Está en la página 1de 2

El aroma de Cristo

COMPARTIR     
cristo
arom
https
%0D%
post:
sigui
el
intere
pued
le
que
cree
&bod
UMC
de
comp
[Publ
subje
(mail

Luis O. Díaz de Arce

Cada día, exactamente a la misma hora, pasaba el vecino por el costado de mi


casa. Iba impecablemente vestido, con un traje bien planchado, corbata bien
arreglada, zapatos bien lustrados, nunca le faltaba el sombrero ni una dosis de
loción cuyo aroma penetraba por las ventanas y se sentía por toda la casa. Este
individuo esparcía su aroma agradable por donde caminaba.

Somos prisioneros de los buenos aromas. Pero también vivimos rodeados de


todo tipo de olores, incluso los propios, sean agradables o no, casi no hay
manera de evitarlos. Sin embargo, hay olores humanos que pueden resultar
desagradables y hasta ofensivos. Sin siquiera darnos cuenta, uno trata de
evadirlos con el temor de que, si nos acercamos a una persona que no huele
bien, el olor puede que se nos pegue.

Frente a la casa donde vivía cuando niño y durante mi adolescencia, en un


barrio de Cárdenas, Cuba, había una casa con un gran patio donde crecían
muchas plantas que las llamábamos "galán de noche", porque sus flores se
abrían al anochecer y esparcían un perfume fragante que cruzaba la calle y
llegaba a sentirse en nuestra casa y en las de los vecinos para el deleite de
todos. ¡Qué agradable es sentir el olor de las flores o de un buen perfume!

En el evangelio de Juan (12:1-8), encontramos la bella historia de María, la


hermana de Lázaro, a quien Jesús había resucitado. En la historia, María ungió
los pies de Jesús con un costoso perfume de nardo. Jesús profetizó que ese
tierno hecho sería recordado y que María sería honrada al ser predicado el
evangelio. Así fue, el perfume derramado por María llega a nosotros como un
desafío. El reto de esparcir el perfume de Jesús en nuestro diario vivir.

En su segunda carta de Corintios (2:14-17), el apóstol Pablo también nos habla


del aroma de Cristo. Para ilustrar su pensamiento, usa una imagen con la que
sus lectores estaban familiarizados: El desfile de recibimiento a generales del
ejército romano a su regreso de una campaña victoriosa. Un general tenía que
haber peleado al frente de batalla, debía haber ganado y establecido la paz en
las tierras conquistadas, debía haber acabado con los enemigos, haber
atrapado prisioneros y haber conseguido un gran botín.

En el desfile también marchaban sacerdotes llevando incensarios esparciendo


perfume de incienso que significaba olor de vida o de muerte, según la condena
que recibirían los prisioneros y esclavos.

En esta ilustración, Pablo nos presenta a Cristo como el gran conquistador


universal a quien no se puede derrotar. Por gracia de Dios, los que hemos
aceptado a Cristo, nos unimos al triunfo de Cristo pues somos parte del gran
desfile universal y eterno. Por medio nuestro, Dios manifiesta la fragancia de
Cristo en todo lugar. Los cristianos tenemos el deber de acarrear el delicioso
aroma de Cristo que lleva a la salvación.

Así lo hacía ese vecino en mi vieja Cárdenas, al caminar iba esparciendo su


colonia o perfume. De igual forma, también nosotros somos llamados a
esparcir el aroma de Cristo en nuestro caminar por este mundo. Dios en medio
de nosotros manifiesta la fragancia de Cristo en todo lugar. Pablo nos dice que
los cristianos verdaderos tienen el delicioso olor de Cristo.

El aroma de Cristo trasciende por medio de su amor, su carácter, su


personalidad y sus enseñanzas. Nuestro reto es manifestar esa fragancia en
nuestras vidas diarias y trascenderla.

¿Cómo nos contagiamos con el perfume de Jesús? Muy sencillo, viviendo en


obediencia a Cristo por medio de la oración, la lectura de la Biblia, una activa
participación en la vida de la iglesia y sirviendo a nuestros hermanos y
hermanas en la comunidad. Estos son medios efectivos que tenemos a nuestra
disposición.

Si vivimos abrazados a Jesucristo, adquiriremos su perfume y podemos


esparcirlo en nuestro andar cotidiano.

--Luis O. Díaz de Arce, Ministro jubilado de la IMU, Hialeah, Florida

el Intérprete, marzo-abril, 2010

 Volver arriba

Comunicaciones Metodistas Unidas es una agencia de la Iglesia Metodista Unida


©2024 Comunicaciones Metodistas Unidas. Reservados todos los derechos

También podría gustarte