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Ideología y política en la Europa de la

posguerra fría
Perestroika, Revolución
iempre he defendido la tesis de
que la importancia histórica del
marxismo está ligada a la Revo-

de Octubre y marxismo
lución de Octubre —a la manera
como la importancia histórica
del cristianismo no es indepen-
diente de su reconocimiento
como religión oficial por el
Gustavo BUENO Imperio romano— Según la
tesis, si el marxismo no hubiera
estado asociado al Estado
soviético en la forma como lo
estuvo durante más de 75 años,
no significaría hoy algo más de lo que podría significar
una abstrusa «teoría epigonal» emanada de la
izquierda hegeliana decimonónica; correspondiente-
mente, el cristianismo preconstantiniano (o pre-teo-
dosiano) no podría ser hoy considerado mucho más de
lo que podamos considerar al marcionismo. En todo
caso, el significado histórico universal de la Revolu-
ción de Octubre parece que ya está fuera de discusión,
aún después de la Perestroika en marcha. Pues aunque
no se admita que la Revolución de Octubre fuera la
última etapa de la «prehistoria» de la humanidad, sin
embargo, creo que puede seguir defendiéndose la idea
de que la Revolución de Octubre constituyó un hito
decisivo de su «historia», no sólo por las transforma-
ciones que ella determinó en el territorio de la Unión
Soviética, simo tambien en el resto del mundo
(incluyendo al «mundo occidental» y a sus movimien-
tos de adaptación —entre ellos, el nacionalsocialismo—
a la situación creada por la Revolución.
La tesis de la dependencia de la importancia del
marxismo respecto de la Revolución de Octubre
—tesis en cierto modo paradójica, dado que la teoría
marxista se formuló algunas décadas antes de la Revo-
lución y se entendió muchas veces con independencia
de ella— solia ser vista con gran recelo por la mayor
parte de los militantes de los partidos comunistas no
soviéticos que, a partir de un determinado momento
—¿invasión de Hungría o de Checoslovaquia?, ¿con-
flicto chino-soviético?— proclamaban su independen-
cia respecto de la Unión Soviética declarando, en
muchas ocasiones, que los programas, organización y
destinos del comunismo en estos países había de con-
cebirse dentro de la perspectiva de la más plena auto-
nomia, sin perjuicio de las alianzas, más o menos fra-
ternales, con el P. C. U. $. Los acontecimientos que
están teniendo lugar en estos meses de 1990, en tanto
parecen conducir a una suerte de disolución-supera- ignición dotado de suficiente energía expansiva como
ción de los propios partidos comunistas de inspiración para poder ir llevando a efecto el programa del Mani-
marxista, no solamente en el Este, sino también en fresto comunista: «iProletarios de todos los paises,
Ttalia (acaso pronto en España) demuestran inequivo- unios! Y no habría por qué atribuir un carácter instan-
camente, a nuestro juicio, la tesis de referencia: Que táneo al proceso de expansión, ni siquiera un ritmo
los partidos comunistas, en tanto estaban inspirados uniforme, supuesto que el proceso de expansión se
en el marxismo se sostenían por hilos visibles o invisi- concibiese como durando un intervalo (finito, y no
bles tendidos desde el prestigio (a veces, el apoyo inmenso) de tiempo. En cambio, sz entenderían mal,
directo) de la «Patria del Socialismo». Por lo demás, la dentro de la teoría, los procesos de involución, y no se
explicación de estas conexiones entre el significado y
¢l alcance del marxismo y la realidad y destino de la
Unidn Soviética no es tan trivial como algunos pudie-
ran pensar (en la forma más grosera: el «oro de
Moscú»). Al menos, estas conexiones pueden ser con-
templadas no sólo como cuestión de hecho —del
hecho de la propagación de una ideología y de una
organización en el terreno sociológico— sino como
una cuestión teórica, interna a la propia doctrina mar-
xista (que no excluye, desde luego, la aportación del
«oro de Moscin»).
En efecto: si admitimos (para referimos a un solo
punto de la doctrina, aunque esencial) que el con-
cepto de «Proletariado», como clase universal, no es
un concepto meramente empirico («visual», por PCE FARIX, 1974,
decirlo asi) ni puede serlo, dada la naturaleza anafó-
rica de su contenido, tendremos que admitir también entenderían en absoluto (es decir: obligarían a retirar
la implicación mutua de los diferentes partidos que la teoría) las involuciones que rebasasen determina-
fueron concebidos como avanguardias del Proleta- dos puntos críticos. En nuestro caso, se disponía, si se
riado» con el partido definido como la «vanguardia puede hablar asi, de la «función» (concepto funcional)
del Proletariado» por antonomasia, el Partido Comu- «Proletariado» y era preciso un «parámetro iniciab
nista de la Unión Soviética. La clase universal no es un para que la función no permaneciese vacía. Dado el
concepto que pueda definirse sólo en términos negati- “«parámetro» «Revolución victoriosa en Octubrer,
vos —la clase de los desheredados, los eparias de la podríamos conceder a la recurrencia de la función rit-
Tierrar— pues no es una clase que pueda constreñirse mos variables, «un paso atrás y dos adelante», pero de
al terreno de la realidad pretérita o presente. Pues no suerte que el movimiento global dibujase una trayec-
es UN ergon, sino una enérgela que sólo se realiza en el toria expansiva, envolvente de la redondez de la
cumplimiento de su destino revolucionario, la supre- Tierra. A esa luz, podían haber sido interpretados los
sión-absorción de todas las clases en el seno de la primeros erandes fracasos de la Idea de «Proletariado
futura sociedad comunista, Por ello, tampoco puede internacional» en cuanto se oponía a la Primera
entenderse el concepto del Proletariado como un con- Guerra Mundial entre los Estados capitalistas-impe-
cepto ideal-especulativo, que pudiera reposar trangui- rialistas, por cuanto estos fracasos habrian quedado
lamente en el éter intemporal e inespacial de lo compeñsados con la victoria del Proletariado en
eterno. Pero la única manera de conferir significado Octubre de 1917. Es cierto que fracasó también la
práctico al concepto de Proletariado, como clase uni- inmediata Revolución en Alemamia, o Hungría. Pero
versal, es definitlo por medio de un proceso de «recu- la victoria de la Unión Soviética contra el fascismo, así
rencia» capaz de tender a un límite, a partir de alguna como la instauración del régimen comunista en la
obligada realización suya (0 que asuma la significa- China Popular, a raiz de la terminación de la Segunda
ción de tal). Asi se interpretó la «dictadura del Prole- Guerra Mundial, y, por supuesto, la propagación o
tariado» en el partido de Lenin, como un punto de «recurrencia» del sistema comunista en Polonia, Ale-
mania oriental, Bulgaria, Rumanía, Hungría..., aunque años cincuenta podría no parecer absurdo hablar de
hubiera estado ayudada por la victoria militar, podían un «Proletariado positivo» en fase de expansión a par-
hacer pensar en la realización lenta, pero firme, del tir de esos centros de irradiación mundial que eran la
Proletariado como clase universal. Pero también es Unión Soviética y la China Popular: En cualquier
cierto que, ya que el mismo desarrollo político que caso, la Idea de «Proletariado», en cuando Clase uni-
tuvo lugar en los países comunistas a raíz de la victo- versal en proceso de realización, debía ajustarse al for-
ria «contra el fascismo», la idea del Proletariado inter- mato de una clase atributiva, cuyas partes fuesen agre-
nacional, en tanto parecía haberse tomado cuerpo en gándose las unas a las otras y concatenándose hasta
casi la mitad de la Humanidad, comenzaba a transfor- recubrir la Tierra. (Desde este punto de vista, podría
marse, a la par que las «dictaduras del proletariado» se considerarse como una auténtica aberración de la
transformaban en la figura de «repúblicas populares», teoria marxista el hablar siquiera de la posibilidad de
o de «estados de todo el pueblo». Pero todavia en los una autonomía plena de los Partidos comunistas
nacionales o regionales, aunque fuera al nivel del
«eurocomunismo», como si esa autonomía pudiese
tener algo más que un alcance meramente «organiza-
tivo»).
Desde estos puntos de vista, nos parece que el
golpe más duro que objetivamente sufrió la Idea del
Proletariado como clase universal fue el conflicto chi-
no-soviético, que apareció a plena luz en los años 60, y
todas las consecuencias que el conflicto tuvo, entrete-
jidas con el regreso en los ritmos de crecimiento eco-
nómico, el endeudamiento y el estancamiento que
comenzaron a hacerse cada vez más patentes a los

«Los partidos comunistas se sostenían


hasta ahora por hilos tendidos desde
el prestigio o el apoyo directo de la
“Patria del Socialismo”.»

cuarenta años de la gestión política en manos de una


clase con vocación de «Clase Universal», La Peres-
troika, a nuestro juicio, lejos de poderse reducir, como
se creía en 1985, y aún en 1986, a los límites de una
reforma administrativa, pero asimilable enteramente
dentro del programa leninista, está resultando ser el
comienzo del reconocimiento explícito de la necesi-
dad de dar paso a un proceso de liquidación de la Idea
del Proletariado, como «clase universal». En realidad,
hacía tiempo que ya no se hablaba de esa Idea, salvo
lon Iliescu y Petre Roman, los dos líderes rumanos, en diciembre de por algún teórico; pero la Idea no había sido oficial-
1989, antes de volver a la corbata. mente abolida —como tampoco ha sido abolida aún la
autoconcepción de los Estados Unidos como defenso- se ha ido modificando, descomponiendo y, final-
res de la libertad y de la justicia universales. La Peres- mente, ha tenido que ser desechada desde la Peres-
troika, entre otras cosas, al restituir a los ciudadanos troika. ¿No es preciso decir, por tanto, que, con esto,
de los países comunistas el derecho a la propiedad la teoría marxista ha perdido su referencia, sus «pará=
individual de los medios de producción (las leyes de la metros», y está siendo reducida a la condición de
economia desbordarán todas las limitaciones extrinse- mera ideología, cuyos efectos (beneficiosos o nocivos)
cas que sean puestas en un principio a estos derechos) pertenecen ya al pasado? Pues la teoría marxista no
impide seguir considerando, ni siquiera por anáfora era sólo una «teoría descriptiva» de una situación
hipotética o especulativa, a las «democracias popula- dada (y susceptible de ser juzgada dentro de los confi-
res» como momentos dados en el proceso de realiza- hes de la época en la que fue formulada), sino que
ción expansiva del Proletariado positivo, como Clase también pretendió ser una «teoría pragmática»: (mo ya
universal, La Perestroika está demostrando ser, no ya
una reestructuración, sino una rectificación formal,
cada vez más explicita, no ya sólo de la práctica, sino
de la misma teoría marxista. La Idea del Proletariado «La “Perestroika” está demostrando
había experimentado ya un eclipse profundo en las ser no ya una reestructuracion, sino
décadas anteriores, y habia razones para ello. El pro-
pió desarrollo tecnológico de la sociedad industrial una rectificación, cada vez más
impedía ver al Proletariado como ese trabajador o explicita, de la teoría marxista,»
demiurgo faústico que Marx pudo ver en sus princi-
pios. El trabajador industrial iba a dejar de ser poco a
poco el «agente creador» de la Producción, el domina-
dor de la naturaleza —para comenzar a ser, a la vez, un
meramente predictiva) que tiene, como campo propio,
agente destructor y depredador, o un productor de
a su «posteridad». La Revolución de Octubre formaba
banalidades; y, lo que es más, iba a dejar de ser el
parte de esa posteridad y, por tanto, su curso compro-
wparia de la Tierra» para llegar a ser cuando la clase de
mete, desde 1917 a 1990, la validez de la teoría misma,
desempleados, marginados, emigrantes, etc, etc,
no ya sólo en su calidad de «telescopio del tiempo»,
fuera extendiéndose como una mancha de aceite— un
sino también como «plano de la Revolucions, como
privilegiado. La Perestroika ya no contempla al Prole-
guía del camino que debe seguir el Proletariado en su
tariado internacional, sino a los armenios, a los afga-
camino hacia la superación de todas las clases, al reali-
nos, los mongoles y a los propios ciudadanos rusos,
Con esto, la Perestroika se hace realista; pero, por ello
zarse como Clase Universal.
mismo, la teoría marxista clásica en su versión leni- ***
nista, queda definitivamente comprometida en cuanto
teoría de la realidad. Lo que suele designarse —por ejemplo, en círcu-
A¿Cómn podría, en _conclusidn, decirse que la los relacionados en tiempos con el «althusserismo»—
teoría marxista, aunque fuera anterior a la Revolución como «teorfa marxista» (con preferencia a «filosofía
de Octubre, no está ligada esencialmente al destino de marzxista», sin duda con una intención de aproxima-
la Unión Soviética y a su obligada Perestroika? Tam- ción hacia la ciencia, y de alejamiento de la «ideo=
bién la teoría de la gravitación fue formulada con logía»), es, sin lugar a dudas, un «todo complejo», de
anterioridad a los viajes espaciales, pero no es inde- muy dudosa unidad, dada la heterogeneidad de doctri-
pendiente de tales viajes, ni tampoco reciprocamente, nas especiales que contiene (doctrinas econdmicas,
puesto que las astronaves se guian por ella, La Unión históricas, epistemológicas, sociológicas, incluso fisi-
Soviética fue el «banco de pruebas» más adecuado, cas y antropológicas). Pero en la medida en que esa
por su escala, para medir la capacidad conformadora «teoría» contiene, como componente esencial, la Idea
de la Idea de Proletariado universal, esencial para la de «Proletariados, en el sentido dicho, acaso esa hete-
teoría marxista, y, por tanto, para determinar su ver- rogeneidad del «todo complejo» pudiera considerarse
dad práctica. En este «banco de pruebas», al cabo de estructurada en dos partes o momentos bien diferen-
70 años, y desde el —es decir, no desde fuera— la Idea
ciados, aunque dialécticamente entrelazados, precisa- «contradicciones» entre las fuerzas y las relaciones de
mente por el intermedio de la Tdea del Proletariado producción, Desde la perspectiva de la lucha de clases
como clase universal: dos partes o momentos que habrá que considerar al Estado, al Derecho, al Arte, a
designaremos —en atención a la naturaleza gnoseció- la Religión, a la Moral, a la Filosofía,...
gica de los campos & los cuales se refieren intenciona- Ahora bien: a nuestro juicio, el materialismo his-
damente estas partes o momentos de la teoria— como tórico aunque suele ser muchas veces sobreentendido
la parte histdrica y la parte metahistórica de la teoría, como una teoría «históricas (ya sea como una «ciencia
¡Dejamos de lado, por el momento, las cuestiones de la Historia», ya sea como una «filosofía de la histo-
acerca de si la «parte histórica» pueda redefinirse ria», incluso, según algunos «teólogos de la libera-
como la «parte positiva», orientada al análisis de la ción», como una «teología de la histotias), no sé
realidad dada, del «ser», de la teoria, mientras que la una teoría histórica «exenta», salvo por abstracción.
«parte metahistórica» correspondería a las regiones Quiero decir con esto que el materialismo histórico
cuasi-utópicas, no positivas, de los placeres, o proyec- está necesariamente engranado con alguna concep-
tos, del «deber ser», (Estas correspondencias proba- ción general del mundo (filosófica, teológica) que
blemente sólo tienen significado «desde fuera» de la seguramente no es univoca (el engranaje del que
teoría marxista.) hablamos es de tipo «sinecoide», el que media entre
un término a conjuntado con un conjunto alternativo
EE A, B, C.: a [A B C=]); y también está engra-
nado con doctrinas cientificas, biológicas o físicas, Por
L Considerada según su eparte histórica», la lo demás, suponemos también que la conexión del
teoría marxista se nos presenta eminentemente como «materialismo histórico» con un tipo determinado de
materialismo histárico, es decir, como una doctrina
sobre los motores, estructuras y fases de los procesos
sociales humanos del pretérito y del presente. Desde
la comunidad primitiva y el «modo de producción
asiático», hasta el capitalismo industrial o el «socia-
lismo real» de nuestros días. No es necesario reseñar
aquí siquiera sea la lista de los principales conceptos y
principios que van referidos al materialismo histórico
(modos de producción, clases sociales, base y superes-
tructura, falsa conciencia...). Tan sólo subrayaremos
cómo el marxismo, en cuanto materialismo histórico
(en contra del humanismo, en tiempos muy cele-
brado, de K. Mondolfo o de E. Fromm) no sería tanto
una doctrina psicológica, ética o moral, ni siquiera
sociologica, sobre los motores psicológico-genéricos
del proceso histórico (la «rapacidad» de los explotado- PCTA, Asturias comunista, mayo, 1977
res, el «sufrimientos de los explotados...) sino, sobre
todo, un análisis del espacio que el mismo atraficon concepción filosofica o cientifica, más bien que con
de los hombres con la Naturaleza y de los hombres otro, no es indiferente para la misma estructura y sig-
entre si, ¥, en particular, el tráfico mefcantil, abre nificación teóricas del materialismo histórico, No es el
entre los individuos y los grupos humanos, siguiendo mismo el materialismo histórico de Kautsky, de cuño
caminos objetivos «por encima de su voluntad»; y positivista —determinista, que el de Vorlinder, de
cómo las leyes genéricas biológicas, etológicas,... apa- cuño kantiano, o el de algunos representantes de la
recen encauzadas históricamente en la forma de una «Teologia de la liberación». En este sentido, cabe con-
lucha de clases, definidas por la relación que los hom- cluir que el materialismo histórico sólo puede funcio-
bres ocupan con la propiedad de los medios de pro- nar, de hecho, engranado con alguna concepción glo-
ducción, La lucha de clases es el motor de la historia y bal del mundo, ya sea del estilo del «materialismo dia-
sólo a su través alcanzan significado dialéctico las léctico» monista que introdujo en Plekhanov, ya sea
del estilo, también monista, pero quizá menos deter- teoria marxista —puesto que esta conexión no es de
minista, de las concepciones «totalizadoras» de mera yuxtaposición, ni siquiera de reducción mutua
Lukacs o Bloch, ya sea, acaso, engranado con concep- de alguna de las partes de la otra— lo que intentare-
ciones del mundo no monistas. mos hacer aquí por medio de la Idea de «Proleta-
Desde alguno de estos contextos, con los cuales nadow, O, si se prefiere, nuestro propdsito es de exa-
el materialismo histórico suponemos se vincula de minar, aunque sea de modo muy sumario, la función
modo sinecoide, el marxismo ha llegado a ser un ins- que puede corresponder a la Idea de «Proletariado» en
trumento de análisis muy fino de la realidad, El mate- la conexión de estas dos partes de la teoría marxista.
rialismo histórico, como método de análisis crítico, Cabria hablar de una suerte de «realimentación»
que logra desenmascarar tantas pretensiones y planes entre las dos partes consabidas, en virtud de la cual
ideológicos del capitalismo «occidental», ha llegado a
ser, en cierto modo, un instrumento común y un patri-
monio irenunciable de nuestra cultura racionalista
(incluyen aquí tanto a J. Habermas como a J. Rawls),
“.

I Considerada según su «parte meta-histórica»,


la teoría marxista ya no se nos presenta como la teoría
de un pasado o presente dados, positivos, (históricos),
sino como la teoría programática («predictiva», por
tanto, pero no solamente predictiva —a la manera de
una teoría astronómica— sino conformadora, práctica,
aunque esta practicidad se haga consistir a veces en la PSUC, Treball, dietembre, 1977
que corresponde a una «utopía concreta», total, en el
sentido de Bloch) del futuro del Género humano, que,
desde el actual y superior modo de producción capita-
podriamos decir que la «parte programática» no
lista (y, más aún, desde el «socialismo real») está apro=
deriva, por «simple deducción», de la «parte histórica»
ximándose infaliblemente al «estado final». El estado (según el conocido esquema de la «teoría del
propio del «modo de producción comunista», tal
eclipse»), sino que es ella la que puede considerarse
como Marx lo dibujó, aunque con pinceladas muy
responsable de moldear, en cierto modo, el «material
sumarias, en su Critica al Programa de Gotha, pero histórico» (y, lo que es más importante, moldearlo de
también otros muchos políticos relevantes (y no por
distinta forma según el sentido de la conexión sine-
ello menos metafísicos) comó pudo serlo Jaurés.
coide antes considerada), Ocurre así como si la
L westructura del pretérito», lejos de revelársenos de
modo puramente especulativo, implicase ya una
La distinción entre estas dos partes o momentos determinada orientación práctica. Pero también
de la «teoría marxista» está de algún modo reconocida habría que decir que la estructura de la «parte histó-
por el propio Marx, cuando contraponía, por ejemplo, rica» no es un mero «constructo ideológico» al servi-
la «Prehistoria de la Humanidad» a su verdadera «His- cio de fines prácticos más 0 menos conscientes,
toria» (consecutiva a la superación de la lucha de cla- puesto que debe tener un minimun de realidad obje-
ses), en la cuál las contradicciónes antagónicas habrán tiva para que el propio programa no sea, no ya sólo
desaparecido (permaneciendo, a lo sumo, contradic- utópico en sus resultados, pero ni siquiera identifi-
ciones «no antagónicas», que Marx no ha detallado: cable como tal programa en los principios de su apli-
¿serán los antagonismos entre varones y mujeres, o cación.
entre blancos y amarillos, o acaso, simplemente, entre A. Sería precisamente la Idea de «Clase Univer-
gigantescos clubes internacionales de fútbol?). sal» (ya sea ésta concebida como la «unidad del sujeto
Lo que nos importa aquí es profundizar en la y del objeto de la historia», al modo de Lukacs, ya sea
naturaleza de la conexión entre estas dos partes de la entendida como la «fraternidad del Género humano»,
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al modo de Stalin) aquella Idea programática que se cuencia imparable de la «ley del desarrollo capitalista»
presentó como capaz de estructurar el material histó- tepara que los capitalistas obtengan ganancias r > 0 es
rico según la consabida dialéctica de la lucha de clases necesario que exploten a los trabajadores t = 0»),
antagónicas, Y es el monismo del fin último y defini- Desarrollo que conduce a su autodestrucción, bien
tivo del «Género humano» aquello que moldea la ten- sea por el agotamiento determinado por
la tendencia a
dencia hacia el dualismo en la concepción dialéctica la baja de los beneficios, bien sea por el agotamiento
de la Historia. Pues sólo serán antagónicas las clases de los mercados una vez las sucesivas «reproduccio-
(a la Juz del monismo teleológico) si desaparecen una nes ampliadass hayan recorrido todos los mercados
tras otra en un proceso llamado a borrar a todas las que hoy llamamos tercermundistas, En cualquier
clases con el desarrrollo de la «clase universal» (Aque- caso, la doctrima del determinismo del proceso del
llas sólo son tales como «clases complementarias» de desarrollo del sistema capitalista no tendría por qué
la clase universal, que es la que actúa ya como limite justificar la total inhibición política por parte de los
al que tiende cada clase victoriosa en cada momento partidos obreros (si es que el final del capitalismo
histórico). Y, especialmente, comienza a apuntar en el puede ser esperado como se espera a un eclipse de
capitalismo, con la burguesía internacional y, sobre Sol). PLekhanov subrayó ya en su tiempo que el
todo, con el Proletariado industrial, en cuyas manos determinismo histórico no implica pasivismo político,
llega a estar la producción mundial que hará posible puesto que el determinismo puede incluir, entre los
«crezcan las fuerzas productivas y corran a chorro eslabones de la concatenación por él prevista, a las
lleno los manantiales de la riqueza colectivas, Podrá propias acciones de un movimiento revolucionario,
rebasarse entonces totalmente el estrecho horizonte Pero ¿de qué modo ha de concebirse el tránsito, a
del derecho burgués —que gira en torno al derecho de través del Proletariado ascendente, desde la condición
propiedad—: el Gobierno de las Personas, y con él, el de clase particular (la clase obrera, explotada, y sus
Estado, dará paso a una «administración de las cosas» aliados) a la condición de clase universal? ¿Cómo
definir las responsabilidades de los movimientos poli-
ticos intercalados en la concatenacion que va a condu-
cir al eclipse del sistema capitalista? Aqui es donde
hay que situar, desde luego, el punto decisorio de la
«El marxismo soviético y la divergencia entre el marxismo socialdemdcrata (para
no referimos a la socialdemocracia no marxista,
socialdemocracia marxista tienen algo aquella que comienza por no contemplar la «ley del
en común: el postulado relativo a la desarrollo del capitalismo en el sentido de su autodi-
solución) y el marxismo comunista.
fase final del género humano, la
esperanza en un estado final de ...
equilibrio de la humanidad.»
La distinción entre una socialdemocracia mar-
l xista y una socialdemocracia no marxisia es hoy poco
más que una distinción de razón. Desde luego, el Par-
tido socialdemócrata clásico, el de la TI Internacional,
y la anarquia comunista del estado final permitirá que no podría ser reducido a la condición de «hechura»
la Sociedad escriba en su bandera: «¡De cada cual, marxista, aunque estuvo muy influido por Marx, Pero
según sus capacidades; a cada cual, según sus necesi- el propio Marx criticó el programa del partido de
dades!», Lasalle, o de Bebel, o de Leibknecht. Por su parte,
B. Por otro lado, el análisis del material histórico dentro del Partido, nada menos que Bernstein
de lo dado, pretérito o presente, tal como se nos revela emprendió un revisionismo sistemático de la doctrina
a la luz del proyecto revolucionario en el sentido marxista. También es verdad que constituyó una acti-
dicho, permitirá conferir una racionalidad, próxima a vidad regular de algunos economistas vinculados a la
la de la ciencia, al proyecto mismo, hasta el punto de social-democracia tratar de salvar al marxismo de las
que éste podrá ser presentado casi como una conse- objeciones demoledoras que desde la cátedra intenta-
ban demostrar que £l Capital era inconsistente, El marxismo recibió una interpretación mucho
amplificando la critica de Bohm-Bawerk cuando seña- más diferenciada y «compacta» en su versión comu=
laba presuntas incompatibilidades entre la teoría del nista, la versión del marxismo-leninismo soviético. El
valor del Libro [ de El Capital y la teoría del precio partido comunista se identificó ahora con la idea de
de producción del Libro III. El mismo Kaustky, que proletariado como clase universal, de la que asume la
quiso mantenerse más cerca de los principios del mar- función de vanguardia. Juzgd necesario apoderarrse
xismo, tendió a concebir el proceso de transición del Estado mediante una «dictadura del Proletariado»
como un proceso gradual y no necesariamente vio- a fin de llevar a cabo la revolución socialista, es decir,
lento, Se acusaría a la socialdemocracia de colabora- la supresión de las clases sociales, de la propiedad pri-
ción con el capitalismo. Sin duda, la social-democra- vada y, por último, al final, el propio Estado. Esta via
cia buscó progresivamente la forma de convivir con el tomada por Lenin, acaso era también la única vía
capitalismo y colaboró con él y aun traicionó los idea- accesible en la política real que se abrió a los bolche-
les proletarios (el iabajo la guerra! de Libnck y Rosa viques después de la abdicación de Nicolás Il: era
de Luxemburgo). Pero es lo cierto que a la vez domes- imposible convencer a los bolcheviques del año 17
ticó como pudo el sistema capitalista por medio de la que su verdadero objetivo debiera ser colocar a la vic-
política reivindicativa de los sindicatos de clase, de la toria de una revolución burguesa como fase previa
huelga, de la limitación progresiva en las tasas de necesaria, y de duración probablemente secular, para
beneficios, en la obtención de importantes conquistas una ulterior revolución socialista, No creo, por la
laborales y sociales, en la conquista politica del sufra- demás, que pueda decirse que el proyecto revolucio-
gio universal democrático, por formal que éste pudiera nario de Lenin fue menos marxista que el proyecto
llegar a ser. La cantidad del marxismo, «disuelto» en evolucionista del «renegado» Kautsky. Desde luego
la social-democracia fue, en todo caso, muy grande.
Pero también es verdad, que, después de todo, la
social-democracia se alejó hasta tal punto de la otra
gran corriente de interpretación del marxismo, la que
se atribuyó monopolísticamente la ortodoxia, y se Para el liberalismo el andlisis
hizo tan enemiga suya, que, aunque con frecuencia se
consideró al leninismo como una auténtica herejía del histórico realizado por el marxismo es
marxismo, de hecho llegó a considerar conveniente erróneo, porque la historia no sería el
prescindir del rótulo de marxista, resultado de la lucha de clases sino
En cualquier caso, las divergencias fueron casi
totales. Si nos atenemos a la distinción de las dos par- de la libre competencia, beneficiosa
tes de la teoría que venimos distinguiendo, habría que para la “selección social”.»
concluir que lo que la via social-demócrata llegará a
considerar como erónea o inadecuada es la parte pri-
mera del análisis histórico de la sociedad democrática
en términos de lucha de clase, en nombre de una con-
cepción de la igualdad de oportunidades), pero mante- quiso ser más fiel a la teoría marxista, Y esto a pesar
niendo la parte segunda, es decir, el ideal utópico de la paradoja de que, en contra del gradualismo del
(monista) de una Sociedad Universal o estado final Engels tardio —que hacía más probable la evolución
del equilibrio, identificado a veces con la «sociedad hacia el comunismo en Inglaterra y en Francia—, la
democrática del consumidor satisfecho». En general, Revolución dio comienzo en Rusia. Ahora bien, el
se aceptará la parte segunda como una utopía, pero concepto del «eslabón más débils —que obligaba a
como una utopía necesaria, algo así como el ideal tener en cuenta la cadena formada por los países capi-
Kantiano de la paz perpetua, en el que la igualdad talistas en su conjunto— constituía una respuesta con-
sirve más como idea regulativa de la Realpolitik que vincente... siempre que la Revolución se propagase de
de expresión de una situación efectiva, hecho a todos los demás eslabones de la cadeña. Es
evidente que la sola idea del comunismo en un Estado
ExXE aislado, aún en el supuesto de la instauración de un
colectivismo en el ámbito de ese Estado, implicaba ya intentó propagarse a todo el mundo, aun a riesgo de
la propiedad privada que se quería abolir, cuando se que se confundieran los intereses del Proletariado
tomaba como referencia el objetivo final del Género universal con los intereses del imperialismo más vul-
humano, pues estábamos ante la detentación del terri- gar; contribuyó, no sólo a la instalación del comu-
torio y los bienes de ese Estado frente a los «dere- nismo en Polonia, Hungría, Bulgaria..., sino también
chos» de los demás hombres. Pero lo que no ocurrió al levantamiento y liberación de muchos pueblos del
de hecho fue la propagación de la revolución desde el hemisferio sur. Pudo razonablemente, durante años,
eslabón más débil hasta los demás eslabones. Trotsky pedir un amplio margen de confianza para ver cum-
habló de una revolución traicionada. En realidad, la plida su tarea, que sería convergente con la crisis total
revolución soviética no perdió nunca (ideológica- del capitalismo (que se tocó con las manos ya en la
mente, intencionadamente) la perspectiva universal; depresión de 1930). La Revolución en un solo país,
aunque éste fuera la Unión Soviética, y aunque en ella
se quisiera llevar a fuego y a sangre mediante los pla-
nes quinquenales a través de los cuales se iba reali-
zando el plan universal, pudo decirse que había
comenzado. En realidad, vistas las cosas retrospectiva-
mente, ni siquiera podemos decir hoy que la Revolu-
ción comunista comenzó, puesto que no acabó; del
mismo modo como tenemos que decir que no cabe
hablar de un descubrimiento científico efectivo hasta
que éste no haya sido justificado. No podía sostenerse
sin propagarse; y esto no sólo atendiendo al fin uni-
versal de esta Revolución, que es el que le confería el
sentido de tal; sino en la misma necesidad que, preci-
samente para la marcha real hacia este fin, tenía la
Revolución, ya en sus principios, en un país de campe-
sinos, del apoyo de los demás países industrializados.
Pero lo cierto es que el proceso de recurrencia
revolucionaria se detuvo y su misma ampliación, des-
pués de la Segunda Guerra Mundial, podría conside-
rarse como aparente o externa. Esta detención equi-
valía ya, por sí misma, a la más grave amenaza a la
consistencia de la teoría marxista clásica, ligada a la
concepción monista, progresista y unilineal del pro-
ceso histórico. Cabría decir que la fuerza expansiva de
la primera presunta encarnación del proletariado uni-
versal se detuvo, no sólo por la recuperación del capi-
talismo, sino por el correlativo fracaso económico del
propio socialismo real. Desde el momento en que el
socialismo real quedó confinado a los límites de
Yalta, desde el momento en que se constituyeron las
Naciones Unidas, el juego democrático internacional,
y la entrada en acción de otras unidades políticas de
escala estatal, y no conmensurables con la idea del
proletariado, el capitalismo estaba llamado a recupe-
rarse y el desarrollo económico del socialismo real
estaba llamado a quedar frenado. A causa, al parecer,
de la acción de una burocracia exógena; en realidad, a
El dirigente búlgaro Alexander Lilov. consecuencia de una burocracia endógena, imprescin-
dible para poner en marcha la ejecución del Plan que, socialdemócratas? ¿Cuál puede ser el futuro de los
de hecho, consiguió elevar a muchos pueblos sobre el antiguos partidos comunistas en proceso de transfor-
nivel medieval en el que se encontraban con una vio- mación?, ¿acaso únicamente su conversión en un «ala
lencia no superior a la que empleó siempre el capita- izquierda» de los partidos socialdemócratas?
lismo imperialista. Pero la suerte del marxismo Volvamos, a fin de no salirnos de la sistemática
monista estaba ya echada, En vano se trataria de echar anteriormente establecida, al análisis que hicimos de
la culpa a Stalin; no había nada que hacer, sino termi- la teoría marxista en sus dos partes, o momentos «dia-
nar liquidando el proyecto marxista-leninista, Y esto lécticamente realimentados». Por respecto de este
es lo que está haciendo, aunque muchas veces no
quiera reconocerlo, la Perestroika.
iSignifica esta renuncia al marxismo-leninismo
que hay que considerar definitivamente fracasada la
teoría marxista y que solamente los planteamientos de «Desde que el socialismo real quedó
la economia capitalista, al menos en su versión lla- confinado a los límites de Yalta, el
mada humanista —fundada sobre la propiedad privada,
que es el principal contenido de lo que suele llamarse capitalismo estaba llamado a
libertad— pueden considerarse adecuados para prepa- recuperarse y el socialismo a quedar
rar nuestro futuro? No, en absoluto, puesto que la
Perestroika, que está rectificando el programa comu- Jrenado.»
nista clásico, presupone también, desde luego, la recu-
sación del «capitalismo salvaje». Ha sido precisa-
mente el comunismo quien ha mostrado de hecho a
los pueblos, mediante la práctica de sus andlisis revo- esquema, podriamos re-definir el capitalismo liberal
Tucionarios, o de las guerras de liberación, que el capi- democrático por la negación tanto de la parte primera
talismo liberal democrático que antepone la idea de como de la parte segunda de la teoría marxista, Para la
libertad, es decir, la propiedad privada de los bienes ideología del capitalismo democrático liberal, el and-
de producción y de consumo, a la igualdad y a la fra- lísis histdrico llevado a cabo por la teoría marxista s
ternidad, es precisamente el capitalismo más peli- erróneo, porque la historia no es el resultado de la
groso, el principio de la explotación real de los hom- lucha de clases sino, a lo sumo, de la libre competen-
bres y de la degradación del medio. Ello implica la cia entre grupos, que ha de considerarse, en todo caso,
explotación, la desigualdad, la masacre, la coloniza- beneficiosa para «la selección social»; y el programa
ción, el paro, la miseria, es decir, la implantación del metahistórico del marxismo podrá considerarse como
darwinismo social de los afortunados en virtud de utópico porque el «proletariado universal» puede ya
coyunturas más o menos aleatorias y por la utilización ser considerado como un fantasma que, después de
creciente, a su servicio, de la democracia formal recorrer Europa, ha cafdo exangie.
mediante los procedimientos del control de masas. La Diriamos que si el marxismo soviético y la social-
solución del capitalismo liberal es precisamente la democracia marxista tienen algo en común, sin perjui-
falta de solución, porque es la solución en términos cio de sus diferencias, es el postulado monista relativo
meramente naturales. La alternativa de la Perestroika a la fase final del Género humano, a la esperanza en
no sería, en todo caso, el capitalismo liberal sino un estado final de equilibrio de la humanidad, dentro
aquello que se denomina social-democracia, en sen- del cual las funciones del Estado se extingan práctica-
tido amplio, en la medida en que ella constituye un mente y la igualdad entre los hombres (bajo el reinado
freno o domesticación del «capitalismo salvaje». de una solidaridad que habrá sustituido a la antigua
fraternidad) estará asegurada en una democracia uni-
* * * versal de la abundancia, hecha posible por «tecnolo-
glas no-euclidianas» (para decirlo con la extravagante
Desintegrado el proyecto marxista-leninista ¿Qué fórmula de Bloch). Pero esta coincidencia, una vez
queda del marxismo? ¿Aquello —y ya sería bastante— que el proyecto leninista de llegar al estado final haya
que puede considerarse «disuelto» en los partidos sido definitivamente retirado, es la que daría cuenta
ideológicamente de la convergencia histórica que
muchos esperan entre los partidos social-demócratas y
los partidos comunistas reestructurados.
...

Sin embargo, y ateniéndonos a nuestro esquema,


tenemos que reconocer que queda, en realidad, una
cuarta posibilidad, una posibilidad que, por cierto,
incluye la vuelta del revés (Umstilpung), una vuelta de
revés tendente a dejar de lado el monismo asociado
por la tradición marxista al materialismo filosófico: un
monismo metafísico que se realimenta ampliamente
con el «monismo político» centrado en torno al Plan
final para el estado definitivo del Género humano.
(Sobre el proyecto de esta «vuelta del revés» del mar-
xismo puede verse mi artículo: «¿Crisis en el marxismo
o revolución en el marxismo?», del 1 de noviembre de
1979, publicado en Nuestra Bandera). Consiste esta
vuelta del revés, por decirlo en función de las dos par-
tes que hemos distinguido en la teoría marxista, en
mantener, en lo posible, la primera parte de esta teoría
(el materialismo histórico y la lucha de clases, aunque
éstas ya no se reduzcan a las dos clases antagónicas
del marxismo clásico) y en reconocer el carácter meta-
histórico y utópico de la parte segunda de la teoría.

«La revolución soviética no perdió


nunca la perspectiva universal: intentó
propagarse a todo el mundo, aun a
riesgo de que se confundieran los Lenin, 1917.
intereses del proletariado con los del
imperialismo más vulgar.»
terrestre saturada, acabada y perfecta. Este estado
final, predicado por el «socialismo dialogante», no
sólo no es deseable por ser utópico, sino que también
La desestimación de la parte segunda se funda en es utópico porque ni siquiera es deseable.
múltiples motivos. Pero quisiera destacar aquí el prin- Pero la desestimación de la parte segunda de la
cipal, a saber: que en ella no se ofrece ni siquiera un teoría determina, según lo dicho, una importante
ideal político, precisamente por su vacuidad, Un modificación de la parte primera; a saber, la organiza-
estado de equilibrio constituido por una sociedad uni- ción dualista del material histórico en dos clases anta-
versal de consumidores satisfechos, de alto nivel cul- gónicas. Cuando dejamos de lado el monismo no
tural e intelectual, carece por completo de interés en tenemos por qué entender la historia humana,
tanto que ofrece a la vez la imagen de una humanidad incluido el presente, como la lucha de dos clases
sociales antagónicas, Pero sí cabe mantener el nitas. Pero tampoco nuestra «vuelta del revés» a la
esquema dialéctico del antagonismo de clases de base hipótesis del marxismo monista cierra el paso a toda
económica, en tanto ellas se funden, de un modo u perspectiva de acción política más próxima al mar-
otro, en el derecho de propiedad de los bienes de pro- xismo, tomado en general. La Medicina no pierde sus
ducción (incluyendo la propiedad territorial, tanto objetivos cuando se ha desechado el proyecto utápico
cuando el sujeto de esta propiedad es un individuo —al parecer, uno de los ideales cartesianos— de un
como, sobre todo, si ese sujeto es un grupo social, una cuerpo inmortal; ni por deshechar el ideal utópico de
nación o un Estado) y de consumo. la República platónica pierde la actividad política
«marxista» los objetivos que le son más propios. Una
actividad que no tiene por qué canalizarse únicamente
a través de los sindicatos de clase, de los partidos polí-
ticos parlamentarios o de las federaciones entre esos
«En las postrimerías del segundo partidos. Caben otros muchos canales y redes organi-
milenio las posibilidades tanto para el zativas para una vida politica de inspiración marxista.
Los años venideros nos ofrecerán una morfología
capitalismo democrático más agresivo mucho más rica de la que ahora podriamos imaginar.
como para una Internacional Y no me refiero únicamente a las probabilidades de
Socialista que lo mantenga a raya son internacionalización de ligas secretas reclutadas entre
marginados del primero, del segundo o del tercer
infinitas.» mundo y organizadas en función de proyectos subver-
sivos del mismo equilibrio resultante del conflicto,
porque cada vez es más improbable que tales ligas
puedan alcanzar una importancia política apreciable o
El material histórico de una Realpolitik se nos pre- una duración históricamente significativa. Me refiero
senta, en las postrimerias del segundo milenio, no ya también a las probabilidades de intemacionalización
como un campo que estuviese polarizado en torno a de líneas de acción no clandestinas, que pueden
dos clases sociales antagónicas; las polarizaciones son incluso tomar la forma de una multinacional «orden
mucho más variadas (incluyendo las consabidas oposi- roja», o de varias, que pudieran tener a su disposición
ciones entre el hemisferio norte y el hemisferio sur y un poder económico suficiente como para poder hacer
entre el sector occidental y el oriental del hemisferio frente a programas de acción global dirigida no sólo
norte). Desde este punto de vista, las perspectivas que hacia la consolidación de una línea de resistencia res-
se abren para el capitalismo democrático más agre- pecto del capitalismo ambiente, sino también hacia la
sivo, así como también las perspectivas para el fortale- conformación de un espacio positivo en el que milla-
cimiento de una Internacional Socialista que, convi- res de hombres y mujeres puedan encontrar la posibi-
viendo con aquél y haciéndolo en cierto modo lidad de formas de vida y de acciones reivin-
posible, al mismo tiempo lo mantenga a raya, son infi- dicativas en el seno de la sociedad universal,

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