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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Neve Wilder

Riley Hart

Falso comienzo

Serie Jugando para Siempre 02

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Nota a los lectores


Nuestras traducciones están hechas para quienes disfrutan del placer de la
lectura. Adoramos muchos autores pero lamentablemente no podemos acceder
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les llevó desarrollar una historia para fascinarnos y por eso queremos que más
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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Sinopsis
Ojalá mis sentimientos fueran tan falsos como esta ‘relación’ con
mi antiguo compañero de equipo.

Cullen
He sido el chico problema de la NFL desde mi año de novato. Si hay
problemas, los encontraré.
Pero mi mayor debilidad siempre ha sido Houston McRae. Estuvimos
juntos en secreto en la universidad antes de que nos estallara en la cara.
Así que, cuando lo vuelvo a ver años después, uno pensaría que lo
tendría más claro que acabar en el baño de un aeropuerto arrancándole la
ropa.
Para colmo, por errores que he cometido, me entero después de que me
van a traspasar... a Denver.
Donde vive Houston. Porque, por supuesto.
No me hago responsable de que los dos acabemos en una relación falsa.
Eso es todo culpa suya, pero no puedo fingir que no lo disfrutaré. Mientras
no me permita enamorar de él otra vez, estaré bien, ¿verdad?

Houston
Vivía, respiraba y dormía fútbol hasta que una lesión me dejó fuera de
juego de por vida. Ahora estoy centrado únicamente en volver a encontrar mi
lugar... hasta que Cullen Atwood vuelve a mi vida y me tienta para que entre
en el baño de un aeropuerto, donde cada pizca de pasión por él que creía
haber enterrado regresa con fuerza.
Ahora juega para los Rush...
Y se queda en mi apartamento.
¿Y he mencionado que también es mi novio falso que deja claro que
todavía me desea cada vez que puede?
Sin embargo, tengo que pensar en mi futuro y estamos a un paso de
convertirnos en titulares de los tabloides. No puedo permitirme pensar en
Cullen como algo más que un ligue casual.
Entonces, ¿por qué sigo deseando que esta relación sea real?
Falso comienzo es un romance deportivo con poca angustia y mucho calor
de la serie Jugando para siempre.

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Prefacio
Estimado lector,

Aunque hemos actuado con la debida diligencia en lo que respecta a la


investigación futbolística, también te pedimos que tengas en cuenta que se
trata de una novela romántica, y que la relación es lo primero. Nos tomamos
algunas libertades creativas para la trama y el flujo del libro. Por ejemplo, dos
equipos juegan su partido de Wild Card 1 simultáneamente cuando no
funcionaría así en la vida real o cuando ciertos equipos podrían encontrarse
con otros. Esperamos que esto no te impida disfrutar de la historia de amor
de Houston y Cullen.

1Wild Card: La primera ronda de los playoffs se conoce como ronda de comodines, fin de
semana de comodines o, desde 2021, fin de semana de súper comodines. En esta ronda, el
segundo clasificado de la división recibe al séptimo equipo comodín, el tercero al sexto y el
cuarto al quinto.

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Prólogo
Houston
Dicen que el tiempo cura todas las heridas, embota los filos de las
cuchillas de la vida. Que embota el recuerdo de la sonrisa de alguien, que
absorbe el calor de su tacto.

A mí siempre me ha parecido una estupidez.

Sin embargo, lo creía, al menos en un sentido optimista, hasta hace


cinco minutos, cuando, entre el murmullo de la charla y el tintineo de los
vasos, levanté la vista del teléfono y me encontré a Cullen Atwood sentado en
uno de los elegantes taburetes del Salón SkyAir. Incluso a distancia, mi
corazón se estremeció al ver cómo su dedo trazaba perezosamente el borde
del vaso que el camarero le había puesto delante. La curva de su espalda
seguía grabada en mi memoria, afilada como una cuchilla. No pude apartar
la mirada, hipnotizado por la descarga de electricidad que me recorrió, tan
potente como cuando lo conocí en Southern U, una década atrás.

Mi teléfono emitió un mensaje de texto, rompiendo mi trance, y dejé


caer la mirada con un suspiro de alivio.

Garrett: ¿Ya has llegado?

Yo: Todavía en O'Hare. El vuelo se ha retrasado.

Garrett: Ugh. Lo siento, hermano.

Yo: No es gran cosa. El Club de Socios de SkyAir es muy bonito.


Quizá pueda quedarme aquí los próximos días. Que le den a la
entrevista.

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Ramsey: Su entusiasmo por esta oportunidad de trabajo es


abrumador. Por favor, baja el tono.

Garrett: Es sólo Houston. Excitable como un cachorro.

Ramsey: Si el cachorro es un Rottweiler.

Garrett: Yo estaba pensando más en la línea de un perro


salchicha. Hablando de eso, creo que deberíamos tener un perro.

Ramsey: No lo sé. Pero podemos volver a las salchichas.

Yo: Por favor, no.

Gruñí, aunque una sonrisa me hizo cosquillas en la comisura de los


labios. Estar en un chat de grupo con mi mejor amigo y su novio, que
resultaba ser también mi hermano pequeño, era una mezcla que solía acabar
en insultos entre ellos, o hacia mí, hasta que amenazaba con abandonar el
chat.

Yo: Aunque me encantaría ver cómo se desarrolla un debate de


texto sobre la tenencia de mascotas, creo que debo ser la voz de la razón
y recordarles a los dos que se ganan la vida jugando al fútbol
profesional. Ahora mismo no tienen tiempo para un perro.

Garrett: Es por eso que cuidaras del perro por nosotros.

Esa fue mi señal.

Yo: Me voy del chat ahora.

Guardé el teléfono, miré la pantalla de vuelo y suspiré. El retraso y el


hecho de que Atwood apareciera en un club aeroportuario a miles de
kilómetros de nuestras respectivas bases de operaciones empezaban a
parecer otra broma del universo.

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La última vez que le vi, lo que me pareció toda una vida, había menos
de cinco metros y todo un mundo entre nosotros. Yo aún tenía mi carrera de
futbolista profesional con los Rush, un estadio rugiente, el sonido de las
llamadas del entrenador y el bullicio de mis compañeros rodeándome. Desde
el lado contrario, la penetrante mirada avellana de Cullen se clavó en la mía
hasta que el estridente pitido del silbato la alejó.

Un hombre inteligente volvería al adormecedor scroll de su teléfono.

O se iría.

Pero nunca pretendí ser inteligente, especialmente en lo que se refería


a Cullen, sólo decente en el fútbol hasta que mi rodilla tuvo un encuentro
desastroso con dos linebackers contrarios y mi carrera terminó sin
ceremonias. Ramsey tenía razón en que no me entusiasmaba demasiado la
entrevista de entrenador ayudante con Nueva York, pero ya había tenido
suficiente tiempo para llorar mi carrera. Era hora de volver a participar
activamente en mi propia vida.

Me froté con el pulgar la punzada de la rodilla mientras me levantaba,


me cargaba la mochila al hombro y me dirigía a la barra. Dejé un taburete
entre Cullen y yo y me senté para pedir una copa. De repente necesitaba una.

El giro de la cabeza de Cullen hacia mí me pareció tan inevitable e


inesperado como la primera vez que sus labios rozaron los míos. Los destellos
dorados de sus ojos se veían realzados por la camisa abotonada color bosque
que llevaba. Ya le había arrancado algo parecido antes, y el recuerdo me
golpeó la parte posterior del cerebro con un dolor sordo cuando señaló el
taburete que había entre nosotros con indiferencia.

—¿Es una especie de línea divisoria, McRae? No te preocupes, no te


robaré la mochila.

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Nunca nos habíamos despedido como es debido, ¿por qué íbamos a


molestarnos en saludar como es debido?

—He oído que es algo llamado 'cortesía común'.

—Ahhh, sí. —Los labios de Cullen se torcieron en una mueca


sardónica—. Una de esas cosas que intento evitar a toda costa. —El camarero
me puso un vaso con hielo delante. Líquido transparente, una lima en el
borde—. Supongo que aún te gusta el vodka con tónica. Te vi al entrar. —Su
sonrisa de satisfacción, como si supiera que iría, me irritó.

—Normalmente no a las 10 de la mañana de un lunes. —Había muchos


taburetes vacíos cerca, pero quizá tenía razón en lo de que era una línea
divisoria. El aroma de su colonia flotaba tenuemente en el aire, la misma que
llevaba en la universidad. Que lo recordara era una prueba más de que todos
los epítetos sobre el tiempo eran mentira.

—Estoy celebrando la firma de un contrato de patrocinio. —La sonrisa


de Cullen se ensanchó cuando miré el líquido oscuro en su vaso y levanté una
ceja—. Sólo Coca-Cola. Sigue siendo un placer culpable.

—Eso he oído. —Hacía meses que se había publicado una historia


sobre una fiesta en la que había estado, ligeramente escandalosa en
comparación con otras historias sobre él que había leído en la prensa
sensacionalista. Pero no recordaba los detalles. No tan bien como el aroma de
su colonia.

—Tú lo sabes mejor. Mis pruebas siempre están limpias. Siempre lo han
estado, siempre lo estarán. Lo que hagan los demás no es asunto mío. —Se
encogió de hombros. No podía rebatirle eso. Había muchas cosas de Cullen
que podía cuestionar, pero su dedicación absoluta al deporte no era una de
ellas, ni para bien ni para mal. Podía pasarse de la raya con sus payasadas,

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pero nunca se arriesgaría a sabotear su carrera con drogas o alcohol en


exceso.

—¿No hay séquito hoy? —Cullen solía ser acosado por fans y fotógrafos
allá donde iba. No es que yo lo acosara ni nada parecido; simplemente
aparecía con frecuencia en las redes sociales y a mí me gustaba estar al tanto
de las noticias relacionadas con el fútbol. Los medios de comunicación lo
habían tenido bajo la lupa durante años, uno de sus chicos malos favoritos.
En este punto, Cullen parecía perseguirlo.

—Supongo que viajar a casa para ver a tu hermana no tiene el mismo


garbo que volar a Miami de fiesta en yates. Los Paps2 se rindieron antes de
que llegara a seguridad.

—¿Cómo está? —Tomé un sorbo de prueba de mi vodka con tónica.


Sabía un poco mal en la hora de la mañana, pero el calor inmediato en mi
estómago fue un cambio bienvenido del nudo en mi estómago por estar cerca
de él.

—Bien. La misma Charity de siempre. Sólo un poco mayor. —Cullen y


ella habían estado muy unidos en la universidad, lo había visitado varias
veces y era el único miembro de su familia con el que había salido del armario,
así que me alegró saber que aún parecía ser así—. Me enteré de algunas
noticias sobre tu hermano y Ramsey. Supongo que les fue bastante bien.

—Así fue. Están muy bien. —Sorbí otro tercio de mi bebida, tratando
de ahogar el pozo en mi estómago. A la mierda esta conversación. No estaba
seguro de que hubiera temas seguros con Cullen, pero ¿éste? Probablemente
uno de los más peligrosos, y estaba casi seguro de que en el abrupto silencio

2 Paps: Paparazzis.

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que siguió, él sintió la tensión entre nosotros desbordarse tanto como yo.
Definitivamente debería haberme dirigido a mi puerta.

—Me alegro de verte —dijo al cabo de un rato, ofreciendo una débil


sonrisa. Sí, definitivamente lo sintió.

Le hice un vago gesto de reconocimiento. Verle era muchas cosas, pero


no estaba seguro de poder calificarlo de bueno.

Ambos dirigimos nuestra atención a la seguridad de las pantallas


situadas detrás de la barra, y yo hice un comentario sobre el nuevo QB de
Kansas City. Los siguientes diez minutos estuvieron salpicados de intentos de
mantener a raya otro silencio incómodo. Recordé cuando solía ser cómodo,
cuando podíamos sentarnos uno al lado del otro y no decir una maldita cosa,
la conexión secreta entre nosotros un zumbido eléctrico por debajo de la
anticipación silenciosa. Decidí quedarme el tiempo suficiente para terminar
mi bebida, darle un cortés apretón de manos y marcharme. Con suerte, no
volveríamos a vernos hasta dentro de cinco años. Preferiblemente una década.

Miré de reojo a Cullen mientras agitaba el hielo de su vaso y se bebía el


resto de la Coca-Cola. Me devolvió la mirada y se pasó los dedos por la
mandíbula, especulativo. Me había parecido atractivo desde el primer
momento en que lo vi en el campo de entrenamiento de nuestro primer año
en Southern U, aunque entonces no lo habría calificado de atracción, sólo
habría dicho que era el tipo de chico que te hacía fijarte en él. Un poco tosco.
Desaliñado y anguloso, ojos que se oscurecían con su temperamento.

Ahora era todo un galán, con mechones ondulados de color dorado miel
que colgaban sueltos, indomables como él. Lo había tenido corto en la
universidad, y nunca me había gustado el pelo largo, tan de moda ahora,
hasta ese mismo momento. A su lado, el corte de pelo pulcro y básico que
había llevado desde el principio de los tiempos, mi camisa de cuadros y mis
vaqueros me hacían sentir viejo y anticuado.

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Mientras estaba allí sentado, lo único que esperaba era que no estuviese
a punto de entablar una conversación del tipo ‘recuerdas’. Era demasiado
tarde para un ven a Jesús3, entre nosotros. Definitivamente necesitaba irme.

—Voy a ir al baño —dijo Cullen, su tono grave y confidencial, como un


secreto derramado en un rincón oscuro.

La despedida murió en mi lengua.

Conocía esa mirada suya, quizá más familiar para mí que cualquier otra
cosa de él y una de las cosas que había deseado cientos de veces poder olvidar
de verdad. La forma en que se oscurecían sus ojos cuando los entrecerraba
ligeramente, el provocador desafío que contenían. Jesús, todavía me excitaba.

Asentí y centré mi atención en la pantalla que tenía encima, pero no vi


ni oí nada, aparte del tic-tac del reloj en mi cabeza mientras él se alejaba.

Un minuto, dos, el tictac de los segundos seguía el ritmo del tempo


salvaje de mi pulso mientras el calor recorría mi cuerpo.

No pudo haber querido decir lo que yo pensaba. Lo que tú quieres.

Me sacudí la voz de mi cabeza. No quería nada más que un analgésico


y quizá una siesta. Posiblemente un trabajo.

Era el momento perfecto para irme. Podía irme antes de que volviera.

Unos segundos más tarde, con la polla ya endureciéndose detrás de la


bragueta, terminé mi vodka con tónica y me levanté, cogí mi mochila y me
dirigí al baño. Era tan elegante como el resto del salón: un grueso espejo art

Ven a Jesús: Fuera de los contextos religiosos, venir a Jesús se refiere a un encuentro o
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momento en el que uno experimenta una realización o un cambio de carácter o


comportamiento difícil pero positivo y poderoso.

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decó doraba las baldosas negras, detalles de madera oscura y un lavabo


donde un hombre se lavaba las manos.

Tres urinarios vacíos.

Una puerta de baño cerrada.

Asentí al desconocido mientras nos rozábamos y me detuve ante la


puerta cerrada, esperando a que se fuera, con una extraña sensación de
desubicación que me invadía, como si de algún modo estuviera aquí y al
mismo tiempo fuera del antiguo dormitorio de Cullen. ¿Qué mierda hacía la
gente en estas situaciones? ¿Golpear? ¿Irrumpir? ¿Y si me había equivocado
y Cullen estaba usando las instalaciones? Dios, reviviría esa vergüenza
durante años.

—Cullen. —El sonido no usado de su nombre fue arenoso en mi lengua


pero no tentativo, gracias a Dios. Nunca fuimos así.

La puerta se abrió y esperé a que hiciera algún comentario sobre lo


mucho que había tardado, como solía hacer cuando me colaba en su
habitación después de los partidos. Siempre había sido un idiota impaciente.
No estaba seguro de que eso hubiera cambiado desde la universidad. Pero
Cullen no dijo nada cuando cerré la puerta tras de mí y dejé caer la mochila
al suelo, se limitó a observarme.

Estaba cerca. ¿Dos receptores en el baño de un club de aeropuerto? Eso


probablemente no ocurría todos los días.

—Hay un chiste en alguna parte. —Esbozó una sonrisa, leyendo mis


pensamientos, aunque estaba bastante seguro de que el chiste era yo—.
¿Cómo llamas a dos receptores en el baño de un aeropuerto?

—¿Mala idea? —sugerí con ironía.

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Golpeó nuestros hombros.

—No soy exactamente conocido por tener buenas.

Un solo paso lo puso delante de mí, sus dedos se hundieron justo detrás
de la cinturilla de mis vaqueros y se anclaron mientras la electricidad me
recorría desde la ingle hasta la coronilla.

Aparté la cabeza justo antes de que su boca se encontrara con la mía,


y él soltó una risita suave.

—¿Así es como va a ser, entonces?

—Sí. —Arqueé las caderas mientras me bajaba la cremallera y liberaba


mi polla. Luego hice lo mismo con él. El hombre tenía una hermosa polla, se
lo reconocía. La primera que había tocado, la primera que había probado, e
incluso entonces, sabía que sería una adicción instantánea.

—Muy bien, Mujer Bonita 4 . —La burla llegó murmurada contra mi


cuello, y odié lo excitado que me ponía la simple caricia de sus labios sobre
mi piel.

Pero tal vez sus labios habrían sido la mejor opción que el feroz cruce
de nuestros ojos cuando se inclinó hacia atrás, envolviendo nuestros penes
con un puño implacable, y empezó a acariciarme. Mantenía un ritmo lento,
con un minucioso movimiento de caderas que me hacía sentir cada milímetro
de contacto: la cabeza de su polla rozando la parte inferior de la mía,
acariciando la pequeña muesca que siempre me había vuelto loco. Ahora
estaba seguro de que lo recordaba, y por fin dejé de mirarlo fijamente para
dejar caer la cabeza contra la puerta, clavándome los dientes en el labio
inferior mientras me hundía en el éxtasis de cada caricia. Sí, era sin duda la

4 Pretty Woman (Mujer bonita en Hispanoamérica) es una película de comedia romántica

estadounidense protagonizada por Julia Roberts y Richard Gere.

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peor idea a la que me había sometido en los últimos cinco años. Lástima que
me sintiera tan bien.

Ver sus manos sobre mí, cómo su mandíbula se aflojaba con cada
empujón, me puso al límite más rápido de lo que quería. Justo antes de perder
los nervios, lo cogí por el hombro y lo giré hacia la pared. Cullen no se resistió,
se limitó a apoyar las manos en la baldosa oscura, y un suave gemido salió
de sus labios cuando le bajé los pantalones de un tirón y deslicé mi polla
resbaladiza entre sus pliegues.

—¿Quieres esto?

—¿Qué te parece? —gritó, apretando el culo contra mí mientras sus


dedos se enroscaban en la pared—. Seguro que no he venido aquí para hablar
de estadísticas.

Los temas seguros. Listillo.

Mojé un dedo, lo deslicé entre nosotros y rodeé su borde antes de


introducirlo. Cullen se apretó a mi alrededor cuando mis nudillos rozaron su
pesado saco. Ya estábamos más allá de los temas de conversación seguros.
Mucho más allá de cualquier conversación.

Cuando hundí un segundo dedo en su interior, soltó una mano de la


pared y sentí el tirón delator de su piel a mi alrededor mientras se sacudía.

—¿Tienes algo encima? —Su voz era ronca, al mismo nivel que la mía.
Solíamos durar horas. Hoy no iba a ser así.

—Sí.

—Debería haber recordado eso. Maldito Boy Scout. Así que vamos,
entonces.

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Casi sonreí a pesar mío. Sí, definitivamente seguía impaciente. Sin dejar
de sujetarle la cadera, pasé el peso a mi rodilla buena y bajé lo suficiente para
rebuscar en el bolsillo delantero de la mochila, de donde saqué un condón
lubricado que me puse rápidamente antes de frotar la cabeza de mi polla sobre
su agujero.

—Joder, sí. Vamos —instó de nuevo en un murmullo bajo.

Empujó el culo hacia atrás, pero le agarré la nalga para evitar que se
empalara, y me tomé mi tiempo, relajándome en el agarre de su culo hasta
que el calor de su cuerpo me envolvió y un escalofrío me recorrió los hombros.
Maldita sea, cómo me torturaba ese culo, cuánto tiempo pasaba soñando
despierto con lo bien que se sentía en mis manos, alrededor de mi polla, bajo
mi lengua, retorciéndome y poniéndome duro en la banda mientras lo veía
correr por el campo y anticipando los minutos que faltaban para que
dejáramos de pertenecer a los hinchas o a los entrenadores que nos ladraban
al oído. Hasta que sólo fuéramos el uno del otro durante un puñado de horas.
Era más fácil centrarse en eso que en lo limitado que era nuestro tiempo
juntos, por aquel entonces. Y al final, fracasé incluso en eso.

Pero hoy no. Sabía exactamente para qué estaba aquí.

Me concentré en extender las manos sobre su piel, manteniéndolo bien


abierto mientras empezaba a moverme. Donde una vez una letanía de
obscenidades habría brotado de mis labios y recibido la misma respuesta, la
mantuve encerrada, con los dientes apretados, porque ya no éramos eso. Sólo
antiguos amantes que se utilizaban mutuamente para un rápido subidón de
dopamina. Me lo recordaba una y otra vez mientras la presión aumentaba en
mi interior, cuando él empezó a recibir mis embestidas y su respiración
acelerada se acompasó a la mía.

—Maldición, McRae —gruñó, y el sonido de mi nombre en sus labios


después de tanto tiempo casi me deshizo. Su liberación reverberó en mi

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cuerpo, contrayéndose alrededor de mi pene, y me apreté con fuerza contra


él, clavando los dientes en el tendón tenso cerca de la base de su cuello y
saboreando la sal de su piel mezclada con el sabor químico de su colonia.

Cuando me metió la mano por debajo, con sus dedos resbaladizos


rozándome la base del pene, envolviéndome los huevos y tirando de ellos,
perdí el control. Una descarga eléctrica de deseo sacudió mi cuerpo hasta la
sumisión, y apenas pude reprimir un grito cuando el orgasmo me atravesó,
manchando mi visión con puntitos de luz y oscuridad. Estrujándome el pene,
Cullen me bombeó hasta que me hundí contra él, extenuado e ingrávido, y el
embriagador aroma de su liberación provocó un último impulso en mi polla.

Durante un largo minuto, nos quedamos a la deriva en una calma


postorgásmica, la marea de su respiración bañándome como si fuera la mía
propia. Me permití ese minuto de respiro, pero en cuanto la respiración de
Cullen se estabilizó, me aparté. No iba a quedarme y arriesgarme a más
momentos incómodos.

—Tengo que ir a mi puerta —dije, enderezándome y recomponiéndome.


Me quité el condón y lo tiré antes de recogerme.

Sin perder un segundo, Cullen asintió e hizo lo mismo.

—¿Adónde te diriges? Ni siquiera pregunté.

—Entrevista de trabajo en Nueva York. —Flexioné y contraje la pierna


un par de veces para sacudirme la rigidez.

—Mierda, tu rodilla. Yo... ¿está bien? —Las cejas de Cullen se


fruncieron con preocupación, y por alguna razón, de toda la extrañeza de la
última media hora, fue esa expresión la que me llegó.

—Sí, está bien, no te preocupes. —No lo estaba. Estaría pagando por


ese orgasmo el resto del día, físicamente hablando. ¿Y mentalmente?

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Probablemente mucho más. Agarré la correa de mi mochila y abrí la puerta—


. Buen viaje. —Decidí no decirle que saludara a su hermana de mi parte. Dios
sabía lo que ella pensaba de mí después de que Cullen y yo tomáramos
caminos separados. Ella seguía siendo la única que conoció lo nuestro, por lo
que yo sabía.

—Buena suerte con la entrevista, supongo —gritó desde atrás.

—Gracias.

Cuando la puerta del baño se cerró tras de mí, me dije que ése era el
final que necesitaba. ¿Convencerme de que era verdad? Eso sería un poco
más difícil.

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Capítulo 1
Cullen
Ver a Houston-McRae siempre me jodía. No importaba si era en persona
o no; siempre me ponía de los nervios y me hacía hacer tonterías. No le echaba
la culpa a él. Era culpa mía. Me había pasado la vida haciendo estupideces,
poniendo a prueba los límites y metiendo la pata, pero cuando se trataba de
McRae, de alguna manera me volvía aún más tonto.

En nuestro primer año en la liga, cuando me enteré de que salía con


una modelo, monté una gran fiesta que se desmadró tanto que llamaron a la
policía y arrestaron a la gente. Decir que mi nuevo equipo no estaba
impresionado era quedarse corto. Cuando se lesionó la rodilla, casi me vuelvo
loco. Había necesitado todo de mí para no subirme a un avión y volar a
Denver. Se había lesionado y podría perder el fútbol, y yo sabía lo mucho que
eso lo mataría. Lo último que habría necesitado era a mí, el tipo con el que
solía enrollarse y que nunca sabía cuándo estar satisfecho y no presionar
para conseguir más. El tipo que había acabado arruinándolo todo por hacer
lo que yo siempre hacía e ignorar los límites, siempre queriendo más, más,
más.

Así que hice lo que cualquier idiota como yo haría en una situación así.
Hice entregas anónimas de flores en su casa todos los días durante una
semana, y luego llamé a una mujer con la que solía salir a veces. Sabía que
le gustaba tener el control y atar a los hombres, aunque eso no era lo mío. Me
había atado a la cama y me había dado casi toda la maldita noche. Me había
mantenido esposado, pero con suficiente libertad de acción para que pudiera
follármela hasta el orgasmo y corrernos como locos antes de quedarnos
dormidos.

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Yo no sabía que otro tipo con el que se acostaba a menudo tenía una
llave de su casa. Apareció y decidió aprovecharse de la situación haciéndome
fotos esposado a la cama de dicha mujer y vendiéndolas al mejor postor. Eso
había hecho que me cambiaran, una de las partes más constantes de mi
carrera. La cagaba, entonces me cambiaban. La historia de mi vida.

Ahora, después de cometer el tremendo error de dejar que me follara en


el baño del Club de Socios de SkyAir, lo que habría sido un desastre si nos
hubieran atrapado, me inventé una excusa para mi gemela, Charity, sobre
por qué llegaría tarde a verla, y ahora estaba tomándome un Jack con Coca-
Cola en medio de un bar gay cuando no estaba fuera.

Las malas decisiones y yo íbamos de la mano.

Debería trabajar en ello.

Claramente, no iba a suceder esta noche.

—Maldita sea. Me encanta tu pelo. Estás jodidamente bueno. —Un


jovencito en un crop top5 envolvió un mechón alrededor de su dedo.

—Eso he oído. —Le guiñé un ojo, agarrando su delgada cintura, mis


grandes manos casi capaces de envolverlo completamente.

Esto era estúpido. Lo sabía. Había una voz en el fondo de mi cabeza que
me decía lo fácil que era que me atraparan, que me descubrieran, pero estaba
tan jodidamente cansado de... bueno, mierda... de todo. Pero estaba realmente
cansado de ocultar esto, de acostarme a propósito con mujeres y no con
hombres, con pocos hombres y sólo con aquellos que podían ser discretos. Ya
había perdido a mi familia, excepto a Charity, cuando una noche en la cena

5 Crop top: Camiseta de diversas formas que deja ver el ombligo y la parte superior del

abdomen.

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les dije que era bisexual. Había perdido a McRae hacía tantos años. Ya tenía
fama de ser problemático en la liga. ¿Qué más tenía que perder?

—Engreído, ¿verdad? —Crop-Top Twink enarcó una ceja.

Señalé mi entrepierna con la cabeza y sonreí.

—Eso he oído —volví a decir, aunque en realidad no me apetecía tanto


como debería. No quería follarme a un cualquiera en un club, pero la verdad
era que no sabía lo que quería. En realidad, no. Al principio, siempre había
sido el fútbol, cuidar de mi familia y hacer que mi padre se sintiera orgulloso.
Luego había sido McRae. Ahora era... ¿quién mierda lo sabía? Yo no. De ahí
mis habilidades de toma de decisiones y el hecho de que podrían necesitar
algo de trabajo.

—¿Cómo te llamas? —preguntó.

Miente... dile algo diferente.

—Cullen —respondí, deslizando las manos por su torso. Era pequeño,


más pequeño de lo que yo estaba acostumbrado, y se sentía incómodo bajo
mi tacto.

—Cullen, me gusta eso. Es sexy.

—Nombre sexy para un tipo sexy, supongo —bromeé, haciendo que


Crop-Top Twink soltara una risita.

—Oh, eres bueno. ¿Por qué es tan sexy la confianza? Espero que no me
decepciones. Dime que no eres todo palabrería y nada de juego. Si no eres tan
bueno como me estás haciendo creer, me decepcionarás. —

Esta vez, fui yo quien se rió, aunque me sentí como si estuviera pasando
por el aro, como si no fuera real—. Soy incluso mejor de lo que crees.

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Crop-Top Twink gimoteó y tiró de mí para ponerme en pie.


Probablemente también debería haberle preguntado su nombre, pero estaba
seguro de que a ninguno de los dos le importaba. Dejé que me guiara por el
bar de la zona de Dallas. Había cola para entrar en el baño, así que lo empujé
contra la pared del fondo del bar y estampé mi boca contra la suya. Al menos
me dejará besarle.

Deja de pensar en McRae.

Me rodeó con los brazos y me enredó las manos en el pelo mientras mi


muslo se apretaba entre sus piernas y él lo cabalgaba. Me sentí mal. Mi polla
ni siquiera estaba dura, lo que debería haberme dicho algo. Todavía podía
sentir a Houston dentro de mí, estirándome, llenándome de una forma que
no había sentido en mucho tiempo. Quería su sabor en mi lengua mientras
besaba a Crop-Top Twink, persiguiendo un subidón que nunca había tenido
excepto cuando estaba con Houston.

Cuando la mano de Crop-Top Twink se deslizó entre nuestros cuerpos


y me tocó la polla, dejó de besarme.

—Houston, tenemos un problema. No te preocupes. Yo te ayudaré.

Pero no lo haría. Ahora no, porque por supuesto que el tipo al que me
intentaba tirar usaría ese dicho cuando era la mano de McRae la que deseaba
que intentara meterse en mis pantalones en ese momento.

—No, no me apetece —dije, lo cual fue una estupidez. Podría haber


encontrado una forma mejor de decirlo. No era bueno con la gente. Así que
demándame.

—Perdona, ¿qué? —contestó en voz alta, por encima de la música que


vibraba por mis pies hasta llegar a mi pecho.

—No me gusta. No eres tú, soy yo.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—No me digas que eres tú. Qué manera de excitarme por nada.

Bueno... era un poco imbécil. No es que pudiera culparlo por estar


molesto, pero me hizo sentir menos culpable por no haber sido más amable
con él.

Justo cuando di un paso atrás, oí:

—Hostia puta. ¿Eres Cullen Atwood? ¿Me firmas un autógrafo?

Cerré los ojos, sabiendo que estaba bien jodido por segunda vez hoy,
sólo que ésta no era ni de lejos tan divertida como la del baño con Houston.

A partir de ahí todo fue un borrón, los flashes de las cámaras se


disparaban mientras me abría paso por el club. Conseguí perderlos en la calle,
me temblaban los dedos mientras pedía un servicio de coche.

Debería ir a un hotel o al aeropuerto, pero no lo hice y dejé que me


llevaran a casa de Charity. Ella había dejado el pequeño pueblo donde
crecimos y se había mudado a la ciudad hacía unos años. El corazón me latía
con tanta fuerza que apenas podía oír mis propios pensamientos. Me pregunté
si eso sería una bendición, ya que sabía que lo único que iban a hacer era
decirme lo jodido que estaba.

Charity me había dado una llave que utilicé para entrar. Me quité los
zapatos y me dirigí a la habitación de mi gemela. El apartamento estaba a
oscuras, pero las luces del exterior brillaban a través de la ventana,
iluminando lo suficiente como para no añadir un dedo roto a mi ya de por sí
día de mierda. Llevaba una camiseta de Cincinnati y pantalones de pijama.
Siempre cambiaba de equipo favorito, dependiendo de dónde estuviera yo en
ese momento. Cincinnati probablemente no duraría.

Me subí al colchón, la cama tembló e hizo que sus ojos se agitaran.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—¿Pensé que no ibas a venir esta noche?

—La cagué, Osita.

Maldijo en voz baja antes de encender la lámpara de su mesilla de


noche.

—¿Qué ha pasado?

—Fui a un bar gay, empecé a enrollarme con alguien, luego la gente se


dio cuenta de quién era y me fui.

—¡Qué mierda, Cullen! ¡Imbécil! ¿Por qué has hecho eso? Sabes que
estoy cien por cien a favor de que salgas del armario públicamente. Este puto
mundo apesta para que sea algo de lo que tengas que preocuparte, pero hay
una forma inteligente de hacerlo, ¡y no es esa! Howie se va a volver loco.

Era mi agente, y síp, tenía razón. Esperaba que se enfadara.

—Probablemente no tanto como mi entrenador, el equipo y el dueño del


equipo. —Porque ninguno de ellos sabía mi secreto tampoco, y seguro que no
estarían contentos de no haber podido prepararse para esto.

—¿En qué estabas pensando? —me preguntó, con voz preocupada.


Jesús, no sabía qué haría sin ella. Tenía una relación tensa con mi familia
desde que me habían rechazado, pero era difícil porque seguían siendo sus
padres y nuestro hermano Caleb tenía hijos de cuyas vidas quería formar
parte. Cuando murió mi padre, le resultó aún más difícil abandonar a mamá
y a Caleb, aunque yo nunca se lo hubiera pedido.

—Hoy he visto Houston —admití. Sus ojos color avellana se suavizaron


aún más. Eran iguales a los míos, sólo que el verde de los suyos no era tan
brillante.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Mierda.

—Podríamos habernos enrollado.

—Porque si vas a meter la pata, ¿por qué no hacerlo de forma


espectacular? —preguntó.

—Ya me conoces.

Charity suspiró, apartándose los rizos rubios de la cara.

—Idiota.

—Ya lo has dicho, y no puedo evitarlo.

—¿Tenías que enrollarte con él?

—¿El twink o Houston? —pregunté, tratando de aligerar el ambiente.


Ella negó con la cabeza—. Fui al baño, él me siguió. No tenía por qué venir.
No podía dejar pasar la oportunidad.

—¿Incluso cuando sólo te hace daño a ti? —preguntó.

Sí... incluso entonces. Charity no necesitaba mi respuesta para saberlo,


sin embargo.

***

Acabábamos de perder nuestro tercer partido consecutivo: uno en la


pretemporada y los dos primeros de la liga regular. Las cosas eran un desastre
y lo habían sido desde que el puto Houston McRae me había dejado en el baño
aquel día hacía meses.

Me habían descubierto oficialmente, aunque no estaba del todo seguro


de poder considerarlo así, ya que sabía perfectamente que podía ocurrir

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

cuando entré en el bar aquella noche. Estaba seguro de que una parte de mí
quería que ocurriera, para fingir que había tomado la decisión por mí mismo.

La organización de Cincinnati no estaba contenta. Habían dado a


entender que estaban enfadados porque no se lo había dicho antes, que al
menos no había confiado la información a mi equipo y a mi entrenador y que
no había dejado que todos elaboraran un plan sobre la mejor manera de
afrontar mi salida del armario, pero yo sabía que no era verdad. Era sólo otra
cagada de Cullen Atwood. Otra forma de demostrar que no jugaba en equipo.
Ya que se lo había ocultado, obviamente no confiaba en los chicos que me
acompañaban cada noche. Otro escándalo que parecía seguirme de un equipo
a otro, según todos los medios deportivos. Y sí, esas cosas eran ciertas, pero
también sabía que no querían tratar con un jugador gay. Que lo más probable
era que quisieran cambiarme antes de que todo eso ocurriera, pero que no
tenían muchas opciones.

Estar 0 y 2 esta temporada no ayudaba.

El entrenador nos regañó durante una hora en los vestuarios antes de


dejarnos marchar. El estadio se había vaciado casi antes de que acabara el
partido. Jugar para un estadio vacío porque estaban decepcionados contigo
era una puta mierda. Ya lo había superado. Perder era lo peor, pero el equipo
no tenía química. Éramos un desastre.

Me fui a mi apartamento y me pregunté qué mierda había pasado con


mi carrera. Había salido en la primera ronda del draft. Había batido récords
en la universidad. Era jodidamente bueno, así que ¿por qué me habían
traspasado a tres equipos y ahora no podíamos ganar?

No me sorprendió recibir la llamada al día siguiente. Cuando mi agente


me dijo que me reuniera con él en las oficinas del equipo.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Te van a traspasar —dijo el entrenador en cuanto Howie y yo


entramos en la sala de conferencias. Probablemente debería preocuparme
más de lo que lo hice—. Necesitas poner tus cosas en orden, Atwood. Eres
demasiado bueno para tirar tu carrera por la borda porque no haces amigos
en tus equipos y no puedes mantener tu nombre fuera de los titulares por las
razones equivocadas. Si no amas el fútbol...

—Me encanta el fútbol —interrumpí. Joder, siempre me había gustado


el fútbol, pero entonces, ¿por qué ya no era divertido?

—Demuéstralo —dijo.

No respondí. ¿Qué podía decir realmente? Pero pregunté:

—¿Adónde voy?

Fue Howie quien contestó.

—Empaca tus cosas. Te vas a Denver. Nance quería salir. En Rush lo


quería fuera. Tuviste suerte. No lo arruines.

Se me paró el corazón, quizá incluso intentó subirme por la garganta.


Me iba a Denver... donde vivía Houston, a jugar en un equipo con su hermano.

No tenía suerte en absoluto. Estaba jodido.

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Capítulo 2
Houston
Garrett empezó a explotar nuestro chat de grupo a las 4:30 mientras yo
me secaba con la toalla después de volver del instituto Canyon, donde ofrecía
voluntariamente mi ‘experiencia’ futbolística a su equipo unas cuantas veces
a la semana. El entrenador de Canyon, Ed Beam, se había puesto en contacto
conmigo unos meses después de mi lesión para preguntarme si podía ir a
hablar con el equipo. Me había servido de distracción para dejar de
lamentarme por lo que había perdido, y cuando volvió a preguntarme si podía
asistir a un par de entrenamientos y dar consejos, también me puse manos a
la obra. Luego seguí yendo. A pesar de mis dudas iniciales, se había
convertido en parte de mi rutina, me hacía sentir que seguía siendo útil de
alguna manera. También me encantaban los niños. Rodearme de su
optimismo y dedicación juveniles, ayudarles a ganar confianza en sí mismos,
me daba algo que me ilusionaba. Pero no duraría para siempre: necesitaba
un trabajo de verdad. No porque necesitara el dinero, necesariamente, tenía
suficiente si lo gestionaba bien, sino porque necesitaba una nueva dirección,
algo a lo que pudiera dedicarme plenamente. Lo que me estaba llevando un
tiempo era averiguar cuál sería esa dirección.

Encendí la pantalla y leí el mensaje:

Garrett: Sway a las 8 p.m. Estate allí, va a ser genial.

Rush estaba organizando una fiesta improvisada para dar la bienvenida


a Cullen al equipo, y yo ya había rechazado la invitación a principios de
semana. Yo ya no era parte del equipo, así que ¿por qué demonios iba a estar
allí? Pero Garrett siguió insistiendo, ya que sabía que habíamos jugado juntos
en la universidad. Pensó que haría que Cullen se sintiera más bienvenido. No

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

quería decirle a Garrett lo equivocado que estaba, que mi presencia allí tendría
el efecto contrario. Nunca le había dicho a Garrett, ni a nadie, que habíamos
estado juntos en la universidad. Más que enrollados. Tenía la intención de
mantenerlo así, especialmente ahora. Era mejor para todos.

El traspaso de Cullen me había atrapado completamente desprevenido,


aunque probablemente era algo normal para los aficionados a estas alturas,
ya que había sido traspasado dos veces anteriormente. Tal vez no debería
haberme sorprendido que Rush lo quisiera. Fue un movimiento estratégico
por varias razones. Cullen, a pesar de sus travesuras mediáticas, era un
jugador sólido. Cincinnati se había equivocado totalmente con él. Brilló en un
equipo con un QB sólido y una línea ofensiva fuerte, que Rush tenía, y
cualquiera que hubiera estado observando su carrera probablemente lo sabía,
incluida la dirección de Rush. Tampoco pude evitar preguntarme si las
relaciones públicas habían tenido algo que ver, si la dirección esperaba que
contratar a un jugador recién salido del armario reforzaría aún más la marca
Rush como marca inclusiva. Aun así, había mucho riesgo en juego, dado el
historial de Cullen y la frecuencia con la que aparecía en los medios de
comunicación por motivos ajenos a sus proezas sobre el terreno de juego.

Sin embargo, nuestro encuentro en el baño del aeropuerto y las


secuelas de la dolorosa salida del armario de Cullen sugirieron que mi
presencia no era una buena idea. No confiaba en que no se me fuera la olla.
¿Qué clase de maldito idiota se esforzaría tanto por mantener su sexualidad
en secreto durante toda su carrera para luego echarlo a perder de una forma
tan estúpida? ¿Y justo después de que volviéramos a salir? Era casi como si
hubiera estado tratando de hacer un punto. Sí, al diablo con Cullen. El
aeropuerto había sido un error, y cualquier interacción futura con él estaba
destinada a ser un error.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Tiré la toalla a un lado con un gemido y finalmente cogí el teléfono


después de que Garrett intensificara sus tácticas y empezara a hacerlo sonar
sin parar.

—Maldita sea, ¿no puede un hombre secarse las pelotas en paz?

Garrett se rió.

—Sé que esas cosas no son lo suficientemente grandes como para


justificar más de un golpe. No contestas a mis mensajes ni a mis llamadas,
imbécil. ¿Cómo sé que no te has caído en alguna parte y no puedes levantarte?

—¿Porque todavía tengo otra pierna y dos brazos que funcionan bien?
Te dije que no iría esta noche, G. Estoy ocupado.

—¿Ocupado haciendo qué?

Joder.

—Voy a una cita —me aventuré.

Garrett se partió de risa como un imbécil.

—No has tenido una cita en mucho tiempo. Me parece mentira. Sólo
estás haciendo tu cosa introvertida. —Era parcialmente cierto. No había
tenido muchas relaciones en primer lugar. Aparte de Cullen, me había
centrado casi exclusivamente en el fútbol, con algunos ligues ocasionales aquí
y allá. Nada como G, quien, antes de conocer a Ramsey, parecía ver las citas
y el fútbol como deportes igualmente competitivos—. Termina de secarte las
pelotas y lleva tu culo a Sway a las ocho. Lo digo en serio. No acepto un no
por respuesta. Es tu deber de hermano. Quiero un anillo este año, Houston.
Ahora que Nance se ha ido, creo que tenemos una oportunidad aún mejor.
Pero todas las partes tienen que trabajar juntas. El trabajo en equipo hace
que el sueño funcione y todo eso. Si estás ahí, Atwood tendrá una piedra de

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

toque, algo que le resulte familiar y le haga sentirse cómodo al instante. Un


Atwood cómodo es un Atwood que puede ayudarnos a llegar hasta el final.

No estaba seguro de haber oído nunca a Garrett defender tan


apasionadamente que yo fuera sociable.

—¿Desde cuándo te especializas en psicología? —¿Garrett tenía razón?


Tal vez. Conocía a Cullen, y a pesar de lo engreído que podía llegar a ser,
sospechaba que esta reciente tormenta mediática centrada en su sexualidad
y el posterior traspaso habían hecho mella en su confianza.

Pero eso no significaba que yo tuviera que participar en su


reconstrucción.

—Tú y yo sabemos que eso es sólo dinámica de equipo. Vamos, hombre,


sal de tu cueva un rato y ven. ¿Por favor? ¿Cuál es el problema? —Garrett
hizo una pausa—. Espera, ¿hay algún problema entre ustedes dos que yo no
sepa?

—No. —Me mordí el labio inferior. Podría decírselo, pero ¿qué


conseguiría? Y realmente no quería discutirlo con Garrett ahora. Tendría
cinco millones de preguntas y un montón de opiniones que no quería oír.
Exhalando un suspiro, admití la derrota—. Iré un rato.

—Genial. Sabía que no me decepcionarías. Será discreto y relajado,


nada del otro mundo.

***

No era un lugar tranquilo y relajado. Los chicos habían alquilado la


mitad de Sway. Las bebidas y las mujeres corrían a raudales, la música

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

retumbaba en mi torrente sanguíneo y todo el mundo estaba de un humor


festivo que me hacía parecer Ígor6 en comparación.

Me tomé una cerveza al entrar y me perdí hablando con los demás


durante media hora. Me había visto obligado a retirarme anticipadamente de
la vida futbolística, y la verdad era que echaba de menos la camaradería. A
pesar de lo mucho que me quejaba, cada vez que salía con Garrett o Ramsey,
me lo recordaba. Pero era una situación extraña, una extraña sensación de
pertenencia y de no pertenencia que me producía un dolor sordo en el pecho.
Jugar al fútbol había sido toda mi vida, y ahora ya no lo era, y yo no era
especial en ese sentido. Muchos otros jugadores profesionales se habían visto
obligados a jubilarse anticipadamente. También me lo recordé a mí mismo
mientras tomaba una segunda cerveza.

—¿Qué opinas? —Tucker, el pívot titular de los Rush y otro amigo mío,
golpeó su hombro contra el mío mientras yo miraba a Cullen, que estaba cerca
de la barra charlando con Ellis y Ramsey. Había aparecido un poco después
de que yo llegara, pero aún no me había acercado a saludarle, a pesar de que
Garrett no dejaba de lanzarme miradas penetrantes. Llegaría en un minuto.

—¿Con esta cerveza? Sobrevalorada. —Sonreí mientras daba un trago,


y Tucker puso los ojos en blanco.

—De verdad. Jugaste con Atwood. Cuéntame. ¿Crees que es bueno para
nosotros? No diré una palabra a nadie.

Tucker sin duda lo haría, pero no tenía que mentir, al menos en lo que
respecta a las habilidades de Cullen.

—Fue una decisión inteligente para todos. Siempre ha tenido buenos


instintos, incluso cuando empezamos. Tenía un don para estar justo donde

6 Ígor: es un personaje de la serie de libros Winnie the Pooh, generalmente representado

como un viejo burro de peluche gris bastante pesimista y melancólico, amigo del protagonista.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

tenía que estar en el momento adecuado. Eso sólo ha mejorado con el tiempo.
Sin embargo, Cincinnati era una mierda para él. Su QB es un imbécil
arrogante, como Cullen. Dos imbécil arrogantes no funcionan. Con Ramsey,
lo hará bien. Ramsey sabe cómo manejar esa mierda.

—Cierto. Quiero decir, míralo a Garrett y a él. —Ambos nos reímos a


carcajadas, y cuando se calmó, pensé que había pospuesto lo suficiente mi
deber fraternal. Cuanto antes jugara al Vagón de Bienvenida con Cullen,
antes podría volver a mi cueva.

Cullen seguía mi aproximación con firmeza, con algo ilegible en sus ojos
que me puso en guardia. Sin embargo, en presencia de otros jugadores, me
las arreglé para apartar mi inquietud y extender mi puño, chocando con el
suyo.

—Ha pasado tiempo, forastero. —Unos meses, aunque estaba seguro


de que los jugadores cercanos suponían que más—. Bienvenido a Denver.
Creo que te encantará estar aquí, y si necesitas algo, dame un grito. —Eso
sonó lo suficientemente acogedor, supuse. Cullen enarcó la ceja y su
expresión vaga dio paso a un cóctel de desconcierto y diversión. No podía
culparlo: yo sonaba como un maldito idiota y él tenía que entenderlo. Por
alguna razón podía hacerme hervir la sangre, y en cuanto los demás jugadores
se marcharon, dejándonos un poco más de intimidad, me dirigí a él—. Garrett
me pidió que estuviera aquí. Cree que es bueno para la dinámica del equipo,
que te haría sentir cómodo. No me atreví a decirle lo contrario. Él quiere una
buena temporada, y tú y yo sabemos que el potencial está ahí si no lo arruinas
con las malditas payasadas. Mi suposición es que tu culo está seriamente en
juego ahora mismo. Más motivación para no cagarla. Así que, no la cagues.

—Eso es más de lo que esperaba. —Ladeó la cabeza—. Entonces, ¿es


eso?

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Eso es. —Asentí—. Me voy. Disfruta de la fiesta, y que tengas una


buena temporada.

Cullen inclinó la barbilla, mirándome, la forma descarada en que me


observaba me obligó a apretar la mandíbula contra el calor que me recorría
la ingle.

—Quiero hablar contigo un segundo.

—Nada más que decir.

—No te lo estoy pidiendo. Te lo estoy diciendo.

Nuestras miradas se cruzaron. Los dos éramos testarudos. Siempre lo


habíamos sido, y agradecí que nadie pareciera estar prestándonos atención
porque sospechaba que en ese momento parecíamos más dos tipos a punto
de llegar a las manos que antiguos compañeros de equipo. Entonces pensé en
la sonrisa triunfal de Garrett cuando entré y suspiré.

—Vamos. —¿Cullen quería hablar, aclarar las cosas? Sí, claro. Podía
hacerlo, y luego ambos podríamos seguir adelante.

Llevé a Cullen fuera por una de las entradas privadas del club y nos
desvié ligeramente de la acera antes de girar y cruzar los brazos sobre el
pecho.

—Adelante.

—El aeropuerto...

—Fue un error.

Dio lo que pareció un respingo, pero en un abrir y cerrar de ojos,


desapareció.

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—Sí.

Bueno, mierda. No estaba equivocado, pero el acuerdo fácil picó un


poco.

—Y lo que vino después fue una puta estupidez.

—No, fue frustración. Y estúpido, pero sucedió, y no puedo retractarme.

—¿Frustración por qué?

—Tú, McRae. Jesús. Siempre tú. —Resopló con incredulidad—. Mi


situación. Cómo fue todo entre nosotros.

—Ambos tomamos nuestras propias decisiones, y eso fue hace años. No


hace falta que lo repitamos un millón de putas veces, ya pasó. Vamos a seguir
adelante. No estoy aquí para interponerme en tu camino. Quise decir lo que
dije. Espero que ayudes a llevar a los Rush hasta el final. Te estaré apoyando.
—A mi manera y desde una distancia seguro donde su olor y esos ojos
avellana no pudieran desorientarme.

Me giré para irme, pero Cullen me agarró por el brazo, su agarre firme,
poderoso, practicado.

Miré fijamente sus dedos apretados.

—¿Quieres soltarme el brazo antes de que te vuelva a golpear contra la


pared?

—¿Lo harías? Te encantaban mis manos sobre ti.

Entrecerré los ojos. Ahora me estaba jodiendo, definitivamente.

—Y te encantaba cuando te inmovilizaba el culo. —Raro era que alguien


me hiciera escalar. Nunca me habían gustado los enfrentamientos

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innecesarios. En el campo, sí, pero no me molestaba fuera de él. Cullen era


uno de los pocos que podía provocarme. Por lo general, en mi propia
desventaja, como en ese momento, cuando la presión de su agarre se hizo
demasiado familiar, desenterrando recuerdos de él debajo de mí que prefería
permanecer enterrados.

—¿Crees que aún podrías? —El desafío de sus ojos coincidía con la
chulería de sus labios, y cuando se los lamió, casi pude sentir su húmedo
calor en mí.

Aparté la mirada de la brillante tentación de su boca.

—No tiene sentido averiguarlo ahora. —Aunque eso no significaba que


no me fuera a acostar esta noche pensando en ello. Me sacudí su agarre y
saqué mi teléfono, que había estado vibrando incesantemente en mi bolsillo—
. G está preguntando dónde estoy. Voy a...

—Yo —cacareó Garrett mientras irrumpía por la puerta lateral—. Ellis


dijo que habías venido por aquí. Hombre, tienes que volver a entrar. Me estoy
muriendo. Rams está tan jodidamente borracho. Hacía una eternidad que no
estaba tan machacado, y tienes que ser testigo de esta mierda para que
mañana podamos darle una paliza. —Hizo una pausa, registrando la
presencia de Cullen—. Lo siento. No quise interrumpir la nostalgia.

—Hay demasiado ruido ahí dentro —solté como débil explicación.

Garrett ladeó la cabeza y me miró divertido.

—Muy bien, viejo. —Cullen resopló suavemente y se metió las manos


en los bolsillos.

—Houston me está informando sobre dónde debo buscar un lugar. —


Su sonrisa era tensa en torno a la mentira, pero su entrega suave.

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—Ahh, qué dulce. —Garrett le dio una palmada en el hombro—. Con


suerte, te dijo que no compraras en Cherry Hills Village. Demasiado caro.

—No tengo ni idea de dónde comprar ni de si lo haré. Quizá alquile. Sólo


sé que no me van las estancias largas en hoteles en este momento.

Garrett miró entre nosotros, con una sonrisa de oreja a oreja.

—Deberías quedarte con Houston mientras tanto. Eso es lo que hice


cuando volví. Tiene una habitación extra. Es una mierda como compañero de
piso, obviamente, pero...

—Cullen no querría quedarse conmigo, créeme —interrumpí.

—Oh, ¿ahora hablas por mí? —La voz de Cullen tenía un tono que
estaba seguro de que sólo yo podía oír. En apariencia, su sonrisa torcida y su
tono despreocupado parecían divertidos.

—A Houston le gusta hablar por quién puede. —Garrett asintió, sin


ayudar en nada.

—No sólo contigo, hermano. —Maldición, amaba a mi hermano, pero a


veces lo odiaba.

—Dímelo a mí.

—Qué dulce. La unión del equipo ya está en marcha. —Necesitaba salir


de aquí. Claramente, mi deber estaba cumplido.

—Oh, así que lo conoces mejor de lo que pensaba —continuó Garrett,


imperturbable por mi interjección—. Houston apenas habla de la pelota
universitaria, y cuando aún lo hacía, no hablábamos tanto porque yo estaba
ocupado persiguiendo chicas y pollas.

—Otra cosa que tienen en común —señalé.

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Serie Jugando par siempre 02
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Cullen me dirigió una mirada penetrante y casi estoy seguro de que


emitió un sonido en el fondo de la garganta parecido a un gruñido. Luego sus
labios se inclinaron hacia arriba en una sonrisa lobuna en la que no confiaba.

—Aunque no es mala idea. ¿Qué te parece, Houston? ¿Tal vez podría


quedarme en tu casa hasta que me oriente aquí? Por los viejos tiempos.

El brillo de sus ojos era cualquier cosa menos divertido. Era penetrante,
desafiante, calculador, y reaccioné como lo había hecho cientos de veces
antes. Con una mezcla de calor en la entrepierna y una obstinación que
parecía genéticamente codificada, le devolví la sonrisa.

—Es una gran idea. —Era una idea equiparable a subir a bordo del
Titanic, pero me lo creí—. Por los viejos tiempos.

—Impresionante. —Garrett sonrió—. Podemos ir a cenar una noche, y


Cullen me puede dar la verdad sobre Whitt. Sabes que nos enfrentamos a los
Royals en un par de semanas, y él no va a dejar pasar nada esta temporada.
—Whitt había sido cornerback en Southern U antes de transferirse a Franklin
U después de su primer año y era probablemente el mejor del país—. Houston
dice que es bastante tranquilo. Creo que sólo está siendo diplomático.

—Está siendo diplomático. —Cullen sonrió cuando lo miré de reojo.


Whitt había estado bien, por lo que yo recordaba. Tucker parecía no estar de
acuerdo, pero eso era entre ellos.

No importaba de cualquier manera, sin embargo. No iba a haber una


cena acogedora, y definitivamente no iba a haber un Cullen Atwood en mi
habitación de invitados. Levanté el teléfono.

—Busquemos a Ramsey y hagamos un video para que lo disfrute


mañana.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Garrett abrió la puerta de un tirón y lo seguimos adentro, Cullen tiró


de mi manga y me hizo detenerme lo suficiente para que me hablara al oído.
—¿Debería llevar mis cosas mañana?

Le di la espalda y seguí caminando, sabiendo que estaría pensando en


el comentario anterior el resto de la noche.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Capítulo 3
Cullen
Houston me convertía en un maldito idiota. Esa era mi historia, y me
ceñía a ella. Además, era cierta en un noventa por ciento... vale, quizá más
bien en un cincuenta por ciento, pero casi.

No era justo echarle toda la culpa a él. Cometí muchos errores cuando
él no estaba en mi vida, pero estaba claro que estaba en racha, cometiendo
aún más desde el segundo en que le vi en el Club de Socios de SkyAir.

Nunca debí haber entrado en ese baño.

Seguro que no debería haber entrado en el club esa misma noche.

Y no debería haber pedido hablar con McRae anoche. Todo el tiempo


me había dicho que necesitaba aclarar las cosas. No le debía una excusa de
por qué había acabado en un bar gay después de que me follara. Diablos,
probablemente él no quería una, pero yo había sentido la estúpida necesidad
de dársela de todos modos. Al menos, eso me había dicho a mí mismo que
estaba haciendo, pero en realidad, se me ocurrían un montón de ideas
terribles cada vez que McRae y yo compartíamos el mismo espacio. Algo
cambiaba en el aire, y yo estaba acabado. Era un problema en el que pensaba
trabajar porque esperaba que me besara anoche, y no tenía por qué pensar
eso. ¿Lo ven? Un maldito idiota.

Hoy no había sido mucho mejor, porque en lugar de tratar de resolver


el problema, estaba en el vestuario después del entrenamiento, tratando de
encontrar la mejor excusa para que Garrett, no me atrevía a llamarlo McRae,

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

me diera el número de móvil de Houston. Una razón que no gritara viejo novio
obsesionado que podría acechar a su hermano.

—Lo has hecho bien ahí fuera —dijo Ramsey. Llevaba una toalla
alrededor de la cintura y se estaba secando el pelo con otra. Me di cuenta de
que era el tipo de persona que se tomaba en serio su papel de QB y capitán
del equipo. Por lo que había oído, era un tipo honrado, y estaba deseando
trabajar con él. Sería todo lo contrario a Paine, al que odiaba en Cincinnati.

—Siempre me va bien ahí fuera —le contesté, y puso los ojos en blanco.

—Te conozco desde hace cinco minutos, y ya puedo decir que te pareces
mucho a G.

Supuse que Houston odiaría eso, teniendo en cuenta que le gustaba


tener su polla en mi culo. Lo último que alguien quería oír era que el hombre
al que se estaban follando era igual que su hermano... al que se follaban. El
tipo con el que solían follar. Mi cerebro ya se estaba retorciendo.

Me encogí de hombros.

—Nunca digo una mentira. —Crucé juguetonamente mi corazón con el


dedo. —Ustedes son buenos, pero faltaba algo. Ese algo era yo. De nada.

Justo cuando terminé de hablar, Garrett se acercó.

—¡Me gusta! —dijo.

—Jesucristo —murmuró Ramsey, pero lo ignoré, centrándome en


Garrett.

Vale, puede que sintiera un pequeño cosquilleo en el pecho por lo que


había dicho. Era solo porque me habría encantado oír eso del hermano

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pequeño de Houston cuando estábamos juntos, preferiblemente si hubiera


sabido que estábamos saliendo y lo hubiera dicho en plan me gusta tu novio.

No me jodas. Mi cerebro ya se estaba convirtiendo en papilla. Necesitaba


cortar esta mierda de raíz.

—Soy un tipo simpático. Creo que tu hermano necesita más tipos


simpáticos en su vida. ¿Crees que puedes darme su número? —le pregunté.

—No —dijo Ramsey al unísono con Garrett—: Claro.

Ramsey le miró.

—No deberías darle a la gente los números de otras personas.

—Es Atwood, no un extraño al azar. Además, Houston va a dejar que


se quede en la habitación de invitados.

Ramsey frunció el ceño. Sé que antes le admiraba, pero esa sensación


se estaba desvaneciendo un poco porque no parecía estar de mi parte.

Garrett me dio el número de Houston, que introduje en mi teléfono y


luego metí también el de Garrett. Empezamos a vestirnos, Garrett divagando
y Ramsey mirándome como si no confiara en mí. No podía decir que no
estuviera familiarizado con esa mirada interrogante porque a veces era un
poco imbécil, pero me erizó la piel aún más porque era el mejor amigo de
Houston, y joder, ¿lo sabía? ¿Houston le había hablado de nosotros?

—¿Suena bien? —preguntó Garrett, haciéndome darme cuenta de que


había estado hablando conmigo mientras yo miraba a su novio.

—¿Hmm?

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Dije que no bromeaba con lo de quedar. Estaría bien relajarse con un


viejo amigo de Houston. Es demasiado reservado, más aún después de la
lesión.

Eso hizo que mi corazón diera un vuelco, quedando aún más maltrecho.
Odiaba la idea de que Houston estuviera solo. No podía estarlo, ¿verdad? ¿Por
qué dejaría que eso sucediera? Era jodidamente perfecto. Todo el mundo le
quería. Era molesto como la mierda.

—Sí, me gustaría. —Houston lo odiaría, así que nunca sucedería, al


igual que mudarse con él no lo haría, pero Garrett no necesitaba saber nada
de eso todavía.

—Me ofrecería a pasar el rato ahora mismo, pero el fútbol me pone


caliente, así que me llevaré a Ramsey a casa y dejaré que me meta un gol.

Solté una carcajada justo cuando Ramsey y Tucker, que se había


acercado a Ramsey en algún momento, soltaron sendos gemidos. Me daba
cuenta de que esto me iba a gustar. Garrett parecía guay, y los
entrenamientos habían ido de puta madre. El equipo y yo ya teníamos
química. Probablemente no era algo inteligente que yo sintiera. No duraría.
Nunca duraba.

—Hacen esto todo el tiempo —dijo Tucker.

—¿Lo dice el tipo que tiene la mano de mi novio metida en el culo? —


respondió Garrett, y Tucker palideció. No podía decir que Garrett estuviera
equivocado. Como Tucker era el centro, le pasaba el balón a Ramsey, y su
mano estaba muy metida en el culo de Tucker durante el partido.

Ramsey y Garrett empezaron a forcejear, todos en el vestuario gimieron,


comentarios al azar como aquí vamos otra vez llenaron el espacio. Fue muy
interesante conocer al hermano de Houston. Todo lo que sabía de él eran

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

cosas que Houston solía contarme cuando estábamos juntos. Se preocupaba


mucho por Garrett, pero eso estaba en la naturaleza de Houston. Quería
cuidar de la gente que quería.

Garrett y Ramsey se fueron mientras Tucker y yo terminábamos de


vestirnos. Se echó el bolso al hombro y dijo:

—Saldré contigo.

—Gracias.

Nos dirigimos hacia la puerta.

—¿Estás listo para nuestro primer partido este fin de semana? —


preguntó.

—Lo sabes. —Realmente quería traer a casa la victoria. Probablemente


lo necesitaba. Rush seguro como la mierda no me iba a mantener a su
alrededor si no ganábamos.

—He oído que eres un poco engreído —dijo Tucker, haciéndome reír.
Apreciaba a la gente como él, que iba al grano y no se andaba con rodeos.

—¿No lo somos todos?

—Tienes razón, hombre. —Sacó su teléfono—. ¿Cuál es tu número?

Le agradecí que intentara hacerme sentir bienvenido, así que le di mis


dígitos. Tucker me envió un mensaje de texto inmediatamente para que yo
también tuviera el suyo.

—¿Quieres ir a comer o algo?

—Hoy no puedo. Tengo que hacerlo con alguien. Quizá la próxima vez.

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—¿Alguien y no algo?

Movió las cejas antes de dirigirse a su todoterreno. Nos despedimos y


subí al coche que había alquilado hasta que llegara el mío.

Odiaba los hoteles.

Me preguntaba qué estaría haciendo Houston.

No, no me importaba. No me importaba lo que Houston estaba


haciendo. En absoluto.

Mentira total.

Llegué a mi suite y estuve dando vueltas. No le mandes mensajes, no le


mandes mensajes, no le mandes mensajes.

Pedí servicio de habitaciones, ya que todo el mundo en Denver tenía


planes para tener sexo hoy menos yo.

No le mandes mensajes, no le mandes mensajes, no le mandes mensajes.

Pero entonces, ¿por qué había conseguido su número si al menos no


iba a saludarle? Yo era un tipo amistoso.

Yo: ¿Me estás preparando la habitación?

La respuesta llegó casi de inmediato.

Houston: Voy a matar a mi hermano.

Me reí de que supiera automáticamente que Garrett me había dado su


número.

Yo: ¿Por eso has contestado tan rápido? ¿Te ha mandado un


mensaje para avisarte y estabas esperando a que te mandara uno yo?

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Eso se metía bajo su piel. Era una de mis cosas favoritas. Pero a
Houston le gustaba. Al menos le gustaba antes.

Houston: No te vas a mudar conmigo.

Yo: ¿Cuál es tu dirección?

Houston: ¿No me has oído?

Yo: Bueno, no puedo oír las palabras escritas en una pantalla,


pero las vi. Simplemente elegí ignorarte. Tú eres el que dijo que sí.

No esperaba que me echara un farol, pero lo había hecho, y ahora no


iba a echarme atrás.

Houston: Sólo para que G lo deje en paz. Voy a dejar de responder


ahora.

Llamaron a la puerta y dejé el móvil para ir a abrir. Le di una propina


al repartidor del servicio de habitaciones, que se dio cuenta de quién era.
Tenía un millón de preguntas y lo único que podía hacer era pensar cómo iba
a responder a Houston. Aun así, le contesté, le firmé un autógrafo y estuve
charlando unos minutos.

Pasó una eternidad antes de que se fuera y, cuando lo hizo, no me


sorprendió ver otro mensaje.

Houston: ¿Ninguna respuesta inteligente?

Se me calentó el pecho. Podía haberlo dejado donde estaba, pero había


vuelto a mandarme un mensaje. ¿Por qué iba a hacerlo si no quería hablar
conmigo?

Yo: Estaba ocupado.

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Houston: Déjame adivinar, ¿un viaje rápido a un bar gay para


ligar? Parece que te gusta hacer eso después de hablar.

—Joder. —¿Por qué era tan idiota? No sabía por qué había hecho lo
que había hecho. A veces simplemente no pensaba antes de actuar... o no
quería permitirme pensar, así que me detuve antes de poder hacerlo.

Sin dejarme estresar demasiado por ello, pulsé para llamarle. Cuanto
más sonaba, más se aceleraba mi pulso, preguntándome si iba a ignorarme.
Finalmente, contestó:

—¿Qué?

—Escucha, sé que hablamos un poco de ello anoche, pero no me follé a


nadie esa noche.

—No me importa si lo hiciste.

¿Ni siquiera un poquito? quise preguntar, pero no me lo permití.

—Iba a follarme a un hombre que conocí... un guaperas, pero no era lo


que yo quería. —Podía tomárselo como quisiera.

—Cullen... —Había advertencia en su voz.

—¿Qué? Es verdad. Como dije, fue frustración. Estaba todo en mi


cabeza. No sé qué pasa contigo, pero te metes bajo mi piel.

—Parece que soy una infección.

En cierto modo, lo era, y parecía que no podía encontrar la cura.

—Sabes cómo me pongo cuando no puedo apagar mis pensamientos.

—¿Autodestructivo?

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No podía decir que estaba equivocado. —Ha pasado mucho tiempo... las
cosas no terminaron bien. La mierda se torció al verte de nuevo, de ahí que
termináramos en el baño, y luego hice una jugada típica de los Cullen. Ya lo
superé. La locura temporal se ha desvanecido; ahora sólo quiero fastidiarte y
ganar algún puto partido de fútbol. Voy a hacer cosas como meterte la mano
fría cuando estés durmiendo para que te mees en la cama.

Suspiró.

—No te vas a mudar.

—¿Tienes miedo de no poder soportar estar cerca de mí sin desear mi


agujero otra vez? —Aunque me llamaba versátil, no podía negar que me
encantaba estar abajo. Bueno, al menos cuando estaba con Houston. Él había
sido el primero dentro de mí, y sólo había habido otro hombre al que me había
dejado follar. Mi consolador tuvo un infierno de entrenamiento, sin embargo.

—Definitivamente no vamos a dormir juntos otra vez. Eso fue un error.

Lo fue. En eso tenía razón. Seríamos un desastre porque no importaba


lo que yo sintiera por él, Houston y yo éramos diferentes. Nunca funcionaría.
Encontraría la manera de joderlo.

—Una vez leí una cita sobre lo bueno que es cometer errores. Demuestra
que estás viviendo la vida o algo así. Tienes una gran polla, así que, ya sabes,
seré tu error y todo eso.

Él gimió, pero no fue tanto el tipo de gemido molesto sino el necesitado.

—Te estoy ignorando.

—¿Qué tamaño tiene la cama de mi habitación?

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Se rió. Todavía sonaba un poco gutural como cuando estábamos en la


universidad.

Houston se quedó callado un momento antes de preguntar: —¿Cómo se


lo tomó tu padre cuando salió la noticia?

Mierda. No lo sabía. Por supuesto que no lo sabía. ¿Cómo iba a saberlo?

—Está muerto, pero estoy seguro de que se revolvió en su tumba unas


cuantas veces. Cuando estaba vivo, se lo dije... se lo dije a todos. Se lo tomó
como pensé que lo haría. No quería tener nada que ver conmigo, con Caleb
tampoco, y entonces murió. Papá, no Caleb. Mamá ha hablado conmigo un
poco desde entonces. Creo que su muerte la sacudió un poco, pero como
mucho tres veces al año, y no lo aprueba.

—Mierda, Cull. Lo siento.

Cull. No le había oído llamarme así desde la universidad.

—Es lo que es.

—Deja de actuar como si no te molestara.

—Deja de intentar meterte en mi cabeza —repliqué—. Tengo a Charity.


Siempre supimos que sería así de todos modos.

—¿Por qué saliste con él? Quiero decir, no tenías que hacerlo a menos
que tuvieras a alguien...

Su pregunta no me sorprendió, pero no era como si pudiera decirle que


fue después de su lesión cuando lo único que podía pensar era en lo
jodidamente corta que era la vida. No sabía qué había pensado, ¿que se lo
diría a mi padre y de repente dejaría de ser homófobo? ¿Y entonces, de alguna

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manera, Houston y yo volveríamos a estar juntos? ¿Lo ven? Me cortocircuitó


el cerebro.

—Sólo pensé que era hora de cortar el cable, es todo. Necesito un


ventilador en mi habitación. ¿Hay alguno ahí? También, con suerte, tiene luz
natural. Tengo dudas sobre tus habilidades de decoración, así que puede que
tenga que hacer una pequeña reforma. No te importa, ¿verdad?

Pasaron unos segundos hasta que soltó una risita.

Maldita sea si eso no me hizo sonreír.

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Capítulo 4
Houston
Cullen se presentó en mi apartamento después del entrenamiento del
día siguiente.

Me quedé mirándolo por la mirilla cuando llamó al timbre por segunda


vez, con el pelo aún húmedo y peinado hacia atrás por la ducha. Una gran
maleta se erguía como un centinela a su lado.

Tras un par de latidos, cruzó los brazos sobre el pecho y miró con
determinación hacia la puerta.

—Sé que estás ahí, McRae. Garrett dice que casi nunca sales. —Miró
su reloj—. ¿6:30? Seguro que ya vas por la segunda ronda de ensalada.
¿Sigues con esa moda de los superalimentos? Espero que por fin te hayas
deshecho de los pimientos. Maldita sea, es una verdura asquerosa.

Maldita sea. Eché un vistazo a la ensalada que tenía a medio comer en


la mesita. Efectivamente, era mi segunda ronda, y había pimientos de por
medio.

—Yo salgo. Garrett no sabe dónde estoy en todo momento. —Entrecerré


los ojos, intentando ver mejor mientras Cullen se pasaba una mano por las
puntas del pelo—. Los pimientos tienen más vitamina C que una naranja,
¿sabes?

—Sí, recuerdo que dijiste eso. Sigo pensando que son desagradables.
Abre la puerta.

—Vuelve a tu hotel.

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—No puedo. Me han echado. —Soltó una carcajada mientras yo


suspiraba sonoramente—. Es broma, pero a los de al lado deberían haberlo
hecho. Estuvieron discutiendo y golpeándose toda la noche. Al cabo de un
rato, no sabía quién era quién. Pero me jodió el sueño. Hoy estaba arrastrando
el culo en el entrenamiento. No es bueno, teniendo en cuenta el partido de
este fin de semana.

—¿Y si pides una habitación diferente?

—No hay otras habitaciones.

—Mentira —dije, incluso mientras abría la puerta, mis propias


motivaciones para hacerlo tan sospechosas como sus razones para aparecer
en primer lugar—. Podrías conseguir otro hotel.

—Podría —aceptó, deslizando la mirada por mi cuerpo mientras me


absorbía. Sentí cada punto donde se posaban sus ojos como si mi piel fuera
un mapa térmico. Sus labios se curvaron mientras miraba mis pantalones
cortos—. Me acuerdo de ellos. —Comprobé el cordón cohibido. Los había
comprado en mi segundo año en Southern U y seguían siendo mi par favorito,
aunque el elástico se había roto hacía años—. Qué animal de costumbres —
dijo, metiendo su maleta dentro y pasando por delante de mí—. ¿Tenía razón
sobre la ensalada?

—Tal vez. —Intenté no mirarle el culo mientras su mirada barría el


espacio abierto ante él.

—Maldita sea, esto es bonito.

Lo era. Como su culo. Pero esto último no era ni aquí ni allá.

—Puedes quedarte aquí una semana como máximo. Puedo ponerte en


contacto con muchas otras opciones de hoteles o con un agente inmobiliario.
O ambos.

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—De acuerdo. —Me miró por encima del hombro—. Gracias.

Le miré con desconfianza. Parecía demasiado fácil, pero a la mierda si


iba a desafiarlo. No era como si fuera a estar aquí mucho de todos modos. No
lo había estado cuando aún jugaba.

—Vamos. —Lo rodeé y le mostré la habitación de invitados que Garrett


había usado cuando se mudó por primera vez, luego lo dejé acomodarse
mientras yo volvía a mi sofá, la ensalada y la televisión, tratando de ignorar
la sensación de cosquilleo en mi piel que no estaba seguro si era ansiedad o
excitación. Hacía tanto tiempo que no compartía espacio con Cullen. Incluso
en la universidad, rara vez pasábamos la noche juntos, teníamos demasiado
miedo de que nos atraparan. Y no era eso lo que estábamos haciendo ahora.
Al menos, no de la misma manera.

—¿Puedo coger uno de estos Gatorade? Recogeré algunos cosas


mañana.

Asentí sin darme la vuelta y Cullen se tumbó a mi lado en el sofá poco


después. Nos quedamos mirando la pantalla y me pregunté si él estaba tan
ciego como yo ante lo que ocurría.

Al final, me di cuenta de que su mirada se clavaba en mí. Más que nada


en mi rodilla expuesta, donde tenía ambas piernas estiradas y apoyadas sobre
la mesita. Las cicatrices de la operación se habían desvanecido y habían
pasado de ser ronchas enfadadas y levantadas a un color rosa pálido, pero
seguían siendo una prueba evidente del destrozo que había sufrido.

Le dirijo una mirada de soslayo.

—No hagas esa mierda de mirada de lástima. He aceptado lo que pasó.


He seguido adelante. —O al menos estaba en proceso de hacerlo.

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—No era una mirada de lástima. Es que... maldita sea. —Sacudió la


cabeza—. Lo vi pasar, ya sabes. Difícil de ver.

—Te prometo que apestó tanto como parecía. —Le ofrecí una sonrisa
irónica.

—Lo sé. —Se mordió el labio, a punto de decir algo más, pero se
interrumpió y extendió la mano. Me estremecí cuando sus dedos se posaron
sobre la cicatriz, y él se estremeció también, con los ojos desviados hacia los
míos—. ¿Te duele?

—No —gruñí. Al menos, no físicamente, no como él pensaba. Sus dedos


reanudaron su ligero recorrido y me pusieron la piel de gallina antes de
retirarse de nuevo.

—Lo siento.

Una extraña pesadez recorrió mi pecho, uniéndose al zumbido en mi


piel por la proximidad, a su tacto. No sabía si se estaba disculpando por la
herida, como habían hecho tantos otros, o si era otra cosa. Supuse que no
importaba.

—Yo también.

—Necesito que esto funcione —dijo unos instantes después, con voz
tranquila—. Tú lo has dicho. Siento que mi carrera está realmente en juego
esta vez, y no estoy listo para renunciar a ella todavía, al menos no por mi
propia tonta mierda externa. Siempre fuiste bueno para mantenerte
concentrado, para ahogar todo. Estar cerca de ti entonces... —Hizo una
pausa, parecía elegir sus palabras con cuidado—. Me ayudaba a hacer lo
mismo. Era... un punto de apoyo.

Sabía que estaba siendo sincero porque Cullen no solía profundizar en


temas emocionales con nadie. Lo había sabido desde el principio. Yo había

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sido igual. Pero de alguna manera, habíamos llegado a eso el uno con el otro.
No era algo que pudiera explicarle a nadie más. Ni siquiera a mí mismo.

—No puedo ser tu niñera o pararrayos, Cullen.

—No te lo estoy pidiendo, McRae. Sólo te digo cómo me fue. —Se pasó
una mano por la mandíbula desaliñada—. Quizá pensé que un par de días
me ayudarían a volver a esa mentalidad. Joder, no lo sé. —Se acabó el
Gatorade—. Me voy a dormir. ¿Lo oyes? —Ladeó la cabeza y se llevó un dedo
a la oreja.

—¿Silencio?

Sonrió.

—Sí, vale oro, joder.

Habría estado de acuerdo, pero mientras escuchaba el sonido de sus


pasos en el suelo, la puerta cerrándose tras él, tuve que admitir que el sonido
de su voz en mis oídos era peligrosamente confortable.

***

—No puedes estar considerando en serio meterte eso en el cuerpo.


—Le arrebaté la pizza congelada de las manos a Cullen—. ¿Pollo a la barbacoa
y piña? Ten un poco de maldito amor propio.

Cullen me arrebató la pizza y entrecerró los ojos.

—Terriblemente prejuicioso para un tipo que no se quejó cuando me


metí su polla en el cuerpo.

Joder, a veces me pillaba desprevenido. Volví a tomar la caja y llegué a


dejarla de nuevo en la estantería de la sección de congelados del
supermercado en el que estábamos.

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—Mi polla es sana. O lo era. Esto es basura. —Le empujé hacia las
verduras congeladas mientras él soltaba una carcajada.

—¿Vas a darme los datos nutricionales de tu polla ahora? ¿En serio?

—Son al menos 60 gramos de proteína. Más de lo que puedo decir de


esa pizza. Hablando de arrastrar el culo. Juegan contra Tennessee este fin de
semana. —Era una locura cómo habíamos vuelto a nuestro viejo patrón de
insultarnos. Cullen había estado ocupando mi habitación libre durante seis
días y, como era de esperar, había estado fuera la mayor parte del tiempo.
Habían viajado el fin de semana para un partido contra Filadelfia que habían
perdido, y luego había pasado la mayor parte de la tarde del martes con un
agente inmobiliario, aunque no había encontrado nada por lo que estuviera
dispuesto a apretar el gatillo. Aún no le había recordado nuestro acuerdo de
una semana. Él tampoco había sacado el tema. Cuando estaba cerca,
volvíamos a las viejas bromas o nos movíamos cautelosamente el uno
alrededor del otro sin ningún patrón, como si no supiéramos exactamente
dónde debíamos estar en este extraño baile de antiguos amantes y
compañeros de equipo intentando ser amigos, o al menos amistosos.

Cullen corrió detrás de mí y cogió la pizza de la estantería mientras yo


echaba una bolsa de brócoli congelado en la cesta.

—Vas a estar rogando por una rebanada en T-menos una hora. Sólo
espera.

Le eché la bronca porque, sinceramente, probablemente tenía razón.

Cerca de la caja, nos abordaron unos cuantos fans que reconocieron a


Cullen y querían hacerse fotos con él, y uno que también me reconoció a mí.
Le firmé el recibo sin perder de vista a Cullen mientras posaba. Siempre había
sido generoso y amable con los fans, y probablemente por eso parecían
adorarlo, independientemente de lo que apareciera en los tabloides o de

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cuántas veces lo hubieran traspasado. Fue agradable ver que no era el caso,
al menos por lo que pude ver. Estaba seguro de que el hecho de que otros
jugadores hubieran salido a la luz había allanado el camino. Lástima que no
hubiera sido tan aceptado cuando jugábamos en la universidad.

Aplasté mentalmente ese pensamiento. Eso era antes, esto era ahora, y
podía alegrarme por un amigo sin deprimirme por toda la mierda que había
pasado antes, cuando yo había sido un maldito debilucho.

Caminamos la manzana de vuelta a mi casa, el crepúsculo daba paso a


una noche fría y clara. En el vestíbulo, pulsé el botón y esperé. Cullen silbó
unos compases de algo que no reconocí y luego soltó una carcajada hasta que
lo miré.

—¿Qué?

Señaló entre nosotros.

—¿Estás tan lejos a propósito? —Vale, había una buena cantidad de


espacio entre nosotros. Yo diría que había sido subconsciente, sin embargo—
. ¿Tienes miedo de contagiarte algo de mí? ¿Huelo mal?

—Es más difícil oír tus idioteces desde la distancia. —Le sonreí con
satisfacción.

Cullen se acercó un paso.

—¿Sí? ¿Qué tal ahora? ¿Se oye un poco más claro?

—Oh sí, mucho. —Me reí mientras daba dos pasos de gigante que lo
pusieron en mi burbuja de espacio. Era un juego tonto al que habíamos
jugado antes, y respiré con fuerza por la proximidad. Más cerca de lo que
había estado en los últimos seis días.

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—¿Recuerdas esto?

—Sí. —Puse los ojos en blanco y di otro paso adelante, poniéndonos


nariz con nariz—. Te lo juro, sólo Garrett y tu pueden meterme en juegos
estúpidos como este.

—Es un honor, entonces. —El aliento de Cullen me rozó los labios


cuando inclinó la cabeza, sus labios casi rozaron los míos mientras el calor
me recorría desde la columna vertebral hasta la ingle—. Todo lo que tienes
que hacer es dar un paso atrás.

—No, estoy bien. Tú da el paso atrás. —Era jodidamente ridículo lo


idiotamente competitivos que podíamos ser. Hasta infantiles. También había
sido una de las cosas que me encantaban de estar con él. La absoluta libertad
de ser tonto. No había hecho mucho de eso en mi vida. Ahora era un arma de
doble filo.

—Yo también estoy bien. Supongo que nos quedaremos aquí así hasta
que llegue el ascensor, entonces.

Tenía la polla dura, pero me mantuve firme, concentrándome en el brillo


dorado de la alegría en los ojos de Cullen más que en la exuberante sensación
de su boca tan cerca de la mía. —Supongo que sí. —

El ascensor sonó y los dos nos sobresaltamos al mismo tiempo. Me


agaché para recoger mi bolsa de la compra y ambos saludamos con la cabeza
a la pareja que salía.

Cuando las puertas del ascensor volvieron a cerrarse, Cullen y yo nos


miramos y nos echamos a reír. Me encantaba el sonido de su risa genuina.
No la risita educada que a veces soltaba a los periodistas o a los fans, sino la
resonancia desenfrenada y estruendosa de la auténtica diversión.

—Por cierto, he ganado ese asalto —le dije cuando recuperé el aliento.

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—Mentira. Saltaste como medio kilómetro atrás.

—Imposible con esta rodilla. Apenas puedo moverme —mentí.

Puso los ojos en blanco.

—Cierto. Tirando de la carta de la lesión. Veo a través de esa mierda,


McRae.

Nos reímos todo el camino hasta mi piso y luego por el pasillo. Lo


empujé por la puerta y sacudí la cabeza mientras llevábamos la compra a la
isla de la cocina.

—Mi agente inmobiliario llamó antes, por cierto. Me encontró un


subarrendamiento de mes a mes que puedo tomar hasta que encuentre algo
más permanente si lo quiero. Tal vez esa sea la mejor idea de todos modos,
para asegurarse de que Rush va a aferrarse a mí por lo menos a través de la
temporada.

—Sí, eso suena inteligente. —Me centré en mis compras, poniendo las
verduras en el mostrador. Sería bueno volver a tener mi propio espacio, sí. Se
suponía que esto nunca iba a ser otra cosa que transitorio, así que ¿por qué
ya estaba nostálgico por su inminente partida? No importaba.

—Además, sé que eres alérgico a demasiada diversión en tu vida.

—¿Es eso lo que es?

Cullen se encogió de hombros.

—Algo así. ¿Vas a echarme de menos? —Arqueó una ceja.

—Ni por un maldito segundo. Toma, mételos en la nevera y luego


encenderé el horno para tu pizza POS —le dije, y luego me pregunté si aún se
daba cuenta de que estaba mintiendo.

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Capítulo 5
Cullen
Había tenido que entrenarme para convertirme en una persona
madrugadora. Bueno, todavía no podía decir que me gustaran las mañanas y
prefería poder dormir hasta tarde e ir a mi ritmo, pero eso no era posible
durante la temporada de fútbol.

Cuando íbamos a la universidad, solía enviarle mensajes de texto a


Houston a primera hora de la mañana, normalmente con algo sexual o algún
tipo de broma. Se había convertido en algo nuestro. Ahora estaba justo al final
del pasillo y deseaba que pudiéramos hacer algo sexual por las mañanas para
ayudarme a empezar el día, pero entonces oía esa voz de reproche en mi
cabeza: el Cullen malo. ¿Por qué Houston McRae me hacía querer ser tan malo
con él? Era un problema, y no podía fingir que no era aún más difícil mientras
vivía con él. Intenté fingir que no lo era, pero la mayoría de las veces me
ganaba la polla, y básicamente me había masturbado pensando en él todas
las malditas noches, incluso cuando habíamos viajado por un partido.

Por eso sería bueno que aceptara este subarriendo mensual. Tenía que
seguir recordándome a mí mismo todas las razones por las que era una mala
idea quedarme con Houston. ¿Sinceramente? Seguía sin estar convencido. Él
era, por supuesto, un desgraciado. No es que no creyera que Houston quisiera
follarme, porque estaba claro que sí. Sólo que él tomaba decisiones más
inteligentes que yo.

Caliente, cansado y molesto, me levanté de la cama. No me molesté en


hacer nada en mi teléfono, excepto apagar la alarma, antes de entrar a
trompicones en el baño. ¿Por qué mi agente inmobiliario quería reunirse
conmigo tan temprano? Esta mierda debería estar prohibida.

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Serie Jugando par siempre 02
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Me duché, me masturbé y me vestí. Me di cuenta de que Houston ya se


había ido. No sabía adónde mierda había ido tan temprano, a menos que
estuviera haciendo todo lo posible por evitarme. Probablemente fuera así.

Me preparé un batido de proteínas e incluso me aseguré de limpiar lo


que ensuciaba para no molestar a Houston. Podía ser un buen chico cuando
lo necesitaba. Alguien debería recompensarme. Él debería recompensarme.
Ah, espera. Otra vez estaba pensando cosas que no debería pensar.

Pedí un servicio de coche y acababa de bajar al vestíbulo cuando sonó


mi móvil. Cuando vi el nombre de mi agente en la pantalla, gemí. No solía ser
bueno que me llamara sin motivo.

—No fui yo. Palabra de explorador. No he hecho otra cosa que jugar al
fútbol y quedarme en casa de Houston —dije en lugar de saludar.

—¿Qué pasa contigo y Houston McRae?

—Um... me rindo. ¿Qué pasa conmigo y Houston? —¿Era esto algún


tipo de juego? No podía saber lo de la universidad o nuestro pequeño desliz
en el baño, que nos dejó con un gran y gordo nada.

—Jesús, Cullen. Esto no es una broma. Ayer debieron llamar la


atención de los paparazzi por algo. Hay fotos de ustedes dos juntos en el
vestíbulo de su edificio. Están... muy juntos... Parece que están haciendo todo
lo posible por no arrancaros la ropa el uno al otro, si soy sincero.

—¿Eso es todo? Sólo fue un estúpido juego de mierda. —¿Por qué iba
a importar? ¿Tenían fotos de Houston y mías uno al lado del otro? Gran jodido
problema.

—¿Está el chico malo de la NFL, Cullen Atwood, jugando con el corazón


de Houston McRae? ¿Cullen Atwood va a causar estragos en los Rush? Cullen

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Serie Jugando par siempre 02
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Atwood seduce a Houston McRae por un puesto en el equipo. Y eso ni siquiera


es lo peor de las cosas online.

El corazón se me cayó a los pies, luego lo pisaron y lo estrellaron contra


el hormigón. ¿Pero qué mierda...? Por supuesto que lo que estaba pasando
era automáticamente un desastre a punto de ocurrir, y por supuesto que era
culpa mía. ¿Olvidas que en realidad no pasó nada, pero sacaron toda esa
mierda de unas fotos inocentes?

—Eso ni siquiera tiene sentido. Me cambiaron a los Rush antes de que


salieran las fotos. Me querían porque soy jodidamente bueno.

—No es el punto, Cullen. Se supone que debes mantener la cabeza baja.


No se supone que estés en las noticias por otra cosa que no sea ganar partidos
de fútbol.

—¡Yo no hice nada! —Pero eso nunca había importado en el pasado. No


todo lo que decían de mí era cierto—. Escucha, mier... —añadí cuando sonó
mi otra línea. Una mirada al teléfono y... —¡Mierda! —Dije de nuevo—. Es el
entrenador. Tengo que contestar esta llamada.

Howie maldijo en voz baja.

—Mantenme informado. Arregla esto, Cullen.

—Lo haré. —¿Qué mierda era que tuviera que arreglar algo cuando no
había hecho nada mal?

***

Estuve nervioso todo el trayecto hasta las instalaciones de Rush. El


entrenador había estado tranquilo cuando llamó y dijo que necesitaban
hablar conmigo. Eso tenía que ser una buena señal, ¿verdad? Probablemente
sólo querían una explicación, que yo podría darles, y todo estaría bien.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Sí, claro. Todavía no habíamos ganado un partido conmigo en el equipo,


y ahora probablemente estaba a punto de perder mi trabajo. ¿Por qué
querrían mantenerme cerca? Yo no me querría. Claramente, yo era un lastre.

Mis manos intentaban retorcerse, pero las obligué a detenerse. Los


nervios libraban una guerra contra mis entrañas... y quizá también contra mi
corazón. ¿Qué iban a decir? Estaba claro que Rush no estaba contento
conmigo. Se habían arriesgado y, contrariamente a mi comportamiento,
puede que no fuera el tipo más listo del lugar, pero no era idiota, y sabía que
esto no me auguraba nada bueno. De alguna manera, estaría equivocado.

No podía perder el fútbol, joder, no podía. ¿Quién sería yo sin eso? Era
lo único en lo que siempre había sido bueno. Era lo único que hacía que a la
gente le importara una mierda.

Me despedí del conductor del Uber cuando llegamos a las instalaciones


de Rush. Mi corazón intentó trepar por mi garganta y saltar por mi boca todo
el tiempo que subí en el ascensor.

La recepcionista pelirroja me dedicó una sonrisa que era un cruce entre


estás jodido y quiero follarte, que era básicamente la historia de mi vida en
pocas palabras.

—Se supone que he quedado...

—Te están esperando —me interrumpió, poniéndose en pie y


conduciéndome hasta la puerta de una gran sala de conferencias. Ya había
visto suficientes para toda la vida.

—Cullen... toma asiento —dijo Larry Dixon, el dueño del equipo, que
esperaba que no estuviera allí. Le acompañaban el entrenador Baker, Paul
Marsh y Cynthia Meyer, de Relaciones Públicas.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Gracias, señor —respondí, tratando de ser respetuoso en lugar de


arrancarle la cabeza de un mordisco, cosa que solía hacer cuando me veía
acorralado. No la cagues, Atwood. No la cagues.

—Antes de empezar, ¿quieres que venga tu representante de jugadores?


¿O tu agente? —preguntó Larry, pero me deshice de su preocupación. Howie
sabía que pasaba algo y, pasara lo que pasara, yo me encargaría de ello—.
Estoy seguro de que has visto los titulares... Hay fotos tuyas con Houston
McRae que... aunque no son explícitas ni dañinas, tengo que admitir que son
preocupantes.

—¿Me estarías llamando aquí si hubiera estado tan cerca de una mujer?
—No pude evitar preguntar, aunque no era el momento de jugar a este juego
con ellos. Aún así me enojaba.

—Eso no es justo, Atwood —añadió el entrenador—. Te aceptamos en


este equipo sabiendo que eres bisexual. Tenemos dos compañeros de equipo
que están juntos, por el amor de Dios. Si hay un equipo en la liga que es
progresista, son los Rush.

En eso tenía razón, aunque sabía que, como a todos los demás, aún les
quedaba mucho camino por recorrer.

Asentí, sin saber qué decir realmente.

—Pero el hecho es que eres conocido por aparecer en los medios de


comunicación por todas las razones equivocadas. Y teniendo en cuenta que
sólo has perdido una vez con nosotros y que ya hay historias circulando,
pensamos que lo mejor era llamarte y recordarte lo que esperamos de
nuestros jugadores —dijo Larry.

—No queremos polémicas —añadió el entrenador—. Nada de dramas ni


de historias rocambolescas. Queremos...

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Larry le cortó.

—Queremos que te comportes lo mejor posible. Voy a ir al grano, hijo.


Lo digo como lo veo. Quiero que seas como la jodida Mary Poppins,
prácticamente perfecta en todos los sentidos, mientras lleves el uniforme de
Rush. Pasa tiempo con Houston. Eso es genial. Demonios, toda la liga y los
fans de casi todos los equipos le adoran, así que probablemente sería bueno
para tu reputación. Pero no te dejes atrapar en... posiciones comprometedoras
con él una noche y con alguien más la siguiente. No invites al drama en
nuestro vestuario. Ya vamos a tener que pensar cómo darle la vuelta a esto
porque las historias están por todas partes: desde que los dos eran novios
secretos hasta que intentaste que se uniera a tu secta sexual. Aparentemente
le lavaste el cerebro. —

Howie claramente había omitido el culto al sexo a propósito. No sabía


de dónde sacaba la gente esa mierda. ¿Qué pensarían si supieran que solía
creer que estaba enamorado de Houston? ¿Que me había roto el corazón y
aún no me había recuperado? Todo lo que sabía era que no iba a joder mi
oportunidad con Rush, pero tampoco iba a dejar entrar a Houston otra vez.
Jamás. No importaba lo densa que fuera la tensión sexual entre nosotros.

No es que quisiera nada de eso cuando se trataba de mí.

—¿Estás escuchando, Atwood? —preguntó el entrenador.

Mierda. No lo había hecho. Tenía Houston-cerebro.

—Sí, señor. No voy a meter la pata. Estoy aquí para jugar al fútbol. Voy
a ayudar a los Rush a llegar hasta el final. Eso es todo lo que me importa.

Asintieron, pero me di cuenta por las preguntas en sus miradas que no


sabían si podían creerme. Mudarme de la casa de Houston tenía que ser el
número uno en mi lista de cosas por hacer.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Ahora, sobre Houston y tú. Tenemos que saber qué esperar. No me


gusta la idea de tener que hacer algún tipo de declaración, pero tampoco
quiero que estas historias y preguntas sobre ambos nos persigan en cada
partido —añadió Larry.

—Eso va a ser difícil —dijo Cynthia—. Houston es tan universalmente


querido en la liga que si lo dejamos en sin comentarios, la foto fue sacada de
contexto, o cualquier variación como esa todavía va a resultar en historias
sobre Cullen haciendo mal a Houston.

Ugh. McRae era un maldito Boy Scout. Ella tenía razón. Todo el mundo
le quería, y la cosa era que se lo merecía. Era un buen hombre que hacía lo
correcto y se preocupaba por la gente. Yo siempre iba a ser el jodido entre
nosotros.

—¿Cuál es el trato entre ustedes dos? —preguntó Paul.

Antes de que pudiera contestar, aunque no sabía qué iba a decir, sonó
el interfono.

—Siento interrumpir. Tengo aquí a Houston McRae pidiendo hablar con


todos ustedes.

Esa sola frase me dio un vuelco al corazón, como si estuviera solo, sin
defensas, enfrentándose a toda la línea ofensiva. ¿Houston estaba allí? ¿Qué
mierda estaba haciendo?

—Déjalo entrar —dijo Larry.

Estupendo. Probablemente iba a venir aquí y tratar de cambiarme para


no tener que vérselas conmigo. Incluso mientras esos pensamientos daban
vueltas en mi cabeza, sabía que no eran ciertos. Houston nunca haría eso.
Me había dejado quedarme en su casa la semana pasada. Sentí que
estábamos avanzando entre nosotros.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Todo el mundo guardó silencio cuando se abrió la puerta y entró


Houston. Caminaba con una ligera cojera que me hizo preguntarme si había
intentado llegar demasiado deprisa o se había hecho daño de algún modo.
Llevaba el pelo castaño ligeramente despeinado, colgando sobre la frente.
Llevaba vaqueros y una camiseta de manga larga que le abrazaba el pecho de
todas las formas posibles.

—Houston, esto es una sorpresa —dijo el entrenador.

Me miró, pero apartó rápidamente los ojos como si no quisiera que viera
lo que reflejaba.

—Sólo quería venir y decir algo en defensa de Cullen. Los dos fuimos
descuidados anoche, no sólo él. Fue un momento privado entre... bueno,
nosotros... sólo un juego tonto, de verdad, que no debería sacarse de contexto.

Había venido a defenderme. ¿Por qué no me sorprendía? Le volvía loco


y probablemente nunca le había hecho la vida fácil, ni siquiera cuando
estábamos juntos, pero había venido a proteger mi puesto en el equipo.

—De eso estábamos hablando con Cullen cuando llegaste, de intentar


averiguar la naturaleza de su relación para poder adelantarnos a esto antes
de que le cause problemas. Queremos evitar dramas innecesarios y sacar
provecho de la noticia. Estar contigo suaviza un poco las aristas de Cullen —
dijo Cynthia.

—Salir con Houston sería una bendición disfrazada —añadió Paul.

Jesús, ¿tan malo era? Actuaban como si comiera cachorros o algo así.
¿Cómo de enfadados se iban a poner cuando tuviera que decirles que sólo
éramos amigos?

—Nosotros...

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Novios —me cortó Houston. Estaba casi seguro de que los globos
oculares se me habían salido de la cabeza, aunque debían de estar en su sitio
porque las miradas de Houston y mía se chocaron y se sostuvieron.

¿Qué mierda estaba haciendo?

Su mirada perdida parecía clavada en la misma pregunta, como si


tampoco tuviera ni idea de lo que acababa de hacer.

—Gracias a Cristo —dijo Paul.

—Así que es eso, entonces. Deberías haber dicho algo cuando te


traspasaron... aunque supongo que debe ser bastante nuevo teniendo en
cuenta las circunstancias. ¿No aprendiste de Ramsey y Garrett que los
secretos nunca permanecen en secreto por mucho tiempo? —preguntó el
entrenador.

Porque pensaban que estábamos saliendo.

Novios.

Como Garrett y Ramsey.

No sabía si reírme o decirles que Houston estaba como una puta cabra.

El resto de la reunión pasó borroso. Entendí algunas frases al azar,


como que nos aseguráramos de que no hubiera drama e intentáramos que nos
vieran juntos en público, pero aparte de eso, no tenía nada. Podría haberles
dicho que había tenido un hijo secreto de Houston. Antes de que me diera
cuenta, los dos estábamos saliendo juntos del edificio, sin hablar hasta que
habíamos doblado la esquina.

—¿Qué carajo fue eso? —pregunté.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Yo salvándote el culo. Es curioso que yo también tuviera que hacer


eso en la universidad. Baja la voz antes de que alguien nos oiga.

Porque, por supuesto, era el puto Houston perfecto.

—No, no lo hiciste —respondí.

—Sí, lo hice.

—Lo que tengas que decirte a ti mismo. Y en serio, McRae, si tanto me


querías, sólo tenías que pedírmelo. No tenías que urdir todo este plan para
montarnos una relación falsa.

Me miró como si fuera a matarme y no pude evitar sonreír. Quizá era


un poco masoquista, pero me gustaba que Houston me mirara así.

—¿En qué mierda estaba pensando? —se preguntó más a sí mismo que
a mí. Se pasó una mano por el pelo y me di cuenta de que estaba nervioso—.
Esto es un desastre. ¿Por qué demonios les dije eso? —Su respiración se
aceleró como si estuviera a punto de hiperventilar.

La cosa era que Houston no exponía su vida privada de esa manera.


Mantenía su mierda bajo llave. Acababa de entrar en el centro de un frenesí
mediático... por mí. Porque incluso con todo el drama que había entre
nosotros, no quería que empezara la temporada con problemas. Y eso... joder,
eso significaba algo para mí.

—Podemos cancelarlo —dije en voz baja.

—Un poco tarde para eso, ¿no crees? Maldito Garrett, ojalá no me
hubiera mandado un mensaje para decirme que te habían llamado y que
había fotos de nosotros juntos por todo internet.

Se paseó de un lado a otro, haciéndome notar de nuevo su cojera.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Oye, te duele. Llamemos a un coche. Podemos resolver esta mierda


en casa.

—¿En casa? —preguntó, con las cejas fruncidas—. Creía que te ibas a
mudar.

—Quiero decir, ahora que somos novios, eso podría parecer un poco
sospechoso. Pensarán que me echaste y me rompiste el corazón. —Intenté
hacerle reír, aunque sabía que toda esta situación era un desastre a punto de
ocurrir.

—Estás disfrutando esto demasiado.

—Vamos, Mejillas Dulces. Sabes que si me mudara, me echarías de


menos.

—No me llames así.

—¿Tesorito? ¿ Pastelito? ¿ Amorcito?

—Vas a hacer que pierda la cabeza.

—En vez de eso, ¿podría hacerte soltar tu carga?

Realmente, no podía superar lo que había hecho por mí. En cierto modo,
era perfecto. Si creían que estaba con Houston, quizá los medios me dejarían
en paz. Podría mantener mi mierda bajo control y no meterme en problemas,
ganaríamos un campeonato, y la liga me amaría.

Cerró los ojos y suspiró. De repente, sólo podía pensar en consolarlo.


En cuanto me asaltó ese pensamiento, traté de congelarlo. No iba a dejarme
envolver de nuevo por Houston McRae. Volveríamos a su casa y lo
hablaríamos. Si decidíamos continuar con esta farsa durante un tiempo,

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

mantendríamos las distancias y nos aseguraríamos de que todo siguiera


siendo completamente profesional.

Houston me había roto el corazón una vez. No iba a dejar que volviera
a ocurrir.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Capítulo 6
Houston
Cuando mi hermano me llamó por lo de Cullen y los titulares, por
supuesto que quería que le informara de inmediato, pero yo me había
centrado exclusivamente en controlar los daños. El jurado no sabía si mi
impulsividad había creado un lío mayor. En realidad, no, el jurado no estaba
deliberando. El veredicto era un sí rotundo, como demostraba el hecho de que
mi antiguo amante fuera ahora mi amante actual, al menos de nombre, y
viviera conmigo en un futuro próximo. Sin embargo, aún no había tenido
tiempo de desentrañar mentalmente aquel lío. Probablemente necesitaba ver
a un terapeuta. Por Dios.

Ahora, estaba sentado en una silla frente a Garrett y Ramsey en su


acogedora casa de Cedar Grove, con sus miradas inquebrantablemente
curiosas tan ardientes e intencionadas hacia mí como las llamas
parpadeantes de la chimenea abierta junto a nosotros.

—¿Así que estás viendo a Cullen? ¿Desde cuándo y no nos lo has dicho?
—Ramsey ladeó la cabeza. Sabía que tanto a él como a Garrett les había
atrapado desprevenidos que no les hubiera dicho ni una palabra sobre Cullen
y posiblemente estaban incluso un poco dolidos.

—No lo estoy viendo exactamente. O no lo estaba. —Me restregué la


cara—. No desde hace mucho tiempo. Tuvimos algo en la universidad que…

—Mierda. —Garrett chocó las palmas de las manos, sobresaltándonos


tanto a mí como a Ramsey—. Hostia puta... El 'hombre' de la universidad en
el equipo. Me lo contaste vagamente y lo había olvidado por completo.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Garrett se había enfadado mucho con Ramsey hacía tiempo, cuando


empezaron a verse, y yo había empezado a confiarle cosas sobre Cullen, pero
no le conté ningún detalle sobre él ni sobre la profundidad de nuestra
relación, relación de pareja, lo que fuera, porque seguía sin querer delatar a
Cullen, ni siquiera ante mi propio hermano.

—Sí, gracias a Dios que tenías la cabeza demasiado metida en el culo


de Rams por aquel entonces —dije, intentando relajar el ambiente.

—Fue mi polla, en realidad, pero sí. —Garrett se rió mientras yo me


encogía—. ¿Demasiada información? Bueno. Te lo mereces.

—Me sorprende que conozcas las letras.

—Espera un segundo —interrumpió Ramsey. —¿Así que Cullen y tú


anduvieron en Southern U?

—No se suponía que fuera en serio. —¿No era así como empezaba
siempre? Garrett y Ramsey soltaron una carcajada espeluznante al unísono,
que llenó la habitación a pesar de mi mirada severa. —Gracias por recordarme
una vez más que es posible amar y odiar a la gente al mismo tiempo. —Les
di la espalda—. Nos escabullimos durante el primer y el último año, sí. Fue
muy estresante. —Y estimulante y caliente. Y al final desgarrador, lo cual me
merecía.

—Entonces, ¿qué pasó? Obviamente terminó en algún momento. ¿O


no? —Ramsey enarcó una ceja.

—Se acabó. —Cogí la cerveza que Garrett me había ofrecido al llegar y


di un trago—. ¿Qué íbamos a hacer? Los dos sabíamos que las probabilidades
de acabar en el mismo equipo profesional eran escasas. Incluso si
intentábamos hacer lo de la distancia, ¿cómo iba a funcionar? Hubiéramos
sido fáciles de sacar, y mierda, las cosas no eran como son ahora en ese

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entonces. Nadie que jugara al fútbol profesional estaba fuera. Nadie.


Hablábamos de ello. Hablábamos de ello todo el puto tiempo... —Me
interrumpí. Seguía sintiéndome mal al recordar aquellas conversaciones.
Habían sido duras, aún más por el hecho de que normalmente estábamos
abrazados mientras las teníamos. Se podría decir que el amor lo vence todo,
pero a veces no era así. A veces había demasiados obstáculos en el camino.

—Sí, es verdad. —Sus expresiones se tornaron serias, Garrett frunció


el ceño con simpatía mientras su mirada se volvía penetrante. —Apesta, sin
embargo, si realmente se gustaban.

—Nos amábamos. —Nunca lo había dudado, aunque nunca nos


habíamos dicho que nos queríamos, ambos demasiado asustados, supongo,
para admitirlo ante el otro, y mucho menos ante nosotros mismos. Era el
primer chico con el que había estado y viceversa. Habíamos sido unos idiotas
torpes en muchos sentidos, y ahora era más fácil recordar todo aquello, sobre
todo teniendo en cuenta mi situación actual, y decirme a mí mismo que sólo
habíamos sido unos chicos tontos que se enrollaban, pero no estaba seguro
de poder creérmelo del todo en el fondo, a pesar de lo tranquilo que intentaba
parecer.

—¿Así que chocaron los cinco y se separaron?

—No exactamente.

—Se largó, ¿no? —Ramsey frunció el ceño y pude ver cómo trabajaba
su mente, cómo crecía su posible aversión hacia Cullen. Yo no quería eso;
Cullen no se lo merecía.

Sacudí la cabeza y confesé las palabras que nunca antes había dicho
en voz alta.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Fui yo. Yo fui el imbécil. Cullen habría dicho: 'A la mierda,


intentémoslo'. Su idea era que nos asignaran un equipo profesional, que
fuéramos a lo seguro durante un tiempo y que luego saliéramos e
intentáramos por todos los medios que funcionara. Le dije que no. —Garrett
se quedó boquiabierto, pero mi atención se había desviado hacia Ramsey.
Incliné la barbilla hacia él—. Me preocupaba, como a ti al principio, que
nuestra sexualidad eclipsara nuestras carreras. Nos conocerían como los
jugadores gays. Supongo que es una broma. Ahora soy el tipo cuya pierna se
dobló en la dirección equivocada en la televisión nacional. —Sacudí la
cabeza—. Tuvimos una discusión al respecto. Una pelea, supongo. Luego
acordamos que lo mejor sería terminar. Luego, por supuesto, mi estúpido culo
se lo pensó mejor. Fui a decírselo y ya estaba con otra. —El recuerdo de
compartir un ascensor con una mujer que llevaba la sudadera de Cullen y
olía a él todavía escocía. Por eso era tan útil decirme a mí mismo que sólo
habíamos sido unos niños tontos enrollándonos.

—¿En serio? Idiota.

Garrett levantó una mano.

—Eso no es una estupidez, Rams. Habían terminado. No es


exactamente justo estar enojado con Cullen por seguir adelante. No voy a
mentir y decir que no lo hice un par de veces yo mismo. Es más fácil superar
a alguien si te metes debajo de otro.

Ramsey frunció el ceño hacia Garrett.

—Será mejor que nunca hagas eso conmigo.

—Entonces nunca deberíamos romper. Problema resuelto. —Garrett


sonrió satisfecho y se apartó del puñetazo que Ramsey le propinó en el
hombro—. Estoy bromeando, idiota. Estoy arruinado para cualquier otro

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humano jamás por tu polla mágica. —Se volvió hacia mí—. Pero podrías
haberle dicho a Cullen lo que sentías.

—Supuse que eso significaba que habíamos tomado la decisión


correcta. No sé, estaba enojado y con el corazón roto, y sabía que me lo
merecía. Pero piénsalo. Era estúpido imaginar que una larga distancia podría
funcionar con ese tipo de presión y el escrutinio de los medios. Para empezar,
la larga distancia rara vez funciona, y más con dos personas en equipos
diferentes, ambas viajando constantemente y compitiendo entre sí. —Lo
había creído; todavía lo creía. Pensaba que a la larga nos estaba ahorrando
más disgustos. O quizá sólo a mí mismo.

—Siempre tan malditamente racional. —Garrett chasqueó la lengua—


. Algún día, te encontrarás en una situación que toda la lógica y la estrategia
no va a resolver, sin embargo. Pregúntame cómo lo sé. —Lanzó una mirada
aguda a Ramsey.

Ramsey frunció el ceño.

—Aunque todavía me faltan algunas piezas. ¿Ahora vuelven a estar


juntos?

—No.

Garrett y él intercambiaron una mirada, y yo suspiré, encogiéndome


interiormente porque era imposible que no se divirtieran con lo que estaba a
punto de decirles.

—Su carrera está en juego. Él lo sabe, yo lo sé, Ustedes lo saben, y no


es que lo odie. Es... complicado. —Tomé otro aliento fortificante—. Así que
cuando G llamó y me dijo que habían llevado a Cullen al despacho del
entrenador y me contó lo de los titulares, puede que me asustara un poco
pensando que estaban a punto de echarlo del equipo. Y puede que... —Exhalé

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un largo suspiro—. Puede que haya dicho que los rumores eran ciertos. Sólo
porque pensé que tal vez Rush se alegraría de que tuviera una relación.
Parecería como si... se hubiera calmado o algo así. Más estable. ¿Y adivina
qué? Lo está. Relaciones Públicas prácticamente hizo una giga de alivio.

Garrett soltó una carcajada al mismo tiempo que Ramsey ladraba:

— ¿Qué carajos?

Los fulminé con la mirada.

—No tiene gracia.

G se despatarró en el sofá, con la mano sobre el pecho.

—Es divertidísimo. Joder, y yo que siempre había pensado que era yo


el que tomaba decisiones tontas. Has estado aguantando, hermano.
Jesucristo.

Sin embargo, Ramsey cambió al modo quarterback, pensando varios


pasos por delante. Me miró fijamente. —¿Realmente has pensado en esto?
¿Hay un plan de juego? ¿Van a fingir que son novios durante un mes? ¿Toda
la temporada? ¿Para siempre?

—Todavía no lo he pensado —murmuré, y Ramsey levantó las manos.

—Esto no es propio de ti, hombre.

No se equivocaba, pero no sabía qué decir a eso. Me había dejado llevar


por el momento, atrapado pensando en lo devastado que estaría Cullen si
Rush lo dejaba ir también.

—Pero lo es. —Garrett se enderezó en el sofá—. Inesperadamente


impulsivo, sí. Pero es muy Houston. Leal a su propio detrimento a veces. Esto

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es definitivamente el siguiente nivel, sin embargo. Espero que sepas lo que


haces.

—No, pero ya lo resolveremos.

Garrett se dio un golpecito en la barbilla.

—Curioso. Esas palabras me suenan mucho.

El imbécil me había dicho lo mismo cuando empezó a enrollarse con


Ramsey. La diferencia era que Cullen y yo no estaríamos saliendo.

***

Era tarde cuando volví a mi apartamento, pero Cullen seguía en el


salón, estirado en el sofá, con el volumen de la tele bajo, los brazos cruzados
sobre el pecho, dormitando con los labios ligeramente entreabiertos. Abrió los
ojos cuando cerré la puerta tras de mí.

—¿Esperándome?

—No. Me quedé dormido viendo una película —murmuró, con una


pequeña sonrisa que me indicó que mentía.

—¿Qué te pasa en la cadera? —Me había fijado en la bolsa de hielo que


tenía encima al acercarme, y una chispa de preocupación asomó por los
rincones de mi mente. Lo último que necesitaba ahora era una lesión además
de todo el resto.

—Nada, relájate. Sólo intento evitar un pequeño hematoma. El


entrenador dijo que está bien.

—Quédate donde estás —le dije cuando empezó a incorporarse. Dejé las
llaves sobre la encimera, fui al congelador y cogí otra bolsa de hielo, la llevé

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conmigo al salón y cogí la que se había derretido antes de colocar la nueva


sobre la cadera de Cullen.

—Podría acostumbrarme a esto. —Sonrió.

—No lo hagas. Y ten cuidado esta temporada. No te hagas daño.

—Ya he consultado a los dioses del fútbol, he hecho mi ofrenda de


sangre y sudor, y todo está bien. —Me hizo sitio mientras me sentaba—.
Entonces, ¿vas a contarme qué pasó con tu hermano? Si no, podemos volver
a que me atiendas. Estoy bien con cualquiera de los dos.

—No hay mucho que contar, la verdad. Sólo querían saber qué pasaba,
así que se lo conté.

—¿Todo? ¿Incluso sobre nosotros en la universidad?

—Eso también, sí. No dirán nada. Y lo entienden.

—¿Así que ninguno de los dos lo sabía antes? —La sorpresa marcó su
frente.

—No habías salido hasta hace poco, y no parecía... correcto. —Y


también había una parte de mí que quería guardar lo que había pasado entre
nosotros sólo para mí. Tal vez eso era egoísta o estúpido o un signo de un ego
frágil que Cullen me hiciera sentir tan vulnerable, no estaba seguro—.
¿Alguna vez se lo contaste a alguien?

—¿Aparte de Charity? No. Y sé que ella nunca dijo una palabra


tampoco. No lo haría.

—Me lo imaginaba. —Subí los pies a la mesita y me estiré—. Pero tenían


muchas preguntas. Pertinentes, así que supongo que tenemos que resolver
algunas cosas. —Me pasé una mano por el pelo e intenté organizar mis

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pensamientos. Últimamente estaban desordenados, otra cosa a la que no


estaba acostumbrado—. Lo que hice fue impulsivo. No se me da bien ser
impulsivo, así que no estoy muy seguro de cómo funciona esto.

—Por suerte para ti, soy muy impulsivo. —Cullen se rió entre dientes.

—Vamos a necesitar algún tipo de reglas básicas.

—Estoy de acuerdo. —Cullen se ajustó la bolsa de hielo en la cadera e


hizo un gesto de despreocupación cuando mis ojos se desviaron en esa
dirección. No pude evitarlo. Todavía tenía algún tipo de respuesta TEPT7 sobre
posibles lesiones. También me pasaba con mi hermano y con Rams.

—Primero, vas a tener que dejar de espiarme mientras me ducho. Si


quieres echar un vistazo, entra y echa un vistazo.

Solté una carcajada. —Vete a la mierda. —En todo caso, le daba a


Cullen un amplio margen cuando andaba semidesnudo. Observarlo mientras
se duchaba sería puro masoquismo, aunque me hiciera palpitar las pelotas
de pensarlo. El hombre tenía un cuerpo asesino, ¿qué podía decir?

—Vale, pues ya que estamos, deja de ponerme ojitos de idiota cada vez
que hago algo más que darte algo del congelador —le espeté. Eso también era
una exageración, pero hizo que los ojos de Cullen bailaran con humor.

—No todos los días veo a Houston McRae doblado.

—Muy bien, Jesús. —Agité una mano.

—Bien. He terminado. —Cullen rodó los hombros de una manera que


decía que acababa de empezar, así que cambié de tema.

7 Trastorno por estrés postraumático: Trastorno caracterizado por la imposibilidad de

recuperarse después de experimentar o presenciar un evento atemorizante.

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—Pensé en todo esto en el camino de vuelta aquí.

—Oh, esto va a ser bueno.

—Shhh. Escucha. Si lo piensas, nada tiene que cambiar realmente


excepto... supongo que te quedarás aquí por la temporada, lo que significa
que tu culo tiene que pagarme el alquiler.

Cullen se rió.

—¿En serio?

—En serio. Es un acuerdo comercial. El alquiler ayuda a reforzarlo.


Además, estarías pagando alquiler aquí incluso si estuviéramos juntos. No
soy tu padre. Mierda, en todo caso, tú deberías ser el mío. Tú eres el que
todavía tiene una carrera.

Cullen miró a su alrededor.

—No estás sufriendo exactamente, McRae. Pero es justo. Puedo pagar


el alquiler. Continúa.

—No es que tengamos que salir en público y machacarnos mutuamente.


Hagamos lo que hagamos, si alguien nos ve juntos, se va a creer que estamos
juntos. Así que seguimos haciendo eso. Salimos a cenar o de compras o lo que
sea que hagan las parejas normales de vez en cuando, y ya está.

Cullen me miró entrecerrando los ojos.

—¿Has estado en una relación antes?

—He salido con gente antes.

—Respuesta extrañamente evasiva. Explícate. ¿Cuánto tiempo?

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—Unas semanas. —Me encogí de hombros. No necesitaba que este


hombre psicoanalizara mi vida amorosa o la falta de ella. Yo era exigente. O
emocionalmente cerrado. O ambas cosas—. Cambiando de tema. Como esto
obviamente no va a ir a ninguna parte, pero como probablemente sería mejor
'romper' fuera de temporada, también tengo una solución para eso. Sabes que
he estado mirando oportunidades de trabajo por todo EEUU. Bueno, hay dos
que están sonando bastante bien. Una en California. Una en Dallas. Tomo
una de esas, me mudo, y rompemos debido al factor distancia. Una historia
tan vieja como el tiempo. —Levanté la vista ante el prolongado silencio. Cullen
nunca estaba tan callado, y sus ojos estaban encapuchados e ilegibles—.
¿Qué? Supongo que podríamos hacerlo de otra manera; me pareció la
respuesta más obvia. Faltan menos de seis meses para la temporada baja.
Parece un plazo factible.

Se encogió de hombros y carraspeó.

—Supongo que pensé que te quedarías más cerca de casa. Que por eso
no habías aceptado ninguna de las ofertas anteriores. Sé que ha habido
muchas. Garrett me lo dijo.

—No me quedaban bien —repliqué, con una banda invisible


apretándome el pecho. ¿Por qué me ponía a la defensiva? Lo había rechazado
todo, y no sabía muy bien por qué, pero sabía que había cierta reticencia a
dejar atrás todo lo que había conocido durante años. Y sin embargo, al mismo
tiempo, mi vida había cambiado, mi trayectoria profesional había cambiado,
yo había cambiado. Durante mucho tiempo, después de lesionarme, sentí que
eso era todo lo que era: un ex futbolista lesionado. Quería ser más, así que
¿no debería afrontarlo? ¿Empezar de nuevo en otro lugar? Tal vez esta farsa
con Cullen era sólo el empujón que necesitaba para finalmente dar el salto.

—¿Has considerado alguna vez que lo adecuado era hacer lo que ya


estás haciendo? ¿Ser voluntario en ese instituto? ¿Estar cerca de tu familia?

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Me mordí el labio inferior. A Cullen siempre se le había dado bien cortar


por lo sano. Y claro que lo había considerado.

—Es como rendirse. No puedo explicarlo. Supongo que aún quiero


sentir que me estoy haciendo un nombre, aunque ya no sea en el campo. —
Yo tampoco se lo había confesado nunca a nadie, y me dejó una sensación de
crudeza y ternura a la vez. Miré a Cullen a los ojos, esperando que me llamara
la atención por ser un bastardo egoísta o me acusara de no dejarme llevar,
pero lo único que detecté en su mirada fue una comprensión que envolvió mi
corazón. Entonces asintió.

—Sabes que lo entiendo, McRae. —Se sacó la bolsa de hielo de la cadera


y se puso de pie—. Lo haremos como dijiste, entonces. Un plan sólido. Ahora
voy a dormir un poco. Por la mañana temprano, como siempre.

Me guiñó un ojo mientras se alejaba, pero no me pareció la burla


habitual y me pregunté si acababa de cometer otro error.

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Capítulo 7
Cullen
Fue una estupidez por mi parte actuar como si fuera el fin del mundo
que Houston planeara irse de Denver. Me obsesionaba con ello cuando no era
el tipo de persona que suele obsesionarse con las cosas.

No debería afectarme de la manera en que lo había hecho, pero había


pasado días pensando en ello, mientras intentaba evitar a Houston todo lo
posible sin que se notara que intentaba evitarlo, por supuesto. Nadie me había
vuelto un desastre neurótico como él, pero sí, esa mierda no parecía
desaparecer.

Me había costado unos días hacerme a la idea, pero mientras estaba


sentado en la cama de mi habitación de hotel en Jacksonville, decidí que en
realidad era bueno que Houston se fuera. Evitaría que nos acercáramos
demasiado y nos recordaría por qué era mala idea liarnos... o... quizá era una
razón por la que deberíamos liarnos, porque así los dos sabríamos que era
temporal. Tendríamos un marco de tiempo incorporado, disfrutaríamos del
cuerpo del otro, y luego... no. Basta. Cullen malo. Pensar en follarme a
Houston no me causaría más que problemas, aunque tenía una polla
estupenda. Era mi favorita, aparte de la mía.

Mierda. Ahora me estaba distrayendo pensando en la polla de Houston.


Esto no iba bien.

—¿Estás bien? Estás muy nervioso —preguntó Tucker desde la cama


contigua a la mía. Lo habían asignado como mi compañero de cuarto cuando
viajábamos para los partidos.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—¿Eh? No estoy nervioso —respondí, y luego me acomodé en el colchón.

Enarcó una ceja oscura, llamándome silenciosamente la atención sobre


mi mentira.

—Vale, tengo algo en mente —añadí.

—¿Quieres hablar de ello? —preguntó Tucker. No lo conocía muy bien,


pero parecía un buen tipo. Ramsey y él eran muy amigos, pero aún no estaba
seguro de si debía contarle todo, cosa que no haría de todos modos. No era
mi estilo. La única persona con la que realmente había hablado, aparte de
Charity, era Houston, y teniendo en cuenta que él era quien me había jodido,
eso era imposible.

—Nah, está bien. Pero gracias, hombre.

Asintió, volvió a mirar su teléfono.

—Así que... ¿Houston y tú?

A la mierda mi vida. Porque por supuesto que preguntaría sobre ello.


Todo el equipo sabía lo de mi nuevo ‘novio’ pero Tucker era la primera persona
que realmente me habló de ello aparte de Garrett, que sólo quería tocarme los
huevos, y Ramsey, que era más protector con Houston de lo que yo hubiera
pensado.

—Síp. Me la pone muy dura —respondí, tratando de quitarle


importancia.

—Sabes que no creo que estén saliendo, ¿verdad? De alguna manera se


me cruzaron los cables antes y pensé que había algo entre Rams y él. No se
me va a volver a torcer. Algo pasa, pero no es eso.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

¿Estaba diciendo que era creíble que Houston estuviera con Ramsey
pero yo no? ¿Qué tenía yo de malo? Puede que fuera un poco desastre, pero
era un desastre caliente, caliente en el sentido de atractivo, no el otro tipo de
desastre.

—No digo que no se acuesten juntos, pero no son novios. Conociendo a


Houston, tiene que haber alguna razón para que esté fingiendo contigo. —

Quizá Tucker prestaba más atención de lo que yo creía. No iba a entrar


en detalles porque nadie necesitaba saberlos excepto Houston y yo, pero
Tucker me caía tan bien que me parecía una mierda mentirle. —Sí, me está
ayudando. ¿Es tan obvio?

Sacudió la cabeza.

—No, pero vi la forma en que te miró en Sway esa noche, y no era un


novio secreto o un extraño con el que más tarde fingirías estar saliendo.

—Eres bueno.

—También podría ser el hecho de que Ramsey está siendo muy


impreciso cada vez que le pregunto por ustedes. No le hago saber que sé que
no están juntos. Es divertido hacerle sentir mal por pensar que me está
mintiendo.

Me reí. Tucker era guay. Ya me caía muy bien.

—Un hombre como yo.

—Supongo que no vas a contarme la verdadera historia entre Big McRae


y tú.

—¿Big McRae? ¿También lo has visto desnudo?

Tucker se rió, frotándose la cabeza con una mano.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Apuesto a que lo sacas de quicio. Houston lo necesita, y le puse ese


nombre porque ahora tenemos a Baby McRae.

—Apuesto a que a Garrett le encanta eso.

Tucker frunció las cejas.

—Por eso es tan divertido.

Ah, sí. Tucker y yo íbamos a divertirnos mucho juntos. No sabía qué


tenía Rush, pero aquí me sentía diferente, mejor. Necesitaba recordarme a mí
mismo que no debía ponerme demasiado cómodo. Si no fuera por Houston,
ya me habrían echado. Nunca conecté realmente con los chicos de mis
equipos. Esto probablemente sería lo mismo.

—Bueno, ya que no puedo echar un polvo esta noche, me voy a la cama.


Tengo que estar descansado para el partido de mañana.

—Sí, lo mismo digo.

Encendimos las luces y se tapó. Pero yo no podía dormir. Cogí el móvil


de la mesilla y vi un mensaje de mi hermana.

Charity: Compañeros de piso y citas falsas. ¿Sabes lo que estás


haciendo, Cull?

No, no lo sabía. Pero no se lo iba a decir.

Yo: No es gran cosa. Lo tengo bajo control.

Salí del mensaje y fui directamente al nombre de Houston.

Yo: Hola, novio. ¿Me extrañaste?

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Houston: Nope. En realidad estaba pensando en lo tranquilo que está mi


apartamento sin ti.

Yo: Mentiras.

Houston: Ya quisieras.

Yo: ¿Foto de pollas?

Houston: No.

Yo: Has puesto los ojos en blanco, ¿verdad?

Houston: Vete a la cama.

Yo: No hasta que lo admitas.

Houston: Puedo simplemente ignorarte.

Yo: Pero no lo harás.

Houston: No te felicites demasiado. ¿Cuándo no te pongo los ojos en


blanco? Vete a dormir. Tienes un partido que ganar mañana.

Yo: ¿Qué me vas a dar si lo hago?

Houston: ¿No te gustaría saber...?

Se me aceleró el pulso.

Yo: ¿En serio?

Houston: No. Buenas noches, Cullen.

Yo: Buenas noches.

Me fui a dormir con una estúpida sonrisa en la cara.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

***

—¿Qué pasa, futuro cuñado? —Garrett me rodeó con un brazo y trató


de darme un meneo como si nos conociéramos desde hacía diez años. Estuve
a punto de tropezar con el banco de los vestuarios del Jacksonville, pero él
me atrapó.

—¿Qué mierda? —Me reí, empujándolo juguetonamente. Era una


locura lo diferente que era de Houston a veces, pero otras, veía las similitudes
entre ellos. Aunque sabía que le gustaba tocarme los huevos, y a todos los
demás si podía, también pensaba que me estaba echando tanta mierda para
ayudarme a sentirme más cómodo aquí. Eso era algo que Houston también
haría.

—Sólo soy sociable con la familia. —Guiñó un ojo, tanto Tucker como
Ramsey pusieron los ojos en blanco.

—Si le tomas el pelo con lo de Houston, le recordaré que tenemos que


ganar este puto partido. —Ramsey estaba buenísimo, pero ahora me miraba
con toda seriedad, irradiando desconfianza. Me estaba haciendo saber sin
palabras que no tenía fe en mí. Y yo no iba a dejarlo pasar.

—Me aseguraré de que ganemos este partido. Te lo prometo.

El lado derecho de su boca se crispó lo suficiente como para que yo


supiera que intentaba contener una sonrisa. A Ramsey le gustaba, pero no
quería que yo lo supiera. Al menos le divertía, y tenía que saber que yo era
jodidamente bueno.

—Te tomo la palabra, Atwood. Haré mi parte. Será mejor que hagas la
tuya.

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—Lo haré. No quisiera defraudar a mis futuros cuñados. —Los miré a


Garrett y a él—. Podemos celebrarlo invitándolos a casa de Houston y mía
una noche cuando volvamos.

—No puedo creer que salgas con McRae —dijo Cross, nuestro tight
end—. El Big McRae, quiero decir. ¿Tienen pollas mágicas o qué? Todo el
mundo quiere un trozo de ellos. —Se rió entre dientes. Era bueno saber que
no era homófobo.

—Más bien tienen buen gusto para los hombres. —Moví las cejas y me
sorprendí cuando Ramsey me chocó los cinco.

—Estuve a punto de decir que me gusta más la opción de la polla


mágica, pero luego recordé que estaría hablando de la polla de mi hermano
y... sí, ahí no voy. Aunque ahora entiendo por qué las conversaciones sexuales
entre Ramsey y yo asustan tanto a Houston. —Garrett dio un
estremecimiento dramático.

—Ya sabes que siempre podemos hablar de fútbol en lugar de quién se


folla a quién —dijo Ward.

—¿Celoso? —Garrett y yo preguntamos al mismo tiempo antes de que


ambos nos partiéramos de risa.

Fue el carraspeo del entrenador Baker lo que hizo que todo el mundo
prestara atención rápidamente.

—¿Sé dan cuenta de que esto es un vestuario profesional de la NFL,


verdad? —preguntó, a lo que todos respondieron que sí—. Pues actúen como
tal. —Me miró fijamente, y no pude evitar sentir la presión que pesaba sobre
mí. Joder, tenía que ponerme las pilas y hacer que esto funcionara. Houston
se había jugado el pellejo por mí, inventando la mentira de que estábamos
saliendo y estando dispuesto a mantenerla durante el resto de la temporada.

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No podía soportar la idea de decepcionarlo. Sentía que eso era todo lo que
hacía cuando se trataba de él.

El entrenador empezó a hablar de lo importante que era ganar esta


noche. Éramos mejor equipo que Jacksonville, pero yo aún estaba
aprendiendo el programa Rush y ellos se estaban adaptando a mi juego. No
ayudaba el drama de mi traspaso, la marcha de Nance porque era un
intolerante, y ahora Houston y yo.

Sin embargo, el final del discurso del entrenador me llenó de energía, y


sólo ayudó recibir palmadas en la espalda de Garrett, Ramsey y Tucker. Cogí
el resto de mis cosas de mi cubículo, echando un vistazo a mi teléfono cuando
lo hice.

Houston: Tienes esto.

Lo tenía. Aunque no lo hubiera tenido antes, ahora sí que lo tenía. Iba


a ganar este puto partido no porque se lo hubiera prometido a Ramsey, bueno,
no sólo porque le hubiera dicho que lo haría, sino para demostrar que
Houston tenía razón sobre mí.

Salimos de los vestuarios y nos dirigimos al campo. Podía hacerlo. Iba


a hacerlo. Podría malditamente garantizarlo.

***

—¡Blanco 80 8! ¡Blanco 80! ¡Blanco 80! —gritó Ramsey antes de que


Tucker le pasara el balón.

En cuanto lo hizo, eché a correr, esforzándome por esquivar a los


jugadores que habían permanecido pegados a mi culo todo el puto partido.

8 Blanco 80: Expresión de letras y números que grita el QB para colocar a los jugadores

ofensivos en sus posiciones.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Tú puedes, Atwood. Puedes hacerlo. Necesitas hacerlo.

Fui a la izquierda, luego a la derecha, empujé mis piernas tan rápido


como podían. Era el final del cuarto cuarto, probablemente la última jugada
antes de que nos empujaran a la prórroga si no marcábamos. No habíamos
estado a tiro de gol de campo, que era todo lo que necesitábamos, pero Ramsey
había puesto su fe en mí, llamando a una jugada para que me liberara y me
abriera con suficiente distancia para anotar. Sabía que si era la única opción
que tenía, haría un pase corto a otra persona, pero yo estaba decidido a tener
el balón en mis manos.

Volví a cambiar de dirección. El defensa tropezó, y yo aproveché,


sabiendo que Ramsey no tenía más tiempo para arrojar el balón en sus
manos. Lo lanzó, el puto pase perfecto, la piel de cerdo volando en espiral por
el aire, justo delante de mí lo suficiente como para que aún pudiera agarrarlo
mientras seguía haciendo una escapada.

Apreté el balón contra mi cuerpo y corrí tan rápido como pude,


abriéndome paso entre los jugadores que querían derribarme.

Sanders se abalanzó sobre mí, pero yo me lancé, volé por encima de él


y caí al suelo en la zona de anotación.

Me dolía todo el cuerpo, pero me daba igual. Me puse en pie de un salto,


bailando y celebrando mi touchdown, el resto del equipo felicitándome y
dándome palmadas de una forma que en el deporte significaba que estaban
orgullosos de mí.

También hicimos el punto extra después.

Algunos medios de comunicación vinieron directamente a por mí en la


banda.

—Cullen, ¿qué se siente tener tu primera victoria con Rush?

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—¡Es increíble! —respondí en un grito para que pudieran oírme—.


Aunque este es el primero de muchos. Tenemos que ir partido a partido. Ahora
que tenemos nuestra primera victoria en el bolsillo, esperamos con
impaciencia la siguiente. Esta noche hemos hecho un gran trabajo de equipo.
Todo el mundo ha puesto de su parte. Estoy agradecido de que hayamos
ganado. —Me esforcé por comportarme lo mejor posible, cuando en realidad
lo que quería era decirle a cualquiera que hubiera dudado de mí que se jodiera
y que las travesuras fuera del campo no iban a joder mi juego.

No me imaginé que a Rush le gustara mucho.

—¿Qué hay de Houston McRae? ¿Crees que está en casa viéndote jugar
esta noche? ¿Animando a su novio y a su hermano?

Fruncí el ceño ante la estúpida pregunta. Sonaba como si... demonios,


no lo sabía, como si estuviera diciendo que Houston no tenía nada que hacer
salvo sentarse y observarnos.

—Puede que Houston no lleve mucho tiempo en la liga, pero es uno de


los mejores hombres que han jugado a este deporte. No conozco a nadie que
ame el fútbol como lo hace él. Habla con un poco de respeto cuando su
nombre está en tu boca.

Los ojos del tipo se abrieron de par en par y supe que había metido la
pata, pero ¿qué demonios? ¿Qué clase de pregunta era ésa? ¿Preguntó a los
otros chicos si sus esposas estaban en casa viéndoles jugar? ¿Les animaban?

Se siguió pasando de listo durante el resto de la breve entrevista antes


de que yo pudiera escapar. Esperaba que me echaran la bronca cuando entré
en el vestuario, pero no fue así. Me miraron con respeto antes de que el
entrenador nos diera un rápido discurso. Después, se acercó a mí y me dijo:

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—Buen partido, Atwood. Necesitamos más como esta noche de ti, ¿de
acuerdo?

Y, de algún modo, supe que no se refería sólo al partido, sino que


también estaba orgulloso de mí por lo que había dicho sobre Houston.

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Capítulo 8
Houston
—¿Realmente Cain Payton y tú tuvieron una pelea a puñetazos en Las
Vegas el año pasado?

—¿Has estado en la Mansión Playboy?

—¿Cómo era salir con Lila Monroe? ¿Sus tetas son reales? Son falsas,
¿no?

—No puede ser. Son reales.

—Psht. ¿Porque ella lo dice?

—¿A quién le importa si son reales o falsas? Está buenísima. ¿Cómo


pudiste joder eso, hombre?

Las preguntas se sucedían a toda velocidad, un cúmulo de palabras que


me dejó boquiabierto mientras miraba al equipo de fútbol del instituto
Canyon. O tal vez debería haber dicho ex equipo de fútbol, ya que la aparición
de Cullen en su entrenamiento los había convertido en adolescentes amantes
de los cotilleos.

—¿Esto es un equipo de fútbol o un puñado de reporteros


sensacionalistas? Jesús.

Sin embargo, Cullen parecía divertido y me dedicó una sonrisa de


soslayo antes de dirigirse a las ansiosas miradas de los chicos que lo

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

rodeaban. No los había visto tan excitados desde que la temporada pasada
derrotaron a un colegio privado rival con un pase Ave María9.

—Sí. Sí. Y sin comentarios sobre Lila Monroe porque soy un caballero.

Me partí de risa.

—¿Desde cuándo, los últimos treinta segundos?

—Treinta y cinco. Nunca es tarde para empezar.

—Claro. —Sacudí la cabeza y desvié la mirada de la sonrisa de Cullen.


Era demasiado cómplice y petulante, y cuando me la dirigía a mí, de algún
modo, sentía como si hubiera una corriente eléctrica subyacente añadida. La
convivencia lo había empeorado. En cuanto entró por la puerta después del
entrenamiento, supe que estaba allí, aunque no le hubiera oído entrar, un
cambio de energía y tensión que sentí por todo el cuerpo.

—Bueno, ¿qué tal si nos ponemos a jugar al fútbol? Hacer algunos


ejercicios. Después... —Hice una pausa—. Algunos gassers 10 . —Todo el
mundo gimió ante eso—. Cullen les hará compañía y los correrá con ustedes
—añadí. Se lo merecía por sonreírme así. Caballero, mi culo.

—Eh, es mi día libre —protestó Cullen.

—Lo que significa que un par de gassers no te harán daño.

—De acuerdo, puedes hacerlos con nosotros también. Y no intentes


sacar la carta de la rodilla rota.

9 Un pase Ave María o bomba en el fútbol americano se refiere a cualquier pase largo hacia

adelante en la desesperación de tener una pequeña posibilidad de éxito para anotar o


conseguir mucho yardaje, es usado especialmente en o cerca del final de un tiempo.
10 Gasser: Es un tipo de entrenamiento de acondicionamiento físico usado por los jugadores de la

NFL (national football leage). El gasser tiene como objetivo, no sólo desarrollar un cuerpo y corazón
fuertes, sino también un mente fuerte, además de velocidad, agilidad y potencia.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Estoy totalmente tirando de la carta de la rodilla rota. —Les dije que


no. Abajo, el entrenador Beam estaba trabajando con algunos novatos, y
todas las preguntas sobre la vida personal de Cullen nos estaban
retrasando—. Saquen sus traseros de ahí.

—¿McRae es siempre tan mandón? —preguntó Jericho. Era uno de los


receptores de la escuela y tenía tanto talento que sospechaba que tendría
muchas ofertas de becas. También era un bocazas.

—Siempre. —Cullen asintió solemnemente y me miró con un brillo en


los ojos. Y esa sonrisa en los labios. Otra vez—. Pero a veces no es tan malo.
Vamos.

Vi cómo los chicos entraban en el campo, con Cullen a la cabeza. Había


bromeado a medias cuando le dije antes que levantara el culo del sofá y viniera
al instituto Canyon conmigo, y me sorprendió aún más cuando se encogió de
hombros y lo hizo. Los chicos se habían vuelto tan locos como esperaba, y
había sido divertido verlo. Nunca pensé que se me darían bien los niños, pero
después de haber trabajado con ellos tanto tiempo, me había encariñado.
Protector, incluso.

Después de los gassers (añadí uno más por la reaparición de la sonrisa


de Cullen), hicimos algunos ejercicios y jugadas. Cullen permaneció en el
campo con los chicos todo el tiempo, como uno más del equipo, y estaba tan
metido que ni siquiera me llamó la atención ni me hizo la típica mueca en
todo el tiempo.

Cuando llegamos a la práctica, salió trotando del campo y se unió a mí


en la banda junto con el entrenador Beam.

—Qué bien que hayas sacado tiempo de tu día para venir —le dijo a
Cullen, dándole una palmada en el hombro antes de señalarme con el

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

pulgar—. No estoy seguro de por qué este tipo sigue apareciendo, teniendo en
cuenta la paga de mierda.

—No hay paga. —Sonreí.

—Exactamente —dijo el entrenador riendo entre dientes. —Si tuviera


un cuarto de millón, lanzaría mi sombrero al ruedo. Has sido bueno para este
equipo. ¿Seguro que quieres ir a esa entrevista en Cali? —Decía alguna
versión de eso cada vez que iba a una entrevista. —He oído que el tiempo es
una mierda.

—Sin mencionar que estaría en la cama con el mayor rival de Rush.


Traidor. —Cullen entrecerró los ojos, con un brillo juguetón en ellos.

Todos nos reímos, y entonces el entrenador se centró en Tate cuando


falló un pase, ladrando un: —no retrocedas tanto la próxima vez, Tate. Aún
no eres Manning.

—Todavía se le está metiendo en la cabeza esa jugada. Se pone


demasiado nervioso —dije, y el entrenador asintió. —Pero lo conseguiremos.

Consciente de que Cullen se había quedado inusualmente callado, lo


miré y lo encontré mirándome fijamente, con los ojos entrecerrados,
pensativo—. ¿Qué?

Se encogió de hombros y volvió a centrar su atención en el campo.

—Nada.

Lo dejé estar porque estaba bastante seguro de que lo que estuviera


pasando por su cabeza probablemente no era nada que yo necesitara o
quisiera oír.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Deberíamos tomar algo en Sadie's más tarde —dije en su lugar.


Estaba muy cerca de mi casa y era uno de mis sitios favoritos para ir solo.
Pequeño y desordenado, con algunas de las mejores hamburguesas de la
ciudad.

—¿Tú invitas? —Cullen rebotó sus cejas—. ¿Ya que he sido un novio
comprensivo todo el día?

—Tú invitas. Me lo debes por el placer de mi compañía.

—¿Me vas a invitar a cenar y luego me vas a hacer pagar? —Fingió


sorpresa—. Sigues empeñado en convertirme en tu sugar daddy, ¿eh?

Cuando el entrenador nos miró con recelo antes de negar con la cabeza,
los dos nos echamos a reír como idiotas.

***

Me apreté más el abrigo contra el viento que azotaba el centro de


Denver, miserablemente lleno. ¿Por qué había pedido más patatas fritas y
cerveza? Rara vez pedía ninguna de las dos cosas.

—Me arrepiento de haber comido —le confesé a Cullen.

Se acarició el estómago. A Cullen le encantaba la comida que no era


precisamente apta para deportistas, pero durante la temporada mantenía a
raya los excesos. Aun así, me sorprendió al pedir un sándwich de pollo a la
parrilla y quitarle el pan. Se había comido unas cinco patatas fritas. —Estoy
bien. Quizá la próxima vez que vaya a por la pizza, no deberías quejarte. Creo
que he demostrado que tengo algo de autocontrol. De hecho, mucho.

Le miré de reojo por eso, pero reconocí que se había portado bien las
últimas semanas. Al menos en lo que se refería al fútbol. En cambio, parecía
haber canalizado todas sus travesuras en meterse conmigo, lo cual era un

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problema en el sentido de que... cada vez era menos un problema. Cuando


había entrelazado sus dedos con los míos en el restaurante, apenas me había
inmutado, simplemente le seguí la corriente mientras él inclinaba la cabeza
hacia un lado, indicando otra mesa.

—La gente nos mira. Démosles algo de qué quejarse. —Mi polla se había
dado cuenta, por supuesto, recordando el sudoroso enredo de nuestros
cuerpos años atrás como si hubiera sido ayer, el poderoso empuje de sus
muslos mientras me montaba, con los dedos entrelazados con los míos. Podría
culpar de eso al consumo excesivo de patatas fritas, ¿verdad? Me las había
metido a puñados en la boca, intentando distraerme.

Cullen me dio un golpecito en el hombro mientras caminábamos.

—¿Ya empacaste?

—Sí. —Era un viaje de dos días, así que no había mucho que empacar.

—¿Nervioso?

—No. Ya estoy acostumbrado a estas entrevistas. —Miré a Cullen de


reojo y me reí entre dientes—. Vale, quizá un poco. —Sin embargo, no era la
entrevista lo que me ponía nervioso; no podía precisarlo con exactitud, solo
sabía que este viaje era un poco diferente a los anteriores.

—Lo harás bien. Siempre lo haces. —

Intenté calibrar si Cullen estaba siendo sarcástico, pero su expresión


parecía sincera. Entonces me pasó el brazo por el hombro y palidecí. Aquel
hombre no podía contenerse.

—Parecías tener frío —explicó con un gesto salvaje de los labios—.


Cumplo con mi deber de novio de calentarte.

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—Te gusta provocarme a propósito. Jodiendo con tus pies y cogiéndome


de la mano en un restaurante. Dios. —Afecto casual no había sido algo que
habíamos tenido mucho en la universidad. Al menos no en público, y
habíamos sido recelosos de ello en privado, también, temerosos de que nos
deslizáramos en público. Era irónico que por fin pudiéramos hacerlo ahora,
cuando ni siquiera teníamos una relación de verdad. La otra ironía era lo
natural que resultaba, aunque yo no lo quisiera.

Soltó una carcajada.

—No niego que me guste provocarte, pero lo anterior no fue un juego de


pies. Esa mesa era pequeña. Intentaba estirar las piernas. Me he dado cuenta
de que no me has movido el brazo.

—Demasiado lleno —mentí. El brazo se sentía bien, y diablos, tal vez


debería provocarlo de vuelta. Se me ocurrió que me había estado forzando a
la defensiva, poniéndome a prueba como siempre hacía. Quizá debería volver
a cambiar las tornas.

Le pasé un brazo por la cintura, dejé que mis dedos vagaran por su
interior, recorriendo su cálida piel, y luego sonreí ante su expresión de
desconcierto.

—Mi mano también estaba fría, y tú eres mi novio, ¿verdad?

—De acuerdo, adelante, entonces.

Nos separamos cuando abrió de un tirón la puerta del vestíbulo, y pensé


que tal vez habíamos terminado de liarnos, pero una vez que se cerraron las
puertas del ascensor, me miró de arriba abajo, concentrándose en mi ingle,
con mirada ardiente.

—La tienes dura.

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—Y el cielo es azul. Tú también lo estás. —Me moví a su lado. ¿Podía


ver mi polla contra mis vaqueros? ¿Me importaba? A la mierda,
probablemente era innegable en este momento. Cullen podía ponérmela dura
de un momento a otro.

—¿Vas a bajarme la cremallera? ¿Sacarme la polla y metértela en la


boca? Eso es lo que hacen los novios, ¿no? —Definitivamente estaba jugando
con fuego. Me costó un gran esfuerzo mantener la voz uniforme. Mi polla
palpitaba y el calor de su cuerpo era como un infierno.

Cullen ladeó la cabeza.

—Tal vez si lo pides amablemente.

—No te lo estoy pidiendo. —Dejé que la insinuación perdurara mientras


se abrían las puertas del ascensor, muy consciente de su presencia
demasiado cerca detrás de mí mientras caminábamos por el pasillo y yo
encajaba la llave en la puerta. En cuanto entramos, me quité el abrigo y me
descalcé.

—Dulces sueños, Cullen —dije con una sonrisa y me dirigí al pasillo sin
mirar atrás. No estaba seguro de si el ruido estrangulado que venía de detrás
de mí era un gruñido o una risa, y tampoco estaba seguro de si lo que acababa
de ocurrir era una victoria del autocontrol o una pérdida. ¿Pero me sentí
jodidamente bien? Sí.

El dolor de pelotas no era nada que no pudiera solucionar en la ducha


antes de acostarme, que fue directamente a donde me dirigí, me quité los
vaqueros y la camisa y los tiré a la cesta antes de meterme bajo el chorro
caliente de la ducha.

Todavía tenía la polla dolorosamente dura, y las visiones de la boca de


Cullen frente a la mía momentos antes me hacían sentir dolor por la

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liberación. Rodeé mi pene con el puño y cerré los ojos, intentando que mi
imaginación evocara cualquier escena porno aleatoria que hubiera visto, pero
el rostro de Cullen seguía filtrándose en mi subconsciente. La poderosa flexión
de los músculos de sus muslos en el campo, su culo prieto, sus brazos. Su
puta sonrisa. El sonido de mi nombre en sus labios.

Se me abrieron los ojos de golpe cuando una corriente de aire frío me


golpeó la espalda y me giré para ver un destello de la piel desnuda de Cullen
un segundo antes de que abriera de un tirón la puerta de la ducha y entrara
a toda velocidad. Su palma abierta me golpeó el pecho, empujándome contra
la fría pared de azulejos, y luego se deslizó hacia arriba y me agarró el cuello,
acariciándome la nuez de Adán con el pulgar.

Podría haberme resistido, podría haberle empujado, pero no lo hice. No


quise, y cuando sus labios chocaron contra los míos, mi corazón latió a un
ritmo salvaje y acompasado. Le obligué a abrir los labios, gimiendo ante el
sedoso deslizamiento de su lengua sobre la mía, extraña y familiar a la vez.
Nos besamos como hacíamos todo lo demás, una danza interminable de dar
y recibir, de empujar y tirar, de dominio y sumisión. El calor del agua que
caía sobre nosotros no era nada comparado con el fuego que sentía en la
sangre cuando acepté la terrible realidad de que besar a Cullen Atwood era
incluso más peligroso que follar con él.

—McRae. —El ronco terciopelo de su voz me sacó de la nebulosa


felicidad de su cuerpo desnudo contra el mío. Tenía las pupilas dilatadas
cuando levanté la mirada hacia las suyas—. ¿Todavía quieres mis labios
alrededor de tu polla?

Gemí más que respondí con una ronca desesperación: —Joder, sí.

Maldita sea.

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Capítulo 9
Cullen
Cada vez que estaba cerca de Houston, perdía la cabeza. No importaba
lo mucho que me dijera a mí mismo que no volvería a acabar desnudo con él,
que no dejaría que nos absorbiera el vórtice que formábamos, toda sensatez
se esfumaba con una mirada de sus seductores ojos marrones, con un roce
suyo, o supongo que debería decir un roce de mi piel contra la suya, porque
siempre era yo quien se burlaba de él, fingiendo que se lo montaba para la
gente que nos rodeaba, diciéndome a mí mismo que sólo intentaba volverle
loco, y no porque fuera adicto a él.

—¿Vas a envolver mi polla con esa boca de listillo o qué? —me preguntó
cuando no me moví.

No debería haberle cogido la mano en el restaurante.

No debería haberle rodeado con el brazo cuando caminábamos.

Seguro que no debería haberme desnudado y entrado en su baño.

Pero ahora estaba allí, ¿no? Así que bien podría chupar una carga de
sus bolas.

Quiero decir, era lo correcto y todo eso. Yo era un buen tipo, pero
también quería divertirme con él. Cuanto más ligero y divertido fuera el
asunto, joder sin ataduras, mejor.

—Eh, ya no lo siento —mentí. Me moría de ganas de sentir su gruesa


polla estirándome los labios.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Quieres que te obligue, ¿eh? —preguntó, maldita sea. No me gustaba


que nadie intentara obligarme a hacer nada, a menos que fuera Houston
McRae. No me cabía la menor duda de que algún día me mataría, o al menos
sería la razón de que perdiera la cabeza.

—Si puedes —le dije antes de meterme bajo el chorro como si estuviera
allí sólo para sentir el agua golpeando contra mi piel.

Houston me agarró y tiró de mí hacia él, nuestros cuerpos chocaron con


fuerza y resbalaron. Rodeó mi dolorida erección con su mano y la acarició
lenta y pausadamente.

—Recuerdo la primera vez que me la chupaste... cuánto te gustó. No


podía apartar tu boca de mí, aunque no quería. Te gusta estar de rodillas para
mí, Cull.

Sí, por favor.

—Te gusta que me arrodille para ti. —Me incliné hacia él y le


mordisqueé el lóbulo de la oreja con los dientes—. Dime cuánto me deseas.
Recuerda lo mucho que me gustaba chupártela, pero no finjas que no harías
cualquier cosa que te pidiera si eso significaba llevarme hasta allí... que no
suplicaste y suplicaste follarte mi garganta. Soy el mejor que has tenido,
McRae. Pídemelo bien y te volaré la puta cabeza.

Aspiró con fuerza e intentó contener un gruñido. Apenas aguantaba,


casi vibraba. Me encantaba poder hacerle esto a Houston, ser la primera
persona que le hacía hablar y actuar así. Que fui la primera persona a la que
necesitó como lo había hecho, y maldita sea si no quería creer que seguía
siendo el único que podía hacerle esto, el único al que necesitaba tan
ferozmente.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Sólo. Di. Por favor —susurré, follándome en su mano—. Recuerdo lo


mucho que te gusta que te laman los huevos. Jugaré con ellos como a ti te
gusta. Todo lo que tienes que hacer es pedírmelo muy amablemente... y tal
vez forzarme un poco.

—No pides mucho, ¿verdad? —respondió—. Eres una dicotomía si


alguna vez he visto una. ¿Quieres que te lo pida y te lo haga al mismo tiempo?

Me encogí de hombros.

—¿Qué puedo decir? Soy un hombre complicado.

—Puedes repetirlo. —Houston me agarró de la nuca y empezó a


empujarme hacia abajo—. Por favor, chúpame la polla, Cullen —me pidió con
ternura al tiempo que no me soltaba de su agarre.

Permití con gusto que me empujara hacia abajo. Era donde quería estar
de todos modos. La ducha estaba dura contra mis rodillas, pero no me
importaba. Prácticamente me moría por sentir el peso de su polla en mi lengua
y la enorme carga que sabía que derramaría por mi garganta.

—Por eso no comí mucho antes. Quería dejar sitio para el postre. —
Incliné la cabeza hacia arriba, manteniendo mi mirada fija en la suya mientras
dejaba que mi lengua diera la primera vuelta a sus huevos.

Houston siseó, anudando su mano en mi pelo hasta los hombros. Le


chupé los huevos un rato, uno y luego el otro, lamiéndolo y volviéndolo loco.

El calor ardía en sus ojos, casi me abrasaba mientras me observaba,


mordiéndose el labio antes de echarme un poco hacia atrás y sujetarse la base
de la polla. Tenía el pelo color chocolate mojado y le colgaba de la cara. Parecía
extasiado, como si se muriera por mí. Sabía lo que pedía, pero no me moví.
Houston captó el mensaje, recorrió mis labios con su polla, pintándolos con

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su presemen. Cuando seguí sin moverme, me dio un golpecito, haciendo que


me abriera para él y empujando dentro.

Lo tomé de buena gana, hambriento, chupándolo hasta el fondo de mi


garganta y luego retirándome de nuevo. Houston no me dejó dirigir el
espectáculo durante mucho tiempo, empujando sus caderas y follando dentro
de mí.

—Maldito seas, Cullen —maldijo, y yo sabía lo que decía. Que no


deberíamos estar aquí y haciendo esto, pero demonios, ¿cómo no íbamos a
hacerlo? Había una atracción entre nosotros, como si la lujuria que sentíamos
el uno por el otro fuera un tornado que nos absorbiera y nos azotara por
mucho que intentáramos luchar contra ella. Ambos sabíamos que volvería a
escupirnos, al menos yo lo sabía, pero no podíamos resistir las fuerzas a las
que nos enfrentábamos. Eran demasiado fuertes, demasiado poderosas.

Quería que consiguiera el trabajo en California y se mudara, pero


también quería atarle a la cama y no dejarle ir a la entrevista. Cuando
llegamos a casa y desapareció en su habitación, lo único que podía pensar
era que se marcharía, que quizá conseguiría el trabajo y que luego se iría y yo
no volvería a tener esa oportunidad. ¿Cómo podía dejarlo pasar cuando él
estaba allí, desnudo, y yo sabía que estaba dispuesto? Una última vez no me
haría daño. Había aguantado el deseo durante semanas; merecía tener esto
ahora mismo.

Cada vez que su polla golpeaba el fondo de mi garganta, tragaba a su


alrededor. Sabía a sal y agua. Se sentía como acero cubierto de piel suave y
aterciopelada contra mi lengua. Me lo metí tan adentro que mi nariz quedó
enterrada en su pubis. Me encantaba su olor, como a pasión mezclada con
sudor y cedro.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Dios, te encanta, ¿verdad? Nunca había conocido a alguien a quien le


gustara chupármela tanto como a ti —dijo con lo que casi parecía un poco de
asombro en su voz.

Me aparté de él, le lamí el saco, que estaba más alto y apretado de lo


que había estado minutos antes. Deslicé la mano a su alrededor y le acaricié
el pliegue del culo. Houston ensanchó su postura para mí, me dejó frotar mi
dedo alrededor de su apretado agujero mientras yo lo llevaba de nuevo al
fondo de mi garganta.

Me pregunté a cuántos tipos había dejado que se lo follaran. Aunque yo


solía ser el pasivo para Houston, de vez en cuando me gustaba tocarle el culo.
¿Se lo había dado a alguien más? Y si lo había hecho, esperaba como el
demonio que hubiera deseado que fuera yo.

—Joder, esta es mi forma favorita de callarte. Me encanta ver cómo te


lleno la boca con mi polla. —Me miraba fijamente mientras se la chupaba
como si fuera mi golosina favorita.

Mi polla lloraba. Me dolían los huevos de tan llenos que estaban. Nada
me apetecía más que derramarlos por su garganta después de que me hubiera
follado la boca hasta correrse.

—Dame lo que hay aquí —dije, apartándome y tocándole los huevos con
la mano libre. La otra seguía acariciando su agujero—. Me apetece algo
salado. Sabes que siempre me ha gustado más que algo dulce. —Le guiñé un
ojo. Houston puso en blanco sus bonitos ojos color whisky, pero una sonrisa
se dibujó en sus labios.

—Cállate —respondió.

—Oblígame —le reté, y lo hizo. Houston volvió a penetrarme, moviendo


las caderas como un poseso. Se me humedecieron los ojos. Sus muslos se

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

tensaron. Cuando sus pupilas se dilataron, supe que estaba a punto de


disparar.

Houston gritó, su polla palpitando en mi lengua mientras eyaculaba en


mi boca, una, dos y otra vez. Me lo tragué con avidez. Siguió eyaculando, como
si hubiera estado guardando todas sus corridas sólo para mí.

Cuando cayó de espaldas contra la pared de la ducha, respirando


agitadamente, con la polla aún en mi lengua, pero los huevos vacíos de semen,
me sentí como un puto rey.

Me agaché y besé la cicatriz de su rodilla. Houston se tensó. Pude sentir


el cambio en él antes de que me pusiera de pie. Lo hice con facilidad. Intentó
agacharse, pero me aferré a él y no le dejé escapar. De ninguna manera iba a
dejar que se arrodillara en el duro suelo de la ducha, pero estaba seguro de
que no podía decírselo. Si lo hacía, lo haría para fastidiarme, para
demostrarme que estaba bien, y sí, estaba seguro de que lo estaba, pero no
quería que se hiciera daño.

—No. Quiero que pruebes tu semen en mi lengua mientras me


masturbas —mentí. Bueno, vale, no era mentira. Pensar en eso era
jodidamente excitante, pero una mamada en algún sitio donde no le doliera
la rodilla también era jodidamente sexy.

Houston pegó su boca a la mía, besándome, chupándome la lengua y


alimentándome con la suya mientras su mano acariciaba mi polla. No estaba
muy bien sin lubricante, el agua no era la mejor para esto, pero no me
importaba. Estaba bien porque era él. Mis pelotas ya estaban a punto de
soltarse, tanto que me corrí vergonzosamente rápido, Houston se tragó mis
gemidos mientras me corría sobre su mano y su entrepierna.

Nos apartamos, pero no mucho, nuestras frentes tocándose y ambos


respirando agitadamente.

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Él habló primero.

—Te voy a patear el puto culo. Mira lo que nos hiciste hacer.

me reí.

—Te obligué, ¿eh? Seguro que lo deseabas tanto como yo. Vi la mirada
que me lanzaste antes de desaparecer en tu habitación.

Se encogió de hombros.

—Momento de debilidad, ¿qué puedo decir?

—¿Para qué sirven los novios falsos?

Ya habíamos retrocedido y ninguno de los dos nos mirábamos a los ojos.


Era obvio que intentábamos disimularlo como si no fuera gran cosa, y no
debería serlo. La gente se enrolla todo el tiempo. Estábamos calientes, no
podíamos acostarnos con nadie más por el rollo del novio falso y vivíamos
juntos. Esto estaba básicamente destinado a suceder.

—Estás todo magullado —dijo suavemente, haciéndome cosquillas en


el torso con la punta de los dedos.

Me encogí de hombros.

—Ya sabes cómo es. Antes también tenías este aspecto. —Se
estremeció—. Joder. Soy idiota. No intentaba recordarte lo que perdiste.

—No pasa nada —respondió, pero ambos sabíamos que no era así. Me
hizo pensar en verlo hoy con los niños. Había algo ligero en él cuando había
estado ahí fuera, algo que parecía más libre de lo que Houston había sido
desde que yo había vuelto a su vida. Como si estar en el campo, incluso en
esa capacidad, llenara sus pulmones de un aire del que estaba privado en
cualquier otro lugar.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Cerró la ducha y ninguno de los dos mencionó que no nos habíamos


lavado. Salió, cogió dos toallas y me tiró una.

—Apuesto a que fue increíble.

—¿Qué cosa? —Frunció el ceño.

—Tener tu primer mamada fenomenal desde que rompimos.

Se rió entre dientes.

—Eres un idiota engreído.

—Que te parece sexy.

—Lo soporto cuando quiero descargarme.

Nos reímos y nos secamos antes de volver a recuperar la seriedad. El


aire en el baño se espesó con el pasado y la verdad de lo grande que era este
error.

—Me voy a mi habitación. No me eches mucho de menos mientras estés


en Cali. Puedo enviarte una foto de mi polla si quieres... sólo para ayudarte a
pasar el rato.

—Por favor, no lo hagas. Sólo falta que aparezcan fotos de tu pene por
todo internet.

—¿Vas a filtrarlas?

—No, pero no tienes la mejor suerte. De alguna manera, sucederá.

¿No era ésa la verdad? Me envolví la cintura con la toalla y me quedé


mirándole un momento. Houston se pasó una mano por el pelo y suspiró. —
Cullen...

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Buenas noches —respondí, sin querer oír lo que tenía que decir.

—Cull.

—Buena suerte en la entrevista. Voy a patear el culo en nuestro próximo


partido, y luego lo machacaré, diciendo algo dulce y sexy sobre ti en televisión.
Les encanta esa mierda.

Sin decir nada más, me fui.

Me quedé en la cama horas después, sin poder dormir, con los


recuerdos de Houston y yo como un moratón en el corazón que él seguía
presionando sin darse cuenta. Maldita sea, ¿por qué no podía romper el
control que ejercía sobre mí?

—Dame tu camiseta. La que te acabas de quitar —dijo Houston cuando


terminamos de corrernos de gusto.

Fruncí el ceño, pero no le pregunté nada. Aspiró el aroma, se la puso por


encima y le echó otra rociada de mi colonia antes de ponerse la capucha por
encima.

—Me gusta oler como tú... que nadie sepa que es tu olor el que llevo
encima.

Se me levantó la polla, aunque debería estar por los suelos.

—Eres tan jodidamente ñoño.

—Te gusta. No finjas que no puedo hacer que te derritas como nunca
nadie ha podido ni podrá.

Podía hacerlo. Lo hizo. Todo el puto tiempo. Aún así, le dije:

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Ya te gustaría. Ahora, sal de aquí antes de que alguien te atrape


saliendo a escondidas de mi habitación demasiado tarde.

Asintió y se dirigió a la puerta. Me precipité hacia él, empujándolo para


cerrarla justo cuando la abría, y volví a acercar mi boca a la suya.

Empujé contra él, froté mi cuerpo a lo largo del suyo, tratando de llevar
más de mi olor a Houston.

—Nos vemos en el entrenamiento —le respondí.

Sonrió, se sonrojó y se escabulló de mi dormitorio.

Me sacudí el pasado de la cabeza. Antes había mencionado lo irónico


que resultaba que ahora pudiéramos caminar cogidos de la mano por la calle,
cuando eso era algo que antes nos habría encantado. Me parecía irónico que
ya no tuviéramos que escabullirnos de la habitación del otro, que viviéramos
en el mismo apartamento, justo al final del pasillo, aunque en todos los
aspectos que importaban, seguíamos estando a un millón de kilómetros de
distancia.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Capítulo 10
Houston
Había pasado del cielo encapotado de Denver, lleno de nubes grises y
pesadas, al cielo azul y templado de Los Ángeles. En el trayecto del aeropuerto
a las instalaciones de entrenamiento de los Royals de Los Ángeles, me había
ido despojando poco a poco de capas de ropa del mismo modo que intentaba
desprenderme de los recuerdos de la última noche con Cullen. Una cosa era
más fácil que la otra. Había perdido la cabeza durante el viaje en avión y se
me había puesto incómodo, vergonzosamente duro, la imagen mental de
chuparle la lengua a Cullen mientras le masturbaba.

Desde la primera vez que nos enrollamos, fue como cumplir todas mis
fantasías eróticas. Al principio, con tropiezos y torpeza, rápidamente nos
habíamos desinhibido y ensuciado, como si ambos hubiéramos acordado en
silencio y mutuamente dar rienda suelta a todos y cada uno de nuestros
caprichos. Era más fácil si ya sabías que el futuro era un callejón sin salida y
que lo mejor era disfrutar mientras se pudiera.

Lo que no esperaba entonces era que saber que algo estaba destinado
al fracaso y seguir haciéndolo de todos modos haría que el inevitable final
fuera tan condenadamente duro.

Quizá por eso me había costado tanto seguir adelante, por eso había
sido más fácil separarme con ira que como amigos. Desde entonces no había
conocido a nadie capaz de provocar salvajismo y ternura a partes iguales
como Cullen, ni que me diera lo mismo a cambio.

Podía oír la voz de mi hermano en mi cabeza diciendo que quizá no


había estado abierto a ello, pero lo había estado. Lo había intentado. Me

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

preguntaba si, en todas sus relaciones después de mí, Cullen había


conseguido encontrar lo mismo. Tampoco creía que quisiera saberlo.

Sin embargo, California había sido durante mucho tiempo una de mis
ambiciones, un secreto que había guardado porque me parecía improbable.
Por no hablar de la bronca que me habría echado mi antiguo equipo. Además,
los Royals habían sido sólidos durante años, y la dirección tenía donde elegir
en cuanto a entrenadores y personal; todo el mundo quería vivir en California
y formar parte de un equipo así. El hecho de que la dirección se pusiera en
contacto conmigo había sido una sorpresa total, pero había reservado mi
billete en cuestión de segundos, ignorando la duda que tenía en el fondo de
mi mente. No iba a renunciar a un trabajo de ensueño sólo porque había
conseguido una buena D11.

El conductor me dejó en la entrada de las oficinas de administración


del centro de prácticas y, nada más abrirme la puerta del coche, una rubia
vestida con un elegante traje de negocios empujó la pesada puerta de cristal
y me ofreció una cálida y familiar sonrisa.

—Hola, McRae.

—Molly. —Sonreí a la especialista en recursos humanos de los Royals.


Se la habían arrebatado a Rush después de mi año de novato, cuando era
becaria.

—Me alegro mucho de verte. —Me envolvió en un abrazo antes de


hacerme un gesto para que entrara—. Vamos a ponernos al día después. Por
ahora, estamos listos si tú lo estás.

Me hicieron pasar a una sala de conferencias donde los altos directivos


estaban sentados a la mesa. Después de saludarlos a todos, me dieron un

11 D: Defensa.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

café y estuvimos charlando hasta que el entrenador jefe, Austin Grant, llegó
del campo, donde el equipo estaba entrenando. Era la quinta entrevista que
realizaba para un puesto de entrenador de equipos especiales, así que el
proceso ya me resultaba familiar y fluido. Cuando terminó la habitual maraña
de preguntas, el entrenador Grant se acomodó en su silla y me miró fijamente.

—Estoy un poco sorprendido de que hayas volado hasta aquí.

Enarqué una ceja.

—¿De verdad? Es una gran oportunidad.

—Has rechazado Phoenix, Boston, Dallas y Atlanta.

—Atlanta me pasó por encima —señalé.

Sonrió.

—Me parece justo. El hecho es los otros tres. Durante un tiempo me


pregunté si había algo más que lazos familiares que te unieran a Denver.
Ahora lo entiendo.

En toda mi estrategia sobre Cullen y yo, había cometido el movimiento


de novato de no anticipar cómo tratar de ayudar a su carrera podría arrojar
algunos obstáculos en la mía. Joder.

—Mi relación con Atwood es reciente. Pero... —Me enderecé en el


asiento y me incliné hacia delante, apoyando los codos en la mesa—.
…Siempre he admirado a los Royals, y no hay ningún lugar al que no iría por
la oportunidad adecuada, el ajuste adecuado. Aunque tiene que ser mutuo.

—El ajuste correcto es importante. —El entrenador golpeó la mesa—.


Tenemos otros candidatos a los que estamos entrevistando, pero siempre me
ha gustado ese nivel, desde la cadera, tuyo. ¿Qué tal si recorremos las

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

instalaciones, vemos un poco de entrenamiento y luego intentamos cortejarte


con el mejor sushi de Los Ángeles?

Me reí entre dientes. —Eso suena como un plan.

***

Quedé con Whitt en un elegante bar del centro de Los Ángeles después
de cenar, y me reuní con él en una cabina de la zona VIP.

Sonreí mientras me deslizaba en el banco de cuero, observando su


elegante melena desteñida y su cuerpo duro, la barba cuidada a lo largo de la
mandíbula y los elegantes pantalones de sastre con una camisa informal
abotonada. Resultaba difícil imaginar a un tipo como él ensuciándose en el
campo, parecía más un modelo que un cornerback, pero lo hacía y lo hacía
bien.

—Veo que estás más musculoso que nunca. —Yo sobresalía como un
pulgar dolorido con mi sencilla camisa de botones y mis vaqueros. La moda
era otra cosa en Los Ángeles. Mierda, tal vez tendría que contratar a un
estilista personal para actualizar mi vestuario si conseguía el trabajo. Cullen
se partiría de risa.

¿Y por qué estaba pensando en él otra vez? No necesitaba ir por ese


camino mental traicionero. Necesitaba centrarme en mi carrera.

Whitt agitó una mano con una sonrisa burlona.

—Sólo mantengo las apariencias. Cuánto tiempo sin verte, hombre. —


Me dio una palmada en la espalda, levantó su vaso vacío y un camarero se
acercó corriendo—. Otro whisky con hielo, por favor. ¿McRae?

Pedí mi vodka con tónica habitual y, cuando nos trajeron las bebidas,
me senté en el reservado.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—¿Es cosa tuya que yo esté aquí? —pregunté, y Whitt se rió cuando le
miré con escepticismo.

—Mierda, yo no tengo esa clase de influencia, pero Molly sí. Estoy


bastante seguro de que ella es la que está en tu esquina. Acabo de decirles
todas las razones por las que no deberían contratarte, especialmente teniendo
en cuenta tu antiguo equipo —bromeó—. Hice una presentación en
PowerPoint y todo.

—Como si hubieras hecho un PowerPoint en tu vida. —Me burlé—. ¿No


pagaste a alguien para que te hiciera uno una vez para una clase de primer
año? —Whitt se había trasladado a la FU justo después del primer año por
razones que siempre me habían resultado un tanto vagas. En aquel entonces
era bastante simpático, pero su ego parecía haberse magnificado con los años.

—Claro que sí. Algunos de los mejores treinta dólares que he gastado,
también. Dios. —Exhaló un silbido bajo—. No puedo creer que recuerdes eso.

—Yo tampoco —mentí. Mis recuerdos de la universidad seguían siendo


vívidos y sorprendentes, sobre todo por Cullen, estaba seguro—. Ha pasado
un tiempo.

—Claro que sí. Han cambiado muchas cosas. En la liga. En... en


general. —Me dirigió una mirada aguda, y yo sabía lo que venía—. Cullen
Atwood y tú, sin embargo, ¿en serio?

—De verdad. —Asentí lentamente. Joder, odiaba mentir. Pero, en cierto


modo, ¿estaba mintiendo de verdad? Irónicamente, era refrescante poder
decir cualquier cosa, aunque fuera bajo la apariencia de una relación falsa.

La mirada de Whitt se volvió más perspicaz.

—Ustedes dos eran muy unidos en el sur. Siempre me he preguntado


si tenían algo...

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—No —le corté. Técnicamente, no habíamos estado juntos cuando Whitt


estaba allí. Eso vino después.

Levantó las manos.

—Tranquilo, tigre. Sólo especulaba. Todos jugamos al fútbol juntos. No


quiero estropearte nada. Ni a él. Sólo tenía curiosidad.

—Lo siento —refunfuñé y di otro sorbo a mi bebida—. Nos hacen


muchas preguntas así. El escrutinio de los medios y esas cosas. Me pone de
los nervios. Pensé que ya había acabado con eso.

—No lo harás mientras estés con él o trabajes con Los Ángeles. Eso es
un hecho.

Lo había considerado, por supuesto, pero luego lo descarté. Mientras


siguiéramos con el plan original, con el tiempo, el escrutinio sobre mi vida
amorosa, al menos en lo que se refería a Cullen, cesaría y yo pasaría a un
segundo plano.

—Sí, soy consciente. Pero puedo manejarlo.

Asintió.

—Sé que puedes. Siempre fuiste bueno bajo presión. —Excepto cuando
esa presión involucraba algo relacionado con Cullen—. Rush parece un buen
ajuste para él, ¿no? ¿Se lleva bien con todos los chicos? Hay algunos allí... —
Whitt se detuvo con un movimiento de cabeza, pero había despertado mi
curiosidad.

—¿Todavía estás enfadado porque reclutaron a Tucker en vez de a ti?


—Me reí. El hombre podía guardar rencor más tiempo que nadie que hubiera
conocido. Bueno, aparte de mí. Whitt quería jugar en los Rush en su año de
novato, y mucha gente pensaba que él también acabaría allí. Su fichaje por

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Los Ángeles pilló a todo el mundo por sorpresa, pero a nadie más que al propio
Whitt. El idiota con derecho pensaba que sólo porque quería algo, lo
conseguiría automáticamente.

—Deberías dar gracias a tu puta estrella de la suerte cada día que te


levantas. LA es uno de los equipos más ganadores de la última década,
mierda.

Whitt soltó una carcajada.

—Tienes razón. Pero, ¿qué es el fútbol sin una buena rivalidad?


También consigue audiencia. Pone mi cara en la pantalla, me consigue más
patrocinios.

—Como si no tuvieras suficiente dinero antes de que te ficharan. —


Puse los ojos en blanco—. Es bueno saber que sigues siendo el imbécil
arrogante de siempre. —Nunca me había peleado con él como lo hacían los
demás; simplemente aceptaba a Whitt por lo que era y sospechaba que, debajo
de todo ese derecho y ego, había un corazón en alguna parte. Tal vez.

Pasamos la hora siguiente recordando su primer año en Southern, y


luego se fue a dormir porque tenía entrenamiento a la mañana siguiente.

***

En el hotel, miré por los ventanales las luces centelleantes de la ciudad,


intentando imaginarme allí. Podía verme como no había podido en Dallas o
Phoenix. Volar a Denver para visitarla también sería fácil.

Abrí mis mensajes para enviar un mensaje de texto a Cullen y encontré


uno suyo preguntando por la entrevista, junto con otro en mi chat de grupo
de Ramsey y Garrett preguntando lo mismo. Respondí a ambos y luego volví
al de Cullen.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Cullen: Buen trato. Te van a querer.

Yo: Es difícil de decir. La entrevista fue bien, pero creo que tienen
reservas desde que estás en la foto. Creen que no querré ir.

Cullen: Puedo romper contigo mañana. Empezar a tirar tu mierda por la


ventana, montar una gran escena.

Yo: ¿Tirar mis propias cosas de mi propio apartamento?

Cullen: Siguiente nivel de relaciones públicas. Los tabloides estarán por


todas partes.

Yo: No estoy seguro de cómo eso me ayudaría de alguna manera.

Cullen: Probablemente no, pero tienes que admitir que sería entretenido
AF12.

Yo: Para ti.

Yo: Cené con Whitt.

Cullen: ¿Sigue siendo un imbécil arrogante?

Tuve que reírme al hacerse eco de mi comentario anterior.

Yo: Oh, sí, pero ha estado bien ponernos al día.

Cullen: ¿Te tiró los tejos?

Yo: ¿En serio?

Cullen: Sí.

12 AF: abreviatura escrita de as fuck: se utiliza, por ejemplo en las redes sociales y en los

mensajes de texto, para enfatizar algo.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Yo: Lol. No.

Cullen: ¿Alguien más se te insinuó?

Yo: ¿Estás bien?

Cullen: Como tu ‘novio’ ¿no es mi trabajo estar celoso?

Yo: No en una relación sana. O eso he oído.

Cullen: Hmmm. ¿Estás diciendo que nuestra falsa relación es tóxica?


Mierda, quizá sea hora de ir a terapia de pareja.

Yo: ¿Nos imaginas en terapia de pareja?

Nos echarían con un: Están jodidos.

Yo: Síp.

Yo: No estarás celoso, ¿verdad?

Cullen: Sí...

Esperé, con los ojos entrecerrados mientras las burbujas de la pantalla


seguían rebotando, y sin saber por qué su respuesta era importante, ya que
probablemente iba a ser una tontería de todos modos.

Cullen: Cielo soleado y una temperatura de veinticinco grados. Si te


encuentras a Lily por allí, salúdala de mi parte.

Lo siguió con un emoji de ángel. Típico de Cullen.

Yo: Qué curioso, Whitt me dijo que te saludara de su parte.

Estaba mintiendo, pero sabía que le molestaría, por lo que valía la pena.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Cullen respondió con un emoticono de dedo corazón, y yo tiré el teléfono


a un lado para quitarme la camisa por encima de la cabeza. El vuelo de
mañana a Denver iba a llegar pronto, y estaba seguro de que ese cosquilleo
de anticipación en el estómago era por poder volver a dormir en mi propia
cama. No tenía nada que ver con ver a Cullen.

Mi teléfono volvió a sonar mientras me dirigía al baño para lavarme los


dientes.

Cullen: Que tengas un vuelo seguro mañana. No quiero tener que montar
todo un espectáculo de lamentos y golpes en el pecho si el avión se cae con mi
querido novio en él.

Yo: Tendrías que ser muy afortunado. Piensa en toda la simpatía que
recibirías. Tu reputación se recuperaría al instante.

Cullen: Buen punto. En ese caso, siéntate delante, he oído que es el lugar
más peligroso del avión.

Mi risa resonó en la habitación del hotel, casi como una sacudida en el


silencio.

Cullen: Te recogeré en el aeropuerto. Buenas relaciones públicas. Me


hace ver como un novio que te apoya y todo. Llevaré un pañuelo en el bolsillo
por si tengo que ponerme a llorar. Si puedes cronometrar el accidente para que
ocurra en la pista, aún mejor.

Yo: ¿Alguien te ha dicho alguna vez que tienes un oscuro sentido del
humor?

Cullen: Sí, tú. Es una de las cosas que te gustan de mí.

Yo: Me gusta.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Cullen: Sí, sí. Nos vemos pronto, McRae.

Respiré hondo, el tipo de respiración que el terapeuta al que había


acudido tras mi lesión había llamado purificadora pero por muchas veces que
lo repitiera, mis sentimientos hacia Cullen Atwood seguían sin ser algo que
pudiera exhalar al aire y dejar ir.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Capítulo 11
Cullen
—Este es el primer evento como pareja falsa. Eso es grande, Cull —dijo
mi hermana mientras hablábamos por teléfono. Tenía razón, pero de ninguna
manera iba a admitirlo.

—Eh. No es nada. Sólo otro evento de caridad, sólo que este no voy a
estar tratando de encontrar a alguien con quien ir a casa, así que supongo
que eso es diferente. —Tenía la costumbre de tratar de ignorar las cosas en
las que no quería pensar, y esta no era diferente.

—Ja, ja. Eres la mezcla más extraña de engreído pero también


autodespreciativo.

—¿Qué tiene de autodespreciativo lo que acabo de decir? —pregunté.

—Nada para la gente que no te conoce, pero para mí, es que estás
jugando con el personaje que te dieron los medios.

—Que me fue dado en base a mis acciones, por lo que es bastante


acertado. —Suspiró y no continuó—: ¿Cómo están mamá y Caleb? —
pregunté.

—Cree que tienes novio y está intentando aceptarlo, lo cual es ridículo.


Se lo dije. Odio que sea así. Lo siento, hermano mayor.

Ignoré el malestar en mi pecho y lo aplasté hasta que no quedó nada,


tal y como me gustaba.

—Es lo que hay. Debería prepararme para esta noche.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Dime que no estás teniendo sexo con él —dijo. Uf. Mi hermana era lo
peor. ¿Por qué tenía que ser mi mejor amiga?

—Es raro lo interesada que estás en mi vida sexual.

—Eso es asqueroso. Lo digo en serio, Cullen.

—Sé lo que hago.

—Cull...

Oí abrirse la puerta principal y supe que Houston debía de haber


llegado a casa de dondequiera que hubiera ido esta mañana temprano. Hacía
unos días que había vuelto de Los Ángeles. Le había hecho cientos de
preguntas sobre la entrevista. Me lo había contado, pero, por lo que yo sabía,
aún no había recibido ninguna llamada, así que lo dejé estar.

Probablemente estaba nervioso por el acontecimiento de esta noche.


Sería nuestra primera aparición pública como novios, otra vez algo con lo que
habríamos soñado cuando estábamos en la universidad. Ahora lo teníamos,
sólo que era falso. Todavía no podía superar esa mierda. También necesitaba
calmarme de una puta vez porque si Houston pensaba que me estaba
estresando, su nivel de ansiedad se dispararía.

—Está bien, hermanita. Me tengo que ir. Hablamos pronto.

Terminé la llamada y salí al pasillo justo cuando Houston se dirigía a


él. Llevaba ropa deportiva, el pelo mojado de sudor y una barba incipiente en
la mandíbula.

—¿Quieres que te lama hasta dejarte limpio? —Moví las cejas. Me hizo
un gesto con el dedo—. Siento que no me aprecias, McRae. Todo lo que quiero
es ser un buen novio y tratar a mi hombre como se merece, pero todo lo que
haces es callarme. Es como si ya no te conociera.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Fingí un grito, y él me lanzó esa mirada familiar que decía que no sabía
qué hacer conmigo.

—Eres un idiota.

—Uno de nosotros tiene que serlo. Estoy dispuesto a aceptar uno por el
equipo.

Suspiró y se apoyó en la pared, con su cara seria.

—Esto va a ser raro.

Me encogí de hombros porque no se equivocaba.

—¿Quieres que vaya solo? Puedo decir que estás enfermo.

—No creo que vayamos a vender esto muy bien si no voy. Ya se está
hablando de ello en Internet: las dos parejas queer del Rush y ver a Cullen
Atwood con “el hombre que domó a la bestia” cita directa.

Los dos nos reímos. Los medios de comunicación a veces eran ridículos.
No me sorprendió que hicieran un escándalo por vernos juntos. El ex chico
de oro de los Rush y el jodido de la liga. Daba para una buena historia.
Además, no negaba que era una bestia en el mejor de los sentidos.

—Gracias por hacer esto por mí. Sé que no quieres, y ahora podría
causarte problemas para conseguir un trabajo. —Si eso pasara, nunca me lo
perdonaría.

—Lo harías por mí —dijo, y sí, lo haría—. Pero eso no significa que no
seas un grano en mi culo.

—Puedes ser un dolor en mi culo si lo prefieres. Puedo ir a limpiarme,


y podemos echar un polvo rápido.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Negó con la cabeza, pero también me dedicó una media sonrisa, y


maldita sea si no había hambre en su mirada. Houston me deseaba tanto
como siempre. Demonios, quizá siempre quisiéramos follar tanto el uno con
el otro. Si era así, estaba jodido, porque por mucho que me gustara el sexo,
nunca había sido tan bueno con nadie como con Houston.

***

Tomamos un servicio de coches hasta la Casa Lyon, donde se celebraba


el acto. Houston estuvo callado durante la mayor parte del trayecto. Aunque
se desenvolvía bien en situaciones como ésta, también sabía que no eran sus
favoritas. No era un tipo llamativo. No le gustaban los focos sobre él, salvo
cuando había sido en el campo de fútbol, y no me cabía la menor duda de que
esta noche seríamos un puto foco de atención.

Todavía no podía superar el hecho de que estaba haciendo esto por mí.

—¿Necesitas una mamada para relajarte? —bromeé. Houston miró al


conductor, que nos observaba por el retrovisor—. Quise decir en el baño
cuando lleguemos, no en el auto.

El tipo se quedó boquiabierto y Houston murmuró: —Por Dios, Cull —


pero me di cuenta de que intentaba contener la sonrisa. Podía sacar eso de él
como nadie.

El conductor paró delante del edificio antes de que pudiéramos decir


nada más. Houston salió corriendo del coche y yo iba justo detrás de él. En
cuanto se cerró la puerta, dijo:

—Sabes que eso va a acabar en Internet, ¿verdad?

Me encogí de hombros.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Somos novios en la fase de luna de miel. Se supone que tenemos que


estar follándonos a tope todo el día, todos los días, cosa que, por cierto, me
gustaría totalmente.

Él prefirió ignorar eso.

—Sí, pero también se supone que no debes meterte en problemas.

—Yo no hice nada. Sólo me ofrecí a chupársela a mi novio. Lo


entenderían en cuanto te vieran con este esmoquin. Joder, McRae. Qué bien
te arreglaste.

El calor que se encendió en su mirada me dijo que había sido inteligente


por mi parte no habérselo dicho en el apartamento. Si lo hubiera hecho, quizá
no habríamos llegado hasta aquí esta noche. Pero era la verdad. Me encantaba
la forma en que la costosa tela se ajustaba a su cuerpo. Estaba recién afeitado,
pero su pelo oscuro seguía despeinado, como a mí me gustaba. El mío estaba
suelto alrededor de mi cara, y no podía evitar preguntarme si a él le gustaba.
Yo no lo había tenido tan largo cuando estábamos en la universidad, y él no
lo había mencionado desde que habíamos vuelto a vernos.

—Nos vas a meter en problemas.

—Sólo lo mantengo real. —Le cogí de la mano, uní nuestros dedos y


me dirigí a la puerta principal. Dentro, los fotógrafos estaban sacando fotos
de todos los que llegaban. Probablemente nos habían tomado algunas a
Houston y a mí en la calle, pero en cuanto entramos, se volvieron locos.

—¿Quién te vistió? —preguntó alguien como si se tratara de un acto de


Hollywood y no de uno benéfico.

—¿Quién nos vistió? —le pregunté a Houston. Le había pedido que se


encargara de nuestro atuendo, y él había accedido, consiguiéndonos
esmóquines negros a juego.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Puso los ojos en blanco, pero me agarró la mano con más fuerza.

—Tom Ford —respondió, con la voz algo más áspera de lo habitual.

— Es la primera vez que salís como pareja. Ya te has perdido la llegada


de Garrett y Ramsey. Los Rush son el equipo más queer de la liga con dos
parejas gays. ¿Qué se siente?

—Estoy agradecido a los Rush por darme una oportunidad. Mi único


objetivo es ayudarles a conseguir un anillo este año para demostrarles lo
mucho que aprecio estar en el equipo. En cuanto a esta noche, sólo quiero
ganar mucho dinero para obras benéficas y deleitarme con el hecho de que
tengo al hombre más guapo aquí del brazo.

Todo el mundo se comió esa mierda diciendo oohing y aahing. Sabía sin
lugar a duda que Houston me iba a patear el culo por eso, que era la mayor
parte de la razón por la que lo dije. Quiero decir, era cierto y todo, pero en
realidad, sólo quería tener un poco de diversión con él.

—¿Estás listo para ir, conejito? —le pregunté, y si las miradas mataran,
me habría caído muerto allí mismo.

—Claro que sí, cariño —dijo, con los labios apretados. Dios, qué bien
me lo pasaba. No paraban de hacernos fotos y preguntas mientras Houston y
yo entrábamos en el edificio. En cuanto estuvimos dentro, gimió:

—¿Conejito?

—No puedo evitarlo. Fue lo primero que se me ocurrió. —Le solté para
poder agarrarme el estómago, me estaba riendo mucho.

—Te voy a matar —dijo, lo que me hizo desternillarme aún más. A él le


pasó lo mismo, por mucho que intentara evitarlo.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Houston negó con la cabeza y yo le rodeé con un brazo, diciéndole


juguetonamente:

—No te enfades conmigo, Conejito.

Sus manos se dirigieron a mi cintura, los dos nos miramos, el aire de


la habitación se esfumó de repente. El mero hecho de tenerlo tan cerca hizo
que la sangre se me subiera a la polla, el momento se congeló en el tiempo
hasta que oí a alguien aclararse la garganta y levanté la vista para ver a
Ramsey, con una ceja arqueada, Garrett y Tucker allí con él. Detrás de ellos
y al otro lado de la sala, un montón de ojos nos miraban.

Uy.

Nos apartamos, los dos intentando aparentar que no habíamos olvidado


que no estábamos solos.

—Ha sido interesante —dijo Ramsey en voz baja cuando nos reunimos
con él.

—Cumplimos con nuestro papel —contestó Houston por lo bajo.

Tenía razón. Eso dolió, pero sería inteligente recordarlo.

—Hacen una buena pareja —dijo Garrett.

—Pensé que se iban a liar allí mismo —añadió Tucker.

—¿Qué tal si dejamos de hablar de ello? —refunfuñó Houston.

—Todo lo que sé es que habría sido caliente. —Sonreí.

Garrett y Tucker se rieron antes de que Garrett añadiera:

—Oh, espera. Estamos hablando de mi hermano. Qué asco.

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Volví a coger la mano de Houston. Se suponía que éramos novios


creíbles, ¿no? Tenía un trabajo que hacer, y fui muy concienzudo. Uno de los
camareros nos trajo champán mientras hablábamos, mezclándonos por la
sala. Este evento recaudaba dinero para atletas discapacitados, algo que era
importante para todos nosotros. Rush participaba todos los años. Me alegré
de participar este año. Había hecho mi propia donación, y también había una
subasta con recuerdos firmados.

Houston y yo nos escabullimos y echamos un vistazo a algunos


artículos. Él se fijó en una camiseta con su antiguo número, que llevaba su
firma. Era de su primer partido en la NFL.

—¿Estás bien? —pregunté en una voz sólo para nosotros.

—Lo echo de menos. —No me miró a mí, sólo a la camiseta con


manchas de suciedad que nunca había limpiado. Houston hizo dos
touchdowns ese partido, algo increíble para un novato, su primera vez en un
campo de la NFL.

—Lo sé. Odio esto por ti. Cambiaría de lugar contigo en un segundo si
pudiera. —Houston merecía estar ahí fuera más que nadie que conociera—.
Jesús, me mató ver lo que pasó. No dormí en toda la noche. Tenía tantas
ganas de llamarte.

Eso llamó su atención, haciendo que se volviera hacia mí. Desvié la


mirada, pero seguí sintiendo que me miraba con dulzura durante lo que me
pareció una eternidad.

—¿Por qué me miras así? Cualquiera habría sentido lo mismo.

—Eran tuyas, ¿verdad? —preguntó, y supe que estaba jodido, supe que
se había dado cuenta de que las flores habían salido de mí.

—¿Qué? —Fingí que no lo sabía.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—No me mientas, Cullen.

Me encogí de hombros. No fue nada especial.

—Era algo bonito. Te dejaba meterme la polla en el culo. Lo menos que


podía hacer era enviarte flores.

—Cull...

—Disculpa, ¿Houston? Larry Dixon quería ver si podías posar para


unas fotos —preguntó un hombre.

Houston pero no yo. Intenté que no me molestara. Estaba claro que no


eran fotos del equipo y que querían algo especial de él, pero me dolió.

—Vuelvo enseguida.

Se fue, y maldita sea si no lo vi irse. Quiero decir, su culo se veía


jodidamente genial en esos pantalones.

Algunas personas se acercaron a saludarme y charlaron conmigo antes


de pasar a mirar los artículos por los que podían pujar.

Habían pasado menos de quince minutos desde que Houston se fue


cuando la vi. Dana, una mujer con la que me había enrollado una o dos veces
en el pasado. A ella le gustaba follar con futbolistas, y a mí me gustaba follar
con mujeres, así que había funcionado. Debía de haber encontrado a su
próxima conquista para estar aquí.

—Pero si es Cullen Atwood, el chico malo de la NFL.

—Dana. —Asentí. Había algo en ella que me desagradaba. Por eso


habíamos cortado.

—Ha pasado un tiempo.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Lo ha hecho.

Sonrió, apretándose lo más posible a mí. —¿Tienes planes para esta


noche?

¿Qué mierda?

—Creo que debes haberte perdido las noticias. Tengo novio. Estoy aquí
con él, de hecho.

Dana puso los ojos en blanco. Estaba acostumbrada a conseguir lo que


quería.

—Vamos, no pensarás que me creo eso, ¿verdad? No sentarías la cabeza


con una sola persona. Nunca lo has hecho y nunca lo harás. No sé a qué estás
jugando o cómo has conseguido que Houston McRae esté de acuerdo, pero
sea lo que sea, sé que no es legítimo. Houston también puede ir con nosotros.
Nos divertimos juntos. ¿No quieres volver a divertirte? —preguntó—. Te deseo.

—No te quiere —dijo Houston antes de que pudiera negárselo—. Estás


tratando de tomar algo que es mío.

El calor se apoderó de mi entrepierna y mi polla se erizó. El Houston


posesivo era jodidamente caliente.

—Ya has oído al hombre —añadí.

—Bien. Como quieras. —Dana resopló mientras se alejaba. No le


gustaba que le dijeran que no. Nunca le había gustado y nunca le gustaría.

Ladeé una ceja hacia Houston, con una media sonrisa en el lado
derecho de la boca.

—No digas ni una maldita palabra. —Miró hacia abajo, casi


avergonzado por un segundo.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Yo no he dicho nada.

—No tenías que hacerlo. Te conozco.

—¿Qué pensaste que iba a decir? ¿Que me deseas? ¿Que no te gusta


que nadie flirtee conmigo? ¿Que el gruñón McRae me pone la polla dura?

—Sólo hago mi papel —respondió, pero fue la primera vez desde que
empezamos que me tomó de la mano primero.

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Capítulo 12
Houston
La parte de la subasta transcurrió rápidamente y me alegré de que mi
vieja camiseta se vendiera por unos respetables dos mil dólares, aunque
Cullen subiera un poco el precio con sus pujas. No estaba seguro de si había
pujado como muestra de apoyo a su ‘novio’ por el bien de la organización
benéfica o simplemente para fastidiarme. Una mirada a su expresión chulesca
me sugirió que tal vez era una mezcla de las dos cosas.

Tiró su carta de puja sobre la mesa cuando terminó la subasta.

—Debería haber seguido pujando hasta ganar. Habría sido muy


divertido que me encontraras en la cocina una mañana vistiendo sólo tu vieja
camiseta. —Una sonrisa pícara curvó sus labios y me miró de reojo—. ¿Estás
a punto de gruñir otra vez?

—No —gruñí—. Y divertido no es exactamente como yo llamaría una


sorpresa como esa.

—¿Tentador? ¿Increíblemente sexy? —sugirió, y negué con la cabeza,


exasperado. El hombre era un desvergonzado, pero me costaba reprimir una
sonrisa.

Nos habíamos guardado las pollas en los pantalones desde que volví de
Los Ángeles, pero Cullen no lo ponía fácil. Últimamente había subido las
insinuaciones al once y disfrutaba demasiado con ello. Estaba medio
empalmado a su lado en cualquier momento y me preguntaba si había hecho
bien en dejar que se mudara a mi casa otra vez. Estar cerca de él difuminaba
tanto las líneas entre mi cabeza y mi corazón que a veces sentía que no podía

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

pensar con claridad. Uno de esos momentos estaba ocurriendo justo en ese
momento, cuando su mirada se movió sobre mi cara.

—Levanta el culo —le dije, señalando con la cabeza hacia la pista de


baile, donde empezaban a reunirse las parejas. —Suenas como alguien que
necesita una salida saludable para toda esa... energía.

Sin embargo, habría sido útil que Cullen tuviera una pareja que supiera
bailar de verdad, y ese no era yo. Por suerte, sonaba una canción lenta cuando
entramos en la pista de baile y, como estaba abarrotada, no tuve que hacer
mucho más que moverme de un lado a otro.

Nos enredamos cuando tratamos de fijar posiciones, ya que ambos


fuimos inmediatamente a por la cintura del otro.

—Pon tus brazos alrededor de mi cuello, idiota. —Cullen se rió.

—Que te jodan. Échame los brazos al cuello —repliqué.

—Soy el mejor bailarín. Necesito liderar. Vamos.

—Hazlo tú. Así es más cómodo para mi rodilla.

Cullen me escrutó y luego soltó otra carcajada.

—La forma en que mientes con la puta cara seria, McRae. Lo próximo
que sabrás es que estaré doblando tu colada porque dirás que te duele la
rodilla cuando te agachas para abrir la secadora.

—A veces lo hace, así que tu ofrecimiento a doblar mi colada aceptada.

—Espera un minuto. Eso no fue una oferta.

—A mí me lo pareció —dije y accedí, deslizando los brazos por su torso


y rodeando su cuello e ignorando a propósito la sonrisa de Cullen cuando lo

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

hice. La sensación de sus manos en mi cintura era suficiente distracción. Y


tenía razón. Un poco de presión de una mano o de la otra dirigía mi penoso
movimiento de pies, de modo que mi arrastrar de zombie parecía un baile,
sobre todo si entrecerrabas los ojos.

—¿Cómo has pasado tanto tiempo conmigo y ni siquiera has aprendido


a bailar?

—Cuando estábamos juntos, no solíamos bailar. Al menos no del tipo


erguido.

Moví las cejas y él resopló.

—Eso es imperdonable. Mañana te enseñaré algunas cosas. La


cortadora de césped, por lo menos. Tal vez el shuffle. Ningún hombre mío va
a andar por ahí sin saber hacer al menos el hombre caminando. Jesucristo,
McRae. ¿Cómo sobrevives?

—No lo sé. Tal vez por eso llevo años medio muerto —dije sin más,
aunque, pensándolo bien, era un poco cierto. Era aleccionador pensar hasta
qué punto me había encerrado en mi caparazón después de la lesión de rodilla
y cómo podría no haberme dado cuenta si Cullen no hubiera empezado a
sacarme de él.

Su agarre sobre mí se hizo más fuerte, la presión de su cuerpo firme y


cálida contra el mío.

—Bueno, te balanceas bastante bien, y definitivamente follas como un


campeón, así que sé que tienes algo de ritmo en alguna parte. Podemos
empezar por ahí.

—¿Con balanceo o follando? —Apreté la mandíbula cuando Cullen


inclinó ligeramente las caderas para que pudiera sentir su polla contra la mía.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Definitivamente a propósito, y el comentario de follar como un campeón


tampoco ayudó.

Sus labios rozaron a lo largo de mi mandíbula hasta que su aliento llegó


cálido a mi oído.

—Me refería a balancearnos. Pero podríamos hacer las dos cosas. —


Volvió a girar las caderas contra mí y una oleada de deseo me recorrió la
espalda, haciéndome palpitar las pelotas—. ¿Quieres las dos cosas?

—No quiero tener una erección furiosa en medio de una pista de baile,
Atwood. —Mi voz volvía a adoptar ese tono gruñón. Me aclaré la garganta.

—Demasiado tarde para eso —murmuró, las caderas rodando contra


las mías una vez más—. Nadie puede ver de todos modos.

Cuando nos metimos en la limusina después de la fiesta, mi deseo por


el hombre que se sentaba a mi lado era un infierno, y la forma en que me
miraba de reojo con una media sonrisa de pura satisfacción sugería que él
también lo sabía.

—Fue divertido —dijo.

—Fue algo. Da miedo hasta qué punto te excita joder conmigo en


público.

—Psht. —Hizo un gesto con la mano—. Eso es sólo parte del trato de
novio.

—¿Así es como tratas a tus compañeros?

—No. Pero es como yo te trataría. —Su expresión se tornó seria


brevemente, y luego otra sonrisa curvó sus labios—. Así que eso es culpa tuya

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

por ofrecerte como mi novio. Lo empezaste de todas formas aquel primer día
en el ascensor.

—Tú empezaste en el baño del aeropuerto.

Levantó las manos.

—Simplemente ofrecí una oportunidad. Tú la aceptaste.

Me acerqué y pulsé el botón para cerrar la mampara entre el conductor


y nosotros. Cullen arqueó una ceja, pero su diversión disminuyó cuando
deslicé los dedos por su cintura y empecé a abrirle el cinturón.

—¿Qué estás tramando, McRae?

—Aceptar una oportunidad de mi novio. —Lo entendía. Las idas y


venidas, las bromas, los roces, lo del novio falso. Era un marco más fácil de
manejar que admitirme a mí mismo la verdad, que era que lo quería con toda
seguridad, con o sin provocaciones y desafíos. Pero en un nivel más profundo,
tenía que hacer un gran esfuerzo para evitar enamorarme de Cullen otra vez.

Aspiró mientras le acariciaba la polla. —¿Qué pasó con toda esa


preocupación por el conductor y los medios de comunicación?

—Hiciste un buen punto antes, y lo acepté. Joder. —Gemí mientras le


acariciaba la polla a través de los pantalones.

—No puedo creerlo. En realidad acabo de ganar una discusión contra


ti.

—No fue una discusión... —El resto se perdió en un choque de dientes,


lenguas y labios cuando Cullen me agarró por la nuca y me atrajo hacia él en
un beso abrasador.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Cuando la limusina se detuvo frente al apartamento unos minutos


después, yo ya estaba al borde del orgasmo. Y a pesar de que el conductor se
habría quedado al ralentí todo el tiempo que hubiéramos querido, me separé
de Cullen e incliné la cabeza hacia el vestíbulo ante su gruñido frustrado.

No quiero tener que apresurarme.

No llegamos a traspasar el umbral de mi apartamento antes de que


Cullen me empujara contra la pared, forcejeando con su chaqueta mientras
yo luchaba con sus pantalones y luego con los míos. Avanzamos a tientas y
tropezamos por el pasillo hasta mi dormitorio, donde le empujé hasta el borde
de la cama y le obligué a sentarse. Me cogió cuando empecé a ponerme de
rodillas, hambriento de la polla dura y goteante que tenía delante.

—Espera.

Dios, ¿ahora iba a cambiar de opinión? Refunfuñé, pero negó con la


cabeza mientras me enderezaba.

—Tengo una idea mejor.

—¿Por qué eso me hace sospechar?

—Porque siempre sospechas. —Cullen sonrió—. Túmbate en la cama


boca arriba. Déjame usar esa boca sexy hasta que explote, y luego cabalgaré
tu maldita polla. Más fácil para tu rodilla, ¿no? —Su sonrisa se volvió malvada
y me pregunté si había bebido más champán de lo que pensaba, pero no iba
a discutir su lógica. Era tan sólida como excitante.

Me desplacé sobre la cama, pensando que se sentaría a horcajadas


sobre mi pecho, pero él tenía otras ideas y me dirigió de modo que mi cabeza
quedara al borde de la cama. Con una caricia de su pulgar sobre mi barbilla,
Cullen me abrió la boca y guió su polla al interior. Mi polla dio un respingo al

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

sentir cómo me llenaba la garganta y, al mismo tiempo, verlo suspendido


sobre mí.

—Maldita sea, es perfecto. Sigue haciéndolo —gimió cuando empecé a


acariciarme la polla con una mano y a deslizar la punta de los dedos por su
agujero con la otra.

Mantuvo un ritmo suave, dejando que me acostumbrara al


deslizamiento de su polla dentro y fuera, al torrente de sangre que me llegaba
a la cabeza y que me dejaba mareado y eufórico a la vez.

Un torrente sucio de maldiciones salió de sus labios mientras aceleraba


el ritmo, y le cogí los huevos con la mano, dándoles un tirón cuando me di
cuenta de que estaba a punto antes de volver a pasarle un dedo por el agujero
y presionar con fuerza.

—Mierda —gruñó, y el cálido torrente de su semilla llenó mi boca, mi


garganta. Lo engullí con avidez, tan cerca de correrme que tuve que apretar
la base de la polla para evitarlo.

Le dejé un minuto para que se deleitara con el resplandor y luego me


salivé los dedos y le di una palmada en el culo, empujándole hacia la cama,
encima de mí, para que tuviera mejor acceso a su agujero.

Debería haberlo sabido; el calor me inundó como un maremoto cuando


se sentó a horcajadas sobre mí y se inclinó hacia delante, envolviendo mi polla
con sus labios.

—Tranquilo —gemí mientras lo abría con mis dedos.

—Tú sí que sabes expresarte —dijo, echándose hacia atrás con un grito
ahogado mientras yo bombeaba mis dedos dentro de él—. Ya se me está
poniendo dura otra vez.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Mesita de noche. Lubricante —ordené, moviéndome en la cama—. Si


no estoy dentro de ti en diez segundos, voy a perderlo.

Cullen me dirigió una sonrisa salvaje por encima del hombro y cogió
material de mi mesilla de noche. Todavía estaba enrollando el condón a lo
largo de mi polla cuando él empezó a hundirse encima de mí, la llovizna de
lubricante que había vertido por la ranura de su culo y untado sobre su
entrada era un goteo frío sobre mi piel. Se me pusieron los ojos en blanco
cuando me introdujo en su interior con un largo y lento deslizamiento.
Aferrándome a sus caderas con una maldición, lo mantuve quieto mientras
mi polla emitía un pulso de advertencia en su interior. Demasiado para un
polvo largo y pausado.

Cullen volvió a mirarme.

—¿Vas a venirte ya, McRae? Es como en los viejos tiempos.

Si hubiera podido, le habría respondido, pero apenas podía articular


palabra, y él no se equivocaba. La primera vez que follamos, me corrí en
menos de un minuto, abrumado por el placer alucinante de estar dentro de
otro hombre por primera vez.

En lugar de eso, lo hice callar levantando sus caderas y aporreándolo.


Cullen soltó un grito cuando nuestros cuerpos chocaron y mi orgasmo me
golpeó con la ferocidad de un tren de mercancías que también me hizo gritar.
Me cabalgó durante todo el orgasmo, ordeñándome hasta dejarme seco antes
de desplomarse sobre mí.

Cuando pude, me aparté de él y me giré para quedar tumbado a su lado.

—Dijiste mi nombre mientras te venías hace un segundo. —Sonrió


mientras estábamos tumbados recuperando el aliento—. ¿No creo que hayas
hecho eso antes?

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Pasé una mano por las suaves curvas de su pecho.

—Fue un accidente —bromeé—. La próxima vez gritaré la de otro para


despistarte.

Entrecerró los ojos y me clavó un codo en las costillas.

—Pagarás un infierno si haces eso.

Sonreí cuando se acercó y le di un beso en la mandíbula.

—Me dejaste como si nada —dijo en voz baja.

Giré la cabeza hacia él, desconcertado.

—¿Yo? Te tiraste a Joanna Hartley el mismo día que terminamos. Me


dolió mucho. Sé que hice todo mal. Sé que tenías razón y que deberíamos
haber dicho a la mierda y hacerlo público. Pero joder. —Sacudí la cabeza—.
Quiero decir, no te culpo. Ella siempre te había querido, y esa es la mejor
medicina, ¿no? ¿Meterte con alguien nuevo?

—¿Cómo lo supiste?

Se me hizo un nudo en el estómago.

—La vi salir con tu camiseta. Iba a decirte que me equivoqué y que tal
vez deberíamos intentar…

—Oh, joder. —Cullen se pasó una mano por el pelo con un suspiro—.
No me acosté con ella, McRae. Lo pensé. Lo pensé mucho, no voy a mentir
sobre eso. Pero no pude. Ella 'tomó prestada' mi camiseta. Tardé semanas en
recuperarla. —Se rió con pesar—. Entonces qué, ¿te diste la vuelta y te fuiste
a casa?

—Sí. Pensé que tal vez era una señal.

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Serie Jugando par siempre 02
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Cullen guardó silencio unos instantes, sus dedos haciendo lentos


círculos sobre mi piel.

—Puede que sí. Nunca habría funcionado entonces. No te culpo.

¿Por qué eso no me hizo sentir mejor?

—Lo siento. —Me moví para que sus piernas se entrelazaran con las
mías.

—Yo también lo siento.

Seguía esperando que ocurriera algo más, que alguno de los dos soltara
un chiste, que Cullen se levantara y volviera a su habitación, pero él se limitó
a acercarse más, su cálido aliento en mi cuello se hizo cada vez más lento y
uniforme, y nos quedamos dormidos juntos por primera vez desde que lo
conocía.

***

Kansas City ganaba por diez, y el estadio de los Rush se había


convertido en un rugido de ruido cuando consiguieron un primer down crucial
en el último cuarto. Mis padres y yo habíamos pasado de los bordes de
nuestros asientos a estar de pie justo después del descanso, y mi cuerpo
zumbaba de tensión como si aún estuviera en el campo. La defensa de KC
zigzagueó a Garrett y tomó el control de la pelota de nuevo. Sin embargo, la
defensa de los Rush también estaba jugando duro y volvió a hacerse con el
control cuando quedaban veinte segundos en el reloj.

No perdí de vista a Cullen mientras se alineaban. Ramsey inició la


jugada y el campo estalló, Cullen se fue por el extremo izquierdo. Ramsey
amagó y fingió, luego envió el balón a toda velocidad hacia Cullen. Fue un
pase perfecto, pero tenía un ejército delante de él, y yo estaba bastante seguro
de que no respiraba mientras cortaba a izquierda y derecha, tratando de

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

abrirse paso. Se lanzó a la zona de anotación justo cuando uno de los


jugadores del KC se abalanzó sobre su hombro, y yo apreté los puños,
esperando a que rodara sobre su espalda y levantara el balón con una sonrisa
triunfal. Los aficionados gritaron y chillaron mientras le ayudaban a
levantarse, y el gol de campo salió sin problemas. No fue suficiente para ganar
el partido, pero fue una derrota respetable contra otro equipo muy bueno.

Cullen aminoró el paso mientras trotaba hacia la banda y paseó su


mirada por la multitud hasta que me encontró y me hizo un gesto con la
cabeza que me hizo sonreír como un loco.

—Realmente te gusta. —Mi madre alzó la voz para hacerse oír por
encima de la multitud—. No me importa lo que digas. Vi las fotos del baile
benéfico y conozco a mi hijo.

—Es... complicado —le concedí.

Me apretó el hombro.

—No puedes engañarme. Tal vez deberías dejar de engañarte a ti mismo.

Pensé en ello mientras abandonábamos las gradas y nos dirigíamos a


la zona donde amigos y familiares podían esperar al equipo. Cuando sonó mi
teléfono, miré dos veces el nombre que aparecía en la pantalla. Ya era tarde.

—McRae —respondí, con los nervios revolviéndome en el estómago.

—Sé que probablemente estés en el estadio. —La voz del entrenador


Grant me llegó al oído y me tapé el otro para oírle mejor—. Sólo quería hacerte
una llamada rápida y avisarte. Estamos enviando una oferta. Nos encantaría
tenerte como parte de los Royals la próxima temporada.

Me quedé en silencio un par de segundos, procesando, y luego me


recuperé.

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—Mierda, es genial oír eso. Muchas gracias por el aviso.

—Tómate tu tiempo para analizar las cosas y vuelve con nosotros.


Ahora, ve con tu familia.

—Lo haré. Gracias, señor —dije, terminé la llamada y me guardé el


teléfono en el bolsillo, aún aturdido.

—¿Todo bien? —preguntó mi padre.

—Los Ángeles me quiere la próxima temporada. Van a enviar una oferta.


—Respiré hondo mientras intentaba averiguar por qué no estaba tan
emocionado como pensaba que estaría.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Capítulo 13
Cullen
—¡Atwood! Ven aquí un momento. Quiero hablar contigo —dijo el
entrenador justo cuando terminaba de vestirme después del partido.
Inmediatamente se me encogió el corazón. ¿Qué demonios había hecho
ahora? No me había metido en ningún lío en el equipo desde que empezó todo
este asunto con Houston, pero eso no siempre importaba. Los viejos hábitos
eran difíciles de cambiar, así que no pude evitar pensar lo peor.

—¿Otra vez haciendo travesuras? —Tucker guiñó un ojo.

—Siempre. —Incluso cuando no lo sabía, aparentemente.

Me dio una palmada en el hombro, y yo sabía que quería apoyarme,


pero me estresó. ¿Y si eran malas noticias y me cambiaban de nuevo? Las
cosas habían ido bien con los Rush. Houston me mantenía con los pies en la
tierra y estaba haciendo amigos. No salía mucho con nadie aparte de Houston,
pero los chicos y yo estábamos bien. Normalmente, me mantenía al margen y
no me importaban una mierda mis compañeros de equipo, y a ellos lo mismo
conmigo. Sin embargo, en Denver no era así.

Por primera vez desde la universidad, el fútbol volvía a ser divertido.

—¿Todo bien? —pregunté, cerrando automáticamente la puerta detrás


de mí.

—No te asustes tanto. Sólo quería decir que estoy orgulloso de ustedes.
Sé que todos estamos disgustados por no haber ganado hoy, pero estás
jugando muy bien al fútbol. Y lo que es más importante, te controlas, no metes

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

la pata y te has convertido en un gran activo para el equipo. Sabía que luchar
por ti era la decisión correcta.

¿Luchar por mí? Era la primera vez que oía algo así. Nadie en mi vida
había luchado por mí, no realmente.

—Yo... gracias —respondí, sin saber qué más decir—. No estoy


acostumbrado a que me llamen a la oficina del entrenador por otra cosa que
no sea estar en problemas. —Se rió—. Oh, no. Crees que bromeo, pero hablo
en serio.

—Eso no es lo que estoy viendo hasta ahora contigo. Sigue haciendo lo


que haces. Encajas bien aquí.

Mi cerebro no entendía lo que decía, no encontraba la respuesta


adecuada, así que me quedé con lo que todos entendíamos. Ganar.

—Encajaré aún mejor cuando tengamos un anillo —bromeé, y él se rió


entre dientes. No podíamos fingir que no era lo que todos queríamos y, a pesar
de la derrota de hoy, últimamente estábamos arrasando. Las cosas habían
sido inestables con Rush, con Nance siendo homófobo y todo eso, y luego
adaptándonos conmigo, pero habíamos encontrado nuestro ritmo. Él tenía
razón. Estábamos jugando bien al fútbol y definitivamente ganábamos más
de lo que perdíamos.

—Puedes decirlo otra vez. De todos modos, vete de aquí. Ve a divertirte,


pero no demasiado. ¿McRae y tú tienen planes?

¿Cuán inapropiado sería decir que esperaba que me follara para


celebrarlo? ¿Que nada sonaba mejor que ser follado por él después de un
partido? En lugar de eso, respondí:

—No estoy seguro.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Los partidos del domingo temprano eran agradables porque después


teníamos el resto del día. Me sentía como si me hubiera atropellado un
autobús, pero ya estaba acostumbrado.

El vestuario estaba casi vacío cuando salí. Saqué el móvil de la mochila


para enviar un mensaje a Houston, y vi un mensaje suyo diciéndome que su
familia y él me estaban esperando.

Sonreí.

Lo cual era una tontería.

Era sólo un maldito texto estúpido.

Además, eso significaba que tenía que estar cerca de su familia. La


familia y yo no congeniamos.

Todavía estaba intentando hacerme a la idea de que habíamos dormido


juntos en la misma cama la otra noche... y que había vuelto a por mí. Todos
esos años atrás, él había vuelto y sólo se había alejado porque pensó que yo
lo había superado. Yo no era estúpido. Sabía que era lo mejor. Habíamos sido
tan jodidamente jóvenes. Salir del armario habría perjudicado nuestras
carreras, y probablemente nos habríamos resentido mutuamente por ello. Le
hubiera dicho lo que le hubiera dicho, no estaba preparado para perder a mis
padres y que todo el mundo lo supiera. Había sido lo mejor, y ahora podíamos
volver a divertirnos juntos.

Los nervios me atacaron el estómago cuando vi a Houston de pie con


sus padres, Garrett, Ramsey y Tucker. Estaban riendo y hablando y,
sinceramente, lo primero que quise hacer fue darme la puta vuelta y
escabullirme, pero Houston me miró y sonrió. El idiota hizo un gesto con la
cabeza, como diciendo vamos porque seguramente sabía que estaba a punto
de largarme.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—¿Me echas de menos? —pregunté cuando me acerqué porque era


mucho más fácil ser arrogante que vulnerable. Su padre estaba diciendo algo
a Tucker, Garrett y Ramsey, así que no me reconocieron.

—No —contestó.

—Caramba, gracias, McRae. Realmente sabes cómo hacer que un tipo


se sienta bien consigo mismo.

—De todos modos, ha sido un buen partido, chicos —dijo el padre de


Houston, continuando la conversación que había mantenido con ellos. Me
hizo sonreír que los llamara chicos, como si fueran adolescentes de un equipo
de instituto. Vi cómo abrazaba a Garrett y a Ramsey, y luego estrechó la mano
de Tucker—. Tú también, um... Cullen —respondió antes de alcanzar mi
mano también, aunque más torpemente que con Tucker. No podía culparlo.
Lo único que sabía de mí era que era un alborotador de la liga que había
salido a la luz por intentar ligar con un chico en un bar gay, y ahora su hijo
tenía que arreglar mi imagen haciéndose pasar por mi novio. No me
sorprendería que me odiara, si ambos padres de Houston lo hacían.

Probablemente pensaban que yo era el mayor imbécil del mundo que


estaba utilizando a su hijo. —Gracias, señor —respondí, intentando ser lo
más respetuoso posible—. Fue un esfuerzo de equipo. Ojalá hubiéramos
ganado.

—Ganar no siempre lo es todo —dijo la madre de Houston. —Y es bueno


conocer por fin al novio de mi hijo. —Sonrió, juguetona—. Recuerdo que
Houston hablaba de ti como loco en la universidad. Solíamos intentar que te
trajera a casa con él. ¿Te acuerdas de eso, Dale? —Pero nunca lo había hecho.
Diablos, ni siquiera me había presentado en ese entonces. Pensó que su
madre nos vería juntos y lo sabría. Honestamente, si me hubiera preguntado,
probablemente habría dicho que no. Estábamos tan asustados por esas cosas
en ese entonces.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Mamá... —refunfuñó Houston.

—Por favor, sigue contándome lo mucho que hablaba de mí... Connie,


¿verdad? —pregunté, y ella se rió.

—Bueno, puedo ver que eres definitivamente un bocado.

No hagas una broma pervertida, no hagas una broma pervertida.

—Sólo en el mejor de los sentidos. —Sonreí.

—No le des más tela de la que ya tiene —le dijo Houston antes de
volverse hacia mí—. Quieren que vayamos a cenar para celebrarlo. —Se pasó
una mano por la cara.

Fruncí el ceño. ¿No quería que fuera?

—Nos vemos en casa —dijo Connie.

—Sí, nos vemos loquitos que no sienten nada el uno por el otro —añadió
Garrett cuando sus padres se alejaron—. Estoy deseando tocarles los huevos
toda la noche. —Meneó las cejas hacia Houston.

—Deja en paz sus bolas, por favor. Me gustan. —Houston gimió,


diciéndome que probablemente no era lo correcto. No podía culparlo por no
querer que supieran que nos habíamos enrollado recientemente—. O supongo
que lo haría... si las hubiera visto... cosa que no he hecho... nunca... como ni
siquiera una vez.

Tucker, Garrett y Ramsey se rieron.

—Basta. Vámonos de aquí. —Me apartó de un tirón.

Empezamos a hacer nuestro camino a los vehículos, que apestaba


porque el mío estaba estacionado en un lote diferente.

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—Veo que te será difícil mantener las manos quietas si estás cerca de
mí hoy, así que puedo irme a casa. Sé cómo te excita el fútbol. Odiaría que
lucharas por controlarte en casa de tus padres y me colaras en el baño otra
vez.

—Tú fuiste primero. Yo te seguí.

Me encogí de hombros.

—Semántica. —Intenté alejarme, pero el idiota me agarró del abrigo y


no me dejó moverme... aunque no lo intenté con todas mis fuerzas.

—Cállate, idiota. Tienes que venir —me dijo Houston.

—No quieres que lo haga. —Pude ver que se sentía raro al respecto.

—Yo no he dicho eso. —No tuviste que hacerlo.

—Es sólo que... —Dudó un momento y luego añadió—: Mi madre está


siendo... bueno, una madre. Me dijo algo antes, nada malo sobre ti, pero sí.
Si no te quisiera allí, te lo diría.

Si insistía...

—No es como si pudiera decirle que no a la madre de mi novio. —O


como si quisiera.

***

—Tu familia está en Texas, ¿verdad, Cullen? ¿Están muy unidos? —


preguntó Connie mientras estábamos en la mesa comiendo aquella noche. La
familia de Houston era estupenda. Vivían en una zona antigua de Denver, en
la misma casa en la que crecieron Houston y Garrett. Su padre me había caído
simpático cuanto más hablaba de fútbol con él. Estaba claro lo mucho que le
gustaba este deporte y lo orgulloso que estaba de que sus dos hijos jugaran.

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Serie Jugando par siempre 02
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—No, señora. Quiero decir, mi familia está allí, pero no estoy muy unido
a ellos excepto por mi gemela, Charity. —Me metí un poco de patata asada
en la boca para no tener que hablar más.

—No se lo merecen —dijo Houston. Era todo lo que necesitaba decir


porque todo el mundo sabía lo que eso significaba. Si eras gay y no estabas
cerca de tu familia, probablemente era porque eran homófobos.

—Lo siento mucho. No debería haber dicho nada. A veces no pienso —


continuó Connie.

—¿Es ahí donde Garrett lo consigue? —preguntó Ramsey,


probablemente tratando de aligerar el ambiente. Me reí porque era un chiste
muy bueno y, por suerte, Connie y Dale también se rieron.

—De todos modos, no hay necesidad de disculparse. Mi padre falleció.


No hacía mucho que había salido del armario y él hizo exactamente lo que yo
esperaba, y mi hermano también. Mi madre me habla un poco más ahora que
se ha ido, pero no puede ver más allá de su religión. Caleb se parece mucho
a mi padre. Sin embargo, mi hermana es genial. Es mi mejor amiga, aparte
de este imbécil. —Señalé a Houston, y oh, ¿acababa de llamar a Houston mi
mejor amigo? Lo había sido en la universidad, pero no era un título que
hubiéramos reclamado durante años.

—Bueno, siempre eres bienvenido en nuestra casa, Cullen. Tenemos


suficiente amor para todos.

No me sorprendió su respuesta. Trataban tanto a Tucker como a


Ramsey como de la familia, pero con Ramsey era incluso diferente. Era
realmente como un hijo para ellos. Sabían que Garrett lo amaba, y eso los
hacía familia.

—Gracias. —Tomé otro bocado.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Cuando Houston me puso la mano en la nuca, lo miré con una ceja


arqueada. Se encogió de hombros y no la movió. Aquel consuelo significaba
mucho para mí.

Terminamos de comer y acabamos en el salón, charlando. Yo estaba


más callado que de costumbre, sentado y observando a Houston con su gente.
¿Cómo habría sido si alguna vez me hubiera traído a casa en la universidad?
¿Me hubiera presentado como su mejor amigo o su novio? Me sacudí ese
pensamiento de la cabeza. No había razón para pensar en esa mierda.

Su casa no era grande y no tenían muchos asientos. Cuando tomamos


el postre y Houston intentó sentarse en el suelo con su plato de tarta, le dije:

—No lo creo, McRae.

—Mi madre está aquí. No necesito otra.

—Me parece muy tierno que se preocupe por tu rodilla —dijo Connie, y
Houston hizo una mueca de dolor. Buen trabajo, mamá McRae—. Escucha a
tu novio —se burló.

—Mamá... sabes que no es real. —Aun así, cuando me levanté, Houston


tomó asiento y yo me senté en el suelo pero entre sus piernas.

—Es mucho más agradable cuando se lo dices —le dije.

—Trabajaremos en él. —Connie guiñó un ojo.

—Esto es lo más bonito que he visto nunca. ¿Estás seguro de que esto
no es real? —preguntó Garrett. Supe sin mirarlo que Houston le había sacado
de quicio.

—¿Ya han pensado cómo van a manejar la ruptura? Y con Houston


recibiendo la oferta de Los Ángeles, es probable que haya rumores, ya que se

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

irá —dijo Dale, y me quedé paralizado, mi estúpido corazón se detuvo en mi


pecho, lo cual era una tontería, porque qué carajo que iban a enviarle una
oferta a Houston, y qué carajo que él la iba a aceptar. Aun así, yo no sabía
que lo habían hecho y él sí.

—Por ahora, diremos que planeamos hacer lo de la larga distancia, y


luego supongo que, cuando llegue el momento, diremos que cambiamos de
opinión. —Fingí estar al corriente, aunque todos los presentes sabían que no
lo estaba.

Houston suspiró. No podía mentir, el resto de la noche fue incómodo.


Cuanto más tiempo pasaba, más me enfadaba, porque a la mierda. ¿Por qué
no me lo había dicho? ¿Creía que no podría soportarlo?

Llegué a casa antes que él, pero no le esperé. Un par de minutos


después llegó y le dije:

—Voy a correr.

—Cullen. —Lo ignoré y fui directo a mi habitación—. ¿Puedes esperar


y escucharme un puto minuto? —Me siguió.

—¿Por qué? ¿Qué sentido tiene? Los dos sabíamos que esa mierda iba
a pasar. —Me quité los zapatos de una patada y me tiré de los vaqueros antes
de ir a la cómoda a buscar unos pantalones deportivos.

—Iba a decírtelo. Me llamaron literalmente después del partido y me


dijeron que me iban a enviar la oferta formal. Todavía no ha llegado. Pensé
que debíamos hablarlo cuando estuviéramos solos. No estaba tratando de
ocultártelo. Intentaba... joder, no sé, ¿no hacerlo en el estadio o con mis
padres?

Oh... bueno, cuando lo decía así, tenía sentido.

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—No importa de todos modos.

Me dedicó una pequeña sonrisa antes de acercarse y sujetarme la


barbilla.

—Siempre tan jodidamente impulsivo. Lo eras en la universidad y lo


sigues siendo. A veces, si te calmas y no asumes lo peor, te evitarás un
montón de estrés.

—Primero, tú eres el lógico, no yo. Segundo, eso es aburrido.

Sacudió la cabeza, riendo entre dientes.

—Pero papá tiene razón. La gente preguntará por ello cuando se


anuncie. Deberíamos inventar una historia para que digamos lo mismo.

Asentí, sin muchas ganas de hablar de eso. Estaba en ropa interior y


camiseta, y Houston estaba cerca de mí. Hablar era lo último que quería
hacer.

—¿Podemos hacerlo después de follar?

—¿Quién ha dicho que follaremos?

Pasé mis labios por su boca cuando hablé.

—No finjas que no quieres...

—Jesucristo, es como si me chuparas todo el sentido común. —Bajó la


mano y me acarició el bulto—. ¿Esto es algo que vamos a seguir haciendo
ahora? —preguntó, masajeando mi erección.

—Siento que repasamos esto cada vez.

—Probablemente porque es jodidamente tonto.

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—Pero inevitable —repliqué. Quería follar hasta hartarme mientras


pudiéramos. ¿Qué daño podía hacer? Siempre sucumbiríamos, por mucho
que intentáramos luchar contra ello.

—Sabemos que esto tiene fecha de caducidad. —Incluso si no lo había


hecho antes, la tenía ahora. Houston estaría en Los Ángeles el año que viene,
y yo estaría aquí o... quién demonios sabía dónde. Pero por primera vez, casi
sentí que había encontrado un hogar. No quería irme de Denver. Todavía no—
. Lo dejamos antes, podemos hacerlo de nuevo.

—También nos odiamos después.

Tenía razón...

—Eso es diferente. Incluso si quisiéramos más, ambos sabemos que la


larga distancia sería un desastre. La última vez, pensamos que estábamos
enamorados. Ahora sabemos que no. Conocemos el resultado... así que no
puedes ponerte celoso cuando rompamos y todos me quieran.

Se rió como yo esperaba que lo hiciera.

—Que te jodan.

—Sí. Hazlo.

Me incliné hacia él, pero Houston me detuvo y me agarró la cara antes


de que su boca se estrellara contra la mía. Hizo exactamente lo que le había
pedido, me folló hasta que ambos nos corrimos, diciéndonos nuestros
nombres, sudorosos y pegados en mi cama.

Cuando terminamos, no se fue, y yo no se lo pedí.

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Podríamos hacerlo. Podríamos follar, sabiendo que se trataba de


diversión, sabiendo que acabaría, y esta vez, alejarnos sin toda la rabia y el
dolor.

No sería ningún problema. Ningún problema en absoluto.

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Capítulo 14
Houston
El viernes siguiente, los Rush volaron para el partido del sábado en
Atlanta, y yo había ido al instituto Canyon para ver al equipo derrotar a un
instituto rival. Por lo general, me marchaba justo después de los partidos y
me negaba la mayoría de las veces que el equipo me invitaba a comer pizza,
pero esta vez me quedé, reacio a volver a mi apartamento vacío.

Los chicos estaban entusiasmados tras la victoria y se divertían como


gamberros en la pizzería, para consternación del dueño, que no dejaba de
mirarnos mal. Pero diablos, nos habíamos gastado 300 dólares en pizza y nos
habíamos retirado a un rincón, aunque un par de chicos se acercasen a una
mesa cercana llena de chicas.

—Jericho —ladró el entrenador Beam—. Traigan sus traseros aquí y


déjenlas en paz.

Jericho levantó las manos y puso los ojos en blanco mientras se


retiraba, con sus compañeros de equipo detrás.

—Yo no soy el problema, hombre. Sólo estaba charlando.

—Recibiendo consejos de moda, nenito —dijo Jacob, uno de los


centros, con una carcajada—. Tratando de impresionar a tu novio.

—No soy un puto nenito, imbécil —dijo Jericho, haciendo sonar su


cuello, al mismo tiempo que un coro de "woooooos" se elevó—. Y él no es mi
novio. Sólo estamos pasando el rato. Puaj.

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Maldita sea si no me sonaba familiar. Mi atención estaba pegada a


Jericho ahora.

—Durmiendo con el enemigo —gruñó Jacob, pero me pareció bastante


amigable.

—¿Quién es? —pregunté, sin poder evitar mi curiosidad, porque


maldita sea las cosas habían cambiado. Sabía que Jericho estaba fuera, pero
no era algo de lo que se hablara mucho, y al principio, no había sido capaz de
decir si era o no porque Jericho era un gran hijo de puta que podría aplastar
fácilmente a la mayoría de los chicos del equipo si quisiera o porque la gente
estaba más relajada sobre la mierda en estos días. Parecía ser esto último,
sin embargo.

Jericho se dejó caer a mi lado y cogió otro trozo de pizza.

—Vic Townsend.

—¿El QB de Mercy? —Arqueé una ceja—. Interesante. Ahora sé lo que


pasó cuando fallaste ese pase en el tercer cuarto —bromeé, y Jericho gimió.

—Dios, tú también no. —Me apuntó con la punta de su pizza. —Eso


fue una torpeza legítima. No porque lo estuviera mirando o algo así. Soy
profesional.

—Lo sé. Sólo bromeaba contigo. —A Jericho lo estaban explorando


varias universidades y era un tipo auténtico, que no dejaba que nada se
interpusiera en su camino en el campo, ni siquiera un novio. Podía respetarlo,
y admiraba y envidiaba a la vez el evidente cambio en las normas sociales,
incluso en los años transcurridos desde que yo había ido a la universidad.
Las cosas no eran perfectas, pero el deporte profesional había avanzado
mucho en la última década.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Jericho terminó su pizza y se acercó un poco más, comprobando que


los otros chicos estaban metidos en sus propias conversaciones antes de
inclinarse más cerca.

—Así que, Vic y yo... en realidad hemos estado juntos desde, uhhhh,
segundo año pero lo mantuvimos en secreto hasta hace dos días cuando... —
Se mordió el labio—. Pasó algo que lo hizo imposible, así que da igual. —
Ahora, esto me sonaba más familiar, y definitivamente tenía mi curiosidad,
pero no quería presionar demasiado. Era mejor dejar que contara lo que
quisiera. Aun así, no pude evitar sentirme un poco satisfecho de que se
sintiera tan cómodo como para confiar en mí. —Quería preguntarte... Cullen
y tú jugaron en el mismo equipo en Southern, ¿verdad? Quiero decir, sé que
no estaban juntos entonces, pero así es como se conocieron, ¿no?

—Así es como nos conocimos, sí. —No era una mentira, pero la omisión
se me metió bajo la piel. Sin embargo, aún no estaba seguro de a dónde quería
llegar Jericho con todo esto, así que decidí actuar con cautela.

Jericho se pasó una mano por el pelo y exhaló un suspiro.

—Vic y yo queremos ir a la Universidad de Boulder. También lo están


explorando, y.... —Sacudió la cabeza—. Eso no puede pasar, ¿verdad? Y no
va a pasar ahora si los entrenadores se enteran de que estamos juntos, ¿no?
Pensarían que es una mala inversión, ¿no? Porque, ¿qué pasaría si rompemos
y se estropea la dinámica del equipo y esas cosas? Estarán pensando en eso.
Quiero decir, si lo saben.

Una sensación de frío me recorrió el pecho y me envolvió el corazón, un


escenario diferente pero inquietantemente similar, sin duda. Estudié a
Jericho y la ferviente chispa de sus ojos que me hizo pensar que tenía la
esperanza de que yo le llevara la contraria, de que le dijera que todo iría bien.
Joder, yo no era padre; no tenía una mierda de experiencia con niños. Se

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suponía que tenías que hacerles sentir mejor, ¿no? Pero no quería echarle
humo por el culo.

—Es difícil de decir. —Elegí mis palabras con cuidado—. Podría ser un
factor, sí. —Y luego volví a dudar antes de aclararme la garganta—. Cullen y
yo nos juntamos allí. Como ustedes dos, lo mantuvimos en secreto, lo
terminamos en el último año. Muy poca gente lo sabe.

Jericho abrió mucho los ojos.

—¿En serio? ¿Mantuviste esa mierda en DL durante dos años? ¿Cómo


mierda?

—Siempre estábamos vigilando nuestras espaldas. Era... agotador.

—Sí, pero Vic y yo podríamos hacerlo. Quiero decir, aparte de lo de


quedar atrapados en un aparcamiento la otra noche, podríamos hacerlo.
Porque si no, vamos a tener que romper, porque a la mierda la larga distancia.

Sus palabras golpearon demasiado cerca de casa, y una vez más, traté
de elegir las mías sabiamente.

—Me arrepiento mucho de cómo fueron las cosas entre Cullen y yo en


la universidad. Pero la larga distancia sería realmente desafiante con dos
agendas ocupadas.

—Sí. —Jericho se encogió de hombros—. Pero volvieron a estar juntos,


así que supongo que funcionó bien después de todo, ¿no?

—Al final, supongo. —Si llamaras ‘funcionar’ a un ligue al azar en un


aeropuerto que desembocó en una falsa relación con fecha de caducidad
inminente—. Pero yo no recomendaría ese camino. Creo que tal vez los dos
pueden ver cómo va, ver qué ofertas que consiguen, e ir de allí. Sin embargo,
no creo que deban ocultar su relación, porque va a tener un efecto de una

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manera u otra. Garrett y Ramsey están haciendo que funcione. —Me sentí
como el mayor jodido hipócrita del mundo y, curiosamente en ese momento,
experimenté una punzada de añoranza por Cullen. Cullen habría tenido una
respuesta mejor a este enigma, imaginé. O quizá una mucho peor, cuando lo
consideré. Tal vez les hubiera dicho que fueran a por todas y a ver qué pasaba.

—Sí, pero Garrett y Ramsey ya estaban en el mismo equipo. ¿Crees que


ambos habrían sido reclutados por los Rush si hubieran estado juntos?

Ramsey había sido reclutado años antes que Garrett, pero entendí lo
que me preguntaba.

—Es difícil de decir, la verdad —le dije, aunque parecía improbable. Sin
embargo, no quería machacar al tipo.

Jericho se mordió el labio y asintió, parecía querer decir algo más, pero
el entrenador levantó su jarra de cerveza de raíz y se aclaró la garganta en voz
alta.

—Tenemos que brindar por McRae. Por fin ha encontrado a alguien que
le pague lo que vale.

La nuca se me calentó cuando todos los chicos levantaron sus vasos de


cola y vitorearon ruidosamente.

Entonces Jacob intervino.

—Pero no te vas a ir de verdad, ¿no? No puedes dejarnos aquí, hombre.


El entrenador no puede con todos nosotros.

—Mentira, Jacob. Cállate o te dejaré en el banquillo el resto de la


temporada. —Risas estridentes surgieron del equipo, y eché un vistazo a mi
alrededor, observando sus caras sonrientes, sus estúpidas payasadas. En
menos de un año, estaría viviendo mi sueño secundario, y tenía una maldita

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

suerte, pero joder, iba a echar de menos a estos hombres. Absorbería el resto
de mi tiempo con ellos. Así como mi tiempo con otros totalmente inespecíficos
que no estaban aquí.

Hablando de otros no específicos que no estaban aquí, Cullen me envió


un mensaje de texto mientras me dirigía a casa, poniéndome al corriente del
partido.

Cullen: Entonces, ¿cuánto me echas de menos?

Yo: ¿De qué escala estamos hablando?

Cullen: ¿Qué tal un rango de 1, que representa 'vete a la mierda, imbécil'


a 10, que representa, 'Te echo tanto de menos que iré a recoger a tu hermana
al aeropuerto'.

Yo: 1

Cullen: Maldita sea. Sé que estás mintiendo.

La semana pasada, Charity y Cullen habían preparado una visita de


una semana para la semana de descanso, y yo estaba de acuerdo. Sabía que
Charity probablemente no era mi mayor fan, pero ella era todo lo que Cullen
tenía, y estaban muy unidos, y como Cullen no tendría entrenamientos
agotadores todos los días, supuse que no estaría atascado como director de
la gira.

Yo: ¿No deberías estar en el aire ahora mismo?

Sonreí cuando sonó mi teléfono y su nombre apareció en la pantalla.

—El avión tuvo problemas mecánicos. —Cullen suspiró, e incluso esa


suave exhalación se filtró a través de mí como calor después de la
conversación con Jericho, que me había dejado de los nervios—. Tenemos que

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esperar a otro, y ahora no llegaremos hasta pasada la medianoche. Pero el


vuelo de Charity llega puntual. Así que ¿puedes ir a recogerla al aeropuerto a
las ocho, o le tienes miedo?

Imbécil. Me reí entre dientes, aunque Charity era una de las pocas
personas que podían intimidarme.

—De acuerdo.

—¿Qué tal un poco más de entusiasmo? Recuerda, soy tu novio y me


quieres.

—¿Debo prepararme para un sermón? —No necesitaba preguntar.

—Probablemente, pero déjala ir, discúlpate y sigue adelante.

—¿Tendré que arrodillarme y arrastrarme?

—Si haces eso por alguien que no sea yo, tendremos problemas —gruñó
Cullen, y luego se aclaró la garganta—. Quiero decir, mientras seamos
'novios'. Tengo que irme, tenemos que cambiar de puerta. Te enviaré un
mensaje con su información de contacto y le haré saber que vas a recogerla.

Suspiré y miré el reloj. No había tiempo suficiente para volver al


apartamento y llegar a tiempo al aeropuerto, así que me dirigí en esa dirección
y aparqué en la zona de recogida. Una vez allí, le envié un mensaje de texto,
pensando en empezar con humor ligero y ver cómo funcionaba.

Soy Houston. Su carruaje la espera, señora.

Charity: ¿El carruaje viene con servicio, o se ha escapado de nuevo?

Demasiado para esa táctica.

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Yo: El servicio está presente y contabilizado. Estoy con una camisa azul
oscuro. Todoterreno plateado.

Charity: No hay necesidad de la descripción, gracias. Recuerdo cómo es


un idiota.

Sí, definitivamente necesitaba prepararme para un sermón.

Salí del coche y, cuando vi a Charity entrar por las puertas correderas,
me reuní con ella a mitad de la calle.

—Y ahí está —sonrió—. Ves, te vi mientras estaba dentro.

Incliné mi gorra de béisbol hacia ella, negándome a igualar su potencia


de fuego.

—Me alegro de volver a verte, Charity. Estás estupenda.

—Ojalá pudiera decir lo mismo de ti. —Me miró de arriba abajo


críticamente.

Supuse que no iba a haber abrazos ni apretones de manos, así que me


limité a ofrecerle una sonrisa apretada y a coger su maleta.

El viaje de vuelta al apartamento fue tan rígido, incómodo y salpicado


de sarcasmo como esperaba que fuera. Por un lado, hacía años que no veía a
Charity y, por otro, era comprensible que protegiera a Cullen. Él me había
advertido que probablemente me atacaría duramente. Pero no era inmerecido.

En el apartamento, le di una breve vuelta, luego la llevé a la habitación


de invitados y senté su maleta al final de la cama de invitados.

—Las sábanas de la cama están limpias y enseguida te traigo toallas


limpias.

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Volvió a mirarme críticamente.

—¿Está Cullen durmiendo contigo en tu habitación, entonces?

—Si quiere. —Crucé los brazos sobre el pecho y le hice una seña—.
Adelante, dímelo. Sé que tienes algo que decir.

Apretó los labios y exhaló un largo suspiro.

—Cullen te quería, eso es todo. Habría ido hasta el fin del mundo por
ti. Pero tú no harías lo mismo. Eso es lo que tengo que decir al respecto.

La sencillez de su declaración me estrujó el corazón. De algún modo,


fue más eficaz que si me hubiera estado sermoneando durante veinte
minutos. Suspiré.

—Tienes razón. Metí la pata y me arrepiento, pero eso es entre él y yo


en este momento. Espero que puedas respetarlo. Ninguno de los dos quiere
hacer daño al otro, y sé que él significa mucho para ti, igual que Garrett para
mí.

Pasó una mano por encima de la cama y miró por la ventana antes de
volver a mirarme.

—Lo sé. Me lo dijo. Sólo espero que ustedes dos idiotas sepan lo que
están haciendo.

—No lo sabemos. —Tampoco iba a mentir sobre eso.

—Sí, eso pensaba. —Se mordió el labio inferior y negó con la cabeza—
. No te odio, Houston. Sólo recuerda que si hay consecuencias cuando te
vayas, perjudicará a Cullen, no a ti. Es a él a quien la gente salta a acusar
cuando las cosas van mal. Él es el que ha sido cambiado tres veces. Él es el
que tiene algo que demostrar. Si todo esto... —Hizo un gesto vago con la

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mano— …afecta a su carrera... —Se interrumpió, pero su mirada mordaz


terminó la frase por ella, y mi corazón dio un latido extra en mi pecho ante la
insinuación. Antes de que pudiera responder, y ni siquiera estaba seguro de
lo que habría dicho para tranquilizarla de todos modos, cargó la maleta sobre
la cama y empezó a abrirla—. Ahora, tráeme esas toallas para que pueda
ducharme y dormir.

***

Hice lo mismo después de comprobar mis mensajes y responder a


Cullen que había recogido a Charity. Por fin habían conseguido otro avión y
estaban de camino. Intenté esperar despierto, pero poco a poco los párpados
me pesaron y me quedé dormido.

Me desperté horas o minutos después, no estaba seguro, desorientado,


con la piel caliente, el corazón latiendo desbocado y el placer inundándome
como un baño caliente. Un gemido ahogado salió de debajo de las sábanas
cuando bajé una mano y enredé los dedos entre los suaves mechones de pelo
de Cullen.

—Joder —susurré, moviendo las caderas mientras él rodeaba la base


de mi polla con una mano y chupaba con más fuerza—. ¿No se supone que
soy yo el que te da la bienvenida a casa?

Me besó subiendo por el pecho y su polla dura se alineó con la mía.

—Sí, pero me pareció un poco grosero meter mi polla en tu boca,


aunque tentador la forma en que respirabas por la boca.

Me reí entre dientes y atraje sus labios hacia los míos en un beso
mientras empezaba a moverse contra mí.

—No respiraba por la boca.

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—Definitivamente lo hacías. Pero no te lo echaré en cara... joder —dijo


mientras yo envolvía las pollas de ambos con mi mano y las acariciaba.

Después de eso nos quedamos en silencio, nada más que el suave batir
de las sábanas al moverse y nuestras respiraciones cada vez más agitadas
hasta que ambos jadeábamos y nos pintábamos el estómago de semen.

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Capítulo 15
Cullen
Me encantaba tener a mi hermana en Denver conmigo, pero ¿me
convertía en un imbécil el hecho de que también hubiera deseado pasar más
tiempo a solas con Houston? Esperaba que hiciera algún comentario cuando
salí de la habitación de Houston la primera mañana que estuvo allí, pero se
limitó a fruncir el ceño y preguntar:

—¿Dónde está el café? Estás intentando matarme —que no podía ser


más caritativo.

No le había preguntado ni a ella ni a Houston qué le había dicho, pero


teniendo en cuenta que no le había dado la espalda ni le había dicho lo malo
que era, supuse que se lo había sacado todo y que habían llegado a un punto
intermedio. Puede que tuviera que ver conmigo, pero mi culo se mantenía al
margen.

Habíamos estado enseñándole Denver los últimos días. Tampoco


pasamos demasiado tiempo discutiendo que Houston nos acompañaría. Era
simplemente como... vamos a hacer esto hoy, estar listos en una hora, y él
estaría. Todos fingimos que era normal, que Houston y yo no teníamos un
pasado. Que estábamos juntos de verdad sin fecha de caducidad de final de
temporada y que Houston no se iba a mudar este verano.

Ignorar las cosas era genial y como me gustaba rodar.

Tenía tres días más aquí, y esta noche íbamos a cenar a casa de Garrett
y Ramsey. Garrett estaba en esa extraña fase en la que decía que quería fingir
ser un adulto y que los adultos tenían cenas y esas mierdas. Esas fueron sus

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palabras exactas. Pero yo sabía lo que era. Le encantaba la oportunidad de


estar cerca de Houston y de mí, esperando encontrar cualquier manera de
hablar mierda que pudiera.

—¿Estás casi listo? —le pregunté a Houston, dejándome caer en su


cama. Tardaba más en prepararse que nadie que yo conociera.

—Oh, espera. ¿Pensabas que iba a ir contigo? No, tengo otros planes.

—En primer lugar, es tu hermano, imbécil, no el mío. Segundo, no me


importa si tengo que atarte y secuestrarte, vas a ir. —Estábamos juntos en
esta mierda.

—Sabes que sólo quiere conocer a tu hermana, ¿verdad? —preguntó.

—Sí.

—¿Y sabes que es porque cree que pasa algo más de lo que pasa?

—Doblemente sí. Sigo diciéndole que está enamorado de mí, pero no


siento lo mismo. Sé que Garrett me quiere como parte de la familia, pero no
puedo obligarme a sentir algo que no siento

Puso los ojos en blanco antes de ponerse una sudadera con capucha y
acercarse a mí. Me senté y Houston se colocó entre mis piernas. No pude
evitar tocarle, así que le sujeté la cintura y le miré.

—Sé que estoy bueno, pero tienes que dejar de mirarme como si fueras
a saltar sobre mí en cualquier momento y empezar a cabalgarme la polla —le
dije cuando se limitó a mirarme sin hablar.

—¿No serías tú? —preguntó.

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—No soy un total pasivo contigo. También me pongo encima. He estado


tan ocupado deseando tu polla que no he tenido la oportunidad de tocarte el
culo desde que me engañaste con esta falsa relación.

Houston se rió.

—Todo esto es culpa mía, ¿verdad?

—Sí, lo es.

Se inclinó, y justo antes de que estuviera a punto de besarme, oí:

—¿Están list…? ew, qué asco. No lo beses delante de mí. Cuando


lleguemos a casa de Garrett, no dejaré que se escapen para un rapidito como
hacen tan a menudo.

—Las hermanas apestan —dije lo suficientemente alto para que me


oyera antes de asomarme alrededor de Houston para mirarla—. No me habría
besado delante de ti si no fueras una acosadora.

—Sólo hago mi trabajo como mejor hermana —respondió Charity.

Apoyé la frente en el estómago de Houston.

—La odio. Haz que se vaya.

Me sorprendí cuando me pasó la mano por el pelo, que tenía suelto


alrededor de la cabeza.

—No, no te molesta. Te encanta tenerla aquí como solías hacer en la


universidad.

Ugh. Tenía razón. Apestaba tener a alguien que me conocía tan bien.

***

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—Entonces... ¿cuánto tiempo vas a estar en la ciudad? —Escuché en


la voz profunda y, sí, sexual de Tucker mientras hablaba con Charity.

—Hombre, deja de hablarle así a mi hermana —le contesté.

—¿Cómo?

—Con esa voz. La de quiero meterme en tus pantalones.

Se rió entre dientes. —Es la única voz que tengo, hombre.

—Bueno, basta.

Todos en la mesa se rieron. Estábamos jugando al póquer en casa de


Garrett y Ramsey después de cenar. Había un montón de cócteles dando
vueltas. Mi hermana nos estaba pateando el trasero a todos, y Tucker
coqueteaba con ella.

—¿Así que el tipo que nunca sigue mis consejos ahora intenta impedir
que un hombre bueno flirtee conmigo? —preguntó.

—Tiene razón —dijo Houston.

—¿Te das cuenta de que cuando dice que no sigo sus consejos, está
hablando de ti?

Garrett y Ramsey se rieron.

—Jódanse los dos —les dijo Houston.

—Entonces... ¿no apruebas a nuestro hermano? —preguntó Garrett, y


yo gemí. Llevaba toda la noche esperando que pasara algo así.

—Yo no he dicho eso. Simplemente no quiero que Cull salga herido —


contraatacó.

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—¿Podemos no hablar de esto? Además, a mí no me hacen daño. Soy el


rompecorazones, cariño.

Las sonoras carcajadas alrededor de la mesa me hicieron gruñirles.

—¿Cariño? —preguntó Ramsey.

—Puede que no tenga acento, pero soy de Texas. Por allí decimos cariño.

Houston se encogió de hombros.

—Me pareció un poco caliente... bueno, si no estabas hablando con tu


hermana.

—Aww, esto es por lo que me gusta más que el resto de ustedes. Estoy
borracho y caliente. ¿Podemos irnos ya a casa? —Le acaricié la garganta.
Probablemente no habría dicho eso si no hubiera bebido un poco, pero me
sentía jodidamente bien. Casi podía fingir que esto era real. No había pasado
una noche así con mis compañeros de equipo desde la universidad... desde
Houston… Houston, que también parecía caer en una especie de terreno
común conmigo en el que, de nuevo, esto casi parecía real.

—Dios mío. Creo que voy a vomitar —se burló Garrett—. Rápido, Rams.
Bésate conmigo para que le demos asco a Houston antes de que me lo hagan
a mí.

Hubo más risas antes de que Houston me rodeara el hombro con un


brazo y me besara en la coronilla. Esta noche era realmente perfecta. Tenía a
mis amigos... a mis compañeros de equipo... a mi hermana y a Houston.
Puede que no fuera una relación de verdad. Puede que Houston no sintiera lo
mismo por mí que yo por él, pero si esto era todo lo que iba a conseguir, iba
a disfrutarlo mientras pudiera. Podría lidiar con la angustia más tarde.

***

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Me puse en pie de un empujón.

—¡Vamos, vamos, vamos! —grité al jugador de Canyon mientras corría


hacia la zona de anotación. Sólo podía ver a Houston desde atrás, pero sabía
que él también estaba gritando, agitando el brazo de un lado a otro como si
eso fuera a hacer que su jugador fuera más rápido. Como era mi semana de
descanso, era la primera vez que podía asistir a uno de los partidos del equipo
del instituto que entrenaba Houston. Llevaba un gorro, con la capucha
puesta, porque hacía un frío terrible, y esperaba que no me reconocieran. Solo
quería estar allí para apoyar a Houston sin llamar la atención.

—¡Sí! —gritó Charity, saltando también, mientras veíamos al jugador de


Houston hacer un touchdown. Cuando el chico corrió hacia la banda, se
dirigió directamente a Houston y no al otro entrenador. Houston le dijo algo,
explicándole, hablando con las manos en un claro gesto de excitación.

No pude evitar sonreír al verlo.

—Le gusta esto —dijo Charity en voz baja.

—Sí, le gusta. —Estaba bastante seguro de que le gustaba más de lo


que pensaba.

—También es bueno en eso.

—De verdad. Sé que echa de menos jugar, pero creo que también lo
hará bien como entrenador. Los Ángeles tiene suerte de tenerle... aunque sean
el enemigo. —La mayor parte del tiempo, intentaba no pensar en el hecho de
que Houston se mudaría a Los Ángeles este verano. En realidad, no debería
importar. Esta falsa relación que teníamos terminaría antes de eso de todos
modos.

Charity se rió antes de recuperar la sobriedad.

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—Te observa, Cull... cuando no estás mirando. Te observa como tú le


observas a él. Nunca pudiste ocultarme lo que sentías por él. Por eso lo supe
cuando te visité en la universidad y ni siquiera sabía que eras bisexual.

—No lo hagas. —Sacudí la cabeza. Era lo último de lo que quería


hablar. No iba a hablar de si realmente quería estar conmigo o no. No se
trataba de eso. Fingiría y me divertiría, pero al final, tenía que protegerme.
Poner estos pensamientos en mi cabeza sólo me destrozaría al final.

—Todo lo que vas a lograr con decir mierda como esa es confundir las
cosas.

El público que nos rodeaba era ruidoso y estaba demasiado ocupado


con el partido para escucharnos.

—Sabes que no lo diría si no lo creyera. Diablos, vine aquí lista para


arrancarle la cabeza, pero ahora...

—Ahora estás siendo una hermana molesta... como siempre. —Ella


sonrió y abrió la boca, pero hablé antes de que pudiera—. No es real. Yo
tampoco quiero que sea real. Eso fue hace mucho tiempo. Sólo me estoy
divirtiendo.

Suspiró, pero por suerte, supe que no continuaría. En su lugar, dijo:

—Eres feliz aquí.

Lo era, pero:

—Tampoco me voy a dejar hacer eso. Mira cuántas veces ya me han


cambiado. —Acercarme a la gente o, diablos, incluso a lugares nunca me hizo
bien. Siempre acababa perdiendo lo que fuera. Hacía tiempo que había
aprendido a no dejarme acercar demasiado.

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—Quiero que seas feliz.

—Soy feliz. Soy un millonario que puede practicar el deporte que me


gusta y follar con un hombre bueno durante los próximos meses. Todo va
bien.

Cuando la multitud estalló de nuevo, mi atención volvió al campo. Los


Tigers habían interceptado el balón y Houston enloquecía en la banda.

Charity no trató de hablar más conmigo acerca de él después de eso, y


vi como el equipo de Houston trajo a casa la V.

Cuando terminó el partido, me abrí paso por las gradas, viéndole mirar
a su alrededor. Cuando sus ojos se posaron en mí, sonrió.

—¿Lo has visto, joder? Es increíble. Es el chico del que te hablé.

Casi se le salta la piel de lo emocionado que estaba.

—Chicos, lo han hecho genial. Buen partido, entrenador. —Besé su


mejilla.

—¡Oye! ¡Cullen está aquí! —dijo Jericho.

Ese fue el principio del fin. Los padres que habían estado cerca oyeron
mi nombre y, durante la hora siguiente, Houston y yo estuvimos de pie en el
frío, firmando autógrafos a la gente y haciéndonos fotos.

—Me parece genial que te hayan traspasado aquí y que estés cerca de
Houston —me dijo una mujer—. Soy fan tuya desde que llegaste a la liga.
Estar cerca de él es bueno para tu juego. Hay algo diferente en ti desde que
te uniste a los Rush.

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Si la conociera y no estuviera rodeado de adolescentes, habría dicho


que era por toda la polla que me estaba metiendo, pero no me pareció
apropiado.

—Denver es bueno para mí. No tiene nada que ver con este perdedor —
bromeé, señalando a Houston.

—Sí, y ahora va a ser uno de tus rivales —bromeó.

—Me siento mal por él, es todo... con lo que los Rush van a matar LA
tanto esta temporada como la siguiente.

La mujer y yo nos reímos, pero Houston dijo:

—¿No ven lo malo que es mi novio conmigo? Me maltrata tanto.

Bueno... pensaba tratarle muy bien esta noche, pero eso era otra cosa
que nos callábamos.

Poco después pudimos por fin escabullirnos. Charity nos había estado
esperando en el coche.

—Ya ni siquiera se preocupan por mí —bromeó Houston—. Sólo lo


hacen cuando estás cerca.

—Eso es porque soy más guay que tú —le contesté.

—Nope. Ahora soy del equipo Houston —dijo Charity.

—¡Traidora!

—¡Amo a tu hermana!

Nos reímos, los tres nos quedamos despiertos hasta tarde esa noche.
Charity se iría al día siguiente.

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Cuando nos fuimos a la cama, hice exactamente lo que había planeado


y llevé a Houston a otra ronda en mi culo.

—No tienes que irte —le dije a la mañana siguiente. Había intentado no
despertar a Houston, pero estaba claro que no funcionaba.

—No, yo iré. A menos que quieras estar a solas con ella.

Sonreí.

—Nope.

Charity charló durante casi todo el trayecto y, cuando llegamos,


Houston se bajó y le dio un abrazo rápido.

—Realmente fue bueno verte de nuevo. Lo siento si te hice pasar un mal


rato. Yo sólo... —Su mirada se desvió hacia mí.

—No pasa nada. Lo comprendo. —Volvió a abrazarla.

Houston volvió al coche, dejándonos este tiempo. Ayudé a Charity a


coger sus maletas. La apreté muy fuerte, deseando que no tuviera que irse.
Ella era mi familia, la única persona en toda mi vida que nunca me había
dado la espalda.

—Ya te echo de menos —dijo.

—Yo también te echo de menos.

Me besó la mejilla y se marchó.

La observé hasta que desapareció en el interior del edificio y entre una


gran multitud de personas.

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—¿Estás bien? —me preguntó Houston cuando volví al coche—. Sé lo


mucho que siempre has querido tenerla cerca.

Me aclaré la garganta, ignorando la emoción.

—Sí, estoy bien, McRae. ¿Quieres ir a casa y tener sexo?

—Nope. Te voy a llevar a desayunar.

Lo que en realidad era perfecto.

Houston me llevó a un sitio de Denver del que me había enamorado.


Hacían los mejores burritos de desayuno que había probado nunca. Comimos
y nos reímos antes de ir al supermercado a hacer la compra. Me echó la
bronca por mi forma de comer, y yo le ignoré y tal vez eché algunas cosas muy
malas en el carro sólo para ponerle de los nervios.

Acabábamos de volver al apartamento cuando sonó su móvil. Houston


frunció el ceño mientras lo miraba.

—¿Quién es?

—Entrenador de Los Ángeles.

Vi cómo contestaba. —¿Diga? —Houston se paseó por la habitación,


dándome la espalda, y escuché lo que tuviera que decir. Mierda, ¿iban a
cambiar de opinión? Eso lo mataría, pero no... ya habían firmado un contrato.

Houston se volvió hacia mí, con la mirada clavada en mí.

—Sí... vale. Claro. —Una pausa—. No, está bien. Definitivamente soy
capaz. —Me pesó el estómago, una extraña opresión en el pecho—. Me parece
bien. Te veré pronto.

Houston terminó la llamada.

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—¿Qué ha pasado? —pregunté.

—Su entrenador de equipos especiales ha tenido un accidente. Me


pidieron que fuera antes a Los Ángeles. Me voy mañana.

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Capítulo 16
Houston
Las tres y media llegaron demasiado pronto, sobre todo después de la
follada que le había dado a Cullen la noche anterior. Me dolía mucho y estaba
bastante seguro de que lucía un par de moratones en los bíceps, posiblemente
unos cuantos en los hombros. Estar inesperadamente aislado del
espectacular acuerdo sexual que teníamos nos había vuelto a los dos un poco
más agresivos.

Me arrastré sombríamente fuera de la cama, lo más silencioso posible


para no molestar a Cullen ya que tenía otra hora antes de que tuviera que
levantarse para la práctica, y de nuevo, dada la intensidad de lo que había
ocurrido horas antes, supuse que necesitaba el descanso extra.

Pero cuando salí de la ducha y abrí la puerta del dormitorio, Cullen


estaba levantado y revolviendo almohadas en la cama. Me saludó con una
inclinación de cabeza.

—Hay café para ti en la cómoda, justo ahí.

—¿Por qué estás levantado? —Le miré con el ceño fruncido mientras me
secaba el pelo con una toalla.

—Porque voy a llevar a mi novio al aeropuerto.

Cogí el café, luchando contra una sonrisa mientras negaba con la


cabeza.

—Llegarás tarde.

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—Sólo por unos minutos, y seguiremos en la niebla de Seattle la semana


que viene, así que no pasa nada. —Su sonrisa arrogante me hizo querer
empujarlo de nuevo a la cama que estaba haciendo e ir a por otra ronda,
incluso si me dejaba negro y azul. Pero no había tiempo.

Joder, definitivamente iba a echar de menos su cuerpo. Y me había


acostumbrado demasiado a tener a otra persona en mi cama.

Una vez en el aeropuerto, Cullen dejó mi coche al ralentí y se unió a mí


en la acera, metiendo las manos en los bolsillos de sus pantalones de chándal
mientras echaba un vistazo a la bolsa de lona que llevaba al hombro.

—Todavía no puedo creer que tengas todo en esa bolsa diminuta.

—Suficiente para arreglármelas por ahora. —Supuse que podría coger


más cosas la próxima vez que estuviera en Denver, y RRHH se había puesto
en contacto conmigo después de lo del entrenador Grant para decirme que
tenían un apartamento temporal esperándome para lo que quedaba de
temporada, así que no tenía que preocuparme por eso. Podía conocer la
ciudad y tomarme mi tiempo para elegir dónde quería instalarme
definitivamente. Mientras tanto, Garrett iba a enviarme algunas de mis
pertenencias del apartamento a finales de semana.

La expresión solemne de Cullen me dio la sensación de que estábamos


bailando al borde de una conversación más profunda. Una para la que aún
no estaba preparado. Dejé que la bolsa se deslizara por mis hombros y cogí la
cara de Cullen entre mis manos.

—No te preocupes, cariño. Volveré para romperte el culo antes de que


te des cuenta. —Mi tono pretendía ser burlón, pero el término cariñoso no
me pareció tan fuera de lugar ni tan tonto como esperaba.

Cullen enarcó las cejas y sus ojos centellearon de alegría.

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—Promesas, promesas —murmuró, luego me agarró por la nuca y tiró


de mí para acercarme más, con los labios chocando firmemente contra los
míos durante unos segundos sin aliento antes de soltarme y mirar a su
alrededor—. ¿Ves? ¿Dónde demonios están los paparazzi cuando los
necesitas? Ha sido el momento de ternura perfecto. —Levantó las manos y se
las llevó a la boca, gritando—. ¿Alguien me vio besando a mi novio, el ex
receptor de los Rush Houston McRae?

—¡Jesucristo, Atwood! —Un guardia de seguridad cerca de las puertas


nos miró con severidad, junto con algunas otras personas, pero Cullen se
estaba riendo mientras esquivaba mi empujón, y no pude evitar unirme a él.

—Eres idiota. —Tiré de él para darle otro abrazo, luego exhalé y recogí
mi mochila. Era hora de hacerlo. —No apestes en el próximo partido —le dije.

—Yo también te quiero, cariño —respondió con un guiño, y luego sonrió


satisfecho—. No seas malo entrenando.

***

Aterricé en Los Ángeles a las once de la mañana y, una hora y media


más tarde, ya estaba en el campo de entrenamiento. Me habían echado
directamente al fuego, pero el entrenador Grant y el coordinador ofensivo
estaban conmigo para darme toda la información, y yo conocía bien el juego
de Los Ángeles. Más aún en los últimos seis meses, cuando me fijé en ellos y
empecé a oír rumores de que buscaban un nuevo entrenador de receptores
para la próxima temporada. Pero incluso teniendo en cuenta la preparación
mental, me pilló totalmente desprevenido el caos de todo aquello y la brevedad
de los plazos.

Molly me apretó el hombro y me dio una botella de agua mientras veía


a uno de los equipos especiales ejecutar una nueva jugada.

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—Tus hombros te están abrazando las orejas, Houston. Relájate. Lo


tienes controlado. Conoces al equipo, conoces el juego, y estos chicos ya te
conocen a ti también. —Tomé un trago de agua y me obligué a bajar los
hombros. Ella tenía razón, pero yo también tenía sólo unos días para
integrarme en el equipo antes del partido del domingo, en lugar de todo un
verano de campo de entrenamiento y prácticas para crear una buena
relación—. Después de esto, te reunirás con todo el personal, y no voy a
mentir, van a ser unas cuantas horas. Pero después de eso, te llevaré al
apartamento y, si tienes mucha suerte, saldremos a cenar.

No pude evitar devolverle la sonrisa, aliviado por tener cerca a alguien


que al menos me resultaba familiar y cómodo. La mecánica de equipo era una
cosa, pero el aspecto mental, la creación de una buena relación, no era algo
que pudiera apresurarse.

Sentí que apenas había tenido un segundo para recuperar el aliento.


Toda la mañana estaba borrosa. En retrospectiva, incluso follar con Cullen
había parecido ir a la velocidad del rayo, un revoltijo de imágenes destacadas
de sus manos sobre mí, los gemidos y los jadeos, el exquisito placer estelar
de hundirme dentro de él, todo demasiado rápido, y luego el sonido del
despertador. El rompecabezas de los recuerdos me pesaba en el pecho
mientras terminábamos el entrenamiento, y pasé el resto del día como una
pieza de ajedrez que se mueve de un sitio a otro, intentando recordar mil cosas
a la vez.

Tras reunirme con los entrenadores y el resto del personal, Molly me


llevó a mi apartamento en Venice y me lo enseñó. Era sencillo y minimalista,
pero nada de lo que quejarse, y me había preparado la nevera.

Cuando se marchó, deshice la maleta y me dirigí a la pequeña cocina,


abrí una de las cervezas y la llevé hasta el gran ventanal del salón, que daba

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a la calle y a un trozo de playa visible entre dos edificios a lo lejos. Saqué mi


teléfono y tomé una foto.

Houston: Mira esta vista. Extensa. Pintoresca.

Cullen: He visto mejores.

Estaba a punto de hacer otra réplica sabelotodo cuando llegó una foto
de Cullen con una toalla envuelta libremente alrededor de su cintura. Era sin
duda la mejor vista, con esa sonrisa arrogante, los pectorales a la vista y las
profundas líneas en V que había lamido la noche anterior desapareciendo tras
la tela de rizo blanca.

Houston: ¿Eres tú ahora mismo?

Cullen: No, es una de mis selfies de archivo que guardo por ahí cuando
intento echar un polvo.

Le di a su información de contacto en el teléfono, y se rió entre dientes


cuando contestó.

—Joder, ¿mucho ansia?

—¿De verdad tienes stock de selfies para ligar? ¿Eso existe?

—Es una cosa, sí, pero no las necesito, obviamente. Mi cara es


suficiente.

—Quizá hace cinco años.

—Mmm. Ya puedo oír el anhelo en tu voz. Entonces, ¿cómo fue?

Me hundí en un sillón, contemplando distraídamente el panorama


crepuscular, y le conté la verdad.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Fue abrumador. Realmente abrumador, y estoy oxidado, ¿sabes?


Hace más de dos años que no salgo al campo. Se siente diferente. Quiero
decir, no es una queja. Yo sólo...

—Sólo quieres estar a la altura. Lo sé, maldito perfeccionista —dijo


Cullen, pero su voz estaba impregnada de un cariño y una comprensión que
aliviaron parte de la tensión que sentía en el pecho—. Pero eso tampoco es
cierto. Ya no juegas, pero estás en el campo todas las semanas en Canyon
High. Dinámicas diferentes, menos en juego, pero no estás oxidado. Eres un
buen entrenador. Instintivo, fácil de conectar. Lo he visto yo mismo. Diablos,
hasta Charity lo vio. ¿Recuerdas cómo nos quedábamos después de la
práctica en segundo año y repasábamos ejercicios y jugadas, solos tú y yo?
Eras tan bueno en eso como en el campo jugando.

El recuerdo se desplegó desde lo más profundo de mi psique, enterrado


hacía tiempo pero potente. El cielo se oscurecía y Cullen y yo seguíamos en el
campo, lanzándonos pases el uno al otro. La potencia de aquel recuerdo se
sentía cálida y dura en mi pecho. Tierno y suave a la vez, un dolor que vivía
tanto en el pasado como en el presente. Veinticuatro horas y ya estaba
malditamente pensando en él así. Tenía que parar.

—¿Cómo están las cosas allí?

El silencio se prolongó durante un rato y luego Cullen dijo:

—Silencioso. Pero es agradable no tener que coger el mando a distancia


cada vez que quiero ver la tele.

Me reí.

—De todas formas los dos vemos lo mismo.

—Lo sé. Pensé que debía quejarme de algo, al estilo de las parejas
reales. Los mandos a distancia son muy populares, o eso he oído.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Uh-huh. Así que de vuelta a ese selfie. ¿Es realmente de ahora?

—Síp, acabo de salir de la ducha. Por cierto, me he masturbado por


todas tus paredes. Espero que no te importe

—No si me dejas verte en esa toalla.

—Dame dos segundos.

***

El partido del domingo era en casa para Los Ángeles, de lo cual me


alegré porque daba al equipo un poco más de confianza y me daba más tiempo
para aclimatarme, aunque había llegado nervioso por todo el café que me
había tomado esa mañana. Había pasado gran parte del día y de la noche
anteriores repasando los libros de jugadas y las cintas de los partidos,
afinando y recapitulando mis conocimientos sobre los puntos fuertes y débiles
de cada uno de los receptores de Los Ángeles. Apenas había dormido.
Afortunadamente, se esperaba que ganásemos a Carolina, y en el último
cuarto ganábamos por diecisiete. El estadio estaba repleto de aficionados que
animaban al equipo con sus vítores exuberantes bajo el sol que caía a última
hora de la tarde.

Los chicos se arremolinaban, rehidratándose durante un tiempo


muerto, mientras yo estaba con el coordinador ofensivo, Hastings.

—Saquemos a Carmen. Tenemos margen, y Pershing necesita un


descanso. —Se había llevado algunos golpes serios el último cuarto, y aunque
podía seguir adelante, no tenía ninguna duda, sería mejor dejar que Carmen
ganara algo de confianza y no arriesgar a Pershing; lo necesitaríamos a pleno
rendimiento para el partido de la próxima semana contra Las Vegas.

Hastings me miró con una sonrisa.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—¿Seguro?

—Síp.

Tras el tiempo muerto, Los Ángeles bloqueó al QB de Carolina en un


intento de pase y la línea ofensiva salió al campo. Los Royals se alinearon en
una formación de una sola espalda con un ala cerrada y dos receptores.
Townsend, nuestro QB, tomó el lanzamiento y miró a la derecha, donde
Carmen estaba corriendo una ruta oblicua hacia el centro del campo. El
cornerback de Carolina picó en la finta, y mi atención se centró en Carmen
mientras recortaba hacia el exterior y aceleraba por la banda. Maldita sea,
esperaba no haberla cagado ya metiéndole dentro.

Entonces Townsend lanzó un pase en profundidad en dirección a


Carmen. Todo mi cuerpo se tensó cuando Carmen recibió el pase y los
defensas de Carolina empezaron a acosarle. Al detectar una fisura en la
defensa, Carmen superó un intento de placaje, bajando el hombro para
atravesar al safety. El público rugió, incluso yo, cuando Carmen se zambulló
en la zona de anotación. Pase completado.

Hastings me dio una palmada en el hombro con una sonrisa.

—No está nada mal.

Terminamos el partido con veinticuatro puntos de ventaja y, horas más


tarde, volví al apartamento flotando en las nubes. Me había sentado de puta
madre volver a estar en un campo profesional, y también me moría de ganas
de volver a la tranquilidad de mi apartamento para poder llamar a Cullen y
darle el resumen, además de escuchar el suyo, ya que los Rush también
habían jugado antes ese mismo día.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

En la puerta de mi apartamento había una caja marrón de mudanza,


que llevé dentro conmigo, pensando que Garrett había cumplido su oferta de
enviarme algo más de ropa. Además, había sido sorprendentemente eficiente.

Pero cuando lo abrí, sólo había un par de prendas. El resto eran


diversos artículos envueltos en papel en los que rebusqué, desenvolviendo el
cuchillo que me gustaba en la cocina, un ungüento extra para la rodilla que
me habían preparado en una boutique de bienestar holístico del centro de
Denver, la camiseta del equipo Southern U que se había vuelto suave como la
mantequilla y estaba raída por los años de lavarla y usarla, mi batidora de
batidos de proteínas y un par de fotos enmarcadas que había tenido en la
consola de la entrada de Rush, Garrett y yo, que me había regalado mi madre.
Junto con una que nunca había visto. El marco era de abedul teñido, elegante
pero sencillo, y en él Cullen y yo estábamos abrazados, sonriendo a la cámara.
No recordaba qué partido había sido, pero estaba casi seguro de que lo había
hecho Charity, por lo relajados que estábamos. El calor me invadió el pecho
cuando saqué el sobre que había visto debajo y extraje una nota con un
garabato familiar:

Sé lo particular que es tu trasero, y pensé que podrías necesitar esto. Y


como todavía tienes novio (por ahora), incluí algo extra. La foto es del último
año, cuando Charity nos visitó en octubre y jugamos contra Silver Ridge.
¿Recuerdas cómo nos emborrachamos después y follamos en tu coche a las 3
de la mañana? Estúpido, pero caliente. Aún lo recuerdo perfectamente, a pesar
de lo borrachos que estábamos. En fin, espero que todo esto te haga sentir como
en casa.

-Cullen

PD: Será mejor que pongas nuestra foto en un lugar visible para los
visitantes, o me enfadaré por haberme tomado la molestia de imprimirla y elegir

191
Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

un marco. Deberías haber visto mi culo en Pottery Barn tratando de decidir


entre los colores del marco.

Me reí entre dientes al leer la posdata, pero mi mirada se detuvo en la


foto y aquel dolor agridulce resurgió al contemplar la sonrisa de Cullen y la
mía. Llevé la foto conmigo hasta el sofá y la coloqué en la mesita, delante y en
el centro, tal y como él me había pedido, mientras me desperezaba antes de
coger el teléfono para llamarlo. Era una locura lo mucho que dependía de oír
su voz.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Capítulo 17
Cullen
Estaba jugando como un puto rey. Desde la primera posesión de los
Rush contra Indiana esta noche, era como si no pudiera hacer nada mal.
Bueno, todo el equipo lo estaba haciendo de puta madre, pero yo incluso más
que el resto.

Cross y yo habíamos hecho touchdowns, Cross también consiguió


algunos bloqueos increíbles. Garrett había corrido cuarenta yardas en el
segundo, lo que había puesto a Cross en posición de anotar en la siguiente
jugada. Habíamos mantenido a Indy sin anotar hasta el momento. Era el
tercer cuarto, primero y diez.

—Dame el balón —le dije a Ramsey en el huddle13. Juro que era como
si tuviera fuego en la sangre, alimentándome.

Enarcó una ceja como diciéndome que me calmara, pero no podía. Todo
me parecía perfecto esta noche, y lo necesitaba porque me ayudaba a no
pensar en otras cosas, y por otras cosas me refería, por supuesto, a Houston.

Uf. Le echaba mucho de menos, joder, y eso no era buena señal. En


absoluto.

—Te lo digo, lo tengo esta noche. No pueden tocarme. Pon el balón en


mis manos, Ramsey, y anotaré.

13 Huddle: En varios deportes, hacer un huddle es la acción en la que un equipo se reúne,

usualmente en un círculo cerrado, ya sea para plantear una estrategia, motivarse o celebrar.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Me hizo un simple gesto con la cabeza antes de iniciar una jugada.


Estaba depositando su confianza en mí y yo no pensaba cagarla. La
camaradería entre nosotros significaba algo para mí. Había cometido muchos
errores en mi carrera, pero estaba haciendo todo lo posible para que no
volviera a ocurrir. Las cosas se sentían demasiado bien aquí... demasiado
bien. Excepto que Houston vive en... ¡Cállate, cerebro! Jesús, últimamente
hablaba demasiado solo. El plan seguía siendo el mismo con H. Al final de la
temporada, romperíamos y punto.

Nos colocamos en el campo. Estaba nervioso, como si hubiera tomado


demasiada adrenalina.

—¡Blanco 80! ¡Blanco 80! —gritó Ramsey la cadencia de Rush antes de


que Tucker chasqueara el balón. Salí corriendo como si alguien hubiera
encendido mi mecha, y no pudiera evitar encenderme.

Indiana estaba sobre mí, pero eso no importaba. No esta noche. No


sabía por qué demonios necesitaba tanto ganar este partido, pero lo
necesitaba. Me abrí paso a través de los defensores, empujé con fuerza,
soplando más allá de ellos, mi cuerpo me decía que nadie podía detenerme.
Me liberé, me di la vuelta justo cuando el balón volaba hacia mí. El pase
perfecto cayó en mis brazos, corrí y me lancé a la zona de anotación. No sabía
cuántos jugadores se me echaron encima, pero no importaba. Salí disparado,
moviendo las caderas, el mismo baile que Houston y yo solíamos hacer en la
universidad, pero que no había vuelto a hacer desde entonces.

Cross, Ellis y Garrett me dieron palmadas en los hombros,


empujándome y hablando mierda. No lo mantuvimos el tiempo suficiente para
meternos en problemas.

Rush hizo el punto extra. Detuvimos a Indy en su siguiente jugada. En


el cuarto, Garrett cruzó a la zona de anotación, y lo juré, me sentí como si
estuviera volando.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

***

—Esta tarde han estado muy bien —dijo uno de los periodistas en la
rueda de prensa posterior al partido.

—Lo estábamos sintiendo de verdad. Indiana ha hecho un buen partido,


pero esta noche nos han salido bien las cosas. No puedo mentir y decir que
no ha sido divertido. —Moví las cejas y se rieron. Eso no era en absoluto lo
que se suponía que debía decir en esta situación, pero era la puta verdad, y
me gustaba seguir la línea.

—Estás jugando uno de los mejores partidos de tu carrera. Garrett


McRae y tú son como un sueño juntos. —Sí, lo éramos, lo que era a la vez
genial y extraño. Se suponía que Houston y yo íbamos a estar juntos. En aquel
entonces, ambos sabíamos que no iba a suceder, pero ese seguía siendo el
sueño: jugar juntos—. ¿Crees que ayuda que se conozcan fuera del campo?
Teniendo en cuenta que estás saliendo con su hermano y todo eso.

—Seguro que no duele. —Me encogí de hombros.

—Sabes que todo el mundo está esperando que jueguen contra LA,
¿verdad? No sólo era el equipo contra el que jugaban los Rush cuando Garrett
se lesionó la temporada pasada, sino que ahora Houston es su entrenador de
WR, y tú estás en los Rush...

Se me erizó la piel con su afirmación. Era una puta estupidez. No es


que no fuera algo que todo el mundo estaba pensando, pero ¿no podíamos
centrarnos en Indiana?

—Vamos partido a partido. Cruzaremos ese puente cuando lleguemos


a él.

—¿Siguen juntos Houston y tú? —preguntó otro periodista.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Síp. Entiendo que es un poco injusto para el resto... negarte una


oportunidad conmigo, pero Houston es mi chico. —Le guiñé un ojo.

—Yo no... eso no es lo que... estoy casado —respondió, y me puse de


pie. Ya era suficiente de esta mierda.

—Buenas noches a todos. —Salí de la habitación, comprobando la hora


para ver cuándo podía llamar a Houston. Los Ángeles también tenía partido
esta noche, pero era en San Francisco y, con la diferencia horaria, aún no
habría terminado. Hasta ahora había estado entrenando muy bien al fútbol,
lo cual no me sorprendió. Houston era bueno en todo lo que se proponía.

Nos aseamos y regresamos al hotel.

—¿Muy engreído? —me preguntó Garrett en el camino—. Escuché lo


que le dijiste a Smith.

—¿Así se llama? Es un idiota —respondí. —Y yo sólo digo la verdad.

—Siempre tocándole los huevos a alguien —dijo el entrenador Baker


con una sonrisa, y yo exhalé un suspiro de alivio, agradecido de que no me
fueran a echar mierda por ello.

Una vez en el hotel, miré el marcador del partido de Los Ángeles


mientras Tucker estaba en la ducha. Iban ganando por un touchdown. Era
una mierda porque quería que ganaran por el bien de Houston, pero quería
que perdieran por el nuestro. Eran nuestros putos rivales y me encantaría no
tener que enfrentarme a ellos en los playoffs. Mi necesidad de que Houston
triunfara se impuso a mi deseo de que perdieran.

—Vamos a salir esta noche, Atwood —dijo Tucker, saliendo del baño
con una toalla alrededor de la cintura. Las gotas de agua se pegaban a su piel
morena.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—No, estoy bien.

—Acabamos de ganar un puto partido. Vamos a tomar algo. Houston lo


entenderá.

—No es por él. —Me ericé. Sí que era por él. No es que fuera a
enrollarme con él, pero quería ver el resto del partido y llamarle para felicitarle
cuando acabara.

Tucker arqueó una ceja.

—Lo quieres de verdad.

—No —mentí.

—Estarías loco si no lo hicieras. Está de puta madre.

Levantó la cabeza y lo miró fijamente. Pero qué mierda. ¿Le gustaba


Houston? —Está tomado.

Tucker soltó una carcajada.

—Que te jodan. —Le lancé una almohada a la cabeza, que atrapó.

—Te estoy dando mierda. No estoy tratando de robarte a tu hombre. Te


juro que deberías haber visto cómo me mirabas. Pensé que ibas a atacar.

—Das asco —le contesté.

—Vamos a tomar algo, Atwood. Tu hombre no va a ninguna parte.

Asentí porque, ¿qué daño podía hacer? De todas formas, estaba allí
sentado.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Tucker me estaba esperando cuando salí de la ducha. Los dos


llevábamos gorras de béisbol, intentando pasar desapercibidos. Cuando
bajamos, Ramsey, Garrett y Cross nos estaban esperando.

—Hombre... ¿es esa la sudadera de mi hermano? —preguntó Garrett.

A la mierda mi vida. Era una sudadera sencilla. ¿Cómo lo sabía?

—Es todo lo que tenía limpio.

—Sabes que ninguno de nosotros cree eso, ¿verdad? —preguntó


Ramsey.

—Sabes que no me importa lo que creas, ¿verdad? —contraatacé.

—Huele como su colonia —añadió G, casi tropezándose de tanto reír—


. ¿Lo rociaste con su colonia?

—Vete a la mierda, Baby G —gruñí. No, no lo había rociado... pero


tampoco lo había lavado. A Houston le había gustado ponerse mierda con mi
colonia en la universidad. Pensé en intentarlo yo también.

El bar estaba a poca distancia. La gente nos miraba mientras íbamos.


Supuse que el grupo de nosotros juntos no era muy discreto.

Uno de los chicos debió de llamar con antelación porque el club tenía
una mesa en la sección VIP para nosotros. No fue hasta que nos sentamos y
tuve una cerveza delante de mí cuando me di cuenta de que, aparte de mi
pequeña fiesta de bienvenida cuando me uní al equipo, era la primera vez que
iba a un bar desde que llegué a Rush... lo cual no era propio de mí. Por lo
general, solía salir mucho de fiesta. Ahora, estaba demasiado ocupado con
Houston todo el tiempo.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Me tomé mi cerveza y hablé con los chicos, pero también estaba muy
distraído. Los Ángeles ganó esta noche, y sabía que Houston tenía que estar
contento. Eso me ayudó a relajarme un poco.

—¿Todavía te quedas en casa de Houston? —preguntó Cross antes de


beber un trago de su espumoso vaso.

—Sí. Es mi novio. Más le vale que me deje quedarme en su casa —


bromeé. Cross era el único de nosotros que no sabía que lo de Houston era
una farsa.

—Apuesto a que es agradable no tenerlo en el culo todo el tiempo. Solía


echarme la bronca por ser demasiado desordenado —dijo Garrett.

—Eh, me gusta en mi culo —respondí—. Es muy bueno con su polla.

—Voy a fingir que no has dicho eso —replicó Ramsey.

—Prudente —bromeé, justo cuando sonó el timbre de mi teléfono. Lo


saqué del bolsillo y sonreí.

Houston: Tengo algo para ti. Te sugiero que estés solo cuando mires.

Maldiciónnnn. Tenía la sensación de que esto iba a ser bueno. Escondí


el teléfono debajo de la mesa.

Yo: Estoy esperando.

Sólo un par de segundos después apareció una foto: la polla de Houston


estaba dura y su mano la envolvía.

Yo: Diez minutos.

Me puse en pie de un empujón.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—¿Vas a mear? —preguntó Tucker.

—Nope. Vuelvo a la habitación. Vas a querer estar fuera un par de


horas, como mínimo. Houston y yo tenemos una cita por FaceTime. —Todos
gimieron, y añadí—: No puedo evitar que tengamos mejor sexo que ustedes.
—Arrojé un billete de veinte sobre la mesa, riéndome mientras me maldecían
mientras me alejaba.

Me dirigí rápidamente a la habitación, con la polla empalmada sólo de


pensar en lo que íbamos a hacer. Todo el tiempo, tuve que luchar conmigo
mismo para no mirar la foto... el puto Houston McRae enviándome una foto
de su polla. Era un chico travieso.

Me desnudé nada más entrar en la habitación, cogí mi lubricante y


saqué mi portátil antes de sentarme en la cama y llamarle.

Respondió desnudo, al menos de cintura para arriba. Se apoyaba en el


cabecero de la cama igual que yo, con el ordenador sobre el regazo.

—Yo también te he traído un regalo. —Incliné el ordenador hacia abajo


para que pudiera verme la polla, que ya estaba en posición de firmes—. ¿Vas
a dejarme ver tu polla o qué?

—Sí, pero ¿has visto que touchdown…

—Houston... ¿crees que puedes hacer que me corra antes de que


hablemos de fútbol? —pregunté—. Esto fue idea tuya.

—Buen punto. Soplar nuestras cargas en primer lugar, el fútbol en


segundo lugar. Déjame ver todo.

Puse el ordenador en el colchón a mi lado, inclinándolo para que


pudiera verme desde los muslos hacia arriba. Houston hizo lo mismo, su
gorda polla ya tenía una perla de presemen en la punta.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Pruébala —le ordené. Enarcó una ceja y añadí—: Si estuviera allí, la


lamería. Como no puedo, tienes que hacerlo por mí.

—Joder, Cullen. Eso es tan caliente. —Se pasó el pulgar por la raja,
recogiendo líquido allí antes de chupárselo.

Mi polla se crispó.

—Estoy celoso. Tengo hambre de tu carga.

—Mmm. Si estuviera allí, ¿lo querrías en la boca o en el agujero? —


preguntó.

—Cualquiera. Aunque nunca la he tenido en el culo. —Siempre


habíamos usado condones, pero me encantaba la idea de que me la metiera,
de su carga en lo profundo de mi culo, donde, si me preguntabas, pertenecía.

Subí y bajé la mano por mi palpitante erección, necesitaba algún tipo


de fricción, aunque estaba seca.

—Deberíamos intentarlo alguna vez.

—¿Sí? —pregunté.

—Lubrícate la polla —dijo en lugar de responder. Los dos nos


lubricamos las manos y luego nos las envolvimos como si estuviéramos juntos
en vez de hacerlo a través de un ordenador.

—Joder, estoy caliente.

—Yo también. Pensé en meter a escondidas un par de mis calzoncillos


en esa caja por si querías usarlos cuando te masturbaras. —Trabajé mi polla
mientras hablaba con él, acariciando mi caliente longitud y mirando a
Houston hacer lo mismo.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Engreído hijo de puta.

—¿Qué? Sólo habría sido yo siendo amable.

Jugó con sus pelotas como yo sabía que le gustaba.

—Ojalá pudiera callarte con mi polla.

—Lo mismo digo. —El calor ya se acumulaba en mi vientre, la necesidad


de correrme me provocaba—. ¿Qué me harías si estuviera allí?

—Me pasaría mucho tiempo abriéndote el agujero con la lengua...


¿recuerdas la primera vez que te lo hice? En treinta segundos te pusiste como
loco, sólo con mi lengua en tu culo.

—Que te jodan —respondí, metiendo los dedos por debajo de los huevos
para frotarme la entrepierna—. Cuando te retorcías y suplicabas debajo de
mí, te obligaba a pedirme la polla a gritos. Te gusta cuando te fuerzo, Cull.
¿Dejas que alguien más te haga eso?

Dios, me estaba matando. Sabía lo que era, sólo hablar sucio, pero
estaba demasiado lejos para mi consuelo.

—No... sólo tú, imbécil.

Se rió.

—¿Por qué soy un imbécil? ¿Porque nadie puede hacer que te corras
como yo?

Mi polla palpitaba. Eso era caliente. ¿Por qué estaba tan jodidamente
caliente?

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Odio ser un gatillo fácil, pero voy a disparar pronto. Quiero ver cómo
te metes el dedo en el culo. Muéstrame lo que le harías a mi agujero si yo
estuviera ahí.

—Joder, Cullen. Vas directo a mi maldita cabeza.

Pero hizo lo que le dije, movió el ordenador y abrió las piernas para que
pudiera verle trazar el borde.

—Jesús, ese agujero. Recuerdo cómo fue la primera vez que me hundí
en su interior, cuando éramos jóvenes y tanteábamos, intentando descubrir
qué hacíamos juntos.

Houston deslizó su dedo dentro de su apretado agujero al tiempo que


yo deslizaba mi mano hacia abajo y hacía lo mismo. Los dos nos estábamos
metiendo los dedos mientras nos masturbábamos con la otra mano.

Mis pelotas ya estaban altas y tensas, Houston igual. Quería que esto
durara, pero no podía, no esta noche.

—Joder, cariño. Me voy a correr —dijo Houston, y oír de nuevo el


término cariñoso en su lengua fue suficiente para que mi orgasmo estallara
dentro de mí, y mi esperma saliera disparada de mis huevos y mi polla. Me
recorrió una oleada tras otra y las réplicas casi me hicieron vibrar mientras
veía cómo la leche de Houston se deslizaba entre sus dedos y le caía por el
estómago—. Dios, lo necesitaba —dijo sin aliento.

—¿Me echas de menos? Sé lo irresistible que soy.

—Eh, estás bien —bromeó.

Estuvimos tumbados unos minutos antes de que Houston dijera:

—Límpiate y llámame.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Mandón.

—¿Por favor? Quiero hablar del partido.

—Vale. —De repente sentí una opresión en el pecho, aunque no entendí


por qué.

Me lavé, me puse ropa interior, apagué las luces y me metí debajo de la


manta. Houston contestó enseguida cuando le llamé.

—¿Estás en la cama? —preguntó.

—Sí, ¿y tú?

—Síp. Estoy cansado.

—Puedo dejarte ir —le dije, aunque no quería.

—No, todavía no. Jugaste un buen partido esta noche. Lo machacaste.


Encajaste con los Rush

Sí, sí lo hice. No había encajado en un equipo así desde la universidad


con él.

—Tú tampoco estás tan mal. Seguí echando un vistazo a mi teléfono


después del partido para verlo. Vi algunos de los mejores momentos y
hablaban maravillas de ti. —Houston bostezó y yo también lo hice—. ¿Te has
traído mi foto? —le pregunté. —Seguro que está en la almohada a tu lado.

—¿Cómo lo has adivinado? —bromeó él.

—Me alegro por ti, Houston. Creo que esto va a ser bueno para ti. —Si
entrenar en la NFL le iba a hacer feliz, eso es lo que quería.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Me vuelves a llamar Houston. Después de que rompimos, siempre me


llamas McRae.

Joder. Tenía razón.

—Debería irme a la cama. Volamos mañana temprano.

—Ok... Buenas noches, Cullen.

—Buenas noches, Houston.

Terminé la llamada pero no pude dormirme, Houston McRae en mi


maldita mente.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Capítulo 18
Houston
Nunca había recibido tantas fotos de pollas en mi vida hasta Cullen. La
culpa era mía. Yo había enviado la que lo había empezado todo en un
momento de calentura ligeramente achispada después de ver los mejores
momentos del partido de Indiana de los Rush. Cullen había estado jugando
con el tipo de pasión que recordaba de Southern U, y me llevó de vuelta a los
días en que jugaba a su lado, echándole miradas furtivas, el profundo
resplandor de orgullo en mi interior cuando clavaba un pase complicado. Por
no hablar de cómo se me hacía la boca agua con su físico, de cómo, cuando
se quitaba el casco en la banda y se sacudía el pelo, a menudo me daban
ganas de agarrarlo por los mechones y acercar su boca a la mía, de besarle
esa sonrisa chulesca de la cara allí en el campo. Pero no me había atrevido.
Nos habíamos mantenido en la sombra, intercambiando miradas furtivas y
sonrisas disimuladas. A una parte de mí le dolía que nunca volviéramos a
jugar así juntos, que no pudiéramos haber tenido antes toda esta farsa de
relación juntos en el campo, a la vista del público, como yo había tenido
demasiado miedo de hacer.

Pero si yo siguiera jugando, no estaríamos donde estábamos ahora. No


sabía si eso era bueno o malo.

Me apoyé en una de las taquillas mientras los Royals se vestían para


nuestro partido contra los Rush y eché otro vistazo a la foto que Cullen
acababa de enviar, claramente desde un baño de las taquillas del equipo
visitante. Faltaba una hora para el partido y el hombre había encontrado un
segundo para asegurarse de que me moviera incómodamente en los
pantalones. Idiota.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Yo: ¿No se supone que tienes que centrarte en la V?

Cullen: Lo hago. ¿No te das cuenta? Eso es todo de mí. Muy concentrado.
Prestando toda mi atención. ¿Dónde está la tuya?

Solté una carcajada silenciosa. El tipo era ridículo. Y también me había


metido en su juego. Se habían abierto las compuertas de las fotos de pollas.
La semana pasada, siguió a la mía con una de él en plena forma, tumbado en
mi sofá. Le devolví el fuego con una foto en la ducha, y a partir de ahí todo
siguió igual, por momentos extravagante y serio, pero siempre sexy de alguna
manera. Pero ahora no tenía tiempo para enviarle una de vuelta, así que le
respondí con un mensaje y recibí a cambio una cara ceñuda.

Cullen: Me debes una después de que te demos una paliza.

Yo: Es justo. Pero no eches la culpa de tu inminente derrota a que te


distrajiste intentando enviarme una foto de tu polla.

Cullen: Demasiado ego para eso.

—¡Vamos! —gritó el entrenador, y empecé a guardar mi teléfono antes


de detenerme y disparar un último mensaje.

Yo: Patea culos hoy. Aunque perdamos. Pero no caeremos fácilmente.

Cullen: Divertido, caes fácilmente.

Maldito sea. Cuando salí al campo, me sentí extraño sabiendo que


estaba a metros de mí y que probablemente sólo lo vería de esta manera, no
cara a cara. La agenda de los Rush era apretada y tenían que volar de vuelta
a Denver justo después del partido. Era otro recordatorio de por qué la mierda
de larga distancia era una mala idea en general. Cuando ambos equipos
entraron en el campo, me fijé en Cullen, me di unos segundos para mirarlo
de lejos, el sutil reconocimiento de una inclinación de cabeza cuando miró

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

hacia mí, y luego centré toda mi atención en mi equipo. Después de todo,


teníamos un partido que jugar.

***

Estaba empapado en sudor, tenso y lleno de energía mientras


observaba desde la banda el reñido partido entre los Rush y los Royals. Era
un partido muy esperado, y habíamos estado a la par desde el principio. El
último cuarto no fue diferente. Nos vimos obligados a marcar un gol de campo
tras una pérdida de ocho yardas en el tercer intento, recortando la ventaja de
los Rush a tres a falta de dos minutos para el final del partido.

—¡Quédate dentro! —grité. Ya habíamos agotado nuestro último tiempo


muerto, nos habían parado en seco con sólo una ganancia de cinco yardas
antes de que la defensa de Rush bombardeara a nuestro QB y volviera a tomar
el control del balón. Pude ver la mezcla de frustración y dedicación en las
caras de los chicos. Demonios, yo sentía lo mismo. Más de la mitad de las
jugadas que había ordenado habían sido bloqueadas por Rush.

Ambos equipos se alinearon, y Ramsey tomó el lanzamiento para los


Rush, mirando brevemente a izquierda y derecha. Con una mezcla de
premonición y euforia, vi cómo Ramsey hacía una finta a la izquierda, fingía
un pase y empezaba a subir por el centro. Fue un movimiento de bolas de
acero, y Garrett y Cullen estaban a bordo, despegando por el campo y
apoyando a Rams mientras rompía nuestra defensa y cortaba a la izquierda.
Abrazando las líneas laterales, y con el estadio rugiendo, llevó el balón hasta
la zona de anotación para una carrera de touchdown de cuarenta yardas. Fue
un maldito drive magnífico, un momento estelar para la temporada de los
Rush, y no pude evitar la oleada de alegría que sentí por ellos, a pesar de que
sin duda significaba nuestra perdición.

Un par de jugadores cercanos sacudieron la cabeza cuando Ramsey


clavó el balón en el césped y Garrett saltó sobre él. Cullen lanzó un puño al

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

aire y gritó, bailando alrededor de la pareja. A mi lado, el entrenador Grant


gruñó insatisfecho.

—Creo que lo tienen.

—Aún no ha terminado —dije, desviando mi atención hacia Cullen una


vez más. Me preguntaba si siempre lamentaría no haber podido estar ahí
fuera con él, siempre un poco envidioso de Garrett y Ramsey jugando juntos
al aire libre. Pero debajo de toda esa mierda de pobre de mí también había un
cálido resplandor de satisfacción, de que los tres estuvieran pateando culos
en el deporte que amaban.

—Su sinergia es innegable, eso está claro. —Cuando se trataba de la


dinámica del equipo, Cullen, Garrett y Ramsey eran una trifecta formidable,
y sospechaba que el entrenador Baker estaba agradeciendo a sus estrellas de
la suerte que se habían arriesgado con Cullen.

Al final, ni siquiera el exceso de celebración fue suficiente para


ayudarnos. A menos de un minuto para el final, recuperamos el balón y lo
intentamos con todas nuestras fuerzas, pero nuestro último intento se quedó
corto y los Rush se hicieron con la victoria. Los Rush saltaron al campo,
aplaudiendo y gritando a sus compañeros, mientras que los Royals se
portaron bien, excepto Whitt, que se marchó enfadado, golpeando
accidentalmente el hombro del periodista que me hacía señas para que me
acercara. Sonreí con recelo al periodista y seguí su camino, preparándome
para las preguntas sobre Cullen.

El periodista sonrió mientras acercaba su micrófono hacia mí.

—¿Qué te parece el rendimiento de sus receptores hoy?

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Parpadeé. Me había preparado para las preguntas sobre Cullen, así que
el hecho de que se centrara en el juego fue una agradable sorpresa, este tipo
de preguntas eran mucho más fáciles de responder.

—Nuestros receptores han hecho un buen trabajo abriéndose y


haciendo pases. Probablemente ya sepan que nuestro juego de pases se basa
en la sincronización y la precisión, y somos muy buenos en eso. Lo hemos
sido durante años. Lo que pasa es que Rush también lo hace muy bien. Hay
algunas jugadas que nos habría gustado recuperar, pero tuvimos algunas
capturas clave y algunos grandes drives. Sin duda, un partido del que
aprenderemos y mejoraremos.

—Supongo que, dada tu relación con Cullen Atwood, sentiste un poco


de lealtad dividida. —Arqueó una ceja. Ahí estaba. No podía dejar pasar la
oportunidad de colar una referencia a Cullen—. ¿Influyó en el entrenamiento?

—En absoluto. —Me reí entre dientes—. Si estás tratando de insinuar


que yo podría haber llamado diferentes jugadas o tomado decisiones para
favorecer al otro equipo, te puedo asegurar que ese no es el caso. Me encanta
tener la oportunidad de patearle el culo a Cullen o a mi hermano en el campo.
Eso no ha ocurrido hoy, pero puedo garantizarte que ocurrirá en el futuro.
Mientras tanto, lucharon duro por esa victoria, y no les guardo rencor por
ello. —Joder, me había impresionado a mí mismo con esa respuesta tan
sensata.

—¿Celebrarás la victoria de los Rush con ellos esta noche?

—Si consideras una cerveza fría y un largo sueño como celebración,


entonces claro —dije, y luego me excusé.

En el vestuario, el entrenador hizo un rápido resumen antes de despedir


a los chicos. Sabía que mañana repasaríamos la cinta más a fondo, pero por
ahora necesitaban un descanso. Saqué el móvil y me encontré con una serie

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

de mensajes de mi hermano y Ramsey en nuestro hilo de grupo, junto con


algunos de Cullen. Ignoré el primero, sabiendo que no sería más que un
montón de insultos, y abrí el de Cullen.

Cullen: Parece que las fotos de pollas antes del partido ahora me dan
buena suerte. Espero más en el futuro.

Yo: Aquí no hay quejas.

Cullen: No olvides que me debes.

Yo: No lo hice. Voy a cronometrar el envío para la máxima devastación


mientras estás en el aire.

Cullen: Cruel.

Yo: ¿Se van pronto al aeropuerto?

Cullen: Sí, en unos cinco.

Me chupé el labio inferior, pensativo, antes de decidir que, a pesar de


mi intento de hacerme el interesante, no quería que Cullen se fuera sin verlo
al menos unos minutos.

Yo: Nos vemos en el aparcamiento.

Cullen: ¿En serio? De acuerdo. Pero será mejor que te des prisa.

Corrí por las entrañas del estadio hacia el aparcamiento para amigos y
familiares, ignorando el débil latido de mi rodilla, e irrumpí por la puerta de
salida.

Estaban cargando el autobús de los Rush, con un grupo de jugadores


sentados dentro y algunos fuera. Elegí a Cullen inmediatamente de donde

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

estaba con Garrett y Ramsey y me acerqué, de repente cohibido y consciente


de los chicos dentro del autobús. Garrett me dio un puñetazo en el hombro.

—Buen intento, hermano mayor. Siento que este año seamos


imparables.

—Has tenido suerte.

Ramsey resopló.

—Sube tu culo al autobús —dijo, luego le hizo una llave de cabeza a


Garrett y lo empujó hacia la parte delantera del autobús, dejándonos a Cullen
y a mí solos, aparte del tipo que metía bolsas debajo del autobús.

Cullen inclinó la cabeza hacia las ventanas.

—Tenemos público.

Eché un vistazo. Varios de los chicos intentaban observarnos con


sutileza. Otros ni siquiera lo intentaban. Me eché a reír.

—Sí, no es exactamente una reunión privada. —Miré de nuevo y luego


saqué las manos de los bolsillos—. A la mierda. —Arrastré a Cullen para darle
un beso, rozando sus labios con un beso rápido pero abrasador antes de
murmurarle al oído—: Buen partido.

Cullen se balanceó sobre los talones y abrió mucho los ojos antes de
esbozar una sonrisa.

—No sé si me sorprende más que acabes de besarme o que me felicites


por un buen partido. Aunque... —Pulió sus uñas contra el hombro de su
camiseta—. Definitivamente estaba en llamas esta noche. Me alegra que lo
reconozcas.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Creo que tienes una buena oportunidad para un anillo este… —Me
cortaron cuando Cullen empujó su dedo contra mis labios.

—No seas gafe, imbécil —me dijo y me mordió el labio inferior.

—Termínenlo, ustedes dos —dijo el entrenador desde la puerta del


autobús—. El avión está esperando.

Cullen gimió.

—Ojalá nos quedáramos esta noche. Me vendría bien una buena


follada.

—Claro que sí —acepté con una sonrisa salaz, aunque sentí que me
estaba perdiendo algo más que sexo. Ojalá hubiéramos tenido tiempo para
pasar el rato—. Pero nos vemos en un par de semanas, ¿sí?

—Síp. —Se inclinó hacia delante, robándome otro beso rápido antes de
empujarme en el hombro—. Estaré esperando esa foto.

—Si tienes suerte —bromeé, pero ya estaba tramando algo mientras le


veía subir al autobús. Aún consciente de los ojos que me miraban desde el
interior, le di la espalda a todo el equipo antes de dar media vuelta y dirigirme
de nuevo hacia el estadio, ignorando la parte de mí que quería estar ya de
vuelta en Denver con Cullen en mi cama.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Capítulo 19
Cullen
Nunca había hecho tanto videochat sexy en mi vida. Sinceramente, no
entendía el rollo antes de esta falsa relación con Houston; falsa era la palabra
clave y algo que seguía recordándome a mí mismo. Pero había conocido a
hombres, bueno, y a mujeres, a los que les gustaba esa mierda sólo por
diversión, y aunque sin duda era un buen momento, echaba de menos la
realidad.

Echaba de menos tocar a Houston y que él me tocara a mí. Echaba de


menos la estúpida forma en que se comía todo lo que había en el plato antes
de pasar a otro; alerta de spoiler, no me parecía tan estúpida como
extrañamente tierna. Echaba de menos los ruiditos que hacía cuando dormía,
como si su mente no se apagara y estuviera demasiado ocupado para
descansar del todo. Cuando aún vivíamos juntos, me despertaba y me
preguntaba qué estaría soñando, y entonces solía querer asfixiarme con una
almohada porque era raro y demasiado emotivo. Pero esas eran las cosas que
Big Houston McRae siempre me había hecho. Ahora era incluso peor que en
la universidad... porque a veces parecía real y yo sabía que no lo era. Desear
que lo fuera no hacía que lo fuera.

Uf. Hoy estaba siendo un hijo de puta malhumorado. No sabía qué


demonios me pasaba.

Vale, lo sabía. Era Nochebuena y Houston llegaría hoy a Denver. Se


quedaría hasta el veintiséis.

—¿Vas a levantar o vas a seguir soñando despierto con Houston? —


preguntó Tucker mientras me tumbaba en el banco de musculación, en

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

absoluto soñando despierto con Houston. Soñar despierto y preguntarse cómo


irían las cosas cuando volviera no era lo mismo.

También era un maldito mentiroso.

—¿Houston qué? —Enarqué una ceja y él se agarró el estómago, riendo.

—Mientes muy mal.

—Solía pensar que me gustabas —bromeé—. Ahora, vigila mi culo. —


Me había apuntado al gimnasio con Tucker desde que Houston se fue. Claro,
podíamos hacer ejercicio en las instalaciones de Rush, pero a veces era
agradable ir a otro lugar. Nos encontrábamos aquí o salíamos a correr juntos
o algo así. Era extraño sentir que tenía amigos, algo que no me había
permitido hacer desde la universidad pero que de alguna manera había
encontrado en Denver.

Terminamos nuestro entrenamiento, hablando mierda el uno con el otro


todo el tiempo, porque ¿era siquiera salir con tus chicos si no lo hacías? Nos
duchamos, nos vestimos e íbamos a salir del edificio cuando Tucker preguntó:

—En serio, apuesto a que estás emocionado por recoger a Houston esta
noche.

—Emocionado de que me chupen la polla.

Puso los ojos en blanco.

—Sí, porque eso es todo lo que es para ti.

No, no lo era, pero ¿cómo mierda iba a salir de esta si no fingía que si?

—Siempre estás muy interesado en mi vida sexual y amorosa.

Tucker se encogió de hombros.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Para eso están los amigos... ¿Dijo mucho de Whitt?

Fruncí el ceño ante la pregunta de Tucker, preguntándome de dónde


demonios había salido aquello.

—En realidad, no. Sólo cosas que todos sabemos de él: que es un
imbécil, pero que no lo es. Es probable que la gente diga lo mismo de mí, así
que supongo que eso significa que es realmente increíble.

Tucker volvió a reírse antes de darme una palmada en el hombro.

—Eres un maldito tonto.

—Hace falta ser uno para reconocer a otro. —Me encogí de hombros.

—Hasta luego, hermano. Diviértete con tu hombre. —Tucker empezó a


correr hacia su coche aparcado.

—Espera, ¿por qué preguntas por Whitt? —Llamé después de él.

Se volvió hacia mí, se encogió de hombros y siguió adelante.

Bueno, eso era malditamente raro.

El apartamento de Houston estaba a poca distancia del gimnasio, así


que me dirigí allí. Ya había hecho algunas compras, así que teníamos comida
y cosas por el estilo en casa. Estaríamos con su familia en Navidad, así que
no necesitaríamos mucho, pero quería asegurarme de que tuviéramos cosas
sanas y cosas que sabía que le gustaban.

Anduve por ahí, jugué a algunos videojuegos y luego colgué todas las
fotografías mías enmarcadas que había conseguido para hacérselo pasar mal.
Había convertido su casa en un santuario de Cullen Atwood, y me moría de
ganas de verle la cara cuando llegara.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

No me sorprendí cuando sonó mi teléfono y vi que era Charity. Pensé


en ignorarlo, pero las hermanas gemelas eran otra cosa, y ella se subiría a un
avión si no lo hacía.

—¿Qué pasa? —le pregunté.

—Nada. Sólo me siento rara. ¿Estás bien? Odio que no estemos juntos.
¿Qué mierda me pasa? ¿Por qué estoy pasando la Navidad con mamá y Caleb
en vez de contigo?

—Porque ellos viven cerca de ti y yo no... y todavía tengo cosas del


fútbol... y estaré con la familia de Houston... y a ti también te gusta ver a tus
sobrinas y sobrinos abrir regalos, y eso no tiene nada de malo. —Una
punzada aguda se instaló en mi pecho, el eco palpitante me recorrió. Odiaba
echarlos de menos.

—Mamá dijo que podías venir a casa —dijo Charity.

Lo había hecho, pero ¿por qué mierda iba a querer hacerlo? Era
incómodo. Ella pensaba que me iba a ir al infierno, y yo sabía que sólo lo
había dicho por culpabilidad y debido a las súplicas de Charity.

—Estoy ocupado. Fútbol, ¿recuerdas? ¿Has estado viendo mis partidos?


Soy el puto hombre. —La verdad era que, desde que Houston se fue, Rush
había estado jugando el mejor fútbol que habíamos tenido nunca. Ramsey,
Garrett y yo éramos jodidamente mágicos juntos. No sabía lo que me pasaba,
pero era como si no pudiera hacer nada mal, como si fuera uno con el fútbol
o alguna locura así. Fuera lo que fuera, estaba muy agradecido. Este era
nuestro año. Podía sentirlo.

—Eh, estás bien —bromeó, pero yo ya había cambiado de tema.

Hablamos de fútbol y de la vida en Denver antes de decir:

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Tengo que ir a buscar a Houston.

—Vale... te quiero, Cull. Te echo de menos, y me alegro mucho de que


las cosas te vayan bien en Denver. Nunca te había visto tan feliz. Encajas
allí... encajas con Houston.

Lo hacía, pero seguro que no iba a empezar a pensar de esa manera.

—Este es un movimiento de relaciones públicas, ¿recuerdas? ¿No eras


tú la que me decía que lo recordara?

—Sí, bueno, ahora es diferente. Es una cosa de gemelos. Puedo sentirlo.


No sonabas así desde la universidad.

Y ya era hora de colgar el teléfono. ¿Por qué siempre intentaba hacerme


hablar de cosas que me dolían?

—Me tengo que ir, hermanita.

—Cullen.

—¡Te quiero! ¡Feliz Navidad! No me eches mucho de menos. —Terminé


la llamada. Inmediatamente me mandó un mensaje diciendo que me odiaba,
y yo me reí. Ahora mismo, nada importaba excepto ver a Houston.

***

Me quedé de pie junto a la recogida de equipajes, con un cartel delante.


Demasiada gente para contarla se detenía, miraba o señalaba. Algunos me
habían pedido un autógrafo, pero otros estaban demasiado ocupados viajando
o recogiendo a sus seres queridos como para preocuparse.

En cuanto Houston bajó de la escalera mecánica y me vio, su cara se


descompuso en una sonrisa antes de leer el cartel, y luego negó con la cabeza.
Pero le encantaba. Lo sabía.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—¿El novio sexy de Cullen Atwood? —preguntó.

Me encogí de hombros.

—Al principio, iba a escribir lo sexy que soy en lugar de ti, pero pensé
en besarte un poco el culo para que quizá tú besaras el mío de verdad más
tarde. —Enarqué las cejas de forma espectacular, lo que me valió una sonrisa
a lo Houston McRae.

—Eres un idiota. ¿Te lo he dicho alguna vez?

—Te encanta. —Tenía la bolsa en la mano, así que asentí hacia la


puerta antes de empezar a andar.

Houston me agarró de la muñeca y tiró de mí para acercarme más antes


de pegar su boca a la mía. Hubo aplausos y vítores en el aeropuerto, pero yo
sólo podía pensar en el sabor de Houston y en sentirlo contra mí. Mi polla se
estaba hinchando. Cuando se apartó, iba a hacer una broma, pero dejó caer
su frente contra la mía, como si sólo quisiera estar cerca.

—Oye, ¿qué pasa? —le pregunté. Había una pesadez que irradiaba de
él y que se filtró dentro de mí, sólo para ser combatida por mi necesidad de
arreglar lo que fuera que le había molestado.

—Nada. Es bueno estar en casa. —Sentí que se ponía rígido antes de


decir—: La gente nos está grabando. Vámonos.

Asentí, pero le cogí la mano mientras nos íbamos. Me importaba una


mierda que la gente estuviera mirando y que esto acabara luego en todo
Internet. Esa parte había sido un poco brutal desde que Houston se fue: fans
acérrimos de los Rush que estaban enfadados y no tenían nada mejor que
hacer con su tiempo que hablar mierda sobre que me follaba al enemigo, y
fans acérrimos de los Royals estaban haciendo lo mismo con Houston. Se
había hablado de que había fastidiado a propósito el partido entre nosotros.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

La dirección de los Royals aseguró que no lo creían, pero eso no impidió que
los sabelotodos de Internet dieran sus opiniones no solicitadas. Pero sólo nos
quedaban seis semanas, y eso si llegábamos al Super Bowl, y todo eso se
acabaría cuando nuestra ruptura saliera en las noticias. Era otro recordatorio
de que este acuerdo iba a terminar inevitablemente.

—Mierda, debería haber pensado en las repercusiones con el cartel —


dije cuando entramos en el coche.

—No, no importa. Hablarían mierda de todos modos. Estamos en esta


cosa del novio falso hasta el final de la temporada, a pesar de todo. Si no
actuamos como novios, sólo hará que la gente especule que rompimos y
atraerá la atención a eso en su lugar

Se me hundió el estómago.

—Lo siento. ¿Te está jodiendo las cosas? Si es así, podemos terminar
ahora mismo.

—Deja de fingir que eres un buen tipo —se burló.

—Hablo en serio, Houston.

—Veo que sigues llamándome por mi nombre de pila.

—¿No se supone que soy el emocionalmente atrofiado entre nosotros?

Se rió, el sonido envolviéndome.

—No, vamos a jugar a esto. Romper solo parecería peor, como si


tuviéramos algo que ocultar. ¿Vas a darme tu culo cuando lleguemos a casa?

—¿Es realmente una pregunta? Te juro que nunca había usado tanto
un consolador en mi vida. Me acostumbré a que me dieran por el culo, y ahora

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

me has quitado mi juguete favorito. —Me acerqué y palpé su bulto—. Jesús,


¿ya la tienes dura? Aún no hemos hecho nada.

—No puedo evitarlo. Me la pones dura.

—Aww, cariño. No tienes que hacerme cumplidos. Voy a darte mi culo


a pesar de todo.

Houston se rió y, maldita sea, echaba de menos poder reírme con él. Me
preguntaba si seríamos capaces de seguir siendo amigos cuando esto
terminara. La idea de pasar años sin Houston en mi vida de nuevo se sentía
como un nudo alrededor de mi corazón.

Charlamos durante el trayecto hasta su apartamento. En cuanto


entramos, dejó caer el bolso y miró a su alrededor.

—¿Qué. Mierda. Es. Esto?

—Parece impresionante, ¿verdad?

—¿De dónde mierda has sacado un Cullen Atwood de cartón a tamaño


real?

—Tres de ellos. Hay uno en el dormitorio y otro para que te lo lleves a


Los Ángeles.

Sonrió satisfecho y me abrazó. Respiramos el mismo aire por un


momento; mi corazón se enganchó en algo y fue incapaz de latir antes de
soltarse y salir disparado.

—¿Qué voy a hacer contigo? —me preguntó.

—Tengo algunas ideas.

—Deberíamos empezar, entonces.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Corrimos al dormitorio, nos desnudamos y follamos con un yo de cartón


mirándonos. Después nos quedamos tumbados hablando antes de volver a
follar. Cuando Houston se durmió, escuché los sonidos que hacía y creé
historias para cada uno de ellos.

***

—¡Ho, Ho, Ho! ¡Feliz Navidad! —dijo Garrett tan pronto como
entramos. Llevaba puesto un traje de Papá Noel, pero uno ceñido y muy sexy,
aunque apropiado para su familia.

—Hombre, estoy totalmente celoso, no pensé en eso —dije antes de


chocar los puños con él.

—¿En qué nos hemos metido? —preguntó Ramsey a Houston como si


esto entre nosotros fuera similar a lo que compartía con Garrett.

—No lo sé, hombre. Me lo pregunto todos los días. —Houston me guiñó


un ojo justo cuando Connie entraba en la habitación.

—Estás en casa. ¿Por qué parece que hace una eternidad que no te veo?
Estoy acostumbrada a tener a todos mis chicos cerca. —Ella lo envolvió en
sus brazos. Maldita sea, tenía una gran familia.

—No. Puedo. Respirar —bromeó Houston, pero yo sabía que le


encantaba. Siempre había estado muy unido a su familia. Solíamos
tumbarnos en la cama y yo le hacía un millón de preguntas sobre todos ellos
para fingir que los conocía.

—Oh, silencio —dijo, y luego se secó los ojos.

—Ma...

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Lo sé. Sólo estoy emocionada. Estoy tan feliz de que pases la Navidad
con nosotros y desearía que no tuvieras que volver a Los Ángeles tan pronto.

Ella y yo. Aún así, dije:

—Está pateando traseros y tomando nombres. Sabía que sería un buen


entrenador.

Me hizo un gesto con la cabeza que fue sólo para nosotros dos antes de
que Garrett dijera:

—¡Regalos! ¿Cuándo vamos a abrir los regalos?

—¿Tienes cinco años? —se burló Houston, tirando de él para hacerle


una llave en la cabeza y dándole un meneo. Observé cómo forcejeaba con su
hermano, Ramsey sonreía, su padre se había acercado para estar junto a su
madre mientras dejaban que los dos se enzarzaran.

Me reí cuando Garrett consiguió imponerse, lo que hizo que Houston


dirigiera su atención hacia mí. Se abalanzó sobre mí, me rodeó con los brazos
y me arrastró por el salón.

—¡Houston! Ten cuidado. Te vas a hacer daño —le gritó su madre


mientras luchaba conmigo hasta que me llevó al sofá y me empujó sobre él.
Luego me las iba a pagar. No debería haber hecho ese esfuerzo, pero confiaba
en que conociera su propio cuerpo y no le llamé la atención sobre ello.
Además, luego lo besaría para curarlo.

—¿Todavía vas a hablar mierda? —provocó.

—Actúas como si no me hubiera encantado.

Ramsey y Garrett rieron, su madre suspiró y su padre gimió. De alguna


manera, todo era jodidamente perfecto.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Capítulo 20
Houston
De alguna manera, y por de alguna manera me refiero a que había
alcohol de por medio, Cullen y yo, junto con unos cuantos chicos más de Rush
que eran tan tontos como nosotros, acabamos en casa de Garrett y Ramsey
esa misma noche, de pie en la resbaladiza orilla del pequeño estanque de
atrás.

—El baño de oso polar en el estanque se está convirtiendo oficialmente


en algo anual —gritó Garrett, arrancándose la sudadera con capucha y
lanzándosela a Ramsey.

—Estoy teniendo dudas —dijo Tucker, mirando el estanque con


escepticismo—. ¿Seguro que no hay cosas que muerden allí?

—Sólo los entrenados para olfatear cobarde. Así que quizá deberías
sentarte fuera. —Ramsey meneó las cejas hacia Tucker, que resopló y le dio
la espalda antes de desabrocharse los vaqueros.

—Siempre funciona. —Miré de reojo a Cullen mientras agarraba la


cremallera de mi chaqueta. De ninguna manera iba a hacer esto sin él.

—Malditos competitivos —coincidió Cullen, y luego me echó una mirada


igualmente apreciativa mientras me bajaba la cremallera de la chaqueta—.
¿De verdad vas a entrar?

—Claro, ¿por qué no?

Se encogió de hombros.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Quizá me quede aquí fuera. Asegurándome de que nadie se desmaye


o algo así.

Solté una carcajada incrédulo.

—¿Hablas en serio? Cullen Atwood, hombre salvaje, ¿realmente está


abandonando una inmersión de oso polar

—Soy de Texas, amigo. Hace demasiado frío para esta mierda. —


Entrecerré los ojos y él sonrió socarronamente, levantando las manos—. Vale.
¿Qué me toca si entro?

—¿La mejor dosis de adrenalina de la naturaleza? ¿La gloria de no ser


un cobarde?

—No es suficiente.

—¿Qué quieres? —Me quité la camiseta y froté con las manos la piel de
gallina que se me había puesto en los bíceps y el pecho. El frío era
aleccionador y yo también me lo estaba pensando, pero, joder, ahora me lo
jugaba todo y no iba a dejar que Cullen se librara.

Se pasó un dedo por la barbilla.

—Aún no lo sé. Que sepas que cuando lo decida, no podrás negártelo.

—Vendido. Ahora, quítate la ropa.

Se quedó boquiabierto.

—¿En serio? ¿Y si te digo que te metas en medio del tráfico?

—No lo harás. No eres tan patológico.

—¿Y si te digo que robes un banco?

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—No lo harías porque probablemente también te implicarían y


arruinaría tu carrera. —Me bajé los pantalones—. Te conozco, imbécil. Va a
ser algo relacionado con la comida o el sexo, ambas cosas puedo manejarlas.

—¿Y si es comida con sexo?

Me encogí de hombros.

—Suena pervertido, pero probaré cualquier cosa una vez. Pero... nada
de berenjenas de ninguna forma. No me gusta su sabor y además... son
demasiado grandes.

Cullen soltó una carcajada.

—De acuerdo. Hagámoslo. —Se desvistió y nos unimos al equipo al


borde de la orilla.

—Por lo tanto, la mejor manera de entrar en esto —comenzó Garrett,


sonando como su habitual sabelotodo— es sólo...

—¡Sumérgete! —gritó Ramsey, empujando a Garrett en el estanque


antes de que pudiera terminar.

Garrett emitió un indigno sonido de protesta antes de tirar a Ramsey


por los hombros, y ambos se estrellaron de costado contra el agua.

—Joder, qué frío —espetó Ramsey al acercarse, segundos antes de que


Tucker y Cross los abordaran a ambos.

Me moví con más cuidado por el barro helado, pero cuando me giré para
ver si Cullen me seguía, me tambaleé en el barro que se hundía, casi
perdiendo el equilibrio. La mano fría de Cullen se enganchó en mi codo y me
sostuvo. Aunque mi instinto inicial fue sacudírmelo de encima y decirle que
estaba bien, lo controlé.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—No necesito otra lesión —murmuró, y luego ululó cuando ambos nos
metimos hasta los tobillos—. Vale, estoy bien. Esto es suficiente.

Garrett se rió y nos salpicó a los dos.

—A las tres, nos hundimos del todo —le dije a Cullen, apalancándolo
más a mi lado, ignorando el castañeteo de mis dientes.

—Odio estar aquí —refunfuñó.

Avanzamos a mi lenta cuenta y, cuando llegué a tres, nos lanzamos al


agua más profunda y nos sumergimos por completo. El frío nos asaltó de
cuerpo entero, nos sorprendió al principio pero, cuando salimos a la
superficie, fue muy estimulante.

—¡Joder! —gritó Cullen, y todos nos reímos, luego pasamos el siguiente


puñado de minutos placándonos unos a otros antes de que Tucker se
separara y se dirigiera hacia la orilla.

Se inclinó sobre su ropa y rebuscó en su bolsillo antes de decir:

—Estoy fuera, perdedores. Feliz Navidad.

—¿Hacia dónde se dirige? —pregunté mientras desaparecía por la


ladera hacia la casa.

—Quién sabe —respondió Ramsey. — Ya sabes que a veces se pone


como una ardilla.

—¿Qué mierda ponerse como una ardilla? —Cullen se rió.

Garrett lo miró críticamente.

—¿No eres de Texas? Deberías saberlo.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Supongo que no lo sé porque nunca me he puesto como una 'ardilla'.


¿Podemos salir ya? ¿Hay algún requisito de tiempo en esta mierda, o es
suficiente con que mi polla y mis pelotas se hayan invertido y estén
empujando contra mi estómago?

—Eso significa que es hora de salir. —Arrastré a Cullen hacia la orilla,


dándome cuenta tarde de que había deslizado mi mano entre las suyas como
si fuera lo más natural del mundo.

***

Cogimos un Uber hasta mi casa y entramos por la puerta en el


agradable calor del apartamento.

—¿Ducha caliente? —sugerí.

Cullen asintió con énfasis.

—Joder, sí. ¿Conoces alguna técnica para conseguir que mi basura


descienda de nuevo?

—Puede que sí —bromeé y luego le empujé por el pasillo—. ¿Realmente


fue tan malo?

—No. Y ahora me lo debes, así que valió la pena el dolor temporal.

—Me imaginé que iba a surgir pronto. ¿Qué quieres?

—Voy a pensármelo un rato y ya te contaré. —Cullen arqueó una ceja


con picardía cuando nos detuvimos al final de la cama para quitarnos la ropa,
y no me pasó desapercibida la forma hambrienta en que su mirada me
recorría. Probablemente yo estaba haciendo lo mismo. Mi tiempo de vuelta en
Denver era limitado, demonios, mi tiempo participando en esta farsa era

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

limitado, e intentaba aprovecharlo al máximo sin pensar demasiado en lo que


me depararían los meses venideros.

Di un paso adelante y seguí con la punta de los dedos su firme abdomen


hasta llegar a su polla tiesa.

—Supongo que no necesitamos llevarte al médico después de todo.


Parece que te estás recuperando bien. —Le acaricié los huevos y apreté con
un suave tirón, y Cullen soltó una maldición silenciosa cuando volví a
acariciarle el tronco y pasé la palma de la mano por la cabeza aterciopelada,
untando el presemen que se acumulaba. Quería darle la vuelta allí mismo,
abrirlo, o dejar que me pusiera de rodillas y me diera su polla.

—Me estás haciendo olvidar todos mis planes —murmuró, inclinándose


y rozando mis labios con un beso antes de apartarme—. Mete tu culo en la
ducha.

Estaba empalmado y dolorido cuando entramos en la ducha y nos


tomamos unos minutos para compartir el calor húmedo del chorro. Me
acerqué a Cullen, deslizando las manos por las duras líneas de su cuerpo, y
su dura polla rozó la mía en una tentadora provocación.

—Dime qué tengo que hacer. Dime lo que quieres.

—Creo que tienes una idea. —Sus ojos entrecerrados se encontraron


con los míos, la sonrisa perezosa en sus labios hizo que mi ritmo cardíaco se
disparara—. Date la vuelta.

Cuando lo hice, sus manos recorrieron mi espalda, sus labios mis


hombros y mi nuca. Cerré los ojos y sentí un cosquilleo que me recorría la
espalda e irradiaba de cada lugar que tocaban sus labios o sus dedos. Percibí
el aroma de mi jabón en el aire justo antes de que deslizara unos dedos

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Serie Jugando par siempre 02
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resbaladizos por la costura de mi culo, bajando hasta rodear mi agujero y


tirarme de los huevos.

—Joder —gruñí, apoyando las manos contra la pared mientras su otra


mano se acercaba, envolviendo mi vástago y moviéndose en lánguidas
caricias, deteniéndose luego antes de volver a empezar cuando gemí.

—Te quiero al límite para mí. Luego te tumbaré en esa cama, te abriré
con mis dedos y mi lengua, haré que ansíes que te llene con mi polla. Luego
te voy a follar hasta que te corras. ¿Te parece bien?

Menos mal que Cullen había vuelto a soltarme la polla mientras me


decía esas palabras en voz baja y me mordisqueaba el lóbulo al final, porque
de lo contrario podría haber pintado la pared de la ducha. Así las cosas, exhalé
un suspiro entrecortado y Asentí, entregándome al placer de su tacto cuando
empezó a acariciarme el agujero una vez más. Si no hubiera sido un idiota
testarudo, probablemente se lo habría suplicado en ese mismo instante.

Prácticamente floté de la ducha a la cama, los dos medio secos, todavía


llenos de gotas de agua e impacientes. Cullen me empujó sobre el colchón y
yo lo rodeé con un brazo, arrastrándolo conmigo. Apreté los labios contra los
suyos y gemí al sentir el sedoso enredo de su lengua con la mía, su sabor, y
supe que lo extrañaría en menos de veinticuatro horas.

Cullen me besó el pecho, a lo largo de la línea en V, y me chupó


brevemente la polla palpitante antes de bajar y pasarme la lengua por el
agujero cuando abrí las piernas para él. Mis dedos se enredaron en sus
mechones húmedos mientras me lamía y chupaba, volviéndome loco al no
quedarse nunca mucho tiempo en un mismo sitio.

Abrí los ojos de par en par mientras me mordisqueaba el hueso de la


cadera. Estaba perdido en el éxtasis, a punto de perder la cabeza, y el idiota
sonreía.

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Serie Jugando par siempre 02
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—¿Recuerdas la primera vez que hicimos esto?

Le agarré el pelo con más fuerza.

—Salió bien, ¿no? Sólo me llevó un minuto. —Había estado demasiado


tenso y no podía relajarme al principio. Probablemente sólo habíamos follado
un par de veces y aún no lo habíamos entendido todo. No parábamos de
reírnos porque yo no podía dejar de apretar, pero cuando Cullen por fin había
entrado en mí, había sido un fuego. Una de las experiencias más incómodas
y sexys de mi vida.

—Pero gracias por recordármelo, idiota.

—Siempre es bueno ser humilde. —La curva de los labios de Cullen era
cariñosa cuando empezó a trabajar mi polla de nuevo, y luego con una firme
presión, sus dedos lubricados me estaban penetrando—. Me gusta pensar que
mi técnica también ha mejorado.

—Joder, sí. —Asentí y dejé caer la cabeza contra el colchón mientras


el placer me recorría. Mi culo, mi polla, mi piel. Cullen estaba en todas partes,
parecía, y me hizo arquearme sobre la cama en cuestión de segundos
mientras me penetraba la próstata con la punta de los dedos.

—No puedo... —murmuré entrecortadamente—. Mete tu polla dentro de


mí.

—Dime cuánto lo deseas. —Cullen se deslizó entre mis muslos,


levantándome las rodillas, y la cabeza de su polla enfundada presionó mi
agujero.

—Más de lo que nunca quise un maldito anillo de tazón. —Agarré sus


bíceps y siseé mientras empujaba dentro de mí. Era el único en años y el
único que me había hecho sentir bien, algo que no podía explicar.

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Serie Jugando par siempre 02
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La abrasadora presión dio paso a un calor más suave que me invadió


por dentro mientras él retrocedía y se introducía más profundamente.

—Joder, Houston. —Las palabras llegaron en un gemido tartamudo


mientras él se hundía en casa y se dejaba caer sobre los codos, con la cara
posada sobre la mía y sus labios rozando mi mandíbula inferior—. Ha pasado
demasiado tiempo.

No podía hablar, pero si hubiera podido, habría acordado. Me agarré a


sus nalgas, clavando los dedos en los duros músculos, impulsándolo hacia
delante mientras encontrábamos un ritmo constante que hacía que nuestras
respiraciones fueran agitadas, y nuestros besos se sucedían a intervalos
fervientes.

A medida que se movía, una presión diferente se acumulaba en la base


de mi columna vertebral, entrelazándose con la implacable fricción de sus
abdominales contra mi polla goteante. Explotó de golpe, y dejé escapar un
grito con un orgasmo que pareció golpearme por todos lados y se derramó
caliente y espeso sobre mi estómago.

Cullen soltó un gruñido áspero, moviendo las caderas más deprisa


mientras me aporreaba el culo y se desplomaba sobre el borde. Podía sentir
la fuerza de su liberación en el pulso de su polla dentro de mí y cómo se
desplomó sobre mi pecho, los dos jadeando.

—Cristo —murmuró, y ambos nos reímos suavemente, lentos para


liberarnos de la maraña de miembros hasta que él se ablandó y empezó a
deslizarse fuera de mí.

Después de asearnos, volvimos a la cama, tumbados uno frente al otro


en la oscuridad.

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Serie Jugando par siempre 02
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—Esto puede sonar raro, pero esta es una de las mejores Navidades que
he tenido —dijo, deslizando un pie entre mis pantorrillas.

—Esto puede sonar raro, pero también es una de las mejores Navidades
que he tenido. —Y lo más extraño era lo cierto que era. Me acerqué a él y le
rodeé la cintura con un brazo bajo las sábanas—. Pero ese recorte de cartón
tuyo que hay aquí tiene que desaparecer. Es espeluznante.

—No sé. Es divertido cuando me masturbo.

—Maldita sea, eres un ególatra —bromeé, pero ya sabía que no era así.
Cullen era mucho más de lo que nadie le había dado crédito. Especialmente
él mismo.

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Capítulo 21
Cullen
—Creo que la he cagado —le dije a Charity por teléfono cuando ya no
podía guardarme más mis pensamientos. Las únicas personas con las que me
sinceraba eran Houston y Charity. Teniendo en cuenta que él era el tema de
discusión, seguro que no podía compartir esto con él.

—Oh, Cullen. ¿Qué has hecho?

Bueno, eso picó.

—¿Así que automáticamente asumes que hice algo malo? —corté. En el


pasado solía hacerlo, pero eso no venía al caso.

—¡Dijiste que la habías cagado! ¿Qué se supone que tenía que pensar?

Así que, tal vez ella me tenía allí y yo estaba en el borde. —Buzz… buzz…
Mala conexión. Voy a colgar. —Fingí terminar la llamada, Charity riendo a
través de la línea.

—Estás dando rodeos. Quieres hablar conmigo, pero tienes miedo.


¿Crees que no te conozco lo suficiente como para darme cuenta?

Joder. Ella tenía otro punto. No es que pensara decírselo.

Me hundí de nuevo en el sofá de Houston. El apartamento se había


sentido aún más vacío sin él desde que se había marchado después de
Navidad. Algo de nuestro tiempo juntos había sido diferente. Era en lo único
que podía pensar en las semanas transcurridas desde entonces.

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Serie Jugando par siempre 02
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Los Rush seguían arrasando. La ronda de comodines de los playoffs era


este domingo, y nunca me había sentido mejor con mi juego, con mi equipo,
y joder, con toda mi maldita vida, si te era sincero, pero al mismo tiempo no
podía dejar de obsesionarme con el puto Houston McRae.

Nunca debí follar con él. La última vez que lo había hecho,
estúpidamente le había dicho que debíamos revelar lo nuestro, y eso había
acabado con nosotros. No sabía qué era eso de estar dentro de él que
cortocircuitaba mi cerebro.

—Se trata de Houston, ¿verdad? —preguntó Charity tras minutos de


silencio.

Me pasé una mano por la cara y gemí.

—Sí. Joder, sí. Siempre se trata de Houston. Estoy enamorado de él,


hermanita. —Noticia de última hora, ¿verdad? Probablemente nunca había
dejado de quererle, pero me resultaba imposible seguir poniendo excusas.
Créeme, lo intenté. Lo había intentado siempre, y la mierda no funcionaba.

—¿Se supone que es información nueva.

—Eres una hermana horrible.

Se rió entre dientes. —Lo siento. No quería echarte la bronca. Sé que


estas cosas son difíciles para ti, pero siempre has querido a ese hombre. Y él
es bueno para ti. Estar con Houston te enraíza... y creo que estar contigo
también lo libera a él. Su tonto culo sólo necesita verlo.

Sí que lo hacía. ¿Podría darse prisa y hacer eso? Sería estupendo. Aún
así, aunque lo hiciera, eso no lo arreglaba todo.

—Deberías decirle lo que sientes —añadió justo antes de que una


sonora carcajada brotara de mis labios—. ¡Lo digo en serio!

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Serie Jugando par siempre 02
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—No puedo hacer eso. Por si no lo recuerdas, así fue como rompimos la
primera vez. Bueno, no le dije que le quería, pero fueron esas estúpidas
emociones las que me hicieron decir que debíamos salir, lo que hizo que
rompiera conmigo.

—Las cosas eran diferentes entonces. Eran niños asustados,


intentando entrar en la NFL y hacer realidad sus sueños. Sinceramente,
aunque todavía quiero estrangularle por hacerse daño, probablemente tenía
razón. Habría sido un mal momento para salir del armario. Sé que es una
mierda, y que el mundo es una mierda a veces, pero los tiempos están
cambiando. Los dos están fuera ahora. Han estado juntos durante meses.
Juegas en uno de los mejores equipos de la liga, y Houston entrena a otro.

¿Pero no veía que por eso la mierda no era diferente? Aunque los Rush
sólo me contrataron para esta temporada, mi esperanza era que me ofrecieran
otro contrato. Me encantaba jugar en Denver, y ahora Houston estaba en Los
Ángeles... que casualmente estaban en estados diferentes. Estábamos
exactamente en la misma situación que antes; la única diferencia era que
ahora estar separados era una garantía, mientras que entonces sólo había
sido una probabilidad. Y esta vez, se suponía que nuestra relación era falsa y
tenía una fecha de caducidad que se acercaba rápidamente.

No me molesté en explicárselo. Ella discutía conmigo, y yo me ponía de


un humor de mierda, así que sólo dije:

—Debería irme.

—Cull…

—Tenemos una reunión de equipo. Prometido. Tengo que irme. ¿Has


olvidado que voy a ganar mi primer partido de playoffs como Rush en unos
días, que es sólo el primer paso para conseguir nuestro anillo?

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Serie Jugando par siempre 02
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Suspiró, sabiendo claramente lo que estaba haciendo.

—Llámame más tarde, ¿de acuerdo? Te quiero, Cullen.

—Yo también te quiero. —Terminé esa llamada.

Las emociones eran tontas. Necesitaba tener esta mierda de Houston


bajo control.

***

Nuestro partido comodín fue contra Tennessee. Estaban bastante


igualados con nosotros, pero Garrett y yo éramos más rápidos que sus
receptores. Honestamente, G era probablemente el más rápido de la liga. Los
dos éramos grandes corredores, pero Garrett era más rápido que nadie. Si a
eso le uníamos mi fuerza y mi largo historial de difíciles recepciones y mi
habilidad para seguir el balón, seríamos imparables. Seríamos imbatibles.

Y esta noche íbamos a ganar. No había ninguna posibilidad de que nos


dejara perder este partido.

El estadio era tan ruidoso que el suelo parecía vibrar bajo mis pies. El
corazón ya amenazaba con salírseme del pecho mientras observaba el
lanzamiento de la moneda, que ganó Tennessee. Eligieron recibir, así que
empecé el partido en la banda, con nuestra D en el campo.

—Joder, nunca superaré esta sensación —dijo Tucker, rebotando sobre


las puntas de los pies a mi lado mientras veíamos el saque inicial.

Podía sentir la energía palpitando a nuestro alrededor, palpitando


dentro de mí mientras Tennessee corría con el balón. Casi de inmediato fueron
detenidos por nosotros.

—¡Joder, sí! —grité, con el corazón en la garganta.

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Serie Jugando par siempre 02
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Fue una batalla defensiva en la primera parte, un partido con pocos


goles. Nos fuimos a los vestuarios empatados a siete.

Me estaba matando no comprobar mi teléfono para ver cómo lo estaba


haciendo LA. Houston estaba muy nervioso. Había hablado con él a través de
un orgasmo la noche anterior, y ni siquiera eso había ayudado. Se culparía a
sí mismo si perdían. Así era el hombre y, joder, tenía que dejar de pensar en
él.

—Somos mejores que esto. Somos mejores que ellos —dijo el entrenador
Baker—. McRae, eres demasiado jodidamente bueno, demasiado rápido para
ser retenido en tan pocas yardas esta noche. No pueden igualar tu velocidad,
tú también, Atwood. Gracias a Ward por llegar a la zona de anotación, o
habríamos entrado en este vestuario derrotados.

Tenía razón. Todos sabíamos que la tenía. Podíamos poner puntos en


el tablero, y necesitábamos hacerlo.

El entrenador Baker nos echó la bronca, seguido de Ramsey haciendo


lo mismo, antes de terminar diciendo:

—Somos los Denver Rush. Jugamos como un equipo, y ganamos como


un equipo. Todo el mundo en este vestuario tiene un papel. Desempéñenlo.
Nosotros nos encargamos. Vamos a salir ahí fuera y ganar este puto partido
de fútbol.

Una energía renovada bombeó por mis venas, se encendió en mi sangre,


prendiéndole fuego. Él tenía razón. Podíamos hacerlo. Lo haríamos. Había
deseado un anillo toda mi maldita vida, pero nunca tanto como ahora, con
este equipo, donde por primera vez desde que jugaba con Houston en la
universidad, sentía que encajaba.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Animamos, golpeamos los banquillos y zapateamos al unísono, creando


juntos un ritmo ruidoso. Cuando salimos al campo en el tercero, éramos una
máquina perfectamente engrasada. Nuestra primera vez a la ofensiva, Garrett
anotó en un pase de treinta yardas de Ramsey, zigzagueando su camino a
través de Tennessee y sumergiéndose en la zona de anotación.

—¡Joder, sí! —grité mientras Garrett y yo saltábamos en el aire,


chocando los pechos antes de aterrizar de nuevo. Conseguimos el punto extra,
haciendo un catorce a siete.

Desafortunadamente, Tennessee terminó el cuarto con un corto drive,


en un tercer down, abriéndose paso a través de nuestra defensa para el
touchdown.

—¡Hijo de puta! —gemí, deseando que fallaran el punto extra y


maldiciendo de nuevo cuando no lo hicieron.

Me dolía el cuerpo, los músculos luchaban contra un cansancio que


ahora no me permitía sentir. Ya sufriría mañana, pero esta noche lo único
que me importaba era el partido.

Fue una batalla brutal que llegó hasta el final. Estábamos en la


ofensiva, en nuestro huddle con tres minutos para el final, cuando Ramsey
llamó a un juego, la mirada sosteniendo la mía.

—Tú puedes, Atwood. Muéstranos lo que ya sé que puedes hacer ahí


fuera.

La adrenalina se disparó a través de mí, provocando impulsos de


electricidad que chasqueaban y crepitaban en mis venas.

—¡Blanco 80! ¡Blanco 80! —gritó Ramsey la cadencia antes de que


Tucker le pasara el balón. Salí disparado a través de la línea defensiva,
sintiendo como si me lanzara un chorro de nitroglicerina. Giré alrededor de

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dos de sus jugadores, amagué a la derecha, fui a la izquierda y me volví justo


a tiempo para ver el balón volando hacia mí.

Salté, lo cogí del aire y me lo llevé al pecho antes de arrancar. Un


jugador cayó delante de mí y salté por encima de él, sin dejar de correr. No
me sentía como si estuviera en mi propio cuerpo, pero también lo estaba. No
había nada ni nadie en aquel campo, excepto yo y la zona de anotación, y era
imposible que no llegara allí.

Casi vi a Carson demasiado tarde. Se abalanzó sobre mí desde la


derecha, justo cuando yo saltaba. Su cuerpo chocó con fuerza contra el mío,
el dolor me recorrió el costado antes de caer al suelo, sujetando el balón como
si no hubiera nada más importante en mi vida.

—¡Touchdown! —Garrett me levantó, los dos nos abrazamos y lo


celebramos. Me sentía invencible, como si no hubiera nada en el mundo que
no pudiera hacer.

Levanté la vista, me besé las yemas de los dedos, levanté el brazo y


sonreí. Si Houston veía esto más tarde, sabría que era para él.

Todo fue un borrón después de eso: conseguir el punto extra, parar a


Tennessee en su siguiente jugada y dejar que se acabara el tiempo cuando
volvimos a tener el balón.

Lo habíamos conseguido. Habíamos ganado. A continuación, la


divisional.

Llevaba diez minutos entrevistando a los jugadores cuando uno de los


periodistas dijo:

—Acaba de terminar la prórroga y han ganado los Royals. Parece que


en la siguiente ronda se enfrentarán los Rush y los Royals. ¿Cómo será jugar
contra el equipo que entrena tu novio?

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Sonreí arrogantemente.

—No hay nadie en el mundo a quien me guste vencer más que a


Houston, y estoy seguro de que si le preguntaras a él, diría lo mismo de mí.
Ya sé qué hacer para que me perdone cuando eliminemos a los Royals. —Le
guiñé un ojo. La sala estalló en preguntas, y aunque respondí a todas como
debía, lo único en lo que podía pensar era en lo feliz que estaba por Houston,
pero que seguía planeando derrotarle.

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Capítulo 22
Houston
Se quedaron atónitos mientras el estadio resonaba con una atronadora
ovación. Lo habíamos conseguido. Habíamos vencido a los Rush y
compensado la vergonzosa derrota de hacía unas semanas. Sabía que
teníamos posibilidades, pero seguía sorprendido por cómo se había
desarrollado todo. Una oleada de orgullo y alegría me invadió mientras
observaba la celebración en el campo.

Ambos equipos habían jugado duro y habían dado lo mejor de sí


mismos. Los Royals habían seguido el ejemplo del partido anterior de los Rush
contra Tennessee y se habían centrado mucho en la defensa al principio del
partido, antes de impulsar una fuerte ofensiva hacia el final de la primera
parte y continuar en la segunda. Todo el mundo había estado a punto, cada
jugada ejecutada con precisión, y los habíamos superado, terminando el
partido con una ventaja de siete puntos, gracias a que Whitt interceptó un
pase y lo llevó hasta el fondo del campo para hacer un touchdown, mostrando
la increíble velocidad por la que era conocido.

Me puse en acción cuando algunos de los chicos salieron del campo, les
di una palmada en la espalda y los felicité. No perdí de vista a Cullen, al otro
lado del campo, donde el equipo se apiñaba, con los hombros caídos por la
derrota y una expresión sombría, y sólo volví a centrarme en el presente
cuando empezó a llegar la prensa.

Iba por la tercera recapitulación sobre nuestro ataque cuando un brazo


me rodeó. Aunque el contacto no me resultara familiar y bienvenido, habría
sabido de quién se trataba por la forma en que los ojos de la reportera se

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iluminaron con regocijo, e inmediatamente inclinó el micrófono hacia Cullen


cuando le rodeé la cintura con un brazo.

—¿Apuesto a que esta es una pérdida especialmente dura para ti,


Cullen?

Me estremecí, inmediatamente en guardia, pero Cullen se rió


cálidamente. —Ouch, duro. ¿Así es como vas a ir? ¿Qué tal 'cuán emocionado
estás por la V de tu novio'?

Le miré de reojo.

—¿Qué tan emocionado estás por la V de tu novio?

—Creo que han tenido suerte. —Cullen se encogió de hombros,


aparentando despreocupación, pero yo sabía que la derrota le dolía por
dentro.

Le empujé.

—Mentira.

Estaba claro que la periodista se lo estaba tragando, feliz de dejarnos ir


de un lado a otro, así que la entretuvimos unos segundos más antes de que
apartara a Cullen de un manotazo.

—Tengo que volver con el equipo y luego ir a celebrar mi victoria.

En realidad, sólo quería llevar a Cullen a mi casa. Habíamos acordado


antes de que volara que se quedaría conmigo esa noche en lugar de en el hotel
con el resto del equipo, y estaba deseando tenerlo a solas y asegurarme de
que estaba bien. Aunque lo estaba disimulando bien, sabía lo dura que tenía
que ser la pérdida para él, aunque se alegrara por mí.

Y, vale, yo también quería estar a solas con él.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Pero no tuvimos oportunidad de hacerlo porque Garrett y Ramsey nos


obligaron a salir a tomar unas copas. Cullen me arrastró fuera del
apartamento riendo mientras yo refunfuñaba.

***

Nos reunimos con Garrett, Ramsey, Tucker y algunos otros miembros


de Rush en Rumba. Parte del equipo ya se había acostado, y otra parte había
ido a un club de striptease a ahogar sus penas y probablemente se
encontraría con un montón de miembros de los Royals que estaban haciendo
exactamente lo contrario. Esperaba que todo el mundo se portara bien esta
noche.

—Joder, no sabía que fuera posible tener tantos Ígor en un mismo sitio
—dije mientras nos acercábamos a la mesa, intentando aligerar el ambiente.

—No puedo creer que nuestra temporada haya terminado. Estuvimos


tan cerca la temporada pasada, igual que este año, pero no pudimos pasar el
maldito corte —refunfuñó Garrett, y luego se bebió la mitad de su cerveza de
un trago.

Ramsey le pasó un brazo por el hombro y me miró a los ojos con un


sutil movimiento de cabeza. Sabía que la derrota había sido dura para todos,
pero especialmente para Garrett. Lo único que había querido, además de
Ramsey, era llegar al Super Bowl. Acababa de perder otra oportunidad.
Tampoco ayudó que la lesión de Garrett el año pasado hubiera sido a manos
de los Royals.

—El año que viene es un nuevo comienzo —dije—. Rush es sólido ahora.

Garrett me hizo un gesto con la mano y respiró hondo.

—No te preocupes por mí. Debería felicitarte. Han jugado un partido


increíble, hombre. —Me dedicó una sonrisa que, aunque teñida de nostalgia,

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era genuina—. Sabía que serías genial con los Royals. Definitivamente te van
a querer por más de un año si son inteligentes.

Le miré con los ojos entrecerrados.

—Esto es demasiado elogio. ¿Cuántos has bebido?

Eso le sacó una risita.

—Los suficientes como para saber cuándo estoy siendo un imbécil.

Una hora más tarde, habíamos repasado hasta la saciedad el ataque y


la defensa tanto de los Royals como de los Rush. Tucker se balanceaba y
miraba el móvil con frecuencia, probablemente intentando encontrar su
próximo ligue, y Garrett se había tranquilizado y parecía haberse recuperado
de la derrota. Le di un codazo a Cullen para ver si quería volver al apartamento
para que pudiéramos volvernos locos el uno al otro cuando una voz retumbó
detrás de nosotros.

—Joder, mira a los Rush lamiéndose las heridas. Son los hijos de puta
más taciturnos que he visto en mucho tiempo, y eso es mucho decir.
Especialmente tú. —Whitt inclinó la cabeza hacia Tucker, señalándolo en
particular.

Tucker respondió con un encogimiento de hombros y el dedo corazón,


pero Garrett se enderezó en su asiento, entrecerrando los ojos hacia Whitt.

—¿Por qué eres tan arrogante? ¿Eso viene de ser un niño de fondo
fiduciario, o estás intentando compensar alguna otra deficiencia? —G dejó
caer la mirada hacia la entrepierna de Whitt con una sonrisa burlona.
Supongo que me había equivocado con él.

—¿Por qué no le preguntas a tu novio?

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—Cuidado —advirtió Ramsey en voz baja y profunda, y se levantó de la


silla al mismo tiempo que yo.

Garrett soltó una risita siniestra mientras yo giraba, colocándome entre


Whitt y los otros chicos. A mi lado, los puños de Cullen estaban apretados a
su lado. Si alguien daba un puñetazo, nos echarían a patadas de este sitio, y
teniendo en cuenta que estábamos en Los Ángeles, en menos de media hora
estaría en TMZ, con Cullen justo en medio. Yo no estaba dispuesto a dejar
que ese tipo de drama sucediera cuando tenía algo tan bueno con Rush.

—¿Vienes aquí sólo para acosar a los chicos? —Negué con la cabeza—.
Mala educación.

Whitt arqueó una ceja.

—Quizá sólo vine a saludar a mis rivales favoritos. Invitarles a una copa
como muestra de un partido bien jugado.

Cullen resopló.

—Ni de broma, a no ser que te hayan hecho una lobotomía en los


últimos meses. ¿Desde cuándo has sido amable?

Una sombra parpadeó en los ojos de Whitt, pero antes de que pudiera
replicar, Tucker le puso una gran mano en el hombro.

—Tienes que irte.

—¿O qué? —dijo Whitt, mirando de la mano en el hombro a los ojos de


Tucker.

—O te vas a arrepentir como de nada en tu vida, te lo prometo.

Endurecí los hombros, preparándome para interrumpir la inminente


pelea. Ni Tucker ni Whitt se habían echado atrás en su vida.

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Pero Whitt no se balanceó. En lugar de eso, miró a Tucker de arriba


abajo y volvió a inclinar la cabeza.

—¿Me estás diciendo que me vaya?

—Lo hago —dijo Tucker con frialdad, claramente no tan borracho como
yo había pensado que estaba—. Ahora mismo, joder.

Whitt no perdía de vista a Tucker, pero su postura permanecía relajada


mientras se rascaba los dientes sobre el labio inferior como si intentara decidir
lo serio que era. Tucker podía ser muy intimidante. Por otra parte, Whitt era
igual de capaz.

Pasaron dos segundos en silencio, luego tres antes de que Whitt cediera,
levantara las manos y diera un paso atrás. Esbozó una sonrisa encantadora.

—Mejor suerte la próxima vez, caballeros. Siento lo del pase, Garrett.


Estoy seguro de que la próxima vez lo conseguirás —dijo, hizo un gesto de paz
y se volvió hacia la puerta.

—Garrett —gruñó Ramsey por lo bajo, manteniéndolo a raya con un


firme agarre en los hombros mientras Garrett intentaba embestir hacia
delante.

—Que le jodan a ese hombre —le gruñó Garrett. En su defensa, Whitt


lo había derribado en el tercer cuarto, y G podía guardar rencor.

Pero lo que me interesó fue la reacción de Tucker. El tipo nunca perdía


la oportunidad de criticar a Whitt.

—Pensé que iba a tener que separar una pelea —dije.

Tucker levantó un hombro.

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—No vale la pena hacer una escena en este momento. Perdimos, eres
uno de sus entrenadores. Quedaría mal.

—Tienes más moderación que yo. —Cullen se rió—. Yo también estaba


listo para saltar y darle un puñetazo.

—¿De verdad lo habrías hecho? —Lo rodeé con un brazo, esperando


que entendiera que estaba listo para irme. Ya era suficiente drama potencial
por esa noche.

—Eh, difícil de decir. Tucker tiene razón. No querría estropearte las


cosas.

—Eres un encanto. —Me sonrió con suficiencia y me dirigí hacia la


puerta—. Salgamos de aquí.

Después de asegurarnos de que Ramsey tenía a G bajo control, Cullen


y yo nos despedimos e hicimos nuestra salida, dirigiéndonos a mi
apartamento.

Una vez que nos habíamos follado hasta el sin sentido, nos quedábamos
abrazados, algo a lo que me había acostumbrado. A veces bromeábamos sobre
fútbol, sobre los demás, pero otras veces era algo más serio.

—¿Cómo de decepcionado estás por la derrota? De verdad —le


pregunté, introduciendo mi pierna entre las suyas. Su piel estaba húmeda de
sudor, su olor seguía siendo embriagador. Cada vez lo echaba más de menos
cuando se iba.

—Es una mierda, la verdad, pero espero que haya otra temporada para
mí. —Cullen pasó una mano por mi pecho antes de acomodarla alrededor de
mi cintura y apretar—. Sin embargo, nada de lo que he dicho es mentira. Me
emocionaba que ganaran porque sé lo que significa para ustedes, y eso me
hace feliz. O al menos muy cerca de lo feliz que estaría si hubiéramos ganado.

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Me guiñó un ojo y me reí entre dientes antes de recuperar la seriedad.

—En algún momento, supongo que tenemos que empezar a hablar de


nuestro plan de salida. —Observé atentamente la cara de Cullen y no pude
negar que una gran parte de mí quería que dijera al diablo con el plan.

Rodó sobre su espalda y fijó su mirada en el techo.

—Sí. —Su mirada se deslizó hacia mí—. Pero tal vez podamos
posponerlo hasta que termine tu temporada, de una forma u otra. No
necesitas distracciones ahora.

Maldita sea, el hombre era guapísimo, y no pude evitar preguntarme.

—¿Supongo que así habría sido si hubiéramos seguido juntos en la


universidad, yendo a equipos separados? Hubiera sido...

—Difícil —terminó Cullen por mí, y me acerqué y apagué la luz.

Difícil, sí, pero quizá no tan imposible como había pensado en la


universidad.

—Trae tu culo aquí y sé la cucharita. Es tu turno. —Mientras tiraba


del brazo de Cullen para acercarlo a mí, me preguntaba si habríamos sido
capaces de hacerlo funcionar. Lo único que sabía era que los últimos meses
me habían demostrado que, para bien o para mal, seguía enamorado de
Cullen Atwood.

249
Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Capítulo 23
Cullen
—No me puedo creer que Houston esté entrenando a los Royals y nos
hayan sacado de los playoffs. Qué traidor —dijo Hammond. Acabábamos de
terminar nuestra última reunión de equipo después de volver de Los Ángeles.
No podía mentir; la moral del equipo estaba jodidamente baja. Era una mierda
quedar fuera de los playoffs en cualquier momento, pero perder contra los
rivales de toda la vida de los Rush lo empeoraba todo.

Aun así, no iba a permitir que nadie hablara mal de Houston.

—Vete a la mierda. Deja a Houston fuera de esto. Es un buen


entrenador al que le ofrecieron un trabajo y lo aceptó. No tenemos a nadie a
quien culpar por la D14 excepto a nosotros mismos.

Hammond levantó las manos en señal de derrota.

—Me gusta Houston; sólo digo que podría habernos hecho un favor. No
pretendía insultar a tu novio.

—No vuelvas a hacerlo —advertí. Yo era feliz en este equipo. Nunca me


había sentido tan a gusto, pero no me andaba con chiquitas cuando se trataba
de Houston. ¿Por qué no le dices lo que sientes? ¿Le dices que esta vez no vas
a dejar que se vaya?

—¡Atwood! A mi despacho. —dijo el entrenador Baker, sacándome de


mis pensamientos. Mi corazón se desplomó de inmediato. Había estado
estresadísimo desde que perdimos, esperando a que Rush me dijera que no

14 D: Derrota.

250
Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

me ofrecían otro contrato. Aún tenían mucho tiempo para decidir, pero cuanto
más tardaba, menos posibilidades tenía. ¿Quizá no estaban tan contentos
conmigo aquí? Quizá acabaría como todos los demás equipos en los que había
estado y me había estado engañando a mí mismo.

—Te esperaré —dijo Tucker. Ramsey y G ya se habían ido antes de que


Hammond abriera la bocaza, cosa que agradecí. No necesitaban oír a la gente
echándole la bronca a Houston.

—Gracias, hombre. Además, estoy bastante seguro de que esa marca


que tienes en el cuello no es un moratón... a menos que cuentes el que te ha
salido al chupártela. —Una marca morada oscura coloreaba su piel marrón
claro, no muy lejos de la clavícula.

—¿Celoso? —Movió las cejas juguetonamente.

—Tuck tira de todas las damas —se burló Cross.

Empezaron a forcejear mientras yo me dirigía al despacho del


entrenador, esperando que no fuera obvio que sentía que iba a vomitar. ¿Qué
haría si no me quisieran? Como mi madre y mi hermano... como Houston.

Joder, estaba siendo un idiota malhumorado.

—¿Qué he hecho esta vez? —me burlé, cerrando la puerta detrás de mí.

—Deja de ser tan negativo. Veo a través de ti, Atwood. No eres tan
engreído como muestras al mundo. —Arqueó una ceja.

No me lo esperaba.

—Vale...

—No puedo decir esto en el disco, y negaré la mierda si lo dejas salir...


pero te queremos en Denver. Eres exactamente lo que no sabíamos que

251
Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

estábamos buscando. Puedes esperar otra oferta de contrato... una buena, y


espero que te tengamos como parte del equipo la próxima temporada.

Mi pulso se aceleró tanto que pensé que iba a estallar.

—Yo... ¿no me jodas?

—No me jodas. —Sonrió—. Eres un buen jugador, hijo, y un hombre


aún mejor. Es un honor entrenarte.

Abrí la boca, pero no me salían las palabras. Tenía el pecho apretado,


lleno. Era exactamente lo que quería. Balbuceé un agradecimiento y prometí
mantener la boca cerrada hasta que mi agente me hiciera una oferta oficial.

Hasta que no salí de la oficina no recordé que Houston volvería a Los


Ángeles el año que viene. Incluso si decidía que me quería, sería imposible
que pudiéramos funcionar.

—Mierda, así de mal, ¿eh? —preguntó Tuck—. Parece que el entrenador


acaba de llevarse tu juguete favorito.

Me obligué a reírme. —No, hombre. Todo es como sabía que sería. —Al
menos la parte con Houston lo era.

***

No había hecho más que pensar en este partido, en parte porque me


alegraba mucho por Houston, pero también porque era un paso más hacia
nuestra ruptura pública. Al menos esta vez sabía lo que iba a pasar. Había
accedido a hacerlo, así que no podía ponerme de culo ahora... aunque no me
importaría hacer otras cosas con culos y Houston.

Volé a Los Ángeles con Tucker, Ramsey y Garrett. Los padres de


Houston también vinieron: una gran familia feliz que apoyaba al hombre que

252
Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

todos amábamos. No entendía por qué Tucker estaba allí. Houston era su
amigo, pero, por lo que yo sabía, no estaban tan unidos como para que él
quisiera presenciar un partido de los Royals. ¿Pero qué sabía yo? De lo único
que estaba seguro era de que, aunque era nuevo en los Rush, odiaba a los
Royals como si hubiera vivido esta rivalidad tanto tiempo como los Rush, sólo
que ahora todo se nos complicaba porque, por mucho que quisiéramos que
perdieran, deseábamos aún más que Houston ganara.

Jesús, este hombre siempre me hacía sentir cosas que no quería sentir.
Y cuando entraron en los vestuarios para el descanso, mis sentimientos se
hicieron aún más evidentes al sentirme tan jodidamente orgulloso de que
Houston y los Royals ganaran por catorce puntos.

—¡Joder, sí, Houston! Lo has conseguido! —animé, bombeando mi puño


en el aire, a pesar de que no podía oírme.

Cuando sentí una mirada sobre mí, miré para ver a Connie observando
con algo en sus ojos que no pude leer... y todos los demás en nuestro grupo
se habían ido.

—¿A dónde se fueron? —pregunté.

Se rió entre dientes. —A por una cerveza. Intentaron preguntarte si


querías una, pero estabas demasiado ocupado mirando a Houston para fijarte
en otra cosa.

La historia de mi puta vida. Pero mierda, ahora estaba ligeramente


avergonzado.

—Se lo merece. —Me encogí de hombros y miré hacia otro lado, pero
me di cuenta de que ella no.

—Le quieres, ¿verdad?

253
Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Su pregunta rebotó en mi cabeza, haciendo que todo resonara. Miré a


mi alrededor para asegurarme de que nadie me prestaba atención antes de
decir en voz baja:

—Esto no es real. Es sólo un juego con fecha de caducidad.

—Eso no respondió a mi pregunta. —Y tampoco iba a hacerlo. Ella debió


darse cuenta porque suspiró—. Eres un buen chico, Cullen. Tienes mala fama
en la liga, pero no creo que nada de eso sea culpa tuya. Y sé que tú y tu familia
tienen algunos problemas, pero quiero que sepas que, pase lo que pase, eres
importante para Houston, y aprecio lo mucho que te preocupas por él. Creo
que ni siquiera se da cuenta de lo feliz que es contigo. Sé que lo tienen todo
planeado, Houston está ahora en Los Ángeles y tú en Denver, pero quiero que
sepas que, pase lo que pase, siempre tendrás a tu familia en nosotros.
Siempre hay sitio para ti en nuestra mesa.

—Yo... —Mierda. ¿Qué decía a eso? Esta mujer que apenas me conocía
me ofrecía más de lo que mi propia familia, aparte de Charity, jamás me
hubiera ofrecido.

Era lo que siempre había querido. ¿Cuántas veces en la universidad


había deseado que la familia de Houston me conociera? ¿Que me acogieran
como a uno de los suyos? E incluso desde que empezó esta falsa relación,
miraba a Ramsey y deseaba lo que él tenía con los McRae: que me quisieran
porque era el hombre de Houston.

—No tienes que decir nada —añadió cuando continué callado—. Que
sepas que lo dije en serio y que Houston sentirá lo mismo. —Y entonces, me
abrazó, y maldita sea si no le devolví el abrazo.

***

254
Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Vamos, cariño. Tú puedes —le dije A Houston en voz baja, como si


no estuviera lo bastante cerca para oírme o estuviera jugando en el campo.
Ninguna de las dos cosas era cierta. La segunda parte del partido fue
completamente diferente a la primera. Kansas City salió luchando, y los
Royals... joder, se estaban viniendo abajo como nunca los había visto.

El ataque era un desastre. No podían hacer nada bien. Se habían


quedado sin anotar en la segunda parte, KC había conseguido tres
touchdowns, el cuarto justo en el horizonte. Sería una cosa si fuera sólo la O
de los Royals la que se deshiciera, pero claramente, su D estaba igual de
jodida. Whitt, el hijo de puta, estaba haciendo lo suyo, pero no podía ganar
este partido solo.

Mi mirada se quedó clavada en Houston, en el banquillo. Podía ver la


tensión en él, podía ver la preocupación y tal vez incluso la culpa, como si
esto fuera culpa suya. Pero así era Houston. Aceptaría toda la
responsabilidad. Como entrenador de receptores, en parte era culpa suya,
pero él no era quien jugaba en el campo. No podía obligarles a mantener la
compostura.

Vi cómo se pasaba una mano por el pelo, cómo echaba la cabeza hacia
atrás y cerraba los ojos cuando Kansas City marcaba.

Eso fue todo, el clavo en el ataúd, y todo el mundo lo sabía. Los


aficionados de los Royals gritaron a su propio equipo desde sus asientos.
Algunos empezaron a abandonar el estadio, intentando salir antes de que el
aparcamiento se llenara de tráfico, pero ¿yo? No podía dejar de ver Houston.
Quería que al equipo que odiaba por encima de todo le fuera bien porque
quería que a Houston le fuera bien. Y por muy egoísta que probablemente me
hiciera, no podía dejar de pensar en el hecho de que también significaba que
estaba a punto de perder Houston otra vez.

***

255
Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Esperamos a Houston después del partido. Tardó un rato en terminar


con el equipo, entre reuniones y ruedas de prensa. Cuando bajó por el pasillo
hacia nosotros, pude ver el cansancio en sus rasgos... en su forma de caminar
y de comportarse.

Me puse rígido de sorpresa cuando se acercó, ignorando a su familia, y


me rodeó con sus brazos, enterrando su cara en mi cuello. Mis brazos tiraron
automáticamente de él, aunque mi cerebro tartamudeaba.

—No te sientas mal —le dije suavemente—. No han apestado en todo el


partido.

Se rió, su pecho vibró contra el mío, y supe que había sido justo lo que
necesitaba en aquel momento.

—Nunca dejas pasar la oportunidad de romperme las pelotas, ¿verdad?


—Se apartó.

—¿Esperas algo diferente?

—Nope. —Me dedicó una sonrisa triste.

—Lo siento mucho, Houston. Lo conseguirás el año que viene —le dijo
Connie. El año que viene... porque él estaría en Los Ángeles y yo en Denver.

—Sabía que querías más a Houston. Te das cuenta de que si él llega


allí, eso significa que los Rush no, ¿verdad? —dijo Garrett juguetonamente
antes de ponerse serio—: Lo siento, hermano.

Ramsey le dio una palmada en el hombro.

—Has llegado más lejos que nosotros —dijo antes de que Dale se
pusiera a decir que no podía culparse a sí mismo y que recordara que no
llevaba mucho tiempo con los Royals.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Gracias. Estoy agotado. Sólo quiero irme a casa. ¿Les importa si Cull
y yo nos saltamos la cena? —Se suponía que íbamos a salir todos juntos esta
noche.

—¿Perdernos la comida? Sabes que eso significa que tienes que darme
de comer, ¿verdad? —bromeé.

—No te preocupes. Sé que nunca te privaré de sustento.

—Mejor. Novio. Jamás —salió de mis labios antes de que ambos nos
pusiéramos rígidos.

—Ustedes dos son tan lindos. Que pasen buena noche. —Connie
abrazó primero a Houston antes de volverse hacia mí. Cuando estuve en su
abrazo, dijo sólo para mis oídos—: Lo que dije fue en serio, Cullen. Pase lo
que pase, ahora eres de la familia.

Asentí, incapaz de encontrar palabras.

Nos despedimos de todos los demás y luego cogí la mano de Houston


mientras salíamos hacia el coche que había conseguido para cuando estuviera
en Los Ángeles.

—¿Estás bien? —pregunté cuando estuvimos dentro.

—No tengo muchas opciones, ¿verdad? Es parte del juego.

Fue a poner el coche en marcha, pero se detuvo cuando le dije:

—Oye, ya has demostrado tu valía, Houston. Sé que una lesión truncó


tu carrera, pero todo el mundo sabe que eres un jodido malote, consigas o no
un anillo con los Royals.

Suspiró, me rodeó la nuca con una mano, me acercó y me besó. Maldita


sea si no sabía a despedida.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

De alguna manera, fuimos bendecidos por los dioses del tráfico y no


tardamos mucho en llegar al apartamento de Houston. En cuanto entramos,
me dirigí al pasillo.

—¿No hay comida? —preguntó.

—A la mierda la comida.

—Bien, porque prefiero follarte.

Nos dirigimos besándonos hacia su habitación, quitándonos los zapatos


y la ropa a medida que avanzábamos. Pero no me detuve en su cama, sino
que conduje a Houston a su cuarto de baño, donde abrí la ducha.

—Cristo, voy a extrañar esto. —Envolví una mano alrededor de su polla


y la acaricié—. Nadie me la mete como tú.

Sus músculos se tensaron.

—Tal vez todavía podamos... a veces.

Pero ambos sabíamos que era una mala idea. ¿Qué sentido tenía? En
lugar de responder, lo besé, pasé mi lengua por sus labios para saborearlo.
Nos metimos en la ducha, besándonos bajo el chorro. Sólo nos separamos
para lavarnos, nuestras manos moviéndose perezosamente, alargando los
momentos y cada roce.

Mi piel estaba sensible, cada roce del cuerpo de Houston incendiaba


mis entrañas.

—Me vas a dar esta polla. —Lo acaricié de nuevo.

—Sí, joder, sí. Aunque primero voy a hacer que me la chupes. Sé cómo
te gusta cuando te lo hago.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Temblé. Sí. Dios, sí.

Cerramos rápidamente el grifo, nos secamos y caminamos hacia la


cama. Houston se tumbó boca arriba, yo entre sus piernas. Le besé la
espinilla, luego más arriba hasta llegar a la cicatriz de su rodilla.

Lo lamí, saboreando el agudo sonido de su respiración antes de subir


hasta besar la parte interior de su muslo.

—¿Qué decías? ¿Sobre obligarme?

—Joder, Cullen. —Me agarró del pelo, apretando los largos mechones
entre sus dedos. Con la otra mano, acercó su polla a mi boca. Saqué la lengua
y lamí la perla de semen de su raja, el sabor salado de Houston me hizo gemir.

—¿Ves? Vas a alimentarme... primero con tu polla, luego con tu carga


en mi culo.

Me miró, con algo en los ojos que no pude leer, antes de pasar su corona
por mis labios. Esto podíamos hacerlo. Esto era más fácil que el resto.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Capítulo 24
Houston
¿Ves? Vas a alimentarme... primero con tu polla, luego con tu carga en mi
culo.

Las palabras de Cullen flotaban en el aire, una promesa que estaba


deseando cumplir. Bajé la mirada hacia él y, por un momento, todo lo demás
se desvaneció, todo mi mundo se limitó a nosotros dos en un íntimo abrazo.
Me introduje en su acogedora boca y me entregué al placer.

—Joder —respiré mientras su lengua lamía y se arremolinaba alrededor


de la cabeza de mi polla antes de llevarme hasta el fondo de su garganta en
una lenta y sensual succión.

Grité, con la columna vertebral en tensión. Con la cabeza echada hacia


atrás y los ojos cerrados, hundí las manos en los sedosos mechones de pelo
de Cullen, guiando su cabeza, guiando la cálida succión de su boca y su
lengua lentamente arriba y abajo, saboreando el calor que me punzaba.

Conocía mi cuerpo tan bien, mejor que nadie, y en cuestión de


segundos, mi necesidad fue in crescendo hasta convertirse en un agudo dolor
mientras mis pelotas se tensaban.

Dejé escapar un gemido de necesidad y abrí los ojos para encontrarme


con Cullen mirándome. Su mirada recorrió lentamente mi cuerpo y luego se
metió la polla en la boca sin descanso.

Se me escapó otro suspiro agudo y entrecortado, pero no aparté la


mirada. Quería ver lo que Cullen me estaba haciendo, quería mirar sus ojos,
quería presenciar el placer escrito en su rostro. El deseo en esas

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

profundidades de color avellana era inconfundible, el hambre casi salvaje.


Sus dedos se clavaron en la parte superior de mis muslos y luego rozaron mis
nalgas para acariciarme el agujero. Respiré hondo y sacudí la cabeza,
apartándolo bruscamente. No iba a correrme sin estar dentro de él una vez
más, pero maldita sea, era tentador.

Me enderecé e insté a Cullen a que se alzara también, intentando


ignorar las cosas terribles y maravillosas que me provocaba la sonrisa
perversa de su cara. Y entonces no pude, así que tiré de él y besé aquella
sonrisa, devorando su sabor mientras mis manos recorrían sus costados y su
culo. La sensación de su polla dura contra mi abdomen me produjo una
oleada de calor eléctrico en los huevos.

—Te deseo —murmuré, separándome lo suficiente para confesarme sin


aliento. No había tenido suficiente de él. Quizá nunca lo tendría.

—Tómame —murmuró Cullen en respuesta, y pude oír la mezcla de


humor y lujuria en el tono.

Le solté del beso, le di la vuelta y le puse una mano en el centro de los


omóplatos, obligándole a apoyar las manos en el borde de la cama. Arqueó la
espalda y levantó el culo mientras abría más las piernas, una clara invitación
que acepté en cuanto rompí el récord de velocidad lubricándome los dedos.
Separé sus nalgas y pasé un pulgar resbaladizo por su agujero. Era mío, mío
por una noche más. Aquello me frenó. Había estado ansioso por estar dentro
de él, pero ahora me tomaba mi tiempo, adorando las colinas y los valles de
su cuerpo con cada caricia y cada beso, saboreando los gemidos y las
maldiciones susurradas que exhalaba. Besándole la espalda, acaricié con los
dedos la costura de su culo, separándolo de nuevo y hundiéndome lentamente
en su interior.

Me tomé mi tiempo, provocándolo y torturándolo, y en realidad, también


a mí mismo, metiendo y sacando los dedos, lubricando la polla y deslizándola

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

por el surco de su culo con un movimiento de caderas, amando la sensación


de la piel caliente y resbaladiza contra mí, la anticipación de estar dentro de
él.

—Houston —gimió Cullen, y me agarré la polla mientras palpitaba de


necesidad.

—Espera, necesito...

—A la mierda el condón. Quiero sentir cómo te pierdes dentro de mí.

La excitación me invadió y asentí en silencio. Había dado negativo y


sabía que Cullen se hacía las pruebas con regularidad. Confiaba plenamente
en él. Acaricié la polla en su apretada entrada y empujé hacia dentro,
llenándolo lentamente. Se me cortó la respiración cuando los músculos de su
culo se apretaron a mi alrededor, y los dos soltamos un gemido de
agradecimiento al mismo tiempo.

Dejé que se adaptara al estiramiento, luego me moví más despacio, más


adentro, cada brazada era otra bocanada de aire en mis pulmones, otra nueva
oleada de placer. Apreté el labio inferior con los dientes y se me escapó un
gruñido cuando volví a apretar. Era casi más de lo que podía soportar. Dejé
caer una mano sobre su polla y la trabajé con el mismo ritmo con el que
trabajaba su culo, golpeando sus puntos más dulces por dentro y por fuera
hasta que jadeamos y gruñimos al unísono.

La cabeza de Cullen se inclinó hacia delante, los músculos de sus


brazos temblando mientras soportaban su peso. Me invadieron olas de placer
cuando se echó hacia atrás, respondiendo a mis embestidas, y su polla se
hizo más gruesa en mis manos. No me cansaba de sentirlo entre mis manos,
rodeando mi polla. Agarrándolo con más firmeza, lo follé con más fuerza,
acercándolo a mi pecho y anclándolo allí con un brazo para poder coserle una
línea de besos y mordiscos a lo largo de los hombros y la columna vertebral.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Maldita sea, Cullen —grité cuando volvió a golpearme con las caderas
y perdí la noción del ritmo, del tiempo, de mí mismo. El placer se sentía
implacable, golpeándome una y otra vez, y no estaba seguro de quién había
gritado, o si lo habíamos hecho los dos, pero de repente todo era un crescendo
de sensaciones. Calor en mis manos cuando Cullen se corrió. Calor en mis
venas cuando mi orgasmo surgió y explotó dentro de él. La luz de las estrellas
bailaba detrás de mis párpados y me encontré jadeando ante la sensación de
todo mi cuerpo mientras bajaba.

Nos desplomamos en la cama, sin poder movernos ni hablar, enredados


el uno en el otro hasta que volvimos en nosotros. Nuestros ojos se encontraron
y los labios de Cullen se torcieron en una sonrisa cansada.

—Supongo que eso cuenta como salir con un 'bang'. No lo odio.

Me eché a reír y me di la vuelta, tirando de él hacia mis brazos. Ojalá


pudiera decir que lo único que echaría de menos de Cullen era follármelo,
pero era mucho más.

Mucho más, joder.

***

—Podrías quedarte aquí si la dirección te dejara. Este lugar es


bastante dulce. La mejor ubicación. —Cullen cogió la taza de café que le había
tendido y saltó a la encimera de la cocina mientras yo echaba un vistazo al
apartamento. Cullen tenía razón. Era bastante bonito, pero me parecía un
poco provisional. Muchas cosas de mi vida lo eran últimamente.

—Definitivamente sería más fácil. Supongo que podría preguntar. —Me


serví un poco de café y me subí a la encimera junto a él, provocando una
sonrisa de Cullen. Delante de nosotros había una isla de cocina perfecta con
taburetes, y más allá una mesa perfecta con sillas, pero me gustaba sentarme

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Serie Jugando par siempre 02
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así, con los hombros rozándose. Por alguna razón, me recordaba a la


universidad.

Cullen me dio un codazo.

—Eso no sonó entusiasta. Preferirías encontrar tu propia casa, ¿no?


¿Elegir algo a tu medida como tu casa en Denver?

Denver. Dios, ¿por qué pensar en eso me llenaba de nostalgia? Ni


siquiera llevaba tanto tiempo en Los Ángeles. Era enloquecedor, porque hasta
ahora todo en Los Ángeles era objetivamente genial. El entrenador Grant me
había llamado por la mañana para decirme que se estaban preparando para
ofrecerme un contrato por tres años más, a pesar de nuestra derrota en los
playoffs. Estaba viviendo literalmente mi sueño y, en lugar de emocionarme,
miraba el arte azul verdoso de las paredes del apartamento y el trozo de
océano que había fuera y me preguntaba si alguna vez me sentiría en casa
como en Denver.

—Sí, creo que tengo que elegir algo yo mismo —dije, volviendo a
centrarme en Cullen. Tenía el pelo rubio suelto y desordenado por el sueño,
la curva de la boca entreabierta, casi socarrona de una forma que era propia
de él. Naturalmente travieso. Lo echaría de menos. Echaría mucho de
menos—. Tengo una cita con un agente para que me enseñe algunas cosas
en las próximas semanas. Tengo que llamar a mi agente inmobiliario en
Denver, también, para poner mi casa en el mercado. A menos que... —Moví
las cejas—. ¿Quieres comprarla? Te haré un buen trato.

Cullen soltó una carcajada.

—Mierda, creo que deberías dármelo, teniendo en cuenta todas las


tonterías que te he aguantado en los últimos meses.

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—¿Tonterías que has aguantado? Te refieres a la excelente compañía,


el sexo fenomenal, los masajes interminables en la espalda. —Me burlé.

—¿Masajes en la espalda? ¿Cuándo mierda ha pasado eso?

—Supongo que estabas dormido. Siento que te lo perdieras —bromeé.

—Ajá. —Cullen inclinó la cabeza, pasando su nariz por mi mandíbula—


. Pero tienes razón en lo del sexo. —Antes de que sus labios llegaran a los
míos, se echó hacia atrás con un movimiento de cabeza, serio—. Pensé en
preguntarte por tu apartamento. Me gusta, pero sería raro vivir allí sin ti,
Houston. Sería raro vivir en la antigua casa de mi ex novio. Que... —Exhaló
un largo suspiro—. Supongo que deberíamos hablar. Mi puesto en Rush está
asegurado. Tienes el trabajo de tus sueños con los Royals. Es exactamente lo
que queríamos, exactamente según el plan. —Arrugó la nariz, una expresión
que nunca le había visto antes y que resultó inesperadamente entrañable—.
Se siente un poco raro, ¿no?

—Sí —suspiré, terminándome el café y deslizándome desde la encimera


para dejar la taza en el fregadero.

—¿Quién va a hacer el anuncio? ¿Por qué rompimos? Además de que


soy demasiado bueno para ti. —Me guiñó un ojo.

Ni siquiera pude discutir con él; estaba demasiado perdido por la


pesadez que se instaló en mi pecho cuando pensé en lo diferente que iba a ser
todo a partir de ahora sin él. Intenté alejar el peso de todo aquello y le dije:

—Creo que tal vez lo mejor sea hacerlo sencillo, ¿no? Probablemente
estarás más tiempo ante la prensa en las próximas semanas, así que puedes
hacer el anuncio cuando se presente la oportunidad. Si alguien te pregunta
por nosotros, puedes mencionarlo casualmente. No funcionó, la distancia, bla
bla bla.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Cullen me miró un poco más y luego asintió.

—Eso tiene más sentido, sí. Que sea sencillo. Aunque es una pena.
Esperaba que pudiéramos acabar en llamas o algo así. Una ruptura grande y
desordenada. Discusiones airadas salpicadas por las páginas, tu dedo en mi
cara. O, como... yo en un aeropuerto alejándome estoicamente mientras tú te
aferras a mis piernas, rogándome que no me vaya.

—¿Qué te pasa con las cosas relacionadas con la aviación? —Dios, me


encantaba cómo conseguía hacerme reír incluso en momentos en los que no
quería—. ¿Literalmente aferrado a tus piernas en un aeropuerto? ¿Como un
niño? Eso sería dolorosamente espeluznante.

—Totalmente, y deberías asegurarte de tener tu pierna mala


arrastrando detrás de ti. Juega con eso. Creará simpatía. —Cullen se puso
las manos delante de la cara—. Corazón Roto Houston se aferra a Desalmado
Cullen durante su ruptura en el aeropuerto.

Me eché a reír.

—Hasta nos has puesto apodos, Cristo.

—Me he vuelto bastante bueno imaginando titulares. —Cullen sonrió—


. Bueno, tal vez eso es un poco exagerado. Tu plan es sólido. Lo haremos. Me
alegro de que esté decidido. —Golpeó ligeramente el mostrador, pero resonó
en el aire como un mazo.

Asentí y se hizo el silencio, incómodo por primera vez en meses, que


duró hasta que Cullen me cogió por el bíceps y me metió entre sus piernas.
Me rodeó los hombros con los brazos al mismo tiempo que yo le rodeaba la
cintura con los míos y, durante un largo instante, sólo sentí su peso y su
calidez, el olor de su piel y el cosquilleo de su pelo contra mi mejilla mientras
nuestras respiraciones se acompasaban. Su silencioso confort impregnó mi

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Serie Jugando par siempre 02
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piel de calidez y recuerdos, zumbando a través de mi sangre hasta que


retumbó en mi pecho con un fuerte dolor en el mismo momento en que Cullen
me empujó suavemente.

—Creo que tengo que ir al aeropuerto.

***

El resto de mi familia se había alojado en un hotel y se reuniría con


Cullen en la puerta. Aparqué en el garaje en lugar de dejarlo. Parecía lo
correcto. Y tal vez, sólo tal vez, quería exprimir hasta el último segundo que
me quedaba como su novio.

Caminamos despacio hacia la entrada, Cullen firmando autógrafos y


haciéndose un selfie con un par de fans que le habían visto. Una vez dentro,
nos quedamos cerca de las taquillas, Cullen dejó su equipaje de mano y se
metió las manos en los bolsillos antes de girarse para mirarme. La gente que
nos fotografiaba y grababa en mi periferia me hizo sentir aún más cohibido.
Tenía una ocurrencia en la lengua que estaba dispuesto a soltar para intentar
aligerar la situación. No era como si no fuéramos a volver a vernos. Sólo
sería... diferente. Pero esperaba que, pasara lo que pasara, esta vez
seguiríamos siendo amigos.

La expresión sombría de Cullen secó mi broma a medias.

—Gracias por todo. El ridículo asunto del novio. El lugar donde


quedarme, la amistad, la confianza que tienes en mí. El sexo. Jesús, el sexo.
Todas esas cosas que normalmente soy demasiado cabezota y arrogante y
asustado, supongo, para decirlas. Gracias.

Una banda apretada me oprimió el pecho, comprimiendo incluso mi


sonrisa mientras negaba con la cabeza.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—No, podría decir lo mismo. Yo también me siento así y... Cullen,


siempre lamentaré cómo acabaron las cosas entonces. —Ya se lo había dicho
antes, pero seguiría diciéndoselo hasta estar seguro de que sabía que lo decía
en serio.

—Yo no.

Cuando lo miré con escepticismo, se encogió de hombros con una


sonrisa torcida.

—Estábamos bien juntos entonces, claro, pero habría odiado ver cómo
nos desvanecíamos o acabábamos resentidos. Prefiero una amistad contigo.

Amistad. Jesús. ¿Cómo podía una palabra ser tan esperanzadora y


deprimente a la vez? Pero asentí de todos modos porque entendía lo que decía
y no quería opacar el brillo sincero de sus ojos. Me las arreglaría solo,
reprimiría el dolor de mi pecho, me tragaría todo el amor que aún sentía por
él y, en cambio, sería su amigo. Probablemente sería lo mejor. Estaba a punto
de empezar a vivir mi sueño en Los Ángeles, ¿no? Debería centrarme en eso.

Lo abracé y sus labios rozaron los míos con ternura, cogiéndome


desprevenido antes de que se inclinara un poco hacia atrás para hablar.

—Uno más, ¿sí? Nos están vigilando, y técnicamente aún no hemos


roto.

—Uno más —murmuré, tratando de sonar despreocupado cuando lo


único en lo que podía concentrarme era en grabar el calor persistente del beso
en mi mente, odiando que fuera la última vez que lo sintiera. Con un último
roce impulsivo de mis labios con los suyos, nos apretamos con fuerza y nos
soltamos. Al menos físicamente. Mi corazón sugería que seguía
obstinadamente atado a él—. Mándame un mensaje cuando aterrices, ¿vale?

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Si tienes suerte. Podría enviarte un mensaje antes si G y Ramsey


intentan unirse al club de la milla y son expulsados de la aerolínea.

Resoplé.

—Buena suerte con eso. Uno de ellos apenas cabe en el baño, y mucho
menos dos. Pero bueno, te quitaría protagonismo durante un rato.

—Ya veremos. —Se rió entre dientes y recogió su bolso—. Te veré en


unas semanas, ¿sí?

Asentí, y aquel incómodo silencio duró un instante antes de que ambos


volviéramos a acercarnos al mismo tiempo y nuestros labios se encontraran
en un último y suave beso que parecía más una despedida que una despedida
con palabras.

—Uno más no puede hacer daño. O tres. Lo que sea —dijo Cullen con
un afable encogimiento de hombros cuando nos separamos, pero lo hizo.

Incliné la barbilla hacia el control de seguridad.

—Vas a llegar tarde.

—Sí, sí. —Su mirada se detuvo en mí, y luego, con otro destello de
sonrisa, se dio la vuelta.

Le vi marcharse, con su paso despreocupado de piernas largas y


espalda ancha, y el gesto que me dedicó cuando miró hacia atrás y me
sorprendió observándole. Devolví el fuego a pesar del intranquilo dolor que
había arraigado en mis entrañas y se irradiaba hacia el exterior.

Date la vuelta y vete, me dije.

Entonces lo hice, como había hecho años atrás.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Y dolió tanto como entonces.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Capítulo 25
Cullen
Jesús, esto dolía, de alguna manera, incluso más que la primera vez.
Tal vez fuera porque antes, había estado entrelazado con la ira, y ahora, sólo
pensaba en todas las cosas que podrían haber sido. Que estábamos en tierra
firme, pero aún así no podíamos hacer que esto funcionara. Tal vez fuera
porque Houston y yo no estábamos hechos el uno para el otro, y necesitaba
metérmelo en la cabeza. Al menos no lo perdería por completo esta vez, pero,
Dios, ¿cuánto tiempo haría falta para que mi corazón no sintiera que pasaba
por una picadora de carne cada vez que lo veía? ¿O cada vez que pensaba en
él?

¿Cómo le di a alguien la capacidad de destrozarme tanto? Yo era un


maldito desastre.

Me limpié los ojos para asegurarme de que no se me escapaba nada.


Maldito Houston. Iba a patearle el culo por hacerme amarlo.

Estaba en el chequeó de la TSA y, aunque estaba en LAX, no tardé


mucho en pasar el control de seguridad. Justo cuando terminé con el
asistente, volví a mirar hacia atrás, con la esperanza de que estuviera allí
observándome, pero no estaba.

Me eché el petate al hombro y me dirigí a la puerta de embarque,


deseando haber volado para reunirme con Charity en Texas en lugar de volver
a Denver. Estar cerca de la familia de Houston era lo último que me apetecía.
Volver a casa, a su apartamento, lleno del tipo de recuerdos que añorábamos
en la universidad... y Cristo, era un deprimente hijo de puta. Necesitaba salir
de esta mierda.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Como si tuviera algún tipo de dispositivo de seguimiento sobre mí,


Garrett levantó la vista cuando me acerqué. Ladeó ligeramente la cabeza,
como si no hubiera esperado verme o algo así.

—¿Pudiste oírme llegar o qué?

Sonrió con satisfacción.

—Te pusimos un chip cuando te uniste al equipo, ya sabes, por si


causabas problemas y tenía que vigilarte.

—Es curioso, justo estaba pensando algo parecido. —Me dejé caer al
otro lado de Ramsey, en el lugar que me habían guardado al final—. Así que...
ahora estoy soltero. ¿Crees que Tuck querrá ser mi compañero? —Mierda.
¿Por qué había dicho eso? Ligar con alguien era lo último que quería. Hablar
de Houston y yo estaba justo debajo como la segunda cosa, pero entonces si
eso fuera verdad, esa pregunta tonta probablemente nunca habría salido de
mi boca.

—Mi hermano es un idiota. ¿Pensé que se suponía que yo era el


hermano McRae idiota? —Garrett me miró como si sintiera lástima por mí.
Una mirada dijo que los padres de Houston, luego Ramsey me mostró que
tenían la misma expresión. ¿Sabía todo el puto mundo que yo quería a
Houston y él no me quería a mí? Hablando de vergüenza.

—Avísame cuando sea hora de embarcar. —Saqué los auriculares del


estuche y me los puse. Volar a casa con la familia de Houston había sido un
error. Sí, Connie dijo que siempre sería bienvenido, pero ahora sería raro.
Estaba listo para irme a la mierda y tomar otro vuelo a casa.

Mi pierna rebotaba mientras escuchaba una de mis listas de


reproducción. Eché la cabeza hacia atrás y cerré los ojos, esperando que eso

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

hiciera que todos me dejaran en paz de una puta vez. Necesitaba volver a no
sentirme una mierda porque era mucho más fácil que esto.

No supe cuánto tiempo pasó hasta que Ramsey me dio un codazo. No


podía ser mucho tiempo porque Houston no me había llevado al aeropuerto
con demasiado tiempo de sobra. Estaban embarcando a los militares antes
de pasar a primera clase.

Connie me miraba mientras me levantaba y me colgaba el petate al


hombro. Tenía esa mirada de madre triste que dice que quiere abrazarte y...
¿sería raro que se lo permitiera?

—Nos gustaría invitar a nuestros miembros de primera clase a


embarcar —dijo el auxiliar por encima de mi cabeza. Me dirigí hacia la fila y
oí una especie de pelea detrás de mí.

—¡Cuidado, amigo! —maldijo un tipo.

No me di la vuelta hasta que ¡Cullen! sonó a mi alrededor con la voz de


Houston. Mi cuerpo se dio la vuelta y allí estaba Houston... corriendo por el
aeropuerto como si estuviéramos en una película o algo así. Se abría paso
entre la multitud, con la cara sonrosada por una mezcla de vergüenza y
agotamiento. ¿Hasta dónde había corrido? Mi corazón latía contra mi pecho,
un ritmo entrecortado que resonaba en todo mi cuerpo.

—¡Cull! —volvió a decir, abriéndose paso entre un grupo de gente antes


de deslizarse hasta detenerse frente a mí.

—¿Qué demonios estás haciendo? Te vas a hacer daño en la rodilla.

—Estoy enamorado de ti —brotó de sus labios—. Estoy enamorado de


ti —repitió—. Lo sé desde hace tiempo, pero me decía a mí mismo que no
funcionaría: yo estoy en Los Ángeles y tú en Denver. Quién sabe lo que nos
depararán nuestras carreras después de eso. Es exactamente la misma

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

situación en la que nos quedamos atrapados la última vez, pero con cada paso
que daba lejos de ti, sabía que no me importaban todas las cosas que se
interponían en nuestro camino. No importa si es difícil porque todavía te
tengo. No voy a permitirme alejarme de ti como hice la última vez. No quiero
cometer el mismo error dos veces. No voy a rendirme sin luchar por ti porque...
porque mi mundo no está bien sin ti, Cullen Atwood. Siempre has sido tú
para mí.

No dije nada por un momento, las palabras se me atascaban en la


garganta. Estábamos rodeados de cientos de personas, la mayoría de ellas
con sus teléfonos fuera, grabando cada momento de esto, pero no me
importaba. Lo único que importaba era que Houston me quería.

—Eso es... ese fue el discurso. Tienes que decir algo ahora...

Lo único que pude hacer fue sonreír y preguntar:

—¿Por qué has tardado tanto, tonto?

Se rió entre dientes. —Llegué casi hasta mi coche antes de darme


cuenta de que no podía hacerlo... luego tuve que comprar un puto billete,
pasar por seguridad y todo eso. Acabo de hacer un gran gesto delante de todo
el mundo en el aeropuerto de Los Ángeles, ¿y eso es todo lo que puedes decir?
—Sonrió satisfecho. Aún estaba sudoroso y respiraba con dificultad, pero
nunca había estado tan sexy.

—He estado enamorado de ti probablemente desde antes de que nos


besáramos por primera vez, Houston. Esa mierda nunca desaparecerá. Ya es
hora de que te pongas al día.

Le rodeé la nuca con la mano y tiré de él antes de que Houston cerrara


la última distancia que nos separaba, pegando su boca a la mía. El público
estalló en vítores a nuestro alrededor, y no tenía ninguna duda de que

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

estábamos siendo retransmitidos en directo por Internet. Lo único que eso


significaba era que tenía que hacerlo aún mejor. Le metí la lengua en la boca,
probando su sabor familiar, y dejé que mi mano bajara hasta tocarle el culo,
apretándolo contra mí.

—Estamos en público —dijo contra mi boca—. Pórtate bien.

—Ser bueno no es divertido. —Le besé de nuevo—. Te amo.

Me abrazó, con la boca cerca de mi oído, con palabras sólo para mí


cuando dijo:

—Lo que tengamos que hacer para que funcione, Cull. Diablos, dejaré
a los Royals si tengo que hacerlo. Me importa una mierda mi carrera. Sólo tú.
La cagué en la universidad, pero a partir de ahora, siempre te elegiré a ti.

Juro que casi me estalla el corazón, pero en el buen sentido. Nadie me


había puesto primero de esa manera, nadie me amó de esa manera, y aunque
nunca dejaría que arruinara su carrera por mí, significaba el mundo para mí
que lo hiciera.

—No. No vas a hacer eso. Lo resolveremos más tarde. Volvamos a tu


casa.

Nos separamos, pero Houston no me dejó ir lejos, cogiéndome de la


mano. Cuando levanté la vista, su madre lloraba, su padre sonreía y...

—¿Nos estás grabando? —Houston le preguntó a G.

—No lo voy a publicar... sólo pensé en guardarlo para un día lluvioso.


Esto es material de burla de primera aquí.

Ramsey le dio un golpe en un lado de la cabeza.

—Eres un idiota.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Nos abrazamos y nos despedimos de su familia. Connie le dijo a


Houston que estaba orgullosa de él antes de que finalmente fueran a
embarcar en su vuelo, Houston y yo abriéndonos paso por el aeropuerto.

—Estás totalmente enamorado de mí. —Moví las cejas.

—¿Y? Has estado enamorado de mí desde... ¿qué has dicho? Antes de


que nos besáramos por primera vez. Eso es una mierda de acosador, Atwood.

—¿Te estás quejando?

—Claro que no —respondió—. Y probablemente te he amado por el


mismo tiempo.

—¿Probablemente?

—¿Realmente vas a tocarme las pelotas después de esa dulce


declaración pública que te di?

No, seguro que no.

—Nope, seguro que no. "No sé si podré hacerlo hasta que volvamos a tu
casa. ¿El baño del Club de Socios de SkyAir como en los viejos tiempos?

Houston se rió.

—Si crees que la gente no nos vigila hoy y que no nos arrestarían, estás
delirando. Soy una buena influencia para ti, ¿recuerdas?

Sí, realmente lo era.

Abrí TikTok y rápidamente encontré una grabación de la gran


declaración de Houston, de él diciéndome que me amaba, y la vi mientras nos
llevaba de vuelta a su apartamento... no voy a mentir, tal vez como cincuenta
veces.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Nos vemos calientes juntos. Yo te hago más sexy. —

Puso los ojos en blanco, pero no discutió.

Dejé caer mi bolso en cuanto estuvimos dentro de su apartamento, con


los brazos de Houston rodeándome. Nos besamos lentamente, como lo
habíamos hecho toda nuestra puta vida, y supongo que ahora sí. Me
acompañó hacia atrás hasta que llegamos al sofá, pero yo nos giré,
empujándole para que se sentara, y me senté a horcajadas sobre su regazo.
Supuse que sería más fácil para su rodilla.

—¿Desde cuándo me quieres otra vez?

—Cállate, Atwood.

—Ahí está el Houston que conozco. —Sonreí.

Me cogió la cara y sus ojos marrones se volvieron serios.

—No va a ser fácil... Yo estaré aquí otro año, y tú estarás en Denver


probablemente otros dos o tres.

—No me importa lo difícil que sea. Tenemos la temporada baja... nos


escaparemos para estar juntos cuando podamos. Los orgasmos FaceTime son
calientes. Haremos que funcione. Y si terminas en Los Ángeles más de un
año, nosotros...

—No lo haré —dijo.

—No puedes renunciar a tu carrera por mí. Te resentirás conmigo por


ello.

—No te creas demasiado. —Houston guiñó un ojo—. No voy a renunciar


a nada. Este no es mi hogar, Cull. No es... no lo amo como pensé que lo haría.

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Echo de menos a los niños... te echo de menos a ti. Creo que tuve que irme
para ver que todo lo que necesitaba estaba ahí todo el tiempo.

—Practicaste eso todo el camino a casa, ¿verdad?

Me empujó un mechón de pelo detrás de la oreja derecha.

—No puedo creer que fueras a dejarme marchar.

—¿Yo? No puedo creer que fueras a alejarte. Era mucho más obvio que
yo te amo que tú a mí.

—¿Así que estamos haciendo esto, entonces? ¿Lo de la larga distancia?

Asentí.

—Hasta que vuelvas conmigo a Denver para siempre... y cuando se


acabe mi tiempo allí, también se acabará mi tiempo en el fútbol. Hemos
perdido demasiados años. No voy a perder más. —Le sonreí—. Además, es
un apartamento estupendo, y odio buscar casa.

—Idiota —bromeó antes de atraer mi cara hacia él y besarme.

En el fútbol americano, cuando uno de los jugadores ofensivos se movía


de la línea de scrimmage antes de que sonara el chasquido del balón, era una
salida en falso. Así es como vi nuestra primera vez juntos: una salida en falso,
nuestros años posteriores de penalización, pero al final, todo lo que hizo fue
prepararnos para ganar el partido largo. Y lo haríamos, juntos, como siempre
debimos ser.

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Capítulo 26
Houston
Otoño
—¡Vamosssssssss! —Parecía que todo el estadio de los Rush estaba de
pie a mi alrededor, el rugido de la multitud ensordecedor cuando un liniero
ofensivo de los Rush bloqueó a uno de los defensas de San Francisco y Garrett
atravesó a toda velocidad la costura central, seguido de cerca por su safety,
que saltó igual que Garrett. Ambos saltaron por los aires y cayeron al suelo
en la zona de anotación, con varios jugadores encima. Todavía me estremecía
de pánico y adrenalina cada vez que G, Ramsey o Cullen caían, y mis manos
se cerraban en puños cuando el público se callaba, pareciendo contener la
respiración colectivamente.

Y entonces el amontonamiento retrocedió, y el puño de Garrett se elevó


en el aire, con el balón aún fuertemente agarrado a sus entrañas.

El público estalló de nuevo y, a mi alrededor, el equipo de fútbol de


Canyon High gritó mientras saltaba y animaba en la sección que Cullen había
reservado para ellos.

Me fijé en Cullen mientras Garrett y él chocaban las manos y los pechos.


Podía ver su sonrisa cegadora desde donde yo estaba, e hizo que mi pecho se
hinchara de orgullo. Estaban arrasando en este partido. Lo habían hecho toda
la temporada, y me encantaba ver la alegría en la cara de Cullen. Me gustaba
aún más poder presenciarlo desde las gradas y no por televisión, ya que era
la semana de descanso de los Royals.

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Como si percibiera que le observaba, Cullen me miró y levantó dos


dedos en el aire con una sonrisa, un reconocimiento que le devolví de
inmediato.

—Mira a McRae haciendo el amor con su hombre. —Jacob cacareó


mientras le golpeaba en el hombro—. Pero en serio, esa jugada fue increíble.
¿Crees que van a llegar hasta la final este año? —Tuvo que gritar para que le
oyeran por encima de la multitud.

—Creo que tienen una buena oportunidad. —Siempre lo decía, pero


esta vez era especialmente cierto. Garrett y Cullen eran un equipo de ensueño
en el campo, y cuando se combinaban con Ramsey, parecían tener algún tipo
de ESP sobre el posicionamiento que desafiaba toda explicación.

—¿No será raro si los Royals también van al Super Bowl?

Esa era la otra cosa. Los Royals también estaban teniendo una
temporada increíble, de la que yo no iba a atribuirme ningún mérito, aunque
a Cullen le gustara echarme humo por el culo todo el tiempo. Pero era una
posibilidad innegable.

—Tal vez un poco, no lo sé. Pero si ese es el caso, voy a ser feliz sin
importar quién vaya al tazón, y sé que Cullen estará igual.

Jacob sonrió.

—Joder, espero poder ir a la Super Bowl algún día.

—Pues sigue haciendo lo que estás haciendo esta temporada —le dije y
le di una palmada cariñosa en el hombro.

Como estaba pasando la semana de descanso de los Royals en Denver,


también había podido ver el partido del viernes por la noche de Canyon High
antes del partido de hoy en casa de los Rush.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Jacob era sin duda uno de los aspirantes a convertirse en profesional,


y mientras me dejaba caer en mi asiento durante el descanso y echaba un
vistazo al estridente equipo que me rodeaba, una punzada de nostalgia me
golpeó en el pecho. Aquellos chicos del instituto me habían ayudado después
de mi lesión más de lo que podrían imaginar.

El entrenador Beam me dio un toque en el hombro y me ofreció


palomitas, que rechacé.

—¿Has oído algo de Jericho últimamente? —pregunté. Tanto él como


Vic habían sido reclutados por la Universidad de Boulder y habían hablado
abiertamente de su relación, lo que me había sorprendido un poco y me había
provocado un sentimiento de envidia y orgullo. Pero más que eso, me había
alegrado por ellos.

—Todo va bien. Vic y él siguen siendo algo.

—¿Algún empujón del equipo o de los entrenadores?

El entrenador se encogió de hombros.

—No que yo haya oído. Es difícil decir una mierda cuando están
pateando culos en el campo. Hablando de... —Puso sus palomitas entre sus
muslos—. ¿Qué es eso que he oído de que vas a dejar a los Royals después de
este año? ¿Te rompiste la cabeza junto con la rodilla o algo así?

Me reí y me encogí de hombros. A principios de temporada les había


dicho a los Royals que no volvería, pero no lo habían anunciado al público
hasta hacía poco. La mayoría de los directivos entendieron mi razonamiento,
aunque no todos, y no podía culparlos. No mucha gente rechazaría un
contrato de tres años para uno de los equipos más ganadores de la liga.
Incluso yo habría pensado que estaba loco hace un año. Pero cuando miré
hacia la banda de los Rush, la cálida sensación de mis entrañas me dijo que

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tenía razón. Quería estar aquí con Cullen y mi familia más que tener una
segunda carrera ilustre como entrenador de un equipo profesional. Quería
poder viajar con Cullen de vez en cuando, estar en casa cuando volviera. Los
meses de sexo por FaceTime y de visitas nocturnas a escondidas cuando
podíamos, no habían sido tan difíciles como había previsto; simplemente no
era suficiente para mí, y ninguna cantidad de dinero o fama secundaria iba a
cambiar eso en este momento.

—Resulta que hay cosas más importantes para mí —dije—. Aunque me


di un golpe bastante fuerte en la cabeza cuando se me jodió la rodilla, así que
quizá eso tenga algo que ver. —Le guiñé un ojo.

—Tengo una propuesta para ti, entonces —dijo el entrenador, moviendo


las cejas—. Ven a entrenar a Canyon conmigo. Tengo la junta para aprobar
un entrenador asistente. Título oficial. Incluso viene con un salario y algunos
beneficios. Y puedes tomarte tiempo libre cuando lo necesites.

—De acuerdo.

El entrenador palideció.

—¿En serio? Me imaginé que estabas a punto de mandarme a la mierda.

Me eché a reír.

—Me guardaré eso para cuando discrepemos sobre la estrategia de


juego.

Sacudió la cabeza y sonrió.

—Claro que sí. La administración va a estar encantada.

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—No necesito el sueldo. Lo haría gratis. —Señalé con el pulgar hacia el


campo—. Tengo un sugar daddy ahí fuera, ya sabes. Pero por curiosidad,
¿cuánto paga?

El entrenador exhaló un suspiro.

—15 mil. Mísero, lo sé.

—Suena muy bien. Sólo tendré que tener cuidado de no gastármelo todo
en un sitio de la forma en que ese imbécil de ahí fuera consume últimamente.
—Una sonrisa cariñosa tocó mis labios. Cullen y yo habíamos discutido por
una pizza la otra noche, y de alguna manera acabó con nosotros follando
sobre la mesa de café de nuestro apartamento.

Justo cuando pensaba en él, mi teléfono vibró y abrí un mensaje suyo


en el que aparecía tocándose el bulto de sus mallas de fútbol. Tuve que
contener la oleada de calor y expectación que me subió por la espalda.

Cullen: Espero que estés listo para celebrar con esto más tarde esta
noche.

Bastardo engreído. Aunque no esperaba menos.

Yo: No te distraigas demasiado de conseguir esa V o te arrepentirás. Pero


sí, acepto todo lo que me ofreces ahí independientemente de la V.

Cullen: Prepara esa boca sexy, McRae.

***

Cullen gimió de felicidad, se tumbó en el sofá y puso una pierna sobre


la mía. Tiré un trozo de pizza sobre la pila de cajas que había en la mesita y
me recosté contra él. Tucker, Ramsey y Garrett se habían reunido con
nosotros después del partido para comer pizza. Pero no podía hacerles

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

sombra. En primer lugar, se lo habían ganado al derrotar a San Fran en la


última parte y, en segundo lugar, la afición de Cullen por la pizza se me había
pegado más de lo que me gustaría admitir. Juraba que había probado todos
los lugares de la ciudad. Pero hasta ahora, un pequeño antro a pocas
manzanas era nuestro favorito, que era lo que habíamos pedido esta noche.

—Joder, qué bueno. —Me pasé los nudillos por detrás de la boca.

—Siempre dices lo mismo. —Cullen me miró lascivamente.

—¿Seguís hablando de pizza? —preguntó Ramsey desde el otro sofá,


donde estaba sentado con Garrett. Tucker estaba encaramado al borde de
uno de los sillones y seguía masticando como una bestia.

—No.

—Sí.

Hablamos los dos al mismo tiempo, y Garrett inclinó la cabeza hasta


mirar a Ramsey.

—¿Crees que somos así de ridículos?

—Más aún —añadió Tucker con un bocado de pizza en la boca, y luego


tragó—. Pasar el rato con ustedes es genial para mi ley.

—¿Qué ley?

Me rechazó y sonrió.

—La que me recuerda por qué nunca quiero estar en una relación.

—Te das cuenta de que las relaciones suelen significar sexo regular —
señaló Cullen.

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—Tengo sexo regular.

—Buen sexo regular.

—La misma respuesta. —Tucker apartó a Garrett—. Siguiente tema.

Cogí una porción más de pizza, ignorando la sonrisa burlona de Cullen.

—El siguiente tema es: Me han ofrecido otro trabajo.

La sonrisa de Cullen desapareció y se incorporó, de repente más alerta


de lo que le había visto en la última hora.

—¿Dónde?

Fue mi turno de sonreír.

—Canyon High. Incluso me van a pagar. Podría ser suficiente para


mantener medio año de tu consumo de pizza.

—¿Y estás seguro de que quieres dejar a los Royals? —preguntó Garrett,
a pesar de que ya había preguntado cientos de veces. Sabía que era el
hermano que llevaba dentro, que quería asegurarse de que seguía a mi
corazón. El breve roce de los dedos de Cullen a lo largo de mi antebrazo y el
calor resultante fueron sólo otro recordatorio de que Denver era el lugar para
mí. Quería estar más cerca, no más lejos.

Asentí.

—No se me ocurre nada que me gustaría más.

—Muy bien —dijo Ramsey y se inclinó para chocar los cinco.

—¿Cuántos institutos de EE.UU. tienen como entrenadores a ex


jugadores profesionales? —preguntó Tucker, frunciendo el ceño.

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—Probablemente cero. —Garrett se rió.

—Qué suerte tienen.

—Qué suerte la mía —corregí. Y entonces, antes de que pudiera caer en


la sensiblería, me deslicé del sofá y empecé a cerrar las cajas de pizza—.
Tienen cinco antes de que los eche. Tenemos una gran victoria que celebrar.

Ramsey, Garrett y Tucker me lanzaron servilletas hechas bolas y


cortezas de pizza. Cullen se limitó a sonreír con complicidad.

***

—Sé que sueno como un disco rayado, pero ¿estás seguro de todo esto?
—preguntó Cullen mientras nos cepillábamos los dientes más tarde esa
noche. Acabábamos de terminar de volvernos del revés de seis maneras desde
el domingo. Yo aún intentaba recuperar la capacidad de hablar, pero asentí y
escupí pasta de dientes en el lavabo y luego me enjuagué la boca.

—Mi respuesta no va a cambiar, Cullen. Quiero estar contigo, con mi


familia. Denver es mi hogar. —Acorté la distancia entre nosotros, esperando
a que terminara antes de rodear su cintura con mis brazos—. Tú estás en
casa.

Sus labios se curvaron en una suave sonrisa.

—Cada mes que pasa eres más romántico. Pronto me recibirás con
flores en el aeropuerto.

—O aferrándome a tus piernas cuando te vas. Nunca llegamos a tener


ese momento, sabes.

—Estuvimos cerca. —Cullen rió entre dientes y rozó mi mandíbula con


sus labios—. No puedo creer que estemos haciendo todo esto.

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Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Yo tampoco. —Y nunca quería que se detuviera. Estar con Cullen a


larga distancia había sido mucho más fácil de lo que había previsto. Más uno
para la tecnología. Hablábamos constantemente, nos veíamos a diario y
habíamos conseguido vernos en persona al menos una vez al mes. Pero
siempre echaba más de menos este tipo de momentos, cuando estábamos
apretados el uno contra el otro, con los cuerpos calientes y somnolientos.
Contaba los días que faltaban para que fueran más frecuentes y permanentes.

—Te amo, Cullen —murmuré en su cuello. Y me encantaba que esas


palabras no dejaran de provocar un zumbido de satisfacción en él antes de
que me las devolviera. Palabras que antes habíamos sido demasiado
cautelosos para pronunciar y que ahora decíamos con tanta libertad.

—Yo también te amo, cariño. Ahora, vamos a dormir un poco para que
podamos hacer otra ronda por la mañana.

—¿Antes o después del café? —dije con evasivas.

—¿Ambos? —Arqueó una ceja con una sonrisa desvergonzada y le di un


manotazo con la toalla antes de seguirle al dormitorio y echar un vistazo
mientras retiraba las sábanas.

Me detuve en seco, dirigiendo a Cullen una mirada acusadora desde


una esquina vacía de la habitación en la que acababa de fijarme.

—¿Qué pasó con el Cullen de cartón que estaba aquí?

—Hizo un viaje a Los Ángeles —cacareó.

—Me estás jodiendo.

—Le gusta verte dormir.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Te lo juro por Dios, Cullen —dije, pero eran más que nada bravatas.
No me importaba que me viera dormir: Cullen de verdad o de cartón. Porque
significaba que estaba allí.

Y sabía que siempre lo estaría.

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Epílogo
Cullen
Cuatro Años Después
—¡Vamos, vamos, vamos! —grité desde las gradas en el partido de
campeonato de los Canyon Tigers. Estaba de pie, gritando por el equipo de
Houston, con el corazón latiendo como un solo de batería en un concierto.
Todo el equipo era diferente a cuando me ficharon para los Rush, una nueva
hornada de chavales que aprendían de uno de los mejores jugadores de fútbol
americano de la historia, que además era mi hombre y estaba guapísimo.

Bishop se abrió camino campo abajo, dividiendo a la defensa antes de


cruzar la zona de anotación. Levanté los puños, el público gritaba y animaba
a los chicos como si estuviéramos en un puto partido de la NFL.

Houston era la definición de la serenidad, como siempre, aunque todos


en el estadio sabían que los Tigers acababan de sellar el campeonato con la
anotación de Bishop.

Charity me agarró de los brazos, clavándome las uñas en los bíceps.

—¡Oh, Dios mío! ¡Sí! —Se había mudado a Denver hacía unos dos años.
Me encantaba tenerla cerca. Garrett, Ramsey, Dale y Connie estaban a mi
lado, tan emocionados como yo por ver a Houston.

Los Tigers hicieron el punto extra, y luego la ofensiva abandonó el


campo, sus oponentes tratando de hacer algo de magia con pases laterales.

Houston se volvió y me miró, besó dos de sus dedos y luego los señaló
en mi dirección. Era una mierda sensiblera, pero ni siquiera me importaba,

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no después de tanto tiempo. El hombre seguía noqueándome con una mirada,


y me importaba un carajo quién lo supiera.

En cuanto se acabó el tiempo, todo el mundo corrió hacia los chicos de


la banda, yo a la cabeza.

—¡Joder, sí! Buen trabajo, hombre. —Tiré de Houston en mis brazos


justo cuando el equipo nos echaba un cubo de Gatorade por encima. Se lo
lamí mientras fingía que le daba asco, pero sí, mi lengua sobre él era una de
sus cosas favoritas.

—Maldita sea. Estoy muy orgulloso de ellos —dijo mientras se lo


llevaban, y todos mostraban a Houston el respeto y el cariño que se merecía.
Había puesto todo su corazón en trabajar como entrenador de instituto. Era
su pasión de una forma que ni siquiera yo esperaba, y me encantaba verle
brillar.

No podía fingir que siempre había sido fácil. El primer año con Houston
en Los Ángeles y yo en Denver fue duro, pero habíamos pasado demasiadas
cosas juntos como para dejar que eso se interpusiera entre nosotros. Cuando
nos veíamos, teníamos un montón de sexo estupendo para compensar el
tiempo que habíamos pasado separados.

Cuando terminó el año de Houston, una parte de mí se sintió culpable,


preguntándose si yo era un imbécil y él estaba renunciando a toda esa mierda
por mí, pero luego, cuando comenzó la temporada de los Tigers y lo vi allí con
los niños, supe que Houston estaba exactamente donde debía estar... y si
hubiera querido entrenar a profesionales, también me habría quedado con él.
Así era como funcionábamos.

—Está contento —dijo Charity mientras veíamos cómo entrevistaban a


Houston en las noticias locales.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Sí, lo está.

—Ambos están felices y ridículamente enamorados.

—Sí, lo estamos. —Enarqué las cejas y ella puso los ojos en blanco.

Pasó al menos una hora antes de que todo se calmara. Houston se había
ido a los vestuarios con su equipo. Charity y yo pasamos el rato con la familia,
charlando mientras le esperábamos, y luego salimos todos a celebrarlo con
Houston y su equipo.

Tuve suerte de poder estar allí con él, el partido cayó justo antes de que
yo tuviera que volar para un partido en Nueva York al día siguiente.

Comimos una tonelada de pizza, los compañeros se fueron yendo uno


a uno como campeones.

—Estamos muy orgullosos de ti, Houston. —Connie le abrazó mientras


el grupo nos quedábamos en la acera, listos para volver a casa.

—Gracias, mamá —respondió Houston.

—Estoy muy orgulloso de ti, Houston —se burló Garrett


juguetonamente antes de que Houston le hiciera una llave en la cabeza y le
frotara los nudillos en el pelo con fuerza.

—Son ridículos —dijo Ramsey.

—Eso es culpa de tu hombre —bromeé.

Cuando se separaron, Dale le dijo a Houston:

—Buen partido, hijo —mientras Connie me abrazaba.

—Pareces cansado. ¿Estás durmiendo lo suficiente?

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Me mordí la lengua antes de decirle que esperaba no dormir mucho esa


noche. Teníamos una victoria de la que alegrarnos.

—Estoy bien, mamá McRae —le dije. Me encantaba que se preocupara.


Mi familia y yo nos llevábamos mejor que antes. Mamá y Caleb estaban
tratando de superar esa mierda intolerante que se les había metido en la
cabeza. Houston y yo habíamos ido dos veces a verlos, y a veces hablábamos
por teléfono, pero no era como con los McRae. Sabía que mi madre y mi
hermano aún nos miraban y pensaban que nos pasaba algo o deseaban que
estuviera con una mujer. Su familia nos quería por lo que éramos, me quería
a mí, y eso significaba algo para mí.

Todos nos despedimos, Houston y yo caminamos hasta nuestro


apartamento, que estaba cerca.

—Estabas tan sexy ahí fuera.

—Estaba entrenando.

—Totalmente sexy. —Enarqué las cejas y él se rió, echándome un brazo


por encima del hombro—. Deberías darme un masaje esta noche para
celebrarlo.

—¿No debería ser al revés?

—No, porque tocarme es una recompensa, cariño, y te la mereces.

—Eres un engreído hijo de puta. ¿Está tu culo en el menú? —Le dio un


manotazo.

—¿Para ti? Siempre.

—Deprisa. Vámonos.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Nos reímos y fuimos corriendo a nuestro apartamento. Empezamos a


desnudarnos, y casi al segundo de caer en la cama, yo estaba cabalgando la
polla de Houston como si fuera un puto bronco hasta que se corrió dentro de
mí.

—Joder, qué bien —dije, desplomándome encima de él.

Houston me rodeó con un brazo y besó mi pelo sudoroso.

—Te amo. A veces no puedo creer que estemos aquí.

—Awww —respondí, pero en realidad, sus palabras aterrizaron


directamente en mi pecho—. Estás siendo superdulce esta noche. ¿Será
siempre así cuando tu equipo gane el campeonato?

—Si tienes suerte —bromeó.

—Yo también te amo —respondí—. Nunca he estado más agradecido


por un vuelo retrasado en mi vida.

Houston soltó una risita, luego se puso serio y dijo:

—Estaba pensando en la vida después de la NFL... Ésta es tu última


temporada. Si quieres seguir jugando, por supuesto que te apoyo, pero....

—Nope —respondí. Me encantaba el juego y siempre me gustaría, pero


me había probado a mí mismo, y yo estaba listo para terminar.

—Vale... bueno, si lo haces, entonces estamos bien, pero si no, estaba


pensando... qué tal si empezamos algún tipo de programa de fútbol juvenil o
campamento, o joder, no sé. Tal vez sea una idea tonta, pero…

—Joder, sí —salió de mi boca, con el corazón acelerado. Nunca había


pensado en ello, pero ahora que Houston lo mencionaba, me encantaba la
idea—. Lo haríamos de puta madre.

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

—Lo haríamos —respondió antes de rodar sobre mí, inmovilizándome


contra la cama—. ¿Quieres empezar un campamento de fútbol conmigo?

—Sí, quiero.

—Yo también.

—Creo que nos acabamos de casar. ¿Dónde está mi anillo, hijo de puta?

Houston se rió, su pecho vibró contra el mío y me aceleró el corazón.


Enterró la cara en mi cuello, me pellizcó la oreja y dijo:

—Yo también lo haría.

—¿Sí? —Me temblaban las manos al frotarlas por su espalda. Casado


con Houston. Me gustaba cómo sonaba eso—. ¿Tienes algo que preguntarme,
McRae?

—Te sorprenderé.

Antes de que pudiera replicar, me tapó la boca con la suya, y fuera lo


que fuera lo que nos deparara el futuro, supe que viviríamos juntos cada
momento.

Fin

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Serie Jugando par siempre 02
Riley Hart y Neve Wilder Jugada de novato

Sobre Riley Hart


Riley Hart es la chica que lleva el corazón en la mano. Aunque se dedica
principalmente al romance entre hombres, ha escrito un poco de todo bajo
sus distintos seudónimos. Independientemente del subgénero, siempre hay
un tema común: ¡el romance! No es de extrañar, ya que ella misma es una
romántica empedernida. Riley es una amante de las tramas basadas en
personajes, de los personajes con defectos y siempre intenta escribir historias
y personajes con los que la gente pueda identificarse. Cree que todo el mundo
merece verse reflejado en los libros que lee. Cuando no está escribiendo, la
encontrarás leyendo, viajando o soñando con viajar. Tiene dos hijos
perfectamente sarcásticos y un marido que todavía la hace desfallecer.

Sobre Neve Wilder


Neve Wilder vive en el Sur, donde los veranos son calurosos y los
inviernos... a veces fríos.

Es una lectora promiscua, de múltiples géneros, pero sus historias


favoritas siempre contienen un elemento romántico. Por cierto, esto es
también lo que le gusta escribir. ¿Historias ardientes con deliciosa tensión?
Sí. Novelas que te hacen girar la página, también. ¿Ardientes y sucias? Sí. Y
todos los sabores intermedios.

Cree que David Bowie fue el músico más sexy que ha existido, y siempre
está dispuesta a charlar sobre cualquier tema, desde música hasta escritura.

Y, por último, cree que el amor lo conquista todo. Excepto el índice de


calor en julio. Nada puede conquistar a ese bastardo.

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Serie Jugando par siempre 02

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