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¡CORAZONES ENDURECIDOS EN LA CASA DE DIOS!

Lo que voy a decir te puede sorprender – pero yo lo creo con todo mi corazón: Los
corazones más endurecidos del mundo no están entre los impíos – ¡sino entre el
pueblo de Dios!

Cuando pensamos en personas de corazones endurecidos, la mayoría de


nosotros tiende a pensar en ateos declarados tales como Madalyn Murray O’Hair –
la mujer que fue responsable por quitar la oración de las escuelas públicas. Ateos
como O’Hair ridiculizan la sola idea de Dios. Cada vez que hacen referencia a
cristianos, sus palabras tienen un sonido severo y cortante. Otros ateos hacen
alarde de su odio hacia Dios – tales como el intérprete de rock Marilyn Manson,
quien hace la Biblia pedazos en medio de su espectáculo en el escenario. Cada
vez que oímos mencionar a tales personas, pensamos, “¡Esas son las personas
con el corazón más duro en el mundo!” O, pensamos en activistas militantes
homosexuales, tales como aquellos que marcharon por la Quinta Avenida en la
ciudad de Nueva York hace varias semanas. Muchos de esos homosexuales se
mofaban del cristianismo y blasfemaban el nombre de Dios. Un hombre llevaba
una pancarta que leía, “Jesús es Homosexual.” Cada vez que oímos hablar de
tales personas, pensamos, “Sus corazones se han endurecido por el pecado. ¡Son
imposibles de alcanzar!”

O, pensamos en las naciones comunistas que por décadas han perseguido a los
cristianos. En Cuba, por ejemplo, sólo a pocas millas de la costa de Florida, el
régimen comunista de Fidel Castro cerró todas las iglesias y comenzó a convertir
las catedrales en centros de entrenamiento para el comunismo. Los líderes de
Cuba se jactaban, “¡Hemos arrasado con toda religión!” Y en ese tiempo muchos
cristiano pensaron, “¡Nadie puede tener el corazón más endurecido que estos
aborrecedores de Dios!”

Puedo seguir sin parar, describiendo todo tipo de burlones, mofadores,


blasfemadores, y los que rechazan a Cristo. Y, ciertamente, cada uno de estos
puede ser fielmente descrito como que tiene un corazón endurecido. Pero si
quieres descubrir los corazones más duros de todos – aquellos que el Señor más
desprecia – tienes que mirar en la casa de Dios. ¡Los corazones más duros se
encuentran entre el pueblo de Dios!

Según la Biblia, la dureza de corazón que Dios más desprecia tiene que ver con
oír y rechazar su Palabra.
“El hombre que, al ser reprendido, se vuelve terco, de repente y sin remedio será
quebrantado.” (Proverbios 29:1).

La palabra hebrea para “reprendido” en este versículo se refiere a la enseñanza


de corrección. Y la palabra para “sin remedio” aquí es “marpe” – la cual significa
“sin cura,” “sin ninguna posibilidad de liberación.” Primeramente, este versículo
nos dice que la dureza de corazón viene como resultado de rechazar repetidos
avisos – de echar a un lado todo cortejo de la verdad. Y, segundo, nos dice que al
pasar el tiempo tal dureza es imposible de curar. Así que, ¿quienes son las
personas que más a menudo escuchan estos avisos? ¡Supuestamente, ellos son
cristianos – aquellos que se sientan en la casa de Dios cada semana escuchando
los sermones de reprensión!

La verdadera tragedia es que a pesar de escuchar mensajes ardientes enviados


del cielo, muchos cristianos no practican lo que escuchan. Ellos se niegan a
permitirle entrada a Dios en ciertas áreas de sus vidas. Y mientras ellos continúan
escuchando sin obedecer, comienzan a endurecerse. ¡Al final, serán cortados sin
la esperanza de ser curados!
En contraste, existen activistas homosexuales quienes han sido curados de la
dureza de corazón. Al principio, maldecían a Cristo y sacudían el puño con ira en
la cara de Dios. Pero cuando escucharon el evangelio y sintieron la reprensión
pura y amante del Espíritu Santo, sus corazones se derritieron. Ellos se
arrepintieron y se volvieron a Jesús, su dureza curada.

Ahora, puedes estar pensando, “Espera un minuto. ¿Estas diciendo que un


homosexual radical endurecido por el pecado tiene la esperanza de ser curado de
su dureza – pero que un cristiano endurecido no tiene tal esperanza? ¿Cómo
puede ser esto?” La diferencia es, que el homosexual no ha escuchado mensaje
tras mensaje de reprensión y continuamente se endurecía a ellos. ¡Pero el
cristiano, sí!

La vida del hijo de Madalyn Murray O’Hair ilustra esto. Él fue criado,
probablemente, en el hogar más ateo en América. Y más tarde trabajó para su
madre, haciendo cruzadas contra Dios y la religión. Pero cuando escuchó el
evangelio, fue gloriosamente salvo – y después fue ministro, predicando a Cristo
en vez de maldecirlo. La dureza de esto hombre también tuvo cura – porque él no
se sentó bajo sermones de reprensión y no los rechazó continuamente.

Lo mismo es cierto de muchas personas que vivieron por años bajo el régimen
comunista. Cuando la Cortina de Hierro cayó, el evangelio inmediatamente inundó
a esos países que una vez fueron comunistas y miles aceptaron a Jesús. Tropas
del Ejército Rojo se convertían a diestra y siniestra y hasta generales se
convirtieron en poderosos testigos por Cristo. En pocos días, oficiales de gobierno,
maestros de escuelas, y hasta el KGB estaban pidiendo Biblias y predicando a
Cristo a quienes estaban bajo su influencia.
Nuestro ministerio hizo cruzadas en Polonia antes que se derrumbara el
comunismo en ese país. Fue una de las pocas veces que oficiales permitían que
alguien entrara y tuviera reuniones religiosas. Cada noche mientras prediqué,
literalmente cientos de jóvenes corrían al altar – llorando, con los corazones
quebrantados, con hambre de Cristo. A todos les habían lavado el cerebro contra
la religión. Pero su dureza tenia cura – porque ellos nunca se habían sentado bajo
la continua reprensión ni se habían endurecido a la Palabra de Dios.

En mi experiencia, los corazones más duros – el tipo incurable – siempre ha sido


encontrado al alcance de predicaciones ungidas por el Espíritu Santo. Tal dureza
no existe en iglesias frías, muertas y formales donde el evangelio ha sido
corrompido por generaciones. ¡No – siempre se encuentra donde una palabra pura
es predicada desde el púlpito – y rechazada en las bancas!

Puedes preguntar, “Exactamente, ¿qué es un corazón endurecido?” Un corazón


endurecido es uno que ha determinado en resistirse a obedecer la Palabra de
Dios. Es imposible conmoverlo, esta inmune a las convicciones y advertencias del
Espíritu Santo.

Por favor no me malinterprete: el endurecimiento del corazón no es tan solo un


asunto de volverse contra Dios, rechazar a Cristo, o negarse a ir a la iglesia. El
hecho es, que tu corazón se puede endurecer aun cuando estés en la iglesia cada
vez que esta abre sus puertas. Puedes endurecerte mientras escuchas casetes de
enseñanzas…cantando alabanzas a Dios…sirviendo como ujier, maestro o
miembro del equipo de adoración. Ciertamente, puedes endurecerte tanto hacia la
palabra de Dios mientras sirves, ¡que aun si Jesús mismo predica desde el púlpito,
volverías oídos sordos hacia él!

Déjame usar la plomada, y medirte según el evangelio verdadero que has


escuchado.
Quiero hacerte un examen, para ver si ya has tomado los primeros pasos hacia la
dureza de corazón. Déjame hacerte las siguientes preguntas:

1. ¿Cuántas veces has escuchado mensajes acerca del peligro de descuidar la


oración diaria y la lectura de la Biblia?

He escrito muchos mensajes sobre ese tema, sabiendo que tiempos difíciles están
a punto de caer sobre nuestra sociedad. Y sin embargo, muchos lectores se
niegan a levantar sus Biblias o pasar cinco minutos hablando con su Padre
celestial. Amados, si descuidan su habitación secreta en el hogar – si piensan que
orar en la iglesia suple todas tus necesidades – nunca sobrevivirás los días
difíciles que tenemos por delante. Piénsalo: si no obedeces a la palabra que te
sana y te fortalece en los tiempos buenos, ¿cómo encontrarás poder para vencer
en los días difíciles que están por venir?

Si has ignorado el llamado del Espíritu Santo para atraerte al lugar secreto para
intimidad, entonces has tomado los primeros pasos hacia la dureza de corazón.
Puedes llenar todo tu tiempo con buenas obras, bendiciendo a la gente y
derramando tu corazón en el servicio cristiano. Pero si descuidas tu tiempo con el
Señor – negándote a buscar su rostro u obedecer su palabra – te pondrás débil,
temeroso, deprimido, y finalmente serás una presa para el diablo. La única forma
de prepararnos para lo que viene, ¡es teniendo un conocimiento personal de tu
Padre celestial!

2. ¿Cuántas veces has sido advertido de las terribles consecuencias del chisme?

A veces, mis advertencias sobre el tema del chisme han sido suaves, como lluvia
suave – y en otras ocasiones, han sido como trueno. He escrito acerca de cómo el
chisme y la murmuración le costaron todo a Israel. Una y otra vez, los israelitas
fueron avisados de los peligros de este pecado. Pero persistieron en desobedecer
al Señor – ¡y les trajo una vida de miseria en un desierto plagado de serpientes!

Ahora, otra vez déjame usar la plomada en tu vida: ¿Has dicho algo contra un
hermano o hermana durante la semana pasada – algo que no era asunto tuyo
repetir? O, ¿has escuchado algún chisme acerca de esa persona? Si es así,
¿permitiste que una semilla de duda acerca de él o ella fuera sembrada en tu
alma?

Te pregunto – ¿cómo puedes continuar chismoseando, a la luz de las


advertencias que has escuchado? ¡La única respuesta es que ya has comenzado
camino abajo hacia un corazón endurecido!

3. ¿Cuántas advertencias has escuchado acerca de guardar un pecado secreto?


Y, ¿qué dices acerca del pecado que asedia tu corazón – del cual el Espíritu de
Dios continuamente te ha hablado? A través de los años, he escrito muchas
advertencias acerca del peligro de coquetear con un pecado preferido. Aun así, no
tan solo he predicado contra el pecado, sino que he enseñado del poder de
resurrección de Dios. He predicado que el Señor tanto nos da poder para vencer a
través de su Espíritu como que pone en nuestros corazones el deseo de hacer lo
bueno.

Mas sin embargo, conozco personas que se han sentado por años bajo mi
enseñanza en la iglesia de Times Square – y ellos aun beben, fuman, maldicen y
salen de parranda. Amados, ¡eso es un corazón endurecido! ¿Quién se atreve a
sentarse bajo una reprensión amorosa semana tras semana, y aun siga pecando,
sin permitir que la convicción penetre? ¡Es alguien que va camino a un corazón
endurecido!

Es posible agradarle escuchar la Palabra de Dios - agradecer y aprobar lo que es


predicado ¡Y llegar a ser incurablemente duro mientras escucha!
Sinceramente puedes creer que has aceptado un sermón simplemente porque lo
has escuchado, pensaste en él e hiciste comentarios sobre él durante la cena del
domingo. Sin embargo, puedes hacer todas esas cosas y solamente ser un oidor –
¡y no un hacedor de la Palabra de Dios!

Al pueblo de Israel le encantaba escuchar las poderosas predicas de Ezequiel –


pero ellos nunca las obedecieron: “Y vendrá a ti como viene el pueblo, y estarán
delante de ti como pueblo mío, y oirán tus palabras, y no las pondrán por obra;
antes hacen halagos con sus bocas, y el corazón de ellos anda en pos de su
avaricia. Y he aquí que tu eres a ellos como cantor de amores, hermoso de voz…y
oirán tus palabras, pero no las pondrán por obra.” (Ezequiel 33:31-32).

Muchas personas en nuestra congregación se han acercado a mi después de


algún servicio, me han abrazado y dicen, “Pastor, usted predicó una palabra
poderosa.” Pero al alejarse, el Espíritu Santo me susurraba, “¡Ellos no escucharon
una sola palabra de lo que dijiste!”

El libro de Hebreos nos da un poderoso aviso: “Por lo cual, como dice el Espíritu
Santo: si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la
provocación, en el día de la tentación en el desierto.” (Hebreos 3:7-8). “¿Quiénes
fueron los que, habiendo oído, le provocaron?” (Versículo 16). Estos pasajes
demuestran claramente que el endurecimiento no esta conectado al ateismo,
comunismo o cualquier otro “ismo” – sino más bien, a escuchar y no hacer la
Palabra de Dios.

Conozco mucha gente en la iglesia Times Square que son bondadosos, delicados,
y sacrificados – ¡y aun así están en peligro de endurecerse! He rogado al Señor
por esto, pidiéndole, “Padre, ¿cómo estas personas dedicadas y trabajadoras
pueden escuchar sermón tras sermón de reprensión, y nunca cambiar? Ellos
vienen a tu casa semana tras semana, adorándote, alabándote – pero no están
llegando a la madurez. Lo sé porque los escucho chismoseando, y conozco los
otros pecados en sus vidas. A ellos les gusta oír tu Palabra predicada – pero
simplemente no la obedecen. Señor, ¿qué los retiene de obedecer tu Palabra?”

Dios me mostró que todo vuelve al momento de su conversión. En primer lugar,


¡esta gente descuidada nunca se convirtió! Como verás, la Biblia habla de dos
tipos de conversiones: Primero, esta la conversión que lleva a sanidad y liberación
de todo pecado. Este es el tipo que la mayoría de los cristianos han
experimentado. Pero también esta la conversión que lleva a dureza y ceguera.
Déjame darte una ilustración.

Israel con gusto escuchó la poderosa predicación del profeta Isaías – aun así
continuamente justificaban sus pecados, llamando malo a lo bueno y bueno a lo
malo. Así que Dios dio instrucciones a Isaías: “…Anda, y di a este pueblo: Oíd
bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis. Engruesa el corazón de
este pueblo, y agrava sus oídos, ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni
oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya en él sanidad.”
(Isaías 6:9-10).

Dios sabía que los israelitas no estaban dispuestos a dejar sus pecados
asediantes. A ellos les gustaban demasiado sus placeres carnales y sus
compañeros impíos. Así que el Señor le dijo a Isaías: “Esta gente nunca va a
cambiar su corazón. Y de ahora en adelante, no les diré palabra. En vez de eso
Isaías, quiero apresurarlos a su dureza. De esa manera, ¡quizás algunos
escuchen antes que sea demasiado tarde!”

Simplemente, Dios estaba haciendo un llamado de entrega total a su pueblo. El


estaba diciendo, “Si vas a ser llamado por mi nombre – si tu corazón va a ser
convertido – ¡entonces tiene que suceder en una forma que te libera de tus
pecados, te sana y libera de toda atadura!”

Doy gracias a Dios por la multitud de cristianos que comenzaron su caminar con
Jesús en la forma correcta – amando su verdad y obedeciendo la Palabra de Dios.
Ellos sentían tristeza santa por sus pecados, y su arrepentimiento fue sincero.
Cuando abandonaron los caminos de la carne, ellos se enamoraron del Señor – y
su Palabra fue para ellos como una lámpara. Y hoy se entregan sin reservas
obedeciendo su Palabra.

El segundo tipo de conversión es lo que el ejercito llama religión de “agujero de


zorros.”
Este segundo tipo de conversión es lo que le pasa a algunos soldados cuando
entran en la guerra. Una vez que escuchan las balas pasarles por el lado y ven las
bombas cayendo a su alrededor, miran la muerte a la cara – ¡y rápidamente
claman a Dios!

Este es el tipo de conversión que tuvo Faraón. En cierto momento él escuchó siete
reprensiones del Espíritu Santo, pero aun no obedecía la orden del Señor que
libertara a Israel. Y ahora Dios mando a Moisés a Faraón por octava vez, con este
mensaje: “…Jehová el Dios de los hebreos ha dicho así: ¿Hasta cuando no
querrás humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo para que me sirva.” (Éxodo
10:3).

Ya Dios le había avisado a Moisés acerca de cuál sería la reacción de Faraón: “…


Entra en la presencia de Faraón; porque he endurecido su corazón…” (Versículo
1). Puedes preguntar, “¿Qué oportunidad tuvo Faraón? Después de todo, el Señor
había endurecido su corazón.” ¡No! La redacción aquí puede parecer engañosa. El
endurecimiento del corazón de Faraón no sucedió por decreto eterno; más bien, la
escritura nos dice en un pasaje anterior: “Pero viendo Faraón que le habían dado
reposo, endureció su corazón y no los escuchó, como Jehová lo había dicho.”
(8:15).

Cada vez que Faraón se negaba a obedecer la orden del Señor, Dios visitaba a
Egipto con una plaga severa. Y cada vez Faraón gritaba, “Esta bien, Señor – haré
cualquier cosa que quieras. ¡Solo sácame de este lío!” Pero una vez que era
liberado, él siempre volvía a su rebelión.

La Biblia dice lo mismo acerca de los padres de Israel: “Mas ellos y nuestros
padres fueron soberbios, y endurecieron su cerviz, y no escucharon tus
mandamientos. No quisieron oír, ni se acordaron de tus maravillas que habías
hecho con ellos; antes endurecieron su cerviz…” (Nehemías 9:16-17).

Dios siempre sabe lo que hay en el corazón de la persona. Y él sabe cuando


alguien oirá pero no obedecerá; escogiendo ir por su propio camino. Él sabía esto
de Faraón – porque después de siete reprensiones y plagas de juicio, el corazón
de Faraón se endurecía cada vez más.

Ahora una octava plaga estaba a punto de caer sobre los egipcios, y era algo que
ellos temían mucho: langostas. A través de la Biblia la langosta significaba ruina y
destrucción. En muchos instantes representan la retribución de Dios sobre su
pueblo. Ciertamente, el profeta Joel compara a cierto ejercito invasor como un
enjambre de langostas: “Y os restituiré los años que comió… la langosta, mi gran
ejercito que envié contra vosotros… fuerte es el que ejecuta su orden;…” (Joel
2:25, 11).

Dios no mandaba siempre tales plagas sólo para castigar, sino más bien para
efectuar su orden y voluntad divina. Muchos residentes de nuestros ministerios de
la Casa Timoteo y la Casa Sara conocen esto de primera mano. Ellos han perdido
empleos, finanzas, salud, matrimonios, y familias – todo porque una langosta de
alcohol y drogas devoró todo en sus vidas. Más sin embargo, fue a través de tales
plagas que estos hombres y mujeres se volvieron a Jesús.

En Egipto, enjambres de langostas descendieron sobre la tierra por la noche,


devorando todo a su paso – cosechas, plantíos, nuevo crecimiento, hasta la
corteza de los árboles. Cuando estos insectos terminaron, no quedo siquiera una
brizna de hierba: “Y subió la langosta sobre toda la tierra de Egipto, y se asentó en
todo el país de Egipto en tan gran cantidad como no la hubo antes ni la habrá
después; y cubrió la faz de todo el país, y oscureció la tierra; y consumió toda la
hierba de la tierra, y todo el fruto de los árboles que había dejado el granizo; no
quedo cosa verde en árboles ni en hierba del campo, en toda la tierra de Egipto.”
(Éxodo 10:14,15).

El enjambre masivo llenó las casas egipcias. Dondequiera que la gente se volvía,
veían langostas – en el suelo, donde se amasaba harina, en la leche, en sus
ropas, y en sus camas. Estas langostas movían sus alas con un sonido aterrador y
mordían y masticaban todo a su vista. Dentro de pocos días, Egipto estaba en la
ruina total.

En este punto, una palabra pequeña pero muy importante aparece en la escritura
– la palabra “entonces.” “Entonces Faraón se apresuró a llamar a Moisés y Aarón,
y dijo: He pecado contra Jehová vuestro Dios, y contra vosotros.” (Versículo 16).

Faraón confesó su pecado, admitiendo su maldad. Y sonaba como que su


arrepentimiento fue sincero y completo. Pero, ¿qué motivaba su arrepentimiento?
La escritura lo dice claramente, en las propias palabras de Faraón: “Mas os ruego
ahora que perdonéis mi pecado solamente esta vez, y que oréis a Jehová vuestro
Dios que quite de mi al menos esta plaga mortal.” (Versículo 17). Faraón estaba
diciendo, “Sí, he pecado – y lo siento. Ahora, apresúrate, Moisés y sácame de este
lío. Ora a tu Dios por mí. Estoy en problemas, ¡y tengo que recibir alivio!”

Faraón se dio cuenta que estaba a punto de perderlo todo – así que se arrepintió
con la esperanza que Dios lo libraría del lío en el cual se había metido. ¡Todo lo
que el quería era ser aliviado de su problema!

¿Qué fue lo primero que te trajo al Señor?


¿Viniste primero al Señor como lo hizo Faraón – sólo porque querías algo de
Dios? ¿Te volviste a él para dejar un hábito de drogas, para que se restaurara tu
matrimonio o para ser librado de un problema financiero? Te dijiste a ti mismo, “Si
voy a Jesús, quizás él arregla las cosas.”

La verdad es que Cristo obrará milagros para ti. Él hará lo imposible en tu vida.
Pero si sólo vienes a él para conseguir algo de él – sólo para ser librado de tus
problemas – no crecerás una pulgada en madurez. Por el contrario, ¡sólo
aumentarás en dureza!

Vuelve al día de tu conversión. ¿Sucedió después que alguna langosta se comió


todo? Tu salud, ¿estaba debilitada en alguna forma? Algún hijo tuyo, ¿estaba en
problemas? ¿Terminaste asolado, con la muerte y la ruina sobre ti?

Por favor no me malinterpretes; por supuesto, que Dios quiere salvar a la gente
que termina en ruinas. Cuando todo esta perdido, él siempre esta cerca – y él es
fiel para librar. Pero, amado, ¡no puedes ir a Jesús sólo para recibir alivio! Debes ir
a él porque él es Dios – y porque él merece tu vida, tu adoración y tu obediencia.

Es cosa peligrosa entrar en la casa de Dios y hacer de la adoración algo


mecánico. Puedes enseñar, ser ujier, puedes cantar en el coro – y puedes decirte
a ti mismo, “Recuerdo bien el día de mi conversión. Hace cinco años, le pedí a
Jesús que entrara en mi corazón.” Pero si tu corazón realmente fue convertido en
ese tiempo, hoy hubiera evidencia en tu vida.

Puedes estar creciendo espiritualmente – leyendo la Biblia a menudo, llevando


todas tus necesidades y problemas a Dios, y pasando tiempos preciosos con él en
tu habitación secreta. Y cada vez que escuchaste avisos de langostas, obedecías
– porque tú sabes que las órdenes de tu padre salen de su amor por ti.

Ahora mismo puedes estar diciendo, “Si, hermano David – admito que he estado
descuidando la palabra de Dios. Y todavía estoy atado por un pecado asediante.
¿Estaré muy endurecido – he ido muy lejos – para recibir el toque sanador del
Señor?”

¡Por supuesto que no! Si comienzas a clamar al Señor hoy, en medio de tu


necesidad, él te traerá tiempos de refrigerio. Cada vez que traes a él un corazón
verdaderamente arrepentido, él no actuará como tu juez, sino como tu mediador e
intercesor. Ahora mismo él te dice, “Sólo clama a mí, y yo lo haré por ti. Vendré a
ti, supliendo todo lo que necesitas para mantener tu corazón tierno y quebrantado
ante mi.”

¿Quieres alcanzar la madurez en Cristo? ¿Quieres que el Señor te siga


reprendiendo en amor, guiándote hacia la vida y la santidad? Entonces clama a él
hoy. ¡Nada te mantendrá en el camino que él ha trazado para ti como un corazón
contrito y quebrantado!

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