-ca-
ble-roto-por-tsunami-nota/ (URL consultada el 16/03/2022).

OpenStreetMap y drones ligeros... 367


conjunta de Open­StreetMap y el despliegue cuidadoso de drones ligeros
parece tener un enorme potencial para fortalecer la gestión local de de-
sastres en tiempos de COVID-19. En el caso de Guambía, su impacto en
la respuesta local parece haber sido positivo en términos de velocidad,
oportunidad, seguridad, prevención de la propagación de la infección,
costo, aceptabilidad y eficacia. Su impacto en las demás etapas de la
gestión local de desastres —mitigación, preparación y recuperación—
deberá analizarse en futuras investigaciones.

AGRADECIMIENTOS

Agradecemos al Cabildo Indígena de Guambía su confianza, autoriza-


ción y apoyo virtual y en terreno y al piloto de drones Germán Javier
Puyo Epia por su disposición y compromiso. Gracias a la Fundación
OpenStreetMap Colombia por financiar su viaje a Guambía y a Fer-
nando Castro por el apoyo administrativo e informático. También,
agradecemos a los ecólogos Álvaro Sepúlveda Varón (por contactarnos
con Guambía) y a Juan Camilo de la Cruz (por contactarnos con Ger-
mán). A los colaboradores de OpenStreetMap que apoyaron el mapeo
pre y post-desastre, muchas gracias. La redacción de este capítulo fue
posible gracias al apoyo del Programa de Posgrado en Geografía de la
UNAM, y a la beca para estudios de doctorado (CVU: 710901) del Con-
sejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México (CONACyT) otorgada
a Nicolás Vargas-Ramírez. Jaime Paneque-Gálvez agradece el apoyo de
la DGAPA-UNAM (proyecto PAPIIT IA301919).

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OpenStreetMap y drones ligeros... 377


Integración global: El nuevo entorno de los territorios locales,
editado por el Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental
/UNAM. Se publicó en junio de 2023. La edición consta de 150
ejemplares. Coordinación editorial, Israel Chávez Reséndiz;
revisión especializada, de Adela Rascón y Wendy Méndez;
formación editorial, Maricruz Barrera, Jorge Andrés González y
Natalia Gómez. Para su formación se utilizaron las tipografías
Petrona y Lato.
El libro Integración global: el nuevo entorno de los territorios
INTEGRACIÓN GLOBAL:

DE LOS TERRITORIOS LOCALES


INTEGRACIÓN GLOBAL: EL NUEVO ENTORNO
locales destaca los procesos que surgen en el ámbito local
como resultado de las conexiones con la escala global. Desde EL NUEVO ENTORNO DE LOS
una perspectiva teórica y práctica el libro se articula en torno a
dos preguntas: ¿Cómo los procesos de integración global han TERRITORIOS LOCALES
transformado el espacio, las relaciones, los patrones sociales y
ambientales de los territorios locales? y ¿Cómo puede
contribuir la Geografía Ambiental a la revisión del sistema
global dominante y responder a prioridades de la sociedad y
gobiernos? Los trece capítulos del libro, distribuidos en cuatro
secciones, reflexionan en las complejas transformaciones del
territorio para abonar a la comprensión de cómo los territorios
locales participan, se adaptan o resisten a los cambios
impuestos por las dinámicas globales.

Armonía Borrego
M. Isabel Ramírez
Marta Astier
(Coordinadoras)

ISBN: 978-607-30-7593-0

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