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El gobierno no hizo esperar una reacción ante toda la violencia que azotaba el país, por lo
que, al encontrarse en un estadio de sitio, declararon la suspensión del artículo del Código
penal en el cual se exigía la realización de un tratado internacional para poder recurrir a la
extradición; y para garantizar la seguridad del ministro de justicia, se estableció la firma de
varios ministros para llevar a cabo la extradición. Pero, la conformación de esta medida en
contra del narcotráfico, surgió paralela al aumento descomunal de violencia. La explosión
de bombas y la continuidad de actos terroristas que fueron increíblemente en aumento,
provoco la destrucción de la infraestructura perteneciente al diario “El espectador”, la
oficina central del DAS (Departamento Administrativo de Seguridad 12), el incendio de
fincas destacables en Medellín, las explosiones de carrobombas en Cartagena y la explosión
de un avión en pleno vuelo de la aerolínea Avianca.
En medio de la desesperación del pueblo colombiano por acabar esta guerra, los ciudadanos
pidieron al gobierno comenzar diálogos con los narcotraficantes.
Al hacer de la extradición una realidad, los carteles decidieron adelantar negociaciones con
el Estado. La primera de estas se dio en Panamá, junto con el procurador general de la
nación de ese entonces y el expresidente Alfonso López Mickerlsen por parte del Estado
Colombiano, y Pablo Escobar, Jorge Luis Ochoa y Gonzalo Rodríguez Gacha, en
representación de más de cien de los narcotraficantes más importantes.
En esta reunión: “Pidieron reformas al tratado de extradición y exención por los crímenes
cometidos antes de tales reformas; ofrecieron entregar al Estado toda la infraestructura
productiva de la droga, incluso rutas y laboratorios, y abandonar por completo su
negocio. Además, hablaron de cancelar la deuda externa de Colombia.”
El estado colombiano, los sectores político sociales, la embajada norteamericana en Bogotá
y el departamento de estado en Washington se mostraron firmes antes su negativa a acceder
a esto y a negociar de manera directa con los narcotraficantes.
La postura que tuvieron las fuerzas del Estado contra lo que los narcotraficantes pedían,
llevo al incremente del terrorismo, alcanzando esta vez, a personas de altos rangos del
Estado y sus familiares.
Esta presión constante de los contrabandistas y del pueblo por acabar los abusos y la
violencia provocada, condujeron al gobierno a decretar la entrega de los narcotraficantes a
la justica, reducir penas por confesión de delitos y garantizar la no-extradición. Por último,
las negociaciones con el narcotráfico se consolidaron con la asamblea constituyente de
1991
Debido al reciente acuerdo del Frente Nacional, se busco que los constituyentes
fueron de diversos partidos políticos y movimientos sociales para asegurar la voz de
las minorías del territorio; incluyendo no solo a representantes de los partidos
tradicionales, sino también a grupos guerrilleros desmovilizados.
La carta de 1991, significo una reforma para aquello estipulado en la carta de 1886,
debido a los problemas que enfrentaban nuestro país en esa época; pero, esto no
significa que no pueda contener en ella algunos desaciertos que podrian haber sido
evitados y, que constituirían una mejor conformación de ella. Es por esto que, a
continuación, se realizara un análisis en cuanto a los cambios realizados de la
constitución de 1886 a la del 91, desde los aspectos positivos y negativos de esta
ultima.
Siguendo por el titulo II: de los derechos, las garanttas y los deberes, juega un punto
a favor de la carta del 91, su amplaacion en cuanto a los derechos fundamentales,
sociales, económicos, culturales, colectivos y de ambiente. Como lo fue incluir que
la política de comercio internacional colombiana se debe extender hacia
latinomarecia y el caribe como prioridad, y el reconocimiento de la sociedad
pluriétnica de Colombia, brindándole protección a estas.
CONCLUSIÓN
La Constitución de 1991, juzgada según sus efectos positivos durante sus diez
años iniciales, claramente muestra aciertos y verdadero progreso institucional
respecto de la de 1886. Por otro lado, en el examen de sus defectos, carencias y
debilidades, se pueden identificar sus desaciertos.
Quiero desembocar a una conclusión positiva. Una Constitución es como
un organismo vivo que interactúa con el entorno. Éste le plantea demandas y
propuestas. La Constitución hace parte del subsistema político-legal. La sociedad
plantea necesidades y demandas. Los partidos y movimientos políticos convierten
esas demandas en propuestas. El Congreso o el que haga las
veces de poder constituyente discute, aprueba o niega las propuestas de reforma. A
veces será la Corte Constitucional la que, por la vía de la interpretación, desarrolla
los textos constitucionales, los aclara o, abusando de su poder
o de su inmunidad de hecho, los pone a decir lo que ni los constituyentes ni
los textos quisieron decir, como lo hemos visto atrás.
Lo fundamental es que las reformas a la Constitución se realicen, previa la
concertación de las principales fuerzas políticas, pues otro camino, como el
plebiscito convocado por un presidente con talentos de líder carismático,
aprovechando un momento de popularidad, es un camino cruzado de peligros
que ordinariamente conducen a una aventura de cesarismo democrático o
pretorianismo populista como el del Coronel Chávez en Venezuela, que evoca el de
Perón en la Argentina, con grave lesión de los derechos humanos y
de las instituciones democráticas