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Guerreros heridos

Pastor Robert Morris


Sermón No. 7/8

Quiero que busquen en su Biblia: Lucas, capítulo cuatro, y Mateo, 18. Lucas, cuatro y Mateo 18.
Seguimos con la serie “Verdaderamente Libre”. A propósito, queda otro mensaje. Siento que he
sido el hombre que les ha dado malas noticias cada semana y que está esperando hasta el final
para darles la buena noticia.

Entonces, “¡Sí! ¡Por fin! ¡Alabado sea el Señor!”. Bien, no se pierdan el último sermón de esta serie.
Este mensaje se llama: “Guerreros heridos”.

Los últimos dos mensajes son grandes respuestas. Básicamente, esta semana hablaremos sobre la
sanidad emocional. En el último mensaje hablaremos sobre liberación. Oraré por todos una oración
de liberación, durante ese último mensaje. Hoy, voy a orar por muchos de ustedes sobre la sanidad
emocional.

Jimmy habló sobre la sanidad mental, la semana pasada; sobre cómo sanar la mente, una mente
libertada. Me pareció un gran sermón. Ahora hablaremos sobre la sanidad emocional.

Vayan a Lucas, capítulo cuatro; inicio del versículo 16: “Y vino a Nazaret... donde había sido criado;
y entró, conforme a su costumbre, el día del sábado en la sinagoga, y se levantó a leer.

Y le fue dado el libro del profeta Isaías; y cuando abrió el libro, halló el lugar...”. Siempre me causó
gracia: “Halló al lugar”. Me pregunto cuánto le habrá costado a Jesús hallar Isaías. “Muy bien,
Salmos, Proverbios... bien”. “Él halló…”. (Eso es incluso más gracioso). “... en lugar donde estaba
escrito: El Espíritu del Señor es sobre mí, por cuanto me ha ungido para predicar el evangelio a los
pobres; me ha enviado para sanar a los quebrantados de corazón; para pregonar a los cautivos
libertad, y a los ciegos vista; para poner en libertad a los quebrantados para pregonar el año
agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro y se sentó; y los ojos de todos en la
sinagoga estaban fijos en él”.

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Estaban fijos en Él porque esta es una profecía mesiánica y todos lo sabían. Se preguntan lo que
está a punto de decir. Y esto les dijo: “Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta escritura en
vuestros oídos”. Les estaba diciendo, en realidad: “Soy Él. Soy el Mesías; su Mesías ha llegado”.

Bien, en este pasaje están los cinco ministerios fundamentales de Jesús. Hoy solo trataremos la
sanidad emocional. Pero déjenme mostrárselos para que puedan conocerlos. Hay cinco ministerios
fundamentales que hizo Jesús para cada persona.

Uno es la salvación. Las dos frases relacionadas con la salvación son: “Predicar el evangelio a los
pobres”. Evangelio significa buenas noticias; y: “Pregonar el año agradable del Señor”. Es decir,
ahora es el momento de aceptar al Señor, y de que Él lo acepte a usted, porque sus pecados serán
perdonados.

El segundo ministerio básico o fundamental de Jesús es "el bautismo en el Espíritu". Dice: “El
Espíritu del Señor es sobre mí”. El Espíritu Santo descendió sobre Él cuando lo bautizaron. Él dijo:
“Me ha ungido”. Cada persona necesita ser ungida por el Espíritu Santo.

El tercer ministerio básico es sanidad. “Pregonar vista a los ciegos” es la frase, que hace referencia
a eso.

El cuarto es liberación. Sé que voy rápido, pero tendrán que escribir sólo las cinco palabras y más
tarde volver a escuchar todo. Liberación es... Esa frase significa: “Pregonar libertad a los cautivos”,
“...libertad a los cautivos”

La sanidad emocional tiene dos frases que se relacionan a ello: “Sanar a los quebrantados de
corazón” y “poner en libertad a los quebrantados”. “Me ha enviado para sanar a los quebrantados
de corazón y para poner en libertad a los quebrantados”. Y la Traducción en lenguaje actual lo
traduce como: “maltratados”. “Rescatar a los que son maltratados”.

Hoy les hablaré sobre dos aspectos y luego vamos a ministrar un poco la sanidad en esa área.
Hablaré sobre los corazones rotos y los maltratados.

1. Corazones rotos

En griego, esas dos palabras se emplean en una. La primera palabra es “suntribo”, "romper en
pedazos, destrozar". Es como dejar caer al suelo un jarrón que se quiebra en pedazos y no se
recupera.

Eso dice. “Corazón”, en griego es “Kardia”, K-A-R-D-I-A, “Kardia”, de donde proviene “cardiaco”
—referente al corazón. Dice: “Roto en pedazos, un corazón que ha sido roto, destrozado".

Ahora, pregunto: ¿Alguna vez le rompieron el corazón? A todos. ¿Alguna vez le destrozaron el
corazón? Bien, es malo. Entiendo. Pero la buena noticia es que hay Alguien que puede sanarlo, que
puede volver a pegar las piezas, y usted no tiene que vivir con un corazón roto. Esa es la buena
noticia.

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Ahora, voy a encargarme de dos fortalezas que entran. Muchas fortalezas podrían entrar a través de
esas cosas, pero solo diré dos: una viene por el corazón roto, la mayoría de las veces, una fortaleza
del enemigo, y otra, por los maltratos. Muchas veces, cuando nos rompen el corazón, la fortaleza
del rechazo nos invade.

Nuestro corazón se rompe, por amor, amistad o por la pérdida de alguien cercano. Así se rompe el
corazón, es destrozado, y, entonces, el rechazo entra.

Vean lo que ocurre cuando el rechazo entra en nosotros. Sepan que, como seres humanos, somos
susceptibles al rechazo. Puede ser que no hayan escuchado esto antes, pero esta es una verdad
teológica. De hecho, nacemos rechazados. Nacemos rechazados por Dios porque nacemos con
una naturaleza pecaminosa, y Dios no puede, un Dios Santo, no puede tener una relación con
nosotros a menos que la sangre de Jesús limpie nuestros pecados y recibamos la expiación.
Nacemos rechazados. Por ende somos fácilmente rechazados. Mucho de lo que nos ocurre durante
el crecimiento, fomenta esa herida de rechazo.

Les mostraré algunas escrituras: En Números 14:34, dice: “Conforme al número de los días, de los
cuarenta días en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras iniquidades cuarenta años, un año por
cada día; y conoceréis mi castigo.”

Les está hablando a los hijos de Israel y lo que dice: “Lo conocerán”; porque me rechazaron,
“conocerán mi castigo”.

Vean qué ocurre cuando esto pasa. En Oseas 8:3 dice: “Israel rechazó el bien, el enemigo lo
perseguirá”.

Decimos que el enemigo toma una fortaleza. Cuando Él dice: “Me has rechazado a mí, has
rechazado mi camino. Y por haberlo rechazado, ahora le has abierto una puerta al enemigo”. Eso
dice.

Quiero mostrarles, bajo corazones rotos, siete fortalezas que se originan por el rechazo. Noten que
son fortalezas emocionales.

Algunos los llaman desórdenes de personalidad. Entiendo que tenemos personalidades, pero hay
fortalezas emocionales que esclavizan a las personas y todas están fundamentadas en el rechazo.
Entonces, les mostraré. No podremos profundizar mucho en ellas, pero vamos a mencionar
detalles, porque son siete.

La número uno es Ira. La gente que sufre ataques de ira, tiene el espíritu del rechazo.

Están enfurecidos; están molestos y, la mayor parte del tiempo, no pueden controlar la ira. Antes,
yo tenía ese espíritu de rechazo que muchas veces, cuando pensaba que Debbie me rechazaba, de
recién casados, yo era muy, muy explosivo, sentía ira.

Nunca la lastimé, pero sí golpeaba cosas. Me ponía furioso. Recuerdo que vivíamos en una casa
rodante cuando nos casamos y nos donaron los muebles y todo. El refrigerador nos lo había
regalado uno de sus familiares. Un día me enfurecí en la cocina, porque ella dijo algo, y me di la

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vuelta, golpeé el refrigerador y le dejé una gran abolladura. Ella salió y... (ahora me siento mal por
ella), salió y compró el imán de flores más grande para ponerle… ¿No es triste? Para ponerlo sobre
la abolladura para que su familia no lo viera al venir.

Eso es ira. Sentía... A algunos de ustedes les puede sonar familiar; algunos han sentido esa ira.
Sentía como si tuviera una fuerza sobrenatural al enojarme. Me sentía como el del programa de
televisión, de los sesenta o setenta, llamado: “El increíble Hulk”. Lo dije anoche, no muchos lo
recordaron. Hace unos años salió una película llamada: “El increíble Hulk”. Pero si recuerdan, creo
que lo hicieron en la película, ¡Sí, lo hicieron! En el programa, recuerdo que David Banner era
científico y sus ojos se ponían así, y decía: “No querrás verme cuando esté furioso”. Porque se
convertiría en un monstruo con fuerza supernatural. Así me sentía yo.

Me dieron varias palizas, muchas veces, de joven. Y después, me pasó algo que produjo una ira tan
grande en mí que si estaba en una pelea, me enfurecía tanto que no podían vencerme.

Tenía una fuerza sobrenatural. Tenía un espíritu de ira que entró en mí, porque tenía el espíritu de
rechazo.

Voy a darles un ejemplo: Saúl desobedeció a Dios, en 1 Samuel, capítulo 15, versículo 26 dice: “Y
Samuel respondió a Saúl: No volveré contigo porque desechaste la palabra del Señor, y el Señor te
ha desechado para que no seas rey sobre Israel”.

Si recuerdan lo que ocurrió justo después, dice —debo leerlo, es grandioso—, en 1 Samuel 19,
versículo 9, dice: “Y el espíritu malo de parte del Señor...”

El “espíritu malo” es de parte del Señor y maligno. La palabra “malo” aparece en el Antiguo
Testamento 663 veces; 442 veces traducido como “maligno”. (La versión autorizada la traduce
como “maligno”: “un espíritu maligno de parte del Señor”. Luego explicaré por qué es de parte
del Señor). “...fue sobre Saúl; y estaba él sentado en su casa con su lanza en la mano mientras
David tocaba el arpa. Y trató Saúl de clavar a David en la pared con la lanza, pero éste se escurrió
de la presencia de Saúl, y la lanza se clavó en la pared; David huyó y escapó aquella noche”.
Cuando, Saúl fue desechado, él rechazó a Dios primero, pero cuando fue rechazado, le abrió la
puerta al espíritu maligno. Cuando ese espíritu entró en él, fue poseído por una ira y una rabia
incontrolable. Tanto así, que intentó asesinar. Así que, la gente que experimenta una rabia así,
podría ser por un espíritu.

La segunda fortaleza es inseguridad. Las personas que necesitan llamar la atención, que les
preocupa en dónde se sientan. Ellos tienen que ser notados en la sala de conferencias; entran y
escogen bien la silla. No es que lleguen y agarren cualquiera; quieren hacerse notar. Necesitan ser
reconocidos.

Si yo fuera quien dirige la reunión y felicitara a dos o tres personas, una persona que tuviera el
espíritu de inseguridad. No hablo de personalidades, hablo de un espíritu. Alguien que tuviera el
espíritu de inseguridad se me acercaría y diría: “¿Por qué no dijo algo acerca de mí?”. Es un

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espíritu. Libérese de eso. Y no me refiero... seguro hay gente del personal pensando: “¿Se refiere a
mí, Pastor Robert?”. No.

La número tres es orgullo; gente que se concibe a sí misma como alguien que tiene control de
todo. La gente con mucho orgullo habla demasiado.

Deben dar su opinión siempre. En un grupo pequeño, ellos quieren responder cada pregunta. Lo
estupendo de predicar es que es gracioso, porque ustedes pueden verme, y yo a ustedes. Es
divertido ver a un cónyuge hacer esto... Ella piensa: “¿Entiendes?”. Luego, al minuto siguiente,
digo algo más y él dice: “¿Escuchaste?”. Bien...

La número cuatro es independencia. La persona de: “Puedo hacerlo yo mismo. No necesito a


nadie”. Es muy difícil establecer una relación con sentido con ellos. No oyen los consejos. Harán lo
que quieran, sin que les importe realmente nada. Esto podría venir del espíritu de rechazo; ellos
desarrollan la fortaleza de la independencia.

La número cinco: Los que se ofenden fácilmente. Personas que se toman los comentarios
personalmente. No se puede bromear. Tiene que ser cuidadoso. A veces uno está bromeando y se
pasa de la raya.

Hablaremos sobre el moretón. Un moretón es un sangrado interno. Se decolorará adentro y


decolorará la piel, pero puede desaparecer. Los capilares están dañados y, si recibe otro golpe, se
vuelve a decolorar y sangra de nuevo.

No importa si no estaba sangrando, si se vuelve a golpear, volverá a sangrar. Es así: alguien dijo
algo que lo lastimó, y está en una reunión y alguien golpea ese moretón: comenzará a sangrar de
nuevo. La buena noticia es que Jesús puede sanarlo. Él sana esas cosas. A estas personas, debe
tratarlas como con pinzas. Debe ser cuidadoso con lo que dice porque se ofenden fácilmente.

La número seis: timidez excesiva o soledad. Repito: no hablo de las personalidades. Estoy
hablando de soledad o timidez excesiva, el miedo a las personas. Jimmy habló sobre eso la
semana pasada.

Y la número siete es: Control y manipulación. Pararé aquí, porque todas las personas que he
conocido que tienen dificultades con el control y la manipulación. Lo llevarán a otro nivel, no solo
una dificultad sino una fortaleza, esclavitud en esta área; tiene el espíritu del rechazo.

Cuando tiene el espíritu de rechazo, es propenso a ser un manipulador porque debe controlar a los
que lo rodean y controlar sus reacciones para que no lo rechacen.

Esto se reduce a que, como está tan dolido porque lo han rechazado, busca controlarlos para que
no lo rechacen en el futuro.

La gente que tiene un espíritu de control y manipulación interrumpe mucho. Interrumpirá en una
conversación porque algo se desencadena en su interior.

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Ellos ni siquiera saben qué se está desencadenando, pero algo comienza a recordarles —en su
subconsciente, ni siquiera en la parte consciente— que los han herido, así que de algún modo
deben interrumpirlo e impedirle al otro que hable.

Si los confronta, en lugar de escucharlo, intentarán interrumpirlo y detenerlo. Intentarán poner las
cosas en su contra: “Tú haces lo mismo. Tú también tienes ese problema. Voy a dejar de estar bajo
el reflector y voy a enfocarlo en ti”. Eso es lo que siempre hacen.

Un día estaba hablando con un hombre y él intentaba voltear todo. “Tú haces esto. ¿Sabes lo que
haces?” Dije: “Paremos. Hablemos de mí por un rato. Hablemos de mí por horas, si así lo deseas”.
Le dije: “Hablaré de mí durante días si quieres. Pero cuando terminemos, hablaremos de ti”.

Y dije: "Puedes hablar todo lo que quieras de mí. Lo haré por días porque no me hará daño,
porque no soy quien está dolido. Pero tú estás tan lastimado que intentas pararme cada vez que
hablo sobre ti. Debes sanar. Necesitas que te sanen. Si cerraras la boca por un instante...” eso
quise decir “...entonces podrás sanar”.

La gente que intenta controlar y manipular, dominará a través de la intimidación. ¿Conocieron a


alguien muy intimidante? Es porque no quieren que hable; no quieren que diga nada porque eso
podría herirlos. Son personas heridas.

Les diré una vieja expresión. Seguro oyeron: “La gente herida, hiere”. “La gente herida, hiere”. La
gente que ha sido herida, hiere a otros. La gente ofendida ofende. Intentarán hacerlo por medio de
la intimidación. También a través de la lástima.

Intentarán que sienta lástima por ellos. Cita a alguien para confrontarlo, y él sabe que lo
confrontará, y usted muy casualmente dice: “¿Cómo te va?”. Y ellos se desahogan. Dicen: “Bueno,
no muy bien. Estuve enfermo. Mis padres andan mal. Los negocios van mal, el perro murió, nuestro
perro murió". Intentan que usted se sienta mal por ellos. Intentan controlar y manipular la
conversación. Intentan decirle: “Recibí suficiente noticias malas, no me des otra”. Es manipulación.

Hay otra forma en la que la gente manipula: llorando. Sí, lloran. Les estoy diciendo la verdad. Estoy
viendo muchas sonrisas hoy aquí. Si la van a confrontar, comienza a llorar.

Lo que dicen es: “¡Me lastimas! ¡Me estás lastimando! ¡Para! ¡Deja de dañarme! ¡Deja de
lastimarme!”. Lloran para que se detenga. Entonces, no se trata solo de lo que usted le dice, se
trata de todo lo que los demás dijeron. Es manipulación, porque ellos pueden detenerse solos.

Reflexionen: ¿Alguna vez vieron a un niño, en un ataque de berrinche, gritando, llorando, en una
rabieta? Y le dice: “¿Quieres un caramelo?”, y se le pasa rápidamente. Actúan como si los mataran,
y el caramelo lo resuelve.

Así que con nuestros hijos, no lo permitíamos. Cuando lloraban así, les decimos: “Si sigues llorando
te voy a volver a castigar”. Y podían parar. Claro, a nuestros nietos les decimos: “¿Quieres un
caramelo?”.

2. Corazones maltratados

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OK, bien, lo segundo. Hablamos de corazones rotos, ahora hablemos de maltrato, de maltrato. Y
pude haber puesto las palabras: “Jesús sana” frente a estos dos aspectos.

Jesús sana los corazones rotos. Puede decirse así. Jesús sana los corazones rotos y también sana
los moretones. La Biblia dice: “poner en libertad a los oprimidos”. La Traducción en lenguaje
actual dice: a los maltratados. Es como un moretón, un sangrado interno.

Quiero que observen, lo que dice es rescatar. Dice rescatar a la gente maltratada. Eso significa que
un maltrato puede llevarle a la esclavitud. ¿Sí? Jesús dice: “Vine a poner en libertad, a los que han
sido maltratados, golpeados, destrozados”; significa: el maltrato puede llevar a la esclavitud.

Esa palabra significa "moretón". Recién pregunté: “¿Les han roto el corazón?”. “¡Por supuesto que
sí!”. Les haré otra pregunta: “¿Los han golpeado?”. Algo que les haya marcado: ¿Perdieron el
matrimonio, perdieron una relación, perdieron un familiar?

Trato de no ser insensible con esto, porque sé que pasa. Nos marcan. El enemigo entra. Y les diré
cuál es la fortaleza que lo invade cuando eso ocurre: La falta de perdón. Eso es lo que pasa cuando
sucede. En Mateo 18, no tengo tiempo para leer la historia completa, pero Jesús dice “…si mi
hermano peca contra mí, ¿cuántas veces debo perdonarlo?”. Eso se lo dice Pedro a Jesús, y Jesús
responde: “Hasta setenta veces siete”. Él cuenta esta historia. Dice que cierto hombre debía, y
debía lo que sería hoy en día como unos 52 millones de dólares; y él fue a su señor y este lo
perdonó.

Eso representa la salvación. Jesús nos habla de un creyente, una persona salva: “Pero la misma
persona salió, halló a alguien que le debía lo que sería 44 dólares, el equivalente a 44 dólares, y lo
metió en prisión hasta que pagara su deuda”. Y agrega: “¿Qué crees que el señor haga?”.

Empezaré por aquí, versículo 31. Dice: “Entonces llamándole su señor, le dijo: “Siervo malvado, te
perdoné toda aquella deuda porque me suplicaste. ¿No deberías tú también haberte compadecido
de tu consiervo, así como yo me compadecí de ti?”. Y enfurecido su señor...” (Presten mucha
atención) “...lo entregó...”, (O lo delató) “...lo entregó a los verdugos...”. (Me pregunto qué
representarán los verdugos; otra versión dice "torturadores", lo que escucharon: “torturadores”)
“...hasta que pagara todo lo que le debía”.

Presten atención a esto. Jesús cuenta la historia y dice algo de lo que debemos entender, versículo
35: “Así...” (Así...) “...también mi Padre celestial hará con vosotros, si no perdonáis de corazón cada
uno a su hermano...” (Les habla a los creyentes) “...sus ofensas”.

¿Qué le hará el Padre celestial si usted no perdona? Lo entregará a los verdugos. Recuerden que
un espíritu maligno de parte del Señor vino sobre Saúl. Jesús dijo: “Mi Padre celestial, os entregará
a los verdugos (los torturadores) si no perdonareis”.

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En 1 Corintios 5, había un hombre que vivía en pecado. Pablo dice: “Sea entregado a Satanás”,
“sea entregado a Satanás para muerte de la carne, para que el espíritu sea salvo”. Lo envía con
Satanás.

¿Por qué Dios haría esto? Escuchen con atención. Piensen en el Antiguo Testamento. Cuando Israel
rechazaba a Dios, Dios los entregaba al enemigo. ¿Por qué? Para que se arrepintieran y regresaran
al Señor. Para que supieran cómo era la esclavitud, para que no permanezcan esclavizados porque
si lo hacen, mueren.

Entonces, si usted no perdona a alguien, él permitirá que sea atormentado, para que perdone. Si
no, vivirá una vida miserable. Él quiere que diga: “No quiero vivir así. Quiero estar con Dios”. La
razón por la que digo esto es que debe entender que no podrá ser libertado si no se arrepiente.
Dios es el juez.

En Santiago 4:7 dice: “Estad pues sujetos a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros”. Por favor,
oigan. No podrá resistirse al demonio si no está sujeto a Dios.

Hay otra escritura sobre el perdón que muestra cómo Satanás se aprovecha de nosotros. Segunda
Corintios 2... En 1 Corintios 5, Pablo dice: “Sea entregado a Satanás”. Pero este hombre, que fue
entregado a Satanás, se arrepintió. En 2 Corintios Pablo dice: “Perdónenlo ahora. ¡Perdónenlo!
Recíbanlo en la familia”. Responde en 2 Corintios 2:10 y 11: “Y al que vosotros perdonáis, yo
también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho
en presencia de Cristo”. Observen por qué Pablo dice: Perdonamos: “Para que Satanás no gane
ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones”.

Les explicaré cómo Satanás se aprovecha de nosotros y cómo una herida hace que nos abramos a
un espíritu. Ya sea a uno de ira, de rechazo, de rencor, de miedo, 2 Corintios 11:14 dice: “Y no es
de extrañar, pues aun Satanás se disfraza como ángel de luz”.

¡Él se disfraza! Esta palabra, “disfraza”, la raíz griega podría traducirse como "se enmascara". Es
como si fuera a una fiesta de disfraces y llevara una de esas máscaras que se sostienen con una
vara, para que la gente no pueda ver quién es.

Esto hace Satanás: se hace pasar por un ángel bueno, pero no lo es. Analicen esto: El espíritu
Santo es el consolador. Satanás, atormenta. Lo que él hace cuando a usted lo hieren, es ponerse
una máscara y fingir que lo consuela.

Por ejemplo: Debbie y yo estamos discutiendo y ella me dice algo. Luego, me marcho. Satanás se
me acerca, me pone el brazo en el hombro y finge consolarme. Me dice: "No debió haberte dicho
eso. Eso fue una falta de respeto, no debió haberlo dicho. Con todo lo que has hecho. Además,
¿recuerdas lo que dijo la semana pasada?". Habla como si me consolara. “Pobrecito, te tratan mal.
No debería hablarte de ese modo”.

Luego, seguro dirá algo como esto —a todos ustedes les ha ocurrido— “No, no lo superarás.
Nunca podrás superar lo que acaba de ocurrir. No puedes olvidarlo”.

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Entonces pensamos: “La perdonaré porque soy cristiano y también pastor. Así que la perdonaré,
pero no lo voy a olvidar”. Satanás dice cosas como esta: “Acabas de ver su verdadero yo. ¡Él
miente!”.

Si acepto lo que dice y pongo mi brazo así y le digo: “Sí, cierto. Gracias por ser tan buen amigo,
por consolarme”. Él entra. Le abro la puerta. La amargura, el rencor, el resentimiento, la ira, la
malicia, el odio, la envidia, los celos, el orgullo, la independencia, entra todo. Solo entran, están
allí. Dejan de consolar, se convierten en tormentos. ¿Entienden?

Quiero liberarme, pero tengo esta herida. Alguien ora: “Señor, toma autoridad sobre este espíritu,
y este, y este”. Y esto es lo que esos espíritus dicen: “No tenemos que irnos. ¡No tenemos por qué
irnos! Tenemos el derecho legal a permanecer en este cuerpo”.

Ellos tienen un derecho legal hasta que esas heridas sean sanadas. Yo soy salvo. Sé que les alegra
oír eso. Soy salvo.

Pasé por sanidad emocional. Fui liberado y he sido bautizado por el Espíritu Santo. Sin embargo, el
mayor cambio de mi vida, aparte de la salvación, Debbie se los dirá, fue cuando pasé por sanidad
emocional. Porque cuando fui sanado...

Cuando era joven, a los 13, unos chicos me rodearon en un granero. Decían: “Vamos a golpearte”.
Eran cuatro o cinco chicos más grandes. Creí que me golpearían. Me asusté tanto que comencé a
llorar. Se rieron y se burlaron y lloré. Y me dijeron: “Ni siquiera vale la pena golpearte, porque eres
una niña, un debilucho, eres eso”. Y se fueron.

Satanás se me acercó en aquel granero y comenzó a consolarme: “Esto no puede volver a pasar.
No volverás a permitir que esto pase”. Y la ira entró en mí. Y en la próxima pelea, herí seriamente a
la persona porque me invadió la ira (el espíritu de ira). Y eso estaba en mí de nuevo cuando me
casé hasta tuve que volver atrás y entregarle ese recuerdo al Espíritu Santo, permitirle sanar ese
recuerdo.

Recuerdo que incluso juré que nunca más lloraría. No lloré por 23 años; no derramé una lágrima
por 23 años. Les diré qué pasó. Después de que me sanara, a la persona que me condujo a una
sanidad espiritual, le dije que después de eso no había vuelto a llorar. Me dijo: “El Señor te guiará
y llegará el momento en que volverás a llorar”.

Años después de eso, una noche no podía dormir, y había adquirido la revista “Selecciones”. Me
levanté para leer las partes cómicas como: “Humor en Uniforme”, “Gajes del oficio”. “La Risa,
remedio infalible”. Iba a leer eso y las partes que están al final de las historias, que son cómicas.

Estaba pasando las páginas, leyendo “La risa, remedio infalible”, cuando pasé la página para leer
la segunda parte; de improvisto, vi una lápida en el cementerio, una niña al frente sosteniendo un
globo, y el título era: “Cuando papá no vuelve a casa”. Y pensé: “No voy a leer eso”.

Mi hija, Elaine tenía tres. Y pensé: “No voy a leer esto”. El Espíritu Santo me dijo: “Sí, lo harás”.

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Y dije: “No. No voy a leer eso, Señor, porque eso duele. No quiero que duela. No leeré”.

Me dijo: “Sí, lo harás. Vas a leer eso, vas a llorar y te va a gustar”.

Dije: “No quiero llorar y no quiero que me guste”.

Me dijo: “Vas a leer cada palabra”.

Me tomó dos horas. A veces, solo leía una palabra, y luego lloraba y lloraba y lloraba. El Señor sanó
algo en mí que había ocurrido cuando tenía 13. Dios quiere sanarlos de sus dolores y heridas
pasadas.

Les contaré una anécdota más y los voy a ministrar. Debbie y yo estábamos ministrando a una
pareja una vez, a un hombre que había sido infiel. Ellos estaban en nuestra sala y este hombre
comenzó a hablar sobre cómo Dios estaba usando eso en su vida. Vi a su esposa, quien tenía los
ojos hinchados por el llanto, estaba encorvada, quebrantada, derribada, herida. Pensé: “Él no tiene
idea de cuánto la ha herido. No tiene ni idea. Habla sobre cómo Dios estaba usando eso en su
vida, y su esposa tenía el corazón destrozado". Sentí como si pudiese ver su alma. Fue como si a
ella le hubiesen destrozado el alma, como si él la hubiese golpeado físicamente, y tuviese los ojos
morados, la boca rota, algunas costillas rotas y el brazo enyesado. Pensé: “Esa mujer está mal y él
no tiene idea”. Luego, se me escapó algo. Se me salió. El hombre está diciendo: “El Señor me
mostró esta escritura y...”. Lo, lo siento, pero dije: “Me enfermas”. Dijo: “¿Qué?”. Le dije: “Me
enfermas. Estás sentado ahí hablando sobre cómo Dios ha usado esto en tu vida y tu esposa está
ahí destrozada”. Dije: “Deberías estar de rodillas rogándole perdón. Eso deberías hacer”.

Les voy a decir algo. Si alguien lo ha herido, esa persona tal vez nunca se arrodille ante usted y le
pida perdón. Jesús se arrodilló y limpió los pies de sus discípulos. Él se pondrá de rodillas ante
usted y le quitará el dolor, lo limpiará y lo liberará.

Quiero que cierren los ojos. Cierren los ojos; pueden inclinar su rostro si quieren, pero cierren los
ojos, porque los voy a ministrar en la sanidad por un momento. Hemos apartado tiempo del
servicio, así que no piensen en irse. No lo hagan, porque algo está por pasarle a usted, en todos
los templos, va a cambiar su vida, lo prometo.

Lo que haré es pedirle al Espíritu Santo... Mantengan los ojos cerrados, sé que es una tentación,
pero ciérrenlos, para que pueda tener un tiempo a solas con Dios. Voy a pedirle al Espíritu Santo
que traiga algunos recuerdos a su mente que quiera sanar hoy. Usted comenzará a recordar cosas;
tal vez sean recuerdos de algo traumático que le ocurrió de niño.

Tal vez abuso verbal, abuso físico, quizás abuso sexual, tal vez algo que ocurrió con sus padres o
con un amigo cercano, tal vez algo que pasó con su cónyuge, quizás algo que hizo de lo que aún
se avergüenza.

A veces, cuando necesitamos perdonar, necesitamos perdonarnos a nosotros. Le pediré al Espíritu


Santo —aunque seguro ya empezó— le pediré al Espíritu Santo que traiga memorias a su mente,
recuerdos que Él quiera sanar.

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Espíritu Santo, te pido que a cada persona, en cada templo, te pido que les recuerdes cosas que
quieras sanar el día de hoy, que quieras sanar hoy. Te ruego que traigas esos recuerdos en este
momento.

Pero les diré que puede ser doloroso, pueden sentir mucho dolor cuando les venga a la mente,
pero está a punto de irse. Sentirá que el dolor se irá ya. Seguirá teniendo el recuerdo, después de
hoy, pero ya no sentirá dolor. Y si algún espíritu entró en ese momento, y lo esclavizó, también
expulsaré a ese espíritu.

Pero quiero pedirles que hagan algo como acto de fe, en cada templo y en cada servicio, hasta
ahora, le ha pasado a la mayoría de las personas en todo el servicio. Pero voy a pedirles si el
Espíritu Santo… y algunas veces, pueden recordar algo que los haga decir: “ese ni siquiera es un
recuerdo importante”.

No le diga a Dios lo que es importante, porque si Él lo trajo a su mente es por algo, quiere sanarlo.
Pero si tiene recuerdos que le han venido a la mente, como acto de fe, quiero orar por usted, y
quiero guiarlo en una oración, le voy a pedir que se ponga de pie. Así que levántese, en cada
templo. No se avergüence porque estarán de pie muchos de ustedes. Es evidente que todos... Lo
nombré “Guerreros heridos” porque este mundo es una guerra. En esta guerra nos han herido
mucho.

Si el Espíritu Santo le trajo un recuerdo, quiero que se ponga de pie, en cada templo, y los guiaré
en una oración. Mientras yo digo esta oración en voz alta, quiero que también la repitan en voz
alta. No se avergüencen por eso. No se avergüencen de decir la oración. ¡Orémosla! Y lo que
haremos, es que le entregaremos el recuerdo al Señor, nuestros recuerdos, y le pediremos que nos
sane. Es grandioso.

Al orar por usted, sentirá que el estrés se va. ¡Lo sentirá! Quiero que digan. Si está de pie, y le llegó
un recuerdo, quiero que repita esta oración después de mí en, en voz alta.

Repita esta oración: Padre, te entrego estos recuerdos. Te pido me que sanes ahora todo el estrés
y me des olvido santo. Escojo ahora, por mi propia voluntad perdonar olvidar y ser sanado en el
nombre de Jesús.

¡Ahora, oraré por usted!

Señor, gracias, gracias, gracias por sanar recuerdos. Ahora, mientras te hablo, le ordeno a todo el
estrés relacionado con esos recuerdos, que se vaya ahora, en el nombre de Jesús.

Y le ordeno a todo espíritu unido a estos recuerdos que se vaya, en el nombre de Jesús. Todo
espíritu de inseguridad, de miedo, de ira, de amargura, de rencor, de resentimiento, control,
manipulación, rechazo o de falta de perdón; les ordeno que se vayan en este instante en el nombre
de Jesús, en el nombre de Jesús. Y Señor, te doy gracias por sanar nuestras almas, nuestros
corazones quebrantados, por poner en libertad a los maltratados. Y le digo a Satanás: “No podrás
volver a usar esos recuerdos en contra de mis hermanos y hermanas porque hoy han sido sanados
en el nombre de Jesús, en el nombre de Jesús. ¡Amén!”.

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Versículos utilizados

Lucas 4:16 [JBS] Y vino a Nazaret, donde había sido criado; y entró, conforme a su costumbre, el
día del sábado en la sinagoga, y se levantó a leer.

Lucas 4:17 [JBS] Y le fue dado el libro del profeta Isaías; y cuando abrió el libro, halló el lugar
donde estaba escrito:

Lucas 4:18 [JBS] El Espíritu del Señor es sobre mí, por cuanto me ha ungido para predicar el
evangelio a los pobres; me ha enviado para sanar a los quebrantados de corazón; para pregonar a
los cautivos libertad, y a los ciegos vista; para poner en libertad a los quebrantados;

Lucas 4:19 [JBS] para pregonar el año agradable del Señor.

Lucas 4:20 [JBS] Y enrollando el libro, lo dio al ministro y se sentó; y los ojos de todos en la
sinagoga estaban fijos en él.

Lucas 4:21 [JBS] Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos.

Números 14:34 [RVA] Conforme al número de los días, de los cuarenta días en que reconocisteis la
tierra, llevaréis vuestras iniquidades cuarenta años, un año por cada día; y conoceréis mi castigo.

Oseas 8:3 [LBLA] Israel rechazó el bien, el enemigo lo perseguirá.

1 Samuel 15: 26 [JBS] Y Samuel respondió a Saúl: No volveré contigo; porque desechaste la
palabra del Señor, y el Señor te ha desechado para que no seas rey sobre Israel.

1 Samuel 19:9 [JBS] Y el espíritu malo de parte del Señor fue sobre Saúl; estando él sentado en su
casa con una lanza en su mano, mientras David estaba tañendo con su mano.

1 Samuel 19:10 [LBLA] Y trató Saúl de clavar a David en la pared con la lanza, pero éste se escurrió
de la presencia de Saúl, y la lanza se clavó en la pared; David huyó y escapó aquella noche.

Mateo 18:32 [LBLA] Entonces, llamándolo su señor, le dijo: “Siervo malvado, te perdoné toda
aquella deuda porque me suplicaste.

Mateo 18:33 [LBLA] “¿No deberías tú también haberte compadecido de tu consiervo, así como yo
me compadecí de ti?”

Mateo 18:34 [LBLA] Y enfurecido su señor, lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que
le debía.

Mateo 18:35 [RVR1960] Así también mi Padre celestial hará con vosotros, si no perdonáis de
corazón cada uno a su hermano sus ofensas.

Santiago 4:7 [JBS] Estad pues sujetos a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.

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2 Corintios 2:10 [RVR1960] Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque también yo lo que he
perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo,

2 Corintios 2:11 [RVR1960] para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no
ignoramos sus maquinaciones.

2 Corintios 11:14 [LBLA] Y no es de extrañar, pues aun Satanás se disfraza como ángel de luz.

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