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CALIDAD DE VIDA EN LOS ESPACIOS RURALES:

EL PARAJE LAS TOSCAS, COMO ESTUDIO DE CASO EXPLORATORIO

Camila Lucía Rodríguez1 y Patricia Iris Lucero2

Resumen
El presente trabajo aborda desde una perspectiva geográfica el estudio de la calidad de vida en un
espacio rural concreto, el paraje Las Toscas, partido de Lobería, para el año 2021, con la finalidad
de visualizar similitudes y diferencias en su interior, y que estos resultados contribuyan a que los
agentes con capacidad de decisión adopten las medidas necesarias para mejorar la situación
vigente. El estudio se sostuvo en una metodología cuantitativa, a través de la realización de un
censo, cuyo cuestionario tuvo en consideración a los pobladores, hogares y viviendas del paraje
Las Toscas en el 2021. Esta metodología radica en el número reducido de habitantes motivo por el
cual no llegan a ser identificados en el Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas
(CNPHyV) de 2010 llevado adelante por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC),
que para el año 2022 resulta desactualizado. Además, se utilizaron fuentes de datos secundarios
procedentes del CNPHyV 2010 e imágenes satelitales, como así también la revisión bibliográfica
sobre el concepto calidad de vida, y su estudio desde la Geografía en el marco de la ruralidad.
Entre los resultados se constata que en el paraje Las Toscas presenta una población de veinticinco
(25) habitantes. En esta escala grande se ven representadas las distintas tres (3) clases del Índice
de Calidad de Vida Rural (ICVR) utilizadas (Medio, Bajo y Muy Bajo), en donde cada una de las
dimensiones trabajadas (Educación, Empleo, Saneamiento y Salud, Vivienda, Comunicación-
Conectividad y Ambiente) cuenta con algún indicador que, como mínimo, en una de las viviendas
se comportó de tal forma que marcó la diferencia hacia el interior de ese dominio. Sin embargo, la
dimensión Comunicación-Conectividad marcó las mayores diferencias, seguido por Educación y
Empleo.

1
Grupo de Estudios Sobre Población y Territorio (GESPyT), Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Mar
del Plata. Contacto: clrgasillon@gmail.com
2
Grupo de Estudios Sobre Población y Territorio (GESPyT)-Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales (INHUS),
Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Mar del Plata. Contacto: plucero@mdp.edu.ar

1
Palabras claves
Calidad de vida-calidad de vida rural-índice de calidad de vida rural-paraje

Introducción
El concepto calidad de vida carece de una definición unívoca. Las enunciaciones van a depender
del contexto en el que se fundan, la disciplina de origen del investigador que la formula y la
metodología o dimensiones a las que acude en función de su objeto de estudio (Espinosa Ortiz,
2014; interpretado por Gordziejczuk y Mikkelsen, 2020). En tal sentido, si se realiza un recorrido
histórico sobre los trabajos de calidad de vida en el mundo y en Argentina, se vislumbra la
evolución que estos han tenido desde la medición a la percepción. Tal avance tiene que ver con una
clásica distinción al interior del concepto, entre calidad de vida objetiva y calidad de vida subjetiva.
Con el pasar del tiempo se han ido complejizando estos estudios complementando ambas
distinciones, y sumando nuevos territorios en su estudio, tal como las áreas rurales.
Este trabajo aborda desde una perspectiva geográfica el estudio de la calidad de vida en un espacio
rural concreto, el paraje Las Toscas, partido de Lobería, para el año 2021, con el fin último de
poder visualizar similitudes y diferencias entre las unidades de observación, y que estos resultados
puedan contribuir para que los agentes con capacidad de decisión adopten las medidas necesarias
para mejorar la situación reinante. Para concretar este objetivo se implementaron fuentes de datos
primarios y secundarios. En el primer caso, mediante la realización de un censo particular aplicado
al jefe o jefa de hogar. En el segundo, a través de la revisión bibliográfica sobre el concepto calidad
de vida, y su estudio desde la Geografía en el marco de la ruralidad, como así también información
procedente del CNPHyV 2010 e imágenes satelitales.
El paraje Las Toscas, es un lugar de paso entre las ciudades de Quequén (partido de Necochea) y
Mar del Plata (partido de General Pueyrredon), donde habitan de manera permanente veinticinco
(25) personas. Este espacio rural se caracteriza por presentar aspectos morfológicos funcionales a
la producción agropecuaria, además de concentrar algunos comercios y servicios. Su hábitat puede
entenderse como agrupado3, y se encuentra conectado, principalmente, por una vía de circulación

3
Considerando el criterio estadístico del INDEC y lo trabajado por Bertoncello (2012), el paraje Las Toscas presenta
un hábitat disperso, debido a que las once viviendas se sitúan a distancia unas de otras y, aunque algunas se dispongan
de forma más cercana en comparación con las restantes, ningún sector de Las Toscas presenta amanzanamiento. Sin
embargo, desde la práctica, se puede pensar al paraje como un hábitat rural agrupado, por la cercanía de las residencias
y de los servicios y comercios presentes en el paraje, aunque el lugar cuente con una escasa cantidad de población
(Rodríguez y Mikkelsen, 2021).

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de dos sentidos con un carril por mano, la Ruta Provincial N°88. El sistema productivo de Las
Toscas se conforma por las actividades agrarias, ganaderas y de cría de animales, así como por
aquellas otras comerciales, de servicios y de sanidad animal (Rodríguez, 2020).
El trabajo inicia con el apartado que refiere al estado de la cuestión, en el cual se hace una breve
sistematización de trabajos que estudian la historia del concepto calidad de vida, cómo se ha ido
complementando su estudio, y de qué forma se lo ha abordado en Argentina desde la Geografía,
para luego hacer una sencilla revisión de los estudios sobre esta medida de logro en el marco de la
ruralidad. En segundo lugar se presenta el marco teórico y epistemológico considerado en este
estudio. A continuación se refiere la metodología empleada, para luego presentar los resultados.
Por último, las consideraciones finales y el listado de las referencias bibliográficas utilizadas.

Estado de la cuestión
El concepto calidad de vida resulta ser muy popular, de tal forma que se lo puede escuchar en
diferentes situaciones de la cotidianidad (Velázquez, 2016). Los orígenes del término datan del año
1932, en Inglaterra, cuando el pionero de la economía de bienestar, Arthur Pigou, “refirió a
cuantificar los servicios o los costos sociales de las decisiones de gobierno para poder calcular un
producto social neto, utilizando por primera vez el concepto de calidad de vida” (Tonon, 2007,
p.142). No obstante, el vocablo comenzó a incluirse en el lenguaje con los ideales del Estado de
Bienestar, luego de la Segunda Guerra Mundial, y fue a mediados de los años 1960 que comienza
a aplicarse desde una posición crítica hacia el modelo de desarrollo vigente, surgiendo la necesidad
de medir la realidad por medio de datos objetivos (Lucero et al., 2008). De esta manera, fue recién
en los años 1970 cuando se iniciaron formalmente los estudios sobre calidad de vida, debido a los
trabajos de Campbell, Converse y Rodgers de la Universidad de Michigan, Estados Unidos (Tonon,
2007). En esta década, y a lo largo de la de 1980, se consolidan y maduran las investigaciones sobre
indicadores de calidad de vida (Andrews, 1990; referido por Mikkelsen, 2007). Esto da lugar a la
combinación de indicadores objetivos y subjetivos, en los cuales la subjetividad aparecería
mediante el estudio de la percepción sobre el bienestar, debido a la importancia creciente que
presentaban los valores postmateriales en esa época. Fue así como, de manera paulatina, se iba
consolidando a la calidad de vida como un concepto integral (Gordziejczuk y Mikkelsen, 2020).
En 1995 tomaría fuerza el interés por estudiar académicamente la calidad de vida, al fundarse la
International Society for Quality of Life Studies (ISQOLS) con el objetivo de incentivar el

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desarrollo de estudios sobre calidad de vida a nivel mundial para poder desarrollar teoría,
metodologías y programas de intervención que apunten a mejorar esta medida de logro (Tonon,
2007). De forma concomitante, en el ámbito académico de habla hispana, desde España y para el
año 1997, se creó el Instituto de Investigaciones sobre Calidad de vida (IRQV) en la Universidad
de Girona, conceptualizando la calidad de vida como función del entorno material y del entorno
psicosocial (Tonon, 2007). Ambas instituciones lograron potenciar y desarrollar los estudios sobre
la calidad de vida de manera integrada e interdisciplinaria (Mikkelsen, Molgaray y Tonon, 2017),
consolidándose en la década de 1990 los trabajos sobre la subjetividad de la calidad de vida.
En Geografía y a nivel mundial, el antecedente para los estudios de calidad de vida se ubica en la
década de 1970, en el contexto de la Geografía crítica-radical (Mikkelsen et al., 2017). Para ese
momento, en Argentina, se encontraban estudios sobre Geografía Argentina que, para realizar una
diferenciación social o regional del país, necesitaban hacer alguna referencia a las condiciones de
vida de la población. Recién en la década de 1980 se desarrollarían trabajos más explícitos como
el “Atlas Total de la República Argentina” (1981-1983) de Chiozza, E. y Figueira, R., el cual dedica
un capítulo a la calidad de vida de la población argentina, estableciendo una medida resumen por
medio de la utilización de 11 indicadores (Velázquez, Longhi, Paolasso y Celemín, 2013).
En nuestro país, “Geografía, calidad de vida y fragmentación territorial en la Argentina” (2001) de
Guillermo Velázquez, es el primer libro que aborda la calidad de vida en forma integral, empleando
como escala espacial de análisis los partidos/departamentos de todo el país. Esta obra propone un
índice de calidad de vida objetiva a partir de una combinación ponderada de indicadores, sobre la
base de datos del INDEC de los censos de 1980 y 1991.
Gordziejczuk y Mikkelsen (2020), realizaron un abordaje de la calidad de vida desde la perspectiva
espacial en Argentina para contribuir al estado del arte. Para esto, consideraron treinta y dos (32)
trabajos, de los cuales más de la mitad (59,4% o 19/32) refieren a la dupla provincia de Buenos
Aires-AMBA, mientras que el 31,2% (10/32) de las publicaciones se distribuyen entre las otras
provincias y solo tres se abocan a la escala nacional (9,4%). Por otra parte, “predominan los
estudios focalizados en escalas intraprovinciales (71,9% o 23/32), sobresaliendo las ciudades de
Bahía Blanca, Buenos Aires, Mar del Plata, Santa Fe y, solo por fuera del área pampeana, San
Miguel de Tucumán, localidades coincidentes con la presencia de Universidades y en ellas de las
carreras de Geografía” (Gordziejczuk y Mikkelsen, 2020, p. 16).

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En este sentido, los estudios sobre Geografía y calidad de vida en la Argentina se han ido instalando
de forma progresiva (Velázquez et al., 2013). Los mismos parten de considerar que este concepto
es multidimensional, complejo e integrador de diferentes disciplinas, por tanto multidisciplinar,
(Gómez y Sabeh, 2000), constituyendo un campo de investigación y un enfoque mediante el cual
se estudia la realidad social (Gordziejczuk y Mikkelsen, 2020). La calidad de vida comprende la
base material en la cual se desarrolla la vida, en segundo lugar, el ambiente natural y construido en
el cual se desenvuelve el ser humano y, en última instancia, a todas las relaciones que devienen de
las actividades realizadas, tanto el trabajo como otro tipo de relaciones socio-políticas y culturales,
por lo que se trata de un concepto de carácter evaluativo (Lucero et al., 2008).
Profundizando en el concepto calidad de vida, y desde la perspectiva geográfica, resulta clave
preguntar, ¿cuáles son los aportes que realiza la Geografía al concepto calidad de vida? Lucero et
al. (2008) consideran que el abordaje del concepto desde la Geografía implica pensar los vínculos
existentes entre la sociedad y el territorio, el cual es catalogado como un
condicionante/condicionado de la calidad de vida, al ofrecer posibilidades físico-naturales y
sociales, y por tener un papel activo dentro de la estructura social. Es así como, en el territorio, la
desigual dotación de objetos, es decir de bienes e infraestructuras, condiciona el accionar para
acceder a servicios esenciales.
Ante las numerosas investigaciones sobre calidad de vida, no se han encontrado documentadas, en
comparación, por el momento, significativa cantidad de estudios que analicen esta medida de logro
en el marco de la ruralidad. A nivel mundial, se destacan los trabajos de Rueda Restrepo y
Bustamante Arango (2004) en Colombia y el de Escribano Pizarro (2012) desde España.
Rueda Restrepo y Bustamante Arango (2004) estudian las condiciones de vida de sectores rurales
de la jurisdicción de Corantioquia y de la Zona Metropolitana del Valle de Aburrá, mediante la
utilización de indicadores socioeconómicos: porcentaje de familias sin vivienda propia, porcentaje
de familias en hacinamiento, eliminación no adecuada de excretas y basura, e índice de juventud.
Por su parte, el estudio de Escribano Pizarro (2012) atiende a la influencia de los servicios
educativos y sanitarios elementales sobre la calidad de vida en el medio rural. Disponer de estos
servicios supone para algunos, una cuestión clave para alcanzar y/o mantener una calidad de vida
adecuada; y en otras situaciones, se trata de unos servicios sin apenas importancia, o que tan sólo
inciden de forma secundaria en la calidad de vida, lo cual se observa en los municipios con mayor
población, en donde la oferta no corre riesgo de desaparición.

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A nivel nacional, se hallan los trabajos de Mikkelsen (2007), Velázquez y Mikkelsen (2010),
Mikkelsen (2012), Mikkelsen, Ares, Gordziejczuk y Picone (2018) y Mikkelsen, Ares,
Gordziejczuk, Picone y Bruno (2020).
Mikkelsen (2007) realiza un primer acercamiento en el desarrollo de un Índice de Calidad de Vida
Rural (ICVR), basado en metodologías previas aplicadas al espacio urbano (ICVU) del partido de
General Pueyrredon. Este proceso, le implicó ajustar las variables consideradas, procurando su
adecuación a unidades espaciales rurales. Las diferencias radican en las dimensiones Salud, en el
indicador sobre acceso al agua, y Vivienda, en relación al indicador de desagüe del inodoro. Esto
se debe a que las mejores situaciones de estos indicadores en los espacios urbanos, son imposibles
de cumplir en el área rural, dejándolo en desventaja en cuanto a la fiabilidad de los resultados. Otra
diferencia se presenta en la dimensión Ambiente, ya que Mikkelsen (2007) optó por no
considerarla, dado que en la comparativa metodológica los indicadores se convertían en constantes,
imposibilitando el establecimiento de diferenciaciones. El ICVR es puesto a prueba mediante
cartografías, las cuales muestran diferenciales territoriales en cuanto a la calidad de vida de sus
pobladores. Por tanto, resulta favorable utilizar indicadores que se ajusten a la realidad rural.
Pocos años después, Velázquez y Mikkelsen (2010) continuaron trabajando con el área rural del
partido de General Pueyrredon, pero avanzando hacia la perspectiva cualitativa, en donde el rol de
los entrevistados fue fundamental para dimensionar la realidad social del territorio bajo estudio.
De esta forma, combinan el tratamiento de datos estadísticos con información obtenida mediante
la observación y la entrevista, con el fin último de reconocer la fragmentación de estos territorios
rurales en función de sus usos sociales, tanto productivos como residenciales o de esparcimiento.
Esta metodología también la lleva a cabo Mikkelsen (2012) en el área rural del partido de General
Pueyrredon. Los indicadores que forman parte de las dimensiones que constituyen su ICVR, se
seleccionaron sobre la base de su reiteración en la mayor parte de las encuestas. Este índice quedó
conformado entonces, por cinco dimensiones: Educación, Familia, Económico-Laboral, Salud y
Vivienda, abarcando más dominios, en comparación, que los estudios anteriormente mencionados.
En un estudio más reciente, Mikkelsen et al. (2018), evalúan el bienestar de la población rural de
la provincia de Buenos Aires. De esta forma, si bien aumentaron los partidos a analizar, dejaron de
lado el concepto calidad de vida rural, para enfocarse en el de bienestar rural, a través de la creación
de un Índice de Bienestar Rural (IBR). Este, sintetiza la situación de los siguientes indicadores:

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Educación, Saneamiento y Salud, Vivienda, Actividad Económica, Comunicación-Conectividad y
Ambiente. Se visualiza así, una ampliación en las dimensiones e indicadores a considerar.
Vale aclarar aquí la noción de bienestar, la cual refiere a las condiciones materiales, por tanto
objetivamente observable de la calidad de vida, mediante el análisis de dimensiones
socioeconómicas. Apunta así a conocer las necesidades, deseos y aspiraciones de los seres humanos
que puedan alcanzarse a través de una variedad de satisfactores materiales (Mikkelsen et al., 2017).
El año 2020, culminó con la publicación del “Atlas Histórico y Geográfico de la Argentina. Calidad
de vida I” dirigido por Guillermo Velázquez y Juan Pablo Celemín. En él, Mikkelsen et al. (2020)
tienen como objetivo mostrar las desigualdades territoriales de la población rural argentina en
relación con su bienestar, para el año 2010, a partir de la implementación de un Índice de Bienestar
Rural Argentino (IBRA), a nivel de radios censales, utilizando las siguientes dimensiones para su
operacionalización: Educación-Empleo, Saneamiento, Vivienda, Comunicación-Conectividad y
Ambiente. De esta forma, resulta similar al creado para la provincia de Buenos Aires por Mikkelsen
et al. (2018), las diferencias radican en que el IBRA está pensado, justamente, para todo el territorio
nacional, por lo que se tienen en cuenta modalidades más generales, variando algunos indicadores,
lo cual radica en que dichos estudios analizan diferentes escalas geográficas.
Los estudios que buscan analizar la calidad de vida rural, o como en los últimos, el bienestar de la
población rural, han tratado de seleccionar indicadores representativos del área. Por lo cual, ante
limitaciones en cuanto a la disponibilidad de fuentes de datos, resultan muy valiosos los aportes
bibliográficos y el conocimiento del territorio que tienen sus pobladores (Mikkelsen et al., 2020).

Marco teórico
El aporte de este trabajo se realiza desde la Geografía, entendida como la disciplina que “estudia
el conjunto indisoluble de sistemas de objetos y sistemas de acciones que forman el espacio”
(Santos, 2000, p.54), no considerados aisladamente, ya que “los sistemas de objetos condicionan
la forma en que se dan las acciones y, por otro lado, el sistema de acciones lleva a la creación de
objetos nuevos o se realiza sobre objetos preexistentes. Así, el espacio encuentra su dinámica y se
transforma” (Santos, 2000, p.55). De esta forma, el espacio se visualiza como proceso y como
resultado. Y, además de posicionarse desde la ciencia geográfica, considera como definición de
calidad de vida aquella propuesta por el Dr. Guillermo Velázquez, quien la define como “una
medida de logro respecto de un nivel establecido como ‘óptimo’ teniendo en cuenta dimensiones

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socioeconómicas y ambientales dependientes de la escala de valores prevaleciente en la sociedad
y que varían en función de las expectativas de progreso histórico” (Velázquez, 2001, p.15). En
este sentido, la evaluación de la calidad de vida va a estar en estrecha vinculación con los valores,
deseos y expectativas de la sociedad, los cuales varían en el espacio y con el correr del tiempo.
Como otros estudios sobre calidad de vida desde la Geografía, este trabajo busca analizar esta
medida de logro en determinada población, en un tiempo y espacio establecidos, para que los
agentes con capacidad de decisión adopten las medidas necesarias para mejorar la situación
reinante (Celemín, Mikkelsen y Velázquez, 2015). De allí es que su estudio adquiere importancia,
debido a su aplicabilidad para la mejora de la sociedad de un espacio determinado y en un tiempo
dado, vislumbrando la expresión espacial de la calidad de vida. Sin embargo, hablar de calidad de
vida en zonas rurales es algo más complejo que hablar de esta medida de logro en los espacios
urbanos. Primero, porque se parte de la falta de una definición aceptada y consensuada del propio
concepto de calidad de vida, a lo que además se suma la propia definición de lo rural. Segundo,
por la falta de datos directos y actuales (Escribano Pizarro, 2012). En Argentina, son notorias las
falencias de las fuentes de datos oficiales, dado que las variables e indicadores están pensados para
el espacio urbano y no tienen en cuenta las características de los espacios rurales ni las condiciones
culturales de las diferentes regiones del país (Mikkelsen et al., 2018). Y, tercero, a causa de la
diversidad de situaciones que caracterizan a estos espacios, algunos territorialmente más dinámicos
que otros (Escribano Pizarro, 2012). No obstante, los espacios rurales continúan siendo habitados
por pobladores rurales, por lo tanto, aunque para los datos estadísticos censales representen un
escaso número, desde la Geografía interesa saber cómo es que viven esas personas en esos espacios
y en el presente tiempo. Para ello, nos centraremos en un caso: el paraje Las Toscas.
¿Por qué en los contextos rurales se encuentra poco estudiada la calidad de vida? Mikkelsen (2007)
expresa que la respuesta podría encontrarse en la centralidad de las problemáticas estudiadas para
los espacios urbanos, por ser los aglutinadores históricos de población, servicios y actividades
productivas. Por tanto, el interés de estudiar la calidad de vida se ha centrado en entender qué
ocurre con su evaluación en las ciudades. No obstante, resulta interesante extender el estudio de la
calidad de vida hacia los espacios rurales, los cuales para este trabajo se pueden definir como “todas
aquellas áreas geográficas organizadas en parcelas con hábitat disperso dedicadas a la producción
primaria (agricultura, ganadería, pesca, minería, forestación), estructuradas por pueblos y pequeñas
ciudades con sus actividades de transformación y de servicios, con infraestructura y equipamientos

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diversos, en donde existe un vínculo directo y próximo entre la población y la naturaleza, y donde
se construyen relaciones interpersonales signadas por la proximidad y el conocimiento mutuo”
(Sili, Guibert y Bustos Cara, 2015, p.16). Sin que esta definición descarte el criterio demográfico
que el INDEC adopta para Argentina a la hora de distinguir a la población urbana de la rural. Este
criterio cataloga como urbanas a aquellas localidades en las que residen 2.000 o más habitantes,
por lo cual son rurales las localidades en las que habitan menos de 2.000 personas, distinguiendo
en este conjunto a la población rural dispersa y a la población rural agrupada (Lindenboim y
Kennedy, 2004). La última categoría se asigna en áreas que presenten entre 300 y 1.999 habitantes
(Bertoncello, 2012). La población bajo estudio se encuadraría así, como rural dispersa.
Al vivir en un mundo cada vez más dinámico, la población rural, y principalmente aquella asentada
en los parajes rurales, toma mayor conciencia sobre las ventajas y limitaciones que su reducido
tamaño demográfico les confiere y, por este último, la consecuente dificultad de conseguir más
equipamientos e infraestructuras para la mejorara de su calidad de vida (Escribano Pizarro, 2012).

Metodología
El universo de análisis fue el conjunto de viviendas, hogares y población que habita el paraje Las
Toscas, perteneciente al partido de Lobería, en la provincia de Buenos Aires, para el año 2021.
El trabajo se sostuvo en la aplicación de una metodología cuantitativa, la cual permitió examinar
la medición objetiva de la calidad de vida de los habitantes del paraje Las Toscas para el 2021. Este
tipo de metodología se propone realizar una evaluación a través de una medición, utilizando
procedimientos estandarizados y aceptados por la comunidad científica y debiendo ser analizados
a través de métodos estadísticos, representados mediante números (cantidades), como es para este
estudio el desarrollo de una encuesta a toda la población (Hernández Sampieri, Fernández Collado
y Baptista Lucio, 2010). De esta forma, para cumplir con el objetivo de estimar el grado de la
calidad de vida en los hogares del paraje Las Toscas para el año 2021, se llevó a cabo un censo. Su
desarrollo responde a que el último CNPHyV (2010), resulta desactualizado, tras haber transcurrido
12 años del mismo y, como el paraje presenta bajo nivel de población, veinticinco (25) habitantes,
no queda identificado en los resultados censales, dado que es incorporado como población rural
dispersa.
El instrumento utilizado fue la encuesta, conformada por un cuestionario de preguntas cerradas
donde se consideraron las dimensiones referidas al estudio de la calidad de vida, para todas las

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unidades de observación, que, en este caso, son los hogares identificados en las viviendas del Paraje
Las Toscas para el año 2021. Las encuestas fueron respondidas por el jefe o jefa de hogar, aunque
en ocasiones participaron otros integrantes del hogar. Estos sujetos brindaron la información por
parte de todos los habitantes del hogar y, a partir de este relevamiento, se estimó la calidad de vida
objetiva de la población del paraje. Esta estimación se logró mediante la organización de la
información en dimensiones, que agrupan las variables con sus correspondientes indicadores, que
en su conjunto intentan abarcar la experiencia de la vida material e inmaterial. De esta forma, cada
dominio resulta ser un aspecto que satisface la vida de las personas, por lo que la suma de todas las
dimensiones conformaría el total de la construcción de la calidad de vida (Celemín et al., 2015).
Por lo tanto, este estudio se encuadraría dentro de los trabajos geográficos aplicados, debido a que
utiliza diferentes variables que se desagregan en indicadores socioeconómicos y ambientales, que
permiten tener una visión integral de la calidad de vida (Lucero et al., 2008). Los indicadores
presentan juicios subjetivos, ya que no existen criterios unificados y definitivos para su elección y
ponderación (Celemín et al., 2015). En este trabajo, se decidió emplear un análisis de los mismos
en términos de su presencia en el hogar, dentro de las dimensiones identificadas, a visualizar en el
Cuadro N°1, ya que su existencia debe ser beneficiosa o favorable para la población, concomitante
con la direccionalidad positiva del concepto calidad de vida (Velázquez, 2001).

Dimensión Variable Indicador (en presencia) Puntuación


Educación Máximo nivel educativo Población de 20 a 59 años con secundario o 1 punto.
logrado polimodal completo.
Población de 26 a 59 años con nivel superior 2 puntos.
no universitario completo.
Población de 26 a 59 años con nivel superior 3 puntos.
universitario completo.
Empleo Empleo, calificación Población de 14 años y más ocupada. 1 punto.
ocupacional y aportes Población de 14 años y más ocupada con 2 puntos.
previsionales calificaciones profesional y técnica.
Población ocupada que tiene aportes 1 punto.
patronales o los realizan por sí mismos.
Cobertura de salud Población con cobertura social en salud. 1 punto.

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Saneamiento y Provisión de agua y desagüe Viviendas con provisión de agua con bomba 1 punto.
Salud sanitario a motor.
Viviendas con inodoro con descarga de agua 1 punto.
y desagüe a cámara séptica y pozo ciego.
Vivienda Tenencia de la vivienda y el Viviendas y terrenos propiedades de la 1 punto.
terreno población.
Calidad de los materiales Viviendas con INMAT-14. 1 punto.
Hogares sin hacinamiento Viviendas con un hogar. 1 punto.
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Hogares sin hacinamiento . 1 punto.
Provisión de combustible Viviendas con provisión de gas a granel para 1 punto.
para cocinar y calefaccionar cocinar.
Viviendas con provisión de aire 1 punto.
acondicionado frío-calor.
Acceso a la electricidad Viviendas con acceso a la red eléctrica. 1 punto.
Comunicación- Tenencia de computadora y Hogares con al menos una computadora por 1 punto.
Conectividad acceso a internet cada persona mayor a 12 años.
Hogares con conexión a internet. 1 punto.
Tenencia de telefonía Hogares con al menos un celular por cada 1 punto.
persona mayor a 12 años.
Hogares con teléfono de línea. 1 punto.
Tenencia de vehículo Hogares con al menos un vehículo 1 punto.
automotor automotor.
Ambiente Ausencia de contaminación Hogares no afectados por contaminación por 1 punto.
plaguicidas.
Ausencia de peligro Hogares no afectados por riesgo de 1 punto.
inundabilidad.
Ausencia de tornados Hogares no afectados por riesgo de tornados. 1 punto.
Cuadro 1. Dimensiones, variables e indicadores del ICVR, paraje Las Toscas, en el 2021.
Fuente: elaboración personal sobre la base del análisis de bibliografía específica.

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Viviendas con INMAT-1: viviendas de materiales resistentes y sólidos en el piso y en el techo, con cielorraso.
5
Sin Hacinamiento: 2 o menos personas por cuarto.

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Para estimar la calidad de vida de cada uno de los hogares se implementó la sumatoria de los
indicadores presentes, creando así un ICVR. Los valores de los datos de la población fueron
considerados de acuerdo al promedio de la cantidad de personas. Los resultados se distribuyeron
en tres (3) clases (Muy Bajo, Bajo y Medio), por la técnica de cuantiles, y fueron cartografiados
por medio de la utilización de un Sistema de Información Geográfica, el software libre QGIS 3.4.13
Madeira.
En este sentido, el trabajo empleó datos primarios, como resultado del formulario censal elaborado,
y fuentes de datos secundarios, a través de la revisión bibliográfica sobre el concepto calidad de
vida, y su estudio desde la Geografía en el marco de la ruralidad, como así también información
procedente del CNPHyV 2010 e imágenes satelitales.

Resultados
El paraje Las Toscas, se localiza en la Ruta Provincial N°88, entre los kilómetros 78,6 y 80, en el
partido de Lobería, posicionándose así en la Región Pampeana, en el sudeste de la provincia de
Buenos Aires, tal como se observa en la Figura N°1. En esta región, el partido de Lobería, puede
clasificarse dentro de la zona predominantemente mixta, por su sistema productivo agrícola y
ganadero (Cascardo, Pizarro, Peretti y Gómez, 1991). El lugar bajo estudio, se sitúa a casi 79
kilómetros de la ciudad de Mar del Plata y a 37 kilómetros de la ciudad de Quequén. Por su parte,
la ciudad cabecera de partido, Lobería, se encuentra a 85 kilómetros, si es que se utiliza la Ruta
Provincial N° 88 hasta Quequén y luego la Ruta Provincial N° 227, pero existe otra opción, a través
de un camino de tosca que conecta la ciudad cabecera con su balneario, Arenas Verdes.

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Figura N°1. Localización del partido de Lobería en el contexto del sudeste bonaerense
Fuente: elaboración personal en base al QGIS 3.4 Madeira.

Según el último CNPHyV de 2010, la población del partido era de 17.523 habitantes, de los cuales
13.005 se localizaban en la ciudad cabecera, Lobería, por lo que los restantes 4.518 habitantes se
situaban en el resto del espacio loberense. En el conjunto de recortes territoriales que reúnen
población rural agrupada, la principal localidad es San Manuel con 1.126 habitantes, le sigue
Tamangueyú con 438 personas, mientras que los restantes 2.954 habitantes es población rural
dispersa, de la cual una pequeña parte se asienta en los parajes Napaleofú, Licenciado Matienzo,
El Lenguaraz, Las Nutrias, El Moro, Pieres y Las Toscas, y en el balneario Arenas Verdes.
Respecto de Las Toscas, el cuestionario censal relevado, dio como resultado un total de once (11)
viviendas, aunque sólo ocho (8) están habitadas, cuya localización se muestra en la Figura N°2.

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Figura N°2. Recorte satelital del lugar bajo estudio, el paraje Las Toscas
Fuente: elaboración personal en base al QGIS 3.4 Madeira.

Estas viviendas se encuentran emplazadas en un marco natural conformado por una llanura
anegadiza, de muy escasa pendiente, en dirección perpendicular a la Ruta Provincial N° 88. Este
suelo permite el desarrollo de diferentes actividades agrarias y no agrarias. Entre las primeras,
sobresale la producción agrícola extensiva, de trigo, girasol, soja y maíz, la producción ganadera y
la cría de cerdos y de caballos. Entre las actividades no agrarias, se encuentran aquellas ligadas a
la educación y cultura, mediante la presencia del Club Social y Deportivo Las Toscas, el Jardín de
Infantes N°907 “Paso de Las Toscas”, la Escuela de Educación Primaria N°29 “Doctor Juan María
Gutiérrez” y la Escuela de Educación Secundaria N°4 Anexo Las Toscas. Estas dos últimas
comparten edificio. Además, entre los tres establecimientos educativos, comparten un Salón de
Usos Múltiples y el campo de domas y jineteadas. Otras actividades presentes en el paraje son
aquellas ligadas al comercio, mediante la existencia de una veterinaria para grandes animales, una
carnicería, una talabartería, un almacén de ramos generales y una balanza pública. Además, se
encuentran las actividades ligadas a los servicios por medio de dos antenas de empresas privadas,
Movistar (dotadora de señal para su telefonía celular) y Astesano Informática (proveedor de

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internet en la zona). En el paraje además se encuentran galpones, tinglados y depósitos varios,
emplazados para resguardar las maquinarias y herramientas de trabajo de las inclemencias del
tiempo meteorológico (Rodríguez, 2020).
Respecto del análisis de la medición objetiva de la calidad de vida de la población del paraje, para
el año 2021, se encuentra un gran abanico de resultados, tal como se observa en la Figura N°3.

Figura N°3. ICVR 2021 en el recorte satelital del lugar bajo estudio, el paraje Las Toscas
Fuente: elaboración personal en base al QGIS 3.4 Madeira.

Las respuestas al cuestionario censal relevado confirmaron una población total de veinticinco (25)
habitantes, de los cuales, doce (12) son mujeres y trece (13) varones. Entre ellas, tres (3) menores
de edad, ocho (8) personas en edad activa y una mayor a 65 años. En tanto a los varones, cinco (5)
son menores de edad, la población entre los 18 y 64 años alcanza a seis (6) y además dos (2) tienen
65 o más años de edad. Si consideramos entonces a las veinticinco (25) personas que habitan el
paraje, ocho (8) son menores, catorce (14) están entre los 18 y 64 años, y tres (3) tienen 65 o más
años de edad.

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En relación al ICVR, las distintas clases utilizadas obtienen representación a partir del conjunto de
viviendas, hogares y población que habita Las Toscas. Esto visualiza una gran variación de la
calidad de vida en el paraje, a pesar de ser un recorte espacial pequeño y de contar con pocas
unidades de análisis. Al analizar cada uno de los indicadores se constata la presencia de cinco (5)
constantes positivas, en el sentido de que sus resultados son beneficiosos para toda la población,
estos son: “Viviendas con provisión de agua con bomba a motor”, “Viviendas con INMAT-1”,
“Viviendas con un hogar”, “Hogares sin hacinamiento”, y “Viviendas con acceso a la red
eléctrica”. Los últimos cuatro (4) indicadores corresponden a la dimensión Vivienda, que la
posicionaría bien en el conjunto de la calidad de vida, si no se hubiesen considerado las otras dos
(2) variables: “tenencia de la vivienda y el terreno”, en la que sólo los pobladores de los hogares
con muy baja calidad de vida revelaron desfavorabilidad; y la variable “provisión de combustible
para cocinar y calefaccionar”, la cual mostró, por un lado, la única constante negativa en el
indicador “provisión de aire acondicionado frío-calor”, entendiendo por esto que los resultados no
fueron favorecedores para los habitantes del paraje, ya que ningún hogar presenta esta tecnología
para calefaccionarse. Las respuestas rondaron en relación al uso de estufas a leña, gas y/o
electricidad para acondicionar las viviendas en las épocas más frías del año. Mientras que, el otro
indicador de esta variable, “Viviendas con provisión de gas a granel para cocinar”, evidenció
diferencias, constatándose los mejores resultados posibles (gas a granel) justamente en dos (2) de
los tres (3) hogares que presentan la calidad de vida más alta dentro del paraje Las Toscas. Cabe
mencionar que esta clase tiene como mejor puntuación 20,3 (veinte coma tres) de un total posible
de 26 (veintiséis). En el otro extremo, la vivienda que se posicionó con el ICVR más bajo, lo hizo
con un valor de 11 (once).
La dimensión Educación también marca los resultados finales del ICVR. Uno de los hogares con
más alta calidad de vida es el único que es habitado por una persona con los estudios del nivel
superior universitario finalizados. Cabe hacer mención que de los dieciséis (16) pobladores que
deberían tener el secundario completo, a causa de su edad, sólo nueve (9) lograron cumplimentarlo,
distribuidos en seis (6) hogares.
Empleo, también es una dimensión con grandes diferencias entre las unidades de análisis. Doce
(12) de los habitantes se encuentran ocupados, mientras que cuatro (4) se presentan como
desocupados, y las restantes personas en edad de poder trabajar, desempeñan actividades de
cuidado, mantenimiento de los hogares y parques y demás funciones relacionadas con su rol como

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madres y amas de casa. Pero el incremento de la calidad de vida se relaciona de forma más directa
con el indicador “población de 14 años y más ocupada en calificaciones profesional y técnica”.
Esta categoría se amplió al conjunto de personas que, por más que no presenten una profesión con
título, realizan trabajos que requieren de conocimiento y práctica, y se diferencian claramente del
resto de las ocupaciones.
En relación con la dimensión Saneamiento y Salud, se visualizaron discrepancias en relación con
el indicador “población con cobertura social en salud”, siendo los hogares de más baja calidad de
vida, los que no cuentan con este beneficio. También hubo contrastes, pero más distribuidos, en
tanto a la descarga de agua y desagüe a cámara séptica y pozo ciego, de las viviendas. Mientras
algunos manifestaron poseer la mejor categoría posible, otros mencionaron presentar sólo pozo
ciego, y en un caso se desconocía por ser inquilinos.
Comunicación y conectividad fue una dimensión también tajante. Aquí se reconoció que la edad
reglamentaria para el acceso a celulares o computadoras es de 12 años. En tiempos de pandemia
por Covid-19 estos elementos han sido muy importantes a la hora de continuar, desde la virtualidad,
con los estudios obligatorios u optativos, como así también realizar diversos trámites y para seguir
conectados en tiempos de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio. Con esta consideración,
una (1) vivienda resultó carecer de computadora y de conexión a internet, coincidiendo este hogar
con los niveles más bajos del ICVR. Cabe destacar también que una (1) sola vivienda cuenta con
teléfono de línea, y que tres (3) presentan más de un vehículo para movilizarse, lo cual resulta ser
más cómodo para el desplazamiento por separado de los pobladores del hogar, y más considerando
la lejanía del paraje de los centros de salud, lugares de abastecimiento, y cuestiones afines presentes
en las ciudades.
Por su parte, la dimensión Ambiente, atendió cuestiones relacionadas a la experiencia propia, a la
memoria de los eventos y/o al conocimiento de sus efectos en el paraje, en relación a la ausencia
de contaminación por plaguicidas, la ausencia del riesgo de inundabilidad y de tornados. En este
sentido, sólo cuatro (4) hogares declararon la presencia de los tres (3) indicadores, es decir la
situación más favorable, mientras que los restantes cuatro (4) hogares reconocieron estar afectados
por contaminación por plaguicidas, inundaciones y/o tornados. Esta situación da para pensar, ya
que en un radio pequeño de extensión, un tornado debería tener que afectar a todas estas viviendas,
o por lo menos, algunas tendrían que lidiar con las repercusiones de tal evento, pero se ha de
considerar que no todas las viviendas datan del mismo año de creación, y que algunas han cambiado

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sus dueños, por lo menos de manera momentánea. Las inundaciones sí pueden variar un poco más
debido a las grandes diferencias en los terrenos, y la contaminación por plaguicidas depende mucho
del posicionamiento de los encuestados sobre este tema, y de la percepción que tienen de los
mismos. En este sentido, la dimensión Ambiente reviste diferencias en relación a la forma de pensar
estas cuestiones y del tiempo de permanencia en el paraje.

Consideraciones finales
El concepto calidad de vida es multidimensional y multidisciplinar, lo que lo vuelve complejo, pero
al mismo tiempo integrador de diferentes dimensiones y saberes, por su factibilidad para ser
abordado en función de los diferentes objetos de estudios de las mismas. Esta multiplicidad
conlleva a una diversidad de definiciones sobre este concepto, situándolas en estrecha vinculación
con los valores, deseos y expectativas de la sociedad, los cuales varían en el espacio y con el correr
del tiempo, y allí es donde radica su importancia geográfica, a causa de su aplicabilidad para la
mejora de la sociedad.
Los trabajos de calidad de vida en el mundo y en Argentina, vislumbran la propia evolución que
este concepto ha tenido desde la medición a la percepción, a tal punto que en la actualidad el desafío
es complementar la medición objetiva de la calidad de vida con la medición subjetiva, además de
poder sumar nuevos territorios a estos estudios, como pueden ser las áreas rurales. Este trabajo
colabora en realizar un aporte en ese sentido, de manera exploratoria, en un área muy pequeña de
estudio, y desde la medición objetiva de la calidad de vida. Resta así, para otro trabajo, la medición
subjetiva de esta medida de logro, a realizarse por medio de la aplicación de entrevistas que apunten
a complementar el estudio de la calidad de vida, viendo puntos encontrados (o no) entre ambas
observaciones para el paraje Las Toscas.
En esta escala grande, habitada por veinticinco (25) habitantes, se ven representadas las distintas
clases del ICVR. Cada dimensión trabajada (Educación, Empleo, Saneamiento y Salud, Vivienda,
Comunicación-Conectividad y Ambiente) presenta por lo menos algún indicador que, como
mínimo, en una de las viviendas se comportó de tal forma que marcó la diferencia hacia el interior
de ese dominio. En ese sentido, se puede mencionar al indicador “población de 26 a 59 años con
nivel superior universitario completo”, en la dimensión Educación; al indicador “población de 14
años y más ocupada con calificaciones profesional y técnica” dentro del dominio Empleo, el cual
junto con el de Ambiente, se presenta con variadas situaciones para las unidades de análisis pero

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sin brechas abruptas; el indicador “población con cobertura social en salud” para la dimensión
Saneamiento y Salud; los indicadores “Viviendas y terrenos propiedades de la población”,
“Viviendas con provisión de gas a granel para cocinar” y “Viviendas con provisión de aire
acondicionado frío-calor”, marcando la diferencia dentro del dominio Vivienda; “Hogares con al
menos una computadora por cada persona mayor de 12 años”, “Hogares con conexión a internet”,
“Hogares con teléfono de línea” y “Hogares con al menos un vehículo automotor” son los
indicadores que marcan tajantes diferencias dentro de la dimensión Comunicación-Conectividad,
posicionándola así, como la más diferenciadora dentro del ICVR; y los indicadores “población no
afectada por contaminación por plaguicidas” y “población no afectada por riesgo de tornados”, en
el dominio Ambiente.
Por otro lado, hubo indicadores que se presentaron como constantes positivas, ya que resultaban
ser beneficiosos para toda la población del paraje bajo estudio. Estos son: “Viviendas con provisión
de agua con bomba a motor”, “Viviendas con INMAT-1”, “Viviendas con un hogar”, “Hogares sin
hacinamiento”, y “Viviendas con acceso a la red eléctrica”. Los últimos cuatro (4) corresponden a
la dimensión Vivienda, lo cual habla de buenas situaciones generales en tanto a este dominio.

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