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Libro I

58 a.C.
La Galia está dividida en aquitanos, belgas y galos. Los belgas o helvecios son los más fuertes y
están cerca de los germanos. Orgetórix, los convence de tomar toda la Galia, pues tienen poco
territorio, y pretende dar un golpe de Estado. Convence al heduo Dumnórix, hermano de
Diviciaco, para que tome el poder de su pueblo. Los helvecios se enteran y lo juzgan, pero
Orgetórix trae a testificar a su favor a todos sus conocidos y deudores. Los helvecios se ofenden
y pretenden matarlo, Orgetórix muere (se suicida).
Los helvecios queman sus aldeas e inician la marcha. Pretenden atravesar la Provincia por la
zona de los alóbroges. César se entera y se dispone a destruir el puente de Géneva, los helvecios
envían embajadores para pedir a César que les deje pasar pacíficamente. César les pide unos
días para pensárselo, en los que construye un muro. Finalmente les deniega el paso y, aunque
intentan cruzar por el río en las zonas menos profundas, el muro los frena. Dumnórix convence
a los secuanos de que les dejen pasar por su territorio.
Los helvecios van a por los sántonos. César no quiere dejarles llegar hasta allí para que no sean
vecinos de la Provinicia. Va a Italia a por tropas y cuando vuelve, los heduos y alóbroges,
amigos de Roma, suplican por ayuda porque los arrasan los helvecios. César decide intervenir
antes de lo previsto. Ataca a una cuarta parte de los helvecios cuando están cruzando el río Arar,
los que todavía no habían cruzado. Estos eran los tigurinos, que habían matado a Lucio Casio.
César construye un puente y cruza el Arar. Los helvecios envían a Divicón como legado, le
dicen que o firman la paz y César decide dónde se asientan o siguen batallando. César no quiere
olvidar la ofensa contra los heduos y alóbroges, les pide rehenes y ofrece la paz. Divicón le dice
que los helvecios no dan rehenes.
César espera trigo de los heduos mientras persigue a los helvecios. Los heduos retrasan el envío
de trigo. César convoca una asamblea con ellos y Lisco dice que un dirigente conspira contra los
romanos por su libertad. César se da cuenta de que se refiere a Dumnórix y Lisco se lo confirma
en privado. Este había provocado además una derrota de los romanos días atrás, y se había
casado con la hija de Orgetórix.
César decide castigarlo, pero siente ofender a Diviciaco y le consulta. Diviciaco le ruega por su
hermano que no lo haga y César accede por la amistad que los une. Reprocha a Dumnórix y lo
vigila.
Los romanos tienen una oportunidad de aplastar a los helvecios. Tito Labieno sube a la colina
más alta y espera órdenes de César para atacar. Sin embargo, Publio Considio lo ve y piensa que
Labieno son los galos y advierte a César del peligro. Los helvecios consiguen escapar por este
error.
César se desvía a Bibracte para abastecerse de trigo. Los helvecios piensan que huyen y atacan.
Los romanos se defienden ferozmente. Los helvecios envían legados para tratar la rendición.
César pide rehenes y armas. Unos pocos huyen hacia los germanos, César los captura y
considera enemigos. Ordena a los helvecios regresar a sus territorios, los que habían quemado.
Se convoca una asamblea con todos los galos. Los heduos liderados por Diviciaco suplican a
César su ayuda, pues los secuanos, enemigos, han llamado a los germanos en su ayuda. Una
parte de los germanos han cruzado el Rin y se han asentado ahí, y los secuanos dominan a los
heduos. A los germanos los lidera Ariovisto, y han ocupado también a los secuanos y expulsado.
César trata de convocar a Ariovisto para una reunión, pero Ariovisto se niega a ir al territorio de
César. César envía embajadores hasta él para exigirle que no cruce más germanos por el Rin y
que devuelva a los heduos, amigos de Roma, a sus rehenes. Ariovisto se niega porque se
inmiscuyen en sus asuntos.
César va a por Ariovisto para evitar que los suevos crucen el Rin, y evitar que tomen Vesonción,
ciudad secuana. Se aprovisiona en Vesonción, ciudadela rodeada por un río y una montaña, y los
romanos se aterran al escuchar los rumores de la fiereza de los germanos.
César les reprocha su cobardía y parte con la décima legión y galos a entrevistarse con
Ariovisto. Ariovisto se niega a cumplir las condiciones de César y le pide que se desentienda de
los asuntos de los germanos. La caballería de Ariovisto intenta atacarlo, César huye.
Ariovisto solicita una segunda entrevista, César envía a otros para evitar que lo ataquen a él y
los germanos los encadenan.
Los germanos cortan las comunicaciones del campamento romano para que no reciban
abastecimiento. César edifica un segundo campamento. Los germanos no atacan en todos estos
días, pero en una escaramuza, César captura a varios. Estos le cuentan que los germanos no
entablan combate porque las matronas han dictado un presagio funesto hasta la siguiente luna
nueva.
Se produce un ataque final a los germanos. Estos huyen cruzando el Rin. Una de las esposas de
Ariovisto muere y a la otra la capturan. César recupera a sus embajadores que habían sido
capturados.
Los suebos finalmente no cruzan el Rin. Comienza el invierno, César se retira.

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