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La mayoría son de Colombia, pero las principales son de Brasil. El Primer Comando de la Capital
(PCC) y Comando Vermelho son las bandas con más presencia en suelo nacional. De Perú está
Sendero Luminoso y de México, el Cártel de Sinaloa
Cuando Carlos Romero era ministro de Gobierno, la exautoridad afirmó que en el país había
emisarios de cárteles que se asentaron en Bolivia con el fin de realizar los negocios con los
narcos locales. “No funcionan cárteles en Bolivia como hay en Brasil, Colombia y México. Si
bien no hay cárteles, sí operan emisarios que pueden hacer transacciones, eso no lo
descartamos”, afirmaba Romero.
El gobierno se niega a admitir que en Bolivia existan cárteles del narcotráfico o mafias
internacionales, prefiere hablar de emisarios o clanes que operan en el negocio ilícito de
las drogas. Sin embargo, la creciente violencia, los ajustes de cuentas, los hallazgos de
pistas clandestinas y el decomiso de cargamentos de cocaína hacen presumir que hace
tiempo estas organizaciones criminales penetraron en territorio nacional.
El tiroteo en el que fueron asesinados dos policías y un voluntario policial no fue ejecutado
por delincuentes comunes, sino por avezados sicarios que, según la Policía, respondían
al yerno del narco Einar Lima Lobo, preso en Brasil. Los sargentos Alfonso Chávez
Flores, Eustaquio Olano y el voluntario del Gacip David Candia son las víctimas de este
triple asesinato, que causa dolor en filas policiales y sobre todo en las familias dolientes,
con quienes nos solidarizamos.
Las circunstancias en las que se cometió el triple crimen se irán conociendo a medida que
avancen las investigaciones, pero por ahora lo que queda es repudiar la delincuencia
organizada que se está instalando en el país, a la par del crecimiento del narcotráfico, el
robo transfronterizo de vehículos, la trata de personas y otros delitos transnacionales.
Hace poco, dos peligrosos reos de la organización criminal de Brasil, Primer Comando de
la Capital (PCC), fugaron de la cárcel de Palmasola y aunque han sido recapturados, el
hecho ha demostrado, entre otras cosas, que esa organización opera en Bolivia desde
hace mucho tiempo, que sus integrantes son capaces de pagar fuertes sumas de dinero
para recobrar su libertad y que no dudan que agarrarse a tiros con la Policía para evitar su
recaptura. Es el típico actuar de las organizaciones criminales.
El gobierno tiene ante sí el reto de frenar esta ola criminal o, de lo contrario, puede ser
demasiado tarde. Los mensajes deberían ser contundentes y no dejar lugar para la
sospecha de que, desde las altas esferas, se protege, facilita o simplemente no se actúa
contra las mafias organizadas. Por ejemplo, un mensaje en ese sentido es la detención
del coronel Maximiliano Dávila únicamente por legitimación de ganancias ilícitas, cuando
la DEA de EEUU lo reclama por protección al narcotráfico.
Por ahora, la población queda en zozobra al saberse desprotegida ante sicarios que
matan sin miramientos nada más y nada menos que a tres policías de patrullaje.
El gobierno tiene ante sí el reto de frenar esta ola criminal o, de lo contrario, puede
ser demasiado tarde.
BIBLIOGRAFIA
https://eldeber.com.bo/pais/hay-diez-mafias-del-narcotrafico-internacional-con-presencia-en-
bolivia_265534
https://www.paginasiete.bo/opinion/editorial/mafias-en-bolivia-JD2948784