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Secretos del firmamento:Un amor celestial

En los vastos reinos celestiales, donde las estrellas brincan sin parar y los susurros

del viento llevan consigo secretos antiguos. Existía un ángel llamado Eriel. Eriel era

un ser radiante, con alas resplandecientes que reflejaban la luz de las estrellas, y su

misión era clara: descender a la Tierra y velar por los humanos con amor y

compasión.

Un día, Eriel,bajo las ordenes de sus superiores,fue enviado a la Tierra con una

tarea en particular. Debería cuidar a una niña humana, llamada Aria. Así descendió

del firmamento y se convirtió en una presencia invisible para los ojos mortales,

velando silenciosamente por la seguridad y el bienestar de la pequeña Aria.

Los años pasaron, y Eriel observó cómo Aria crecía, una flor delicada en un mundo

de sombras y luces. Desde las sombras, protegió su sueño cuando los monstruos

de la noche acechaban y secó sus lágrimas cuando el dolor la consumía. Aria era

ajena a la presencia celestial que la seguía, creció con la sensación de que fuera

donde fuera,algo velaba por ella.

Con el tiempo, el corazón de Eriel se vio cautivado por la pureza y la inocencia de

Aria. Sus ojos, tan luminosos como las estrellas, reflejaban un mundo lleno de luz.

Cada sonrisa de Aria era la luz en la oscuridad de la existencia de Eriel, y su risa

resonaba en cada parte de su ser.

Sin embargo, el amor entre un ángel y un humano estaba destinado a ser un

secreto del firmamento. Eriel sabía que su amor por Aria era prohibido. A pesar de

ello, no pudo evitar amarla con cada parte de su ser.

Los años pasaron, y Aria se convirtió en una mujer, llena de esperanzas y sueños.

Eriel la observaba desde las sombras, protegiéndola con el mismo amor y devoción
que había sentido desde el primer día en que la vió. Y mientras el tiempo

transcurría, el lazo invisible que había entre el ángel y la mortal se fortalecía, un

amor que traspasaban los límites del cielo y la tierra.

Hasta que llegó el día en el que el destino alcanzó su auge. Fue ese momento

donde Aria se enfrentaba a su mayor desafio.Eriel dejó de ser una sombra para ella

y en la oscuridad se reveló ante ella, con sus alas desplegadas y con su corazón

desnudo.

Aria, sorprendida por la presencia celestial que había velado por ella toda su vida,

sintió una oleada de asombro y gratitud. Y vio en los ojos de Eriel el reflejo de un

amor puro y eterno, un amor que trascendía las barreras entre el cielo y la tierra.

En ese instante, en medio de la luz de las estrellas y el susurro del viento, se

encontraron un ángel y una mortal, unidos por un amor que había sido un secreto

del firmamento, un amor celestial que había desafiado las leyes de los dioses.

Y así, quedó escrito el relato de un amor prohibido pero eterno, un amor que había

nacido en los secretos del firmamento y que seguiría brillando incluso si el universo

desapareciera.

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