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Gracia a Vosotros :: desatando la verdad de Dios, un versículo a la vez

La última invitación de Dios, 2ª Parte


Scripture: Apocalipsis 22:18–21
Code: GAV-66-87

Bueno, abramos nuestras Biblias en el capítulo final de la Biblia, el capítulo 22 de Apocalipsis…


Apocalipsis, capítulo 22, la última invitación de Dios. La Biblia abrió con una promesa, la promesa de
un Salvador venidero, la promesa de un Libertador venidero, quien rescataría a la gente de su
pecado. Esa promesa vino en el tercer capítulo de Génesis y en el versículo 15. “…ésta te herirá en
la cabeza, y Tú le herirás en el calcañar.” Ésa es una promesa de un Liberador, esa es una promesa
de un Salvador, Uno quien vendría y rescataría a los hombres al destruir al enemigo, Satanás
mismo.

La Biblia entonces, comienza con la promesa de un Salvador y así es cómo termina. En el versículo
20 de este último capítulo: “Ciertamente, vengo en breve.” Nada más que ésta es la promesa de Su
Segunda Venida, mientras que en Génesis 3 fue la promesa de Su Primera Venida. W.A. Criswell
escribió esto: “Primero, el Salvador debe venir para que sea aplastado, herido, crucificado y hecho
una ofrenda por el pecado. Él va a venir para morir como el Redentor de las almas de los hombres.
Después de que Dios hizo esa promesa en el Edén, pasaron cientos de años, pasaron milenios y el
Señor no vino. Cuando finalmente llegó, Él vino a los suyos y los suyos no lo recibieron. Él estuvo
en el mundo y el mundo fue hecho por Él y el mundo no le conoció. Millares de personas de la
humanidad se habían olvidado la promesa o de otra manera se habían burlado de su cumplimiento.
Cuando finalmente llegó el anunció de que Él había llegado, los escribas y eruditos señalaron el
lugar donde Él iba a nacer. Pero nunca tomaron el tiempo de viajar los más de 8 km de Jerusalén a
Belén para darle la bienvenida al Salvador prometido del mundo. No obstante, a pesar de cuánto Él
se tardó y a pesar de que los hombres se olvidaron y se burlaron y a pesar de los pocos fieles que
esperaron la consolación de Israel como Simeón, el viejo; sin embargo, Él vino. De acuerdo con la
promesa fiel de Dios, el Señor Jesús vino.”

“De esta manera,” dice Chriswell en el texto, “que Dios habla al cerrar su Biblia, “Ciertamente vengo
en breve.”” Aquí está una segunda vez. A pesar de que los infieles se burlen, a pesar de que otros
puedan rechazar y a pesar de que los siglos lleguen a ser milenios, ésta es la palabra inmutable y la
promesa del Señor Dios: “Ciertamente, vengo en breve.”

Y a lo largo de las Escrituras es reiterado. En el Antiguo Testamento hay muchas profecías de Su


Primera y Segunda Venida. En el Nuevo Testamento, muchas profecías de Su Segunda Venida. En
Judas 14, por ejemplo, dice: “He aquí el Señor vino con millares de Sus santos para ejecutar juicio
sobre todos y convencer a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho de una
manera impía.” Él viene no como un Salvador, sino que la próxima vez viene como juez. Y de esta
manera, usted tiene al final del libro de Apocalipsis, no tanto una promesa como una advertencia.

Hemos estado viendo esta tremenda invitación de cierre. El libro entero de Apocalipsis, claro, es la
profecía de la segunda venida de Jesucristo. Es el Apocalipsis, el Apocalipsis, la revelación, la
manifestación de Jesucristo. Es la afirmación final del descubrimiento de la gloria del Hijo de Dios
cuando Él regrese y toda rodilla se doble y toda lengua confiese que Él es Señor.
Y este libro que trata acerca de Su Segunda Venida termina con una invitación final a la luz de esa
realidad. Conforme la revelación alcanza su fin, y la certeza del regreso de Cristo es ahora clara, el
Espíritu Santo llama a una respuesta. En primer lugar, en los versículos 6 al 12 una respuesta por
parte de los cristianos. La respuesta de obediencia inmediata, adoración inmediata, proclamación
inmediata y servicio inmediato.

Pero en segundo lugar, comenzando en el versículo 13 y hasta el final, una respuesta por parte de
los no cristianos. El ruego final de Dios es dado a aquellos que todavía están rechazando. Esta
sección final podemos dividirla simplemente en dos puntos: la invitación y los incentivos para
responder.

La invitación llega en el versículo 17. Y únicamente voy a repasar brevemente lo que hablamos hace
un par de semanas atrás. La invitación viene a la mitad del pasaje, del versículo 13 al 21, rodeada
por los incentivos. Pero tenemos que comenzar con la invitación, versículo 17: “Y el Espíritu y la
Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del
agua de la vida gratuitamente.” Les explicamos que hay dos partes en este versículo. La primera
mitad es el ruego porque el Señor venga. La segunda mitad es el ruego porque los pecadores
vengan al Señor y se unan al ruego para que Él venga.

En primer lugar, en el versículo 17 el Espíritu, el Espíritu Santo, y después la Esposa, quien es la


Iglesia, desean que el Señor venga porque desean ver el fin del pecado, quieren ver la exaltación de
la justicia, quieren ver la gloria de Dios, quieren ver la majestad de Jesucristo, quieren ver al
enemigo Satanás destruido, el pecado enfrentado y la gloria eterna de Dios manifiesta a lo largo del
universo. Entonces, el Espíritu Santo y la Iglesia están clamando “Ven.” El Espíritu Santo que ha
estado esforzándose, que está contristado, que ha sido blasfemado dice “ven”. Y la Iglesia débil,
pecaminosa, atribulada, luchando dice “ven”. El Espíritu Santo quiere que Cristo venga porque
quiere que la obra de redención sea completada. Los enemigos del infierno sean juzgados. La
Iglesia quiere ser una Iglesia gloriosa, sin tener mancha ni arruga ni cosa semejante, sino santa y
sin mancha. Y entonces, el Espíritu y la Esposa dicen a Cristo: “Ven, ven, ven.”

Y el después, el versículo cambia en la mitad y otros son invitados a decir “Ven”. Cualquier persona
que oiga el mensaje del Evangelio y se una a la Iglesia y se una al Espíritu puede decir “Ven, Señor
Jesús”. Y entonces, viene llamado a los pecadores: “Y el que tiene sed venga y el que quiera tome
del agua de la vida gratuitamente.” Y ahí está el llamado para que los pecadores vengan a
reconocer su necesidad, al ver la fuente de ayuda para esa necesidad en Jesucristo y al tomar del
agua de la vida sin costo.

La última vez señalamos que la salvación viene a aquellos que reconocen su condición
amenazadora desesperada, en pecado, la cual aquí es retratada como sed. La salvación viene
aquellos que entienden la provisión de Dios ha hecho en Cristo, que lo ven como el agua viva y se
arrepienten y creen tomando y bebiendo lo que es provisto para ellos.

Entonces, ahí está la invitación a los pecadores, “ven, ven, ven,” únanse al Espíritu y únanse a la
esposa esperando con anhelo el regreso de Jesucristo. Usted no necesita ver el regreso de
Jesucristo como una realidad aterradora, si usted viene a Cristo, usted puede amar Su
manifestación y puede esperarla.
Entonces, en primer lugar, vimos la invitación. En segundo lugar, y lo que ocupa el texto que rodea a
este primero, son los incentivos a responder. Está la invitación a venir y los incentivos a venir. Y hay
varios incentivos.

Comenzamos a verlos la última vez y permítame recordarles el primero. Debemos venir, los
pecadores deben venir debido a la persona de Cristo… Debido a la persona de Cristo. Se acuerda
que en el versículo 13 Él dijo: “Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último.”
Y ahí en el versículo 16, Él dice: “…Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de
la mañana.”

¿Cuál es la importancia de esos? Es esto: no es cualquier persona quien está llamando a los
pecadores a venir, no es ningún otro que el alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el
fin, la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana. Todos esos son títulos de
Jesucristo, el Hijo de Dios, el Señor vivo, el Trascendente, el Eterno, el Infinito, Él es la fuente y fin
de todo, Él es la meta y consumación de todo. Él es la raíz de David, esto es que Él es la fuente de
David; esto quiere decir que Él es deidad, Él es Dios. Él también es el linaje de David, esto quiere
decir que es un hijo de la línea de David, esto habla de Su humanidad. Él es un Dios hombre. Y
después, Él es llamado la estrella resplandeciente de la mañana. Y le dije que los judíos solían
utilizar el término estrella para describir a un héroe. Él es el héroe de los héroes, la estrella más
brillante, la estrella de la mañana que brilla intensamente para disipar las tinieblas apenas antes del
heraldo del amanecer.

Él no es cualquier persona que está invitando al pecador a venir, Él es el Señor del cielo majestuoso
viviente. El predicador no es el invitador, Él es. Él es el que ha enviado la invitación, nosotros
simplemente la entregamos. ¡Oh cuán majestuoso es el que lo llama a usted a la vida eterna, me
llama a mí a la vida eterna, llama a todo pecador a la vida eterna! Y despreciar la invitación es
despreciar al Ser Supremo en el universo. Y una afrenta así viene con un costo inmenso.

En segundo lugar, el incentivo a venir es debido a la persona de Cristo y en segundo lugar, debido a
la exclusividad del cielo… Debido a la exclusividad del cielo. Y aquí es realmente en donde nos
detuvimos la última vez.

Hay otra razón contundente por la que debe venir a Cristo, otra razón contundente por la que debe
creer en el que murió y resucitó, arrepentirse de su pecado y aceptarlo a Él como Salvador y Señor.
Y eso se debe a lo que dice en el versículo 14 y 15: “Bienaventurados los que lavan sus ropas, para
tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. Mas los perros estarán
fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace
mentira.”

Eso habla de la exclusividad del cielo. No es un lugar para toda persona. No toda persona va ahí.
Hay algunas personas en el versículo 14 que están adentro participando del árbol de la vida y otras
que están afuera, quedan afuera de acuerdo con el versículo 15. Es probable que en los versículos
14 y 15 Jesús todavía está hablando. Y si yo hubiera sido un editor de una Biblia de letra roja, me
habría asegurado de que todas las palabras del versículo 12 al 16 estuvieran en rojo, porque no hay
razón para asumir que nuestro Señor no sigue hablando aquí.
Observe de nuevo el versículo 14: “Bienaventurados los que lavan sus ropas.” Esto se refiere a la
idea de quitar el pecado, a limpiar mediante lavado, así como lo vimos en el Salmo 51, versículo 7.
Isaías capítulo 1, versículo 18 y otros lugares en la Escritura. Y señalamos que la única agencia, el
único medio por el cual dicha limpieza puede ser cumplida es por la sangre de Jesucristo. Primera
de Pedro 1, una escritura muy, muy conocida y muy importante dice: “No fueron redimidos con
cosas corruptibles como plata u oro de vuestra vana manera de vivir, heredada de vuestros padres,
sino con la sangre preciosa de un Cordero sin mancha, la sangre de Cristo.” Es la sangre de
Jesucristo, es la muerte de Cristo, Su obra expiatoria lo único que puede limpiar nuestros pecados.

Esto nuevamente es repetido en el libro de Hebreos, de hecho, muchas veces. Pienso en tan sólo
un versículo, Hebreos 9:14, cómo la sangre de Cristo, quien mediante el Espíritu eterno se ofreció a
sí mismo sin mancha a Dios, nos limpia de obras muertas para servir al Dios vivo.

Son sólo aquellos que han sido lavados, son sólo aquellos que han sido limpiados por la sangre de
Cristo los que tienen derecho al árbol de la vida y pueden entrar por las puertas a la ciudad. Sólo los
limpiados tienen el derecho de entrar. Sólo los limpiados tienen el derecho de comer. La nueva
Jerusalén, como también los nuevos cielos y la nueva tierra son sólo para aquellos que son
limpiados de pecado. Entonces, el perdón es el requisito para cualquier persona que quisiera entrar
al cielo. Ésa es la razón por la que la promesa del Evangelio incluye el perdón.

Escúchelo en las palabras de Pablo. En Efesios 1:7 dice: “En Cristo tenemos redención por Su
sangre, el perdón de nuestros pecados.” Si nuestros pecados no son limpiados, si nuestros pecados
no son lavados, perdonados de manera absoluta y total, no podemos entrar al cielo. Y el mundo
está lleno de personas que asumen que van a entrar al cielo fuera de eso, pero no es así. Un
pecado lo deja a usted afuera. Ésta es una exclusividad contundente. La única manera para poder
entrar al cielo es que sus pecados sean perdonados por la fe en Jesucristo y en Su muerte y
resurrección. Ése es el único camino.

Después, el versículo 15, por otro lado, dice: “Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los
fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira.” Fuera.

Observe el capítulo 21, versículo 27, el último versículo de ese capítulo. Usted se acuerda que ese
capítulo nos describe la nueva Jerusalén, nos describe el nuevo cielo y la nueva tierra. Y en el
versículo 27 dice: “No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira,
sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.”

El cielo es exclusivamente para aquellos que han sido limpiados, aquellos cuyos nombres están
escritos en el libro de la vida del Cordero. Ahora, ¿dónde están estas personas que están afuera?
Versículo 15 del capítulo 20 le dice: “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al
lago de fuego.” Aquí le dice dónde están. El cielo es exclusivamente para aquellos que son
perdonados. Y es abundantemente claro el versículo 15 del capítulo 22, que si hay un pecado en
contra de usted, usted va a terminar en el lago de fuego. El versículo 15 le da una lista de pecados,
una lista de pecados descriptivos. Escuche esto, no es exhaustiva. Alguien podría leer y decir:
“bueno, veamos, no soy perro, hechicero, no soy una persona inmoral, homicida, idólatra, alguien
que ama y practica la mentira. Yo sólo soy un ladrón, por lo tanto, no estoy incluido.” Esa no es la
idea. Esta lista no es exhaustiva, sino que es una representación.
Hay en el capítulo 21, versículo 8: “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los
fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde
con fuego y azufre, que es la muerte segunda.” Entonces, de nuevo, sabemos que estar afuera
significa estar en el lago de fuego; y la lista ahí es un poco diferente, indicándonos que ésta es una
lista representativa y no una lista exhaustiva. Hay personas que todavía llevan sus pecados y el
castigo por ellos.

Ahora, quiero que vea esta lista, porque mientras que muy aparente, de lo que Él está hablando en
la mayoría de los casos, por lo menos hay una palabra aquí que podría sorprenderlo un poco y es la
primera. “Más los perros estarán fuera.” Hemos domesticado al perro bastante bien en nuestra
cultura entonces, quizás no comprendamos eso. De hecho, usted podría tener un pequeño perro
que es más amigable con usted que otros perros de su familia. Eso parece ser verdad en algunos
casos. Usted podrá ver a su perro casi como si su perro tuviera una personalidad y algo más que
simplemente conducta instintiva. Y podría disfrutar a su pequeño perro, cuidándolo mucho. Pero no
era así como eran tratados los perros en el mundo antiguo. Con frecuencia, eran animales de
carroña. Y estaban ahí en la basura de la ciudad y eran criaturas despreciables, en la mayoría de
los casos. Y llamarle a alguien un perro era referirse a la persona de la virtud más baja. Los perros
eran vistos como lo más bajo en términos morales. Los perros dejaban su marca en cualquier lugar
y en todos lados. Eran sinónimo con lo más bajo, la escoria. Encontramos indicaciones inclusive de
eso en el Antiguo Testamento, como también en el Nuevo.

Por ejemplo, y no voy a leer muchas, simplemente un par de ellas para darle una idea. Segunda de
Reyes capítulo 8, versículo 13: “Y Hazael dijo: Pues, ¿qué es tu siervo, este perro, para que haga
tan grandes cosas?” Llamar a alguien un perro era lo más bajo. De hecho, los judíos llamaban a los
gentiles perros y era una manera de referirse a ellos que los enfurecía y los menospreciaba. En
Isaías 56:10, hablando de hombres infieles, quienes supuestamente deberían estar en liderazgo
espiritual, dice de ellos: “Todos ellos son perros mudos, incapaces de ladrar.” Es usado también en
el Nuevo Testamento con términos semejantes de significado. Es usado, creo que podríamos decir,
y estaba buscando algunas palabras para describirlo de la manera más simple que pudiera, es
usado para describir a los impuros. Es usado para describir a aquellos que son impuros de manera
abierta.

Ahora, esto quizás le pueda sorprender realmente. La primera referencia en donde los perros son
utilizados para describir a humanos debido a su conducta impura es Deuteronomio 23:18. Puede
escribirlo si quiere buscarlo. Deuteronomio 23:18 y se refiere a prostitutos homosexuales, prostitutos
masculinos para homosexuales y eran lo más bajo de lo más bajo. Lo más bajo de lo bajo. Van a
estar afuera del reino.

Y también los hechiceros, eso se refiere a personas involucradas en la magia, drogas,


pharmakiais, es la palabra de la cual obtenemos farmacia. La magia estaba asociada con las
drogas, supuestamente para inducir algún tipo de euforia y alguna ascendencia a las deidades.
También los involucraba en actividad demoniaca.

Afuera están los fornicarios, pornos, de lo cual obtenemos pornografía. Aquellos que cometen actos
sexuales inmorales. Afuera están los homicidas, eso es bastante claro. Afuera están los idólatras,
los que adoran algo diferente del Dios verdadero. Afuera está toda persona que ama y hace mentira.
Y aquí tenemos entonces, otra lista representativa como la que mencioné antes en el capítulo 21,
versículo 8, una lista representativa muy parecida de 1 Corintios capítulo 6. El Nuevo Testamento
está lleno de éstas. Ni los fornicarios, idólatras, adúlteros, los que se echan con varón,
homosexuales, ladrones, avaros, borrachos, maldicientes, heredarán el Reino de Dios, eso es 1
Corintios 6. Gálatas capítulo 5 tiene otra lista así. Habla de aquellas personas que estarán afuera
del Reino, inmorales, impuros, sensuales. Habla de sus pecados de idolatría, hechicería, enemistad,
condiciones, celos, muestras de enojo, disputas, disensiones, envidia, embriaguez y cosas como
estas; tiene una lista semejante. Hay una lista semejante en Efesios 5:5.

Ahora, el punto que quiero señalar a partir de los versículos 14 y 15 es simplemente esto: ‘oiga la
invitación, amigo mío, porque el cielo es exclusivamente para las personas cuyos pecados han sido
limpiados.’ No es que ninguno de nosotros jamás hayamos cometido estas cosas, es que hemos
sido perdonados. ¿Quién no quiere ser perdonado? El que disfruta ese pecado. Y si no es
perdonado, si usted no viene al pie de la cruz y abraza a Jesucristo, usted morirá en su pecado,
Jesús lo dijo en Juan 7 “Y adonde Yo voy, vosotros no podéis venir.” Usted no irá al cielo, usted
arderá para siempre en el lago de fuego.

Y entonces, la invitación es “El que tiene sed venga y el que quiera, tome del agua de la vida
gratuitamente.” No hay costo, simplemente venga y beba, reciba la vida eterna, reciba el perdón. Y
debe verse motivado a hacer eso debido a la persona que le está pidiendo esto y debido a la
exclusividad del cielo. Usted va a quedar afuera si usted no es perdonado; y usted no será
perdonado a menos de que venga Cristo, quien es el único que concede el perdón.

En tercer lugar, y este también es un incentivo vital, venga debido a la gloria de la Persona que lo
invita, venga debido a la exclusividad del cielo y venga debido a la veracidad de las Escrituras.
Venga debido a la veracidad de las Escrituras. Es tan importante que la Biblia termine con una
afirmación de su veracidad. Y eso se encuentra en los versículos 18 y 19. “Yo testifico a todo aquel
que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá
sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de
esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están
escritas en este libro.”

Ahora, estas palabras deben ser escuchadas y obedecidas. Esta no es la primera afirmación de las
Escrituras en este capítulo. Regrese al versículo 6. El ángel que le está hablando a Juan dice:
“Estas palabras son fieles y verdaderas.” Y después, en el versículo 10: “Y me dijo: No selles las
palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca.” Las palabras son verdad, deben
ser proclamadas y no deben ser alteradas. No les añadas nada y no les quites nada, son verdad,
proclámalas.

Los pecadores necesitan responder debido a la veracidad de estas palabras. Esta es la Palabra del
Dios vivo y eterno. Y más vale que responda. Si al esforzarse por evitar la revelación clara de Dios,
usted le añade algo, le será añadido a usted las plagas que están escritas en él. Si al esforzarse por
evitar lo que le dice, usted le quita, usted no tendrá parte del árbol de la vida.

Ahora, a lo largo de Apocalipsis, hemos enfrentado la condenación de aquellos que rechazan a


Cristo. El mundo ha sido destruido, como lo hemos visto a lo largo de este panorama del futuro. La
gente ha recibido plagas, y ha sido torturada, y ha muerto de hambre, y ha sido sacudida, y ha sido
demonizada, y ha sido aterrada, y ha sido matada, y condenada, y consignada a un lago de fuego. Y
todos esos retratos, todas esas visiones, todas esas profecías son verdad. Esto es exactamente lo
que sucederá, esto es exactamente lo que está sucediendo ahora conforme la gente va al infierno
sin Cristo.

Y después, Jesús mismo añade una afirmación adicional acerca de la permanencia de esta verdad.
Versículo 18, y yo creo que esto también debe estar en letras rojas: “Yo testifico,” yo no creo que
ése sea Juan, yo creo que este es Jesús hablando. ¿Por qué? Porque en el versículo 20 dice: “El
que da testimonio de estas cosas dice: ‘Ciertamente vengo en breve.’” Aquí nuestro Señor mismo
ofrece una palabra de testimonio extendida con respecto a la autoridad y la finalidad de la profecía.
Él había comisionado a Juan a escribirla, pero él fue el autor de ella. “Les estoy diciendo, esto es
verdad, no lo alteren. No le añadan y no le quiten.”

Ahora, observe lo que lo llama: “Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este
libro…” En primer lugar, obviamente, él tiene el libro de Apocalipsis en mente… El libro de
Apocalipsis es profecía. Lo dice aquí. Las palabras de la profecía de este libro. Estas palabras
constituyen un libro que es profético. Esta es una profecía.

¿Se da cuenta de que hay personas que ni siquiera quieren admitir eso? Esta es una profecía. Fue
dada a través de Juan el apóstol, quien fue el profeta. Fue una profecía que vino a través de un
profeta. Y Juan fue ese profeta. Él fue ese vocero.

De regreso en el capítulo 1, versículo 3, dice: “Bienaventurado el que lee y los que oyen las palabras
de esta profecía.” Y aquí es una profecía en el sentido de predicción. Esta es una profecía
registrada en un libro, cuyo autor es Dios a través de un profeta, que no debe ser alterado. Esta es
una advertencia. Realmente, es una manera de proteger el libro. Esto es muy importante. No es una
nueva manera de proteger un libro, es una manera antigua. De hecho, ahí atrás en Deuteronomio,
en el Pentateuco, en la primera colección de libros que Dios jamás inspiró, escuche lo que lee en
Deuteronomio 4:2. Y Deuteronomio, recuerde, fue el último libro en el Pentateuco el cual fue
realmente el primer libro, realmente el primer volumen dado por Dios a través de Moisés. Pero
escuche lo que dice en Deuteronomio. Versículo 2: “No añadiréis a la palabra que Yo os mando, ni
disminuiréis de ella.” Eso es lo mismo de manera precisa. No le añadas, no le quites. No la toques.
Toma lo que dice exactamente como Dios lo dio. En Deuteronomio 12, nuevamente, en el versículo
32 viene la advertencia: “Cuidarás de hacer todo lo que yo te mando; no añadirás a ello, ni de ello
quitarás.”

En el capítulo 30 de Proverbios, esto también, me parece muy interesante. Proverbios 30, versículo
5: “Toda palabra de Dios es limpia, Él es escudo a los que en Él esperan. No añadas a sus
palabras.” ¿No es eso interesante? Para el Pentateuco hay una advertencia así. Aquí en la literatura
de sabiduría, hay una advertencia así.

Y después, en Jeremías, le voy a dar otra ilustración de esto, Jeremías 26, versículo 2: “Así ha dicho
Jehová: Ponte en el atrio de la casa de Jehová, y habla a todas las ciudades de Judá, que vienen
para adorar en la casa de Jehová, todas las palabras que yo te mandé hablarles; no retengas
palabra.” Ni una palabra, ni una sola palabra debe ser omitida.

Ahora, aquí usted tiene lo mismo final de las Escrituras, ‘no toques una palabra. No le añadas, y no
le quites.’ La advertencia prohíbe cualquier alteración de este libro, pero esto no es sólo este libro,
porque hemos oído esta advertencia repetida una y otra vez en los pasajes que le acabo de leer; y
con seguridad, podríamos extenderlo a todas las Escrituras.
Usted dirá: “¿Bueno, porque no lo puso al final de Romanos? ¿Por qué no lo puso al final del libro
de Efesios? ¿Por qué no lo puso al final del libro de Hechos? ¿Por qué no lo puso al final del libro de
Hebreos?” Él lo puso el final de Apocalipsis porque Apocalipsis está al final de la revelación. Es el fin
del Nuevo Testamento. Es el fin de toda la revelación escritural. Y entonces, abarca todo lo que se
ha dado. Y él también lo colocó al final de Apocalipsis porque Apocalipsis, Dios sabía con certeza
que sería el libro más atacado; y ése es el caso.

La advertencia prohíbe cualquier alteración de este libro y cualquier alteración de cualquier cosa
que Dios jamás ha escrito, lo cual se aplica los sesenta y seis libros. Estas palabras de Jesús
entonces, prohíben cualquier intento por añadir o quitar del contenido del libro a través de alguna
falsificación deliberada, alguna distorsión de la enseñanza en su contenido. Eso sería para cualquier
malinterpretación y falsificación deliberada.

Ahora recuerde, este libro de Apocalipsis, cuando fue escrito, inmediatamente cuando fue
diseminado a las siete iglesias, no habría sido popular, por ejemplo, con Jezabel y sus seguidores
que estaban en Tiatira. No habría sido muy popular con los propagadores de la religión falsa de los
nicolitas. Y habría sido muy, muy poco popular con aquellos que estaban en Tiatira, quienes habían
abrazado las cosas profundas de Satanás. No habría sido nada popular con los calumniadores
judíos mencionados en el capítulo 3, versículo 9. Y no habría sido nada popular, nada popular con
muchos otros. Y entonces, habrían comenzado a atacarlo de manera inmediata. Y así fue. Y todavía
lo están atacando.

Y entonces, es la advertencia… No lo alteres. Se refiere a Apocalipsis, ahora escuche esto, pero


desde Apocalipsis, siga mi pensamiento, toma la historia bíblica, toma la historia redentora, siga
esto, hasta el final, ¿no es cierto? Este libro nos lleva hasta el estado eterno, hasta el final, el lago
eterno del fuego, los nuevos cielos y la nueva tierra eternos. Este libro nos lleva hasta el final
mismo. Esa es la razón por la que este libro fue escrito, escrito varias décadas después de los
primeros libros del Nuevo Testamento. Lleva el relato del plan de Dios hasta el final, entonces nada
ve debe serle añadido.

Después, también podríamos decir que cualquier cosa añadida en cualquier punto en las Escrituras
en cualquier libro de las Escrituras tendría que haber sido añadido a Apocalipsis porque Apocalipsis
es el final. Y si quisiera añadir a las Escrituras, tendría que ser colocado después del libro de
Apocalipsis, ¿no es cierto? Entonces, cualquier cosa añadida en cualquier lugar es añadida a
Apocalipsis, lo cual está al final y no hay necesidad de añadir nada porque la historia de manera
clara va al estado eterno, nada más necesita ser dicho.

El doctor Thomas acaba de terminar su segundo volumen, él enseña, claro, en el Masters’ Seminary
y ha completado su segundo volumen de Apocalipsis y en ese volumen, él tiene un párrafo, todavía
no ha sido publicado, pero será publicado en unos cuantos meses. Esto es lo que él dice, y cito:
“Las porciones del proyecto de predicción desde el tiempo de la vida de Juan hasta el estado
eterno. Cualquier tipo de palabras proféticas serían una intromisión en la esfera de lo que él cubre y
constituirían o una adición o sustracción del contenido de Apocalipsis. Entonces, el libro final de la
Biblia también es el producto de conclusión de la profecía del Nuevo Testamento. También marca la
conclusión del canon del Nuevo Testamento debido a que el don profético fue el medio divinamente
escogido para comunicar los libros inspirados del canon,” fin de la cita
Eso realmente lo resume. No más revelación, no más don de profecía en su sentido de revelación.
Nada necesita ser dicho, porque todo ha sido dicho de manera clara hasta el final. No hay nada más
que añadir. No se va a dar más Escritura. Y ahora podemos tomar de la Escritura entregada y
entregársela a los santos intacta.

Versículo 18: “Si alguno añadiere, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro.”
No hay nada más que añadir. El canon está cerrado. El don de profecía en su sentido de revelación
terminó, ya no habrá más profetas que hablen, no habrá más apóstoles que escriban, no habrá más
palabras del cielo, no habrá más visiones espirituales. Y la promesa aquí, la advertencia aquí es que
aquellos que añaden a las Escrituras, sean liberales o críticos de alta crítica o falsos profetas o
fraudes o farsantes. Aquellos que alteran la Verdad, la falsifican, mitigan su mensaje, la alteren, van
a sentir la venganza de Dios. No hay nada que usted necesite añadirle a esto. Y añadirle a esto es
incurrir en sus juicios.

Después, versículo 19: “Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su
parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.” Esto
es igualmente peligroso, claro, disminuir a las Escrituras.

Hay algunas personas que no quieren añadirle, simplemente quieren quitarle. Me acuerdo cuando
estuve en el seminario estudiando teología liberal, nos encontramos con un teólogo que finalmente
había concluido que solamente había 23 versículos en la Biblia entera que de hecho eran inspirados
por Dios. Y se hizo un gran esfuerzo para informarnos a todos nosotros como alumnos del seminario
acerca de la alta crítica alemana, la cual tenía como meta quitar la mitología de la Biblia. El
liberalismo, el liberalismo antiguo, el nuevo liberalismo, la neo ortodoxia, como usted la quiera
llamar, la crítica de Wellhausen y la teoría JEPD; todas esas cosas que usted aprende en la filosofía
y en el seminario tienen como objetivo despojar a las Escrituras de todo lo que ofende al pecador.
Pero Dios va a quitar su parte del árbol de la vida y de la santa ciudad que están escritas en este
libro. Ese tipo de personas no va a estar en el cielo.

Quitar es un juego de palabras. Usted le quita a las palabras de este libro y Dios le va a quitar su
parte en el cielo. La parte que usted hubiera tenido si no hubiera alterado las Escrituras. Ahora,
usted tiene que entender que un verdadero creyente no alteraría las Escrituras. Como puede ver,
cualquier persona que conoce a Dios, cualquier persona que conoce a Cristo, cualquier persona que
va camino al cielo, va a tratar a las Escrituras con gran respeto, va a decir con el salmista: “Oh,
cuánto amo yo Tu ley.” Va a decir: “Es mi deleite diariamente.” Como puede ver, la palabra de Dios
es absoluta, verdadera, fiel, permanente y completa, no debe ser alterada, no debe ser cambiada,
no se le debe añadir nada, no se le debe quitar nada. Y los verdaderos creyentes entienden eso.

Ahora, el hecho de que esta advertencia esté aquí me indica varias cosas. En primer lugar, indica
que los hombres van a tender a alterar las Escrituras y probablemente, van a alterar Apocalipsis
más que cualquier otro libro. Y eso ha sido verdad. En segundo lugar, indica que los hombres van a
negar su validez porque es tan específico proféticamente; y eso ha sido verdad.

Pero también me indica que el Espíritu Santo quiere hacer una afirmación final que abarca todo
acerca de lo que usted hace con las Escrituras. Y la conclusión es que Dios lo ha escrito, no lo
borres y no lo expandas.
Usted dirá: “Bueno, esto me preocupa un poco porque quizás yo he sido culpable de eso.” Quizás lo
está diciendo y quizás así ha sido. Permítame ayudarle a entender esas cosas. En primer lugar,
nuestro Señor no está amenazando a aquellos creyentes que cometen un error en juicio. Él no está
amenazando a aquellos que cometen un error en discernimiento. Él no está amenazando a aquellos
que han llegado a una interpretación no correcta. Lo que Él está haciendo es amenazar a los
incrédulos que se involucran en una falsificación y edición deliberadas y en una mala interpretación
deliberada y engañosa, aquellos a quienes Pablo llama ‘los que corrompen a las Escrituras’. Ningún
verdadero creyente, ningún verdadero amante del Señor de la verdad, ninguno que ha nacido de
nuevo por la simiente incorruptible de la Palabra de Dios, ninguno lavado por la Sangre que limpia,
ninguno regenerado por la Palabra que limpia, de manera deliberada mutilaría las Escrituras. No
envenenaría de manera deliberada su propia comida. No lo haría.

Un verdadero creyente diría con David “¡Oh, cuanto amo yo Tu ley!” Un creyente podría decir: “no
entiendo todo, no puedo explicarlo todo, quizás no lo interprete de manera precisa cada vez que
interpreto, quizás no siempre toque las profundidades de las Escrituras, quizás no pueda entender
sus misterios, pero la amo y nunca me atrevería a alterarla.” Ésa es la señal de un verdadero
creyente.

Inclusive Jesús dijo eso. En Juan, capítulo 8, versículo 31, Jesús dijo esto: “Si permaneciereis en Mi
palabra, seréis verdaderamente Mis discípulos.” Si permaneciereis en Mi Palabra. Si descansas en
Mi Palabra. Si oyes y obedeces Mi Palabra. De eso es de lo que está hablando.

Ahí en Juan 14, versículo 23: “El que me ama, Mi Palabra guardará.” Y después, por lo menos es el
caso de un creyente, que la Palabra de Dios es todo para nosotros. Como bebés, deseamos la
leche de la Palabra para que podamos crecer. No, los creyentes no adulteran la Palabra de Dios.
Los creyentes no alteran la Palabra de Dios. Los verdaderos cristianos la guardan, la honran, la
aman. Podemos entender de manera equivocada algunas partes de la misma, nuestra teología
puede estar mal aquí y allá, pero este no es un ataque deliberado en contra de la Verdad.

El gran comentarista de años pasados llamarlos Seiss, escribió lo que considero un párrafo muy útil.
Escúchelo, y cito: “Con un corazón honesto y en actitud de oración y con estas advertencias
solemnes y terribles delante de mis ojos, me he esforzado por afirmar e indicar lo que nuestro Señor
de gracia me ha dado a conocer de manera particular y defenderlo. Si he leído alguna cosa en Su
libro que no ha sido colocada aquí o he leído de ahí algo que Él no ha colocado ahí, con la tristeza
más profunda, yo me retracto y de manera deliberada quemo los libros.” Él fue un escritor. Él
escribió un comentario; él escribió un comentario de Apocalipsis. Además, él escribe esto: “Si yo en
algo he ido más allá de los límites de la sumisión apropiada a lo que está escrito, sin debilidad o de
manera intempestiva o confiando de manera excesiva en mi propio entendimiento he distorsionado
algo, sólo puedo deplorar la falla y orar que Dios envíe un hombre con más confianza para que nos
abra las verdades que aquí están escritas. He hablado de acuerdo con la gracia y la luz que me han
sido dadas. Si yo erro, que Dios me perdone. Si tengo razón, que Dios bendiga mi testimonio débil.
De cualquier manera, que Dios propague Su Verdad eterna,” fin de la cita. ¿No es eso una gran
afirmación?

La Palabra es verdad. La revelación en todas las Escrituras es verdad. Los verdaderos cristianos la
creen, y la guardan, y la aman y la obedecen. El hecho de que es verdad es un incentivo suficiente
para que el pecador más vale que venga porque dice que lo que sucederá de hecho, sucederá. Y
usted no tendrá parte en el árbol de la vida, el cual es un retrato de la vida eterna. No tendrá entrada
a las puertas de la ciudad eterna.

Entonces, la invitación y los incentivos, respeto hacia la persona que le da la invitación, la


exclusividad del cielo y la verdad de la Palabra de Dios. Y finalmente, un último punto, los pecadores
deben venir debido a la certeza del regreso de Cristo… La certeza del regreso de Cristo. Una última
vez, versículo 20: “El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén;”
dice Juan, “sí, ven, Señor Jesús.”

Un último recordatorio, las últimas palabras que Jesús habló, aquí están. Un último recordatorio.
Juan oye del Señor mismo las últimas palabras que Jesús habló oídas en la tierra, las siguientes
serán el grito cuando Él venga por Su Iglesia. Las últimas palabras: “Ciertamente vengo en breve.”
Va a pasar, exactamente del modo en que el libro de Apocalipsis lo describe. Es cierto. Y Juan
afirma ‘Amén’. Eso significa que así sea. Que así sea. Ven Señor Jesús. ¿Qué significa eso? Quiere
decir estoy listo, ¿no es cierto? Estoy listo. Como Pablo, significa ‘amo Su Venida’. ‘Anhelo Su
Venida’. Pedro reconoció que había falsos profetas que se burlaron de la venida de Cristo. Su amor
por la sensualidad, su avaricia hicieron que se burlaran del regreso de Jesucristo. En 2 Pedro,
capítulo 3, estos burladores vienen y dicen “¿dónde está la promesa desde Su venida?, porque
desde que los padres durmieron todo sigue igual como fue desde el principio de la creación.” Todo
exactamente sigue igual y seguirá igual, es la teoría de la uniformidad. Todo será siempre igual.
Todo será así. Y Pedro les recuerda: “¿Se han olvidado del diluvio que destruyó al mundo entero?”
Las cosas no van a continuar como están. Jesús viene; y cuando venga, todo lo de Apocalipsis
sucederá. ¿Puede usted decir: “amén, ven, sí Señor Jesús?” Yo sí. Yo espero que usted pueda.

Y después, la bendición de la Biblia. ¿Y usted no sabría que si el Señor va escoger una palabra,
sería ‘gracia’? ¿Usted simplemente pensó que nombramos a esta iglesia de manera arbitraria? La
última palabra es: “La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.” Y lo último
que la Biblia dice es que para los pecadores está disponible ¿qué? La gracia… Gracia. Después de
todo esto, gracia. ¿Es suya? ¿Está listo?

¿Sabe una cosa?, conforme pensamos en estas profecías, profecías en las Escrituras, es como ver
a un cielo lleno de estrellas y usted ve hacia arriba el cielo y algunas veces en una noche muy clara,
usted ve a todas esas estrellas por todos lados y hasta donde usted sabe, si alguien no hubiera
mirado hacia arriba en un telescopio o hubiera volado en una de estas latas de metal que están en
órbita ahí arriba, hasta donde usted sabe, podríamos simplemente estar adentro de un globo y todos
estos pequeños puntos, pintados en esa superficie. Realmente todos se ven como si estuvieran allí
en el mismo lugar, como luces en este edificio conforme miramos hacia arriba. Pero la realidad es
que usted está viendo estrellas y todas parecen estar simplemente ahí en el techo del cielo; pero en
realidad, están a billones de años de luz de distancia unas de otras. No parecen verse así para
nosotros. Pero así es. Billones de años luz la separan unas de otras.

¿Y sabe cosa?, así es con la verdad profética. Vemos el libro de Apocalipsis, el libro de Daniel, el
sermón del Monte de los Olivos de Jesús, vemos las cosas que Zacarías dijo y los otros profetas de
las Escrituras, Isaías, Jeremías. Y vemos este panorama tremendo de estrellas. Pero lo que no
podemos ver es la distancia que separa todas estas cosas proféticas. Y entonces, simplemente le
recuerdo al final, el tiempo de estos acontecimientos y la distancia entre estas cosas. A menos de
que sea afirmado de manera particular, no es conocido para nosotros. Entonces, vivimos todo el
tiempo con expectativa. Y sin embargo, algunas veces preguntándonos ‘bueno, ¿por qué no
sucede?’ Y toda persona que trata de entender la secuencia, se equivoca.

El punto es: toda persona en todo momento más vale que esté lista y alerta y velando porque Él
viene en un momento que ningún hombre conoce y una hora en la que usted no cree que va a venir.
Hasta esa hora, hay gracia. Y que la gracia del Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Oremos.

Ha sido un gozo, Padre, pasar estos años en este libro. Pocos sabíamos la aventura que nos
esperaba cuando comenzamos. Pero cómo nos ha cambiado, cómo nos ha moldeado, cómo nos ha
dado un sentido totalmente nuevo del tiempo y la eternidad, una nueva perspectiva del futuro y,
como consecuencia, del presente. Oh, cómo nos regocijamos que Jesús viene y decimos con Juan’
Amén, sí, ven Señor Jesús’. Oro por pecadores arrepentidos y no redimidos, no perdonados, que
puedan oír la invitación a venir y que sepan que eres Tú, el Señor del cielo vivo, invitándolos. ¡Qué
cosa tan magnánima y sorprendente, que Tú, el Santo y eterno invites a pecadores a venir! Que
ellos se den cuenta de la exclusividad del cielo, que es sólo para aquellos que han sido perdonados
y ninguno de los otros jamás entrará, si no que pasarán la eternidad en el lago de fuego. Y que ellos
sepan que la Biblia es verdad, que la palabra que has escrito es verdad. Y que Tú vienes en breve.
Simplemente, no sabemos qué tan pronto.

Que todos nosotros estemos preparados y velando para el que viene como ladrón en la noche, que
estemos listos. Y que estemos esperando y amando la esperanza bienaventurada y la
manifestación gloriosa de nuestro Dios y Salvador, el Señor Jesucristo, en cuyo nombre oramos.
Amén.

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