El código procesal penal guatemalteco, establecido mediante el decreto número 51-92 del
congreso de la república, desempeña un papel de suma importancia en la sociedad al
proporcionar un marco jurídico para abordar y resolver conflictos delictivos. Este sistema judicial, concebido para satisfacer las necesidades fundamentales del país, se enfoca en aclarar situaciones de delitos cometidos entre particulares o, en su caso, entre el Estado y los ciudadanos. El código procesal penal se convierte en el protagonista de la función de reparación, siendo responsable de remediar uno o varios bienes jurídicos tutelados vulnerados debido a la comisión de un hecho ilícito. Es importante destacar que su actuación está condicionada por la presunción de un hecho punible que no puede convertirse en veracidad objetiva. Este código, aprobado el 28 de septiembre de 1992, sancionado el 7 de diciembre del mismo año y publicado el 14 de diciembre en el Diario Centro América, entró en vigencia el 1 de julio de 1994. A lo largo de su existencia, ha experimentado 14 reformas, siendo la última aprobada el 20 de abril de 2010, publicada el 25 de mayo y vigente desde la misma fecha. Sin embargo, no está exento de controversias, ya que se han decretado cinco inconstitucionalidades, la última registrada en el expediente número 1555-2001, con sentencia de 18 de noviembre de 2002, publicada el 23 de enero de 2003. El código procesal penal consta de seis libros. En el Libro I se abordan principios, garantías procesales y la persecución penal. El Libro II se centra en el juicio penal, abordando el procedimiento común y el proceso intermedio. El Libro III regula las impugnaciones y recursos en casos específicos. El Libro IV se enfoca en procedimientos específicos como el abreviado y el especial de averiguación. El Libro V trata la ejecución penal y las penas, incluyendo la ejecución civil. El Libro VI regula costas, indemnizaciones y disposiciones finales, incluyendo la organización del Ministerio Público en Guatemala.