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"Colmillos Blancos", la célebre novela del escritor estadounidense Jack London,

publicada en 1906, nos sumerge en un mundo implacable y salvaje donde los


instintos primarios se entrelazan con la fragilidad humana. A través de figuras
retóricas y adjetivos intensos, London nos transporta a la cruda realidad de la
naturaleza y la lucha por la supervivencia.

Desde el comienzo de la obra, se nos presenta a Colmillos Blancos, un lobo fiero


y majestuoso, cuyos ojos brillantes reflejan su espíritu indomable. El autor utiliza
metáforas para describir la mirada del lobo, como "dos llamas salvajes en un
vasto océano de hielo", resaltando su poderío y su conexión profunda con la
naturaleza. El adjetivo "salvajes" subraya la esencia primordial de Colmillos
Blancos, reforzando la dualidad de su existencia.

A lo largo de la novela, se exploran las tensiones entre la civilización y la


naturaleza salvaje. London utiliza la personificación para dotar a Colmillos
Blancos de características humanas, como cuando el lobo "rugía con rabia y
desafío a las fuerzas que lo amenazaban". Esta figura retórica intensifica la
sensación de lucha y resistencia que caracteriza al protagonista, mientras que el
adjetivo "amenazaban" resalta los peligros que acechan en su entorno hostil.

En contraste con la ferocidad de Colmillos Blancos, el autor emplea adjetivos


más sutiles para describir los momentos de ternura y conexión del lobo con los
humanos. Por ejemplo, cuando Colmillos Blancos encuentra a su dueño,
Weedon Scott, London utiliza la metáfora de "un hilo invisible de amor" que une
sus almas. Este adjetivo "invisible" sugiere una conexión trascendental que va
más allá de las apariencias físicas, reforzando la profundidad de la relación entre
el lobo y su amo.

El enfrentamiento entre el mundo natural y la civilización alcanza su punto


culminante en la historia de Colmillos Blancos, donde se muestra su lucha
interna entre sus instintos salvajes y su domesticación. London emplea la
antítesis para resaltar este conflicto, como cuando Colmillos Blancos se
encuentra "atrapado entre las fauces del pasado y el abrazo del presente". Esta
figura retórica resalta la tensión y la dualidad que caracteriza al protagonista,
mientras que el adjetivo "atrapado" subraya su lucha interna por encontrar su
lugar en el mundo.

En conclusión, "Colmillos Blancos" es una obra magistral que utiliza figuras


retóricas y adjetivos evocadores para enfatizar las ideas centrales de la
naturaleza salvaje y la lucha por la supervivencia. Jack London nos sumerge en
un mundo donde la dualidad y la tensión entre los instintos primarios y la
civilización se despliegan con fuerza. A través de su estilo literario, nos invita a
reflexionar sobre nuestra propia conexión con la naturaleza y los desafíos que
enfrentamos al encontrar un equilibrio entre nuestros impulsos más básicos y
nuestra humanidad.

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