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LA ORGANIZACIÓN SOCIAL DE LA MASCULINIDAD 111

" N o vamos a educarlos, vamos a encerrarlos, ¡carajo!". Así que cuando sales, tu
c erebro está muerto y el ciclo vuelve a empezar.13

I g ualmente, es imposible comprender cómo se forman las masculinidades de


l a clas e obrera sin considerar tanto su clase como su política de género. Lo
a nterior puede verse claramente en estudios históricos como el de Sonya
Ro se, Limited Liveühoods (Supervivencia limitada), realizado en la Inglaterra
i nd ustrial del siglo XIX. El ideal de la virilidad y el autorrespeto obrero se
cons tr uyó como una respuesta a las estrategias paternalistas y de despojo de
los directivos; dicha construcción se dio al mismo tiempo y utilizando los mis­
mos gestos que la construcción que se definía en contra de las mujeres obre­
ras. La estrategia del "salario familiar", que disminuyó durante tanto
tiempo los salarios de las mujeres en las economías del siglo xx, surgió de esta
situación.14 Por lo tanto, para comprender el concepto de género debemos
siempre ir más allá del género. Lo mismo podemos decir de la situación in­
versa. No podemos comprender la desigualdad racial o mundial sin apro­
x imarnos continuamente al género. Las relaciones de género son un com­
ponente fundamental de la estructura social como un todo, y la política de
género es uno de los principales determinantes de nuestro destino colectivo.

LAS RELACIONES ENTRE LAS MASCULINIDADES: HEGEMONÍA,


SUBORDINACIÓN, COMPLICIDAD, MARGINACIÓN

Conforme vamos reconociendo las relaciones que se establecen entre el


género, la clase y la raza, también se ha vuelto común reconocer mascu-
1 inidades múltiples: blancas y negras, obreras y de clase media. Esto ha sido
bueno, pero también se corre el riesgo de simplificar demasiado la situación,
y a que es muy fácil, considerando este contexto, hablar de una masculinidad
negra o una masculinidad obrera.
Reconocer que no hay solo una masculinidad es el primer paso. También
tene mos que examinar las relaciones entre las diversas masculinidades. Es
m ás, te nemos que desmenuzar los mundos circundantes a la clase y la raza,
Y analizar las relaciones de género que operan en ellas. Después de todo,
e x isten hombres negros gays y obreros afeminados, sin mencionar a los
violadores de clase media y los burgueses travestis.

11
Entrevista a lce-T en Ciry on a HiU Press ( Santa Cruz, Cal. ) , 2 1 de enero de 1 993 ;
Hoch 1 9 79.
14
Rose 1 992, especialmente el capítulo 6.
112 E L CONOCIMIENTO Y SUS PROBLEMAS

Para mantener un análisis dinámico y prevenir que el reconocimiento


de la multiplicidad de las masculinidades se colapse en una tipología de
personalidades, como le ocurrió a Fromm con la investigación sobre la
personalidad autoritaria, debemos centrarnos en las relaciones de género que
se establecen entre los hombres. "La masculinidad hegemónica" no es un
tipo de personalidad fija, siempre igual en todas partes. Se trata más bien de
la masculinidad que ocupa la posición hegemónica en un modelo dado de
las relaciones de género, posición que es siempre discutible.
Un punto de vista que se centre en las relaciones también ofrece mayor
realismo. Reconocer masculinidades múltiples, especialmente en una cul­
tura tan individualista como la de Estados Unidos, lleva consigo el riesgo
de considerarlas como formas de vida alternativas, esto es, como cuestión de
selección por un consumidor. Una aproximación a las relaciones facilita
reconocer las fuertes compulsiones bajo las cuales se configura el género, la
amargura y el placer derivados de la experiencia generizada.
Considerando estas líneas generales, analicemos las prácticas y relaciones
que construyen los principales patrones de masculinidad en el orden de gé­
nero occidental actual.

Hegemonía

El concepto de "hegemonía", derivado del análisis que hizo Antonio Gramsci


de las relaciones de clase, se refiere a la dinámica cultural por medio de la
cual un grupo exige y sostiene una posición de mando en la vida social. Sin
importar cuál sea el momento, la cultura siempre preferirá alguna forma
de masculinidad. La masculinidad hegemónica puede definirse como la
configuración de la práctica de género que incorpora la respuesta aceptada,
en un momento específico, al problema de la legitimidad del patriarcado, lo
que garantiza (o se considera que garantiza) la posición dominante de los
hombres y la subordinación de las mujeres.1 5
Con esto no quiero decir que quienes de forma más visible portan la
masculinidad hegemónica sean los más poderosos. Puede tratarse de ejem­
plos, como los actores de películas, o incluso figuras fantásticas, o los
personajes de las mismas. Los portadores individuales del poder institucional
o de grandes riquezas pueden estar lejos del modelo hegemónico en sus vidas
personales. (Así, un miembro de una prominente dinastía de negociantes

1 1 Enfatizaré el carácter dinámico del concepto de hegemonía de Gramsci, que no es la


teoría funcionalista de la reproducción cultural que siempre se presenta. Gramsci siempre
imaginó una lucha social por el liderazgo en el cambio histórico.
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fu e fig ura clave del escenario social gay y travestí de Sydney durante la
d é cada de los cincuenta debido a su riqueza y la protección que esta podía
d ar en los años de la guerra fría contra el acoso político y policiaco.)16
Sin embargo, la hegemonía solo se establecerá si existe cierta corres­
p ondencia entre el ideal cultural y el poder institucional, colectivo si no es
q u e individual. Así, los niveles más altos en los negocios, la milicia y el gobier­
no proporcionan una muestra colectiva muy convincente de la masculinidad,
poco perturbada aún por las feministas o los hombres disidentes. La
principal característica de la hegemonía es el éxito de su derecho a ejercer
l a autoridad, más que la violencia directa (aunque la violencia a menudo
a puntala o sostiene a la autoridad).
Es necesario enfatizar que la masculinidad hegemónica encarna una
estrategia "aceptada actualmente". Cuando las condiciones que defienden
el patriarcado cambian, las bases de la dominación de una masculinidad
particular se erosionan. Los nuevos grupos cuestionan las viejas soluciones y
construyen una nueva hegemonía. Las mujeres pueden desafiar la do­
minación de cualquier grupo de hombres. En consecuencia, la hegemonía es
una relación históricamente móvil. Su flujo y reflujo son elementos clave de
la descripción de masculinidad que proponemos en este libro. En el capítulo
8 examinaré su larga historia y en el 9 y 10 me referiré a los cuestionamientos
más recientes.

Subordinación

La hegemonía se relaciona con la dominación cultural en la sociedad como


un todo. Dentro de ese marco completo, se dan relaciones de dominación y
subordinación específicas, entre los grupos de hombres, que se estructuran
de acuerdo al género.
El caso más importante en las sociedades europea y estadounidense
c ontemporáneas es la dominación de los hombres heterosexuales y la sub­
ord inación de los hombres homosexuales. Se trata de mucho más que una
m e ra estigmatización cultural de la identidad homosexual o gay. Los hom­
bres gays se encuentran subordinados a los hombres heterosexuales por toda
una serie de prácticas materiales.
Los textos producidos en los inicios del movimiento de liberación de
l os ho mbres, como el de Dennis Altman, llamado Homosexual: Opression
and Liberation (El homosexual: opresión y liberación), enumeran dichas

16
Wotherspoon 1 99 1 (capítulo 3 ) , describe discretamente este contexto, sin mencionar
ª los individuos.

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