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1990 Gustavo Bueno Perestroika Revolucion de Octubre y Marxismo Abaco #9 Verano 1990 Pags 61 72
1990 Gustavo Bueno Perestroika Revolucion de Octubre y Marxismo Abaco #9 Verano 1990 Pags 61 72
posguerra fría
Perestroika, Revolución
iempre he defendido la tesis de
que la importancia histórica del
marxismo está ligada a la Revo-
de Octubre y marxismo
lución de Octubre —a la manera
como la importancia histórica
del cristianismo no es indepen-
diente de su reconocimiento
como religión oficial por el
Gustavo BUENO Imperio romano— Según la
tesis, si el marxismo no hubiera
estado asociado al Estado
soviético en la forma como lo
estuvo durante más de 75 años,
no significaría hoy algo más de lo que podría significar
una abstrusa «teoría epigonal» emanada de la
izquierda hegeliana decimonónica; correspondiente-
mente, el cristianismo preconstantiniano (o pre-teo-
dosiano) no podría ser hoy considerado mucho más de
lo que podamos considerar al marcionismo. En todo
caso, el significado histórico universal de la Revolu-
ción de Octubre parece que ya está fuera de discusión,
aún después de la Perestroika en marcha. Pues aunque
no se admita que la Revolución de Octubre fuera la
última etapa de la «prehistoria» de la humanidad, sin
embargo, creo que puede seguir defendiéndose la idea
de que la Revolución de Octubre constituyó un hito
decisivo de su «historia», no sólo por las transforma-
ciones que ella determinó en el territorio de la Unión
Soviética, simo tambien en el resto del mundo
(incluyendo al «mundo occidental» y a sus movimien-
tos de adaptación —entre ellos, el nacionalsocialismo—
a la situación creada por la Revolución.
La tesis de la dependencia de la importancia del
marxismo respecto de la Revolución de Octubre
—tesis en cierto modo paradójica, dado que la teoría
marxista se formuló algunas décadas antes de la Revo-
lución y se entendió muchas veces con independencia
de ella— solia ser vista con gran recelo por la mayor
parte de los militantes de los partidos comunistas no
soviéticos que, a partir de un determinado momento
—¿invasión de Hungría o de Checoslovaquia?, ¿con-
flicto chino-soviético?— proclamaban su independen-
cia respecto de la Unión Soviética declarando, en
muchas ocasiones, que los programas, organización y
destinos del comunismo en estos países había de con-
cebirse dentro de la perspectiva de la más plena auto-
nomia, sin perjuicio de las alianzas, más o menos fra-
ternales, con el P. C. U. $. Los acontecimientos que
están teniendo lugar en estos meses de 1990, en tanto
parecen conducir a una suerte de disolución-supera- ignición dotado de suficiente energía expansiva como
ción de los propios partidos comunistas de inspiración para poder ir llevando a efecto el programa del Mani-
marxista, no solamente en el Este, sino también en fresto comunista: «iProletarios de todos los paises,
Ttalia (acaso pronto en España) demuestran inequivo- unios! Y no habría por qué atribuir un carácter instan-
camente, a nuestro juicio, la tesis de referencia: Que táneo al proceso de expansión, ni siquiera un ritmo
los partidos comunistas, en tanto estaban inspirados uniforme, supuesto que el proceso de expansión se
en el marxismo se sostenían por hilos visibles o invisi- concibiese como durando un intervalo (finito, y no
bles tendidos desde el prestigio (a veces, el apoyo inmenso) de tiempo. En cambio, sz entenderían mal,
directo) de la «Patria del Socialismo». Por lo demás, la dentro de la teoría, los procesos de involución, y no se
explicación de estas conexiones entre el significado y
¢l alcance del marxismo y la realidad y destino de la
Unidn Soviética no es tan trivial como algunos pudie-
ran pensar (en la forma más grosera: el «oro de
Moscú»). Al menos, estas conexiones pueden ser con-
templadas no sólo como cuestión de hecho —del
hecho de la propagación de una ideología y de una
organización en el terreno sociológico— sino como
una cuestión teórica, interna a la propia doctrina mar-
xista (que no excluye, desde luego, la aportación del
«oro de Moscin»).
En efecto: si admitimos (para referimos a un solo
punto de la doctrina, aunque esencial) que el con-
cepto de «Proletariado», como clase universal, no es
un concepto meramente empirico («visual», por PCE FARIX, 1974,
decirlo asi) ni puede serlo, dada la naturaleza anafó-
rica de su contenido, tendremos que admitir también entenderían en absoluto (es decir: obligarían a retirar
la implicación mutua de los diferentes partidos que la teoría) las involuciones que rebasasen determina-
fueron concebidos como avanguardias del Proleta- dos puntos críticos. En nuestro caso, se disponía, si se
riado» con el partido definido como la «vanguardia puede hablar asi, de la «función» (concepto funcional)
del Proletariado» por antonomasia, el Partido Comu- «Proletariado» y era preciso un «parámetro iniciab
nista de la Unión Soviética. La clase universal no es un para que la función no permaneciese vacía. Dado el
concepto que pueda definirse sólo en términos negati- “«parámetro» «Revolución victoriosa en Octubrer,
vos —la clase de los desheredados, los eparias de la podríamos conceder a la recurrencia de la función rit-
Tierrar— pues no es una clase que pueda constreñirse mos variables, «un paso atrás y dos adelante», pero de
al terreno de la realidad pretérita o presente. Pues no suerte que el movimiento global dibujase una trayec-
es UN ergon, sino una enérgela que sólo se realiza en el toria expansiva, envolvente de la redondez de la
cumplimiento de su destino revolucionario, la supre- Tierra. A esa luz, podían haber sido interpretados los
sión-absorción de todas las clases en el seno de la primeros erandes fracasos de la Idea de «Proletariado
futura sociedad comunista, Por ello, tampoco puede internacional» en cuanto se oponía a la Primera
entenderse el concepto del Proletariado como un con- Guerra Mundial entre los Estados capitalistas-impe-
cepto ideal-especulativo, que pudiera reposar trangui- rialistas, por cuanto estos fracasos habrian quedado
lamente en el éter intemporal e inespacial de lo compeñsados con la victoria del Proletariado en
eterno. Pero la única manera de conferir significado Octubre de 1917. Es cierto que fracasó también la
práctico al concepto de Proletariado, como clase uni- inmediata Revolución en Alemamia, o Hungría. Pero
versal, es definitlo por medio de un proceso de «recu- la victoria de la Unión Soviética contra el fascismo, así
rencia» capaz de tender a un límite, a partir de alguna como la instauración del régimen comunista en la
obligada realización suya (0 que asuma la significa- China Popular, a raiz de la terminación de la Segunda
ción de tal). Asi se interpretó la «dictadura del Prole- Guerra Mundial, y, por supuesto, la propagación o
tariado» en el partido de Lenin, como un punto de «recurrencia» del sistema comunista en Polonia, Ale-
mania oriental, Bulgaria, Rumanía, Hungría..., aunque años cincuenta podría no parecer absurdo hablar de
hubiera estado ayudada por la victoria militar, podían un «Proletariado positivo» en fase de expansión a par-
hacer pensar en la realización lenta, pero firme, del tir de esos centros de irradiación mundial que eran la
Proletariado como clase universal. Pero también es Unión Soviética y la China Popular: En cualquier
cierto que, ya que el mismo desarrollo político que caso, la Idea de «Proletariado», en cuando Clase uni-
tuvo lugar en los países comunistas a raíz de la victo- versal en proceso de realización, debía ajustarse al for-
ria «contra el fascismo», la idea del Proletariado inter- mato de una clase atributiva, cuyas partes fuesen agre-
nacional, en tanto parecía haberse tomado cuerpo en gándose las unas a las otras y concatenándose hasta
casi la mitad de la Humanidad, comenzaba a transfor- recubrir la Tierra. (Desde este punto de vista, podría
marse, a la par que las «dictaduras del proletariado» se considerarse como una auténtica aberración de la
transformaban en la figura de «repúblicas populares», teoria marxista el hablar siquiera de la posibilidad de
o de «estados de todo el pueblo». Pero todavia en los una autonomía plena de los Partidos comunistas
nacionales o regionales, aunque fuera al nivel del
«eurocomunismo», como si esa autonomía pudiese
tener algo más que un alcance meramente «organiza-
tivo»).
Desde estos puntos de vista, nos parece que el
golpe más duro que objetivamente sufrió la Idea del
Proletariado como clase universal fue el conflicto chi-
no-soviético, que apareció a plena luz en los años 60, y
todas las consecuencias que el conflicto tuvo, entrete-
jidas con el regreso en los ritmos de crecimiento eco-
nómico, el endeudamiento y el estancamiento que
comenzaron a hacerse cada vez más patentes a los