Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Los griegos y macedonios que modelaron la época helenística vivieron sus vidas
en un mundo mucho más vasto que el que sus antepasados habían conocido. La
mayoría de los griegos del período clásico desarrollaron su visión del mundo
dentro de los confines de una sola y pequeña ciudad, con fuerte tendencia
colectiva, en la cual los ideales y aspiraciones de cada individuo estaban
estrechamente mezclados con los de la comunidad.
La conquista de Alejandro y la fundación de los reinos helenísticos
desencadenaron una serie de migraciones y reagrupaciones políticas que
rompieron la relativa reclusión del mundo de la polis clásica. Miles de griegos
marcharon a congregarse en las nuevas ciudades del Oriente helenístico en
busca de fortuna. Los cambios políticos y sociales del mundo helenístico obligaron
a quienes los experimentaron a adoptar actitudes ante la vida marcadamente
distintas de aquellas del período clásico, en que habían dominado los valores
colectivos. Cinco actitudes o disposiciones de ánimo son especialmente
características de la época helenística: la obsesión por la fortuna, la mentalidad
teatral, la mentalidad erudita y el talante cosmopolita.
La obsesión por la fortuna es detectable en el arte helenístico en varias formas. La
más evidente es la popularidad de las imágenes esculpidas de Tykhe considerada
una diosa de la fortuna, hay ciertos indicios de que pudieron empezar a
popularizarse en el siglo IV a.C., siglo en que a menudo se produjeron
anticipaciones de importantes tendencias de la época helenística. La “Tykhe de
Antioquia” por Eutíquides, de mármol, copia romana (300 a.C.) del Museo del
Vaticano, Roma de 0,89 m, fue una de las primeras grandes esculturas públicas
del período helenístico, donde se llegó a un formato modelo para las imágenes de
Tykhe. Con el tiempo parece ser que la mayoría de las ciudades helenísticas
llegaron a adornarse con una versión de la creación de Eutíquides. En la mayoría
de las ciudades recibía culto, y la fortuna de una ciudad se entendía como algo
muy real, aun cuando fuera desconocido. La prosperidad de la gente, sus
esperanzas, incluso sus propias vidas se creían dependientes de ella.
Otro elemento bastante diferente del arte helenístico que pudo deberse al estímulo
de esa preocupación de la época por la fortuna es el interés por representar
dramáticos reveses de la fortuna.
La mentalidad teatral en el período helenístico era la vida misma lo que se veía
como un reflejo del teatro. La comparación entre “La Comedia Nueva”,
desarrollada por el comediógrafo ateniense Menandro, y la “Comedia Antigua” de
la Atenas clásica que trataban asuntos públicos del momento –guerra, paz,
cambio social, derechos de la mujer, nuevas tendencias intelectuales- que eran de
interés inmediato y vital para la comunidad como conjunto, residía en que en la
primera son melodramas muy generalizados que presentan situaciones y
emociones que son personales y universales más que comunitarios. Los temas
de repertorio, eran tales como los malentendidos entre enamorados, el
descubrimiento de hijos perdidos, etc y cuyos personajes eran tipos humanos
corrientes: padres gruñones, hijos agresivos, hijas tímidas, criados intrigantes,
tipos fanfarrones. En suma, la sustancia de la Nueva Comedia reflejaba una
experiencia que era tan común en Alejandría o en Antioquia, o dondequiera que
existiese vida urbana, como lo era en Atenas. Una y otra vez los personajes de
Menandro expresan la idea de que es la Fortuna, sea en forma de azar o de
destino inescrutable, la que dicta los acontecimientos de la vida, más que la
voluntad o la razón.
Lisipo desarrollo y añadió a la tradición artística griega varios géneros nuevos,
cada uno de los cuales tomaba en cuenta la mentalidad teatral: el retrato
dramático, capaz de exteriorizar los dramas interiores del espíritu, como en sus
famosos retratos de Alejandro, pero fue en el estilo escultórico conocido como
“barroco helenístico” donde la mentalidad teatral de la época dejó el que
probablemente sea su legado más conocido. Los rasgos más típicos de este
estilo –formas corporales exageradamente voluminosas, y tensas y
expresiones faciales patéticas que parecen ecos de las máscaras el drama
trágico- fueron utilizados para transmitir la sensación de crisis dramática en
monumentos tan distintos como retratos, escultura arquitectónica con temas
tradicionales como la Gigantomaquia del Altar de Zeus en Pérgamo y
monumentos conmemorativos propagandísticos, como los monumentos de
las victorias atálicas.
A medida que en la época helenística fue perdiendo la identificación con
pequeñas comunidades ancestrales los hombres y mujeres empezaron a buscar
en otra parte un sentido de pertenencia y normas para guiar su existencia. Esta
búsqueda tomó dos direcciones una hacia adentro, hacia la mente y la
personalidad humanas, y otra hacia fuera, hacia lo que dio en llamarse la
ecumene, la totalidad de las regiones del mundo.
El individualismo
El espíritu cosmopolita
Cada fase tuvo su propia modalidad de perfección y también sus particulares aciertos y
torpezas. No se puede hablar de evolución entre las fases.
En la cual las actitudes hacia la vida cultural y los criterios del gusto artístico emanaron
principalmente de los estados monárquicos y emergieron de la época de los Diádocos. El
estilo más representativo de este período helenístico, es “el barroco helenístico” y los
monumentos pergamenos.
Se refiere al dominio político romano y al gusto romano que empezaron a tener su efecto
en el como y el dónde trabajarían los artistas helenisticos.
La iconografía regia
Dado que en la época helenístico el culto al gobernante sirvió como base y justificación de
gran parte del orden político del período se hizo imperativo respetar la institución. Las
artes visuales se convirtieron en el medio principal para ganar esa aceptación y respeto y
para dar a conocer la política y los logros del gobernante. En el período clásico,
transmitían mensajes políticos con moderación pero generalmente eran monumentos
impersonales que daban relieve por ejemplo a monumentos votivos que conmemoraban
victorias militares, acontecimientos de ciudades implicadas en ellos. En cambio, en la
época helenística la personalidad del gobernante se convirtió en el motivo central de una
gran parte del arte propagandístico. Entonces el artista tuvo que enfrentarse a la creación
de una iconografía regia que representara expresivamente la naturaleza de esos
individuos. El arte regio helenístico desde el principio se caracteriza por la fusión de
formas griegas y orientales y su concepción de la realeza.
No existe género artístico más vinculado a la naturaleza del individuo que el retrato, y es
muy lógico que los artistas cuyo cometido fue el de crear la iconografía regia de la época
helenística en dedicaran gran parte de sus energías a conseguir unos retratos reales
capaces de impresionar y de persuadir.
El maestro en este arte, el virtual creador del retrato de gobernante helenístico fue el
escultor Lisipo de Sición, cuyos retratos gustaron tanto a Alejandro Magno que éste lo
hizo escultor de la corte, convirtiéndose los retratos de Lísipo la imagen oficial , la que
Alejandro deseaba que sus súbditos guardaran en su memoria. Lisipo modeló por
primera vez a Alejandro, con el rostro mirando hacia arriba con mirada anhelante y el
cuello ligeramente hacia un lado , las imágenes transmitían no solo la areté de Alejandro,
las virtudes que la sociedad podía esperar y admirar, sino también el ethos, su carácter
personal. Lisipo creó un tipo nuevo de arte occidental, el retrato de “gobernante-héroe”.
No se ha conservado ningún original. El tipo humano concebido pasó al repertorio
iconográfico de los reyes helenísticos y fue utilizado durante siglos por hombres a quienes
gustaba verse como dignos sucesores de Alejandro.
· Cabeza de Alejandro llamada” La Herma de Azara”: de mármol (fines del siglo IV a.C.)
Museo de Louvre, altura 0,68 m. Esta obra ha sido citada muy a menudo como la mejor
réplica romana conservada de un original de Lisipo. Posee una inscripción que dice
“Alejandro, hijo de Filipo” El aspecto que tiene es típico lisipeo, el pelo se levanta sobre el
centro de la frente , gira el cuello, boca ligeramente entreabierta y la mirada alzada.
Lisipo y su escuela
Durante los primeros setenta años del período, especialmente él y sus discípulos crearon
nuevos tipo de monumentos e hicieron innovaciones estilísticas que serían utilizadas en el
arte helenístico durante siglos.
Fuentes antiguas parecen indicar que tuvo una larga y productiva carrera,
extendida desde fecha temprana de 370 a.C. hasta 305 a.C.
Por lo tanto abarcó dos épocas distintas, fue escultor del clasicismo tardío, un
contemporáneo de Praxiteles y Escopas, y uno de los creadores del arte helenístico.
Una obra que encarna todos estos caracteres distintivos de la fase clásica de Lisipo es el
“Apoxiomeno”: el “atleta que se limpia con el estrígilo” de mármol, copia romana de un
original(340-330) Museo del Vaticano, Roma, altura 2,05 m., y el “Eros”, mármol, copia
romana de un original (340-330 a.C.) Museo del Louvre, altura 1,30 m; la acción de este
último parece desencordar el arco, y es posible que Lisipo rescate en esta obra la
posibilidad de usar la torsión corporal y la proyección hacia fuera de los miembros , lo que
sin duda produciría un llamativo contraste con la elegancia estática que al parecer
caracterizaba el Eros de Praxíteles.
El Lisipo juvenil era un artista con un fuerte sentido de la tradición, pero también un
innovador especialmente interesado por la apariencia y por el efecto que su obra
produjera en los espectadores.
Tuvo una forma sutil y refinada de una mentalidad teatral, en el sentido de que muchas de
sus obras pretendían asombrar, sorprender y afectar emocionalmente.
Su etapa siguiente, la segunda fase es cuando se convirtió en el aclamado escultor de la
corte de Alejandro donde su obra acentúa la mentalidad teatral donde los retratos
heroicos de Alejandro hacían que su modelo pareciera vivo como un personaje dramático
y prendiera las emociones de sus contempladores.
Además supo ver el escenario donde el arte griego debía desarrollarse, Ya no era una
Grecia compacta y homogénea de las antiguas ciudades griegas; y el nuevo arte tendría
por lo tanto que contener rasgos cuyo atractivo universal fuera seguro, o tendría que estar
concebido para individuos particulares o para determinadas clases dentro de una
sociedad heterogénea. Suponiendo que las ideas de Lisipo fueran por este camino, sus
innovaciones estuvieron al parecer concentradas en tres áreas específicas: una constante
teatralidad, lograda en parte mediante la manipulación de la escala de la escultura; una
constante exploración de la expresividad emocional, que él mismo había inaugurado en
sus retratos de Alejandro; y una dilatación del interés por el simbolismo y la alegoría. Esta
fase de Lisipo contribuyó a dirigir el arte helenístico en el interés por la alegoría, el
símbolo y la personificación.
La época helenística fue el primer período en la historia del arte occidental en que
se hizo un intento serio de indagar, captar y expresar a través del retrato el
funcionamiento interno de la mente humana. El retrato se introdujo en la tradición
griega hacia fines del siglo VI a.C. o quizá a principios del V. Parece probable que
el impulso para su creación viniera de Egipto, donde un tipo especializado de
retrato llevaba ya milenios existiendo.
El retrato podría definirse como una representación intencionada de una persona
determinada, que contenga un número suficiente de rasgos particulares para que la
representación sea reconocida por otras personas.
Es un arte interpretativo, en esta acción el retratista se deja guiar no sólo por su propia
intuición de la naturaleza de su personaje, sino también, consciente o inconscientemente,
por aquellas cosas que en su sociedad se valoran e interesan. Los retratos pueden ser
sumamente genéricos y ajustados a un modelo uniforme con escaso margen de variación,
como la mayoría de los retratos egipcios; o pueden entregarse a la fascinación por los
detalles aberrantes del rostro humano individual, y parecer sumamente realistas, como
ocurre con algunos retratos helenísticos y romanos.
Los primeros retratos griegos parece que fueron erigidos en santuarios y tumbas. Los
retratos profanos, por ejemplo retrato de personajes políticos colocados fuera de los
santuarios fueron raro hasta la segunda mitad del siglo IV a.C., los “Kouroi” del siglo VI
a.C. fueron considerados por sus escultores como retratos, pero pesa tanto el estereotipo
que cuesta percibir en ellos el supuesto retrato. Incluso los retratos del siglo V a.C. como
los de Pericles y Anacreonte, ambos colocados en contextos religioso en la acrópolis de
Atenas, parecen destinados a presentar a sus modelos como encarnaciones ideales de
tipos humanos- el político, el poeta-que la sociedad respeta ( es el “retrato oficial”: el
retrato que realza el aspecto público del individuo, su desempeño de un papel importante
en la sociedad).
Los retratos griegos hasta ya avanzado la época helenística fueron estatuas de cuerpo
entero y no simplemente bustos en el siglo V clásico la composición del cuerpo era tan
importante para expresar la naturaleza del modelo como los rasgos fisonómicos, si no
más.
Además del retrato oficial del período clásico, que nunca cayó en desuso en el mundo
antiguo, a principio del período helenístico se desarrolló un nuevo tipo de retrato, centrado
en los rasgos psicológicos y el carácter del personaje, que es uno de los frutos artísticos
más impresionantes de la época. Esos “retratos psicológicos”, se desarrollaron
principalmente en Atenas, al parecer. Uno de los primeros y de los mejores es el retrato
póstumo de “Demóstenes”de Polieucto, de mármol, copia romana de un original (280
a.C.) Copenhague, altura 2,02. Se capta al hombre interior, preocupado con sus propios
pensamientos, sentimos por primera vez el tema de la obra es la psicología y el carácter
del personaje , y no su imagen pública. Encontramos ante nosotros el hombre tenso,
desasosegado y ojeroso , frunce las cejas con expresión concentrada, y un sentimiento de
inquietud invade su rostro. Tiene las manos cruzadas con gesto nervioso; su cuerpo es
flaco, avejentado, austero. Produce la sensación de una enorme fuerza de voluntad
imponiéndose sobre unos impulsos tumultuosos para mantenerlos sujetos. Otra obra
importante del mismo escultor, es la “Cabeza de Demóstenes”, de mármol copia romana,
Galería de Arte de la Universidad de Yale, altura 0,36 m. Presenta en sus rasgos los
mismos caracteres expresivos de la obra anterior.
Las esculturas fueron colocadas en esta época en lugares públicos para honrar a
los héroes de la resistencia antimacedónicos. En todos los retratos griegos hay
elementos realistas e idealistas, y según cuales sean los predominantes
hablaremos de obras concretas como ejemplos de un estilo o del otro; el límite
entre ambos es subjetiva. Existen indicios que junto al tipo dominante del “retrato
oficial” se dieron en Grecia tentativas de un retrato personal e individual ya desde
principios del siglo IV a.C.
Es importante destacar obras de escultores del siglo III que reflejan la concepción realista
del retrato.
“Epicúreo”, mármol, copia romana de un original de la primera mitad del siglo III
Metropolitan museum, Nueva York, altura 0.40 m. Es un fenómeno retrato del filósofo
Epicuro cuyo rostro seco y arrugado parece delatar la angustia y la sensibilidad al dolor
que él intentó combatir con la fuerza de su pensamiento. Por algunas réplicas del cuerpo
de Epicuro podemos apreciar una vez más cómo se utiliza el “lenguaje del cuerpo” para
intensificar el efecto del cuerpo. El filósofo aparecía sentado y envuelto en un himatión
que rodeaba sus hombros y le cubría las piernas en pesado vendaje. Parece que tenía el
brazo derecho doblado con la mano bajo la barbilla; el brazo izquierdo lo tiene colocado
horizontalmente sobre su regazo, apretado contra el rostro a la muñeca como una especie
de escudo. El efecto de esta composición es el de cerrar la silueta del cuerpo y volver
todas sus fuerzas hacia adentro, haciendo sentir al espectador que lo que importa en la
figura es su vida interior, el mundo de sus pensamientos, y no su capacidad para la acción
externa..
El “modelo del pensador” que se había elaborado para el retrato de Epicuro parece que se
convirtió en un tipo convencional para la representación de filósofos.
Ya en la primera mitad del siglo III a.C. parece detectarse una actitud ecléctica en el
retrato helenístico. Había, como hemos visto, dos tipos predominantes de retrato a
comienzos del período helenístico: uno, el tipo heroico, representados por los retratos
lisipeos de Alejandro, y el otro, el retrato psicológico, representado por el Demóstenes de
Polieucto. En algunos retratos ya desde el siglo III a.C., parece haber intentos de fundir
ambos tipos básicos ( “El busto de Filetero” y el retrato “Ptolomeo II” ambas procedentes
de Herculano).
No hay mejor ilustración de las opciones estilísticas que el escultor tardo helenístico de
retratos tenía a su disposición, que los retratos encontrados en Delos, de principios del
siglo I a.C. Estos retratos inmortalizan los rostros de comerciantes de distintas partes del
mundo helenístico realizados por artistas griegos. Algunos mezclan realismo, expresión
patética y composición heroica . Otros tienen el aspecto serio, concentrado e introspectivo
de los retratos psicológicos de principio del período helenístico; y otros tienen un tono
seco, severo y directo que los vincula al retrato romano republicano.
Por último la creación del “retrato republicano”que fue una producción tardía del siglo I,
posiblemente de la época de la dictadura de Sila. La dirección que los artistas griegos
desarrollaron en este tipo de retrato se caracterizan por una cara seca, arrugada,
catoniana, circunspecta, formal, que resumía la integridad de los poderosos hombres
públicos y exaltaba su antiguo linaje, donde se pretendía evocar el aspectos de los bustos
y máscaras de los antepasados de las familias importantes que se guardaban en los
atrios de las casa patricias y se sacaban en procesión pública en las ceremonias
funerales.
Si los escultores de fines del período helenístico crearon el “retrato republicano” para sus
clientes romanos más conservadores, también parece que mantuvieron viva la tradición
del retrato psicológico, creado a principios del período, para sus clientes más filo
helenísticos y cosmopolitas.
La fuerza que dio a Pérgamo su primer gran impulso hacia la grandeza en el mundo
helenístico no fue, sin embargo, la cultura griega, sino ciertos bárbaros. Unas tribus
nómades de celtas a las que los griegos llamaban galatai y los romanos galli habían
invadido macedonia en 279 a.C. y habían avanzado sobre Grecia sin ser detenidos hasta
Delfos. Luego de ser vencidos por Antígono Gonatas cuando este estaba luchando por el
trono de Macedonia, se establecieron en las mesetas centrales de Asia Menor y se
establecieron en Galacia. Esos galos, en su nueva patria siguieron hablando su lengua
céltica y viviendo en federaciones. El pillaje y el saqueo era para ellos su modo de vida y
periódicamente devastaban las áreas circundantes de Asia Menor, donde su gran
estatura, su aspecto hirsuto y su ferocidad los hacía objeto de terror.
Estos recibían de los territorios ocupados por ellos un pago a cambio de una exacción
anual, que al marcharse dejarían sus tierras intactas. Si el pago no llegaba, habría una
incursión destructora.
Ätalo consideró que si Pérgamo quería llegar a ser una potencia importante en el mundo
helenístico, no podía doblegarse a unos bandoleros .como no había cedido a los
seléucidas.
La victoria de Ätalo I sobre los gálatas y seléucidas entre el 233 a.C. y 223 a.C., llevaron
no solo políticamente a Pérgamo, sino culturalmente a su desarrollo como el más
importante centro artístico helenístico en la segunda mitad del siglo III y el siglo II a.C.
Pérgamo había de convertirse para el período helenístico en lo que Atenas había sido
para el período clásico, y el mismo modo que Perícles había emprendido un programa
constructivo para glorificar las victorias y éxitos de Atenas, ahora Ätalo y sus sucesores se
volvieron hacia las artes para hacer de Pérgamo un despliegue de cultura griega.
Para llevar adelante los proyectos artísticos, Ätalo empleó a varios escultores destacado
de diversas ciudades griegas que seguramente estarían bajo la supervisión de un
escultor natural de Pérgamo, Epígono.
Sus autores mezclaron mitología, leyenda e historia de tal forma que Pérgamo quedará
colocado en el tronco principal de la cultura griega.
En el arte griego anterior se representa las escenas de batallas con los vencidos y
los vencedores. Epígono y sus colegas consideraron que dejando aparte o
reduciendo la presencia de los vencedores y realzando la fuerza, poder e incluso
dignidad de los vencidos acentuaban el mérito de los triunfadores. Mirar a los
gálatas y su vivacidad les daba a comprender la grandeza de su hazaña ( la
representación de los griegos clásicos eran mantener la impasividad). Se
encarnaba algunos rasgos del individualismo y el sentido cosmopolita, por ejemplo
en los galos, se destacaba la fisonomía particular de este pueblo, sus vestimentas,
armas, y se mostraba con una gran curiosidad de cómo eran los galos realmente.
Los rasgos más llamativos de la obras “Galo moribundo” y “El jefe Galo suicidándose con
su esposa”, son sus rasgos fisonómicos, la intensidad y el dramatismo. En los rostros de
ambas, una especie de ferocidad animal ha sido infundida de una insólita dignidad, no la
dignidad del intelectual o el héroe griego tradicionales, sino la del adversario fanático y
temerario, a quién uno teme y respeta.
Además de estas dos copias casi completas existen varias otras esculturas
fragmentarias, también copias, que se vincularon y con los monumentos de Ätalo
I y Pérgamo por su escala, estilo y tema.
Una de ellas la “Cabeza de un gálatas”, de mármol, copia romana de un original que se
encuentra en el Museo del Vaticano de 0,35 m.,Tiene el consabido cabello encrespado,
restos de un torques alrededor de un cuello y la barba corta de un soldado de infantería.
De los monumentos atálidas levantados fuera de Pérgamo, el más complejo era un grupo
erigido en Atenas en el lado sur de la Acrópolis, estos esculturas se las conoce como el
“grupo Atálica Menor”, Átalo II a quién se le atribuye estas esculturas, colocó figuras que
representaban la legendaria de los gigantes, la batalla de las amazonas, las hazañas de
los atenienses en Maratón y la destrucción de los gálatas en Misia. Los rostros de las
figuras del monumento pequeño tienden a la uniformidad en su expresión patética, y
caen en el melodrama sin poseer esa delicadeza comprensiva que impregna una obra
como el “Galo Moribundo”. Este grupo es fechado con posterioridad al Altar de Zeus
probablemente fueron ejecutadas en Asia Menor en el siglo II a.C., de originales de
bronce, y que mucho de sus manierismos en ellas detectados pueden ser aportación de
los escultores del período romano, para quienes las figuras de bárbaros muertos y
cautivos eran cosa de rutina, y es muy posible que en ambos monumentos trabajaran los
mismos escultores.
Observaremos dos ejemplos del grupo Atálica Menor : “El Persa” y el “Galo muerto de
Venecia” , ambos de mármol, y son copias romana de originales en bronce, en ambos se
caracterizan por una intensificación por los detalles superficiales. Los detalles realistas,
como las heridas sangrantes o los detalles apropiados de vestiduras y armas, eran
también herencia de los anteriores monumentos de Pérgamo. Asimismo lo era, el interés
por los estados de conciencia; algunos de los gálatas y persas están caídos pero todavía
desafiantes, y en este galo de Venecia, es un patético cadáver.
El efecto teatral de esas figuras cuando todas juntas formaban una composición debía de
ser impresionante, aún para una época acostumbrada al realismo dramático. Caminar
alrededor del grupo o a través de él debía de ser como atravesar un campo de batalla en
los últimos momentos del combate. Alrededor habría cadáveres sangrantes, guerreros
agonizantes, y algunos conatos últimos de resistencia. Da la impresión de que la obra
quería provocar en los espectadores una experiencia imaginaria, hacer que vivieran en su
imaginación los acontecimiento que el monumento conmemoraba.
Tomados en conjunto, los monumentos de Ätalo I pueden considerarse entre las más
poderosas expresiones de varias de la tendencias intelectuales predominantes que
hemos señalado en la época helenística. Los síntomas más evidentes de esa “mentalidad
teatral” se encuentran, naturalmente, en la expresión angustiada de muchas de las figuras
y en sus emplazamientos y situaciones teatrales ( el momento del suicidio, la dramática
muerte en el campo de batalla, etc). Pero su teatralidad se expresó también de una
manera muy sutil al hacer protagonistas a los vencidos en vez de los vencedores.
El Altar de Zeus
Desde principio del siglo XX, el término “barroco” se ha utilizado con frecuencia
para referirse al estilo de ciertas obras destacadas del arte helenístico, como la
Gigantomaquia del Altar de Zeus, que parece tener un parentesco espiritual con el
arte europeo de entre 1600 y 1750 aproximadamente. Las cualidades estilísticas
que han llevado a comparar la escultura helenística con, por ejemplo, la escultura
italiana de la época de Bernini son las siguientes: en primer lugar, una forma
teatral de representación que realza la intensidad emotiva y la tensión dramática; y
en segundo lugar, los recursos formales por lo que se logra esa agitación teatral,
como las superficies movedizas y ondulantes, las expresiones agónicas de los
rostros, los contrastes extremos de texturas creados por una talla muy profunda de
la superficie escultórica que produce zonas de intensa iluminación frente a otras
de profunda sombra, y el uso de formas “abiertas” de composición que niegan los
límites envolventes y el equilibrio tectónico,
El término ha sido adoptado en este libro no sólo porque el autor considera que ,
en efecto, existen ciertas analogías muy estrechas entre algunas esculturas
helenísticas y la escultura barroca tardía, que tomar otros términos limitados como
“pergameno pleno” o “helenístico medio”. Es importante hacer mención que el
término barroco que empleamos no manifiesta que la escultura helenística tenga
los mismos rasgos estilísticos que se han atribuido a la escultura europea del siglo
XVII.
La extensión cronológica corresponde desde el 225 al 15l a.C. pero su extensión
desborda ese período por ambos extremos. Existen precursores del estilo a fines
del siglo IV y principio del siglo III a.C., así como ejemplos tardíos de él, como el
famoso “Laoconte” que parece llevarnos ya al siglo I d.C.
La expresión dramática y la forma abierta eran rasgos que Lisipo había
desarrollado ya en sus famosos retratos de Alejandro, y hay indicios de que
también desarrolló la movilidad y voluminosidad de los detalles superficiales que
después serían aspectos tan característicos de la escultura de Pérgamo. De
hecho resulta tentador especular si el estilo en que los rasgos anatómicos se
exageran y magnifican por el procedimiento de rodearlos de zonas hundidas y en
sombra no serían consecuencia de la revitalización de la escultura colosal por
obra de Lisipo y sus discípulos. Los escultores que trabajaron en Pérgamo a fines
del siglo III y principio del II a. C. , acentuaron y perfeccionaron un estilo que se
había desarrollado desde comienzos mismos del período helenístico.
Fuera de Pérgamo existen muy pocas obras de estilo barroco maduro que pueden
relacionarse con localidades particulares y por tanto es difícil determinar cuáles
fueron esos otros centros. La única excepción parcial a esta afirmación es Rodas.
Como hemos visto, algunos escultores rodios trabajaron en Pérgamo , por ejemplo
Menécrates, y está claro que desempeñaron un papel importante en la difusión y
perpetuación del barroco helenístico.
Obra rodia muy probable, y en tal caso el ejemplo más espléndido de la maestría
de los escultores rodios en el tratamiento barroco de las superficies así como de
su barroco sentido escenográfico, es la “Victoria de Samotracia”, escultura original
de mármol (200 a.C.) de 2,45 m , Museo de Louvre, Paris. La Victoria fue
descubierta en 1863 en su localización original en el santuario de los Grandes
Dioses de Samotracia, la base de la estatua tiene la forma de una proa de barco,
y la diosa está representada como si acabara de posarse sobre la nave, con sus
ala aún batiendo y sus ropajes aún flameando al aire, para coronar al capitán y a
la tripulación victoriosos. El efecto espectacular de la llegada de la diosa estaba
realzado por la colocación de la proa que formaba su base en una fuente o
estanque de dos niveles. Al efecto ilusionista contribuía además el hecho de que
todo el conjunto estaba erigido sobre una terraza encima del teatro de Samotracia,
Las estatuas de Victoria descendiendo con emblemas de triunfo no eran nuevas
en el arte griego (es famosa ,por ejemplo, la de Peonio que se erigió en Olimpia),
y el tipo que representa a la diosa posándose sobre la proa de un barco había sido
ya utilizado por Demetrio Poliorcetes para un monumento que conmemoraba su
victoria junto a Chipre en 306 a.C.. El efecto sensacional de la Victoria en su
escenario de samotracia, sin embargo, con las aguas rizadas reflejando el oleaje
de los pliegues profundo de su ropa y el plumaje hinchado de sus alas solo pudo
crearse en este período que produjo el “barroco helenístico”. A la luz del título
anterior puede observarse la estrecha semejanza de detalles que existe entre la
Victoria y muchas figuras de Pérgamo. Las plumas de sus alas son muy parecidas
a las de algunos de los “gigantes monstruosos” y también a las alas del águila de
Zeus; el arremolinamiento del chiton y las arrugas profundas del himation
aparecen de forma muy similar en varias diosas de la Gigantomaquia. Aunque no
es demostrable, hay indicios importante de que la Victoria fuera dedicada en
Samotracia por os rodios para celebrar sus victorias navales sobre las fuerzas de
Antíoco III.
Otra obra rodia de mediados del siglo II a.C. aproximadamente, fue el original del
grupo llamado “Toro Farnesio”, del que se conserva una copia romana en mármol
en el Museo Arqueológico de Nápoles (150 a. C.) de 3,70 m, representa a Zeto y
Anfión, los hijos de Antíope , atando a Dirce, la reina de Beocia a un toro como
castigo por la crueldad con que había tratado su madre. Plinio dice que era obra
de Apolonio y Taurisco de Trales (Asia Menor) hijos adoptivos de Menécrates.
Esta obra fue realizada para las termas de Caracalla en Roma a principios del
siglo III d. C. A pesar de los añadidos particulares del copista y de las
restauraciones modernas, es posible apreciar lo fundamental de su efecto
primitivo. Dirce tenía la expresión y el gesto patético de Gea en el altar de
Pérgamo, y los esfuerzos de los hijos por refrenar la feroz energía del toro
prolongan la tradición del relieve ateniense del caballerizo. Se quería despertar en
el espectador la máxima implicación emocional y hacer que se sintiera partícipe
del violento y dramático trance. La forma piramidal con detalles de paisaje
“realista” bajo las figuras y la multiplicidad de puntos de vista eran muy
probablemente propiedades del original.. Esta obra, así como los monumentos
atálidas, hacen pensar que los grupos escultóricos exentos fueron especialmente
favorecidos a fines del siglo III y II a.C. sin duda porque las posibilidades del
dramatismo y efecto teatral eran muy superiores en esos grupos que en las figuras
aisladas. Otro grupo muy importante por la carga de dramatismo es el “Grupo del
Pasquino”, (s. III a.C.) restaurado a partir de varias copias, representa a Menéalo
llevándose el cadáver de Patroclo del campo de batalla de Troya. La forma
piramidal del grupo, el giro dramático de la cabeza de Menéalo encarándose con
sus enemigos, y la patética figura inerte de Patroclo son rasgos todos que
recuerdan al Galo moribundo y su esposa del Museo de Termas. Se han
reconstruido otros grupos que tienen la misma atmósfera y composición del grupo
de Pasquino, pero la seguridad que se tiene sobre ellos es muy limitada para
hacer una valoración seria de su calidad y de su efecto.
El efecto emocional de otro grupo famoso de composición bastante diferente,
“Marsias colgado”, de mármol copia romana de un original(200-150 a.C.) del
Museo Arqueológico de Estambul, de 1,305 m., esta obra pertenece a la historia
del sátiro Marsias, que descubrió una flauta abandonada por Atenea y se hizo tan
aficionado a tocarla que tuvo la temeridad de desafiar a Apolo a una competición
musical. Apolo acepto el reto a condición de que el vencido se sometiera a
cualquier castigo que el vencedor quisiera imponerle. Cuando Apolo ganó decretó
que el sátiro fuera desolado vivo por un criado escita. El artista helenístico puso si
interés en la emoción y el horror del castigo de Marsias. La fuerza dramática está
perfectamente manifiesta en esta obra. El sátiro aparece atado de pies y manos a
un árbol, con la flauta en su base. Su cuerpo está dolorosa y vulnerablemente
extendido mientras espera el cuchillo del escita. Su cara, descompuesta del dolor,
pertenece a la tradición de Pérgamo. “El escita”, del que se conserva una copia en
Florencia Museo Uffizi,(200-150 a.C.) con una altura de 1,06 m de mármol. Copia
romana de un original, está afilando su cuchillo en una piedra y contempla con
curiosidad animalesca al angustiado sátiro. El realismo antropológico de su rostro,
con su frente huidiza, sus pómulos salientes y sus mechones de pelo por la cara lo
coloca en la tradición de los monumentos de Átalo I. Es una figura amenazadora y
brutal, pero está observada con comprensión.
Junto a estas figuras y grupos mitológicos existen dos grandes piezas de retrato
que son obras maestras del barroco helenístico, El “Homero ciego”, de mármol
copia romana de un original, del Museum of Fine de Boston, de 0,41 m de altura,
es naturalmente un retrato imaginario donde su autor trató de que expresara lo
que Homero había sido. Todos los recursos del barroco helenístico se combinan
para lograr el semblante arrebatado de un visionario cuyo poder mental está
concentrado en un mundo interior de imaginación que envía ecos de su
turbulencia hacia la superficie, pero que no necesita de los ciegos ojos físicos. La
otra obra es el enigmático tipo conocido convencionalmente como “Pseudo-
Séneca”, de mármol copia romana de un original (200-150 a.C.) Museo de
Nápoles. 0,33 de altura., fue uno de los retratos más copiados de la antigüedad y
sin duda debe representar una figura literaria de gran importancia, una hipótesis
es que sería Hesíodo. La cara avejentada y algo ojerosa, de expresión interna,
iría bien al austero pero inspirado poeta beocio.
Una de las obras más famosas y admiradas del barroco helenístico es “el grupo de
Laoconte” y sus hijos, de mármol que se encuentra en el museo del Vaticano,
roma, con una altura de 1,84 m. El momento de su ejecución no fue en la plenitud
del Barroco helenístico, sino en la recuperación o reflorecimiento del estilo
helenístico que tuvo lugar en el siglo I d.C. Sus escultores fueron: Hagesandro,
Polidoro y Atenodoro de Rodas. Laoconte fue un sacerdote troyano que trató de
impedir que sus compatriotas dejaran entrar al caballo de Troya. Antes de que
pudiera convencerlos, sin embargo, dos grandes serpientes enviadas por los
dioses hostiles a los troyanos surgieron del mar y estrangularon a Laoconte y su
hijo o hijos, mientras ellos ofrecían sacrificios ante un altar.
La estrecha relación tanto en estilo como en concepción entre el grupo del
Laoconte y la Gigantomaquia del altar de Zeus en Pérgamo no necesita casi ser
señalada. Como en el altar aquí se ha escogido como resumen de la historia un
momento de máxima violencia y agonía. Laoconte cae de espalda sobre el altar
donde inmola , y una serpiente se enrosca por sus hombros y los de su hijo mayor,
y se revuelve para morderle en una cadera. La otra serpiente se enreda entre las
piernas de las tres figuras y parece haber asfixiado hasta la muerte al hijo menor
(a la izquierda). Laoconte intenta soltarse mientras se le escapa un grito de dolor.
El rostro contraído, la boca abierta y la abundante cabellera recuerdan,
naturalmente, a los gigantes agonizantes del Altar de Pérgamo, especialmente a la
figura que Atenea agarraba por el pelo; y las serpientes igualmente tienen sus
equivalentes en las serpientes de Atenea y en las piernas de reptil de algunos de
los gigantes del altar. La musculatura voluminosa y la profunda labor de trépano
de su barba y melena tienen también analogías, en un sentido general, con el
estilo pergameno. Existen, sin embargo , diferencias entre ambas obras. El rostro
del Laoconte, en comparación con los de los gigantes, es más fluido y vibrante. En
las cabelleras de los gigantes el trépano se ha utilizado para contornear mechones
de pelos largos y sinuosos, con aspecto de gruesas sogas; mientras que en el
Laoconte el pelo está agrupado en matas bastante impresionistas separadas
como unidades distintas por toques profundos del trépano. El ropaje desempeña
un papel de escasa importancia en el grupo del Laoconte, el poco que hay es
blando y convencional y no añade nada al efecto de la obra, diferente al la
búsqueda de efectos de los paños del Altar de Pérgamo. Otras esculturas de la
misma época que el Laoconte son las que forman parte de la decoración de la
gruta de Sperlonga. La gruta es una cavidad natural que quedó incorporada como
sala de banquetes de verano a una villa de principios del imperio (probablemente
de la época augustea). Para hacer la cueva más amena para sus usuarios, los
arquitectos romanos dieron a su estanque natural una forma circular y equipararon
dos grutas menores en su interior con fuentes. Probablemente en la época de
Tiberio cuando la cueva fue adornada por grupos escultóricos relativos a las
hazañas y viajes de Ulises. Los temas principales: “Ulises y sus hombres cegando
a Polifermo”; “El asalto de Escila al barco de Ulises”; el robo del Palladium (una
imagen venerable de Atenea) de Troya; y una versión del “grupo de Pasquino”. En
el barco del grupo de Escila hay una inscripción que identifica a los escultores que
lo hicieron: Atenodoro , Hagesandro y Polidoro artistas de Rodas, y los que
hicieron el Laoconte.
El más espectacular de los grupos de Sperlonga es el cegamiento de cíclope,
cuya composición puede reconstruirse por otras representaciones del tema,
especialmente un sarcófago de Catania. El grupo colocado en una pequeña
cavidad al lado sur de la piscina, evocando así la cueva Polifemo en la Odisea.
Ulises y sus hombres están a punto, o acaban de hincar el palo ardiendo en el ojo
del cíclope borracho, y sus cara muestran la tensión y el nerviosismo del
momento. No hace falta insistir en las semejanzas de expresión dramática,
musculaturas turgentes y estilo de talla con el Laoconte y en último término con el
Altar de Pergámo.
El grupo de Escila se alzaba en una basa en medio del estanque circular y por
tanto aparecía, con apropiado efecto ilusionista, como en el mar. La agitación, el
dramatismo y emoción que podrían esperarse de los escultores del Laoconte son
inconfundibles en las cabezas de los marineros mordidos y heridos por los
tentáculos con cabeza de perro de Escila, y en al figura, acaso el propio Ulises o
quizá su timonel, que se agarra desesperadamente a la popa del asediado
barco.(129-130).
Ambas obras de Sperlonga y el Laoconte no son ni puramente helenísticas ni
puramente romanas, sino como ejemplos de una tradición mixta que ha sido
calificada como “la espléndida prolongación del barroco helenístico”.
“Rococó”, como “barroco”, es un término tomado del arte europeo moderno que se
aplica con frecuencia al arte helenístico. Con respecto a si el uso del término es
adecuado, la palabra es un fusión humorística del término francés rocaille
(rocalla), que se refiere a las formas de conchas marinas que se utilizaban para
adornar las superficies de las grutas artificiales, con el italiano barocco (barroco).
Fue acuñado en Francia en el siglo XVIII para calificar un estilo de decoración
interior alegre, caprichoso y muy ornamentado que se desarrolló en los palacetes
urbanos de la nobleza francesa en París. Desde Francia el estilo se propagó
rápidamente otros países europeos, y con el tiempo se llegó a aplicar no sólo a
interiores domésticos, sino a iglesias, monasterios y edificios públicos. Uno de los
motivos que contribuyó a la creación del estilo rococó fue la reacción contra la
gravedad emocional del barroco y la pomposidad en que a veces caía. Como
antídoto al dramatismo religioso, los artistas rococó recurrieron a un frívolo
erotismo. Dioses y santos cedieron su puesto a faunos y ninfas. Los héroes
dejaron paso a los niños. Los nuevos personajes, además, hacían burla muchas
veces de sus predecesores barrocos.
La adopción del término “rococó” para describir cierto tipo de escultura helenística
fue de un especialista alemán, Wilhelm Klein, que hizo su explicación más
completa en el libro Von antiken Rokoko, publicado en 1921 y que sigue siendo la
obra fundamental sobre el tema. Klein dividió las obras que él consideraba rorocó
en cuatro géneros: las figuras dionisíacas, en su mayoría sátiros y ninfas; las
figuras femeninas decorativas; las figuras de niños, y ciertos tipos de relieves
ornamentales, la mayoría de ellos neoclasicistas o arcaizantes. En todos esos
géneros, Klein veía un estilo decorativo y alegre, teñido a menudo de erotismo,
que parecía tener su origen en el segundo cuarto del siglo II a.C. y parecía ser una
reacción contra la gravedad del barroco helenístico de Pérgamo y otros lugares.
Las figuras de viejos campesinos, de actores disfrazados o de tipos corrientes de
la vida cotidiana, como maestros, podían formar parte de el rococó helenístico de
acuerdo a Margarete Bieber planteado en su obra clásica sobre la escultura
helenística.
La extensión cronológica del rococó helenístico, si es que se decide reconocer su
existencia, es muy problemática, algunas obras pueden pertenecer al siglo III a.C.
y ser contemporáneas de las obras del barroco helenístico. Otras pueden
pertenecer al período romano y no ser en absoluto creaciones helenísticas.
El primer grupo a analizar los componen los niños; en el arte griego pre-helenístico
los niños aparecían como adultos en miniatura, y no hay particular interés por
ellos como tales. La obra el “El niño estrangulando una oca” , copia romana de un
original de fecha discutida probablemente 150 a.C. está en el Museo Capitolino de
Roma, es uno de los principales ejemplos del refinamiento rococó en el arte
helenístico. En la antigüedad se tenían ocas como animales de compañía, el niño
de esta obra se caracteriza por ser gordezuelo, cabeza grande de formas
naturalistas. Otra obra con esta temática es “Niño con una oca” , copia romana de
un original siglo II a.C. de Viena con 0,55 m de altura. Niños y cachorros tuvieron
un papel importante, como podemos ver en la obra “El niño con el cachorro” de
mármol copia romana de un original siglo II a.C. del Museo Conservatori de Roma.
El lado más diabólico o violento de los niños también fue abordado en el caso
donde una pelea de gallo es observada con aire entendido.. Este aspecto de los
niños se trata a veces en un aspecto mitológico, como cuando Hércules niño
estrangula una serpiente, o cuando un infantil Eros, “Eros dormido” de bronce
,probablemente 150-150 a.C. del Museo Metropolitan de Nueva York, tras haber
incordiado lo bastante a sus mayores, se hecha una siestecita. En otros casos los
niños, particularmente en las formas de amorcillos, imitan juguetonamente
escenas de adultos, por ejemplo, cuando cazan en un mosaico de
Alejandría,”Mosaico con Erotes” de Alejandría fines del siglo III- principio del siglo
II a.C., Museo Greco-Romano de 4,60x3,35m.
Otro tipo de obras que se califican dentro del Rococó es el de los grupos eróticos
o amorosos, como el de “Cupido y Psique” copia romana de un original (150-100
a.C.) del Museo capitolino de Roma, altura 1,25m.; para los ojos modernos esta
obra tiene un sentimentalismo que parece lo bastante especial para ser calificado
de rococó.
En la mayor parte de los grupos eróticos intervienen faunos o el dios Pan, y tanto
en los unos como en el otro una revoltosa naturaleza animal aflora a la superficie.
La obra “Pan y un pastorcillo” de mármol (100 a.C.) Museo Arqueológico Nacional
de Atenas, altura 1,58 m. ; se cree que el pastor representado era Dafnis,
discípulo de pan, que está claramente más impulsado por la lascivia que por el
noble afán de enseñar música. Esta obra es una de las pocas clasificadas como
rococó de cuya posición cronológica se tiene certeza. Otro grupo técnicamente
tosco pero divertido , procedente de Delos, es “Afrodita con zapatilla y Pan” , de
mármol (100 a.C.) 1,32 m de altura, aquí vemos a Afrodita que se defiende de los
avances de Pan amenazándole con una zapatilla. De los grupos de sátiros(seres
mitológicos que poseen todos los aspectos humanos: juguetones, tiernos,
acompañantes de los dioses) y ménades, grupos de carácter dionisíacos, el más
recatado es el tipo que se conoce como “Invitación a la danza”, grupo reconstruido
por W. Klein sobre diversas copias y representaciones en monedas. Alturas 1,39 y
1,07 m., en donde un fauno que marca el ritmo haciendo sonar los dedos y
dando con el pie a una especie de crótaro, invita a una ninfa sentada a unirse a él.
Más abiertamente eróticas son los symplegmata de un hermafrodita rechazando a
un sátiro, la obra “Hermafrodita y sátiro”, obra de mármol, copia romana de un
original probablemente del siglo II a.C. Dresde, con una altura de 0,91 m. Y una
ninfa tirándole del pelo a un fauno ardoroso, la obra “Ninfa y sátiro”, obra en
mármol, copia romana de un original del 100 a.C., del Museo Capitolino de Roma,
con una altura de 0,60 m.. En ambos casos el rostro del sátiro aparece crispado
de dolor, con expresión parecida a los gigantes y gálatas del barroco helenístico.
La finalidad o funcionalidad de todas estas obras del rococó sigue siendo un
misterio (votivas, decorativas, o parodias rococó del pathos de la Gigantomaquia
del Altar de Pérgamo).
Estos symplegmata pueden ser o no ser parodias del barroco helenístico; pero
hay obras que parecen serlo claramente, una de las más obvias de estas parodias
en la que los dioses de la Gigantomaquia han sido sustituidos por sátiros que se
enredan con gigantes de piernas de serpientes es en la “Batalla de sátiros y
gigantes” de mármol, copia romana de un grupo original (150 a.C.) del Museo
Capitolino de Roma de 0,70 m. . Aquí el objeto de la parodia parece ser no sólo el
estilo barroco en general, sino concretamente los grandes monumentos atálidas
de Pérgamo. Otro grupo encontrado en Yugoslavia representa a tres sátiros
atacados por una serpiente gigantesca. Tienta interpretarlo como una parodia de
un grupo de Laoconte , aunque no necesariamente del grupo del Vaticano. Otros
en que “Pan saca una espina de un sátiro agonizante”, de mármol copia romana
de un original de fines del siglo II a.C. ,Museo del Vaticano, altura 0,51 m.. En
todos ellos, el sátiro hace muecas con la misma intensidad trágica que el
Laoconte.
De intenciones parecidas, pero menos burlonas en su reducción de pothos
barroco a la trivialidad, es la figura de un viejo centauro molestado por un
amorcillo, “Centauro con un Eros molestándole”, de mármol copia romana de un
original probablemente en bronce de fines del siglo II a.C. Museo del Louvre,
Paris, de 1,47 , de altura. En el original parece ser que cada uno de los centauros
llevaba un pequeño Eros a la espalda y la intención del grupo era expresar, a la
manera de un poema amoroso helenístico, el gozo que el amor trae a la juventud y
el tormento que trae a la vejez. El centauro anciano lleva las manos atadas a la
espalda, y sufre con la majestad de Laoconte mientras Eros se alarga para tirarle
del pelo.
Junto a los grupos descritos existen muchas otras figuras aisladas de carácter
dionisiaco –sátiros danzantes, sátiros borrachos, sátiros que llevan a Dionisio
niño- que han sido clasificados dentro del rococó helenístico. La más famosa es el
“Fauno Barberini” de mármol, probablemente 22 a.C. de Munich, altura 2,15 m.,
las considerables restauraciones llevadas a cabo por Bernini en el Fauno en el
siglo XVII (la pierna derecha, la rodilla y el pie izquierdo, el antebrazo izquierdo y
otros detalles) dan a la figura un aire desmadejado y desfachatado. Bernini dejó la
pierna derecha mucho más elevada y más separada de lo que el original la tenía.
Se discute el fechado de esta obra siglo I a.C. o III a.C. esa fuerza de la naturaleza
que el fauno representaba , amenazadora, poderosa, momentáneamente
apaciguada por el vino fue un tema que inspiró a los griegos curiosidad e
inquietud.
Por último hay dos géneros de figuras que aparecen en su mayoría en terracota
de pequeños tamaño, escenas de la vida cotidiana y caricaturas de matices
grotescos. Temas tales como una pareja de nerviosos “Recién casados”,grupo de
terracota, siglo I a.C. Louvre con una altura de 0,28 m. , mujeres jugando a las
tabas, niñeras con sus pequeños y maestros con sus discípulos entran en el
género de vida cotidiana. Los objetos de caricaturas son muy a menudo enanos o
personas con deformidades físicas; “Estatuilla de joroba do” de marfil,
probablemente siglo II a.C. del British Museum, Londres, de 0,105 m. de altura.
Existen, por tanto, obras fechables de carácter rococó en el arte helenístico. Que
podemos legítimamente ir más allá y decir que existió un rococó definible en el
arte helenístico es dudoso. Sencillamente, no existen suficientes obras fechables.
Si tal fase existió, sin embargo lo más probable, a juzgar por las pocas obras no
problemáticas y fechables con seguridad, es que tuviera lugar en la segunda mitad
del siglo II a.C.
El realismo
Lo exótico
Hay otro grupo de obras cuyo tema tiene inequívoco sabor exótico. Algunas de
estas obras parecen creaciones caprichosas, decorativas, y acaso merezcan la
etiqueta del rococó, pero son enigmática y pueden estar relacionadas con
corrientes intelectuales muy ajenas al espíritu del rococó.
Una de las muchas ramificaciones del cosmopolitismo de la época helenística fue
el interés por las “maravillas”, el gusto por lo exótico, por la novedad, por las cosas
pintorescas y las experiencias que llaman la atención a los viajeros cuando
descubren nuevas tierras y culturas.
La creación de seres exóticos fue un aspecto de la escultura helenística, aunque
se conservan relativamente pocos ejemplos. La más famosa y, enigmática de las
criaturas exóticas del helenismo es el “Hermafrodita dormido”, de mármol, copias
romana de un original del siglo II a.C. del Museo de Termas (hay varias copias).
Hermafrodito (el nombre es masculino) era un hijo de Hermes y Afrodita que fue
transformado por un criatura bisexual por las ninfa Salmacis al verse rechazada
por él. Normalmente el hermafrodita se representa con el cuerpo grácil de una
mujer atlética pero con la adición de genitales masculinos. Algunos hermafroditas
están representados en un sereno
casi inocente estilo neopraxiteliano. La obra seguramente fue concebida para
estar colocada de forma que el espectador viera al principio los sinuosos
contornos femeninos de la espalda y, gracias a la violenta torsión del cuello, el
rostro de la estatua. Si uno se preguntaba entonces quién sería la bella criatura
que dormía y daba la vuelta alrededor de ella para averiguarlo, tendría la
respuesta con una sorpresa teatral típicamente helenística. Como muchas de las
obras examinadas en este capítulo, el significado y función del hermafrodita son
un enigma. Dado su relación formal con otras figuras de durmientes , la
calificación de “tardo helenística” parece bastante segura y goza de amplia
aceptación.
Neoclasicismo
El neoclasicismo libre
La tradición neoática
Arcaísmo
Cuando se usan en relación con el arte griego, el término “arcaísmo” y el adjetivo
“arcaizante” se refieren al uso de los caracteres estilísticos del arte griego arcaico
maduro, es decir, en la segunda mitad del siglo VI, después de que esos
caracteres hubieran caído en desuso, es decir, después de 480 a.C.
Algunos especialistas llaman “arcaizante” al arte que usa ciertos manierismos
arcaicos dentro de obras que por lo demás corresponden a un estilo posterior, y
“arcaístas” a la recreación general del estilo arcaico.. algunos consideran al
arcaísmo como una invención del período helenístico, otros detectan sus
comienzos en el siglo V o IV a. C. Antes de internarnos en ese mundo de
opiniones contrarias, sin embargo, pongamos la vista en algunas obras típicas de
la escultura arcaizante neoática ( es decir, tardohelenística) para conocer el estilo
arcaizante en su forma más obvia. Un buen punto de partida es un relieve que se
conserva en el museo Capitolino de Roma, “Pan y las gracias”, cuyo autor fue
Calímaco, pertenece al siglo I a.C. Estas figuras están regularmente espaciadas,
con las cabezas colocadas todas al mismo nivel. El relieve es uniformemente bajo
para evitar toda sensación de profundidad espacial o de torsión corporal. Todas
las cabezas están en un estricto perfil, y las gracias tienen los brazos separados
del cuerpo para que su silueta se dibuje claramente. Los grandes dedos de las
gracias sostienen flores o toman su vestido con amanerados gestos. Todas las
figuras están de puntillas como si bailaran, todas tienen el talle alto. Las caderas y
piernas de la Gracia que está detrás de Pan están de perfil, pero su busto está de
frente, según la fórmula del relieve escultórico tanto en el estilo arcaico primitivo
griego como en el Asia Anterior. El perfil de las nalgas de Pan es especialmente
pronunciado, de una manera que recuerda a los Kouroi arcaicos de ha. 540-525
a.C., mientras que las Gracias tienen largos tirabuzones paralelos, que recuerdan
a los de las Korai del arte arcaico tardío. En el ropaje de las Gracias también
encontramos una exageración amanerada de fórmulas arcaicas. Pliegues
arcaicos en zigzag orlan las telas formando marcadas “colas de golondrina” que se
proyectan hacia fuera contra la ley de gravedad, como si fueran los bordes de un
paraguas. En las dos Gracias que siguen inmediatamente a Pan, el vestido lleva
un gran frunce delantero que forma un señalado eje central. Las dos Gracias de la
izquierda llevan sobre su chitón un largo himatión con un grueso borde adornado
con pliegues en zigzag por debajo del pecho y una caracterización caída en “cola
de golondrina” en la parte que cuelga sobre el brazo izquierdo.
Muchos de estos mismos rasgos pueden verse, realizados con mayor destreza
técnica, en un pedestal triangular para trípode hallado en el ágora de Atenas
“Relieves arcaizantes” de mármol Ha. 1000 a.C. Museo Estoa de Ätalo, con una
altura de 1,09 m. Nos encontramos con estilos distintos en un relieve
tardohelenístico del museo Barroco de Roma “Relieve votivo con Hermes y las
Ninfas. Aqueloo y Pan.”, fecha discutida, quizás principios del siglo I a.C. con una
altura de 0,42 m., se representa a tres ninfas, presididas por Hermes, que baila
ante un altar, con el dios fluvial Aqueloo sentado a la izquierda y Pan sentado al
fondo más arriba. Aquí son solamente las ninfas las que están representadas en
estilo arcaizante; las otras figuras evocan un estilo de los relieves votivos de fines
del siglo IV. Se ha sugerido que los escultores neoáticos usaban una misma
plantilla básica para todas las figuras arcaizantes y que las únicas modificaciones
de esa fórmula eran la adición de atributos o la variación en los ropajes.
El arcaísmo de estos relieves tardohelenístico es un estilo rebuscado, coherente y
conscientemente creado. Su principal fusión, al menos en la escultura en relieve,
parece haber sido decorativa. Expresa un gusto nostálgico por las curiosidades y
encantos de un tiempo pasado. Pero es difícil decir si ése era su único atractivo, o
si el conservadurismo religioso, el deseo de evocar formas antiguas y venerables,
tuvo también alguna intervención en él. En las esculturas de bulto redondo, que a
menudo parecen ser reproducción de viejas imágenes de culto, la sensación de
sobriedad es más evidente que en los relieves. Con respecto a la datación de este
estilo arcaizante, muchos estudiosos –Hauser, Furtwängler, Bulle y Harrinson-
han reconocido la existencia de un estilo arcaizante ya en el siglo V a.C., y
sostienen que tal estilo fue desarrollado y utilizado a lo largo de toda la historia
posterior del arte griego. La teoría más reciente y más ardientemente defendida
es la de Giovenni Bacatti y Christine Havelock, quienes sostienen que el arcaísmo
como estilo coherente fue una creación helenística fechable en el siglo III a.C., y
que al parecer en el helenismo es un eco mecánico y formulario del primero.
Existe tres tipos de arcaísmo , en primer lugar, existe el arcaísmo emblemático, el
deseo de conservar una forma arcaica porque sea un distintivo o emblema de un
objeto que se desea hacer reconocible, familiar y que parezca tradicional a lo ojos
de generaciones posteriores. ( en esta categoría pertenecen las monedas
atenienses y las ánforas panatenaicas clásicas). Un segundo tipo de arcaísmo
podría denominarse arcaísmo representativo, es decir, una recuperación de
formas arcaicas en beneficio del realismo narrativo ( a esta categoría
probablemente pertenecen los relieves escultóricos y cerámicas pintadas de la
época clásica). Y, por último, está el tipo de arcaísmo integral, la recuperación de
formas arcaicas o adaptación ,manieristas de formas arcaicas por su efecto
estético, y su fusión de un estilo coherente ( las obras escultóricas de Alcámenes).
La obra “Palas Atenea de Herculano”, de mármol, probablemente copia romana de
un original del siglo II a.C. Museo de Nápoles , de 2,00 m de alto. Es una Atenea
Prómaco en la tradición de las Ateneas de las ánforas panatenaicas. Existen
pruebas de que las Ateneas armadas, fuera en posición de avance como la
Prómaco, o en pie con las piernas juntas, constituye uno de los primeros temas de
la escultura arcaizante. La Palas de Herculano corresponde al final de una larga
tradición, es una amalgama de rasgos estilísticos. Los pliegues verticales de su
himatión jónico son una simplificación helenística de un motivo acraico, pero otros
detalles, como las mangas, están basados en la escultura protoclásica, y el rostro
es puramente neoclásico, a la manera de Eubúlides.
Si “Palas de Herculano”, es un producto arcaizante de la primera fase ateniense,
de la escultura neoática, la “Artemis de Pompeya”, de mármol, siglo I a.C. del
Museo de Nápoles, de 1,16 m de altura, representa su segunda etapa, la etapa
romana.
Al igual que la Palas, es una estatua ecléctica, pero su eclecticismo se ha hecho
más unificado y “correcto”, a su rostro se le ha dado una sonrisa arcaica, y los
rizos y trenzas del peinado evocan la textura y forma arcaicas. Seguramente el
rasgo más significativo de las estatuas exentas arcaizantes sea el que cuando se
comparan con sus equivalentes en relieve parecen menos formularios y menos
puramente decorativas. Algunas respiran una solemnidad tan auténtica que
mueven a pensar que le escultor que las hizo estaba tratando con toda sinceridad
de recuperar algo de la cualidad sacra y sobrecogedora de las primitivas
imágenes de culto y estatuas votivas. El original de “Palas de Herculano”, pudo ser
una ofrenda votiva, y recientemente se ha demostrado que la Ärtemis que camina
fue efectivamente utilizada como imagen de culto en una importante capilla de una
casa de Pompeya. Representan seguramente el más serio de los intentos de
recuperar el pasado que hicieron aquellos artistas desde la época helenística.
OBRAS
La iconografía regia
Lisipo y su escuela
“Eros”, mármol, copia romana de un original (340-330 a.C.) Museo del Louvre,
altura 1,30 m.
“Epicúreo”, mármol, copia romana de un original de la primera mitad del siglo III
Metropolitan museum, Nueva York, altura 0.40 m.
La escuela de Pérgamo
“Galo muerto de Venecia” , copia romana. Museo Arq. De Venecia. Longitud 1,37
m.
El Altar de Zeus
“El Laoconte”, de mármol , siglo I d.C, del Museo Vaticanos de roma. Altura, 184
m.
“Toro Farnesio”, del que se conserva una copia romana en mármol en el Museo
Arqueológico de Nápoles (150 a. C.) de 3,70 m.
“El escita”, del que se conserva una copia en Florencia Museo Uffizi,(200-150
a.C.) con una altura de 1,06 m de mármol. Copia romana de un original.
“Ulises y sus hombres cegando a Polifermo”, este grupo del Cíclope es de mármol.
Siglo I d.C. Museo Arq. de Sperlonga.
“El asalto de Escila al barco de Ulises”, timonel del grupo del naufragio, de
mármol, siglo I d.C. Mueso Arq. De Sperlonga, altura 1,60 m.
“El niño estrangulando una oca” , copia romana de un original de fecha discutida
probablemente 150 a.C. está en el Museo Capitolino de Roma.
“Niño con una oca” , copia romana de un original siglo II a.C. de Viena con 0,55 m de
altura.
“El niño con el cachorro” de mármol copia romana de un original siglo II a.C. del
Museo Conservatori de Roma.
“Afrodita con zapatilla y Pan” , de mármol (100 a.C.) 1,32 m de altura”Mosaico con
Erotes” de Alejandría fines del siglo III- principio del siglo II a.C. Museo Greco-
Romano 4,60x3,35m.
“Cupido y Psique” copia romana de un original (150-100 a.C.) del Museo capitolino de
Roma, altura 1,25m.
“Ninfa y sátiro”, obra en mármol, copia romana de un original del 100 a.C., del Museo
Capitolino de Roma, con una altura de 0,60 m.
“Pan saca una espina de un sátiro agonizante”, de mármol copia romana de un original
de fines del siglo II a.C. ,Museo del Vaticano, altura 0,51 m.
“Recién casados”,grupo de terracota, siglo I a.C. Louvre, con una altura de 0,28 m.
.
“La anciana” de mármol, fines del siglo II o principio del siglo I a. C. Museo
Metropolitan de Nueva York, con una altura de 1,26 m.
“La vieja pastora”, de mármol, copia romana de un original de fines del siglo II o principios
del siglo I a.C. Palazzo dei Conservatori, Roma. Altura sin pedestal, 0,93m.
“Anciana ebria”, de mármol, copia romana de un original de fecha discutida , fines del
siglo III o del siglo II a. C. de Munich, cuya altura es 0,92m.
“El viejo pescador” , de mármol negro con pieza de alabastro, copia romana de un original
de fecha discutida probablemente 200-150 a.C. Louvre, París, con 1,22 m de altura.
“Pugilista”, de bronce, siglo II o principio del s. I a.C. del Museo de Termas, con una
altura de 1,28 m.
“Jinete del cabo Artemisio”, fines del siglo II o principio del siglo I a.C. Museo Arq. De
Atenas, de 0,84 m.
Lo exótico
“Hermafrodita dormido”, de mármol, copias romana de un original del siglo II a.C. del
Museo de Termas (hay varias copias).
El Neoclasicismo libre
“Artémis” de mármol (200-150 a. C) del Museo Arq. De Atenas con una altura de 0,48 m.
“Atenea”, de mármol (150-100 a.C.) del Museo Arq. De Atenas con 0,60 m.
“Cabeza bella”,de mármol (200-150 a.C.) de Berlín, con una altura de 0,30 m.
La tradición Neoática
“Copia neoática del pretil del templo de Niké. Mármol. Ha. 100 a.C. Florencia.
Uffizi. Altura 0,67 m.
“Estéfano, discípulo de Pasíteles” , de mármol (50 a.C.) de Roma, con una altura de
1,44m.
“Orestes y Electra”, de mármol , principios del siglo I a.C. del Museo Nac. De Termas,
Roma de 1,92 m de altura.
Arcaísmo
“Pan y las gracias”, de mármol ,cuyo autor fue Calímaco, pertenece al siglo I a.C.
Museo Capitolino de Roma. Altura 0,455 m.
“Relieves arcaizantes” de una base para trípode, del ágora de Atenas. De mármol, Ha.
1000 a.C. Museo Estoa de Ätalo en Atenas con una altura de 1,09 m.
“Relieve votivo con Hermes y las Ninfas. Aqueloo y Pan.”, fecha discutida, quizás
principios del siglo I a.C. de mármol del Museo Barrocco de Roma. Altura 0,42 m.
Bibliografía