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Complutum Extra, 6(11), ¡996: 215-224

EL VALOR DEL PATRIMONIO HISTÓRICO


Josep Bailan ¡ Hernández*, Josep M. “En/lo/a ¡ Penicot *
M” deis Ángels Pc/it ¡ Mendizába/**

RrscgrnN,- Los autores parten de la pregunta ¿para qué sine el patrimonio histórico?, para hacer una re-
flexión sobre los distintos tipos de valores que la sociedad otorga al patrimonio histórico, desde los valores
mas utilitarios en los que incluyen el valor de información que sine al conocimiento, a los valores estricta-
mente jonnales que alimentan el gusto 3’ eí placer estético, hasta los valores comunicativos que se organizan
en torno al carácter de signo y símbolo que todo objeto histórico tiene.

Aus~qcr — lite authors c:sk themselves w’hat is tite itistorical heritage fon to think about rite diff~rení tepes
of values that sociel» co,ifers to such heritage, fra»: tite most utilitaria,: values, where is included that ofinfor-
mation which is useful to knowledge, to tite strictlyforn¡al values thai help to butíd tite sense ancí tite aesthetic
pleasure; and also the communicative values, organized according to tite sign and svmbol characíer that every
historical ohject Izas within itself

PiIMBRÁS CAtE: Patrimonio histórico, Patrimonio cultural, Museología.

KLY Wopvs: Justan cal heritage, Cultural heritage. Aíuseum siudies.

1. INTRODUCCIÓN histórico, pongamos un castillo medieval, es distinto


en el contexto actual de como podía serlo unas déca-
La idea de patrimonio —los bienes que po- das atrás, cuando apenas existía turismo. Como cosa
seemos— así como la idea de “bien” nos sugieren útil no tiene nada que ver con la idea que se podía
que estamos ante algo de valor, El concepto de valor. haber tenido del mismo, digamos hace un siglo y me-
hablando en términos generales, es un concepto res- dio, cuando era habitado, medio en minas, por unos
baladizo, difícil de manejar porque nos remite a abs- pastores. No es exactamente igual, pongamos otro
tracciones que caen dentro del campo especulativo de ejemplo, aquella mansión antigua, tan céntrica que
la filosofía. Por lo tanto hace falta precisar que en es- se levanta entre edificios modernos en la zona co-
te trabajo vamos a hablar de valor en cl sentido de es- mercial de la ciudad que no está incluida en el regis-
timación en que una cosa se tiene por su mérito o tro de monumentos históricos y que es comprada por
utilidad. En este sentido cl valor o la falta de valor no una empresa para instalar en ella su sede, dc aquella
es algo inherente a cualquier objeto dcl pasado —los otra que sí está incluida y que es ocupada por una ad-
bienes del patrimonio son objetos del pasado— como ministración ministerial. En los dos casos puede pe-
lo es, por ejemplo, en tanto que cosa tangible. el co- sar un valor de uso, aunque también un valor simbó-
lor o la forma. El valor es una cualidad añadida que lico y hasta un valor estético: la diferencia reside en
los individuos atribuyen a cienos objetos que los ha- cl grado de libertad cii la disposición y uso de la pro-
cen merecedores de aprecio. Estamos, pues, ante un piedad.
concepto relativo que aparece y desaparece en fun- Vamos a interesarnos por el valor como re-
ción de un mareo de referencias intelectuales, cultu- curso de un objeto histórico, es decir, vamos a pre-
rales, históricas y psicológicas, que varia según las guntarnos para qué vale un objeto del pasado. El an-
personas, los grupos y la épocas. tropólogo norteamericano W. O. Lipe (1984: 2) sos-
El valor instrumental, o dicho de otra for- tiene que todos los objetos del pasado que han aguan-
ma, el valor como recurso de un bien del patrimonio tado el paso del tiempo configuran un depésito de re-
* C/Secrctario Coloma 133, 3, 3. 08024 Barcelona.
** S.E.R.P. (Serninari dIBstudis i Recerques Prehistóriques). Departamento de Prehistoria, Ilistoria Antigua y Arqueología.
Universidad de Barcelona. C/Baldiri Reixach, sIn. 08028 Barcelona. E-mail: fullola~trivium.gh.ub.es.
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cursos potencialmente útiles, que permanecen sobre despiertan cii las personas por razón de su forma y
el terreno a la espera de que sean utilizados, en el por las cualidades inherentes que presentan.
presente o en el futuro, No obstante, va que las cir-
cunstancias sociales cambian con cl tiempo y tam- c) Jalar simhó/ico’co.’nunicativo
bién la manera de ver las cosas, rio se puedc a priori Enlenderemos por tal, la consideración en
establecer una analogía entre recursos potenciales y que se tiene a determinados objetos históricos en tan-
recursos efectivos. Además el valor efectivo dc deter- to que son sustitutos de algo que no existe, es decir.
minados objetos del pasado para la sociedad o para de algo del pasado y no del presente, sea ésto tina
los distintos grupos de la sociedad, sólo puede esta- persona, ulla historia. un hecho o una idea. Hay que
blecerse en función de determinados contextos. Estos precisar en este punto que, va que todo objeto históri-
contextos se configuran en torno al tipo de relaciones co es un vehículo portador de un mensaje. es aconse-
económicas predominantes, a los criterios del gusto jable consultar las aportaciones de la semiología a la
dominantes, o a las ideas y creencias que la mayoría teoría de la comunicación. En este sentido más que
profesa, y también en torno al tipo de investigación a de valor simbólico hablaremos de valor de signo, ya
que se somete la materia que proviene del pasado. El que el signo sirve para la comunicación, o más direc-
potencial de los bienes históricos como recurso ha de tainente de valor comunicativo.
ser evaluado en cualquier caso a la luz de contextos
específicos, ya que la atribución dé valor sólo puede 2.1. El valor de uso dc los bienes dcl
eNistir en función de situaciones reales y socialmente patrimonio histórico
determinadas. Dado que estamos hablando de los bie-
nes patrimoniales como recurso, hay que concluir si- Todos los objetos materiales producidos por
tuando estos “valores” crí un contexto económico. el hombre obedecen sienípre a algún fin y sirven dc
que es el contexto en el que se desarrolla la vida real, hecho para usos muy diversos, además de poseer dis-
y considerar un valor económico que debe entenderse tintas cualidades y propiedades; en otras palabras.
como valor de mercado. valen siempre para algo. El entorno cultural que ro-
dea al ser humano es un entorno artificial. El horno
Jhber creador del artificio humano y fabricador del
2. SOBRE UNA TEORÍA DEL VALOR mundo (Arendt 1974: 170) ha realizado su trabajo a
DE LOS BIENES DEL costa de la naluraleza y contra la naturaleza. Por ello
PATRIMONIO HISTÓRICO la materialidad de los objetos ha sido la propiedad
más apreciada por el individuo fabricador, por lo que
Al no disponer de un paradigma ideal para esta caracteristica se nos aparece corno la primera
resolver el problema de la categorización de los ~alo- fuente de valor de los objetos. El primer objeto signí-
res, se ha optado por aceptar la solución convencio- ficativo que ha perdurado de la especie humana con-
nal que ofrece la epistemología y distinguir entre un siste en un instnrmento hecho de piedra.
valor de uso. un valor formal y un valor simbólico. Que los objetos puedan acumularse es otra
Esta tríada, aún en su simplicidad, da mucho juego razón de peso para adiudicarles un valor. Histórica-
en el asunto que nos ocupa, va que admite incluir y mente la acumulación ha jugado un papel esencial en
categorizar todas las posibilidades razonables de atri- la evolución de las sociedades. Los seres humanos
bución de valor que los individuos acostumbran a han sido unos pertinaces acumuladores de objetos,
otorgar a los objetos históricos. Así. podríamos pen- fundamentando de esta manera el concepto primige-
sar en diversos sub~’alores que adjudicaremos rápida- nio de riqueza. Es interesante constatar como en cl
mente a alguno de los tres valores propuestos. foxido del fenómeno uno descubre un valor de uso a
la espera de ser activado. Acto seguido aparece el
q) Valor de uso elemento tecnología, que añade posibilidades al valor
Nos referiremos a valor de uso en el sentido de uso de un objeto. Todo esto tiene una repercusión
dc uso para algo, para satisfacer tina necesidad mate- social; es en este terreno donde situamos tina abstrae-
rial, un deseo de conocimiento o un interés mundano. ción que llamamos “mercado”, que concede más o
Es la dimensión estrictamente utilitaria del objeto menos valor it los objetos producidos. Los econonris-
histórico. tas clásicos establecieron hace mucho tiempo que. en
realidad, los bienes producidos por el hombre tenían
b9 J’hlorfor¡nal un valor doble: un valor de uso y un valor de cambio.
Responde al hecho indiscutible de que deter- El valor de uso más general e inmediato se
minados objetos son apreciados por la atracción que refiere a la cualidad del producto en tanto que sine
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para hacer algo o en tanto que da satisfacción a una conocimientos. Un objeto histórico es obra del cono-
necesidad humana. Nadie puede negar que un “aso cimiento humano que ineorpora lógicamente conoci-
sin’e para beber, un coche sine para ir de un lugar a miento humano. De alguna forma incorpora también
otro y que una casa satisface una necesidad de habi- investigación. Este conocimiento se transmite en for-
tación. Por tanto el valor de uso de un palacio del Re- ma de información que es captada parcial o total-
nacimiento puede muy bien ser cl servir de sede a mente (?) por el observador. Un objeto histórico in-
una empresa. O una casa pompeyana puede servir de corpora a menudo información cuyo origen queda
techo al empleado encargado de vender las entradas muy lejos en el tiempo; este aspecto de la cuestión
para el recinto de Pompeya. Se lía dicho y probado constituye por sí mismo un hecho destacable.
que la mejor cosa que puede hacerse para conservar Toda información es por definición un acti-
un edificio histérico es usarlo. En este mismo orden vo potencialmente útil para el ser liuníano que la re-
de cosas se puede considerar la necesidad de contem- coge, en cualquier momento de su existencia. Esta
plar el Patio de los Leones de la Alhambra de Grana- utilidad tiene una dimensión económica aparte de
da como asimilable a la necesidad de consumir una una dimensión meramente intelectual, porque desde
jarra de cerveza. Y situar al mismo nivel la pulsión una óptica economicista cualquier información puede
que mueve al coleccionista a comprar en una subasta ser útil para generar riqueza, Los bienes del patrimo-
determinada obra de arte. Hay necesidades que se fa- nio que pasan de una generación a otra pueden dejar
brican, tal corno vemos en el mundo de la moda, por un rastro de conocimiento y esto puede tener conse-
lo que es concebible una moda de consumo dc patri- cuencias. Como objetos sociales dcl pasado que in-
monio, cosa que puede tener importantes consecuen- corporan conocimientos y prácticas, los objetos histó-
cias económicas. También podría aceptarse que exis- ricos pueden acarrear consecuencias en el sentido de
ta un uso puramente contemplativo corno es el caso que tales conocimientos y prácticas puedan incorpo-
del objeto estético, cuya razón de ser es el placer que rarse implícitamente en los nuevos productos socia-
proporciona al observador y el deseo de poseerlo que les, sobre todo si media una utilización creativa de la
despierta. O quc aparezca un uso de carácter simbóli- información generada. De este proceso acumulativo,
co. Sin embargo, aunque puedan considerarse usos que podrá repetirse, saldrá una ganancia, como suce-
como los dos últimos descritos, estos casos concretos de en cualquier proceso de inversión de valor (valor
no connotan claramente el elemento de utilidad prác- de conocimiento, valor de esfuerzo...) en cualquier
tica y. a menudo, en cierto modo efimera. que quere- rama del conocimiento.
mos adscribir al apartado de los valores de uso, por Un ejemplo de este enfoque es considerar
lo que serán estudiados aparte. que hay tina relación lógica entre los logros materia-
Pero aún hay otra utilidad intangible, que les del Renacimiento italiano y el valor que hoy tiene
puede ser pertinente en este apartado, que presenta el diseño italiano. Visto en perspectiva podrá especu-
un carácter inmaterial: la que proporciona el conoci- larse sobre cl valor que podría alcanzar la renta ge-
miento. Un objeto histórico puede ser apreciado en nerada históricaníente por un acti~’o como ese que ha
tanto que sirve para incrementar el conocimiento. permanecido en manos de los italianos tantos años. J.
Así el valor de uso inmaterial de un bien del patri- K. Galbraith abunda es esa idea cuando en una obra
monio se fundamenta en el examext detenido que so- reciente comenta los logros del milagro económico
bre el mismo puede hacerse. De este examen sale una italiano de las últimas décadas. Escribe:
información que contribuye a incrementar el conoci- Fmnahnente, y éste es el punto más impar-
miento humano. Dado que como historiadores nos taníe, está la tradición artística italiana. Jnspi-
interesa especialmente este particular valor de uso, rondase en esa herencia, los productos de con-
vamos a extendernos en algunas reflexiones perti- sumo itafianos paseen zíuia notable ventaja en
nentes al respecto. cuanto a su diseño. Y ello ilustra una dinámica
universal a la que no se ha prestado la suficiente
2.1.1. Las “utilidades” del conocimiento atención: una vez se ha logrado que los objetos
La utilidad inmaterial del conocimiento es de consumo tengan una duración razonable y
un aspecto del valor de uso de los bienes patrimonia- ji.¡ncionen bien, ¡mv que hacer que tengan un
les a considerar con detenimiento. Es un hecho in- buen aspecto, deben entra,’ por los ojos y seguir
contestable que mediante la investigación aplicada a las ,nodag Tras el ingeniero aparece el artista.
tales bienes aumenta el conocimiento humano. Se Este es el auténtico origen de los logros italia-
trata de un simple proceso de recuperación, en el nos. Más que ninguna otra etnia, los italianas se
sentido de extraer hacia afuera información que está han dado cuenta de que el arte no es sinuplenten-
dentro, en el bien. El bien actúa asi de transmisor de te algo de lo que puede gozar~e, sino que, indus-
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trialínente hablando, puede ser enormemente 2.2. El valor formal de los bienes del
funcional (Galbraith 1994: 186-187). patrimonio histórico

LL2. Acerca del valor en la investigación sobre Hemos visto que la materialidad y el hecho
el patrimonio dc que puedan acumularse hace de los objetos cosas
Hay dos prejuicios enraizados en la sociedad de ~‘alor.Pero se pueden acumular cosas más o me-
sobre cl valor de la investigación en el ámbito de las nos valiosas. En los “tesoros” de los santuarios grie-
humanidades: uno, que no es una actividad directa- gos se guardaban objetos especialmente apreciados:
mente útil a la sociedad; y dos, que no produce ape- ex-votos Labrados en piedras duras, objetos de oro o
nas ganancias materiales. Frente a ellos hay que se- marFil... Hay un elemento añadido en ciertos objetos
flalar que. etimológicamente, investigar significa que los hace más apreciados: La materia con la que
añadir ~‘alor.Los procesos que sigue la inteligencia están hechos, la cual llama a los sentidos y los hace
inquisitiva tienen siempre como objetivo añadir valor objetos de deseo. Oro, piedras preciosas, perlas, mar-
a algo, aunque por cl camino no se recojan fácilmen- fil, todos estos materiales despiertan el deseo por las
te “utilidades”, en el sentido de ganancias prácticas cualidades intrínsecas que muestran: brillo, dureza,
ni rendimientos a corto plazo. Sólo la acumulación belleza. Pero además estos materiales son escasos y
subsiguiente al proceso inquisitivo (datos, esfuerzos. dificiles de obtener, lo que añade valor al hecho de su
conocimientos...) conileva al final la posibilidad de posesión.
dar saltos cualitativos hacia adelante. La investiga- Singularidad y exotismo constituyen otras
ción teorética en si misma hay que presumir que es dos cualidades que despiertan el deseo. En el Renaci-
rentable socialmente, aunque no se detenga a recoger miento las “cámaras de maravillas” eran el reducto
utilidades <Pérez-Ramos 1990: 15) ya que está en la sacralizado donde se exponian los naturalia, rarezas
base, en la causa podremos decir, de cualquier pro- de la naturaleza, y los artificialia. obras del ingenio
ducto fruto del trabajo del ser humano, sea ese pro- humano. Constituían claros exponentes del deseo por
ducto un simple jarrón de cerámica o un gran libro, el preciosismo de la obra de artificio que mostraban o
Cualquier obra de la cultura, como lo son el jarrón o porque tenían el atractivo dcl objeto exótico y raro.
el libro que nos llegan de la historia, es el resultado La combinación de ambas cualidades proporcionaban
de un proceso de acumulación de esfuerzo y de cono- a su propietario un aura de poder y prestigio extraor-
cimiento y el sólo reconocimiento de este hecho es en dinarios. La antigiledad y la unicidad añaden nuevos
sí mismo positivo, en el sentido dc que contribuye a alicientes a cualquier obra humaíía. y también de la
que socialmente se acumule más conocimiento. naturaleza, que incrementan su ~‘alor.La posesión de
Pero la investigación sobre los objetos del la pieza más antigua o de la pieza única son cuestio-
pasado puede ser objetivamente positiva, también en nes que nunca pasan desapercibidas.
tanto que la acumulación de conocimiento que de la La obra de arte, protagonista de las galerias
misma sale es potencialmente generadora de valor de pinturas y de los jardines de esculturas en el Rena-
añadido en el contexto de la vida económica presente cimiento y ci Barroco, poseía un valor especial. A la
y futura, que es lo mismo que decir, generadora de belleza la obra de arte une el carácter excepcional del
valor de riqueza para hoy y mañana. Veamos como acto de creación humana. Esta trasciende la pura
se produce esta acumulación de valor. Decíamos que funciozíalidad para convertirse en algo único e insus-
el valor de uso inmaterial de un bien cultural viene tituible. Pero al margen de esta capacidad que tiene
dado por la investigación que incorpora. Es correcto de metamorfosear la realidad y de trascender, aquí
suponer que el resultado del proceso de producción interesa considerar un factor adicional de valor que
de conocimientos —un estudio, una exposición, una la obra de arte pone de manifiesto: cl artificio huma-
sala de un museo— sobre el patrimonio histórico tie- no. Cuanto más artificio, más alto ha parecido ante
ne como destinatarios naturales una demanda forma- los ojos de los hombres el valor de una obra de arte,
da por estudiantes y profesores, aunque también son Así, pues, empieza a quedar delimitado el
parte dc esta demanda instituciones públicas y priva- marco conceptual que rodea el valor formal de los
das, profesionales y empresas. y el público en gene- objetos. Pero, ¿qué proceso se sigue para poner de
ml. Este activo a disposición del público se transfor- manifiesto eí valor formal de los objetos? En princi-
mará en renta cuando determinados conocimientos pio el contexto de atribución de valor más reconocido
adquiridos sean incorporados a otros productos, ge- es el acadénuico. con el museo como extensión, aun-
neralmente nuevos productos intermedios (nuevos li- que también se actúa desde la sociedad indiscrímina-
bros, manuales, diseños, procesos audiovisuales...) y damente. a partir de determinados catalizadores que
acaben en la calle. emergen naturalmente del tejido de las relaciones so-
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ciales, como los liderazgos, la opinión pública o los emociones y placeres, independientemente de cual-
poderes políticos y económicos. quier otro beneficio añadido que también pueda pro-
porcionar. Así cualquier instrumento puede ser una
L21. El proceso de atribución de valor obra de arte pero no todas las obras de arte son ms-
La naturaleza humana es sensible a las for- trumentos.
mas, texturas, colores, olores, en definitiva, a las cua- Las preferencias estéticas de los individuos
lidades fisicas diferenciadas de los objetos. El proce- están condicionadas por muchos factores. La investi-
so que debe seguir cualquier evaluación formal pasa gación científico-médica ha establecido que hay ele-
principalmente por atender a todo aquello que objeti- mentos biológicos que actúan en la conformación de
vamente inquieta la percepción sensorial del observa- lo que nos gusta y lo que no nos gusta a las personas.
dor. El punto de partida es constatar que todos los Así pues debemos suponer que el aprecio estético de
objetos son fragmentos de materia que ocupan espa- cada individuo está condicionado por las preferencias
cio y que pesan. En segundo lugar se observa como individuales, cuestión ésta muy compleja, pero que
la materia sólo es perceptible realmente al ojo huma- de alguna forma condiciona siempre las relaciones
no a través de las formas. Color, dureza, textura y persona-objeto. Con todo, las inclinaciones persona-
composición (en el sentido de diferenciar las panes les están a su vez siempre enmarcadas de algún mo-
del todo) constituyen otras propiedades o condiciones do por las preferencias que emanan del contexto so-
que son captadas por la vista y el tacto. En resumen, cial y cultural dentro del cual el individuo evolucio-
el estudio formal de los objetos pasa en sus primeras na. En este contexto social y cultural el historiador y
fases por describir sus características fisicas y atender el critico del arte contribuyen a fijar criterios comu-
a la forma. El examen formal permite inmediatamen- nes de valor estético que se contrastan con las ideas
te acceder a información de carácter tecnológico. Pe- de belleza y estilo tradicionales que permanecen an-
ro a este nivel a menudo el estudioso arqueólogo o cladas en la historia, e influyen y son influidas por la
historiador se ve obligado a buscar la colaboración de moda y el mercado. Por todo ello el cambio de gusto
especialistas de otras disciplinas como la fisica, la estético es una función del tiempo.
química o la biología. Finalmente cabe añadir algunas ideas sobre
La evaluación estrictamente formal tiene co- las interacciones que existen entre la forma y la fun-
mo objeto la consideración de la forma. La forma só- ción. Se trata de dos caras de una misma moneda, la
lo es aparente por contraste con el vacio y provoca realidad objetiva del objeto. Al respecto Hanna
que se establezcan asociaciones entre los objetos, al Arendí ha escrito:
tiempo que despierta sensaciones en el examinador. Todo lo que existe ha de tener apariencia,
En tanto que objetos fruto del artificio humano, los de ahí que no haya ninguna cosa que no tras-
objetos del pasado tienen partes y componentes o in- ciencia de algún modo su 1150 funcionaL y su tras-
ducen a establecer discriminaciones que parcelan el cendencia, su belleza o fealdad se identifica con
todo en partes diferenciadas, o incluyen formas dis- su aparición pública (Arendt 1974: 230).
tintas que incorporan niveles de trabajo diferentes. El El diseño pretende poner de manifiesto am-
valor formal de los objetos a menudo se incrementa bos aspectos de la realidad del objeto al tratar de
en relación al artificio que un objeto incorpora, y so- combinar la estricta funcionalidad con el efecto esté-
bre todo en relación a su calidad. Por calidad debe- tico. Las culturas tradicionales no distinguían entre
mos entender pericia en el trabajo, talento, o geniali- lo que es estético y lo que es funcional (Mosterín
dad, cualidades humanas que atribuimos al artífice, 1993: 124) y verdaderamente algunas de las más al-
pero también perfección, un término dificil de expli- tas realizaciones del diseño, a lo ¡argo de la historia,
car toda vez que expresa un ideal que escapa a todo se encuentran en cosas tan sencillas y completas co-
intento de formalización y que para salir al paso lla- mo algunos vasos de cerámica neolíticos o determi-
mamos ideal platónico. nadas puntas de sílex del hombre cazador. En con-
El historiador del arte ha sido tradicional- creto, el hallazgo de la simetría en el caso del bifaz
mente el tipo de profesional que se ha ocupado del representa el primer ejemplo de diseño humano que
valor formal de los objetos históricos. Al pretender combina a la perfección lo útil con lo estético. Hoy
capturar aquello que es específicamente puro artifi- en día lo que se conoce comúnmente por diseño es
cio, en el sentido que damos a esta palabra, de obra producto de un determinado contexto histórico: la in-
del trabajo humano que tiende a plasmar la perfec- dustrialización. El diseño industrial nació como una
ción formal, el historiador del arte separa los objetos necesidad para hacer plausible el arte en la industria.
útiles de los objetos bellos. Un objeto tiene valor esté- Entre los bienes patrimoniales las interac-
tico en la medida en que su contemplación produce ciones forma-función tienen una gran importancia y
220 JOSEP RALLART. JOSEP M.” FULLOLA Y M.0 DELS ÁNGELS PETIT

a menudo determinan el destino ruturo de un objeto. dente de ese lenguaje social. El universo material con
La mayor parte de los bienes del patrimonio histórico el que nos rodeamos sirve a los fines de la comunica-
fueron creados para ser utilizados; sin embargo ha;’ ción de una manera muy efectiva, hoy como ayer.
museos que no parecen entenderlo así. La autonomía ¿Qué nos comunican los objetos del pasado?
de que goza el ~‘alorformal de un objeto hace que a O dicho de otra forma. ¿qué significan los objetos del
veces sea percibido dc forma independiente y en oca- pasado? El significado de un objeto ha de ser aquello
siones en franca contradicción en relación al contex- que el objeto transmite y da a entender. Pero se trata
to histórico. Son un lugar común las criticas a la mu- de un lenguaje no ~‘erbal.más o menos explícito, más
seología que expone objetos del pasado para destacar o menos velado, según sea el receptor. El emisor dc
únicamente su dimensión estética, de acuerdo con este mensaje va no existe, sólo queda el ~‘ehículoque
una tradición que descansa sobre la interpretación es el objeto ;‘ el receptor que somos nosotros. la so-
puramente formal de la cultura material. Así, objetos ciedad actual. Si un objeto significa es que es signo
de uso cotidiano creados por la revoltíción industrial de alguna cosa. Un signo. según la semiología, es al-
son expuestos en los mtíseos más diversos: artes de- go que está en el lugar de otra cosa. Los objetos del
corativas. diseño, ciencia ~‘técnica, textil. museos lo- pasado, como tantos otros objetos. son signos porque
cales de historia, etc... En su tránsito hacia el museo. significan cosas diferentes de ellos mismos. Pero sig-
a menudo estos objetos pierden parte de su significa- nos ¿dc qué cosas?
do cuando al llegar a su destino sólo son conteinpla- Escojamos como hace S. Pearce (1992: 24-
dos en función de la estricta obediencia disciplinar 29) un objeto de museo para ver cómo funciona el
del museo: el diseño, la utilidad, el nivel técnico o la proceso de comunicación. Dado que no tenemos aho-
calidad de la decoración, por ejemplo. ra ningún objeto de museo a mallo, en favor de una
Con todo ha;’ que dejar claro que el poder explicación didáctica inventaremos un objeto de mu-
del estímulo estético es muy fuerte, tal corno nos seo que pudo haber existido: la mesa sobre la que se
muestra la historia del conservacionisnio. Por lo tan- firmó la Paz de los Pirineos entre los representantes
to no ha;’ que caer tampoco hacia el otro lado de la de Felipe IV de España y los de Luis XIV de Francia
balanza y desatender el poder de la belleza, para real- el 7 de noviembre de 1659. Esta mesa que aparece
zar únicamente las otras dimensiones de todo objeto ante nuestros ojos en medio de la sala de un museo es
histórico. Habría que caer en la cuenta de que el po- signo de un acto histórico que ocurrió, porque susti-
der del estímulo estético es tan importante para des- tuye aquella realidad que fue, el acto de la firma de la
penar Ja curiosidad y crear interés como el poder de paz, de la cual fue parte constitutiva.
simbolización. Así pues el objeto histórico, en tanto que
signo, ocupa el lugar de una abstracción que llama-
2.3. El valor comunicativo de los bienes del mos pasado. El objeto es, dicho de otro modo, histo-
patrimonio histórico ría materializada que se hace presente ahora mismo.
Pero veamos como el objeto histórico se puede con-
En el mundo moderno el museo ha sido con- vertir también en símbolo, Es un hecho que, con el
sagrado como el lugar idóneo para conservar deter- paso del tiempo, los objetos históricos tienden a ser
minados objetos a los que la sociedad adscribe un va- asociados a nuevos significados respecto a los cuales
lor especial: los objetos del patrimonio cultural. En va no podemos decir que existe una relación constitu-
nuestra sociedad existe el convencimiento de que este tiva. Gradualmente, alrededor de los objetos históri-
tipo de objetos merecen conservarse porque valen al- cos va formándose un abanico de significados respec-
guna cosa más que la pura impresión que producen to de los cuales habrá que admitir que mantienen una
al encarados; es decir que atesoran otros méritos y relación va no esencial, sino más bien convencional,
propiedades que los hacen merecedores de respeto y en algunos casos derivada de una cierta relación dc
que esconden un sentido oculto o no, directamente tipo analógico. pero que en otros será de carácter to-
evidente que tienta al descubrimiento; y también, talmente arbitrario. Esta es la condición del símbolo;
más concretamente, porque contienen información. porque símbolo es según la semiología aquella enti-
De algunas de estas cosas ya se ha hablado, dad sensible que se toma como represemítación de un
pero falta considerar el objeto histórico como vehícu- objeto, de una idea o de unos hechos, por medio de
lo de comunicación. Las sociedades humanas apane una asociación de carácter arbitrario o convencional.
del lenguaje verbal o el lenguaje corporal utilizan pa- Nuestra mesa también con el tiempo se transforma
ra coniunicarse un lenguaje social formado por sig- cmi símbolo, quizá de una renuncia. o quizá del inicio
nos ;‘ símbolos que se vehicula a través de los obje- de la decadencia política y militar de un país, en este
tos. Por ciemplo, el automóvil es hoy un soporte cvi- caso de España.
EL VALOR DEL PATRIMONIO HISTÓRICO 221

Es importante constatar como aquel objeto, se desdibuja y se aleja la capacidad de comprender


que mantiene su carácter de signo a través del tiem- para la mayoría de los hombres de nuestro tiempo.
po, porque es parte constitutiva de unos hechos que que no gustan de complicidades de este tipo en su ob-
han pasado, va a seguir actuando en el imaginano sesión por el cambio y el progreso. Por ello el poder
social conforme pasa el tiempo, para suscitar a su al- de seducción del patrimonio histórico puede estar en
rededor nuevos significados, nuevas visiones, nuevas entredicho. Por otro lado. dada la Iragilidad del sím-
interpretaciones. Ya no será sólo la mesa de la paz, bolo, se agudiza el problema de que el patrimonio
sino la mesa que evoca los diplomáticos diálogos de histórico pueda ser objeto de fáciles manipulaciones
unos empolvados personajes, o la mesa de la humi- con fines ideológicos.
Ilación o la mesa de la renuncía..
Los objetos del pasado son la única cosa ab-
solutamente cierta que tenemos del tiempo que ya pa- 3. EL CONTEXTO ECONÓMICO
só. Más allá de las palabras o los recuerdos, de forma
diferente a comno los documentos cuentan el pasado, El ámbito de la economía es la producción y
estos objetos representan la única oportunidad de la distribución de la riqueza, como se sabe. ¿Pero qué
que nos podemos valer para mantener viva una rela- relación existe entre bienes patrimoniales y econo-
ción tangible con el pasado. Ellos son verdaderos mía? ¿Es que aquellos bienes producen riqueza?
fragmentos dc pasado o si se quiere, extensiones del ¿Existe una dimensión económnica de los bienes del
pasado que se hacen fisicamente presentes en el hoy, patrimonio histórico’?
porque como dice W. D. Lipe (1984: 4), en su mate- Hay diversas maneras de valorar económica-
rialidad estos objetos participan al mismo tiempo del mente los bienes del patrimonio, como el resto de
pasado y del presente. Por lo tanto no hay nada que bienes producidos, no obstante hoy día todo tiende a
los pueda sustituir. valorarse en relación al medio de camnbio por exce-
Como símbolos los objetos del pasado ad- lencia, el dinero. En este caso el valor de cambio de
quieren una carga comunicativa enonne. La riqueza un objeto se concreta en la cantidad de dinero que al-
de las interpretaciones y reinterpretaciones simbóli- guien está dispuesto a pagar para disfrutar del mis-
cas hace de ellos un vehículo insustituible para re- mo. El ejemplo más claro seria el del coleccionista
crear el presente. El paso del tiempo hace variar co- que va a comprar una determinada obra de arte a una
mo se ha dicho la gama de interpretaciones simbóli- subasta. Hay necesidades que se fabrican, tal como
cas, porque el caudal de conocimientos acumulado en vemos en el entorno social consumista, se compran y
relación al objeto, fruto de la investigación, procura se venden. Es concebible, como ;‘a apuntábamos an-
nuevas visiones que influyen en las interpretaciones teriormente, una moda de consumo de patrimonio.
simbolicas. Así, un objeto simboliza cosas diferentes En estos casos el patrimonio presenta un valor de
en diferentes momentos históricos y entre grupos hu- cambio regulado por el mercado, que se traduce en
manos diferentes. El hecho es que la carga simbólica dinero contante y sonante. También lo presenta en
adquiere connotaciones distintas en cada momento relación a la obligación que existe de asegurar los ob-
histórico, produciéndose al fin ;. al cabo una secuen- jetos del patrimonio que se exhiben en museos y ex-
cia en el tiempo de figuras interpretativas distintas. posiciones. Por todo ello, en términos generales se
El símbolo tiene no obstante un punto débil: puede afirmar que fundamentalmente por sus valores
el mismno paso del tiempo. Para que el símbolo mam- estéticos, simbólicos o utilitarios una parte de los bie-
fieste todo su poder comunicativo no puede haber nes del patrimonio histórico son susceptibles de ~‘alo-
mucha separación temporal. ni geográfica claro está, ración económica por el mercado. Decimos una parte
entre el significante y el significado. entre la imagen porque no todos los bienes del patrimonio salen al
y el concepto, entre el símbolo y lo simbolizado. mercado. Hay bienes patrimoniales que lían sido
Cuando alguien observa un bien patrimonial, la vi- apartados dcl mercado y no pueden valorarse por cl
sión del pasado que saca del mismo depende de los mercado: la Alhambra podrá visitarse pero no puede
conocimientos y de la experiencia que tenga, Los ob- comprarse. El Partenón puede verlo cualquiera que
jetos del pasado hacen evocar ciertamente imágenes visite Atenas pero nadie puede llevárselo. Pero aún si
del pasado, como signos que son, pero el nivel y la se pudiera, la suma de intangibles que atesora haría
calidad de la experiencia de comunicación que pueda casi imposible una valoración por parte del mercado;
darse depende del bagage cultural que cl individuo por lo tanto sólo podrá valorarse desde consideracio-
aporte. Hoy día cl pasado es algo que queda muy le- nes externas a las fuerzas del mercado.
jos de la experiencia diaria y personal de la gente. El ¿Cómo, entonces, el análisis económico
poder de simbolización de los testimonios del pasado aborda los bienes del patrimonio? Habrá que verlo.
222 JOSEP BALLART, JOSEP MI’ FULLOLA Y MI’ DELS ÁNGELS PETIT

3.1. Análisis económico y bienes culturales de estimular el gasto por consumidor y sobre todo se
les adjudica un papel en el progreso de la industria
Diversas corrientes del pensamiento econó- turística. En este contexto, la línea de pensamniento
mico se han planteado la cuestión de cómo abordar el que más convence es la que parte de la lógica del mé-
estudio económico de los bienes culturales. Pigou, un rito intrínseco del sector cultural. Así, los productos
destacado representante de la escuela neoclásica, du- de la cultura, como los bienes del patrimonio, ten-
rante los años 1930, sc planteó estas mismas cuestio- drían un valor per se muy alto en la escala de valores
nes, que parecían dejadas de lado —el arte, se decía, sociales, independientemente de las preferencias
es una ocupación improductiva— y concluyó que, ya puntuales de los individuos en cada momento. Mus-
que los bienes culturales tenían un valor par se, inde- grave (1981) introduce el concepto de los merit wants
pendiente de su valor en el mercado, no podian ser como aquel tipo de necesidades de las personas —se-
tenidos en cuenta por los economistas. Keyncs. por ría el caso de la formación, por ejemplo, y de la cul-
su parte, criticó duramente la mereantilización de la tura— que merecen especial consideración porque
cultura. En cualquier caso la idea recurrente era que pertenecen a un nivel diferente y superior en relación
la cultura sólo se debía a la cultura, Visto de otra ma- a otras necesidades. Los mark wants comportan unos
nera, se venía a decir que si el sistema capitalista a ¡nerit goods que se caracterizan porque siempre, y
través de las formas políticas de la democracia y me- por encima de las leyes del mercado, han de ser ofer-
diante el consenso social, eran incapaces de garanti- tados públicamente.
zar los valores de la cultura, y hacer de los mismos Los bienes de mérito pueden ser de origen
participar a la mayoría, entonces habría que hablar público o privado Segtun el punto de vista que repre-
de fracaso del sistema y apelar a los usos del Despo- senta Muisgrave, un museo, sea público o privado,
tismo Ilustrado. presenta la característica de bien público en tanto que
Tras la II Guerra Mundial la pregunta pro- el disfrute de las colecciones que guarda no implica
puesta vuelve a plantearse. La construcción del esta- rivalidad de un usuario respecto a los otros, ni exclu-
do del bienestar lo exige. Los términos del debate que sividad en favor de nadie. Existen hoy día diversos
levanta la cuestión vienen entonces determinados por modelos de pensamiento que abordan las relaciones
las demandas sociales de adjudicación de recursos bienes patrimoniales-economía. En síntesis respon-
públicos entre los distintos usos alternativos. La cul- den a los siguientes casos:
tura es un sector. se dice, que contribuye al bienestar 1. La versión qume niega el papel de la econo-
social general pero que precisa de subsidios para so- mía en los asuntos culturales. Responde al viejo mo-
brevivir. Para no malgastar hay que establecer priori- delo proteccionista-paternalista que predomina en los
dades en la adjudicación de recursos a la cultura. Du- países de gestión pública del patrimonio cultural, por
rante los años 1950 a 1980 el Estado interviene acti- el cual el Estado delega la gestión de los bienes del
vamente en el fomento de la cultura al margen de las patrimonio a técnicos y a burócratas que no reciben
opeiones ideológicas que orientan su acción como no generalmente suficiente dotación económica para ir
lo había hecho hasta entonces. Pero a partir de fina- más lejos que el mero trabajo rutinario de conserva-
les de los años 70, al reflujo dc la crisis econommca. ción. Aquí los bienes de la cultura son puro valor en
empieza a hablarse de crisis del modelo dc intenen- abstracto y representan siempre un peso mumerto. un
ción. El modelo proteccionista-paternalista que fun- imponderable al que no se puede renunciar y que hay
ciona en países como España, Italia y Francia, he- que aguantar.
rencia del Estado Ilustrado, es criticado por ineficaz 2. La versión que considera a los bienes cul-
y malgastador. Frente a este modelo se ofrece como turales como una categoría económica más, sujeta a
recambio un modelo liberalista. que propugna la in- algún tipo de intervención del Estado. Los bienes del
serción de la cultura en el mercado. Los países anglo- patrimonio tienden a contemplarse como parte de los
sajones ya se han decantado por esta opción como bienes que fomentan el bienestar social en una socie-
tabla de salvación para la cultura, ante el retraimien- dad democrática, El orden de prioridades de la ac-
to de la Administración Pública. ción política que los valora (en mayor o menor gra-
Pero como el mercado no resuelve por sí so- do) sale de la dinámica social creada por las fuerzas
lo todas las demandas sociales de cultura; el discurso políticas y los medios de comunicación social; es en
de los economistas busca justificaciones a la inter- definitiva un resultado del consenso social. La suerte
vención del Estado desde la lógica de la eficiencia en de los bienes culturales fluctúa en el tiempo a merced
la asignación de recursos. En esta tesitura a las in- de las corrientes de pensamiento dominantes y hasta
dustrias culturales se les supone una cierta capacidad cieno punto de las modas, siempre más efimeras.
EL VALOR DEL PATRIMONIO HISTÓRICO 223

32. Bienes públicos y mercado tualmente la asignación de fondos externos. El hecho


de que no se exija a los usuarios o consumidores de
Según el pensamiento actual dominante los tales bienes, es decir al mercado, que iguale el coste
bienes culturales son bienes públicos, aunque su ges- que se deri~’a de su gestión, no es visto por la socie-
tión pueda realizarse de forma privada. Los bienes dad como un problema grave ya que en tanto que bie-
públicos se caracterizan por tener un consumo no ru- nes públicos se asume que conlleven desajustes de
val. La sociedad acostumbra a considerar a los bienes mercado. La provisión dc fondos para los bienes pú-
públicos como caídos del cielo: se dan por garantiza- blicos se ha de ajustar forzosamente mediante meca-
dos; es más, los economistas dicen que ante un bien nismos de asignación de fondos de origen público. La
público la gente tiende a comportarse como si “al- decisión última que regula el proceso de asignación
guien” pagara por él. Esto es así porque el público no de fondos se produce por lo tanto como resultado de
muestra disposición a pagar por un bien público. un mecanismo político que responde a alguna forma
¿Qué puede estar dispuesta a pagar una per- de consenso o por medio de la plasmación de fuerzas
sona para entrar a ver la Alhambra? No se sabe, ya político-sociales hegemónicas que resuelven en un
que se paga lo que se pide en la garita de entrada, si sentido más o menos restrictivo el problema. en fun-
es que tal garita existe. Generalmente para entrar a ción de situaciones coyunturales. En definitiva, es la
visitar los monumentos no se pide lo que realmente sociedad, por medio de sus portavoces sociales, quien
vale su conservación. Por ello la conservación y la asume la responsabilidad de valorar en mayor o me-
puesta en valor de los bienes culturales exige habi- nor grado este recurso público.

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