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CICLO ECONÓMICO, SHOCKS DE


OFERTA Y BURBUJAS FINANCIERAS

ECONOMÍA DEL SECTOR PÚBLICO


LICENCIATURA DE ECONOMÍA

Prof. Dr. Luis Ángel Hierro Recio

Departamento de Economía e Historia Económica

Planta 3ª - Torre derecha (Despacho nº 9)

Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales

Avda. Ramón y Cajal, 1- 41018-Sevilla

e-mail: lhierro @us.es

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CICLOS ECONÓMICOS

Ciclo económico y tendencia de crecimiento

El ciudadano medio no suele distinguir entre un descenso del bienestar derivado


de una crisis económica coyuntural y un descenso del bienestar derivado de una
estructura económica obsoleta o no competitiva. De hecho, para quien se ve afectado
por dicho descenso del bienestar el resultado es el mismo, ya que su situación es
independiente del origen. Sin embargo las diferencias son fundamentales tanto por el
período de tiempo que puede abarcar la situación, como por las medidas económicas
necesarias para afrontar la situación.

Figura 1. Ciclo y Producción potencial

La figura 1 nos servirá para aclarar la cuestión. En ella se representa la


evolución de la producción de una economía (PIB efectivo) a lo largo del tiempo y se
aprecia cómo el crecimiento de la producción no es regular sino que se encuentra
sometido a fluctuaciones que los economistas denominamos ciclos económicos. Dichos
ciclos son fases en la evolución del crecimiento económico, con un perfil más o menos
regular, en las que se alternan situaciones de crecimiento elevado, expansión
económica, con períodos de crecimiento reducido e incluso negativo, recesión
económica. Su evolución en forma de onda determina el nombre de ciclo y la realidad
muestra que hasta el momento presente dichos ciclos se reproducen de forma
sistemática. No obstante, el hecho de que la economía crezca en forma de ciclo no
significa que no crezca. Por el contrario, en la misma figura hemos representado
mediante una línea recta la tendencia de crecimiento implícita en la evolución de la
producción. A dicha línea se le suelen atribuir distintas denominaciones según la
modelización utilizada: tendencia de crecimiento, producción potencial, producción de
pleno empleo, etc. Todas ellas destinadas a denominar algo así como la producción
que se correspondería con un crecimiento estable de la economía que utiliza

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plenamente sus recursos. Y la conjunción de ambas líneas, la representativa de la
producción efectiva y la de la producción potencial, nos permite ver que, salvo en
momentos puntuales, siempre existe una diferencia entre lo se produciría empleando
plenamente los recursos y lo que efectivamente se produce. A dicha diferencia se le
denomina brecha de la producción y es indicativa de situaciones en las QUE existen
factores productivos desempleados (Bp>0) y otras en las que esos recursos están
sobreempleados (Bp<0). Evidentemente, ninguna de las dos situaciones es deseable
para la economía puesto que en un caso se produce desempleo del factor trabajo, que
es reconocido por todos como la principal lacra de cualquier sociedad, mientras que en
el otro se da el sobreempleo de los factores, que siempre conduce a desequilibrios
pagados con posterior desempleo.

La intervención del Sector Público: Políticas de crecimiento versus


políticas anticíclicas

Llegados aquí resulta fácil clasificar las medidas de política económica según su
objetivo. Así por una parte se encuentran las denominadas medidas anticíclicas, o
políticas de estabilización que tienen como objetivo acercar en la medida de lo posible
la brecha de la producción a su valor nulo (en términos físicos, reducir la amplitud de la
onda en todos sus puntos). Y por otra parte se encuentran la políticas de crecimiento,
en algunos casos denominadas medidas estructurales, cuyo objetivo es aumentar la
pendiente de la producción potencial o, lo que es lo mismo, elevar el crecimiento
económico a largo plazo de una economía que emplea plenamente sus factores.
Ejemplo de las primeras son los tradicionales aumentos del gasto público o de la oferta
de dinero en épocas de recesión o a la inversa en épocas de expansión. Mientras que
ejemplos de las segundas son la liberalización de mercados, el fomento de las
actividades de Investigación y Desarrollo o la promoción de programas de formación.

PIB

Polít ica de
crecimiento

Política de
estabilización

Tiempo

Figura 2. Crecimiento versus estabilización

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SHOCKS DE OFERTA

El término Shocks de oferta se acuñó a partir de la crisis económica de la


década de los setenta del siglo pasado. Con él se pretende designar a cualquier
perturbación de naturaleza distinta a las consideradas en el comportamiento ordinario
de la economía. El ejemplo más evidente de un shock de oferta son las subidas
concertadas de los precios del petróleo de 1973 y 1979. La primera de ella derivó del
embargo decretado por los miembros de la OPEP a los países que apoyasen a Israel
en la tercer guerra árabe israelí que comenzó el día 6 de octubre de ese año. Los
miembros de la OPEP multiplicaron por más de tres el precio del petróleo y decretaron
un embargo de ventas a Estados Unidos y los países europeos que apoyaran a Israel,
produciendo como resultado un importante incremento de costes para la industria de
los países desarrollados, altamente dependiente del petróleo, y un fuerte proceso
inflacionista. La segunda tubo su origen en la revolución islamista en Irán, que supuso
la huida del Sha y en apenas un año la guerra entre Irán e Irak que disparó el precio
mundial del petróleo.

Ambos sucesos de naturaleza política, aunque también influidos por decisiones


económicas de naturaleza estratégica y de muy largo plazo, dieron como resultado un
comportamiento exponencial de los costes de producción de industrias intensivas en
uso del petróleo que fueron inmediatamente trasladados a los precios. Este hecho,
junto con el incremento directamente sufrido por los precios del carburante a los
consumidores produjo su traslación a los indicadores de inflación y con ello a los tipos
de interés y salarios nominales, generando el efecto conocido como espiral
inflacionista. Dicho efecto no es más que un encadenamiento sucesivo de subidas de
precios que tiene su origen en el shock de oferta, que se traslada a tipos de interés y
salarios, que a su vez generan
una nueva subida de precios
puesto que al ser factores
productivos su incremento implica
aumento de costes.

La representación gráfica
de un shock de oferta, en versión
estática, es la que aparece en la
figura 3. Como se puede
observar, el resultado de un shock
de oferta adverso es una
contracción de la oferta agregada
que se traduce en un aumento de
precios y una reducción de la
producción y del empleo. En
términos dinámicos produce el
fenómeno denominado como
estanflación, desempleo más
inflación.

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Con el paso del tiempo el concepto de shock se ha ampliado. Así en la


actualidad se distingue entre shock positivo o negativo, según su efecto sea aumentar o
disminuir la oferta. Un shock de oferta positivo puede ser la aparición de una innovación
tecnológica que implique una reducción de costes o aumento de productividad
generalizada o la aparición de grandes bolsas de recursos (la aparición de petróleo en
el mar del norte dio como resultado a medio plazo un importante abaratamiento del
precio del petróleo por dos vías, la propia incorporación de la nueva oferta petrolífera y
la ruptura del monopolio de la OPEP, dando lugar al efecto contrario al de las crisis del
petróleo de los años 70, aunque con menor impacto). Los shocks de oferta positivos
elevan la producción y reducen los precios y la inflación.

Además de shocks de oferta pueden existir shocks de demanda. Cualquier


factor que altere el comportamiento de los agentes de gasto al margen de los factores
considerados en el funcionamiento ordinario de la economía producirá importantes
efectos sobre precios y producción. Por ejemplo cualquier situación sobrevenida que
conlleve graves efectos sobre la población y su comportamiento (catástrofes naturales,
desastres sanitarios, accidentes nucleares, conflicto o riesgo de conflicto bélico,
situaciones de desempleo masivo, etc.) producirá alteraciones de la demanda que se
trasladarán de forma inmediata a precios y producción.

Igual que en el caso de la oferta los shocks de demanda pueden ser positivos.
Para una población pequeña la instalación de una institución pública de gran tamaño,
por ejemplo un acuartelamiento militar de grandes dimensiones, puede implicar un
shock de demanda positivo. Algo similar es lo que ocurre cuando el primer premio de la
lotería nacional de navidad vende todas sus series en una pequeña población o cuando
en un determinado territorio aparece un yacimiento de metales o piedras preciosas. La
afluencia masiva de renta en el primer caso y de población en el segundo producirían
un expansión de demanda de elevadas dimensiones. Los shocks de demanda positivos
aumentan producción y precios, mientras que los negativos los reducen.

El efecto fundamental de los shocks es que producen alteraciones sustanciales


en los niveles de producción y de precios, generando inestabilidad económica. Si el
shocks es transitorio generará ciclo económico y si es permanente modificará la
tendencia de crecimiento a largo plazo.

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BURBUJAS FINANCIERAS

Noción de burbuja especulativa

El concepto de burbuja especulativa es un concepto de uso generalizado pero


con escaso tratamiento en la literatura económica. El mismo suele estar asociado a los
mercados financieros, de ahí que se le suela denominar burbuja financiera, no obstante
las burbujas especulativas pueden existir al margen de los mercados financieros,
puesto que lo único necesario es que exista un mercado donde se negocie un bien y
que dicho mercado sea altamente líquido, es decir sea posible comprar y vender
cantidades importantes del bien en cualquier momento. Esta condición la cumplen los
mercados financieros, pero también los mercados inmobiliarios, los mercados de
metales preciosos, los mercados de materias primas, etc. De hecho una de las
burbujas más famosas de la historia es la que se produjo en Holanda, en la década de
los 30 del siglo XVII, tomando como base los bulbos de tulipán.

Existe burbuja especulativa cuando un mercado determina de manera


continuada precios que superan sensiblemente el valor intrínseco o fundamental del
bien o activo que se negocia. Siendo el valor intrínseco del bien el que se deriva del
flujo de beneficio esperado por la aplicación del bien al fin para el que está concebido.
Es decir hay burbuja cuando el mercado proporciona sistemáticamente precios
superiores al valor actual de flujos de beneficios futuros.

Una burbuja económica es un fenómeno derivado de la especulación, y la


especulación se produce cuando las operaciones de compra tienen por objeto obtener
un beneficio económico de la venta del bien adquirido y no del uso del bien en cuestión.
Es decir el especulador es el que pretende obtener beneficios por la variación del
precio en el mercado y no por la aplicación del bien al fin para el que está concebido.
Por ejemplo estamos ante una operación de especulación cuando un operador
financiero adquiere derechos en el mercado de futuros del petróleo para su posterior
venta, sin tener ninguna intención de dedicarse a la distribución o refinamiento del
mismo.

Pues bien, un fenómeno de especulación puede derivar en la generación de una


burbuja si hay una entrada persistente y masiva de especuladores. Cuantos más
compradores y recursos financieros afluyan al mercado mayor será el rendimiento
especulativo obtenido y por tanto mayor será el efecto llamada para que nuevos
compradores se incorporen al proceso especulador. Las burbujas financieras crean un
proceso divergente de forma que las disparidades entre el precio y el valor fundamental
se agrandan sistemáticamente. Un aumento del precio del bien produce un aumento de
la rentabilidad por especulación que atrae a más especuladores. Los nuevos
especuladores generan nuevas demandas que vuelven a hacer subir el precio y la
rentabilidad especulativa atrayendo nuevos especuladores, y así sucesivamente.

El fenómeno de hinchado de la burbuja se produce en tanto surjan nuevas


demandas dispuestas a participar en el proceso, que hagan que el mercado siga siendo
altamente líquido (la liquidez del mercado viene dada por la capacidad del tenedor del

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activo de para vender el mismo sin incurrir en pérdidas). Un mercado que pierde la
liquidez pierde la posibilidad de que la burbuja se siga alimentando. De hecho es justo
cuando los oferentes dejan de colocar sus activos cuando de produce el estallido de la
burbuja. Los vendedores no encuentra compradores al precio que garantiza su
rentabilidad especulativa y se ven obligados a esperar o a bajar sustancialmente los
precios, incurriendo en graves pérdidas. Las expectativas de ganancias especulativas
desaparecen y entre los tenedores de los activos cunde el miedo a la falta de liquidez.
La afluencia masiva de vendedores y las expectativas de pérdidas secan el mercado
(no hay compradores) y los precios se desploman, hasta que en un cierto plazo vuelven
a posicionarse en precios cercanos al valor intrínseco del activo.

Evidentemente, dado que la burbuja proporciona valores artificialmente altos del


activo se produce una ineficiencia en la asignación de los recursos. El activo objeto de
especulación obtiene una renta adicional y por tanto capta financiación y capital
excesivo. La consecuencia es que actividad que lo genera resulta sobredimensionada
en perjuicio de las otras actividades cuyos activos no son objeto de especulación. La
reciente burbuja inmobiliaria es un claro ejemplo de ello, ya que ha provocado
sobredimensión del sector de la construcción y tras su estallido una fortísima
contracción del mismo, obligando a la economía a un proceso de ajuste en la
asignación de los recursos costoso en términos de producción y empleo.

El apalancamiento financiero de las burbujas

Un factor que influye de manera determinante en el proceso de inflado de la


burbuja es el apalancamiento. Se entiende por apalancamiento financiero la obtención
de un préstamo para la adquisición de un bien o activo. Un mercado está apalancado
cuando las operaciones de compraventa están soportadas en gran medida en
operaciones de préstamo al comprador.

La tentación para apalancar un proceso especulativo es realmente alta.


Expliquémoslo con un ejemplo. Supongamos que un especulador solicita un préstamo
de 90.000 € al 0,5 % mensual para adquirir acciones por importe de 100.000 € (es decir
la operación se apalanca al 90%) y que la cotización de la acción está creciendo al 3%
mensual. Si en el plazo de un mes se mantiene la evolución del mercado y vende las
acciones obtendrá un precio de venta de 103.000 € con una ganancia de 3.000 €. Dado
que tiene que abonar la cantidad de 450 € por los intereses del préstamo, el beneficio
neto de la operación será de 2.550 € lo que supone una rentabilidad de 25,5% del
capital invertido (10.000 €). Es decir un beneficio del 3% mensual, que es lo que en
realidad aporta el mercado, se transforma en uno del 25,5% mensual. No es de
extrañar por tanto que el especulador tenga una elevada propensión a apalancar al
máximo las operaciones.

Por su parte para las entidades financieras la burbuja es una oportunidad de


expansión del negocio de préstamo. Cuanto mayores sean los precios y mayor el
número de compradores mayor será el volumen de operaciones de préstamo que
realizarán, lo que supondrá un aumento de los beneficios para la institución bancaria.
Es decir los bancos también tienen incentivo a apalancar el mercado y con ello a hacer

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crecer la burbuja. Es más, si la regulación no lo impide la entidad financiera puede
incorporarse al mercado como especulador, bien directamente o bien creando
sociedades interpuestas en forma de bancos de inversión. En ambos casos estamos
ante el mismo proceso de apalancamiento pero dentro del propio banco. En definitiva,
en tanto exista expectativa de evolución positiva de las cotizaciones o precios las
entidades financieras están tentadas no sólo a conceder prestamos con garantía de los
títulos sino incluso a adquirirlos ellas mismas.

Esta última cuestión traslada el problema de las burbujas al ámbito financiero.


Las burbujas serán tanto más factibles cuanto menores sean los límites impuestos a la
participación financiera y cuanto más expansiva sea la política monetaria. Una política
de dinero fácil del Banco Central y una actuación permisiva en materia de asunción de
riesgos por parte de la banca facilita el apalancamiento al mercado y el hinchado de la
burbuja. Si la burbuja se centra en los mercados financieros, como ha ocurrido desde la
segunda mitad de los 90 hasta 2007, y se alimenta mediante una política monetaria
muy expansiva haciendo fluir el dinero hacia los mercados financieros mediante el
apalancamiento, la explosión de la burbuja puede afectar a la solvencia de las
entidades financieras. Surge así el denominado riesgo sistémico.

Por riesgo sistémico se entiende la posibilidad de un colapso generalizado del


sistema financiero. Dicho colapso financiero puede producirse por un fenómeno de
pánico generalizado en los mercados financieros asociado a la quiebra de grandes
entidades financieras. La posibilidad de quiebra de una o varias entidades financieras
de gran tamaño provoca una retirada masiva de depósitos, que produce falta de
liquidez. Esta falta de liquidez hace que las entidades se vean obligadas a vender
masivamente sus activos para conseguir liquidez, lo que provoca una caída de las
cotizaciones y unas pérdidas masivas para los vendedores llevando a la quiebra a las
entidades afectadas. La caída de cotizaciones y la quiebra de las entidades genera una
sensación de pánico en los ahorradores que traslada las necesidades de liquidez al
resto de entidades, que también se ven obligadas a vender sus activos en pérdidas
ante la presión de la retirada de fondos, produciéndose nuevas caídas de las
cotizaciones que dan lugar a mayores necesidades de liquidez y mayores pérdidas. Si
el proceso no se frena, en apenas unas horas puede producirse el colapso del sistema
financiero y si se colapsa el sistema financiero el resultado inmediato es la pérdida de
liquidez del sistema productivo y de la economía general.

Los efectos económicos de una crisis sistémica son una contracción de la


economía de carácter estructural y generalizada, que puede reducir el PIB en
porcentajes de dos dígitos. Dicha reducción afecta al PIB potencial e implica una
disminución de la pendiente de la línea de tendencia de la producción (El caso inverso
al incluido en la figura 2).

Este fallo del mercado es el que produce los problemas más relevantes para la
economía y requiere una intervención masiva del sector público mediante medidas de
todo tipo: garantía de depósitos, nacionalización de bancos y grandes empresas,
creación masiva de dinero, planes especiales de protección para el desempleo y
atención social, planes públicos de inversión, etc.

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BIBLIOGRAFÍA:

Brenner, R.(2003): La expansión económica y la burbuja bursátil, Ediciones Akal,


Madrid.

Galbraith, J.K.(1975): El Crac Del 29, Ariel, Barcelona.

Hierro Recio, L.A.(2000): “El Desarrollo Local en el marco de la Economía” en


Perez, B. y Carrillo, E. (2000): Desarrollo Local. Manual de Uso. Madrid, ESIC Editorial,
pp. 59-92.

Thompson, E.A.(2006): “The tulipmania: Fact or artifact?”, Public Choice,130, pp.


99–114.

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