Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Las reflexiones sobre el desarrollo municipal urbano cobran vigencia cuando encuentran expresión
en Planes que se diseñan para actuar como herramientas de gestión regional / local. La idea
posibilita encontrar un balance entre los recursos naturales, la infraestructura y los patrones de
asentamiento de la población; dando paso a la teoría y práctica del ordenamiento territorial,
disciplina que no ha encontrado aceptación entre los gobiernos municipales de Guatemala como
instrumento de planificación en el desarrollo urbano.
Urgido esta el país de una nueva generación de líderes locales, de todo ángulo en el espectro
político, que estudien cuidadosamente el potencial que ofrece su territorio, en términos del dote
de recursos naturales con que cuentan, la infraestructura productiva y social que sirve a sus
habitantes, y la distribución de la población en centros urbanos y rurales. Con conocimientos de las
limitaciones al desarrollo de su territorio, dentro de las cuales se incluyen las amenazas naturales
que se presentan periódicamente y que dañan a la propiedad y afectan las vidas de las personas;
restricciones estatutarias sobre cuerpos de agua y áreas declaradas protegidas.
Lejano se ve, pero se percibe que pronto vendrán cambios abruptos y sustanciales que aceleraran
los procesos de planificación territorial en cada una de las urbes que han iniciado a colapsar por la
cada vez escasa y limitada prestancia de servicios que da el gobierno municipal a sus pobladores,
recordemos que cada año somos más población en los municipios o cabeceras departamentales y
por lo tanto requerimos nuevos espacios para urbanizar, esto acarrea mayor demanda en los
servicios de agua potable, drenajes, colecta de desechos sólidos, servicios de transporte urbano,
entre otras. Llegando al punto de crear un caos en la carga vial en las calles, mayor contaminación,
deterioro de la calidad y condiciones de vida de los habitantes, reducción de los suelos para uso
agrícola, escases de espacios para esparcimiento público, cementerios; en síntesis nuestros
municipios se transforman en Ciudades Caóticas por falta de un Plan de Ordenamiento Territorial o
Plan de Desarrollo Urbano.
Actualmente, nuestra ciudad capital tiene en proceso un Plan de Ordenamiento Territorial que no
se sabe cuando finalizara, solo sabemos que dio inicio hace unos años, la ciudad colonial de Antigua
Guatemala cuenta con un Plan de Ordenamiento Territorial Urbano aprobado, la ciudad de Cobán
Alta Verapaz pretende implementar un Plan de Desarrollo Urbano sobrevalorado en medio millón
de quetzales, la ciudad de Esquipulas tiene su Plan de Desarrollo Urbano, pero que
lamentablemente la nueva corporación municipal lo aborto ya que no es compatible a sus
intereses.
Por lo que es común ver ciudades en el país crecer de una forma vertiginosa y mal planificadas, tal
es el caso de la ciudad Altense de Xelajú, que en los últimos 20 años absorbió áreas rurales y
municipios circunvecinos, llegando al punto de desaparecer las áreas agrícolas, por el mismo
camino se encuentran las cabeceras departamentales de Chimaltenango, Retalhuleu,
Suchitepéquez, San Marcos, Jutiapa, entre otras. Que se podrían estar catalogando muy pronto
como ciudades agonizantes, mientras tanto los regidores municipales junto a su corporación se
debaten en la repartición del próximo diezmo que les dejara el nuevo proyecto a ejecutar y sin
saber que están sentenciando a las futuras generaciones a vivir en el caos y desorden urbanístico
como el que actualmente vive la ciudad de Escuintla. De mantenerse esta actual tendencia de
ocupación urbana sin un Plan de Ordenamiento Territorial efectivo y agravada por toda la
información que se tiene de ellas, estas ciudades corren el riesgo de transformarse en ciudades
cada vez más violentas y sin las condiciones mínimas en términos de calidad de vida soñada por sus
habitantes.
RESUMEN
Las vigas maestras del desarrollo urbano sustentable, son el respeto al medio ambiente ecológico,
la descentralización, el desarrollo equilibrado y armónico de las ciudades y el campo de los países.
Asimismo que las autoridades y ciudadanos, participen en una planificación urbana, concertada e
indicativa, para ser posible una vida saludable y de calidad en la ciudad.
Las palabras claves son: Ambiente ecológico sano; Descentralización, desarrollo sustentable y
equilibrado, participación ciudadana, calidad de vida.
Para citar este artículo recomendamos utilizar este formato::
Para abordar el tema, es necesario aproximarnos a las concepciones vigentes sobre desarrollo
urbano.
Este modelo centra su enfoque en construir obras y edificios que satisfagan la demanda inmediata
y generen ganancias económicas; no toma en cuenta una visión de futuro; solo una visión de corto
plazo; no prevé por ejemplo los riesgos que implica construir edificios inmensos en zonas sísmicas;
sin servicios de agua y colectores para desagüe suficientes.
El desarrollo material derrumba casonas coloniales para construir edificios en inmuebles que
originalmente albergaban a 7 personas, para albergar a más de 200 en módulos verticales,
generando sobre densidad y multiplicidad de problemas.
Por otro lado, fruto de la falta de regulación y el afán de lograr recursos económicos a cualquier
costa, se depreda gran parte de la campiña y zonas naturales que pertenecen al mar, al campo y los
aires.
El proceso de urbanización acelerada es intenso y sin ningún control práctico. Extensas zonas
agrícolas se convierten en urbanizaciones de asfalto y cemento; ello es un grave error de fatales
consecuencias, porque se afecta el campo agrícola necesario para la producción de alimentos y el
equilibrio en el eco sistema.
La vegetación tiene que ser parte integrante de la ciudad; en caso contrario se afecta la calidad de
vida.
Al modelo material centralista, poco le interesa los problemas de grave contaminación ambiental,
carencia de servicios y condiciones de vida de las personas en las zonas urbanas y urbanas
marginales; el interés principal es si los ciudadanos pueden comprar y pagar pequeñas viviendas en
altos edificios.
Respecto a la planificación, esta concepción considera que no es posible orientar el desarrollo
urbano; que es necesario dejar a la iniciativa privada que construya de acuerdo a criterios de oferta
y demanda, de las empresas constructoras y financieras. Asimismo que la ciudad debe ser dejada al
libre albedrío del mercado; por lo que el rol del municipio y del Estado, solo es facilitar la actividad y
la iniciativa privada.
Todo ello en apariencia es atractivo y fuente de inversiones económicas; sin embargo genera
profundos contrastes y realidades que se oponen; se tiene miles de edificios y grandes centros
comerciales, pero a la vez excesivo centralismo y barriadas de extrema pobreza.
Por ello es irresponsable, dejar el desarrollo y el crecimiento de la ciudad, al libre albedrío de las
fuerzas del mercado, es decir a los grandes intereses económicos de empresas constructoras y
financieras.
El desarrollo material, sin planificación genera nuevas y masivas invasiones de migrantes del
interior del país a los centros urbanos, que con justicia buscan algo de bienestar y progreso porque
sus pueblos y ciudades, están abandonados por el Estado y el sector privado.
En síntesis: La visión centralista de desarrollo material no tiene un basamento sustentable por los
siguientes motivos:
1.- La ciudad se densifica y masifica, mucho más de lo que puede soportar generando falta de
servicios públicos elementales, por híper centralismo.
3.- El parque automotor se incrementa a niveles que llegan a hacer colapsar las vías; aumentando
los riesgos de circulación, los accidentes y la contaminación ambiental.
Según esta concepción, no importa tanto los grandes edificios y las bellas pistas; como el desarrollo
humano en un ambiente equilibrado y la preservación del ambiente natural.
Ello se puede lograr en base a una planificación estratégica armonizando el interés público y el
interés privado. A ello se denomina desarrollo urbano sustentable con formulación y ejecución de
planes urbanos con sustento en el ambiente ecológico, a corto, mediano y largo plazo; cumpliendo
principios de equidad, descentralismo, previsión de servicios básicos en todo el país, generación de
fuentes de trabajo y concertación con los agentes sociales para el desarrollo.
La clave para este modelo, es la descentralización, y el desarrollo equilibrado y racional de todas las
ciudades en forma armónica, evitando la excesiva concentración de personas en ciudades, a la
fecha sobre pobladas, caso de Lima, Ciudad de México, Bogota.
Asimismo, gestión dirigida por el Gobierno Local, con la participación del estado y la sociedad civil.
El planificador en este caso no impone, sino propone, convoca, coordina con las instituciones
públicas y privadas. El estado incentiva el desarrollo racional de todos los pueblos y ciudades
En lo que se refiere a los factores urbanos (población, viviendas, servicios), es necesario utilizar
programas de informática, denominados sistemas de información urbanística y geográfica, que
orientan la densidad racional de una ciudad, la capacidad de servicios, transporte, trabajo.
Es así que el desarrollo urbano puede orientarse en estudios y pruebas realizadas en laboratorios
de urbanismo e informática, con los objetivos de: Descentralizar la ciudad, construir ciudades -
campiñas autónomas en las provincias y distritos; diseñar vías, edificios, áreas de educación, salud,
recreación, turismo y servicios, en forma racional y armónica a lo largo y ancho del país, no solo en
los centros urbanos, guiados por intereses económicos.
La autoridad urbana, ya sea el Estado o el Municipio, tiene que prever, planificar, dirigir, coordinar
esfuerzos, en suma gobernar; en concertación con la actividad privada.
Para lograr un crecimiento urbano, armónico, ordenado y con respeto al medio ambiente es
necesario considerar los siguientes requisitos.
Crecimiento Urbano Ordenado.
El gobernante local para ello, debe hilvanar intereses y voluntades; ser un director de orquesta, que
sintonice las motivaciones, expectativas, necesidades del grupo social, en base a un plan urbano,
que debe ser una verdadera constitución respetada y cumplida por todos.
Una de las razones del caos urbano, es que ni las autoridades, ni la mayoría de ciudadanos respetan
los planes urbanos.
Asimismo la solución racional de variables que afectan al desarrollo, como la constante migración,
el centralismo, la falta de empleo y lo que es más grave la escasez de recursos hídricos.
La política urbana de las Municipalidades, así como en general a nivel nacional, ha sido hasta hoy
solo expansionista; como si no existieran las barriadas o como si no hubiera necesidad de
inversiones y de habilitación progresiva de lo que ya existe.
Es necesario que el desarrollo se impulse en los pueblos y ciudades del interior del país en forma
equitativa, descentralizada y armónica. Que se oriente el desarrollo, a la construcción de viviendas
productivas y la construcción del segundo y tercer piso de los inmuebles, en las urbanizaciones
consolidadas; que se incentive la creación de fuentes de trabajo, educación y oportunidades en las
zonas de baja densidad poblacional.
Las Municipalidades podrían utilizar como política de ocupación de espacio urbano, por ejemplo, la
promoción del derecho de superficie, las construcciones en el subsuelo y sobresuelo, la edificación
de casas prefabricadas, la construcción de viviendas económicas en base a contratación jurídica no
tradicional, como las figuras del joint venture, y otras.
En algunas ciudades aparentemente sobra espacio; sin embargo ese espacio sin la posibilidad de
recursos hídricos, ni servicios esenciales, tiene poco valor. Lo importante es ampliar la zona
agrícola. No podemos pensar seguir construyendo viviendas, destruyendo zonas agrícolas. La
producción de alimentos, la ecología y los recursos naturales deben ser preservados.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
Abya Yala gritó silencios que se tornaron ominosos. El cuerpo bello y voluptuoso de Latinoamérica
y el Caribe se quedó sin alas. Se le hundieron los pechos y los pómulos. Se le aquietaron los pies.
Pero los ojos siguieron mirando y el corazón latiendo. Aunque llegó el hambre, esa hambre que se
come con la leche, como dice E Rosenzvaig, que se olvidó la fiesta del pezón al envenenarse el
cordón umbilical con la tierra. El precio de la colonialidad ha sido toda la tristeza de mundo.
Y ahí están, desde México hasta el sur profundo, hacia todos los rumbos, visibles en el ecocidio
trágico, las llagas pestilentes de la minería a cielo abierto, despanzurrando la tierra con sofisticada
tecnología contaminante y asentada en una “sólida formación académica especializada”, matando
las aguas y desglacializando la cordillera; ahí están los suelos aires y aguas genetizados de
homogeneidad contaminante.
Ejemplificativamente decimos que en la última campaña agraria se inundaron los suelos fértiles de
la pampa con 780 millones de litros de agrotóxicos, endulfan en forma de glisfosato, tan alabado en
ciertos recintos universitarios, por los economistas neoliberales, para que implacablemente,
esparcido por los barones del imperio transgenizado de la soja, pueda consolidarse el polo de
poder constituido por gobernantes, chacareros, investigadores, medios de comunicación, con el fin
de consolidar la omnipotencia de la razón exterminadora.
Somos testigos del desguazamiento de ríos portentosos, como el Paraná, tecnologizados sin
control hasta convertirlos en cloacas eficientes, convertidos en rutas rápidas en condiciones
rentables para estar a la altura del crecimiento desbocado del comercio internacional de granos y
minerales y, también ahora del comercio de sus propia AGUA DULCE. Esta panacea fundada en la
producción de alimentos ha sido desmentida por la OMS, quien acaba de publicar que no sólo no
se resolvió el hambre del mundo con el supuesto productivismo de alimento, sino que,
simultáneamente, ha aumentado dolorosamente la desnutrición infantil.
Ahí está la geografía urbana deformada en ciudades travestidas de consumismo irracional, donde
millones se hacinan en guetos miserables o en guetos de lujo, pero todos, habitan sin esperanzas,
aunque seducidos y abandonados, volatilizados por la violenta banalidad del “fascismo de
entretenimientos”; por otros muchos resquicios solariegos se levantan industrias angurrientas que
vomitan sin cesar el trueno de su desprecio por el ser, poluyendo lo que respiramos, lo que
bebemos, lo que comemos y la propia mismidad del ser.
Dónde estamos? Habitando el Palacio de Cristal, diría Dostoievski, con su atmósfera cultural
hegemónica convertida en una máquina abstracta, donde se envilece el ser, donde las metáforas
de la vida y los rituales cotidianos fueron sometidos a la espectacularización del deseo, codificando
la pulsión de vivir a una mera superficie árida, donde naufragan, sin remedio, todos los postulados
iluminista, así como otros tantos relatos más recientes, incluyendo el de la educación como
instrumento del progreso y herramienta para la igualdad, despeñadas en las cavilaciones sin
memoria ignorando que “ lo que ha ocurrido en el último siglo pasará a la memoria histórica como
la época cuya idea decisiva de la guerra ya no es apuntar al cuerpo del enemigo sino al ambiente”.
Y aquí nos encontramos, en el borde de dos bordes. Vivimos en el borde de una época que
comenzó a transitar con preocupación y esperanzas la cuestión ambiental por las décadas 60 y 70
del siglo XX. En 1972 Estocolmo y el Informe sobre los Límites del Crecimiento del Club de Roma
representan una gestualidad epifánica.
En 1977, hace 32 años se establecieron los principios de la Educación Ambiental en Tbilisi. Allí
comienza una saga epocal plagada de Cumbres cuyos abordajes pusieron énfasis en la cuestión
ambiental, la sustentabilidad, la población y las ciudades. Una época que legisló empeñosamente
para que los sistemas jurídicos internacionales, nacionales y locales construyeran una malla
protectora sobre la naturaleza. También estas últimas décadas han sido conmovidas por torrentes
pedagógicos reimaginando la educación desde las costas de la ambientalización del currículo.
Estamos en un punto de bifurcación. En el punto donde la realidad, como dice Santino, seguirá
siendo una pesadilla o se convertirá en un sueño. Nos interpela, en esta coyuntura histórica, la
Crisis Ambiental, una de cuyas manifestaciones en Latinoamérica es la pérdida catastrófica de
biodiversidad. O seguimos transitando los caminos consabidos, siempre oscuros, iluminados por
las certezas y comodidades de la Racionalidad Instrumental, naturalizada en los santuarios
seculares de la academia con la literatura científica y tecnológica del despilfarro y la depredación; o
en los inicios de una camino complejo, de un camino donde voces plurales se interconectan para
rescribir la racionalidad y el saber desde la ambientalización latinoamericana, apostamos por la
sublevación epistémica.
Serán territorios nuevos. Por cierto que deberemos estar al acecho pues serán revisitados por
discursos antiguos tenazmente ocultados por el Discurso Único. Territorios nuevos configurados
como un palimpsesto, donde una de las escrituras antiguas que le dan sentido es “epimeleia
heartou” de los griegos, inquietud de si, abierta a ocuparse de uno, del otro y del mundo, según
dice Foucault, tergiversada por los romanos luego, y siempre subordinada al logo délfico conócete
a ti mismo, expresión de irrefrenable individualismo, que centurias después le cayera como anillo al
cogito cartesiano. Otras de las escrituras que pueden apreciarse es la de el “estar como” aymara,
todavía latiendo en el alma boliviana, nutricio en la constitución y arraigo del ser indígena y mestizo
del altiplano, ese estar como desde el que se cultiva una visión del mundo. Imposible de abarcar,
dice Kusch, desde las categorías de la lógica aristotélica de identidad, no contradicción y tercero
excluido. Su concepción del mundo se basa en la ambigüedad, simultaneidad del si y del no, la
conjunción de oposiciones, el juego simbólico, el acierto fundante, la aceptación del misterio como
infinitud e indeterminación, todo cincelando un haz como parte del vivir. También el “ñeñe” guaraní,
está inscripto en el palimpsesto, y que significa tanto palabra como vida, para que la palabra sea la
vida de la tierra y la vida sea la palabra del agua.
Cual manantiales de conceptos inagotables, como vigorosos ríos de agua subterránea, esas aguas
rebrotan por las grietas que la Crisis Ambiental le produce a la piel desvencijada del pensamiento
mecanicista. Se hacen visibles porque se reinstalan a plena luz las literaturas oscurecidas. Escucho
a las voces, diría Faulkner. Aún cuando todavía los ojos siguen enturbiados por las nieblas del
mundo moderno en su ocaso, y la mirada sigue velada por la tristeza mutilante de razón
instrumental, se escucha ya el alborozo de las nuevas emociones que entonan una música
fraguándose en el pentagrama del Pensamiento Ambiental Latinoamericano. Arpegios de la
revolución científica contemporánea, como la complejidad ambiental, termodinámica, estructuras
disipativas, neguentropía, preludios sustentables para que las nuevas miradas puedan apreciar en
cabalidad el sortilegio de la voluptuosidad, y por oposición puedan desterrar los ruidos
insoportables que difundiera la pesadilla de la lógica cuantificadora y su prosa horripilante
especializada en narrar como nadie el festín de “la gran comilona” de la globalización insaciable.
ES cierto que en el anfiteatro de estos días se respira un aire de cierta incertidumbre, aunque
también es audible el canto de los sujetos que se liberaron del yugo del discurso único.
Descolonizar el conocimiento impuesto por la ciencia desmemoriada que legitimó desde todas las
esquinas el ejercicio de la “colonialidad del poder”, e hizo partir de todos los muelles científicos,
políticos, culturales, y económicos los acorazados con lo que finalmente sojuzgaron a los pueblos y
domesticaron y controlaron sus subjetividades, se convierte en un desafío de pura creatividad
ambientalizada. Desmontar la “colonialidad del saber” urdida como una estrategia del conocimiento
oficial para imponer su palabra y sus ideas, mediante la extravagancia de pronunciar una nueva
primera palabra sobre las cosas viejas, de diluir con la fragmentación de fronteras la complejidad
ecosistémica y cultural, y de imponer una forma de ver el mundo, con una metodología ya antigua,
inaugurada en occidente por el Edicto de Constantinopla, el 28 de febrero del año 380. Siglos más
tarde, durante los siglos modernizadores, el imperio de un pensamiento sobre otros pensamientos
fue rehabilitado por la cientificidad occidental. Sus aires de verdad absoluta, eficacia incontrastable,
construyeron una visión del mundo que naturalizó el progreso y el desarrollo, entronizando a la
ciencia mecanicista como verdad pontificial , venteando hacia todos los confines y ninguna parte,
los saberes diferentes y las ideas emancipadoras.
El proyecto del progreso, crecimiento económico, del llamado desarrollo con cualquiera de sus
apellidos, ha sido envenenado por la contaminación de la crisis ambiental. Ya ni el discurso de la
sostenibilidad puede restaurar la credibilidad en los viejos relatos modernos. Hace unos meses
hasta el mismísimo Bush recurría a ese credo. Ocurre que la anatomía de la sostenibilidad tiene la
vejez del Iluminismo. Su rostro está surcado por las marcas incestuosas del despilfarro y el
crecimiento económico o desarrollismo le produjeron heridas que le agrietaron el alma. Será en
vano que el G7, con Obama a la cabeza se esfuerce en resucitar el muerto insustentable.
Los tiempos de crisis ambiental son tiempos de bifurcación. Si la crisis ambiental es una crisis
civilizatoria, como dice el Manifiesto por la Vida y si la Ética de la Sustentabilidad remite a la ética
de un conocimiento orientada hacia una nueva visión de la economía, de la sociedad y del ser
humano, deberemos promover, entonces, estrategias de conocimientos abiertas a la hibridación de
las ciencias y la tecnología, aproximando la revolución científica contemporánea a los saberes de
los pueblos originales, en cercanía con los saberes populares y locales, convirtiendo esa projimidad
en una política de la interculturalidad y del Diálogo de Saberes.
Sabemos adónde terminan las bienaventuranzas de tantas cumbres borrascosas. Por decir algo,
que decir de Johannesburgo, cumbre cooptada por el empresariado sostenible de mercado; cuáles
han sido concretamente las repercusiones de Metas de Milenios, programadas para quien sabe
que milenios, sobre el conjunto de nuestras sociedades y los sistemas educativos en general, de
que Metas hablamos cuando nuestras tierras son laceradas por tratados de libre comercio, nombre
estrambótico del libre pillaje? Podemos pensar sensatamente que un estado sometido al libre
albedrío de la extorsión de la OMC, cuyos postulados se fundan en la lógica de la productividad,
señuelo para cristalizar su obsesión por el gran tamaño, en el supuesto de que “el tamaño es poder
y que el volumen es éxito”, puede diseñar un proyecto de Educación Ambiental emancipatorio?
Dónde se encuentran, en que laberintos se extraviaron los beneficios sociales de tantos consejos y
recetas de Agencias Internacionales, de tantas expectativas derramada por los G7, G8 y grupos
por el estilo?. Los ingresos del 80% de la humanidad son más bajos que nunca, dice el PNUD.
Esos millones de habitantes viven en América Latina y el Caribe, en África, en los países árabes y
en Europa Oriental. Cómo dice H. Dinamarca, ya es hora de asumir que después de siglos de
modernidad la pobreza aumenta inexorablemente. La causa porfiada del fracaso es una ética de
acumulación, una ética promotora de la expoliación y el aniquilamiento cultural. Una ética que
sepultó el sueño spinosiano de igualdad y que de la mano de Kant, elevó a los altares la
“metafísica de la libertad” para que pudiera exaltarse la superioridad y autonomía del hombre.
Desde este carril metafísico se abre la avenida ancha de la dominación del mundo y sobre esta
concepción, como dice Ángel Maya Kant “construyó su idea de derecho y de Estado sobre la base
de una libertad alienada”. La confluencia de la “Metafísica de la Inteligencia” cartesiana con la
“Metafísica de la Libertad” kantiana, confirma la esquizofrenia cultural del mundo moderno. Los
Estados Nacionales y Sistemas Educativos, particularmente la universidad, heredan y replican esta
concepción. Como diría Bárcenas aquí, en Latinoamérica es el momento justo. “ES el momento en
que desnudos, nos presentamos con nuestro corazón ante la nada y la angustia, y solos nos
dejamos golpear por el silencio”. Cuando vemos proyectos como el de IIRSA, Integración
Interregional de Sud América, desarrollándose en varios ejes, uno de ellos el eje Hidrovía Paraná-
Paraguay, ejecutándose bizarramente para superar obstáculos biogeográficos, con el objetivo de
fortalecer y acercar mercados, generando impactos descomunales que degradan el ambiente,
aumentan la pobreza, aniquilan la diversidad cultural y producen multitudes de Refugiados
Ambientales, devastaciones naturales y sociales sin antecedentes, absolutamente todo legitimado
por conocimientos mecanicistas rigurosamente científicos, fundados en investigaciones y estudios
de Hidráulica, Economía, Agronomía, Geología y Mercado, no podemos dejar de recordar que “el
malestar más grave es el derivado de la vergüenza de quienes son abandonados a su infortunio” .
Pensamos y hacemos desde las barricadas, desde las ausencias y desde el vacío existencial
expuesto por un mundo suspendido por poleas de autoconservación multiplicándose infinitamente
en la fugacidad de individualismos en huida. Coincidimos con Sloterdijk cuando afirma que vivimos
una etapa de renacimiento vulgar, basado en una religión Neofatalista. Sus cátedras son los
estadios de fútbol y los programas baratos de la tv. La relación con los schopping es que en estos
hay más democracia. Allí Todos son perdedores. Desde estas atmósferas se escenifica la
confrontación entre la epistemología de la pesadilla moderna y la epistemología de los sueños
ambientalizados.
Conocemos los acuerdos, las metas del milenio, la Agenda 21, las disposiciones y sugerencias
sobre la Década de la Educación Ambiental, los Mecanismos de Desarrollo Limpio. Y de todo ello,
claro que sí, deberemos ocuparnos. Pero para resolver el problema de la crisis ambiental, de esta
crisis civilizatoria, de esta crisis que es el resultado de una visión mecanicista del mundo que,
ignorando los límites biofísicos de la naturaleza y los estilos de vida de las diferentes culturas, está
acelerando el calentamiento global del planeta. La crisis ambiental es una crisis moral de las
instituciones políticas, de aparatos jurídicos de dominación, de relaciones sociales injustas y de una
racionalidad instrumental en conflicto con la trama de la vida, deberemos saltar las barricadas
impuesta por el conocimiento que desconoce. Estamos en el borde y frente al abismo insondable al
que se asoma el planeta azul y desde la oscuridad del fondo levantan vuelo las palabras de
Ernesto Sábato “Les propongo, entonces, con la gravedad de las palabras finales de la vida, que
nos abracemos en un compromiso…sólo quienes sean capaces de sostener la utopía, serán aptos
para el combate decisivo, el de recuperar cuanto de humanidad hayamos perdido”.
La velocidad entrópica disuelta en el giro cultural que nos abruma nos pone frente a la
autoinvención de la cultura y de cara a un nuevo vínculo entre sociedad y naturaleza, tal como con
tanta claridad lo han plateado los Encuentros de Manizales, la producción de Enrique Leff, Antonio
Elizalde, Augusto Maya, Carlos Walter Porto Gonçalves entre tantos. Esta lucha se desarrolla
simultáneamente a la decisión del Poder globalizado, en una pirueta de simulación monstruosa,
que la pobreza, la exclusión, el mercado depredador, y el aparato tecnocientífico arrasador de la
vida, no existen. Hace tiempo Adorno lo había planteado “cuanto mas completo sea el mundo de la
apariencia, tanto mas impenetrable la apariencia aparece como ideología”. Postulamos una
Educación Ambiental que suture definitivamente la escisión entre naturaleza y cultura que genere el
pensamiento holístico en condiciones de promover la reconciliación con la naturaleza, la epifanía y
permita renacer, como escribe P. Noguera, El reencantamiento del mundo”. Avanzar en esa
dirección es desandar por las rutas de la desposesión y la desnudez. La primera ficción que
debemos desnudar, es hacer patente la obscena evidencia simuladora de la ciencia clásica,
derrumbar los mitos de la epistemología estéril de la modernidad. En su afán de transparencia la
articulación ficcional de lo mencionado concibió la saga cientificista con la abstracción de la
medida. La Educación Ambiental para la Sustentabilidad, escrita con lenguajes emancipatorios,
debe iluminar la horrenda radiografía del pensamiento científico matematizado que naturalizó la
abstracción, según relata D. Yankelovitch “el primer paso consiste en medir todo lo que se puede
medir fácilmente. Eso es correcto. El segundo paso estriba en ignorar lo que no puede medirse, o
darle un valor cuantitativo arbitrario. Eso es artificial y engañoso. El tercer paso consiste en
suponer que lo que no se puede medir fácilmente en realidad no importa mucho. Esto es ceguera.
El cuarto paso estriba en decir que lo que no puede medirse fácilmente no existe. Eso es el
suicidio”.
La Educación Ambiental para el siglo XXI debe navegar las procelosas aguas del Cambio
Climático; las aguas turbias del productivismo arrasador; en medio del oleaje de un proceso
poblacional en crecimiento desmedido con su polarización infame de riqueza concentrada en pocas
manos y pobreza terminal, yacente en la miseria, en la inmensa mayoría; deberá sortear los
obstáculos de un proceso de urbanización que convierte los manchones urbanos en “híbridos
innombrables” , donde el ser evaporado en los artificios de la insularidad, es la sombra de la “
estética de la desaparición”, cumpliéndose fatalmente el destino de ser una ciudad energúmeno,
hija putativa de la violación y la depredación a la que fueron sometidas la naturaleza y la cultura por
el “capitalismo energúmeno”, ( R.Luxemburgo.)
La Educación Ambiental tiene que embarrarse en los suelos conceptuales donde la disputa con el
conocimiento hegemónico no tendrá retorno. La cuestión no consiste en si se puede ganar o
perder, la cuestión es que no tenemos otro destino ético que el conjugar nuestro discurso con el
discurso de los expoliados por la razón instrumental. La Educación Ambiental debe abrevar en
aquella semántica antigua, la de epicúreos y estoicos en la que la educación era una terapéutica.
Se vinculaba al tema de la Salud. Hoy la Educación Ambiental tiene como filosofía neurálgica la
preservación de la Salud de los Ecosistemas. La Salud Ambiental involucra las relaciones
culturales y naturales. El bienestar de los pueblos se vincula con el bien ser de la naturaleza. La
Salud de los Ecosistemas es el paciente de mayor cuidado para la Educación Ambiental. Y desde
esta perspectiva la Educación Ambiental repensará las mercadizadas conceptualizaciones de salud
y enfermedad para que la fuerza de la crianza y cuidado de la vida restituyan a la vida su sentido
de sacralidad.
La Educación Ambiental debe desterritorializar el lenguaje depredador, el lenguaje voraz que deja
marcas insustentable en la piel de la tierra, como dice Carlos Porto, nuestros sitios lugareños han
sido mancillados:“, por la unión entre el capital agrario y el industrial, el financiero, el de las grandes
empresas de masas media y el mundo técnico-científico, de organización en red, ahí está en curso
el proceso de expropiación no sólo de los recursos naturales sino, principalmente, de los
conocimientos de los campesinados y de los pueblos originarios, lo que implica, una vez más,
desterritorializarlos, ahora por la des-localización del locus de producción de conocimiento en la
relación directa con la naturaleza por y para una relación mediatizada por los laboratorios, cada vez
más empresariales – finalmente, al retirar del lugar, o mejor, retirar de los hombres y de las mujeres
del lugar el poder de reproducirse por medio de los propios conocimientos.”
LA CIENCIA DEL AMBIENTE Y EL DESARROLLO ECONÓMICO
Nicolás Sánchez
Facultad de Ciencias
Económicas y Sociales
Universidad de Los Andes
Resumen
otorgado su verdadera dimensión, en Venezuela. El hombre modifica el mundo natural suelo, agua,
Para crear bienes y/o servicios, los recursos actualmente, a los problemas ambientales no se les ha
flora, fauna y mineralesformar la ecobase de las ecorregiones por ello, la dimensión ambiental debe
insertarse en las políticas económicas de los planes o modelos de desarrollo (ecodesarrollo). La evolución
social, en sus diferentes facetas, debe tomar en cuenta premisas tales como: administrar con eficiencia los
recursos naturales, calidad del ambiente, uso de tecnología con incidencia no degradante, ordenamiento
del territorio, reciclaje, educación ambiental, reorientación de patrones de consumo, orientación del
esfuerzo productivo y una legislación ambiental adecuada.
Todos éstos son los elementos que sientan la base del ecodesarrollo de un país. Las acciones derivadas de
la política económica deben tender, en términos generales, al logro del desarrollo económico. Éste habrá
de traducirse en bienestar social y en el mejoramiento de la calidad de la vida. El papel del Estado es
fundamental en la formulación de tal política y en la vigilancia para que se cumpla. De esta manera se
espera que las acciones de la política económica se materialicen en efectos positivos para la sociedad.
Para cuantificar el desarrollo se toma, como base, una serie de indicadores que dan una idea del
desenvolvimiento de la economía. No obstante, tales indicadores no reflejan los efectos negativos que se
generan por causa de ciertos modelos de desarrollo.
Así las cosas, no es solo bienestar sino también malestar social lo que puede obtenerse. En otras palabras,
si la política económica tiende a mejorar la calidad de la vida por la vía del desarrollo económico, ésta
puede verse más bien disminuida por ciertas concepciones de desarrollo no convenientes. Los problemas
ambientales no se toman en su debida cuenta en los indicadores económicos del desarrollo: aun cuando
actualmente, se acrecienta la conciencia social en torno al malestar que se obtiene como un efecto de la
problemática ambiental.
En cualquier caso, cabe suponer que el desarrollo económico mejora el futuro. Es decir, que la política
económica generará bienestar y mejorará, en consecuencia, la calidad de la vida. Sin embargo, hay que
tomar en cuenta el criterio que se use para calificar la mejoría. Esto de los criterios para calificar es de
particular importancia, porque se pueden esconder aspectos indispensables del bienestar social.
Como ejemplo puede señalarse que el incremento de la productividad agrícola es un indicador económico
importante. Ello se traduce en una mayor disponibilidad de alimentos para la sociedad. Empero, si una
mayor productividad se ha logrado a expensas de la degradación de los suelos por el uso indiscriminado
de fertilización química y biosidas, puede generarse una situación de pérdida progresiva de la capacidad
de los suelos para producir alimentos. En este caso, un buen indicador económico se traduce en un
malestar ecológico.
¿Cómo quedaría en este caso el bienestar social y el desarrollo económico? Desde hace más o menos un
par de décadas, se viene hablando en círculos científicos, políticos, laborales, etc., acerca de un nuevo
orden económico.
Cuestión sumamente importante, pues deja traslucir que la economía y su quehacer no anda del todo
bien. El movimiento en pro de un nuevo orden económico está fundamentado en las relaciones de
intercambio desigual que existen entre países desarrollados y aquellos del llamado tercer mundo. Esto
significa que la actividad económica de los desarrollados va en desmedro de los países en vías de
desarrollo. Es oportuno señalar que la situación de privilegio económico de los países desarrollados se ha
logrado, en buena parte, a expensas de la expoliación de las riquezas naturales de los países en vías de
desarrollo. Ahora bien toda actividad económica se fundamenta en el mundo natural. Esto explica el por
qué el mundo cultural que el hombre ha creado, se ha logrado a expensas de los que se extrae de tal
mundo natural (que el hombre modifica para crear bienes y/o servicios). Por esta razón, la ciencia del
ambiente también toma banderas en torno al nuevo orden económico a que aspiran las mayorías
humanas. Este nuevo orden económico, en términos ecológicos, debe traducirse en el establecimiento de
políticas económicas que inserten la dimensión ambiental en los planes de desarrollo. Un modelo de
desarrollo que incluya la variable ambiental es lo que se conoce como Ecodesarrollo .
En una forma sencilla, se puede definir el desarrollo económico como un proceso evolutivo por el cual
atraviesa una determinada sociedad. Este proceso se cumple por etapas, que si bien no son perfectamente
diferenciables en el tiempo, si son perceptibles por ciertas manifestaciones propias de la sociedad. A fin
de cuentas, el proceso debe conducir a que la sociedad en cuestión evolucione hasta alcanzar un estado de
bienestar colectivo. El crecimiento económico es una condición indispensable para alcanzar el desarrollo
así concebido. Todo este planteamiento teórico tendría plena validez si no fuera por el hecho de soslayar
la dimensión del mundo natural, sin el cual, ninguna concepción de desarrollo económico tiene cabida. Y
esta ha sido la postura tradicional del quehacer económico.
Frente a esta tradicional concepción, que como ya se ha señalado soslaya y hasta subestima la variable
ambiental, surge el ecodesarrollo; que también se puede definir en términos de un proceso y también
implica la evolución de la sociedad, pero tomando en cuenta las siguientes premisas:
1) El aprovechamiento conservacionista de los recursos naturales. En torno a esta premisa hay que
resaltar el hecho de que son finitos. El hombre no los puede aumentar. Cuanto puede hacer es
administrarlos con criterios de eficiencia. Sobre este aspecto hay opiniones dispares, pues hay quienes
sostienen que el hombre con tecnología puede crear recursos. Esto es incierto desde el Punto de vista
ecológico. El hombre puede aumentar la cantidad y diversidad de bienes y/o servicios siempre y cuando
disponga de recursos naturales, que aparte de ser finitos, están irregularmente distribuidos.
2) La calidad del ambiente. Condición indispensable para garantizar la productividad de los sistemas
naturales y los culturales. Éste es un aspecto que permite disfrutar de calidad de la vida. La calidad del
ambiente disminuye por efecto de la contaminación y con ésta, no puede concebirse calidad de vida.
3) La producción y uso de tecnología suave. Es decir, aquel tipo de tecnología cuya incidencia no sea
degradante; ni para los sistemas naturales ni los culturales, así como tampoco para el ambiente en general
ni para la salud de las plantas, los animales y el hombre.
4) El ordenamiento del territorio. Este es un aspecto de capital importancia, pues permite hacer
compatible el desarrollo económico del país en general y de las regiones en particular, de acuerdo con las
posibilidades
físico-naturales del territorio.
5) El reuso y reciclaje de diversas materias primas y sustancias contenidas en los desechos. Con
estas acciones se logran dos objetivos. En primer lugar, se puede aumentar sensiblemente la cantidad de
materia prima para la creación de nuevos bienes y/o servicios. Esto a su vez permite una mayor
disponibilidad de recursos naturales, que de lo contrario habría que explotarlos. En segundo lugar, se
disminuye el impacto ambiental negativo que crean tales desechos por contaminación.
6) La educación ambiental; a todos los niveles, por todos los medios disponibles y a todos los sectores
de la población. Con esto no se pretende la creación de materias específicas sobre materia ecológica en
los diversos pensa de estudio. De lo que se trata es que la educación, ya sea formal o informal, conlleve
una orientación ecológica. Sin la acción educativa ambientalista no puede pretenderse una sociedad
nueva
bajo la égida del ecodesarrollo.
7) La reorientación de los patrones de consumo de la sociedad. Con esta premisa no se pretende que
se consuma lo mínimo o lo indispensable, sino de que se descarten los bienes superfluos. El consumo de
cosas innecesarias conduce al despilfarro de recursos naturales. Esto puede lograrse con la acción de la
educación
ambiental.
9) Una legislación ambiental adecuada, que permita al Estado ejercer su acción coercitiva para
garantizar un modelo de desarrollo con basamento ambientalista. Es decir, que se pueda lograr el
ecodesarrollo.
Las anteriores premisas representan, en términos generales, un deber ser de la evolución social en sus
diferentes facetas. No trata de una concepción utópica. Muchos países del mundo ya tienen
manifestaciones ecologistas que encajan dentro del desarrollo. En esta situación se encuentran los países
desarrollados. Algunos de los que están en vías de desarrollo, como en el caso venezolano, tienen
sentadas las bases del ecodesarrollo. Otros, no tienen condiciones económicas para generarlo o no están
plenamente conscientes del problema ambiental. El casoes que, más tarde o más temprano, la humanidad
deberá ejercer la actividad económica con actitud ambientalista.
En otras palabras, ecodesarrollistas. Dentro de una concepción de ecodesarrollo, hay que tener
conocimiento profundo de los recursos naturales suelo, agua, flora, fauna y minerales de las diferentes
regiones. Tales recursos conformaran la base ecológica o ecobase de las diferentes regiones ecológicas o
ecorregiones. Con fundamento en la ecobase podrá lograrse el ecodesarrollo de las diferentes regiones.
En otras palabras, a partir de la investigación y el inventario de los recursos de las ecorregiones, se podrá
ordenar territorialmente el país. Esto permite lograr una relación de equilibrio entre la ecobase y el
desarrollo socioeconómico de la respectiva ecorregión.
El ecodesarrollo implica que las diversas actividades humanas, económicas, culturales, etc., deberán
adaptarse a la ecobase. De lo contrario podrán generarse costos por el establecimiento de actividades no
cónsonas con la ecobase o costos sociales por daños ambientales. Dentro de este orden de ideas, hay que
elegir el mejor uso de deba dársele a la ecobase, siempre en términos de la mejor utilidad social que tal
ecobase puede generar. Dos ejemplos pueden citarse, seguidamente, en el caso venezolano sobre el
particular.
Ésta es, en términos generales, una posición ecológica del desarrollo económico. El crecimiento
económico ilimitado no cabe dentro de esta concepción. Tampoco podrá crecer ilimitadamente la
población. Los crecimientos demográfico y económico, deberán buscar una vía de estabilización por el
hecho ya anotado de la finitud del planeta. Esto plantea un reto que solo puede ser abordado con carácter
interdisciplinario. De lo contrario podremos vernos ahogados por modelos de desarrollos tradicionales y
cuestionables. Ojalá no haya que buscar desesperadamente la tabla de salvación del ecodesarrollo, o de
alguna concepción del desarrollo, que lleva otro nombre, pero que contenga la dimensión integral del
ambiente.
ENSAYO ÉTICA, VALORES Y AMBIENTE
Introducción
El parlamentario afirmó que la normativa “crea conciencia para evitar que siga la
contaminación y la deforestación”. Añadió que se incluirán temas relacionados con el
“cambio climático”.
A partir del próximo año, el Ministerio de Educación deberá implementar el curso adicional
en la referida materia y proveer de manuales específicos para impartir la asignatura, para
lo cual deberá destinar el 0.3% de su presupuesto durante los primeros dos años de
vigencia de la ley, asignación que después será del 0.5%.
Ninguna ética anterior hubo de tener en cuenta las condiciones globales de la vida humana
ni el futuro remoto, más aún, la existencia misma de la especie. El hecho de que
precisamente hoy estén en juego esas cosas exige, en una palabra, una concepción nueva
de los derechos y deberes, algo para lo que ninguna ética anterior proporciona los
principios y menos aún una doctrina ya lista.
No puede haber derechos humanos sin principios éticos y tampoco puede construirse la
ciudadanía sin considerar como pilar fundamental a la ética. Así, una primera reflexión a
partir de la cual compartimos estas ideas es que la ética es esencial a los derechos
humanos y el medio ambiente.
En este sentido, no es casualidad que a inicios de siglo se intensifique el debate y estudio
de los derechos humanos, la ética por las corrientes globalizadoras y su vinculación con el
desarrollo humano. Y es que plantear esta relación aún pendiente de abordar en
Guatemala, no puede hacerse desvinculándola de lo que pasa en el mundo: La
globalización impulsada por la tecnología y finanzas y al mismo tiempo tal como lo afirma
el filósofo Pablo Salvat: “La lenta maduración de la conciencia de la humanidad en torno a
la necesaria promoción de los derechos humanos concurre al mismo tiempo en que se
desarrolla una dialéctica de modernidad y/ modernización a escala planetaria, la que a
fines de siglo, parece inscribir en su frente un sentido y orientación unidimensional”. Así
podemos afinar nuestro planteamiento de la ciudadanía en mundo globalizado partiendo
también de los derechos humanos universales y de una Ética Planetaria, que no solo rige
entre los individuos, sino también rige entre los Estados y las organizaciones
internacionales, la cual debe estar cimentada en dos líneas: la equidad y la solidaridad. La
realidad es que los problemas mundiales afectan a todos los países y obligan a
posicionarse ante ellos y por lo tanto también a plantear y compartir una ética que
responda al bien común a escala local, regional y mundial. En ese contexto, Thomas
Merton hacía la aguda observación “No vamos a resolver los problemas sociales de la
comunidad, a menos que los resolvamos en términos universales”, esto es, en términos de
valores universales y qué valor más universal que los Derechos Humanos, la ética y el
medio ambiente.
Es en este contexto que, presento algunas de las ideas centrales los derechos humanos,
y la construcción de ciudadanía: Los países necesitan fortalecer sus mecanismos sociales
para garantizar las libertades humanas, con normas instituciones y una atmósfera
económica propicia.
La legislación no basta. El cumplimiento de todos los derechos humanos requiere de una
democracia incluyente, que proteja el derecho de las minorías excluidas (entre ellas niños
en la calle, pobreza extrema, desnutrición, mujeres y pueblos mayas entre otros), preveer
la separación de poderes, la seguridad pública con respeto a los derechos, una
administración de justicia eficiente y que vele por la responsabilidad pública. Y La
erradicación de la pobreza no sólo es una meta del desarrollo es el desafío central de los
derechos humanos del siglo XXI. Los derechos humanos en un mundo integrado
globalmente requieren de justicia en el ámbito mundial (comercio y deuda externa son dos
áreas que requieren un tratamiento urgente). La información y las estadísticas son un
instrumento poderoso para crear una cultura de responsabilidad que movilice cambios de
la conducta y de la política. Cambiar nuestra forma de pensar para cambiar nuestra
manera de actuar. Se requiere el respeto de los derechos humanos y la participación
activa de todos los sectores con compromiso y acción en apoyo: sociedad civil, ONG,
empresas, diputados, intelectuales, medios de comunicación y líderes de opinión pública.
La ética del siglo XXI con relación al medio ambiente, debe continuar trabajando y
extendiendo a todos los niveles de la sociedad y no solo al entorno escolar, el concepto de
sostenibilidad, como un concepto básicamente moral. Toda ética del género humano, debe
reconocer la triada individuo-sociedad-especie.
Bibliografía