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Jesus Solo - Una Respuesta Al - Fernando E. Alvarado
Jesus Solo - Una Respuesta Al - Fernando E. Alvarado
Fernando E. Alvarado
Maranatha Books
Contenido
EL PENTECOSTALISMO SE DIVIDE Y
LA HEREJÍA SE PROPAGA
Algunos predicadores y evangelistas pentecostales
comenzaron a aceptar y predicar la doctrina de la unicidad y
el bautismo el nombre de Jesús durante ese tiempo, lo que
condujo a fricciones dentro del nuevo movimiento. Cuando
las Asambleas de Dios oficialmente afirmaron la doctrina
tradicional de la Trinidad en su Cuarto Concilio General en
octubre de 1916, los pentecostales unicitarios se vieron
obligados a retirarse. Dos meses más tarde, varios ministros
unicitarios se reunieron en Eureka Springs, Arkansas, y el 2
de enero de 1917, formaron una organización Pentecostal
Unicitaria llamada Asamblea General de las Asambleas
Apostólicas.[17]
La Asamblea General de las Asambleas de la Sede
Apostólica se fusionó con otra iglesia, las Asambleas
Pentecostales del Mundo (Pentecostal Assemblies of the
World – PAW) y aceptó el liderazgo de G. T. Haywood, un
afroamericano. Este grupo celebró la primera reunión en
Eureka Springs en 1918. Esta organización interracial adoptó
el nombre de la PAW y permaneció como el único organismo
Pentecostal Unicitario hasta finales de 1924.[18]
Las leyes Jim Crow del sur, junto con otras normas
raciales y culturales, condujo a que muchos dirigentes
blancos salieran de la PAW en vez de permanecer bajo el
liderazgo afroamericano. Muchas congregaciones locales en
el Sur, no obstante, quedaron integradas mientras que
intentaran cumplir con las leyes de segregación local.
En 1925, se formaron tres nuevas iglesias unicitarias: las
Iglesias Apostólicas de Jesucristo, la Alianza Ministerial
Pentecostal, y la Iglesia de Emmanuel en Jesucristo. En
1927, se dieron pasos hacia la reunificación de estas
organizaciones. Reunidos en un convenio conjunto en
Guthrie, Oklahoma, la Iglesia de Emmanuel en Jesucristo y
las Iglesias Apostólicas de Jesucristo se fusionaron, tomando
el nombre de la Iglesia Apostólica de Jesucristo.
Esta fusión unió alrededor de 400 ministros pentecostales
de la Unicidad. En 1931, una conferencia de unidad con
representantes de cuatro organizaciones unicitarias se
realizó en Columbus, Ohio, tratando de unificar a todos los
pentecostales Unicitarios de Estados Unidos. La Alianza
Ministerial Pentecostal votó a favor de fusionarse con la
Iglesia Apostólica de Jesucristo, pero los términos de la
fusión propuesta fueron rechazados por ese organismo. Sin
embargo, una unión entre la Iglesia Apostólica de Jesucristo
y la PAW se consumó en noviembre de 1931. El nuevo
organismo mantuvo el nombre de las Asambleas
Pentecostales del Mundo.[19]
En 1932, la Alianza Ministerial Pentecostal cambió su
nombre a la Iglesia Pentecostal Incorporada para reflejar su
estructura organizativa. En 1936, ministros de la Iglesia
Pentecostal Incorporada, votaron para trabajar hacia una
fusión con las Asambleas Pentecostales de Jesucristo. La
unión final, sin embargo, resultó difícil de conseguir hasta
1945 cuando estas dos organizaciones Pentecostales
unicitarias se integraron para formar la Iglesia Pentecostal
Unida Internacional.
La fusión de estos dos organismos pentecostales de la
Unicidad unió a 1.838 ministros y aproximadamente 900
iglesias. En los últimos años, la IPUI se ha vuelto
étnicamente más diversa. Numerosos pastores, presbíteros y
superintendentes de distrito afroamericanos ocupan
posiciones de liderazgo en la IPUI hoy día. La comunidad
hispana/latina tiene su propio organismo de la IPU llamada
Iglesia Pentecostal Unida Hispana Inc., con congregaciones
localizadas por todos los Estados Unidos.
La IPUI es, hoy por hoy, la mayor de las iglesias del
pentecostalismo unicitario, pero no es la única. Otras
denominaciones pentecostales unicitarias de importancia
numérica son la Iglesia Apostólica Internacional, la Iglesia de
Jesús en Filipinas, la Asamblea del Señor Jesucristo, la
Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo de la Fe Apostólica, los
Cristianos Evangélicos en el Espíritu de los Apóstoles, la
Verdadera Iglesia de Jesús, las Asambleas Pentecostales del
Mundo, Inc., la Iglesia del Espíritu Santo de Jesús, la
Asamblea Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, la Iglesia
Apostólica de Pentecostés de Canadá, las Asambleas
Pentecostales de Jesucristo y la Iglesia Apostólica de la Fe
en Cristo Jesús, entre muchas otras.
CREENCIAS DISTINTIVAS DEL
PENTECOSTALISMO UNICITARIO
El pentecostalismo unicitario, también llamado
pentecostalismo del nombre de Jesucristo o Solo Jesús, es
una de las cinco ramas del pentecostalismo moderno.[20] Se
caracteriza por practicar la doctrina de la Unicidad de Dios,
es decir, por no creer en la Santísima Trinidad y considerar al
«Padre», «Hijo» y «Espíritu Santo» como manifestaciones de
YHWH, EL Dios del Antiguo Testamento, siendo su principal
manifestación la figura de Jesucristo. Este es, sin duda, su
mayor distintivo.
En consecuencia, al rechazar la doctrina trinitaria, sus
adherentes practican el bautismo en el nombre de Jesús, en
lugar de seguir la forma trinitaria del bautismo en el nombre
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Los pentecostales
unicitarios fundamentan su unitarismo en pasajes del Antiguo
Testamento como Deuteronomio 6:4; sin embargo, el
modalismo de los pentecostales unicitarios ha sido
duramente criticado por los movimientos pentecostales
trinitarios.
Pero su antitrinitarismo y su objeción al bautismo en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo no sus únicos
distintivos. También suelen afirmar que el bautismo en agua y
el hablar en lenguas equivalen a nacer de nuevo y, por lo
tanto, son indispensables para la salvación. Al hacer esto los
pentecostales unicitarios se alejan enormemente de la
ortodoxia pentecostal. Su legalismo y contradictorio sistema
soteriológico también han sido cuestionados duramente, ya
que muestran un alejamiento de la teología protestante
ortodoxa. Por tal motivo, muchos evangélicos no vacilan en
catalogar como sectas a las diversas iglesias pentecostales
unicitarias.
Analicemos brevemente algunas de las doctrinas
peculiares del pentecostalismo unicitario a la luz de la Biblia.
II.- SOTERIOLOGÍA
El pentecostalismo unicitario deriva su soteriología de
Hechos 2:38 y Juan 3:3-5. Creen que, a fin de recibir la
salvación bíblica, una persona debe ser espiritualmente
nacida de nuevo. Para ellos, esto se logra por morir al
pecado mediante el arrepentimiento, siendo sepultado con
Jesucristo en el bautismo en agua, y ser resucitado mediante
la recepción del bautismo del Espíritu Santo, evidenciado por
el hablar en lenguas. Por tal motivo, el bautismo en agua y el
hablar en lenguas son considerados esenciales para la
salvación.
El pentecostalismo unicitario no reconoce la soteriología
aceptada por la mayoría de protestantes y evangélicos
(incluidos otros pentecostales), particularmente la creencia
en la salvación por fe solamente. Para los pentecostales
unicitarios, uno recibe a Cristo cuando sigue su mandamiento
de arrepentirse, es bautizado en agua en su Nombre (usando
la fórmula del Nombre de Jesús) y recibe el bautismo en el
Espíritu Santo evidenciado por el hablar en otras lenguas. Sin
estos 3 requisitos no hay salvación. Sólo aquellos que
«perseveren hasta el fin» (Mateo 24:13) en esta relación con
Cristo serán salvos. Mientras tanto, no hay verdadera
seguridad ni certeza de la salvación.
Este sistema soteriológico es considerado herético por los
evangélicos ortodoxos, quienes ven en el mismo un sistema
de salvación por obras, muy cercano al semipelagianismo.
Los pentecostales unicitarios, sin embargo, insisten en negar
tal acusación, afirmando que ellos creen que uno es salvado,
no por obras, sino por la gracia de Dios. No obstante, insisten
en afirmar que la gracia se recibe no sólo por la fe en
Jesucristo sino por la obediencia a su mandamiento de nacer
de nuevo (ser bautizado en agua en el nombre de Jesús y
hablar en lenguas, según su interpretación) y seguir la paz
con todos y la santidad sin la cual nadie será salvo. Estas
obras, insisten, son hechas por fe en lo que ya está
establecido en la Palabra de Dios.
III.- EL ARREPENTIMIENTO
Los pentecostales unicitarios creen que el arrepentimiento
es esencial para la salvación, como se indica en Lucas 13:5 y
Hechos 2:38. El arrepentimiento es definido por ellos como
un total alejamiento del pecado y con dirección a Dios. Según
el pentecostalismo unicitario el arrepentimiento exige al
pecador arrepentido tomar los próximos pasos bíblicos hacia
el perdón y la reconciliación con Dios: el bautismo en agua
en el Nombre de Jesucristo y el bautismo del Espíritu Santo.
Por otra parte, el arrepentimiento debe ir acompañado de
«quebranto divino». Esto no es solo pesar, sino un gusto
genuino interno del desagrado de Dios sobre el estilo de vida
pecaminoso de uno, que a su vez rompe su corazón y lleva a
la determinación de abandonar absolutamente el pecado sin
remordimientos ni dudas.
El arrepentimiento es considerado un prerrequisito para
recibir el Espíritu Santo. Los pentecostales unicitarios
enfatizan que nadie puede arrepentirse por su propio poder,
sino que requiere un don sobrenatural de la gracia de Dios.
Consideran, sin embargo, que el arrepentimiento no conlleva
por sí mismo el poder de la salvación, pues a menos que se
siga con el bautismo en agua en el nombre de Jesucristo y
del bautismo del Espíritu Santo, el creyente sigue perdido y
condenado.
VII.- LITURGIA EN EL
PENTECOSTALISMO UNICITARIO
Los servicios de adoración en las iglesias pentecostales
unicitarias son a menudo descritos como de naturaleza
festiva y emocional, con miembros saltando, danzando,
cantando, gritando y aplaudiendo, como en todas las iglesias
pentecostales. Algunas personas corren por los pasillos de la
iglesia, lo que se conoce como «marcha de victoria».
Los servicios a menudo son interrumpidos por actos de
hablar en lenguas (glosolalia), interpretación de lenguas,
mensajes proféticos, e imposición de manos para propósitos
de sanidad. Estos acontecimientos pueden ocurrir
espontáneamente. A menudo se realizan masivas “llamados
al altar” donde la congregación entera es animada a venir y
orar juntos en el frente de la iglesia.
El pentecostalismo unicitario es, sin duda, más colorido y
peculiar de lo que muchos suponen. Tiene numerosos puntos
de acuerdo con el pentecostalismo ortodoxo, pero también
numerosas diferencias que obligan a marcar una línea
divisoria entre ambos. Sus errores doctrinales van más allá
de su antitrinitarismo o su forma de bautizar. Su soteriología,
su pneumatología y toda su praxis cristiana se encuentran,
en alguna medida, en conflicto con el cristianismo ortodoxo.
LA RAÍZ DEL CONFLICTO: ¿ES
DIOS UNA TRINIDAD?
Como pudimos constatar en los capítulos anteriores, la
herejía amenazó con infectar el pentecostalismo desde sus
inicios. La doctrina trinitaria, pilar del cristianismo ortodoxo y
bíblico, fue cuestionada en el pentecostalismo primitivo a
través de la doctrina heterodoxa conocida como
«Modalismo». Dicha herejía cristológica enseña que Dios no
es una esencia compartida por tres personas, sino que existe
un solo ser en tres modos, en diferentes tiempos.
Los pentecostales unicitarios creen que en el Antiguo
Testamento Dios se manifestó como Padre, en el Nuevo
Testamento durante su encarnación se manifestó como Hijo y
desde pentecostés como Espíritu Santo. El modalismo
también es conocido como Monarquianismo Modalista. Dicha
herejía identifica a Jesucristo como Dios mismo (el Padre)
manifestado en carne.
El modalismo, se opone férreamente al dogma de la
Trinidad. De acuerdo con la concepción trinitaria, Padre, Hijo
y Espíritu Santo, son cada una de las tres personas de la
Trinidad. En cambio, los modalistas afirman que estos
términos nunca pretendían hacer distinciones de tres
personas eternas dentro de la naturaleza de Dios, sino que
simplemente se referían a modos o manifestaciones de Dios.
En otras palabras, Dios es un ser individual y único y los
diversos términos usados para describirle (tales como Padre,
Hijo y Espíritu Santo) son designaciones aplicadas a sus
diferentes formas de actuar o a las diferentes relaciones que
Él tiene para con el hombre.
La principal corriente del modalismo en los primeros
siglos del cristianismo fue el patripasianismo o sabelianismo.
El patripasianismo (del latín pater, patris, padre, y passus,
padecer) fue una doctrina cristiana monarquianista de los
siglos II y III que negaba el dogma de la Trinidad al
considerar la misma como tres manifestaciones de un ser
divino único, sosteniendo que fue el mismísimo Dios Padre
quien había venido a la Tierra y había sufrido en la cruz bajo
la apariencia del Hijo.
Esta doctrina, considerada herética tras ser condenada en
el 261 d.C. por el Concilio de Alejandría, es también conocida
como sabelianismo al ser su principal defensor el obispo
Sabelio, sacerdote y teólogo del siglo III. Hoy en día, esta
doctrina sobrevive a través del pentecostalismo unicitario.
LA TRINIDAD EN EL ANTIGUO
TESTAMENTO
En la doctrina de la Trinidad se encuentra incluido el
monoteísmo, lo cual es la enseñanza de que en todo el
universo existe un ser único conocido como Dios el cual tiene
una existencia propia e inmutable (Isaías 43:10; 44:6, 8). Es
importante notar que la doctrina de la Trinidad no es politeísta
como algunos de los críticos proclaman.
Por definición el trinitarismo (o, mejor dicho, triunitarismo)
es monoteísta y aquellos que claman que es politeísta,
demuestran una falta de entendimiento de lo que es ésta
realmente. Dios es una Trinidad de personas la cual consiste
de una sustancia y una esencia. Dios, numéricamente es
uno; aun así, dentro de la esencia divina individual hay tres
individuos subsistiendo a los cuales llamamos personas.
Cada una de las tres personas es completamente divina
en naturaleza, aunque cada uno no es la totalidad de la
Divinidad. Cada una de las tres personas no es las otras dos
personas. Cada una de las tres personas está relacionada a
las otras dos, pero son diferentes entre ellas.[24]
El Credo Atanasiano explica la doctrina trinitaria de la
siguiente manera:
“Veneremos a un solo Dios en la Trinidad, y a la
Trinidad en la unidad; sin confundir las personas ni
separar las sustancias. Porque una es la persona del
Padre, otra la del Hijo y otra (también) la del Espíritu
Santo; pero el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo tienen
una sola divinidad, gloria igual y coeterna majestad. Cual
el Padre, tal el Hijo, tal (también) el Espíritu Santo;
increado el Padre, increado el Hijo, increado (también) el
Espíritu Santo; inmenso el Padre, inmenso el Hijo,
inmenso (también) el Espíritu Santo; eterno el Padre,
eterno el Hijo, eterno (también) el Espíritu Santo. Y, sin
embargo, no son tres eternos, sino un solo eterno, como
no son tres increados ni tres inmensos, sino un solo
increado y un solo inmenso. Igualmente, omnipotente el
Padre, omnipotente el Hijo, omnipotente (también) el
Espíritu Santo; y, sin embargo, no son tres omnipotentes,
sino un solo omnipotente. Así Dios es el Padre, Dios es
el Hijo, Dios es (también) el Espíritu Santo; y, sin
embargo, no son tres señores, sino un solo Señor;
porque, así como por la cristiana verdad somos
compelidos a confesar como Dios y Señor a cada
persona en particular; así la religión católica nos prohíbe
decir tres dioses y señores. El Padre, por nadie fue
hecho no creado ni engendrado. El Hijo fue solo por el
Padre, no hecho ni creado, sino engendrado. El Espíritu
Santo, del Padre y del Hijo, no fue hecho ni creado ni
engendrado, sino que procede.
“Hay, consiguientemente, un solo Padre, no tres padres;
un solo Hijo, no tres Hijos; un solo Espíritu Santo, no tres
espíritus santos; y en esta Trinidad, nada es antes ni
después, nada mayor o menor, sino que las tres
personas son entre sí coeternas y coiguales, de suerte
que, como antes se ha dicho, en todo hay que venerar lo
mismo la unidad en la Trinidad que la Trinidad en la
unidad. El que quiera, pues, salvarse, así ha de sentir de
la Trinidad.
Pero es necesario para la eterna salvación creer
también fielmente en la encarnación de nuestro Señor
Jesucristo. Es, pues, la fe recta que creemos y
confesamos que nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios,
es Dios y hombre. Es Dios engendrado de la sustancia
del Padre antes de los siglos, y es hombre nacido de la
madre en el siglo 1, perfecto Dios, perfecto hombre,
subsistente de alma racional y de carne humana, igual al
Padre según la divinidad, menor que el Padre según la
humanidad. Más aun cuando sea Dios y hombre, no son
dos, sino un solo Cristo, y uno solo no por la conversión
de la divinidad en la carne, sino por la asunción de la
humanidad en Dios; uno absolutamente, no por
confusión de la sustancia, sino por la unidad de la
persona. Porque a la manera que el alma racional y la
carne es un solo hombre; así Dios y el hombre son un
solo Cristo. El cual padeció por nuestra salvación,
descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre
los muertos, subió a los cielos, está sentado a la diestra
de Dios Padre omnipotente, desde allí ha de venir a
juzgar a los vivos y a los muertos, y a su venida todos
los hombres han de resucitar con sus cuerpos y dar
cuenta de sus propios actos, y los que obraron bien, irán
a la vida eterna; los que mal, al fuego eterno.”[25]
Pero más allá de los credos de la iglesia, la Biblia en su
totalidad nos enseña la doctrina de la Trinidad. En la Biblia si
podemos encontrar evidencias que demuestran el concepto
trinitario, y realmente no necesitamos investigar muy a fondo
las Santas Escrituras para encontrar tales pruebas.
Ya desde el mismo comienzo de la Biblia, en Génesis 1:
1, encontramos que Moisés utiliza el nombre plural de Dios:
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra.” Aquí, en este
versículo, la palabra hebrea equivalente a Dios es
Elohim( אלהיםo ‘ĕlohı̂̂ ym), en la forma plural אלEl o אלה
Eloah, la cual ha sido tradicionalmente interpretada como la
pluralidad de la condición divina del mismo Dios.
Pero Génesis 1: 1 no es la única cita en las Santas
Escrituras hebreas que describe a nuestro Dios en una forma
plural. Esta palabra en plural se encuentra en la Biblia unas
tres mil veces, mientras que su equivalente en singular solo
cincuenta y siete veces. ¿Es todo esto una contradicción?
¿Quiere decir esto que en realidad hay varios Dioses y no
solo Uno? De ninguna manera.
Es provechoso el conocimiento del idioma hebreo, para el
mejor entendimiento de los pasajes del Antiguo Testamento.
En Génesis 1:1, se utiliza el nombre plural “Elohim”. En
Génesis 1:26; 3:22; 11:7 y en Isaías 6:8, se usa el pronombre
plural para “nosotros”. Sin duda, “Elohim” y “Nosotros” se
refieren a más de dos.
En el idioma español tenemos dos formas, singular y
plural. En el idioma hebreo existen tres formas: singular,
doble y plural. Doble es solamente para dos. En hebreo, la
forma doble es utilizada para cosas que vienen en pares
como los ojos, orejas y manos. La palabra “Elohim” y el
pronombre “nosotros” son formas plurales (definitivamente
más que dos) y deben estarse refiriendo a tres o más (Padre,
Hijo, y Espíritu Santo).
En Génesis 1:26 podemos ver también como aparece la
forma plural imperativa de la primera persona del verbo hacer
(“hagamos”) y también la forma plural nominativa de la
primera persona (“nuestra”): “Entonces dijo Dios: Hagamos al
hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y
señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en
las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra
sobre la tierra”. Nuevamente, vale la pena recordar que hay
aproximadamente unos tres mil casos en que la palabra
hebrea equivalente a Dios (Elohim) aparece en su forma
plural en el Antiguo Testamento.
Algunos argumentan que en Génesis 1:26 Dios les
hablaba a los ángeles, seres espirituales inteligentes y
semejantes a él, pero inferiores, con los cuales consultó
acerca de la creación. Esto sin embargo, no podría ser
posible por dos razones: En primer lugar, los ángeles no son
creadores; en segundo lugar, no estamos hechos a la imagen
de los ángeles.
Otros pasajes trinitarios del Antiguo Testamento son:
“Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno
de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que
no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida,
y coma, y viva para siempre.” (Génesis 3:22)
Génesis 11:7 dice:
“Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su
lengua, para que ninguno entienda el habla de su
compañero.”
También se destaca Salmos 45:6-7:
“Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; cetro de
justicia es el cetro de tu reino. Has amado la justicia y
aborrecido la maldad; por tanto, te ungió Dios, el Dios
tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros…”.
Esto es citado en Hebreos 1:8: “…Mas del Hijo dice; Tu
trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad es
el cetro de tu reino”.
Otro pasaje trinitario es Isaías 6:8:
“Después oí la voz del Señor, que decía: ‘¿A quién
enviaré, y quién irá por nosotros?’ Entonces respondí yo:
‘Heme aquí, envíame a mí’”.
También en Isaías 48:16 leemos:
“Acercaos a mí, oíd esto: ‘desde el principio no hablé
en secreto; desde que eso se hizo, allí estaba yo; y
ahora me envió Jehová el Señor, y su Espíritu’”.
El texto hebreo y arameo del Antiguo Testamento nos
revela aún más conocimiento sobre la Trinidad del que
podríamos deducir del texto en español. Por ejemplo:
TEXTO EN FONÉTICA TRADUCCIÓN
ESPAÑOL HEBREA LITERAL
JOSUÉ 24:19 TRADUCCIÓN
FONÉTICA:
LITERAL:
ESPAÑOL:
KI ELOHIM
“Porque Él es Dios PORQUE DIOSES
KEDOSHIM HU
Santo.” SANTOS (ES) ÉL
ECLESIASTÉS
TRADUCCIÓN
12:1 FONÉTICA:
LITERAL:
ESPAÑOL: UZEJOR ET-
Y ACUÉRDATE DE
“Acuérdate, pues, BOREJA
TUS CREADORES
de tu Creador . . .”
TRADUCCIÓN
GÉNESIS 20:13 FONÉTICA
LITERAL:
ESPAÑOL: VAYEHI
Y SUCEDIÓ QUE
“Y sucedió que KA’ASHER HITU
CUANDO LOS DIOSES
cuando Dios me hizo OTI ELOHIM
ME HICIERON SALIR
salir . . .” MIBET AVI
DE CASA DE MI PADRE
TRADUCCIÓN
2 SAMUEL 7:23 FONÉTICA:
LITERAL:
ESPAÑOL: ASHER
AL CUAL FUERON /
“al cual viniste . . .” HALJU-ELOHIM
VINIERON DIOSES . . .
DEUTERONOMIO
4:7 FONÉTICA: TRADUCCIÓN
LITERAL:
ESPAÑOL: MI-GOY
“¿Qué nación GADOL ASHER- ¿QUÉ NACIÓN
grande hay que tenga LO ELOHIM GRANDE QUE TENGA
un dios tan cerca de KEROVIM ELAV DIOSES CERCANOS A
ella como está el KAYAHVEH ÉL COMO YAHVEH
Señor nuestro Dios . . ELOHEYNU NUESTROS DIOSES?
.?”
TRADUCCIÓN
GÉNESIS 35:7
FONÉTICA: LITERAL:
ESPAÑOL:
SHAM NIGLU ALLÍ SE
“. . . allí Dios se le
ELAV HAELOHIM MANIFESTARON A ÉL
había manifestado . . .”
LOS DIOSES
JOSUÉ 22:22
FONÉTICA: TRADUCCIÓN
ESPAÑOL: LITERAL:
EL ELOHIM
“El Dios de los
YAHVEH EL DIOS DIOSES
dioses, Yahveh, el Dios
ELOHIM YAHVEH YAHVEH DIOS DIOSES
de los dioses, Yahveh,
HU YODEA YAHVEH ÉL SABE
lo sabe . . .”
TRADUCCIÓN
LITERAL:
OSEAS 11:2 FONÉTICA:
ELLOS LES
ESPAÑOL: KAREU
LLAMABAN Y DE LA
“Cuanto más yo los LAHEM KEN
MISMA MANERA SE
llamaba, tanto más se HALEJU
IBAN DE SUS
alejaban de mí” MIPENEHEM
ROSTROS /
PRESENCIAS
TRADUCCIÓN
OSEAS 11:12b FONÉTICA:
LITERAL:
ESPAÑOL: VIHUDA OD
Y JUDÁ AÚN
“Judá aún gobierna RAD IM-EL VEIM-
GOBIERNA CON DIOS
con Dios, y es fiel con KEDOSHIM
Y CON LOS SANTOS
los santos.” NEEMAN
ES FIEL
LA TRINIDAD EN EL NUEVO
TESTAMENTO
Si el Antiguo Testamento insinúa la Trinidad, el Nuevo la
enseña de manera clara y sin rodeos. El Nuevo Testamento
registra sucesos y formulaciones que ponen en claro la
Trinidad Divina en su accionar dentro de la historia de la
salvación. Un ejemplo de la presencia del trino Dios se puede
ver inmediatamente al comenzar la actividad pública de
Jesús, cuando en su Bautismo el Padre y el Espíritu Santo
atestiguan el envío del Hijo de Dios hecho hombre:
“Y luego, cuando subía del agua, vio abrirse los
cielos, y al Espíritu como paloma que descendía sobre
él. Y vino una voz de los cielos que decía: Tú eres mi
Hijo amado; en ti tengo complacencia.» (Marcos 1:10-11,
véase también Mateo 3:16-17).
Este pasaje demuestra que el Hijo de Dios obra en unidad
con el Padre y el Espíritu Santo. Pero no es el único.
I.- LA ANUNCIACIÓN
La Anunciación (el episodio de la vida de María en el que
el ángel Gabriel le anuncia que va a ser la madre de Jesús)
constituye, en la autorrevelación de Dios, el punto clave
mediante el cual se desvela el indecible misterio de un Dios
único en la Santísima Trinidad. De hecho, según la Carta a
los Hebreos, cuando Dios, “en estos postreros días nos ha
hablado por el Hijo” (Hebreos 1:1-2), ha desvelado la realidad
de su vida íntima, de esta vida en la que Él permanece en
absoluta unidad en la divinidad, y al mismo tiempo es
Trinidad, es decir, divina comunión de tres Personas:
“Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo
vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su
sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá,
será llamado Hijo de Dios.” (Lucas 1:35)
Según el ángel Gabriel, quien habría de nacer de la
Virgen es el Hijo del Altísimo, el Hijo de Dios. Con estas
palabras, Dios es revelado como Padre y el Hijo de Dios es
presentado como aquel que debe nacer por obra del Espíritu
Santo: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti” (Lucas 1:35). Así,
en la narración de la Anunciación se contiene el misterio
trinitario: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
De esta comunión da testimonio directo el Hijo: “Salí del
Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo, y voy al
Padre." (Juan 16:28). Solamente Él. En el Antiguo
Testamento, cuando Dios habló “por ministerio de los
profetas” (Hebreos 1:1), no conocía este misterio íntimo de
Dios. Ciertamente, algunos elementos de la revelación
veterotestamentaria constituían la preparación de la
neotestamentaria y, sin embargo, sólo el Hijo podía
introducirnos en este misterio. Ya que “a Dios nadie lo vio
jamás”: nadie ha conocido el misterio íntimo de su vida.
Solamente el Hijo:
“A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está
en el seno del Padre, él le ha dado a conocer. (Juan
1:18).
La Encarnación, aunque hace referencia directamente al
Hijo, es “obra” de Dios Uno y Trino. Lo testimonia ya el
contenido mismo de a anunciación (Lucas 1:26-38).
IX.- EL TESTIMONIO DE
JESUCRISTO MISMO
Nuestro Señor Jesucristo enseñó claramente la distinción
de personas dentro de la Trinidad. Así, en Juan 14:16-31
Jesús habla del Padre y del Espíritu Santo como personas
distintas a Él. En los capítulos 15 y 16 de Juan continúa
hablando del Padre y del Espíritu Santo, y en el 17 tenemos
su oración al Padre.
Constantemente Jesús se refirió a sí mismo como
enviado por el Padre, haciendo una distinción de personas
(Lucas 2:49; Juan 3:16-17, 34; 5:43; 6:38-39; 9:3-4; 12:49;
16:28; 20:21). Jesús siempre afirmó que las obras que hacía
no eran suyas, sino de Su Padre (Juan 5:19, 30, 36; 6:38;
7:16).
Además, Jesús menciona cosas, acontecimientos y
actividades que corresponden definitivamente a un miembro
de la Trinidad pero no al otro, con lo que demostraba que Él y
el Padre eran dos personas distintas (Marcos 13:32; Juan
3:35; 5:20; 5:22; 8:50, 54; 10:17; 14:31; 17:23-24).
¡Jesús incluso hizo distinción de lugares entre Él y el
Padre! Lo cual prueba que ambos son personas distintas ¿o
cómo podrían estar en lugares diferentes? (Juan 14:12, 28;
16:28; 20:17; Mateo 6:9). Jesús oraba al Padre, lo cual sería
absurdo si fuesen la misma persona. Las oraciones de Jesús
serían nada menos que una farsa, un engaño, pues nadie
estaba en los cielos para responderle ¿o es que acaso se
oraba a sí mismo? (Marcos 1:35; Lucas 5:16; 6:12; 9:28;
11:1; 22:39-44; Mateo 26:39; Juan 11:41-42; 17:1-26;
Hebreos 5:7). Sin duda, Jesús no sólo oraba para darnos el
ejemplo como suelen argumentar los unicitarios para justificar
su error. Jesús oraba para tener comunión con su padre y
recibir respuestas a sus peticiones.
Como bien lo señalan diversos autores cristianos, si el
modalismo sabeliano enseñado por los unicitarios de hoy
fuese cierto, todo el sistema simbólico del sacerdocio pierde
su significado si sólo existe Jesús en la Deidad:
“La epístola a los Hebreos enseña que Jesús
convirtió en realidad ese simbolismo al presentarse a sí
mismo en sacrificio ante Dios Padre, donde intercede por
nosotros. Los de Sólo Jesús, al ser confrontados con
este hecho, niegan que haya oración en el cielo. Léanse
al respecto Hebreos 4:14; 5:10; 6:20; 7:17; 8:6; 10:22.
Hebreos 7:25 nos enseña que Él vive para interceder por
nosotros. Cristo es el Mediador entre Dios y los hombres
(1 Timoteo 2:5; 1 Juan 2:1-2).”[37]
Así pues, la doctrina de Jesús Sólo le quita sentido a las
Escrituras. ¿Qué sentido tiene la hermosa oración de Juan
17 si Jesús y el Padre son el mismo? Juan 3:16 también
carece de sentido en caso de aceptar la interpretación
unicitaria ¿Quién sería el Hijo Unigénito? ¿Quién lo envió
entonces si son la misma persona? ¿Acaso no sonaría
absurdo? ¿Y qué hay con Juan 1:1-2 y 1:14? Además, si
Jesús es la única persona de la Trinidad ¿Qué significa Juan
1:18? Cualquier intento de explicar dichos textos dejando de
lado el trinitarismo bíblico es simplemente ridículo.
Pero las contradicciones de la doctrina unicitaria no
terminan ahí. Si solo Jesús conforma la Deidad, la promesa
que Jesús hizo a sus discípulos de que les enviaría otro
Consolador no era más que una burla o un cruel engaño si Él
era el Espíritu Santo:
“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador,
para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de
verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le
ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora
con vosotros, y estará en vosotros.”
O peor aún, si Jesús era el Espíritu Santo que descendió
el día de Pentecostés ¿dónde quedó su cuerpo resucitado?
Los ángeles prometieron a los discípulos que Jesús volvería
de nuevo tal como lo habían visto ir al cielo, con su cuerpo
físico, no como un espíritu inmaterial:
“Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo,
entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a
ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales
también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis
mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado
de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al
cielo.” (Hechos 1:10-11)
“Y derramaré sobre la casa de David y sobre los
habitantes de Jerusalén, el Espíritu de gracia y de
súplica, y me mirarán a mí, a quien han traspasado. Y se
lamentarán por Él, como quien se lamenta por un hijo
único, y llorarán por Él, como se llora por un
primogénito.” (Zacarías 12:10)
“He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá,
y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra
harán lamentación por él. Sí, amén. Yo soy el Alfa y la
Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era
y que ha de venir, el Todopoderoso.” (Apocalipsis 1:7-8)
Esto no sucedió así cuando vino el Espíritu Santo. Si
Jesús se hubiera desmaterializado nuevamente y perdido su
cuerpo para convertirse después en el Espíritu Santo, esto
nos crea otro problema. La Biblia afirma:
“Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de entre
los muertos, no volverá a morir; ya la muerte no tiene
dominio sobre Él.” (Romanos 6:9, LBLA)
Si Cristo abandonó su cuerpo después de resucitar y
regresó solamente en Espíritu, esto implicaría que murió dos
veces, ya que la Biblia afirma que:
“Porque así como el cuerpo sin el espíritu está
muerto, así también la fe sin las obras está muerta.”
(Santiago 2:26, LBLA)
Así pues, el pentecostalismo unicitario debe recurrir a una
contradicción tras otra para defender sus postulados
erróneos. Esto, por sí mismo, debería hacer a sus
adherentes cuestionarse sobre la veracidad de su doctrina.
REFUTANDO LA DOCTRINA
SABELIANA
La postura pentecostal unicitaria, y de algunos otros que
pretenden enseñar que sólo se debe bautizar en el nombre
de Jesús, deja algunas dudas:
(1) Jesús mandó bautizar en nombre de la Trinidad y
sus palabras son normativas:
Según Mateo 28:19, Jesús mandó bautizar a sus
discípulos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo; pero según ellos los discípulos lo hicieron solo en el
nombre de Jesús. Como quien dice fueron desobedientes.
No creo que ellos hayan sido ejemplo de desobediencia y
mucho menos en un tema tan importante.
Por ejemplo, Dios mandó a Noé a construir un arca de
madera de gofer: “Hazte un arca de madera de gofer; harás
aposentos en el arca, y la calafatearás con brea por dentro y
por fuera” (Génesis 6:14). Virtualmente se le prohibía el uso
de cualquier otra madera. Si Noé hubiera usado distinta clase
de madera a la ordenada era una desobediencia abierta a
Dios.
La institución de la Pascua proporciona varias
ilustraciones de esta máxima (Éxodo 12). Había de
sacrificarse un cordero, no una ternera; había de ser de un
año, no de dos o tres; macho, no hembra; perfecto, no
defectuoso; había de sacrificarse el 14 del mes, no ningún
otro día; la sangre debía ponerse en los postes y en los
dinteles de la puerta, no en ninguna otra parte.
Cuando el Señor ordena: “Id, y haced discípulos…
bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo” y se cambia la fórmula por otras palabras, así
sean santas, se está desconociendo la autoridad de
Jesucristo. Si él mandó bautizar en el nombre de las Tres
Personas se debe hacer así y no de ninguna otra manera,
pues hacerlo es suplantar la Palabra de Dios y
desobedecerle flagrantemente.
(2) El principio de la no contradicción:
De acuerdo a lo anterior, si la postura de los unicitarios
fuese correcta, esto querría decir que la Biblia, Jesús y los
discípulos se contradicen entre sí. No creo que la Biblia se
contradiga. Mucho menos tan garrafalmente. Eso es poner
en dudas la palabra de Dios.
No hay evidencia de que alguien, en la era apostólica,
bautizar a siquiera una vez a otro creyente en el nombre de
Jesús solo
En la Biblia no hay un solo ejemplo de una persona en la
que se expresen las palabras pronunciadas en el momento
del bautismo ¿Por qué asumir que Jesús enseño una cosa y
los apóstoles hicieron y enseñaron otra? No hay un solo texto
en el que Pedro, Pablo o alguno de los otros apóstoles diga
“Yo te bautizo en el nombre de Jesús”
(3) Padre y Espíritu Santo no son sólo diferentes
títulos para la misma persona (Jesús):
Los pentecostales unicitarios argumentan que en Mateo
28:19 cuando dice “en el nombre” es indicando que el Padre
y el Hijo y el Espíritu Santo son un título de una misma
persona; pero, para su desacierto, lo que se resalta es la
unidad de los tres: “nombre” (singular) del Padre, del Hijo y
Espíritu Santo (plural).
La regla idiomática griega dice que cuando hay dos
sustantivos conectados por el copulativo kai (y) el primer
nombre tiene el artículo “el” delante y el segundo no lo tiene
ambos nombres describen a la misma persona (ejemplo:
“nuestro Gran Dios y Salvador Jesucristo” Tito 2:13) pero en
Mateo 28:19 tanto Padre, Hijo y Espíritu Santo tienen el
artículo “del” que es una contracción de “de” y “el” delante, lo
que significa que son tres personas distintas.
(4) El testimonio de Eusebio:
Algunos antitrinitarios niegan la fórmula bautismal de
Mateo 28:19 basados en que Eusebio, un padre de la iglesia
no la registró en ninguno de sus escritos antes del concilio de
Nicea (325 d.C.) y luego si la usó en sus escritos; pero eso
no constituye ninguna evidencia porque los manuscritos
bíblicos griegos más antiguos, los cuales son más confiables,
si la registran. Este argumento merece especial atención, por
lo que será abordado con mayor amplitud en el siguiente
capítulo.
(5) Los manuscritos antiguos apoyan la fórmula
trinitaria:
Existen aproximadamente cinco mil manuscritos griegos y
todos dicen “en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo” y no hay uno solo que diga “bautizándolos en mi
nombre”.
Incluso manuscritos extrabíblicos antiguos mencionan el
Triple Nombre, entre ellos: Epístola de Ignacio a los
Filipenses, capítulo 2 (siglo II), Tertuliano, De bautismo,
capítulo 13 (200 d.C.), Tertuliano, Contra Praxeas, capítulo 2
(200 d.C.), Cipriano, Los siete concilios de Cartago (siglo II),
Gregorio taumaturgo, Confesión de fe (siglo II), Didajé, 7, (70
d.C.) e Ireneo siglo II, entre muchos otros.
Ireneo (Siglo II) escribió:
"He aquí lo que nos asegura la Fe, tal como los
presbíteros, discípulos de los apóstoles nos la
transmitieron. Lo primero de todo, recomienda que nos
acordemos de que hemos recibido el bautismo para el
perdón de los pecados en el nombre del Padre y en el
nombre de Jesucristo y del Espíritu Santo."[39]
Vemos claramente que la Iglesia primitiva practicaba el
bautismo con la misma fórmula que seguimos usando, en
nuestros días, aquellos que cumplimos con lo que Jesús nos
ordena hacer.
La Didajé[40] o Didaché, también afirma:
“En cuanto al bautismo, he aquí como hay que
administrarle: Después de haber enseñado los anteriores
preceptos (evangelizar), bautizad en el agua viva, en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Si no
pudiere ser en el agua viva (por inmersión) puedes
utilizar otra; si no pudieres hacerlo con agua fría, puedes
servirte de agua caliente; si no tuvieres a mano ni una ni
otra, echa tres veces agua sobre la cabeza, en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Antes
del bautismo, debe procurarse que el que lo administra,
el que va a ser bautizado, y otras personas, si pudiere
ser, ayunen.” (Didajé Capítulo VII)[41]
Justino Mártir (165 d.C.) escribe:
“A quienes aceptan y creen que son verdad las cosas
que enseñamos y exponemos, y prometen vivir de
acuerdo con estas enseñanzas, les instruimos para que
oren a Dios, con ayunos, y pidan perdón de sus pecados
pasados, mientras nosotros, por nuestra parte, oramos y
ayunamos también juntamente con ellos. Luego los
conducimos a un lugar donde hay agua, para que sean
regenerados del mismo modo que fuimos regenerados
nosotros. Entonces reciben el baño del bautismo en el
nombre de Dios, Padre y Soberano del universo, y de
nuestro Salvador Jesucristo, y del Espíritu Santo.”[42]
Basilio de Cesarea[43], aclara aún más el asunto al decir:
“Nadie sea engañado, ni suponga que porque los
apóstoles frecuentemente omitan los nombres del Padre
y del Espíritu Santo en hacer mención del bautismo (no
en la formula cuando están bautizando) no sea
importante invocar estos nombres”.[44]
Cipriano de Cartago[45] (200 d.C.) hablando sobre
Hechos 2:38, dice:
“Pedro menciona aquí el nombre de Jesucristo, no
para omitir el del Padre, sino para el Hijo no deje de ser
unido al Padre. Finalmente, cuando después de la
resurrección el Señor envía a los apóstoles a las
naciones, manda a que bauticen a los gentiles en el
nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”.[46]
(6) La vida y ministerio de Jesús:
Como ya se mencionó con anterioridad, en el nacimiento
de Jesús vemos la acción de los tres miembros de la
Trinidad. Lucas 1:35 nos dice:
“Respondiendo el ángel le dijo: El Espíritu Santo
vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su
sombra por lo cual el Santo Ser que nacerá será llamado
Hijo de Dios.”
También, en el bautismo de Jesús vemos la acción de los
tres. Mateo 3:16,17 nos dice:
“Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del
agua; y he aquí cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu
de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y
hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo
amado, en quien tengo complacencia.”
En la resurrección de Jesús vemos la acción de los tres:
El Padre, según Efesios 1:20 “operó en Cristo, resucitándole
de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares
celestiales.” Jesús dijo en Juan 2:19-21:
“Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y
en tres días lo levantaré. Dijeron luego los judíos: En
cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en
tres días lo levantarás? Mas él hablaba del templo de su
cuerpo.”
Luego, del Espíritu Santo se nos dice en Romanos 8:11:
“Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos
a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos
a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos
mortales por su Espíritu que mora en vosotros.”
La palabra “Nombre” tenía un significado diferente en el
contexto judío al que le dan los pentecostales unicitarios hoy.
La expresión “el nombre” es presentada en las Escrituras
como el medio por el cual se hacen milagros y se obtiene la
salvación. Pero la palabra “nombre” tenía un significado
diferente en el contexto judío al que le dan los pentecostales
unicitarios hoy, por ejemplo:
(a.- Se creía que la mención de un nombre era
especialmente poderosa para que se efectuaran milagros.
Josefo relata haber visto a un tal Eleazar que pretendía echar
fuera demonios usando el nombre de Salomón
(Antigüedades VIII, 2.5). Los siete hijos de Esceva intentaron
en Éfeso usar el nombre de Jesús con el mismo propósito
(Hechos 19:13-14).
(b.- En el Antiguo Testamento, la palabra hebrea “Shem”,
(«nombre»), algunas veces se emplea con el sentido de
«carácter» (Jeremías 14:7, 21), y puede ser casi un sinónimo
de la persona misma (Salmos 18:49). Esta estrecha relación
entre el nombre y el carácter se ilustra con la abundancia de
nombres del Antiguo Testamento que indican el carácter de
quienes los tenían.
(c.- Otro aspecto de esto puede verse en tiempos del
Nuevo Testamento, cuando la palabra griega “Ónoma”
(«nombre»), puede significar «persona».
Todo esto indica que al pronunciar el nombre de Jesús
para realizar milagros y para proclamar salvación, o incluso
mencionarlo en relación con el bautismo, los apóstoles
declaraban que el poder de sanar y de salvar o bautizar se
empleaba en una relación vital con la persona y el carácter
de Jesucristo.
EN EL NOMBRE DE LA TRINIDAD
Los pentecostales unicitarios y otros antitrinitarios,
argumentan que la formula correcta de bautizar era solo en el
nombre de Jesús, pero los textos dentro de su contexto y las
evidencias bíblicas e históricas, nos revelan que se hacía en
el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y que,
cuando en el libro de los Hechos se menciona solamente el
nombre de Jesús en relación con el bautismo, no se está
dando una nueva fórmula bautismal, sino afirmando que era
con la autoridad dada por Jesús que dicha ordenanza se
efectuaba y, a la vez, era una invitación a aceptarle como
Salvador. Los pentecostales unicitarios, por lo tanto, están
sumamente equivocados en su interpretación doctrinal.
Además, al afirmar que el bautismo en agua posee poder
salvador, su error se vuelve aún peor y no debemos
prestarles atención a sus herejías.
EUSEBIO, SHEM-TOV Y LA
FÓRMULA BAUTISMAL TRINITARIA
DE MATEO 28:19
En ausencia de mejores argumentos, algunos
antitrinitarios (unitarios, Movimiento “Solo Jesús”, algunos
judíos mesiánicos y otros grupos sectarios más) están
recurriendo últimamente a la ridícula afirmación de que
Mateo 28:19-20 “no está en los textos bíblicos originales y
que fue agregado por Constantino o alguien más en el siglo
IV.” Estos grupos sectarios afirman erróneamente que los
discípulos nunca bautizaron en el nombre del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo, sino únicamente “en el nombre de Jesús
solo”. El texto en cuestión dice:
“Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las
naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo.” (Mateo 28:19, NBLA)
Dicho pasaje, conocido por contener lo que llamamos la
Gran Comisión, es uno de los pasajes más conocidos en la
Biblia. Aquellos que creemos en la Trinidad vemos allí la
igualdad de Dios, la presencia de las Tres Personas de la
Trinidad actuando y confirmando la autoridad bajo la cual
debemos ir a anunciar las buenas nuevas a todas las
naciones. Para los antitrinitarios, dicho versículo es el
enemigo por vencer, el texto a refutar y, por qué no, exiliar de
la Biblia.
Con dicha intención en mente, los antitrinitarios incurren
en deshonestidad intelectual y a veces en descaradas
mentiras y ataques contra la Palabra de Dios misma.
Al mejor estilo de las sectas, algunos grupos antitrinitarios
están propagando la mentira de que este verso es una
interpolación, que no existía en los escritos originales, que
Mateo nunca lo escribió, pero que luego del Concilio de
Nicea fue añadido por algún escriba para apoyar la creencia
de la Trinidad.
Esto, obviamente, es falso. Sin embargo, es importante
que analicemos su argumento en detalle para resolver
cualquier duda.
CITANDO A EUSEBIO
Eusebio de Cesarea (263- 339 d.C.) también conocido
como Eusebius Pamphili fue obispo de Cesarea, exégeta y
se le conoce como el padre de la historia de la Iglesia porque
sus escritos están entre los primeros relatos de la historia del
cristianismo primitivo. De la extensa actividad literaria de
Eusebio una parte relativamente grande perduró. Aunque era
considerado sospechoso de arrianismo, sus escritos
resultaban indispensables, debido a que Eusebio solía
emplear citas textuales de obras que no sobrevivieron a su
época.
Lo interesante de citar a Eusebio es que, según algunas
sectas, Eusebio citó varias veces de la Biblia el pasaje de
Mateo 28:19, pero que nunca escribió «el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo» como parte de dicho texto. De ahí, que
afirman que tal frase es una interpolación posterior.